Que para obtener el título de P R E S E N T A Mariana Simón Chavero Asesora Mtra. Andrea Gómez Montesinos Licenciada en Comunicación y Periodismo Lo importante no es lo que diga de mis textos, sino lo que tú, desde otro mundo, veas en ellos: José Emilio Pacheco UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN Trabajo periodístico y comunicacional Entrevista de semblanza Nezahuacóyotl , Estado de México, 2023 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos ................................................................................................... ............................................................................... Presentación ................................................................................................... ...................................................................................... La cosmovisión de Pacheco ................................................................................................... .......................................................... Jardín de niños ................................................................................................... .......................................................................... Veracruz: la playa norte ................................................................................................... ............................................................ Mi título es el de autodidacta ................................................................................................... .................................................. Borges en Pacheco ................................................................................................... ................................................................... El habla es totalmente distinta a la prosa ................................................................................................... ................................... Tertulia en la Capilla Alfonsina ................................................................................................... ................................................. Ni yo, que soy su esposa, me atrevo a pedirle una entrevista: Cristina Pacheco ................................................................... Lo importante no es lo que yo diga de mis textos, sino lo que tú, desde otro mundo, veas en ellos: José Emilio Pacheco .................................................................................................... ......................................... Una vida a través de las letras ................................................................................................... ...................................................... Un poema para frenar la violencia y la crueldad en México ................................................................................................... Treinta años de Las batallas en el desierto ................................................................................................... ............................. El contexto social y político del país en 2014 y la muerte del poeta ....................................................................................... El periodismo cultural: una vida de Inventarios .................................................................................................... ..................... Escribir desde la muerte ................................................................................................... ........................................................... En perspectiva ................................................................................................... ................................................................................. Con Pacheco se pierde al último escritor omnívoro de la literatura ........................................................................................ La literatura en el periodismo ................................................................................................... ................................................... José Emilio era generosidad ................................................................................................... .................................................... Desde un punto de vista propio ................................................................................................... .............................................. Conclusiones .................................................................................................... ................................................................................... Referencias................................................................................................... ........................................................................................ Bibliografía.................................................................................................... ........................................................................................ Entrevistas...................................................................................................... ........................................................................................ Contenido 4 7 14 17 17 21 22 25 30 31 36 38 41 44 48 51 54 56 61 65 69 70 72 74 78 11 Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 54 Agradecimientos Mucho tiempo ha pasado desde que empecé este trabajo que se postergó por alguna u otra razón; sin embargo, las personas más importantes en mi vida han estado presentes en el transcurrir de los días desde 2008, año en el que empecé la investigación para la entrevista de semblanza. En estas páginas no solo está la investigación ni el propósito de tener un título universitario, también están las vivencias y la vida que transcurre, a veces, sin darnos cuenta. Hay quienes ya no están aquí, pero puedo leerlos entre líneas. Por el apoyo moral, el cariño, las porras, las experiencias y la vida, gracias. Doy gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México que me abrió las puertas en el año 2000 a través del CCH Vallejo, ya que a partir de ese año empecé una trayectoria académica que me ha dado una vida llena de aprendizaje y orgullo. Agradezco profundamente a la asesora de este trabajo, la profesora Andrea Gómez Montesinos por guardar mi trabajo durante años con la esperanza de que regresara a concluirlo, por creer en mí y en mi trabajo y, sobre todo, por el tiempo, el conocimiento y la experiencia que dedicó a cada página de esta semblanza. Gracias también al profesor Alberto Fernández de Lara Quezada, quien orientó esta investigación durante varios años y quien aportó su invaluable experiencia y conocimiento para que este trabajo académico se concluyera con éxito. Su labor como docente, pese a que falleció hace algunos años, está plasmada en la memoria y conocimiento de muchas de sus alumnas y alumnos, pero se mate- rializa en momentos como este, cuando doy la última lectura a este documento y recuerdo cada una de sus acotaciones. Muchas gracias, profesor. Papá, mamá, gracias por confiar en mí a pesar de los tropiezos y el tiempo que me llevó concluir esta tarea, pero sobre todo gracias por estar presentes en todo momento y por ser los padres que son, los amo. Miguel, gracias por ser la persona generosa y valiente que eres porque, sin proponértelo, eres una inspiración para continuar por tu camino a pesar de todos los obstáculos. Te quiero, hermano. Andrés, gracias por enseñarme que la vida puede ser dura, pero que siempre tenemos razones para sonreír y para salir adelante. Luis, gracias por no soltar mi mano a pesar de las adversidades y por caminar junto a mi para concluir este capítulo en mi vida a través de este sendero lleno de obstáculos y triunfos que representa la vida en pareja, por hacerme parte de tu familia y por mostrarme la otra cara del amor: la del compromiso, la de compartir los gastos, los gustos, los sustos y las alegrías. Te amo. El amor a la literatura, el respeto por las letras y el idioma fueron ingredientes importantes para llevar a cabo este trabajo periodístico que no hubiera sido posible sin tu ejemplo y enseñanza amorosa que me diste. Mi cuenta está saldada contigo y aunque físicamente ya no estás para hojear mi trabajo final, sé que desde donde te encuentres ahora, me darás un abrazo. Mi admiración y cariño siempre. Te amo y te extraño, abuelo Eo. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 76 Abuela Victoria, te fuiste unos meses antes de que, por fin, después de 15 años, me titulara, pero espero ser digna descendiente de esa estirpe de mujeres trabajadoras y que rompieron esquemas a la que perteneces, pues eras madre de ocho hijos, pero también trabajaste más de 30 años al servicio de los demás como enfermera. Gracias a ti, a mi abuela Bertha, a mi abuelo Jorge y a mis antepasados que tuvieron que lidiar con estereotipos, violencia y carencias, para que hoy pueda estar agradecida por concluir una etapa académica en mi vida y no por sobrevivir. Gracias. Gracias a todos los integrantes de mi hermosa familia de la cual estoy orgullosa y me siento afortuna- da, pues pocas como la mía. A todos los amo y agradezco su apoyo y así, como en todo momento, en los restaurantes, en las fiestas y en las vacaciones, me siento afortunada de llenar este espacio con sus nombres: tías, Laura, Ana, Victoria, Teresa, Angélica, Alma, Patricia; tíos, Adolfo, Fernando, Jorge, Gerardo; primos, Claudia, Rafael, Juan, Alfredo, Valeria, Ana Elisa, Diana, María Fernanda, Erandi, Sara Sofía, Regina, Santiago y Paula; y mi hermosa sobrina Frida. Cris, te conocí en 2009 y nunca me hubiera imaginado que diez años después volviéramos a coincidir en un entorno totalmente distinto al de aquellos años: en un lugar en donde se nos ha dado la opor- tunidad de crecer y ejercer nuestras carreras universitarias y en donde he aprendido a conocerte y quererte. Tu aporte a este trabajo le da color con el diseño de la portada, así como le has dado bue- nos momentos y aprendizajes a mi vida desde que somos amigas. Muchas gracias. A Gloria Ayala y Sandra Rojas por no dejarme sola en buenos y malos momentos y por estos más de 20 años de experiencias, risas, tazas de café, tarros de cerveza y llantos compartidos. A Yesica Ponce de León por el reencuentro y por el impulso para concluir esto. A Paola Landero por las porras y el cariño que siempre me ha demostrado. A Vero Camacho porque ha sido una guía indiscutible en mi carrera profesional, por todo ese cono- cimiento que me ha compartido desde que la conozco, por darme la oportunidad de trabajar a su lado y porque hizo un aporte importante a esta investigación. Presentación Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 98 Aprehender una manera de expresarse, atrapar una actitud, registrar un timbre de voz, observar unos gestos. Además, en una entrevista, uno trata de volcar una imagen que le parece adecuada para explicar lo que es implícito. Gabriel García Márquez La estructura del trabajo que se presenta no es la forma común de presentar una entrevista de semblanza. El documento se redactó a manera de crónica en la búsqueda de información que conformara esta semblanza. Según el manual de redacción de la agencia española Efe, hay dos tipos de entrevistas: las que tie- nen un formato de preguntas y respuestas y aquellas otras en las que las ideas, la personalidad, las obras y la biografía del entrevistado y las circunstancias en las que se llevó a cabo la entrevista consti- tuyen parte importante de la información. La que se leerá a continuación forma parte de la segunda descripción. Este retrato escrito capta el carácter, el modo de pensar, los datos biográficos y relata algunas anéc- dotas con el escritor mexicano José Emilio Pacheco Berny y con gente cercana a él, pero ¿por qué dedicar una semblanza a este personaje de la literatura mexicana? Porque es un referente de la literatura y del periodismo cultural que se inscribe en el mundo de la cultura a través de la vida cotidiana, pero que dentro de su narrativa y poesía fue capaz de crear un mundo propio, a veces mágico, pero siempre con un toque de realidad y, muchas veces, evocando a la historia. El hilo conductor de muchas de sus obras es el tiempo que describe como un agente de la destruc- ción que deja a su paso un paisaje en ruinas. Además, su obra está escrita con un uso impecable de la lengua y con la capacidad de relatar toda una época en pocas palabras, como en Las batallas en el desierto. Autor de la columna Inventario que se publicó durante 40 años, donde hacía una crítica de los acon- tecimientos cotidianos de la vida y los relacionaba con la cultura y las artes. Esta vida a través de las letras lo hizo acreedor a premios nacionales e internacionales, como el Premio Cervantes, pero además fue un hombre admirado por diferentes generaciones y un referente académico en aulas de educación secundaria, pero también en estudios de doctorado. En estas páginas se relatan algunas conversaciones con el escritor en eventos públicos desde 2009, cinco años antes de su fallecimiento, y una crónica de su velorio en el Colegio Nacional, el 26 de enero de 2014. José Emilio llenaba los espacios donde se presentaba, gente de distintas generaciones, pero sobre todo de jóvenes, se amontonaban para pedirle una foto, una firma o intercambiar palabras con el poeta, y él platicaba con cada persona que se le acercaba, contaba sus anécdotas y el origen de las publicaciones que le daban a firmar. Sin embargo, a este escritor no le gustaba hablar de su obra ni definir o declamar un poema: “Lo im- portante no es lo que yo diga de mis textos, sino lo que tú, desde otro mundo veas en ellos”, escribió en uno de los correos electrónicos que contestó para la realización de este trabajo periodístico. No hablaba de lo que escribía porque para él, lo importante era la obra y sus lectores, no el escritor. Así como Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas, José Emilio evitaba ser entrevista- do, pues tenía la impresión de que lo que decía en la charla, podía comunicarlo de mejor manera, escribiéndolo. Para la realización de este trabajo periodístico, se tomaron en cuenta, descripciones, consejos y téc- nicas de distintos autores de géneros periodísticos, como la explicación que da Jorge Halperín sobre la entrevista de semblanza: Es una nota que trae la vibración de un personaje, su respiración, sus puntos de vista y su natu- raleza. La realidad de la tarea se ubica en el cruce entre aquella dura intrusión y este encuentro lleno de color personal. La vida humana no es nada excepto preguntar sobre sí misma, cada uno de los sentimientos, el temor, el amor, la angustia, es en el fondo la naturaleza interrogativa. O como la plantea Gabriel Bauducco en su libro Secretos de la entrevista: “muestran el mundo interno de los entrevistados mediante un repaso de algunos hechos de su vida, navegando en sus senti- mientos” y donde asegura que este tipo de entrevistas se construyen teniendo un buen conocimiento previo del personaje. En ese sentido, y tomando en cuenta estas descripciones, primero se recopiló información documen- tal en bibliotecas y hemerotecas, con lectores de su obra y con gente cercana a él. Una de las herramientas más útiles para el desarrollo de este trabajo fue el Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX que editó el Centro de Investigaciones Filológicas de la UNAM, coordinado por Aurora M. Ocampo. En la hemeroteca de la Coordinación de Literatura del INBA “Casa Leona Vicario” se encontraron la mayoría de las notas periodísticas que sirvieron para verificar los datos que aquí se relatan. Después de la investigación documental acerca de su biografía, los encuentros con el escritor en eventos culturales, caminar por las calles de la colonia Roma y Condesa de Ciudad de México (luga- res que él frecuentaba y donde vivía) o por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, convivir con gente de su círculo intelectual, leer su poesía y narrativa contribuyeron a recrear un retrato escrito de uno de los escritores más reconocidos en el país. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 1110 Así, el lector podrá encontrar en La cosmovisión de Pacheco, aspectos personales del escritor mexi- cano en un breve relato de su origen y sus influencias al principio de su carrera. “Mi devoción con respecto a Borges fue tan fervorosa como torpe. Cometí la ingenuidad de querer imitarlo”, declaró José Emilio Pacheco. También se reflejan dos de los objetivos de esta entrevista: describir aspectos de su vida personal y reconocer quiénes inspiraron su creación. En El habla es totalmente distinta a la prosa se reunieron algunas de las declaraciones que Pacheco hizo ante los medios de comunicación para explicar por qué no le era fácil hablar de su obra ni dar significado a un poema. Aseguró “no es pose” y solo afirmó: “El habla es totalmente distinta a la prosa”. Asimismo, se relata el comportamiento del poeta con la gente que lee su obra y el ambiente que se creó después de una conferencia sobre Alfonso Reyes que ofreció en la Capilla Alfonsina. Este aparta- do es el primer parámetro para la presente entrevista de semblanza que nos introduce a las percep- ciones, conceptos y valoraciones del autor. El día que llamé a la casa de José Emilio, me contestó la esposa del autor de Morirás lejos, Cristina Pacheco. En este apartado se describe la experiencia de la llamada telefónica. También contiene la serie de correos electrónicos que José Emilio Pacheco respondió para la realización de este trabajo. En Una vida a través de las letras se abordan aspectos importantes de su obra literaria, el periodismo cultural y los temas sociales que más le preocupaban al poeta en sus últimos años de vida. ¿Qué dicen sus textos? El autor declaró que no puede hablar de lo que escribe, sugiere leer sus poemas: “La poesía no miente, yo sí”, aseguró. Cuando su obra Las batallas en el desierto cumplió 30 años, Ediciones Era lanzó la primera edición ilustrada de esta novela, con fotografías de Ciudad de México en la época en la que se desarrolla la historia de Carlos. El 13 de octubre de 2011, José Emilio recibió el Premio “Alfonso Reyes”, en el Colegio de México; en ese acto público, el escritor dio una conferencia sobre Las batallas en el desierto y otor- gó algunas declaraciones para esta entrevista. También se hace un breve recorrido sobre los acontecimientos más importantes en México después de su muerte y cómo su obra se vincula al presente y está vigente a pesar de los años. En perspectiva se incluyen dos entrevistas a expertos en literatura mexicana: Armando González Torres, ensayista y crítico literario, y Aura María Vidales, poetisa y periodista, quienes hacen un análisis de la obra de José Emilio Pacheco, al mismo tiempo que cuentan sus anécdotas con el escritor. Además, contiene una entrevista a Huberto Batis, catedrático de la UNAM, quien relata sus vivencias en la Facultad de Filosofía y Letras a lado de Juan García Ponce, Carlos Valdez, José de la Colina, José Gurrola, Juan Vicente Melo y con José Emilio Pacheco. La cosmovisión de Pacheco Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 1312 Por mí solo pueden testimoniar, para absolverme o condenarme, mis propios escritos, que no tienen la menor pretensión a este respecto. Escribo lo que puedo y todo está determinado por el año atroz de mi nacimiento: 1939. Es increíble todo lo que he visto desaparecer, por ejemplo, la Ciudad de México. José Emilio Pacheco en Letras Libres (2009) José Emilio Pacheco nació el 30 de junio de 1939; sus padres vivían en la calle Guanajuato, número 183, en la colonia Roma y, aunque vivió gran parte de su infancia en Veracruz, la colonia en la que nació y creció, le sirvió de telón de fondo para escribir una de sus novelas más conocidas: Las batallas en el desierto. El día de su nacimiento, llegó a costas mexicanas el Sinaia, barco que transportó a centenares de refugiados españoles de la Guerra Civil española. Los niños provenientes de España conformaron, a lado de José Emilio Pacheco y otros mexicanos, un grupo de intelectuales que trascendió en la histo- ria moderna de México. Era nieto de un cubano que el imperio español arrojó a costas mexicanas; hijo de un militar llamado José María Pacheco Chi y de María del Carmen Berny Abreu. Vivió la mitad de su infancia con sus abuelos en Veracruz, quienes le regalaron una versión infantil de ¿Quo vadis?, primer libro que leyó. Memorizó la mayor parte de las obras de Emilio Salgari y esto lo inspiró a hacer relatos de piratas ilus- trados con dibujos. Ese niño que nunca fuimos descubre una noche de viento y de lluvia un secreto que es el origen de su vocación literaria. Claro, “Siempre existe un momento de la infancia en que al abrir una puerta dejamos entrar el futuro” —como ha escrito Graham Green— Para mí ese momento se sitúa muy lejos: en el descubrimiento de que existía una biblioteca dentro de mi casa, o mucho más tarde, a los quince años, cuando tuve la fortuna —común de varios escritores mexicanos— de encontrar un maestro excepcional: Enrique Moreno de Tagle. Nos hizo descubrir a nuestros autores, leerlos, comentarlos. José Emilio Pacheco, en Los narradores ante el público. María del Carmen Berny Abreu y su hijo José Emilio Pacheco en los años cuarenta. Foto tomada del libro José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar de Laura Emilia Pacheco. José María Pacheco Chi, padre de José Emilio Pacheco Foto tomada del libro José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar de Laura Emilia Pacheco. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 1514 Jardín de niños El primer acercamiento al círculo de amistades de José Emilio para la realización de este trabajo fue el 26 de junio de 2010, cuando el artista plástico Vicente Rojo, amigo de Pacheco, inauguró en la ga- lería López Quiroga, ubicada en Polanco, la exposición Circo dormido y presentó el libro Circos, que contiene poemas de José Emilio Pacheco. La muestra se compuso de cincuenta pinturas realizadas en gouache, divididas en series, que mues- tran a diversos actores del mundo circense como los payasos, los contorsionistas, el domador, los malabaristas, los trapecistas, la carpa, las jaulas o las chisteras de los magos. Entre las figuras de la exposición, que parecía una juguetería que evocaba recuerdos de la infancia, Vicente Rojo relató, para la realización de esta semblanza, que conoció a José Emilio en los años cin- cuenta y que el libro Circos no era la primera colaboración con el escritor: José Emilio no te va a dar una entrevista, pero si quieres saber sobre su infancia, busca el libro Jardín de niños, lo hicimos en los años setenta y retrata nuestra niñez. En él empleé los mate- riales de juego y diversión de la infancia, así como algunas imágenes trágicas de la guerra de España. Con la intención de dar una intensa visión íntima y colectiva de lo que ha significado ser niños en el transcurrir del siglo XX. En 1978, los periodistas preguntaban las razones de este libro y se nos ocurrió decir que eran tan solo recuerdos de nuestra infancia. Solo hay 100 ejem- plares, cada uno es diferente. Uno de los ejemplares de Jardín de niños está en la Biblioteca México dentro del acervo personal de José Luis Martínez —máximo representante del humanismo en México en el siglo XX—. El libro es una obra impresa en serigrafía, encuadernada con un espiral de plástico a un costado, como los cuader- nos que se usan en las escuelas. Sus hojas son de color café a rayas, y sobre ellas están escritos los poemas de José Emilio dedicados a la niñez. La ilustración de cada poema es una obra plástica a cargo del diseñador español Vicente Rojo. El juego de timbiriche, el avión de papel, los rostros infantes de Vicente y José Emilio hechos con punti- llismo y las hojas de cuaderno que igualan las planas de castigo en la escuela con la leyenda “Debo hacer la tarea”, contrastan con los retratos de niños muertos durante la Guerra Civil española. Si bien José Emilio Pacheco declaró que sus versos no eran autobiográficos, esta obra nos muestra las vivencias del escritor durante su niñez, los juegos y lo que para él representó esta etapa de su vida, na- cido, como lo menciona, del otro lado de la guerra y, en contraste, la infancia de los niños en España durante los conflictos bélicos. Imágenes del libro Jardín de niños Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 1716 Si nada sobra, nada falta: hay comida, tienes techo, ropa limpia, cuadernos de dibujo, libros, juguetes. Por un azar incomprensible te tocó en suerte nacer del otro lado de la muralla, en los márgenes. Pero de cualquier modo no te moja la lluvia no sufres hambre, cuando te enfermas hay un médico; eres querido y te esperaron en el mundo. Son muchos los privilegios que te cercan y das por descontados. Sería imposible pensar que otros no los tienen. Y un día te sale al paso la miseria. La observas y no puedes creer que existan niños sin pan, sin ropa, sin cuadernos, sin padre. Te vuelves y preguntas por qué hay pobres. Descubres que está mal hecho el mundo. Poema “Desde entonces” de José Emilio Pacheco en Jardín de Niños Imagen del libro Jardín de niñosImagen de la invitación a la presetación del libro Jardín de niños “José Emilio Pacheco tuvo a Veracruz en el alma, en el pensamiento y en su literatura. Sus cenizas se- rán esparcidas en el mar del sitio donde transcurrió su entrañable infancia. En su poema Los pájaros, el autor plasmó: La primera impresión de Veracruz en mi infancia fue aquella densa marejada: negras aves que parecían traer la noche en sus alas”. Declaró Cristina Pacheco un día después de la muerte del escritor. Y es que la presencia de José Emilio en Veracruz está llena de anécdotas y peripecias. Su infancia en Veracruz está plasmada en los relatos de El principio del placer, que, de alguna manera, revelan la educación sentimental recibida en sus años de adolescencia. En 1989, en entrevista con Arturo Azuela para la Revista Mexicana de Cultura, “Conversaciones con José Emilio Pacheco” el poeta habló sobre su educación universitaria: Mi camino fue el de cierta clase media latinoamericana, que es la que produce los escritores, desde luego con excepciones; cuando menos los producía en esa época. A mis padres les pa- reció muy bien, les parecía muy divertido que yo escribiera versitos. Pero lo que les pareció muy alarmante, y creo que tenían toda razón, es que me fuera a dedicar a la literatura; entonces me dijeron. “Escribe, pero te vas a morir de hambre; estudia una carrera decente”. En aquel entonces, las únicas carreras decentes eran las de abogado, ingeniero, médico o arquitecto; y a los que más o menos nos gustaba la literatura, no sé por qué escogíamos esa siniestra carrera que es la de abogado, que por cierto en México es el único lugar del mundo hispánico donde se conserva ese título colonial de licenciado; el título de licenciado se usaba en toda la literatura del Siglo de Oro. En México ha permanecido y creo que está bien emplea- do porque, salvo honrosas excepciones, es una licencia para la corrupción. Yo sufrí mucho, ni siquiera terminé la carrera. Sin embargo, si no hubiera descendido a esos infiernos de los tribunales, no tendría ahora una visión desde dentro, desde el centro mismo de la corrupción, de ciertos mecanismos del poder. Yo quise seguir las dos carreras: la de derecho y la de letras españolas; no terminé ninguna por- que me casé y tuve que trabajar; me dediqué a trabajar en la Universidad, como secretario de redacción de la Revista de la Universidad. No había el entusiasmo que hoy existe por los títulos, nunca pensé en obtener un título ni dedicarme a dar clases; yo quería realmente aprender a Veracruz: la playa norte Mi título es el de autodidacta Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 1918 escribir y entonces no existían los seminarios y talleres que hay ahora. Yo creo que fundamental- mente soy escritor, aunque por azares y circunstancias de la vida, he pasado mucho tiempo en varias universidades; sin embargo, técnicamente, mi título es el de autodidacta. En su juventud, según relata Huberto Batis en entrevista para esta semblanza, José Emilio conoció en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM a Cristina Romo, con quien se casó y tuvo dos hijas: Laura Emilia y Cecilia. En ese tiempo, se le podía encontrar en su escritorio, enterrado bajo cordilleras de papeles, en la revista Estaciones, en el Café Chufas o en el Kikos y en los pasillos de la facultad. Años más tarde, en 1965, el departamento de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes organizó el ciclo de conferencias Los narradores ante el público. Los escritores más representativos del país hablaron sobre su vida; José Emilio Pacheco era el más joven de ellos. José Emilio Pacheco a los 21 años Foto tomada del libro José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar de Laura Emilia Pacheco Durante el ciclo, Pacheco declaró que gracias a Sergio Pitol conoció los relatos de Jorge Luis Borges, cuya influencia en los inicios de su literatura admitió sin reservas: “Mi devoción con respecto a Borges fue tan fervorosa como torpe. Cometí la ingenuidad de querer imitarlo”. En la biblioteca de la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, “Casa Leona Vicario”, están res- guardados los dos volúmenes de Los narradores ante el público, libros que contienen las memorias de este ciclo de conferencias y que fueron editados hace ya más de 60 años por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Joaquín Mortiz. En sus páginas se encuentran los testimonios de escritores que en 1965 ya tenían más de cincuenta años, como Jorge López Páez, Ricardo Garibay o José Revueltas, pero también de escritores jóvenes como José de la Colina y José Emilio Pacheco. Este último, empezó su intervención hablando de sus influencias: [...]desde niño escuchaba sus pláticas y eso me dio un amplio panorama; además, debo mi vocación literaria a la lectura de Alfonso Reyes, a la admiración a Octavio Paz, a la paciencia de Juan Rulfo, a mi amistad con Monsiváis, a la devoción a Borges, a los libros, a las conversa- ciones, la amistad: con la pintura, la música y muy particularmente, con el cine. He frecuentado la lectura de Quevedo y la música de Brahms. Mucho deben mis versos a la pintura de Rufino Tamayo. Para acatar la costumbre reconozco gustoso mis influencias. Mis mo- delos son múltiples, mis trabajos en verso de deben a la atenta lectura de Octavio Paz. En prosa estoy en deuda con el gran escritor argentino Jorge Luis Borges. El rigor de su estética ha sido una pauta que con reticencias acepté. Gracias a Borges comencé a revisar páginas históricas y libros filosóficos; Borges me ha hecho ver que la literatura no puede prescindir de las ciencias afines. Uno de los grandes privilegios de la infancia fue convivir con mi prima Thelma Berny. En realidad, ella era mi hermana mayor, porque fue criada por mis padres hasta los diez o doce años. Se casó en 1955 con el gran actor Carlos Ancira. Muy generosamente me llevaban a las funciones y me permitían asistir a los ensayos. Fue ahí donde conocí a Emilio Carballido. Estaba de moda escribir teatro. Carballido y Luisa Josefina Hernández me hicieron ver que la escena es un universo coherente, sujeto a leyes propias, cuya existencia es imposible si la ficción no crece sobre la realidad, sobre el mundo que contemplamos y sentimos. Sin embargo, Josefina sugirió que llevara mis textos a una editorial de cómics. Tuve clases de piano que me sirvieron para mostrar mi absoluta falta de talento. Digamos que soy un ignorante de la música, apasionado por ella. Tampoco he podido escribir libretos ni letras de canciones. La melodía del verso es una reminiscencia de la música que lo acompañaba antes de la aparición de la imprenta. Ahora estamos volviendo a los orígenes. Sea como fuere, para mí un poema es también una experiencia visual y auditiva. Escucho eso sí, muy bien en silencio y no me gusta que declamen mis poemas. Viví la mitad de mi infancia en Veracruz con mis abuelos, recuerdo que me regalaron una versión infantil del Quo Vadis? Primer libro que leí. En los inicios de su carrera, José Emilio declaró que su vocación se la debía a la lectura de Alfonso Reyes, a la admiración a Octavio Paz, a la paciencia de Juan Rulfo, a su amistad con Monsiváis y a Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 2120 Al frente y a la izquierda, Emilia Abreu Berny, abuela de José Emilio. Foto tomada del libro José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar de Laura Emilia Pacheco la devoción a Borges. Sin embargo, Pacheco no escribía listas de sus escritores predilectos ni de sus relecturas porque alguna vez, cuando así lo hizo, olvidó mencionar el nombre de su abuela, Emilia Abreu Berny, quien fue, según el poeta, la persona más importante para su vocación literaria. Sintió tal remordimiento, que decidió no hacerlo más. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años traté de librarme de él y pase de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es otra fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página. Jorge Luis Borges en Jorge Luis Borges: Una invitación a su lectura La influencia de Borges en José Emilio se refleja en sus dos primeros cuentos: La sangre de medusa y La noche del Inmortal, publicados a sus 20 años de edad, bajo el título global de La sangre de medu- sa (1958), en los Cuadernos del Unicornio, dirigido por Juan José Arreola. En la nota preliminar de la segunda edición de 1990, su autor explica lo siguiente: Hasta donde sé, La Sangre de Medusa y La noche del Inmortal son los primeros cuentos mexi- canos que ostentan el influjo descarado de Borges. En una época en que se perseguían como crímenes las influencias y lo libresco, mucho antes de que se formulara el concepto de intertex- tualidad, estos relatos se atrevieron a tomar como punto de partida textos ajenos y a creer que lo leído era tan válido como lo vivido. Borges fue, en sus inicios, el guía que le ayudó a cimentar su vocación y a tener una profunda ambi- ción literaria, como él lo relata. Según le gustaba contar oralmente a Pacheco, por una coincidencia, él ha podido comprobar cómo su obra empezaba a cumplir esa profunda ambición literaria, compar- tida con Borges, de alcanzar un arte anónimo y perdurable; así, en una ocasión un taxista, que ignora- ba el nombre y profesión de su pasajero, le contó una versión oral de su cuento fantástico Tenga para que se entretenga como si fueran sucesos reales y sobre todo verificables, lo cual prueba que este texto se ha propagado entre el público hasta convertirse en un relato oral anónimo. Dato encontrado en el libro José Emilio Pacheco: perspectivas críticas de Hugo Verani. Con el paso del tiempo, José Emilio adquirió un estilo propio, en donde el lector puede adentrarse en los relatos que pertenecen a la imaginación del escritor, pero que se desarrollan en el inconsciente colectivo de los mexicanos y en lugares comunes, como los vagones del Metro de Ciudad de México, el Bosque de Chapultepec o la heladería La Bella Italia, en la colonia Roma, que cerró sus puertas apenas en 2020. Todo ocurrió en segundos. Bajé del Santa María ya en movimiento, Rosales intentó escapar, fui a su alcance. Escena ridícula: Rosales, por favor, no tengas pena. Está muy bien que trabajes (yo que nun- ca había trabajado). Ayudar a tu mamá no es ninguna vergüenza, todo lo contrario (yo en el papel de la Doctora Corazón desde su Clínica de Almas). Mira, ven, te invito un helado en La Bella Italia. Fragmento de la novela Las Batallas en el desierto (2011) Borges en Pacheco Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 2322 El habla es totalmente distinta a la prosa No sé por qué escribimos, querido George, y a veces me pregunto por qué más tarde publicamos lo escrito. Es decir, lanzamos una botella al mar que está repleto de basura y botellas con mensajes. Nunca sabremos a quién ni adónde la arrojarán las mareas. Lo más probable es que sucumba en la tempestad y el abismo, en la arena del fondo que es la muerte. Y sin embargo no es inútil esta mueca de náufrago. Porque un domingo me llama usted de Estes Park, Colorado. Me dice que ha leído lo que está en la botella (a través de los mares: nuestras dos lenguas) y quiere hacerme una entrevista. ¿Cómo explicarle que jamás he dado una entrevista, que mi ambición es ser leído y no “célebre”, que importa el texto y no el autor del texto que descreo del circo literario? luego recibo un telegrama inmenso (cuánto se habrá gastado usted, querido amigo, al enviarlo). No puedo contestarle ni dejarlo en silencio. Y se me ocurren estos versos. No es un poema. No aspira al privilegio de la poesía (no es voluntaria). Y voy a usar, como lo hacían los antiguos, el verso como instrumento de todo aquello (relato, carta, tratado, drama, historia, manual agrícola) que hoy decimos en prosa. Para empezar, no responderle diré: no tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas, no me interesa comentarlos, no me preocupa (si tengo alguno) mi lugar en la “historia”. Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema. Poesía no es signos negros en la página blanca. Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena. El lector, la lectora, harán (o no) el poema que tan sólo he esbozado. No leemos a otros: nos leemos en ellos. Me parece un milagro que alguien que desconozco pueda verse en mi espejo. Si hay un mérito en esto. Carta a George B. Moore, periodista norteamericano. En defensa del anonimato José Emilio Pacheco Buscar una entrevista con José Emilio Pacheco era una tarea difícil; al poeta, como ya se dijo, no le gustaba hablar de sus textos ni de su vida. Algunos de sus colegas, como Margo Glantz, sugirieron leer su obra y así llevar a cabo esta semblanza. Aura María Vidales, poetiza, comentó que la esposa del poeta, Cristina Pacheco, era quien decidía a quién otorgarlas. La periodista Myriam Moscona no pudo conseguir una entrevista con el poeta para su libro De frente y de perfil. Semblanza de poetas, editado por la Secretaría de Desarrollo Social. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 2524 Lo cierto es que a lo largo de la investigación para este trabajo se encontraron entrevistas que el escri- tor había otorgado a periodistas y medios de comunicación nacionales e internacionales, pero pocas veces era una mujer la que entrevistaba. En 1994, durante el Festival Internacional de las Artes, en Costa Rica, el poeta habló del motivo por el cual no le gusta ser entrevistado. A continuación, se presentan algunas de las declaraciones que hizo a los medios de comunicación durante el festival y que fueron publicadas por la revista Proceso en 1994. Debo decir que no soy hábil para hablar, pero además me pongo realmente nervioso. Es verda- deramente difícil dar la cara por lo que uno ha escrito. No sé hasta qué punto es un abuso de confianza, pero la verdad es que yo tengo el monopolio de la timidez. El no dar entrevistas no es ninguna pose de mi parte. La verdad es que no tengo ninguna faci- lidad para la respuesta. Soy muy lento. Necesito tomar notas, escribir... Hay gente que tiene esa facilidad, gente que simplemente aprieta un botón y te da una teoría, un juicio. En mi caso bus- co una cierta coherencia entre mi actitud literaria y el hecho de que no creo que la literatura deba ser un trabajo para beneficio de un individuo, sino para que lo haga suyo la colectividad. Además, y creo que este sí es un argumento de peso, es que de manera inconsciente uno asume la pose de escritor al ser entrevistado; entonces ya no digo lo que pienso sino lo que quisiera que los lectores imaginen que yo pienso. Ese es el problema de la entrevista, pero hay que recordar que lo único que tengo son mis palabras y quiero tener el absoluto dominio sobre ellas. Cosa que nunca tiene uno en las entrevistas. Y otra cosa terrible es que las entrevistas se publican simplemente vaciándolas de la grabado- ra, sin pensar que el habla es totalmente distinta de la prosa. No puedo hacer planes sobre escribir en verso o en prosa. La idea que se me ocurre trae consi- go su forma. No tengo una mentalidad teórica y otra razón por la que me disgustan mis entrevis- tas, en modo alguno las entrevistas, es porque me avergüenza repetir siempre las mismas cosas. Seis años después de estas declaraciones, se decidió realizar una entrevista de semblanza al escritor que difícilmente haría declaraciones; sin embargo, para llevarla a cabo, se buscó información en me- dios de comunicación, en bibliotecas y mediante entrevistas a otros escritores. Para entablar diálogo con José Emilio se le buscó en espacios para la literatura y eventos donde el escritor se presentaba y fue así como el 15 de octubre de 2010 en la Capilla Alfonsina, contestó las primeras preguntas para esta semblanza. Tertulia en la Capilla Alfonsina Estas son las líneas que escribo en mi casa, hecha con el esfuerzo de toda mi vida, para dar asilo conveniente a mis libros... Ya está aquí el salón especial para recibirlos, de dos pisos con mezanine. Arriba en un volado, estará mi escritorio. Tengo luz cenital, ventanitas alargadas en todos los nichos que dan a la calle, y una gran vidriera al lado de mi escritorio que recorre los dos pisos. No puedo creer a mis ojos . Alfonso Reyes No es casualidad que el primer encuentro con José Emilio Pacheco se haya dado en este lugar, ya que como él lo declaró, la literatura de Alfonso Reyes tiene gran influencia en su obra y además por- que la Capilla Alfonsina es un sitio que alberga estudiantes y escritores ya reconocidos. Hoy en día, es un Centro de Estudios Literarios que difunde y promueve la obra de Alfonso Reyes; contribuye en actividades culturales, cursos, mesas redondas y fue sede para la entrega del Premio Internacional “Alfonso Reyes”. El primero en recibirlo en esta capilla fue el escritor Jorge Luis Borges, en 1973 (fue la primera vez que Borges visitó México). Este premio se otorga anualmente por la Sociedad Alfonsina Internacional. Se percibe el olor a libros que han sido leídos por varias generaciones. Las paredes son libreros y, al mismo tiempo, exhiben obras de arte. En el fondo, las escaleras conducen a un segundo nivel de la biblioteca. Para quienes han leído a Borges, esta podría ser la Biblioteca de Babel que describe en su cuento, el cual lleva el mismo nombre: es la Capilla Alfonsina. Esa tarde en el recinto, un público joven espera la llegada de José Emilio Pacheco. Como lo ha descri- to Luis Antonio Villela: poeta moderno, fiel a la tradición clásica en cuyas obras aúna realismo, ironía, crítica social y amor. Pacheco hablaría esa noche de Alfonso Reyes, su guía indiscutible. La entrada del escritor a un costado de la sala es discreta. Con bastón en mano y paso taciturno, voltea a ver a las más de setenta personas que esperan su presencia. Sorprendido, camina hasta el fondo de la biblioteca. Los aplausos no se hacen esperar en cuanto la gente lo reconoce. José Emilio es un hombre alto, encorvado, de piel blanca, cabello canoso, cabeza de forma cuadrada y está usando los lentes grandes de pasta negra que lo caracterizan. El sudor recorre sus mejillas, sus ojos y aspecto bonachón, lo muestran algo indefenso, como en guardia. Antes de hablar, se asegura de estar cómodo. Da órdenes firmes y definitivas a los que manejan las luces y los micrófonos del lugar, aunque al pedirlo se disculpa diciendo: “Por eso ya no quiero partici- par en actos públicos, es una lata”. Se preocupa porque en la presentación mencionen a cada uno de los integrantes del presídium. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 2726 Un silencio profundo invade la capilla cuando el sonido del micrófono avisa la intervención de Pache- co. Como ya es costumbre del escritor, antes de empezar el discurso, agradece al público su presen- cia. Durante la ponencia evoca la historia de Reyes. José Emilio habla del padre del escritor Alfonso Reyes, el general Bernardo Reyes Ogazón, quien ocupó importantes cargos durante los gobiernos de Porfirio Díaz (fue gobernador del estado de Nuevo León y secretario de Guerra y Marina). “Reyes está para quien necesita a Reyes. Reyes no es un simple escritor como cualquiera, sino que resulta en sí mismo una vasta y completa literatura”, declara. Alguien en el público grita que no se escuchan con claridad sus palabras. Un joven se acerca y le acomoda el micrófono. La lectura del regiomontano universal es oportuna, sobre todo en un tiempo como el actual, don- de es palpable la creciente indiferencia con la que las sociedades ven la tragedia cotidiana. Es una hazaña civil el hecho de que Reyes fuera el introductor de la literatura mexicana al mundo español. A manera de charla, después de la ponencia, José Emilio habla de la transformación del lenguaje y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo; menciona que algunas palabras del español han per- dido su significado real y ejemplifica: La palabra evento es utilizada de manera errónea en los últimos tiempos. Evento significa even- tualidad o hecho imprevisto y hoy, la mayoría de las personas la utilizamos como algo planeado: tenemos un evento social. Al final de su ponencia, algunos jóvenes se aproximan a él para que les firme ejemplares de su obra. El poeta da las gracias a quien se le acerca; el cansancio se nota en su gesto; el sudor recorre sus me- jillas blancas. Responde cada pregunta, cada saludo, cada halago. “Es lo mínimo que puedo hacer para agradecer”, comenta al aire. Los jóvenes lo quieren porque crea en torno suyo un ambiente fraterno. No habla desde el podio, no discurre, pregunta. Se dirige en tono familiar al que tiene enfrente, casi de inmediato entra en contacto contigo, conmigo. Los jóvenes saben que ha tenido la generosidad de decir que todo lo escribimos entre todos, escribe Elena Poniatowska, en su ensayo José Emilio Pacheco y los jóvenes. Su esposa, quien lleva su apellido, está a un lado de la multitud. Pendiente y tal vez preocupada por lo que pudiera pasar. Cristina Romo, mejor conocida como Cristina Pacheco, se acerca e inspecciona a las personas que se acercan al novelista y, al darse cuenta de que son solo estudiantes, su gesto se relaja. Son casi las nueve de la noche cuando el recinto empieza a quedarse solo y se escucha con más claridad la voz del poeta. Este encuentro se convierte en una tertulia entre el escritor, su esposa y diez personas más. El autor atiende a cada persona, hace preguntas, examina los libros, y ofrece detalles de las obras que le dan a firmar. Toma su tiempo con cada una. Una pareja de adolescentes se acerca a él. José Emilio les pregunta: ¿Cómo están? ¿Qué les ha pa- recido la conferencia? —Tú, ¿cómo te llamas? —Sara Cristina —Fíjate que me gusta mucho tu segundo nombre. El escritor sonríe. Toma tiempo para poner la dedicatoria a cada persona, explica su obra... —Nunca me habían dado a firmar este libro. Yo creo que a nadie le gustó y nadie lo compró. ¿Cómo te llamas? —Octavio— Contesta el lector de las obras de Pacheco, quien le demuestra su admiración con ner- viosismo y halagos a su obra. —Octavio: ¿Puedo tomarme una foto con usted? —Por supuesto que sí. Después de la primera foto, el autor de Las Batallas en el desierto pide que le tomen otra, presiente que cerró los ojos. El poeta pide a Octavio que le envíe esas fotos por correo electrónico; al mismo tiempo, sonríe y voltea a ver a su esposa que está parada cerca de él. Es el turno de entablar un primer diálogo con el escritor; se sorprende al darle a firmar el libro de la primera edición de su novela Morirás lejos (1967), “este es muy viejo, hoy en día ya no hay muchos ejemplares”. En el libro anota la siguiente dedicatoria: “El futuro se conquista por la memoria del pasado perdido, a Mariana con cariño. José Emilio”. —¿Cuál es el hilo conductor de sus historias? Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 2928 —En mis textos hay memoria para preservar lo que se destruye todos los días.— ¿Qué representa la obra de Alfonso Reyes en su formación? —Solo una vez estuve en contacto con Alfonso Reyes; desafortunadamente, el mismo año de su muer- te. No creo haberlo leído todo, pero sí la mayoría. En intereses quizá esté muy cercano a él, de ninguna manera a su altura. Ya quisiera tener su conocimiento, su virtud y su don para escribir. —¿De qué manera lo influenció? —Nos enseñó que la escritura es un instrumento de precisión y fluidez. Su naturalidad: el poder de decir las cosas como instintivamente pensamos que se deben decir en castellano. El escritor es osco y determinante en sus contestaciones; voltea a todos lados y no sigue la conversa- ción. No le gustan las preguntas, prefiere charlar libremente. —Maestro, ¿podría hacerle unas preguntas más para realizar un trabajo académico? —Mariana, hoy estoy aquí porque estoy muy cerca de mi casa. Estoy cansado, pero te voy a anotar mi correo personal, escríbeme para conciliar esto. —¿Entonces usted vive en la Condesa? —Sí, pero ya no es lo mismo, las cosas han cambiado con el paso del tiempo. Antes de la inseguridad, esta ciudad era muy agradable. Por eso se vino a vivir aquí García Márquez, tanta gente. Yo conocía a los cineastas, a los pintores, ahora no conozco ni a los escritores. Entonces podía vivir en la calle. Yo acompañaba a Monsiváis a su casa y de regreso él me acompañaba a mí. Han pasado casi tres horas y el cansancio del escritor es notable, es la hora de retirarse. En una hoja de papel, José Emilio anota su correo personal. El escritor aceptó extender la conversación. —¿Cómo es su relación con Internet? —El mundo electrónico es para quienes nacieron en él. Encuentro muchas cosas valiosas en Internet, pero si pasan de tres páginas necesito imprimirlas para leerlas. Respecto de la correspondencia, es un motivo de angustia. He acumulado más de dos mil correos. ¿Con qué fuerzas voy a responderlos? Cada persona espera la contestación, a la que tiene derecho, y yo no puedo dársela. Es terrible, pero te voy a contestar. Fotografía tomada en la Capilla Alfonsina por Octavio Guzmán el 15 de octubre de 2010 Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 3130 Ni yo, que soy su esposa, me atrevo a pedirle una entrevista: Cristina Pacheco Aquella tarde, José Emilio escribió su correo electrónico sobre una hoja de papel. Después, en un correo electrónico envió su número telefónico y así, como José Emilio lo había solicitado, marqué a su casa unos días después. Me contestó una mujer con tono agresivo, y preguntó —¿Quién habla?— —Mariana Simón. Soy estudiante de la UNAM. Buenas tardes, quisiera hablar con el maestro José Emilio Pacheco. —No, él no va a hablar contigo y te pido que no insistas y que lo dejes en paz. Fue la primera y última vez que solicité hablar con él. —Ya sé quién eres y de dónde eres y me parece de muy mal gusto que presiones a mi esposo para que te dé una entrevista. Ni yo que soy su esposa y que sí soy periodista me atrevo a pedírsela. No tuve oportunidad de hablar, Cristina Pacheco alzó la voz y reclamó el “atrevimiento” de solicitarle una entrevista al poeta, pues, según ella, José Emilio estaba enfermo. Repitió varias veces que sabía quién era, dónde había estudiado y me ordenó que no marcara nuevamente. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, ella bajó su tono de voz, me pidió, con más serenidad que no molestara al poeta y colgó. Esa mañana, según la esposa del poeta, la llamada fue inoportuna, porque su marido no podía responder. No existió la oportunidad de decir una palabra o pedir una disculpa —si así hubiera sido pertinente— por el “atrevimiento”. La excusa fue que la salud de José Emilio no era óptima, y no se desmiente el argumento, pero ¿acaso los gritos y las amenazas eran necesarios? Lo importante no es lo que yo diga de mis textos, sino lo que tú, desde otro mundo, veas en ellos: José Emilio Pacheco Después de conversar con José Emilio Pacheco en la Capilla Alfonsina, el contacto con el escritor fue mediante correos electrónicos. Enseguida se exponen las conversaciones: De: mariana Simón Chavero Para: Berny--------@yahoo.com; Berny-----@yahoo.com.mx Enviado: jueves, octubre 20, 2011, 1:30 PM Asunto: maestro, ayúdeme por favor Buen día Maestro José Emilio Pacheco Soy Mariana Simón Chavero, estudiante de periodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi- co, esta dirección de correo electrónico usted me la proporciono hace un año en la capilla Alfonsina. El motivo de este mail es para pedirle ayuda y concluir mi trabajo de titulación: José Emilio Pacheco: “Un intento de preservar algo en medio de todo lo que se va y se destruye todos los días”. Semblanza. Hace tres años que busco un encuentro con usted, frente a frente, lo he visto en actos públicos, sin embargo, no me había atrevido a pedirle unos minutos, ¡usted me impone! pero tengo que titularme y para eso necesito tener una charla con usted, no importa el día, la hora o el lugar, yo estaré donde me diga, prometo no quitarle mucho tiempo. Ayúdeme a concluir este ciclo en mi vida En espera de su respuesta Mariana Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 3332 Re: maestro, ayúdeme por favor De: b p Enviado: viernes, octubre 21, 2011 12:38 PM Para: Mariana Simón Chavero Querida Mariana: Estoy enfermo y he tenido docenas de entrevistas en los últimos tiempos. Quedé exhausto y harto de repetir siempre las mismas cosas. El médico me prohibió toda actividad en por lo menos seis semanas. La única manera de conciliar esto con el agradecimiento que debo a su generosidad es rogarle que usted me envíe preguntas o temas que trataré de responderle lo más pronto posible. Ahora soy yo quien necesita de su comprensión y de su ayuda. Muy afectuosamente José Emilio De: mariana Simón Chavero Para: Berny--------@yahoo.com; Berny-----@yahoo.com.mx Enviado: miércoles, diciembre 14, 2011, 9:08 PM Asunto: En espera de sus amables respuestas, gracias por abrir el canal de comunicación Querido maestro José Emilio Pacheco: Espero en verdad que su salud haya mejorado en estos días y que esto no sea inoportuno. Hace dos meses le escribí un correo electrónico, donde le pedí que me concediera un en- cuentro para tener una charla con usted y así concluir el trabajo académico que me acredita como licenciada en Comunicación y Periodismo, titulado José Emilio Pacheco: “Un intento por preservar algo en medio de todo lo que se va y se destruye todos los días”. Semblanza. Agradezco la atención y la gentileza de sus palabras al contestar- me el correo. En él usted me pidió que le mandara los temas o preguntas a tratar. Le reitero que esto sólo tiene un fin académico y que con sus respuestas usted me ayudaría mucho para por fin terminar mi trabajo y así titularme. Muchas gracias Temas para tratar: Hace algunos meses encontré el libro Jardín de Niños, uno de los cien ejemplares que ilustró Vicente Rojo, en él incluyeron los juegos que seguramente jugaron de niños como el timbiriche, el trompo o el avión de papel. En contraste existen imágenes y palabras desoladoras que explican la guerra civil española o las condiciones de pobreza y falta de cariño en las que puede vivir niño. Hábleme de su infancia ¿a usted le tocó nacer del otro lado de la muralla? Alfonso Reyes y los narradores ante el público 1965, ¿qué representó para usted este encuentro? De manera hipotética, si tuviera la oportunidad de hablar con José Emilio Pacheco de hace 50años, ¿qué le diría? Existen escritores que influyen solamente a través de sus obra; existen, también, los que influyen no sólo con su obra sino con su ejemplo, con su actitud ante la vida y la literatura. ¿Con qué escritores de este segundo tipo se siente usted identificado? Después de 53 años de La Sangre de Medusa y otros cuentos marginales ¿Qué hay de Borges en Pacheco? Hábleme de Cristina Pacheco, ¿quién es para usted?, además de su compañera de vida? ¿ Qué opina del periodismo cultural actual ? Hábleme de su columna Inventario En la entrevista por motivo de su premio Cervantes, que otorgó al diario nacional La Jornada usted aseveró que “Escribir es un intento por preservar algo en medio de todo lo que se va y se destruye todos los días”. ¿Qué es lo que preserva en sus poemas y narraciones? ¿Cuál es su posición frente a los problemas actuales del país, y en general, frente a los problemas del hombre contemporáneo? Sé que la violencia en nuestro país es un tema que le preocupa. ¿Cuál sería para usted la medida apropiada para atacar este problema? Para sus lectores y colegas usted es un escritor exitoso ¿qué piensa del éxito? ¿Quién es José Emilio Pacheco después de 14 libros y 800 páginas escritas? En espera de sus amables respuestas, muchas gracias por el tiempo. Mariana Simón Chavero Estudiante de Periodismo Universidad Nacional Autónoma de México Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 3534 De: mariana Simón Chavero Para: Berny--------@yahoo.com; Berny-----@yahoo.com.mx Enviado: sábado, diciembre 17, 2011, 11:35 AM Asunto: Gracias y dos favores Querida Mariana: Gracias por tu comprensión y tu paciencia. Necesito que me hagas dos favores urgentes: (1) Enviar- me tu tesis por internet. 2) Llamarme por teléfono el lunes: 52 -- -- 96. Muchas gracias. Saludos muy afectuosos. José Emilio Re: Gracias y dos favores De: Mariana Simón Chavero Enviado: lunes, diciembre 19, 2011 10:50 AM Querido maestro José Emilio Pacheco: Le agradezco infinitamente el haber contestado los correos anteriores. Le pido por favor que no se pre- ocupe por mi trabajo, yo lo conozco a través de su obra y por las veces que he tenido la oportunidad de escucharlo y verlo en actos público, esto me basta para sacar adelante mi trabajo académico. Muchas gracias. Lamento haber sido inoportuna esta mañana Saludos muy afectuosos Mariana Simón Chavero De: Berny--------@yahoo.com; Berny-----@yahoo.com.mx Para: mariana Simón Chavero Enviado: lunes, diciembre 19, 2011, 11:08 AM Asunto: Agradecimiento y explicación Querida Mariana: Me disponía a mandarte estas líneas cuando recibí tu correo. Me siento muy mal de no poder ayu- darte y te agradezco infinitamente todo el trabajo que te has tomado. Es casi imposible entender mi situación. Necesito el poco tiempo y las escasas fuerzas que me quedan para continuar, ya en condi- ciones muy adversas, mi trabajo. Cada semana recibo muchas solicitudes de entrevistas. Si contesto a una tendría que responder a todas. No me quedaría ninguna posibilidad de escribir una línea más. Por otra parte, repetiría al infinito las mismas cosas. No quiero pensar en mí como escritor. Me paraliza- ría para continuar. Lo importante no es lo que yo diga de mis textos sino loque tú, desde otro mundo, veas en ellos. Por eso espero con ansia la culminación de tu trabajo y confío en que no me guardes rencor y me lo mandes en cuanto hayas terminado. Recibe toda mi amistad y mi más sincera gratitud José Emilio Nota: los datos personales fueron editados para respetar la privacidad Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 3736 Una vida a través de las letras Fracasé. Fue mi culpa. Lo reconozco. Pero en manera alguna pido perdón o indulgencia: Eso me pasa por intentar lo imposible. Poema “Despedida” de José Emilio Pacheco en Elogio de la fugacidad. Antología poética 1958-2009 (2010) José Emilio Pacheco Berny estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Au- tónoma de México, donde inició sus actividades literarias en revistas. Dirigió con Carlos Monsiváis el suplemento de la revista Estaciones, dedicado a los escritores jóvenes. Un año después, en 1958, publicó su primer libro de cuentos La sangre de medusa y otros cuentos marginales y en 1963 publicó Los Elementos de la noche, primer libro de poemas. En 1967 publicó su novela Morirás lejos sobre la cual la escritora Margo Glantz comentó años después: “Es un juego, un enigma, adivinanza que se organiza siempre desde la mirada, pero con un discurso intertextual que anuncia su modo de producción”. En 1968 recibió el Premio “Magda Donato” por esta novela. Colaboró en el suplemento Ramas Nuevas, de la revista Estaciones, y fue jefe de redacción del su- plemento México en la Cultura. Fue profesor en distintas universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Su obra poética se caracteriza por su compromiso social con el país. Temas como el paso del tiempo, la vida o la muerte están presentes en su obra. De su poesía destacan las siguientes publicaciones: Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989). En su obra narrativa destacan los temas como la pérdida y singularidad de la niñez, así como las relaciones afectivas, aspectos todos ellos enmascarados por su preocupación social e histórica de México. Como narrador, sus relatos más representativos son El viejo distante (1963), El principio del placer (1972), La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1990), la novela Morirás lejos (1967) y Las batallas del desierto (1981). Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre litera- tura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales. Destaca también su labor como editor y traductor. Tradujo las obras de Samuel Beckett, Harold Pinter, Konstantin Kavafis, Italo Calvino, Eugenio Ionesco, Salvatore Quasimodo, Walter Benjamín, Jules Renard, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, W.H. Auden, Gerard de Nerval, Oscar Wilde y Tennessee Williams. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 3938 Fue miembro de El Colegio Nacional (México) desde 1986 y profesor distinguido en el Departamento de Español de la Universidad de Maryland. Entre sus galardones están los premios Magda Donato (1967) por Morirás lejos y el Xavier Villaurrutia (1973) por El principio del placer, el Premio Nacional de Perio- dismo (1980) por Divulgación Cultural, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el campo de la Lingüística y Literatura (1992). En 2009, en medio de una crisis epidemiológica de influenza y de violencia que vivía México, recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y le confirmaron el Premio Cervantes. Un poema para frenar la violencia y la crueldad en México Me hubiera gustado escribir un poema que sirviera para parar la violencia y la crueldad . José Emilio Pacheco Durante el paro de labores en México por el virus de influenza AH1N1, José Emilio recibió la noticia de que fue galardonado con el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y, en conversación telefónica con Europa Press, Pacheco agradeció el Premio en “estos momentos atroces y tan terribles que los mexicanos estamos viviendo”, y subrayó el sentido de impotencia que siente el hombre cuan- do todo está tranquilo y de repente cae del cielo algo como esto: “Al ver cerrados todos los restau- rantes, salas de cines y demás establecimientos, parecía que estábamos viviendo inmersos en una película de terror y que vivíamos un apocalipsis”. Meses después, en septiembre de ese mismo año, el autor de Las batallas en el desierto fue recono- cido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Durante su intervención en la ciudad de Monterrey, José Emilio pidió que, ante la situación del país en aquel año, era necesario evitar la desesperación. En el marco de la ceremonia solemne donde la UANL le otorgó esa distinción académica, el escritor evocó a Alfonso Reyes: “Pongo la desesperación en donde otros han desatado la violencia, sé que es injusto, brutal y cruel que nada puedan hacer los tomos de las obras completas de Reyes ni las de nadie contra el terror que nos acecha por todas partes y se extiende por donde quiera como mancha de aceite”, declaró. “No necesito decir que nuestra percepción es que el barco hace agua por todas partes y el ánimo dominante, como en el 1919 de Ramón López Velarde, es la zozobra”, declaró ante integrantes del Consejo Universitario de la UANL, el entonces gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, e invitados especiales. Sin embargo, agregó Pacheco, “sé también que, si cedemos a la tentación de la desesperación y de- claramos estériles e inútiles los trabajos de Reyes ante la brutalidad de nuestra experiencia cotidiana, habremos perdido de antemano la batalla, la batalla de creer que hay otro México posible”. A finales de 2009, en noviembre, José Emilio Pacheco recibió en el Palacio Real de Madrid, uno de los galardones más prestigiosos en lengua hispana. A pesar de que Pacheco fue considerado por sus lectores y por críticos literarios como “el mejor poeta vivo de México”, en muchas ocasiones el escritor respondió al periódico El País que no podía sino sentir que otras personas merecían más que él ese premio. Abrumado, agradecido y sometiéndose a lo que no le gusta: ser entrevistado, José Emilio Pacheco vivió, a sus 70 años, la entrega del premio Reina Sofía de Poesía. Un reconocimiento a su trayectoria que en su opinión y según reconoció, es un galardón también para toda la poesía mexicana y lati- noamericana, “que es muy buena, comparada con la situación social que vivimos y solo se me ocurre que escribimos poesía porque es una forma de resistencia contra la barbarie”, sentenció al contestar las preguntas del Europa Press. Ese día, José Emilio recordó con dolor el pan cotidiano de violencia y crueldad extrema que se pade- ce en México. Dijo que se vive en medio de un conflicto bélico sin esperanza de victoria. “Escribo sobre lo que veo —argumenta— y lo que veo no es para sentirse optimista. Ahora hay un nuevo matiz que no existía antes, una crueldad nueva. Por ejemplo, antes había venganza entre los gánsteres, pero a las mujeres y a los niños se les respetaba. Ahora aparecen niños quemados o un hombre decapitado al que le sacan los ojos: es monstruoso. Es de una impotencia terrible, yo creo que no soy pesimista, que con los seres humanos me quedé corto”, añadió. Con respecto a su obra, el autor comenta: “Reflexioné y tuve una impresión terrible al darme cuenta de que tenía 800 páginas escritas a lo largo de mi vida; es decir, una fecundidad nerudiana que me ha hecho escribir en medio siglo unas 14 páginas por año. Lo que se traduce además en un libro por lustro. Ojalá el producto de tanto esfuerzo y constancia sean al final de todo: 10 poemas válidos”. Días después de la entrega del Premio Reina Sofía, el 29 de noviembre de 2009, José Emilio Pacheco recibió la noticia de que le otorgaron el Premio Cervantes. “Eran las 6:50 de la mañana cuando recibí la noticia, estaba hospedado en un hotel en Guadalajara, Jalisco, y desde ese momento no dejé de responder llamadas y recibir felicitaciones. Me sentía sorim- Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 4140 bo, turulato y patidifuso. No era hipocresía cuando les dije que no estaba satisfecho con el Reina Sofía; imagínense qué sorpresa para mí la noticia”. Declaró para La Jornada. Durante la última semana de abril de 2010, en Madrid, unos días antes de recibir el Premio Cervantes, José Emilio Pacheco concedió entrevistas, asistió a actos públicos y hacía las últimas correcciones al discurso que pronunciaría el viernes 23 de abril de 2010 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), donde recibiría, de manos del rey Juan Carlos, el Premio Cervantes. “Me siento una estrella de cine, un absoluto privilegiado, esto es sumamente agradable y estoy muy agradecido, pero también nervioso y ansioso por volver a mi rutina, por poder volver a escribir tranqui- lo, sin interrupciones”, dijo mientras posaba para una decena de fotógrafos y cámaras de televisión en el auditorio del Ministerio de Cultura, junto a la ministra Ángeles González Sinde. Cuando José Emilio Pacheco comenzó a escribir, no contemplaba el Premio Reina Sofía ni el Premio Cervantes ni publicar en la editorial Tusquets. “Nada de eso existía y creo que eso era al final una ventaja, porque actuabas con gran libertad. Yo no tenía ninguna esperanza más que la de escribir”, contó. Ahora, con la llegada del premio, recordó a Andy Warhol y sus 15 minutos de gloria: “Como él decía, me llegaron mis 15 minutos de fama al cuarto para las 12 de mi vida”. El escritor mexicano declaró ante los medios de comunicación: “Si hubiera recibido este Premio a los 30 años, podría aprovechar los casi 160,000 dólares del galardón para divertirme, pero a estas alturas no puedes más que guardarlo para tus gastos de clínicas y hospitales”. Pacheco también habló de poesía. Cuando le recordaron la definición que dio de ella Juan Gelman, ganador del Premio Reina Sofía 2008: “Un árbol sin hojas que da sombra”, le pareció muy acertada, aunque para él, era “un vicio como la cocaína; uno tiene que trabajar para comprar el tiempo para escribir”. Dijo que le divierte escribir poesía, “porque casi siempre sale mal. De repente hay un acierto, que es como un gol, de 50,000 intentos, logras uno”, bromeó. El escritor recordó que cuando era joven y le preguntaban por su profesión, nadie consideraba que ser poeta lo fuera. “Que alguien escriba poesía es un absoluto misterio, porque todo está en contra. Cuando uno tiene 14 años tiene tanta vergüenza de escribir que no se atreve a decírselo a sus com- pañeros de clase. Luego tampoco puede. No parece serio”, comentó para luego contar una anéc- dota: “Una vez, al tramitar una identificación, dije que era escritor y la funcionaria me dijo: ‘¡Eso no es profesión!’ y escribió: Trabaja por su cuenta”. El poeta habló del país. Lamentó “la violencia cotidiana que nos invade. Es algo terrible y ante eso sí uno está totalmente desarmado. Qué se puede hacer, ¿escribir un poema sobre los decapitados? ¿Eso en qué va a cambiar la situación? En nada”, opinó. Denunció que la violencia ha ocupado a un oasis como Cuernavaca, “a donde la gente iba a des- cansar y ahora se ha convertido en una ciudad tan terrible como Juárez. El lema de Cuernavaca era la ciudad de la eterna primavera, ahora será la ciudad de la eterna balacera”, dijo. Sobre el país, se mostró pesimista. “México va a empeorar. Pero pregunten a los políticos, ellos hicieron este desastre”, afirmó. Ese año obtuve el premio Reina Sofía y el Cervantes, pero cuando tenía 20 años era imposible pensar en premios, a los más que podíamos aspirar los aspirantes a escritores era tener la beca del Centro Mexicano de Escritores, que era de mil pesos o ganar los Juegos Florales, que era un premio de mil o dos mil pesos y coronar a la reina. Mandé algunos poemas, pero nunca obtuve ninguna mención honorífica. No hubiera recibido los premios si fuera modesto. En esa época anhelaba los días en que me podía sentar tranquilamente a escribir. Declaró José Emilio. Treinta años de Las batallas en el desierto Al siguiente año, el 14 de octubre del 2011, José Emilio Pacheco recibió el Premio “Alfonso Reyes” 2011 y fue entregado en El Colegio de México a las 8:00 pm, ante 250 personas, pues no cabían más. Dos profesores de El Colegio de México, Aurelio González y Rafael Olea Franco, leyeron el texto Diálogo de los muertos, que Pacheco publicó como un Inventario. El texto era una conversación entre dos difuntos que regresan a Ciudad de México, caminan entre las calles y platican sobre los cambios de la ciudad. Los personajes de este escrito son Alfonso Reyes y José Vasconcelos. El público está en silencio y de pronto se escucha el murmullo de dos periodistas que comentan: “Ya es tarde, pero es el maestro Pacheco y no lo escuchas todos los días”. Esa noche, Pacheco inició su intervención con una ironía: “Voy a hacer una cita de un clásico que no pasó por estas aulas, pero que siempre estará presente: ‘¿Y yo por qué?’”. La referencia al expresidente Vicente Fox despertó las carcajadas de los asistentes y el ambiente se tornó más relajado. La intervención de José Emilio estuvo referida a su formación literaria como lector. Contó la anécdota de un profesor de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, al que una vez un alumno le hizo la mis- ma pregunta que un joven del IPN a Pacheco: “Usted empezó escribiendo a los 17 años, y aunque yo tengo 23, estoy seguro de que puedo llegar a escribir, no un libro tan bueno como el suyo, pero sí a escribirlo. ¿Cómo puedo ser escritor?” Y narró Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 4342 Pacheco que el profesor le dijo: “¿Quieres escribir? Dime qué has leído y en cuántos idiomas”. “No te preocupes —respondió Pacheco al estudiante—. Lee todo lo que puedas en tu idioma, pero solo lo que te guste. La lectura no debe ser obligatoria, sino por placer”. Una mujer de 16 años, entre palabras entrecortadas por el nerviosismo y la alegría de estar “frente al escritor que más admiro”, compartió lo siguiente: “Yo empecé a leer hace cinco años El principio del placer y es el mejor libro que he leído. Lo he leído 30 veces. Por eso tenía que venir. No me salen las palabras... Quería conocerlo, es lo mejor que me ha pasado”. —Eres la lectora ideal[...]—Y agradezco tus palabras porque, dijo, “una cosa es la obra y otra los escri- tores”. La mayoría de los asistentes a la entrega del premio, llevaban en sus manos libros de la autoría de José Emilio, en especial una edición especial por los treinta años de Las batallas en el desierto. Todos querían una firma del maestro. De pronto, Alguien en la sala gritó: “! El maestro no firmará libros. ¡No hagan filas, por favor!”. José Emilio, al escuchar la orden, dijo al público: “Firmaré todos los libros que quieran, pero en orden y solo pondré mi nombre, sería imposible dedicar cada uno, no saldríamos de aquí”. Una señora de unos 45 años de edad empujaba a los que hacían fila. Ella quería, desesperadamente, acercarse al escritor; le permitieron el paso. La mayoría del público estaba dispuesto a esperar para poder conversar con Pacheco unos minutos. Cuando firmó el libro conmemorativo de Las batallas en el desierto que llevaba, le pregunté su opinión sobre los treinta años de esta obra, su traducción a más de siete idiomas y por sus lectores jóvenes, y el autor contestó: —La obra ya no me pertenece. No la he hecho yo, sino sus lectores, y me imagino que se trata sobre todo de lectoras, por lo tanto, me parece una arrogancia hablar de este texto como si en verdad yo fuera su autor. —¿Tuvo una adolescencia como la de Carlos? —No tuve una adolescencia tan interesante como la de Carlos, me gustaría que mis padres vivieran para pedirles perdón, porque mucha gente tiene esta creencia, mis papás eran todo lo contrario a los de Carlos. —Maestro, podría hablarme de usted: ¿quién es José Emilio Pacheco? Un joven de origen español —lo deduje por el acento— interrumpió el diálogo y le dio a firmar al autor de Alta traición, su tesis de doctorado sobre el tiempo en los poemas de Pacheco. “Es una tesis larguísima y muy interesante, muchas gracias”. Comentó José Emilio. Una vez más, se dirigió a mí. —Es imposible hablar de mí. El único autorretrato posible, porque no tengo conciencia de ello, es el que está en los poemas. Los poemas no mienten, yo sí. Solo puedo escribir sobre lo que me afecta y me preocupa. —¿Sus versos son confesionales? —No, porque no sé hablar de mí mismo. Me limito a escribir. Celebro la facilidad con que otros autores interpretan sus libros. Para mí, tener conciencia de lo que se escribe es paralizante. El texto sabe lo que el autor ignora. Después de algunas preguntas más, tuve que moverme del lugar, la gente estaba impaciente. Todos quieren una firma en su libro, hacer preguntas y estar cerca de él. Pacheco sube sus lentes de pasta negra y mira hacia arriba. El cansancio se nota en su semblante. Esa fue la última vez que vi con vida al escritor. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 4544 El contexto social y político del país en 2014 y la muerte del poeta En enero de 2014, las noticias predominantes en los medios de comunicación son las autodefensas en Michoacán, el poder de Los Caballeros Templarios, los descabezados, las niñas violadas y la violen- cia en general. La sentencia de lo que pasaría, se cumplió en los siguientes cuatro años en Cuernava- ca, Oaxaca y en todos los lugares en los que el narcotráfico se ha apoderado de las tierras. Pero no es todo lo que ocurre en el país a finales de 2013 y principios de 2014. En las calles del Centro Histórico y las principales avenidas de Ciudad de México, la gente se manifiesta: “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”, “No a la privatización de Pemex”, “Thanks Mr. Rock for your oil”, “Pemex no se vende, se defiende”, “EPN vende tu cuerpo, es tuyo. El petróleo es mío”. Ver- san las frases que exhiben los carteles que sostienen los ciudadanos que marchan en contra de la Reforma Energética de 2013 en México. Y es que, desde el 12 de agosto de 2013, cuando fue presentada esa reforma constitucional por el entonces presidente de la república, Enrique Peña Nieto, partidos políticos, asociaciones civiles, el Ins- tituto Politécnico Nacional (IPN), alumnos y catedráticos de la Universidad Nacional Autónoma de Mé- xico (UNAM), intelectuales y ciudadanos en general, se han manifestado en las calles para frenarla. No obstante, a pesar del descontento, la reforma fue aprobada por el Senado de la República el 11 de diciembre de 2013 y por la Cámara de Diputados un día después. El 18 de diciembre de 2013, la reforma fue declarada constitucional por el Poder Legislativo Federal; fue promulgada por el Ejecutivo el 20 de diciembre de 2013 y publicada al día siguiente en el Diario Oficial de la Federación. México ya no será igual después de esta reforma. La historia confirma que será preciso hablar de Mé- xico como fue antes y como será después de la reforma energética de 2013. Los resultados de este viraje constitucional se sentirán por todos, de mayor o menor grado, en fun- ción de su nivel de dependencia de los energéticos. Así, solo los que no tienen luz ni usan gas ni se transportan ni consumen objetos en el comercio estarán al margen de sus efectos. Y lo que se debe esperar de esta reforma es que, con el tiempo, haya cada vez menos personas al margen, hasta que desaparezcan. Diversas opiniones giran alrededor del tema en México; lo cierto es que existe un gran descontento entre los ciudadanos y también entre los intelectuales del país. El 15 de enero de 2014, José Emilio Pacheco y 22 ciudadanos que han recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes firmaron una car- ta que enviaron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde informaron su decisión de impugnar el Decreto de Reforma Constitucional en Materia Energética, por violaciones graves al procedimiento con que se aprobó. A continuación, se cita el documento. A la Suprema Corte de Justicia de la Nación: A la opinión pública: El pasado 20 de diciembre fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto que reforma los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia energética; esos cambios afectarán en gran medida a la sociedad y a los ciudadanos mexicanos de hoy y del futuro. Entre otros puntos cuestionables, dichos cambios adolecen de un grave vicio de origen, ya que fueron votados con enorme premura por los legisladores federales y estatales, sin darse siquiera el tiempo necesario para efectuar el análisis indispensable para una reforma de tal trascenden- cia, y en algunos casos ni siquiera para leerlos, llegando a constituir un contrasentido de tener parlamentos sin parlamento y sin, por otra parte, proporcionar información clara y veraz a los ciudadanos que somos los principales afectados. Considerando inconstitucionales tales procedimientos, un grupo independiente, diverso y plu- ral, integrado por ciudadanos que hemos recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes e independientes de todos los partidos políticos, hemos decidido impugnar el decreto de la refor- ma constitucional energética, ante un juez federal, por violaciones graves al procedimiento de reforma constitucional, cuyas bases están previstas en el artículo 135 de la propia Carta Magna. Por ello, acudimos a un amparo de doble instancia, con el objeto de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ejerza la facultad de atracción que le concede el artículo 40 de la Ley de Amparo, por tratarse de un caso en el que subyace una cuestión de constitucionalidad, a fin de que se pronuncie, con plena jurisdicción, en torno a la sustancia de nuestro recurso de amparo. Más allá de su contenido y de sus efectos en la soberanía nacional, la economía, la vida políti- ca y la cultura de nuestro país, sostenemos que con procedimientos como los realizados para asegurar la irreflexiva aprobación de la reforma energética, se prefiguran formas de ejercicio del poder público que dañan a la sociedad y hacen retroceder, peligrosamente, a México a los tiempos del autoritarismo que dábamos por superados. Procede recordar, por ser un precedente ineludible, que la Corte a quien hoy nos dirigimos, de- claró inválidos en noviembre de 2008 varios decretos legislativos promulgados en el estado de Colima por no cumplir con los principios democráticos que sustentan la forma de gobierno, al ser resultado de un proceso sumario en el que los legisladores no tuvieron tiempo para su real revisión y análisis, como es el caso para la reforma que hoy impugnamos. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 4746 Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el arbitrario. José María Morelos y Pavón. Una semana después de haber firmado este documento y un día después de haber escrito su último Inventario, dedicado a Juan Gelman, el domingo 26 de enero de 2014 murió José Emilio Pacheco. ¡No se acaban las batallas! ¡Bravo, maestro! ¡Viva Pacheco! ¡Hasta siempre, José Emilio! Gritan los lec- tores de la obra de un hombre que habla a los hombres en un lenguaje común, carente de artificios y, al mismo tiempo, comunica un propósito espontáneo que rebosa sentimientos y quizá, por esta razón, entre los asistentes al velorio se podía ver a gente de todo tipo, incluso adolescentes con uniformes de secundaria. A José Emilio Pacheco no le gustan las entrevistas ni la fama ni los reflectores, me lo dijo el día que le pedí una entrevista formal, lo he leído en los textos que hablan de él, y hoy, el día de su muerte, ratifico esta declaración. Frente al féretro hay solemnidad, recuerdos y esa tristeza mezclada con felicidad que se conjunta cuando las anécdotas vagan por la memoria, todo es discreto y silencioso, sin excesos. Si José Emilio hablara en este momento, agradecería la asistencia de todos los que estamos aquí, y antes de irse a Veracruz, se daría el tiempo de despedirse de cada uno de los presentes, aunque esa tarea le llevara todo el día, pues Pacheco no otorga entrevistas, pero otorga palabras, consejos, char- las, fotografías, agradecimientos y, sobre todo, sabiduría. Nostalgia no es la palabra más adecuada para describir el sentimiento predominante en esta sala de El Colegio Nacional, porque una vez le pregunté, a través la entrevista virtual que organizó el diario El País en 2010: ¿Por qué el tiempo y la nostalgia de lo que ya no existe es una constante en sus historias? Y él respondió: “Supongo, Mariana, que son constantes en todas las historias. Solo podemos escribir de lo que ya no está. Es un intento de preservar algo en medio de todo lo que se va y se destruye todos los días. Pero no hay nostalgia en mis textos: hay memoria. La nostalgia es la “disneylización” del pasado y yo siempre trato de verlo desde un ángulo crítico”. ¹ Entonces en la memoria de todos los que alguna vez leyeron a Pacheco o lo conocieron, se ha que- dado al menos una frase, una historia, una anécdota o un poema, y eso es lo que predomina en el ambiente, el recuerdo de su obra. En sus libros se preserva la historia, la crónica del pasar de los años por Ciudad de México, y en sus poemas, la vida, con un lenguaje hecho a la medida de las circuns- tancias. ¹ Disponible en https://elpais.com/cultura/2010/03/05/actualidad/1267808400_1267814759.htmlperpetra en la vida. Hoy, José Emilio ha cumplido un ciclo, el ciclo de vida que irremediablemente es marcado por el tiempo. Enrique Krause declaró lo siguiente durante el velorio: Frente a su muerte sorpresiva, los temas poéticos de José Emilio: la pesadumbre, la desesperan- za, el paso implacable del tiempo y el desconsuelo adquieren una nueva dimensión, la dimen- sión de una profecía cumplida”. Y es que desde 1963 en Los elementos de la noche, Pacheco marca la idea de la destrucción que el tiempo Días después de la muerte del poeta, Yolanda de la Torre, escritora e hija del escritor oaxaqueño Ge- rardo de la Torre, compartió para esta semblanza una anécdota que refiere la personalidad del autor de Alta traición. Experiencia vivada por Yolanda a unos días de que Pacheco recibiera el Premio Reina Sofía: Hace unos años le organizaron un homenaje a José Emilio Pacheco en Oaxaca. Yo, que iba como acompañante de mi padre, tuve el privilegio de pasar la mayor parte de esos días junto con mi papá, el maestro Pacheco, el maestro Raúl Renán y su esposa, Norma Salazar. Una no- che, todos fuimos a cenar a un restaurante cercano al hotel (se habló de literatura, de Shakira, de lucha libre), y después emprendimos una labor titánica para la columna vertebral de JEP: dar la vuelta a la cuadra. No habíamos avanzado más de media manzana cuando el maestro Pacheco —quien todo el viaje insistió en que nadie, joven o viejo, culto o inculto, lo llamara maestro— decidió descansar en las escaleras de un restaurante: con todo cuidado, se agarró de los muros, sujetó firmemente su bastón y se dejó caer sobre la piedra de los escalones. Raúl y mi padre tomaron asiento junto a él. Norma y yo permanecimos de pie. Yo pensé, simplemente, que sólo les faltaba una cerveza para parecer los viejos sabios y agotados de cualquier barrio, sin afectaciones, sin vanidades. Les tomé una foto mental con esa chela imaginaria en las ma- nos de ellos. Pensé en cuántos conozco más mamones, más viejos a los cuarenta, más llenos de poses y más faltos de lenguaje. Pensé en que aquel hombre de setenta años que con tra- bajos ahora intentaba ponerse en pie, pronto recibiría, de manos del rey de España, el premio Reina Sofía. Y pensé también, mientras caminaba con Norma tras los tres escritores en nuestra última noche en Oaxaca, que de la boca del maestro no salió ninguna queja, aun cuando en el hotel le había tocado la que quizá era la peor habitación, la más pequeña y oscura. Porque así, así de grande y luminoso era el poeta. Al día siguiente regresamos todos al DF y nos despedimos en el aeropuerto. Yo no volví a ver nunca al maestro José Emilio. No sé por qué sentí que antier había perdido algo enorme y muy hermoso. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 4948 El periodismo cultural: una vida de Inventarios En 2017, Ediciones Era, en coedición con El Colegio Nacional, la Dirección de Literatura de la UNAM y la Universidad Autónoma de Sinaloa, puso en circulación la antología de los Inventarios de Pacheco o de JEP, como los firmaba. Este libro reúne la labor periodística, pero también académica y de literatura que se mezclaba en cada una de sus columnas. Tarea que comenzó en agosto de 1973, cuando Pacheco tenía 34 años, y que concluyó en enero de 2014, cuando murió a los 74 años de edad. Tres años antes de su muerte, en las Jornadas de Periodismo y Literatura “Fernando Benítez” 2011, que realizó la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en su campus Xochimilco, el autor de Inventario lamentó las condiciones actuales del periodismo cultural en México. “Siento muchísima pena por todos los escritores jóvenes, quienes ya pueden ir a la altura de su déci- mo libro publicado, y de quienes no hay una sola nota periodística”. Agregó que el periodismo cultural en México no es hoy como en la época de Fernando Benítez, “creo que eso es algo irrepetible”. “En esos años se juntaron muchas cosas que ya no existen, como los españoles que venían de una Edad de Oro del periodismo en su país. Los españoles trajeron todo eso al país en una época en que prácticamente no existían las becas, cuando uno tenía que trabajar mucho para poder ganar, por ejemplo, mil pesos”. José Emilio Pacheco sonríe y seca el sudor de su frente, en algunas ocasiones no se comprende bien lo que habla. Su voz es baja. “Nosotros hacíamos notas periodísticas de libros, porque era indispen- sable para nuestra economía. Era una manera de contribuir y tener uno de tantos trabajos para vivir; otra cosa son los intereses de hoy. ¿Qué tal si hacemos una nota y con ella se ofende a un señor que va a ser jurado de una beca que se ha solicitado?” La columna Inventario de José Emilio Pacheco se convirtió en uno de los trabajos más representativos del periodismo cultural, uno de los principales motivos por los que le fue concedido a su autor, en 1980 el Premio Nacional de Periodismo. José Emilio Pacheco creó su Inventario en el suplemento cultural Diorama, del diario nacional Excélsior, en 1973. Su primera aparición fue el 5 de agosto de 1973 en la última página del Suplemento Cultural, la 16. La literatura y sus autores era el tema recurrente. Tres años después, la columna empezó a ser parte del contenido de la revista semanal Proceso. Fernando García Núñez, en su libro Inventario de inventarios, publicado en 1988, se refiere así de esta columna: “Inventario era el suceder de México en el contexto de la literatura y el acontecer universal de ahora y de los tiempos pasados vistos a través de la lectura de Pacheco. De este modo, la columna responde a la significación de su título al asentar cuidadosa, ordenada y críticamente lo que escribe ahora en referencia a lo que escribió antes y lo que sucede ahora”. Pacheco aseguró que, si algún propósito tuvo la columna Inventario, desde que en 1973 Julio Scherer García e Ignacio Solares decidieron establecerla, fue “precisamente aquello que niegas en tu último párrafo: propiciar la lectura primera, libre de prejuicios, nunca ahuyentar a los posibles lectores con fulminaciones desde arriba. Esta página era una forma de servir y apartarme de la disputa sin fin. Siempre quise que esta sección fuera anónima y así se publicó durante año”. “Los temas recurrentes eran los acontecimientos cotidianos, su pasado remoto y un pronóstico lejano rastreados a través de los textos: libros, revistas, periódicos, manuscritos y cuadros”. Añadió. El día en que José Emilio Pacheco cumplió 50 años de edad, el 26 de junio de 1989, en diario El Finan- ciero, el periodista y ahora locutor, Carlos Ramírez, escribió sobre Inventario en su artículo de opinión, La vida es un Inventario. El periodismo es el oficio más solitario del mundo. Pero José Emilio Pacheco exagera. Hay quien piensa que JEP no existe y que es un invento de la computadora. Otros lo encarnan como un proyecto de periodismo cultural a cargo de un grupo multidisciplinario que ma- neja un programa de base de datos propio y conectado a otros sistemas. No faltan los que suponen que es hombre-libro de Cenetti que anda por las calles con su biblioteca a cuestas. Muchos creen que es un libro inventado por alguna mafia cultural. El caso es que el autor de Inventario es un rostro plagado de letras y un enigma que desconcierta: nunca ha dado una entrevista, nadie lo ha visto en cócteles o presentaciones de libros y todos hablan de él como si hubieran conversado con él esa mañana. Y es que durante meses apareció sin firma, pero, finalmente, el autor de Las batallas en el desierto decidió plasmar sus iniciales, JEP, al final de cada Inventario. Para el etnólogo Sergio Raúl Arroyo, exdirector del INAH, en la obra de José Emilio Pacheco convergen de manera indisociable la literatura y la investigación histórica. Entrevistado por la revista Proceso al asistir al homenaje de cuerpo presente que se rindió a José Emilio Pacheco el 27 de enero en el Aula Magna de El Colegio Nacional, en el Centro Histórico de la ciudad, el etnólogo recuerda que recibió clases del poeta. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 5150 Carlos Ramírez agrega que Inventario es parte indispensable de la historia de este país. Todo lo bueno y todo lo malo, todo lo que pasó o todo lo que va a pasar, tiene un programa prospectivo. El tema de la cultura se convierte en fundamental mientras se queja de los precios o de las calculadoras del banco. Desde 1973, hasta un día antes de su muerte, Pacheco escribió esta columna. El viernes 24 de enero de 2014 por la noche, terminó de escribir su Inventario y lo envió a la redacción de Proceso. Más tarde, tuvo un accidente que lo llevó al hospital. José Emilio Pacheco se durmió, “plácido, tranquilo”, y ya no despertó, dijo su esposa. José Emilio Pacheco era un hombre de una convergencia privilegiada. En su obra se entrecruzan la historia de México y la historia del mundo. Días después de la muerte, la escritora Margo Glantz definió, para el diario nacional Excélsior, el Inventario como una gran lección de periodismo cultural. “Ya sé que José Emilio no quería que se publicara una recopilación de esta columna, pues le parecía que nunca estaban terminadas, que siempre les podía corregir algo. Pero ojalá se publiquen juntas para poder disfrutar de la maestría con que trabajaba este género”. Caricatura en Proceso (2014), número 1944. Escribir desde la muerte ¿Qué va a quedar de mí cuando me muera sino esta llave ilesa de agonía, estas pocas palabras con que el día, dejó cenizas de su sombra fiera? Fragmento del poema Presencia de José Emilio Pacheco La idea de José Emilio de que la verdadera vida de un escritor empieza cuando muere, porque solo entonces la obra desempeña el papel estelar que le corresponde, cobra sentido en medio de los su- cesos históricos de México desde aquel 26 enero de 2014, cuando Pacheco exhaló su último aliento. Porque, de acuerdo con el escritor: “Nadie puede saber verdaderamente quién es un poeta hasta que sus versos son su única voz, hasta que nos hablan ya no de la muerte sino desde la muerte y al cerrarse sobre sí mismos se iluminan con su auténtica luz. Dejan de ser productos de una persona para volverse lo único que realmente nos queda de ella”. Hoy, su obra iluminada con auténtica luz sigue vigente desde la poesía, la narrativa y desde su labor periodística. “La violencia en el país empeorará” declaró José Emilio al recibir el Premio Reina Sofía en 2009; el escritor ya no podía escribir sobre los sucesos del país, pero quizá sus palabras tomaron ese misterioso fulgor de profecía cuando en septiembre de 2014 ocurrió el asesinato de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Después, el 19 de septiembre de 2017, exactamente 32 años después del terremoto del 85, un sismo de 7.1 en la escala de Richter azotó una vez más al país. Las pérdidas humanas y materiales volvie- ron a ser noticia y el silencio atroz de las colonias del Centro de Ciudad de México, después de que edificios enteros se derrumbaran, como el de la calle Chimalpopoca en la colonia obrera donde per- dieron la vida 21 personas, parecía una vuelta en el tiempo, pues la gente que presenció el terremoto del 85 revivió la historia y los recuerdos. En 1985, José Emilio recorrió las ruinas en el entonces Distrito Federal para capturar con palabras la tragedia de aquel tiempo y publicó en 1987 el poema elegíaco “Las ruinas de México”, incluido en el libro Miro la tierra. En 2017, los fragmentos de este poema cobraron sentido una vez más. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 5352 Esta ciudad no tiene historia, solo martirologio. El país del dolor, la capital del sufrimiento, el centro deshecho, el núcleo del desastre interminable Jamás aprenderemos a vivir en la epopeya del estrago. Nunca será posible aceptar lo ocurrido, hacer un pacto con el sismo, decir: “lo que pasó pasó y es mejor olvidarlo; pudo haber sido peor, después de todo no son tantos los muertos.” Fragmento del poema “Las ruinas de México” de José Emilio Pacheco en Miro la tierra (1986) En 2020, una nueva pandemia tomó por sorpresa a la humanidad. El escritor ya no puede hacer declaraciones sobre la pandemia por la Covid-19, pero parecen actuales sus declaraciones de diez años atrás: “Al ver cerrados todos los restaurantes, salas de cines y demás establecimientos, parecía que estábamos viviendo inmersos en una película de terror y que vivíamos un apocalipsis”. La Reforma Energética en México regresa a los titulares de los medios de comunicación como a finales de 2013 y principios de 2014, cuando José Emilio firmó una petición para que no se hicieran reformas a la Ley. Hoy, el contexto es diferente, pero la vida política y social del país parece cíclica y, al hacer una investigación de los textos de JEP, muchos se podrían adaptar a las circunstancias actuales del país. Fotografía tomada el 26 de enero de 2014 en el Colegio Nacional, Proceso (2014), número 1944. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 5554 En perspectiva A falta de una cámara, un pincel o habilidad para el dibujo, me llevo —como única constancia de haber estado— Unas cuantas palabras. Fragmento del poema Souvenir José Emilio Pacheco Uno de los objetivos particulares de este trabajo periodístico, fue entrevistar a personas cercanas al poeta, para que aportaran datos o vivencias que reflejen la personalidad de José Emilio Pacheco, y de este modo acercar al lector a la comprensión de su obra literaria. En este capítulo, se incluyen dos entrevistas a expertos en literatura mexicana: Armando González To- rres, ensayista y crítico literario, y Aura María Vidales, poetisa y periodista, quienes hacen un análisis de la obra de José Emilio Pacheco y, al mismo tiempo, cuentan sus anécdotas con el escritor. Asimismo, se realizó una entrevista a Huberto Batis, catedrático de la UNAM, quien convivió con José Emilio Pacheco durante toda su vida, sobre todo en Difusión Cultural de la UNAM, cuando los dos te- nían 20 años de edad, aproximadamente. Durante la charla, Huberto recuerda sus anécdotas a lado de Juan García Ponce, Carlos Valdez, José de la Colina, José Gurrola, Juan Vicente Melo y con José Emilio Pacheco. El objetivo de este ejercicio es reconocer a José Emilio Pacheco mediante la perspectiva de otros escritores y saber más acerca de su vida cotidiana; cómo lo percibía la gente cercana a él y sus colegas de profesión. En los capítulos anteriores, ya se presentaron algunas declaraciones de amigos cercanos al poeta, como Vicente Rojo o Margo Glantz Shapiro; sin embargo, en este apartado se en- cuentran las entrevistas que más análisis, datos y anécdotas aportaron para esta semblanza. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 5756 ¿Estamos obligados a recordar a personas y acontecimientos del pasado? Si es así, ¿qué tipo de obligación es ésta? ¿Puede acaso el recuerdo y el olvido ser objeto de alabanza o de reproche moral? ¿Quién es ese “nosotros” que (tal vez) tiene el deber de recordar? Avishai Margalit La cita fue en el restaurante Palacio, ubicado en la calle Madero del Centro Histórico de Ciudad de México. Eran las 10 horas y el poeta y ensayista Armando González Torres, aún no llegaba. Enseguida, sonó mi celular y era él, llamando para avisar que estaba saliendo del gimnasio y que en unos ins- tantes estaría por ahí. Minutos después, entró la poeta, Aura María Vidales, quien nos acompañaría también. Al llegar, Ar- mando se disculpó, se presentó conmigo y saludó calurosamente a la poeta. La música que había de fondo en el restaurante sonaba fuerte. Armando pidió a la mesera que le bajara el volumen del radio, porque haríamos una entrevista. Armando González actualmente publica en numerosas revistas y suplementos culturales. En 1995 ganó el Premio Nacional de Poesía “Gilberto Owen”, por el libro La conversación ortodoxa. Ha publicado los siguientes ensayos: Las guerras culturales de Octavio Paz (Premio Nacional de Ensa- yo “Alfonso Reyes”, 2001); Instantáneas para un perfil de Gabriel Zaid (Premio de Ensayo Jus 2005 Zaid a Debate); ¡Que se mueran los intelectuales! (2005); La pequeña tradición. Apuntes sobre literatura mexicana en los márgenes (Premio Nacional de Ensayo “José Revueltas”, 2008); El crepúsculo de los clérigos (2008); y Del sexo de los filósofos (2011). En 2007, en el número 147 de la revista Tierra Adentro, escribió el ensayo José Emilio Pacheco: las com- pañías que elegimos, donde afirma lo siguiente: José Emilio Pacheco es uno de los escritores vivos más reconocidos en todos los ámbitos: su obra es apreciada por la crítica, ha suscitado un gran interés de la academia, ha aglutina- do premios y goza del favor de un numeroso segmento de lectores. Pacheco ha cultivado la poesía —desde el cuidado formal de sus primeros libros pasando por un ánimo experimental y desenfadado de la antipoesía desnuda y moralizante de sus últimos años—; ha escrito una narrativa que explora, con la misma maestría, la reminiscencia entre nostálgica y aterrada de la infancia; la estampa histórica; el cuento de misterio o el relato experimental; ha refrescado, al margen de la academia, la memoria mexicana con estudios y antologías imprescindibles; ha Con Pacheco se pierde al último escritor omnívoro de la literatura realizado una labor fundamental de enlace con otras lenguas y tradiciones culturales median- te una prolongada faena de traducción y difusión y, desde el periodismo cultural y su legenda- ria columna “Inventario” ha llevado a cabo un recuento de la vida mexicana y ha abierto un mirador internacional que, por la cualidad de su prosa y lo valioso de sus descubrimientos, tiene el don de la permanencia, extraño en el entorno provisorio de los medios. Pacheco también ha sido consecuente con la noción de que un hombre de letras habita en sus obras y no en las actividades sociales, por lo que ha mantenido una prolongada reserva frente a la proyección mediática. —¿Cómo defines la obra de José Emilio Pacheco? —Es una obra muy amplia, él es un polígrafo, un humanista, en el mejor sentido de la palabra y tiene un interés omnívoro en todas las materias y, además, es un autor que se desenvuelve con la misma soltura en la poesía que en la prosa. Su obra tiene aportaciones en los más distintos géneros. Es ver- daderamente innovadora y entrañable. En la narrativa, por un lado, Las batallas en el desierto se ha convertido en parte de la educación sentimental de varias generaciones, pero, por otra parte, Morirás lejos, es una obra experimental de una gran exigencia, dificultad y, sobre todo, de una gran originali- dad. —¿Cuáles son las características de su obra, ¿qué la define? —Es una obra variada en sus registros, de excelencia tanto en la narrativa como en la poesía y en el periodismo cultural: Inventario, es uno de los grandes libros de ensayo y periodismo cultural que por desgracia está disperso todavía. “Sobre todo, el tono que envuelve la obra de José Emilio Pacheco es un humanismo peculiar, muy preocupado por la violencia, por las formas del propio ser humano, que propician el desastre tanto bélico como ecológico. Es una obra surcada por esta preocupación que, a veces, se denota mucho en su obra y que llega a ser didáctica y pedagógica en este aspecto”. —En el 2002, la revista Letras Libres, lo consideró el poeta más popular, ¿a qué atribuyes esta caracte- rística, si él era una persona a quien no le gustaba la fama? —José Emilio es muy popular, sobre todo a partir de la narrativa con Las batallas en el desierto. Ade- más, porque es un cuentista extraordinario, con una capacidad de resolución impresionante, con un manejo del lenguaje y de la trama extraordinario. —¿Y en la poesía? —Como poeta es un autor peculiar. Comienza siendo más o menos abstracto, difícil. Sus dos primeros libros son deudores de la tradición de la poesía mexicana, de tradición cosmopolita, más bien abs- Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 5958 tracta. Después, acorde con el tono de la época, comienza a cultivar una poesía más irónica y tam- bién más llana y de política social. Por otro lado, creo que su poesía se vuelve, en ciertos momentos, muy crítica, muy de denuncia: creo que este tono es algo que lo aproxima mucho al segmento más amplio de lectores. “Tengo la impresión de que precisamente este afán por la llaneza, por la sencillez, este afán por hacer de su poesía un instrumento útil para la conciencia, en algunos momentos afectó la calidad literaria de la obra de José Emilio Pacheco. Es muy curioso porque, además, su obra a medida que se va am- pliando también se va decantando. Él acostumbraba mucho podar sus poemas, hacerlos cada vez más directos, desnudos, pequeños. Creo que es una obra surcada por momentos extraordinarios y también por momentos de extremo didactismo”. —¿Cuáles son los elementos más importantes de la cosmovisión en la obra de Pacheco? —Hay, por supuesto, una preocupación por el paso del tiempo y por la devastación. Pero, creo que una característica muy importante es la preocupación por la reconciliación con el pasado. Una preo- cupación por ampliar el abanico de la memoria: característica muy evidente en su gran novela Mori- rás lejos, donde se ocupa de la barbarie, desde la diáspora judía hasta el nazismo. Creo que esta idea de que la violencia pasada se debe recordar para no repetirla, es una idea rica y muy evidente en la obra de Pacheco. “Yo creo que José Emilio trataba de practicar lo que el filósofo israelí Avishai Margalit dice en su libro La ética del recuerdo, en el sentido de que, al recordar la barbarie, nos hacemos responsables de la violencia que han cometido nuestros ancestros. Contribuye, por un lado, a amplificar esta sensibilidad hacia el sufrimiento del otro, más allá de las razas, de los grupos de pertenencia. Por otro lado, con- tribuye también a tener una mayor consciencia del daño y a no repetirlo. Entonces, yo creo que este es uno de los puntos clave en la obra de Pacheco: recordar la violencia de la que el ser humano es capaz, con el fin de enmendarla y evitar su repetición”. “También, Pacheco tenía esa capacidad de interesarse genuinamente por el otro. Así como lo plantea Avishai Margalit, la preocupación por los demás se debe ampliar más allá de los círculos inmediatos de la familia o de los grupos de pertenencia o de los países. Esto es lo que precisamente trataba de hacer Pacheco con su obra, con todos los riesgos que conlleva trasladar la moral a la literatura, pero él lo hacía muy conscientemente”. —En el ensayo Las compañías que elegimos, dices que José Emilio es un humanista, ¿a qué te refie- res específicamente con esto? Es decir, con palabras más sencillas, cómo puedes definir la palabra humanismo en Pacheco. —Es un humanismo que va mucho más allá del cultivo de las humanidades. Yo lo llamaría humanista no sólo porque está interesado en el conjunto de las artes, las letras y todo aquello que atañe al ser humano, sino por este sentido de responsabilidad hacia el otro, que es algo omnipresente en su obra. Esto último lo hace un escritor muy distinto al mero productor de textos, al mero profesional de la escri- tura que publica periódicamente. “Si bien Pacheco fue un hombre muy reservado en lo que atañe a las militancias políticas, tomó pos- turas valientes en su momento. Creo que el hecho de que no fuera militante político, no lo hacía ajeno a la preocupación por la vida social y política. Como él decía: “Por esta violencia latente que observo en el ser humano y que busco conjurar a través de una conciencia más amplia”. —En una conferencia que José Emilio ofreció en la Universidad Autónoma Metropolitana sobre perio- dismo cultural, comentó que ya no existen suficientes medios que difundan la cultura en México, ¿qué opinas de esto? —En efecto, buena parte del periodismo cultural es un páramo. —Para ti que practicas el periodismo cultural, ¿qué significado le das a la columna Inventario? —Es una obra ejemplar dentro del periodismo cultural. Era una columna que mezclaba, de una ma- nera extraordinaria, la actualidad con lo que podemos llamar, la eternidad. Lo mismo se ocupaba de un autor contemporáneo que de los epigramas griegos. Nos descubría autores de otras latitudes, hablaba de los grandes poetas de Europa del este. Se ocupada de la historia de México, de la historia más próxima. Me parece que esa parte de su obra es profundamente valiosa y por desgracia, todavía está dispersa. Inventario es una de las partes más sólidas y libres de la obra de Pacheco. —¿Cuáles son las figuras tutelares de José Emilio Pacheco? —Pues son Jorge Luis Borges, Alfonso Reyes. Sin duda, Octavio Paz y toda la tradición mexicana, los poetas de contemporáneo, ciertos poetas moralistas y, además, digamos toda esta tradición de oc- cidente, tanto los grandes autores como estas pequeñas figuras marginales, de culto, que también marcaron a Borges en su momento, como Giovanni Papini. “En fin, creo que Pacheco tuvo la ventaja de que, al mismo tiempo, estaba extraordinariamente for- mado en el tronco central de occidente. Tiene una formación no sólo enciclopédica, esto es muy importante. Con Pacheco se pierde al último escritor omnívoro de la literatura”. —En alguna ocasión leí que José Emilio Pacheco añoraba el anonimato, él quería que lo que re- cordará la gente fuera su obra y no al escritor. A él le gustaba contar una anécdota, cuando un día abordó un taxi, y el conductor, sin saber quién era su pasajero, le contó el cuento Tenga para que se entretenga, como si hubiera sido algo real ¿Tú crees que José Emilio es anónimo? —Esto es sumamente importante, porque significa un extraordinario contraste con lo que son los usos Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 6160 y costumbres contemporáneos en la literatura y por supuesto en el mercado literario, donde lo que importa no es la obra, sino la presencia constante, donde muchas veces la importancia del escritor radica mucho más en su promoción y en su habilidad ante los medios, en su capacidad de ser foto- génico, de tener ideas ingeniosas, provocadoras. En eso llega a radicar el prestigio de la celebridad literaria. “En el caso de José Emilio Pacheco, él optó por un camino totalmente distinto, que es que la voz y la presencia del autor no está en su figura, no está en su capacidad de gesticulación y articulación ante los medios, sino en su propia prosa, en la mera escritura, donde la personalidad del autor es la escritura. En ese sentido, pues no es fácil renunciar a todas estas tentaciones de la celebridad, de las cámaras. En ese sentido, él y sólo quizá de manera más radical Gabriel Zaid, han resultado profunda- mente congruentes y ejemplares”. —Pese a ello, él es muy popular. —Lo atribuyo a que Las batallas en el desierto es la novela clásica y retrata esta transición entre la niñez y la época adolescente; yo creo que eso lo ha identificado con muchas generaciones de jóve- nes. Es muy difícil resistirse al encanto de esta novela. Aunque curiosamente no es mi novela preferida, porque en efecto tiene personajes nítidos, extraordinarios, pero donde, al mismo tiempo, aparecen demasiado delineados muchos estereotipos de la época: el papá que vende la fábrica de jabón a las transnacionales, la doble moral de la mamá. Entonces, todas estas cuestiones me llegan a parecer extremadamente, digamos, acartonadas en algún momento; no es mi novela preferida. Me quedo cien mil veces con Morirás Lejos, pero sí creo que se ha arraigado en el imaginario mexicano y que sus personajes ya son parte de la educación sentimental de varias generaciones. —Es una lectura obligada en la preparatoria —Así es, aunque hay muchas lecturas obligadas en la preparatoria que no llegan a calar con la hon- dura de este libro. Yo me asomé al funeral de Pacheco y era interesante, porque a lado de quién es quién en la cultura, había un montón de chavitos con uniforme. La literatura en el periodismo Escribo unas palabras y al mismo tiempo ya dicen otra cosa Significan una intención distinta Son ya dóciles al carbono 14, criptogramas de un pueblo remotísimo que busca la escritura en tinieblas. José Emilio Pacheco Aura María Vidales vive en la calle Donceles, del Centro Histórico de Ciudad de México, en un edificio antiguo, una vecindad como las que salían en la película del Rey del Barrio. El departamento de Aura es pequeño; lo más grande en aquel lugar es un piano que ocupa la mitad de la sala. Todas las pa- redes, desde el piso hasta el techo, están llenas de libros y uno que otro cuadro. Me ofrece café y me muestra el libro de poemas de José Emilio Pacheco, El silencio de la luna, con una dedicatoria del autor para Aura. Aura María es poetisa y licenciada en periodismo, fue reportera cultural de la Dirección de Comunica- ción Social del INAH y de El Universal; becaria del FONCA, en poesía (1990) y del Programa Internacio- nal de Escritores de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, en 1997. Premio 1991 del Círculo Español de Orange County y la Sociedad Literaria de Los Ángeles, California (1990). Miembro de la SOGEM. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al alemán, y publicados en revistas o antologías de EUA y Austria. —Aura, ¿cómo conociste a José Emilio Pacheco? —Yo lo conocí en las conferencias que daba en El Colegio Nacional. Recuerdo que un día ofreció una sobre Pablo Neruda. Él era un hombre sabio, lo que significa esa palabra, o sea que tenía no sólo el conocimiento, sino la sensibilidad para conectar todas las ciencias, todo bajo una visión humanista. Yo creo que es el hombre más sabio que he conocido. “Llevaba en las manos los libros con los que dio la conferencia, se sabía de memoria los poemas de Neruda. A esa conferencia fui con un amigo que buscaba el dato de dónde había vivido Pablo Neruda en México y José Emilio le dijo el dato exacto. Entonces, Pacheco sabía detalles que mucha gente olvida. “José Emilio, además, era un hombre generoso, porque tuvo un detalle conmigo: le llevé mi libro Can- tos para el guerrero, en una de esas conferencias, y en la siguiente sesión, él me llamó por mi nombre ‘¡Aura María!’ Me emocionó que me llamara por mi nombre y me regaló su libro El silencio de la luna. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 6362 Me sorprendió su generosidad. Yo le di como poetiza y con mucho temor mis poemas y él, muy gene- roso, me regresó los suyos. Este detalle representa para mí lo que él era, un sabio sencillo”. —¿Qué es lo más representativo de la poesía de Pacheco? —Una vez lo vi en el zócalo capitalino, donde estaba con Paco Ignacio Taibo, y ahí leyó un poema que recientemente había escrito sobre el mosquito. Sobre la crueldad que tenemos los seres humanos hacía el mosquito y también recuerdo sus poemas sobre los cerdos. “Es decir, él escribía sobre cosas cotidianas con una profundidad como nadie lo había hecho en la literatura mexicana y tiene esa voz peculiar para darnos una reflexión muy profunda de hechos apa- rentemente sencillos, como el que a todos en la noche nos ha molestado un mosquito y sólo a él se le ocurre describir esa escena de una forma poética”. “En 1951, Adolfo Castañón definió de esta manera la obra de José Emilio: Pacheco encarna ejemplarmente entre nosotros a esa especie acaso en extinción, que es la del hombre de letras, la del virtuoso polígrafo que cultiva el poema, trama novelas y cuentos, elabora traducciones, practica la crónica y el ensayo, investiga y hace historia, sin nunca per- der la tensión lírica y un agudo sentido de la responsabilidad civil, que infunde a su obra, y en particular en su poesía, un filo crítico y autocrítico que lo hace entrañable y le abre las puertas de la gratitud al dar voz lo(s) que no la tiene(n). “Sí, dar la voz a los que no la tienen, tarea primordial del periodismo. Y estoy totalmente de acuerdo. —¿Cuál es el punto central de los poemas de Pacheco? —Es una poesía muy realista y cruda. Era una voz inconfundible, tenía poemas ligeramente amoro- sos. Él además de darnos su poesía, nos dio todo un contexto para entender la poesía mexicana y universal. En el periodismo, que era otra de sus facetas, conjuntó la noticia con lo literario y nos daba información de lo que estaba pasando en algún aniversario de un poeta que no conocíamos, pero nos ubicaba perfectamente y nos daba todas las coordenadas. Para mí, era un periodismo poético porque, como ya dije, en él se conjuntan el periodismo y la literatura. “Él escribió una poesía profunda y con toques de ironía, una poesía que refleja instantes diversos, por ejemplo, momentos del oficio de escribir. Quería abordar todo, y lo lograba, con vocablos específicos y con música propia de él, no de los románticos; una forma muy personal”. —¿Qué opinas del poema Alta traición? —Es el poema a la patria del siglo XX. Unos cuantos ríos… Nos salva en algo la naturaleza, pero como previniendo lo que iba a suceder ahora, la violencia. —¿Qué piensas de su obsesión por corregir su obra? —Él amaba, como nadie, a la palabra, le tenía un respeto total, si ponía una coma es porque debería de ir una coma y por eso creo que tenía esa obsesión por estar corrigiendo y corrigiendo, a pesar de que ya estuviera publicado. —En una ocasión, Pacheco dedicaba un libro que hizo con el pintor oaxaqueño, Francisco Toledo, y había un error en la edición. A pesar de que había una fila de más de 50 personas esperando que les firmara, José Emilio le comentó a una persona “No te puedo firmar hasta que corrija esta errata”. Se fue a la página, corrigió la errata y ya después autografío. Con cada persona hizo lo mismo. Esta experiencia revela cómo era perfeccionista en su creación y que, si veía algo mal en un poema ya publicado, en la siguiente edición ya estaba corregida. —¿Cómo defines la columna Inventario? —Para todos los jóvenes de mi época, el Inventario de Proceso era fundamental. Recuerdo la columna que escribió sobre Safo —como poeta a mí me maravilla Safo— y José Emilio hizo una investigación profunda, escrita en una forma bella, eso tienen sus inventarios. Ya estoy esperando que se recopilen, porque son una herramienta fundamental para la literatura mexicana y universal. —¿Qué piensas del periodismo cultural actual? —Yo pienso que el periodismo cultural en general está relegado, por ejemplo, con el periodismo finan- ciero, con el político. Las páginas que se dedican al periodismo cultural casi siempre son las del final y muy pocas veces, salvo cuando muere un poeta conocido, se da información en primera plana. Creo que la información cultural debería estar en primera plana. Cuando estuvo Héctor Rangel en El Financiero, sí se veía información cultural en primera plana. “Pienso que es tan terrible el mundo en el que estamos viviendo, que deberíamos dar noticias de li- bros, obras de teatro, etcétera. Los suplementos y secciones que sólo salen un día a la semana y para un público especializado, deberían tener más difusión, por ejemplo, que salgan en la prensa o en el periódico del Metro, para que la gente vea que, en medio del caos, algo más está ocurriendo. Que de repente pudiera aparecer un poema en medio de información tan terrible, como son los asesinatos”. “Así como nos dicen que la bolsa cayó, que nos digan: apareció un nuevo poemario de tal poeta, ha llegado esta exposición, escribieron esta novela, pero no a un público especializado, sino a todos, porque hay muy buen periodismo cultural en México, pero va a una élite”. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 6564 —¿Cómo defines a José Emilio Pacheco, la persona? —Yo supe que fue generoso con muchas otras personas. A veces Cristina ya se tenía que ir y él tenía una fila enorme de personas quienes querían una firma y él le decía a su esposa: ‘¡No, espérate!’ y se iba hasta que firmaba el último. Era un sabio (porque los sabios son hombres sencillos) y tenía un bagaje cultural que necesitamos los otros para vivir. Escucharlo era maravilloso, tenía atento a un pú- blico diverso y exigente. Creo que él fue el gran lector, porque todo lo sabía y tenía muchos libros y si no sabía las cosas, las investigaba o conseguía. “Yo fui al velorio, siempre hubo gente. De pronto, un ciudadano común se paró a hacer guardia y dijo: Gracias, José Emilio, creo que era el sentir de muchas personas, por todo lo que nos dio. ¡Qué bueno que fue en El Colegio Nacional!, donde mucha gente lo veníamos a ver. Fue distinto que haya sido ahí, porque fue más personal, más nuestro, más entrañable. La gente seguía llegando. Yo le dije: tantas veces que vine a verte y hoy vine a despedirte”. José Emilio era generosidad No tomes muy en serio lo que te dice la memoria. A lo mejor no hubo esa tarde. Quizá todo fue autoengaño. La gran pasión solo existió en tu deseo. Quién te dice que no te está contando ficciones para alargar la prórroga del fin y sugerir que todo esto tuvo al menos algún sentido . José Emilio Pacheco José Emilio vivió su juventud transitando entre los pasillos de algunas facultades de la UNAM en Ciu- dad Universitaria, también trabajó en Difusión Cultural de la UNAM y ahí conoció a muchos de los escritores con quienes forjó amistades. Sabía que una visita a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM me daría información valiosa para este proyecto. El ambiente de fin de semestre en esa tarde de junio de 2014 era el de cada fin de semestre, cuan- do ya no hay clases en los salones, pero sí profesores y alumnos en exámenes finales o en busca de últimas oportunidades para “salvar la materia”. En uno de eso salones estaba Huberto Batis y, entre calificaciones e interrupciones de sus alumnos y alumnas, este catedrático de la UNAM me recibió sin previa cita. Aquella tarde le hablé de este proyecto y sin formalismos me contó, como en un viaje en el tiempo, algunas anécdotas ocurridas en los pasillos de esa Facultad y en el piso 5 de la Torre de Rectoría. —¿Dónde conoció a José Emilio Pacheco? —En 1957, José Emilio era alumno de la Facultad de Derecho. Lo consideran escritor de la generación de medio siglo. Esa generación tiene entre sus más notables a Carlos Fuentes y a Porfirio Muñoz Ledo, el político. Porfirio era compañero de Pacheco en la Facultad. —¿Cómo vivió José Emilio su etapa de estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras? —Se asomó a algunas clases, recuerdo haberlo visto por aquí, pero donde lo conocí y traté fue en el piso 10 de la Torre de Rectoría, en donde estaban las oficinas de Difusión Cultural, cuyo jefe aceptó a José Emilio para que trabajara ahí. “El jefe se llamaba Jaime García Terrés, quien había hecho una revista notable en Bellas Artes. Tenía otro mérito, se casó con la hija del entonces rector de la UNAM, Celia Chávez, hija de Ignacio Chávez. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 6766 A Jaime lo llamaban el Yernísimo, porque tenía muchísimo poder. Quiero decirte que no venía en toda la semana, solo los viernes. “Yo llegué a pedir trabajo ahí, con una carta de Alfonso Reyes dirigida a Jaime García Terrés, donde le decía: ‘Querido Jaimito, te saludo, tal y cual… te envío a este joven —yo soy de Guadalajara— que ha venido a estudiar y ojalá le puedas dar ocupación, un trabajo.’ Entonces, Jaime García Terrés leyó esto y lo tiró a la basura. ¡Trash! Y ¿qué crees que hice yo?”. —¿Qué hizo? —Fui a la basura y saqué la carta, la doble, tomé el sobre y le dije: ‘Muchas gracias’. Pero entonces, esa majadería mía, valentía, osadía, le cayó en gracia al tipo. Cuando ya estaba de salida, Alicia Pardo, su secretaría, me dijo: “El jefe dice que esperes, siéntate ahí. Eres el nuevo corrector de la Revista de la UNAM”. Era una revista grande, preciosa. En aquel entonces la editaban Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo. —¿Es cuando usted conoce al escritor? —Lo conocí en Difusión Cultural, porque yo iba, me daban las hojas y todas las instrucciones. Yo revisaba que los artículos no tuvieran faltas de ortografía, pues los escritores tienen cientos de faltas ortográficas. Pueden ser muy escritores, pero no han estudiado letras o gramática. Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras interrumpen la charla, pues van a ver al profesor, Huberto Batis, para entregar trabajos y así pasar sus extraordinarios. “Entonces, José Emilio conoce ahí, en Difusión Cultural, a Cristina Romo, que va a ser su esposa y ma- dre de sus dos hijas. La debe estar pasando muy mal, porque José Emilio —la voz de Batis se quiebra— se sentía muy mal. Un día antes de su muerte, él estaba en su cuarto donde trabajaba en un escritorio, rodeado de alteros de libros en el suelo, no tenía libreros en su recámara”. “¿Nunca has visto una foto de su biblioteca? donde está él y alteros de libros hasta el techo. Tenía libros por todas partes: en el comedor, debajo de la mesa, en las escaleras, en cada escalón, alteros de libros, pero tú le preguntabas en dónde está tal cosa y él se metía así —Huberto se inclina debajo de su escritorio— ¡Zaz¡ aquí está. ¡Increíble!”. —¿Entonces usted entró a su casa? —Sí, muchísimas veces. Éramos amigos. —¿Y cómo era José Emilio Pacheco? —Era muy glotón, comía muchísimo, era un hombre muy grande, muy alto y grueso. Era el más grande de entre todos los de Difusión Cultural. También era generoso. Un día puse en el periódico: ‘Doy lo que sea por el libro La muerte de Virgilio, de Hermann Broch’. Era un libro que no encontrabas en ninguna librería ¡qué cosa! Y José Emilio me dijo: ‘Aquí tienes’. Lo conservo como un tesoro. —¿Pacheco era, para usted, una buena persona en el sentido más humano de la palabra? —Era la generosidad. Recuerdo que íbamos a un café en la ciudad y José Emilio andaba con una muchacha de Jalapa, pintora, muy guapa; no te voy a poder decir cómo se llama; no me acuerdo. “José Emilio me decía al oído: ‘podrías llevar a mi novia a su casa’; y yo le decía: ‘pero por qué no la llevas tú’. Él me contestaba: ‘porque no tengo dinero y además tengo que llegar temprano a mi casa, porque me regañan; ya son las ocho de la noche’”. “Entonces yo llevaba a la novia y me aprovechaba, y ella se aprovechaba también, nos besábamos, pero no le podía decir que a José Emilio no lo dejaban llegar después de las ocho. Así como me pedía a mí, se lo pedía a todos, a quien se dejara, y obvio todos querían, porque ella era muy bonita”. —¿Cuántos años tenían ustedes? —22, 23, 24, 25 años, variaba, José Emilio era de los chiquitos, creo que tenía 20. —Y después, ¿cómo conoce José Emilio a Cristina Romo? —La conoce en Difusión Cultural. En una ocasión, encerramos en un cuarto del piso 10 de la Torre de Rectoría a José Emilio con Cristina y le dijimos: ‘no sales hasta que hayas hecho el amor con ella’. Él estaba asustadísimo y muy apenado con Cristina, le decía: ‘señorita, qué pena’. Cristina me contó después que hizo un trato con José Emilio, para que no se preocupara, porque él estaba muy nervioso. “José Emilio me decía: ‘tengo que casarme con esta muchacha que fue deshonrada en este lugar por su culpa, cabrones. Tengo que casarme con esta muchacha para reparar el daño’. Y se casaron. Yo le decía: ‘no te tienes que casar’”. “No sé si soy indiscreto, pero Cristina Romo estudiaba acá, creo que Historia, y era muy humilde. Por esos días murió el papá de José Emilio Pacheco, te estoy hablando de 1957-58. Cristina andaba de huaraches y reboso”. “Era secretaria en Difusión Cultural. Entonces Cristina me dice: ‘¿Vas a ir al sepelio?’ Y yo le dije: ‘no hay funeraria, es en su casa, ven conmigo, pero no puedes ir de huaraches’, y me dijo: ‘no tengo zapatos, Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 6968 soy muy pobre’. La llevé con una amiga para que le prestara zapatos y ropa; mi amiga la ayudó. Lle- gamos muy elegantes al funeral”. —¿Cómo es su relación con Cristina Pacheco? —Somos amigos de toda la vida, hemos trabajado y hemos hecho muchas cosas juntos, pero ya en los últimos años de vida de José Emilio, Cristina no nos permitía hablar con él. Yo le hablaba a su casa y Cristina me decía: ‘No estés chingando, él está ocupado; no hay manera de que hables con él’. Ella es majadera. —Ustedes pertenecen a una generación de personas importantes para el círculo cultural de México. ¿A quiénes considera los más destacados? —Éramos muchos jóvenes en Difusión Cultural; algunos se hicieron famosos, como: Juan García Pon- ce, Carlos Valdez, José de la Colina, José Gurrola, Juan Vicente Melo y el mismo José Emilio. Hoy, me duele su ausencia y a muchos colegas también”. La charla con Batis transitó en una tarde lluviosa y en un ambiente escolar. Llegué a la Facultad cuan- do aún era de día y me fui de ahí por la noche con todas esas anécdotas de juventud que un hombre de 80 años me contó con una sonrisa y sin armadura. Desde un punto de vista propio Armando, Aura y Huberto concedieron los testimonios aquí relatados para completar el retrato escrito de José Emilio Pacheco mediante la opinión y perspectiva de terceros. Las opiniones, anécdotas y análisis de su obra que hacen, confirman muchos de los datos descritos en los demás apartados de esta semblanza. No obstante, cada entrevistado concedió su punto de vista diferente y con per- sonalidad propia, no es lo mismo haber conocido a Pacheco desde la relación entre colegas, entre lector-autor, alumno-maestro o desde la amistad a los 20 años. Y es que de Pacheco se ha escrito muchísimo, y casi todo bueno, positivo. Es comprensible, su vida fue provechosa. Su obra literaria fue amplia, pues abarcó, con calidad homogénea, todos los géneros: poesía, novela, cuento, ensayo y traducción. Es autor de toda una obra, pero también lo es de por lo menos un clásico, un libro que será leído siempre: Las batallas en el desierto. Obra que inspiró la canción “Las batallas” de uno de los grupos de rock mexicano más conocidos, Café Tacvba. Esta canción (compuesta por Enrique “Quique” Rangel Arroyo, bajista de “los tacvbos”) pertenece al primer disco de la agrupación y vendió más de 40 000 copias. José Emilio aseguró que después de “Las batallas” de Café Tacvba su libro se vendió más que nunca, y quizá también fue la fórmula perfecta para que la juventud se acercara mucho más al escritor. En el periodismo, Inventario, columna firmada apenas con sus iniciales, es un registro, casi contable, de hechos culturales, de sucesos históricos y políticos, de autores y libros; siempre escrita con un gran conocimiento de la circunstancia de una persona, de una obra, de un episodio de la historia, de la literatura en general. Era una clase de historia o de literatura, pero siempre con ese hilo conductor de inspiración histórica y, al mismo tiempo, era una muestra de investigación profunda y detallada. En su faceta como traductor, legó la mejor versión en español de Cuatro cuartetos de T.S. Eliot, poeta, dramaturgo y crítico literario angloestadounidense, quien recibió el Premio Nobel en 1948. En su poesía está la cotidianidad, pero también la complejidad de la escritura para lograr una lectura fluida que hace de sus poemas algo fácil de leer, de comprender y de visualizar en cualquier momen- to del día o de las etapas de la vida. Pero los temas abordados en algunas de sus obras merecen un acervo cultural que va más allá de la cotidianidad de la vida, por ejemplo, la diáspora judía en Morirás lejos o su poema “Mozart: Quinteto para clarinete y cuerdas en `La´ mayor Kv. 581”. Así, algunas de sus novelas, cuentos, personajes y cuentos se volvieron parte del imaginario colectivo de la sociedad mexicana y no solo de un grupo de personas, como pasa con la obra de otros escri- tores, sino que su obra ha llegado a jóvenes de secundaria, a inspirado trabajos académicos para doctorados, y sus historias se han convertido en “hechos reales” o anécdotas que un conductor de taxi cuenta a sus pasajeros. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 7170 Conclusiones La literatura es un arte, o un ejercicio misterioso, en el que las opiniones del autor no cuentan. Y puede que tampoco sus intenciones Jorge Luis Borges Entrevistar a un escritor es salir de su narrativa y poesía para enfrentar su realidad, que muchas ve- ces no tiene nada que ver con la historia que se leyó en las páginas de su novela, pues no siempre los textos son confesionales, pero tampoco su obra se puede desprender de esta realidad: una novela, un cuento, un poema y cualquier trabajo artístico reflejan la personalidad de quien los crea. En las obras de este escritor está implícito su punto de vista ante la muerte, el arte, el amor, la soledad, la política, la vida. Lo que se lee en sus obras, se caracteriza por tener un lenguaje cotidiano que las hace parecer sen- cillas, en donde la conciencia de lo efímero y del paso del tiempo son los temas centrales. En su na- rrativa reflejó su preocupación por la niñez, las relaciones personales, la violencia, y su insistencia por no olvidar la historia, pues dentro de sus relatos inventados, traía al presente momentos claves de la historia de la humanidad; también ofreció una excelente descripción de lo que es la vida en Ciudad de México. Según Pacheco, la verdadera vida de un escritor empieza cuando muere, porque es en ese momento cuando la obra desempeña el papel estelar que le corresponde. Hace ocho años, falleció el perso- naje de este retrato escrito, pero en estas páginas (quizá no como en sus obras) se pueden leer las percepciones de un poeta crítico de su tiempo, convencido del carácter popular de la escritura que carece de autor y que pertenece a todos y de quien se sigue hablando en medios de comunicación, en aulas y en muchos de los hogares donde se dedica un lugar a los libros. Ahora que su obra brilla con luz propia, como él lo quería, en 2017 Ediciones Era publicó una antología con aproximadamente un tercio de todas las columnas Inventario que escribió a lo largo de 40 años, y en 2022 su poesía se tradujo al árabe y llegó a nuevos lectores. Por todo lo anterior y por las siguientes razones, de él se hizo un retrato escrito: por ese apego de los jóvenes a la lectura de sus obras, por su relato afligido y lleno de metáforas, por su poder de síntesis, por su pesimismo (condición del ser humano que, en su opinión, es la resistencia a la violencia y a la crueldad en el mundo) y porque sus colegas lo definen como un polígrafo que se dedicó a todos los géneros que pueden practicarse por escrito con maestría. Esta semblanza refleja la actitud de un personaje ante el paso del tiempo y la pasión de una per- sona para enfrentarlo. El hombre robusto y alto que usaba lentes de pasta color negro, que son- reía con facilidad; que no le gustaba responder preguntas y que no se sentía merecedor de ningún halago; en cuya simpática mirada se podía distinguir la humildad con la que se con- ducía, el gusto por la vida, por la gente, por la charla amena, es el protagonista. Él es José Emilio Pacheco. Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 7372 Referencias Avishai, M. (2002). La Ética del recuerdo. Trad. Roberto Bernet. Barcelona: Herber. Azuela, A. (16 de julio de 1989). “Conversaciones con José Emilio Pacheco”. Revista Mexicana de Cultura, 2-4. Bauducco, G. (2001). Secretos de la entrevista. México: Editorial Trillas. Bravo, Varela, H. (31 de julio de 2009). “Nuevo elogio de la fugacidad. Una conversación con José Emilio Pacheco”. Letras Libres. http://letraslibres.com/revista/entrevista/nuevo-elogio-de-la-fugacidad-una-conversa- cion-con-jose-emilio-pacheco Congreso Virtual de la Lengua Premio Cervantes 2009 (5 de marzo de 2010). “Entrevista con José Emilio Pacheco”. El País. https://elpais.com/cultura/2010/03/05/actualidad/1267808400_1267814759.html Efe (13 de mayo de 2009). “35 candidatos al premio Reina Sofía de poesía. JEP por México”. Excélsior, Sección Cultura, p. 3C. Halperin, J. (1996). La entrevista periodística. Intimidades de la conversación, Buenos Aires: Paidós. Instituto Nacional de Bellas Artes (1996). Los narradores ante el público. México: Editorial Joaquín Mortiz. Moscona, M. (1993). De frente y de perfil: semblanza de poetas. México: Secretaria de Desarrollo Social, equipo Editor S.C. Ocampo M, A. (1998). Diccionario de escritores mexicanos siglo XX. Desde las generaciones del ateneo y Novela de la Revolución, hasta nuestros días (VI, 288). 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Mariana Simón ChaveroEntrevista de semblanza 7978 Sergio Raúl Arroyo. Exdirector del INAH, amigo y alumno de José Emilio Pacheco, en rueda de prensa el 26 de enero de 2014 en El Colegio Nacional. Huberto Batis (1934-2018). Escritor, crítico, ensayista, editor y catedrático de la UNAM. Entrevistado el 2 de junio de 2014 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Yolanda De la Torre. Fue editora en jefe y fundadora de la primera agencia nacional de información cul- tural de México, Noticias 22 y es jefa del Departamento Editorial de la División de Contenidos de Internet de Once TV. Entrevistada el 7 de enero de 2014 por la red social Facebook. Margo Glantz. Escritora, ensayista, crítica literaria y académica mexicana. Amiga de José Emilio Pacheco. Entrevistada el 26 de junio de 2010 en la Galería López Quiroga, en la colonia Condesa, de Ciudad de México. Armando González Torres. Poeta, ensayista y crítico literario. Actualmente publica en revistas y suplemen- tos culturales. En 1995 ganó el Premio Nacional de Poesía “Gilberto Owen”, por el libro: La conver- sación ortodoxa. Entrevistado el 2 de junio de 2014 en el restaurante Palacio, del Centro Histórico de Ciudad de México. Aurora M. Ocampo (1930-2018). Coordinadora del Diccionario de Escritores Mexicanos, integrado por nueve volúmenes que abarcan más de 2,200 escritores del siglo XX, desde las generaciones del Ateneo y de los novelistas de la Revolución Mexicana, hasta nuestros días. Entrevistada el 9 de agosto de 2010 en el Museo de Arte, de la Ciudad de México. Cristina Romo. Periodista y escritora de origen mexicano. Conductora del programa Aquí nos tocó vivir, del Canal 11. Estuvo casada con el ensayista mexicano José Emilio Pacheco. Llamada telefónica el 27 de enero de 2012 y en rueda de prensa el 26 de enero de 2014. Entrevistas José Emilio Pacheco (1939-2014). Escritor, poeta, ensayista y traductor. Entrevistado el 15 de octubre de 2010 en la Capilla Alfonsina; el 13 de octubre de 2011 en El Colegio de México; a través de co- rreos electrónicos a partir del 20 de octubre de 2011 y hasta el 14 de diciembre del mismo año, y mediante participación en la entrevista virtual organizada por el periódico español El País, el 5 de marzo de 2010. Vicente Rojo (1932-2021). Pintor y escultor mexicano, amigo de Pacheco. Entrevistado el 26 de junio de 2010 en la Galería López Quiroga, en la colonia Condesa, de la Ciudad de México. Aura María Vidales. Poeta y licenciada en periodismo, fue reportera cultural de la Dirección de Comu- nicación Social del INAH y de El Universal; becaria del FONCA, en poesía (1990) y del Programa Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa, Estados Unidos en 1997. Premio 1991 del Cír- culo Español de Orange County y la Sociedad Literaria de Los Ángeles, California (1990). Miembro de la SOGEM. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al alemán y publicados en revistas o antologías de EUA y Austria. Entrevistada el 8 de junio de 2014 en la calle de Donceles, del Centro Histórico de la Ciudad de México. - robusto y alto que usaba lentes de pasta color negro, que sonreía con facilidad; que no le gustaba responder preguntas y que no se sentía merecedor de ningún halago; en cuya mirada se podía distinguir la humildad con la que se conducía, el gusto por la vida, por la gente, por la charla amena, es el protagonista. Él es José Emilio Pacheco. Entrevista de semblanza80