1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN ECONOMÍA FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN CAMPO DEL CONOCIMIENTO: ECONOMÍA FINANCIERA Desarrollo del sistema financiero en México. El proceso de endogeneización y la desintermediación bancaria. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: DOCTOR EN ECONOMÍA PRESENTA: MIRIAM SOLANO SÁNCHEZ TUTOR: DRA. TERESA SANTOS LÓPEZ GONZÁLEZ (FES ACATLÁN) MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR: DRA. EUFEMIA BASILIO MORALES (IIEC) DR. JORGE FEREGRINO FEREGRINO (FES ACATLÁN) DRA. MÓNICA MIMBRERA DELGADO (FES ACATLÁN) MTRA. PATRICIA RODRÍGUEZ LÓPEZ (IIEC) SANTA CRUZ ACATLÁN, NAUCALPAN, AGOSTO DE 2025 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 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Dedicada con todo mi amor a mi familia, que saben mis desvelos y aún así se quedan: Armando, Amanda y Emil. 3 Contenido INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 6 Primera Parte: El proceso teórico-histórico de endogenización del dinero. La vieja y la nueva controversia teórica. ......................................................................................... 10 Capítulo I. Antecedentes teórico-históricos del proceso de endogenización del dinero. De la visión económica escolástica al enfoque mercantilista. ............................................................. 11 1.1 La visión económica de la Escuela Escolástica de Salamanca. Martín Azpilcueta y el origen de la teoría cuantitativa del dinero. ............................................................................. 12 1.2 La visión metalista tradicional del dinero. La determinación del nivel de precios en Jean Bodin. ........................................................................................................................................ 18 1.3 La visión mercantilista no tradicional del dinero. ............................................................. 21 1.3.1 El ciclo dinero, crédito y expansión de la actividad económica. Edward Misselden, William Potter y Bernardo Davanzati ...................................................................................... 22 1.3.2 Los mercantilistas del siglo XVII y XVIII. ......................................................................... 23 Capítulo II. El enfoque teórico-histórico poskynesiano del desarrollo del sistema financiero y el proceso de endogeneización del dinero ...................................................................................... 39 2.1 Adam Smith y la escuela clásica. El enfoque metalista de la teoría cuantitativa del dinero ................................................................................................................................................... 40 2.2 La controversia monetaria entre Bullonista y Antibullonistas. ........................................ 43 2.3 La controversia entre Currency School versus Banking School ........................................ 47 2.4 La consolidación teórica de los enfoques neoclásico-monetaristas ................................. 50 2.5 El enfoque Postkeynesiano sobre el dinero. Una teoría monetaria de producción ........ 58 2.5.1 El enfoque del circuito del dinero ................................................................................... 58 2.5.2 El análisis monetario de Schumpeter. La destrucción creativa de las innovaciones tecnológicas y la generación de crédito ................................................................................... 61 2.5.3 La visión Chartalista del dinero ....................................................................................... 62 2.5.4 Desarrollo histórico del sistema bancario y el proceso de endogeneización de dinero64 Segunda Parte: El enfoque poskeynesiano de la endogenización del dinero en México. La transición del desorden monetario-financiero a la configuración del sistema financiero: 1890-1982. .................................................................................................................. 69 Capítulo III. Configuración del sistema financiero en México. La transición de un sistema corporativo a la regulación financiera institucional. Operaciones bancarias e institucionalización del banco central: 1890-1938 ...................................................................... 70 3.1 Antecedentes ...................................................................................................................... 70 3.1.1 Insuficiencia financiera del gobierno y bajo crédito comercial. La Nueva República Federal y la fragilidad de las finanzas públicas, 1821-1855 .................................................... 73 4 3.1.2. Conformación del nuevo orden económico institucional. Las guerras civiles y los conflictos internacionales: 1856-1876. Antecedentes: El sistema monetario y el crédito secular del siglo XIX. ................................................................................................................. 78 3.2. Primera etapa. El vínculo entre depósitos bancarios y ahorro: 1876-1925 .................... 83 3.2.1 Paz y orden para el progreso económico. La manufactura, los primeros bancos y la inserción exportadora del porfiriato. 1876-1910 .................................................................... 84 3.2.2 El impasse durante la Revolución. Desorden de emisión e incautación institucional: 1910-1924 ................................................................................................................................. 92 3.3. Segunda etapa. Las operaciones de compensación bancaria y la institucionalización del banco Central: 1925-1938 ........................................................................................................ 95 3.3.1 La fundación del Banco Central ....................................................................................... 96 3.3.2 El desarrollo de la banca privada .................................................................................... 98 3.3.3 Surgimiento de Instituciones financieras nacionales ..................................................... 99 3.3.4 Abandono de la moneda de plata ................................................................................... 99 CAPÍTULO IV. Consolidación del sistema bancario regulado y expansión del mercado de capitales en México: 1939-1982................................................................................................. 108 4.1 Tercera etapa. Desarrollo del sistema interbancario: 1939-1945 .................................. 109 4.1.1 Banca comercial ............................................................................................................. 109 4.1.2. Banco de México .......................................................................................................... 115 4.1.3. Instituciones financieras nacionales ............................................................................ 116 4.2. Cuarta etapa. Consolidación del Banco Central como prestamista de última instancia y la tasa de interés como factor en la demanda de recursos: 1945-1965. “Las reservas son endógenas al sistema bancario” ............................................................................................ 118 4.2.1. Crédito vía Banca comercial ......................................................................................... 120 4.2.2.Crédito vía Instituciones financieras nacionales .......................................................... 121 4.2.3. Consolidación del Banco de México ............................................................................ 125 4.2.4. Recaudación y política monetaria ............................................................................... 129 4.2.5. Bolsa de Valores ........................................................................................................... 130 4.3. Quinta etapa A. Competencia y ampliación de las operaciones crediticias, con miras a la internacionalización: 1966-1982 ............................................................................................ 130 4.3.1 Banca comercial ............................................................................................................. 132 4.3.2 Banco de México ........................................................................................................... 135 4.3.3 Recaudación y política monetaria................................................................................. 136 4.3.4 Instituciones financieras nacionales ............................................................................. 137 4.3.5 Bolsa de Valores ............................................................................................................ 138 5 Tercera Parte............................................................................................................. 141 Liberalización financiera e integración a los mercados financieros internacionales. Desintermediación bancaria y financiarización en México: 1982-2019. ....................... 141 CAPÍTULO V. El programa neoliberal. Liberalización financiera y crisis cambiario-financiera: 1982-1996 ................................................................................................................................... 142 5.1 Quinta etapa B. El caso mexicano: del inicio de la crisis a la expansión del mercado de valores ..................................................................................................................................... 143 5.2 El neoliberalismo .............................................................................................................. 151 5.3. Sexta etapa. Liberalización financiera e integración a los mercados financieros internacionales. Desintermediación bancaria, titulización de pasivos y crisis financiera: 1982-1995 ............................................................................................................................... 162 5.3.1 La banca a cargo del gobierno ....................................................................................... 162 5.3.2 Banco de México ........................................................................................................... 169 5.3.3 Bolsa de Valores ............................................................................................................ 170 5.4 La crisis de 1994 ................................................................................................................ 172 CAPÍTULO VI. Reformas jurídico-constitucionales, extranjerización de la banca comercial, oligopolio bancario y modernización de la Bolsa Mexicana de Valores: 1996-2018. .............. 177 6.1 Profundización de las reformas constitucionales y marcos normativos y jurídicos. ..... 177 6.2 Extranjerización de la banca comercial y consolidación del oligopolio y monopsonio bancario .................................................................................................................................. 179 6.3 Restructuración y modernización del mercado bursátil. Modernización y baja profundidad de la Bolsa Mexicana de Valores ...................................................................... 183 6.4 Banca de Desarrollo .......................................................................................................... 184 CONCLUSIÓN ............................................................................................................................... 189 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................. 193 6 INTRODUCCIÓN En México los temas de desarrollo, crecimiento e inclusión económica siguen siendo parte medular de cualquier propuesta política, de las iniciativas sociales e incluso de las recomendaciones de organismos internacionales. Un gran porcentaje de la población mexicana sigue siendo parte de esquemas de clase baja, de pobreza o pobreza extrema, lo cual podría ser contradictorio si tomamos en cuenta que es un territorio de grandes riquezas naturales, con una ubicación estratégica en el planeta y del cual se han desprendido distintos tipos de riqueza que más de una ocasión solo se generan en el país y vuelan a otras economías. Un punto crucial, para que esos proyectos, iniciativas y recomendaciones sean realizables, es que el sistema financiero pueda cumplir o ayudar a cumplir metas en la búsqueda de la igualdad de oportunidades, hacer posible el acceso de todos los ciudadanos al crédito y, con él, a las oportunidades de inversión y de creación de empresas; el sistema debe incentivar el ahorro y la inversión y permitir la existencia de un cierto tipo de banca concentrada en la concesión de los denominados microcréditos, que puedan tener un elevado impacto reductor en la pobreza, así como la concesión de seguros frente a posibles fluctuaciones de renta, que eviten que en una situación económica desfavorable las familias precisen desfalcar sus ahorros o sacar a los hijos de la escuela para ponerlos a trabajar, a la vez que permitan asumir oportunidades productivas de autoempleo. Si todo eso suena como inherente al sistema financiero surge la pregunta de porque no se aprecia así en la actualidad en nuestro país. Por ello considero fundamental que se estudie el desarrollo del sistema financiero en México, considerado como un proceso de endogeneización del dinero y de desintermediación bancaria, visto como un proceso histórico de larga duración, que no solo obedece a los cambios sociopolíticos que suelen predominar los análisis históricos, sino desde el punto de vista del desarrollo bancario en el modelo endógeno de Victoria Chick (1993). 7 Así se conjuntan en una visión teórica económico-histórica las fases por las que atraviesan los bancos (parte fundamental del sistema financiero) en su generación del dinero endógeno y el contexto histórico que México tiene. La importancia del sistema financiero es reconocida por los especialistas de temas económicos, cuya histórica función ha sido la intermediación entre el ahorro y el financiamiento de la inversión, función que se complementa con la estabilidad del sistema de pagos de los sistemas económicos. En este sentido, el desarrollo y modernización del sistema financiero son fundamentales en la consolidación de un sistema de pagos eficiente y acorde con las necesidades de las actividades económicas. Esta función se fue transformando a medida que el sistema financiero se modernizó, siendo radical dicha transformación en los años noventa, con la adopción de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC's). Para poder encontrar el hilo guía de ese desarrollo se adopta la posición teórica poskeynesiana, bajo la tutela de Victoria Chick (1993) en el sentido de etapas en el desarrollo bancario (análisis cronológico) y de Cruz y Parejo (2016) desde una postura transversal al tiempo que sirvió para señalar los componentes del sistema financiero endógeno y no solo considerar a la banca comercial. En coherencia con esa postura teórica se siguen procesos deductivos-inductivos y en el caso del análisis de marcos teóricos siempre se añadirán los contextos históricos. Se eligió bibliografía para su análisis que cubriera la parte teórico-económica del sistema financiero endógeno y literatura histórico-económica de México para poder ensamblar el desarrollo en su contexto más apegado a la realidad. En algunos momentos se realizaron gráficos con cortes de tiempo distintos a los propuestos por la literatura para comprobar que no hubiera sesgo en la información y que los movimientos, por ejemplo, en el aumento de créditos fuera verificable en periodizaciones distintas. En cuanto a la finalidad y al objetivo de la investigación, debemos plantear que, si la pobreza se mide en dinero, ¿Por qué no buscar la ruta de alivio en el sistema que se encarga de alojarlo? Para poder concluir con un diagnóstico actual del sistema financiero que pueda apuntar hacia futuras propuestas de su propio desarrollo y como una herramienta directa para disminuir el índice de la población 8 que vive en esa circunstancia hay que trazar una historia de él, no es fácil entender la contradicción de una economía del top 15 de PIB y que al mismo tiempo también es un país con uno de los más altos índices de pobreza. El objetivo de esta investigación es analizar el desarrollo histórico del sistema financiero mexicano a la luz del modelo propuesto por Victoria Chick (1993) de etapas del sistema bancario de acuerdo con la endogenización del dinero, desentramando el contexto internacional que lo ha influido y diagnosticar el desarrollo financiero de México en el nuevo mapa del capitalismo y de la globalización. Cabe mencionar que no es simplificar las etapas del desarrollo bancario hecho por Victoria Chick al respecto del dinero endógeno en etapas en características o un modelo impuesto, sino encontrar su congruencia y coherencia en sistemas financieros más allá de Inglaterra, específicamente en México. El contexto histórico mexicano, marcado por la dependencia económica extranjera y las luchas internas por la formalización del gobierno, proporciona una perspectiva única. Además como objetivos particulares, podemos mencionar: comprender el proceso de endogenización del dinero, desde sus primeros visos en la escuela escolástica hasta la categorización poskeynesiana; interpretar el papel del Estado mexicano en el desarrollo del sistema financiero, a través de financiamientos, nacionalizaciones, privatizaciones y desregulaciones; identificar las ramas del sistema financiero que sostienen la endogeneidad que son los vínculos entre empresas y bancos para la financiación del producto, la relación entre el banco central y los bancos; y relación entre el Estado y el Banco Central; analizar las características y efectos del neoliberalismo y la financiarización en el sistema financiero mexicano, bajo una perspectiva global; apuntalar el camino para que el sistema financiero como parte del desarrollo en México permita la inclusión financiera como herramienta en la disminución de la brecha de la distribución de la riqueza en México. El presente trabajo se organiza en tres partes, la primera parte denominada “El proceso teórico-histórico de endogenización del dinero. La vieja y la nueva controversia teórica” que consta de dos capítulos de carácter teórico sobre la 9 endogenización del dinero, el primero en la aparición casi inconsciente de características que se consolidaran hasta siglos después baja la tutela keynesiana, y el segundo donde tratamos en específico el modelo poskeynesiano bajo el que se analizará el caso de México. La segunda parta denominada “El enfoque poskeynesiano del proceso de endogenización del dinero en México. La transición del desorden monetario- financiero a la configuración del sistema financiero: 1890-1982.” donde se abordan en dos capítulos la configuración del sistema financiero mexicano en sus orígenes 1890-1938; y el Capítulo IV que abarca la consolidación de dicho sistema entre 1939-1982. Aquí detenemos la segunda parte ante un parteaguas que podría considerarse tecnológico, pero que no sería su única característica: aunque desde los años sesenta se dieron las grandes innovaciones tecnológicas es en las décadas de los ochenta y noventa que se empiezan a encontrar más profusamente con términos como el dinero digital, las monedas digitales, la banca en línea, los derivados hasta llegara términos globalizadores como Fintech. A la par es un momento en que el fenómeno de globalización se ve acentuado por la ruptura de distancias que ofrecen las nuevas tecnologías. Con este nuevo escenario inicia la tercera parte, titulada “Liberalización financiera e integración a los mercados financieros internacionales. Desintermediación bancaria y financiarización en México: 1982-2019”. En la que se desarrolla a través de dos capítulos, todo el proceso de nacionalización y reprivatización bancaria, el neoliberalismo y la consecuente liberalización financiera y de tres grandes crisis. 10 Primera Parte: El proceso teórico-histórico de endogenización del dinero. La vieja y la nueva controversia teórica. 11 Capítulo I. Antecedentes teórico-históricos del proceso de endogenización del dinero. De la visión económica escolástica al enfoque mercantilista. La primera parte, que abarca los capítulos 1 y 2, es un recuento teórico historiográfico de las posiciones teóricas que han guiado la explicación o las metas de la economía. La satisfacción de las necesidades humanas ha tenido que ser el resultado del intercambio entre individuos, efecto que desencadena una serie de incógnitas para definir y explicar el proceso de aparición y funcionamiento del valor, el intercambio y el dinero, entre otros. La controversia teórica sobre la naturaleza y origen del dinero es antigua, pero no fueron los economistas clásicos quienes hicieron las primeras aportaciones, pues investigaciones actuales han demostrado que muchas de las teorías que se nos han enseñado como de origen más o menos reciente, de origen mayoritariamente anglosajón, ya habían sido planteadas, de manera previa y clara por jesuitas como Luis de Molina o Juan de Mariana, los dominicos Francisco de Vitoria o Tomás de Mercado, Martín González de Cellorigo, Domingo de Soto, Bartolomé de Medina, Sancho de Moncada, Martínez de Mata, Martín de Azpilicueta, Luis Ortiz, Diego de Covarrubias, entre muchos otros (Castrillón, 2003). Los economistas clásicos concebían el dinero como un instrumento técnico que solo servía para facilitar el intercambio ante los problemas generados por el trueque. De ahí que, afirmarán que el dinero no influía en la economía real, es decir en el nivel de actividad económica. De hecho, Adam Smith (2010) definía el dinero como un velo que escondía la realidad de los procesos económicos. A partir de esta visión clásica del dinero, el enfoque neoclásico marginalista construye la teoría cuantitativa del dinero que se convirtió en el enfoque ortodoxo dominante. En este enfoque el dinero es definido como un instrumento de la política monetaria que se introduce en la economía desde fuera de las relaciones económicas. Dicha introducción se formaliza teóricamente con el surgimiento del Banco Central, institución a la que se le asigna el monopolio de la emisión de moneda y el control de la oferta monetaria o cantidad de dinero que circula en el sistema económico. Actualmente, es evidente que una alta proporción del dinero o circulante en una 12 economía no es emitido por el Banco Central, sino por los bancos comerciales privados. La evidencia empírica y la historia sobre la evolución de la banca privada ha demostrado que en todas las economías capitalista los bancos comerciales son una fuente importante de creación monetaria, mediante sus operaciones de crédito. Dada la importancia de las aportaciones teórico-prácticas sobre la naturaleza y características del dinero anteriores a la visión de los economistas clásicos, en este capítulo se exponen las principales aportaciones de la Escuela Escolástica de Salamanca y la visión de los Mercantilistas. 1.1 La visión económica de la Escuela Escolástica de Salamanca. Martín Azpilcueta y el origen de la teoría cuantitativa del dinero. De acuerdo con Grice-Hutchinson (1989), con las aportaciones de la Escuela Escolástica de Salamanca (EES) nace “el desarrollo de la teoría del valor y del precio, la integración de la teoría monetaria en la teoría general de los precios, la teoría cuantitativa del dinero, una interesante teoría de los cambios, la doctrina general del interés y el análisis del sistema tributario. Se trata de ideas que surgieron en la consideración de las grandes cuestiones fundamentales del justo precio, de la usura y de los tributos” (Grice-Hutchinson, 1989). En la teoría económica moderna, y en particular en la política macroeconómica, las funciones y efectos del dinero en la actividad económica real siguen siendo parte de la controversia teórica en todos los países. Discusión que ha confrontado a dos grupos de teóricos; por un lado, los que sostienen que los cambios exógenos en la oferta de dinero generan variaciones en el nivel de precios, sin afectar las variables reales, y por el otro, los teóricos que sostienen que las variaciones en la oferta monetaria son endógenas, porque responden a cambios en la actividad económica, la cual determina la demanda de crédito bancario proporcionado por la banca comercial. Si bien esta discusión tomó 13 fuerza a partir de la década de 1970, la misma tiene antecedentes históricos importantes.1 Estudiosos de la EES, como Huerta De Soto (2022), Rothbard, Murray (1999) y Schumpeter (1995), coinciden en que Martín de Azpilcueta, también conocido como Dr. Navarro, miembro de la llamada Escuela de Salamanca o Escolástica Tardía, debe ser considerado como el padre de la Teoría Cuantitativa del Dinero (TCD), porque fue el primero en sostener que el valor de la moneda variaba de forma inversa respecto de su oferta. Para entender esta afirmación y ubicar las aportaciones de Azpilcueta, es importante describir el contexto socioeconómico de la Europa de mediados del siglo XVI. Dicho contexto se caracteriza por el descubrimiento de América, que convirtió a España en centro de la actividad comercial de Europa, con la llegada a Sevilla de las flotas de las Indias con abundantes cargamentos de metales preciosos (oro y plata). Ello convirtió a esta ciudad en el centro distribuidor de los principales centros comerciales de la Península, como las ferias internacionales de Medina del Campo, y otras. Aunque el flujo de dinero llegaba hasta los Países Bajos, en específico a Amberes. El circuito de la actividad mercantil se complementaba con la actividad comercial de las ferias de Lyon y Frankfurt, donde también se realizaba transacciones de todo tipo, como la emisión de letras de cambio, negocios de seguros y otros, vinculados a la actividad comercial. Durante la segunda mitad del siglo XVI, esta actividad generaba elevada inflación debido a que los precios registraron incrementos acelerados, que se le conoció como la “revolución de los precios”. En este contexto económico y geopolítico, surgen las aportaciones en materia económica de Martín de Azpilcueta, que se incluyen en Comentario Resolutorio de Cambios (CRC), que es uno de los cinco Anexos de su obra Manual de Confesores publicado en Salamanca en 1556. En CRC Azpilcueta expone de forma exhaustiva el concepto y los diversos tipos o clases de cambios, así como el 1 Al respecto, revisar Blaug (1985), Roncaglia (2006), Hein (2008), Amon (2011) y Schumpeter (2012). 14 tema de la moneda y sus usos. Es importante señalar que en su análisis se entrelazan la doctrina mercantil, económica, jurídica y moral, aplicando su metodología de conocer a fondo la naturaleza del problema, para posteriormente juzgar su licitud moral. Respecto a esto último, es importante señalar que para Azpilcueta la utilización del dinero por parte del cambista con el fin de obtener un beneficio era un acto lícito, porque no se opone a su naturaleza. En sus palabras: “Ni es verdad que el uso del dinero para ganar con él cambiándolo sea contra su naturaleza” (Azpilcueta, 1556). Según Ullastres (2011), las aportaciones más importantes de Azpilcueta a la ciencia económica fueron sus ideas sobre el cambio y la moneda, porque constituyen, a pesar de su exposición poco elaborada, una verdadera teoría del dinero. En su análisis sobre el dinero o la moneda, Azpilcueta reconoce ocho usos del dinero, que clasifica según el criterio nominalista y el metalista. Utilizando el primer criterio, describe a la moneda como un signo inventado para dar precio a todas las cosas, siendo este el principal uso del dinero. Bajo el criterio metalista, clasifica los restantes siete usos del dinero, que se considera constituyen las aportaciones originales de Azpilcueta sobre el dinero, porque describe las funciones del dinero como una ‘mercancía’, lo que significa que se puede hacer negocios con el mismo, ya que se puede vender, comprar o cambiar, incluso alquilar o prestar. Estas aportaciones se consideran una visión económica novedosa para su época, ya que la misma implicaba una concepción del dinero como valor de medida o como valor de cambio, que transita entre el nominalismo y el metalismo, según los usos del dinero. A partir de esta concepción del dinero, Azpilcueta desarrolla su teoría sobre los cambios, la cual tenía como propósito establecer si hay o no usura en los cambios o contratos mercantiles, para lo cual estudia todas las clases de cambios directamente vinculados con la moneda, así como las condiciones en las que éstos se realizan. De acuerdo con Azpilcueta, en los cambios deben existir dos principios esenciales que se requieren para su licitud moral: el primero se refiere a la igualdad entre lo cambiado de una y otra parte, esto es, el valor de la suma cambiada debe ser igual a su contrapartida, y el segundo establece que no puede percibirse ningún 15 suplemento sobre el precio debido al tiempo transcurrido en el préstamo. Dada la doctrina de la época sobre la usura, estos principios se consideraban indiscutibles. Pero, el primer principio presentaba problemas para su aplicación, porque la transacción diferida del reembolso del préstamo podía tener lugar en dos lugares geográficos distintos: a) el cambio dentro del espacio de una misma nación, y b) el cambio efectuado entre una determinada nación y el extranjero (otro país relativamente distante). En el primer caso, la devolución del nominal dentro de una misma nación, donde circulan monedas que se pueden cambiar en proporciones fijas, no existe ningún problema, ya que se puede devolver igual nominal que el que ha sido recibido. Por su parte, el segundo caso implica monedas distintas con valores fluctuantes, lo que planteaba la siguiente pregunta: ¿Cómo se establece la igualdad establecida? La respuesta a esta pregunta llevó a Azpilcueta a estudiar las causas que provocaban las variaciones de valor de la moneda según los países. Las tres primeras causas de los cambios se refieren al material (oro, plata) de que están hechas las monedas, las cuales no presentan problemas. Por el contrario, las otras cinco causas que están relacionadas con lo que Azpilcueta denomina la “teoría de los cambios internacionales”, si presentan problemas en su definición. Estas cinco causas se pueden agrupar en tres, que en términos actuales pueden denominarse como: i) la coyuntura sociopolítica; ii) la cantidad de moneda en circulación; iii) la distancia, que implica costos de transporte. Cabe señalar que la causa ii) cantidad de moneda en circulación corresponde a la séptima causa señalada por Azpilcueta, que la describe en los siguientes términos: “Siendo igual en las tierras donde hay gran falta de dinero, todas las otras cosas vendibles, y aun las manos y trabajos de los hombres se dan por menos dinero que donde hay abundancia de este, como por la experiencia se ve que en Francia, donde hay menos dinero que en España, valen mucho menos el pan, vino, paños, manos, y trabajos; y aun en España, en el tiempo que había menos dinero, por mucho menos se daban las cosas vendibles, las manos y los trabajos de los hombres, que después que las Indias descubiertas la cubrieron de oro y plata. La causa de lo cual es que el dinero vale más donde y cuando hay falta de él, que donde y cuando hay abundancia, …” (Azpilcueta, 1556) 16 De esta cita se deduce que, para Azpilcueta el valor de la moneda depende de su abundancia o escasez, pero está en desacuerdo de que el valor de la moneda varie cuando su curso está fijado por la ley. Al respecto, él argumenta que el valor del dinero está fijado para un efecto y no para otros, es decir, su valor está fijado para obligar a la persona que vende algo tome el dinero por dicho valor del dinero (valor nominal del dinero) y que no lo haga por más, pero no está tasado para efecto de que quien lo tiene (el dinero) no pueda ganar más o menos si se quiere y si le resulta ventajoso (Azpilcueta, 1556). Como vemos, Azpilcueta distingue dos formas de estimación del valor del dinero: 1) como precio y medida de las cosas vendibles, que es su fin principal, y que está sujeto a control; y 2) el valor que se deriva de su fin secundario, que es ganar al tratar el ‘dinero por dinero’, que significa tratar al dinero como ‘mercadería’, y no como precio de los demás bienes. Con esta descripción nuevamente confirma su idea de que el dinero se puede comportar como una mercancía, y como tal se puede vender, comprar o cambiar. Por tanto, si el dinero es una mercancía más, debe admitirse que se puede emplear para hacer negocios. La tercera causa, la distancia que implica costos de transporte, que provocan variaciones en el valor de la moneda en la lista de Azpilcueta corresponde a la 8o. causa. De acuerdo con él, los costos de transportar el dinero de un lugar a otro y los riesgos para cobrarlo justifican que la misma cantidad de dinero valga más en el lugar donde interesa disponer del mismo. A ello lo denomina Azpilcueta como ‘dinero presente y dinero ausente’; a partir de esta definición, él expone la licitud del llamado ‘contrato innominado’ que se refiere a los ‘cambios internacionales’, esto es, los contratos de negocios relacionados con el giro de dinero mediante letras de cambio de una plaza a otra. En esa época este tipo de contratos era muy usado en el comercio y en la banca internacional. En esa época, la compra de mercancías al por mayor se realizaba en lugares y épocas determinados que dieron origen a las ferias internacionales, como las ferias de Medina del Campo, las de Amberes, Lyon, etc., que conformaron circuitos de regulación de los pagos que generaba el gran comercio internacional de Europa de esos años. En ese contexto, las “letras de cambio” suponían un préstamo y un 17 cambio: préstamo porque sería pagada por el deudor algún tiempo más tarde de recibida la mercancía; y cambio porque el precio de la mercancía sería pagado en moneda distinta, en la moneda del país donde era girada la letra. Esta doble función de la letra de cambio complicaba la operación de préstamo-cambio, debido a la fluctuación de los cambios de la moneda del país, lo que dependía de las condiciones prevalecientes en la feria o plaza donde se firmará la letra de cambio, como abundancia o escasez de dinero, y si la letra se cobraba en un país extranjero, además, de la abundancia o escasez de dinero, también se consideraba las mercaderías que se pensaban adquirir. A pesar de que en estas ferias surgieron muchas formas de especulaciones bajo la apariencia de negocios regulares, Azpilcueta sostenía que este tipo de cambio era licito, y se justificaba para los cambios de internacionales, los negocios de feria a feria o a plazas cambiarias. Su argumentación sobre la licitud de las ganancias en los cambios internacionales se basaba en su teoría cuantitativista, que era visión avanza para su época. Es importante señalar que Azpilcueta fue ante todo un canonista y un moralista reconocido en su época por profundizar en el estudio de las causas de los fenómenos en general. De hecho, fue desde una intencionalidad ética que estudia los nuevos fenómenos económicos de su tiempo, para elaborar valoraciones morales de los mismos, aunque previamente estudiaba la naturaleza de dichos fenómenos. Bajo ese método, definió con originalidad y de forma novedosa para su época, la realidad mercantil y económica de la España del siglo XVI, en particular sus explicaciones sobre los flujos y variaciones monetarias internacionales. Estas aportaciones y lo novedosos de su visión económica se pueden resumir en los siguientes aspectos: 1. La concepción del dinero como “mercancía” que permite hacer negocios con el mismo, a lo que se suma su aceptación de la licitud de obtener beneficio monetario, como son los intereses. Ello condujo a Azpilcueta a sostener que el dinero se puede vender, comprar o cambiar, es decir, el reconocimiento del dinero como una mercancía, que es una de sus principales aportaciones a la teoría económica. 2. El tiempo es un factor importante para el cobro de los intereses. En igualdad de condiciones, los bienes presentes tienen un mayor valor que los bienes futuros; Por tanto, recibir dinero o bienes en el presente es mejor que recibirlos en el futuro, ello 18 justifica el pago de intereses por el tiempo que transcurre para pagar el dinero o bienes recibidos anteriormente. 3. Su mayor aportación fue haber formulado la primera versión de la “Teoría cuantitativa del dinero”, al analizar los efectos que provocaba la masiva llegada de metales preciosos de América a la economía española. Según esta teoría el incremento del dinero en circulación ocasiona un incremento proporcional en el nivel de los precios. Será hasta el siglo XX cuando Irving Fisher (1867-1947) formula esta teoría en términos matemáticos, como una relación entre la oferta monetaria y su velocidad de circulación como determinantes del nivel de precios, conocida como la “Fórmula de Fisher”. 4. La justificación del carácter licito de las ganancias en los cambios internacionales derivados de los negocios de feria a feria, se sustenta en las variaciones del valor de las monedas en cada país, lo que hacía imprevisible su valor real, dado que dichas variaciones dependían de la masa de dinero circulante en cada país y en un momento concreto. Recapitulando, la visión de Azpilcueta fue fundamental en el cambio de los planteamientos medievales, que prohibían la “usura”, mismos que quedaron rebasados ante la expansión del comercio internacional en Europa. Ello le obligó a revisar los cambios económicos para replantear su valoración ética; en ese sentido, su visión de los cambios y su concepción del dinero contribuyeron explicar el tránsito entre la decadente Era del Medievo y el surgimiento de la Era Capitalista. Concretamente, sus planteamientos sobre los usos de la moneda o dinero y las causas que provocaban las variaciones en el valor de éstas, según el país, fueron fundamentales para entender el desarrollo del capitalista en general. 1.2 La visión metalista tradicional del dinero. La determinación del nivel de precios en Jean Bodin. Para los pensadores mercantilistas de la primera mitad del siglo XVI, particularmente los españoles y portugueses, denominados bullionistas, la acumulación de dinero estaba directamente vinculada a la “riqueza de una nación”. El dinero era una mercancía especial por estar constituido por metales preciosos, marcadas con un sello que, en principio, garantiza su peso en oro o en plata, lo que explica que la principal recomendación de estos mercantilistas fuese la acumulación y conservación de los metales preciosos en el reino. En otras palabras, el valor 19 intrínseco del oro y de la plata, así como su carácter imperecedero, convertían a los metales preciosos en la esencia misma de la riqueza. En congruencia con esta visión, recomendaban: prohibir la exportar el oro y la plata; cobro de sobretasas de cambio para las monedas extranjeras; pagar las importaciones de bienes en mercancías y no en metales preciosos; repatriar las ganancias obtenidas en el extranjero. Si bien el dinero fue un concepto central en el pensamiento económico mercantilista, y su principal recomendación de política económica fue la mayor acumulación posible de metales preciosos, a través del mantenimiento de un saldo favorable en los intercambios comerciales con el exterior, esta visión se fue ampliando al interior del pensamiento económico mercantilista con el desarrollo de varias líneas de estudio, como las relaciones entre el dinero y la actividad económica, el dinero y los precios, el dinero y la inflación, el dinero y la tasa de interés, el dinero y el tipo de cambio, el dinero y el crédito, y el dinero y la balanza de pagos. Por mucho tiempo Jean Bodin (1529-1596) fue considerado como el primer economista en formular la Teoría cuantitativa de la moneda, tomando como referencia su respuesta a Monsieur de Malestroit, magistrado del Parlamento de París, quien negaba la subida de los precios a largo plazo, argumentando que las posibles causas de la subida de los precios de los bienes era el alza de los valores legales de circulación de las piezas monetarias y las manipulaciones monetarias de los soberanos franceses. En su respuesta Bodino sostiene que los precios suben debido a diferentes causas, siendo la principal el aumento de las cantidades existentes de oro y plata. Además de la influencia de los monopolios y otras causas. Esta respuesta fue publicada en 1568 bajo el título de Respuesta a Monsieur de Malestroit, que fue su primer escrito sobre temas económicos, la cual fue considerada por mucho tiempo como la primera explicación sobre la Teoría cuantitativa del dinero, dada su influencia en el pensamiento económico europeo de la época. Sin embargo, como vimos, fue Martín Azpilcueta el primero en hacer planteamientos novedosos sobre el tema, para explicar los efectos inflacionarios de 20 las masivas entradas de metales preciosos a los países europeos colonialistas que prevenía de sus colonias, en especial de las colonias españolas. Algunos autores sostienen que es muy probable que Bodin haya conocido las ideas económicas de la Escuela Escolástica de Salamanca, en concreto de Azpilcueta, ya que éste estuvo en la Universidad de Toulouse. En la visión de Bodin, el aumento de los precios de los bienes esenciales (cereales, frutas, incluso las tierras, etc.) superior a la depreciación de las monedas, no era solo ‘nominal’, sino real. Planteó la inflación no como mera ilusión, sino como un factor real que obligaba a tratar de entender que lo ocasionaba, lo que lo llevo a concluir que el crecimiento de la oferta de metales preciosos en relación con la oferta de los demás bienes disminuía los precios relativos del oro y la plata con respecto a los demás bienes. En otras palabras, el nivel general de precios (el inverso del valor del dinero) y la cantidad de oro y pata existente en el mercado mantienen una relación directamente. Esta explicación aporta elementos a la Teoría Cuantitativa del Dinero de Azpilcueta, quien proporcionó los elementos analíticos que dieron origen al primer planteamiento de esta teoría. Por su parte, los planteamientos de Bodin aportan elementos para una teoría monetaria de la inflación, al sostener que el nivel de precios es determinado por la cantidad de dinero. Sin embargo, en este razonamiento están ausentes otros elementos esenciales de la teoría cuantitativa, como la secuencia y relación entre la oferta excedente de dinero, demanda excedente de bienes y la inflación; y no se explica la supuesta proporcionalidad entre el nivel de precios y la cantidad de dinero. En última instancia, las aportaciones económicas de Bodin se concretan a un modelo de oferta-demanda de dinero como una mercancía especial. Por otro lado, Bodin sostienen que las causas que provocan el aumento en la cantidad de dinero se ubican en la balanza comercial, concretamente en el comercio exterior de Francia con España que es altamente superavitario, lo que se traduce en la importación neta de oro y plata. A ello se suman las transferencias de muchos franceses que encontraron fortuna en España y la entrada de capitales de los numerosos banqueros extranjeros que se instalaron en esa época en Francia. 21 Si bien el análisis de Bodin se centra en el mecanismo monetario, incluye otras causas del aumento de los precios, como la demanda de bienes de moda, el incremento de las exportaciones que reduce la oferta interior, los monopolios y las alianzas que frenan la competencia, y o los gastos excesivos de los miembros de la monarquía. Las conclusiones a que llega Bodin son insostenibles en términos prácticos, pues según él, es muy difícil luchar contra las causas secundarias de la inflación, y respecto al exceso de dinero, principal causa generadora del aumento de los precios de los bienes, su razonamiento es un reflejo de las contradicciones del pensamiento mercantilista, en el cual está inmerso Bodin. De cualquier forma, el exceso de dinero es claramente preferible a la escasez monetaria que se registró en Francia en los años anteriores. En este contexto, es evidente que no tenía sentido adoptar una política de deflación si se deseaba seguir comerciando con el exterior. Recapitulando, el análisis de Bodin no va más allá de oponerse a las manipulaciones monetarias de los soberanos franceses, y defender sin fundamentos, las ventajas de una moneda cuyo contenido metálico fuese estable. Su visión sobre la relación positiva entre la abundancia monetaria y los precios será el eje central del pensamiento económico mercantilista, expuesta en Los seis libros de la República (1576), en específico en el sexto Libro, donde expone los principales principios económicos de su pensamiento mercantilista, enfatizando la necesidad de establecer límites a la salida de materias primas y a la importación de manufacturas no imprescindibles. Aunque defiende el comercio internacional, argumentando que el beneficio de un país no supone necesariamente pérdida para otro país. 1.3 La visión mercantilista no tradicional del dinero. El pensamiento económico mercantilista tradicional fue evolucionando a medida que el contexto geopolítico de la época fue cambiando, y las actividades económico- 22 financieras se hicieron más complejas. De tal forma que, hacia mediados del siglo XVII varios economistas mercantilistas no compartían las ideas de Bodin, en particular sus medidas para controlar los flujos de comercio con el exterior. 1.3.1 El ciclo dinero, crédito y expansión de la actividad económica. Edward Misselden, William Potter y Bernardo Davanzati Los estudiosos que compartieron la visión sobre el círculo virtuoso del dinero, el crédito y expansión de la actividad económica fueron Edward Misselden,William Potter y Bernardo Davanzati. Por su parte, Edward Misselden (1608-1654) recomendaba la acumulación de metales preciosos, por considerar que ello generaría dos efectos económicos favorables: i) estímulo al comercio y ii) la baja de las tasas de interés. Respecto al efecto favorable sobre el comercio, él argumentaba en su libro Free trade (1622) que el envilecimiento de la moneda debido a la mayor cantidad de dinero, si incrementaba los precios de los bienes, pero también aumentaba la actividad económica. Al respecto, afirmaban que, si bien el aumento de la moneda tenderá a encarecer todas las cosas, la población se vería favorecida con la abundancia de dinero y con la mayor rapidez de la actividad comercial. Dado que consideraba que esta abundancia beneficiaba a todos por igual, afirmaba que nadie saldría perjudicado porque quien comprará caro también vendería caro. Y, sostiene que era mejor para el Reino que las cosas sean caras gracias a la abundancia de dinero que su baratura por la carestía de este. Otro de los economistas que compartía esta visión mercantilista fue William Potter, quien sostiene en su libro The key of wealth (1650), que una mayor cantidad de dinero, crédito o medios de cambio haya incrementará la cantidad de mercancías vendidas, es decir, mayor será el comercio. Al respecto, sostenía que tal situación automáticamente implica el bien común, y que el incremento en la cantidad de dinero no provocaba incrementos en los precios de las mercancías. Por el contrario, la expansión en la venta de mercancías tenía un efecto positivo en la producción de las mismas. 23 Por su parte, el mercader italiano Bernardo Davanzati que también compartía esta perspectiva mercantilista, aunque su visión es muy reduccionista de la teoría cuantitativa del dinero, en su libro Lecciones sobre la moneda (1588), pues sostiene que todos los bienes se intercambiaban por todo el dinero existente. Al respecto, argumenta que todas las cosas valen todo el oro que existe en el mundo, y que todos los hombres codician con pasión todo el oro para comprar todas las cosas que necesitan para satisfacer sus carencias y deseos. Este razonamiento es muy simple, ya que supone que el dinero sólo circulaba una vez en los intercambios, lo que explicaba la incapacidad de la economía mercantilista para desarrollar una economía más monetaria. Así mismo, sostenía que la concentración del dinero en pocas manos era la causa de la lentitud de la circulación del dinero, lo que impedía el desarrollo de un comercio basado en intercambios monetarios. Esto último supone que una mayor demanda agregada generará una expansión en la oferta agregada, lo que requiere de crédito (dinero); es decir, será necesario expandir el crédito para financiar la inversión productiva. Esta primera idea sobre la relación entre el crédito y la expansión de la actividad económica explica que, estos mercantilistas no tradicionales recomendaban incrementar la oferta monetaria para elevar el comercio y, con ello, estimular la inversión y la producción de bienes. La visión económica mercantilista dominó la vida académica y las decisiones de los gobiernos de toda Europa hasta mediados del siglo XVIII, cuya principal recomendación era incrementar los medios de pago internos de un país, mediante las restricciones al comercio internacional y la manipulación del crédito, con el objetivo de estimular la actividad económica en el país y reducir las tasas de interés nacionales. 1.3.2 Los mercantilistas del siglo XVII y XVIII. Durante el siglo XVII y mediados del XVIII la escuela mercantilista concibe el proceso económico como resultado de un ciclo de flujos de gasto, donde los gastos, incluidos los improductivos, como los de los terratenientes, contribuían al 24 funcionamiento del sistema económico. Uno de los economistas de la época que compartía esta visión fue David Hume (1752), quien planteó la primera noción de una relación causal entre la oferta de dinero y el nivel de los precios en un contexto de dinero-mercancía. Según él, la circulación monetaria es un ‘mecanismo de flujo especie-precio’ que establece una relación directa entre la oferta monetaria y los precios, asumiendo la existencia de efectos reales temporales o transitorios, esto es, de corto plazo, cuando las economías son abiertas, como lo eran en esa época las economías europeas. Es importante señalar que esta relación no fue considerada por la mayoría de los economistas clásicos, quienes, además ignoraron su tesis que sostiene que en el largo plazo estos efectos sobre la producción, inducidos en gran medida por el comercio exterior, se verían compensados. Según Hume, ello garantizaba el equilibrio de la balanza comercial de las distintas naciones, mediante la regulación de los niveles de precios. Con ello, Hume negaba el principio mercantilista dominante que sostenía la posibilidad de mantener de forma automática y permanente una balanza comercial positiva (Blaug, 2001). A partir de la visión de Hume sobre el ciclo de flujos de gasto y el mecanismo de flujo especie-precio, podemos resumir la concepción de los mercantilistas sobre la circulación monetaria en dos ideas generales: i) es necesario incrementar la cantidad de dinero para que aumente el número de intercambios monetarios y, por tanto, la división del trabajo, y ii) es necesario incrementar la cantidad de dinero para estimular la demanda agregada de la economía y, con ello, elevar la oferta agregada. En términos estrictos estas dos ideas están interrelacionadas, porque afirmar que la carestía de dinero restringe los intercambios monetarios supone que la demanda de bienes es inferior a la que podría ser y, por tanto, también es menor la oferta agregada. Respecto a que la carestía de dinero obstaculiza la división del trabajo, solo se sostienen si se supone, por un lado, que una misma cantidad de dinero no puede circular con mayor rapidez y, por tanto, no permite un mayor número de intercambios, y por el otro, que no existen otros instrumentos 25 complementarios al dinero que actúen como medios de pago en los intercambios, como el crédito. En cuanto a que es necesario incrementar la cantidad de dinero para estimular la demanda agregada, y, con ello elevar la oferta agregada, supone que el crédito no incrementa la producción y, por ende, no tiene efectos positivos sobre la inversión. Será Cantillon quien analizará las limitaciones prácticas de la visión mercantilista de Hume sobre la circulación monetaria, al demostrar que misma cantidad de dinero puede circular a distintas velocidades, y que a medida que se eleva la velocidad de circulación menor cantidad de dinero será necesaria y, por el contrario, a menor rapidez, mayor cantidad de dinero será necesaria. 1.3.2.1 John Locke fundador del liberalismo económico. La concepción metalista del dinero Las aportaciones monetarias liberales de John Locke son importantes no solo por el reconocimiento que de las mismas hiciera Hume, sino también porque su visión metalista del dinero fue asumida por los clásicos en su teoría cuantitativa del dinero. En efecto, estas aportaciones constituyeron el fundamento del ‘análisis real’ de Adams Smith, que sostiene que el libre albedrío de los individuos determinado por un tipo de egoísmo individual positivo da origen a una mano invisible que establece precios relativos correctos. Entendiendo por ello, una especie de tasa de sustitución entre bienes, físicamente determinada por un mecanismo que asegura de forma natural y simultáneamente el equilibrio en todos los mercados. De acuerdo con Locke, en términos estrictos solo el oro y la plata son dinero, es decir, la única fuente de valor del dinero es la constituida por estos metales. Evidentemente, esta afirmación no es analítica sino dogmática, que en su época fue aceptada para fines prácticos, debido a que la moneda tenía un valor intrínseco determinado por su cantidad efectiva de metales preciosos (oro o plata), pero también un valor extrínseco determinado por la nominación fijada a la moneda por la autoridad política (casa de moneda), es decir, por el valor impreso en el sello. La aportación de Locke reside precisamente en negar esta segunda determinación 26 como fuente de valor, por considerarla una recurrente intromisión gubernamental en la determinación del valor del dinero, que en la mayoría de los casos se debe a la necesidad contingente de solventar gastos, como los generados por las guerras, o por la mera arbitrariedad del soberano en turno. Según Locke, dicha práctica debía eliminarse, porque la misma es la principal causa de la crisis y de la variación del valor de la moneda. En consecuencia, desde un punto de vista normativo, el soberano no debía determinan el valor del dinero; en otras palabras, debe eliminarse la determinación del valor de la moneda por parte del soberano. En ese sentido, Locke afirmaba “… la riqueza no significa sólo más oro y plata, sino más en proporción con otros países” (Blaug, 2001). Como vemos, Locke no proporciona una argumentación analítica de los determinantes del valor de la moneda, simplemente asume una postura normativa a nivel de la política social vinculada al ámbito de lo monetario-económico. No obstante, su visión metalista del valor del dinero sentó las bases ideológicas para que los economistas clásicos desarrollarán posteriormente su visión neutral del dinero y naturalista del mercado, que se convertirían en los fundamentos de la ciencia económica convencional u ortodoxa. 1.3.2.2 La visión mercantilista de esquemas de créditos basados en la tierra Hacia la segunda mitad del siglo XVII, surgen pensadores mercantilistas que promueven diversos esquemas crediticios basados en la tierra, un recurso abundante, para resolver el grave problema de escasez de dinero provocado por la reducción en las entradas de oro y plata. William Potter. El esquema crédito basado en pagarés William Potter fue uno de los primeros estudiosos que desarrollo en su libro The key of wealth publicado en 1650, la visión de establecer esquemas de crédito basado en la tierra, cuyo planteamiento central parte de la necesidad de incrementar la circulación monetaria para aumentar el comercio y bajar los tipos de interés. En 27 congruencia con este argumento, y considerando que no se podría incrementar el dinero hasta alcanzar la cantidad necesaria, recomendaba acelerar el comercio mediante la multiplicación del crédito “firme y reconocido de los mercaderes que pueda transmitirse de mano en mano”. En otras palabras, Potter recomendaba complementar el uso de metales preciosos como medio de pago con los pagarés de empresa; y que las empresas que emitiera tales pagarés fueran sociedades que concentraran el capital de numerosos mercaderes y que contara con un seguro contra impagos. Además, proponía que dichos pagarés fueran pagaderos a la vista en oro, con lo que se limitaba sus posibilidades de emisión, y se girarían únicamente contra “activos de calidad”, con cuya venta a cambio de oro o de los propios pagarés se saldarían las obligaciones vivas. Pero, Potter no claro que entendía por “activos de suficiente calidad”, pues se refería en general a: fianzas, hipotecas de tierras, o si la empresa las aceptabas “mercancías de considerable valor”. Como vemos, el concepto de “activos de calidad” de Potter era muy amplio, lo que no aseguraba que su propuesta de expansión de crédito basada en pagarés generará una situación inflacionista, como sucedió con la propuesta de John Law (1671-1729). No obstante, a diferencia de éste, todo indica que Potter estaba consciente de la necesidad de que los pagarés refluyeran al emisor, que en todo momento fueran amortizables en oro y que su garantía fuera de buena calidad y fácilmente vendible. Dada esas características, él asumía que la tierra, aunque no sólo ésta, cumplía con esas características. Esta propuesta de los pagarés, que se considera un error de diagnóstico de Potter, fue incorporada por Adam Smith en su visión o Doctrina de las Letras Reales. John Law, fundador de las finanzas modernas: El sistema de crédito basado en el papel moneda inconvertible Si bien Potter fue quien aportó las primeras ideas sobre la necesidad de expandir el crédito a inicios del siglo XVIII, mismas que fueron ampliadas por Nicholas Barbon (1640-1698) y John Asgill (1659-1738), será John Law (1671-1729), quien aportara las ideas prácticas para aplicar un esquema de crédito, por lo que es considerado como el inventor del papel moneda. Al respecto, argumentaba que los bancos al 28 prestar varias veces las mismas sumas de dinero ejercían una función implícita de creación de dinero, advirtiendo que la velocidad de circulación no aumentaba en absoluto, porque ésta dependía de factores institucionales (Law, 1705). De hecho, él asumía que la velocidad del dinero era estable, supuesto que posteriormente será retomado por los economistas clásicos, específicamente por Smith, en la formulación de la teoría cuantitativa clásica. Las propuestas prácticas de Law están contenidas en su libro Dinero y comercio considerados con una propuesta para abastecer con dinero a la nación (1705), entre éstas está la propuesta legislativa para reformar el sistema bancario escocés, misma que fue rechazada por el Parlamento de Escocia por considerarla inviable. En dicha propuesta Law argumentó que el trueque en el pasado había limitado el comercio, porque la insuficiencia monetaria impidió la profundización de la división del trabajo. De ahí que propusiera incrementar la cantidad de medios de cambio para integrar todos los recursos ociosos a la división nacional del trabajo, ya que el comercio interno dependía del dinero, porque una mayor cantidad de dinero genera más empleo. De acuerdo con Law, el dinero es imprescindible para ampliar la división del trabajo, porque proporcionaba una buena reserva de valor y permitía homogeneizar los precios en una unidad de cuenta común. Sin embargo, según Law, la plata que era el respaldo del dinero, tenía el problema de su escasez en relación con las necesidades del comercio, y todas las propuestas de los mercantilistas tradicionales para acumular metales preciosos habían sido inviables para resolver el problema de la escasez de dinero. La propuesta de Potter de suplir la falta de plata con crédito o pagarés convertibles en plata tampoco fue aceptada por Law, debido a que la consideraba demasiado restrictiva, porque, según él, todo crédito que promete un pago de dinero no puede extender más allá de cierta proporción que debe guardar con el dinero, ya que el crédito que se pudiera dar con el dinero existente sería irrelevante, dada la baja cantidad de dinero existente. A partir de esta concepción, Law construyó una visión errónea que lo condujo al descrédito posteriormente. 29 Al igual que Barbon y Asgill, Law consideró que otros bienes distintos a la plata podrían convertirse en dinero con la misma seguridad e idénticas ventajas, este bien podría ser la tierra, que, según él, tiene propiedades superiores a la plata para convertirse en dinero. En el razonamiento de Law, la plata es un bien con valor susceptible de fluctuar debido a las manipulaciones monetarias de los monarcas, a la facilidad para exportarla y al eventual aumento de su producción. Además, se trataba de un bien que podía desmonetizarse, lo que reducirá drásticamente su valor debido a su escasa utilidad no monetaria. Por el contrario, un dinero papel cuyo valor estuviera ligado a las tierras resultaría más ventajoso, debido a: a) fácil de transportar; b) igual valor en todas partes; c) se puede conservar sin pérdida o gastos; d) puede dividirse sin pérdida; y e) puede llevar un cuño oficial que lo haría más difícil de falsificar. Esta exposición de las ventajas de la tierra ligada a la emisión de papel moneda se incluyeron en la tercera Carta sobre el nuevo sistema financiero (1720), argumentado que la mayor ventaja de la tierra como referencia del papel moneda es que nunca será retirado de la circulación, principal función del papel moneda inconvertible en plata. Se suponía que con la emisión y uso de este tipo de papel moneda se eliminaban los problemas, como los escases de dinero, que generaba el atesoramiento de la plata. En general, la mayoría de las grandes naciones comerciales de la época aceptaban que este tipo de papel moneda era más cualificado para ser usado como dinero en comparación con la plata, siempre y cuando el mismo tuviese valor, el cual estaría dado por su vínculo directo con las tierras de cada nación. Precisamente, para establecer el vínculo entre el valor del papel moneda y las tierras escocesas, Law propuso la creación de una Comisión Parlamentaria autorizada a emitir ese papel moneda mediante tres procedimientos: 1) concediendo hipotecas equivalentes a dos tercios del valor de mercado de las tierras y cobrando el tipo de interés de mercado; 2) concediendo hipotecas equivalentes al 100% del valor de mercado de las tierras, siempre que se ceda a la Comisión hasta el completo repago de la hipoteca, el uso de la tierra; y c) comprando tierras a su valor de mercado. Por su parte, la Comisión se obligaba a cobrar las hipotecas o a revender las tierras en el mismo papel moneda que había emitido la 30 hipoteca, y no a cambio de oro o plata. En este sistema la Comisión funcionaria como una caja de conversión de papel moneda por tierras, o mejor dicho, como un banco que emitía pasivos convertibles en tierra. Law suponía que el valor del papel moneda se estabilizaría y supliría a la muy escasa plata, porque el papel moneda propuesto tendría el mismo valor que la plata, ya que éste poseería el valor de la tierra que lo garantiza, y el valor de la tierra es igual al de la suma de plata que se paga por ella en el mercado. Como se comentó en párrafos arriba, afortunadamente el Parlamento de Escocia no aprobó este esquema de inflación crediticia, por considerar que su propuesta de sistema de crédito basado en papel moneda inconvertible en plata u oro presentaba inconsistencias y deficiencias prácticas que conducirían a una espiral inflacionaria. Dichas inconsistencias se pueden resumir en tres 1. El dinero no es en última instancia el crédito, sino las tierras. Aunque Law afirma que el papel cuenta con mejores características dinerarias que la plata, lo cierto es que la comparación adecuada no debía establecerse entre el papel y la plata, sino entre las tierras y la plata. Además, en la época de Law ya circulaban los pagarés desembolsables en plata, y ello no significaba que el patrón monetario estuviera basado en el pagaré. A partir de estas consideraciones, no es claro que, incluso bajo los criterios de Law, la tierra sea un mejor dinero que la plata, porque no es más fácil de transportar (su transportación es imposible), ni tiene un valor idéntico en todas las zonas (de hecho, el mercado del suelo es extremadamente localista), ni los gastos de conservación son más bajos que los de la plata (el gasto anual para mantener en buen estado las tierras es bastante más elevado que el de mantener en buen estado la plata), ni es más fácilmente divisible sin que pierda valor (el valor de muchos terrenos depende, justamente, de su extensión y unidad). Tales características, de la tierra, vuelven muy complicada su utilización como dinero. Por ejemplo, si un tenedor de papel moneda sólo quiere reembolsar una parte, o se le deniega la conversión o puede ser necesario dividir las tierras, los gastos anuales de mantenimiento de las tierras serían elevados para la Comisión. Asimismo, al no poder transportarse, la única manera de trasladar el dinero fuera del país sería logrando que algún extranjero acepte tener exposición a las tierras escocesas o de otra nación (lo cual puede ser muy complicado y costoso). Además de estos inconvenientes, el mayor problema de la tierra como dinero es la inestabilidad de su valor. 2. El valor de las tierras es potencialmente muy fluctuante: El precio de mercado de las tierras no depende de su utilidad directa, sino de la 31 expectativa de los bienes futuros que proporcionará. De hecho, el propio Law criticó la propuesta que Chamberlen le hiciera al Parlamento Escocés, de un sistema de crédito muy similar al suyo, basado en la extensión de préstamos hipotecarios sin capitalizar el valor de las tierras según el tipo de interés. Según Law, este sistema era inviable porque ninguna anticipación es igual a lo que ya existe, es decir, “un año de renta hoy equivale a 15 años de renta dentro de 50 años, ya que pues ese dinero prestado a interés producirá ese tanto”. Si bien esta crítica de Law era correcta, la misma también era válida para su propuesta de papel moneda no convertible en plata, porque su valor estaba ligado al valor de la tierra. En última instancia, si el precio de mercado de las tierras depende de las expectativas de producción de bienes futuros, el valor presente podría fluctuar según se mantengan perspectivas pesimistas u optimistas sobre el futuro. Así que, un bien cuyo valor es susceptible de constantes fluctuaciones no puede ser un bien dinero que actúe como unidad de cuenta. Por otro lado, crear medios de pago presentes, como el papel moneda, a partir de bienes futuros (bienes que todavía no existen) necesariamente generará inflación toda vez que esos medios de pago circulen en el resto de la economía. Simplemente se habría creado nuevo poder adquisición en el presente sin producción presente para ser adquirida en contrapartida. 3. La inflación generada por el sistema de crédito propuesto por Law, podría convertir en un grave problema si al papel moneda se le hubiera otorgado, como pretendía Law, la función de curso forzoso del país y, en consecuencia, desplazando a la plata como dinero. Todo indicaba que esto era posible que sucediera, pues Law proponía que la monetización de las tierras se efectuará a su precio de mercado en plata, pero si esta deja de circular y los precios de las tierras quedan fijados en términos del propio papel moneda que respaldan, habría una absoluta indeterminación de los valores nominales de ese sistema económico. En efecto, cuanto más papel emitiera la Comisión más subirían los precios de las tierras, y cuanto más subieran los precios de las tierras más papel moneda tendría que emitir la Comisión a quienes se las quieran vender. Únicamente habría dos formas de limitar esta dinámica del sistema propuesto por Law: a) permitiendo que el papel moneda sea convertible en plata (o en oro) y b) dejando que sea la circulación de plata la que determine los precios del resto de bienes, lo que implica que el valor del papel moneda esté ligado al valor de las tierras en plata. Ésta última parece ser la solución propuesta por Law, pero ello es inconsistente con su planteamiento general, tanto si el papel moneda es convertible en plata como si no lo es, ya que la emisión de papel moneda está determinada por los precios en plata. En otras palabras, Law reconoce implícitamente que el anclaje monetario del sistema lo proporciona la plata y no la tierra, esto es, se está reconociendo que la plata es dinero y la tierra no. 32 Estas deficiencias y contradicciones practicas del sistema de crédito basado en papel moneda no convertible en plata propuesto por Law se hicieron evidentes cuando, una década después de que el parlamento de Escocia rechazara su proyecto, Law convenciera al Duque Felipe II de Orleans, regente de Luis XV, de que le permitiera iniciar sus operaciones aplicando parcialmente su sistema a partir de 1715, en un contexto financiero complicado, Al respecto, debe resaltarse que en esa época la grave situación financiera le impedía Francia explotar los vastos territorios de La Luisiana, la Nueva Francia, en lo que hoy es EUA. Ello explica que Francia encontrará en la propuesta de Law una solución a su urgente necesidad de expandir el crédito, razón suficiente para que Felipe II de Orleans le permitió a Law crear un banco privado, el Banco General, cuyos pasivos debían ser convertibles en oro y plata. Esto último era una de las principales diferencias con respecto al esquema original propuesto por Law al Parlamento Escocés. En principio se trataba de una entidad esencialmente privada, pero rápidamente estableció relaciones con el gobierno, quien depositó todos sus fondos en el Banco General, lo que obligó a éste a pagar sus impuestos con sus pasivos. Ello, implicó en los hechos, que el Banco General se convirtiera, en última instancia, en el principal prestamista del gobierno. Paralelamente, en 1717 Law creó la Compañía de Occidente (o Compañía del Mississippi) a la que se le concedió el monopolio de la explotación de La Luisiana. Las altas expectativas positivas de la Compañía se reflejaron en el incremento del precio de sus acciones en el momento de ser colocadas en la bolsa, las cuales debían adquirirse con pasivos del Banco General. La Compañía tenía un acuerdo con el gobierno, mediante el cual se emplearían los billetes recibidos para adquirir deuda pública a perpetuidad, permitiendo con ello un financiamiento más barato al Estado. En un contexto de burbuja de bonanza, las acciones de la Compañía se dispararon desde 150 libras hasta tocar las 18.000, lo que a su vez incrementaba la relativa solvencia de la compañía para seguir endeudándose, y seguir proporcionando, como resultado de las sucesivas ampliaciones de capital, masivos fondos al gobierno. Fue tal el incremento del capital social de la Compañía, que en 33 1719 ésta optó por prestarle al gobierno suficiente capital, obtenido tanto por préstamos del Banco como por la ampliación de su capital. Dichos prestamos fueron suficientes para que el gobierno recomprara toda la deuda pública del país, con el propósito de reducir sus costos financieros. En otras palabras, los accionistas de la Compañía se convirtieron indirectamente en los nuevos prestamistas del gobierno. Un año después, en 1920 el Duque de Orleans nacionalizó el Banco General, bajo la denominación de Banco Real, convirtiendo sus pasivos en curso legal para saldar cualquier obligación dentro de Francia, con lo que se convirtió en el prestamista privilegiado de la Compañía. En ese año, la Compañía compró el Banco Real, La elevada inflación que se registraba en 1720, provocada por la excesiva emisión de billetes del Banco Real deterioró rápidamente las perspectivas económicas. Propiciando que los tenedores de las acciones de la Compañía se vendieran masivamente a cambio de los pasivos del Banco Real, demandando su inmediata conversión en oro y plata de unos billetes sin suficiente cobertura, ya que todos los activos del Banco estaban inmovilizados en deuda pública y acciones de la Compañía. El sistema estaba condenado a colapsarse, Law trató de evitarlo mediante distintas medidas; por ejemplo, limitando la convertibilidad de los pasivos a los de más alta denominación; quemando públicamente billetes del Banco General; prohibiendo el atesoramiento de oro; monetizando las acciones de la Compañía para tratar de mantener su precio, entre otras. Sin embargo, con dichas medidas aceleró la fuga de los pasivos del banco y generar más inflación. El sistema terminó desmoronándose, lo que provocó el descrédito de Law, que tuvo que escapar de Francia. Las fallas prácticas del sistema de crédito de Law aplicado en Francia, son evidente si consideramos que su origen se ubica en el hecho de que el Banco Real imprimiera billetes a cambio de títulos sobre bienes futuros, ya fuera deuda pública o acciones de la compañía (en lugar de tierras de Escocia). Una vez que la inflación se desató, tal como era de esperarse, el Banco fue incapaz de atender sus pasivos. El fracaso de este sistema de creación de crédito contra bienes futuros de pasivos a corto plazo, que confieren poder adquisitivo presente, ha sido la referencia para que Law pasara a la historia como un economista ignorante y un ambicioso 34 banquero, que cuestionaron su reputación como economista. Sin embargo, debe reconocerse que sus ideas económicas sentaron las bases de las finanzas modernas, ya que el mismo se constituyó en una referencia para otros sistemas monetarios desde entonces. Así lo demuestran el hecho del surgimiento de sistemas de creación de moneda con cargo al valor de bienes futuros y todo tipo de activos. Por ejemplo, la monetización de tierras (Assigna franceses y Rentenmark alemanes)2; la monetización de deuda pública, practicada por todos los bancos centrales del mundo, incluidas las recientes flexibilizaciones cuantitativas de la Reserva Federal estadounidense, o la monetización de deuda familiar y empresarial (de hipotecas). Además, deben reconocerse otras aportaciones de Law, como su exposición sobre el origen, las funciones y las propiedades del dinero, mismas que fueron superadas hasta finales del siglo XIX por Carl Menger. Por otro lado, Law se opuso a las devaluaciones, a las mutaciones monetarias o al control normativo de los tipos de interés, argumentado que eran más perjudiciales que beneficiosas. 1.3.2.3 David Hume. La sucesión de gastos y el proceso económico: Flujo-especie-precio En general, podemos sostener que los análisis de los mercantilistas de los siglos XVII y XVIII, excluyendo a los autores escolásticos, conciben el proceso económico como resultado de la sucesión de flujos de gasto; incluso del improductivo de los terratenientes (vicios y lujos) contribuye al funcionamiento del sistema económico. Sin embargo, la formalización del vínculo causal entre la oferta de dinero y los precios en un marco analítico de dinero mercancía, es más evidente en el análisis 2 Los Assigna (Asignados) francese fueron billetes de papel moneda emitidos por la Asamblea a Nacional Francesa en 1790 durante la Revolución Frances, para financiar las reformas y cubrir la deuda pública del gobierno francés. El Rentenmark fue la moneda emitida por el Gobierno de la República de Weimar a finales de 1923, para frenar la hiperinflación alemana de 1922 y 1923. Esta nueva moneda sustituía al antiguo Papiermark, el papel moneda utilizado por los gobiernos alemanes desde el inicio de la Gran Guerra, el cual no estaba respaldado por oro. El Rentenmark fue concebido como una moneda “intermedia” o “moneda de transición” que permitiera mantener el antiguo marco alemán, mediante una conversión donde la moneda no tuviera respaldo en oro, sino en productos de la economía nacional. A pesar de no estar diseñada para tener un curso legal, el Rentenmark fue aceptada por la población, lo que permitió controlar la hiperinflación al cesar la emisión de billetes sin respaldo. 35 de David Hume (1752). En efecto, en la exposición de su “mecanismo de flujo especie-precio”, Hume sostiene que existe una relación directa entre la oferta monetaria y los precios, y reconoce que pueden presentarse efectos reales de corto o largo plazo En el largo plazo, de acuerdo con Hume, los efectos sobre la producción inducidos en gran medida por el comercio internacional, podrían ser compensados para asegurar el equilibrio de la balanza comercial de las distintas naciones a través de la regulación de los niveles de precios. Con esta medida se hubiese eliminado el principio mercantilista de la posibilidad de mantener permanente una balanza comercial positiva (Blaug, 1986). En ese sentido, Hume compartía el rechazo de Locke de la intervención del Estado para modificar artificialmente la tasa de interés, porque de acuerdo con éste, provocaban distorsiones monetarias, como cambios en la oferta monetaria y en los precios. De acuerdo con Hume (1755), el mecanismo “flujo-especie-precio” funcionaba de la siguiente forma: el saldo de la balanza comercial depende de la relación de los precios internos respecto de los precios externos, es decir, de los términos de intercambio. Entonces, un crecimiento monetario excesivo, el cual eleva los precios internos, deteriorará la competitividad, lo que a su vez provocará un déficit comercial. El saldo negativo de la balanza comercial deberá corregirse; una primera solución podría ser mediante la obtención de créditos externos, los cuales se encarecerán y, como consecuencia de ello, conducirán a la depreciación de la moneda interna. Si la magnitud de la depreciación del tipo de cambio cubre los costos de exportación de oro; entonces, una parte de los billetes en circulación se convertirán en oro, lo que permitirá obtener los bienes necesarios para cubrir las obligaciones con el exterior. A este efecto, posteriormente Cantillon lo denominó "el punto de salida de oro". Evidentemente, Hume supone que este mecanismo conduce nuevamente al equilibrio, porque la salida de oro y la contracción de la base monetaria conducirán finalmente a una disminución de los precios internos hasta un punto en que se consiga nuevamente el equilibrio de la balanza comercial. La hipótesis del equilibrio automático de los intercambios exteriores y de la distribución de la liquidez internacional de Hume (1752), fue adoptada de forma integral en el análisis de los economistas clásicos, en particular por David Ricardo. 36 En este sentido, los economistas no hicieron aportaciones novedosas a la teoría monetaria de su época, en sentido estricto, el análisis sobre los problemas monetarios avanzó con las discusiones sobre la suspensión de la convertibilidad de la libra entre 1797 y los años 1819-1821. 1.3.2.4 Richard Cantillon. El circuito dinero-crédito y sus efectos monetarios Será Richard Cantillon (1755) quien profundizará sobre los efectos que generaba un aumento de la cantidad de dinero sobre la producción señalada por Hume. En la segunda parte de su libro Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general (1755),3 describe una secuencia de gastos para explicar cómo un aumento en la proporción de dinero en circulación, proveniente de las minas de oro y plata que se encuentran en un Estado, aumentarían la demanda de quienes se beneficiaran directamente de la riqueza de las minas, porque con sus gastos darían trabajo a quiénes antes estaban desempleados. Por otro lado, sostenía que las reacciones que provocaba el aumento de los precios relativos en las personas para mantener su nivel de consumo, principalmente de los terratenientes, conduciría a una reducción del número de habitantes en el Estado, y ello permitiría un mayor consumo a quienes permanecieran en el país. Este razonamiento de Cantillon sugiere una incipiente noción de la no neutralidad del dinero tanto a corto como a largo plazo. En su crítica a Hume, Cantillon demuestra que los argumentos de Hume no se sostienen, porque la circulación del dinero más equivale a un aumento del dinero efectivo. En otras palabras, un aumento en la cantidad de dinero no es la única forma de incrementar los intercambios monetarios, como afirmaban muchos mercantilistas, porque si una mayor o menor cantidad de dinero circula con mayor rapidez, ambas realizan la función de intercambio. Al respecto, Cantillon supone 3 Se supone que es muy probable que Cantillon haya escrito esta obra en francés, Essai sur la nature du commerce en général, en la década de 1730. Sin embargo, debido a la censura de la época, la misma no se públicos, pero si circulo ampliamente como manuscrito entre los círculos intelectuales, hasta que fue publicada en 1755. 37 que los pagos en una economía no están coordinados de forma perfecta; por ejemplo, los pagos entre los agricultores, comerciantes y terratenientes son discontinuos en el tiempo. Una posible solución a esta situación sería que los agricultores pidieran dinero prestado a terratenientes y comerciantes, abonándoles los correspondientes intereses, pero esta solución genera un pago de intereses no siempre será la más adecuada, porque obliga a los agricultores a pagar intereses por el dinero prestado. A este mecanismo dinero-crédito Cantillon lo denomina “trueques por evaluación” que, según él, todos los trueques que se hacen por evaluación no exigen en absoluto dinero efectivo. De acuerdo con Cantillon, la realización de compras a crédito, y cuya acumulación se compensarán entre sí (trueque por evaluación), reduce la cantidad de efectivo necesario en una economía. Entonces, a medida que aumentan los pagos por compensación de créditos menor será la cantidad de dinero en efectivo, y para que las compras a crédito se generalicen debe existir una relación de confianza entre las partes implicadas, esto es, la confianza de que se pagará en la fecha acordada. Los trueques por evaluación aceleran la circulación del dinero en efectivo (oro, plata) y, por tanto, el dinero no pasa por varias manos. En este punto, Cantillon sostiene que la confianza entre las partes vendedora y compradora hace menos escaso el dinero, porque ésta contribuye también a acelerar la velocidad de circulación, la cual registraría retrasos si hiciera falta dinero efectivo en todos los pagos donde se prefiriera billetes. El circuito de gastos y su efecto en el incremento de los precios, denominado posteriormente como el “efecto Cantillon”, está vinculado a su teoría del valor-tierra, y supone que los precios aumentan progresivamente en la medida que el gasto se expande en la económico. El aumento de los precios debido a un aumento del dinero en circulación, solo es posible si la tierra produce una cantidad fija de productos. El circuito de gastos y sus efectos (“efecto Cantillon”), que supone un aumento progresivo de los precios conforme el gasto se incrementa en el sistema económico, está directamente vinculado a la teoría del valor-tierra (Cantillon 1755). 38 En el análisis de Cantillon, las interrelaciones entre dinero y crédito son concebidas como medios de medio de pago, es decir las deudas son medios de pago. Pero, estas deudas (billetes de banco) no implica incrementar la cantidad de dinero en circulación, porque asume que se acelera la velocidad de circulación del dinero disponible. En otras palabras, las promesas de pago pueden denominarse medios de cambio, pero no debían considerarse dinero, porque su finalidad es elevar la circulación del dinero. A finales del siglo XIX, Knut Wicksell argumentará nuevamente que los medios de pago crediticios no aumentan la oferta de dinero sino su velocidad de circulación, lo que significa que reducen la demanda de dinero de alto poder. 39 Capítulo II. El enfoque teórico-histórico poskynesiano del desarrollo del sistema financiero y el proceso de endogeneización del dinero Este capítulo tiene como objetivo central exponer la visión Poskeynesiana (PK) del dinero y el proceso histórico de endogeneización de éste. Sin embargo, consideramos necesario exponer de forma breve las controversias teóricas históricas sobre el dinero que antecedieron a la teoría monetaria de producción PK. Como se comentó en el Capítulo I de esta tesis, los economistas clásicos adoptaron íntegramente el enfoque flujo-especie-precio de Hume (1752) y, por tanto, también sus implicaciones prácticas que conducen al equilibrio automático de los intercambios exteriores y de la distribución de la liquidez internacional. Sin embargo, no asumieron los efectos reales, sobre la producción, que pueden generarse en el corto o largo plazo, mismos que sí fueron identificados por Hume. Efectivamente, dichos efectos no fueron considerados por Adam Smith, y en general por los economistas clásicos, cuando se refieren al comercio internacional (economía abierta), mismos que, de acuerdo con Hume, son inducidos en gran medida por el comercio internacional. Dichos efectos, según Hume, podrían ser compensados a través de la regulación de los niveles de precios, para asegurar el equilibrio de la balanza comercial de las distintas naciones. En este punto, Hume compartía el rechazo de Locke de la intervención del Estado para modificar artificialmente la tasa de interés, porque de acuerdo con éste, ello provocaba distorsiones monetarias, como cambios en la oferta monetaria y en los precios. De haberse prohibido dicha intervención se hubiese eliminado el principio mercantilista de la posibilidad de mantener permanentemente una balanza comercial positiva (Blaug, 1986). Cabe señalar que los economistas clásicos asumieron las aportaciones monetarias liberales de Locke al adoptar las tesis fundamentales del Hume, quien reconoció la influencia de Locke en su visión sobre la moneda. Dichas aportaciones están implícitas en la formulación de la “teoría cuantitativa del dinero” de los economistas clásicos, mismas que son parte del marco teórico-metodológica de su análisis real de los economistas clásicos. 40 2.1 Adam Smith y la escuela clásica. El enfoque metalista de la teoría cuantitativa del dinero En su libro Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations), de 1776, Smith inicia su análisis sobre el dinero criticando la confusión de los mercantilistas del dinero con la riqueza, porque, sostienen que ello les impidió identificar al dinero como un simple bien elegido por comodidad como medio de cambio. Ello no significa que el dinero no fuese importante para Smith; por el contrario, sus funciones como medio de cambio y como unidad de cuenta son fundamentales, porque permitieron, según Smith, supera los problemas generados por el trueque en los intercambios independientes (mercancía a cambio de dinero y posteriormente dinero a cambio de mercancías). Según Smith, esta separación permitió el desarrollo de la división Edel trabajo y, por ende, la expansión del mercado. De ahí que, para Smith el dinero fuese un factor esencial para el crecimiento económico. En un sistema de dinero-mercancía, como el concebido por Smith, la elección del bien que será utilizado como medio de pago y unidad de cuenta debe considerar algunos atributos, como la facilidad fácil para portarlo, que tenga un valor considerable por unidad de volumen, ser homogéneo, divisible, y su valor debe ser estable. Estas propiedades las contienen los metales preciosos (oro y plata), pero desde la época mercantilista fueron evidentes los problemas que generaba el bimetalismo, los cuales fueron reconocidos por Smith, cuando enfatizar la imposibilidad de mantener un sistema oro-plata estable, debido a la inestabilidad de los precios relativos de ambos metales, lo que elevaba los costos de mantener un sistema metálico. Esta situación, provocaba que, en esa época, los individuos prefiriesen utilizar en sus transacciones el tipo de dinero que se depreciaba más o que se apreciaba menos rápido, atesorando el tipo de dinero de mayor valor. 41 Si todo el dinero estuviese constituido sólo por oro y/o plata, sería necesario elevar la producción minera de estos metales u obtenerlos a través del comercio exterior, para aumentar la base monetaria. Ello no solo elevaba los costos de adquisición del dinero, sino también los costos de conservación, protección y almacenamiento de los metales preciosos, aspectos que condujeron a Smith a comparar el dinero con el capital fijo. Ante esta desventaja del dinero metálico, Smith plantea el uso del papel-moneda, que en su época representaría una reducción de los costos, ya que si se generalizaba el uso del papel-moneda en la circulación interna, se ahorraría una proporción importante del oro. Según Smith, este ahorro podría utilizarse para financiar importaciones adicionales; además, podrían utilizarse otros recursos que habían permanecido inmovilizados en las minas, a los cuales podrían darles otros usos. A estas ideas generales, Smith las complementó con la función pasiva de los bancos en la economía, en su conjunto, elevarían la velocidad de circulación del dinero, por un lado, y por el otro, se generaría un ahorro de recursos. Así, en la visión de Smith, el uso de papel-moneda y los créditos bancarios permitirían que los empresarios ahorren o reduzcan sus propios capitales, lo que amentaría sus niveles de producción. En el planteamiento de Smith sobre el libre albedrío de los individuos determinado por el egoísmo de éstos, y que conducía a un tipo de “mano invisible” que establecía los precios relativos correctos, definidos éstos como las tasas de sustitución entre bienes físicamente determinados, está implícito el razonamiento de Hume sobre el mecanismo flujo-especie-precio, porque en su visión la “mano invisible” también asegura el equilibrio simultáneo en todos los mercados de forma natural. A partir de estas tesis, Smith continua con su análisis de la acumulación de capital tomando a la división del trabajo como el factor explicativo fundamental del crecimiento de las capacidades productivas de una economía (Smith, 2001). A partir de esa perspectiva, ubica al intercambio y al mercado como causas, pero al mismo tiempo como límite de la división del trabajo. Será en su análisis del intercambio cuando introduzca el dinero como una variable importante en el funcionamiento de una economía. En la argumentación de Smith, la división del trabajo conduce al intercambio, porque una vez que la división del trabajo se ha desarrollado ninguno 42 individuo puede satisfacer sus necesidades por sí misma (Smith, 2001). En la visión de Smith, que fue adoptada por los principales economistas clásicos, el dinero solo entra en la economía como medio de cambio para facilitar las transacciones, al superar los problemas inherentes al trueque; esto es, la coincidencia de los deseo y necesidades de comprador y vendedor para hacer efectivo el intercambio. Respecto a la base monetaria, Smith, así como la mayoría de los economistas clásicos, consideraron que esta se reducía al dinero metálico y a los billetes, es decir, estaba determinada por el acervo de metales preciosos existente. Además, generalmente excluyeron los depósitos bancarios, porque, si bien los depósitos son sustitutos cercanos del efectivo y del oro, no son considerados como dinero, ya que sólo el dinero metálico y los billetes de curso legal cierran definitivamente una transacción. Dado que mantener sustitutos permite economizar encajes, el aumento de los depósitos se traduce en un aumento de la velocidad de circulación del dinero. En este marco, Smith considera a las letras de cambio y a los depósitos como modalidades de crédito, pero, dado que su reembolso es posterior, no saldan definitivamente las transacciones, pero si elevan la velocidad de circulación del dinero. A lo largo de todo su análisis Smith mantiene la visión metalista del dinero, como todos los economistas clásicos, ya que recomendaba la emisión de billetes fijados a la convertibilidad en oro y plata. Bajo este marco clásicos del dinero, los bancos solo cumplían la función de prestamistas, es decir, de intermediarios pasivos que facilitan la circulación del dinero ahorrado de los individuos. En otras palabras, no se considera que una emisión de billetes por encima de las reservas líquidas constituya una creación efectiva de oferta monetaria. Por el contrario, Smith argumenta que es un mecanismo para aumentar la velocidad de circulación del dinero, que facilitará el intercambio de bienes y servicios. Aunque, según Giacomin (2007), en su análisis de los sistemas monetarios establecidos en las colonias inglesas de América del Norte, se puede identificar una visión de “chartalismo embrionario”, cuando Smith adopta un planteamiento alternativo al sugerir la creación de papel moneda por parte del Estado, cuya 43 aceptación para el pago de impuestos le daría valor. Asimismo, según este autor, Smith contempla la posibilidad de un sistema bancario donde el dinero creado sea una señal de confianza y no esté basado en la cantidad de metales preciosos. 2.2 La controversia monetaria entre Bullonista y Antibullonistas. En general, se considera que los economistas clásicos no aportaron nuevos elementos a la discusión teórica sobre el dinero y la política monetaria, a los ya aportados por los mercantilistas no tradicionales. Las aportaciones importantes en esta materia surgen de las discusiones sobre la suspensión de la convertibilidad en oro de los billetes del Banco de Inglaterra, en 1797 y entre los años 1819-1821, y la elevada inflación. Dichas discusiones se realizan en el marco de las guerras napoleónicas, cuyos principales actores son los Bullonistas y Antibullonistas. En esta época donde el dinero no era puramente fiduciario, la pregunta clave era si el papel moneda debía ser libremente convertible a un metal precioso (generalmente oro o plata) o si su valor podía sostenerse por sí mismo. Este dilema no solo tuvo implicaciones teóricas, sino que definió políticas económicas y crisis a lo largo de la historia. Comprender sus argumentos es fundamental para entender la evolución del pensamiento monetario hasta nuestros días. La discusión inició con la controversia sobre la relación de los precios en que se cotizaba el oro y los desafíos de la no convertibilidad, ya que la convertibilidad había permitido al Banco de Inglaterra comprar el oro a los precios establecidos por la banca, lo que le permitía regular, casi de manera instantánea, la masa monetaria a través del mecanismo de flujos-especies-dinero. Pero, al momento de adoptar la no convertibilidad se eliminó dicho mecanismo equilibrador de la oferta monetaria. En otras palabras, sin convertibilidad, la emisión monetaria excesiva conducirá al alza de precios, misma que podría ser permanente, mientras que la balanza exterior registrará un déficit permanente, el tipo de cambio se depreciará de manera constante, ocasionando la salida del oro del país. 44 Los bullonistas defendían la no emisión de papel moneda por parte de Banco de Inglaterra, porque vinculaban el incremento en los precios con el aumento del dinero en circulación y no a las condiciones de la época, como la escasez relativa de bienes en un contexto de guerra, que era el argumento sostenido por los antibullonistas. De acuerdo con este planteamiento, la emisión excesiva de dinero, al elevar los precios, inducirá un incremento del precio del oro por encima de la paridad. Por otro lado, y como consecuencia de lo anterior, la balanza comercial registrará un déficit permanente, lo que obligará a depreciar el tipo de cambio. Entonces, el aumento del precio del oro y la depreciación del tipo de cambio serán resultado de la excesiva emisión y circulación de dinero. Según los bullonistas, el restablecimiento del sistema de convertibilidad permitiría establecer la cantidad óptima de dinero que asegure la estabilidad de los precios internos y de los intercambios internacionales. Esto implicaba ajustar esa cantidad de equilibrio mediante la reducción en la emisión de billetes, hasta que el precio del oro alcanzará el precio inicial de emisión. David Ricardo4 fue el representante más activo de esta medida monetaria ortodoxa o radical al interior del grupo de los bullonistas, “he insisted for his part that the discount of paper over bullion (‘the depreciation’) proceeded in fact from ‘a superabundance in its quantity,’ rather than a ‘want of confidence in the Bank of England or ... doubts of their ability to fulfil their engagements” (Hollander ,1979). Esta visión de Ricardo es una interpretación mecánica y estática de la teoría cuantitativa, pero al interior del grupo de bullonistas surgieron posiciones moderadas que matizaron la posición de Ricardo; entre ellas Malthus y un grupo denominado Bullion Report, entre los que se aprecia a Henry Thornton, quien “escribió pocos libros, siendo el más conocido ‘The Enquiry into the Nature and Effects of the Paper Credit of Great Britain’ publicado en 1802, [… donde] defendió el Banco de Inglaterra contra los cargos de su excesiva emisión monetaria responsable de un aumento general de los precios” (Martínez y Pontón, 1997). 4 Uno de los estudios más amplios sobre su obra es el realizado por Samuel Hollander “The economics of David Ricardo” (1979), aunque para nuestro fin el apartado “Money, banking and trade” es el indicado a revisar. 45 Thornton aportó ideas que se adelantaron a otros economistas, por ejemplo, “consideró que el nexo entre los precios y la cantidad de dinero tenía carácter indirecto y que, por lo tanto, no era automático; en su caso, sin embargo, el elemento intermedio lo representaba el tipo de descuento. Anticipándose también a Wicksell […], Thornton analizó el proceso de expansión del crédito, relacionándolo con la divergencia entre el tipo de interés bancario y el tipo de beneficio. En este contexto, Thornton atribuyó un papel activo a las elecciones de política monetaria del banco central” (Rocanglia, 2006). Esas posturas moderadas se pueden diferenciar entre sí bajo tres premisas. La primera es la que toma como punto de partida la ecuación cuantitativa clásica sosteniendo que en el corto plazo la inflación no es generada por un exceso de dinero y que, considerando que la velocidad de circulación del dinero (v) se eleva con la actividad económica y que puede variar también con la estructura de la masa monetaria (tomemos a ejemplo que la velocidad de los billetes es mayor que la de las monedas). En consecuencia, la inflación también puede ser generada por un aumento de la circulación de los depósitos y de los créditos comerciales La segunda postura es la que plantea como factores generadores de la inflación al crecimiento exógeno de la demanda interna de oro, lo que eleva el precio del lingote de oro independientemente de la puesta en circulación de billetes y la persistencia del déficit exterior (como sabemos en su mayor parte generado por los elevados gastos de los Estados-nación en ascenso por la supremacía mundial), lo que tarde o temprano conduce la depreciación del tipo de cambio. Así, se concluye que los bullonistas de esta postura consideran que hay factores independientes a los precios internos que propician el incremento de la inflación. Mientras que la visión de Thornton (1802) señala que también hay que considerar la existencia de importaciones y exportaciones inelásticas al precio, pero que sí dependen del nivel de ingreso en el extranjero. Por tanto, una contracción de la masa monetaria no reestablecería el equilibrio. Uno de los legados de Thornton fue 46 “sugerir la adopción por parte del Banco de Inglaterra de la denominada ‘Regla de Palmer’, que admitía la expansión del crédito como el causante de la salida de oro del banco central. Como un aumento de la oferta de dinero estimula la demanda de préstamos, aumentando progresivamente el precio de los bienes de inversión, la tasa de interés aumentará, automáticamente, para contrarrestar el menor rendimiento esperado de la inversión. El aumento del tipo de interés disminuiría la cantidad de préstamos, lo que se traduciría en un menor volumen de transacciones y de la ocupación, con el consiguiente descenso de los precios. [Aunque esta] idea la planteó por primera vez Cantillon (1755) cuando advirtió que la velocidad de circulación del dinero era equivalente al aumento de su cantidad, infiriendo de ello que las medidas destinadas a disminuir su velocidad de circulación compensarían los efectos en los aumentos de los precios por el aumento de la oferta monetaria” (Cruz y Parejo, 2016) En conclusión, estas tres posturas coinciden en que la teoría cuantitativa y de flujos de especies no debían asumirse de forma rígida, porque existían diversos factores y posibles situaciones que no aseguraban que existiera una medida óptima de dinero que garantizara la estabilidad de precios. Específicamente, argumentaban que la inflación y la depreciación del tipo de cambio no conducen sistemáticamente a una contracción monetaria, ya que, si la situación que se pretende corregir no está vinculada a una emisión excesiva, se corre el riesgo de provocar una crisis económica. En el lado opuesto surgió la denominada visión antibullonista, la cual tiene como eje el argumento que la emisión de dinero, la creación de billetes, estará determinada de forma natural por la evolución de la producción y de los intercambios, lo que guía a la tesis que la oferta de dinero sólo puede crecer ante la demanda previa; lo que guía a la aseveración que no existe una oferta excedente de dinero, porque esta solo obedece y surge ante las fluctuaciones de la actividad económica. Así, los antibullonistas, asumen los ‘efectos reales’ e invierten la relación de causalidad cuantitativista, es decir, la emisión de dinero es endógena y esto a su vez podría no provocar los denominados ‘desequilibrios fundamentales’. Ante esto los bullonistas no dudaron en señalar varias debilidades en la postura ‘anti’. Sus críticas se centraban en la preocupación de que una emisión descontrolada, incluso bajo el amparo de los ‘efectos reales’, podría llevar a desequilibrios significativos y a la temida inflación. Sus objeciones se podrían listar 47 de la siguiente manera: a) emisión sin respaldo en ‘créditos reales’, ya que los billetes no se emitían para financiar actividades productivas genuinas, sino más bien para motivaciones especulativas o para respaldar operaciones de alto riesgo que anticipaban riquezas futuras inciertas; b) los créditos (muchas veces obligados) de los Estado-Nación emitidos solo a beneficio del gobierno y que sin un respaldo productivo era puramente inflacionario; c) la rentabilidad engañosa de préstamos y creación monetaria ya que la rentabilidad podía no corresponder con la generación de riquezas reales en la economía; d) múltiples transacciones, sin efecto real, es decir un crédito podía amplificarse en exceso, desvinculándose de la economía productiva; e) la aceleración de la circulación en caso de un periodo de expansión fácilmente podía traducirse en efectos inflacionarios; f) la carente explicación de cómo se determinaba ese nivel de precios, dejando una laguna crucial en su teoría. Para los bullonistas, la cantidad de dinero era, sin duda, un factor determinante en la formación de precios. 2.3 La controversia entre Currency School versus Banking School La controversia5 sobre los problemas monetarios se reactivó en 1821, con el restablecimiento de la plena convertibilidad de los billetes, lo que puso a prueba la efectividad de la convertibilidad como mecanismo de regulación de la oferta de dinero. “La distinción entre la Currency School y la Banking School se basa tradicionalmente en el papel activo o pasivo que se atribuye a los bancos en el proceso de creación del circulante (o, en otras palabras, sobre la naturaleza exógena o endógena —en respuesta a variaciones de la demanda— de la oferta monetaria)” (Rocanglia, 2006) Las sucesivas crisis monetarias que se registraron en Inglaterra en las décadas de 1820 y 1830 demostraron que la convertibilidad no aseguraba la 5 “Culminando en la adopción de la Bank Charter Act de Peel (1844), el debate fue alimentado por protagonistas de la Currency School como Robert Torrens (cf. más adelante § 8.2), lord Overstone (1796- 1883) y Mountifort Longfield (cf. más adelante § 8.7), mientras que en el lado opuesto, con la Banking School, encontramos a Thomas Tooke,31 John Fullarton (¿1780?-1849) y John Stuart Mill” (Rocanglia, 2006) 48 estabilidad de la oferta monetaria, lo que sugería la necesidad de control de la masa monetaria para garantizar el mantenimiento de la convertibilidad y evitar una excesiva emisión de billetes. Hasta ese momento los billetes podían ser emitidos por el Banco de Inglaterra, e incluso por otros bancos, sin contar con el respaldo equivalente en oro o deuda del gobierno. La Currency School, o Escuela Monetaria, manifestaba que la severidad del ciclo del crédito se debía al manejo inadecuado de la oferta monetaria por el Banco de Inglaterra; no solo querían asegurar la convertibilidad del oro, sino controlar la oferta monetaria como una política estabilizadora, en el sentido de no poner en riesgo la convertibilidad, no en el sentido moderno. Sus bases se cimentan en el trabajo de David Ricardo. Postulaban que la cantidad de billetes del Banco de Inglaterra en circulación debía comportarse justo como circulación metálica, asegurando que la circulación monetaria se redujera cuando se presenten déficits exteriores y aumente cuando se generen superávits para operar como un mecanismo que asegurará que el volumen de moneda mixta de oro y papel variará en la misma forma que un sistema de dinero-mercancía puro. En contraste6, los miembros de la Banking School o Escuela Bancaria, argumentaban que no era necesario establecer restricciones en el papel bancario o en los depósitos, ya que consideraban el dinero como una variable endógena, determinada por la necesidades de intercambio, que llevaría el reflujo o devolución de todo el papel moneda no deseado; por ello controlar la creación del dinero no afectaba efectivamente los precios o el ciclo de crédito, asegurar la convertibilidad hacía innecesarias las reservas, y tener grandes reservas de oro, sí sería responsabilidad del gobierno. negaban la posibilidad de una excesiva emisión de papel moneda, porque sostenían que las necesidades del comercio controlarían el volumen de los billetes emitidos. Por tanto, no era necesario la adopción de ninguna regla monetaria mientras se mantuviese la convertibilidad. 6 No es objetivo de este apartado profundizar en esta controversia. Los análisis de Blaug (1985), Roncaglia (2006) y Schumpeter (2012) profundizan en la misma. 49 A partir de esta visión recomendaban adoptar medidas monetarias para perfeccionar el sistema, como mejorar la operatividad de ese reflujo a través de mayores reservas entre las entidades crediticias o inducir una intensa competencia bancaria. También se puede decir que los partidarios de la Banking School se opusieron a la visión de los ‘efectos reales’ de la Currency School, porque, según Tooke, era improbable que se registrará una emisión excesiva de billetes, y en el caso de que ocurriera, los portadores de los billetes harían efectiva la convertibilidad. De forma tal que, se eliminaría el excedente (teoría del reflujo). Sin embargo, se le cuestionó si esto sucediera y la cobertura metálica fuese insuficiente. Haciendo hincapié en la función de un Banco Central, la Banking School enfatizó su papel como prestamista de última instancia, función que el Banco de Inglaterra no quería reconocer, limitándose al de "instituto de emisión". Ello condujo a cuestionar bajo que argumentos un banco central les negaría liquidez (billetes) a los demás bancos sin ponerlos en peligro de quiebra. Los teóricos de la Banking School, sostenían que la política monetaria debía prioriza el manejo del crédito y no el nivel del dinero. En consecuencia, la política de tasa de descuento debería ser el instrumento privilegiado para evitar las crisis monetarias. Aun cuando hoy en día se considera que los exponentes de ambas podían no haber sido tan extremistas uno de otro, fue la Currency School quien dominó la cuestión, y el principio monetario termino imponiéndose en 1832, año en el que se constituyó la denominada Regla de Palmer, presentada por el gobernador del Banco de Inglaterra John Horsley Palmer, mientras se discutía la renovación del estatuto del Banco de Inglaterra por el que se le concedía el monopolio de la emisión de billetes. Palmer proponía una modificación de los estatutos para regular jurídicamente las emisiones de la entidad, según su propuesta, el Banco de Inglaterra debía mantener una cantidad de créditos constante y equivalente a aproximadamente a dos tercios de los pasivos totales (billetes y depósitos). El tercio restante de pasivos, así como cualquier variación adicional que se produjera, debía estar respaldado por reservas de oro del Banco de Inglaterra. 50 En realidad, la regla Palmer no se legalizó en los estatutos del Banco, renovados en 1833, pero sí se convirtió en guía para la toma de decisiones del mencionado gobernador del Banco de Inglaterra y según sus resultados logró que en los cuatro años siguientes se fuera incrementando gradualmente el valor del papel moneda en circulación hasta lograr que el oro que se había exportado regresara al Banco de Inglaterra. Esta discusión concluyó con la aprobación de la Ley de Peel, o The Bank Charter Act 1844, la cual lograba, con eficacia, la separación de la creación del papel moneda del crédito. El camino fue el requerimiento de un coeficiente de caja del 100% en oro o en deuda gubernamental para los bancos privados, la aceptación de la deuda gubernamental era bajo la premisa que el gobierno sí respaldaba el total de su deuda en oro. Los bancos no podían emitir nuevos préstamos solo al imprimir papel moneda. Este sistema automático suponía la garantía de la convertibilidad, lo que permitiría que la oferta monetaria se comportara de forma anticíclica y estable. La concepción metalista del dinero de Smith, y en general de los economistas, dominó a pesar de las discusiones entre los bullonistas y antibullonista, y posteriormente ente la Currency School y la Banking School, constituyéndose en la base teórica del enfoque cuantitativista del dinero de los enfoques neoclásicos-monetaristas. 2.4 La consolidación teórica de los enfoques neoclásico-monetaristas Los fundamentos teóricos de la teoría monetaria neoclásica que siguieron la tradición clásica del análisis real combinaron elementos neowalrasianos y 51 neowicksellianos. Las aportaciones de Walras7 (1877) y Wicksell8 (1898) fueron fundamentales en la construcción de las principales tesis e hipótesis del paradigma neoclásico, como el equilibrio general y la existencia de una tasa de interés natural. A diferencia de los autores que influyeron en la que hoy conocemos como la revolución marginalista, como Carl Menger y William Stanley Jevons, que conjuntamente con Walras, construyeron el concepto de utilidad marginal, Walras elaboró un sistema de ecuaciones basado en un modelo de trueque perfecto, en el cual el dinero no desempeñaba ninguna función, porque se asumía que éste no era necesario para alcanzar el equilibrio general de los precios relativos de todos los bienes. Los precios eran simultáneamente “negociados” a través del imaginario proceso del “tâtonnement”, que se suponía desempeñaba la función de subastador imaginario que contaba con toda la información sobre los precios del mercado, es decir, se trataba de un mecanismo walrasiano de “prueba y error” que conducía al equilibrio general (Rogers, 1989). Lo relevante de este supuesto poco realista es que, permitía conocer el principio y final de un periodo de producción en un mismo momento de tiempo y, por tanto, conocer los beneficios esperados antes de iniciará la producción. Bajo este marco, se cumple de forma segura la denominada Ley de Say, Ley de los mercados o Ley de Walras. Por su parte, Wicksell, una vez que se establece el fiduciario con la emisión de billetes ligados a la cantidad de oro que mantenía en reservas el Banco Central, propuso ampliar el equilibrio a aspectos monetarios, para lo cual incluyó la Teoría Cuantitativa del Dinero, que fue formalizada en 1911 por Irvin Fisher en su “ecuación de cambio”, MV = PT, que como se comentó párrafos arriba, relacionar el nivel de precios (P) directamente con la cantidad de dinero en circulación (M), por un lado, y por el otro, con su “eficiencia” o velocidad (V) e inversamente con el volumen (físico) de transacciones (T) que se producen en una economía determinada. La principal aportación de Wicksell fue la distinción entre dos tasas de interés: una tasa 7 León Walras publicó la primera parte en 1874 de "Elementos de Economía Política Pura" y en 1877 la segunda parte de su obra magna, donde desarrolló la teoría del equilibrio general, pilar fundamental de la economía moderna. 8 Por su parte n 1898, Knut Wicksell publicó "Interés y precios" obra que desarrolla una teoría monetaria para analizar el proceso acumulativo de inflación y deflación. 52 de interés real o natural que se corresponde con la productividad marginal del capital y con la tasa de preferencia intertemporal de los hogares que equilibraba la oferta y demanda de fondos prestables;9 la otra tasa de interés es la del mercado bancario, fijado por las autoridades monetarias. Para explicar la divergencia entre estas dos tasas, Wicksell recurrió a los ciclos económicos y a las oscilaciones sobre el nivel general de precios, el cual sólo podría mantenerse estable, según Wicksell, si la oferta monetaria aumentaba al mismo ritmo que la productividad. La introducción del ahorro y la inversión en la estructura del equilibrio general no afecta al cumplimiento de la Ley de Say, debido a que se supone que el ahorro es una manera indirecta de gastar (mediante el otorgamiento del crédito). De tal forma que, se mantiene una de las implicaciones básicas de la teoría clásica, que el ahorro y la inversión agregados se equilibran mediante el tipo de interés. En el análisis de Fisher, la ecuación de la teoría cuantitativa solo era válida en equilibrio no para los periodos de transición, porque en éstos había influencias indirectas en el poder de compra. Esta visión es contemplada por Wicksell en su proceso acumulativo sobre el dinero, que conduce a ambos autores a sostener que el dinero no es neutral. No obstante, la posibilidad contemplada por Fisher de que un leve movimiento más allá del punto de equilibrio pudiese desencadenar fuerzas que llevaran a la economía a otra situación diferente de su equilibrio original, como lo expuso en su hipótesis de la deflación de la deuda10, no fue considerada por los economistas hasta entes de que se presentará la Gran Depresión de 1929 (Keen, 2015) El modelo propuesto por Hicks11, más tarde conocido y desarrollado como IS-LM, derivado de la interpretación de la Teoría General de Keynes se aparta del marco teórico clásico al incluir la tesis de Keynes de la preferencia por la liquidez; 9 El mercado de fondos prestables se constituye, por un lado, con la oferta de fondos de las familias que quieren ahorra, y por el otro, por la demanda de los hogares y empresas que solicitan crédito para invertir. 10 Irving Fisher publicó “The debt-deflation theory of great depressions” en 1933. Sus 49 conclusiones están disponible en https://fraser.stlouisfed.org/files/docs/meltzer/fisdeb33.pdf o bien hay una traducción disponible al español en http://www.aliciagiron.com/wp-content/uploads/2012/08/FISHER-IRVING.-La- Teor%C3%ADa-de-la-Deuda-Deflaci%C3%B3n-en-las-Grandes-Depresiones.pdf 11 Hicks, J.R. (1937). Mr. Keynes and the “Classics”; a suggested interpretation. Econometrica5, 147–59. Sentó las bases para desarrollar la curva IS-LM. 53 el ahorro como una función del ingreso en lugar de la tasa de interés; y la rigidez salarial. Estos tres elementos llevan a la proposición de una política monetaria expansiva que de manera transitoria influya en la marcha de la economía hacia el equilibrio, con el objetivo de sostener la existencia de un trade-off entre inflación y desempleo, tal como sugiere la Curva de Philips. Es importante señalar que la distinción de Wicksell entre tasas de interés natural, determinada por la productividad marginal del capital, y la tasa de interés de mercado, de cuyas diferencias surge el nexo entre los sectores real y monetario, está presente en el modelo IS-LM (Rogers, 1989). Dicho nexo ha sido desarrollado de diferentes formas en los distintos enfoques macroeconómicos desde Keynes hasta la actualidad (Anisi, 2005) Hacia la segunda mitad de la década de 1950, emerge el enfoque monetarista de Milton Friedman (1956, 1961, 1968), que se sustenta, por un lado, en la teoría del capital de Irving Fisher, que sostiene que el ingreso es el rendimiento del capital, y a éste es el valor actualizado del ingreso, y por el otro, la teoría keynesiana de la demanda de activos, pero ampliada con la inclusión de todos los activos y todos sus rendimientos y riesgos. Bajo este marco analítico, Friedman reactiva la teoría cuantitativa del dinero que enunciaran Adam Smith, a partir de las aportaciones de Locke y Hume, y que posteriormente desarrolló ampliamente Irving Fisher. Cabe señalar que esta visión la mantuvo activa Clark Warburton en Chicago, incluso en los años de auge del enfoque keynesiano. En su versión más simple esta teoría se ha representado mediante la ecuación de cambios: MV = PT que significa que el nivel general de precios (P) varía proporcionalmente a la cantidad de dinero (M), y dado que se supone que la economía esté en pleno empleo, el volumen de transacciones (T) será constante al igual que la velocidad de circulación del dinero (V). En otras palabras, el dinero se crea para ser gastado, y en ese proceso genera las subidas de precios. Pero, a diferencia de sus antecesores, para Friedman la teoría cuantitativa no es una teoría de los precios, o de la producción, o del ingreso, sino de la demanda de dinero. Esta diferencia significa que 54 el dinero no es importante porque se gasta, sino porque se guarda, esta interpretación permitió aplicar la teoría de la oferta y la demanda de cualquier bien o activo, siempre que la oferta sea exógena. En consecuencia, de acuerdo con la escuela monetarista de Chicago, el análisis será en términos reales, porque no existe ilusión monetaria. En este punto, Friedman critica la Curva de Phillips, al sostener que en el largo plazo será vertical, porque la ilusión monetaria desaparece. Al respecto, Friedman argumenta que los efectos a corto plazo de un aumentar de la masa monetaria sólo tendrían efectos sobre el nivel de precios si la inflación no fuese anticipada por los agentes económicos. Esta afirmación supone el cumplimiento de la hipótesis de expectativas racionales, lo que a su vez es fundamental para mantener el supuesto de neutralidad del dinero de los economistas clásicos (Friedman & Schwartz,1968; Friedman, 1970) que será ampliamente desarrollado por la Nueva Escuela Clásica o Escuela del Ciclo Real durante la década de 1980 (Rogers, 2013). Respecto a la teoría de Keynes de la demanda de activos retomada por Friedman, debe señalarse que la crítica keynesiana a la teoría cuantitativa tradicional invalidaba totalmente a ésta, pues los aumentos en la cantidad de dinero podrían no gastarse, sino conservarse debido a la preferencia por la liquidez, es decir, ser absorbidos por la demanda de dinero. En otras palabras, la demanda de dinero no es constante y, por lo tanto, tampoco la velocidad de circulación. El caso limite es la trampa de la liquidez, cuando la demanda de dinero se hace infinitamente elástica a la tasa de interés. Entonces, si la velocidad no es estable, no se pueden predecir los efectos de un aumento de la cantidad de dinero, es decir, la teoría cuantitativa de dinero resulta inoperante. Por otro lado, en situaciones de recesión, un aumento en la cantidad de dinero puede reflejarse en un aumento de producción, no de los precios, aunque otro resultado es posible. La consecuencia lógica, desde la perspectiva de Friedman, es que el dinero es irrelevante en la economía, la cual se deriva de la interpretación que éste hace de la distinción de los distintos motivos para demandar o retener dinero en el análisis de Keynes, concretamente de la demanda para especulación, que depende de la tasa de interés esperado en relación con la tasa de interés actual. Siendo la primera tasa de interés muy variable, lo que 55 hace que la relación entre la demanda de dinero por motivo especulación y la tasa de interés presente sea muy débil. Retornando la teoría de la demanda de activos de Keynes, Friedman expresa los determinantes de esa demanda en términos de activos alternativos, no de transacciones que deben financiarse, primero para las familias y las empresas y, finalmente, agregando ambas. El resultado es una demanda de dinero en función del volumen de riqueza (restricción de balance para las familias), del ingreso (primero del ingreso corriente, posteriormente introduce el ingreso permanente), del rendimiento de los activos sustitutivos del dinero, del propio rendimiento del dinero, y de otras variables (gustos, proporción de capital humano, etc.). Dado que Friedman supone que el dinero se intercambia con todos los activos, financieros o reales, existirá una amplia estructura de tasas de interés (algunos implícitos) y tasas de revalorización de activos, que se incluirán en la función de demanda de activos, como la tasa de inflación, que será la esperada, y otros rendimientos. La función de demanda de activos de Friedman no distingue entre diversos "motivos" por los que se demanda dinero, lo que permite simplificarla para fines empíricos, tampoco distingue entre dinero "ocioso" y dinero dedicado a financiar transacciones, es decir, el dinero está disponible para cualquier motivo o función. El tipo de interés (corriente y/o esperado) desempeña un papel secundario, contario al supuesto keynesiano; además, no existe solo una tasa de interés, sino una amplia estructura de tasas de interés, debido a que el dinero es sustitutivo de una amplia variedad de activos financieros y reales. Por tanto, es imposible que se presente la trampa de la liquidez, o una elevada elasticidad-interés de la demanda de dinero, lo que aseguraba la estabilidad de la demanda de activos. En sus pruebas empírica para demostrar la estabilidad de la demanda de activos, Friedman incluyo algunos supuestos adicionales para simplificarla la ecuación correspondiente, hasta lograr que la cantidad real de dinero (o su velocidad de circulación) fuera una función de un reducido número de variables (Friedman, 1959a ,1966; Friedman & Schwartz, 1982). Sus resultandos supuestamente demostraban que la demanda de dinero es una función muy estable de unas pocas variables, 56 siendo elevada la elasticidad-renta (o riqueza) y reducida la elasticidad-interés. De acuerdo con Friedman, con ello se demostraba la nula probabilidad de que se presentará la trampa de la liquidez. En consecuencia, si la demanda de dinero es una función estable, los excesos de oferta de dinero deben transmitirse a las restantes variables de la ecuación de cambios. Reactivando con ello, la teoría cuantitativa del dinero, lo que significaba que el dinero si era una variable importante por sus efectos el ingreso real y/o sobre los precios, pero el problema analítico ahora se centraba en separar los efectos sobre una y otra variable, esto es, en sobre el ingreso o los precios o en ambas variables. La nueva versión de la teoría cuantitativa de Friedman fue cuestionada, pues sus conclusiones y resultados empíricos sugerían que la oferta de dinero era exógena o que respondía pasivamente a cambios en su demanda (Friedman, 1987). Si esto fuese así; entonces, la causa de la inflación seguía siendo el gasto real, como señalaban los keynesianos, y la oferta de dinero pasa a ser su efecto. A finales de la década de 1970, surge el enfoque de la Nueva Escuela Clásica (NEC), que desarrolla ampliamente la hipótesis de expectativas racionales de Friedman, reforzando con ello el supuesto de neutralidad del dinero de los economistas clásicos. La NEC sostiene que los agentes económicos anticipan correctamente la política monetaria de forma sistemática, lo que les permite reemplazar la curva de Philips por la Tasa de Desempleo que no Acelera la Inflación NAIRU12 (Giraldo, 2006). Este enfoque, a diferencia del modelo IS-LM, se sustenta formalmente en el supuesto de optimización tanto de las empresas como de los consumidores, con lo que reintroduce los fundamentos microeconómicos marginalista como base de su análisis (Deleplace, 2008). Paralelamente al desarrollo del enfoque de la NEC, surge una nueva corriente del pensamiento keynesiano, los Nuevos Keynesianos (NK) o Neokeynesianos, que cuestionan la hipótesis de ajustes instantáneos de la NEC, pero mantienen el fundamento microeconómico del agente económico 12 Acrónimo del inglés “Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment” 57 representativo como base de su análisis macroeconómico. aparece una nueva corriente de pensamiento keynesiana. Así mismo, abandonando el análisis de las interdependencias entre mercados, y su rechazo a la hipótesis de ajustes instantáneos le permite formalizar la existencia de equilibrio general imperfectamente competitivo, generado por determinadas imperfecciones en los mercados y otras rigideces reales tomadas de la nueva microeconomía, como la información asimétrica (Gil y Torres, 2009). Estas diferencias marcan la discusión entre dos corrientes predominantes, que coinciden en la existencia de rigideces, pero que, en el caso de los teóricos de la NEC, éstas son exógenas a los mercados y las provocan las decisiones institucionales, es decir, de los hacedores de la política económica; mientras que, para los NK, dichas rigideces son resultado del comportamiento de los agentes ante imperfecciones inevitables. Teniendo como antecedente esta controversia entre los enfoques de NEC y el NK, posteriormente aparece la Nueva Síntesis Neoclásica, cuyo enfoque combina las diferencias analíticas entre los enfoques de la NEC y del NK, dando origen a los modelos de Equilibrio General Dinámico Estocástico. Estos modelos suponen salarios o precios rígidos, basándose las decisiones de los consumidores y la fijación de precios por parte de las empresas bajo la hipótesis de expectativas racionales. En estos modelos el dinero sólo realiza la función de unidad de cuenta, es decir, no tiene otras funciones y, por tanto, no tiene efectos sobres las variables reales. En otras palabras, bajo un marco analítico distinto al clásico y neoclásico, el dinero es neutral (Woodford, 2009). La defensa de la teoría cuantitativa tanto por los bullonista como por la Escuela monetaria (Currency School) durante el siglo XIX, así como la consolidación de esta teoría por los teóricos neoclásicos a principios del siglo XX, cuya visión dominó el pensamiento económico hasta la aparición de la Teoría general de Keynes (1936), y las criticas ortodoxas e ideológicas de las políticas keynesianas en el siglo XX, concretamente en los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, anularon la posibilidad de cambiar el enfoque analítico y orientar el mismo hacia la concepción de una economía monetaria de producción, como lo haría el enfoque postkeynesiano a finales de la década de 1970, metodológicamente 58 coherente y teóricamente consistencia a partir de la reinterpretación de las principales tesis de Keynes en un contexto económico internacional distintos, asumiendo supuestos realista acorde con este contexto internacional distinto al analizado por Keynes. 2.5 El enfoque Postkeynesiano sobre el dinero. Una teoría monetaria de producción El enfoque Postkeynesiano (PK) construye su marco teórico para analizar la estructura de una economía monetaria de producción a partir del principio de la demanda efectiva de Keynes, que implica que las empresas demandarán crédito para iniciar una nueva inversión, en función de las expectativas de obtener un beneficio monetario. Ella implica que la oferta de dinero no puede ser establecida arbitrariamente por el Banco Central; de tal forma que, el dinero sí tiene efectos sobre las variables reales, es decir, no es neutral (Lavoie, 2002). 2.5.1 El enfoque del circuito del dinero Otros enfoques heterodoxos, como la teoría del Circuito monetario (CM) (Parguez & Seccareccia, 2000; Parguez, 2006), también conciben el dinero como el resultado de interacciones sociales, lo que significa que, al igual que para los PK, el dinero es endógeno al sistema (Rochon, 2002). En el enfoque PK, el proceso de endogeneización del dinero es dinámico, porque se desarrolla en un contexto histórico (tiempo histórico). El crédito y el dinero son flujos que responden a las necesidades que tiene la economía para reproducirse y crecer, en dicho contexto la incertidumbre desempeña un papel fundamental. En el caso del enfoque del Circuito del dinero (Circuitista), el proceso de creación del dinero o endogeneización de éste, se inicia con el otorgamiento de crédito, esto es con dinero-deuda. Con esta decisión de los bancos comerciales se inicia una determinada secuencia irreversible en el 59 proceso de producción entre cinco agentes del sistema económico: hogares (obreros y rentistas), empresas (bienes de consumo y de capital), bancos, banco central y el Estado que desempeña un papel institucional importante (Rochon, 2002). Los enfoques PK y CD coinciden en que al análisis del proceso de endogeneización debe de estar ligado al funcionamiento y evolución del sistema económico y de las instituciones; ese es el sentido de la frase de Chick (1993): “[…] in the monetary field, it is necessary to connect theory with history”. Según Rochon (2002), no debe considerase al dinero “como naturalmente endógeno”, porque tal concepción conduciría a una visión concepción sobrenatural o suprarrealista del dinero como la clásica y neoclásica. De ahí que, consideré importante aplicar el enfoque histórico propuesto por Chick (1993). En el análisis histórico-económico del dinero de Chick, el desarrollo de las innovaciones en el sistema financiero, en particular en el sistema bancario, han surgido en respuesta a las necesidades de expansión de la economía capitalista. Ello elimina el papel pasivo de los bancos privados como intermediarios del ahorro, una vez que los pasivos de los bancos se convierten en los medios de pago preponderantes, lo que les permite expandir su crédito hasta un múltiplo limitado de sus reservas. En la práctica dicha expansión también es resultado de la incapacidad del Banco Central para controlar el stock del dinero (Rochon, 2002). De acuerdo con Cruz y Parejo (2016), el proceso histórico de endogeneización del dinero se puede analizar en tres niveles: en el primer nivel se analizan los vínculos entre empresas y bancos para la financiación del producto: en el segundo se estudia la relación entre el banco central y los bancos; y en el tercer nivel se analiza la relación entre el Estado y el banco central. En el primer nivel se identifica la función básica de los bancos privados que consiste en la creación de una deuda mediante la concesión de un crédito a una empresa, lo que supone emisión de dinero y, por tanto, un aumento real de la oferta monetaria. Ello sin suponer la condición previa de ahorro, o de reservas en oro para poder emitir esos créditos, que se vuelven en el motor de la expansión monetaria, y a su vez de toda 60 la economía. Además de la emisión de créditos en sí mismos, deben considerarse otras condiciones señaladas por Keynes, y que han sido incluidas en el análisis PK, como son las condiciones relacionadas con la incertidumbre en el futuro, la solvencia de los prestatarios, las preferencias del público, incluso el grado de liquidez que los bancos estén dispuestos a mantener, porque todos estos factores influyen en la disposición de los bancos para otorgar los créditos. De acuerdo con el enfoque del Circuito de dinero, cuando los bancos han emitido los créditos se ha creado dinero en función de las necesidades de la economía, y será en ese momento cuando la autoridad monetaria proporcione las reservas demandadas por los bancos privados, si se quiere mantener la tasa de interés de referencia fijada por el Banco Central en el corto plazo, para inducir la convergencia de las variables económicas al nivel deseado. Entonces, las características y ritmo del desarrollo del sistema financiero, y más concretamente de la banca comercial, determinan el proceso de creación de dinero bancario. Dicho proceso es bidireccional, ya que los bancos adelantan recursos vía el crédito para financiar la inversión productiva y el consumo, pero también la expansión de la actividad económica demanda recursos a la banca que la obligan a introducir innovaciones tecnológicas, para superar las restricciones que le imponen los depósitos de los ahorradores y el control de sus reservas por parte de los bancos centrales, en este punto inicia el segundo nivel, la relación de los bancos centrales con la banca privada. El segundo nivel de análisis del proceso de endogeneización del dinero está relacionado con el gasto público, aspecto que ha sido poco estudiado, pero que Keynes planteó cuando señalo la necesidad histórica de la participación del Estado en la economía, como medida de política económica para evitar o sacar a la economía de una crisis o recesión, mediante la expansión del gasto pública, específicamente del gasto en inversión pública en infraestructura. Esta política implica la emisión de bonos públicos, mismos que, al ser adquiridos por los bancos privados como parte de su cartera de inversiones, desempeñan un papel similar al de los préstamos que los bancos realizan a las empresas. Ello es así, porque el Estado necesita gastar antes de recaudar impuestos, lo que significa que el gasto 61 depende del crédito otorgado a través de la emisión de bonos públicos para iniciar el proceso económico. Retomando el enfoque del CM, los gastos estatales tendrán efectos en el nivel global del ingreso y en las decisiones de gasto del sector privado, lo que a su vez afectará las reservas de los bancos. Este proceso implica la relación entre el estado y el Banco Central, que corresponde al tercer nivel según Cruz y Parejo (2016). 2.5.2 El análisis monetario de Schumpeter. La destrucción creativa de las innovaciones tecnológicas y la generación de crédito Otras aportaciones no convencionales sobre el dinero y el crédito se encuentran en el análisis monetario de Schumpeter. De inicio Schumpeter afirma que el análisis monetario es clave para explicar la inestabilidad financiera, lo que no es posible con el análisis real de los enfoques ortodoxos. Ello es así, porque el financiamiento disponible aumento el stock de capital, pero la especulación aprovechara el auge, incluso antes de que el auge en los negocios haya alcanzado a desarrollarse. Los nuevos préstamos no solo se otorgarán a los empresarios, y se crearán "depósitos" para financiar la expansión general. Así, cada préstamo tenderá a inducir otro préstamo, y los aumentos en los conducirá a otro aumento en éstos. Esta secuencia, generalmente tiene impactos de mayor magnitud que los iniciales, porque cada vez una mayor proporción del crédito tiene un destino improductivo o especulativo (Schumpeter, 1939). Como vemos en la visión de Schumpeter, ningún proceso de producción y consumo podría concebirse sin la intervención del crédito y, por tanto, del dinero. La disponibilidad y otorgamiento de crédito que aumenta la oferta monetaria preexistente es fundamental en el surgimiento de las innovaciones tecnológicas. En este sentido, el crédito, según Schumpeter, es la creación de poder de compra transferido al empresario, y la dinámica de producción, innovación y desarrollo económico requiere necesariamente que la oferta monetaria se incremente de acuerdo con las necesidades de la producción. Pero, según Schumpeter, el Banco Central no fija la cantidad de dinero en circulación, solo establece límites al 62 apalancamiento bancario, lo que puede incidir en la capacidad de creación de medios de pago de los bancos. Reafirmando con ello, su visión de que el dinero es completamente endógeno. En el análisis de Schumpeter pueden crea crédito por encima de los depósitos de los ahorradores y, por ende, crear dinero de forma independiente. En consecuencia, los bancos privados no son un intermediario pasivo del “poder adquisitivo” a las empresas y consumidores (Schumpeter, 1934). Por el contrario, los bancos desempeñan una función clave en el proceso de desarrollo económico, porque el crédito permite que el empresario adquiera los bienes de producción para iniciar la producción. Esta demanda de bienes de capital por parte del empresario obliga al sistema económico a emprender innovaciones tecnológicas, es decir, “a discurrir por nuevos cauces” (Schumpeter, 1934). En este marco, es que Schumpeter ubica la destrucción creativa de las innovaciones tecnológicas, ya que éstas solo serán posibles mediante la creación de nuevos recursos. En el proceso de creación de crédito, los ahorradores son irrelevantes, o quizás menos sobrevalorados, porque el ahorro no determina el nivel del crédito. Según Schumpeter, es más realista asumir que los bancos “crean crédito”, porque la concesión de créditos crea depósitos, es decir, los depósitos son el resultado del acto de prestar En consecuencia, es un error argumentar que los bancos prestan los depósitos de los ahorradores, Schumpeter insiste en esta aclaración, porque afirma que la teoría convencional le ha atribuido a los depósitos y, por ende, al ahorro, la función de determinante de la “oferta de crédito”, lo cual no es así y más bien se refiere al ahorro como “el perturbador económico general” (Schumpeter, 1954). 2.5.3 La visión Chartalista del dinero De la misma forma, podemos señalar la propuesta teórica de Wray (2006) retoma a Keynes respecto a la deuda, y reconoce que también tiene un enfoque chartalista respecto al dinero, considera la deuda emitida por los bancos privados es aceptada 63 al saldar transacciones y que aun cuando no es el gobierno quien declara su existencia o curso legal en realidad si circula como igual a la moneda estatal. “La moneda fiduciaria es moneda representativa que el Estado crea y emite, pero que no es convertible por ley en nada más que sí misma y no tiene ningún valor fijo en términos de un estándar objetivo” (Wray, 2006). El autor considera que se ha contribuido a desarrollar un enfoque de moneda endógena que se relacionan con la postura chartalista; existen dos preceptos fundamentales para esta postura 1) la oferta de la moneda general se amplía para satisfacer la demanda de moneda, y 2) el banco central no tiene control directo ni discrecional sobre la cantidad de dinero (Wray, 2006). Es decir que si la oferta de dinero responde a la demanda entonces no puede ser considerada como exógena, en el sentido de estar determinada por políticas monetarias o por las reservas en metal que se tengan. Wray encuentra que también Minsky encuentra al dinero en una propuesta chartalista y por ende endógena “la moneda se crea durante los procesos normales e importantes de la economía capitalista, y no es creada ni dejada caer de helicópteros (como el célebre relato de moneda exógena, del helicóptero, de Milton Friedman). En su mayor parte, el dinero bancario se crea conforme los bancos hacen préstamos […] Un préstamo no es nada más que un acuerdo por parte del banco para hacer pagos en este momento, con base en la promesa del prestatario de pagar más adelante” (Wray, 2006). Uno de los riesgos que conlleva la ampliación de la base de los créditos es que el dinero fiduciario en sí mismo ya no tiene valor de intercambio y que puede ser traducido como una deuda en sí mismo, desde la perspectiva de Wray (1990) “el dinero es simplemente una deuda (poder de adquisitivo de transferencia a través del tiempo desde el futuro al presente), el cual puede o no puede servir como un medio de cambio. Así papel comercial puede ser suficiente como dinero, pero no podría servir como un medio de intercambio”. Después de estas ideas sobre la definición y el funcionamiento para la creación del dinero endógeno debemos regresar a la primera idea de este texto en 64 la que se entiende qué esta evolución debe de ser vinculada a la historia o al contexto histórico de cierto sistema bancario, aunque en realidad es gran parte del sistema financiero no solo de bancos tal y como lo hizo Victoria Chick. 2.5.4 Desarrollo histórico del sistema bancario y el proceso de endogeneización de dinero De los trabajos más notables de Victoria Chick encontramos dos que específicamente hablan sobre la evolución del sistema bancario inglés: un primer trabajo de 1986 en el que considera 5 etapas de evolución junto con algunas consideraciones sobre ahorro e inversión y un segundo trabajo de 1993 en el cual ella afirma que considera las mismas etapas, pero a las que agrega una sexta, e incluso ya en el texto agrega una séptima, además de agregar consideraciones de teoría monetaria. En ambos trabajos, al hablar sobre las etapas del sistema bancario inglés, las analiza de manera cronológica y detalla una serie de características, que describiremos a continuación. En la primera etapa del desarrollo bancario de Chick (1993) los bancos actúan solo como intermediarios entre ahorradores e inversores; los depósitos se mantienen como ahorros y no como medios de pago, lo mismo con la deuda bancaria. Los bancos limitan los préstamos al flujo de nuevos depósitos, e incluso a la voluntad de los depositantes de mantener esos depósitos en vez de “exercise their right to high-powered money” (Chick, 1993). En resumen, los ahorros determinan el monto de la inversión. Los bancos entran a la segunda etapa cuando los depósitos son aceptados como medio de pago. El aumento de la capacidad de préstamos aumenta el riesgo del sistema bancario, “the Banks become more vulnerable to liquidity crisis and collapses of confidences” (Chick, 1993). Esto significa que el sistema bancario contaba con la confianza del público. Se han consolidado los acuerdos de compensación entre bancos, los depósitos pueden actuar como transacciones que financian el ciclo de consumo al recibir financiación de un banco de cambio. Los préstamos se mantienen como depósitos. Los bancos pueden prestar múltiplos de 65 sus reservas. Se crea un banco de bancos, bajo “the Bagehot principle (that the central bank should act as a lender of las resort in times of crisis)” (Chick, 1993). En cuanto a la tercera etapa, Chick considera que está difuminada entre el final de la segunda y el principio de la cuarta del desarrollo bancario. Se desarrolla un mercado interbancario, donde los prestamos entre ellos se incrementan. Se forja un sistema coherente, “there is less excess liquidity” (Chick, 1993). El ‘multiplicador de depósitos bancarios’ funciona más rápido. En la cuarta etapa el Banco Central, o banco de bancos, fortalece su papel como prestamista de última instancia. Una responsabilidad fundamental para mantener la confianza en un sistema bancario que funcione establemente en tiempos de crisis, así los bancos pueden ampliar la capacidad de reservas del sistema. Los bancos centrales pueden influir en la demanda de recursos cambiando las tasas de interés lo que permite a los bancos lograr un crecimiento adecuado de acuerdo con la demanda de préstamos. Las reservas son endógenas al sistema bancario, “the volume of bank loans becomes fully demand determined, and the supply of deposits simply follows” (Chick, 1993). La quinta etapa del desarrollo del sistema bancario estuvo caracterizada por la competencia entre grandes bancos nacionales, que miran más a la internacionalización. También inicia la gestión de la deuda bancaria para ampliar el alcance de las operaciones crediticias y aumentar la rentabilidad “liability management” (Chick, 1993). Los bancos intentarán activamente atraer y retener fondos que puedan mantenerse en otras instituciones financieras, empresas o instrumentos financieros gubernamentales y utilizaron una estrategia de crecimiento y diversificación de su cartera de crédito, incluyendo préstamos comerciales e hipotecas a largo plazo. El Banco Central se ha consolidado al ser un banco nacional, controlar las tasas de interés del mercado y establecer coeficientes de capital adecuados, en el proceso de creación de crédito La sexta fase del desarrollo bancario se centra en la titulización, “securization”. Hay una transición de un sistema centrado en el dinero a un mundo de financiación de deuda, donde los bancos toman parte de sus préstamos y eligen 66 mercados emisores de bonos: los bancos de inversión iniciaron un nuevo desarrollo y se incorporaron a la industria de la banca comercial en general. Se inicia el abandono de intermediación entre crédito y depósito. Aparecen los mercados globales. La séptima etapa de desarrollo puede describirse como la difusión de las tendencias del mercado monetario y del mercado de capitales. Para Chick en 1993, esta etapa era una serie de incógnitas, “European monetary union, cashless society?” ella vislumbraba que las tarjetas de crédito serían preponderantes en el sistema y que tal vez las computadoras en algún punto serían el modo preferido de pago dando la bienvenida a un mundo que “finds room for fiat money but not for deposits” (Chick, 1993). Solo nos queda preguntarnos qué pensaría de la banca electrónica, biométrica y portable desde un teléfono inteligente… Ahora bien, al ser el dinero endógeno parte de todo el sistema capitalista dichas etapas deberían de poderse identificar en cualquier sistema capitalista y comprobar así esta endogeneidad. Chick (1993) explica “It is my belief that there are some general principles to be uncovered by this approach”. No es la intención de este escrito simplificar esas etapas a una serie de características y un modelo impuesto sino más bien encontrar la congruencia y coherencia de dichas etapas en otros sistemas financieros que no sea el inglés, en sus palabras “expose hidden assumptions of existing theories, codify the institutional context” y que para nuestro caso será el mexicano dónde se podrán identificar esas etapas que comprueban la endogeneidad del dinero pero con la particularidad obvia del contexto histórico mexicano que a grandes rasgos sabemos que estará imbuido de dependencia económica extranjera y de un contexto interno en el que muchas veces los gobiernos estatales estarán en lucha de su formalización y permanencia. Cómo se puede observar en el siguiente cuadro comparativo se encontraron periodos coincidentes a las etapas del desarrollo bancario inglés respecto al de México con el cual el dinero endógeno hace patente esta condición. Una de las diferencias que se pueden observar a primera vista ese el retraso o posterioridad con el que fueron sucediéndose en México. El Estado mexicano respecto a 67 Inglaterra es una nación mucho más joven que, aunque nació en 1821 será hasta la última década de ese siglo en el que tendrá un gobierno y una economía lo suficientemente consolidadas para albergar un desarrollo bancario como el que se necesita para observar este desarrollo. Se puede señalar también que esa distancia se irá acortando conforme nos acercamos al siglo XXI, ya que tanto por las innovaciones tecnológicas que facilitan la comunicación a lo largo del orbe, como por el fenómeno de la globalización en la que ni materias ni capitales están alejados en el mundo estos procesos pareciera que alcanzan un punto similar en el tiempo. 68 Inglaterra Características México 1844 1ª Etapa Depósitos y ahorro 1890-1924 1873 2ª Etapa Operaciones de compensación bancaria Surge el Banco de bancos 1925-1938 Cambio de siglo 3ª Etapa Se desarrolla el sistema interbancario 1939-1945 Primeras décadas del s. XX 4ª Etapa Se consolida la confianza en el sistema y el BC como el prestamista de última instancia Préstamos crean depósitos 1945-1965 1945-1960 5ª Etapa Actividad de los bancos para captar ahorro, otorgar créditos El BC es banco del Estado, nacionalización en Inglaterra 1946 Mercado de valores como oferente de capital 1966-1982 1960-1980 6ª Etapa Titulización (securization) Abandono de intermediación entre crédito y depósito Mercados globales 1982-1999 1990 en adelante 7ª Etapa Desregulación Competencia de todas las entidades del sistema financiero 2000 en adelante Tabla 1. Etapas del desarrollo bancario Inglaterra-México. Elaboración propia con datos de Chick (1993) 69 Segunda Parte: El enfoque poskeynesiano de la endogenización del dinero en México. La transición del desorden monetario-financiero a la configuración del sistema financiero: 1890-1982. 70 Capítulo III. Configuración del sistema financiero en México. La transición de un sistema corporativo a la regulación financiera institucional. Operaciones bancarias e institucionalización del banco central: 1890-1938 Bajo la perspectiva endógena del capítulo anterior, el objetivo de la primera parte de esta tesis es proponer una periodización del proceso de desarrollo del sistema financiero mexicano. La periodización histórica tendrá como eje las características de los cambios económicos y financieros registrados en México, que coincidan con los señalados por la autora, pero que, obviamente no coincidirán en el tiempo con los establecido para el caso de Inglaterra, que es el referente del estudio de Chick. Esto es así, debido a que las amplias asimetrías históricas entre los sistemas financieros de los países industrializados y los países en desarrollo no han sido eliminadas. De hecho, la liberalización financiera en estos últimos países no contribuyó a reducir dichas brechas, ya que la modernización del sistema bancario una estructura bancaria oligopólica extranjerizada y rentista, que racionalizo el crédito a las actividades productivas y lo expansión a sectores generadores de altas ganancias, como el crédito al consumo e hipotecario. Además, no propicio el desarrollo del sector bursátil, concretamente el mercado de capitales, una de las principales deficiencias históricas de los sistemas financieros de los países en desarrollo, como México. 3.1 Antecedentes Este primer apartado busca identificar los antecedentes a la consolidación del desarrollo del sistema monetario y el crédito en México. Apenas estamos rozando un proceso largo, pero que en este caso el que permite identificar los procesos de nuestro Estado-nación. Veremos como en los periodos más alejados tenemos menos acceso a documentos o información detallada y conforme nos acercamos al presente, los procesos se irán acelerando y podremos disponer de muchos más 71 datos estadísticos completos qué nos permitan construir el desarrollo del sistema financiero en México. Durante el virreinato del siglo XVI, existían mecanismos de crédito basados principalmente en préstamos otorgados por particulares y congregaciones religiosas, tiendas de raya, cartas de crédito para la habilitación y avío de minas y comercio. Además, existían mecanismos semiclandestinos de agiotismo que especulaba con el cambio del papel moneda por dinero efectivo o dinero efectivo por papel moneda. Las incipientes prácticas crediticias novohispanas estuvieron vinculadas a la extracción de plata, a través de dos instituciones de crédito formales, el Monte de Piedad de Ánimas fundada en febrero de 1775, y el Banco de Avío de Minas establecido en 1784, que otorgaba préstamos refaccionarios y “la admisión de capitales á rédito y la atención de las cuentas del Tribunal de Minería. Su ámbito de acción era reducido y, en consecuencia, de impacto económico Estas prácticas financieras y crediticia seculares fueron las primeras formas operación del crédito pre-bancario. Podemos decir que la historia del crédito en México no inicia con la Independencia, ya que ésta se construyó sobre la base del conjunto de prácticas financieras seculares de la economía colonial, que perduraron hasta la temprana república. (Del Ángel y Marichal, 2003) La lucha armada por la independencia de México duró poco más de diez años, de 1810 a 1821. En ellos se distinguen cuatro fases, el inicio de 1810 a 1811, la organización de 1811 a 1815, la resistencia de 1815 a 1821 y por último la consumación durante 1821; a nivel económico durante estas cuatro etapas se puede reconocer el progresivo debilitamiento y desintegración del complejo sistema de la economía colonial controlado hasta entonces por España, recientemente modernizada por los Borbones. Una de las primeras instituciones en debilitarse fue la Real Hacienda Colonial y aunado al aumento de los gastos militares internos inició la dificultad de reunir 72 nuevos préstamos, circunstancia agravada por el cúmulo de viejas deudas coloniales sobre las cuales comenzó a suspenderse el servicio de la deuda. La escasez de recursos, y ante la falta de homologación de la estructura tributaria entre el gobierno central y los gobiernos locales, estos últimos ejercieron por la vía de los hechos una mayor autonomía fiscal ante la urgente necesidad de fortalecer sus tesorerías. Ello tuvo consecuencias negativas para la hacienda central, ya que se redujeron las transferencias tributarias por parte de los gobiernos locales al gobierno central de la Ciudad de México. Propiciando con ello el debilitamiento de la Casa de Moneda de la Ciudad de México, lo que obligó a la descentralización de la acuñación de la plata. En cuanto al crédito, se ha encontrado operatividad de los mercados crediticios y financieros tardío-coloniales de la Nueva España (numerosas instituciones eclesiásticas, prestamistas particulares y de los créditos extendidos a comerciantes, rentistas, hacendados y mineros). Pero hubo graves consecuencias por la distribución del ingreso tan concentrada en manos de los grandes comerciantes, mineros y hacendados, ya que la falta de confianza del pequeño círculo de actores más ricos en la futura estabilidad del Estado hacía que actuaran más que como prestamistas, como agiotistas. Por si fuera poco, la fuga de capitales aumentó con una velocidad notable y debilitó al régimen realista y a su ejército, lo que terminó con los sueños de victoria y los obligó a buscar la manera de finalizar lo más rápido posible la guerra, siendo la única forma aceptar la paz con los insurgentes, la cual sellaron con el famoso abrazo de Acatempan, entre Vicente Guerrero, insurgente, y Agustín de Iturbide, realista, aceptando que ambos bandos declarasen la independencia respecto a España y el territorio que denominamos hoy México, se convirtiera en una nación libre e independiente. La culminación de la guerra por la independencia no significó el puente a un Estado con protección de la propiedad privada y el estímulo al crecimiento económico, sino que se inició un largo período de luchas intestinas que ralentizarían ese desarrollo. El tardío desarrollo del sistema financiero mexicano durante el siglo 73 XIX contrasta no solo con el alcanzado por los sistemas financieros de los países desarrollados, sino también con el de Brasil, Argentina o Chile, países donde la banca se institucionalizó en la década de 1860. Por el contrario, en México este proceso se da casi 20 años después. 3.1.1 Insuficiencia financiera del gobierno y bajo crédito comercial. La Nueva República Federal y la fragilidad de las finanzas públicas, 1821-1855 En los albores de la nación independiente, la economía mexicana registró un aislamiento externo, debido en parte a la incapacidad diplomática y administrativa de los primeros gobiernos mexicanos para honrar los préstamos obtenidos en el mercado monetario de Londres en la década de 1820, así como de la imposibilidad de reformar la hacienda pública para dar vida al crédito público (Carmagnani, 2010) Por ello la escasez de crédito y el déficit en las arcas públicas fueron fenómenos generalizados y, aunque la Secretaría de Hacienda y Crédito Público fue creada en 1821, no se construyeron marcos institucionales y normativos para enfrentar estos dos problemas. El sistema monetario, bancario y financiero funcionaron de forma desorganizado y deficiente. Al respecto, cabe señalar que, a lo largo de la década de 1820, el gobierno federal cubrió sus primeros déficits con la emisión de dos empréstitos emitidos en Londres por un total de 30 millones de pesos, una suma considerable para la época, aunque en práctica solo ingresaron a las arcas mexicanas la mitad de estos fondos, debido, según Marichal (2010), la pésima negociación del gobierno mexicano en la emisión de los bonos. Además, el dinero fresco no redujo las presiones sobre la tesorería federal, ya que la mitad de estos recursos tuvieron como destino comprar armamento y el pago de gastos militares, y el resto de los recursos se destinaron al pago de crédito vencidos de corto plazo. El nuevo marco institucional de la reestructuración fiscal y financiera se ratificó en la Constitución Federal de 1824 y se estableció una nueva jurisdicción 74 política en la nueva nación mexicana, siguiendo el ejemplo de sistema federal de Estados Unidos, organizándose en gobiernos estatales locales, a pesar de que no tenían una verdadera identidad ni una autonomía económica. Bajo este sistema México se transforma en una República Federal Constitucional, con un régimen presidencialista como forma de gobierno basado en la separación de tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. En tanto que los gobiernos estatales adquieren una identidad y una relativa autonomía económica. Sin embargo, el nuevo sistema hacendario resultaba ineficiente y tendiente a intensificar la rivalidad entre los burócratas fiscales estatales y federales por la apropiación de las rentas públicas; mientras se debilitaba la vieja burocracia colonial, que había sido efectiva al recaudar impuestos y al mantener cuentas exactas de una serie amplia y diversa de fuentes de ingresos. A este tipo de rupturas eso es a lo que Lucas Alamán, algunos años después, se referirá como efectos negativos liberales y con los cuales señalará que era necesaria ‘una dosis de conservadurismo’. Los gobiernos federales enfrentaron desde 1824 la insuficiencia de recursos para cubrir los gastos públicos, en particular los gastos militares. Sabiamente, dirían los chartalistas, que como revisamos en el capítulo I también consideran al dinero como un factor endógeno a la economía, el gobierno federal retuvo los impuestos sobre el comercio exterior, que entre los años de 1825 y 1830 proporcionaron un promedio de más de 6 millones de pesos anuales. Los ingresos provenientes del monopolio estatal del tabaco también aportaron ingreso para financiar el gasto del gobierno federal, ya que representaron aproximadamente un millón de pesos en promedio anual, a hacia finales de la década de1820. Sin embargo, los gobiernos estatales fueron reteniendo progresivamente una mayor proporción de estos ingresos tributarios, hasta que se debilitó el monopolio del gobierno federal sobre dichos ingresos. Otros estancos tradicionales, como la pólvora, la sal y la lotería, también generaban recursos, aunque en una menor cantidad que la que aportaban durante la colonia (Carmagnani, 2010). Asimismo, los ingresos del gobierno federal también dependían de transferencias fiscales llamadas contingentes, provenientes 75 de los gobiernos estatales, que se establecieron con base en un sistema de cuotas determinadas según el tamaño de la población de cada estado. De tales formas que, los estados más poblados y ricos aportaban mayores transferencias al gobierno federal. La debilidad fiscal de los gobiernos posteriores a la Independencia era una consecuencia natural del propio proceso de Independencia, pues el tránsito del Virreinato a una nación soberana significó una ruptura radical, porque implicaba la eliminación de la estructura económica colonial, lo que incluía los mecanismos seculares de préstamos o crédito y el sistema rapaz de alcabalas. La extenuación de las finanzas públicas y la escasez de nuevos créditos condujeron al fracaso de este primer intento por establecer un régimen federalista que prevaleció durante los años 1824-1835. Este contexto, y las luchas internas, que en algunos casos eran armadas, facilitaron la toma del poder por parte del régimen centralista que se mantuvo durante los años 1835-1845. Sin embargo, y a pesar de algunas reformas fiscales que se realizaron, la debilidad de las finanzas públicas impidió crear las bases para reactivar la actividad económica. En este sentido, se puede sostener que tanto el gobierno federalista liberal de los años 1825-1830 como el federalista centralista de 1835-1845, fueron gobiernos fiscalmente débiles, lo que les impido instrumentar una política de gasto activa necesaria para reactivar la actividad económica. Para 1827, el tesoro mexicano había suspendido el servicio sobre los bonos externos ello era un indicador de la incapacidad de administrativa de los primeros gobiernos republicano para resolver los problemas de la hacienda pública y la renegociación de la deuda externa. Esta situación se complicó debido a incipiente desarrollo de los mercados de capital locales y el bajo crecimiento de la economía en su conjunto, dada su desarticulación heredada de la lucha de independencia. Esto configuró un círculo perverso, pues el bajo crecimiento económico, la inestabilidad de los mercados monetarios a corto plazo y la inexistencia de un mercado doméstico amplio para títulos públicos. inhibía el desarrollarse de los mercados de capital. Bajo estas circunstancias, era imposible que el gobierno 76 federal emitiera bonos para generar los ingresos necesarios para el financiamiento de sus funciones básicas. Después de declarada la Independencia de México en 1821 y hasta la década de 1850, las tasas de interés en la ciudad de México para los créditos comerciales a corto plazo se mantuvieron altas, entre el 12% y 40%, y en el caso de los créditos gubernamentales fueron excesivamente elevadas, ya que fluctuaron entre 30% y 200%. Ello es resultado de la incipiente presencia de instituciones bancarias, la ausencia de una legislación que promoviera el desarrollo y expansión de la banca comercial, así como la supervisión y vigilancia de los pequeños bancos existentes en esa época. En su conjunto, estos factores explican la que no se haya establecido una Bolsa de Valores institucionalizada (Marichal, 2010). Como se observa, los gobiernos centralistas que asumieron el poder durante los años 1835-1845, no lograron la uniformidad y modernización de la estructura tributaria y, por tanto, no resolvieron el problema de los bajos ingresos fiscales. Ello a pesar de las reformas que aplicaron basadas en el viejo modelo de centralismo fiscal napoleónico. Ejemplo de ello es el fracasado Banco Nacional de Amortización de Moneda de Cobre que solo estuvo en funcionamiento entre 1837 y 1842, es decir se tuvo la claridad de la necesidad de instituciones bancarias, pero no el acierto de la solidez y continuidad. Esta institución fue creada específicamente para amortizar la emisión de moneda fiduciaria de cobre que había proliferado en el circulante debido a una numerosa acuñación y que el gobierno de Bustamante se adjudicó como deuda pública para tratar de regular las emisiones, frenar la circulación de moneda falsa y crear normas para saldar el cobre mediante un intento de banco central13 que pudiera asumir el control estatal en la política monetaria, intervenir en las emisiones e incluso de generar créditos para el erario. Este ejemplo nos sirve también para hacer énfasis de como el dinero no es endógeno en este momento, ya que las 13 Para profundizar en este tema el trabajo de Javier Torres Medina (2003) brinda tesis novedosas respecto a estudios previos. 77 monedas falsas podían incluso provenir del extranjero ocasionando que la moneda se depreciara ocasionando, además, descontento social. Es muy probable que los resultados esperados de dichas reformas fueran afectados por la conflictiva realidad económica, social y política que todavía se vivía en esos años en el país. Al respecto, debe señalarse que este primer periodo posindependencia se caracterizó por los desacuerdos políticos internos, las repetidas intervenciones militares extranjeras, la acumulación de deudas, el incremento del contrabando y la extrema laxitud en la administración pública y militar. De hecho, varias de las intervenciones militares extranjeras y conflictos internacionales fueron por motivo de la suspensión del servicio de las acumuladas deudas o el no reconocimiento de deudas por parte del nuevo gobierno federal. Incluso se podría decir que México sufrió más embates militares que cualquier otro país latinoamericano: la guerra de Independencia (1810-1821), las intervenciones extranjeras (española y francesa) de 1829 y 1838, la guerra por Texas (1836), la invasión de México por Estados Unidos (1846-1848), la invasión europea en 1862, la ocupación francesa (1863-1867), guerras civiles, las guerrillas y las guerras regionales de protesta indígena, como la guerra de castas en Yucatán (1847). Todas estos conflictos externos e internos crearon su propia lógica y sus propias demandas, lo que, en general todos ellos se reflejaron en un incremento tanto de la deuda interna como externa de los gobiernos en turno, en particular durante los años 1835-1860 (Marichal, 2010). Por su parte, en el contexto internacional se registraban cambios importantes y con rapidez, por ejemplo, en Gran Bretaña entre 1846-1849 ocurría la adopción del libre comercio y se alcanzaba la liberalización casi completa y unilateral del mayor mercado mundial, momento en el que la reducción de distancias, tanto de materias con los trenes y barcos a vapor, como de información económica con el telégrafo, lo que podría llamar como uno de los primeros momentos de proximidad económica de la economía globalizada (Riguzzi, 2010). En esos años, México estaba muy lejano del desarrollo tecnológico, económico y financiero alcanzado en esos años por Inglaterra. En consecuencia, es evidente que al sistema financiera 78 mexicano le faltaba un largo proceso para alcanzar la primera etapa del proceso de endogenización del dinero, que de acuerdo con Chick (1993), Inglaterra la alcanzó aproximadamente durante la década de 1840. Etapa que, según dicha autora, se caracteriza porque los depósitos constantes generan ahorro, y el incremento de éste expande los créditos de la banca. En otras palabras, se eleva la capacidad de crédito interno. 3.1.2. Conformación del nuevo orden económico institucional. Las guerras civiles y los conflictos internacionales: 1856-1876. Antecedentes: El sistema monetario y el crédito secular del siglo XIX. Hacia la mitad del siglo XIX, entre 1856 y 1872, inicia un cambio institucional; inició el proceso de creación del nuevo orden económico institucional, sobre todo por las reformas liberales, que apuntaron a la creación de una esfera privada de la economía frente a las corporaciones de antiguo régimen, a la consolidación de libertades económicas y al perfeccionamiento de los derechos de propiedad. Con la Ley de Desamortización de 1856 y poco después la Constitución de 1857, iniciaron estos cambios y continuaron paulatinamente hasta que los liberales tomaron el poder en forma definitiva con la restauración de la República en 1867. Por fin se avanzaba en el debilitamiento y eliminación definitiva de las viejas estructuras económicas de la colonia que aún subsistían. Entre los preceptos incluidos en la Constitución de 1857 que directa incidieron en la construcción de una nueva estructura económica, se encuentran los siguientes: • Establecimiento de la libertad de ocupación y prohibición de prestación de trabajos personales sin consentimiento del prestador. • Eliminación de los fueros y tribunales especiales en el ámbito económico, ya que se eliminaron los estatus jurídicos especiales. • Establecimiento de la inviolabilidad de la propiedad privada, salvo casos de expropiación por utilidad pública con previa indemnización. Con ello se impedía que corporaciones civiles o eclesiásticas con capacidad legal adquirieran o administraran bienes raíces. • Prohibición de monopolios o estancos, con algunas excepciones como la acuñación de moneda. 79 • Definición y delimitación de la esfera de acción de los distintos poderes, entre ellas la del gobierno federal respecto de los gobiernos de los estados. • Abolición de las alcabalas y aduanas interiores. El primer resultado de estas reformas institucionales y nuevo marco constitucional se materializó en la de desamortización de terrenos baldíos, los deslindes y la colonización, con lo que amplias extensiones de tierra adquirieron valor y fueron privatizadas. Este proceso contribuyó a transformar recursos ociosos en factores productivos, pero también propicio la concentración de la propiedad privada. Esta consolidación de la propiedad privada fortaleció las arcas del gobierno federal, pues la venta de bienes eclesiásticos generó 23 millones de pesos y la de los terrenos públicos 117 millones de pesos a lo largo de 30 años. Respecto a la eliminación de las alcabalas, sus efectos positivos se reflejaron en varios aspectos, porque permitió: i) se concretó la centralización hacendaría; ii) rediseñar parcialmente el sistema fiscal, lo que permitió unificar el mercado nacional y, con ello la eliminación de trabas y contribuciones tributarias que entorpecían la libertad de movimiento y de comercio. Si bien estos cambios institucionales favorecieron la inversión y la reactivación de la actividad económica al movilizar recursos productivos ociosos, también dieron paso a la concentración de la riqueza y, por tanto, de la distribución del ingreso, ya que política económica al enfocarse en modernizar la producción perdió su función redistributiva y la legislación agraria y la Ley Lerdo (1856) permitieron la concentración de tierras e incluso “la ley minera permitió que pronto se duplicará la producción, pero los fundos pasaron a ser propiedad de las grandes compañías extranjeras” (Kuntz, 2010). Con la Constitución de 1857 surge y se desarrolla en México el concepto y proceso del presupuesto federal, en tanto referencia institucional del gasto, ingreso y deuda públicos, así como su implementación y manejo por parte de la Secretaría de Hacienda. De la misma forma, se constituye la estructura de financiamiento nacional, conformado por los bancos públicos o de desarrollo, los bancos comerciales, las bolsas de valores, y la Secretaría de Hacienda, y la presencia y/o vínculos con instituciones financieras extranjeras, bancos y las bolsas de Londres, 80 París, Berlín y Nueva York (Carmagnani, 2010). Por primera vez en la historia del México independiente, los actores privados participan en las operaciones y actividades financieras bajo una estructura jurídica que garantizaba sus derechos económicos y su propiedad. Ello incentivo la libre participación y agrupación de los individuos con actividad económica para conformar grupos de interés con poder económico, con la capacidad para influir en las políticas públicas mediante el Congreso. Su poder económico que se reforzando mediante la acumulación de ahorro generado por la expansión de sus inversiones que se financiaron con créditos otorgados por la banca comercial, les permitió influir en las decisiones de política económica. Esta nueva estructura económica permitió que se observara la clara participación de los actores privados cuyos derechos económicos se encontraban garantizados, y que participaban libremente en la conformación de grupos de interés de carácter dinámico con capacidad para influir sobre las políticas públicas por medio del Congreso y en la futura obtención de ahorro, inversión, créditos y banca privada e hizo posible la interacción permanente entre el sector público y el sector privado. Se le asignó al Estado la función de promoción del desarrollo económico, mediante la creación de nuevas actividades y espacios de participación para la empresa privadas, así como de la creación de la infraestructura básica (energía, carretes, presas, comunicaciones y transporte, etc.) para la valorización de las inversiones realizadas por ellas. La estabilidad del poder político se logró gracias a las alianzas estratégicas de los grandes grupos financieros-industriales que mediante la provisión selectiva de derechos de propiedad consolidaron sus “privilegios otorgados a cambio de la transferencia de rentas, por parte de sus Un reto que enfrentó el incipiente modelo financiero liberal fue lograr la interconexión de las instituciones financieras del Estado, esto es, la hacienda federal, con las instituciones privadas, los bancos y el mercado accionario. Esta conexión institucional entre las estructuras financieras pública y privada era fundamental, pues de la misma dependía dotar de liquidez a los activos físicos no líquidos, constituidos por los bienes de la Iglesia desamortizados, y que posteriormente fueron nacionalizados, y los terrenos baldíos. Con ello se lograría el objetivo de 81 elevar la inversión pública necesaria para inducir el crecimiento económico, conjuntamente con la participación de la inversión privada que sería financiada a través de la banca comercial, y estimulada a través de los subsidios otorgados por la Secretaría de Hacienda (Carmagnani, 2010) Entre 1857 y 1867 se registraron los enfrentamientos más álgidos de la guerra civil entre liberales y conservadores, y a ello se sumó la intervención extranjera de Maximiliano (1862-1867). A pesar de esta situación, en 1964 se funda el primer banco privado y de sociedad anónima en el país, el Banco de Londres y México, y se hicieron algunos avances la reestructuración del sistema hacendario. Además, la estructura sectorial de la economía no registró una mayor diversificación y el crecimiento económico se mantuvo bajo (Carmagnani, 2010). El desempeño de la economía mexicana entre la segunda mitad del siglo XIX y la Revolución estuvo determinada por el presupuesto público equilibrado, lo que implicó límites al crédito o deuda públicos. Ello con el objetivo de mejorar la participación de México en el sistema económico internacional en general, y en particular el acceso del gobierno a fuentes externas de financiamiento. Hay panoramas más tajantes respecto a las dificultades que verdaderamente enfrentaba la economía mexicana y que son los que seguirían entorpeciendo el desarrollo del sistema financiero; “en este contexto, la conexión de México con la economía internacional era muy débil, y pobre en cuanto a articulación y beneficios, por el estancamiento y la concentración del comercio, la ausencia de flujos significativos de inversión extranjera, y la insolvencia prolongada sobre la deuda exterior” (Riguzzi, 2010). Esta poca participación se puede observar en la siguiente tabla, en la cual hemos agregado una columna ya perteneciente al porfiriato para resaltar la diferencia de índices. Tabla 2. Elaboración propia con datos de Riguzzi (2010) Desconexión con la economía internacional antes del auge económico del Porfiriato 1861 1878 1890 Porcentaje de México en el comercio mundial (exportaciones) 0.31 0.3 0.63 Porcentaje de México en importaciones de EUA 0.7 1.26 3.46 No. de empresas extranjeras activas (mín-máx) 7 16-18 145-155 82 Productos importantes de México en el comercio internacional plata plata plata y henequén Niveles de la deuda externa federal (miles de dólares) 70000 75000 109000 El manejo de la economía en los años posteriores a 1867, estuvo marcado por la contracción del gasto público con el objetivo explícito de mantener un presupuesto equilibrado, como condición para que el gobierno pudiera acceder al crédito en los mercados financieros internacionales. Respecto a la deuda pública externa, debe señalarse que tanto sus características como su servicio estaban determinados por las fluctuaciones del sistema monetario-financiero internacionales, el cual en esos años aún era bimetálico. Si bien las fluctuaciones de este sistema podrían reducir el monto o periodo de pago, como sucedió entre 1860-1876, también podían generar efectos desfavorables debido a que México no tenía un sistema monetario bimetálico, sino monometálico basado en la plata. Esta asimetría monetaria generaba frecuentes desequilibrios monetario con elevados costos financieros, entre México y los países industrializados, en particular con Gran Bretaña, era muy elevado (Carmagnani, 2010). De ahí que, la reducción de la deuda pública también se viera como una medida necesaria para alcanzar cierta convergencia con el sistema bimetálico prevaleciente a nivel internacional. Estas diferencias propiciaron que se buscaran estrategias que pudieran compensar los movimientos internacionales. esas estrategias dependían de los patrones y tipos de cambio que existían, en un primer momento se desarrolló una estrategia flexible que no buscó bloquear la producción de plata ni sustituirla totalmente con el oro, sino crear las condiciones para superar el monometalismo plata mediante la introducción de un bimetalismo, en el cual el oro funcionaría como equivalente general en los intercambios mercantiles y financieros con el exterior y, en un segundo momento, la estrategia cambió y trató de sostener el oro como equivalente general de las transacciones comerciales, financieras y monetarias tanto internas como externas. Ambas estrategias propiciaron que el abandono del 83 patrón plata se acelerará, pero en realidad no se consolidará sino hasta 30 años después. El periodo que abarca la caída del Segundo Imperio Mexicano en 1867 y el restablecimiento de la Republica con la reelección del presidente Benito Juárez para el periodo 1867-1871, estuvo marcado por rebeliones y sucesos políticos,14 que afectaba la recuperación sostenida de la actividad económica y los avances en la conformación de un sistema financiero y marcos institucionales que dieran certidumbre a los inversionistas nacionales y extranjeros. 3.2. Primera etapa. El vínculo entre depósitos bancarios y ahorro: 1876-1925 Manteniendo la línea mencionada en que no es posible establecer etapas y divisiones absolutas en la economía mexicana, obviamente se pueden señalar algunos periodos políticos en los que éstas se difuminan y entrelazan. Así, las últimas dos décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX son identificadas como porfiriato por el avasallante papel de Porfirio Díaz en la política y su innegable mano en la economía, coinciden con un periodo caracterizado por el inicio de la industrialización, periodo que sería interrumpido por una revolución de tintes sociales, pero en la realidad con más frutos político-institucionales, que se prolongaría hasta la mitad de la segunda década del siglo XX. 14 Con la caída del Segundo Imperio Mexicano en junio de 1867 se inicia el restablecimiento del gobierno republicano, en septiembre de ese año se convoca a elecciones primarias, las cuales fracasan debido a que la mayoría de la población no acudió a votar. En las elecciones secundarias se decide reelegir al presidente Benito Juárez para restaurar la República (1867-1871), bajo este mandato Juárez introduce nuevas reformas legales que regirían Estado mexicano, entre las que resaltan la limitación del poder Legislativo y el fortalecer al poder Ejecutivo, así como el establecimiento de mecanismos para reducir paulatinamente el tamaño del Ejército sin afectar el orden público. Sin embargo, al final de esta administración Juárez se postula para otro periodo presidencial, lo que genera la inconformidad de Sebastián Lerdo de Tejada y el General Porfirio Díaz, quienes tenían interés en postularse como candidatos. La respuesta del General Díaz fue el llamado a la rebelión mediante el Plan de la Noria de 1871, considerada como como el primer levantamiento organizado para impedir que Juárez contendiera de nuevo a la presidencia. No obstante, este intento no tuvo el resultado deseado, y Juárez fue reelegido para otro periodo presidencia que desempeñaría hasta diciembre de 1876. 84 Así, mientras en historia política es posible identificar dos etapas (contrapuestas, como lo es cada giro histórico y muy visible en el arte: rigidez <--> libertad) en nuestro caso la etapa económica corresponde a un mismo periodo, aunque sí haremos la distinción como subetapas por los grandes cambios institucionales que acunaron, se podría decir que la Revolución trajo perturbaciones coyunturales en la producción y distribución de bienes, pero no una ruptura fundamental en el modelo de desarrollo, sustentado en la exportación. 3.2.1 Paz y orden para el progreso económico. La manufactura, los primeros bancos y la inserción exportadora del porfiriato. 1876-1910 Un joven, pero ambicioso soldado se retiró a su hacienda de la Noria a los 37 años, con un récord de batallas ganadas como a la espera de un momento propicio para su retorno triunfal esta vez a la política de las ligas mayores. Y lo consiguió, pero hasta su segundo intento, el primero el Plan de la Noria15, fue un aceptado fracaso de Porfirio Díaz, pero solo fue la antesala de su siguiente intento con la proclamación del Plan de Tuxtepec que Díaz, inició su primer mandato presidencial (1877-1880), y un periodo que duraría más de 30 años y siete periodos presidenciales (1877-1880; 1884.1888; 1888-1892; 1892-1896; 1896-1900; 1900- 1904; 1904-1910), que solo se interrumpió por el periodo del presidente Manuel González, que en los hechos también fue conducido por Díaz, y cuyo fin Díaz mismo habría pronosticado, tal vez sin darse cuenta en la entrevista con Creelman en 1908. A grandes rasgos podemos caracterizar esta larga dictadura por dos características un tanto repetitivas de la historia básica: el lema de Porfirio Díaz ‘paz, orden y progreso’ y el grupo de ‘Científicos’ que se encargaban de asesorar las decisiones presidenciales en base al positivismo, que bien podrían haber 15 Este fue respecto a la reelección de Juárez para el periodo 1872-1876, provocó movimientos armados que intentaron deponerlo, y a pesar de que logró controlarlos eran una clara manifestación de la inestabilidad política que se vivía en el país. Finalmente, Juárez deja la presidente debido a una enfermedad que lo llevó a la muerte antes de empezar el nuevo periodo presidencial, haciendo necesario convocar a elecciones extraordinarias en 1872. 85 introducido a México en un proceso adecuado de industrialización y crecimiento si no hubieran predominado las condiciones extractivistas y sin la intención de ampliar la distribución de ingresos, limitándola prácticamente a ser repartida entre unos 11 mil hacendados. El Estado federal gracias a las pacificaciones (muchas veces forzadas) y a la aceptación ganada gracias al fenómeno del ‘compadrazgo’ pudo ampliar sus facultades y funciones. En 1884 fue autorizado para expedir códigos nacionales y se amplió hasta abarcar vías generales de comunicación, minería, aguas, patentes y marcas, ámbitos que fueron materia de leyes de alcance nacional y para los que se crearon agencias especializadas en el gobierno federal. Y como parte de la nueva forma de tomar decisiones por su grupo de asesores apareció la estadística nacional como base de las políticas de desarrollo (Kuntz, 2010) En el contexto internacional, el mundo sufría diversos cambios donde ya no solo era Inglaterra la protagonista de la Revolución Industrial, sino que las demás potencias europeas empezaban a ocupar su lugar no solo en la economía capitalista, sino en la situación geopolítica que desencadenaría las Guerras Mundiales; fue notable el aumento en el comercio internacional donde México, entre otros países, ocupaba su lugar como abastecedor de víveres, materias primas e insumos tanto para la industria internacional como para el transporte, terrestre y marítimo, sector que iba en aumento. Durante el porfiriato la actividad económica agropecuaria continúa siendo la que disponía de mayor número de brazos y la que estaba vinculada a gran parte de la población. Se conservaron métodos y técnicas e instrumentos tradicionales, así como las haciendas ranchos pequeñas propiedades y propiedades comunales en forma de tenencia de la tierra. En la región sur, el henequén conoció una etapa de extraordinario crecimiento impulsado por la demanda internacional. El crecimiento de la industria de henequén estuvo acompañado de la explotación de indígenas mayas y de yaquis desterrados. La propiedad inmueble fue objeto de un acentuado tráfico de operaciones de compraventa de remates hipotecarios y las desamortizaciones y nacionalizaciones se sumaron deslindes de millones de hectáreas baldías. Muchas veces hubo 86 intermediarios influyentes qué hacían traspasos a empresas extranjeras; la mayoría de las veces se fingía una venta, pero sólo era el pago de una comisión porque desde el principio el dueño y el comprador era la empresa extranjera. La minería se efectuaba sobre todo en el norte y experimentó un gran cambio cuantitativo y cualitativo la plata seguía representando el 66% del valor de la producción. El alza de la minería iba de la mano del incremento y mejora de la industria metalúrgica la demanda internacional estimulaba las exportaciones y la producción minero-metalúrgica a sí misma demandaba mayores volúmenes de materiales. Las principales explotaciones mineras distintas a la plata eran de cobre, zinc, plomo, hierro y carbón. La industrialización mexicana comenzó como un resultado endógeno del crecimiento del sector exportador durante el Porfiriato y el gobierno adoptó políticas comerciales proteccionistas para aislar a la industria manufacturera del país de la competencia externa, debido a que el poder político y la riqueza económica estaban altamente concentrados en México, propiciando que se concentraran aún más durante el porfiriato, ocasionando que el mercado interno permaneciera poco profundo y además demostró que una pequeña élite era capaz de capturar el poder regulatorio del Estado. Hacia finales del siglo XIX se incorporaron métodos maquinarias modernas, sistemas de riego y ramales de vías que conectaban a las haciendas con la nueva y flamante red ferroviaria. Aunque no fue una generalidad, sino más bien una excepción favoreciendo solo algunas ramas o tipos de haciendas como es el caso de las haciendas azucareras, las cuales aumentaron en los estados de Veracruz, Morelos, Jalisco, Puebla, Michoacán, y Sinaloa. En ellas Se podían producir cientos de toneladas de azúcar blanca refinada y en cubos además de destilar miles de litros de alcohol por día. Las tierras, lagunas y ríos estaban concesionadas por el Gobierno. Se introdujeron avances tecnológicos como el canal de obra hidráulica con bombas, tren de carros para transportar la caña, grúas de motor, edificios de ingenio adecuados a las necesidades de los nuevos métodos de producción, trapiches (molino desmenuzador) de motor, equipos calentadores de jugo a presión, 87 calderas de cientos de caballos de fuerza, bombas de vacío, centrifugadoras, granuladores, máquinas cubicadoras, prensas, filtros, etc. (Beato, 2004) La producción artesanal retrocedía frente a la nueva mecanización manufacturera el mejor ejemplo son las fábricas textiles. Obviamente ocurrió el fenómeno de migración de artesanos a las ciudades para emplearse en las industrias fabriles. La industria textil que utilizaba algodón pudo mejorar una vez que se permitieron las importaciones de algodón norteamericano. Bajo ese panorama económico, la incertidumbre del cambio y la precaria relación de México con el sistema oro entre 1890 y 1902 explican el estancamiento de la relación entre la deuda y su servicio, que se mantuvo a un tercio del gasto total, al tiempo que tampoco creció la deuda externa en oro, pues apenas subió 4 millones de dólares entre 1896 y 1903. Las medidas adoptadas para lograr una convergencia fiscal y monetaria limitaron el acceso de México al mercado de capitales internacionales. El sistema monetario en México se homologó al patrón oro, que era predominante a nivel internacional. México en 1905 al adoptó el gold exchange standard, es decir, un patrón en el que el oro asume el papel de equivalente general mientras que la plata se desmonetiza, pero sin quitarla completamente de la circulación. Limantour logró nivelar el presupuesto y fortalecer el crédito nacional, pero la depreciación de la plata y del peso complicó el servicio de la deuda y la inversión extranjera. Por ello, entre 1905 y 1906 Limantour implantó el patrón oro en México. “La reforma monetaria tuvo éxito, en el sentido de afianzar el crédito y el flujo de capital extranjero, a costa de comprimir la oferta monetaria en detrimento de la clase media” (Knight, 2010). Sobre la deuda externa hay que señalar que se abonaron intereses vencidos en 1886, como prueba de buena fe y el gobierno consiguió un nuevo crédito de las casas Bleichroeder y Anthony Gibs and Son en 1888, por 10.5 millones de libras al 6% anual. Al año siguiente la negocio nuevamente y fue llamada “Deuda Consolidada Exterior Mexicana del 5% de 1899” que incluía la conversión de la deuda, 1888, 1890, 1893 y la de 1869 para el ferrocarril de Tehuantepec. 88 Con las nuevas condiciones económicas en 1881 se fundó el Banco Nacional de México con capital francés, estadounidense, español y mexicano. Respecto al gobierno, este sistema bancario ofrecía financiamiento estable, lo que permitió también que se implementará un buen sistema fiscal e incrementar los ingresos fiscales federales para alcanzar presupuestos equilibrados. Díaz con la intermediación de Banamex logró renegociar la deuda exterior de México. Los gobiernos estatales también tenían en los bancos estatales una fuente estable de préstamos para ellos. Este interés y beneficio del gobierno se vieron reflejados en la promulgación del Código de comercio de 1883 que señala el funcionamiento de los bancos mediante autorización gubernamental, constituidos como sociedad anónima, con mínimo el 5% del capital social en propiedades, no podían enviar capital al exterior, conservar en metálico el 66% del total de los billetes emitidos. El cual fue sustituido por la Ley General de Instituciones de crédito de 1897, que distinguía tres tipos de bancos, emisión, refacción e hipotecarios (que hacían referencia al corto, mediano y largo plazo). Por último, la Inspección General de Instituciones de Crédito y Compañías de Seguros fue creada en 1904. Además de los principales bancos, el Banco de Londres y México (1864) y el Banco Nacional de México (1884), de acuerdo con Haber (2010), en 1897 el sistema bancario estaba compuesto por 10 bancos con activos totales equivalentes a apenas 12% del PIB y ambos valores fueron aumentado en los años siguientes. 89 Gráfica 1, Elaborado con datos de Haber (2010) En este momento se pueden identificar tres rasgos del sistema bancario mexicano: el primero es que el gobierno mexicano regulaba el número de bancos que podían competir en cualquier mercado, sólo el gobierno federal podía otorgar una concesión a un banco y en realidad sólo permitió que dos bancos establecieran sucursales en escala nacional: el Banco de Londres y México (BLM) y el Banco Nacional de México (Banamex), los demás tenían prohibido abrir sucursales fuera de los territorios establecidos en su concesión, que generalmente coincidían con los límites estatales y casi como regla el gobierno concesionó sólo un banco en cada entidad, es decir había sólo tres bancos operando en cada estado: Banamex, BLM y el banco. Además, “estas concesiones eran protegidas por privilegios impositivos especiales y elevados requerimientos para el mínimo de capital a invertir. Adicionalmente, la ley prohibía la emisión de billetes a los bancos no concesionados, lo cual significaba que éstos no podían competir contra los bancos concesionados.” (Haber, 2010) El segundo rasgo son las instituciones del mismo sistema bancario generaban fuerzas “para que los directores de bancos se monitorearan entre sí, y para que quienes depositaban en los bancos monitorearan a los directores. No había seguro de depósito, lo que daba a los clientes incentivos para que vigilaran las prácticas de préstamo de los directores […]; montos significativos de este capital 0 5 10 15 20 25 30 35 40 0 5 10 15 20 25 30 35 40 1 8 9 7 1 8 9 8 1 8 9 9 1 9 0 0 1 9 0 1 1 9 0 2 1 9 0 3 1 9 0 4 1 9 0 5 1 9 0 6 1 9 0 7 1 9 0 8 1 9 0 9 1 9 1 0 p o rc en ta je n o . d e b an co s Bancos Activos como porcentaje del PIB 90 eran propiedad de los mismos directores de los bancos; asimismo, los accionistas minoritarios disponían de mecanismos para monitorear a los directores de los bancos. De esta forma, había poco tunneling” (Haber, 2010) Por último, el tercero es que los préstamos, por lo general, eran préstamos relacionados, es decir, los préstamos se autorizaban a sus propios directores, o a miembros de las familias de los directores de los bancos. “De hecho, en el banco más grande del país, Banco Nacional de México, 100% de todos los préstamos no gubernamentales realizados entre 1888 y 1901 fue a miembros de la institución” (Haber, 2010) Un punto positivo de estas dinámicas fue que México desarrolló por fin un sistema estable: los depósitos bancarios crecieron y se reflejó en la rentabilidad y su capacidad para pagar dividendos altos y continuos a sus accionistas. La clave de las políticas bancarias de Díaz era que proveía a los banqueros de una serie de monopolios segmentados y oligopolios que elevaban las tasas de retorno lo suficiente como para compensarlos por el riesgo de que el propio gobierno pudiera expropiarlos, en algún momento en el futuro” (Haber, 2010). Poco más de 40 años después que la banca inglesa16, pero podríamos pensar que por fin México alcanzó el estadio uno del desarrollo bancario de Victoria Chick y en el cual los depósitos el ahorro y los créditos son significativos, no era un sistema popular ni siquiera inclusivo, pero ya era un sistema financiero y bancario funcional. De acuerdo con Javier Moreno (2017) las primeras ventas de acciones en la ciudad de México ocurrieron desde 1850 (30 años más tarde que en otras ciudades hispanoamericanas) y se pueden hallar cotizaciones de Bolsa desde 1888, aunque solo existían tres, acciones, bonos y obligaciones. El nacimiento de una Bolsa forma fue gracias a la política liberalizadora de Díaz, a la que consideró como imprescindible para atraer capitales extranjeros. Pero este nacimiento llegó con debilidades ya que “se limitó a dar cobertura legal a unas negociaciones antes practicadas literalmente a escondidas, pero sin mayor implicación de las instancias 16 Victoria Chick sitúa esa primera etapa de desarrollo bancario en Inglaterra alrededor de 1844. 91 públicas” (Moreno, 2017) ya que no estaba instituida, sino que empresas privadas facilitaban el encuentro de compradores y vendedores. La Bolsa tenía una vitalidad artificial, en la que predominó la euforia y por ende las burbujas, primero porque las compañías mineras emitían acciones solo para obtener beneficios extraordinarios en las operaciones de compraventa y no para financiar verdaderos nuevos proyectos y segundo por la llegada de capitales extranjeros, sobre todo francés. En las potencias europeas, recordemos que ya no solo hay excedente de producción, sino empieza a ser de capital y busca mercados periféricos para su colocación, crecimiento y posterior extracción. Como no es una Bolsa que esté funcionando de acorde a la madurez del sistema, sino una artificiosamente alimentada, la primer burbuja estalla en 1894, debido a la reducción del capital de las compañías mineras por el precio internacional de la plata. Limantour, nuevamente, rescató la precaria situación financiera mediante una profunda renovación del mercado de valores en 1895: unificó la Bolsa y su funcionamiento sería regido por la ley. En octubre de 1895 se constituyó la Bolsa Mercantil de México con un capital de 60 mil pesos (Moreno, 2017). Esto condujo a una segunda euforia, gracias a los títulos de renta fija. Pero entre 1898-1899 se contagió de la crisis de la Bolsa de Valores de Nueva York y sufrió una caída de cotizaciones. Y si algo sucede dos veces, seguro habrá una tercera (como dicho popular) llegó la tercera euforia, en los primeros años del s. XX, esta vez basada en la demanda de acciones emitidas por los bancos. Como se observa en la 2da. y 3a. euforias, no participaron las mineras, quienes intentaron a lo largo del periodo mantener su propia Bolsa paralelamente. Lo que obligó al gobierno en 1907 a decretar una única Bolsa de Valores y frenar los caprichos de los mineros “que tanto daño hacía al mercado de capitales” (Moreno, 2017). Como todos los gobiernos que expanden su duración legal original, el porfiriato inevitablemente alcanzó un punto de crisis marcado por el descontento 92 social en todas las esferas, aunado a que el sistema caciquista no podía manejar la rápida transformación, la Crisis 1907 endureció los mercados internacionales y las sequías 1908-1909 (Knight,2010). El siguiente proceso histórico es el de la Revolución, pero a pesar de la trascendencia histórica y política que tiene, en cuanto al sistema financiero veremos que es una continuidad de los logros establecidos durante el porfiriato que tuvieron una breve interrupción considerable que se recupera sin cambios relevantes hasta 1925, con la segunda presidencia caudillista y el conflicto armado casi concluido. 3.2.2 El impasse durante la Revolución. Desorden de emisión e incautación institucional: 1910-1924 Algunas de las causas socioeconómicas del levantamiento armado de 1910 se hallan en el patrón de crecimiento económico encausado por el régimen porfirista desde la década de 1880, cuando la paz porfiriana permitió la inserción del país en la división internacional del trabajo; y la obvia causa política fue que el régimen porfirista careció de instituciones políticas que pudieran encauzar una creciente oposición. “El sistema caciquista no podía manejar esta rápida transformación desestabilizadora; por tanto, se acabó en una crisis, cuando el tapón de la olla a presión se rompió y los resentimientos que hervían adentro estallaron con fuerza explosiva” (Knight, 2010). Por lo general se da por sentado que al derrocar a Díaz, toda la economía se paralizó y se vino abajo, pero la realidad es que hubo una contracción por un periodo de 3-4 años, pero contrario a lo que podría pensarse el modelo porfiriano de desarrollo industrial no enfrentó cambios abismales con la Revolución, sino que aun cuando el producto y la inversión cayeron durante los años de la guerra civil (1913- 1916), los industriales mexicanos retomaron el camino andado y gracias a su habilidad para obtener protección comercial, ésta creció con los regímenes de Obregón y Calles, los cuales “dependían fuertemente del apoyo de las organizaciones de trabajadores del país para permanecer en el poder, y esos 93 sindicatos presionaron activamente a favor de tarifas proteccionistas [… es decir]. no hay una clara línea divisoria entre un periodo de ‘crecimiento orientado por las exportaciones’ de los años 1870 a 1929, y un periodo de ‘industrialización por sustitución de importaciones’ que habría abarcado de 1929 a la década de 1980” (Haber, 2010) En cuanto al sistema financiero, conectado al sistema de cambios y moneda se encontraba, por supuesto, el sistema bancario, y todos los bandos en la Revolución mexicana, independientemente de la ideología que enarbolaran, depredaban los bancos. El momento más obscuro podría ser durante el gobierno de Carranza, cuando en 1916 intervino los bancos y los privó de sus activos líquidos. Un episodio17, que cabe traer a colación, en el que Carranza es uno de los protagonistas y otro es la participación activa de la población hablando del uso y retiro de la moneda metálica, a partir de 1913 la gente atesoró las monedas en metal sacándolas prácticamente todas de circulación para su atesoramiento; y tres años después cuando no hubo confianza en ninguno de los papel moneda que los revolucionarios habían expedido y se exigía el uso de moneda metálica tanto para impuestos como para compra de bienes básicos sucedió algo asombroso: en una semana regresó todo el metálico a la circulación ante la necesidad de sobrevivir mostrando el poder de la población sobre el control de la moneda, a fin de cuentas ellos al usarlas o atesorarlas determinan gran parte del valor que les es inferido. En palabras de Marx “el poder que ejerce un individuo sobre la actividad de otro o sobre la riqueza social, se debe al hecho de que es propietario de valores de cambio, de dinero. Tiene así en su bolsillo todo su poder sobre la sociedad, así como sus relaciones con ella” (Marx, 1974). Considero que generalmente ha pasado desapercibido este papel del individuo como factor de influencia en los movimientos monetarios. 17 Detallado en Cárdenas Enrique, Cuando se originó el atraso económico de México. La economía mexicana en el largo siglo XIX, 1780-1920, Editorial Biblioteca Nueva, Fundación José Ortega y Gasset, Madrid, 2003. Cap. VI. 94 En 1919, Carranza expidió un decreto adoptando el patrón oro, que ya había sido abandonado por los países europeos (Cardero, 1977). La abundancia de oro se reflejó en el valor de las exportaciones que pasaron de 15 millones de pesos en 1915 a 360 millones en 1921, mientras la producción de plata se duplicaba. A partir de ese punto y hasta mediados de los años veinte, los bancos existieron sólo como una ficción legal. Aun así, el sistema bancario creció lentamente” (Haber, 2010). Pero desde el punto de vista de Knight, 2010 “en cuanto a la economía monetaria —impuestos, comercio, bancos y moneda— la historia es mixta […] Después de sólo ocho años, México abandonó el patrón oro y tanto el gobierno de Huerta como sus contrincantes revolucionarios se dedicaron a imprimir pesos de papel, con lo cual produjeron una espiral inflacionaria que culminó con los llamados infalsificables de 1916. Los revolucionarios expropiaron las reservas de los bancos, y los adinerados que pudieron, exportaron su capital. Fue hasta los años veinte que el sistema bancario se restableció” (Knight, 2010) Es interesante la descripción que hace Knight (2010) sobre que en el periodo revolucionario se sigue manteniendo el mismo patrón, que bien puede ser mismo desde la época prehispánica y continuado por la colonial, donde el desarrollo demográfico que caracterizara a la economía de cada región, contribuyó a “una división tripartita que, analíticamente, se puede superponer a las muchas variaciones —los ‘muchos Méxicos’— mencionadas: el corazón del país, densamente poblado, con antiguos pueblos, ciudades y haciendas, una poderosa Iglesia y centros industriales; el sur, marcadamente rural e indígena, con altos niveles de pobreza, analfabetismo y racismo, recientemente penetrado por nuevas plantaciones comerciales; y el norte —dinámico, mestizo y menos poblado— dotado de centros mineros, haciendas ganaderas y ciudades modestas pero crecientes; una región fronteriza en dos sentidos” (Knight, 2010) 95 3.3. Segunda etapa. Las operaciones de compensación bancaria y la institucionalización del banco Central: 1925-1938 La historia permite observar sus ciclos y como a la mayoría de los levantamientos armados, al movimiento revolucionario poco a poco le llegó la muerte natural, los caudillos desde Madero hasta Zapata, e incluso el institucionalista Carranza fueron asesinados y su ausencia fue reduciendo el ímpetu, aunado a que parecía que se iban vislumbrando en realidades las promesas hechas. Los políticos revolucionarios se percataron de que su permanencia dependía de la recuperación económica del país, de la solvencia que tuviera el Estado revolucionario y en buena medida aun del del apoyo popular, que aun mantenía la esperanza de la anhelada la reforma social, que más bien sería proporcionada en materia agraria y laboral. Bajo esas premisas el gobierno tuvo que dar confianza al sector privado, nacionales y extranjeros, extraer recursos con que pagar la burocracia y los medios de coerción que lo consolidaran como un legítimo Estado-Nación y mantener la legitimidad del régimen. Al dar paso a las nuevas y más estables administraciones a partir de las presidencias de Obregón y Calles, se tomaron medidas tanto para la pacificación como para impulsar nuevamente el crecimiento económico; por ejemplo, el reparto agrario “amortiguó la protesta campesina, forjó clientelas políticas, aumentó el mercado interno […e incluso permitió una dinámica para] premiar y disciplinar a los caudillos del régimen, que solían defender menos su facción personal cuando poseían propiedades” (Knight, 2010). Y gracias a la pacificación e institucionalización que desarrollaron, a partir de este momento, se puede decir que se inició el estadio dos del desarrollo bancario de Chick.18 18 Recordemos del capítulo I las características principales donde son aceptados los depósitos como medio de pago y el surgimiento del banco de bancos, Chick sitúa el proceso en Inglaterra en 1873. 96 3.3.1 La fundación del Banco Central María Elena Cardero (1977) describe el sistema monetario nacional como caótico al final de la revolución, llegando a los extremos del trueque o del uso de la moneda de oro. En el periodo de 1917 a 1922 se rompió la paridad de 1 a 32 entre el oro y la plata, provocando la salida de plata del país, fundida y no acuñada. Para 1922 la plata dejó de ser usada como medio de pago internacional y el oro recuperó su supremacía. Entre 1921 y 1926 se acuñaron más de 150 millones de peso plata. Ello orillaba a la nueva burocracia político-militar a la lucha incansable de validar un papel moneda centralizado. El Estado no lograba centralizar la emisión monetaria. A pesar de que, la Constitución de 1917 otorgaba al gobierno la facultad exclusiva de emitir billetes y monedas a través del Banco Central fue hasta 8 años después cuando Plutarco Elías Calles en 1925 pudo inaugurar el Banco de México, con el que esperaba satisfacer las condiciones de seguridad para la reanudación del servicio de la deuda exterior y con ello reestablecer el anhelado crédito de México en el exterior. Previamente, en 1924 se creó un organismo supervisor, la Comisión Nacional Bancaria, porque los bancos privados emitían papel moneda . parcialmente y el papel estatal era rechazado, pero el control y centralización eran apremiantes (Cardero, 1977). A su creación, el banco de Londres y México y el Banco Nacional de México suscribieron acciones del Banco Central como parte del canje de la deuda pública a su favor (Marichal y Bautista, 2012). El primer problema por resolver era la falta de fondos, pero fue resuelto por Alberto J. Pani, Secretario de Hacienda, quien logró reunir los fondos suficientes para la integración del capital, además de impulsar y organizar la expedición de La Ley Constitutiva y los Estatutos de la Sociedad, que se expidieron en agosto de 1925. Así una vez que contó con el capital suficiente y un marco legal adecuado se inauguró el 1ro. de septiembre del mismo año iniciando el proceso de institucionalización y consolidación del sistema financiero del país. 97 También es importante señalar otra negociación de Pani, que hizo posible que se consolidará el Banco Central y fue la llamada ‘Enmienda Pani’, con la que lograba la reducción de la deuda exterior19 a 890 millones al desvincular la deuda directa de la deuda ferrocarrilera. Las atribuciones originales que tenía el Banco de México era fungir como el agente financiero del Gobierno federal, ser el Banco de bancos y se le otorgaba el monopolio para la emisión del dinero. En ese momento “no podía llevar a cabo propiamente una política monetaria” (Heath, 2007) ya que las facultades aún eran pocas y la masa monetaria estaba respaldada por metales preciosos o dólares americanos. Cardero (1977) también reconoce que podía emitir giros pagaderos a la vista y en oro, mediante el descuento de efectos pagaderos en oro a favor de bancos asociados, operación vital para determinar el estadio de la etapa dos del desarrollo bancario de Chick (1993). Para poder competir contra la banca privada y los agiotistas y usureros que aún existían, el Banco de México logró reducir el tipo de interés de 18 y 24 % predominante en 1924 a un interés de 12% en los centros bancarios para operaciones de menos cuantía y posteriormente a 6 y 8% con los bancos asociados y a 9 y 10 % con el público (Cardero,1977). Con la Ley Calles de 1931 y 1932 el Banco de México abandonaba todas las actividades como banca privada. Calles, además del Banco de México, buscó que el desarrollo financiero se ampliara a la gran urbe e impulsó la constitución de entidades de banca de desarrollo, principalmente la constitución del Banco Nacional de Crédito Agrícola en 1926, de Nacional Financiera20 en 1934 y del Banco Nacional de Crédito Ejidal en 1935, por citar algunos ejemplos. Aunque hablando de inversiones públicas directas, el estado mexicano solo realizará algunas de manera 19 Aunque este servicio de deuda fue suspendido prontamente en 1928, a causa de la Guerra Cristera y a pesar de la conclusión del conflicto armado, no se reanudaría hasta 1942 (Cardero, 1977) 20 Institución financiera que buscaría apuntalar el surgimiento del sector privado bancario, cuyo objetivo sería ayudar al gobierno y a las financieras privadas para deshacerse de inversiones de valores con garantía en propiedades que se habían adquirido durante la depresión. Más adelante se ahondará sobre su fundación y en el siguiente capítulo se versará sobre como su papel en el desarrollo del crédito será preponderante. 98 contingente. Y también que las políticas callistas utilizarían instituciones como el Banco Agrícola para continuar con la forma de un Estado intervencionista a la usanza porfirista (Cardero, 1977). 3.3.2 El desarrollo de la banca privada En 1924 el sistema bancario había logrado recuperarse hasta nuevamente contar con varios tipos de instituciones financieras: bancos de emisión (24), bancos hipotecarios (6) y alrededor de 44 establecimientos ‘bancarios’ sin concesión (muchos representantes de banca extranjera). La ley de 1925 dejó a los bancos privados la libre decisión de asociarse al Banco Central y estableció que la circulación de los billetes entre particulares sería voluntaria además los bancos no podrán obtener más crédito que el 25% de su activo líquido o 10% del capital exhibido en el banco de México las oficinas gubernamentales de los tres niveles de gobierno se vieron obligadas a aceptar a la par los billetes del Banco Central y el billete era convertible en oro a su valor nominal. En ese primer momento la mayoría de los bancos decidió no afiliarse, ya que lo consideraban como un competidor, esto debido a que en ese momento todavía tenía permitido realizar algunas operaciones de banca privada y podía captar recursos directamente del público (Marichal y Bautista, 2012). En 1925 el primer informe de la Comisión Nacional Bancaria destacó el nivel de efectivo en poder de los bancos en relación con sus depósitos, lo cual era bueno para la solidez bancaria y sus confortables niveles de liquidez, pero entre líneas eran la muestra de la poca movilización de recursos para la producción (Cardero, 1977). En 1928 los dueños de los bancos comerciales formaron la Asociación de Banqueros de México. En cuanto a la deuda y nuevas indemnizaciones, los banqueros favorecieron un arreglo que lo solucionaría, mientras que Calles 99 establecía las nuevas instituciones además del Banco de México: “el Banco de Crédito Ejidal y la Comisión Nacional de Riego y la de Caminos” (Del Ángel, 2010). Con la Ley Calles de 1931-1932 la banca comercial se tuvo que asociar al Banco de México, reafirmando su postura de banco central, siendo obligada a depositar el 5% de todos los depósitos pagaderos en menos de 30 días, así el crédito de la banca privada se ligó al banco central: el Banco de México respaldaba el crédito privado y prestaba dinero para el establecimiento de nuevos bancos (Cardero, 1977). 3.3.3 Surgimiento de Instituciones financieras nacionales En 1933 se autorizó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por decreto presidencial, a crear Nacional Financiera. Este primer intento no se consolidó, pero dicha ordenanza se retomó “en el Decreto del 30 de abril de 1934 que derogaba el anterior y creaba Naciónal Financiera como Institución Nacional de Crédito. Además de las operaciones con inmuebles, ‘Nafin’ tenía como objetivo ser agente financiero del gobierno en ciertas operaciones y favorecer la creación de un mercado interno para bonos públicos promoviendo el mercado de acciones y bonos privados” (López, 2009) La propuesta de arranque era que para conseguir el capital inicial de Nacional financiera se emitieran dos tipos de acciones en igualdad: la serie “A” suscrita por el gobierno y la serie “B” por parte del sector privado (entre ambos debían sumar un capital de 50 millones de pesos, de las cuales en realidad solo se suscribieron 20 millones 28 mil pesos para iniciar sus actividades). 3.3.4 Abandono de la moneda de plata Ya en la década de 1930, cuando parecía que México nuevamente alcanzaba la estabilidad interna, fueron las circunstancias internacionales las que llevaron a un 100 drástico cambio en la representación del dinero a través de la moneda en nuestro país. En fecha previa, pero ya muy cerca al acontecimiento cambiaría las dinámicas económicas en todo el mundo, Keynes planteó que “la oscilación del patrón sea puro como plata o papel, no sólo ha sido de una violencia sin precedentes, sino que se ha presentado en una sociedad cuya organización económica depende, más que ninguna época anterior, del supuesto de que el patrón de valor ha de ser moderadamente estable” (Keynes, 1923). Como podemos apreciar Keynes de manera anticipada a la crisis de 1929 podía prever los efectos que tiene la moneda no por ser metálica o de papel sino por el valor que se le atribuye y el impacto que este puede determinar en toda la sociedad. Así bastaron unos meses para que la Gran Depresión tocara a la balanza comercial de México y marcó de nuevo la tendencia hacia la depreciación lo que ocasionó que el poder ejecutivo fundara la Comisión Reguladora de Cambios en diciembre de 1930 con lo cual relevaba al Banco Central de la responsabilidad de mantener la paridad frente al dólar; Esta nueva comisión asignó un fondo de 15 millones de dólares para estabilizar el mercado de divisas y entró en funcionamiento en febrero de 1931 pero fue muy poco el tiempo que duró este efecto: una vez que “el sistema bancario cayó en pánico y más de 20 millones de pesos fueron retirados la semana anterior al abandono del patrón oro, lo que bastó para agotar las reservas internacionales del Banco de México” (Cárdenas, 2010). El secretario de Hacienda Luis montes de Oca seguía renuente a abandonar el patrón oro ya que consideraba que la depreciación sólo llevaría a un aumento de precios y salarios que eliminarían el efecto de la devaluación el resultado que se obtuvo fue la depreciación del peso de plata de 2 MXN$ 67 por USD$ 1 a 3.71 un año después. Pero esa depreciación del peso sólo fue el primer golpe de la crisis, ya que en los meses siguientes se disminuyó la demanda de productos de exportación y con ello los ingresos fiscales se redujeron entre el 30 y 40% que eran los que estaban relacionados con el comercio exterior. “La población aún era reticente a aceptar billetes del Banco de México tras la triste memoria de la anarquía monetaria que ocurrió durante la revolución como cuando la población sufrió pérdidas 101 considerables por la excesiva emisión monetaria de las diversas facciones revolucionarias” (Cárdenas, 2010), lo que reducía las posibilidades de adquirir una nueva deuda también. Cuando la situación económica y social se volvía crítica iniciaron las modificaciones legales: La Ley Calles21 de 1931 y 1932, reformaba la estructura del sistema bancario e intentaba una adaptación al nuevo orden internacional (Cardero, 1977). Aun así, el gobierno mexicano seguía impulsando la creación de instituciones bancarias y durante la década de 1930 hubo una oleada de creación de nuevas instituciones de tamaño relevante, como el Banco de Comercio (1932) y su red regional de bancos afiliados, el Banco Mexicano (1932) y el Banco Comercial Mexicano (1934). Después de la Primera Guerra Mundial, la Crisis de 1929 y con la Segunda Guerra Mundial gestándose, en 1933 se celebró en Londres la Conferencia Monetaria y Económica La situación que hizo necesaria esta Conferencia se puede resumir en la enorme oferta de plata en el mercado internacional proveniente de India, China, Francia, Bélgica, Dinamarca y Turquía, que debido a la recesión que enfrentaron decidieron desprenderse de la plata de sus sistemas monetarios, lo que despeñó el precio del metal; mientras que Australia, Canadá, Estados Unidos, México y Perú eran los productores afectados por el torrente de moneda de plata que amenazaba con circular. Las primeras ideas sobre las consecuencias de una sobreproducción de moneda de plata o de la circulación internacional de ella las podemos encontrar cinco siglos antes, veamos cómo Rojas cita a Copérnico para explicar la posible desvalorización de la moneda, “la estimación de la moneda se reduce sobre todo 21 Con la instauración de la ley Calles, México desmonetizó el oro, autorizó su exportación y otorgó a la plata amonedada poder liberatorio ilimitado, sin embargo no modificó la paridad legal del peso frente al oro e incluso, llegó a prohibir nuevas acuñaciones de plata con la intención de estabilizar el tipo de cambio en dos pesos por dólar; el efecto negativo de esas medidas fue la iliquidez de la economía y el agravamiento de la recesión causada por la crisis del ’29 A su creación, el banco de Londres y México y el Banco Nacional de México suscribieron acciones del Banco Central como parte del canje de la deuda pública a su favor (Marichal y Bautista, 2012). 102 por su exceso, es decir, cuando se transforma tanta plata en moneda que las personas prefieren entonces la plata no acuñada en lugar de las monedas. De esta manera la moneda pierde su dignidad, cuando con ella no es posible comprar tanta plata como la que está contenida en cada pieza y es posible obtener una ganancia fundiéndola y destruyendo con ello la moneda. El remedio consiste en no acuñar más monedas hasta tanto que ésta no se iguale y sobrepase el valor de la plata” (Rojas, 1987), sus palabras son claras y es de preguntarse porque esta idea no se difundió o porque se ignoró llegando al punto de poner en peligro de crisis economías nacionales en pleno siglo XX. Como resultado de la conferencia de Londres se obtuvieron algunos acuerdos; la primera disposición del acuerdo era mitigar las fluctuaciones y a colaborar para evitar que otros países ajenos al acuerdo afectarán el mercado de la plata. Por su parte, Australia, Canadá, Estados Unidos, México y Perú se comprometieron a no vender ninguna cantidad de plata desmonetizada y a retirar anualmente del mercado internacional una cantidad no menor a 35’000,000 de onzas de su producción minera22. Además, Estados Unidos impulsó una política de rescate de plata, por la que partir de 1934 el Tesoro estadunidense se convirtió en el principal comprador internacional de la plata mexicana. Estados Unidos pagaría la plata a un precio superior a su valor de mercado hasta que este metal constituyera la cuarta parte de las reservas estadunidenses. La política platista de Estados Unidos provocó en México un impulso en la industria minera, el movimiento de los precios produjo una reactivación de esa actividad, que derramó efectos positivos en cuanto a empleo, salarios, ingresos fiscales y transporte. “No obstante, los precios internacionales del metal aumentaron en una cantidad y tiempo no previstos, obligando a México a retirar las monedas de plata en circulación cuando la onza superó en abril de 1935 el límite crítico de 0.72 centavos de dólar por unidad, hasta alcanzar los 0.81” (Herrera, 2010) 22 Al respecto, el trabajo más reciente se puede consultar en: Herrera León, Fabián. México en la Conferencia Económica Mundial de Londres: el Acuerdo de la Plata de 1933. 103 Analicemos las opciones y la respuesta del gobierno de México ante los compromisos adquiridos en la Conferencia de Londres y la demanda de plata por Estados Unidos: descartó revalorizar la moneda al disminuir el tipo de cambio, lo cual estimularía las importaciones, debilitaría la reserva monetaria, disminuyendo a la larga el valor de la moneda; rechazó también acuñar una moneda con menor cantidad de metal en sí, lo cual hubiera debilitado el sentido de fortaleza de la moneda en la población, además que hubiera significado un gasto de acuñación y perder tiempo hasta que estuvieran listas las nuevas emisiones. Así que optó por un sistema circulatorio basado en el papel moneda, a fin de que la moneda de plata mexicana no perdiera paridad y mucho menos que saliera del país como metal, y esa decisión quedó condensada en la Ley monetaria de 193523. La decisión del gobierno podría ser entendida como “La dispensa concedida un banco de reembolsar en moneda metálica sus billetes, significa que desde ahora en adelante la cantidad de estos billetes está condicionada por un principio nuevo que era, o bien satisfacer a las necesidades de dinero del Estado, o proveer a las necesidades del crédito privado [… así] el billete cesa de ser un simple medio de hacer circular la moneda metálica existente y se transforma en un poder de compra creado directamente por el banco y sin ligamen con el montante preexistente de manera metálica” (Rist, 1938). Es decir, se amplía el margen de operación en cuanto al dinero disponible que podrá determinar el banco central y a su vez al concentrar bajo su tutela en metálico crea una supuesta base de confianza para hacer una entidad deudora al extranjero y prestamista al interno, como serán los objetivos de México a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Así la opción representó la sustitución de la moneda de plata por un billete respaldado en sus reservas, para darle la validez y el respaldo necesario al interior y que también salvaguardara la moneda mexicana de las oscilaciones del precio internacional de la plata. Además, que en los artículos de la Ley prohibía terminantemente que la moneda fuera fundida o que pudiese salir del país, tanto como moneda, como metal fundido. 23 La Ley se puede consultar en el Diario Oficial de la Nación 104 Con la introducción de este billete se dio autonomía y elasticidad al sistema monetario que estaría dirigido por el Banco de México, ya como una institución sólida. El billete significó una expedición rápida y efectiva como se puede observar en los artículos de la Ley, que otorgaba un mes para canjear todo el metálico en circulación por los nuevos billetes. Como conclusión a la reforma Torres Gaytán menciona “además de fortalecer la estabilidad cambiaria, sirvió para ampliar la base del crédito a los bancos, al gobierno y a los particulares…”(Torres, 1980) Desde mi perspectiva el siglo XX trajo consigo una obligada renuncia al dinero en su forma de moneda metálica, para darle vía al dinero fiduciario con una serie de consecuencias aparentemente positivas, pero que en las fuentes consultadas se queda en el papel y no en lo concerniente a la respuesta de la sociedad lo cual da la dirección para el último punto a analizar en este ensayo: cómo se aceptó el valor de un papel comparado con el de un metal tan arraigado en nuestro país. A pesar de las barreras del tiempo, disponemos de testimonios directos a partir de los periódicos de la época. Los diarios que circulaban en ese momento son El Universal, El Excélsior y El Nacional, de los tres se consultó el mes de abril y los primeros días de mayo de 1935. Estos diarios están disponibles a consulta pública en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Los tres periódicos tienen una postura similar al respecto, no hay un periódico que haga algún tipo de crítica o de análisis, los tres toman una postura informativa al respecto, pero trataremos de sacar algunas ideas de las páginas de los diarios. Los tres periódicos coinciden en un seguimiento a lo largo del mes de abril en torno a los altos precios de la plata, las notas son positivas ante lo alto del precio y que México se encuentra a la cabeza de los productores internacionales (ver Anexo) El Universal fue el diario que dedicó secciones editoriales a la ley monetaria y algunas notas estatales sobre los primeros conflictos en torno al cambio de moneda. 105 Hay que recordar que en esa época las noticias salen en los diarios un día después, lo cual hace curioso que el anuncio de la Ley Monetaria de 1935 se hiciera el viernes 26 de abril, con lo cual la noticia salió en los diarios el sábado, inhábil para los bancos, lo mismo para el domingo, el periódico del lunes habla del domingo y el martes 30 es el único día hábil que podría recoger las actividades o reportes oficiales porque al ser el siguiente día 1ro. de mayo, volvemos a tener interrupción de actividades en los bancos y de los mismos diarios. Me aventuraría a decir que esta coyuntura de fechas no permite ver las dimensiones del cambio a fondo en la sociedad. Los encabezados del día siguiente al anuncio de la reforma a la ley monetaria son de sorpresa, expresan que nadie esperaba una acción como ésta, ya que como habíamos mencionado, se había visto con buenos ojos el alza en los precios de la plata y la gran cantidad que México estaba vendiendo sobre todo a Estados Unidos; también se puede encontrar el resumen de los artículos de la ley misma, y los eventos futuros que básicamente serían dos: en un mes se debería entregar a los bancos y estos al banco de México toda la moneda de plata que la gente tuviera su poder; y la futura emisión de billetes y monedas que serían necesarios para las transacciones diarias, las denominaciones más bajas tanto de billetes como de monedas estarían disponibles con un retraso de tres semanas a la expedición de la ley. Ante la exigencia de un plazo tan corto para canjear la moneda de plata es necesario considerar que la población no estaría dispuesta a dar sus monedas de metálico tan fácilmente, como bien señala Marx “el dinero es prenda de fuerza social y sólo puede serlo en virtud de su propiedad social; ahora bien, el dinero posee únicamente esta propiedad nueva porque los individuos enajenan su relación social en forma de objeto” (Marx, 1974). Ahora bien, desde otra perspectiva el gobierno pudo decretar dicho cambio a sabiendas que el dinero al dejar de lado su forma ya es parte de un proceso social y que tarde o temprano tendrán poder sobre dicha sociedad: “Money only has power because all actors relate to money as money, that is, as an independent embodiment 106 of Value. […] they have no other choice but to stand in such relationship to money […] money seems to possess an inherent social power. The fact that this power is the result of an automatically executed social process evades the grasp of everyday cognition” (Heinrich, 2006). El gobierno mexicano contaba tanto con las herramientas políticas necesarias como económicas para obligar a la población a cambiar las monedas de planta por un billete fiduciario que en ese momento le resultaba exitoso al Estado. Es importante señalar que el Estado no estaba listo para dicho cambio, el signo más obvio es que no fue el emisor de los billetes, sino que procedían de una casa neoyorquina; que tampoco tenía la suficiente oferta monetaria para las transacciones diarias. Por ello en los periódicos, aún en pequeñas columnas o en páginas interiores se relatan los abusos por parte de algunos comerciantes ante la falta de liquidez, ante pagos pequeños no tenían forma para ofrecer cambio y querían redondear los precios a los billetes más grandes. Las distintas notas periodísticas correspondientes a la semana posterior a la erogación de la ley monetaria básicamente se ocupan de recomendaciones sobre el equilibrio en los mercados internacionales, los puntos de vista positivos en las recomendaciones de organizaciones hacia la sociedad para participar activamente en el cambio de moneda y aquellos, que habíamos mencionado, sobre pequeños conflictos ante la falta de nuevos billetes y monedas de baja denominación. Este cambio también estuvo acompañado de dos procesos que buscaban consolidar el papel del Banco Central. Uno que ya había iniciado en 1932 cuando el Banco se fijó como meta el desarrollo económico posterior del país, impulsó la enseñanza profesional en banca y finanzas, desarrolló los primeros índices de precio y puso los cimientos de la contabilidad nacional. El segundo, en 1936, cuando el secretario de Hacienda Suárez promulgó una nueva Ley Orgánica del Banco de México, que incorporó límites rigurosos al crédito concedido por la institución al gobierno y, límites también a la expansión monetaria para garantizar el orden e impedir que el mismo banco central desatara presiones inflacionarias; sin embargo como se vislumbraba en el proceso de abandonó de la plata, la ley no era 107 congruente con la política económica del gobierno nacional, por lo que, dos años más tarde, fue reformada. Los últimos años del gobierno cardenista enfrentaron cambios tan radicales e inéditos como la expropiación petrolera y la aceleración del reparto agrario. Cárdenas (2010) sintetiza que durante el periodo la oferta monetaria real aumentó una media anual de 10.2%, entre 1932 y 1936, mientras que el PIB crecía 8.3% en promedio; y en abril de 1936 inició un fuerte, pero corto, proceso inflacionario que alcanzó una tasa anual de 25.9% en junio de 1937, pero que para el verano de 1938 se había reducido a una inflación anualizada del 2.5 porcentual. 108 CAPÍTULO IV. Consolidación del sistema bancario regulado y expansión del mercado de capitales en México: 1939-1982. En el capítulo anterior se analizó el desarrollo del sistema financiero en México desde sus antecedentes en el siglo XIX hasta la adopción del dinero fiduciario como única moneda de circulación (la moneda de plata hasta nuestros días se conserva, pero no como medio de pago cotidiano, sino de como moneda conmemorativa e incluso como forma de ahorro) con las modificaciones a la Ley Orgánica de 1936, la inflación de 1936-1938 y el final de la presidencia cardenista. Esos primeros dos años de inflación sólo fueron el inicio de una fase de crecimiento de la economía mexicana marcada por la inflación, aunque esa característica se mantendrá de 1935 a 1956 “con de 10% anual e inestabilidad cambiaria (Solís, 1969). En Estados Unidos, durante 1938, se presentó una recesión durante la recuperación de la Gran Crisis que, si bien impactó a México, ésta fue pasajera (Cárdenas, 2010). Y esa recuperación económica se aceleró gracias a otro impulso externo ocasionado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1939 propició una reacción en la economía norteamericana y cuyo impacto sobre México fue casi inmediato: se aumentó la demanda de los productos mexicanos, afectó los precios de bienes y servicios y además generó movimientos de capital, incluso de personas; además en el ámbito político permitió que se negociará con Estados Unidos una nueva relación bilateral. Todos estos movimientos ocasionados por la continuación de la Gran Guerra significarán cambios en la política económica no sólo por un sexenio, sino por todo un período que marcará definitivamente el camino hacia la industrialización en México. Además, la bonanza económica y el crecimiento estuvieron acompañados por el aumento de la población, lo que amplió la base piramidal y eso modificó el comportamiento de ahorro y el destino de la inversión pública: un ahorro limitado, ya que debía de ser destinado al consumo y una inversión pública que demandaba 109 cada vez más servicios públicos como educación salud y servicios urbanos. Esto acompañado del mayor fenómeno de migración campo-ciudad. 4.1 Tercera etapa. Desarrollo del sistema interbancario: 1939-1945 El gobierno mexicano ya tenía la lección aprendida para sobrellevar las crisis que llegaban del exterior y en 1938 inició una política expansiva, de corta duración, que pudo contrarrestar el impacto de la recesión estadounidense, pero sin llegar al populismo económico (Cárdenas, 2010). Estas características se mantendrían durante la presidencia de Cárdenas como de Ávila Camacho, en parte tal vez a la decisión de Cárdenas de procurar la continuidad mediante un gobierno civil y ya no uno militar, cambiando la faceta de la revolución a una que el mismo bautizaría como institucional. Además, como se mencionó, la Segunda Guerra mundial impulsó la demanda tanto de materias primas como de productos manufacturados por parte de los países involucrados en la guerra. Sin dejar de lado que aparecieron en el panorama capitales en busca de aguas más tranquilas para crecer. 4.1.1 Banca comercial La coyuntura internacional no pasó desapercibida para los titulares de la Secretaria de Hacienda y previeron que no solo una modernización sería suficiente, sino que debían actuar desde la raíz con una nueva legislación que sustituyera a la de 1932. Así, a mediados de 1939 el Secretario de Hacienda Eduardo Suárez designó una comisión que se encargaría de estudiar y preparar un proyecto de ley bancaria que remplazaría a la ley vigente de 1932. La comisión se integró con Pascual Gutiérrez Roldán, a la sazón director de Crédito en la Secretaría de Hacienda, Luciano Wiechers y Antonio Sacristán Colás. 110 El 31 de mayo de 1941 se decretó la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares24. Tajantemente se identifica que la característica más sobresaliente de esta etapa, el desarrollo del sistema interbancario, un sistema de pagos, cuya transferencia de fondos aseguran la circulación del dinero se impulsó con, “la nueva ley [que] garantizaban potencialmente un más rápido desarrollo del sistema bancario […] La ley de 1941 fue estructurada con base en el principio de la especialización de las instituciones de crédito, mientras que la ley de 1932 había sido estructurada con base en las operaciones bancarias” (Turrent, 2015). La nueva ley centraría su apoyo al crédito de largo plazo y a la inversión en la industria. Los principales objetivos de la nueva legislación fueron: i. Reforzar los medios de acción del Banco de México ‘para que este pueda poner en práctica los medios adecuados que no cierren el paso a la expansión en la medida necesaria, pero que sobre todo le permitan reprimir un incremento excesivo del crédito que pudiera surgir fundándose en un optimismo imprudente’; ii. Limitar los campos respectivos del mercado de dinero y del mercado de capitales, para evitar que, ‘la banca que crea medios de pago, entre directamente en las operaciones de capital’, o que, ‘se retengan indebidamente en el mercado de dinero recursos que por su naturaleza deben ser destinados a la inversión’; iii. Alentar un mayor desarrollo del mercado de capitales. La Ley clasificaba concesiones en seis grupos de operaciones de banca y crédito: 1. Ejercicio de la banca de depósito; 2. Operaciones de depósitos de ahorro; 3. Operaciones financieras con emisión de bonos generales y bonos comerciales; 4. Operaciones de crédito hipotecario con emisión de bonos y garantías de cédulas hipotecarias; 5. Operaciones de capitalización; y 6. Operaciones fiduciarias. Y consideraba como organizaciones auxiliares de Crédito: a. Almacenes generales de depósito; b. Cámaras de compensación; c. Bolsas de valores; y d. Uniones de crédito Con ellas quedaron separadas las funciones entre la banca de depósito (mercado de dinero) y las instituciones de inversión (mercado de capitales). La banca de depósito se encargaría de atraer los depósitos bancarios de dinero, y las 24 DOF, 31 de mayo de 1941. 111 segundas (sociedades financieras, de crédito hipotecario y las de capitalización) realizarían operaciones de plazo más largo: bonos, obligaciones u otros títulos, así como suministrar al público participaciones de capital de las diferentes empresas. Además, de enmendar la inexistencia de tales mercados, esto permitiría que el Banco de México pudiera regular el crédito y la circulación monetaria. (Luna, 2019) Eso explica que, a partir de 1941, surgieron algunos intermediarios financieros no bancarios, principalmente financieras, como la Sociedad Financiera de Crédito Industrial (Del Ángel, 2010). Así, el primer impulso fue por demanda y no por la política proteccionista que caracteriza al período de sustitución de importaciones. Basch (1968) describe de manera detallada como de la letra en el papel inició el proceso de desarrollo de las diversas instituciones privadas de crédito, diferenciando los distintos tipos de instituciones: • Bancos de depósito y ahorro: es la institución financiera más antigua, en México es un rasgo característico que alrededor de los bancos comerciales se organizan importantes grupos financieros. En estas décadas posteriores a la Revolución se logró una corriente dinámica y los bancos tienen sus propios departamentos de valores. Seguían siendo el Banco de Comercio y el Banco Nacional de México los dos más grandes, pero ya había nuevos bancos de importancia como el Banco de Londres y México, el Banco Comercial Mexicano y el Banco del Valle de México. • Sociedades financieras privadas: su creación se inició en los años ‘30 como bancos privados de inversión para promover la organización y expansión de empresas industriales, suscribir acciones por empresas comerciales e industriales, vender obligaciones de empresas privadas, realizar préstamos a empresas manufactureras, actuar como representantes de los tenedores de bonos, emitir sus propios bonos financieros y recibir depósitos a plazo por períodos mayores a 6 meses. Éstas se vieron fortalecidas por una corriente de fondos de los propios industriales qué se unieron para obtener apoyo de grandes bancos comerciales y a través de los departamentos de fideicomisos. Respecto al gobierno, no tenían que cubrir el requisito riguroso del encaje aplicado a los bancos comerciales. Las tres más grandes eran Financiera Bancomer, Crédito Bursátil (del Banco Nacional de 112 México) y Compañía General de Aceptaciones (ligada a un grupo industrial y financiero de Monterrey). • Bancos hipotecarios: son instituciones autorizadas a otorgar préstamos sobre hipotecas, emitir bonos hipotecarios, garantizar cédulas hipotecarias y a negociar su adquisición y venta. Su consolidación y crecimiento se vería reflejado en los años 60 cuando la circulación de cédulas se vería duplicada en su valor en pesos. es importante señalar que las ventas anticipadas tenían que depositar sus recursos en el banco de México hasta que se emitiera la cédula correspondiente. • Compañías fiduciarias: las operaciones de fideicomisos o de servicios fiduciarios estaban autorizados desde 1935, con el objeto de recibir depósitos especiales no sujetos a encaje ni al régimen de inversión de otro tipo de depósitos. Pero fue hasta 1941 que el Banco Nacional de México, por ejemplo, estableció un área especializada y para 1945 inició a dar servicios de compraventa y custodia de valores en fiduciario. No hay datos exactos, pero se cree que en la década de los 60 este tipo de fondos pudo superar los 4000 millones de pesos. • Bancos capitalizadores: se establecieron en los años 30 con el propósito de captar ahorros periódicos, generalmente mensuales, pero sus contratos de capitalización incluían sorteos que a la larga hicieron que no tuvieran mayor éxito o impacto ya que otras formas de ahorro brindaban mayores intereses. • Bancos de ahorro y préstamo para viviendas familiares: estos bancos surgieron a mediados de los años 40, dentro de las condiciones que los caracterizan encontramos que el prestatario se obligaba a hacer depósitos semanales o mensuales para acumular el 25% del valor de la casa y después podía contratar el préstamo equivalente a 3 veces el valor de su propio ahorro. Para mediados de la década de los 60 el número de estos bancos se había reducido a tres. • Sociedades de inversión (fondos mutuos) y las compañías de seguros, tendrán cierto papel hasta mediados de la década de los ’60. Esta dinamización de “La banca comercial [que] desarrolló vínculos con otros intermediarios, principalmente con financieras, las cuales eran el segundo intermediario más importante, así como con otros intermediarios especializados, como las hipotecarias” (Del Ángel, 2010) aprovechó la flexibilidad tanto de la nueva ley como el contexto internacional, con el gran influjo de divisas ocasionado por los 113 capitales libres que huían de los frentes de guerra y buscaban refugio –de preferencia bancario– en México, permitiendo el mencionado desarrollo bancario. No se hallaron datos de operaciones del mercado interbancario. En cambio, del informe anual del Banco de México de 1945 se puede revisar en retrospectiva el crecimiento de las operaciones de compensación: Ilustración 1. Movimiento de compensaciones. Banxico, 1945. Y en cuanto al crédito se puede observar la misma tendencia de crecimiento y el destino al que amortiguaban: 114 Ilustración 2. Conjunto de Instituciones de Crédito, Crédito Total, Vencimiento de los documentos. Banxico, 1945 En cuanto al destino: 1942 1943 1944 1945 CREDITO TOTAL 454.3 608.6 767.3 770.1 Crédito a la producción 243.3 336.2 408.7 431.7 Crédito a la Industria 166.6 234.8 282.4 298.9 Crédito a la Agricultura 59.9 74.8 92.6 99.1 Crédito a la Ganadería 14 20.8 28.4 30.2 Crédito a la Minería 2.8 5.8 5.3 3.5 Crédito al Comercio 211 272.4 358.6 338.4 Tabla 3. Destino del Crédito Concedido por los Bancos de Deposito y Descuento y los de Ahorro Promedios Mensuales - Anuales en Millones de Pesos. Transcripción de Banxico, 1945. Para Del Ángel (2010) la banca comercial desarrolló vínculos con esos otros intermediarios, sobre todo con las financieras y otros intermediarios especializados, como las hipotecarias. Además, concluye que muchos de los intermediarios (bancos y financieras) creados entre 1940 y 1970 eran una respuesta a la necesidad de los 115 grupos empresariales ante un mercado de crédito poco desarrollado. Y siguiendo las tradicionales costumbres relacionistas, bien ensayadas desde el porfiriato, de los banqueros, pocos bancos tuvieron problemas financieros al mantener sus prácticas de crédito relacionado. 4.1.2. Banco de México Desde finales de 1939 hasta principios de 1946, tres factores determinaron el proceder del Banco de México. Primero, la alta cantidad de divisas que entraron al país, como se mencionó antes, esto debido a los capitales ociosos que huían de los puntos álgidos de la guerra buscando cobijo y crecimiento, ambos hallados en México. Segundo, las oportunidades de importación fueron restringidas. Y tercero, la concepción desarrollista de los gobernantes de México. “Así, lo que tuvo lugar en el último año del régimen del presidente Lázaro Cárdenas y hasta principios de 1945 es que el grueso de los capitales que ingresaron al país se ‘monetizaron’, creando así intensas presiones inflacionarias […] el Banco de México compraba el grueso de los capitales que ingresaban al país […], en la medida en que la reserva internacional del banco crecía con los dólares que éste compraba, también se expandía la circulación de pesos” (Turrent, 2015) El periodo de la guerra, 1940-1945, significó para el Banco de México un periodo de contención monetaria y su principal herramienta fue el encaje legal de hasta el 50% en el Distrito Federal. En 1942 el Banco Nacional de México emitió bonos de ahorro que ofrecían un rendimiento y buscaban promover el hábito del ahorro, además que “el crecimiento de éstas se facilitaba a lo largo del país a través de las sucursales. Fue el inicio de uno de los grandes periodos de bancarización e inclusión financiera” (Del Ángel, 2019) Eduardo Villaseñor fungió como director del Banco de México entre 1940 y 1946. Además de la Ley General de instituciones de crédito, y con la inercia de las ideas keynesianas en México, también en 1941 se transformó Ley Orgánica para el Banco de México por la preocupación por el fomento a la producción, es decir, 116 atender todas las necesidades de crédito derivadas de la producción de bienes y servicios. Los autores de la ley orgánica del Banco de México de 1941 fueron Luciano Wiechers, Eduardo Villaseñor y Ernesto Espinosa Porset. En su análisis de largo plazo, Turrent (2015) considera que el mayor incentivo para redactar una nueva ley orgánica del banco central fue la necesidad de una sistematización coherente y conjunta de las múltiples modificaciones y reformas de la ley orgánica de 1936. Los años y las modificaciones que se iban agregando dejaban en claro que “el Banco de México debía tener la capacidad de gestionar la expansión en el volumen general de los medios de pago, a través de sus operaciones con sus instituciones asociadas, [… aplicar una política monetaria activa y] relajaba las normas para que el BM pudiera también emprender estrategias de regulación monetaria o la toma de valores, sobre todo en los emitidos por el gobierno” De acuerdo con Luna (2019) los puntos más importantes de cambio fueron: • la simplificación de las reglas relativas a las operaciones de redescuento se dejó a criterio del Banco, el orden, monto y plazo de las diversas categorías de documentos que se admitieran para las operaciones • se amplió hasta por el máximo de un año el plazo de los documentos legibles para el redescuento • se permitió a los bancos de depósito invertir en descuentos, préstamos y créditos por un plazo superior a 180 días, sin exceder de un año, hasta 20% de su pasivo exigible. • aumentaron las facultades del Banco para efectuar operaciones de mercado abierto, la ley disponía que el Banco podía comprar y vender, bonos generales, bonos comerciales y certificados de participación, y que los valores comprados podían ser emitidos por cualquier institución de crédito. • elevó los límites dentro de los cuales el Banco de México podía fijar a los bancos asociados el porcentaje mínimo de depósito obligatorio. 4.1.3. Instituciones financieras nacionales En cuanto a las instituciones financieras nacionales son varias las que se desarrollan de acuerdo con Basch (1968) en este periodo se desarrollaron hasta 27 instituciones. Entre ellas sobresalen: 117 • Nacional financiera (Nafinsa): establecida desde 1934, tenía las funciones de establecer un auténtico mercado de valores; organizar transformar y administrar empresas e invertir en ellas; suministrar préstamos a mediano y largo plazo; emitir acciones bonos y obligaciones; actuar como agente financiero del gobierno; y también administra los servicios de la deuda pública del gobierno federal. México logró obtener fondos de bancos privados de Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Suiza, Reino Unido y Bélgica, por periodos de 5 años. • Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas: establecido en 1933, promovía la inversión de obras públicas, obras de servicios públicos y vivienda de bajo costo. Sus recursos financieros provienen de los réditos de sus propios bonos, préstamos contratados en el país y en el extranjero; los bonos hipotecarios se emiten al 5, 7 y 8 por ciento de interés. Entre 1963 y 1965 duplicó el total de sus activos y al año siguiente absorbió al fondo nacional de transportes y cambió su razón social por la de Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos. • Patronato del Ahorro Nacional: se estableció en 1950 para fomentar los ahorros de familias de medianos y bajos ingresos mediante bonos del ahorro, que en su plazo completo de vencimiento de 10 años redituaban el 7.2% en promedio; también realizaba sorteos en los que el premio era entre 5 y 10 veces el valor nominal del bono. • Bancos agrícolas (se han establecido diversos) El Banco Nacional de Crédito Agrícola en 1926 y el Banco Nacional de Crédito Ejidal en 1936. entre ambos casi triplicaban sus activos entre 1959 y 1965. Se enfrentan al problema de la recuperación de sus préstamos, ya que muchos de los deudores lo consideran un subsidio o donaciones. En 1965 se organizó el banco nacional agropecuario, el cual a diferencia de los primeros no trabajaba directamente con los beneficiados sino a través de bancos locales lo cual apoyaba también a las instituciones de crédito más pequeñas y locales. Como casos específicos limitando la brecha temporal hasta 1945, podemos hablar de Nafinsa que intervinó en 1941 en la creación de la Compañía Industrial Atenquique, industria del papel, ya que los inversores privados que originalmente impulsaban el proyecto tenían fondos suficientes. Nacional Financiera invirtió en bonos y acciones preferentes de la compañía y luego se involucró como accionista 118 mayoritario (López, 2009). Otro ejemplo es en la industria del cemento: en 1943 la Nafinsa cooperó para creación de Cementos Guadalajara, S.A.; este sector tuvo una expansión considerable, entre 1940 y 1948 el número de empresas aumentó de 8 a 19, y en 10 Nafinsa era accionista. 4.2. Cuarta etapa. Consolidación del Banco Central como prestamista de última instancia y la tasa de interés como factor en la demanda de recursos: 1945-1965. “Las reservas son endógenas al sistema bancario” Al finalizar la presidencia de Ávila Camacho ya estaba bien afianzado el sistema institucional de la política posrevolucionaria e iniciaría un desfile de presidencias producto del mismo partido25, con la fachada de estabilidad y continuidad que tanta falta le habían hecho a la nación mexicana desde su nacimiento. Bajo esa continuidad, a partir de 1947 entró en juego el sistema de protección a la industria nacional enfocado a la producción de bienes de consumo reduciendo la competencia externa; el sistema se basaba en cuotas de importación. Estos cambios permitieron alcanzar una segunda etapa de crecimiento de la economía mexicana ya sin inflación y será en el período comprendido entre 1956 y 1967 que “los precios descenderán asintóticamente hasta ser bastante moderados y asociarse, positivamente, a las tasas de crecimiento del producto nacional real” (Solís, 1969). La situación proteccionista, que se implantó en busca del impulso industrial, ocasionó que los empresarios necesitaran “fondos y acceso a materias primas y bienes de capital necesarios para producir o ‘ensamblar’ dentro del país. Además, 25 En este periodo coinciden las presidencias de (1946-1952) Alemán Valdés, (1952-1958) Adolfo Ruíz Cortines, (1958-1964) Adolfo López Mateos y (1964-1970) Gustavo Díaz Ordaz; quienes son la curva de ascenso y descenso de la época dorada del presidencialismo, caracterizado por predominancia del Poder Ejecutivo sobre los pesos y contrapesos del régimen político y sobre los mecanismos de decisión política. 119 la Secretaría de Hacienda otorgó mayores estímulos fiscales para promover la reinversión de utilidades” (Cárdenas, 2010). Mientras que por una parte se buscaba la reinversión de utilidades, por otro se descuidaba la parte fiscal “no se diseñaron otros instrumentos, como en otros países, para fortalecer financieramente a los estados y municipios, sin incurrir en concurrencia tributaria […], es posible que ello se deba a la propia realidad de atraso del país, así como a su división territorial o incluso a una oposición de los propios gobiernos subnacionales, lo que en realidad puede implicar un gobierno federal débil”. (Hernández, 2010). Porque, como lo expuso Bruck (CEMLA, 1984), a pesar de la aparente relación inversa entre ahorro e impuestos, en realidad no son una competencia directa, sino que deben ser vistos como complementarios en el sistema financiero. A partir de 1957 inició la desaceleración de la economía, un primer factor fue la caída de los precios internacionales del algodón, otro, por ejemplo, es que ya no se generaban las exportaciones suficientes para pagar las importaciones que el aparato productivo mismo necesitaba, la realidad es que las empresas mexicanas importaban más de lo que exportaban, su planta era excesiva para el mercado interno y era muy costosa tanto en la adquisición como en el mantenimiento. A pesar de esto, la década de los ‘60 volvió a ser un periodo de éxito: el PIB creció 7.1% anualmente entre 1963 y 1971, aumentó la población, se incrementó la migración a las ciudades lo que al mismo tiempo reforzaba la tasa de crecimiento poblacional, tanto la infraestructura eléctrica, como la construcción tuvieron tasas de crecimiento altas, impulsando a su vez los servicios públicos; los sectores que se rezagaron fueron la agricultura, que perdió casi el 25% de importancia relativa en el PIB, y la minería, cuya pérdida alcanzó el 40. Todavía durante los años ’60 el sector privado, encabezado por la Concamin y la Conacintra, presionaba al gobierno para recibir protección adicional para evitar la entrada de inversionistas extranjeros. “Para lograr el rápido crecimiento económico fue necesario contar con un sector financiero dinámico, que estimulara el ahorro y pudiera canalizar eficientemente los recursos a las actividades 120 productivas. Su dinamismo se debió a la estabilidad del tipo de cambio y de los precios, aunada al alto grado de liquidez de los instrumentos de ahorro y a sus atractivos rendimientos libres de riesgo. El financiamiento se destinó cada vez más a apoyar proyectos de inversión y no sólo capital de trabajo.” (Cárdenas, 2010) Fue en esta década de los años 60 cuando se gestaron las raíces más profundas de la futura crisis. Primero la falta de competitividad de la industria, la cual sólo podría continuar creciendo a través del mercado interno, pero éste estaba limitado por una mala distribución del ingreso; segundo, el deterioro del sector agropecuario a razón de que el reparto agrario había disminuido, el fomento gubernamental decreció y la política de precios de garantía sesgaba la producción hacia cultivos poco remunerativos pero necesarios para la alimentación de la población mediante subsidios, además la reducción de los precios internacionales desestimuló la inversión en el campo y a esto se agrega la intensidad de migración del campo a la ciudad, dejando un campo no solo sin capital, sino sin capital humano; en tercer lugar, una brecha que se hacía más grande entre el ahorro interno y la inversión, lo que propició la entrada de capitales externos para cubrir esa falta de ahorro. 4.2.1. Crédito vía Banca comercial El sistema financiero estaba teniendo un nuevo proceso de desarrollo, ya que sus recursos se triplicaron en la década de los 50; se estimuló el ahorro mediante instrumentos de renta fija, tanto que entre 1950 y 1962 el 92% de la inversión privada provino de empresarios nacionales (Cárdenas, 2010). A partir de 1958 el Banco Nacional de México estableció el servicio de préstamos personales, con plazos menores a un año por montos de hasta diez mil pesos, el cual “a partir de febrero de 1959 se extendió a todo el país” (Del Ángel, 2019). Cada nuevo crédito se convertiría en una serie de depósitos que contribuirían a la efectiva creación de nuevos recursos. Y el sistema adquiría solidez al presentar 121 bajos niveles de cartera vencida, que aunado a la alta rentabilidad permitieron a la mayoría de los bancos crecer. De acuerdo con Del Ángel (2010) el fortalecimiento de la banca mexicana ocurrió a partir 1945 y continuaría hasta 1982, este largo periodo de crecimiento económico sostenido, acompañado de un crecimiento demográfico que prácticamente duplicó la población, paralelo a un proceso de aumento urbanización, permitió bancarizar a una parte de los habitantes que hasta antes no contaban con servicios financieros tradicionales. La banca se expandió en actividades y tamaño: sus activos pasaron de 15% del PIB en los años cuarenta a más de 35% en los setenta. E impulsado por la política estatal la proporción de préstamos de la banca comercial hacia la industria ya alcanzaba el 40% en 1950. El gran capital industrial y privado nacional crece asociado a las empresas transnacionales, subsidiado por el Estado y en articulación con el capital bancario; eso fue posible en tres modalidades: uno, absorbiendo bancos privados; dos, fusionándose con ellos y tres, manteniéndose independiente de los bancos, pero bajo el trato de cliente preferencial. En cuanto a la situación financiera de la banca, ésta había evolucionado en una mayor concentración bancaria, mientras en 1960 el 75% de los recursos eran controlados por 37 bancos, para 1970 ese porcentaje estaba concentrado en 27 instituciones de las cuales sólo 8 de ellas manejaban el 60% de los recursos: el oligopolio bancario tenía mucho poder y opondría resistencia al propósito reformador del gobierno (Ejea, et al, 1991). 4.2.2.Crédito vía Instituciones financieras nacionales Como se ha mencionado anteriormente, durante el llamado proceso ‘sustitución de importaciones y el desarrollo estabilizador’ el Estado mexicano tuvo un papel importante en la movilización de recursos, con la intención de incentivar a la industria, pro a la par estimulando el fortalecimiento de un banca más amplia. Desde 122 gobiernos anteriores había creado instituciones propias para favorecer el desarrollo de la industria como Nacional Financiera S.A. (Nafinsa), creada en 1934 y consolidada a partir de 1940, se convertiría en la segunda institución financiera en importancia, detrás del Banco de México. A decir de López, J. (2009) el estado mexicano “a veces fue bastante impaciente en ese rol, actuando como banquero y empresario” y tratando de hacer funcionar al capitalismo, creyendo ciegamente e inyectando recursos al sector privado en la búsqueda de un crecimiento acelerado. El 31 de diciembre de 1947, el presidente Miguel Alemán decretó la Reforma Ley Orgánica de Nacional Financiera26, que en resumen buscaba ampliar el capital de la institución; ratificarla como el agente financiero del gobierno, es decir como el agente exclusivo para la emisión y colocación de títulos de deuda con plazo mayor a un año, además de encargarse en la negociación y manejo de créditos con instituciones extranjeras (privadas y gubernamentales); y debía dedicar sus recursos a la creación y fortalecimiento de empresas fundamentales para la economía del país. Sin embargo, al mismo tiempo, se buscaba limitar la órbita de la institución con el fin de que no invadiera las actividades de la banca privada. Como mencionamos al principio de este apartado, en la visión histórico- económica más difundida aquí se desarrollaron dos procesos de crecimiento e industrialización, la primera etapa abarcaría hasta 1954 y se caracterizó por una industrialización el alto crecimiento de la economía, combinada con tasas de inflación considerables e inestabilidad en la paridad cambiaria, asociada a algunos problemas de balance de pagos. A mediados de la década del cincuenta se produjo una fractura, cuyo primer atisbo fue una importante devaluación que marcó el fin de la inestabilidad cambiaria y de precios, pero al mismo tiempo se mantuvo un período de fuerte crecimiento con estabilidad, conocido como el desarrollo estabilizador. A partir de 1958 con la presidencia de Adolfo López Mateos “la estabilidad, tanto de 26 Se puede leer a detalle en la publicación original del Diario Oficial https://sidof.segob.gob.mx/notas/4692769 123 precios como del tipo de cambio, pasó a ser la prioridad de la política económica, aunque sin por esto resignar el avance del proceso de industrialización” (López, J., En la siguiente tabla podemos observar como el destino de los fondos de Nafinsa fue inclinando la balanza de su menor participación en infraestructura al comienzo del periodo hacia una participación mucho mayor, y viceversa de mayor a menor en la industria como destinatario de los recursos. 1945 1947 1953 1958 1963 1964 1968 1970 Infraestructura 7.6 28.5 47.23 48.6 61.4 64.9 72.1 70.9 Industrias 92.4 71.5 27.26 39.86 30 25.6 23.8 29 Tabla 4 Porcentaje del uso de los fondos de Nafinsa por grandes sectores para años seleccionado, tomado de López, J. (2009) De la misma forma podemos seguir las dos trayectorias que siguió su financiamiento concedido, de menor a mayor aquel financiamiento otorgado como créditos y por el contrario su participación como inversionista fue disminuyendo con el paso de los años, siendo el año de 1948 cuando ambas alcanzaron un punto de cruce como se observa en la siguiente tabla. Ilustración 3 Elaboración propia con datos de López, J. (2009) 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 Estructura porcentual del financiamiento concedido por Nafinsa, entre 1942 y 1971 Créditos Inversiones 124 Durante este periodo se pueden rescatar algunos ejemplos del actuar de Nafinsa respecto a las empresas. Por ejemplo, durante el gobierno de Alemán (1946-1952) uno de los casos más significativos fue el de “Tubos de Acero de México S.A. (TAMSA), en la que se combinaron capitales italianos, suecos y mexicanos. El Estado participó a través de Nacional Financiera con el 20% de las acciones, porcentaje que se elevó en los años siguientes […] Otro caso interesante es el de Toyoda S.A., empresa que se estableció en Ciudad Sahagún; este proyecto combinaba capital extranjero con recursos de Nafinsa para instalar una fundición de hierro y acero y una planta para fabricar maquinaria textil. En su capital inicial se contó con la participación mayoritaria de la empresa japonesa Toyoda Automatic Loom Works. La empresa comenzó a operar en 1956, y en 1957 salieron a la venta las primeras máquinas textiles allí fabricadas. En 1959, ante las altas pérdidas de la empresa, el Estado, a través de Nafinsa, compró las acciones de la empresa japonesa con el objetivo de mantener el empleo y mantener algo del valor de sus títulos en la empresa. Sin haber alcanzado el éxito en 1960, se constituyó la empresa Siderúrgica Nacional (Sidena), que ocuparía las instalaciones de Toyoda, con el objetivo de rehabilitar sus líneas de producción y de utilizarse plenamente la fábrica de maquinaria textil y la fundición” (López, J., 2009) Para el año siguiente, en 1961, Nacional Financiera ostentaba acciones de 60 empresas industriales con participación mayoritaria en trece de ellas. Tres años después solo era accionario de 47, aunque fungía como socio mayoritario en 15 (López, J., 2009). Su papel como inversionista venía a la baja. A pesar de que se haga alusión a que algunos movimientos iban a la baja, en un contexto más amplio, la participación de Nafinsa crecía. En la siguiente gráfica se puede observar como la tendencia del porcentaje de financiamiento industrial es decreciente, pero a lo largo del periodo el porcentaje del PIB que este representaba muestra una tendencia creciente hasta 1962 cuando baja un punto para mantenerse estable por lo que resta del periodo. 125 Ilustración 4 Elaboración propia con datos de López, J. (2009) Para López (2009) el aporte real de Nafinsa al desarrollo económico en general y al sector industrial en particular, es, al menos en parte, indirecto y no resulta sencillo de cuantificar y considera que se debe mirar con atención que esto también tiene como contrapartida el aumento en el peso en la economía mexicana del sector financiero privado. El crecimiento de las sociedades financieras privadas fue una expresión de este movimiento. El sector financiero privado tenía un rol preponderante en el desarrollo estabilizador: generaba los recursos que el Estado utilizaba para direccionar el crédito a través del encaje legal, es decir se financiaba sin tener que recurrir a emisión monetaria ni a la aplicación de una reforma fiscal que permitiera incrementar la recaudación. 4.2.3. Consolidación del Banco de México Desde su creación el Banco de México ejerció un estricto control sobre la creación de moneda por el sistema bancario y a través del tiempo mantuvo condiciones monetarias estables y se dio cuenta del peligro de que el banco central financiara 0.00% 1.00% 2.00% 3.00% 4.00% 5.00% 6.00% 7.00% 8.00% 9.00% 10.00% 0 10 20 30 40 50 60 1 9 4 2 1 9 4 4 1 9 4 6 1 9 4 8 1 9 5 0 1 9 5 2 1 9 5 4 1 9 5 6 1 9 5 8 1 9 6 0 1 9 6 2 1 9 6 4 1 9 6 6 1 9 6 8 1 9 7 0 Financiamiento industrial de Nafinsa en relación al total del financiamiento bancario a la industria Porcentaje de financiamiento industrial por Nafinsa % del PIB 126 los déficits del gobierno (Basch, 1968). En 1949, al producirse un notorio incremento en la entrada de divisas, se reformó la Ley Bancaria27 y se otorgó al banco central la facultad potestativa de elevar el encaje de la banca comercial hasta 100% sobre el crecimiento de sus pasivos. En base a los puntos anteriores, a partir de 1950 intentó reducir sus créditos al sector gubernamental y exigir a los bancos comerciales el aumento de su tenencia en valores oficiales. Este periodo estará casi por completo dirigido por Rodrigo Gómez, director del Banco de México entre 1952 y 1970, quien a decir de Del Ángel (2010) fue el titular del banco central con mayor influencia en el sistema financiero, logrando mantener una sana distancia entre la operación del banco y el Poder Ejecutivo. A pesar de las restricciones, tenía que cumplir con su función de prestamista de última instancia y dos años después, entre 1952 y 1954, el sector gubernamental incurrió en grandes déficits y el Banco de México se vio obligado a un financiamiento directo para cubrir fuertes compromisos previos originados por inversión en proyectos de obras públicas. Antes de llegar a la mitad de la década se suscitó la tercera devaluación del dinero fiduciario ocasionada en parte por la recesión norteamericana de 1953 a consecuencia del fin de la guerra con Corea y la otra precipitada por el gasto público realizado “por una nueva administración empeñada en contrarrestar el abatimiento temporal de la actividad económica [cuya depreciación monetaria solo fue un elemento de inflación transitoria, …] cuando además se había reducido el precio de 27 El objetivo más importante de las reformas introducidas en la legislación bancaria a principios del año, fue capacitar a la banca privada para otorgar créditos a plazos superiores a un año. El país no podía sacrificar en favor de un concepto anticuado de liquidez bancaria los beneficios que pueden resultar del desarrollo parcial de los recursos de la banca privada en el financiamiento de empresas industriales y agrícolas que, de otra manera, tendrían que realizarse mediante procedimientos lesivos a la estabilidad financiera interna. Las reformas aludidas introdujeron nuevas modalidades en el régimen del depósito obligatorio con la finalidad de ampliar la capacidad de dirección crediticia del banco central. Para hacer frente a una indebida expansión que pudiera haber ocurrido como consecuencia del aumento de la reserva monetaria que siguió a la fijación de la paridad del peso frente al dólar, el Banco de México, S. A., estableció que a partir del 30 de septiembre los bancos de depósito constituyeran una reserva del 100% de sus depósitos y obligaciones en moneda nacional, en exceso de los existentes a esa fecha. Por otra parte, dispuso que se permitirían faltantes hasta de un 70% de ese depósito legal, siempre que los recursos equivalentes estuviesen invertidos en préstamos y créditos de habilitación o avío a plazo superior a un año, pero no mayor de dos; en préstamos y créditos refaccionarios a plazo no mayor de cinco años, o en valores con vencimiento superior a dos años. (Informe Anual del Banco de México 1949) 127 las materias primas [...] La agudización temporal del déficit gubernamental, financiado una vez más por el banco de México dio lugar a pérdida de reservas internacionales hasta que la devaluación fue calificada de medida preventiva y situó el tipo de cambio en el nivel de 12.50 pesos por dólar” (Solís, 1969). De acuerdo con el informe del Banco de México, tanto el crédito otorgado por el mismo como por el sistema bancario alcanzaron nuevas cifras máximas durante el año de 1954. A finales del mismo año se introdujeron importantes reformas a la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares, orientadas a facilitar la canalización del crédito hacia la producción y a dar mayor flexibilidad a las operaciones bancarias. Además, para fortalecer e incentivar la independencia de los bancos de Crédito Ejidal y de Crédito Agrícola y Ganadero, “cubrió los adeudos de estos bancos con el Instituto Central, que ascendían a 741.1 millones de pesos, ampliándoles en esta magnitud su capital” (Banco de México, 1954) En 1955 el Banco de México en su informe anual reportó que para poder satisfacer la necesidad creciente de las instituciones de crédito creaba la opción de suscribir acciones de la Serie "B", con las que estarían legalmente asociadas al Banco y hasta antes estaban agotadas (Banco de México, 1955). A partir de 1955 el Banco de México se fortaleció exigiendo a los bancos invertir una gran parte de sus depósitos, incluyendo los de ahorro, en valores oficiales hasta casi quintuplicar la tenencia de valores gubernamentales por la banca comercial en 1964. Cabe señalar que en ese momento el nivel de la deuda externa era bajo, comparado con los niveles que la caracterizarán a partir de la década de los ’70 y hasta el siglo XXI, y por ello se pudo aumentar el endeudamiento y la inversión pública, con la novedad que el tradicional financiamiento del banco central se sustituyó con financiamiento externo. El mismo Banco de México logró la captación de ahorros genuinos para financiar inversiones públicas. (Solís, 1969) En 1963 se creó el Fondo para la Exportación de Productos Manufacturados (Fomex) bajo la administración del Banco de México. Su funcionamiento era financiado con ingresos procedentes de los propios aranceles impuestos a las 128 importaciones, con el fin de aprovisionar crédito a bajas tasas de interés a dichos exportadores de manufacturas. El Banco de México se sabía fortalecido y para 1966 pudo obligar a las sociedades financieras a depender más de recursos de largo plazo ya que les permitió emitir certificados financieros de 2 a 5 años con rendimientos netos mayores al 9%; buscaba que el desarrollo de las sociedades financieras se basara en la emisión de este tipo de valores. La capacidad de regulación del Banco de México se había consolidado. Otro ejemplo de esta consolidación es que a partir de 1963 el Banco de México emitió normas para el financiamiento de la vivienda popular, obligando con ellas a los bancos hipotecarios a colocar el 30% de sus préstamos en viviendas de bajo costo con una tasa del 9% (Basch, 1968) Con el paso del tiempo la administración del Banco de México tuvo que cambiar y 1970 y 1976, fue Ernesto Fernández Hurtado, quien buscó continuar con la autonomía de facto del banco, pero en un entorno más adverso. En resumen, el objetivo principal, establecido por el Banco Central a través “de la política monetaria, fue el combate a la inflación mediante la regulación de la liquidez, aplicando el encaje legal a los bancos de manera rigurosa, ya que además de retirar depósitos de los ahorradores por cantidades que equivalían del 25 al 30%, también se aplicaban tasas marginales de hasta el100%, cuando el crecimiento de los precios rebasaba las expectativas inflacionarias del país […Esta política, mantuvo controladas las presiones inflacionarias, permitió financiar los déficits fiscales y crear ‘cajones preferenciales de crédito’ para el sector industrial y agropecuario] con créditos a tasas de interés y plazos de amortización preferenciales, y fomentó el ahorro interno mediante tasas de interés administradas que otorgaban rendimientos superiores a quienes más ahorraban. La diferencia entre la tasa de interés pasiva y la activa era cubierta por el gobierno federal, quien adicionalmente pagaba a los bancos una tasa de interés atractiva sobre el monto de la liquidez que obtenía a través del encaje legal. Estas medidas no descapitalizaron al sector financiero, sino que alentaron el crecimiento de la 129 intermediación financiera con cargo a los recursos públicos” (Monserrat y Chávez, 2003). 4.2.4. Recaudación y política monetaria El interés de los empresarios provenía de las altas tasas de rentabilidad que podían obtener a pesar de la baja productividad y competencia de las empresas gracias a la operación en mercados oligopólicos y con sistemas financieros mal-regulados y poco transparentes. Y precisamente esa alta rentabilidad con baja productividad generaba un círculo vicioso de mala distribución del ingreso, un sistema financiero poco profundo y finanzas públicas endémicamente débiles, ante el cual “el gobierno veía sus finanzas públicas socavadas ya que, por un lado, proveía insumos productivos subsidiados pero, por otro lado, tenía una baja carga fiscal producto de la canalización de utilidades hacia aquellas unidades de la red [de los Grupos económicos de Poder] con la capacidad para evadir impuestos” (Castañeda, 2010). Durante los años 60 la estabilidad de precios fue del 2.3% de inflación promedio anual esto por “dos razones: primera, el financiamiento al gobierno otorgado por el sistema financiero pasó de 12% en 1963 a casi 25% en 1970, lo que evitó mayor impresión de dinero para financiar el déficit público; segunda, el país tuvo la suerte de no experimentar crisis externas” (Cárdenas, 2010). El gobierno mexicano debía captar ahorro interno y externo, el último fundamental para evitar desequilibrios en la balanza de pagos, por lo que utilizó las tasas de interés al mantenerlas atractivas para los capitales extranjeros. Además, tenía como meta la estabilidad a través de la restricción en la emisión monetaria. Para captar ahorro interno utilizó intensamente el mecanismo de encajes bancarios y establecía en que tipo de activos los bancos debían invertir y realizar préstamos. “En conclusión, la política económica aplicada combinaba la ortodoxia y la búsqueda de la estabilidad de precios como principal objetivo y controlando la emisión monetaria como instrumento inexorable para lograrlo, además mantenía un cierto 130 control selectivo del crédito y un control sobre la tasa de interés, además de mantener un papel activo como productor de bienes y servicios” (López, J., 2009). 4.2.5. Bolsa de Valores Durante este periodo el Mercado de Valores era poco relevante, la mayoría de los instrumentos que operaban eran los títulos de deuda pública y algunas obligaciones privadas, las operaciones que se llevaban a cabo eran realizadas por los departamentos de valores de algunos bancos. Ni si quiera tuvo importancia como en la etapa previa, cuando en 1941 se emitieron certificados de participación por primera vez, en el contexto de la abundancia de capitales provenientes del extranjero que huían de la SGM, para retirar el exceso de liquidez por dichas divisas. Una característica sobresaliente de esos certificados era el compromiso de Nafinsa de recompra a la par, lo que bidireccionó el beneficio, tanto a la Bolsa de Valores, como para Nacional Financiera. En cuanto al caso de los fondos de inversión, estos eran utilizados como instrumentos auxiliares de financiamiento del grupo, es decir se colocaba un paquete de acciones de las propias empresas y estas en realidad no eran ni abiertas ni bursátiles (Ejea, et al, 1991). En cuanto a los valores gubernamentales, Nafinsa logró consolidarse. A lo largo de todo este periodo, y en cada uno el éxito de la banca mexicana tuvo varias causas, entre ellas: el crédito relacionado, niveles bajos de cartera vencida, la profesionalización del sector y también la acción regulatoria de las autoridades (el encaje legal, y el crédito dirigido, conocido como ‘cajones de crédito’). 4.3. Quinta etapa A. Competencia y ampliación de las operaciones crediticias, con miras a la internacionalización: 1966-1982 131 Los visos de cambio del crecimiento de la economía mexicana llegaron al final de la década de los ’60. El secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, afirmó al término de su gestión en 1969 que era necesario un cambio que permitiera aumentar las exportaciones, admitir más inversión extranjera, cuidar los precios y la calidad de los productos mexicanos -sin competencia externa por el mismo proteccionismo-, aumentar la eficiencia del minifundio, así como los ingresos públicos (Cárdenas, 2010). En materia sociopolítica, la sociedad estaba en punto donde la democracia, era la tierra prometida que nunca se hallaba y ella solo vagaba por el desierto… el descontento social tomaría acciones para demandar nuevos espacios de participación ciudadana y muchos actores pagarían las consecuencias de ello. La sociedad demandaba apertura en un régimen que plácidamente ya se había asentado por más de treinta años en la silla presidencial. Los presidentes que coincidirán con nuestro periodo de estudio son Gustavo Díaz Ordaz (últimos dos años de su mandato), Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Miguel de la Madrid (el comienzo de su presidencia). El sólido crecimiento de México lo había hecho acreedor al honor (y gasto) de ser sede de eventos internacionales tales como las Olimpiadas de 1968 y la Copa Mundial de Futbol de 1970. Eventos que a la larga aumentarían aún más tanto la presión social como económica que el país vivía. A lo largo 1971, en su primer año, Luis Echeverría mantuvo una política cautelosa y contraccionista, pero la recesión era más profunda de lo que el gobierno había planeado. Al mismo tiempo, en Estados Unidos se depreció el dólar por la caída del sistema de Bretton Woods, con lo que México podría corregir los desequilibrios macroeconómicos, pero esa opción no fue tomada ante el temor de destapar presiones inflacionarias. Este fue el año en el que se rompió la tendencia de crecimiento en México. Luis Echeverría tenía dos enemigos en casa: una crisis política y una desaceleración económica. La crisis política era resultado de un desgaste y una pérdida de legitimidad del pacto corporativo en todas sus ramificaciones, sobre todo 132 con grandes descontentos entre la sociedad. La desaceleración económica obedecía, en parte, a choques del entorno internacional, pero puso en evidencia las debilidades económicas del país (baja fiscalidad, crisis en el sector agropecuario y disparidad en el ingreso (Del Ángel y Martinelli, 2009). Ante esta situación, el gobierno mexicano optó por iniciar los planes de inversión que, aunque no fueran prioritarios estuvieran listos para ejecutarse, en apariencia volvió a crecer el PIB, pero lo que en realidad crecía era el desbalance fiscal: entre 1971 y 1975 el endeudamiento público con el exterior creció en más del doble de 9220 a 22,710 millones de dólares. La inflación acumulada entre 1970 y 1975 fue del 76% y la sobrevaluación del peso el 50%, “las fugas de capitales comenzaron en 1973” (Cárdenas, 2010). 4.3.1 Banca comercial Las características de la quinta etapa son la gestión de la deuda bancaria para ampliar el alcance de las operaciones crediticias y aumentar la rentabilidad utilizando una estrategia de crecimiento y diversificación de su cartera de crédito, incluyendo préstamos comerciales e hipotecas a largo plazo. Durante la transición de la etapa cuatro a la quinta cambió la distribución de los recursos, veamos la comparación de Ejea (Ejea et al, 1991): en 1949 el 78.4% eran depósitos y ahorros, 17.7% estaba en financieras y el 3.9 de esos recursos en actividades hipotecarias mientras que en 1968 el 42.9% de los recursos eran depósitos y ahorro el 46% a financieras y 11.1% a hipotecarias. Se había incrementado la demanda de recursos que los grupos financieros ejercían en sus propias industrias. Se puede observar como a partir de 1965 crece la relación entre cuentas de ahorro y población total, por lo menos hasta 1980. En este periodo, de consolidación del crédito y del ahorro se vivieron también cambios en las innovaciones tecnológicas, o mejor dicho en las necesidades de nuevas tecnologías, por lo que “fue necesario que los grandes bancos hicieran inversiones fuertes en tecnologías de gran escala para el manejo masivo de datos, 133 centros y puntos de atención a clientes” (Del Ángel, 2010) para dar acceso a grandes grupos de la población a cuentas de ahorro. La consolidación del sistema bancario permitió que se iniciara también la automatización y computarización. “en 1965 cuando empezaron a usar grandes equipos para procesar operaciones en volúmenes masivos […] el banco nacional de México instaló un equipo General Electric 415 para los sistemas de contabilidad y cheques” (Del Ángel,2019) Para 1972 se inició el trabajo on line de esos equipos. Respecto al rubro del crédito al consumo, la primera tarjeta de crédito en México fue emitida por Banamex en 1968. La primera en el mundo fue introducida por el Bank of America en 1958, y en 1966 se formó el Interbank Card Association, como alternativa a la primera, bajo la marca Master Charge, que cambiaría de nombre a MasterCard. ¿Por qué es importante la referencia? Porque nueve años después de esa primera tarjeta el Banco Nacional de México tomó los modelos de negocio y de operación esas tarjetas de crédito bancario, “en un solo año el Banco Nacional de México tenía 46,365 tarjetas en circulación y 6,378 negocios afiliados que la aceptaban” (Del Ángel,2019) Dos años después contaba con 230 mil tarjetas. Este consumo, mediante las tarjetas de crédito fue masificado en los años ’70, al igual que el crédito hipotecario para la adquisición de vivienda (Del Ángel, 2010). El éxito de la tarjeta de crédito fue tal que aplazó la utilización de la tarjeta de débito, nacida igual en Estados Unidos en 1975 bajo un programa piloto de VISA, la cual tuvo que esperar diez años para tener su momento de éxito y aceptación internacional. Esta consolidación, de la que venimos hablando, fue posible gracias a la estabilidad y continuidad de los gobiernos priistas mientras atravesaban por el periodo político conocido como presidencialismo, donde el ejecutivo era la figura más fuerte: “El gobierno autoritario permite que la banca esté en manos privadas porque la actividad de ésta redunda en una mayor recaudación para el propio gobierno o los intereses que representa. Con base en esta conveniencia de la existencia de una banca privada para el régimen, podía darse la negociación con los banqueros sobre detalles de política” (Del Ángel y Martinelli, 2009). 134 En 1975 se modificó la Ley de Instituciones de Crédito para impulsar al sistema bancario. En este año se autorizó la creación de la banca múltiple: los bancos se podrían fusionar con intermediarios de operaciones conjuntas (otros bancos comerciales, financieras e hipotecarias, pero se exceptuaban los servicios de suscripción de títulos bursátiles y los seguros). La banca múltiple surge por la mayor estabilidad y desarrollo que pueden tener en sí mismos los bancos múltiples y las instituciones integrantes de grupos financieros gracias a que pueden operar con instrumentos diversificados de captación y de canalización de recursos, con más flexibilidad para adaptarse a las condiciones de los mercados financieros y las demandas de crédito de la economía. El año siguiente se presentaron en el DOF las Reglas para el Establecimiento y Operación de Bancos Múltiples28 . Plantea la necesidad de estas instituciones para seguir avanzando en el desarrollo y robustecimiento del sistema bancario nacional, permitiendo a las instituciones concesionadas tener la estructura y operaciones conducentes al mejor cumplimiento de su función de intermediación financiera, en condiciones sanas y sólidas. Además, abría la puerta para la fusión de instituciones si estas de manera individual no reunían todas las condiciones necesarias para su aprobación ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El proceso de fusiones y la creación de los nuevos bancos múltiples se inició en diciembre de 1976 y concluyó en abril de 1980. Para señalar los cambios en las instituciones bancarias comerciales se tomaron datos de los informes anuales del Banco de México29. Los primeros cinco bancos múltiples en crearse fueron Multibanco Mercantil de México, Banpacífico, Banca Promex, Banco de Crédito y Servicios y Unibanco. La primera de las grandes instituciones que se constituyó en banco múltiple fue Comermex (en enero de 1977), seguida por Banamex (en marzo de 1977), Internacional (en julio de 1977), Atlántico (en julio de 1977), Serfín (en octubre de 28 DOF del 18 de marzo de 1976 29 Afortunadamente se conservan los informes desde su fundación en 1925 y están disponibles para su consulta en https://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-prensa/informes-anuales/informes-anuales- economia-ban.html. 135 1977) y Bancomer (en noviembre de 1977). Se formaron 34 bancos múltiples, los últimos cinco fueron los siguientes: Banco Obrero (en septiembre de 1979), Banco Mexicano-Somex (en enero de 1980), Banco Monterrey (en enero de 1980), Banco del Centro (en enero de 1980) y Banco Aboumrad (en abril de 1980). Estos cambios fueron posibles por la Reforma legal enunciada en la ley en diciembre de 1974 y las Reformas a la Ley Bancaria de diciembre de 1978. 4.3.2 Banco de México Para esta etapa ya no está en duda el carácter nacional del Banco central y son observables las medidas que toma para controlar las tasas de interés del mercado y establecer coeficientes de capital adecuados, en el proceso de creación de crédito. Podemos observar su evolución en la siguiente tabla: 1940 1950 1960 1970 1980 Los préstamos con vencimiento de 90, 180 y 360 días se han duplicado de 1936 a 1940 El crédito a plazo mayor de un año aumentó un 125% en el mismo lapso. El medio circulante, el crédito y las inversiones en valores del sistema bancario aumentaron. Incremento del crédito en operaciones a largo plazo. Se otorgaron facilidades para encauzar los pequeños ahorros hacia la inversión en obras productivas Se estableció el régimen de sociedades de inversión (empresas especializadas en el desarrollo del mercado de valores) Aumentos en el financiamiento a las actividades económicas, en el medio circulante y en general en los recursos financieros de la comunidad. Las autoridades ajustan el financiamiento y la liquidez. El financiamiento concedido al comercio aumentó 1,188.3 millones de pesos, 17.4%, y el otorgado al gobierno en 1,475.6 millones, 34.6%. El financiamiento bancario se distribuyó: actividades industriales El sistema bancario público y privado captó ahorros internos crecientes La banca privada elevó su captación en 20.0% y el Banco de México, en 13.9%. Se atrajeron recursos externos atraídos por el favorable diferencial de las tasas de interés. El Banco de México expandió el financiamiento con sus propios recursos y aplicó una firme política de regulación monetaria de carácter no inflacionario. La evolución del sector financiero fue Su rápida expansión fue consecuencia, del alto crecimiento que experimentó la base monetaria, el cual se explica, a su vez, por el aumento de la demanda agregada. Se elevaron las tasas pasivas de interés, para hacer frente al alza en el ritmo de la inflación sobre el volumen de captación. Las operaciones interbancarias -que incluyen las reservas de la banca privada y mixta depositadas en el Banco Central- se 136 aumentó 36.4% y el financiamiento otorgado a través de valores 9.3%; a las actividades agropecuarias ascendió 18.5%. elevaron en 193.6 miles de millones. Tabla 5 Fortalecimiento del sistema interbancario y del Banco Central entre 1940 y 1980. Elaboración propia en base a los Informes Anuales del Banco de México. A partir de la década de 1960 el Banco de México ha dejado de intervenir en el apoyo de ciertos mercados como es el de las cédulas hipotecarias, que logró estabilizarse y dejar de necesitar su control, dejando como su principal actividad las operaciones en valores en bonos del gobierno federal (Basch, 1968). Desde 1965 el sistema funcionó sin tropiezos, el banco de México abre una cuenta a cada institución financiera y compra y vende por cuenta de éstas para cumplir los requisitos de encaje y si una institución necesita efectivo puede obtenerlo liquidando parte de sus bonos depositados en el banco de México siempre y cuando sus tenencias excedan de la cantidad del encaje requerido en relación con sus depósitos. Entre 1970 y 1976 Ernesto Fernández Hurtado dirigió al Banco de México y buscó continuar con la autonomía de facto del banco, pero en un entorno más adverso por parte del gobierno que su antecesor Rodrigo Gómez. Durante el último año el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976), el modelo de sustitución de importaciones y el desarrollo estabilizador mostraban claros signos de debilidad. No hubo mayores cambios en cuanto a su legislación, ya que durante todo este periodo siguió rigiéndose por la ley de 1941 y la siguiente llegaría hasta 1984. (Carrasco y Ferreiro, 2019) 4.3.3 Recaudación y política monetaria En cuanto a la recaudación fiscal el gobierno seguía sin tener éxito y no solo por ineptitud propia, sino porque ya estaba arraigada la obligación de descuento de 137 parte del gobierno. En 1972 el gobierno intentó realizar una reforma tributaria. “Se buscaba eliminar el anonimato de la riqueza y aumentar la carga fiscal. Todas las organizaciones empresariales se opusieron y lograron abortar las propuestas, que ni siquiera llegaron al Congreso” (Del Ángel y Martinelli, 2009). Bajo este panorama el nuevo secretario de Hacienda, José López Portillo, consideraba que la política de restricción monetaria del Banco Central frenaba el crecimiento económico, por lo que incrementó la presencia del Estado en la economía bajo la rúbrica del desarrollo compartido. También como Secretario de Hacienda creó el Programa de Inversiones Públicas de Desarrollo Rural para ser aplicado en las regiones marginadas; el propósito era crear fuentes permanentes de empleo que retuvieran a los trabajadores del campo en sus lugares de origen. Otra acción fue la expedición de la Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Inversión Extranjera, que buscaba consolidar la independencia frente al exterior y evitar interferencias en la adopción de decisiones nacionales. En 1975, se trató la organización y funcionamiento de la administración tributaria, sobresaliendo la desconcentración a través del establecimiento de administraciones fiscales regionales. 4.3.4 Instituciones financieras nacionales Las administraciones presidenciales de los años de 1970-1982 podrían ser descritas como “empeñadas en promover una especie de capitalismo de estado (state led capitalism), fincado en un fuerte grado de endeudamiento externo, que simultáneamente benefició a numerosos grupos económicos privados en el país […]pasaron de ser apenas 200 [empresas o entidades paraestatales, del tipo industriales, energéticas, comerciales, hoteleras, de transporte y bancos de desarrollo] en 1970 a más de mil en 1982” (Marichal, 2011) Posterior a la demostración del desbalance socioeconómico de 1968 la institución entraría en un periodo de inestabilidad causado también por la renuncia 138 en 1970 del hasta entonces director José Hernández Delgado. A partir de ese año y hasta 1982 Nafin tendrá 5 directores generales y seis secretarios de Hacienda. (Ares, ) En 1975 Nafin habría perdido su monopolio ante los acreedores internacionales y para ese año solo será responsable de un tercio de las entradas internacionales. Entre 1976 y 1982 Nafin realizó préstamos por 4 mil milloes de pesos para sanear las empresas del Estado (Ares, ) En este periodo también es cuando se consolida el Grupo Industrial Nafin, incrementando el número de empresas de 1974 con 69, hasta 88 empresas en 1982. Sin embargo, el rendimiento, apenas 5%, era bajo en relación con el costo del capital, por encima del 11%. 4.3.5 Bolsa de Valores Durante la década de los 60 se aumentó el número de transacciones de la Bolsa de valores de la Ciudad de México, “aun cuando los inversionistas siguen prefiriendo los valores de renta fija, empiezan gradualmente a conocer la naturaleza de la inversión en acciones” (Basch 1968). Esta preferencia se puede entender, por ejemplo, al ver que los valores de renta fija pueden venderse a la vista y a la par, además que en ocasiones los rendimientos pueden ser menores debido a la necesidad de reinversión de las ganancias que generan las acciones. Además, hay que aceptar la realidad de que hay más operaciones de acciones fuera de la Bolsa que dentro de ella (ibid.) Se puede reconocer el proceso de consolidación de la Bolsa de valores al considerar la reorganización que sufrió la original Bolsa de Valores de México, fundada en 1894, en 1933 y la fundación de la Bolsa de Monterrey en 1950 y la de Guadalajara en 1960. Para 1965 había alrededor de 400 sociedades anónimas registradas en la Bolsa de Valores de México. Entre el período de 1960 y 1965 las 139 ventas efectuadas en las tres Bolsas se elevaron de poco más de 5 mil millones a 22000 millones de pesos. En cuanto a la supervisión, la Comisión Nacional de Valores fue creada por decreto del ejecutivo en 1946 para proteger los intereses de los inversionistas al establecer requisitos especiales para la emisión y transacción de valores. Y a partir de 1965 mejoraron la situación de los tenedores de acciones por una reforma en impositiva con el que las empresas pueden emitir acciones comunes preferentes o preferentes convertibles; en su mayoría las acciones deberían ser al portador y el tenedor podía permanece anónimo, un asunto de vital importancia. Ese mismo año las tensiones ocasionadas por el agotamiento del desarrollo estabilizador otorgaron un nuevo impulso al Mercado de Valores en México. Se formuló una nueva ley que reformaba del sistema financiero con el objetivo de subsanar la falta de capitales para continuar el desarrollo y la integración de la industria nacional, obtener fuentes opcionales de financiamiento ante un estrangulamiento externo y crear un contrapeso al poder del duopolio bancario que encabezaba el Banco Nacional de México y el Banco de comercio. En 1975 se reformó la Ley del Mercado de Valores30 para precisar las características de las acciones de renta variable. Entre sus postulados más importantes encontramos: • La ley regula la oferta pública de valores, la intermediación en el mercado de éstos, las actividades de las personas que en él intervienen, • Las autoridades deberán procurar la protección de los intereses de los inversionistas, el desarrollo de un mercado de valores equitativo, eficiente, transparente y líquido, así como minimizar el riesgo sistémico y fomentar una sana competencia en el mismo • La difusión de información con fines de promoción o publicidad que den a conocer las sociedades emisoras respecto de sus valores, por sí o a través de intermediarios del mercado de valores, deberá ser clara, objetiva y veraz 30 La ley se puede consultar en . Esta fue abrogada en 2006 140 • Los valores emitidos o garantizados por el Gobierno Federal o por el Banco de México se inscribirán en el Registro Nacional de Valores, bastando la comunicación correspondiente a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores • Reconoce como acreditados para las operaciones de bolsa a las casas de bolsa, los especialistas bursátiles, y demás entidades financieras autorizadas por otras leyes para operar con valores en el mercado de éstos • También reconoce a las figuras del exterior: Filial (sociedad mexicana autorizada en cuyo capital participe una Institución Financiera del Exterior) e Institución Financiera del Exterior (entidad financiera constituida en un país con el que México haya celebrado un tratado internacional que permita el establecimiento en territorio nacional) Esta reforma abonaría el suelo para el impulso que tendría la Bolsa durante la década de los ochenta. 141 Tercera Parte Liberalización financiera e integración a los mercados financieros internacionales. Desintermediación bancaria y financiarización en México: 1982-2019. 142 CAPÍTULO V. El programa neoliberal. Liberalización financiera y crisis cambiario- financiera: 1982-1996 Durante la década de los años setenta se evidenció la inviabilidad del modelo de desarrollo, que había estado vigente desde los años 40 del siglo pasado, centrado en un gobierno grande y multifuncional. Las crisis económicas no se hicieron esperar y con ellas las moratorias en el pago de deudas. Ante los intereses afectados por las deudas impagas, a las que se sumaban cada vez más países sobre todo de Latinoamérica, las agencias internacionales de asistencia financiera, las cuales surgieron y crecieron también durante esa misma década como consecuencia de la paz de la Segunda Guerra Mundial, y el gobierno americano idearon un nuevo modelo económico a través de la imposición de un paquete de reformas estructurales que rebasaron el mero ajuste económico financiero (Vázquez y Guzmán, 2012) La administración De la Madrid, como se mencionó en el capítulo pasado, recibe el país en condiciones económicas críticas: inflación cercana al 100%, un déficit del sector público sin precedentes, una casi inexistente cartera en el extranjero, cartera con una deuda externa enorme. En cuanto a los actores sociales, el sector obrero descontento, una clase media con bajas expectativas respecto a su posible ascenso y permanencia de estatus, una burocracia que atraviesa por cambios importantes, posiblemente en este momento casi imperceptibles, pero con los tecnócratas y los niños de Chicago apareciendo en el escenario y los que para nuestros fines se volverán los impulsores al siguiente estadio, los grupos empresariales en franco descontento, encabezados por los ya exbanqueros. En México el programa neoliberal inició paralelamente con la nacionalización de la banca y Presidencia de Miguel de la Madrid, con el respaldo del gobierno de Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y en general la comunidad financiera internacional (Tello, 2010) 143 5.1 Quinta etapa B. El caso mexicano: del inicio de la crisis a la expansión del mercado de valores Como dice el dicho: a toda cita le llega su hora, así el primero de septiembre de 1976 el tipo de cambio fijo desde 1954 fue devaluado el 59%, la inflación era del 22% y la deuda externa había casi alcanzado los 30 millones de dólares. Las consecuencias fueron una mayor inflación y confrontación entre el presidente y el sector privado, y la respuesta inmediata del gobierno fue un aumento salarial del 23%, que sólo a vivo la falta de estabilización y la incertidumbre. En diciembre de 1976, alrededor de 70% de los nuevos depósitos en la banca eran en dólares; el gobierno de Echeverría tuvo que llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para estabilizar la economía y evitar el golpe de Estado que se rumoreaba, a pesar de que ya estaba por terminar el sexenio. Al final del sexenio, en 1976, la devaluación fue acompañada por fuertes fugas de capitales. Era la primera devaluación en más de 20 años de estabilidad del peso (Del Ángel y Martinelli, 2009). El cambio de sexenio llegó dentro de esta coyuntura económica y el presidente López Portillo inició su gobierno buscando reconciliación y la construcción de confianza. Mantuvo el acuerdo con el Fondo Monetario internacional pero el programa de estabilización seguía siendo ortodoxo. “La rúbrica del inicio del sexenio era la Alianza para la Producción” (Del Ángel y Martinelli, 2009) Para 1978 el descubrimiento de enormes yacimientos de petróleo en el sureste del país y sobre todo el yacimiento de Cantarell, así como un aumento en los precios internacionales del petróleo serían los que cambiarían el panorama económico. En México el “petróleo ocultó, y nadie quería ver, las debilidades de la estructura económica de México y los problemas que debían resolverse para sostener un alto crecimiento económico en un futuro previsible” (Cárdenas, 2010). “A partir de 1978, con el auge petrolero, las cosas empezaron a cambiar, al desatarse lo que se ha llamado una ‘exuberancia presidencial’. El mandatario 144 hablaría entonces de ‘administrar la abundancia’. Pero esa abundancia de recursos provenientes de los ingresos petroleros resultó en una expansión irresponsable del gasto y en un sobreendeudamiento” (Del Ángel y Martinelli, 2009) La frase que podría definir al sexenio de López Portillo y su aparente estabilidad es ‘la economía se había petrolizado’, el Plan Nacional de Desarrollo Industrial que encabezaba el presidente buscaba dirigir la mayor parte de los ingresos petroleros extraordinarios a la importación de bienes de capital, pero la realidad es que el 75% de las exportaciones eran petroleras y el 38% de los ingresos fiscales provenían también del crudo. La realidad internacional fue que los precios del petróleo no seguirían creciendo indefinidamente y la nacional fue el colapso de la economía. Fue en “el verano de 1981, donde muchos analistas han ubicado el punto de inicio de la vorágine que llevó a la crisis de la deuda y a la nacionalización de la banca, […] resultó evidente que las reformas estructurales no podían esperar más” (Cárdenas, 2010). Lo más prudente a lo largo del sexenio hubiera sido disminuir las importaciones de bienes suntuosos, devaluar el tipo de cambio y disminuir el gasto público, pero no se realizó ninguna de esas acciones, de hecho el gasto público para 1981 había aumentado el 25.7% en términos reales y el déficit había alcanzado el 14% Del PIB; el déficit en la balanza de pagos era financiado por deuda externa se contrataron créditos de corto plazo por 10,800 millones de dólares que a la larga fueron parte de la fuga de capitales. Gracias a la efímera riqueza petrolera entre 1977 y 1981 el PIB creció 7.8% en promedio anual y la inflación el 24%, se vivió una gran expansión de inversión pública, inversión privada y una gran disponibilidad de fondos internacionales con tasas de interés reales negativas. “El financiamiento del déficit público fue posible por la emisión de dinero y por el endeudamiento externo con la banca comercial internacional; la deuda de la banca y del sector privado creció a una tasa promedio anual de 35%, para llegar a un saldo en 1980 de casi 17 000 millones de dólares” (Cárdenas, 2010). 145 También el auge petrolero permitió la expansión de los grupos económicos del poder, esto debido al fácil acceso a los recursos financieros internacionales. “La deuda externa del sector privado pasó de 1 800 millones de dólares, en 1970, a 20 100 millones de dólares en 1981, la mitad de ésta contratada por los bancos mexicanos. Por medio de sus brazos financieros los grupos mexicanos eran capaces de conseguir créditos en el extranjero a tasas mucho más bajas que las que había en el país […, además que] el sistema bancario nacional canalizaba su crédito a pocas empresas (68% de los recursos a 5% de los acreditados en 1979)” (Castañeda, 2010). La abundancia setentera de los préstamos externos fue la tentación de los directivos de la banca de desarrollo, de empresarios y de banqueros privados (nacionales) que buscaron créditos en moneda extranjera con bajas tasas de interés para expandir sus negocios, además de obtener fondos baratos en el exterior que prestarían en el sistema financiero interno a tasas más altas. Para tener una idea de los créditos que se adquirieron “los bancos paraestatales Nacional Financiera, Banco Nacional Rural (Banrural) y Banco Nacional de Obras Públicas (Banobras) incrementaron sus deudas externas de manera notoria desde principios del decenio de 1970 hasta aproximarse a los 20 millones de dólares en 1982” (Marichal, 2011) La disponibilidad de divisas generó desequilibrios —entre otros, la sobrevaluación del peso—, con graves consecuencias. “El miércoles 17 de febrero [de 1982], el Banco de México anunció un retiro temporal del mercado de cambios para dejar que el peso cotizara libremente. Como consecuencia, al día siguiente se produjo una devaluación de 41.8 por ciento” (Del Ángel y Martinelli, 2009) López Portillo durante su último año amplió aún más el gasto tratando de no dejar obras inconclusas. Hacia el final, en febrero de 1982, ante las presiones se vio obligado a devaluar el peso de $26.91 a $47 pesos por dólar, pero esa devaluación fue esterilizada con un aumento de salarios del 10, 20 y 30%, lo que disparó un incremento en los precios “Esta fue, probablemente, la última oportunidad en que la crisis pudo ser evitada” (Cárdenas, 2010), pero ya no se podía detener la inercia del gasto del sector público, sumadas a las presiones sobre la balanza de pagos y el 146 continuo endeudamiento del gobierno para financiar importaciones y servicio de la deuda; en junio del mismo año, la banca internacional cerró su crédito a México y canceló líneas de crédito que ya le habían sido otorgadas previamente. Por primera vez se estableció un control de cambios en México31. La situación no era desconocida para los diversos actores del sector financiero: “Por ejemplo, en el caso de Bancomer, desde 1979 se mantenía un discurso muy cuidadoso, pero crítico, ante la inestabilidad. A fines de ese año, en su Carta a los accionistas, Manuel Espinosa Yglesias explicaba que el banco tenía protegido el valor de sus activos financieros ante los posibles efectos de una crisis: [E]n un mundo en el que la erosión de la moneda se acelera por la inflación, es importante que el capital de las empresas esté representado por bienes que mantengan su valor real para lograr la estabilidad de las mismas y, por consiguiente, proteger el capital de los accionistas. Por este motivo, Bancomer cuenta con 223 edificios propios y, como protección adicional, mantiene importantes participaciones en empresas industriales y de servicios...” (Del Ángel y Martinelli, 2009) El sistema bancario perdía dinamismo, fue cayendo en un círculo vicioso: iniciaba una baja captación de recursos, se reducían los montos de intermediación, aumentaba la dificultad de las empresas para contribuir a la generación de la riqueza nacional, empresas que eran caras de sostener, ineficientes y sin capacidad de competencia, mimadas por años de proteccionismo sin inversión en tecnología, que en su mayoría seguía siendo solo importada, todo lo que ocasionaba una escasa canalización de recursos al sistema bancario y el círculo se reiniciaba. La fragilidad del sistema financiero se exacerbaba por la presencia de dólares en ámbitos donde solo eran posibles por un continuo endeudamiento, el incremento de depósitos en dólares “la mayoría de las veces [hechos] moneda nacional, logrando su mágica conversión en dólares simple y sencillamente mediate una operación contable, el Banco de México [… se] obligaba de hecho a la contratación de deuda externa a fin de incrementar artificiosamente nuestras reservas” (Ruiz 1989). 31 Ejemplos de estos controles fueron: un sistema dual con el que se manejan 2 tipos de cambio para diferenciar la moneda extranjera o cuando se decidió no pagar los depósitos en moneda extranjera en dólares reales sino en moneda nacional a un tipo de cambio fijo de 69.50 pesos por dólar. (Cárdenas, 2010) 147 Otro de los avisos era como el gobierno se sobregiraba en su cuenta con el Banco de México y éste automáticamente aplicaba altos encajes legales. Con ello, los banqueros iban perdiendo capacidad de maniobra. Los bancos empezaron a sentir como se apretaban las tuercas sobre sí: el retorno al capital (roe) ajustado por la inflación fue cayendo hasta hacerse negativo: del 9.6 en 1979 a un -34.8 en 1982 (Del Ángel y Martinelli, 2009) Además de no detener el gasto como freno a la inminente crisis, el manejo de dólares también resultó ser ‘procrisis’, “Cuando la Secretaría de Hacienda y el Banco de México autorizaron las cuentas en dólares en México —los llamados «mexdólares»— para evitar fugas de capitales, era un síntoma de que las reservas estaban cayendo y, por lo tanto, de que las cosas iban por mal camino” (Del Ángel y Martinelli, 2009). En 1982 México cubrió alrededor de 14,000 millones de dólares sólo como intereses de la deuda y esa cifra equivalía prácticamente a la mitad de las exportaciones de bienes y servicios de ese año, en el mes de agosto pensando en sufragar esos gastos y el gobierno gestionó la venta anticipada de petróleo por mil millones de dólares, pero no a precios máximos. No había dólares en la reserva. El incremento de la deuda externa pública consolidada mexicana demuestra la rapidez del proceso, pasaron de 7 mil millones de dólares en 1970 a 14 mil millones de dólares en 1974, a 29 mil millones en 1977, a casi 55 mil millones hacia fines de 1980, y más de 80 mil millones de dólares a mediados de 1982. Hay que señalar que “la proporción relativa de deuda pública y privada no se modificó en demasía, manteniéndose en aproximadamente 70% para el sector público y en casi 30% para el sector privado durante el gran auge de endeudamiento externo durante el decenio de 1972-1982” (Marichal, 2011). Se podría decir que la crisis económica a partir de 1982 se agudizó a casusa de varios factores, incluso algunos internacionales que empeoraron la situación de México, como la caída de los precios del petróleo y el aumento de las tasas de interés internacionales (como consecuencia de las nuevas políticas de la Reserva Federal); “con el primero disminuían los ingresos fiscales y, con ellos, la capacidad 148 de financiamiento del déficit y de pago de la deuda externa; con el segundo, los montos de la deuda crecerían” (Del Ángel y Martinelli, 2009), la caída del comercio internacional (recesión económica generalizada) y la fuga de capitales privados de México y el descenso de los precios del petróleo a nivel internacional. A principios de agosto de 1982 las autoridades financieras mexicanas le hicieron saber al FMI que solo quedaban 180 millones de dólares en las arcas del Banco de México pero que el gobierno tenía obligaciones por 300 millones de dólares, advirtiendo el peligro de una devaluación junto con el inicio de una moratoria era claro (Marichal, 2011). Así como hacía casi 5 décadas el presidente Cárdenas eliminó por completo la moneda de plata, mediante un aviso imprevisto y con silencios en los días siguientes, López Portillo dio una noticia con total reserva32 y de un día para otro: el 1ro de septiembre de 1982, durante su último informe, en él ordenó la nacionalización (hay también quienes dirían que expropió) de la banca comercial privada y decretó un control completo de cambios, que fue uno de los argumentos que justificaron la nacionalización, así como el de detener la fuga de capitales, cuya responsabilidad el gobierno asentó directamente sobre los banqueros. 32 El presidente López Portillo explica en sus ‘Memorias’ (López Portillo (1988) Mis Tiempos, México. Fernández Editores) que la decisión la tomó mientras preparaba su último informe de gobierno, después de un año cruel en el que sin éxito había tratado de elegir el mal menor: “Como la responsabilidad política e histórica es sólo mía, mías tendrán que ser las explicaciones que quiero reproducir aquí, antes de narrar el desplome de 1982, para hacer contemporánea la responsabilidad y comprensibles los tiempos”, el presidente señala que hasta que se elabora el informe, el 30 de agosto de 1982, que pudo ver el todo de la crisis y analizar lo que no había analizado ninguna financiera “Reconozco que sólo hasta redactar el informe me di cuenta de la gravedad de la brutal sangría. Ninguna autoridad intermedia disponía ya de la totalidad de la información, o ya del detalle. Me había faltado información que totalizara el fenómeno. Simplemente las autoridades financieras registraban salidas y entradas de divisas; pero no habían hecho ni análisis, ni investigaciones. […] A nadie, nunca antes, en ningún régimen, se le había ocurrido, y parecerá absurdo y estúpido, hacer investigación de origen y destino de la salida de divisas del país. […] José Andrés de Oteyza, investigó con dificultades, pero con certidumbre, cuál era el monto mínimo, por cierto, de los depósitos de mexicanos en Estados Unidos, y de las inversiones de mexicanos en inmuebles. Las cifras fueron aterradoras. […] En unos cuantos años los ricos mexicanos, sólo en cuentas bancarias depositaban en Estados Unidos, por lo menos, ¡14 mil millones de dólares! Más los mexdólares, más otros picos. Total, ¡60 mil millones de dólares habían salido de la economía mexicana!” Con esa justificación ocultó de su gabinete su decisión hasta el último minuto, incluso de su sucesor, Miguel de la Madrid, quien se dice tras bambalinas gritaba lo exaltado que estaba ante esa revelación y no podía creer lo que el presidente acababa de anunciar, sabía que la carga con la que iniciaría su presidencia sería terrible. 149 El primer acercamiento del FMI y del tesoro de EUA, entre otros actores, fracasó por una “serie de sorpresivas medidas adoptadas por el presidente José López Portillo. […] La primera medida inconsulta fue la devaluación del peso, siendo acompañada por la nacionalización de los depósitos de 6 mil millones de dólares en cuentas bancarias en México, medida que fue seguida pronto por la nacionalización de todo el sistema de la banca comercial privada de la República”. (Marichal, 2011) Del Ángel y Martinelli (2009) narran el momento icónico de la nacionalización: “A las 14:15 horas del 1 de septiembre de 1982, el presidente López Portillo hizo una pausa momentánea, señal de que haría un anuncio importante, y dijo solemnemente: «[H]e expedido en consecuencia dos decretos. Uno que nacionaliza los bancos privados del país.» […] «[y] otro que establece el control generalizado de cambios, no como una política superviviente del más vale tarde que nunca, sino porque hasta ahora se han dado las condiciones críticas que lo requieren y lo justifican. Es ahora o nunca. ¡Ya nos saquearon, México no se ha acabado, No nos volverán a saquear!». Tras ello continuaron los vítores y aplausos. Los bancos habían sido tomados por el ejército y, después del informe, permanecieron cerrados cinco días. Curiosamente, esto no generó una alarma generalizada, sino confusión a nivel nacional”. Los banqueros ni remotamente esperaban un anuncio así. Una vez que se dio la noticia, cambió la Dirección del Banco de México, Miguel Mancera pasó la estafeta a Carlos Tello, de quien se dice que, desde febrero por órdenes del presidente, había preparado la estrategia de expropiación, como una alternativa, sobre todo ante las acciones de encaje y mala fe de las autoridades financieras norteamericanas. Aun cuando los empresarios acataron la decisión presidencial este fue un parteaguas ya que significó la ruptura entre el empresariado y la clase política. Pero no así entre las empresas y los intermediarios financieros. El nuevo sexenio tuvo que lidiar con la nacionalización de la banca, permitiendo la reestructuración gracias a los recursos provenientes de la indemnización bancaria: los exbanqueros tuvieron bonos de indemnización que podían cambiar por acciones 150 de las empresas enajenadas por el gobierno, las cuales habían sido parte de los activos de la banca, hablamos de 467 empresas industriales y de servicio33. Además, De la Madrid alentó el desarrollo de casas de Bolsa para restablecer la presencia de brazos financieros en los grupos económicos, lo que iniciará el proceso del siguiente capítulo, la titulización para la etapa 6 de Victoria Chick. Sin olvidar que la banca internacional canalizó enormes cantidades de préstamos a la banca comercial, empresas y gobierno durante la época de oro del endeudamiento, y que después de la crisis de 1982 esa banca internacional logró negociar el mantenimiento del servicio del pago de la deuda por parte del gobierno mexicano, lo que llevaría a la privatización o desaparición de gran número de las empresas estatales. Toda esta situación de crisis tuvo repercusiones internacionales, o más bien, tuvo acciones que buscaron impedir las repercusiones a nivel mundial: “La principal preocupación del gobierno de Estados Unidos, del FMI y de los banqueros estribaba en el hecho de que los principales bancos comerciales de Nueva York y Chicago corrían fuertes riesgos de quebrar si el gobierno mexicano suspendía pagos indefinidamente sobre sus deudas externas: los bonos de los préstamos latinoamericanos que mantenían en sus portafolios representaban más del 100% del capital de los cuatro bancos comerciales mayores de Estados Unidos: Citicorp, Bank America, Chase Manhattan y Chemical Bank […] En 1983, por ejemplo, el FMI adelantó una primera cuota de un paquete de 3,8 mil millones de dólares (a suministrarse en tres años); simultáneamente el Banco de la Reserva Federal y el Fondo de Estabilización del Tesoro de los Estados Unidos proporcionaron otros 4 mil millones de dólares; finalmente se exigió a la banca privada internacional que colaborase con un crédito de 5 mil millones de dólares (que constituía en efecto un 33 Durante el largo periodo de crisis económica de los años ochenta surgieron los siguientes grupos importantes: Grupo Carso-Inbursa (controlado por Carlos Slim), Grupo Sidek (Jorge Martínez Güitrón), Grupo Sinkro (Crescencio Ballesteros, Claudio X. González, Agustín Legorreta y Antonio Ruíz Galindo), Grupo Cifra (Jerónimo Arango), Corporación San Luis (Antonio Madero Bracho, Miguel Alemán Velasco y Crescencio Ballesteros), Grupo Camesa (Agustín Legorreta y Prudencio López), Grupo Privado Mexicano Prime (Antonio del Valle Ruíz) y Grupo Diblos (Juan Sánchez Navarro). (Castañeda, 2010) 151 autopréstamo) para cubrir el pago de los intereses pendientes de la deuda externa mexicana” (Marichal, 2011) Al paquete que recibiría De la Madrid faltaba agregar un ingrediente más, también fruto del panorama internacional, una nueva sombra que se cerniría hasta nuestros días: el neoliberalismo, como promesa incumplida para acabar con la crisis. 5.2 El neoliberalismo El neoliberalismo nació con el libro “Camino de servidumbre”34 de Von Hayek, donde planteaba una dura impugnación al estado que keynesiano de bienestar. Se sustentaba en la idea de que la planificación de un estado tan fuerte como el del bienestar tenía implícita la supresión de libertad la cual no permitiría el desarrollo del capitalismo. Para Hayek una mínima seguridad económica podría ser garantizada en un sistema de competencia y que la misma no encerraba una amenaza a la libertad individual, es decir, no rechazaba la intervención estatal ya que era necesaria su participación en algunos aspectos, pero debía de tener primacía el resguardo de la libre competencia y la propiedad privada. (Calvento, 2006) Durante la década de los setenta con el inicio de una crisis del modelo económico de posguerra la corriente neoliberal comenzó a adquirir adeptos. La solución que proponían a la crisis era un Estado con dos funciones opuestas: una fuerte para debilitar o quebrar el poder de los sindicatos y otra función limitada en relación con los gastos sociales y las intervenciones y económicas. (Calvento, 2006). Cuando Friedman se adhiere a esta postura añade la importancia de la democracia como régimen político, ya que el libre desarrollo del mercado la necesita como forma de gobierno para funcionar, el capitalismo no funciona con otro régimen. 34 Escrito en 1944. 152 La crisis a la que se hace alusión nacía del modelo desarrollista implementado en América Latina que necesitaba adquirir capitales los cuales se obtuvieron a través de fuentes internas y externas además que consideraba importante la política social unida a este modelo desarrollista. El mismo modelo tenía como debilidad del proteccionismo de las empresas las cuales eran ineficientes y poco competitivas así que la deuda caracterizó a toda la región latinoamericana en la década de los 80. Esta primera etapa neoliberal también es conocida como la era Reagan- Thatcher y se caracterizó por la reorientación del gasto público con un fuerte componente procíclico naturalmente acompañado de mayores cargas fiscales, pero en el caso de México este periodo se presentó como un ciclo de choques económicos en el que a pesar del contexto internacional se podría afirmar que en México inició también con la nacionalización bancaria y esta se hizo a contracorriente del propio movimiento neoliberal. (Ortiz, 2013) El cambio de modelo económico inició con el plan Baker de 1985 y por el plan Brady de 1989, para culminar con el consenso de Washington. En 1985 el secretario del del Tesoro de EUA, James Baker, durante una reunión anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, presentó el Programa para el Crecimiento Sostenido, que otorgaría préstamos por un máximo de 20 mil millones de dólares durante los 36 meses siguientes. No serían préstamos de libre albedrío, sino que para ganar la concesión estos debían estar asociados a reformas de políticas en los países contrayentes del préstamo, reformas como la liberación del comercio e inversiones, así como los mercados financieros nacionales, reformas fiscales, recortes presupuestarios, eliminación de subsidios gubernamentales, privatización a gran escala e incluso reducción del salario mínimo. En la realidad las reformas arrancaron, pero los montos prestados nunca alcanzaron lo propuesto. Para 1987 el plan Baker daba los primeros indicios de fracaso ante la reticencia de los bancos a continuar manteniendo el flujo de préstamo a los Estados de por sí ya insolventes; en 1989 su estrategia de programación de la deuda era completamente ineficiente. (CEPAL) 153 Ante ese panorama de 1989, el entonces ex secretario del tesoro de los Estados Unidos, Nicholas Brady, presentó nuevo programa que consistía en una reestructuración de la deuda del país en cuestión para ganar una condonación parcial y simultáneamente diferir un porcentaje de la deuda principal y de los intereses a más años con el fin de que con esa extensión de tiempo la eficacia de las reformas tuvieran efecto en su economía y esto a su vez mejorará el flujo de fondos y la balanza de pagos. En el caso de México con el plan Brady se cubrieron cerca de 48000 millones de dólares del valor nominal de la deuda externa de México a cambio de tres posibles instrumentos. La primera opción era un cambio por bonos emitidos con descuento del 35% del valor nominal, la segunda eran bonos con reembolso a la par y la tercera llamada dinero nuevo requería que los bancos comerciales proporcionarán nuevos préstamos adicionales de al menos el 25% de su exposición durante 3 años. “La titularización ayudó a los países de América Latina a mejorar su acceso a los mercados financieros internacionales […] durante la década de 1990 la mayoría de los países latinoamericanos mejoraron sus presupuestos y posteriormente recaudaron fondos en el mercado de eurobonos” (CEPAL) En el caso específico de los bonos Brady, fue en los 10 años posteriores de la última emisión que se inició la retirada. Los métodos más usuales para ello fueron una recompra discreta en el mercado secundario, el programa formal de canje de bonos Brady por eurobonos, la conversión formal en deuda local con un compromiso de pagar el servicio de deuda con ingresos tributarios y emplear bonos Brady como pago en privatizaciones. Para el 2003 México había retirado toda su deuda Brady pendiente. (CEPAL) En el mismo año, 1989, el gobierno de Salinas se alineó con el ‘Plan Brady’35, lo que redujo el peso de la deuda permitiendo que las tasas de interés internas disminuyeran casi 20%. Esto se tradujo en el crecimiento del PIB en 3.3%, y 35 Con dicho plan, países como Argentina, Brasil, Ecuador, México y Venezuela pudieron refinanciar la gran deuda que tenían mediante nuevos instrumentos financieros. 154 disminuyó el déficit público de 12.5% al 5.6% del PIB, sobre todo por la reducción del pago de intereses. A mediados de 1989 el gobierno de Salinas decretó la privatización de Aeronaves de México y de Mexicana de Aviación, del Grupo Dina, así como de algunos ingenios azucareros. En 1990 se privatizaron Teléfonos de México y la Minera Cananea, también se anunció la reprivatización de la banca nacionalizada y la decisión de negociar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. En 1991 se privatizaron tres empresas acereras, una compañía de seguros, la fábrica de carros de ferrocarril y se concesionaron 4 000 kilómetros de autopistas al sector privado. La inversión privada nacional y extranjera se reactivaron y los capitales regresaron: a partir de 1989 la transferencia neta de recursos fue positiva para el país desde 1982. En 1989, en la ciudad de Washington, se reunieron funcionarios del departamento de Estado de Estados Unidos, ministros de finanzas de los países industrializados, presidentes de bancos internacionales y crearon el Consenso de Washington como un conjunto de recomendaciones que se darían a los países endeudados, en su mayoría latinoamericanos, al momento de solicitar negociaciones de deudas, así como nuevos préstamos. (Calvento, 2006) El Consenso Washington buscó cambiar un modelo sustitutivo de importaciones a uno de apertura en la economía. Las estrategias fueron: • Disciplina fiscal (reducción del déficit presupuestario) • Disminución del gasto público (sobre todo en gasto social) • Mejorar la recaudación impositiva (sobre la base de extensión de puestos indirectos como el IVA) • Liberalización del sistema financiero y la tasa de interés • Mantenimiento de un tipo de cambio competitivo • Liberalización comercial externa (reducción de tarifas arancelarias y abolición de trabas a la importación) • Otorgar facilidades a las inversiones extranjeras • Política de privatizaciones de empresas públicas • Cumplimiento puntual de pagos de deuda externa • Derecho a la propiedad privada asegurado y ampliado por el sistema legal 155 El consenso de Washington para Stiglitz (Vázquez y Guzmán, 2012) era un paquete de transformación orientado a instaurar el fundamentalismo de mercado (desregulación, liberalización y privatización) en el mundo (omitiendo a los Estados Unidos) en un contexto de innovación tecnológica que permitía acelerar la globalización financiera. El neoliberalismo ha constituido un modelo mundial apropiado para los intereses financieros y empresariales norteamericanos. A partir de 1977, en México había iniciado una reforma política que buscaba llevar a una democracia representativa (Tello, 2010), aunque una alternancia en la presidencia aun tardaría 23 años en ser una realidad. Al llevar a cabo la implementación en México del neoliberalismo de su serie de reformas, tres serían llamadas estructurales: la redimensión del Estado, la apertura al exterior y la política monetaria financiera. La primera consistía en eliminar el déficit público en la forma de reducción del gasto público sobre todo en el gasto social reducir e eliminar los diversos subsidios a las actividades económicas y al mismo tiempo descansar en los impuestos indirectos, así como eliminar paulatinamente los gravámenes al comercio exterior y sobre todo pagar cabal y puntualmente la deuda; otro componente de esta reforma estructural era la venta transferencia y cierre de empresas del sector público, la desregulación progresiva de las diversas actividades económicas y sociales que el sector privado llevaba a cabo y por último la simplificación de los trámites para los particulares ante la autoridad. En cuanto a la segunda reforma consistía en eliminar progresivamente el control de cambios, ingresar al GATT y a la Organización Mundial de Comercio, firmar tratados de libre comercio -el primero con América del Norte-, ingresar a la OCDE, apertura a la inversión extranjera y la desregulación de la misma. La tercera reforma incluía la desregulación del servicio de banca y crédito de las operaciones activas y pasivas. Además de la privatización de la banca y su apertura al capital externo, la eliminación del encaje legal, la cancelación de los fideicomisos de fomento y la autonomía del Banco de México, cuya principal tarea debía ser la estabilidad de precios internos (Tello, 2010). 156 En la siguiente tabla se resumen las principales acciones que realizaron los presidentes en la consecución de las reformas: Tabla 6. Presidentes mexicanos y su aporte a la nueva modalidad de desarrollo (Fuente: Vázquez y Guzmán, 2012) Sexenio presidencial Principales estrategias Miguel De La Madrid Hurtado (1983- 1988) • Ajuste del gasto público • Privatización de empresas estatales • Liberalización de importaciones • Ruptura del pacto social con trabajadores y sindicato Carlos Salinas De Gortari (1988-1994) • Negociación exitosa de la deuda externa • Reducción y control de la inflación • Autonomía del Banco de México • Tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá • Desregulación y liberalización financiera • Privatización de los bancos • Reforma de la tenencia ejidal de la tierra • Reforma a los sistemas de pensiones • Reforma educativa • Flexibilidad laboral • Política de atención a la pobreza extrema Ernesto Zedillo Ponce De León (1994- 2000) • Tratamiento de la crisis 1994- 1995 • Continuidad Vicente Fox Quesada (2000-2006) • Continuidad • Mejoramiento del perfil crediticio del país Felipe Calderón Hinojosa (2006- 2012 • Continuidad • Seguridad interna Si bien De la Madrid abrió la puerta al neoliberalismo, sería Carlos Salinas quien llevaría a cabo la mayor parte de las acciones de implementación. Carlos Tello califica la década de 1980 como una década perdida en términos macroeconómicos el sexenio 82-88 fue un desastre: el PIB por persona se redujo a un ritmo anual del 2% en términos reales los precios del consumidor aumentaron el 90% y el tipo de cambio pasó de $57 por 1 USD en promedio en 1982 a $2,284 en 1988. En el mismo periodo se concentró aún más el abismo en el bienestar de la población la más pobre y la de ingresos medios fue el doble. 157 Algunos de los impactos en la población rural fueron la disminución de los precios de garantía de los productos agrícolas, la producción de granos básicos se estancó y los rendimientos por hectárea cultivada se redujeron. La mortalidad infantil causada por deficiencias nutricionales aumentó a partir de 1982, en resumen, se puede hablar de un retroceso en los niveles de justicia social hasta entonces alcanzados. En cambio, los empresarios se fortalecieron y ganaron terreno en estos mismos años de inmediato recibieron compensaciones del gobierno, pero nunca volvieron a comprometer sus recursos sino por el contrario acrecentaron sus ganancias por la vía especulativa además de enviar parte al extranjero. (Tello, 2010) Ortiz (2013) califica la administración de la Madrid como negativa al contrarrestar los vectores más positivos que pudo haber traído la propia nacionalización, además de que, en realidad, exageró las compensaciones a los banqueros. Con el nuevo sexenio, en 1988 inició el Programa Nacional De Solidaridad, con el cual mejorarían las condiciones de vida de la población sumida en niveles pobreza, ya que tenía como objetivos desarrollar programas de bienestar social e infraestructura, además de proyectos productivos para la población más pobre. Pronasol tenía como directrices “respeto a la iniciativa y forma de organización de las comunidades participantes, organización y democracia, corresponsabilidad de las comunidades beneficiadas, que aportarían recursos y trabajo y transparencia en el manejo de recursos” (Tello, 2010). Además de las política monetaria y fiscal restrictiva de 1989-1992 con el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento se implementaron políticas heterodoxas y se aceleró la apertura comercial para fijar un límite superior a los precios de los bienes comerciables y contribuir abatir el costo de los bienes intermedios. En diciembre de 1994 se registró una nueva y profunda crisis económica ‘el error de diciembre’, señalado en la historia por lo increíblemente alto y veloz de la fuga de capitales, ocasionando el despeñadero del tipo de cambio, altos incrementos en la tasa de interés, el alza incontrolada de precios, una caída del PIB superior al 6% en 1995 y todo mientras se incrementaba del desempleo y la 158 distribución del ingreso abría más la brecha en la sociedad y demostraba lo inequitativa de la realidad. A partir de 1997 se inició un nuevo programa, denominado Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), estaba integrado por 3 componentes que se otorgaban simultáneamente para que se complementaran y potencializaran entre sí: apoyos educativos a niños y jóvenes, atención a la salud básica de todos los miembros de la familia y apoyo para mejorar el consumo de alimentos y el estado nutricional. En el año 2000 Vicente Fox ganó la presidencia y con él triunfó la alternancia partidista en la silla presidencial de la República, después de más de 70 años que fueron gobernados por una coalición política denominada PRI, sin embargo “se siguió con el mismo modelo económico el neoliberal, aunque operado si es evaluado por sus resultados con menos talento y oficio” (Tello, 2010) En promedio, entre los años 2001 al 2009 el PIB por persona no ha crecido, el número de trabajadores permanentes asegurados en el IMSS se ha estancado y los salarios tampoco han crecido en términos reales. El gasto público social en realidad beneficia a la población de mayores ingresos, por ejemplo, en los últimos años los apoyos a las actividades agropecuarias, hasta el 80% de ellos, se otorgaron al 10% de los productores. “A partir del año 2000 el 13% de los hogares en México (los más pobres) contaban con apenas el 1% del ingreso total del país punto en cambio el 42% del ingreso total lo absorbía el 10% de los hogares más ricos” (Tello, 2010). Progresa evolucionó y en el 2001 cambió el nombre a Oportunidades, pero ambos establecían un esquema de transferencia de recursos que implica una relación entre el gobierno y las familias pobres, es decir, optó por focalizar los apoyos, lo que privilegia el individuo sobre el grupo o la comunidad. Progresa y Oportunidades se basan en el apoyo monetario a las familias pobres en vez de mejoras universales y colectivas a las comunidades más pobres. 159 La realidad sobre la distribución del ingreso es que la desigualdad se incrementó: “La desigualdad persistente requiere de élites persistentes” (Tello, 2010). En 2001, dos directores generales de las compañías líderes tuvieron una remuneración promedio de 866 mil dólares anuales, una de las más altas del mundo, y en el gobierno para el 2002 los secretarios de Estado tuvieron una remuneración promedio de 179 mil dólares anuales y esto se puede ir replicando hacia los niveles más bajos del gobierno, mientras que el salario promedio anual de un trabajador formal es de apenas 6 mil dólares. Toda la política económica y social que se instrumente promueve la desigualdad y por si fuera poco se apoya a los más ricos; no se estimula el crecimiento económico, lo que a su vez genera mayor desempleo y este el aumento del trabajo informal. La apertura de la economía nacional estimuló el crecimiento de las exportaciones, pero también lo hizo con las importaciones. Durante estas décadas del neoliberalismo, se inició un proceso de desintegración industrial, al desarticularse muchas cadenas productivas; no se generó empleo industrial, sino solamente empleo maquilador que tiene poco valor agregado y que crea pocas relaciones intersectoriales con el resto de la economía. El saldo del neoliberalismo ha sido evaluado como mediocre la OCDE lo ha denominado decepcionante. México es un país donde persiste la desigualdad en la distribución de la riqueza y del ingreso, donde los indicadores de pobreza son abrumadores y lamentables las situaciones de vida de más de la mitad de la población. Los ingresos fiscales son reducidos, persiste la desarticulación productiva, hay pocas oportunidades de empleo bien remunerado, lo que contribuye a que haya crecido la informalidad en el trabajo y la migración masiva a Estados Unidos. De 1983 a 2009 la mejor caracterización de la economía mexicana es estancada (Tello, 2010). Para Vázquez y Guzmán (2012) el modelo ha fracasado ya que no se logró una tasa sostenida de crecimiento económico que tuviera una mejora en los niveles de bienestar de la población. La primera etapa de 1983 a 1999 estuvo caracterizada por gobiernos que implementan políticas de ajuste y tuvieron que enfrentar y 160 solucionar la crisis de la deuda externa; para finales del siglo los gobiernos mexicanos se esforzaban por estabilizar la economía y mantenerla en ruta de cierta fortaleza macroeconómica. En la segunda fase de evolución en esta nueva modalidad de desarrollo neoliberal hay un cierto nivel de fortaleza macroeconómica como resultado del pleno control de la inflación y del perfil crediticio externo. Desde 1983 hasta el 2010 fue una estrategia permanente de los gobiernos mantener un férreo control el déficit del presupuesto gubernamental como condición de equilibrio macroeconómico los gobiernos han renunciado a implementar una política explícita y sistemática del fomento industrial ya que se han enfocado en la estabilidad de precios como su mejor contribución al crecimiento económico. Se podrían mencionar algunos procesos como un éxito del desarrollo neoliberal, entre ellos solventar el problema de la deuda externa, controlar la inflación, mejorar la posición financiera del país en los mercados internacionales y durante el siglo XXI sostener cierta fortaleza macroeconómica. En materia social el saldo ha sido una población con baja educación donde abundan los analfabetas o analfabetas funcionales, lo que produce trabajadores pobres que carecen de capacitación para el trabajo y no tienen organizaciones que defiendan sus intereses, no cuentan con protección de seguridad social ni de otros beneficios como el de vivienda, además que sus ingresos son poco estables. Respecto a la población en edad escolar, la realidad es que prevalece un bajo índice de escolaridad y los que cumplen más grados escolares presentan deficiencias en calidad. El sistema educativo tiene un mecanismo que reproduce la desigualdad, los servicios educativos que se ofrecen a los núcleos más pobres son los de peor calidad y los niños provenientes de esos núcleos presentan mayores índices de fracaso escolar. En términos generales se ha descuidado la medicina preventiva en general se destinan pocos recursos a la atención a la salud. Lo mismo con los programas de vivienda en los que se proporciona a unos vivienda completa y a otros tan solo un piso firme de cemento para sustituir el de tierra; donde el acceso al 161 financiamiento para vivienda es desigual ya que depende de dónde se trabaja y del salario, además de la organización a la que se pertenezca. En este balance de cuentas “la caída de la inversión pública y consecuentemente el arrastre que hizo la privada explica el mediocre crecimiento de la economía. La reducida inversión privada y los huecos que el menor gasto público dejó […] limitan la expansión de la economía. La política cambiaria ha reducido la tasa de rentabilidad de la inversión privada en la falta de financiamiento a las actividades productivas (la cartera conjunta de la banca comercial y la de desarrollo ha caído de 63 a 21% del PIB entre 1995 y 2008 uno de los más bajos coeficientes de intermediación financiera en el mundo) no favorece la formación de capital” (Tello, 2010) En cuanto a la política fiscal, tanto en el aspecto de gasto como de financiamiento, tampoco hay mayor igualdad, ya que son pocas las transferencias que se proporcionan a la población en condiciones de pobreza; de hecho, se premia “el ingreso que proviene de la posesión del capital mientras que se grava el ingreso derivado del trabajo; no hay impuestos a las herencias, legados, donaciones, tampoco a las ganancias de capital o las operaciones de bolsa. La propiedad, y la riqueza, está altamente concentrada en México, es visible como un reducido, literalmente un puñado de empresas y empresarios (y cada vez más en manos extranjeras) controlan el grueso de la producción de los bienes y de los servicios que en el país llevan a cabo los particulares [… La concentración de la riqueza ha mantenido los mismos rasgos] primero como terratenientes y hacendados coloniales, después como industriales comerciantes y banqueros y hoy en día como socios o intermediarios del capital extranjero” (Tello, 2010), así opera una élite que sólo es rentista sin arriesgar y apostar por el progreso de su país. El Banco de México ha implementado una política de acumulación de reservas internacionales durante el periodo neoliberal con un doble fin primero dar certidumbre a los inversionistas extranjeros acerca de la capacidad de pago del país y en segundo para poder enfrentar episodios de inestabilidad cambiaria (Vázquez y Guzmán, 2012). Aunque esto no ha tenido una repercusión en otras áreas, ya que 162 el sistema económico mexicano todavía depende fuertemente de la explotación y exportación del petróleo; mientras que en el plano social se observa la pérdida del poder adquisitivo del salario y la baja participación de las remuneraciones a los asalariados en México, que presenta ante todo la inequidad en la distribución del ingreso. 5.3. Sexta etapa. Liberalización financiera e integración a los mercados financieros internacionales. Desintermediación bancaria, titulización de pasivos y crisis financiera: 1982-1995 5.3.1 La banca a cargo del gobierno Desde 1955 hasta 1980, las cuentas de ahorro y el indicador asociado de cuentas de ahorro sobre la población total tuvieron una tendencia creciente, pero a partir de 1982 con la sorpresiva decisión presidencial de llevar a cabo una nacionalización de los bancos se reflejó que en México se entremezclan política y economía en las decisiones gubernamentales. Así a partir de 1982 los bancos entraron en un lento proceso de deterioro administrativo y funcional ya que el gobierno los usó para financiarse internamente lo que propició que la cultura bancaria se fuera perdiendo, dando lugar a una actitud rentista sumamente cómoda para las instituciones bancarias (Ibarra, 2016). De la Madrid decidió conformar una banca mixta con 30% de acciones en manos de inversionistas privados. Además de los 60 bancos que existían en 1982 mediante un cuidadoso proceso de fusiones se llegó en 1985 a 19 instituciones de las cuales seis tenían cobertura nacional siete eran multirregionales y los restantes, regionales. (Ibarra, 2016) El sexenio de De la Madrid transcurrió con diversos intentos de combatir la crisis, pero al mismo tiempo sucedieron los sismos de 1985 y nuevamente un descenso en los precios del petróleo. Para 1987 el déficit estaba en los mismos niveles que en 1982. 163 El proceso de reprivatización de la banca mexicana inició durante el sexenio de De la Madrid, pero uno de los problemas que se enfrentaron es que los nuevos dueños de los bancos no eran profesionales de la banca. Los bancos más importantes se vendieron a dueños de casas de bolsa asentadas en el país, esto propició que los nuevos dueños buscarán obtener una rentabilidad en un plazo muy corto del tiempo, además que sufrieron la pérdida de personal, ya que fue la forma más rápida de abaratar los costos, lo que tuvo como consecuencias que las políticas de crédito se volvieron laxas en el otorgamiento y peor aún en el seguimiento del crédito. (Ibarra, 2016) La administración pública de la banca puede considerarse una etapa que duró 10 años, de 1982 a 1992. Para Suárez (2010) la actuación del gobierno fue aceptable, ya que en medio de una crisis logro salvaguardar el sistema financiero y le dio la solidez necesaria a los bancos para que después fueran atractivos a los compradores. Una de las primeras acciones gubernamentales fue ordenar jurídicamente la nacionalización, y creó la Ley del Sistema Público de Banca y Crédito. Respecto a las indemnizaciones, Silva Herzog (Suárez, 2010) declaró que en 18 meses se había terminado con el proceso de indemnización sin protestas de inconformidad que fueran relevantes. El análisis de Ibarra (2016) plantea que “la cartera de los bancos expropiados mostró que en total poseían acciones de 339 subsidiarias, de las cuales 128 fueron conservadas por los tenedores originales; otras 69 subsidiarias eran intermediarios financieros u organizaciones auxiliares de crédito cuyas acciones serían privatizadas; y de las restantes subsidiarias que también serían desincorporadas 142 eran del sector industrial, 115 empresas de servicio y 13 fueron clasificadas como entidades del ramo de la construcción”. El estudio que presenta Ortiz (2013) señala que en 1987 hay un quiebre importante en el desarrollo bancario, ya que termina la inercia del periodo de la banca múltiple e inicia un periodo de expansión desordenada, debido a una conjunción de factores endógenos y externos al sistema en el que incluso el 164 comportamiento idiosincrático de los banqueros fue abandonado por comportamientos especulativos y cortoplacistas. Mientras que para Suárez (2010) en 1988 se notaban los primeros resultados favorables, ya que la cartera de crédito aumentó del 17% en relación con el PIB en 1982 a 25% en 1988 y la cartera vencida se redujo del 4 al 2 %. En cuanto a la banca nacionalizada, los bancos se mantuvieron como empresas rentables la nacionalización y operación gubernamental, esto debido a que se instrumentó que los recursos de los bancos llegaran al financiamiento del sector público y también que llegaran como depósitos al Banco de México, en ambos casos con decorosa retribución. “La regulación requería que parte de los recursos captados por los bancos estuvieran en el encaje legal, crédito selectivo, valores del gobierno y crédito al sector público, por lo que los bancos recibieron retornos elevados, pero entre 1983 y 1988 el crédito al sector privado cayó y el número de acreditados bancarios se contrajo en más de 50%” (Del Ángel, 2010). Respecto a los empresarios, Casar (1989) los identifica en dos facciones, la primera que “hizo un intento inicial de reunificar y movilizar al conjunto del empresariado a través de reuniones, marchas, mítines, paros y difusión ideológica [como las reuniones de México en la libertad y un llamado a paro nacional, de destino fallido] y la segunda, si bien no dejó de condenar la medida, pronto la asumió como un hecho consumado y emprendió el camino de la negociación con el gobierno”. Y aunque aparentemente la facción más radical fracasó, en realidad coadyuvó al nuevo discurso presidencial que asumía parte de la culpa por la corrupción y el populismo financiero. El nuevo gobierno presentó los planes de PIRE (Programa Inmediato de Reordenación Económica), que buscaría reducir la presión inflacionaria ocasionada por un exceso de demanda mantenida artificialmente, y el Plan de Desarrollo Nacional 1983-1988, que tenía como objetivos la alteración de la estructura de precios relativos y la eliminación progresiva del intervencionismo estatal, tanto en la producción como en lo comercial… la era del proteccionismo tenía los segundos contados. En 1985 ocurrieron 236 desincorporaciones, para 1988, 459. 165 Otras de las compensaciones que se lo ofrecieron al empresariado fueron devolución de parte de la banca, venta de los paquetes accionarios propiedad de la banca privada, la no obstaculización a la formación de un mercado financiero paralelo a la banca nacionalizada (Casar, 1989). En marzo de1984 se anunció en el Diario Oficial que el gobierno solo conservaría las acciones indispensables para prestación del servicio de banca y crédito y que el resto de las empresas serían devueltas otorgando prioridad a los dueños anteriores. La situación, aparentemente sin salida, de la crisis abrió la puerta a nuevas reformas que continuarían afianzándose durante el gobierno de Salinas de Gortari. En la recta final de De la Madrid se puso en marcha el Pacto de Solidaridad Económica. Esta transición estuvo también impulsada por la coyuntura internacional: el fin del mundo bipolar llegó con Gorbachov en Rusia, que hizo patente el fracaso del modelo centralmente planificado y con el Consenso de Washington, que dentro de las reformas que proponía, a los países no desarrollados pero sumidos en crisis, inflación y deudas, estaban la liberalización de los mercados, la reducción del tamaño del Estado a niveles mínimos, el libre comercio de bienes y de capitales, la eliminación del déficit público y de los subsidios excesivos, y la formación de capital a largo plazo. Durante el período presidencial de 1988 al 94 algunas de las reformas estructurales que se presentaron fueron en el sector financiero. Se concluyó el proceso de reprivatización bancaria que había iniciado de manera parcial en 1982 y se liberalizaron las operaciones bancarias, con ello los bancos determinarían libremente las características de su sus operaciones activas y pasivas eliminando los controles de las tasas de interés las canalizaciones selectivas de crédito y los controles cuantitativos del mismo, además que el sector privado tendría la posibilidad de participar en el capital de los bancos (Ibarra, 2016). Este nuevo marco regulador dio un importante paso para el desarrollo de los intermediarios no bancarios y hacia la banca universal con el perfeccionamiento de la figura de grupo financiero (Ibarra, 2016). 166 En 1989 se eliminaron todas las restricciones de encaje legal y estas se sustituyeron por un coeficiente de liquidez del 30%, constituido en valores gubernamentales y/o en depósitos en efectivo a la vista con interés en el Banco de México. Para 1991 se eliminaría ese coeficiente de liquidez obligatorio sobre los pasivos bancarios en moneda nacional. (Ibarra, 2016) El 28 de junio de 1989, el gobierno federal introdujo una novedosa serie de instrumentos de captación: los bonos de la tesorería de la federación conocidos como tesobonos(múltiplo de 100 dólares) y los ajustabonos (múltiplos de 100 mil pesos), de los cuales los primeros eran un instrumento a corto plazo de 6 meses, incluso había menores a ese plazo, con valor determinado en dólares y con tipo de cambio libre, mientras que los segundos tenían como objetivo ser una opción para pequeños ahorradores, protegiendo sus inversiones de acuerdo al índice de precios y con la finalidad de permitir que se desarrollen fondos para las pensiones. Para 1992, diez años después de la nacionalización bancaria y con las reformas neoliberales en pleno apogeo, el sistema bancario mexicano se había esforzado por tener una expansión hacia el exterior: 23 sucursales, participación accionaria en trece bancos extranjeros y agencias de operación en el exterior, además de diecisiete oficinas de representación ubicadas en once países diferentes, aunque si bien catorce de ellas estaban en Estados Unidos (Ibarra, 2016). A decir de Suárez (2010) la reprivatización o desincorporación bancaria ejecutada por la administración salinista fue un proceso cuidadosamente planeado que incluyó la parte indisoluble la política de liberalización financiera. El inicio del proceso se tomó con más optimismo del correcto, lo que detonó un auge crediticio que rebasaba los topes de regulación y supervisión. Durante todo este proceso reprivatizador de 1988 a 1994, la política de préstamos no tuvo un criterio prudencial mínimo el cual finalmente desencadenó en la devaluación de diciembre de 1994 que obligó al rescate de la banca mediante la creación del FOBAPROA, el cual continúa siendo una carga en las finanzas públicas (Ibarra, 2016). 167 Durante el periodo señalado Ortiz (2013) afirma que las modificaciones del marco institucional bancario fueron erráticas, que hubo un cambio de visión del negocio de intermediación acompañado de un desaprendizaje de los agentes respecto al negocio que acompañado de la sobre liquidez de la banca internacional, que favorecieron el desvío de la intermediación tradicional de la banca mexicana conduciéndolo a un estado de fragilidad que estallaría con la crisis del tipo de cambio y de deuda de 1994. La privatización de la banca, que invariablemente sería la antesala de la extranjerización. La política de liberalización financiera inició en 1989, basada en tres medidas que se fueron implantando en los años previos: la primera, la eliminación del encaje legal, segunda la eliminación de la política selectiva de crédito y la tercera la desregulación de las tasas de interés activas y pasivas que estaban determinadas por el Banco de México. Suárez (2010) evalúa las diez acciones de liberalización financiera que señaló Pedro Aspe, secretario de Hacienda, durante el gobierno salinista: Acción/lección (Aspe) Evaluación (Suárez) 1. Estabilización de la economía Se cumplió 2. Ir más allá de solo liberar las tasas de interés y la eliminación de controles cuantitativos sobre el crédito Se cumplió 3. Calendarización y secuencia son importantes No se cumplió 4. No experimentar con el sistema financiero No se cumplió 5. A mayor liberalización, mecanismos eficaces de supervisión No se cumplió 6. Sistema financiero sano al momento de la liberalización Se cumplió 7. Sin créditos relacionados No se cumplió 8. Dar tiempo a las instituciones nacionales a familiarizarse con la competencia del sector financiero internacional Solo se cumplió inicialmente 9. Tener como siguiente paso la banca universal Se cumplió 168 10. Tener un fuerte impacto social Se cumplió (negativamente) El 25 de septiembre de 1990 se publicó en el DOF36 las “Bases Generales del proceso de desincorporación de las instituciones de Banca Múltiple propiedad del Gobierno Federal”, su objetivo principal enunciaba conformar un sistema financiero más eficiente y competitivo, de participación diversificada, vigilar su calidad moral y que esté en manos mexicanas, descentralizarlo y con arraigo regional, además de obtener un precio justo por las instituciones. Para ello confiaría en un Comité de desincorporación bancaria, con renombrados miembros. Para efectuar las subastas de los bancos, se acordaron valuadores, visitas y un no tan claro perfil de comprador. Para llevarlas a cabo, los bancos fueron agrupados en seis paquetes. Las ventas ocurrieron entre junio de 1991 y julio de 1992. Tabla 7 Banca desincorporada (Datos de SHCP) Banco Fecha de asignación Valor de operación (pesos) Valor equivalente de libros Banpaís 08-jun-91 544,990 3.03 Probursa 11-jun-91 611,200 2.66 Banca Cremi 25-jun-91 748,291 3.4 Banca Confía 06-ago-91 892,260 3.73 Banco de Oriente 13-ago-91 223,221 4.04 Banco de Crédito y Serv. 20-ago-91 425,131 2.53 Banamex 26-ago-91 9,744,982 2.62 Bancomer 28-oct-91 8,564,218 2.99 Banco BCH 13-nov-91 878,360 Banca Serfin 27-ene-92 2,827,791 2.69 Multibanco Comermex (INVERLAT) 12-feb-92 2,706,014 3.73 Banco Mexicano Somex 05-mar-92 1,876,525 3.31 Banco del Atlántico 30-mar-92 1,469,160 5.3 Banco Promex 06-abr-92 1,074,474 4.23 Banoro 21-abr-92 1,137,811 3.95 Banco Mercantil del Norte (BANORTE) 15-jun-92 1,775,779 4.25 Banco Internacional (BITAL) 29-jun-92 1,486,917 2.95 36 Se puede consultar en https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=4679325&fecha=25/09/1990 169 Banco del Centro 06-jul-92 869,381 4.65 total: 37,856,505 Suárez (2010) señala algunas de las debilidades que encerró el proceso: hubo grupos que se adhirieron al grupo comprador sin haber sido examinados; o grupos que se separan recién terminado el proceso, filtraciones de ganadores equivocados, precios muy altos en los bancos multirregionales que no estaban en las mejores condiciones; ganadores ilógicos (comprador del norte, banco del Sur), entre otros. Además, la mayor parte la ganaron propietarios de casas de bolsa o grupos empresariales; en ambos casos, no se verificó el capital fresco y disponible para capitalizar un banco, ni sus planes de inversión en vanguardia tecnológica. 5.3.2 Banco de México En 1982, la inflación fue cercana al 100%, mientras que en 1987 alcanzó un nivel de casi 160%, como consecuencia a finales de esa década, los precios de los productos de primera necesidad se expresaban en miles de pesos. El Banco de México en su Informe anual de 1992 expresó el objetivo de “reducir la magnitud de las cifras en moneda nacional, facilitar su comprensión y manejo, simplificar las transacciones en dinero y lograr un uso más eficiente de los sistemas de cómputo y registro contable”; el 22 de junio de 1992 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se crea una nueva unidad del Sistema Monetario de los Estados Unidos Mexicanos: esta nueva unidad era equivalente a mil pesos de aquella época, conservaba el nombre de pesos, y se dividía en cien centavos, pero bajo la expresión nuevos pesos y del símbolo “N$” en los billetes y monedas representativas de la nueva unidad, hasta que los signos monetarios de la unidad 170 anterior fueran desmonetizados. El proceso culminaría en 1996, cuando se eliminó la expresión nuevos pesos, para regresar a ser solo peso.37 En enero de 1985 entró en vigor una nueva Ley Orgánica del Banco de México, esta suprimía la relación entre la reserva internacional y los billetes en circulación. A partir del proceso de liberalización financiera cambio el instrumental de la política monetaria, “en adelante, el principal instrumento sería la compraventa de valores gubernamentales, tanto para que el mercado fijara la tasa de interés, como también para financiar al gobierno y determinar el nivel de liquidez de la economía” (Suárez, 2010). A partir de 1993 se dotó de autonomía financiera al Banco de México con la premisa de evitar que el banco central siguiera siendo fuente de financiamiento del gobierno federal y así pudiera generar una vez más déficit presupuestales (Ibarra, 2016). 5.3.3 Bolsa de Valores A decir de Ejea (et al, 1991) desde la década de 1970 se buscó impulsar el desarrollo de la Bolsa de Valores con el fin que se convirtiera en una fuente importante de financiamiento para las empresas y las actividades productivas, pero sería en la segunda década cuando se puede ver un cambio notable, “el monto de recursos financieros que pasan por el mercado de valores supera más que proporcionalmente a los crecimientos totales de la banca y del PIB nominales en el lapso 1985-1989[…] el financiamiento efectivo bruto del mercado de valores crece a una tasa media anual de 51.5% en términos reales en el lapso mencionado”. 37 Se puede consultar uno de los primeros folletos de difusión al público en https://blog.banxico.org.mx/blog/BlogBanxico/entry/a-30-a%C3%B1os-de-la. Además, he de recordar que los informes anuales están disponibles en línea desde la creación de la Institución. 171 Partimos de esta idea que para el inicio de la década de 1990 hay un mercado de valores mucho más activo y eficiente del que se haya visto antes. La administración de De la Madrid fue sensible a la fractura producida e intentó resarcir los efectos de la nacionalización impulsando el crecimiento de las casas de bolsa y dotándoles de la gestión de los certificados de tesorería, esto incentivó un mercado paralelo de crédito. El crecimiento de las operaciones en la bolsa puede calificarse como espectacular y en consecuencia en el corto plazo se sustituyó el liderazgo de los banqueros en el sector financiero. Durante el sexenio de Miguel de la Madrid, para resarcir y compensar al sector privado sin revertir la nacionalización, se les dio a las casas de Bolsa un monopolio de facto para la operación de los Certificados de Tesorería (Del Ángel, 2010). Cabe señalar que, aunque la propiedad de los bancos estaba concentrada en pocas manos, también había empresarios de todo el país que participaban del capital y consejos regionales de estos y que se estiman en 25 mil los inversionistas en acciones; todos en mayor o menor medida vieron afectada su confianza, por lo que se volvió primordial resolver el pago o indemnización y devolver los activos no bancarios. Se puede evaluar el impacto de la expansión del Mercado de Valores al considerarlo como un porcentaje del PIB, ya que entre 1978 y 1982 apenas alcanzaba el 18% cómo mientras que entre 1982 y 1986 alcanzaba el 70%. Pero este auge cobraría su saldo en un futuro ya que al tener esos ingresos tan altos esos agentes adquirieron una enorme capacidad de influencia en la política económica; un ejemplo ocurrió en 1985 cuando el Banco de México decidió imponer una tasa menor a los cetes, pero ocurrió tal descolocación que el Banco se vio obligado a regresar a sus procedimientos anteriores sondeando la opinión de los agentes bursátiles para determinar montos a colocar y las tasas a pagar. (Ejea, et al, 1991). Es necesario destacar que dicho desarrollo del mercado financiero paralelo hace todas las condiciones de desintermediación bancaria ya que los instrumentos de captación tradicionales como los certificados de depósitos y pagarés bancarios 172 no permitían los réditos e intereses que podían ofrecer los instrumentos operados en el mercado bursátil (petrobonos, captaciones bancarias, papel comercial, obligaciones y bonos de indemnización bancaria) (Ortiz, 2013) El mercado de capitales se convirtió en una opción ante la inflación, se estima que los ahorradores que colocaron sus ahorros en acciones obtuvieron rendimientos del 230% arriba de la inflación. Esto propició un mayor volumen de operaciones del mercado de capitales, el número de acciones negociadas pasó de 912 millones de acciones en 1980 a 15,131 millones en 1985; en valor significó un aumento de 75 mil millones de pesos en 1890 a 3.7 billones de pesos en 1986. La mayor parte de las empresas de bolsa reestructuraron sus pasivos, reduciendo la proporción de corto plazo y elevando las de largo plazo, para con ello reducir las presiones de los costos financieros sobre sus resultados (Ruiz, 1989). Al darse el crack financiero de octubre de 1987 la bolsa mexicana de valores lo resintió fuertemente y las consecuencias para mucha gente común que habían entrado a invertir en la bolsa fue tener que enfrentar pérdidas incluso de bienes (Ibarra, 2016). 5.4 La crisis de 1994 Un buen sistema financiero debe cumplir con lo siguiente ser eficiente, no ser caro, oportuno en sus servicios, ofrecer calidad y servicio en atención al cliente, otorgar facilidad de acceso a dicho sistema, ofrecer seguridad para todas las transacciones y mostrar solvencia. Pero la reprivatización bancaria no dio los resultados esperados en el sentido de generar ese sistema. (Ibarra, 2016) Durante el proceso reprivatizador de los bancos, en la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa, se otorgaron concesiones a agentes con poca experiencia bancaria e incluso se negó la posibilidad de que algunos antiguos banqueros recuperaran sus bancos. 173 Los detonantes microeconómicos de la crisis bancaria fueron la privatización bancaria y la liberalización financiera. El aumento de créditos en las instituciones halló vía libre al verse desencadenado del encaje legal y tenía motivos de sobra (recuperar su costo de compra) para otorgar muchos créditos con altas tasas de interés. Adicionalmente al paquete de venta (ver tabla) se otorgaron 16 nuevas autorizaciones para crear nuevos bancos, sin verificar adecuadamente las credenciales de los postulantes, ni el capital. “las autoridades aumentaron el número de instituciones en forma casi irresponsable, con el objetivo ilusorio de aumentar la competencia” (Suárez, 2010). Entre 1992 y 1994, el crédito de la banca comercial al sector privado no financiero, casi se duplicó de $318 mil millones, a $562 mil millones, como porcentaje del PIB, esto se traduce que del 10% correspondiente en 1988, pasó a 31% en 1992 y a la cifra récord de 44% en 1994. Estos números se alcanzaron no solo por préstamos a la población llana, sino por los empresarios que financiaban con 6 o 7 tarjetas de crédito y por los nuevos banqueros que se autoprestaban o que cruzaban préstamos con los otros bancos, “en muchos casos, no había suficientes aportaciones de capital fresco real. Se habían comprado las instituciones en parte ‘con saliva’” (Suárez, 2010). Sobra decir que las autoridades se vieron rebasadas en la supervisión y regulación crediticia, tanto por el aumento de los créditos como por el número de bancos, ‘nuevos bancos’ e intermediarios financieros no bancarios. En febrero de 1994, el nivel de reservas en divisas llegó a la cifra máxima de 29,200 millones de dólares, a pesar del levantamiento de Chiapas, el impacto favorecedor del TLCAN permitió que se mantuvieran las entradas de capital. Al mismo tiempo la Reserva Federal de Estados Unidos, elevó en .0025 su tasa de interés. “Sin embargo, fue el asesinato del candidato presidencial Luis Colosio, el 23 de marzo, lo que pareció precipitar en forma más directa la salida masiva de capitales y disminución espectacular de las reservas en divisas, que cayeron en casi 11 millones de dólares” (Griffith-Jones, 1996) en el siguiente mes. Y así continuo el 174 resto del año: incrementos en la rentabilidad estadounidense y mayor inestabilidad política en México que desalentaba el flujo de capitales. Al interior el crédito seguía aumentando y las autoridades esterilizaron la caída de las reservas, ya que consideraban la desaceleración de entradas y el auge de salidas como temporal. Por su parte los no residentes se volcaron de los CETES a los Tesobonos (recordemos que estos se denominan en dólares): el aumento de los Tesobonos fue poco más de 3mil millones de solares en marzo del ’94 a casi 13 mil millones en junio, para rebasar los 19 mil millones en septiembre y los 29 mil millones en diciembre. La composición de la deuda del gobierno en manos extranjeras se modificó de diciembre de 1993 de 70% en Cetes y 6 % en Tesobonos a una en diciembre de 1994 compuesta por 87% en Tesobonos y 10% en CETES (Griffith-Jones, 1996). El riesgo no provenía solo de esa conversión, sino del hecho que desde junio de 1994 la masa de Tesobonos sobrepasaba las reservas totales en divisas, riesgo al que se sumaba la deuda del gobierno a corto plazo también en dólares, ya que al estar en dólares no se podía deflactar su valor en caso de devaluación ni tampoco podría el gobierno emitir dinero para cumplir su servicio. Y por si fuera poco tendría que depender de la disposición de los inversionistas a refinanciar los Tesobonos. Vinculando esta vulnerabilidad a la poca eficacia de los recién reprivatizados bancos, estos también habían recurrido al financiamiento a corto plazo, como por ejemplo en certificados de depósitos de los no residentes, cuyo financiamiento se elevó de 19 mil millones de dólares en 1991 a 25 mil millones de dólares en 1994. Los bancos no estaban bien capitalizados. En noviembre de ese año, los extranjeros vendieron acciones y títulos del gobierno y para diciembre los no residentes se retiraron de los mercados de títulos del gobierno. Las autoridades siguieron considerando esas conmociones negativas como temporales (Griffith-Jones, 1996). El 20 de diciembre las autoridades mexicanas ampliaron la banda cambiaria 15%, lo que provocó una salida masiva de fondos. El mismo día devaluaron también 175 la moneda, lo que precipitó la crisis financiera y de balanza de pagos38. La devaluación alcanzó en breve tiempo niveles de 50%, Jaime Serra fue el secretario de Hacienda con el que inició la presidencia de Zedillo, y salió 28 días después… Su cargó lo ocupó Guillermo Ortiz. Con nuevo secretario y con nuevas negociaciones con EUA, el FMI, el Banco Mundial y otros gobiernos Zedillo inició el enfrentamiento a la crisis: la devaluación ya estaba ejecutada, aumentó las tasas de interés más del 100%, reducción de la demanda agregada y un ajuste fiscal, que incluyó tanto el recorte de gastos como el aumento al IVA al 15% (Suárez, 2010). El Banco de México en su informe anual de 1994 refiere que “tomando como referencia el tipo de cambio interbancario, el peso mexicano sufrió una depreciación de aproximadamente 71 por ciento en 1994. [… La combinación de diversos ajustes] permitió amortiguar durante la mayor parte del año los efectos negativos de las turbulencias de los mercados financieros del exterior y de los trágicos hechos acecidos en 1994. Sin embargo, la recurrencia no previsible de acontecimientos políticos de extrema gravedad determinó que las medidas adoptadas -idóneas para enfrentar turbulencias transitorias-, no hayan sido suficientes para preservar la estabilidad de la economía.” El valor en dólares de la Bolsa Mexicana de Valores cayó verticalmente de 50 mil millones de dólares en noviembre de 1994 a 18 mil millones de dólares para febrero de 1995. Durante el primer trimestre de 1995 las salidas netas de capital totalizaron 11,500 millones de dólares. Ibarra (2016) califica de inocente el manejo de la devaluación con la que se recibió la última presidencia priista continua, ya que evidenció todas las fallas del sistema bancario mexicano de manera inmediata. El problema de la devaluación, conocida como el error de diciembre, cimbró la economía tanto por el lado del sector real como por el lado financiero. La banca mexicana estaba expuesta por dos frentes uno por la mala cartera crediticia derivada de las malas políticas de 38 La crisis tuvo grandes repercusiones en todo el mundo. 176 otorgamiento de crédito y otro debido a los efectos recesionistas derivados de la devaluación. Los efectos de la devaluación significaron altas tasas de interés y sobre cargas financieras para los acreditados en todos los sectores. Los bancos también resintieron el impacto de la cartera vencida. 177 CAPÍTULO VI. Reformas jurídico-constitucionales, extranjerización de la banca comercial, oligopolio bancario y modernización de la Bolsa Mexicana de Valores: 1996-2018. La liberalización del sistema financiero mexicano inicia a finales de la década de 1980, pero será en la década de 1990 cuando este proceso se acelere y profundice, bajo la justificación oficial de que la competencia con los mercados financieros internacionales induciría la eficiencia tanto de la banca comercial como del sector bursátil del país. Asimismo, se asumió que la competencia conduciría a la reducción de la tasa de interés y al incremento del financiamiento de la banca comercial a la inversión productiva. 6.1 Profundización de las reformas constitucionales y marcos normativos y jurídicos. A más de dos décadas, la evidencia empírica muestra que el objetivo de mayor financiamiento a la inversión productiva no se ha cumplido; por el contrario, el financiamiento bancario al sector producción se ha reducido, y el mercado bursátil sigue siendo poco profundo, en particular el mercado de capitales primario. Las medidas para fomentar la competencia en el sistema financiero mexicano se centraron en: a) Eliminación y/o reducción de barreras, aunque se mantiene la discrecionalidad del Banco Central amparado en el ejercicio de su autonomía. b) Apertura a la inversión extranjera. tanto para el establecimiento de instituciones de propiedad totalmente foránea, como para su participación en el capital de las nacionales, aunque en algunos casos se conservan limitaciones porcentuales; c) Avanzar en el desarrollo del mercado de capitales, para expandir el acceso a recursos de mediano y largo plazos a las empresas. 178 d) Reducir la segmentación y especialización de los bancos, que en los inicios de la liberalización financiera dio origen a la llamada banca universal, con el objetivo de ampliar los servicios bancarios y no bancarios a los intermediarios financieros. Posteriormente, con las modificaciones al marco jurídico para partir la entrada de la inversión extranjera al sector, surgieron los conglomerados o grupos financieros. Ello le ha permitido a la banca comercial integrar una amplia variedad de servicios, con la consiguiente reducción de costos debido a sus economías de escala. Incrementando aún más sus márgenes de intermediación. Las políticas de liberalización financiera incluyeron la desregulación de las tasas de interés, dejando en libertad a la banca comercial para fijar las tasas pasivas y activas; la reducción del encaje legal y del requisito de financiar actividades prioritarias (cajones de inversión). La captación de recursos por parte de la banca comercial aumentó de manera significativa, pero ello no se reflejó en un aumento proporcional en el financiamiento de la inversión productiva. Por el contrario, su financiamiento se reorientó al crédito hipotecario y para el consumo, actividades de bajo riesgo y de corto plazo, respectivamente, que, en un contexto desregulado, fue aprovechado por los bancos para fijar bajas tasas pasivas y elevadas tasas activas. Los elevados márgenes de intermediación de los bancos explican su elevada rentabilidad desde esos años. El 10 de enero de 2014 se emitió el Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones en materia financiera y se expide la Ley para Regular las Agrupaciones Financieras. Las reformas tocan los siguientes puntos, además de incluir aspectos como la inclusión, el fomento de la innovación y la perspectiva de género: • Fortalecimiento de la CONDUSEF • Responsables de ahorro y crédito popular • Uniones de crédito • Banca de desarrollo • Otorgamiento y ejecución de garantías • Concursos mercantiles • Almacenes y sofoles • Liquidación bancaria • Fondos de inversión • Mercado de valores • Sanciones e inversión extranjera 179 • Agrupaciones financieras • Crédito garantizado A pesar de estas regulaciones, la banca comercial dispone de un amplio margen de libertad para decidir el destino de sus recursos, al mismo tiempo que su aversión al riesgo se ha acentuado debido a las experiencias de cartera vencida, provocadas por el comportamiento imprudente de los bancos y el crecimiento económico irregular que se viene registrando desde 2008. 6.2 Extranjerización de la banca comercial y consolidación del oligopolio y monopsonio bancario Las reformas estructurales, entre ellas la liberalización financiera, enfrento a éstos a tres escenarios: a) apoyar la expansión de las empresas derivada de la puesta en marcha del TLCAN; b) la búsqueda de alianzas con bancos internacionales; y c) concentrarse en el mercado interno, dejando para una etapa posterior la etapa de internacionalización. (Ibarra, 2016). Después del rescate vía FOBAPROA, los bancos mexicanos implementaron la segunda y la tercera alternativa, pero la reprivatización, y posterior adquisición de la banca mexicana por parte de instituciones extranjeras, no disminuyó los costos de crédito o servicios bancarios. por el contrario, mantuvo altas tasas de interés activas y un alto cobro de comisiones por manejo de cuenta. Además, la ineficiencia del sector bancario tampoco fue corregida por las instancias encargadas de promover su sano funcionamiento y desarrollo. El FOBAPROA fue sustituido por el IPAB (1999), como parte de la tercera fase39 de las reformas que buscaban dar vida a la banca mexicana (Ánima y Guerrero, 2004). El sistema bancario mexicano, a pesar de la constante autorización de nuevos bancos para lograr una mayor competencia, sigue siendo una banca 39 Ánima y Guerrero (2004) dividen la aplicación de las reformas en tres fases. 180 concentrada. El proceso de reprivatización en 1991, el 62.61% de los activos del sistema estaban en manos de sólo tres grandes bancos: Bancomer, Banamex y Serfín. En esta fecha que se dan las autorizaciones para la primera oleada de nuevos bancos, entre 1991 y 1994, se crearon 18 nuevos bancos, lo cual no desembocó en una disminución de la concentración. De tal forma que para 1994, los mismos tres grandes seguían concentrando la mayor proporción de los activos, el 51.89%; es decir, la creación de 18 bancos sólo disminuyó en un 10% su participación en los activos totales. Por otro lado, la entrada de estas filiales inicio la extranjerización del sistema bancario mexicano, ya que grandes corporativos financieros buscaron su expansión internacional mediante su participación en bancos mexicanos, aprovechando las reformas y políticas de saneamiento financiero del gobierno. En 2003 casi la totalidad de los bancos habían pasado a tener propiedad en la banca todavía mexicana; el 81% de la participación del capital extranjero se repartió de la siguiente forma: BBVA 25%, Banamex 24%, Santander 12%, HSBC 9% y un 19% nacional con Banorte 11.4% y 7.5% los bancos nacionales restantes. (Garrido y Martínez, 2004) Estos bancos dominan el sector en México, sus participaciones en activos superan el 65% del total, llegando a su punto máximo en 2005, cuando acapararon casi el 81% del sistema. La concentración del sistema también se registra en la cartera de crédito; los tres bancos más grandes concentraron durante el periodo 2000-2010 más del 50% de la cartera total. BBVA Bancomer sigue siendo el líder en cartera de crédito, Banamex se mantiene como el segundo, aunque con participación decreciente, el tercer sitio se ha disputado en estos años entre Santander, HSBC y Mercantil del Norte. Este oligopolio bancario formado por estos cinco bancos, mantienen fuertes barrera a la entrada a nuevos bancos. Después de la creación de nuevos bancos en 2006, la concentración cede en cantidades mínimas, sólo cuatro puntos porcentuales a 2008 en cartera de crédito y activos totales. La compra de Deutsche Bank, autorizado en 2000, y la creación de Banco Azteca en 2002, fueron el antecedente al auge en la creación de bancos en 2006, cuando los requisitos de constitución fueron relajados por las autoridades. Esta flexibilidad abre oportunidades de negocios en la adquisición de bancos para 181 muchos inversionistas; incluso para diversificar las inversiones de grupos financieros que ya contaban con algún banco o bien, grupos financieros que aún no explotaban este rubro. Entre 2006 y 2008 se permitieron 15 autorizaciones40, más las operaciones de compras de filiales que dieron origen al Banco Ve por más y Banco Ahorro Famsa. La extranjerización o transnacionalización de la banca mexicana ha sido considerada como exitosa por los resultados microeconómicos obtenidos por los bancos. Por ejemplo, en 2015 el grupo BBVA señaló que Bancomer México contribuyó con el 45% de las utilidades de todo el grupo, es decir, es un banco de ganancias extraordinarias, aunque no es el único, ya que, si se considera conjuntamente Bancomer, Banamex y Santander en la misma fecha, obtuvieron tuvieron utilidades por casi 47000 millones de pesos lo que significa el 50% de las ganancias del total del sistema bancario nacional (Ibarra, 2016). Una parte importante de estas utilidades extraordinarios es generada por las tarjetas de crédito, pues en el caso de México, s éstas se les carga adicionalmente otra prima, el costo del no pago y los consecuentes gastos por recuperación. Estos costos adicionales elevan el mantenimiento de una tarjeta de crédito para el usuario, cuyo uso es el consumo corriente. Este tipo de cobros no están permitidos en los países de origen de estos bancos, poque las leyes los prohíben. Además, con el usos de las aplicaciones digitales para realizar operaciones financieras, los bancos han reducido sus costos fijos con la reducción de sucursales, lo cual no se refleja en menores tasas de interés que pagan las tarjetas de crédito. (Ibarra, 2016) El alto costo transaccional de acceder al sistema bancario no sólo impacta la vida cotidiana, sino también la productividad y al ciclo de negocio, en particular de en el caso de las pequeñas y medianas empresas. En el primer caso, porque el costo del uso de la tarjeta de crédito para el consumo corriente afecta directamente el ingreso corriente de las personas que reciben ingresos bajos y medios. En el caso 40 Banco comercial de Noreste (Banco Amigo), Autofin, Compartamos, Fácil, Multiva, Bancoppel, Actinver, Consultoría Internacional, Bank of New York Mellon, Wal-Mart, Volkswagen Bank, Prudential, Barclays y Banco Regional de Banregio, son algunos de ellos. 182 del financiamiento a las empresas, actualmente los bancos siguen aplicado el racionamiento del crédito a proyectos productivos, en mayor medida a las pequeñas y medianas empresas. A ello se suma la ausencia de sucursales en regiones del país; de hecho, en México el 60% de los municipios carece de acceso a los servicios financieros y se estima que 8 de cada 10 mexicanos son atendidos por el sistema financiero no convencional (Ibarra, 2016), Esto como resultado de la aplicación por parte de los bancos de criterios de alta rentabilidad, bajo riesgo y corto plazo, dando lugar a una gran concentración de créditos en pocas actividades y empresas, afecta negativamente el crecimiento económico en otras regiones del país. De acuerdo con una encuesta del Banco de México del 2003, la pequeña empresa se financiaba en más del 60% a través de sus propios proveedores, mientras que en la mediana este porcentaje era del 56%, y los bancos comerciales solo financian el 13 y el 18% de financiamiento, respectivamente. En el caso de las empresas AAA el porcentaje de financiamiento de la banca llega al 37.5%, es decir, el tamaño de la empresa es determinante para que la banca comercial otorgue una mayor proporción de financiamiento. Al respecto, Ibarra (2016) sostiene que la banca mexicana genera un efecto macroeconómico muy limitado para incentivar e inducir el desarrollo económico del país, debido a que su función de intermediario financiero hacia las actividades productivas se ha educido, como resultado de su carácter altamente rentista, dada las elevadas tasas de interés activas, y la fuerte racionalización en el otorgamiento del crédito a estas actividades, por considerarlas riesgosas. Por otro lado, su política de bajas tasas de interés pasivas desalienta el ahorro interno, y las elevadas tasas de interés de las tarjetas de crédito, son fuentes importantes de las elevadas utilidades de la banca, las cuales son extraídas de las ganancias empresariales e ingresos corrientes de los individuos. En un contexto de liberalización financiera, la banca en México con una fuerte concentración de sus activos y pasivos en bancos con una importante participación extranjera, la cual le otorga un amplio poder para decidir las políticas a seguir en el país, ha aplicado el racionamiento del crédito y la aversión al riesgo principalmente al financiamiento productivo, aplicando criterio que excluyen a cierto tipo de 183 inversión y a las pequeñas y medianas empresa. Los datos empíricos anteriores muestran que la extranjerización de la banca mexicana está muy lejos de inducir el crecimiento económico tanto a nivel sectorial como regional. Por el contrario, su eficiencia microeconómica medida por sus elevados márgenes de intermediación y, por tanto, extraordinarias utilidades y ganancias obtenidas en el país, no se corresponden con su ineficiencia macroeconómica, medida por sus elevadas tasas de interés activas y bajas tasa de interés pasivas y la reducción de su financiamiento a las actividades productivas. En otras palabras, la desregulación financiera, y con ella la extranjerización de la banca mexicana, contribuyo a consolidad el doble carácter de la banca local, oligopólica y oligopsónica. 6.3 Restructuración y modernización del mercado bursátil. Modernización y baja profundidad de la Bolsa Mexicana de Valores En 1999 inicia operaciones el MexDer (Mercado Mexicano de derivados, con contratos de futuros de CETES, de Banamex, Bancomer, CEMEX y GCarso), ello estimulo las operaciones y movilización de recursos de las casas de bolsa y de los mismos bancos con estos instrumentos. En 2012 había 34 casas de bolsa, contra 31 de 1982, casi triplicaron el volumen de sus cuentas, 203 mil cuentas contra las 70 mil de 1982 (Mercado, 2016). Al igual que la extranjerización de la banca a partir de 2003, las casas de bolsa inician su proceso de extranjerización sin lograr las proporciones del sector bancario. Las casas de bolsa extranjeras tienen el 45.82% del mercado, y el resto se concentra en las nacionales. Este proceso incluyó a inversionistas institucionales, como compañías de seguro, fondos de pensión, etcétera, y en términos estrictos fue parte de la extranjerización ce la banca, porque, en general estas entidades no bancarias o entidades financieras auxiliares están integradas a los corporativos financieros internacionales que tienen parte de la propiedad de la banca en México (Garrido y Martínez, 2004) 184 6.4 Banca de Desarrollo Uno de los objetivos de las reformas estructurales y políticas de desregulación de la economía, fue la eliminación y/o reducción de la partición del Estado en la economía. Así que, su función de productor ha desaparecido casi por completo, para ser sustituida por la de promotor y orientador de la inversión privada. Como era de esperarse, esto implicó cambios radicales en los objetivos y función de la banca de desarrollo. Efectivamente, la banca de desarrollo ha dejado de ser agente distribuidor de subsidios, muchas veces impagos e irrecuperables, para convertirse en el impulsor de sectores productivos que se han integrado a los mercados externos, como los productores de manufacturas, descuidando las ramas productiva y empresas que satisfacen el mercado interno. Las instituciones públicas de fomento, como la banca de desarrollo son fundamentales para impulsar el desarrollo económico del país, y su función debe complementarse con otros instrumentos de la política económica, como las políticas fiscal, monetaria y crediticia. Respecto a esta última política, la banca comercial debe complementar el financiamiento de aquellas actividades productivas y empresas que son necesarias para la expansión del mercado interno. Por su parte, la banca de desarrollo debe retornar su función de financiamiento de los sectores paritarios de la economía, no solo para cerrar las brechas tecnológicas sectoriales y regionales, sino también disminuir el riesgo de no pago de estas empresas, como las pequeñas y medianas. En la Ley para Regular las Agrupaciones Financieras de 2014, quedó establecido el compromiso de que mediante su reforma financiera se fortalecería la banca de desarrollo para ampliar el crédito, especialmente en áreas prioritarias como la infraestructura las pequeñas y medianas empresas, así como la innovación y la creación de patentes. Un segundo compromiso fue la modificación del marco legal para que la banca comercial y las instituciones de crédito presten más y más barato, así como reducir el costo de los servicios financieros (Ibarra, 2016). Actualmente, estos compromisos fueron asumidos por el Pacto por México. 185 La inserción de México a la economía mundial ha obligado a la banca de fomento a centrase en la búsqueda de estrategias que impulsen la competitividad del sector productivo nacional, permitiéndole integrarse exitosamente a los mercados internacionales. En este contexto, la política de la banca de desarrollo ha quedada subordinada a los requerimientos de una economía abierta, orientada a la obtención y mantenimiento de estándares de eficiencia y calidad internacionales, descuidado el fortalecimiento del mercado interno. Actualmente, la función de la banca de desarrollo se ha reducido a las actividades de factoraje. La función de generación de información sectorial necesaria para canalizar los recursos financieros disponibles a las actividades productivas que garanticen la recuperación de flujos en el mediano y largo plazos asignada a la banca de desarrollo, no es el problema en sí mismo. Ello se convierte en un problema cuando dicha función únicamente considera sectores con mayor potencial, obviando otros sectores importantes para la generación de empleos y la expansión de la demanda interna. A estos sectores y sus empresas también debieran acceder y apoyarlas con la asesoría en el diseño de productos financieros adecuados a sus necesidades, para asegurar el éxito de los proyectos mediante la eficiente prestación de servicios de información, asesoría y asistencia técnica. Así mismo, debiera proporcionar la información suficiente para que aquellos sectores con menor potencial dirijan sus esfuerzos a convertirse en sujetos de percepción de recursos financieros de la propia banca de desarrollo. La función de la banca de desarrollo debe reorientarse a su objetivo histórico, otorgar crédito a las actividades y proyectos productivos prioritarios para el desarrollo económico y social del país, lo que implica su modernización tecnología y ampliación de sus funciones de asesoría y supervisión. Al igual que la banca comercial, debe adoptar mecanismos tecnológicos modernos de financiamiento, para ampliar su cobertura a regiones aisladas no atendidas por los servicios de la banca comercial. Ello implica promover la actuación complementaria entre la banca comercial y la banca de desarrollo, para ampliar el financiamiento tanto a las ramas y empresas altamente productiva vinculadas al mercado externo, como a los 186 sectores y empresas cuya producción tiene como principal destino el mercado interno. Bajo una estrategia económico-financiera que tenga como eje la modernización tecnológica del país, que cierre las brechas tecnológicas sectoriales y regionales. Ello, necesariamente exige la adopción de una política industrial integral. Dicha complementariedad de funciones entre la banca de desarrollo y la banca comercial no debe entenderse como una simple suma de partes, sino como una acción coordinada que busca efectos sinérgicos en el financiamiento del desarrollo. El financiamiento de la banca de desarrollo, así como sus políticas de asesoría tecnológica, económica y administrativa, son clave para inducir a la banca comercial a orientar su financiamiento a las empresas y ramas productivas prioritarias y empresas para el desarrollo económico más homogéneo. En este sentido tan importante es el financiamiento a los sectores y empresa exportadoras como los sectores y empresas que producen para el mercado interno. La banca de desarrollo debe diseñar estrategias para facilitar el acceso al crédito de la banca comercial para que las empresas exportadoras, en particular las pequeñas y medianas, realicen la modernización de sus platas y/o instalen nuevas plantas, incrementar la capacidad de producción y mejorar los procesos administrativos, mejorar las estructuras de comercialización. Esta estrategia requiere integrar a la cadena productiva de exportación al mayor número de empresas que diseminen al interior de la economía los efectos positivos de las exportaciones, sin descuidar el mercado interno. La viabilidad de esta estrategia implica enfrentar el reto de conformar una oferta competitiva de materias primas, componentes e insumos estratégicos que permita articular cadenas productivas y un mayor grado de integración nacional en la producción destinada al mercado externo, para disminuir los coeficientes de exportaciones. La superación del mencionado reto requiere que la banca de desarrollo realice las siguientes funciones: i) Atender a las empresas de menor tamaño Las operaciones de menor valor, que representan el mayor volumen de operaciones, implican un costo medio administrativo muy alto para la banca comercial, en 187 relación con el costo implícito en las operaciones de mayor valor. Por ello las unidades productivas de menor tamaño, que manejan bajos volúmenes de recursos, no son atractivas para dichos bancos y, en caso de que las atiendan, les aplican tasas de interés superiores a las que rigen en el mercado. Por ello es importante volver a ver otras economías que se consideran fuertes y en constante crecimiento y se comprobará que la microindustria es fundamental. ii) Financiar proyectos rentables a largo plazo, en virtud de que la banca comercial se orienta al corto plazo, en realidad mexica sería vital para revitalizar y recuperar el campo mexicano, que no solo resuelve el problema del campesino sino un problema de suficiencia alimentaria para toda la nación. iii) Apoyar la realización de proyectos que representan un nivel de riesgo mayor que el que la banca privada está dispuesta a asumir, a pesar de tener rentabilidad económica y social, por ejemplo, en nuevas áreas o tecnologías. Más que subsidios o créditos que se saben de antemano impagos, se debería invertir para que esos proyectos se conviertan en sujetos de créditos privados y mayores, es decir formar sujetos deseables y confiables para el resto de las operaciones de inversión. iv) Sustentar y facilitar el logro de estrategias nacionales de desarrollo regional, actuando deliberadamente para que los recursos que se capten en las regiones se reinviertan localmente, beneficiando con su efecto multiplicador a las regiones, conforme van generando recursos. Considerando que todas las regiones del país bien dirigidas pueden funcionar productiva y financieramente y no solo perpetuar el avance en las conocidas regiones exitosas como el Norte o el Bajío. Estas funciones involucran varias actividades específicas que la banca de desarrollo debe financiar a las empresas, como la reconversión industrial, la innovación tecnológica, el adiestramiento, la capacitación y los acuerdos de productividad, así como el asociacionismo, las inversiones para preservar el ambiente, coinversiones internacionales y alianzas estratégicas. De igual manera, la banca de fomento puede participar, en diversos grados en el desarrollo de infraestructura que permita realizar plenamente el potencial que representa la apertura económica. El financiamiento y asesoría de la banca de desarrollo debe conducir en el mediano plazo a la reducción de la heterogeneidad de la planta 188 productiva y a mayores niveles de bienestar social, en concreto de los grupos mayoritarios de la población, con la incorporación en mejores condiciones tecnológicas, económicas y financieras de las empresas pequeñas y medianas a la actividad económica, dada su alta capacidad generadora de empleos. Uno de los desafíos que debe superar la banca de desarrollo en una economía abierta y con problemas económicos estructurales históricos, como la inflación generada por la oferta, es que sea autofinanciable en un marco de rentabilidad que asegure su crecimiento sano, lo que la obliga a buscar nuevas fuentes de ingresos, porque los desequilibrios estructurales de la economía mexicana no se resuelven en el corto plazo. 189 CONCLUSIÓN Respecto a la parte teórica se encontró que no es suficiente con la postura endógena poskeynesiana para comprender el proceso, sino que hay elementos de teóricos anteriores que son vitales para entender sus fundamentos teórico- conceptuales. La historia del desarrollo del sistema financiero de México después de su independencia y hasta 1924, fue un proceso azaroso debido a los constantes ajustes determinados por las condiciones políticas internas y factores externos, donde no solo cambiaban los gobiernos sino el dinero en sí, ocurriendo fenómenos de concentración y puesta en circulación que son difíciles de imaginar en otros sistemas. Este largo periodo reunió las características de la Primera etapa del sistema bancario inglés, con un desfase en tiempo de casi 50 años. En 1925 con la creación del Banco de México, como Banco central, se cerraba un largo periodo de anarquía e inestabilidad monetaria que se vivió durante el proceso revolucionario, y también se daba paso a la emisión de dinero de curso legal (dinero fiduciario) respaldado por un estado nacional. La Segunda etapa tiene como principal característica la operación de esta institución, el desfase continúa siendo de casi 50 años respecto a Inglaterra, además poco antes de concluir el periodo en 1938 la función del Banco Central cambiará por completo al renunciar a la moneda de plata y a la introducción del billete fiduciario como única moneda de uso y cambio. A partir de la década de los 1940, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y del proceso de industrialización liderado por la inversión pública, las transformaciones del sistema financiero en general han estado vinculadas al desarrollo económico del país. Al igual que en el caso inglés, esta Tercera etapa pareciera corta, pero la realidad es que es una etapa de transición y que no finaliza como tal, ya que el desarrollo del mercado interbancario sigue estando presente a lo largo de las siguientes etapas; además, la distancia temporal respecto al modelo de Chick se acorta a 40 años. 190 Entre 1945 y 1965 se vivieron los años dorados de la banca en México, se consolida la confianza en el sistema y el BC se robustece como el prestamista de última instancia, se cumple la característica máxima de la Cuarta etapa ‘las reservas son endógenas al sistema bancario’, la distancia respecto al modelo se sigue acortando, aun cuando Chick (1993) no da una fecha específica en el desarrollo inglés la señalización que realiza permite calcular que la distancia se acortó a 30 años. En la década de los setenta, aunque se gestó a lo largo de la década previa, inició una serie de movimientos económicos con inflación, devaluaciones, fuga de capitales y crisis: en 1973 la primera fuga de capitales, el 1 de septiembre de 1976 el tipo de cambio (fijo desde 1954) fue devaluado 59%, no había reservas internacionales, la inflación alcanzó el 22%, la deuda externa había alcanzado los 30 mil millones de dólares y la devaluación trajo como consecuencia mayor inflación. Sin embargo, las características de la etapa siguiente, la Quinta, se manifestaron en este contexto, el BC es banco del Estado, cuya nacionalización ocurrió en Inglaterra en 1946, como respuesta a la Segunda Guerra Mundial, es decir su fortaleza y vinculación al Estado surgió también en un ambiente adverso, podríamos considerar la adversidad en ambos polos como la senda que abrió la oportunidad al Mercado de valores como oferente de capital; además la distancia entre etapas nacionales se reduce a veinte años. Después de la nacionalización de la banca comercial en 1982, en el contexto de la crisis de la deuda externa y las transformaciones en el sistema monetario internacional y a las políticas de desregulación y liberalización de los sistemas financieros inducidas y/o impuestas por los organismos multinacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El desarrollo del sistema financiero mexicano ha transitado por cambios y trasformaciones radicales que van desde su liberalización hasta su extranjerización. Lo que acelero a diez años la distancia para la Sexta etapa y casi a su contemporaneidad en el Séptima, la primera con un proceso de titulización y el abandono de intermediación entre crédito y depósito, y la séptima bajo el sello de la desregulación y la competencia de todas las entidades del sistema financiero. En este momento las innovaciones financieras 191 y la libre movilidad de capitales han demostrado la alta capacidad de la banca privada para crear dinero y, por ende, su capacidad para elevar la liquidez en la economía y sus efectos en la reducción del margen de maniobra del Banco de México para diseñar y operar la política monetaria. Como se lee, pudimos comprobar la tesis que las etapas del desarrollo bancario inglés propuesto por Victoria Chick (1993), es un modelo teórico que se puede identificar en otras economías, en este caso la mexicana, acompañándolo del análisis de su intrínseco proceso histórico. Y que aunque en un inicio hubo un desfase en el tiempo cronológico, este se fue acortando como resultado del aceleramiento de acontecimientos que se vivieron desde la segunda mitad del siglo XX y de la proximidad que requiere la globalización actual. Más allá del tiempo previsto en las etapas, en un mundo que Chick ya no vio, el desarrollo del sistema financiero queda en una nueva realidad global y virtual, donde el capitalismo y globalización son ejes sin los cuales la investigación del desarrollo quedaría incompleta y sin posibilidad de explicar la problemática de la población que habita diversas regiones, toda vez que estas relaciones se intensifican como producto de la fuerza de la economía internacional que, por medio de las empresas y organizaciones financieras mundiales, delinea las nuevas relaciones de los territorios nacionales con el mundo. La incorporación de México a la globalización significó abrazar la estrategia de desarrollo hacia fuera y el imperio de los mercados ha cambiado el funcionamiento de la economía. Las decisiones financieras siguen impactando la toma de decisiones de la esfera política y obviamente impactan en las actividades y distribución del ingreso de la población. No se puede ni estudiar ni tender la realidad mexicana sin adentrarnos en los temas de capitalismo, globalización y financiarización, que impactan al territorio y la proximidad de la sociedad que hoy en día vive en ellos. Por eso quisiera finalizar diciendo que es necesario mirar al análisis del sistema financiero para el momento actual, ya con dos décadas del siglo XXI a cuestas, como un agente materializado en la realidad que se interrelaciona con los demás sectores y agente en diversas escalas, y cuyo papel en el desarrollo de 192 México es deudor para la sociedad, pero exitoso para la banca y las finanzas globales. Y la cuestión no acaba aquí, ya que es necesario empezar a unir el análisis económico con el espacial, los agentes de cambio no son solo residentes del nivel en el que se estén evaluando, sino que las instituciones y las condiciones provienen de otros lugares, de otros niveles de escala, donde la globalización es un proceso transterritorial, que involucra territorios de diferentes niveles que corresponden a distintas escalas espaciales y no es un proceso desterritorializado, que incluso genera nuevos términos para hacer referencia a la situación de la economía actual, por ejemplo, surge la localidad como una alternativa conceptual y espacial, que de hecho deriva en el término: Glocal, entendido como aquel ámbito espacial focalizado donde se desenvuelven las empresas globales competitivas que tienen relaciones sociales de producción, elementos institucionales, ambientales, físicos, políticos y culturales. A esto se suma el reto de que la economía global tiende a desligarse del funcionamiento de las sociedades, y esto no se debería fomentar por la ignorancia u omisión. Por el contrario, este análisis podría situar al sistema financiero en el momento actual, prever hacia donde podrían apuntar los movimientos internacionales y por fin tomar decisiones que beneficien a la población mexicana tanto en calidad de vida como en distribución del ingreso. 193 BIBLIOGRAFÍA Alexandrovich, Anton (2016) La Escuela de Salamanca del siglo XVI: algunas contribuciones a la ciencia económica. España, Revista Empresa Y Humanismo / Vol XIX/ Nº 1 / 2016 / 7-30. DOI: 10.15581/015.XIX.1.7-30 Ánima, Santiaga y Guerrero, Vicente (2004) Economía mexicana. Reforma estructural, 1982-2003. México, UNAM. 365 pp. Anisi, David (2005). La macroeconomía al comienzo del siglo XXI: una reflexión sobre el uso y posterior abandono del llamado keynesianismo. Principios: Estudios de Economía Política, No.1, pp. 37-55. 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