UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN GEOGRAFÍA ACTORES Y REDES SOCIALES INVOLUCRADOS EN EL DESARROLLO DEL ECOTURISMO EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS, VERACRUZ TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTOR EN GEOGRAFÍA PRESENTA: CHRISTOPH NEGER DIRECTOR DE TESIS: Dr. Enrique Propin Frejomil, Instituto de Geografía Universidad Nacional Autónoma de México COMITÉ TUTORIAL: Dr. Álvaro Sánchez Crispín, Instituto de Geografía Dr. Guillermo Castillo Ramírez, Instituto de Geografía Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, Cd. Mx., agosto de 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ii A mis padres que me trajeron a este mundo hermoso, que me muestran con su ejemplo vivir una buena vida llena de sentido, y que siempre me han apoyado en todo, incluso en mi decisión de estudiar una carrera tan lejos de casa. iii Agradecimientos Al Posgrado en Geografía de la UNAM por haberme aceptado en el programa de doctorado y haber sido de apoyo en todos los trámites necesarios. Al pueblo de México y, en su representación, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, por haberme otorgado una beca de dedicación completa que me permitió enfocarme de lleno en este trabajo. A mi tutor, Dr. Enrique Propin Frejomil, que me guió y apoyó durante todo el proceso de mi proyecto de investigación con sus consejos y sugerencias, y por su gran ejemplo de generosidad y amabilidad. A mi comité tutorial, Dr. Álvaro Sánchez Crispín y Dr. Guillermo Castillo Ramírez, por su acompañamiento, tanto científico como humano, en este camino. A los sinodales de este trabajo, Dr. Valente Vázquez Solís, Dr. Neftalí García Castro y Dr. Jesús Abraham Navarro Moreno, por sus valiosas sugerencias para mejorar mi trabajo. A los otros profesores y empleados del Instituto de Geografía de la UNAM con los que coincidí en algún momento, sobre todo al Dr. José Manuel Crespo Guerrero, por su amistad y su ejemplo de compañerismo. A mis colegas estudiantes que compartieron conmigo este camino, como extranjero hubiera sido difícil para mí sin haber contado con su apoyo, especialmente Dra. Mónica Elena Ortiz Liñán, Mtra. Olga Correa Miranda, Mtra. Ana Laura González Alejo, Mtro. César Eduardo Medina Gallo, Mtra. Sandra Iraís Romero Gallardo, Mtra. Sandra Grisel Flores Luis, Mtro. Jonathan Ibarra Coronel, Mtro. Gerardo Mollinedo Beltrán, Mtra. Laeticia Azucena García Sánchez, Mtra. Ana Lorena Valle Cornavaca, y Mtro. Juan de Dios Páramo Gómez. A mi querida novia, Ing. Reyna Cristina Lavariega González, por su acompañamiento en mis salidas de trabajo de campo y su apoyo incondicional, y por ser una persona tan linda. iv A la gente maravillosa de Defensores del Medio Ambiente de Los Tuxtlas con los que pude colaborar en estos años, Lic. Jessica Hitandegüi Swanson Santiago, Ing. Lilí Johana Rosas Peribán, Lic. Enggie Ponce Villareal, Victoria Rosas Peribán, Lic. Elías Quero Herrera, Lic. Olga Marina Hervis Rodríguez, Luis Leonardo Bianchi González, Lic. Edith Carrera Sánchez, Mtro. Francisco José Gómez Marín, Lic. Eduardo Francisco Álvarez Ríos, Lic. Lorenzo Arteaga Fernández, y Concepción Acosta Vázquez. A Ing. Brenda Xochipa Gutiérrez, Ing. Víctor Manuel Sosa Guzmán, Dra. Isis Arlene Díaz Carrión, Mtra. Elsa Yolanda Almeida Monterde y Dr. Friedrich Zimmermann, sin ellos nunca hubiera llegado a México y a Los Tuxtlas. A los estudiantes de otras universidades con los que coincidí en el trabajo de campo en mi área de estudio y con los que tuve muy buena coordinación, Dra. Valeria Vega Vela y Mtro. Gilberto González Kuk. A la dirección de la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas por haberme permitido realizar mi investigación en esta área natural protegida. A todas las personas que me permitieron entrevistarlas, sobre todo por su amistad y gran hospitalidad Arnulfo Castillo Xolo y la gente de Anolis, Braulio Malaga Temich y su familia, José Luis Abrajan Velazco, y al Biól. Carlos Manuel Rodríguez Mouriño y los guías de Nanciyaga, por su cooperación en la realización de entrevistas con los visitantes. A todas las personas que en algún momento me acompañaron en recorridos de trabajo de campo, especialmente Lic. Areli Carmona Lagunes, Lic. Pablo Canencia Flores y Silvia Moyà Plans. Por su apoyo para hospedarme en la ciudad de México durante el proceso de ingreso al posgrado y su amistad, Lic. Marjorie Lorraine Keller Wurts, Lic. Rogelio Moreno Guinea, y Mtro. Miguel Ángel Valenzuela Montoya. A todos ellos, y a todas las otras personas que no caben dentro de estas páginas pero que de alguna manera ayudaron a realizar este proyecto, ¡muchas gracias! v Índice general Introducción ....................................................................................................................................... 1 Capítulo 1. Marco teórico-conceptual acerca de la relación entre conservación territorial y turismo ............................................................................................................................. 6 1.1 El nuevo paradigma de la conservación territorial y las reservas de la biosfera .............. 7 1.2 Actores y redes sociales involucrados en las áreas naturales protegidas, un enfoque desde la ecología política ................................................................................................18 1.3 El ecoturismo como parte de las estrategias de conservación .......................................28 Capítulo 2. La inclusión del turismo en la conservación de las reservas de la biosfera de México ............................................................................................................................39 2.1 La implementación de las reservas de la biosfera en el contexto mexicano ..................39 2.2 Ecología política de las áreas naturales protegidas federales ........................................60 2.3 Experiencias del desarrollo ecoturístico en las reservas de la biosfera .........................81 Capítulo 3. Antecedentes y contexto de conservación y ecoturismo en Los Tuxtlas .............93 3.1 Principales características geográficas del área de estudio ...........................................93 3.2 Problemática ambiental y antecedentes de conservación ............................................110 3.3 Investigaciones acerca de desarrollo del ecoturismo en Los Tuxtlas ...........................120 Capítulo 4. Las implicaciones de los actores y las redes sociales en el ecoturismo en Los Tuxtlas ...................................................................................................................134 4.1 Estrategía metodológica ................................................................................................134 4.2 Situación actual del desarrollo del ecoturismo en Los Tuxtlas .....................................144 4.3 Actores externos involucrados en el ecoturismo ...........................................................164 4.4 Redes sociales relacionadas al ecoturismo en Los Tuxtlas .........................................193 Conclusiones .................................................................................................................................209 vi Bibliografía .....................................................................................................................................214 Anexos .......................................................................................................................................244 Anexo 1. Listado de las personas entrevistadas .........................................................................244 Anexo 2: Guión de las entrevistas a representantes de empresas ecoturísticas .......................247 Anexo 3: Cuestionario para visitantes en lugares ecoturísticos de Catemaco ...........................253 Índice de cuadros Cuadro 1.1 Los doce objetivos del turismo sustentable relacionados a las tres dimensiones del desarrollo sustentable ...............................................................................................31 Cuadro 2.1 Las RB de México y otras ANP mexicanas integradas a la RMRB ...............................46 Cuadro 2.2 Datos básicos acerca de las RB de administración federal (2015) ...............................56 Cuadro 2.3 Problemáticas ambientales de mayor frecuencia en las RB de México ........................59 Cuadro 2.4 Secretarías y dependencias federales que en el 2011 apoyaron el ecoturismo en México de manera directa o indirecta .............................................................................84 Cuadro 2.5 Análisis FODA de las empresas de turismo de naturaleza en México ..........................89 Cuadro 3.1 Población y número de localidades de la reserva por municipio .................................100 Cuadro 3.2 Población de 3 años y más hablante de una lengua indígena (HLI) en la reserva y sus alrededores, por municipio .....................................................................................103 Cuadro 3.3 Población con ingresos inferiores a las líneas de bienestar en los municipios de Los Tuxtlas en el 2015 ..................................................................................................105 Cuadro 3.4 Oferta de hospedaje en el 2015 en los municipios de Los Tuxtlas de acuerdo con el anuario estadístico y geográfico de Veracruz Ignacio de la Llave ............................109 Cuadro 3.5 Uso del suelo y vegetación en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (2011) ........119 Cuadro 3.6 Publicaciones científicas relacionadas al ecoturismo en Los Tuxtlas hasta el 2017 ...121 Cuadro 3.7 Actores mencionados en la literatura relacionada al ecoturismo en Los Tuxtlas ........131 vii Cuadro 4.1 Eventos y actividades en los que se participó en el marco del trabajo de campo .......137 Cuadro 4.2 Características de las empresas ecoturísticas de Los Tuxtlas (2017) .........................148 Cuadro 4.3 Tabla de cobertura de actividades de conservación ambiental ...................................167 Cuadro 4.4 Tabla de cobertura de actividades de apoyo al desarrollo turístico .............................168 Cuadro 4.5 Tabla de responsabilidades por problemas del ecoturismo .........................................170 Cuadro 4.6 Indicadores del análisis de redes cuantitativo de las empresas ecoturísticas de Los Tuxtlas (2017) .........................................................................................................197 Cuadro 4.7 Actores externos involucrados en las redes de empresas ecoturísticas en Los Tuxtlas ...........................................................................................................................200 Cuadro 4.8 Aspectos de las empresas ecoturísticas de Los Tuxtlas relevantes para su involucramiento en las redes (2017) .............................................................................203 Índice de figuras Figura 1.1 Las tres funciones básicas de las reservas de la biosfera ..............................................12 Figura 1.2 Modelo de la zonificación de las reservas de la biosfera ................................................12 Figura 1.3 Actores según escalas de análisis de la EP ....................................................................23 Figura 1.4 Modelo de análisis de la EP .............................................................................................24 Figura 1.5 El desarrollo del nivel de conflictividad en el tiempo .......................................................27 Figura 1.6 La estructura del mercado turístico ..................................................................................37 Figura 2.1 Hitos para el desarrollo de las áreas naturales protegidas en México ............................41 Figura 2.2 PN y RB declarados por administración federal desde 1934 ..........................................42 Figura 2.3 Estructura orgánica de la CONANP, enfocada a la operación regional ..........................50 Figura 2.4 Distribución de las RB de administración federal en México (2015) ...............................53 Figura 2.5 Actores involucrados y marco reglamentario de las RB de México ................................61 viii Figura 2.6 Configuración de actores en la RB Sian Ka’an ................................................................79 Figura 2.7 Actores involucrados en el turismo en el ejido Cerro Prieto, RB Mariposa Monarca ......80 Figura 2.8 Hitos de los primeros 20 años de políticas relacionadas al ecoturismo en México (1989-2009) .....................................................................................................................86 Figura 3.1 La sierra de Los Tuxtlas y la RBLT ..................................................................................94 Figura 3.2 Precipitación promedia anual en Los Tuxtlas ..................................................................96 Figura 3.3 Temperatura promedia anual en Los Tuxtlas ..................................................................97 Figura 3.4 Diagrama ombrotérmico de Catemaco para el periodo 1977 a 2006 ..............................98 Figura 3.5 La vegetación de Los Tuxtlas ..........................................................................................99 Figura 3.6 Estructura político-administrativa y localidades de Los Tuxtlas ....................................101 Figura 3.7 Cobertura forestal en la parte norte de la sierra de Los Tuxtlas en los años 1967 (A), 1976 (B) y 1986 (C) .......................................................................................................115 Figura 3.8 Localidades con desarrollo ecoturístico mencionadas en la literatura ..........................125 Figura 4.1 Participación en la reunión del consejo asesor de la RBLT en La Casa de Los Tesoros, Catemaco, 27-09-2016 ...................................................................................138 Figura 4.2 Caminos transitados y lugares de entrevista en el trabajo de campo ...........................139 Figura 4.3 Entrevista con Aciano Ramírez Morales, representante legal del centro de ecoturismo indígena Jomxuk en Amamaloya, Soteapan, 04-03-2018 .........................140 Figura 4.4 Ubicación de las empresas ecoturísticas de Los Tuxtlas (finales del 2017) .................146 Figura 4.5 Nicolás Malaga Temich del centro ecoturístico Los Clarines sembrando un árbol, 2019-03-10 ....................................................................................................................151 Figura 4.6 Número total de llegadas de turistas registradas por Anolis por mes, 2013 a 2015 .....153 Figura 4.7 Número total de llegadas de turistas en Nanciyaga por mes, 2009 a 2016 ..................154 Figura 4.8 Porcentaje estimado de llegadas de turistas por mes en cinco centros ecoturísticos de Los Tuxtlas, 2017 .....................................................................................................155 ix Figura 4.9 Número de entradas anuales en Nanciyaga, 2009 a 2017 ...........................................156 Figura 4.10 Número de cuartos ocupados en Nanciyaga por año, 2009 a 2017 ...........................156 Figura 4.11 Procedencia geográfica de los turistas en Nanciyaga a principios del 2017 – resultados del cuestionario de visitantes (n = 3 943) ...................................................158 Figura 4.12 Mapa de la procedencia geográfica de los turistas en Nanciyaga a principios del 2017 – resultados del cuestionario de visitantes (n = 3 943) .......................................159 Figura 4.13 Carretera federal entre Zapoapan de Cabañas y La Victoria, municipio de Catemaco, 10-11-2018 ..................................................................................................161 Figura 4.14 Percepción de los actores externos por parte de las empresas ecoturísticas de Los Tuxtlas ....................................................................................................................166 Figura 4.15 Caminata anual de DEMATAC, visitando la reserva natural perteneciente al centro ecoturístico Ceytaks, 2017-07-22..................................................................................177 Foto 4.16 Evento de liberación de guacamayas en Benito Juárez, con la presencia de Nanciyaga, Xcaret, IBUNAM, Defenders of Wildlife e instituciones gubernamentales .185 Figura 4.17 Actores involucrados en el ecoturismo en Benito Juárez (2016) ................................189 Figura 4.18 Línea del tiempo del desarrollo del ecoturismo en Benito Juárez (2000 a 2016) .......192 Figura 4.19 Redes formales y relaciones de trabajo entre las empresas de ecoturismo en Los Tuxtlas ...........................................................................................................................194 1 Introducción Desde los inicios del siglo XX, los geógrafos han estudiado el fenómeno del turismo y han hecho importantes aportaciones a la investigación turística en general (Hall y Page, 2006), en un constante diálogo con los investigadores de otras disciplinas (Hopfinger, 2007). Lo que distingue a la Geografía del Turismo, como lo formula Nepal (2012: 137), es “(…) su enfoque en las interacciones entre las personas y el ambiente en escalas múltiples, a través de diferentes unidades espaciales y en diferentes escalas de tiempo.” (traducción propia). Teniendo en cuenta los grandes problemas sociales y ambientales actuales a nivel global y el llamado para un desarrollo económico más sustentable, el enfoque holístico de la geografía tiene cada vez más importancia para las investigaciones sobre el desarrollo económico en general, y particularmente del turismo (Hall y Page, op. cit.; Nepal, op. cit.). Este desarrollo sustentable fue definido en el reconocido informe Brundtland como un desarrollo que “(…) satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.” (ONU, 1987: 59). Para lograr ese objetivo es necesario encontrar un balance entre tres diferentes dimensiones, la ecológica, la social y la económica (PNUMA y OMT, 2005). El turismo sustentable, en este contexto, puede incluir diferentes formas de turismo, dependiendo de dónde se practica; en cuanto a espacios de alto valor natural, como las áreas naturales protegidas (ANP), el tipo de turismo más adecuado es el ecoturismo (Hunter, 1997; Weaver, 2006), que se promueve con la promesa de contribuir tanto a la protección de la naturaleza como al desarrollo de las comunidades locales (Honey 2008). Esto, no obstante, no es fácil de lograr. El presente trabajo pretende contribuir al estado de conocimiento acerca del ecoturismo y a la comprensión sobre los factores que pueden ayudar a logar la meta de alcanzar una armonía entre la conservación y el desarrollo humano. Planteamiento del problema En el 1998, se decretó la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (RBLT), en el sur del estado de Veracruz, con el objetivo de proteger uno de los últimos restos de selva 2 húmeda dentro de la planicie costera del Golfo de México (Guevara et al., 2004; Paré y Fuentes, 2007). Las reservas de la biosfera (RB) son espacios donde se busca lograr una reconciliación de la conservación de la biodiversidad con el desarrollo humano (UNESCO, 1996). Para esto es necesario encontrar alternativas a las actividades económicas dañinas para el medio ambiente. Es en este contexto que se introduce el ecoturismo, como una de las opciones para lograr un desarrollo económico sustentable, las cuales se contemplan en el plan de manejo de la RBLT (CONANP, 2006). Desde entonces se han establecido varios proyectos de ecoturismo en el área, que -en el ámbito local- han contribuido a la conservación. Sin embargo, a nivel regional, la actividad ecoturística hasta la fecha no ha podido establecerse como una alternativa económica atractiva para partes de la población más considerables. Esto se debe a la falta de viabilidad económica de los proyectos existentes, que muchas veces solo subsisten gracias a apoyos gubernamentales y donde el ecoturismo, para la mayoría de las personas involucradas, solo representa un empleo parcial o temporal. En este contexto, es importante mencionar que se ha documentado la presencia de diferentes actores externos que, de alguna manera, han interactuado con el ecoturismo, o con sus acciones han influenciado en el desarrollo de la actividad. También se han descrito intentos de formar redes entre las empresas de ecoturismo de la región, las cuales, sin embargo, por lo regular han sido de corta duración (Díaz-Carrión y Neger, 2014; Lein, 2011; Neger, 2013). La presente investigación parte de la idea de que el análisis del involucramiento de los actores externos y de los intentos de crear redes puede apoyar en la explicación de por qué los resultados de la inserción del ecoturismo en Los Tuxtlas, hasta ahora, han quedado debajo de las expectativas. Hipótesis El desarrollo del ecoturismo, como una alternativa económica en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, está influenciado por las acciones e interacciones de diferentes actores sociales debido a, de manera negativa, intereses opuestos, competencia y falta de coordinación y, de manera positiva, apoyo técnico, material y financiero y cooperaciones estratégicas. 3 Objetivo general Evaluar las acciones e interacciones de los diferentes actores y las redes sociales que intervienen en el desarrollo del ecoturismo como alternativa económica sustentable en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas, Veracruz. Objetivos particulares 1. Elaborar el marco teórico-conceptual acerca de la relación entre conservación territorial y turismo. 2. Describir la inserción de los conceptos de reserva de la biosfera y ecoturismo en México. 3. Analizar los antecedentes investigativos con respecto a la conservación del medio ambiente y de las actividades ecoturísticas en la región de Los Tuxtlas. 4. Identificar las empresas turísticas en la región que pueden ser clasificadas como ecoturísticas. 5. Diferenciar los actores involucrados en el ecoturismo a diferentes niveles espaciales, sus intereses, sus estrategias, sus posibilidades de acción y sus interacciones con otros actores. 6. Documentar los procesos de formación de redes sociales relacionadas al ecoturismo en Los Tuxtlas. 7. Indagar la perspectiva de los representantes de las empresas ecoturísticas acerca de las contribuciones y las problemáticas de las redes sociales generadas con miras al desarrollo sustentable del ecoturismo en la región. 8. Revelar el grado de cohesión interna entre las empresas ecoturísticas y las expresiones territoriales de sus vínculos intra-regionales a partir de su involucramiento en redes sociales. 9. Revelar potenciales para un mejor desarrollo del ecoturismo en la región de Los Tuxtlas, relacionado al involucramiento de los actores externos y a la creación de redes. 4 La investigación se estructura en cuatro capítulos que abordan los contenidos temáticos que se resumen a continuación: El primero aborda el posicionamiento teórico-conceptual: se examina el concepto de las RB que corresponde al nuevo paradigma de conservación territorial que surgió en la segunda mitad del siglo XX y que pretende que la población local sea incluida y se beneficie de las áreas naturales protegidas; en segundo lugar, se discute el concepto de la Ecología Política (EP), un enfoque de estudios originado en la Geografía Humana, que presenta el marco para el análisis de los actores sociales aplicado en la presente investigación. Posteriormente, se define el concepto del ecoturismo en sí, indispensable para poder delimitar la investigación a los proyectos de ecoturismo genuino en la región. En este contexto, se profundiza en el tema de las redes sociales, que pueden ayudar a las empresas ecoturísticas a mejorar sus operaciones y su posición en el mercado. A continuación, en el segundo capítulo, se indaga cómo todos estos conceptos se insertan en México, un país con un gran patrimonio natural pero también grandes desafíos para poder proteger esta riqueza natural. Se relata, en este sentido, cómo las reservas de la biosfera se han vuelto una de las herramientas principales para la conservación, quiénes son los actores sociales que de alguna manera influyen en estas reservas y cuáles son las principales problemáticas que dificultan lograr los objetivos de estos esfuerzos de cuidado al medio ambiente. De ahí, la investigación pone su enfoque en el área de estudios, la RBLT, lo que conforma el tercer capítulo. Inicia con una descripción de las bases de la geografía humana y física de la región de Los Tuxtlas, donde se encuentra la reserva. A continuación, se centra la atención en los problemas ambientales que afectan esta área y los esfuerzos de conservación empleados. En este ámbito, se señalan las circunstancias de fundación de los primeros proyectos de ecoturismo que se han fundado en la reserva y se da una reseña breve de los estudios previos respecto a esta temática. Todos estos capítulos se basan en una amplia revisión de fuentes bibliográficas. Finalmente, el enfoque se mueve hacia el trabajo de campo en la región estudiada. El 5 cuarto capítulo inicia con una descripción detallada de la metodología de levantamiento de datos en campo y de su análisis subsecuente. Los tres siguientes subcapítulos presentan los resultados de esta investigación. Primero, se actualiza el estado de conocimiento acerca de la situación de las empresas de ecoturismo, de sus impactos territoriales y de las problemáticas que las afectan; segundo, se detalla quiénes son los actores involucrados en esta actividad y cómo influyen en el ecoturismo; por último, se indaga en las experiencias de la creación de redes entre las empresas de ecoturismo, con la participación de los actores externos. 6 Capítulo 1 Marco teórico-conceptual acerca de la relación entre conservación territorial y turismo El primer capítulo del presente trabajo introduce las bases teórico-conceptuales acerca de tres grandes áreas temáticas que ayudan en la comprensión del objeto de estudios: los actores y redes sociales involucrados en la implementación y el desarrollo de las actividades ecoturísticas en la RBLT en Veracruz, México. En el primer subcapítulo, se discuten las ANP como herramienta esencial para la conservación de los recursos naturales y la aparición del nuevo paradigma de conservación territorial que permite la realización de actividades productivas – entre otras el ecoturismo – dentro de las áreas que se encuentran bajo un régimen de conservación. Como concepto pionero en este contexto se presenta el programa de las RB de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés). En el segundo subcapítulo, se introduce la Ecología Política como enfoque analítico de los actores involucrados en la conservación y, subsecuentemente, en el turismo en las ANP. Aparte de la explicación general del origen y la aplicación de este enfoque, un apartado está dedicado especialmente a las diferentes formas de conflictos que pueden aparecer entre los actores en cuestión. Finalmente, en el tercer subcapítulo, se define el concepto del ecoturismo, iniciando con una explicación del término de turismo sustentable en general y cerrando con una discusión del aspecto de cooperación entre las empresas turísticas como punto clavo para su desarrollo exitoso. La información que forma la base para este capítulo se recopiló a través de una investigación bibliográfica, incluyendo libros disponibles en bibliotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad de Viena y la Universidad de Graz, Austria, y también fuentes accesibles en línea, especialmente artículos de revistas científicas y publicaciones de organizaciones internacionales y nacionales involucradas en la temática. 7 1.1 El nuevo paradigma de la conservación territorial y las reservas de la biosfera La Red Mundial de Reservas de la Biosfera (RMRB) es reconocida como uno de los programas más importantes a nivel internacional dedicados a la conservación de la naturaleza y su uso sustentable (Agardy, 1993). El presente subcapítulo hace una breve retrospección a la historia de las áreas naturales protegidas (ANP) y las problemáticas relacionadas a enfoques tradicionales, que fueron el punto de partida para la introducción del concepto de las RB por parte del programa Hombre y Biosfera (MAB, por sus siglas en inglés) de la UNESCO. Consecutivamente, se da una descripción de la definición original y se relata cómo el concepto se ha ido desarrollando, basado en las experiencias de la implementación del concepto y en relación con cambios generales en las políticas de conservación de los recursos naturales a nivel global. a) Historia de la conservación territorial (hasta 1967) La declaración de ANP es una de las maneras más comunes de conservar los recursos naturales y la diversidad biológica; hoy en día, se aplica en prácticamente todos los países del mundo (Woodley, 1997). Varios expertos lo consideran incluso como la herramienta más eficiente para la conservación (cp. Primack et al., 2001; Shafer, 1990). La idea de establecer reservas naturales no es nueva; ya hace varios siglos la realeza de muchos países solía destinar ciertas áreas naturales exclusivamente para su disfrute personal, especialmente para la caza, y otras fueron protegidas como áreas sagradas (Beltrán, 1975; Fennell, 1999; Prato y Fagre, 2005). Varios autores ponen diferentes fechas como primer establecimiento de una reserva natural. Según Wright y Mattson fue en la India en el tercer siglo a. C. (Talbot, 1984, en Wright y Mattson, 1996), de acuerdo con Furze et al. fue en China en el siglo VI a. C. (Li 1993, en Furze et al., 1996), y Melo (2002) pone una fecha todavía más antigua, citando a Flaschner (1981) quien relata que ya alrededor de mil años a. C. un faraón de Egipto, Akhnatán, había creado una reserva natural. Después de todo, probablemente nunca se podrá decir con exactitud cuándo realmente se creó la primera ANP; los inicios de las ANP modernas, no obstante, establecidas legalmente por parte del estado 8 y abiertas para el público en general1, datan del siglo XIX en los Estados Unidos de América (EE.UU.) cuando se originó un movimiento para proteger como parques nacionales a espacios naturales excepcionales (Connell y Page, 2008; Furze et al., op. cit.). No hay acuerdo entre los diferentes autores que describen dicha etapa sobre las causas de este desarrollo; no obstante, aparentemente dos factores clave fueron, por un lado, la anteriormente desconocida destrucción de la naturaleza en tiempos de la revolución industrial (Sánchez-Vélez, 1987), y por otro lado, la expansión de los estadounidenses hacia el oeste, encontrando lugares de belleza natural extraordinaria (Brennan y Miles, 2003). El primer territorio que fue declarado como ANP por parte del Congreso de los EE.UU. fue Yosemite en el 1864; sin embargo, su administración se traspasó al estado de California, por lo que aún no se le dio el término de parque nacional (PN). El primer PN, finalmente, fue el Yellowstone National Park que se fundó en el año 1872 (Brennan y Miles, op. cit.; Meyer, 1996). El primer país que siguió el ejemplo de EE.UU. fue Canadá con la creación del Rocky Mountain Dominion Park en 1887, que más tarde se renombró en Banff National Park (McNamee, 2003). Los próximos países que siguieron fueron Australia, Nueva Zelanda y África del Sur; a principios del siglo XX otros países se sumaron a la declaración de PN (Mulero, 2002). Conforme pasaron los años, se empezó a profesionalizar el proceso de manejo de los parques; el país pionero en este caso fue Canadá que estableció en el 1911 el Dominion Parks Branch como autoridad dedicada a la administración de los PN, cinco años antes de que en los EE.UU. se fundara el National Park Service (McNamee, op. cit.). También se empezaron a introducir nuevos tipos de ANP aparte de los PN como los monumentos naturales (Mulero, op. cit.) o reservas naturales nacionales que estaban cerradas a visitantes (Beltrán, op. cit.) para dedicarlas únicamente a la preservación de la flora y fauna, en contraste a muchos de los primeros PN que se 1 Aunque teóricamente los parques nacionales desde sus principios estaban abiertos para el público en general, como notan Wright y Mattson (op. cit.) para el caso de los EE.UU., en realidad al principio solo fueron visitados por una pequeña clase alta, ya que la mayoría de la población carecía de tiempo libre y de medios de transporte para desplazarse. Solo poco a poco, con el desarrollo de la clase media y el aumento de personas que tenían su propio automóvil, los parques nacionales se volvieron accesibles para una mayor parte de la población. 9 fundaron principalmente con miras a su uso recreativo (Beltrán, op. cit.; Prato y Fagre, op. cit.). El establecimiento de PN y otros tipos de ANP era un gran paso hacia la conservación de la naturaleza; sin embargo, no importa solo el simple hecho de declarar tales territorios, sino también cómo esto se lleva a cabo, bajo cuáles criterios se eligen las ANP y de qué manera se manejan. En este aspecto, los enfoques tradicionales de conservación territorial tuvieron varias deficiencias. En primer lugar, la idea original era proteger los espacios naturales más excepcionales e impresionantes, o solo ciertas especies carismáticas en peligro de extinción; la conservación de la biodiversidad en general y la integridad de los ecosistemas fueron ignoradas por ese concepto (Bridgewater, 2002; Crofts, 2007; Prato y Fagre, op. cit.). De acuerdo con Job et al. (op. cit.), el enfoque principal en la preservación de paisajes considerados como bellos se extendió desde la creación de Yellowstone hasta los primeros años del siglo XX cuando empezó a surgir la preocupación con la protección de especies emblemáticas que asumió el papel principal en la filosofía de las ANP hasta mediados del siglo, cuando finalmente se empezó a reconocer la necesidad de proteger a ecosistemas en su conjunto. Las ANP fueron vistas de una manera aislada, separadas de sus alrededores (Furze et al., op. cit.; Halvorson, 1996). Ese enfoque no tomó en cuenta que muchas especies de animales, para mantener poblaciones viables, necesitan espacios más grandes que la mayoría de las ANP ofrecen, y de igual manera muchos procesos ecológicos ocurren sobre áreas extensas. Además, resultó ingenua la idea de que, con el simple hecho de declarar un parque o una reserva, un área quedaría libre de cualquier alteración externa. En realidad, las áreas naturales siguen expuestas a efectos adversos de las actividades humanas de diferentes formas, por ejemplo a través de la fragmentación del ecosistema (pérdida de conexión con otras áreas naturales), la introducción de especies invasoras, la transmisión a larga distancia de contaminantes, y, cada vez más obvio en las últimos décadas, el cambio climático global (Woodley, op. cit.). La falencia más importante, sin embargo, fue el hecho de que, si bien la mayoría de las ANP fueron abiertas para el turismo, se ignoró y excluyó por completo la población 10 dentro y alrededor de tales áreas y sus actividades económicas tradicionales – especialmente en los países en vías de desarrollo. Muchas veces, con la creación de parques y reservas, incluso se realojó a la población local en contra de su voluntad y sin ofrecer una compensación adecuada2. No es de extrañar que esas prácticas hayan llevado a conflictos entre las comunidades locales y las autoridades encargadas de la protección. La situación no fue desfavorable solamente para estas comunidades sino también para el mismo objetivo de conservación, ya que muchas veces el resultado era que el ANP simplemente fue ignorada y la población local siguió llevando a cabo sus actividades económicas de manera ilegal (Job y Weizenegger, 1999, en Job y Weizenegger, 2006). Con el tiempo, estos diferentes problemas fueron reconocidos por las autoridades encargadas (Job y Weizenegger, 2006), así que, sucesivamente, la filosofía de la conservación territorial iba cambiando; como ya se indicó más arriba, se empezó a reconocer la importancia de proteger no solo a especies singulares sino a los ecosistemas en su conjunto y de que las ANP deben ser consideradas dentro de su contexto espacial. Finalmente, se llegó a una fase de manejo integral, que permitiría una participación de la población local, inicialmente solo de manera indirecta y top- down, y poco a poco más directa (Job et al., op. cit.). Es en esta fase, que se origina el concepto de las RB que puede ser visto como una respuesta a las diferentes insuficiencias de los enfoques de protección anteriores (Fennell, op. cit.). b) Introducción del concepto de las reservas de la biosfera (1968-1976) El origen del concepto de las RB se puede ver en la Conferencia de la Biosfera organizada por la UNESCO en el 1968, que de acuerdo con Furze et al. (op. cit.), fue el primer evento a esta escala donde se habló sobre una reconciliación del desarrollo humano con la conservación de los recursos naturales, lo que hoy en día se llama desarrollo sustentable. Debido al enfoque primordialmente científico de la UNESCO, el resultado de la conferencia fue el establecimiento de un programa de investigación 2 Esa problemática empezó con el primer PN, Yellowstone, cuya declaración no fue tan romántica como a veces se presenta en la literatura, ya que se desterraron de manera violenta los indígenas Shoshones, nativos en el territorio del parque. En los años siguientes todavía ocurrieron luchas armadas entre los indígenas y los cuidadores del parque que costaron la vida de alrededor de 300 Shoshones (Kempf 1993, citado en Job et al,.op. cit.). 11 intergubernamental, que en el 1971 fue introducido oficialmente como el programa Hombre y Biosfera (MAB, por sus siglas en ingles). El objetivo principal de este programa desde sus inicios ha sido un análisis interdisciplinario – incluyendo tanto las ciencias naturales como las sociales – de las interacciones entre el ser humano y el medio ambiente, con el fin de elaborar una base científica para un mejor manejo de los recursos naturales y, finalmente, para alcanzar un equilibrio entre las necesidades de la humanidad y la conservación de la naturaleza (Mulero, op. cit.; UICN, 1979; UNESCO, 2015a). El MAB inicialmente se compuso de 14 proyectos que trataron diferentes problemáticas de la conservación, por ejemplo, en regiones biogeográficas importantes como las selvas tropicales o las tundras. El proyecto que ha tenido más repercusión, no obstante, fue el proyecto número ocho que llevaba el título “Conservación de las áreas naturales y de los materiales genéticos que contienen“, y que propuso crear una red internacional de ANP bajo criterios completamente nuevas: las RB (Sánchez-Vélez, op. cit.). Dos particularidades de este nuevo tipo de ANP ya iban implícito en su establecimiento por parte del MAB: primero, la importancia del enfoque científico, que se expresó en el hecho de que la conservación debe ir respaldada por el conocimiento, basado en la investigación y en un constante monitoreo; y segundo, el intercambio de experiencias a nivel internacional (UICN, op. cit.). Otro aspecto importante es que las RB no se enfocan en áreas excepcionales sino el objetivo de la red internacional es incluir al menos un ejemplo de cada uno de los principales ecosistemas y provincias biogeográficas del mundo; y que deben ser lo suficientemente grandes para una conservación eficaz (Fennell, op. cit.; UICN, op. cit.). El aspecto más destacado, sin embargo, de acuerdo con Batisse (1993), es la orientación de las reservas hacia tres funciones básicas y la combinación sinérgica de ellas, como lo demuestra Figura 1.1. La primera función es la conservación de los recursos genéticos, de las especies, de los paisajes y de los ecosistemas (tanto terrestres como costeros y marinos o una combinación de ellos), tal como en los enfoques de ANP tradicionales. Lo especial, sin embargo, como ya se había indicado, es la relación de esta conservación con la segunda función: el desarrollo social y económico. Finalmente, hay una tercera función más, el apoyo logístico para la 12 investigación, pero también para proyectos demostrativos y actividades de educación ambiental y de capacitación (UNESCO, 1996). Figura 1.1 Las tres funciones básicas de las reservas de la biosfera Fuente: elaboración propia basada en Batisse, 1993. Figura 1.2 Modelo de la zonificación de las reservas de la biosfera Fuente: elaboración propia basada en Batisse, 1993. Junto con estos criterios, se propuso un diseño de zonificación que hace hincapié en estas funciones y en la comprensión de que las ANP no deben ser vistas separadas de su contexto social y ecológico. Este diseño, como es bosquejado en la Figura 1.2, consiste de tres zonas, una zona núcleo que está estrictamente protegida, solo se permiten actividades poco perturbadoras como la investigación y la educación Función de desarrollo Función de logística Función de conservación Reserva de la biosfera 13 ambiental; una zona de amortiguamiento alrededor de la primera donde se permite el uso de los recursos naturales para actividades económicas, sin embargo, solamente de manera cuidadosa, sin afectar a la zona núcleo y el objetivo de conservación de la reserva; y finalmente una zona de transición, sin fronteras estrictamente definidas, donde no existen restricciones especiales para las actividades económicas, aunque también aquí se pretende ir hacia una gestión de los recursos naturales más sustentable (Batisse, op. cit.; Mulero, op. cit.; UNESCO, op. cit.). La propuesta de una RB debe ser a iniciativa del país donde se encuentra y el Consejo Internacional de Coordinación del Programa del MAB a continuación decide si cumple con los requisitos para ser reconocida e integrada a la RMRB (Mulero, op. cit.). Esta red fue introducida oficialmente en el 1976 cuando se aceptaron 35 RB (UNESCO, 2015b)3. Cabe mencionar que, en la definición del concepto de la RB, éstas no eran determinadas para reemplazar a otros tipos de ANP, sino para respaldarlas y complementarlas (UICN, op. cit.), así que una RB puede contener a otras ANP declaradas anteriormente, por ejemplo a un PN (UNESCO, 1996). Por lo tanto, en la clasificación general de ANP de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), se optó por no asignar una categoría especial a las RB (UICN, 1978). c) Desarrollo de las reservas de la biosfera (1977 hasta la actualidad) Del punto de vista cuantitativo, el concepto de las RB ha sido un gran éxito. Hasta enero del 2015 la RMRB ha crecido a un número de 631 reservas en 119 países (UNESCO, 2015a). México, con 41 reservas notablemente ocupa el tercer lugar de todos los países (datos para 2015), ex aequo con Rusia, sobrepasado solo por España y EE.UU.; estos dos países cada uno han declarado 47 reservas. Mientras que muchas de las reservas en esta lista ya tuvieron un estado de conservación anterior (por ejemplo, la cuna de la protección territorial moderna, el PN Yellowstone, también está incluida, UNESCO, 3 Las primeras RB en la RMRB eran Luki y Yangambi en la República Democrática del Congo; Beinn Eighe, Braunton Burrows y Biosffer Dyfi en el Reino Unido; Cuenca del Río Tara en Montenegro, Sakaerat en Tailandia, Bañados del Este en Uruguay y un total de 27 reservas en los EEUU (UNESCO, 2015b). 14 2015b), otros se crearon como nuevas ANP y varios países adoptaron el concepto de la RB en su propia legislación ambiental (Mulero, op. cit.; UNESCO, 1996). Durante los ya más de 40 años desde su primera proclamación, el concepto de las RB se ha ido desarrollando, tanto con respecto a su aplicación práctica como a su orientación teórica. En cuanto a la implementación, ha probado ser un concepto flexible, cosa que resulta indispensable dadas las grandes complejidades y diferencias de contextos de ANP en todo el mundo y en los diferentes tipos de ecosistemas. Por ejemplo, en áreas donde prácticamente no hay población humana, se pueden establecer grandes zonas núcleo, y las zonas de amortiguamiento como de transición son de menor importancia; al contrario, en regiones densamente pobladas solo quedan muy pocas áreas pequeñas que no son ocupadas por el ser humano de alguna manera, y donde el objetivo principal de conservación es el paisaje cultural tradicional (Batisse, op. cit.). Al igual, las zonas no siempre tienen que ser necesariamente distribuidas de manera casi concéntrica, como en el modelo original (UNESCO, 1996), sino también puede haber, por ejemplo, varias zonas núcleo y de amortiguamiento dentro de una misma RB (UNESCO, 2015b). Esta gran flexibilidad, de acuerdo con Mulero (op. cit.), ha sido una de las razones por la aceptación del concepto y de su amplia distribución a nivel mundial. No obstante, a pesar de toda esta flexibilidad tampoco se deben dejar a un lado los principios básicos de las RB. Justamente esto ha sido un problema durante los primeros años de existencia del concepto cuando las funciones de desarrollo humano y de logística solo jugaron un papel secundario al lado de la función de conservación, o fueron ignoradas por completo, y el reconocimiento como RB fue visto más bien como un signo de calidad de reservas naturales ya existentes (Batisse, op. cit.; Furze et al., op. cit.; Mulero, op. cit.). A partir de los años 80, el MAB se empezó de ocupar de esta problemática, y como resultado del Primer Congreso Internacional para las RB que se celebró en el 1983 en la capital bielorrusa Minsk, en el año siguiente se publicó un Plan de Acción para las RB que aspiró a más acciones concretas en cuanto a la vinculación del desarrollo humano con la conservación (Mulero, op. cit.). 15 Al mismo tiempo, empezando en los años 80, el enfoque de relacionar la conservación ecológica con el desarrollo se volvió central en el discurso global sobre el desarrollo sustentable (DS)4, que fue inspirado también en los debates acerca de los límites del crecimiento y de la realización que el desarrollo económico no se podrá mantener a largo plazo sin un tratamiento cuidadoso de los recursos naturales (Kruk et al., 2007a). En particular, el término del DS fue marcado por el informe “Nuestro futuro común” de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que lo definió como un desarrollo que “(…) satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.” (ONU, 1987: 59). Implícito en la noción del DS son tres dimensiones entre las cuales se pretende establecer un equilibrio, la dimensión ecológica, la social y la económica (PNUMA y OMT, 2005). En el 1992 se organizó en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) que dio como resultado la Agenda 21, un plan de acción para la implementación del DS que fue firmado por la gran mayoría de los países del mundo (Connell y Page, op. cit.) y que recalcó, entre otras cosas, la importancia de involucrar a la población local en el proceso de toma de decisiones para proyectos de DS (Furze et al., op. cit.). Otra importante declaración que fue firmada en Río en ese año fue la Convención sobre la Diversidad Biológica que, en su artículo ocho, subraya el papel fundamental de las ANP (Mulero, op. cit.) y cuyos principales objetivos – la conservación de la biodiversidad, su uso sustentable y la distribución 4 Varios autores hispanohablantes, como Enríquez et al. (2015) y Fernández y Gutiérrez (2013), hacen una diferencia entre los términos “sustentable” y “sostenible”. Para Enríquez et al. (op. cit.:10), por ejemplo, “sostenible” es orientado hacia el crecimiento económico mientras que “sustentable” presenta el concepto más ecológico, holístico y participativo. Sin embargo, esta diferenciación no es aplicada universalmente y existe una amplia gama de interpretaciones de los dos términos. Además, crea confusión a la hora de integrar a la discusión literatura en inglés, hoy en día sin duda el idioma con más publicaciones acerca del tema, donde solo existe el adjetivo sustainable; la situación es similar en otros idiomas, en alemán, por ejemplo, se usa universalmente la palabra nachhaltig, la cual fue acuñada ya a principios del siglo XVIII con respecto al aprovechamiento razonable y previsor de los recursos forestales (von Carlowitz, 1713). Por lo tanto, en este trabajo se opta por usar un solo término (sustentable) para abarcar toda la discusión al respecto y no crear confusiones innecesarias. 16 equitativa de los beneficios que resultan del uso de los recursos naturales – se ven reflejados en el enfoque del MAB (UNESCO, 1996). También en el 1992, en Caracas, la UICN organizó el IV Congreso Mundial de Parques Nacionales y Áreas Protegidas, donde se reunieron gerentes de diferentes tipos de ANP de todo el mundo. En el congreso se reconoció que, en enfoques tradicionales de conservación, la dimensión social ha sido a menudo ignorada, y se publicó la Declaración de Caracas que llamó a las administraciones de ANP en general a adoptar principios de responsabilidad social y de armonía entre desarrollo humano y conservación de la naturaleza, similar al enfoque de las RB, como base para un manejo exitoso (UICN, 1993; UNESCO, op. cit.). Mientras que, como lo demostraron los párrafos anteriores, muchas de las ideas concebidas con la introducción del concepto de los RB en los años 70, recibieron reconocimiento en foros internacionales más amplios, la UNESCO trabajó en una renovación de la RMRB, para cumplir mejor con sus objetivos originales y para responder a las nuevas pautas del DS a nivel global, propuestas por la CNUMAD. Así, en el 1993, el Consejo Internacional de Coordinación del MAB manifestó el interés de que las RB sean áreas piloto para la aplicación y el estudio de los objetivos de la Agenda 21 (Mulero, op. cit.). Estas acciones finalmente concluyeron en una nueva estrategia para las RB, denominada Estrategia de Sevilla, que fue elaborada durante la Segunda Conferencia Internacional de Reservas de la Biosfera, organizada por la UNESCO en Sevilla en el 1995. En la conferencia se revisaron las experiencias que habían tenido las RB en todo el mundo y se concluyó que, a pesar de diferentes problemas y limitaciones, en general la RMRB ha sido exitosa en trabajar hacia la armonía entre el desarrollo humano y el cuidado de la naturaleza (Mulero, op. cit.; UNESCO, op. cit.). Al igual, se subrayó el nuevo papel para las RB, postulado por el MAB en el 1993: … la comunidad global también necesita ejemplos de trabajo que sintetizan las ideas de la CNUMAD para promover tanto la conservación como el desarrollo sustentable. Estos ejemplos solo pueden funcionar si expresan todas las necesidades sociales, culturales, espirituales y económicas de la sociedad y con base en una investigación sólida. Las 17 Reservas de la Biosfera ofrecen tal forma de ejemplo. En lugar de ser islas en un mundo cada vez más afectado por graves impactos humanos, pueden volverse arenas para la reconciliación de los humanos y la naturaleza (…) no solo serán un medio para la gente que vive y trabaja en ellas o alrededor de ellas, para alcanzar una relación balanceada con el mundo natural, sino también contribuirán a las necesidades de la sociedad a gran escala, mostrando un camino hacia un futuro más sustentable. (UNESCO, op. cit.: 5, traducción propia). Para alcanzar este objetivo ambicioso, la Estrategia de Sevilla, mientras que mantuvo la estructura básica de las RB con su zonificación y sus tres funciones principales, propuso varias medidas para renovarlas y hacerlas más eficientes. La estrategia llamó a una intensificación de la investigación científica, del monitoreo, de la capacitación y de las acciones de educación, una administración más abierta a la participación de la comunidad local, un mejor reconocimiento de la diversidad cultural y de los conocimientos tradicionales sobre la conservación y un fortalecimiento de redes regionales, interregionales y temáticas de RB5, como parte de la RMRB. Además, se pusieron criterios más claros para el establecimiento de nuevas RB (cumplir con el sistema de zonificación, tener dimensiones suficientes para cumplir con las tres funciones básicas, tener un plan de gestión y una institución encargada de su aplicación y de la coordinación de la función logística de la reserva, entre otros) y un mecanismo de revisión y evaluación si las reservas dentro de la RMRB cumplen con estos criterios (Mulero, op. cit.; Price, 2002; UNESCO, op. cit.). La estrategia fue aprobada por la Conferencia General de la UNESCO y, en el 2008, reafirmada en el Tercer Congreso Internacional de Reservas de la Biosfera en Madrid, donde se propuso un nuevo Plan de Acción, basado en la Estrategia de Sevilla, enfocado en el continuo desarrollo de las RB como lugares de aprendizaje para los diferentes actores involucrados para trabajar en conjunto en la realización de los principios globales del DS en la práctica local, tomando en cuenta particularmente los desafíos del cambio climático y de la urbanización acelerada (UNESCO, 2008). 5 Hasta la fecha se han creado diez redes dentro del MAB, entre ellos la Red MAB Ibero-Americana (IberoMAB), a la que pertenecen 22 países de Latinoamérica (incluyendo México) y del Caribe y también España y Portugal (UNESCO, 2015a). 18 Al igual, en el congreso se argumentó que las RB pueden contribuir a otros convenios, programas y estrategias, propuestas por las Naciones Unidas en los últimos años, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los Objetivos de Biodiversidad 2010, Educación Para Todos, el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible, entre otros . Los enfoques prácticos del Plan de Acción de Madrid son ordenados de acuerdo con cuatro ejes principales, primero cooperación, manejo y comunicación, segundo mejoramiento del carácter integral de las tres zonas de las RB, tercero investigación y capacitación y cuarto el establecimiento y fortalecimiento de colaboraciones con otros actores (ibíd.). 1.2 Actores y redes sociales involucrados en las áreas naturales protegidas, un enfoque desde la Ecología Política El abordaje de acuerdo con la (EP) como eje principal de análisis se eligió debido a su utilidad para la presente investigación, con su énfasis en los actores y en las diferentes escalas de análisis, así como su postura crítica y socialmente comprometida, entre otros factores. Sin embargo, cabe mencionar que comparte su objeto de estudio de las relaciones entre medio ambiente y sociedad con varios otros enfoques, disciplinas y escuelas (como la Antropología Ambiental, la Sociología Ambiental, la Ciencia de la Sustentabilidad, la Economía Ambiental (Bridge et al., 2015a), la land-change science (cp. Brannstrom y Vadjunec, 2013), el estudio de sistemas socio-ecológicos (cp. Ostrom y Cox, 2010) y la Gobernanza Ambiental6, entre otros) de los cuales algunos han hecho aportaciones valiosas para el estudio de las ANP mexicanas, por lo que sus resultados también se tomaron en cuenta para el segundo capítulo del trabajo. El presente subcapítulo inicia con una introducción general de la EP, destacando su historia, su 6 El entrecruzamiento más fuerte con la EP se pudo encontrar con el campo de la Gobernanza Ambiental que también está enfocada en el estudio de los actores involucrados en la conservación, bajo las pautas de los estudios de Gobernanza en general, en su mayoría enfocados en la descentralización y una nueva definición de los papeles entre gobierno, mercado y sociedad civil. Para una conceptualización de la Gobernanza en general y de la Gobernanza Ambiental, véase Bulkeley (2005), Stoll-Kleemann et al. (2006), Brown (2009), Cohen (2011), Evans (2012), y Brenner y Rosales (2015), y para su aplicación en el ámbito mexicano, por ejemplo, Hogenboom (2004), Paré y Fuentes (op. cit.), Brenner y Vargas (2010), Porras (2012), Cohen (2013), y Martínez y Espejel (2015). 19 relación con la Geografía, así como algunas conceptualizaciones pertinentes para la problemática en cuestión, haciendo hincapié en el tema de los conflictos en torno de la conservación y el uso de los recursos naturales. a) Origen e influencias de los estudios de Ecología Política El ámbito en el que se originó este enfoque de investigación fue influenciado por el Zeitgeist intelectual y político de los finales de los años 60 y 70, caracterizado por los movimientos ambientalistas en América del Norte y Europa (Bridge et al., op. cit.). El debate emergente en este tiempo sobre el deterioro del medio ambiente y los recursos naturales limitados fue caracterizado en gran parte por una comprensión neo- maltusiana y explicaciones simplistas, como la explosión demográfica en los países del así llamado tercer mundo7 (Bridge et al., op. cit.; Brenner y Hüttl, 2009). Como escribe Robbins (2012), estas nociones supuestamente objetivas y apolíticas, como la “sobrepoblación” o también la “modernización” como dirección universal de desarrollo, en realidad son implícitamente políticas, debido a que sugieren soluciones que no ponen en cuestión las relaciones de poder y las condiciones de mercado globales que influyen en el nivel local. En los años setenta del siglo XX, el geógrafo marxista David Harvey fue uno de los primeros académicos quien criticó este análisis insuficiente que no toma en cuenta las causas subyacentes de los problemas ambientales, y cuestionó su objetividad y sus implicaciones éticas (Bridge et al., op. cit.; Brenner y Hüttl, op. cit.; Harvey, 1974). La EP como tal se fundó a mediados de los años ochenta con los trabajos de los geógrafos anglófonos Michael Watts (Food, Famine and Peasantry in Northern Nigeria, 1983), Piers Blaikie (The Political Economy of Soil Erosion, 1985) y Harold Brookfield (Land Degradation and Society, 1987, editado junto con Piers Blaikie), como corriente científica alternativa a las “ecologías apolíticas” (Brenner y Hüttl, op. cit.; Bridge et al., op. cit.; Gregory et al., 2009). A principios, los estudios de EP fueron influenciados principalmente por la Economía Política neomarxista, la Ecología Cultural y la Antropología Ecológica (Gregory et al., 7 Brenner y Hüttl (op. cit.) mencionan, por ejemplo, los trabajos de Meadows et al. (1972), Heilbroner (1974) y Ophuls (1976). 20 op. cit.). Más adelante la discusión se amplió hacia aportaciones del neoweberianismo, del ecofeminismo, de la teoría de los nuevos movimientos sociales, del posestructuralismo y de la teoría de los discursos (Brenner y Hüttl, op. cit.; Bryant y Bailey, 1997). La EP creció fuertemente y, mientras que en países como Gran Bretaña, Alemania, España y México los académicos dedicados a trabajos de esta índole todavía se encuentran en minoría, en Estados Unidos hoy en día es el paradigma principal para los geógrafos estudiando las relaciones entre la sociedad y el medio ambiente (Bridge et al., op. cit.; Krings, 2008). No obstante, la EP no es dominio exclusivo de la Geografía, sino es de carácter multidisciplinario, ya que también fue adoptada por antropólogos, sociólogos, historiadores ambientales, biólogos, y politólogos, entre otros (Brenner y Hüttl, op. cit.; Gezon y Paulson, 2004; Robbins, op. cit.). De esta manera, la EP amplió su campo de interés (por ejemplo, ya no solamente se estudian temáticas relacionadas al “tercer mundo” sino también la situación ambiental en los países europeos y norteamericanos, cp. Blaikie, 2012; Krings, op. cit.) y sus abordajes teóricos; y se originaron variaciones específicas como la EP urbana que se enfoca en cuestiones socio-ecológicas con respecto a las grandes aglomeraciones, la EP posestructuralista y la EP feminista (Krings, op. cit.; Rocheleau, 2008) que, como escribe Rocheleau (2004: 345) “(…) considera el género como una variable crítica que conforma el acceso a los recursos y su control.”. b) Acercamientos para el análisis de las relaciones entre sociedad y naturaleza Debido a su gran crecimiento en diferentes direcciones, varios autores, como Brenner y Hüttl (op. cit.) y Toledo et al. (2013) concuerdan que la EP en la actualidad no puede ser vista como una teoría coherente; Leff (2003) la denomina más bien un “campo teórico- práctico en construcción” y Robbins (op. cit.) la define como una “comunidad de práctica”, donde incluye también a grupos fuera de la academia como escritores, filmadores, blogueros, ONG y grupos de activistas. Coy y Krings (2000) argumentan que los investigadores de EP evitan a propósito la postulación de generalizaciones y teorías globales, debido a la importancia que se les da a las diferencias regionales en los procesos socio-ambientales. Sin embargo, sí existen algunas características que distinguen a la EP de otros enfoques, en primer lugar, su convicción primordial de no 21 aceptar los análisis superficiales que solo culpan a las fuerzas locales por el deterioro ambiental, sino investigar como los hechos en el nivel local son influidas por relaciones sociales, económicas y políticas a diferentes escalas, hasta la escala global (Robbins, op. cit.; Walker, 1998, citado en Bixler, 2013). La EP trata de analizar el medio ambiente politizado, viéndolo como una arena en la que los diferentes actores compiten por acceso a y control sobre los recursos naturales (Brenner y Hüttl, op. cit.; Vaccaro et al. 2013, con base en Bryant y Bailey, 1997), lo cual resulta en una distribución desigual de los costos y beneficios que conlleva el cambio ambiental (Guzmán et al., 2013). En este ejercicio, la EP “(…) trata de identificar las relaciones estructurales del poder y, en particular, la desigualdad en cuanto a los recursos (económicos, legales, administrativos, etc.) de que disponen los actores.” (Brenner y Hüttl, op. cit.: 325; cp. también Krings, op. cit.; Robbins, op. cit.). Para poder realizar este tipo de investigación, gran parte de los estudios de EP se basan principalmente en métodos cualitativos de trabajo de campo, sobre todo etnográficos, debido a la convicción de que solamente así las relaciones entre sociedad y naturaleza pueden ser analizadas a profundidad. Muchas veces, este enfoque cualitativo se combina con métodos cuantitativos. Además, muchos estudios de EP incluyen un análisis histórico para poder comprender como se formaron las relaciones sociales y económicas relacionadas con el uso local de los recursos en el tiempo (Bridge et al., op. cit.; Coy y Krings, op. cit.; Walker, op. cit.). De esta manera, la EP revela quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores en el conflicto sobre el uso de los recursos naturales, lo que muchas veces significa tomar partido a favor de los desfavorecidos, con la convicción de que una posición de supuesta neutralidad en realidad favorece a los actores poderosos (Blaikie, 1985, citado en Forsyth, 2008; Blaikie, 2012). Además, la EP, aunque normalmente no se involucra en discusiones e ideas sobre una sociedad ecológica utópica (Bridge et al., op. cit.), sí argumenta que hay mejores maneras de aprovechamiento de los recursos naturales – menos explotadores, menos coercitivos, y más sustentables (Robbins, op. cit.). Partiendo de estas dos convicciones, desde sus principios, ha sido un aspecto distintivo de la EP el deseo de no solo investigar y analizar los problemas ambientales dentro de la ‘torre de marfil’ de las instituciones académicas, sino también trabajar activamente en 22 su solución (Blaikie, op. cit.; Bridge et al., op. cit.). En gran parte, esto significa apoyar a actores de la sociedad civil luchando por una mejor conservación ambiental y justicia social (Bryant y Bailey, op. cit.); Blaikie (op. cit.), sin embargo, exige que los académicos involucrados en estudios de EP también busquen el contacto con –como él las llama– “las instituciones del desarrollo”, con el objetivo de realmente poder lograr un cambio, pero siempre manteniendo un punto de vista crítico. En este contexto, el término de poder es de suma importancia para los estudios de EP. Se refiere principalmente a la posibilidad de los actores de actuar de una cierta manera, relacionado al acceso a y el control sobre los recursos naturales (Bryant y Bailey, op. cit.; Job y Weizenegger, op. cit.; Leff, op. cit.)8. La EP analiza tanto las dinámicas de poder en las interacciones cotidianas a nivel local como en los niveles espaciales donde se deciden las políticas ambientales, por ejemplo, a través de la asignación de recursos económicos para ciertos proyectos. El poder, sin embargo, también tiene dimensiones ‘no-materiales’, sobre todo en cuanto a la creación y difusión de discursos acerca del cambio ambiental (Bixler et al., 2015; Bryant y Bailey, op. cit.; Gezon y Paulson, op. cit.). Las relaciones entre los actores que resultan de estas dinámicas de poder pueden ser, como escriben Rocheleau et al. (op. cit.: 358) “(…) de conflicto, cooperación, complementarias o de coexistencia.”. Para poder analizar las estructuras sociales complejas que subyacen en el uso local de los recursos naturales, la EP pone énfasis en identificar a los actores que influyen en éste directa o indirectamente, y de analizar cuáles son sus intereses y estrategias que explican su manera de actuar. La definición del término actor en los estudios de EP suele ser amplia y abarca tanto individuos como actores colectivos (grupos sociales, instituciones y organizaciones) (Brenner y Hüttl, op. cit.; Hartwig, 2008; Job y Weizenegger, op. cit.). En el centro de atención, como escriben Gregory et al. (op. cit.) están los “gerentes de la tierra” (land managers) a nivel local que están influenciados 8 Cabe mencionar en este contexto que en los estudios en torno al empoderamiento, Díaz (2011) resume que se pueden distinguir cuatro concepciones del término poder: primero el “poder sobre”, para obligar a alguien o a un grupo a actuar de cierta manera; segundo el “poder interno”, que tiene que ver con la autoconfianza de los actores de exigir sus derechos; tercero el “poder con” o “poder de convocatoria” que se refiere a la capacidad de convocar a otros actores a perseguir objetivos en común; y cuarto el “poder para” que tiene que ver con las capacidades en general de “… tomar decisiones importantes, resolver problemas, desarrollar nuevas alternativas …” (Díaz 2011:81). 23 por estructuras externas. Los principales grupos que influyen desde fuera, para Bryant y Bailey (op. cit.), son las empresas, las organizaciones no gubernamentales, y el estado. Este último, sin embargo, no debe ser visto como un monolito, sino debido a la división de las diferentes funciones del gobierno en dependencias separadas (en la mayoría de los países del mundo) también existen intereses opuestos y conflictos dentro del grupo de actores gubernamentales. Figura 1.3 Actores según escalas de análisis de la EP Fuente: elaboración propia con base en Krings, 2008. 24 Figura 1.4 Modelo de análisis de la EP Nota: en el original de esta figura, alrededor se encuentra otro círculo que representa las teorías que se aplican en el análisis. Fuente: elaboración propia con base en Hartwig (2007, citado en Hartwig, 2008). En cuanto a la dimensión espacial, por lo tanto, la distinción principal en los estudios de EP se hace entre los actores basados en el lugar y los no basados en el lugar. En muchos casos, sobre todo en investigaciones de índole geográfica, los actores externos se diferencian además de acuerdo con los niveles regional, nacional e internacional o global como se demuestra en las Figuras 1.3. y 1.4 (Brenner y Hüttl, op. cit.; Hartwig, op. cit.; Krings, op. cit.; Job y Weizenegger, op. cit.); Krings (op. cit.) incluso diferencia otro nivel subordinado al nivel local, el nivel de los hogares. Los efectos de las acciones de los tomadores de decisiones a nivel local, como escriben Gregory et al. (op. cit.), están relacionados con las otras escalas espaciales a través de “cadenas de explicación”. Cabe destacar, que un mismo tipo de actor puede tener presencia en diferentes niveles espaciales (Job y Weizenegger, op. cit.), por ejemplo, con respecto a representantes locales o regionales de organizaciones gubernamentales y no 25 gubernamentales. Tanto Coy y Krings (op. cit.) como Hartwig (2007, citado en Hartwig, 2008) destacan como un aspecto particular del análisis además el marco estructural- institucional en el que se encuentran envueltos los actores en cada escala espacial (véase Figura 1.4). c) Conceptualización de los conflictos relacionados a la conservación El apartado anterior demuestra cómo se pueden identificar los actores relacionados a las problemáticas en las ANP y la posible aparición de conflictos entre estos. Este apartado propone acercamientos para analizar y comprender estos conflictos desde un punto de vista geográfico. En el ámbito del ecoturismo que se trata en el capítulo siguiente, los conflictos entre los actores involucrados pueden frenar el desarrollo turístico deseable, ya que pueden causar pérdida de confianza, retraso de proyectos, rebasamientos de finanzas, cuotas legales, y la pérdida de dinero y de posibles oportunidades (Murphey y Murphey 2004). Sin embargo, sería equivocado ver los conflictos solo como algo negativo que se debe de evitar necesariamente. Los geógrafos Stamm y Aliste (2014) -con base en la concepción del sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918)- argumentan que el conflicto no debe ser tratado como un problema sino como “(…) un elemento positivo, constitutivo e ineludible en las relaciones sociales (…)”, y que “(…) puede ser factor de equilibrio social, de regulación social, de socialización.” (Stamm y Aliste, op. cit.: 69)9. En cuanto a la resolución de conflictos, Balvín (2005), representante de una ONG involucrada en la resolución de conflictos socio-ambientales, propone que se tienen que tomar en cuenta tres componentes básicos: los actores (con sus intereses), las incompatibilidades (que puedan resolverse) y las acciones. El término de incompatibilidades se refiere a los diferentes intereses que existen en torno al uso de 9 Para el caso de destinos turísticos, los conflictos pueden animar a los actores a buscar nuevas soluciones y vías de desarrollo, impidiendo de esta manera una estagnación del desarrollo turístico (Murphy y Murphy, op. cit. con base en Montgomery, 1986). Muchas veces, los conflictos relacionados al turismo tienen que ver con injusticias y relaciones de poder no equitativas. Para la EP, es de interés sobre todo el acceso, el control y la propiedad de los recursos naturales y la distribución de los beneficios y también de los costos de los cambios de las condiciones ambientales. Estudios de esta índole pueden apoyar en un manejo responsable de áreas turísticas – incluyendo las ANP donde se practica el turismo – tratando de identificar vías prácticas para trabajar con los actores de una manera equitativa y de obtener soluciones ambiental y socialmente sustentables (Murphy y Murphy, op. cit.; Stamm y Aliste, op. cit.). 26 los recursos y que dan origen a las acciones de las partes involucradas. Para resolver el conflicto es de suma importancia tener claro estas incompatibilidades las cuales se basan en los intereses de los actores involucrados. Estos intereses dependen de la manera como los actores perciben la realidad, y de los sentimientos, opiniones y prejuicios que se forman con base en estas percepciones. Para poder resolver los conflictos, por lo tanto, es necesario identificar estos elementos subjetivos e intentar de alcanzar una mayor flexibilidad de los puntos de vista de los actores involucrados, permitiendo de esta manera un acercamiento en cuanto a las incompatibilidades (Balvín, op. cit.). Carpenter y Kennedy (1988, citados en Fundación Futuro Latinoamericano, 2013) mencionan como características importantes que se tienen que tomar en cuenta en la comprensión de conflictos además el hecho de que los actores involucrados tienden a crear “estereotipos” acerca de los otros, lo cual refuerza su percepción negativa de los intereses opuestos; y de que la comunicación entre las partes involucradas muchas veces es muy limitada y de poca calidad. No obstante, estos factores de carácter más bien psicológico no son los únicos que se necesitan para comprender a fondo los conflictos. Como escribe el geógrafo social Reuber (1999) es importante identificar las “reglas de juego” bajo las cuales actúan las partes involucradas y de tener en cuenta el marco institucional y social que influye en estas reglas. Hacer visible estas reglas de juego y los mecanismos de poder que están inherentes en ellas (Bourdieu, citado en Reuber, op. cit.), puede contribuir a mejorar las posibilidades de una moderación de conflictos justa y equitativa y de aumentar la capacidad de los afectados para participar exitosamente en la toma de decisiones (Reuber, op. cit.). Finalmente -sobre todo para un estudio geográfico- se deben incluir dos componentes fundamentales para la comprensión de la conflictividad: el espacio y el tiempo. El espacio influye en los conflictos y, al mismo tiempo, es transformado por ellos. Con base en el trabajo del filósofo y sociólogo Raymond Aron (1984), Stamm y Aliste (op. cit.) definen que el espacio puede ser el soporte de las relaciones conflictivas o el teatro donde acontece el conflicto. Puede ser, no obstante, también el motivo mismo del conflicto entre los actores que tratan de apropiarse de él. En este sentido, el conflicto contribuye a procesos de de-territorialización, territorialización y re-territorialización. 27 Parte esencial del análisis, desde luego, es analizar las nuevas condiciones de territorialidad que se producen. De Echave et al. (2009, citado en Morales, 2015) definen que existen espacios de escasa conflictividad, de conflictividad permanente de baja intensidad, de estallido y negociación, y de alta conflictividad. Estas consideraciones acerca del papel del espacio revelan también el papel importante del tiempo, ya que los cambios relacionados a los conflictos no acontecen de un día para otro sino son resultado de un proceso. En su trabajo acerca de una investigación de conflictos relacionados al espacio (raumbezogene Konfliktforschung), Reuber (op. cit.), por lo tanto, menciona como una de las herramientas de interpretación principales la biografía de conflictos. Esta biografía reconstruye cronológicamente el conflicto y demuestra la duración y la intensidad en sus diferentes fases. Figura 1.5 El desarrollo del nivel de conflictividad en el tiempo Fuente: elaboración propio con base en Fundación Futuro Latinoamericano (2013). La Figura 1.5 esboza un posible desarrollo con el tiempo de un caso generalizado de un conflicto. Este desarrollo depende tanto de las acciones de los actores mismos como de influencias externas. Como revela Murphy (1983, citado en Morera y Miranda, 2015) en cuanto a conflictos entre actores del turismo convencional y las comunidades locales, por ejemplo, la conflictividad a menudo aumenta conforme con el crecimiento del turismo hasta que se haya alcanzado el límite de capacidad de carga social. Al principio surgen resentimientos que, con el tiempo, se desarrollan hacia interacciones negativas 28 y un conflicto abierto. Cabe mencionar que hay diferentes resultados de conflictos, dependiendo de la manera como se maneja la confrontación entre las partes involucradas. 1.3 El ecoturismo como parte de las estrategias de conservación En este subcapítulo se especifica el ecoturismo como una actividad que reúne los objetivos de conservación ambiental y desarrollo económico de la población local y que está apto para ser aplicado en las ANP. Al inicio se relata como se originó este concepto en el marco de las discusiones acerca del turismo alternativo y cómo, más adelante, se incluyó en el campo más amplio del turismo sustentable. A pesar de su perspectiva prometedora, el concepto frecuentemente ha sido aplicado de una manera errónea, lo que ha causado daños en el medio ambiente y en las comunidades locales. Por lo tanto, en el segundo apartado del subcapítulo, se intenta definir qué es un ecoturismo genuino, resaltando el papel sumamente importante de la educación ambiental e introduciendo el concepto del ecoturismo comunitario. El último apartado demuestra cómo la cooperación entre las empresas que forman parte de un destino turístico es un requisito indispensable para su sustentabilidad económica. a) Origen y contexto del concepto El turismo puede ser una herramienta para lograr una relación armónica entre el desarrollo humano y la conservación de la naturaleza, pero también puede tener efectos negativos para la sociedad y el medio ambiente. En cuanto a los efectos ambientales, se pueden mencionar, entre otros, el estorbo de la vida silvestre, la destrucción de la vegetación debido a la construcción de edificios e infraestructura para el turismo, y como consecuencia, la erosión del suelo, el aumento del ruido y de la contaminación del agua y del aire. Con respecto a los efectos sociales y socio-económicos, en la literatura se mencionan el reasentamiento de la población local a causa de megaproyectos de infraestructura turística, el uso exagerado de los recursos naturales como el agua, afectando el abastecimiento para las necesidades locales, el abandono de prácticas económicas tradicionales relacionado a una creciente dependencia del turismo como actividad económica principal, el aumento de la delincuencia y de la prostitución, el 29 incremento de la inflación y de la desigualdad (entre los que se benefician del turismo y el resto de la población), el efecto demostrativo que causa que las personas locales desean adaptar el estilo de vida de los turistas, y relacionado a eso, la erosión de las tradiciones culturales (Hunter y Green, 1995; Farrell y Runyan, 1991; Fennell, op. cit.; Ibáñez y Rodríguez, 2012; Kruk et al., 2007a; Mowforth y Munt, 2003; Nim, op. cit.; Stonich, op. cit.; Telfer y Sharpley, 2008)10. Los efectos pueden ser de corto o de largo plazo, y pueden darse en diferentes escalas espaciales, desde lo local hasta lo global; por ejemplo, la contribución del turismo al efecto invernadero11. Muchas veces son difíciles de detectar, sobre todo los efectos que causan cambios culturales, ya que no es fácil distinguir qué se debe a la influencia del turismo y cuáles son efectos de la globalización en general (Hunter y Green, op. cit., Kruk et al., op. cit.). En la investigación acerca del turismo, los primeros trabajos acerca de estos efectos ambientales y sociales aparecieron en los años 70 del siglo XX como los trabajos de Doxey (1975: A causation theory of visitor-resident irritants: methodology and research inferences), Budowski (1976: Tourism and Environmental Conservation: conflict, coexistence, or symbiosis?) y Krippendorf (1977: Les dévoreurs des paysages) (Fennell, op. cit.; Mowforth y Munt, 2003). Como reacción a esta realización de los efectos negativos del desarrollo convencional del turismo, a partir de finales de los años 70 y en los años 80 se empezaron a buscar nuevas maneras de practicar el turismo, menos dañinas para el entorno. Estos nuevos tipos de turismo de baja escala -entre ellos el ecoturismo- se pueden englobar bajo el término turismo alternativo (Jafari, 2001). De acuerdo con Weiring y Neil (1999) es un turismo donde el visitante valora y respeta la naturaleza y la comunidad local del lugar adonde llega y que permite tanto al turista como a los anfitriones disfrutar de interacciones positivas y valiosas y de experiencias compartidas. No obstante, dentro 10 Cabe mencionar que, a pesar de esto, el turismo todavía a menudo se sigue vendiendo como ‘industria sin chimeneas’, por ejemplo por parte de actores gubernamentales (cp. por ejemplo una declaración reciente del gobierno del estado de Chiapas, ICOSO Chiapas, 2016) e incluso por académicos (cp. Madrid, 2013). 11 A nivel global, de acuerdo con un estimado de OMT, PNUMA y OMM (2008), en el 2005 el turismo causó el 5 % de las emisiones humanas de CO2. El aspecto más dañino para el medio ambiente, en este contexto, es el transporte en avión que causa el 40 % de todas las emisiones de CO2 relacionadas al turismo, a pesar de que solo 17 % de los turistas usan este medio de transporte. El transporte en carro es responsable para 32 % de las emisiones y otros medios de transporte para 3 %; el resto se reparte en otras áreas relacionadas al turismo como los servicios de alimentación y hospedaje. 30 de poco tiempo, se mostró que el turismo alternativo no podía ser realmente una alternativa adecuada para el turismo convencional; primero, porque siendo de escala baja, no puede ser un reemplazo para el turismo de masas (Telfer y Sharpley, op. cit.; Weaver, 2006); y segundo, porque se mostró que muchas veces el turismo alternativo fue mal manejado y tuvo de igual manera efectos adversos (Fennell, op. cit.; Moscardo, 2008). Por lo tanto, como relata Jafari (op. cit.), a partir de finales de los 80 había un nuevo cambio en los estudios acerca de la relación entre el turismo con la sociedad y el medio ambiente. El nuevo objetivo desde este momento ha sido encontrar mejores vías de desarrollo –aumentando los beneficios y disminuyendo los efectos adversos– para todas las formas de turismo, sin importar si se trata de un turismo de masas convencional o de un turismo alternativo de escala baja. Este cambio de enfoque coincidió con la apariencia de un nuevo paradigma en las ciencias y las políticas públicas que se ha introducido rápidamente en la Geografía y los estudios relacionados con el turismo, el DS (cp. subcapítulo 1.1). La necesidad de incluir los criterios del DS en la práctica del turismo se ve reflejada, por ejemplo, en la Agenda 21, la cual contiene varias exigencias específicas relacionadas al turismo. El documento llama a que el sector debería “ayudar a alcanzar una vida sana y productiva en armonía con la naturaleza” y “basarse en modelos de producción y consumo sustentables”. Además, subraya la importancia de la participación de la población local en las decisiones en torno al desarrollo turístico y hace hincapié en la contribución del turismo a la conservación: “La protección ambiental deberá ser parte integral del proceso de desarrollo turístico.” (citado en de la Maza et al., 2015: 33). Más adelante, PNUMA y OMT (op. cit.) siguieron a definir más detalladamente como se debe realizar el DS del turismo, en forma de doce objetivos. Estos objetivos están relacionados a las tres dimensiones del DS: la dimensión ecológica, la económica y la social, como se demuestra en el Cuadro 1.1. 31 Cuadro 1.1 Los doce objetivos del turismo sustentable relacionados con las tres dimensiones del desarrollo sustentable Fuente: elaboración propia con base en PNUMA y OMT (2005). Hoy en día el término turismo sustentable se ha establecido en los estudios relacionados al turismo y aparece en casi cualquier estrategia oficial relacionada al turismo a nivel mundial (Weaver, op. cit.). Cabe mencionar que existen diferentes interpretaciones -más antropocéntricas o más ecocénctricas- del término sustentable que tienen que ver con el contexto donde se aplica, debido a que el DS, como escribe Hunter (1997), es un paradigma adaptativo. En este sentido, para espacios con un alto valor para la conservación de la naturaleza, el desarrollo turístico debería ser guiado en primer lugar por consideraciones ambientales (environmental-led tourism). Consecuentemente, el desarrollo turístico debe ser de baja escala y cuidadoso con la naturaleza. Es ahí donde entra el concepto del ecoturismo como componente importante para el DS, el cual de acuerdo con Fennell (op. cit.) y Higham (2007) se había mencionado por primera vez en la literatura científica en el 1965 en un artículo de Hetzer, pero que tuvo su verdadero auge a partir de los años 80. b) Crítica del concepto y definición del ecoturismo genuino Desde entonces, el ecoturismo se ha vuelto un fenómeno global, promovido por gobiernos, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas. No existen datos exactos acerca del número de ecoturistas debido a que muchas veces el ecoturismo se solapa o se confunde con otras formas de turismo alternativo, como por ejemplo con el Objetivo Dimensión del desarrollo sustentable ecológica social económica Diversidad biológica X Eficiencia del uso de los recursos X X Pureza del medio ambiente (libre de contaminación) X Viabilidad económica de las empresas y proyectos de turismo X Prosperidad local: beneficios económicos para las comunidades locales de los destinos turísticos X X Calidad del empleo turístico X X Equidad social X X Satisfacción de los visitantes X X Control local X Bienestar de la comunidad X Riqueza cultural X Integridad física (conservar la calidad visual del paisaje) X 32 turismo de aventura; sin embargo, no cabe duda de que ha crecido fuertemente en todo el mundo (cp. Fennell, op. cit., Honey, 2008; Mowforth y Munt, 2003). No obstante, el ecoturismo no se ha quedado libre de críticas. Algunos autores, que escriben desde un punto de vista de la EP, juzgan que el ecoturismo sea una estrategia neoliberal que mercantiliza la naturaleza y la cultura y que, de esta manera, impacta negativamente en la medio ambiente y sobre todo en las comunidades que pierden el control sobre sus propios territorios (Guzmán et al., 2013). Como escribe Liu (2003), el gran problema es que el ecoturismo lleva los turistas a áreas muy sensibles a cualquier tipo de impacto. El término ha sido usado frecuentemente en la propaganda de actores del mercado de turismo convencional (de la Maza et al., 2013), por lo que muchos comentadores lo han descalificado como un término de moda, sin un sentido más profundo (Farrell y Runyan, 1991; Honey, 2008). Sin embargo, como escribe Honey (op. cit.), la aplicación incorrecta del concepto no justifica desecharlo por completo, ya que al mismo tiempo un ecoturismo bien manejado puede ser una herramienta eficiente para la conservación de la naturaleza en armonía con el desarrollo de la población local (de la Maza et al., 2013). Lo que sí es muy importante es desarrollarlo de manera cuidadosa, consciente de los afectos adversos que se pueden causar, y definir el concepto en términos claros y aplicables. En este contexto, una de las definiciones oficiales más importantes es la de la Cumbre Mundial de Ecoturismo, organizada en el 2002 en Quebec, Canadá por la ONU con más de mil participantes de 132 países: (…) el ecoturismo comprende los principios del turismo sustentable, con respecto a los impactos económicos, sociales y ambientales del turismo. También comprende los siguientes principios específicos los cuales lo distinguen del concepto más amplio de turismo sustentable:  Contribuye activamente a la conservación del patrimonio natural y cultural,  Incluye a las comunidades locales e indígenas en su planificación, desarrollo y operación y contribuye a su bienestar,  Interpreta el patrimonio natural y cultural del destino para los visitantes,  Se presta más a viajeros independientes y tours organizados de tamaño pequeño. (OMT y PNUMA, 2002: 65; traducción propia). 33 Esta definición concuerda, a grandes rasgos, con muchas de las definiciones que se encuentran en la literatura científica. En cuanto al primer aspecto, la conservación, en un análisis de doce estudios con diferentes definiciones de ecoturismo que realizó Fennell (op. cit.), ocho expresaron que debe contribuir a la conservación ambiental y en siete estudios además se hizo énfasis en la aplicación del ecoturismo en ANP. Otros puntos esenciales son la participación de la comunidad local y el aspecto de la interpretación, los cuales se discuten en los párrafos siguientes. Un aspecto menos común en la literatura es la inclusión de la cultura en la definición del ecoturismo; Fennell (op. cit.) explica en este contexto que mientras que los elementos culturales pueden formar parte del ecoturismo, no lo distinguen de otras formas de turismo. Con respecto al último punto de la definición de la Cumbre Mundial de Ecoturismo, otras definiciones al igual lo consideran como una actividad de escala bajo con números de turistas reducidos (cp. Weiring y Neil, 1999). Weaver (2006), al contrario, opina que en ciertas circunstancias, y con un buen manejo, se puede pensar en un ‘ecoturismo de masas’ que no sobrepasa la capacidad de carga del lugar visitado. En cuanto a la interpretación del medio ambiente, muchas definiciones van más allá de los principios expresados arriba y exigen que el ecoturismo conlleve actividades específicas de educación ambiental, no solamente para los visitantes sino también para los integrantes de las empresas ecoturísticas y el resto de la población local. Muchos autores ven esta educación ambiental como un elemento central del ecoturismo (cp. Fennell, op. cit.; Honey, op. cit.; Weaver, op. cit.; Weaver y Lawton, 2007); para Weiring y Neil (op. cit.) incluso es el principal aspecto para diferenciarlo de otras formas de turismo de naturaleza. Más recientemente, en el 2015, The International Ecotourism Society (TIES, por sus siglas en inglés), una de las principales organizaciones no gubernamentales en el mundo con un enfoque en el ecoturismo, agregó el aspecto ‘interpretación y educación’ en su propia definición como uno de los pilares principales del ecoturismo (siendo los otros ‘conservación’ y ‘comunidades locales’; la vieja definición se había publicado en el 1990) (TIES, 2015). En el mejor de los casos, los visitantes no solamente aprenden a apreciar la naturaleza del destino ecoturístico sino son concientizados en términos más generales con respecto al DS y la conservación ambiental (Weiring y Neil, 1999, OMT, 2004). Sobre todo para el caso de las ANP, 34 García et al. (2011) visualizan que los lugares ecoturísticos se deberían transformar en centros de educación ambiental para el público en general. En cuanto a la participación de la población local, se supone que las empresas pequeñas, bajo control local, pueden contribuir más a la sustentabilidad social y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población local que los grandes desarrollos turísticos con base en inversiones externas (Honey, op. cit.; Michael y Hall, 2007). En este contexto, varios autores proponen que el ecoturismo de preferencia se debería basar en proyectos comunitarios. La palabra comunidad aquí se refiere a un sistema social local (Furze et al., op. cit.). El ecoturismo comunitario, en este sentido, se puede definir de la siguiente manera: Se destaca que éste se desarrolla en el medio rural, consiste fundamentalmente en el desarrollo de actividades turísticas basadas en la participación comunitaria y es gestionado mediante empresas de la economía social. Además se privilegia la sustentabilidad de los recursos naturales y se valora el patrimonio cultural con apego a su manejo adecuado con base en el principio de equidad en la distribución de los beneficios generados. (Velarde et al., 2015: 94). No obstante, en la implementación del ecoturismo comunitario es importante tener en cuenta ciertas consideraciones. En primer lugar, dado que el ecoturismo en la mayoría de los casos es una actividad de baja escala, es improbable que todos los miembros de una localidad puedan beneficiarse económicamente de él, con la excepción de localidades muy pequeñas (Telfer y Sharpley, 2008). Segundo, muchas veces la población local de carácter rural no tiene experiencia en el turismo, lo que implica la necesidad de desarrollar una estrategia eficiente de empoderamiento y capacitación, por parte de actores externos (Fennell, op. cit.; Moscardo 2008; PNUMA y OMT, 2005; Velarde et al., op. cit.), aunque al mismo tiempo, como escribe Stronza (2008), sería prudente respetar los procesos tradicionales de toma de decisiones de la comunidad. En general, es importante no asumir -como se ha hecho muchas veces- que la comunidad local sea una ‘masa homogénea’, sino de estar consciente de las desigualdades de poder locales y los diferentes intereses de los habitantes (Fennell, op. cit.; Furze et al., op. cit.; Liu, 2003; Richards y Hall, 2000). 35 Para desarrollar este tipo de turismo de manera exitosa, por lo tanto, es indispensable tomar en cuenta todos estos aspectos, como algo que es inherente en un proceso de desarrollo comunitario, y buscar soluciones de manera participativa, para evitar conflictos o el aumento de la desigualdad en el plano local; además se tiene que aceptar que el establecimiento de una empresa comunitaria bajo este enfoque cuesta mucho más tiempo que de una empresa privada convencional (Furze et al., op. cit.; Stronza, 2008). Finalmente, dado el carácter imprevisible del turismo y su alta vulnerabilidad hacia factores externos, por ejemplo en el caso de desastres naturales o de un aumento de la inseguridad, hay que tener cuidado que las comunidades rurales no se hagan demasiado dependientes del turismo sino mantengan al mismo tiempo otras actividades tradicionales (Honey, op. cit.; Paré y Lazos, 2003). c) La cooperación como punto clave para el éxito de las empresas ecoturísticas Para fortalecer estas empresas pequeñas – no solo en el ecoturismo sino en el turismo en general – varios autores (cp. Paré y Lazos, 2003; Weiring y Neil, 1999; Zehrer y Raich, op. cit.) y también instituciones como PNUMA y OMT (2005) ven en la creación de redes regionales una oportunidad para fomentar su desarrollo. Saretzki et al. (2002) incluso concluyen que la cooperación entre los actores es el factor central para formar regiones turísticas competitivas. El enfoque regional en este contexto se puede explicar con la tendencia de los turistas de no sólo visitar un lugar singular sino de ver toda una región como un producto turístico. Esta territorialización, definida desde el lado de la demanda, frecuentemente se denomina destino turístico. Consecuentemente, en el mercado de turismo, no solamente existe una competencia entre los diferentes prestadores de servicios sino también entre los destinos (cp. Becker, op. cit.; Eisenstein, 2014; Freyer, 2006; Zehrer y Raich, op. cit.). Los destinos se conforman de diferentes factores, lo que en la literatura anglófona se conoce como los tres ‘a’: attractions (atracciones), amenities (comodidades, especialmente la infraestructura turística de alimentación y hospedaje, pero también otras infraestructuras en términos generales que pueden aumentar la comodidad de la estancia), y access (acceso, se refiere a la infraestructura de transporte que permite llegar al destino y moverse dentro del destino a los diferentes lugares de interés turístico) (Freyer, 2006, con base en Holloway, 1994). 36 En este sentido, es importante considerar que las empresas que forman parte de un destino -o las organizaciones que apoyan la formación de una red regional- busquen maneras de trabajar de manera cooperativa en actividades complementarias, indagando posibles efectos sinérgicos (Hall et al., 2007). Una posibilidad para cooperar muy obvia es la promoción, pero sería insuficiente delimitarse solo a este aspecto (Michael y Hall, op. cit.). Un factor sumamente importante es el intercambio de experiencias y de conocimientos entre las empresas involucradas, así que cada empresa pueda contar con un conocimiento mucho más amplio de lo que podría haber obtenido por sí sola (Lynch y Morrison, 2007). En relación a esto, Saretzki et al. (op. cit.) hablan de la formación de regiones de aprendizaje, y Fischer (2009) argumenta que el mismo proceso de establecer cooperaciones y desenvolver las competencias necesarias puede ser visto como un proceso de aprendizaje. Otro punto es el aseguramiento y mejoramiento de calidad de las empresas involucradas (Varisco, 2007). De esta manera, la red puede contribuir no sólo al desarrollo económico, sino también a la sustentabilidad social y ambiental. Otros aspectos son la representación en conjunto de intereses políticos del sector y la posibilidad de generar conocimientos y reunir recursos económicos para proyectos en conjunto, que estarían fuera del alcance de una empresa pequeña por sí sola (Lynch y Morrion, op. cit.; Murphy y Murphy, 2004; Zehrer y Raich, op. cit.). A pesar de todas las ventajas citadas, el proceso de crear y mantener una red también genera costos. Por lo tanto, es importante definir bien el diseño y manejo de la red y los beneficios esperados, y no solamente actuar desde una convicción ideológica que exalta el trabajo en conjunto. De igual manera, es importante definir bien el tamaño de la red, de acuerdo con sus objetivos y circunstancias (Zehrer y Raich, op. cit.). Se puede distinguir entre la integración horizontal -entre empresas que ofrecen el mismo tipo de servicios- y vertical entre proveedores de servicios en diferentes niveles, por ejemplo entre hoteles y guías de turismo (ibíd.). En cuanto a la integración vertical, las redes no necesariamente tienen que ser limitadas sola a empresas turísticas sino pueden incluir también otras empresas en la misma cadena de suministro, como los proveedores de artesanías y alimentos (PNUMA y OMT, op. cit.). En el proceso de integración horizontal, las empresas trabajan bajo un sistema de ‘coopetencia’, esto 37 quiere decir que están, al mismo tiempo, compitiendo en el mercado y cooperando en actividades complementarias (Saldaña et al., 2012). La relación entre los actores puede ser establecida de manera formal, por ejemplo, por una organización pública dedicada especialmente al manejo del destino turístico (Becker, 2007). Las cooperaciones, sin embargo, también pueden aparecer de manera informal (Varisco, op. cit). No obstante, para cooperaciones exitosas a largo plazo y con un mayor número de empresas involucradas, cierto grado de organización y jerarquía es necesario para evitar comportamientos oportunistas y para poder tomar decisiones de manera eficiente sin perderse en discusiones interminables. Por eso es importante que algunos de los actores involucrados asuman un papel de liderazgo (Zehrer y Raich, op. cit.). En la experiencia de Gardiner y Scott (2004), estos individuos líderes, comprometidos con el desarrollo del destino, son el ingrediente más importante para un desarrollo exitoso de un destino turístico. Figura 1.6 La estructura del mercado turístico Fuente: elaboración propia con base en Bieger y Beritelli (2013). Producentes (escala local) Empresas de ecoturismo Hoteles, guías locales, otros prestadores de servicios en el ámbito local Organizaciones turísticas (local, municipal, regional, estatal) Agencias de viajes (estatal, nacional, internacional) Operadores turísticos (regional, estatal, nacional, internacional) Consumidores (turistas) 38 Para poder acceder mejor al mercado de demanda, para las pequeñas empresas en el nivel local, también puede ser útil cooperar con actores externos dentro de la estructura del mercado turístico como se ve en la Figura 1.6. Por lo tanto, preparar a los prestadores de servicios ecoturísticos adecuadamente para entrar a negociaciones con estos actores, es un punto importante en el proceso de capacitación (PNUMA y OMT, op. cit.). Cabe mencionar, que actualmente esta estructura está viviendo fuertes cambios debido a la apariencia de nuevos canales para contactar a los clientes vía internet. El internet permite a los producentes y organizaciones locales entrar en contacto directamente con el cliente; sin embargo, también tienen cada vez más importancia las plataformas de reservaciones en línea (Bieger y Beritelli, 2013). Otro factor para asegurar que una red entre pequeñas empresas turísticas sea exitosa es que sus participantes compartan una visión y objetivos colectivos y que exista un alto grado de confianza entre ellos, el cual es prerrequisito para el intercambio de conocimientos y otras maneras de colaboración. De estos aspectos depende la densidad de interacciones en la red y el grado de integración de los actores y, en general, la configuración de la estructura de la red (Lynch y Morrison, op. cit.). Como observan Hall et al. (2007), existe un sinfín de diferentes formas de redes, cada una desarrollándose conforme a las necesidades y las convicciones de sus respectivos participantes. 39 Capítulo 2 La inclusión del turismo en la conservación de las reservas de la biosfera de México En este capítulo se analiza cómo el ecoturismo se ha insertado dentro de las estrategias de conservación territorial en México, particularmente en las RB. Se inicia con un relato de la historia de la conservación en México y la implementación del concepto de las RB en el país a partir de los años 70 del siglo XX. A continuación, se describe la administración actual de las 41 RB federales (2015), su distribución espacial y sus características principales, incluida su efectividad para la conservación de la biodiversidad, la cual aún puede ser calificada como deficiente. Este hecho forma el punto de partida para el segundo subcapítulo, el cual investiga, con un enfoque de EP, quiénes son los actores relevantes a diferentes escalas espaciales, cuáles son sus responsabilidades y estrategias y también sus debilidades y, en términos generales, cuáles son las principales problemáticas que obstaculizan la efectividad de los esfuerzos de conservación en México. Por último, se presenta el estado de conocimiento acerca del papel actual del turismo en las RB mexicanas y se realiza una evaluación de las políticas públicas relacionadas a esta actividad. El capítulo concluye con la presentación de una sinopsis de estudios anteriores, con un enfoque de EP, que analizaron los conflictos que se han generado en torno al ecoturismo en algunas RB del país. El capítulo se basa, al igual que el capítulo I, en una revisión bibliográfica extensa, incluyendo libros de diferentes bibliotecas universitarias, artículos de revistas científicas y fuentes accesibles en internet. 2.1 La implementación de las reservas de la biosfera en el contexto mexicano Debido a su larga extensión, su posición biogeográfica entre la nearctis y la neotropis, su relieve, su geología y sus regiones climáticas variadas, México cuenta con una riqueza biológica sumamente alta, lo que le pone entre los países “megadiversos” del mundo. De acuerdo con Jiménez-Sierra et al. (2010), México, en el ranking mundial, se encuentra en el cuarto lugar, superado únicamente por Brasil, Colombia e Indonesia. Por lo tanto, el país tiene una gran responsabilidad de proteger sus ecosistemas, a la 40 que responde hoy en día con una política multifacética de conservación, en la cual las ANP -y especialmente las RB- tienen un papel prioritario (SEMARNAT, 2014). El presente subcapítulo reseña la historia de la conservación en México, con el enfoque principal en las RB. A continuación, se describe cómo el concepto propuesto por el MAB se ve reflejado hoy en día en el marco legal y en la administración de las reservas y se presentan las RB de administración federal del país, con una descripción de sus características más importantes. a) Sinopsis de la historia de las áreas naturales protegidas mexicanas La descripción más abarcadora de la historia de las ANP en México en el siglo XX se encuentra en Melo (op. cit.). Basado en esa obra se diseñó una línea del tiempo (Figura 2.1) para dar una visión de conjunto de los acontecimientos históricos. El primer punto en la línea del tiempo es la declaración del PN Desierto de Los Leones en el 1917 bajo el gobierno de Venustiano Carranza, que puede ser visto como la primera ANP moderna del país. Cabe mencionar, que este acontecimiento no surgió de la nada, ya en el 1876 esta área había sido expropiada por el presidente Lerdo de Tejada con el fin de proteger los manantiales que abastecen con agua la ciudad de México. Incluso mucho antes, pueblos como los mayas y aztecas ya emplearon prácticas de conservar la naturaleza en el territorio actual de México (Melo, 1977, en Melo, 2002; Melo, 2002). Después de la declaración del PN Desierto de Los Leones pasaron más de dos décadas sin la declaración de ninguna nueva ANP. El único acontecimiento de importancia en ese periodo fue la promulgación de una ley forestal en el 1926, bajo la presidencia de Plutarco Elías Calles (Melo, op. cit.). La política mexicana, con respecto al cuidado del medio ambiente, cambió marcadamente cuando llegó a la presidencia Lázaro Cárdenas del Río. El gobierno de Cárdenas (1934-1940) declaró en total 40 PN, un número que no fue superado en ninguna otra administración posterior. El manejo de los parques se puso a cargo de la Oficina de Bosques Nacionales y Particulares, creada en el 1940 (Melo, 2002). 41 Figura 2.1 Hitos para el desarrollo de las áreas naturales protegidas en México Fuente: elaboración propia con base en CONANP 2015; Gobierno del Estado de Tamaulipas, s./a.; Melo, 2002; UNESCO 2015b. No obstante, sin querer restar los méritos a este esfuerzo de conservación del gobierno cardenista, único en la historia mexicana, hay que mencionar que hubo diferentes factores que limitaron su efectividad. Primero, muchos de los parques tuvieron una superficie muy limitada (el más pequeño, el Lago de Camécuaro en Michoacán, tiene una superficie de tan solo 5.4 ha, CONANP, 2015). Además, la selección de áreas no fue muy equilibrada en cuanto a los diferentes ecosistemas del país, ya que los nuevos PN eran en su gran mayoría zonas boscosas del Eje Neovolcánico. La problemática más grande, sin embargo, fue la falta de una base científica y falta de experiencias en el manejo de ANP (Melo, 1975) y el hecho de que muchas veces esos nuevos PN solo existieron en el papel, pero no se ejecutaron en la práctica (SEDUE, 1986). En las administraciones que siguieron a la presidencia de Cárdenas, como lo demuestra la Figura 2.2, el interés de seguir la política de conservación fue muy limitado. En cuanto al manejo y marco jurídico de los parques existentes y los pocos nuevos ANP que se declararon en ese periodo, hubo algunos cambios de menor relevancia; un 42 acontecimiento digno de mencionar fue la creación de un departamento encargado únicamente con la gerencia de los PN en el 1975 (Melo, 2002).12 Figura 2.2 Parques nacionales (PN) y reservas de la biosfera (RB) declarados por administración federal desde 1934 *Solo se toma en consideración la primera mitad del gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2015). ** En el caso de las RB se cuenta la fecha de declaración como RB, también en los casos donde antes ya existía otro tipo de ANP, y no se cuentan las Reservas Especiales de la Biosfera. ***Se toman en consideración todos los PN que fueron declarados, también los que más tarde fueron reclasificados como otro tipo de ANP, por lo tanto, la suma de PN en la figura (69) es más alta que el número actual de PN (66). Fuente: elaboración propia con base en CONANP 2015; Melo, 2002. Finalmente, bajo el gobierno del presidente José López Portillo (1976-1982), la conservación territorial en México recibió nuevos impulsos. Aparte de la creación de nuevos PN, ese sexenio coincidió con el lanzamiento de la RMRB descrito en el subcapítulo 1.1. México reaccionó pronto a ese nuevo programa mundial, se empezó a trabajar bajo el liderazgo del Instituto de Ecología, A.C. en el establecimiento de las dos 12 Cabe mencionar que en esta época no solo hubo pocos esfuerzos proactivos para la conservación, sino entre 1972 y 1982 incluso existía en programa gubernamental dedicado específicamente a destruir las selvas del país, llamado Programa Nacional de Desmonte, bajo la lógica que eran “áreas ociosas” que no tenían ninguna utilidad y tenían que ser desarrolladas, y también para seguir con el reparto agrario y calmar las protestas campesinas. Aparte de este programa también existía un Programa Nacional de Ganaderización que otorgó créditos para financiar la deforestación (Martínez-Meyer et al. 2014; Toledo 2000, citado en Merino 2004). 0 5 10 15 20 25 30 35 40 2012-2018 Enrique Peña Nieto* 2006-2012 Felipe Calderón Hinojosa 2000-2006 Vicente Fox Quesada 1994-2000 Ernesto Zedillo Ponce de León 1988-1994 Carlos Salinas de Gortari 1982-1988 Miguel de la Madrid Hurtado 1976-1982 José López Portillo 1970-1976 Luis Echeverría Álvarez 1964-1970 Gustavo Díaz Ordaz 1958-1964 Adolfo López Mateos 1952-1958 Adolfo Ruiz Cortines 1946-1952 Miguel Alemán Valdés 1940-1946 Manuel Ávila Camacho 1934-1940 Lázaro Cárdenas del Río RB** PN*** 43 primeras RB mexicanas, Mapimí y La Michilía (CONANP 2006a). Ya en el 1977 éstas se aceptaron en la RMRB (UNESCO 2015b), a pesar de que tardó hasta el 1979 que fueron establecidas también como Reservas de la Biosfera bajo la legislación mexicana, por lo que, a nivel nacional, oficialmente la primera Reserva de la Biosfera fue Montes Azules en Chiapas que se declaró un año antes, en el 1978 (SEDUE, 1989)13. En el 1985, en Tamaulipas el gobierno estatal decretó la RB El Cielo, la única RB en México hasta la fecha bajo la administración de un estado (Gobierno del Estado de Tamaulipas, s./a.); en el año siguiente, la RB El Cielo también fue reconocida por el MAB como parte de la RMRB. Lo más destacable durante la administración de Miguel de la Madrid Hurtado (1982- 1988), que siguió después del mandato de López Portillo, fueron importantes cambios legislativos. En el 1988 se promulgó la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) que, reformada y con varias revisiones, sigue vigente hasta la fecha. En adición, se estableció el Sistema Nacional de Áreas Nacionales Protegidas (SINAP) (Melo, op. cit.). Dentro del SINAP se consideraron seis categorías diferentes de ANP, los Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Parques Marinos Nacionales, Áreas de Protección de Recursos Naturales, Reservas de la Biosfera y Reservas Especiales de la Biosfera que se diferenciaron de las anteriores por su tamaño (una superficie menor a 10 000 ha) (SEDUE, 1989). La declaración de nuevas RB en México incrementó bajo Miguel de la Madrid y, especialmente, bajo sus sucesores, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000). Brenner y Job (2006, en Brenner y Job, 2011) ven como causa por un lado el hecho de que el Banco Mundial y otras organizaciones de apoyo económico a nivel global -cuya ayuda fue esencial para México en los años después de la crisis de la deuda del 1983- empezaron a tomar en cuenta a las ANP en sus reglamentos para conceder créditos y fomentos económicos. Por otro lado, debido al rápido crecimiento poblacional de México, acompañado por una creciente demanda hacia los recursos naturales, el concepto de la RB, que toma en cuenta el desarrollo humano, resultó más apropiado que otros tipos de ANP. 13 Las primeras RB en México todavía fueron denominadas como ‘Reserva Integral de la Biosfera’. 44 Las nuevas RB destacaron por su gran superficie, por lo que las administraciones de De la Madrid, Salinas y Zedillo fueron las que decretaron la mayor superficie como PN y RB (Melo, op. cit.). En cuanto a las RB, durante el mandato de De la Madrid solo se decretaron tres, sin embargo con una superficie considerable de, en total, 3 214 515 ha, durante el gobierno de Salinas se decretaron diez RB con una superficie de 3 639 984 ha y durante el de Zedillo se decretó con 16 el mayor número de nuevas RB, sin embargo, en total éstas tuvieron una superficie menor a las decretadas por De la Madrid y Salinas, con 2 978 264 ha (cálculo con base en CONANP, 2015). Estos tres sexenios también coincidieron con el auge del discurso sobre el DS a nivel mundial, la CNUMAD y, con respecto a las RB, la publicación de la Estrategia de Sevilla. Los principios del DS entraron a la política ambiental mexicana en el sexenio de Zedillo con el establecimiento de la SEMARNAP (Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca) y una institución subordinada encargada con las ANP, la UCANP (Unidad Coordinadora de Áreas Naturales Protegidas). También, en el 1996, se efectuó una reforma fundamental de la LGEEPA y se reorganizaron y reclasificaron varias de las ANP existentes (Melo, op. cit.). Otro cambio importante fue en el 2000, con el inicio del gobierno de Vicente Fox Quesada (2000-2006), la reestructuración de la SEMARNAP, que recibió el nuevo nombre SEMARNAT (Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y como nueva institución subordinada encargada de las ANP se fundó la CONANP (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas); esa misma estructura se mantiene hasta la fecha (ibíd.). Como acompañamiento a esos cambios, nuevamente se reestructuraron ANP existentes, por ejemplo, dejó de existir la diferenciación entre Parques Marinos Nacionales y Parques Nacionales (SEMARNAP, 2000) y dejó de existir la categoría de Reservas Especiales de la Biosfera. En el marco de la CONANP, se reforzó el compromiso de armonizar la conservación del medio ambiente con el DS de las poblaciones humanas viviendo en y alrededor de las ANP (CONANP, 2006a). De igual manera, la CONANP también empezó a integrarse más en esfuerzos de conservación internacionales, por ejemplo, a través de programas de conservación de especies en cooperación con los países vecinos. Como un gran 45 logro a nivel internacional, se puede mencionar el aumento del número de RB mexicanas reconocidas internacionalmente como parte de la RMRB; el año más destacado en ese contexto fue el 2006 cuando el número de RB mexicanas en la red internacional fue más que duplicado, de 16 a 34 (ibíd.). A nivel nacional, en los dos sexenios panistas todavía se declararon algunas RB, aunque mucho menos que bajo Zedillo y Salinas, pero se aumentó el gasto público destinado a las ANP; entre 2001 y 2006, por ejemplo, los recursos destinados a las ANP federales, por hectárea, incrementaron de 3.4 pesos a 12.7 pesos (Urquiza, 2009). Bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, a pesar de que al inicio de su administración se había publicado un plan ambicioso que previó la duplicación de la superficie dedicada a la protección federal (SEMARNAT, 2014), en la primera mitad del sexenio no se decretó ningún nuevo PN y ninguna nueva RB. En conclusión, en la historia de la conservación territorial de México, se pueden establecer varias etapas. En las primeras tres décadas, un periodo caracterizado por guerras y conflictos políticos, solo destacan acontecimientos singulares, como la declaración del primer PN en el 1917. Como segunda etapa se puede ver el mandato de Lázaro Cárdenas (1934-1940), bajo el cual la declaración de ANP recibió un fuerte impulso. Después de Cárdenas, sigue una tercera etapa de poca actividad en cuanto al desarrollo de la conservación territorial en México, con muy pocas nuevas declaraciones de ANP y algunos cambios de menor relevancia en cuanto a su administración (1940-1976). El sexenio de López Portillo (1976-1982) se puede identificar como una propia etapa, ya que este tiempo coincide un nuevo despertar del gobierno federal hacia la conservación, marcado con un auge de nuevas declaraciones de ANP, junto con la introducción del concepto de la RB en el ámbito mexicano. La siguiente etapa abarca las administraciones de De la Madrid, Salinas y Zedillo (1982- 2000), una era en la que se aumentó significativamente el número y la superficie de ANP federales, especialmente de las RB, acompañado por importantes cambios legislativos y administrativos y la introducción del concepto del DS. Los siguientes dos sexenios, de Fox y Calderón (2000-2012) pueden ser vistos como una etapa de consolidación, con menor énfasis en el aumento de la superficie protegida, pero un 46 mejoramiento en su administración, bajo el liderazgo de la institución CONANP. Es demasiado temprano para decir si la administración de Peña Nieto (2012-2018) todavía cabe dentro de ésa última etapa (porque sigue la misma estrategia de administración, con los mismos programas e instituciones), o si marca una nueva etapa de desinterés por parte del gobierno federal con respecto a las ANP (marcado por la ausencia de nuevas declaraciones de PN y RB en la primera mitad del sexenio y fuertes recortes en el presupuesto de la SEMARNAT, cp. SHCP 2015a; 2016). b) Marco legal y administrativo de las reservas de la biosfera federales Hasta octubre del 2015, en México el gobierno federal había declarado como RB 41 áreas, de las cuales 27 son reconocidas internacionalmente por el MAB y forman parte de la RMRB. Cabe mencionar que una de las reservas de la RMRB, Alto Golfo de California, contiene dos RB a nivel nacional, la RB Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado y la RB El Pinacate y Gran Desierto de Altar. Además de las RB federales, también existe una RB creada por el estado de Tamaulipas en el 1985, que también forma parte de la RMRB (Gobierno del Estado de Tamaulipas, op. cit.; UNESCO, 2015c). Aparte, la RMRB contiene también otras ANP mexicanas, siete PN, y siete áreas de protección de flora y fauna (APFF), así que en total en la RMRB para México también numeran 41 RB (ver Cuadro 2.1). Sin embargo, la parte restante del capítulo 2 de esta tesis se enfoca únicamente en las RB de acuerdo con la legislación mexicana y de competencia federal. Cuadro 2.1 Las RB de México y otras ANP mexicanas integradas a la RMRB Nombre del ANP Fecha de decreto* Año de integración a la RMRB RB de competencia federal: RB Montes Azules 12/01/1978 1979 RB La Michilía 18/07/1979 1977 RB Mapimí 19/07/1979 1977 RB Sian Ka’an 20/01/1986 1986 RB Sierra de Manantlán 23/03/1987 1988 RB El Vizcaíno 30/11/1988 1993 RB El Triunfo 13/03/1990 1993 RB Calakmul 23/05/1989 1993 RB Pantanos de Centla 06/08/1992 2006 RB Lacan-Tun 21/08/1992 - RB Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado 10/06/1993 1993** RB El Pinacate y Gran Desierto de Altar 10/06/1993 47 * No se toman en consideración otras categorías de ANP que existían en los mismos áreas anteriormente al ANP actual; ** en la RMRB, se juntan la RB Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado y la RB El Pinacate y Gran Desierto de Altar como una sola reserva con el nombre Alto Golfo de California; al igual se juntan el APFF Metzabok y el APFF Nahá como una sola reserva con el nombre Nahá-Metzabok; Fuente: elaboración propia con base en CONANP, 2015a; Gobierno del Estado de Tamaulipas, s./a.; UNESCO, 2015b; UNESCO, 2015c. RB Chamela-Cuixmala 30/12/1993 2006 RB Archipiélago de Revillagigedo 06/06/1994 - RB Sierra del Abra Tanchipa 06/06/1994 - RB Sierra La Laguna 06/06/1994 2003 RB La Encrucijada 06/06/1995 2006 RB La Sepultura 06/06/1995 2006 RB Banco Chinchorro 19/07/1996 2003 RB Sierra Gorda 19/05/1997 2001 RB Arrecifes de Sian Ka’an 02/02/1998 - RB Tehuacán-Cuicatlán 18/09/1998 2012 RB Los Tuxtlas 23/11/1998 2006 RB Ría Lagartos 21/05/1999 2004 RB Los Petenes 24/05/1999 - RB Sierra de Huautla 08/09/1999 2006 RB Complejo Lagunar Ojo de Liebre 07/06/2000 - RB Mariposa Monarca 10/11/2000 2006 RB Barranca de Meztitlán 27/11/2000 2006 RB Islas Marías 27/11/2000 2010 RB Ría Celestún 27/11/2000 2003 RB Selva El Ocote 27/11/2000 2006 RB Isla San Pedro Mártir 13/06/2002 - RB Volcán Tacaná 28/01/2003 2006 RB Isla Guadalupe 25/04/2005 - RB Sierra Gorda de Guanajuato 02/02/2007 - RB Zona marina Bahía de los Ángeles, canales de Ballenas y de Salsipuedes 05/06/2007 - RB Zicuirán-Infiernillo 30/11/2007 - RB Tiburón Ballena 05/06/2009 - RB Janos 08/12/2009 - RB Marismas Nacionales Nayarit 12/05/2010 - Otras ANP mexicanas integradas a la RMRB: PN Iztaccíhuatl-Popocatépetl 08/11/1935 2010 PN Lagunas de Montebello 16/12/1959 2009 RB (estatal) El Cielo 13/06/1985 1986 PN Sistema Arrecifal Veracruzano 24/08/1992 2006 PN Arrecife Alacranes 06/06/1994 2006 APFF Cuatrociénegas 07/11/1994 2006 APFF Maderas del Carmen 07/11/1994 2006 APFF Sierra de Álamos - Rio Cuchujaqui 19/07/1996 2007 PN Huatulco 24/07/1998 2006 APFF Metzabok 23/09/1998 2011** APFF Nahá 23/09/1998 PN Islas del Golfo de California 07/06/2000 1995 APFF La Primavera 07/06/2000 2006 PN Cumbres de Monterrey 17/11/2000 2006 APFF Laguna Madre y Delta del Río Bravo 14/04/2005 2006 PN Islas Marietas 25/04/2005 2008 48 La LGEEPA (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2015), en su revisión publicada el 9 de enero de 2015, en el artículo 46 considera las RB como uno de los seis tipos de ANP federales, los otros siendo los PN, los monumentos naturales, las áreas de protección de recursos naturales (APRN), las APFF, los santuarios y las áreas destinadas voluntariamente a la conservación. Aparte de las ANP federales también hay parques y reservas estatales, zonas de conservación ecológica municipales, y otras categorías que pueden establecer las legislaciones locales. Áreas que, “(…) por su biodiversidad y características ecológicas sean consideradas de especial relevancia en el país.” (ibíd.: 46) son integradas al SINAP, que incluye todas las RB (CONANP, 2014). Las RB se definen en el artículo 48 de la LGEEPA como sigue: Las reservas de la biosfera se constituirán en áreas biogeográficas relevantes a nivel nacional, representativas de uno o más ecosistemas no alterados significativamente por la acción del ser humano o que requieran ser preservados y restaurados, en los cuales habiten especies representativas de la biodiversidad nacional, incluyendo a las consideradas endémicas, amenazadas o en peligro de extinción. (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, op. cit.: 37). El artículo continúa con la especificación de las zonas de las RB, nombrando – al contrario de la definición del MAB (cp. Figura 1.1) – solo dos zonas, la zona núcleo y la zona de amortiguamiento. En las zonas núcleo, de acuerdo al texto de la ley, se pueden practicar actividades de preservación, de educación ambiental y aprovechamientos no extractivos de la vida silvestre. A su vez, en las zonas de amortiguamiento se pueden llevar a cabo “(…) actividades productivas emprendidas por las comunidades que ahí habiten (…) o con su participación, que sean estrictamente compatibles con los objetivos, criterios y programas de aprovechamiento sustentable.” (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, op. cit.: 38). Otro aspecto importante para las RB mexicanas que reglamenta la LGEEPA son los programas de manejo (PM), que representan el principal instrumento de regulación y planeación y que en teoría deben ser publicados en el primer año de existencia de un nuevo ANP. Los PM deben ser producto de un proceso de participación de los habitantes y de otros actores involucrados (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, op. cit.; SEMARNAT, 2014). 49 Los siguientes párrafos sobre la organización y administración de las RB en México se basan en el Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2014-2018 (SEMARNAT, op. cit.). El diseño de la política en cuanto a las ANP en México se realiza a través del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CNANP), que funge como un órgano asesor de la SEMARNAT y en el cual están presentes representantes de diferentes dependencias gubernamentales, de las organizaciones no gubernamentales (ONG), de instituciones académicas y del sector privado. Para la operación regional, como lo demuestra la Figura 2.3, la CONANP cuenta con una propia dirección general, en la cual están incorporadas nueve direcciones regionales: 1. Centro y Eje Neovolcánico 2. Frontera Sur, Istmo y Pacífico Sur 3. Noroeste y Sierra Madre Oriental 4. Noroeste y Alto Golfo de California 5. Norte y Sierra Madre Occidental 6. Occidente y Pacífico Centro 7. Península de Baja California y Pacífico Norte 8. Península de Yucatán y Caribe Mexicano 9. Planicie Costera y Golfo de México Las mismas ANP, al igual, tienen sus propios consejos asesores14, formados por representantes de organizaciones comunitarias, de ONG, del sector académico y de empresas privadas. En estos consejos asesores destaca el papel de las organizaciones comunitarias, que abarcan el 44 % del total de representantes. En el actual programa nacional, el compromiso hacia la participación se expresa como sigue: La gobernanza ambiental, y en particular la que se deriva del modelo mexicano de ANP, reconoce que el Gobierno no es el único responsable de la gestión de los asuntos ambientales, sino también, y de manera muy importante, la sociedad; teniendo como punto central el respeto de los derechos humanos fundamentales de quienes habitan las ANP. Gobernar consiste hoy, en crear interdependencia entre los actores públicos y privados, y entre los políticos y civiles de una sociedad, así como el respeto irrestricto a la organización 14 Aunque en teoría todas las ANP federales deberían contar con un consejo asesor, hasta el 2013 solo se habían registrado 72, en comparación a un número de 116 ANP de competencia federal, consolidadas con personal operativo y un PM (SEMARNAT, op. cit.). 50 y a los procesos internos de toma de decisiones de las comunidades presentes en las ANP. Este reconocimiento ha generado mecanismos de participación social en los diferentes temas de la agenda ambiental en el ámbito de respeto a sus derechos humanos. (SEMARNAT, óp. cit.: 43). Figura 2.3 Estructura orgánica de la CONANP, enfocada a la operación regional Fuente: elaboración propia con base en datos del INAI, 2015. Un punto central para incluir a las poblaciones de las ANP en la conservación son los diferentes programas sociales que proveen recursos para proyectos que van de acuerdo a los lineamientos de los PM. En los siguientes cinco programas, en el 2013 se apoyó en total a 73 024 personas, un número que ha ido aumentando sucesivamente desde la creación de la CONANP (en el 2001, en comparación, el número de beneficiarios aún eran tan solo 16 834 personas): - Programa de Conservación para el Desarrollo Sustentable (PROCODES) - Programa de Empleo Temporal (PET) - Programa de Conservación del Maíz Criollo (PROMAC) - Programa de Vigilancia Comunitaria (PROVICOM) 51 - Programa de Acción para la Conservación de la Especie Vaquita Marina (PACE-VAQUITA) A parte de esos programas existen los Proyectos Productivos Alternativos (MAPPA), donde la CONANP se apoya en la cooperación con otras instituciones gubernamentales como la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) que es otra organización descentralizada de la SEMARNAT, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), el Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas en Solidaridad (FONAES), el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), bancas de desarrollo, ONG, gobiernos estatales y municipales así como agencias de cooperación internacional. Con las MAPPA se trata de fortalecer a productores y proveedores de servicios sustentables. En el 2013 se apoyaron 790 proyectos, entre los cuales destacaron proyectos de turismo, con un número total de 300. Otros proyectos incluyeron el fomento de la producción de miel y café orgánico, la elaboración de productos derivados de plantas medicinales, proyectos de acuacultura y pesca, y Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), entre otros. Otros programas de apoyo que se aplican en las ANP federales son la Cruzada contra el Hambre del Gobierno Federal, que se aplica en las partes más pobres del país, y programas de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Apoyos adicionales provienen de ONG nacionales e internacionales y agencias internacionales como la Agencia Alemana de Cooperación para el Desarrollo (GIZ, por sus siglas en alemán), el Banco Alemán de Desarrollo (KfW, por sus siglas en alemán), la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés). Aparte de los programas de carácter social anteriormente mencionados, hay otros programas más que implementa la CONANP, entre los cuales se pueden mencionar el Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER) que se ocupa de la protección de 32 especies o grupos de especias prioritarias de plantas o animales, y la 52 Estrategia Nacional de Educación Ambiental para ANP (ENEAANP), que se apoya en la Red de Educadoras y Educadores Ambientales, que en el 2014 contó con 143 miembros que coordinan actividades de educación ambiental en colaboración con otras organizaciones y trabajan en la elaboración de material didáctico relevante. Además, la CONANP promueve acciones para crear una cultura de conservación, por ejemplo, a través de diferentes eventos en todo el país en marco de la Semana Nacional de Conservación. Aparte del trabajo realizado por sus empleados, desde el 2010 la CONANP ha introducido un programa de voluntariado. De acuerdo con las informaciones proporcionadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el presupuesto de la CONANP en el año 2015 fueron 1 186 millones de pesos; aunque parezca una suma bastante alta, eso solo fue el 1.7 % del gasto federal total en el ramo Medio Ambiente y Recursos Naturales. Cabe mencionar que casi tres cuartos del presupuesto de este ramo son destinados a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). En cuanto a organizaciones que cooperan con la CONANP, la CONAFOR, por ejemplo, tuvo un presupuesto de 7 744 millones de pesos y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) de 1 107 millones de pesos (SHCP, 2015b). En sí, el ramo Medio Ambiente y Recursos Naturales en el 2015 ocupó el 1.7 % del gasto programable total del gobierno federal. Después de haber disminuido un 0.7 % en comparación del año 2014 al 2015 (SHCP, 2015a), en el 2016 se proyectó un recorte fuerte de 17.9 %, por lo que en este año solo ocupó el 1.6 % del gasto programable total del gobierno federal (SHCP 2016). c) Distribución espacial y principales características de las reservas Como se puede ver en Figura 2.4, las 41 RB de competencia federal se distribuyen en toda la federación. Las zonas con mayor número de RB son el noroeste del país, así como el centro y el sureste; muy pocas RB, al contrario, se encuentran en el noroeste de México. 53 Figura 2.4 Distribución de las RB de administración federal en México (2015) Fuente: elaboración propia con base en CONANP, op. cit.; ESRI, USGS y NOAA, 2009; INEGI, 2011. 3O·0'O"N 20·O'O"N o o o 2 O ® -- Límite internacional -- Límite estata l O Reservas de la Biosfera 250 500 1.000 km 100·O'O·W Reservas de a Biosfera: 1 Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado 2 Archipié lago de Revil lagigedo 3 Arrecifes de Sian Ka'an 4 Bancho Chinchorro 5 Barranca de Meztitlán 6 Ca lakmul 7 Chamela-Cuixma la 8 Complejo Lagunar Ojo de Liebre 9 El Pinacate y Gran Desierto de Altar 10 El Triunfo 11 El Vizcaíno 12 Isla Guadalupe 13 Isla San Pedro Márti r Ags. Aguasca lientes BC Baja Ca li fornia BCS Baja Ca li fornia Sur Campo Campeche CDMX Ciudad de México Coah. Coahulia de Za ragoza Col. Col ima Chis. Chiapas Chih. Chihuahua Dgo. Durango Gto. Guanajuato 14 Islas Marías 15 Janos 16 La Encrucijada 17 La Michilía 18 La Sepu ltura 19 Lacan-Tun 20 Los Peten es 21 Los Tuxtlas 22 Mapimí 23 Mariposa Monarca 24 Marismas Nacionales Nayarit 25 Montes Azules 26 Pantanos de Centla 27 Ría Celestun 28 Ría Lagartos Gro. Hgo. Jal. Mex. Mich. Mor. Nay. NL Oax. Pue. Qro. Estados Guerrero Hidalgo Jalisco México Michoacán de Ocampo Morelos Nayarit Nuevo León Oaxaca Puebla Queretaro 29 Selva El Ocote 30 Sian Ka'an 31 Sierra de Huatla 32 Sierra de Manantlán 33 Sierra del Abra Tanchipa 34 Sierra Gorda 35 Sierra Gorda de Guanajuato 36 Sierra La Laguna 37 Tehu acá n-Cuicatlán 38 Tiburón Ballena 39 Volcán Tacaná 40 Zicuirán-Infiern illo 41 Zona Marina Bahia de los Ángeles, canales de Ballenas y de Sa lsipuedes Q. Roo Qu intana Roo SLP San Luis Potosí Sin. Sinaloa Son. Sonora Tab. Tabasco Tamps. Tamaulipas Tlax. Tlaxca la Ver. Vera cruz Ignacio de la Llave Yuc. Yucatán Zac. Zacatecas 54 En cuanto a los 32 estados, solo en siete estados, Aguascalientes, Ciudad de México, Guerrero, Nuevo León, Tamaulipas15, Tlaxcala y Zacatecas, falta esa categoría de ANP. El estado con el mayor número de RB (siete) es Chiapas, donde también se había declarado la primera RB, Montes Azules, en el 1978. En segundo lugar, viene el estado de Quintana Roo con cinco RB, seguido por Baja California, Baja California Sur, Campeche y Sonora que cada uno cuentan con tres RB. Cabe mencionar que cinco RB sobrepasan los límites de los estados, la RB Ría Lagartos, por ejemplo, se comparte entre Quintana Roo y Yucatán. La RB Mapimí incluso se comparte entre los tres estados Coahuila, Durango y Chihuahua. La RB Archipiélago de Revillagigedo, ubicada en el Océano Pacífico, se encuentra en una zona bajo administración federal16. Debido a su distribución en todo el país, las RB abarcan la mayoría de las provincias biogeográficas del país. De las 19 provincias están presentes en las RB las provincias Altiplano Norte, Altiplano Sur, Baja California, Costa del Pacífico, Del Cabo, Depresión del Balsas, Eje Volcánico, Golfo de México, Petén, Sierra Madre Occidental, Sierra Madre Oriental, Sierra Madre Sur, Soconusco, Sonorense, y Yucatán; solo faltan las cuatro provincias California, Los Altos de Chiapas, Oaxaca, y Tamaulipeca (CONABIO, 1997). En cuanto a las ecoregiones (unidades geográficas caracterizadas por ciertos tipos de ecosistemas con su respectiva flora y fauna, cp. CONABIO, 2009a), las RB mexicanas abarcan partes de seis de las mayores (nivel II) ecoregiones terrestres del país, de los Desiertos de América del Norte, de las Elevaciones Semiáridas Meridionales, de las Selvas Cálido-Húmedas, las Selvas Cálido-Secas, las Sierras Templadas, y también, con la RB Isla Guadalupe, de la ecoregión California Mediterránea. La única ecoregión que falta son las Grandes Planicies, debido a la ausencia de RB federales en el extremo noroeste de México (INEGI, CONABIO e INE, 2008). Con respecto a las ecoregiones marinas, las RB mexicanas protegen áreas de las ecoregiones Pacífico Sud-Californiano, Golfo de California, Pacífico Transicional Mexicano, y también una pequeña parte del área costero de la ecoregión Pacífico 15 En Tamaulipas, sin embargo, existe la RB estatal El Cielo (Gobierno del Estado de Tamaulipas, op. cit.). 16 En cuanto a la pertenencia administrativa del Archipiélago de Revillagigedo véase CONANP, 2004. 55 Centroamericano en la parte pacífica, así como Golfo de México Sur y Mar Caribe en la parte atlántica. En el Pacífico mexicano, sin embargo, no está incluida la ecoregión Pacífico Transicional de Monterey, así como en el Atlántico mexicano la ecoregión Golfo de México Norte (CONABIO, 2009b). En general, en comparación con la extensión total de dichas ecoregiones marinas, las áreas decretadas como RB son mínimas, como demostrará el siguiente párrafo. En total, las RB abarcan una superficie de 12 751 149 ha, lo que corresponde al 2.5 % de la superficie nacional (territorial y zonas marítimas de jurisdicción nacional). La superficie terrestre de las RB son en conjunto 9 509 019 ha (4.8 % de la superficie terrestre nacional) y la superficie marina 3 242 129 ha (1.0 % de las zonas marítimas de jurisdicción nacional)17. En términos de superficie, las RB son con mucho el tipo de ANP más importante en México, abarcando casi la mitad (49.8 %) de la superficie protegida de competencia federal; en segundo lugar, siguen las APFF (26.5 %) y en tercero las APRN (17.6 %). Los PN, que en décadas pasadas fueron el principal tipo de ANP en el país, hoy en día, en cuanto a su superficie en comparación con otras ANP federales apenas vienen en cuarto lugar, con un porcentaje de 5.5 % (CONANP, op. cit.). Tanto en el Cuadro 2.2, así como en la Figura 2.4 se puede apreciar que entre las RB mexicanas existen grandes diferencias de tamaño, la más grande es la RB El Vizcaíno en Baja California Sur con una superficie de 2 546 790 ha, mientras que la más pequeña, la RB Volcán Tacaná en Chiapas tiene una superficie de tan solo 6 378 ha. El promedio de todas las RB es de 311 004 ha. La mayoría (26) de las RB son solo terrestres, 13 RB cuentan tanto con superficie terrestre como con superficie marina y la RB Tiburón Ballena en Quintana Roo es únicamente marina. La RB con la mayor superficie terrestre también es la RB El Vizcaíno (2 259 003 ha) y la RB con la mayor superficie marina es la RB Archipiélago de Revillagigedo que tiene una superficie marina de 621 302 ha. 17 Cálculos propios, los datos para la superficie del territorio y las zonas marítimas nacionales provienen de INEGI (2003). 56 Cuadro 2.2 Datos básicos acerca de las RB de administración federal (2015) * estimación de la CONANP, op. cit.; ** para la explicación de las abreviaciones véase Figura 2.4; ***con respecto a la pertenencia administrativa del Archipiélago de Revillagigedo véase CONANP, 2004. Fuente: elaboración propia con base en CONANP, 2015. Nombre de la RB Superficie terrestre (ha) Superficie marina (ha) Superficie total (ha) Número* de habitantes Estado(s)** Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado 407 148 527 609 934 756 5 141 BC, Son. Archipiélago de Revillagigedo 15 383 621 302 636 685 0 territorio nacional*** Arrecifes de Sian Ka’an 1 361 33 566 34 927 0 Q. Roo Banco Chinchorro 585 143 774 144 360 0 Q. Roo Barranca de Meztitlán 96 043 0 96 043 26 533 Hgo. Calakmul 723 185 0 723 185 2 707 Camp. Chamela-Cuixmala 13 142 0 13 142 26 Jal. Complejo Lagunar Ojo de Liebre 79 329 0 79 329 0 BCS El Pinacate y Gran Desierto de Altar 714 557 0 714 557 49 Son. El Triunfo 119 177 0 119 177 12 403 Chis. El Vizcaíno 2 259 003 287 787 2 546 790 51 211 BCS Isla Guadalupe 26 277 450 694 476 971 92 BC Isla San Pedro Mártir 127 30 038 30 165 0 Son. Islas Marías 24 295 616 990 641 285 11 080 Nay. Janos 526 482 0 526 482 3 411 Chih. La Encrucijada 115 653 29 215 144 868 16 668 Chis. La Michilía 35 000 0 35 000 0 Dgo. La Sepultura 167 310 0 167 310 15 707 Chis. Lacan-Tun 61 874 0 61 874 0 Chis. Mapimí 342 388 0 342 388 401 Coah., Dgo., Chih. Los Petenes 100 867 181 991 282 858 0 Camp. Los Tuxtlas 155 122 0 155 122 28 611 Ver. Mariposa Monarca 56 259 0 56 259 33 289 Mex., Mich. Marismas Nacionales Nayarit 133 854 0 133 854 1 474 Nay. Montes Azules 331 200 0 331 200 19 921 Chis. Pantanos de Centla 302 707 0 302 707 24 536 Tab. Ría Celestún 61 927 19 556 81 482 7 580 Camp., Yuc. Ría Lagartos 60 348 0 60 348 6 782 Q. Roo, Yuc. Selva El Ocote 101 288 0 101 288 8 017 Chis. Sian Ka’an 375 012 153 136 528 148 634 Q. Roo Sierra de Huautla 59 031 0 59 031 3 922 Mor. Sierra de Manantlán 139 577 0 139 577 8 416 Col., Jal. Sierra del Abra Tanchipa 21 464 0 21 464 3 SLP Sierra Gorda 383 567 0 383 567 100 260 Qro. Sierra Gorda de Guanajuato 236 883 0 236 883 25 834 Gto. Sierra La Laguna 112 437 0 112 437 409 BCS Tehuacán-Cuicatlán 490 187 0 490 187 36 506 Oax. Pue. Tiburón Ballena 0 145 988 145 988 0 Q. Roo Volcán Tacaná 6 378 0 6 378 738 Chis. Zicuirán-Infiernillo 265 118 0 265 118 11 944 Mich. Zona marina Bahía de los Ángeles, canales de Ballenas y de Salsipuedes 387 474 483 387 957 1 BC 57 Grandes diferencias también se pueden reconocer en el Cuadro 2.2 en cuanto al número de habitantes que viven dentro de las RB. La más poblada es la RB Sierra Gorda en el Estado de Hidalgo con más de cien mil habitantes, mientras que nueve RB son completamente despobladas y otras cinco tienen menos que cien habitantes. La RB con la densidad de población más alta es la RB Mariposa Monarca con 59.1 hab./km², seguido por la RB Barranca de Meztitlán con 27.6 hab./km², la RB Sierra Gorda con 26.1 hab./km² y la RB Los Tuxtlas con 18.4 hab./km². En total las RB tienen una población de 464 mil habitantes, lo que significa que el promedio es de 11 324.5 habitantes; en comparación con todo el país, el porcentaje de las RB en este aspecto es muy bajo (0.4 %)18 y, consecuentemente, la densidad de población, con 3.6 hab./km² es también mucho inferior a la del país en general (61.3 hab./km²). Cabe mencionar que el 14.0 % de la población de las RB, lo que corresponde a 64 917 personas, es clasificada como población indígena. La RB con el mayor número de habitantes indígenas (16 934) es la RB Tehuacán-Cuicatlán y la RB con el mayor porcentaje de población indígena (81.3 %) es la RB Montes Azules (cálculos con base en CONANP, op. cit.). d) Efectividad de las reservas de la biosfera para la conservación En tiempos pasados, la conservación del punto de vista del gobierno de México consistió prácticamente solo en declarar ANP, sin tomar medidas concretas para que estos decretos también se llevaran a cabo, así que los efectos de estos ANP fueron muy limitados, y en la mayoría de los casos continuó el deterioro ambiental (Melo, 1975; Melo, 2002). Esa política cambió, como se demostró en el apartado a) del presente subcapítulo: al andar de los años, los gobiernos federales empezaron a crear instituciones encargadas con el manejo de las reservas, destinaron dinero a programas de conservación y adoptaron medidas para incluir participativamente a las poblaciones de las áreas en cuestión. En una publicación del año 2006, el entonces Comisionado Nacional para las ANP, Ernesto Enkerlin Hoeflich, incluso aseveró que México se había vuelto un líder a nivel internacional en términos de conservación (CONANP, 2006). 18 Los cálculos en este párrafo que incluyen la población nacional se basan en la proyección de CONAPO (2012a) para la mitad del año 2015. 58 Sin embargo, varios estudios científicos recientes apuntan la persistencia de problemáticas ambientales en las ANP mexicanas, entre otros también en las RB. Figueroa y Sánchez-Cordero (2008), por ejemplo, encontraron a través de la comparación de mapas de uso de suelo en el periodo entre 1993 y 2002 que 6 de 17 RB estudiadas (35.3 %) eran poco eficientes o incluso no eficientes en la prevención de cambios de uso de suelo contrarios al objetivo de conservación. Otros autores reportan la persistencia de problemáticas ambientales para RB individuales como Paré y Fuentes (2007) para el caso de la RB Los Tuxtlas, García-Frapolli et al. (2009) para la RB Ría Celestún y la RB Calakmul, Domínguez (2013) para la RB Mariposa Monarca, y Farfán et al. (2016) para la RB Sierra de Manantlán, entre otros. También la misma CONANP admite la presencia de dificultades en la implementación de las ANP. En los años de 2001 a 2006, por ejemplo, se elaboraron 12 estudios en 14 ANP19 acerca de la velocidad de transformación de los ecosistemas, desde su creación hasta la actualidad, con el resultado de que en once (78.6 %) de las ANP estudiadas, la tasa de transformación fue negativa. El área más afectada fue el APFF Corredor Biológico Chichinautzin con una tasa de transformación anual de 0.74 %, pero también varias RB mostraron altas tasas de transformación, especialmente Mariposa Monarca, La Encrucijada y Ría Lagartos con tasas de transformación encima de 0.6 %. Las RB Tehuacan-Cuicatlán, Montes Azules y El Vizcaíno, en términos relativos no mostraron un cambio tan alto, sin embargo, debido a su gran tamaño, éstas fueron las ANP estudiadas con el cambio absoluto más alto en el tiempo de estudio, de 1 253 ha, 974 ha y 804 ha, respectivamente (ASF, 2006). Actualmente, la CONANP cuenta con el Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación para la Conservación (SIMEC), accesible públicamente en internet, donde, entre otras cosas, se alistan las problemáticas ambientales detectadas para 39 de las 41 RB federales20. En el Cuadro 2.3 se presenta una sinopsis de las problemáticas más frecuentes relacionadas directamente con la actividad humana, clasificadas en diez 19 Un estudio trató todo la región de Sian Ka’an en conjunto, abarcando tres ANP, la RB Sian Ka’an, la RB Arrecifes de Sian Ka’an y el APFF Uaymil. 20 En el sistema no se proporcionan datos acerca de las problemáticas ambientales en las RB Complejo Lagunar Ojo de Liebre y Arrecifes de Sian Ka’an (diciembre del 2015). 59 categorías. No se incluyeron en el cuadro amenazas naturales, como huracanes21 y actividades sísmicas. Cabe mencionar que muchas de las problemáticas de la lista son interdependientes, los incendios forestales, por ejemplo, pueden ocurrir por causas naturales o pueden ser causadas involuntariamente, pero también pueden ser causados intencionadamente, relacionado a la expansión de la frontera agrícola (cp. CONANP, 2015a). Cuadro 2.3 Problemáticas ambientales de mayor frecuencia en las RB de México Nota: para 39 de las 41 RB mexicanas de administración federal; algunas categorías muy amplias, como ‘cambio de uso de suelo’ no se incluyeron, ya que no está claro a cual causa se refieren. Fuente: elaboración con base en CONANP, op. cit.. Como se puede ver en Cuadro 2.3, las problemáticas más frecuentes son relacionadas al uso de la biodiversidad y del suelo a través de la cacería y pesca, del tráfico de especies, el aprovechamiento de los recursos forestales así como las actividades agropecuarias. De las diez categorías de problemáticas ambientales, las RB con mayor ocurrencia son Sierra de Manantlán y Los Tuxtlas con nueve; las RB con menor ocurrencia de problemáticas ambientales, al contrario, son La Michilía y Tiburón Ballena, en los dos casos solo se menciona una problemática (ibíd.). No obstante, hay 21 Indirectamente, sin embargo, también los huracanes parecen ser influenciados por el ser humano ya que, como indica el IPCC (2007), es probable que su intensidad de promedio esté aumentando debido al cambio climático. Problemática ambiental Número de RB donde se reporta Extracción de fauna y flora (sobreexplotación de especies, tráfico ilegal de especies, sobrepesca y pesca furtiva, cacería ilegal, tala clandestina y explotación no planificada de recursos forestales) 33 Actividades agropecuarias (expansión de la frontera agrícola, ganadería extensiva, malas prácticas en los sistemas agro silvo pastoriles) 27 Contaminación (residuos sólidos y aguas residuales) 25 Incendios forestales 20 Construcción (desarrollo urbano, creación de nuevos asentamientos humanos, desarrollo industrial, construcción de autopistas y carreteras) 18 Erosión y degradación de suelos 16 Introducción y despliegue de especies exóticas, especies invasoras y plagas 16 Minería y explotación petrolera 10 Turismo (malas prácticas de turismo, desarrollo de infraestructura turística de alto impacto, turismo no controlado) 9 Sobreexplotación de los mantos hídricos y mantos acuíferos 8 60 que tener en cuenta que eso solo se refiere al número de problemáticas reportadas, pero no a la gravedad de dichos impactos. En general, el Cuadro 2.3 muestra que la efectividad de las RB mexicanas, hasta la fecha, se enfrenta con fuertes limitaciones. 2.2 Ecología Política de las áreas naturales protegidas federales Este subcapítulo aborda las problemáticas que afectan las RB y otras ANP de México, desde el punto de vista de la EP. Los apartados de este subcapítulo se organizan por las diferentes escalas espaciales en las que los actores influyen en la conservación. La Figura 2.5 demuestra todos estos niveles y los actores relevantes de manera resumida. El apartado más extenso es el relacionado a la escala nacional – dado que las RB en México son de administración federal – e incluye una discusión de los obstáculos primordiales de la conservación territorial en el país. Finalmente, se presentan dos estudios de caso del análisis de RB individuales con un enfoque de EP. a) Nivel local Uno de los aspectos más importantes y distintivos de las ANP mexicanas es la tenencia de la tierra. Como escribe Melo (op. cit.) en países como Canadá, Estados Unidos, Australia, Finlandia e Rusia, el manejo de las ANP se facilita debido a que en su mayoría son propiedad absoluta del estado. En México, por el contrario, igual que en muchos otros países europeos y latinoamericanos, las áreas son de propiedad combinada, por lo que “(…) enfrentan serios problemas de manejo que repercuten en su deficiente conservación.” (Melo op. cit.: 107). Esta afirmación de Melo se refleja también en el anteriormente mencionado estudio de la ASF (op. cit.) que encontró que entre los 12 ANP mexicanas examinadas, el único con una valoración positiva de transformación de los ecosistemas era el complejo Sian Ka’an (incluyendo las RB Sian Ka’an y Arrecifes de Sian Ka’an) en el cual 99 % de la superficie bajo régimen de protección es propiedad del estado, un caso poco común con respecto a las RB de México. 61 Figura 2.5 Actores involucrados y marco reglamentario de las RB de México Fuente: elaboración propia con base en literatura citada en el subcapítulo 2.2. La mayoría de las ANP en México, como escriben Beroutchachvili et al. (op. cit.) se establecieron en territorios donde la tenencia principal de la tierra es de carácter comunal y ejidal. De acuerdo con Bezaury-Creel y Gutiérrez (2009)22, en el 2008 el porcentaje de propiedad social ocupó al menos el 60.34 % de la porción terrestre de las ANP federales. Se trata de comunidades orientadas hacia el uso de la tierra agrario. Gran parte de los ejidos fueron establecidos a partir de la revolución mexicana; otros, sobre todo las comunidades indígenas, ya tienen una larga historia de uso de los recursos naturales de las áreas en cuestión. Cabe mencionar que la forma de organización de dichas comunidades – a pesar de su supuesto carácter comunal – está 22 El estudio se basó en datos de Obsinter (2007), Vargas-Márquez (1997), y los PM de las ANP o estudios previos justificativos para las ANP que aún no contaron con un PM. El 20.38 % eran propiedad pública, el 12.01 % propiedad privada y para el 7.27 % no se encontraron datos disponibles. 62 lejos de ser equitativo. El derecho de estar involucrado en los mecanismos locales de toma de decisiones se reserva para los tenientes de la tierra que a menudo solamente constituyen una minoría de la población. Sobre todo la participación de jóvenes y de las mujeres en general está muy limitada23 (Almeida, 2009; Figueroa y Durand, 2015; Merino, 2013). Nahmad (2000) escribe que muchas de las comunidades dentro de las ANP de México se encuentran en condiciones de pobreza extrema. Esto se puede comprobar comparando la distribución de las RB mexicanas (Figura 2.4) con los mapas del Índice de Marginación 2010 de la CONAPO (2013). De las 14 RB con más de 10 000 habitantes, seis coinciden completamente o en parte con municipios que tienen un grado de marginación muy alto, y otros cinco con municipios con un grado de marginación alto. Como demuestra el Cuadro 2.3, las actividades agropecuarias que llevan a cabo las poblaciones humanas de las RB mexicanas presentan una de las principales amenazas para su conservación. Muchas de las comunidades siguen llevando a cabo prácticas tradicionales como el cultivo de milpa bajo un sistema de roza, tumba y quema que, a pesar de su larga historia exitosa de uso de la tierra amigable con el medio ambiente, bajo las condiciones (climáticas, demográficas, económicas, etc.) actuales muchas veces ya no es sustentable (Andrews, 2006; Merino, 2004, Porter et al., 2006). También está muy extendido el uso de tierras para la ganadería que, a pesar de su baja productividad por hectárea, se prefiere por la poca intensidad de trabajo que implica. El ganado además se usa como una forma de seguro ya que puede ser vendido fácilmente cuando de repente se necesitan recursos económicos (Klepeis y Vance, 2003). Muchos de los programas gubernamentales y proyectos de ONG en las ANP (cp. Andrews, op. cit.), por lo tanto, están destinados a una transformación de las actividades económicas de las comunidades rurales. Mientras que estos programas son muy importantes y corresponden al paradigma de conservación incluyente, no deberían generar la impresión de que los habitantes de estas comunidades son la principal causa del deterioro ambiental en México, como escribe Nahmad (op. cit.: 22): “(…) las políticas 23 De acuerdo al RAN (2016) las mujeres constituyen el 25.8 % de los ejidatarios y comuneros de México. 63 ambientalistas están cargando la responsabilidad en los pueblos indígenas por perturbar el medio ambiente cuando es el sector industrial el que más presiona sobre los recursos naturales (…)”. También hay que destacar que existen iniciativas voluntarias de conservación por parte de la población local, como reservas comunitarias, áreas destinadas voluntariamente a la conservación por parte de propietarios privados y UMAs, a pesar de que, como escriben Bezaury-Creel y Gutierrez (op. cit.), el apoyo del estado a éstas es escaso. b) Nivel regional El principal actor con respecto a las RB a nivel regional son sus direcciones, establecidas por la CONANP y que se rigen -en el caso ideal- por los PM respectivos. Como se mencionó en el capítulo 1.2, las ANP federales están obligadas a crear consejos asesores, que pueden ser vistos como un punto de intersección entre lo local y lo regional, debido a la participación importante de representantes comunitarios. Aparte en los consejos participan también ONG y representantes de instituciones académicas y empresas privadas ubicadas en la región. El sector privado a nivel regional también puede influir en el uso local de los recursos. Para el caso de la tala ilegal en la RB Mariposa Monarca, por ejemplo, Brenner y Job (2006, con base en Martín, 2001, Harner, 2002, y WWF, 2004) mencionan el involucramiento de productores de muebles y otras industrias relacionadas al aprovechamiento de madera situados en los centros urbanos regionales. La participación de los ayuntamientos de los municipios en el manejo de las RB y la coordinación entre ellos y la CONANP en general es escasa (Cortina y Zorilla, 2009). El involucramiento de los municipios en medidas de conservación también se limita debido a la falta de recursos económicos. Mathews (2005) nota que, en este contexto, la descentralización que ha sido propagada en los discursos políticos en México, hasta ahora ha sido más bien retórica que práctica. La participación de policías municipales en la vigilancia del cumplimiento de las leyes ambientales se dificulta además por la falta de capacitación, por ejemplo, con respecto al reconocimiento de especies de flora y fauna que están registradas como protegidas (Cortina y Zorilla, op. cit.). 64 Indirectamente, las políticas a nivel municipal sí tienen impactos en las ANP federales, sobre todo en áreas con una fuerte presión de urbanización, ya que los municipios son responsables de los permisos para construcciones. En este contexto, un instrumento adecuado para alinear las estrategias de conservación entre los diferentes niveles de gobierno sería el OET (Ordenamiento Ecológico del Territorio). Hasta 2009, sin embargo, solo se había elaborado un OET específicamente para un ANP federal, la RB Sian Ka’an (Bezaury-Creel y Gutiérrez, op. cit.). Una comparación con el mapa de OET de la SEMARNAT (2015), actualizado para junio de 2015, muestra que hoy en día hay otras RB que coinciden con áreas de OET locales como la RB Calakmul con el OET del municipio de Calakmul o con OET regionales que abarcan varios municipios, como la RB Mariposa Monarca con los dos OET para las regiones homónimas en los estados de Michoacán y Estado de México. c) Nivel estatal y macro regional Lo mismo que se ha dicho acerca de los gobiernos y fuerzas de seguridad pública a nivel municipal en cuanto a la falta de recursos y capacidades en términos de conservación, a grandes rasgos también aplica en el nivel estatal. En general, en los gobiernos estatales el monto destinado al sector ambiental es mínimo, comparado por ejemplo con los recursos que se ocupan para el fomento al sector agropecuario. Sin embargo, Cortina y Zorilla (op. cit.) mencionan que el tema de biodiversidad, al menos es parte de un programa sectorial en cada uno de los estados de la federación, y que en general existe una buena relación de trabajo entre los estados y la CONANP y los otros organismos descentralizados de la SEMARNAT. Para algunos estados, como por ejemplo Baja California y Chiapas, también existen OET que abarcan toda la entidad federativa (SEMARNAT, op. cit.). En cuanto a la generación de investigaciones necesarias para una conservación eficaz, algunas universidades y centros de investigación estatales o con un enfoque macro regional hacen aportaciones importantes, por ejemplo, ECOSUR (El Colegio de la Frontera Sur), El Colef (El Colegio de la Frontera Norte) y el CICY (Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán) (Cortina y Zorilla, op. cit., Smardon y Faust, 2006). También algunas ONG como Pronatura tienen fuertes representaciones a nivel 65 estatal o macro regional (abarcando varios estados) (cp. Andrews, op. cit.). De igual manera, el modelo administrativo de la CONANP pone un énfasis importante en el nivel macro regional, a través de sus nueve direcciones regionales (véase capítulo 2.1). d) Nivel supranacional y global La escala espacial más importante para las RB, siendo ANP de carácter federal, aparte de la escala local, es la escala nacional. Antes de poner el enfoque hacia ésta, sin embargo, conviene volver la mirada hacia las escalas global y supranacional, ya que éstas influyen en las dinámicas nacionales de México. Esto se mostró ya en el capítulo 1.1 donde se relató que el concepto de RB fue adoptado por México a partir del programa MAB de la UNESCO, organización perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU); la UNESCO, sin embargo, escasamente interviene directamente en asuntos de conservación a nivel nacional (Brenner, 2009). Otras influencias internacionales que apoyaron a modificar y mejorar las políticas ambientales en México relacionadas a la ONU fueron la Cumbre de Río (López-Vallejo, 2013; véase también capítulo 1.1) y subsecuentemente la participación de México en la Agenda 21 y la ratificación de la Convención sobre la Diversidad Biológica en el 1993 (Cortina y Zorrilla, op. cit.). Como resultado de esta convención, México está obligado por el derecho internacional a proteger su diverso patrimonio natural (CONABIO y PNUD, 2009). Con el fin de apoyar económicamente en la implementación de políticas ambientales de acuerdo con estos programas y convenios internacionales en países en vías de desarrollo, se creó el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), cuyos proyectos son principalmente gestionados por parte del PNUMA (Progama de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y, sobre todo, por parte del BM (Banco Mundial) (Ericson, 2006; Ervine, 2011, López-Vallejo, op. cit.). México fue beneficiado por el GEF a través de diferentes proyectos y programas, entre otros el MIE (Manejo Integrado de Ecosistemas) que se implementó en diferentes regiones prioritarias y en el CBMM (Corredor Biológico Mexico-Mesoamericano) en el sureste del país (Ervine, op. cit.; Nahmad, op. cit.; Paré y Fuentes, op. cit.). Adicionalmente, junto con otras fuentes, con 66 los recursos del GEF se instaló en México el FANP (Fondo de Áreas Naturales Protegidas) que hasta el 2009 había apoyado a 37 ANP federales (Bezaury-Creel y Gutiérrez, op. cit.). Las ANP de México también son beneficiadas por fondos de asistencia al desarrollo de los países industrializados, sobre todo la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) y el Instituto de Crédito para la Reconstrucción (KfW, por sus siglas en alemán) de Alemania, la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD) (SEMARNAT, 2014) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) (Andrews, op. cit.; López-Vallejo, op. cit.). Otro grupo de actores importantes en cuanto al financiamiento y la gestión de acciones de conservación en el territorio mexicano son las ONG internacionales, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y The Nature Conservancy (TNC) (Andrews, op. cit.; Bezaury-Creel y Gutierrez, op. cit.; Brenner y Hüttl, 2009; Brenner y Job, 2012). También han sido importantes en presionar al gobierno mexicano a proteger el patrimonio natural del país (Rabet, 2011). Cabe mencionar que existen cooperaciones entre los organismos gubernamentales de apoyo y las ONG a nivel internacional. Andrews (op. cit.), por ejemplo relata el involucramiento del proyecto Parks in Peril (‘parques en peligro’), lanzado por TNC en conjunto con USAID en las RB Celestún, Ría Lagartos y Calakmul. Más adelante, en la descripción del contexto nacional, se profundiza más el papel de las ONG. Moviendo al nivel supranacional, un aspecto muy importante para las políticas ambientales en México ha sido la liberalización económica del país y su entrada al TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) junto a Canadá y los EE.UU. Por un lado, parece que este convenio ha ayudado a fortalecer el marco institucional de conservación en México, relacionado a cláusulas ambientales que se incluyeron en éste para calmar a organizaciones ambientalistas estadounidenses y a diputados del congreso de EEUU que estuvieron preocupados de que los bajos estándares ambientales de México podrían causar un traslado masivo de empresas industriales a México, y de esa manera afectar a los trabajadores de sus estados (Box-Steffensmeier et al., 1997, citado en Rabet, 2011). Sin embargo, Rabet (op. cit.) relativa el impacto del tratado en las políticas ambientales de México con las siguientes palabras: 67 La fragilidad del ecosistema, así como el impacto de la contaminación sobre la salud son temas que los líderes políticos mexicanos hubieran podido considerar independientemente del TLCAN, debido a la presión popular y al coste económico que la contaminación del medio ambiente y la destrucción del ecosistema representan para la economía mexicana (ibíd.: 109). También Bezaury-Creel y Gutierrez (op. cit.) mencionan la exigencia social nacional como una razón importante para el auge de políticas de conservación en México. De todas maneras, relacionado al TLCAN, también se firmó el Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN) y se creó la Comisión Norteamericana de Cooperación Ambiental (CCA); ésta, no obstante, solamente puede dar recomendaciones, no tiene la capacidad de imponer sanciones (López-Vallejo, op. cit.; Nim, 2006; Rabet, op. cit.). El TLCAN, al contrario, implica un marco legal para imponer su cumplimiento. Rabet (op. cit.) argumenta que el tratado mismo, sobre todo el capítulo 11 que trata de la protección de la IED (inversión extranjera directa), así como las políticas públicas mexicanas que se establecieron como consecuencia favorecen a los inversionistas extranjeros encima de la legislación ambiental. e) Nivel nacional Abarcando el nivel nacional24, como dicen Bezaury-Creel y Gutierrez (op. cit.: 401), “(…) resulta aventurado intentar resumir la enorme complejidad que abarca el contexto general en el cual se desarrolla cualquier política pública en particular (…)”. En este sentido, es difícil estimar cuáles efectos tuvieron las consecuencias generales que han tenido las políticas neoliberales que implementó México25 desde los años 80 (y en los que la entrada al TLCAN representó un paso fundamental), en cuanto a la presión sobre 24 A nivel federal, la conservación del medio ambiente, aparte de la LGEEPA, se fundamenta en la LOAPF (Ley Orgánica de la Administración Pública), la LGVS (Ley General de Vida Silvestre), la LGDFS (Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable), entre otras, y encima de todo en la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos (Cortina y Zorilla, op. cit.) 25 Entro los efectos de las reformas neoliberales en el país se pueden nombrar, entre otros, el crecimiento económico inferior a los años anteriores, la destrucción de estructuras de producción nacionales debido a la competencia de corporaciones transnacionales, la socialización de pérdidas de empresas que habían sido privatizadas (afectando el erario público), la disminución del nivel salarial -el poder adquisitivo del salario mínimo bajó el 69.6 % entre 1982 y 2002-, el incremento de trabajos precarios, el aumento de la desigualdad, el deterioro de las condiciones de salud de gran parte de la población, una severa afectación del sector agropecuario que tuvo que competir con las empresas agroindustriales con mejor tecnología y altamente subvencionadas por el estado en EEUU, lo que resultó en la pérdida de la soberanía alimenticia de México, y finalmente el auge de la violencia extrema (Calva, 2004; Hogenboom, op. cit.; Laurell 2015). 68 los recursos naturales y la conservación de las ANP. Estudios en cuanto a aspectos concretos de estas políticas se realizaron, por ejemplo, con respecto al programa PROCAMPO (Programa de Apoyos Directos al Campo) que fue lanzando en el 1994 al mismo tiempo con la entrada al TLCAN, como parte de las estrategias de modernización del sector agrícola. Uno de los argumentos de los analistas y funcionarios que promovieron este programa era que llevaría a un uso más eficiente del suelo y, de esa manera, apoyaría a la conservación, bajando la presión sobre los bosques y selvas (Dyer, 2010; Klepeis y Vance, op. cit.). Un estudio de Klepeis y Vance (op. cit.) en el sur de la península de Yucatán (donde se encuentra la RB Calakmul), sin embargo, mostró que el programa tuvo efectos muy contrarios a lo que se había esperado. En realidad, los criterios del programa llevaron a un aumento de la deforestación, debido a que el apoyo se dio por superficie bajo cultivo y de esa manera fomentó la expansión de la ganadería extensiva que permite obtener el apoyo de PROCAMPO con mucho menos inversión económica que la que necesitan los cultivos agrícolas. Desde entonces, se han incluido algunas consideraciones ecológicas en el programa, por ejemplo, es posible recibir apoyos también para terrenos con reforestación, sistemas silvopastoriles y descanso de cultivo; sin embargo, esta modalidad es confusa (Dyer, op. cit.; Dyer et al., 2007, citado en Dyer, 2010). De acuerdo con Aserca (2008, citado en Dyer, 2010) en el 2007 solo ocupaba menos que el 1 % de la superficie apoyada por el programa, y el 89 % de los beneficiaros de PROCAMPO no la conocían. Mientras que, en este caso, se podría argumentar que el efecto nocivo para la naturaleza se dio involuntariamente, para otro aspecto de la liberalización económica, los megaproyectos mineros, termoeléctricos, hidroeléctricos, inmobiliarios, industriales, etc., como argumentan Toledo et al. (2013), parece que el gobierno favorece los intereses económicos de corporaciones nacionales y sobre todo transnacionales encima de la conservación de la naturaleza y los intereses de la población local. Los autores, que se basaron principalmente en un estudio hemerográfico, llegaron a la conclusión de que sobre todo en los sexenios de Fox y Calderón habían incrementado de manera extrema las concesiones mineras, con el resultado de que ahora más de 50 millones de hectáreas del país son concesionadas a empresas mineras, especialmente 69 canadienses. El estudio no menciona específicamente cómo esa situación afecta a las RB; en la investigación de fuentes en línea para el presente trabajo, sin embargo, se pudo encontrar el caso de la zona de Wirikuta, donde la declaración de una nueva RB se frenó debida a conflictos con concesiones mineras (Sin Embargo, 2013). Frente a este panorama, Toledo et al. (op. cit.) opinan lo siguiente: La causa primera y última de la crisis ecológica a toda escala, incluido el cambio climático, ha sido el modelo que busca mercantilizar los procesos naturales, explotar lo que se ha denominado el capital natural. En el caso mexicano esta realidad fue enmascarada bajo una política doble: por un lado haciendo compromisos retóricos y concesiones irrelevantes mientras se facilitaban los grandes proyectos depredadores de la naturaleza. Como sucede en muchos países, en México la cosmética verde se volvió una práctica común. (ibíd.: 121- 122). Con base en la literatura consultada para este capítulo, iría demasiado lejos intentar averiguar qué tan cierta sea esa grave crítica del compromiso del gobierno federal para preservar el patrimonio natural. No obstante, lo que sí llama la atención es que, a pesar de incrementos del presupuesto durante los dos sexenios pasados, en comparación con otros sectores con intereses a veces antagonistas, como la agricultura y ganadería y el desarrollo de infraestructura, la SEMARNAT ha quedado en una posición secundaria (Brenner y Job, op. cit.; Cortina y Zorilla, op. cit.; CONABIO y PNUD, 2009; López- Vallejo, op. cit.). Para el 2009, por ejemplo, Cortina y Zorilla (op. cit.) calcularon que solamente el presupuesto de los programas PROCAMPO y PROGAN (Programa Producción Pecuaria Sustentable y Ordenamiento Ganadero y Apícola) fue el 5.9 y 1.5 veces más grande, respectivamente, que todo el presupuesto relacionado directamente a la conservación en las diversas dependencias de la SEMARNAT. Como resultado de la distribución de recursos perjudicial para el sector ambiental (a despecho del esfuerzo del CNANP para gestionar recursos para las ANP federales), en cuanto a la administración de las ANP a nivel federal, resulta que el presupuesto es insuficiente para garantizar, por ejemplo, la presencia de personal de las instituciones en las áreas prioritarias para la conservación, un aspecto indispensable para su gestión adecuada (Urquiza, op. cit.) (Bezaury-Creel y Gutierrez, op. cit.). Bezaury-Creel y Gutierrez (op. cit.) calculan de que, en teoría, a cada persona trabajando en las ANP 70 administradas por dicha institución le toca una superficie de 12 495 hectáreas, y concluyen: No obstante, (…) la diversidad de fuentes y programas de donde provienen los recursos económicos para atender las ANP, es indispensable reconocer que este presupuesto cubre solamente una parte de la operación ideal, y a todas luces se puede considerar como inferior al mínimo necesario para proteger las áreas que resguardan buena parte del capital natural de México (ibíd.: 413). Cabe destacar, que aun así en México las instituciones federales son, con mucho, las más importantes para la conservación de la biodiversidad (Brenner, 2009). Pisanty (2009) critica en este contexto que los problemas ambientales -con la excepción de algunos pocos apoyos (cp. el programa MAPPA, véase capítulo 2.2)- se dejan como responsabilidad única de la SEMARNAT, a pesar de que muchos otros sectores, como salud, agricultura, y turismo, entre otros, se benefician de un medio ambiente sano. La falta de recursos, desde luego, es uno de los problemas fundamentales para la conservación de las ANP en México, pero existen además otros problemas que obstaculizan su manejo eficiente, que se describen a continuación:  Evaluación y monitoreo deficiente El primer punto es el de la evaluación y del monitoreo de las políticas públicas hacia el medio ambiente. En cuanto a las RB, una evaluación eficiente ya se dificulta, en primer lugar, porque algunas aún no tienen un PM (Urquiza, op. cit.) que definiría qué se tiene que evaluar. Cortina y Zorilla (op. cit.) y Rivera (2011) concuerdan que mientras sí se realizan regularmente monitoreos de las actividades administrativas de las instituciones, todavía está muy incipiente la evaluación de los impactos directos de las estrategias y programas en el campo, lo que sería necesario para saber si realmente se cumplen los objetivos de las políticas ambientales. En cuanto al aspecto de la deforestación, Greenpeace México (2011) critica que las estadísticas del gobierno federal se basan en datos poco precisos que no detectan, por ejemplo, terrenos boscosos de media hectárea o procesos de degradación dentro de los bosques y selvas. 71  Estrategias erróneas y poco eficientes La falta de una evaluación eficiente obstaculiza la adaptación y reorientación de estrategias que no cumplen con los objetivos esperados. Como ejemplo de una estrategia poco eficiente se puede mencionar el giro que dio la política forestal en el sexenio de Calderón hacia el fomento a programas de reforestación. Como apunta Greenpeace México (op. cit.), los errores principales de esta estrategia eran la falta de definir cuáles eran las áreas prioritarias para la restauración de la cobertura forestal e incluso la reforestación en suelos no forestales, y la falta de continuidad, lo que causó en resumen una baja supervivencia de los árboles26. Como escribe Greenpeace México (op. cit.: 12), “(…) dados los pobres resultados de los programas de reforestación, significa una enorme dilapidación de recursos públicos.”. Relacionado a la cuestión forestal, otra estrategia criticada por muchos académicos son los PSA (Pagos por Servicios Ambientales), que se dan desde el 2003 a través de la CONAFOR a los propietarios de terrenos boscosos en todo el país por no deforestarlos ni usarlos económicamente. En las ANP, en el 2008 se apoyaron en total 149 464 hectáreas con recursos de este programa (CONANP, 2010). Algunos autores y movimientos sociales rechazan este programa por completo, argumentando que el valor de la naturaleza no puede ser cuantificado a través de un precio de mercado (Maris, 2012; McAfee y Shapiro, 2010). Otros autores, aunque no ponen en cuestión de por sí la aplicación de un programa de PSA, sí notan, como mejorables, diferentes aspectos de la modalidad del cómo ese programa se implementó en el marco mexicano. Los principales puntos de crítica son el hecho de que se apoya únicamente a los propietarios de la tierra, y de esa manera se excluye a gran parte de la población; el apoyo a la “no-acción”, simplemente se entrega dinero por no talar el bosque sin exigir un compromiso explícito de llevar a cabo actividades de conservación; el apoyo a terrenos aisladas sin fomentar la cooperación, 26Como ejemplos extremos se puede mencionar que en el 2008 Greenpeace visitó y documentó fotográficamente un área de 70 hectáreas en el estado de Aguascalientes donde el año anterior con una inversión de 74 mil pesos se habían plantado 56 mil árboles de los cuales ninguno sobrevivió; y otro caso en Guanajuato donde con una inversión de 149 mil pesos se plantaron 66 mil árboles en un área de 60 hectáreas; en este caso solo el 0.2 % de los árboles aún estaba creciendo bien (Greenpeace México, op. cit.). 72 por ejemplo, entre dueños de terrenos dentro de la misma cuenca; el hecho de que se trata de una estrategia macro para todo el país que no toma en cuenta diferencias regionales en cuanto a los costumbres de uso de la tierra y las condiciones biofísicas y socioeconómicas; y de que, básicamente, no se estableció un verdadero mecanismo de mercado como fueron concebidas originalmente a nivel mundial los programas de PSA, ni al menos un mecanismo relacionado a un impuesto al agua, sino se introdujo más bien simplemente otro de los muchos mecanismos federales de entregar subsidios, que no apoya en el desarrollo de verdaderos programas de gestión, sino depende únicamente del erario público, presentando una carga adicional sobre ése y poniendo en riesgo la continuidad del programa en el largo plazo. De esa manera, crea incertidumbre entre los usuarios e impide la entrada de nuevos terrenos al programa (Alberto-Villavicencio, 2015; Chagoya, 2008; Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, 2008; Greenpeace México, op. cit.; McAfee y Shapiro, op. cit., Urquiza, op. cit.). También en cuanto al programa de PSA llama la atención la falta de evaluación. No se realizan evaluaciones externas y para la CONAFOR, el indicador principal de éxito del programa es el del “número de hectáreas apoyado“, que dice poco sobre su verdadero efecto (Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, op. cit.). Algunos autores, como Manzo-Delgado, et. al. (2014) reportan beneficios del programa en estudios de caso a nivel local, pero a nivel nacional Greenpeace México (op. cit.) y Urquiza (op. cit.) concuerdan que es dudoso si los PSA hayan sido una estrategia exitosa frente a la deforestación. Con respecto a que los usuarios reciban un subsidio por no usar el bosque, el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (op. cit.: 266) incluso advierte que “(…) aplicado de esta manera en periodos largos, podría incentivar el abandono del bosque y su incorporación a un esquema de acceso libre, sobreexplotación y deterioro.”. La aplicación de estrategias macro que se implementan de la misma manera en ANP federales con condiciones muy diferentes también fue señalado por García-Frapolli et al. (op. cit.), sobre todo en cuanto al hecho de que no se toman en consideración los diferentes contextos sociales y las implicaciones que estos tienen para la conservación. Ervine (op. cit.) expresa la misma crítica en cuanto a proyectos relacionados al GEF. 73  Falta de vigilancia En cuanto a la vigilancia, la principal organización gubernamental responsable en las RB no es la CONANP sino la PROFEPA que de igual manera está limitada en su trabajo por falta de recursos y personal. Para compensar la incapacidad de esta institución, convendría trabajar en conjunto con las fuerzas de seguridad de los diferentes niveles de gobierno. Sin embargo, como ya se mencionó en cuanto a los niveles local y estatal, hasta ahora no ha sido muy fuerte esta cooperación (Cortina y Zorilla, op. cit.). Recientemente, sin embargo, la SEMARNAT logró firmar un convenio con la CNS (Comisión Nacional de Seguridad) para crear la Gendarmería Ambiental; uno de los principales objetivos de esta organización será la vigilancia de las ANP federales (SEMARNAT, 2016). Queda de esperar cuales logros tendrá ese convenio, de todas maneras, el cumplimiento de la ley ambiental en las ANP se dificulta sin duda también debido al bajo respeto hacia las leyes en México en general; Bernecker (2004), por ejemplo, escribe con base en encuestas de que la mayoría de los ciudadanos mexicanos comparten la opinión de que no es necesario obedecer las leyes, cuando se piensa que éstas no son justificadas. El bajo respeto a la ley tiene que ver, entre otros factores, con el hecho de que a la percepción de la mayoría de las personas, el mismo poder ejecutivo no las aplica. El World Justice Project (2015) reportó – también con base en encuestas – que solo el 24 % de los mexicanos opina que la policía actúa de acuerdo con la ley; en total, en el Rule of Law Index (Índice del Imperio de la Ley) del World Justice Project (op. cit.) en el 2015, México estuvo en el septuagésimo lugar de 102 países examinados, con un puntaje de 0.47 en una escala de 0 (más bajo) a 1 (más fuerte).  Corrupción y clientelismo Relacionado a los bajos índices de respeto hacia la ley, México también sufre de un grave problema de corrupción. La ONG Transparencia Internacional (2015) lista a México en su Índice de Percepción de la Corrupción 2015 en el rango 95 de 168 países, con un puntaje de solo 35, cuando 0 es altamente corrupto y 100 muy limpio. No se encontraron estudios que hablan explícitamente de ejemplos concretos de corrupción 74 relacionados a la administración de las ANP federales de México, pero Cortina y Zorilla (op. cit.) lo identifican como uno de los peligros principales para la conservación en el país. Toledo et al. (op. cit.) también mencionan el problema de corrupción de abogados, jueces, presidentes municipales, funcionarios a nivel federal y estatal y de ejidatarios relacionado a la aprobación de megaproyectos nocivos para el medio ambiente (los autores continúan expresando que si los sobornos no llegan a su objetivo, incluso se emplean métodos más fuertes, el secuestro, la amenaza de muerte y el homicidio). Menos dramático, pero también muy perjudicial para el funcionamiento de las políticas públicas en México es el fenómeno del clientelismo relacionado a los subsidios que se entregan a las comunidades por parte del gobierno (cp. Méndez, 2012). En el contexto de las RB, esa práctica se menciona por ejemplo con respecto a la RB Mariposa Monarca (Brenner, 2012).  Falta de cooperación y coordinación Anteriormente, se había mencionado la poca coordinación que existe entre las instituciones federales relacionadas a la conservación de la naturaleza y, por ejemplo, las administraciones municipales y los cuerpos de seguridad. Cortina y Zorilla (op. cit.) señalan que también existe muy poca comunicación con las instituciones que representan los sectores con intereses a veces opuestos a la conservación, sobre todo con la SAGARPA. Sin embargo, los autores continúan diciendo que ni siquiera entre las mismas organizaciones subordinadas a la SEMARNAT existe una coordinación satisfactoria, lo que se debe, en su opinión, a una ausencia de un liderazgo por parte de la Secretaría. Esto presenta un problema fundamental para un manejo exitoso y sobre todo para una aplicación eficiente de los pocos recursos disponibles, ya que “La coordinación institucional y la implementación de actividades en conjunto es la esencia de la política pública.” (Cortina y Zorilla, op. cit.: 142, traducción propia).  Participación insuficiente En el capítulo 1.2, se describe que la CONANP en su discurso oficial hace hincapié en la necesidad de la participación como necesidad para la implementación exitosa de las estrategias de conservación, y de que se han instalado gremios a nivel local para hacer 75 esa participación una realidad. Los consejos asesores de las RB han tenido algunos efectos positivos, como la apertura de un diálogo abierto entre las direcciones locales de la CONANP y la población local, y el fomento a la cooperación y el establecimiento de alianzas entre los actores a nivel local (Rosas-Hernández, 2003, citado en Bezaury- Creel y Gutiérrez, op. cit.). No obstante, muchos autores critican que aún falta mucho que hacer para asegurar una verdadera participación y un empoderamiento para las poblaciones locales afectadas para asegurar la aceptación social de las RB y otras ANP federales (Urquiza, op. cit.). Entre los problemas detectados se menciona el hecho de que solo participan las élites locales, además existen diferencias de poder entre los diferentes participantes. A menudo las comunidades locales no son tomadas en cuenta como actores políticos sino solamente como beneficiarios de programas diseñados desde arriba (relacionado a la problemática anteriormente mencionada de la aplicación de estrategias macro), y los foros de participación muchas veces no influyen en la toma de decisiones sino son limitados a aprobar las decisiones tomadas previamente por las autoridades (Brenner, op. cit.; Brenner y Hüttl, op. cit.; Durand y Vázquez, 2011; García-Frapolli et al., op. cit.; López-Vallejo, op. cit.). Rosas-Hernández (op. cit.) incluso advierte que este tipo de participación no solo es insuficiente, sino que incluso puede tener efectos adversos: La promoción de la participación sin las capacidades y recursos necesarios y sin una verdadera comprensión del contexto sociopolítico y cultural, puede provocar que se creen expectativas falsas y, ocasionalmente, que las personas pierdan interés en participar. Sin una planeación adecuada y si no se cuenta con los recursos necesarios, estos espacios tienden a convertirse solo en puestos protocolarios “validatorios” para quienes manejan las ANP, con la consecuente insatisfacción y desilusión de los actores locales (Rosas-Hernández, op. cit.: 407). Un grupo que también participa en los consejos asesores de la CONANP es la academia. Como se ha mencionado en cuanto al nivel estatal, también a nivel nacional, las universidades y centros de investigación contribuyen al conocimiento acerca del estado de conservación de las RB y de esta manera compensan en parte la incapacidad -por falta de recursos- de los actores gubernamentales para realizar estos trabajos; también apoyan en la elaboración de los programas de manejo. En adición, 76 evalúan las estrategias implementadas para la protección del medio ambiente (Bezaury- Creel y Gutierrez, op. cit.; Cortina y Zorilla, op. cit.). Entre las fuentes consultadas para el presente trabajo, se encuentran estudios de investigadores, particularmente, de la UNAM y también de otras instituciones como del INECOL (Instituto de Ecología), de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana), y del IPN (Instituto Politécnico Nacional). Otro actor importante para ayudar a las autoridades federales a cumplir los objetivos de conservación en las ANP son las ONG ambientales, tanto internacionales, con sus representaciones en México (Greenpeace, WWF, etc.), y nacionales como Pronatura. Las organizaciones apoyan económicamente los esfuerzos gubernamentales y llevan a cabo también acciones independientes como la compra de tierras, educación ambiental y capacitaciones; adicionalmente, tienen un papel importante en el desarrollo de discursos y narrativos sobre el cuidado del medio ambiente (Bezaury-Creel y Gutierrez, op. cit., Brenner y Job, op. cit., Smardon y Faust, op. cit.) y también generan presión para frenar proyectos adversos para la naturaleza (cp. Beroutchachvili et al., op. cit.). Hasta hace poco tiempo, las instituciones públicas miraron el involucramiento de las ONG con sospecha; hoy en día, al contrario, su apoyo en general es bienvenido (Andrews, op. cit.). Sin embargo, no todos los autores aprueban completamente el apoyo de dichas organizaciones, también existen puntos de crítica. Leff (op. cit.: 29) escribe que los grupos ambientalistas “(…) antes de solidarizarse por un objetivo común, muchas veces se confrontan, se diferencian y se dispersan tanto por el fraccionamiento de sus reivindicaciones como por la comprensión y uso de conceptos que definen sus estrategias políticas.”. Aparte de esa dificultad entre las ONG para trabajar en conjunto, Frazier (2006) las critica incluso más fuerte, señalando de que entran en relaciones de dependencia con donadores como corporaciones privadas que dañan el medio ambiente, y -en el caso de organizaciones más pequeñas que viven de la participación en diferentes programas y proyectos- con el gobierno, lo que hace cuestionable si es realmente adecuada su denominación como “no-gubernamentales” (Dowie, 1995, citado en Frazier, op. cit.). Finalmente, Frazier (op. cit.), reportando sobre el caso de la península de Yucatán, incluso indica que han ocurrido abusos de los recursos de ONG para ganancias personales de sus líderes y casos de nepotismo. 77 f) Estudios de caso Se argumentó, con anterioridad, la complejidad de la conservación en las RB y otras ANP federales de México y se apuntaron algunas cuestiones que pueden explicar por qué el sistema de conservación territorial del país aún no es completamente eficiente. Se necesitaría un estudio más a profundidad para aclarar cuáles son realmente los factores más importantes y qué se tendría que hacer con respecto a cada punto concreto para resolver las problemáticas. Sin embargo, con la excepción de algunos estudios muy críticos, como el de Toledo et al. (op. cit.), la gran mayoría de los autores concuerdan de que en general se puede ver un mejoramiento paulatino en cuanto a las políticas públicas relacionadas a la conservación ambiental. Hasta la fecha, en México son escasos los estudios con un enfoque de ecología política referente a RB individuales. Las RB con el mayor número de investigaciones en este contexto son Sian Ka’an (Brenner y Hüttl, op. cit.; Brenner, 2010; Brenner y Job, 2012) y Mariposa Monarca (Brenner y Job, 2006; Vargas, 2010; Brenner y Job, 2012). La Figura 2.6 demuestra para el ejemplo de la RB Sian Ka’an la configuración de actores involucrados en las diferentes escalas geográficas. Los actores, en este modelo, se ordenan en diferentes grupos, se expresa su grado de poder en relación a los otros actores y el nivel espacial en el que se encuentran, incluyendo información sobre actores que están activos en varias escalas como la CONANP con su dirección nacional, sus direcciones regionales y su dirección de la RB. Llama la atención que el modelo cuenta con dos niveles locales, el primero abarca la RB y el segundo el área circundante, mientras que el nivel regional es equivalente al estado de Quintana Roo. Adicionalmente, el modelo contiene otras informaciones importantes, la orientación principal de los actores hacia la conservación por un lado o el desarrollo económico por el otro lado, y la aceptación de la reserva. Los polígonos que circundan varios actores demuestran que tienen intereses afines (Brenner, 2010). De esta manera, se ve claramente la orientación antagónica de algunas dependencias gubernamentales, entre otras el FONATUR (Fondo Nacional de Fomento al Turismo) frente a las autoridades ambientales. Aparte, los actores turísticos aparecen sobre todo en el nivel local como 78 los mismos turistas y cooperativas turísticas de la población local, y a nivel regional (estatal) los touroperadores de la Riviera Maya. La Figura 2.7 enfoca más en el caso de una comunidad local dentro de una RB, el ejido Cerro Prieto en la RB Mariposa Monarca. En este caso, para el análisis los niveles se separan en ejidal, regional, estatal, nacional e internacional. La figura contiene menos información en específico sobre los diferentes actores; a cambio, se enfoca en las relaciones que existen entre ellos, distinguiendo su intensidad y su carácter. La problemática ambiental en este ejido torna alrededor de la implementación del ecoturismo como estrategia de conservación, temática que se discute más a detalle en el siguiente subcapítulo. 79 Figura 2.6 Configuración de actores en la RB Sian Ka’an Fuente: Brenner (2010). LEYF1'>[l\S Arlor", Conse,vación :~'tI$I< ,-, .... I ~ ~ Aprovec;hamien!o de '1:<:nrs",1 Desarrollo ec;onómic;o A"~EVtACtOSES \ - CP _ O>Operat.i\"a Ib'q"era. cr _ ('»operativa Tllríst Í<;a . 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