UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS TRANSITANDO LA FRONTERA: ASPECTOS DEL GÉNERO EN LA MIGRACIÓN DE MUJERES BOLIVIANAS HACIA LA CIUDAD DE IQUIQUE, CHILE. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS PRESENTA: MIRIAM ROQUE GUTIÉRREZ TUTOR: DR. FERNANDO NEIRA ORJUELA CENTRO DE INVESTIGACIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, UNAM. CIUDAD DE MÉXICO, ENERO DE 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 A las mujeres que deciden partir con la esperanza de iniciar una vida sin violencia. A las/los migrantes que atraviesan por tierra las fronteras sudamericanas. 3 Fotografía de mural en la plaza Camacho, La Paz, Bolivia, 2014. 4 Palpitantes de amor y de anhelo a la madre elevemos la voz, dirigiendo su imagen al cielo cual si fuera la imagen de Dios. En la madre el pesar se depura, la grandeza en su vida se encierra, bendigamos su inmensa ternura, nuestra dicha suprema en la tierra. Abnegada soporta las cruces, que por buena le carga el dolor, es la hostia su frente de luces, y su pecho es el cáliz de amor. Coro: Palpitantes de amor... Hoy la ciñen laureles y palmas y por ella con hondo fervor en plegarias se tornan las almas y la espina conviértese en flor. Coro: Palpitantes de amor... (Himno a la madre boliviana). Letra: Roberto Bustamante. 5 ÍNDICE DE CONTENIDOS AGRADECIMIENTOS 9 INTRODUCCIÓN 10 De cómo se armaron las piezas 13 1. LA MIGRACIÓN INTRARREGIONAL Y SU FEMINIZACIÓN. EL NORTE DE CHILE COMO ESPACIO DE CIRCULACIÓN TRANSFRONTERIZA. 20 1.1. Migración intrarregional en América Latina 20 1.1.1. Fronteras sudamericanas, integración y movilidad 23 1.1.2. La feminización de la migración intrarregional sudamericana 26 1.2. El Norte Chileno dentro de la dinámica migratoria sudamericana 29 1.2.1.La ciudad de Iquique como polo de atracción migratoria 33 1.2.2. Definiendo un espacio transfronterizo generizado 36 1.2.3. Bolivia en el contexto migratorio sudamericano 38 1.2.4. Inmigración boliviana en el extremo norte chileno 42 1.2.5. El trabajo doméstico en Chile: un destino para las mujeres inmigrantes 48 2. UNA APROXIMACIÓN A LA CATEGORÍA DE GÉNERO. DEL RÉGIMEN DE GÉNERO AL ANÁLISIS DE LA MIGRACIÓN FEMENINA. 51 2.1. Cuerpo reproductivo y poder. Hacia una interpretación de las relaciones de género. 51 2.1.1. Elementos del régimen de género 54 a) Relaciones de poder 54 b) Relaciones laborales 58 c) Relaciones emotivas 61 2.1.2. Las relaciones simbólicas en la estructura del género 65 a) El dualismo en la cultura andina 67 2.1.3. La Maternidad construida, de lo psíquico y lo cultural 68 2.1.4. La institución familiar. Más allá de la vida en el hogar 74 2.2. Lo simbólico dentro del poder 77 2.3. No es sólo feminización. Hacia un vínculo entre género y migración 79 3.- "SÍ VOS TE VAS NO TE OLVIDES DE VENIR". TOMANDO LA DECISIÓN DE INICIAR UNA VIDA COMO TRABAJADORA DOMÉSICA AL OTRO LADO DE LA FRONTERA 82 3.1. Ahora hacia Chile 83 3.1.2. Tipologías sobre los motivos de la migración femenina 85 6 a) Viajar para se independiente. Motivos de partida de mujeres mayores y mujeres solteras. 87 b) "Sí me voy es por mis hijos". Motivaciones económicas y familiares para la migración. 92 c) "También aquí he venido a olvidar". Distanciamiento v.s. subordinación. 96 3.2. "Me vine a conocer Iquique, como se dice, como los mochileros, ¡A lo rendido!" 100 3.2.1. "Bienvenidos a la Esmeralda Mil". Un espacio de apoyo e información en el nuevo destino 104 a) El barrio Boliviano en imágenes 107 3.2.3. "En la Pastoral el lunes llegan los trabajadores". INCAMI como red de apoyo. 111 3.3. Sí hay trabajo para las nanas bolivianas 114 4.- "VOY BATALLANDO HASTA QUE SE ME DA LA OPORTUNNIDAD". EL CRUCE DE LA FRONTERA COMO ESTRATEGIA DE VIDA. 121 4.1. Sexualización y precarización en el Mercado Laboral chileno 122 4.1.1. Condiciones laborales y movilidad laboral: nexos entre migración, género y trabajo 124 4.2. Relaciones de poder y circularidad migratoria. Tejiendo estrategias ante la normativa institucional y las condiciones de género. 133 4.2.1. La permanencia como turistas 134 4.2.2. Circularidad migratoria 137 4.3. Significación del vivir transfronterizo: valoraciones, satisfacciones y nostalgias de las mujeres 140 4.3.1. Representaciones a partir de la vida familiar 145 4.4. "Me quedaré a ver hasta donde llega mi fuerza". Reconfiguraciones del proyecto migratorio 153 CONCLUSIONES 160 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 170 7 ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS Gráfico 1.- Permisos de residencias temporales otorgadas por país 2008-2013 ..... 43 Gráfico 2.- Visas solicitadas por las principales nacionalidades de origen de los extranjeros. Región Metropolitana y Extremo Norte .......................................................... 45 Gráfico 3.- Visas No definitivas emitidas por el DEM, 2011-2016 .................................... 46 Tabla 1.- Relaciones familiares y tipos de familia según características 76 Tabla 2.- Primer empleo y antecedentes de empleo en el sector doméstico ............. 116 Tabla 3.- Trayectoria Laboral en Chile ............................................................................................... 131 Tabla 4.- Valoraciones de la experiencia laboral en Iquique ............................................... 142 Tabla 5.- Sentimientos generados a partir del distanciamiento familiar .................... 146 Tabla 6.- Aspectos positivos y negativos que enfrentaron las mujeres en la migración ....................................................................................................................................................... 152 Tabla 7.- Características de los procesos migratorios de las mujeres entrevistadas .............................................................................................................................................................................. 157 Figura 1.- Localización de la Ciudad de Iquique en América del Sur. ............................ 35 Figura 2.- Vista de los principales pasos fronterizos de circulación Bolivia-Chile .............................................................................................................................................................................. 101 Figura 3.- A cambiar los bolivianos", letrero de una casa de cambio ubicado en el Barrio Boliviano, 2015. ........................................................................................................................ 107 Figura 4.- "Traemos harta mercancía", vendedora boliviana en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. .................... 108 Figura 5.- "Lo boliviano es más barato", venta de productos bolivianos en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. .... 108 Figura 6.- "Lleve las poleras de Chile", mujer boliviana de compras en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. .............. 109 8 Figura 7.- "Lo único que se necesita son ganas de trabajar", anuncio en una barda del Barrio boliviano que solicita trabajadora doméstica boliviana, 2015. ........ 109 Figura 8.- "Mejor que sea boliviana", anuncio en una barda del Barrio boliviano que solicita trabajadora boliviana para hotel, 2015. ....................................................... 110 Figura 9.- "Tomemos el bus para Oruro", mujeres cruzando una calle del Barrio boliviano a punto de abordar el bus hacia Oruro, 2015. ............................................. 110 9 AGRADECIMIENTOS Especialmente agradezco a mi familia por el apoyo que me brindó para concluir este ciclo. A mi padre Rodolfo Roque, por enseñarme que la verdadera riqueza se acumula a través de lo que dejamos de nosotras/os en las/os otras/os; a mi madre Rosario Gutiérrez por no permitirme dejar de lado mis sueños y enseñarme que lo más importante es mi integridad como persona. A mi hermano Fito, a Carmen y Lía les agradezco estar en mi vida; a Mari por se mi cómplice. A Armando por cada paso que damos juntos y porque nuestras charlas me encaminaron durante este tiempo. A mi amiga Laura por solidarizarse conmigo. A lo largo de esta investigación tuve el apoyo sustancial de Marcela Tapia Ladino y de Alethia Fernández de la Reguera, mujeres a quienes siempre agradeceré haberme compartido su experiencia. A Isabel Izquierdo, quien me incitó a continuar mis estudios de posgrado, a Gaja Makaran y a Patricia Castañeda les agradezco sus comentarios a este trabajo. Gracias al Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat por los meses que me acogieron, a Nanette, Damary, Angélica, al profe Sergio y a la profa Sandra. A Ingrid porque sin ella el viaje por Chile jamás hubiera sido tan placentero. A Lissette, Tatiana, Pame, Claudio, Isi, Ximena y Maribel, gracias por abrirme las puertas de sus hogares, todos sus momentos los llevo en el corazón. A la Casa del Buen Pastor, a la hermana Ema, a Rubén y a las compañeras bolivianas y peruanas, gracias por todas sus anécdotas. Agradezco a mis compañeras/os de la maestría por los aportes que directa o indirectamente hicieron a este trabajo; a May y Lupita gracias por sus cariños. Esta investigación no se habría logrado sin el apoyo del CONACYT, del PAPIIT No. N303717, del CIALC, y del profe Fernando. 10 INTRODUCCIÓN La presente investigación es el resultado una travesía disciplinar y académica dentro de los Estudios Latinoamericanos, y se fue tejiendo del interés por tener un acercamiento a la región andina, a las fronteras como lugares fenomenológicos y las mujeres trabajadoras domésticas como sujetas de estudio. La inquietud por profundizar en las miradas femeninas de la migración rural-urbana forma parte de mi propia historia familiar, el estudio de la migración de mujeres trabajadoras domésticas venía desde lo profundo, las ganas de conocer algo que parecía conocido. Divagar en historias de mujeres que abandonaron sus hogares, de conocer un poco de su autonomía y quizá de los cambios en las relaciones familiares que con su partida habían generado, se convirtió después en una necesidad, una deuda que se tenía que saldar, con el pasado, con la propia historia de vida. La empatía y la fascinación por la región sudamericana comenzó desde las Relaciones Internacionales años atrás, con un estudio sobre la historia por las disputas fronterizas entre Bolivia, Perú y Chile por el gran desierto de Atacama. De ahí que este contexto originó una comparación con la frontera del norte mexicano. La situación actual era similar, las comunidades de las regiones adquiridas hace más de un siglo atrás no se habían movido de lugar, sólo que ahora se encontraban en un país ajeno. Es asombroso ver como los flujos migratorios peruanos y bolivianos en Chile, y mexicanos en Estados Unidos son los más importantes en términos numéricos para esos países de destino. Ante todo, hay un rasgo común que pinta la injusticia de estos procesos de apropiación territorial a través de la fuerza: la discriminación que enfrentan las comunidades hoy inmigrantes en los territorios que anteriormente les pertenecieron. El presente trabajo de tesis se ubica en el contexto del siglo XXI, durante el cual las políticas económicas y de seguridad se han agudizado y la movilidad 11 poblacional y la participación laboral de las mujeres ha incrementado en el continente Latinoamericano. El escenario de estudio fue Chile, uno de los países que mayores cambios ha enfrentado en cuanto a estos fenómenos sociales, pues a partir de la última década del siglo pasado se visibilizó como territorio de acogida en la región latinoamericana, ya que a final de la dictadura la apertura fronteriza y el giro en la economía nacional fueron factores que crearon un ambiente de atracción, en su mayoría de carácter laboral y transfronterizo (Araujo, Legua, & Ossandón, 2002; Cano & Soffia, 2009). De esta manera, dentro de los estudios del flujo inmigratorio chileno se han encontrado tres características que particularizan esta nueva etapa económica y social: la nueva migración tiene amplia participación de las mujeres, la componen en su mayoría personas jóvenes y en edad laboral y sus niveles educativos son altos (Méndez & Cárdenas, 2012; Stefoni, 2002). En términos territoriales, si bien en los últimos dos años han incrementado los estudios referentes a Chile, sobre todo en la región de Antofagasta, en general este campo se había centrado en la Región Metropolitana (Lube-Guizardi y Garcés 2012:12)1 y si bien es cierto que la mayor proporción de población femenina es de origen peruano en la ciudad de Santiago (Stefoni & Fernández, 2012), para este estudio consideré la importancia de ahondar en otros ámbitos de la dinámica migratoria chilena. Así, he tomado en cuenta las condiciones actuales en que Chile se valora como lugar de destino migratorio dentro de América del Sur y la histórica caracterización de Bolivia como un país cuya población tiene alta propensión a la emigración, esto con la finalidad de dar un aporte a los estudios migratorios desde una zona históricamente vinculada, pero donde los impactos del capitalismo 1 Lube-Guizardi y Garcés (2012) hablan de tres distorsiones analíticas dentro de los estudios migratorios peruano-chilenos. La primera se refiere a esta centralización en la capital chilena. La segunda consiste en la generalización de la capital metropolitana como territorio chileno y la tercera distorsión analítica refiere al proceso de nacionalización- generalización: "todas las mujeres peruanas" (Lube Guizardi & Garcés, 2012). 12 global en las mujeres migrantes corresponden no sólo a su papel en el mercado de trabajo, sino también a la desigualdad en las relaciones sexo-genéricas . Considero que realizar un estudio cuyo eje central son las mujeres en la migración es un aporte latinoamericanista no sólo desde la movilidad poblacional, sino también en cuanto a los roles que ocupamos las mujeres en instituciones como el Estado, la familia y el trabajo, lo cual indudablemente forma parte de la cultura y las identidades en nuestro continente. Algo no muy cuestionable, pero que desde mi interpretación de la realidad latinoamericana es una gran problemática, es reconocer qué papel está jugando la mujer latinoamericana dentro de la misma región y su posición como sujeto inmigrante, y en qué medida esta posición es un reflejo del tipo de relaciones sociales que las mujeres narramos en nuestra vida cotidiana. Desde la macroestructura hasta un nivel micro social, las mujeres enfrentamos desigualdades que van más allá de las distinciones entre hombres y mujeres, pues a razón del colonialismo interno2 se desdibuja también la equidad entre mujeres. He considerado el estudio de la región fronteriza chileno-boliviana con la finalidad de caracterizar las particularidades que la distinguen de los centros urbanos, mismos que han sido los más estudiados como áreas de atracción migratoria. Considerada la frontera como "punto de encuentro y desencuentro, de difuminación y de resistencia" (J. M. Valenzuela, 2014), la dinámica de la zona fronteriza chileno-boliviana conforma, a su vez, relaciones de poder concretas, por lo que consideré importante un acercamiento a los procesos económicos, políticos, culturales y sociales que la caracterizan, con el fin de lograr un análisis de migración y género a partir de la espacialidad conformada. 2 Se concuerda con la definición de Silvia Rivera sobre colonialismo interno, ya que para ella, el camino para superar la discriminación y dominación que se tiene en la estructura social en términos de etnia, género y clase, requiere también de un desmantelamiento de instituciones y discursos patriarcales (Thomson 2010: 13). 13 Todo lo anterior me llevó a plantear por objetivo de investigación conocer cómo las relaciones familiares y de pareja influyen en los procesos migratorios de mujeres bolivianas insertas en el trabajo doméstico en la ciudad de Iquique, del que resultaron objetivos particulares como conocer los motivos de la migración y los contextos familiares y de pareja en los que se toma la decisión de migrar; reconocer cómo intervienen los elementos simbólicos y subjetivos del género en las trayectorias laborales en el lugar de destino; conocer la valorización del proceso migratorio a partir de las experiencias laborales, familiares y de pareja desde una perspectiva de género; y caracterizar los cambios en contextos familiares y de pareja que intervienen durante la trayectoria migratoria y en las expectativas que se tienen de la migración. Con estos objetivos secundarios, lo que busco probar es que la movilidad transfronteriza no sólo se determina a partir de la oferta y demanda laborales, sino que las relaciones familiares y de pareja condicionan y modifican la configuración de los procesos migratorios. De cómo se armaron las piezas Para alcanzar estos objetivos realicé una estancia de investigación en el Instituto de Estudios internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat, en la ciudad de Iquique. El tiempo de permanencia en esa ciudad fue de tres meses, durante el año 2015. A la par, colaboré también con el Proyecto Telecentro: "Construyendo redes entre Bolivia y Chile para la defensa de las mujeres migrantes bolivianas de la Ciudad de Iquique", el cual fue gestionado por la Fundación boliviana Levántate Mujer y financiada por la Misean Cara de Irlanda, se trata de un proyecto descentralizado y binacional. El aporte a este proyecto fue crucial ya que pude tener un acercamiento con las mujeres inmigrantes bolivianas, y realizar con ellas talleres de género y emprendimiento. Dentro de este mismo espacio fue que desarrollé las entrevistas que forman parte de esta investigación, así como un grupo focal, por lo que accedí rápidamente a mis informantes y pude crear un 14 ambiente de confianza con ellas, pero también es importante aclarar que los resultados se pueden ver restringidos sólo a estos contextos. El espacio universitario, por su parte, sirvió para definir la estructura de las entrevistas y la metodología que se aplicaría para realizarlas, y fue ahí dónde se tuvo la propuesta de desarrollar un apartado etnográfico. Durante la elaboración de este trabajo iba descubriendo no sólo nuevos elementos que no había considerado en el planteamiento del trabajo de campo, sino también nuevas estrategias metodológicas y nuevas preguntas que me iban sugiriendo las respuestas de las informantes, pues si bien en el proyecto de investigación había planteado estudiar las relaciones de género a partir de entrevistas, fue en el trabajo de campo donde aclaré mis ideas y con ello mi objetivo de investigación, por lo tanto también fue ahí donde me vi obligada a tomar decisiones y pedir consejos de sociólogos y antropólogos con más experiencia que yo en aplicar técnicas de investigación. Una primera decisión fue llevar a cabo entrevistas dirigidas o semi-estructuradas, pues si bien el espacio en el que las realizaría era el mismo cada fin de semana, no todas las mujeres asistían cada fin de semana y el tiempo con el que contaban para dialogar de manera personal tampoco era el suficiente para realizar entrevistas de mayor profundidad, por lo que vi la manera de que las informantes no se sintieran presionadas o comprometidas y que tuviéramos la libertad para dialogar. Retomé la entrevista junto con las conversaciones como técnicas etnográficas (Kottak, 2003), y con el apoyo de la Doctora Marcela Tapia se realizó una guía previa de temas, siendo este "guión de tópicos o un conjunto de preguntas generales" características de la entrevista semiestructurada (Monje 2011:194), con la iniciativa de ir dirigiendo los temas de la entrevista pero generando libertad de conversación en las entrevistadas. De aquí surgieron 21 entrevistas, con una duración de entre 40 y 80 minutos, de las cuales consideré 8 para este análisis, debido principalmente a tres criterios que se establecieron para ser utilizadas: que la entrevistada hubiera permitido que la entrevista fuera grabada, que las entrevistadas se hubieran insertado en el trabajo doméstico y que tuvieran seis meses o más de haber llegado a Iquique. 15 Debo decir que para mi hubo un descubrimiento de las técnicas y métodos de investigación a partir de este trabajo, y una de estas nuevas propuestas fue aprovechar los momentos de charla grupal con las mujeres inmigrantes que acudían a la casa del buen pastor, conversaciones que aproveché para realizar un grupo focal, el cual me fue útil para profundizar más en los temas que con la entrevista habían sido poco ahondados. Como cada domingo que nos sentábamos a platicar de diversos temas con las mujeres bolivianas, esta vez les pedí que me comentaran cómo eran sus relaciones familiares y de pareja, conversación que conforma algunos de los hilos analíticos de este trabajo. Esta conversación participaron 14 mujeres, y tuvo una duración de 50 minutos. Conforme iba realizando las entrevistas fui identificando los puntos que me hacían falta reforzar, y algunas de las mayores necesidades que vi fue retomar una observación etnográfica ya que si bien estaba conociendo a las mujeres que habían llegado de otro país a laborar en el trabajo doméstico, cómo era su llegada y su inserción laboral a partir de los relatos que ellas me compartían, consideré necesario conocer esos lugares y observar cómo las personas chilenas las identificaban. La Esmeralda Mil y la pastoral INCAMI, así como la Zona Franca y los pasos fronterizos eran los lugares más mencionados, de tal manera que realicé el viaje que éstas mujeres hacen desde la Ciudad de Oruro a la ciudad de Iquique, y una segunda ocasión desde la ciudad de Iquique hasta la ciudad de La Paz, lo que permitió tener un panorama más amplio del fenómeno. Conocía la observación como otro método etnográfico (Kottak, 2003), y a manera de aplicarla como una herramienta que me permitiera acercarme a esta realidad, acudí al Barrio Boliviano. Como menciona Oehmichen (2014) "el etnógrafo entra en relación directa con otros seres humanos que poseen su propia subjetividad, sus propios tiempos y ocupaciones y su propia manera de interpretar los hechos sociales por analizar" (p.288), y sí bien yo recorrí esos lugares con una serie de prejuicios, ideas e ideales acerca de lo que encontraría, el ir ahí me apoyó a conocer más sobre cómo se mueven las personas bolivianas en la ciudad de Iquique, pero además me di cuenta que no estaba considerando las estrategias 16 que ellas/os ocupan en su travesía, es decir, la observación me ayudó a identificar la agencia de las personas que yo creía estar "observando". Por el tiempo, y porque esta actividad fue sólo un complemento de mi trabajo de campo, mi observación fue de carácter indirecto, entendiendo esta como "aquella en la cual el investigador no interviene en el escenario. Su ventaja consiste en tener una visión panorámica de todo lo que ocurre en él " (Ibídem: 291). Después de todo lo anterior, otro gran reto fue la escritura, y si bien ya tenía las partes del rompecabezas puestas sobre la mesa (como le nombra Durand), no sabía a ciencia cierta como armarlo. Para ello, dentro del seminario Metodologías Cualitativas para la Investigación Social: Globalización, Género y Migración, me fue sugerente apoyarme en algunas de las técnicas de la Teoría Fundamentada para comenzar a colocar las piezas en su lugar. De esta teoría, retomé los términos que utiliza como son los conceptos, las categorías y las propiedades para llevar a cabo mi análisis (Soneira 2006:155), y si bien no era el fin principal proponer una teoría, fue durante este proceso que se definió el marco teórico que se utilizaría para este trabajo. Corbin y Strauss describen la teoría fundamentada como "una teoría derivada de datos recopilados de manera sistemática y analizados por medio de un proceso de investigación. En este método, la recolección de datos, el análisis y la teoría que surgirá de ellos guardan una relación entre sí" (Strauss y Corbin 2002: 21-22). Fueron estos aportes de la teoría fundamentada en los que me apoyé, pues si bien yo sabía que era la perspectiva de género la que guiaba mi trabajo, que quería realizar entrevistas y conocer los cambios personales y familiares que se daban en las mujeres a partir de la movilidad, también es cierto que no era muy claro cómo hacerlo, por lo que me guie en conocer los procesos migratorios de estas mujeres, y decidí observarlo desde la división del proceso migratorio. Así, me enfoqué en lo que sucedía antes de la salida de su lugar, cómo eran sus relaciones y sus significados de la movilidad ahora que iban y venían durante todo el año y cuáles eran sus expectativas a futuro. 17 Durante la etapa de inserción, tomando en cuenta que se refiere al contacto con un nuevo espacio, me apoyé de la observación etnográfica para aclarar un poco no sólo cómo ellas veían su migración, sino lo que la sociedad y, en especial, los/las empleadores/as ven y esperan de ellas. De acuerdo con Durand (2014), "el proceso migratorio comprende tres dimensiones básicas: social, temporal y espacial (...) En este sentido, el proceso implica ciertas fases clásicas como la partida, en donde se enfatizan las causas; el tránsito, donde se analizan las características del flujo; el arribo, donde se estudian las dinámicas de adaptación e integración y, finalmente, el retorno y la reintegración en el lugar de origen" (p. (p.277). En este mismo sentido, realicé un corte en tres de los procesos migratorios, es decir, se dividieron en tres etapas: la primera, etapa pre migratoria, que se toma en cuenta desde que las mujeres comienzan a proyectar su salida, hasta el momento en el que cruzan la frontera y llegan al nuevo destino. La segunda es la etapa migratoria, que se refiere al momento en el que buscan la inserción del mercado laboral, hasta el momento en que se dio la entrevista, cuando ellas ya se encontraban integradas en el mercado laboral. La última etapa se refiere a los proyectos que ellas tenían a futuro con respecto a la migración al momento de la entrevista, se trata más bien de un trabajo de sondeo con respecto a sus planes futuros. En todo este proceso, fue fundamental tener claro a qué me refería cuando mencionaba la palabra migración, pues si bien la Organización Internacional para las Migraciones (OIM:2006), define como Migración al "Movimiento de población hacia otro Estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas desarraigadas, migrantes económicos" (p. 38), una dificultad metodológica que tiene que ver con los lugares de frontera y que no es un tratamiento clásico en la literatura, es que los procesos aquí estudiados no tienen tratamiento lineal, sino que las idas y venidas constantes obligan a generar una visión distinta del proceso migratorio, pues se trata más bien de "migrantes circulantes" (Lefleur & Yépez del Castillo, 2014; Yépez del Castillo, 2014) a través de la frontera en períodos relativamente cortos. 18 Así, consideré que todas estas etapas que formulan el proceso migratorio, son indispensables para conocer las características del mismo en relación con el género como categoría de análisis social. Es decir, las relaciones de género intervinieron en cada una de las etapas y decisiones, y forma parte del proceso migratorio como tal. De acuerdo a las entrevistas construí una tipología sobre los motivos que las mujeres tuvieron para proyectar su migración, para así profundizar en cómo estos motivos se enmarcan en las relaciones familiares y de pareja. Se trataba de conocer cómo el ser mujer diseña características propias al momento de decidir o no salir del país y alejarse del hogar, además de conocer los sentimientos que este momento genera. Para la segunda etapa, fue preciso reconstruir las trayectorias laborales que estas mujeres habían tendido en la Ciudad de Iquique, con la misma finalidad de acercarme a los elementos del género que intervienen tanto en la inserción laboral como en los distintos empleos que ellas habían adquirido y los factores que implica. Además de que a partir de estas trayectorias se encontraron los cambios que se habían tenido en el proyecto inicial, así como en los contextos familiares de las entrevistadas a partir de que se insertaron al mercado laboral chileno. Para efectos de la presentación de los resultados, en el primer capítulo de la tesis contextualicé el área de estudio y la importancia espacio-temporal que éste tiene dentro de los Estudios Latinoamericanos, así como la importancia que la ciudad de Iquique tiene como destino de la población boliviana en la actualidad. Se sitúa además el sector doméstico dentro de la normativa laboral chilena. En el segundo capítulo presenté las propuestas teóricas que aportaron este trabajo, y desarrollé una de ellas partiendo del hecho de que el género forma parte de los distintos órdenes de la vida social. Asimismo, retomé la utilidad de introducir la institución familiar dentro de los estudios de género y migración y realicé una clasificación de las relaciones familiares de las personas entrevistadas. 19 Posteriormente, en el tercer capítulo comencé la presentación del análisis de los proyectos migratorios, por lo que realicé una tipología de la etapa pre-migratoria y retomé el trabajo etnográfico para explicar cómo se vivió la búsqueda de empleo y la inserción laboral por las entrevistadas. Finalmente, en el cuarto capítulo mostré cómo se sitúan las mujeres bolivianas inmigrantes dentro del mercado laboral iquiqueño, y presenté sus trayectorias laborales en la ciudad con el objetivo de conocer su movilidad laboral y sus sentimientos y valorización propia de esta experiencia, así como los cambios que tenían de su proyecto migratorio inicial. Recurrí a todos los aspectos anteriores para sintetizar el vínculo que se encontró entre el género como categoría de análisis y la movilidad territorial de estas mujeres. 20 1. LA MIGRACIÓN INTRARREGIONAL Y SU FEMINIZACIÓN. EL NORTE DE CHILE COMO ESPACIO DE CIRCULACIÓN TRANSFRONTERIZA. Este primer capítulo se ha dividido en dos apartados con la finalidad de contextualizar el flujo migratorio boliviano femenino hacia Chile dentro de la migración intrarregional, de ahí que surge la importancia de abordarlo. El primer apartado se divide, a su vez, en dos secciones, la primera donde he descrito brevemente lo que se define como migración intrarregional y lo que se ha definido por los estudios migratorios como feminización. En la segunda sección se describen los principales acuerdos e iniciativas gubernamentales mediante los cuales el Estado chileno establece medidas de control al transito de personas en la región sudamericana. Como parte del segundo apartado identificó la región de Iquique como un espacio inserto en la dinámica comercial global y de atracción poblacional. Posteriormente doy una revisión al tránsito de mujeres bolivianas que se dirigen hacia esa ciudad, así como la importancia del mercado de trabajo doméstico en esta movilidad. 1.1. Migración intrarregional en América Latina Introducir el tema migratorio en los Estudios Latinoamericanos me remite al surgimiento del continente como parte del escenario mundial, ya que desde el arribo europeo al hemisferio occidental la movilidad poblacional transatlántica formó parte del proceso de colonización del denominado "nuevo continente". Durante el período de colonización, no sólo se hace evidente la inmigración de población europea, sino también de población africana y asiática transportada principalmente como mano de obra esclava. Asimismo, la movilidad poblacional 21 como estrategia de colonización y mano de obra al interior de las poblaciones aborígenes de América fue una constante durante este periodo de expansión territorial europea. La migración de población a los grandes centros de explotación minera y las ciudades españolas en formación se encuentra íntimamente relacionada con el trabajo forzado, como fue el caso de la encomienda y la mita (Potthast 2003: 114). Tanto los recursos naturales, como la mano de obra disponible fueron de los principales estímulos para que la comunidad europea se estableciera en este territorio, lo que concedió mayor poder geopolítico, principalmente de Inglaterra y Portugal, y geoeconómico, sobre todo para España. Se habla entonces de este reordenamiento mundial como la puerta principal para entrar a la nueva etapa de globalización, siendo principalmente los teóricos de la dependencia quienes describen a América Latina como un territorio esencial para que se diera el desarrollo económico y técnico mundial, en palabras de Aníbal Quijano (2000). América Latina se convirtió desde entonces en el “embrión de la modernidad” La Colonia, a lo largo de trescientos años de vida se caracterizó entonces por una mezcolanza poblacional, prevalente sin embargo de una jerarquización social que guarda presencia hasta nuestros días. Posterior a la caída del régimen monárquico y como consecuencia de las transformaciones políticas y económicas del siglo XIX, las nuevas repúblicas latinoamericanas adoptaron un discurso nacionalizador, imponiendo así legislaciones de ingreso y permanencia poblacional en sus territorios. Estas estrategias se respaldaron, en su mayoría, de políticas de expansión poblacional y de iniciativas raciales a través de las que se buscaba "modificar sustancialmente la composición" de la sociedad (Germani 2010:491), por lo que se promovió el establecimiento de mayor población europea en el continente, iniciándose así un nuevo período de promoción a la inmigración en Latinoamérica. Fue hasta la etapa de posguerra que la inmigración de ultramar formó parte de la realidad de los Estados latinoamericanos, pues la reestructuración europea, tanto 22 como las crisis económicas latinoamericanas, disminuyeron la movilidad desde Europa hacia América, además de que incrementaron los índices de población que retornaba hacía el viejo continente (Villa, Martínez, y Tomas 2001: 62). Aunado a esta reversión, el proceso de urbanización latinoamericana y la crisis agrícola, incrementaron los flujos poblacionales del campo hacia las ciudades, siendo que desde los años sesenta se dieron nuevos procesos de migración al interior de los países latinoamericanos, y es a partir de esta urbanización que también se han impulsado grandes flujos de movilidad transcontinental.3 De esta manera, el incremento de expulsión poblacional desde los países en desarrollo y de las regiones rurales hacia las grandes ciudades está directamente relacionado con las condiciones de desarrollo desigual en la actual globalización neoliberal, por lo que estás disparidades en el desarrollo entre el lugar de expulsión y de recepción coadyuvan a una migración de carácter forzado (Delgado y Márquez 2012:18; Harvey 2007:134). Desde esta perspectiva, América Latina se vislumbra como parte de la periferia mundial, donde las bajas condiciones económicas, la falta de oportunidades educativas y laborales, la desigualdad social y hoy en día, las condiciones de violencia, son los principales factores que influyen en la decisión de emigrar. Según lo Organización Internacional para las Migraciones (OIM 2016a), de los 57,5 millones de migrantes internacionales en América, cerca de 50 millones se han dirigido hacia Norteamérica, y 7,5 millones a las otras subregiones Por su parte, el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), ha considerado que son alrededor de 30 millones de latinoamericanas/os y caribeñas/os las/los que residen en países distintos al de su nacimiento (Soffia, Martínez, y Cano 2014: 11). Con estas cifras se tiene de manera general, un panorama de las recientes movilidades desde los países del sur hacia el norte, además de que se observa una nueva dinámica migratoria en la región latinoamericana, pues para 2010 el 62,8% de la población inmigrante total 3Entre 1950 y 1980 27 millones de personas emigraron de zonas rurales hacia las ciudades en la región latinoamericana, lo que contribuyó a que la tasa anual de crecimiento alcanzará el 4.8% entre ese período (Chant, 2007). 23 residente en Latinoamérica provenía de los países del mismo continente (íbidem: 13). Un aspecto interesante en este escenario es cómo se van modificando los destinos migratorios, por ejemplo, para el año 2012 los principales receptores de estos flujos intrarregionales eran Argentina, Venezuela, México, Brasil y Costa Rica (Stefoni et al. 2012:16), sin embargo, hoy en día Venezuela es uno de los principales países expulsores, y Chile se ha convertido en un principal destino. De esta manera, hablamos de una nueva realidad continental que merece ser estudiada, ligada a los procesos económicos globales y a las transformaciones socio-territoriales actuales. 1.1.1. Fronteras sudamericanas, integración y movilidad Si bien en los últimos años se ha evidenciado el incremento de los flujos migratorios a nivel global, tanto por el aumento de las redes comunicacionales y de transportes, así como por una nueva etapa en la división social del trabajo, en este escenario, Sudamérica se torna un área con ciertas especificidades, pues se han establecido mecanismos de cooperación fronteriza y algunos puntos en el tema laboral, lo que hace ver que la migración destaca dentro de la agenda de integración regional y las personas inmigrantes cuentan con herramientas de apoyo y protección reales (Novick 2011: 140). Aunque es a finales del siglo XX cuando comienzan a observarse cambios en el panorama migratorio sudamericano posteriores a las reformas neoliberales, es a inicios del siglo XXI que la agenda migratoria cobra fuerza en los acuerdos políticos regionales. En este sentido, como parte del reciente fenómeno migratorio global repensar las políticas migratorias, laborales y de ciudadanía ha sido una tarea para los organismos regionales y las relaciones bilaterales. Así, por ejemplo, en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se han establecido acuerdos de ingreso y tránsito entre los países miembros, a pesar de que éstos giran principalmente en torno a las mercancías y 24 el comercio, es la mano de obra el sector por el cual se introdujo el tema migratorio. También se llevan a cabo las Conferencias Suramericanas sobre Migraciones (CSM) y se ha establecido el Observatorio Suramericano sobre Migraciones (OSUMI), como mecanismos en la dinámica migratoria de América del Sur a través de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Inicialmente, el MERCOSUR retomó los antecedentes históricos de la población sudamericana entre los países de la región al momento de implementar la temática migratoria en su agenda, suponiendo así que la frontera deja de ser un espacio de conflicto (como lo fue durante la instauración de las repúblicas) y pasa a ser un espacio de cooperación. En este sentido se atiende la implementación del subgrupo No. 10 de Asuntos Laborales, Empleo y Seguridad Social, creado por resolución No. 20 en 1995, punto que mantiene una dimensión sociolaboral. Así mismo, en 1998 se presentó la Comisión de Seguimiento de la Declaración Sociolaboral del MERCOSUR, espacio igualmente vinculado a los asuntos de la movilidad laboral entre los integrantes y asociados del MERCOSUR, pues en su artículo cuarto considera que “todo trabajador migrante, independientemente de su nacionalidad, tiene derecho a ayuda, información, protección e igualdad de derechos y condiciones de trabajo reconocidos a los nacionales del país en el que estuviere ejerciendo sus actividades, de conformidad con los reglamentos profesionales de cada país” (MERCOSUR, 1998). Otro es el Subgrupo de Integración Fronteriza, “destinado a facilitar las relaciones entre comunidades fronterizas, refiriéndose a los intercambios comerciales entre Estados Parte del MERCOSUR y a los aspectos de salud, educacionales, laborales, migratorios, de transporte, de desarrollo económico y otros que tiendan a impulsar la integración entre comunidades de frontera” ((MERCOSUR, 2015). Aquí cabe mencionar que Bolivia y Chile crearon el Comité de Frontera Bolivia- Chile en marzo de 1997, el cual en su reglamento constituye el foro bilateral para el tratamiento de los temas de interés común del área de frontera.4 4 El objetivo que este comité estableció textualmente fue “promover la facilitación y coordinación fronteriza mediante la formulación de recomendaciones para la adopción de medidas que agilicen 25 En cuanto a los acuerdos de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), en 1996 se crearon la Tarjeta Andina de Migración y el Pasaporte Andino, con el que las/los ciudadanas/os de los países miembros fueron consideradas/os como ciudadanas/os andinas/os. En cuanto al aspecto social migratorio, como menciona Stang (2009), “la cohesión social es un tema inherente al desarrollo” siendo que a inicios del siglo XXI se comienza a vislumbrar la necesidad de una agenda conjunta de desarrollo social entre los países miembros. Esta autora hace énfasis en dos normas consideradas las más importantes en el actual dispositivo jurídico de la CAN, las cuales son la Decisión 545 o Instrumento Andino de Migración Laboral de 2003 y la Decisión 583 o Instrumento Andino de Seguridad Social de 2004 (p. 304). Otro avance de la CAN en los últimos años, han sido los Foros de Migraciones iniciados en 2008, dentro de los que se viene planteando la elaboración de un Plan Andino de Desarrollo Humano de Migrantes (PADHM). A decir de Jorge Gurrieri (2007), la CAN “constituye el mejor planteo para la homologación de categorías migratorias”, además de que constituye el proceso más antiguo de la región en cuestiones migratorias (p. 450). Como he mencionado anteriormente, a los organismos y mecanismos se suman las Conferencias Sudamericanas de Migraciones (CSM) desde el año 2000, las cuales no sólo tienen participación de los Estados, sino también de otros miembros de la Comunidad Internacional como Organismos Internacionales, Organizaciones No Gubernamentales y bloques alternos de integración regional como la CAN. Así, se trata de "un proceso consultivo regional que se inscribe en los mecanismos de diálogo y concertación migratoria" (Neira 2014:189-190), el cual tiene como prioridad atender el Plan de Acción, acompañado también del observatorio Suramericano de Migraciones (OSUMI), que se enfoca en estrategias y programas regionales, sistemas de información, administraciones migratorias y legislación migratoria. Como dato relevante, en el año 2012 la Conferencia se llevó a cabo en Santiago de Chile, en la cual se presentó el panorama migratorio de el movimiento de personas, vehículos y mercaderías a través de la frontera común, así como proyectos de desarrollo fronterizo" (Comité de Frontera Chile-Bolivia, 1998). 26 América del Sur, resaltando la intensificación de los patrones migratorios intrarregionales y el incremento en la participación de las mujeres, haciendo énfasis en la necesidad de nuevas herramientas de gobernabilidad migratoria. Como se puede notar, existen diversas instancias en las cuales convergen los intereses de los países suramericanos y que inciden de modo directo o indirecto en la regulación de la movilidad de personas a través de las fronteras, como lo es el Acuerdo Mercosur para el caso que nos atañe, pues he de enfatizar en la importancia que éste ha tenido para lograr mayor regularidad en los procesos migratorios bolivianos y chilenos. 1.1.2. La feminización de la migración intrarregional sudamericana Como se ha afirmado, durante la década de los 90 del siglo XX la reestructuración económica, política y comunicacional trajo consigo una serie de modificaciones sociales. En el caso de la migración, nuevos flujos migratorios y mayor número de población movilizándose a través de las fronteras internacionales son dos de los aspectos más evidentes. Un temprano acercamiento a dicha situación se tiene desde los estudios migratorios estadounidenses, donde se previa un incremento de la inmigración asiática, latinoamericana y caribeña, siendo cada vez más visible la presencia de mujeres (Hondagneu-Sotelo 2007:426). No obstante, para inicios del siglo XXI, las ya mencionadas políticas de seguridad reforzadas principalmente en los Estados Unidos, modificaron no sólo los lugares de origen de inmigrantes, sino también los de destino. De esta manera, la migración transfronteriza en Latinoamérica se dinamiza, siendo la población femenina cada vez más participe de manera autónoma en el intercambio poblacional intrarregional. Introducir la presencia femenina en la inmigración latinoamericana invita a retomar dos categorías principales: el género y la División Internacional del Trabajo. En este sentido, el proceso de urbanización lleva implícita la participación laboral femenina, pues las oportunidades laborales comienzan a ser 27 mayores que en el campo (Chant 2007:399). Más allá de esta afirmación, en una perspectiva histórica Potthast (2003), vincula los procesos de movilidad poblacional femenina desde la época colonial latinoamericana. Para ella, las tres principales causas de esta movilidad son: la reducción forzosa de la población en pueblos indios, la participación femenina en los trabajos forzados y, la búsqueda de una mejor vida del pueblo a la ciudades españolas (p. 113). A través de este recuento histórico, se descubre que los principales nichos laborales se han encontrado históricamente en el trabajo doméstico, en el trabajo sexual y en el comercio. Un ejemplo es que, aun ya establecidas las repúblicas, no se podría explicar el ciclo de expansión del cobre y el salitre en Sudamérica, por ejemplo, sin la presencia de mujeres inmigrantes como empleadas, comerciantes u obreras, principalmente en los campamentos norteamericanos (Vergara 2007:98). A pesar de la presencia histórica y poco documentada de las mujeres latinoamericanas dentro de los movimientos poblacionales, la inserción de éstas en los grandes flujos de movilidad transnacional que hoy se evidencian, así como las condiciones y sus destinos laborales nos hablan de un proceso que históricamente se debe contextualizar, ya que si bien se ha argumentado el fenómeno de feminización de la migración (Castles & Miller, 2004), en América Latina los orígenes de ésta no sólo se encuentran en la reconfiguración del orden económico a partir de mayor movilidad de flujos comerciales y financieros, así como de mayores redes tecnológicas y comunicacionales, sino también en los cambios en las relaciones de género a partir de transformaciones espacio- territoriales.5 De esta manera, hago énfasis en que actualmente los aspectos del capitalismo global, si bien han originado mayores flujos económicos y financieros a escala mundial, por otro lado también han restringido la expansión de la riqueza económica, generando así centralización del capital. Las denominadas ciudades globales y los grandes centros urbanos concentran no sólo los mayores recursos 5 Basándose en un estudio de la FAO, Roosta (2009) menciona que desde 1960 la presencia de las mujeres en la migración interna es mayor que la de los varones, siendo que la migración femenina se relaciona directamente con los procesos de urbanización (pp.148-149). 28 económicos y financieros, pues requieren también de mayores recursos humanos que provean servicios profesionales y técnicos. No obstante, en contraparte a los grandes centros globales, se crean circuitos de supervivencia6 que emergen en respuesta a "la profunda miseria del sur global" (Sassen 2002:255), relacionada, como ya mencionamos, a la crisis económica y humanitaria que enfrentan los países del sur. Es aquí donde introduzco la propuesta de Sassen al estudio de la feminización de la migración intrarregional, aludiendo sobre todo a que la división social del trabajo que se genera a escala global tiene repercusiones a escalas locales y regionales, ya que la centralización de capitales antes mencionada requiere también de mano de obra fuera de los espacios profesionales, de bajos salarios y de alta precarización. Así, la demanda de mano de obra inmigrante se convierte en un aspecto estratégico del funcionamiento económico global, siendo que "tanto en las ciudades globales como en los circuitos de supervivencia, las mujeres se convierten en actores económicos devaluados y son cruciales para el desarrollo de nuevas economías y la expansión de las economías existentes" (Íbidem:256). Bajo este esquema, la autora relaciona diversos espacios de manera escalar, pues tanto las economías del norte como las del sur se encuentran insertas en esta dinámica global.7 Para ella, el endeudamiento a partir de los Programas de Ajuste Estructural y el desempleo originan que la población de los países más pobres busque nuevas alternativas de supervivencia, lo que recae en la reconfiguración de los roles de género dentro de los hogares, pues las mujeres son quienes salen a la búsqueda de sobrellevar las economías de sus hogares en mayor medida que antes, y lo hacen bajo condiciones de informalidad. A su vez, estos procesos alimentan las "contrageografías" de supervivencia, que son flujos transnacionales 6 Sassen (2008) apunta que los circuitos alternativos de supervivencia surgen en un contexto donde los países se encuentran endeudados a partir de haber implementado estrategias como los Programas de Ajuste Estructural, por las que disminuye la autonomía de los gobiernos, y se genera mayor pobreza y desempleo. Es así que a partir de estas situaciones se buscan alternativas de supervivencia tanto para las personas como para los gobiernos, como son ingresos ilícitos y actividades informales (p. 36). 7 Por ejemplo, a pesar de que se han clasificado países del norte y del sur, aún en el sur existen diferencias económicas y de desarrollo entre países, pues no existen condiciones homogéneas para la sociedad. 29 y acciones dentro del mercado global fuera de la legalidad, como las redes de tráfico humano (Sassen 2008:37), dentro de las cuales las mujeres son más vulnerables. En la región latinoamericana, a partir de los procesos de urbanización y de la transnacionalización de espacios, se puede visualizar una constante movilidad poblacional intrarregional en búsqueda de oportunidades de empleo, donde la segmentación laboral evidencia desigualdades de género, etnia, raza, clase y condición migratoria. En este sentido, aunque la emigración de mujeres sudamericanas hacia países desarrollados como España y Estados Unidos tuvo un incremento severo, sobre todo a partir de la década de los noventa, es la migración intrarregional donde la participación femenina se ha pronunciado más, pues de acuerdo con la CEPAL la población inmigrante nacida en América Latina dentro de la misma región tiene un índice de masculinidad de 96 hombres por cada 100 mujeres (Soffia et al. 2014: 34), sobre todo en países limítrofes y transfronterizos.8 Dentro de esta monografía del flujo migratorio femenino, cabe repensar entonces, no sólo el papel que ocupan las mujeres latinoamericanas migrantes dentro de la División Internacional del Trabajo, sino también cómo son las relaciones de género familiares y sociales en este momento histórico. 1.2. El Norte Chileno dentro de la dinámica migratoria sudamericana Como parte del territorio chileno, el extremo norte tiene gran importancia para el desarrollo económico nacional, así como en los ámbitos geográfico, histórico y social. Dentro de su conformación histórico-normativa, la reestructuración de las 8 Según el estudio realizado en 10 países, son Argentina y Uruguay los países que reciben mayor flujo de migración feminizada, mientras que Brasil y República Dominicana reciben los flujos menos feminizados (Soffia et al. 2014: 34). Con estos datos se demuestra que si bien se habla de que la migración intrarregional presenta características de feminización, esta tendencia cambia de acuerdo a cada país. 30 fronteras del norte chileno comienza con la Guerra del Pacífico de 1879, no obstante fue a inicios del siglo XX que se delimitó oficialmente el territorio chileno. Aquí, las tres actuales regiones nortinas (Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta), fueron arrebatadas a Perú y Bolivia, siendo así que el pasado histórico de estas poblaciones se encuentra ligado a los dos países andinos. En este sentido, la adquisición de este territorio fue indispensable para la consolidación del Estado-nacional chileno, pues ampliar sus fronteras le daría mayores oportunidades para insertarse en el mercado internacional; es decir, la geopolítica del nuevo Estado-nacional en la coyuntura global que se iba desarrollando exigía la expansión de sus fronteras para formar parte del liberalismo comercial (Poulantzas 2005:126). De acuerdo a su ubicación geográfica, la triple frontera andina es un punto de suma importancia para la comunidad aymara, en el cual la conexión comercial tiene la función de vincular a la población de uno y otro lado de la frontera, visibilizando aún más la movilidad poblacional y el intercambio de mercancías principalmente en dos pasos fronterizos: uno es Chacalluta, en la frontera entre Perú- Chile, y el segundo es Colchane, en la frontera que divide a Bolivia y Chile. Esta constante movilidad se debe tanto a la infraestructura que conecta y reduce las distancias entre las ciudades-puerto del lado chileno y de ciudad de La Paz, del lado Boliviano. Por la parte norte, Tacna es la ciudad peruana que colinda con Arica en Chile, mientras que La Paz, Oruro y Potosí son los departamentos bolivianos colindantes con Chile. Para entender mejor lo que este territorio representa para el Estado uno de los puntos principales es hacer notar la riqueza de recursos naturales que ahí se tienen. Según documentos, en años previos a la Guerra del Pacífico de 1879, el imperio británico valoró el desierto de Atacama como una zona de vasta riqueza mineral, por lo tanto de suma importancia geoestratégica (Harding 1877:253), valoración que existe hasta los últimos años, pues según cifras del Banco Central de Chile (2015) esta es la segunda región que aporta al PIB nacional a partir de la economía del cobre (p. 3). En este sentido, desde una visión geopolítica se ha 31 naturalizado la función del territorio por el Estado (Brenner y Elden 2009:362), 9 por lo que las fronteras como límites han jugado un rol muy importante para el control de dichos recursos. En este sentido, el nuevo Estado chileno vio necesaria su expansión territorial para mantener el control de los recursos naturales de importancia internacional en ese momento, lo que además le generó mayor poder económico y político dentro de la región sudamericana por haber triunfado en la Guerra del Pacífico. El Norte Grande se distingue geográficamente por ser la región árido-desértica del país, y por su riqueza mineral, pero también es <> (González 2009:29). En este sentido, se observa que a pesar de que todas las regiones de Chile tienen fronteras internacionales, en la región del extremo norte se muestra una compleja realidad fronteriza ya que si bien existen los límites de separación territorial y demarcación de soberanía, las fronteras sociales y culturales son casi invisibles localmente. El proceso de "chilenización" que se estableció entre el tratado de Ancón (1883) y el de Lima (1929), se llevó a cabo a partir de la extensión de los límites territoriales, además de fronteras simbólicas que intentaron la disolución de las relaciones locales-identitarias en dicho espacio,10 así autores que han estudiado 9 Para la geopolítica tradicional el territorio es un "espacio vital" dentro del juego del poder mundial. Así, desde un sentido biologista, con la expansión territorial se cumple el crecimiento de ese espacio necesario para mantener la vida del Estado y su dominio (Renouvin & Baptiste, 2000). Respecto a esta perspectiva, Brenner y Elden (2009) mencionan que en 1994 John Agnew definió esto como una "trampa territorial", pues es necesario cuestionar que este territorio se interpreta como un "contenedor" del Estado y de su soberanía, suposiciones problemáticas porque apuntalan una tendencia generalizada en la economía política internacional a naturalizarse la extensión territorial, la constitución y la acotación del poder del Estado y la vida político-económica en general (p. 354). 10 En una síntesis de este momento histórico, Valdebenito & Lube Guizardi (2015), mencionan que el proyecto de "chilenización" incidió como proceso de "des-indeginación" de la población local, fundamentando una supuesta diferencia entre chilenos, por un lado, y peruanos y bolivianos por 32 esta realidad, han distinguido tres fenómenos dentro de la demarcación del territorio nortino: las fronteras, las identidades y los regímenes (como aparatos normativos) (Lube Guizardi y Garcés 2013: 68). En esta complejidad, a pesar de que estos límites fueron reforzados en época de dictadura, en las últimas décadas esta zona fronteriza trinacional se ha convertido en un espacio esencial para el funcionamiento económico, no sólo por el intercambio de mercancías y capitales, sino también por el transito de personas con motivos laborales. Con esto, la interacción social entre los tres países se ha intensificado en esta área, generando y fortaleciendo redes sociales y un circuito de movilidad poblacional que distingue al norte del resto del país y que lo convierte en una de las regiones fronterizas más dinámicas de América del Sur. Desde los estudios fronterizos, algunos autores definen la movilidad como una relación espacial, asociada a la territorialidad e indisociable a la frontera (Benedetti y Salizzi 2011:154), por lo tanto, la movilidad poblacional se reconoce como parte de la existencia de las fronteras y de cómo las sociedades crean vínculos territoriales. Es importante hacer hincapié en el constante flujo poblacional a través de las zonas de frontera ya que manifiestan la relación entre tiempo y espacio que existe en cada proceso migratorio, por ejemplo, en el norte chileno se ha observado que la circulación de personas es constante principalmente entre las localidades más cercanas a los límites territoriales estatales. Para el estudio de regiones fronterizas de constante circulación poblacional, como lo es la del norte chileno, Tapia y Parella proponen trabajar bajo la propuesta de Tarrius (1995,2000, 2009) en su definición de "territorios circulatorios", mismos que definen como "los espacios que son efecto y condición de dichas prácticas de movilidad". Se trata de territorios creados a partir de redes definidas por las movilidades de las personas en su "saber-circular" (Tapia y Parella 2015:179), es decir, de "desarrollar una capacidad de movilización individual y de la red otros, forjando así violentamente la soberanía sobre el nuevo territorio anexado (Valdebenito & Lube Guizardi, 2015). 33 migratoria, de sus conocimientos y de la puesta en marcha de estrategias para vencer los obstáculos y poder desplazarse"(Lefleur y Yépez 2014. 80). Considero así que esta dinámica genera un flujo circulatorio particular pues, como lo veremos en el siguiente apartado, la población de origen boliviano transita constantemente por la frontera. Este espacio de circulación se distingue de la dinámica migratoria que se tiene en la región metropolitana de Chile, que es el principal destino de la población inmigrante (61,5% de la población inmigrante total), pues en el extremo norte reside el 16,2% de la población inmigrante (Rojas y Silva 2016: 14), una proporción importante si se compara a las XV regiones que conforman el país. En este sentido, se tiene una fuerte concentración de inmigración de origen sudamericano a nivel nacional, siendo Perú el país del que proviene el mayor porcentaje de inmigrantes (31,7,3%), seguida por Argentina (16,3%), Bolivia (8,8%), Colombia (6,1%) y Ecuador (4,7%) (Ibídem: 14), cabe distinguir a los flujos peruanos y bolivianos que se dirigen al norte chileno como flujos históricamente transfronterizos de los flujos más recientes, como lo son el de inmigrantes haitianos y venezolanos.11 1.2.1. La ciudad de Iquique como polo de atracción migratoria Como parte del escenario sudamericano, la ciudad de Iquique en la región de Tarapacá representa un punto central de interconexión. El puerto de Iquique es 11 Según el número de visas otorgadas a ciudadanos extranjeros, los solicitantes haitianos y venezolanos comenzaron a tener mayor demanda a partir del año 2014, pues el incremento porcentual de permisos de permanencia definitiva entre 2014 y 2015 fue de casi el 100% para el colectivo venezolano y poco más del 50% para l colectivo haitiano, lo cual nos habla de mayor diversificación de la inmigración en los últimos años, pero el patrón imperante es que se trata de una movilidad mayoritariamente intrarregional (Rojas y Silva 2016: 20-21). 34 un puerto internacional, donde además se encuentra la Zona Franca de Iquique (Zofri), considerada desde su implementación un área de expansión estratégica.12 La construcción de la Zofri trajo consigo una nueva "expansión urbana en la ciudad" (Guerrero 2007: 159), vinculada sobre todo a la apertura comercial y la internacionalización de los capitales chilenos. Si bien la Región Metropolitana es el principal centro urbano en la dinámica económica y social chilena, existe un fuerte vínculo e interacción con las ciudades de Iquique y Antofagasta al norte, siendo así que no se puede hablar del funcionamiento de la ciudad central sin tomar en cuenta lo que ocurre en otros centros urbanos a escala regional y global. En este sentido, las políticas neoliberales y la urbanización de las ciudades se entienden como parte del actual proceso de acumulación del capital, en el cual diversas escalas geográficas se articulan dentro del proceso económico global y las áreas urbanas se jerarquizan (Brenner 2003: 16-18). Dicho de otro modo, en la nueva configuración local/regional y transnacional/global de las que nos habla Brenner, la ciudad de Iquique es un centro urbano regional a través del cual circulan flujos transnacionales funcionales para el capital global. Puedo definir a la ciudad de Iquique como un espacio vinculado al capitalismo global que forma parte de los circuitos de supervivencia que se crean como alternativa a la desigualdad económica global. Como he mencionado, una de las principales fuentes de empleo en esta región es el sector minero, que junto con el sector comercial atraen mano de obra no sólo del interior del país, sino también de regiones extracontinentales, no obstante, la organización del trabajo en esta ciudad se caracteriza por la existencia de distintas actividades económicas informales donde la participación femenina es cada vez mayor en áreas como el comercio informal, el trabajo sexual y, sobre todo, en el trabajo doméstico y de cuidados. 12En el año de 1974 Iquique se convirtió en la capital de la región de Tarapacá, comenzó a ser un centro de servicios administrativos y de importantes guarniciones militares. Es decir, el puerto fue un frente de defensa importante para el país durante la Guerra Fría. Un año después se creó la Zofri (Ilustre municipalidad de Iquique s. f.:10). 35 El principal circuito que conecta a la Ciudad de Iquique es la carretera hacia Oruro en Bolivia, cuyo territorio es estratégico ya que por su posición central en Sudamérica, garantiza la interconexión subregional (Abecia 1979:613). El paso fronterizo de Colchane juega así un rol elemental para la expansión de los mercados, las relaciones interestatales y los procesos locales, tomando a su vez un carácter subjetivo,13 es decir, la estructura estatal y el aparato normativo de la frontera se encuentran implicados en cómo los sujetos circulantes viven este territorio de acuerdo a sus experiencias cotidianas y de la politización de las mismas. Figura 1.- Localización de la Ciudad de Iquique en América del Sur. Fuente: Elaboración Propia en: http://mapmaker.nationalgeographic.org/ 13 Rodríguez (2014), propone que las fronteras subjetivas no se forman sólo a partir de la convivencia con el otro sino también se basan en transformaciones que experimentan los sujetos a nivel de agencia política (p. 21). 36 1.2.2. Definiendo un espacio transfronterizo generizado He hablado ya de la producción económica y material del territorio, aspectos que a su vez no se pueden entender sin tomar en cuenta las relaciones sociales de poder, pues el espacio se encuentra estructurado de acuerdo a jerarquías sociales donde las diferencias de género tienen suma importancia en el funcionamiento de los mercados económicos. De esta manera, la reconfiguración socio-espacial se encuentra vinculada a la División Internacional del trabajo, siendo así que mi argumento es que la ciudad de Iquique con toda su dinámica de urbanización establece relaciones de producción concretas y mercados laborales vinculados a la movilidad poblacional fronteriza. Es así como se crea una fuerte demanda de mano de obra inmigrante, tanto de escala interna como externa. El sector minero atrae mano de obra tanto calificada como no calificada, al igual que el sector de la construcción. El sector servicios crea otro amplio mercado laboral principalmente para la inmigración externa no calificada, mientras que el sector comercial se vincula tanto con la inmigración intrarregional como de ultramar. Estos nodos de atracción han influido para que Iquique sea hoy en día la ciudad más cosmopolita de Chile (La Tercera, 2009), pero donde la segmentación laboral se relaciona con la segmentación socio-espacial, siendo que "los pobres ocupan la ciudad redefiniendo los antiguos lugares de sociabilidad (...) los otros, los ricos, se blindan en sus casas en el sector sur" (Guerrero 2007:161). Dicha reconfiguración espacial, a pesar de su vínculo con la escala global, no cobraría sentido sin la participación del aparato estatal, ya que es a través del cual se crean mecanismos de negociación, políticas de restricción y permisibilidad y finalmente, la designación de ciertos espacios a partir de su segmentación. Es también, a partir de éste que se definen los límites territoriales nacionales y que se pueden concebir los limites internacionales (Benedetti 2014:2016). En este caso, el espacio fronterizo del norte chileno que es el escenario de esta 37 investigación, se define a partir de las delimitaciones territoriales entre Chile y Bolivia. Para lograr mis fines es importante ahondar en las distintas maneras de vivir el espacio de acuerdo al género, más específicamente en los procesos de movilidad distintos entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito laboral, como político y social. Esto es darle importancia a la caracterización de las relaciones sociales a partir del espacio, con la premisa de que las relaciones de género se encuentran "espacialmente situadas" e interrelacionan múltiples lugares y situaciones (Mc Dowell 2000:20). Se habla así de espacios generizados, lo cual se refiere a que "los lugares y espacios, y los sentidos que les damos son generizados a lo largo y ancho. Sin embargo, estos son generizados de diferentes maneras, de acuerdo a variaciones culturales y temporales" (Massey 1994:186), esto quiere decir que el espacio es organizado conforme a las relaciones de género y las diferencias entre los géneros, por lo que a su vez, las interpretaciones y vivencias espaciales son distintas por los miembros de una sociedad de acuerdo al género. Ahora bien, en los espacios fronterizos. En términos estadísticos, las mujeres forman una parte importante de la circulación fronteriza y de la apropiación espacial, a lo cual se puede tener un acercamiento si consideramos que en la inmigración chilena el flujo femenino representa una proporción mayor que el masculino, pues del 100% de la población inmigrante, el 52,6% representa a población femenina. Es interesante observar las características que se presentan en cuanto al los lugares de origen de estas mujeres, pues mientras la población haitiana tiene un alto índice de masculinidad (Rojas y Silva 2016:19), el colectivo peruano mantiene alto índice de feminidad (Stefoni 2011:33). Asimismo las características cambian respecto a las regiones de destino, pues mientras en Iquique y Antofagasta se destina mayor inmigración femenina de los países andinos, en Arica es masculina (BCN 2016), lo cual se relaciona directamente con la oferta laboral. 38 1.2.3. Bolivia en el contexto migratorio sudamericano Si bien el panorama migratorio de América del Sur se viene modificando a lo largo del presente siglo, desde la segunda mitad del siglo XX Bolivia se ha considerado un "país de diáspora", tanto por el creciente número de población que se localiza en el exterior como por los impactos internos que se tienen a partir de la emigración de sus habitantes (Hinojosa 2009:6). Se trata de un caso muy particular en la región ya que el cambio de residencia es una actividad histórica, ligada principalmente a condiciones "geográficas y meteorológicas", prácticamente porque el desarrollo agrícola depende de la existencia de distintas regiones climatológicas (Quispe 2009:91). A su vez, esto tiene fundamentos en la cosmovisión andina del espacio, en la que los distintos pisos ecológicos son interdependientes, es decir "este espacio no puede concebirse sin otro espacio" (Zavaleta 2009, 29), relación espacial que diversificó actividades y creó "multiresidencia" de la sociedad andina (Quispe 2009:92) vinculada al ciclo agrícola y con fuertes redes de apoyo y protección (Rivera 2002; Tapia 2011b: 119), pues la reciprocidad permitía que se aprovecharan los productos. Esta movilidad fue de más larga temporalidad a partir de la Reforma Agraria en el año de 1952,14 principalmente con las políticas de colonización de las tierras bajas. El panorama anterior comenzó a cambiar a partir de 1985, cuando el gobierno boliviano implementó un Programa de Reajuste Estructural y se enfrentó la crisis minera, la reconfiguración espacial trajo una nueva ola de movilidad interna de lo rural a lo urbano, siendo así que el número de personas que habitaban en las principales ciudades bolivianas comenzó a ascender; pero además inició una nueva etapa de migración internacional, donde las grandes ciudades argentinas comenzaron a ser los principales destinos (Hinojosa 2010; Tapia 2014; Wence 2015). 14 De acuerdo con Guevara (2004), la liberalización de la mano de obra que se dio con las reformas post-revolucionarias y el cambio de las políticas económicas en Argentina, fueron los sucesos que intensificaron las migraciones internas y hacia regiones de frontera con aquel país vecino durante la segunda mitad del siglo pasado (p. 178). 39 A inicios del nuevo siglo se dieron tres sucesos que influyeron directamente en la reconfiguración de los destinos migratorios del colectivo boliviano. Uno fue la política de restricción migratoria que implementó Estados Unidos como parte de su estrategia de seguridad posterior a los ataques que enfrentó la nación en el año 2001;15 el segundo fue la crisis económica argentina de ese mismo año; el tercero fue la inestabilidad social del país debido a los conflictos políticos y sociales como la Guerra del Agua y Guerra del Gas en 2003.16 Así, se fueron creando nuevas rutas migratorias hacia otros destinos con mayores probabilidades de ingreso y permanencia, tal fue el caso de España que se convirtió rápidamente en un país con alta recepción de ciudadanos bolivianos. No obstante, este flujo migratorio comenzó a llamar la atención debido a que emigraban más mujeres que hombres (contrario a lo que comúnmente se había observado en otros flujos), pues para el año 200617 esta característica se hizo visible a partir de los resultados que se obtuvieron de la regulación implementada en esos años.18 Como se puede observar, la primera década del siglo XXI se caracterizó por el incremento de la migración boliviana hacia destinos extracontinentales, siendo que para 2012, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia estimó que cerca del 20% de la población se encontraba fuera del país, sin embargo, para entonces los desplazamientos hacia España iban en retroceso. Intentando hacer un 15Según diversas fuentes, a inicios de siglo XXI la población boliviana en Estados Unidos oscilaba entre 220, 000 y 420, 000 personas. 16Las diversas movilizaciones iniciadas en la última década del siglo XX fueron el inicio de una masiva organización política y social, primero con la Guerra del Agua y posteriormente con la Guerra del Gas, actos que marcarían la pauta para el triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones presidenciales de 2005. 17 Según cifras del Observatorio de las Migraciones (2009), para el año 2006 alrededor de 350 mil personas bolivianas radicaban en España, de las cuales alrededor del 57,7% eran mujeres (Observatorio de las Migraciones, 2009). 18Se dice que en este proceso de regularización casi 40 mil bolivianos lograron modificar su condición migratoria. 40 recuento de estos procesos, Tapia (2014).identifica cuatro momentos en la historia de las migraciones bolivianas: 1.- A inicios del siglo XX cuando la migración fue preferentemente fronteriza a la zona colindante de Bolivia y Argentina, principalmente para labores de la industria azucarera. 2.- Segunda mitad del siglo XX, que va de la mano con reestructuraciones en Argentina, teniendo cada vez mayor población boliviana en Buenos Aires. Aquí también coincide con la reconfiguración de la migración interna hacia los nacientes centros urbanizados del país. 3.- A finales del Siglo XX, cuando la dirección de destinos migratorios comienza a incrementar en el ámbito extrarregional (especialmente a España e Italia) y a Estados Unidos. 4- Nueva reconfiguración de destinos migratorios a partir de la crisis de 2008 en España. De acuerdo a datos documentados se ha observado que ante los cambios económicos españoles, un gran porcentaje de la población inmigrante que se encontraba en aquel país debió buscar nuevas alternativas de vida. Desde el punto de vista de Baby–Collins y Cortes (2014), hubieron tres estrategias que los inmigrantes bolivianos establecidos en España tuvieron que adoptar para hacer frente a la crisis, las cuales son: quedarse y sobrellevar la crisis, retornar al país de origen, o emprender una nueva movilidad residencial al interior de España o hacia otros destinos con esperanzas de mayores posibilidades de empleo (67). Es en esta última etapa de la historia de las migraciones donde se ubica la temporalidad de este estudio, pues si bien la circularidad migratoria boliviano- chilena ha sido una constante histórica, recientemente se observan otras dimensiones en esta movilidad, como lo es la mayor presencia de mujeres 41 viajando de manera autónoma a través de la frontera. Si bien en esta investigación no se encuentran trayectorias laborales con antecedentes en España, sí puedo decir que la decisión de buscar oportunidades laborales en Chile se debe a un incremento del flujo hacia ese destino y a la consolidación de redes migratorias. Esta coyuntura se relaciona con la implementación de nuevas políticas internas como lo son la Ley Migratoria Boliviana (Ley No. 370) y a transformaciones dentro de la agenda de género que implementó el gobierno del presidente Morales,19 lo que refleja la magnitud de las problemáticas que aquí se trabajan a nivel gubernamental. Para tener un acercamiento al porcentaje de población boliviana que se encuentra en el exterior, me he basado en los conteos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), según la cual la población boliviana total se estima en 1o millones de personas, de las cuales 1,6 millones son emigrantes (OIM 2016b). Aunado a esto, de acuerdo a las cifras del Banco Central de Bolivia (BCB), los principales orígenes de las remesas que se reciben en Bolivia actualmente son España (33,8%), Estados Unidos (17,1%), Argentina(13,1%), Brasil(10,4%) y Chile(9,5%) (ABI, 2017). A partir del inicio del gobierno de Evo Morales, se diseñaron nuevas políticas para favorecer a los ciudadanos que se encuentran en el extranjero, pues en la normatividad anterior se valorizaba la migración a partir de su aporte al desarrollo nacional, buscando atraer mano de obra calificada y evitar la emigración, de ahí su apego a los principios de seguridad nacional (Domenech y Magliano 2009:17), tal fue el caso del Decreto Supremo 24.423 de 1996.20 Sin 19 Con el Plan Nacional “Mujeres Construyendo la Nueva Bolivia para Vivir Bien”, el gobierno de Morales intentó incluir el tema de género dentro del Plan Nacional de Desarrollo desde la cosmovisión andina. Dentro de esta propuesta, se pretende erradicar todos los tipos de violencia hacia las mujeres y hacia la diversidad sexual, reconociendo y penalizando el feminicidio, y promoviendo la participación política de las mujeres. La equidad de género se involucra en los temas educativos, laboral y agrario (Cordinadora de la mujer, 2008). 20En el capítulo primero menciona que “el Estado boliviano reconoce que la migración representa un factor importante para el país. Que la inmigración favorece al crecimiento demográfico y debe constituirse un elemento coadyuvante del desarrollo social y económico, a través de la inversión real y del tráfico efectivo, siendo además necesario evitar la emigración de nacionales” (Gobierno, 1996). 42 embargo, actualmente los avances en la política migratoria boliviana se representan en La Ley No. 370 sobre migración decretada en 2013, la cual dedica el Título X a los/las bolivianos/as en el exterior. En el capítulo Primero “Respaldando la libertad migratoria”, recalca que el Estado velará por que se aplique la igualdad de derechos y no discriminación de sus connacionales en el exterior, así como del cumplimiento de los acuerdos bilaterales, multilaterales, regionales e internacionales firmados en cuanto a la materia se refiere. Para Neira (2014), este cambio de políticas contempla "un cambio en el modelo social y económico que transforme la estructura productiva boliviana junto a otros factores estructurales de orden internacional" (Neira 2014:181), siendo así que el Estado boliviano pone en el papel su responsabilidad ante la comunidad internacional, e integra la participación de los ciudadanos en el exterior a la política doméstica. 1.2.4. Inmigración boliviana en el extremo norte chileno Como he mencionado, la historización del circuito migratorio boliviano-chileno no se puede dejar de lado en el estudio del fenómeno fronterizo, para lo que es preciso tener en cuenta básicamente tres factores: el pasado histórico principalmente vinculado a la identidad aymara, el Tratado de 1904 que dio fin al conflicto bélico trinacional, y el actual panorama migratorio internacional. Al consumarse el conflicto bélico de finales del siglo XIX, se mantuvo la ruta portuaria de Bolivia hacia Chile por medio del ferrocarril, así como un trato hacia Bolivia como "nación favorecida" (González 2014:206), elementos que fomentaron aún más la interacción entre la ciudad de La Paz en Bolivia y la ciudad de Arica en Chile. Por otro lado, la movilidad de mano de obra hacia los centros mineros incrementó aún más una vez que Chile amplió su territorio hacia el norte, siendo principalmente en los trabajos de altura que se dieron migraciones de trabajadores indígenas y mestizos de origen boliviano (Castro 2010:141). 43 Como he apuntado anteriormente, a partir de las políticas restrictivas durante la dictadura disminuyeron los flujos de migración hacia el país, por lo que es posterior a ésta que Chile comienza a ser un polo de atracción inmigrante sur- sur. Este proceso no es aislado, pues tiene que ver con la entrada del neoliberalismo global y los dispositivos regionales normativos ya mencionados, principalmente a la entrada en vigor del "Acuerdo sobre Residencia para los Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile" en el año 2009, fecha a partir de la cual los ciudadanos argentinos, bolivianos, brasileños, paraguayos y uruguayos tienen mayores oportunidades de obtener su residencia temporaria en Chile. Como ejemplo de lo anterior, en el gráfico uno se muestra el incremento de los permisos de residencia temporales otorgados por cada país, y donde se percibe que a partir del año 2010 las visas temporales otorgadas a los ciudadanos bolivianos han incrementado de una manera considerable. Gráfico 1.- Permisos de residencias temporales otorgadas por país 2008-2013 Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos del Departamento de Extranjería y Migración (DEM) 0 5000 10000 15000 20000 25000 30000 35000 40000 45000 2008 2009 2010 2011 2012 2013 N úm er o d e re si d en ci as Año ARGENTINA BOLIVIA COLOMBIA ECUADOR PERÚ 44 Según los líneamientos de este acuerdo, las/los nacionales de los países miembros, Bolivia y Chile pueden adquirir la residencia temporaria por un plazo de dos años en cualquiera de estos países, contando con el derecho de trabajar, y una vez pasado este lapso de tiempo, se puede adquirir la residencia definitiva. Además de esto, para ingresar a Chile las/los turistas provenientes de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Uruguay, Paraguay y Perú, pueden ingresar con sus cédulas de identidad o documentos equivalentes, es decir, no tienen la obligación de presentar su pasaporte para ingresar. Como se puede ver, es amplio el marco jurídico bajo el cual las personas bolivianas tienen permisibilidad de transitar por las fronteras hacia el país vecino, tanto para fines comerciales como turísticos y laborales. En este sentido, cabe mencionar que para el año 2002 el 6% de la población inmigrante en Chile era de origen boliviano (Stefoni 2009:194), para el año 2013 constituía el 7,4% de la población total (CASEN, 2013), y para el 2015 el 8,8% (Rojas y Silva 2016:15). En cuanto a la localización de esta población, según un reporte del Congreso Nacional de Chile, entre los años 2011 y 2015 la mayoría de las visas por parte del colectivo boliviano se solicitaron en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, concentrando un 20,7% y un 39,2% respectivamente, esto de un total de 103,640 visas solicitadas durante ese período (BCN 2016). En el gráfico número dos de la siguiente página, se muestra el número de visas solicitadas por los principales colectivos de inmigrantes residentes en Chile, donde podemos observar que los solicitantes bolivianos se establecen en su mayoría en el Extremo Norte, mientras que el resto de la población inmigrante lo hace en la Región Metropolitana. 45 Gráfico 2.- Visas solicitadas por las principales nacionalidades de origen de los extranjeros. Región Metropolitana y Extremo Norte Fuente: Elaboración propia basada en: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (s.f.), Chile y la migración, los extranjeros en Chile. Página web: http://www.bcn.cl/siit/actualidad- territorial/chile-y-la-migracion-los-extranjeros-en-chile (Los datos originales fueron obtenidos del servicio de extranjería y migración). Con estos datos, se puede definir que la población boliviana que se dirige hacia Chile suele permanecer en las áreas fronterizas, donde las principales comunas de recepción son Calama e Iquique (íbidem 2016). Ahora bien, además de la evidencia del incremento de los flujos de tránsito transfronterizo, un rasgo característico es que las mujeres participan de manera constante en ellos. Como menciona Leiva, además de los datos censales que demuestran la considerable participación de mujeres en la inmigración boliviana, existen algunos estudios que visibilizan la presencia de mujeres bolivianas en el servicio doméstico de Iquique (Leiva 2015:66), afirmación a la que sumo los resultados obtenidos durante las observaciones de trabajo de campo que he realizado. Una manera de dar cuenta de esta participación femenina es presentando el número de visas emitidas por el gobierno chileno. En el gráfico No. 3 se ha integrado el número de visas no definitivas otorgadas durante los últimos seis años, así como las otorgadas a nacionales bolivianos, las cuales se dividen por 0 20,000 40,000 60,000 80,000 100,000 120,000 140,000 160,000 180,000 200,000 V is as s o li ci ta d as País de procedencia Región Metropólitana Extremo norte 46 sexo. En esta información se puede observar que son más numerosas las visas emitidas a mujeres bolivianas que a varones bolivianos, sin embargo, observando la totalidad se tiene que a partir del año 2012 son mayores las visas totales emitidas a varones, es decir, la inmigración boliviana tiene mayor participación de mujeres mientras que las inmigraciones más recientes, como la de origen haitiano,21 presentan mayor proporción de varones. Gráfico 3.- Visas No definitivas emitidas por el DEM, 2011-2016 Fuente: elaboración propia a partir de datos del Departamento de Extranjería y Migración. 21 Un dato curioso de la emigración haitiana es que hacia destinos latinoamericanos el perfil es masculino, mientras que hacia los Estados Unidos y el Canadá el patrón es feminizado (83,2 %) (Martínez y Orrego 2016:23). 2011 2012 2013 2014 2015 2016 Visas Totales 79861 105092 132154 137375 166469 174969 Solicitantes hombres 39819 52654 66776 69861 85952 94920 Solicitantes mujeres 40042 52438 65378 67514 80517 80049 Solicitantes hombres bolivianos 3683 6614 12516 12731 12917 9261 Solicitantes mujeres bolivianas 3927 6950 14359 14625 15318 10375 0 20 40 60 80 100 120 140 160 180 200 V is as o to rg ad as (m il es ) 47 Las migraciones hacia diferentes destinos tienen ciertas particularidades que las distinguen, por ejemplo que la oferta de empleo que se hace para colectivos particulares en cada país. Tal es el caso estudiado, donde las mujeres migraron de manera autónoma, proyectándose en algunas ocasiones como pioneras de la migración dentro de la familia, mientras que según estudios de las migraciones hacia Argentina se ha documentado que más de la mitad de las mujeres que ahí se establece lo hace en compañía de sus parejas (UNFPA Argentina 2011: 36); en el caso de la emigración hacia las ciudades de Brasil los principales destinos laborales son las fábricas de costura (Da Silva, 2006; Remme, 2014). Sin embargo, el trabajo doméstico en todos estos países no deja de estar presente en el mercado laboral femenino migrante, ni en los escenarios de movilidad transfronteriza. Para finalizar, recordando el concepto de espacio generizado, identifico la frontera como espacio que produce y reproduce relaciones de género, y donde el mercado laboral es un ejemplo de la organización del espacio de acuerdo al género. En este sentido, creo necesario reinterpretar el papel que ocupa la mujer boliviana dentro de este espacio transfronterizo, y su vivir transfronterizo como mujeres trabajadoras inmigrantes. Como ya cité, a partir de la división laboral del mercado iquiqueño se crean nichos laborales muy específicos para las mujeres bolivianas entre los cuales sobresale el trabajo doméstico y de cuidados. Lo anterior es un factor clave debido a que para mi investigación ha sido transcendental el sector doméstico en el mercado de trabajo. Si bien a través del desarrollo de este texto ahondaré en la conformación del mercado laboral, los aspectos del género y las trayectorias laborales de las mujeres entrevistadas, nos es necesario desatacar que en este espacio fronterizo la demanda de mano de obra femenina boliviana se da principalmente en el trabajo doméstico, pero además se reproduce una dinámica comercial muy particular en la cual uno de los roles de las mujeres es el transporte de mercancías, así como su venta y distribución por el territorio boliviano. 48 Ambos sectores forman parte del tránsito constante de las mujeres por la frontera, donde existen "diversas escalas espacio-temporales" (Benedetti 2014:27), es decir, son circuitos con una historicidad, pero que además se encuentran ligados a la economía internacional y local. En este sentido, la relación transfronteriza se convierte también en una estrategia de supervivencia, en un espacio donde se crean y recrean las subjetividades de las mujeres bolivianas que la transitan, incidiendo así en sus relaciones sociales y familiares. 1.2.5. El trabajo doméstico en Chile: un destino para las mujeres inmigrantes En el actual contexto del capitalismo global el sector doméstico es uno de los principales destinos laborales de las mujeres provenientes de los países en desarrollo, tanto en flujos migratorios hacia el norte como hacia el sur. No obstante, a pesar de las características que lo definen dentro de la División Internacional del Trabajo, en Latinoamérica el trabajo doméstico tiene antecedentes muy distintos a otras regiones geográficas. Específicamente en Chile, el trabajo doméstico tiene una fuerte herencia colonial, ya que a partir de la imposición española las mujeres de los sectores más excluidos realizaron las labores domésticas en los hogares de las familias adineradas. Como lo demuestran Stefoni y Fernández (2012) en un estudio a través del tiempo, si bien el trabajo doméstico en la sociedad chilena se ha designado a mujeres de los estratos económicos más bajos y provenientes principalmente del entorno rural, hoy en día se vislumbra también una fuerte presencia de mujeres inmigrantes dentro de este campo laboral (p. 46), sobe todo de mujeres de descendencia peruana que laboran en el Área Metropolitana. Dichas condiciones actuales de las mujeres que se emplean como trabajadoras domésticas, hablan de una relación directa entre estratificación social y precariedad laboral, sobre todo si tomamos en cuenta que una gran mayoría de 49 las mujeres que se destinan a laborar en el sector doméstico en un país diferente al suyo lo hacen en condiciones precarias (Mora 2009:135; Stefoni 2009:192). Para el caso, he de considerar la normatividad chilena en cuanto a este mercado por un lado, y el imaginario que se tiene en la comunidad con respecto a este tipo de trabajo por el otro, no ignorando que ambas razones se encuentran vinculadas. Como primer punto, resalto que hasta el año 201522 la normatividad chilena tomaba en cuenta a las/los “trabajadoras/es de casa particular” distinguiéndolos del resto de las/los trabajadoras/es tanto en sus derechos como en sus obligaciones. Es preciso mencionar que la ley establece dos tipos de trabajadoras/es de casa particular, las/los que habitan en el mismo domicilio en que laboran (puertas adentro), y las/los que habitan en domicilio distinto (puertas afuera). Para las/los primeras/os, la normatividad era más rígida que para las/los segundas/os, ya que contemplaba un descanso mínimo de 12 horas, las cuales podrían ser fraccionadas, así como un día de descanso, que igualmente podría ser fraccionado en dos medios días si la/el trabajadora/trabajador así lo deseara; las/los trabajadoras/es con este tipo de contrato, tenían derecho a recibir casa y alimento sin que este gasto sea descontado de su sueldo. De la misma manera, se otorgan los días festivos como días de descaso, sin embargo este podría ser negociado e intercambiado por otro día. Para las/los trabajadoras/es que no habitaran en el mismo domicilio, en cambio, se tenían contempladas máximo 11 horas de trabajo diarias, con los días domingo y días festivos como descanso obligado. Para ambos tipos de contrato, rige el sueldo mínimo que marca la ley,23 además de que se inclina a reconocer el vínculo entre este tipo de trabajo y la pérdida de autonomía de la/el 22 Sí bien a partir diciembre de 2015 entró en vigor el nuevo marco regulatorio de las y los trabajadores de casa particular en Chile, aquí retomé aún el régimen anterior a esta reforma, puesto que el trabajo de campo se llevó a cabo en un período anterior a la entrada en vigor de la reforma. 23 El sueldo mínimo es diferenciado a partir de la edad del/la trabajador/a, siendo que para los/las trabajadores/as de entre 18 y 65 años se establecen 159,000 pesos chilenos (US$237) mensuales, mientras que para los/las trabajadores/as mayores de 65 años se rigen 118,690 pesos chilenos (US$177) mensuales. 50 trabajadora/trabajador, pues menciona que en caso de enfermedad la/el empleadora/empleador dará aviso a la organización de seguridad social y en caso de tratarse de enfermedad contagiosa el contrato se puede cancelar. Un aspecto importante a partir del cual se distingue la relación trabajo doméstico- migración, ha sido la creciente incorporación de mujeres inmigrantes como trabajadoras puertas adentro (Stefoni y Fernández 2012:62), ya que para ellas funciona como una estrategia que proporciona seguridad una vez llegado al nuevo destino, así como la posibilidad de ahorro al integrarse a la nueva sociedad. El código laboral también es poco claro con respecto a las actividades que se reconocen como obligatorias, pues se mencionan las actividades relacionadas al hogar sin hacer una diferenciación entre trabajo doméstico y trabajo de cuidados, colocándolas dentro de la misma categoría y por el mismo sueldo (Arriagada & Moreno, 2012). De la misma manera, esta falta de claridad ocasiona que, principalmente para las trabajadoras puertas adentro, al finalizar sus actividades diarias, las/los empleadoras/es designen más actividades ocupando el tiempo libre que se podría dedicar al descanso personal (Stefoni 2009b:202). Aunque en los últimos años el tema de la regulación del trabajo en casa particular ha estado más presente en la agenda gubernamental debido a que en junio de 2015 se ratificó el Convenio sobre las Trabajadoras y Trabajadores Domésticos de la Organización Internacional del Trabajo,24 los cambios que a partir de este convenio se puedan presentar aún no son visibles y, como veremos más adelante, cuando las trabajadoras son inmigrantes se enfrentan además con otras complicaciones de origen económico y/o jurídico. 24 El convenio 189 de la OIT marca como principales objetivos promover el trabajo decente, la justicia social para la globalización equitativa, reconocer la contribución de los trabajadores domésticos a la economía mundial, reconocer que el trabajo doméstico es infravalorado e invisible y realizado principalmente por mujeres, niños y migrantes, que este tipo de trabajo se encuentra entre los más marginados. Una vez establecidos éstos, el gobierno chileno se obligó a introducirlos en legislación, por lo que la nueva ley regula sobre todo las horas laborales de estos trabajadores (OIT 2011). 51 2. UNA APROXIMACIÓN A LA CATEGORÍA DE GÉNERO. DEL RÉGIMEN DE GÉNERO AL ANÁLISIS DE LA MIGRACIÓN FEMENINA. “Nuestros cuerpos son el lugar donde las relaciones de poder van a querer marcarnos de por vida, pero también nuestros cuerpos son el lugar de la libertad y no de la represión”. Julieta Paredes. En el presente capítulo mi objetivo es presentar las bases teóricas que guiarán el análisis, para así llegar a una propuesta de estudio de la migración con perspectiva de género. Para lograr esto, lo he dividido en dos apartados. En el primer gran apartado hago un breve recorrido por los antecedentes de la categoría género dentro del análisis social, a la vez que presento algunas definiciones que se consideran elementales en este análisis. Después de esto, desgloso la propuesta de Raewyn Connell sobre Régimen o Estructura de género, la cual me ayudará a desarrollar los capítulos siguientes. Posteriormente, realizo una clasificación de las relaciones familiares y relaciones de pareja, las cuales he considerado como objetos de estudio dentro del análisis de género. El segundo apartado es muy breve, pero es sustancial en la medida que realizo el vínculo entre género y migración, y las particularidades que este toma en un espacio de frontera. 2.1. Cuerpo reproductivo y poder. Hacia una interpretación de las relaciones de género. Como primer paso retomo la definición de género como elemento constitutivo y significativo de las relaciones sociales de poder, las cuales involucran a las 52 relaciones familiares y las relaciones de pareja. Como refiere Scott (1996), "el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder" (p.289). En este sentido, la diferenciación sexual se refiere a la dicotomía entre lo masculino y lo femenino, la división del mundo entre hombres y mujeres, es decir, el esencialismo sexual del que habla Gayle Rubin (1989) como "una idea meramente occidental que considera al sexo como algo inmutable, asocial y transhistórico, como algo que reside en las hormonas o en las psiques de los individuos" (p.130). El género es precisamente la simbolización del sexo llevada al campo de la acción social. Los cimientos de este esencialismo sexual se establecen en la sociedad moderna al priorizar la definición de los/las sujetos/as sociales a partir de aspectos biológicos, principalmente de las diferencias en los órganos reproductivos, del mismo modo, son estas diferenciaciones a partir de las cuales se representan significados de lo que es femenino y lo que es masculino (Serret 2006:92). Dentro de las relaciones familiares, dichas significaciones entran en juego en la medida que, con base en el género, se establecen dinámicas y roles a partir del posicionamiento de sus miembros. Otro aspecto que se destaca en la definición de Scott es la representación del género como una relación de poder, o "el campo primario por el cual o mediante el cual se articula el poder" (Scott 1996:292). Mirando dentro de un enfoque histórico, la autora afirma que éstas develan un proceso en el cual el poder se ejerce entre las/os individuas/os, pero además mediante instancias normativas e institucionales que reproducen la dinámica dominador(a)/dominado(a). A partir de estas relaciones de poder es que se ha considerado al género como una forma de desigualdad social (De Barbieri 2014:161), ya que cultural, social y políticamente se han establecido roles y prácticas que sobrevaloran lo masculino y ponen en desventaja lo femenino. 53 De acuerdo a lo anterior, en cada sociedad y en cada época encontramos distintos aspectos que caracterizan las relaciones de género, de aquí que tanto el concepto de sistema sexo-género (Rubin, 1986), como los sistemas de género(De Barbieri, 2014), 25 son términos en los que los estudios sociales se han apoyado para entender las relaciones de género en distintos contextos y tiempos históricos. No obstante, una definición que me parece idónea para estudiar el género dentro de distintas instituciones y diversos espacios es la definición de Raewyn Connell, para quien el "género es la estructura de las relaciones sociales que se centra en la arena reproductiva y el conjunto de prácticas (gobernadas por esta estructura) que introduce las diferencias reproductivas de los cuerpos dentro de los procesos sociales" (Connell 2002:10), reconociendo así que la actividad reproductiva también se ordena a partir del género (De Barbieri, 1975). Esta actividad reproductiva en distintas etapas del ciclo de vida de las personas se ha convertido en un factor distintivo de este análisis, tomando en cuenta que la capacidad de reproducción posiciona a las/los sujetas/os inmersos en la relación, es decir, el poder en las relaciones de género se configura también de acuerdo al lugar que se tiene en la esfera reproductiva. Para la autora, es indispensable hacer la distinción entre el análisis de la división sexual del trabajo y el análisis que he llevado a proponer un "orden de género", proponiendo así que "para decodificar la estructura social comenzamos por el análisis de las instituciones" (Connell 1987:92), siendo que las instituciones se convierten en una parte central de su propuesta analítica. 25 La autora entiende los sistemas de género como sistemas de poder, mismos que dentro de su análisis se conforman por estructuras que jerarquizan los géneros (De Barbieri 2014:152). 54 2.1.1. Elementos del régimen de género En una primera etapa del desarrollo de su concepto, Connell (1987) formuló que para analizar el régimen de género, 26 serían indispensables básicamente tres elementos que configuran las relaciones de género en instituciones particulares; estas son las 1) relaciones de poder, 2) las relaciones de producción y 3) las relaciones emocionales (cathexis) (p.98), las cuales se desarrollaran a continuación. a) Relaciones de poder Para la autora el poder es visto en dos escalas, una más amplia que la otra. La primera es donde se localizan las macro-relaciones de poder, esta estructura en la que los hombres subordinan y las mujeres son subordinadas y en la cual se crean ventajas y desigualdades. La segunda se refiere a micro-situaciones de poder, que son situaciones particularizadas (Connell 1987:111), donde retoma precisamente la idea de poder de Michael Foucault como parte de un campo político en el que opera el cuerpo, es decir, como una microfísica del poder (Foucault 2003:33). Las relaciones de poder funcionan como un patrón de coacciones en la práctica social, mismas que se extienden a las cuestiones más elementales de la vida (Connell 1987:107). En este sentido, la autora propone la existencia de diversas masculinidades o tipos de masculinidades en la sociedad, mismas que se encuentran jerarquizadas, pues una es hegemónica y las otras son subordinadas: La masculinidad hegemónica puede definirse como la configuración de la práctica de género que incorpora la respuesta aceptada, en un momento específico, al problema de la legitimidad del patriarcado, lo que garantiza (o considera que 26 En "Gender and Power", Connell retoma que el estado de juego de las relaciones de género en cada institución se puede definir como su régimen de género, ya que estas relaciones se encuentran presentes en todos los tipos de instituciones(Connell 1987:120). 55 garantiza) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres" (Connell 2015: 112). Así, existe una dominación tanto hacia las mujeres como hacia otras masculinidades, por lo que patrones culturales y sociales se mantienen dentro de estos esquemas de dominación, a partir de la estructura del poder. A la vez, el poder "impacta directamente en los cuerpos de las gentes como "disciplina", tanto en sus identidades y su sentido de lugar en el mundo" (Connell 2002:59),27 es decir, el poder en su escala micro es el que se localiza al interior de sus agentes, el poder introducido en el cuerpo que se expresa mediante acciones, sentimientos y expresiones. Al hablarse de ventajas y desigualdades entre las variables de masculinidad,28 la autora menciona la importancia de considerar también las estructuras de raza y clase, pues los tipos de masculinidad también se diferencian de acuerdo a éstas (Connell 2015a:111). Desde este punto, la masculinidad occidental hegemónica también mantiene su poder por medio de la subordinación de mujeres, a partir de distintos tipos de feminidades que se jerarquizan a partir de la raza, la clase y otras estructuras, como menciona Crenshaw (2012). "(la) violencia que viven las mujeres a menudo se conforma por otras dimensiones de sus identidades, como son la raza o la clase" (p.88), violencia que es estructural y se ha introducido culturalmente (Yuste 2012:29). 27 El poder es ejercido mediante estas disciplinas como "métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo", y el resultado de éstas es la relación de docilidad- utilidad (Foucault 2002:126). Connell (1987) retoma esto en su descripción de las masculinidades, introduciendo un esquema de las jerarquías que se compone de tres niveles de masculinidad: masculinidad hegemónica, masculinidades conservadoras y masculinidades subordinadas (p.110). 28 Para esta sociologa no se puede entender la constitución de las diversas masculinidades únicamente tomando la relación entre hombres y mujeres, sino que se deben entender en su interacción con otras razas y clases. Aquí la autora pone de ejemplo que “la masculinidad de los hombres de raza blanca se constituye no sólo en su relación con mujeres blancas, sino también con hombres negros” (Connell 2015:110). 56 De esta manera, para el análisis del poder dentro de las relaciones de género tomo en cuenta también la propuesta interseccional, para observar cómo las categorías de raza, etnia, género, edad y clase social jerarquizan las relaciones sociales y generan desigualdades y exclusiones (Lutz, Herrera, y Supik 2011: 8). Si Connell define a la fuerza y la violencia como elementos del poder dentro de la estructura de género, aquí propongo que la definición de dominación masculina de Pierre Bourdieu (2000), apoya a complementar cómo se estructura esta dominación y cómo se ejerce este poder. Estas propuestas me ayudarán a identificar las relaciones de poder dentro de los mercados de trabajo como institución, donde el género, la raza, la etnia, la clase social y la nacionalidad son los principales elementos de la identidad que se interseccionan a lo largo del proceso migratorio de las entrevistadas y que forman parte del orden de género de la sociedad de destino, donde las desventajas más comunes son extensas jornadas laborales, introducción al mercado laboral de manera informal e incumplimiento de los acuerdos que inicialmente se han formulado con las y los empleadores. Estas anotaciones las retomaremos más adelante, en el capítulo cuarto donde se caracterizará el régimen de género del mercado laboral chileno. Por otro lado, para observar las micro-relaciones de poder se tomarán en cuenta las relaciones de género dentro de las familias y las parejas de las entrevistadas, es decir, cómo se juega el poder en las relaciones más personales de hombres y mujeres. De esta manera, la equidad en las relaciones en un extremo y la(s) violencia(s) física y simbólica (considerada parte del poder inscrito en el cuerpo) en otro, serían los polos del poder en dichas relaciones. Esta perspectiva micro del poder es la que me apoyará a deducir las relaciones de poder dentro de las relaciones familiares y de pareja que mantenían y mantienen las mujeres durante su proceso migratorio, lo cual situaremos a partir de prácticas e ideas que forman parte del régimen de género familiar. Como se ha dicho, un concepto importante es la violencia, no sólo como acto físico, pues se reconoce la violencia de género como las acciones físicas, psicológicas y de 57 carácter sexual que afectan la integridad de las personas, en este caso, de las mujeres (Yuste 2012:47). Los relatos que se estimaron en este estudio muestran que los varones dominan las relaciones familiares y las mujeres se mantienen en desventaja, pues la figura masculina es aquella que controla y hace uso de la fuerza. En este sentido, la violencia es un medio por el cual se ejerce este control, siendo más comunes la física y la psicológica, sobre todo a partir de golpes, discusiones y actos de celos. Por ejemplo, un rasgo muy común es que las parejas de las entrevistadas coartaban su libertad, no permitiéndoles trabajar ni tener amistades. En distintos momentos las mujeres me compartieron sus experiencias de vida en pareja, lo cual era interesante porque la mayoría de ellas encontraba similitudes y comentaba los recursos que habían utilizado para desafiar los momentos. De las similitudes, la más común fue que en los momentos de violencia sus parejas se encontraban en estado alcohólico,29 o al menos en sus recuerdos se cruza la violencia con el alcoholismo: Él (su marido) llegaba tarde, borracho y yo lloraba, le decía, "cómo vas a andar así, la gente no camina de noche", le decía yo. Y eso no me gustó a mí, ya llegaba mareado, a gritarme. Yo sí dije "no, si mi papá así tomaba, ha terminado mal, no quiero yo esa vida para mí ni para mis hijos", de eso yo dije, "no, me separo". Fui a la fiscalía y le demandé. (Roberta, 56 años, La Paz) Yo era muy callada, calladísima era, venia borracho y me golpeaba y yo me quedaba callada, pero cuando dije "¡ya basta!". Mi hija me dice "mamá ¿hasta cuándo vas a permitir que te peguen?". Eso me hizo reaccionar, "sí hija tienes razón", hasta que 29 Según datos de la CEPAL, en Bolivia la violencia intrafamiliar y doméstica afecta a aproximadamente 55,4% de hombres y mujeres casados o convivientes, es decir, es una práctica muy común entre la población del país andino. Dentro del mismo texto, se reconoce que "el factor más importante percibido como desencadenante de la violencia intrafamiliar es el estado de ebriedad, además de otros factores relacionados a la disfuncionalidad de la pareja: celos, conflicto por dinero, asuntos de trabajo, discusión por los hijos/hijas, altercados por supuestos adulterios" (Arauco, Mamani, y Rojas 2007:18). 58 levanté la voz, la mano y "ahora sí pégame", ahora sí empezaba a ser su rival, a enfrentarlo, todo eso, así (Lucía, 45 años, La Paz). Era muy mala (la relación) porque a él le gustaba mucho beber, era muy curado, como él hacía como dos años que había regresado de España, la vida que él había llevado allá era diferente, la comodidad y todo eso, y como a él le deportaron... nomás se refugió en la bebida pensando que así solucionaría... Estaba embarazada de mi hija, nos peleamos, me golpeó la cabeza y de ahí tomé la decisión de irme a la casa de mi mamá (Rosa, 42 años, Cochabamba). Como observamos en estos relatos, los golpes e insultos que afrontan las mujeres son formas de violencia física y verbal, pero además se distingue la violencia simbólica como resultado de las desigualdades de poder dentro de las relaciones de pareja ya que se normaliza que las mujeres tienen obligación de acatar las peticiones de sus parejas. Es importante mencionar que estos relatos corresponden a situaciones anteriores a la migración, en la etapa que aún vivían con la pareja, pues la mayoría de las entrevistadas había tenido cambios en su relación antes de decidir migrar. Este es un factor importante para mis objetivos ya que, como se puede leer en los relatos anteriores, estas mujeres buscaron formas de encarar la violencia de pareja, lo que en su mayoría las llevó a la separación y posteriormente a tomar la decisión de partir. Una forma de explicar las relaciones de poder es que se habían generado momentos clave en la relación a partir de las cuales las mujeres tuvieron mayor agencia y buscaron recursos para empoderarse frente a la pareja, siendo que la salida fue consecuencia de transformaciones en la vida familiar. En estos sucesos me detendré más adelante. b) Relaciones laborales Continuando con la propuesta de Connell, como segundo elemento define la estructura del trabajo, la cual es sintetizada en dos puntos principales: la lógica 59 de acumulación genérica y la política económica de la masculinidad.30 La primera es la que ocuparé en este estudio, misma que emana de la división entre trabajo mercantilizado y no mercantilizado, la autora define que la división del trabajo en las sociedades occidentales se basa en el trabajo mercantil como parte del "mundo de los hombres", y el trabajo doméstico como parte del "mundo de las mujeres". Esta división laboral se funda en la dicotomía biologicista, en la que las labores relacionadas al instinto maternal y la esfera privada se designan a las mujeres, y las actividades de producción en la esfera pública se designan a los hombres. En concreto, las labores masculinas son valorizadas económicamente, mientras que las labores femeninas se valoran por las emociones que se involucran, sin que haya valoración económica para ellas (Connell 2002:61). Dicha definición de las relaciones laborales tiene que ver también con la actual División Internacional del Trabajo de la que ya hablamos en el capítulo anterior, donde las mujeres son quienes tienen mayores desventajas principalmente porque aunque los trabajos tradicionalmente femeninos se están mercantilizando, están muy lejos de la mercantilización absoluta (Connell 1987:107). Aunado a esto, las transformaciones económicas y sociales que trae consigo la globalización forman parte del sistema patriarcal, y las mujeres son afectadas en tanto que las extensas horas de trabajo, la supresión del estado de bienestar y el incremento de familias monoparentales encabezadas por mujeres, son acontecimientos que enfatizan aún más la lógica binaria del trabajo (Yuste 2012:33). Estas carencias se han visibilizado principalmente a partir de la lucha feminista31 marxista. Así, la lógica de acumulación genérica me ayudará a interpretar las relaciones laborales tanto en la familia como en la nueva sociedad de destino, y el rol que las 30 Para Connell (2015), son cuatro los patrones de masculinidad que se encuentran en el orden de género occidental. Estas son la hegemonía, la subordinación, la complicidad y la marginación (pp.112-115). 31 Como lo ha desarrollado Silvia Federicci (2013) en su trabajo, la relación que se ha establecido entre el trabajo doméstico y la emotividad han sido funcionales para el capitalismo por su falta de remuneración, pero además enfatiza la desigualdad entre las clases sociales y pone en desventaja a las mujeres de la clase obrera (pp.37-39). La no valoración económica de las actividades que realizamos las mujeres nos pone en desventaja en un mundo que se rige por el capital, pues de entrada no existe una relación trabajo-salario. 60 sujetas de estudio ocupan en ambos casos. Aquí es importante identificar cómo se reconocen las mujeres dentro de estos esquemas laborales, así como los cambios que se dan en su trayectoria laboral y en la organización de las labores dentro del hogar a partir de la migración, detalles que se expondrán en los siguientes capítulos. En la estructura de trabajo de las relaciones familiares que se analizaron en el presente estudio, las labores domésticas y de cuidado son realizadas por las mujeres, y se vinculan con aspectos simbólicos y de poder. Esto forma parte de la dominación masculina, por lo que las mujeres se mantienen en la vida privada dentro del hogar y el control de los hombres hacia ellas se lleva a cabo también por medio de las actividades del hogar. Es importante mencionar aquí el poder sobre el cuerpo de las mujeres por parte de la familia, pues en relación a la edad reproductiva a las mujeres se les sujeta a mandatos sociales y culturales por medio de la institución familiar: En mi casa cocinaba, comía con mis hermanos, le ayudaba a mis hermanitos de la escuela y les daba su almuerzo y desde las dos de la tarde me iba a mi trabajo (Jessica, 23 años, Potosí). No, ¿para qué?... si quisiera tener (una pareja) sería una persona que me mantenga, que me dé todo (Roberta, 56 años, La Paz). A él no le gustaba que yo trabaje. O sea, él siempre decía que mientras él esté vivo, él va a ser el que va a sustentar el hogar, que nunca quisiera que yo trabaje. "El día que por ahí yo no estoy, tú vas a trabajar" , me decía, "pero mientras yo esté vivo, yo". Y así se hizo, así se cumplió (Rosa, 42 años, Cochabamba). En los relatos anteriores se puede observar que las mujeres realizan los trabajos relacionados con la reproducción, como madres, hijas o abuelas son ellas quienes deben asistir a los miembros del hogar, mientras que los hombres se encargan de proveer el sustento económico. 61 Por otra parte, es importante retomar que durante la colonia la división del trabajo dentro de los hogares no sólo tenía que ver con el sexo, pues recordemos que las mujeres indígenas fueron adoptadas por las familias adineradas precisamente para realizar estás labores, y que con el paso de los años en Bolivia son las mujeres cholas quienes en su mayoría realizan estas actividades,32 lo que complejiza más y demuestra que la división del trabajo no es sólo cuestión de género, sino también de etnia y la clase social, elementos clave para entender la dinámica del mercado de trabajo boliviano. c) Relaciones emotivas Como último elemento en aquella obra, Connell (1987) retomó el termino Cathexis de Sigmund Freud, para redefinirlo como "la construcción de las relaciones sociales cargadas emocionalmente con objetos (u otras personas) en el mundo real", siendo el principal foco de estudio las relaciones socio-sexuales (p.112). En este sentido, me centraré en la emotividad que socialmente se construye como rasgo de la feminidad y la masculinidad, los cuales la autora pone de ejemplo y desarrolla en dos principales instituciones: la familia y el lugar de trabajo(Connell 2002:63-64).33 32 En un estudio sobre las representaciones sociales de la trabajadora del hogar asalariada en Sucre, los autores distinguen que la Trabajadora del Hogar de pollera “es representada por la empleadora como una persona más honrada, trabajadora, tímida, sencilla y con más interés de aprender el oficio que la Trabajadora del hogar de vestido”, se hace una relación así de la falta de acceso a recursos y al conocimiento de sus derechos con la aceptación de condiciones laborales de abuso y explotación (Peñaranda, Flores, y Arandia 2006:56-57). 33 Esta relación entre emotividad y trabajo ha sido desarrollada en los estudios de Holchschild sobre el trabajo de cuidado, quien hace hincapié en que la invisibilidad de este tipo de trabajo y su desvalorización económica sólo se rompen en el mundo privado a partir de las relaciones emocionales entre los/las sujetos/as cuidadores/as y las personas que están a su cuidado (Hochschild 2001:189). 62 Una característica relevante de las relaciones emotivas es que son culturalmente formadas (ïbidem: 63), es decir, el momento histórico y las cosmovisiones culturales inciden en la estructura emotiva. De hecho, las ciencias sociales fueron incorporando el aspecto emocional de las sociedades precisamente en un intento por romper con la separación analítica entre los fenómenos sociales y los procesos individuales. Tal es el caso de la obra Marxismo y literatura de Raymond Wiliams (2000), donde se manifiesta un “interés en los significados y valores tal como son vividos y sentidos activamente…con la finalidad de comprender tales elementos y sus conexiones en una generación y un período” (p.155). Así, la experiencia social genera cambios en las "estructuras del sentir",34 pues tanto experiencias sociales como personales se encuentran relacionadas mutuamente. Al observar la estructura emocional en la arena laboral, Connell considera el trabajo de Arlie Hochschild (1979), para quien las emociones se enmarcan dentro de ideologías de entornos culturales específicos, y considera que es a través de la cultura que se transmite a los individuos maneras de procesar y expresar sentimientos, los cuales son distintos de acuerdo al género. En su análisis la autora retoma las reglas de encuadre y las reglas del sentimiento, mientras que las primeras regulan cómo se debe procesar sentimentalmente una situación, las segundas nos indican qué sentimientos se tienen permitido expresar (Hochschild 1979:568-569). En The second Shift (1989), se determinan distintas ideologías del género con el objetivo de demostrar su impacto en los sentimientos de las/los miembros de distintas parejas, se trata de un trabajo donde se observan los procesos emocionales en las relaciones de pareja. Por otro lado, ese estudio tomó en cuenta las experiencias que las/los sujetas/os han vivido en el pasado, ya que considera que las vivencias pasadas tienen implicación en los sentimientos que se generan en el presente (Hochschild y Machung 1989: 6-21). 34 Williams (2000) propone utilizar el termino "estructuras del sentir", para distinguirlo de conceptos más formales como "concepción del mundo" o "ideología", pues con esta estructura se intenta comprender el pensamiento tal cómo es sentido y el sentimiento cómo es pensado (pp.154- 155). 63 La subjetividad como campo de análisis me ayudará para entender cómo las emociones y sentimientos de las mujeres entrevistadas intervienen a lo largo de su proceso migratorio. Un primer paso donde se retomarán estos elementos es al definir el régimen de género familiar y cómo en éste se encuadran sentimientos a partir de los que se decide alejarse y/o volver al hogar. De la misma manera, esta parte me será útil para determinar la estructura emotiva del mercado laboral y cómo las mujeres inmigrantes se enfrentan a ella. En este sentido, consideramos que la ideología que las mujeres aquí entrevistadas construyen en su lugar de origen con respecto a su feminidad se enmarca en un rol tradicional, basada principalmente en el mito de la maternidad y el matrimonio , lo cual interviene en lo que sienten y cómo lo expresan: Yo no he vivido con mi marido tanto tiempo, pero así tampoco se fue a vivir con nadie, él también está solo y yo también sigo sola, así. Porque yo, el tipo (ex pareja) quería casarse conmigo y nunca podía decirle a mi marido que quería separarme, tenía yo miedo y a la vez por mis hijos también (Silvia, 55 años, Sucre). Lo único que me queda es dejar pasar, resignarme. Mi hija se quedó huérfana, yo me tuve que hacer cargo de ella, no me ayudaba nadie, imagínate, mi mamá no me aceptaba con mi hija, peor iba ayudarme con un zapato, con un pañal, con la comida, te imaginas, ¿no? (Lucia, 45 años, La Paz). Sólo que hace años, cinco años ya son, que le ha hecho favor a mi sobrina (...) y he llorado mucho, ha calumniado mi esposo, mi hermana. Le ha hecho favor a mi sobrinita, la he echado de mi casa donde vivía (Esmeralda, 45 años, La Paz). El miedo, la resignación y la tristeza son algunas de las emociones generadas tanto porque los mandatos de género no se cumplen en la pareja, como por el contexto que impide romper definitivamente la relación. 64 En el caso de Silvia, a pesar de no vivir con su esposo desde 20 años atrás, el miedo es un sentimiento que no ha permitido terminar definitivamente la relación, pues legalmente el matrimonio sigue en pie. En el tiempo que conocí a Silvia, me di cuenta que su miedo se debe a cómo se visualiza ella dentro de la sociedad como una mujer que abandonó a su marido, pues hay una tensión sobre la opinión de sus familiares e hijos en cuanto a sus decisiones personales y cómo éstas afecten a su ex pareja. Para Rosa ha sido distinto porque el sentimiento de resignación es origen de la muerte de su marido, por lo que a pesar de que nunca estuvo en sus planes trabajar mientras mantuviera su matrimonio, ahora es ella la proveedora principal del hogar. En Esmeralda la tristeza se ha generado a partir de la infidelidad de su esposo, que ella considera además una traición tanto de él como de su sobrina. Vemos así que el miedo que evidencia el poder masculino sobre la relación, la posibilidad de sobrepasar el orden de género establecido genera este sentimiento y reprime lo que la mujer, en este caso Silvia, desea. Sin embargo, en el caso contrario, cuando no se desea alterar este orden pero éste se modifica llevando a la mujer a asumir el poder dentro de la institución familiar esto genera resignación. Tales procesos emocionales sugieren pensar que el desplazamiento personal genera también un desplazamiento emocional (Hochschild 2001:194), pues la separación familiar sin duda alguna genera cambios afectivos tanto en quienes se van como en quienes se quedan (Asakura 2016: 75; González- Fernández 2016: 100; Hirai 2012: 91). Se ha estudiado que dentro del proceso migratorio, los afectos se generan en relación al propio movimiento espacial, a los lugares que forman parte de la historia de vida de las/los sujetas/os (Hirai 2012: 94), pues la migración es un proceso cargado emocionalmente. Asimismo, los estudios de las emociones durante la migración se han enfocado en las afectividades que se mueven dentro de las familias a partir del distanciamiento de una/o de los miembros, además de que los cambios en el orden familiar anterior a la migración pudieron haber generado sentimientos en sí importantes al profundizar en las causas y motivos 65 de migración (González-Fernández 2016: 112; Peñaloza et al. 2015: 122). En ese caso, considero que dentro del proceso migratorio las emociones y sentimientos vividos se enmarcan dentro del orden de género establecido, en el cual las mujeres tienden a ser más expresivas y en ella se generan sentimientos relacionados a su función familiar como proveedora del cuidado y protectora de los otros miembros de la familia. De acuerdo con Ariza (2004), los significados de la migración son distintos de acuerdo al género, pues "la pertenencia a uno u otro de los pares masculino-femenino, hombre, mujer, imprime aspectos distintivos al modo de mirar una realidad", por lo que los varones, a partir de la distancia, suelen considerar su función familiar con base en el control de la misma y la provisión material (p.395). Para identificar las relaciones emotivas dentro de la familia y el mercado de trabajo como instituciones en este análisis, retomaré textualmente los sentimientos expresados en los relatos de las entrevistadas con el objetivo de identificar cuáles se encuentran más presentes y en relación a qué o quiénes se generan los mismos. En este sentido, propongo que las emociones y sentimientos pueden ser positivas o negativas en distintos momentos de la movilidad y en relación a diferentes objetos. 2.1.2. Las relaciones simbólicas en la estructura del género Es en la obra Género, publicada en el año 2002 donde Connell añade un cuarto elemento para analizar el régimen que propone, afirmando que (en cada sociedad y cada cultura) "todas las prácticas sociales envuelven interpretaciones del mundo", a partir de las cuales se crean "significados del género" (Connell 2002:2002), es de esta manera como la autora asigna importancia a la parte simbólica dentro de los estudios de género. 66 Para desarrollar este cuarto aspecto es necesario recapitular que a partir de las lecturas de Lèvi- Strauss y Sigmund Freud, Gayle Rubin (1986) abrió una perspectiva de estudio donde la antropología cultural y el psicoanálisis se convertirían en la dupla que mejor explicaba lo que denomina el sistema sexo/género, los cuales "son emancipaciones ahistóricas de la mente humana: son productos de la actividad humana histórica" (p.136). Estos sistemas son distintos en cada cultura, y es a partir de ésta que se introducen en la mente, o las mentes de las personar para su jerarquización. Así, los símbolos y significados culturales crean una manera particular de comprender al mundo en las sociedades, la cual se actualiza a través de la historia. Con base en el psicoanálisis lacaniano, los estudios de género han retomado la idea de que existe un aspecto simbólico del género. Los símbolos dentro de las relaciones sociales y culturales, de acuerdo con Serret (2006), operan a manera que explican el yo con relación al otro manifestando así una alteridad necesaria que se expresa de manera clasificada y jerarquizada. Para esta autora, la cultura es el medio por el cual las/los individuas/os ordena artificialmente al mundo para tener control sobre la naturaleza (pp.91-95). Este ordenamiento o clasificación, no obstante, es un procedimiento más complejo que Marta Lamas (1999) ha definido como simbolización. Se refiere a que a partir de nuestras prácticas culturales adquirimos símbolos que orientarán nuestra socialización, y aunque si bien los símbolos forman parte de la cultura, es el lenguaje el principio para "estructurarnos culturalmente y para volvernos seres sociales", pues llega a penetrar en lo más profundo de la mente humana, el inconsciente (pp.154-155). Así, la simbolización en cuanto al género, no sólo se entiende como un proceso de división y clasificación, sino como la interiorización de la división sexual en los cuerpos y las mentes de los sujetos. El lenguaje constituye por tanto la primera relación de los individuos con su cultura y con la forma como percibirán el mundo, por tanto es una herramienta para la socialización. Los símbolos culturales pueden ser distintos o pueden coincidir en diferentes culturas, sin 67 embargo, "en todas las sociedades se simboliza la diferencia corporal, específicamente el sexo" (Lamas 1999: 156). a) El dualismo en la cultura andina En este contexto de estudio, si bien los regímenes de género a analizar se encuentran influenciados por la estructura simbólica occidental, también he considerado importante tomar en cuenta la estructura simbólica andina, pues esta forma parte de la historización de las relaciones de género en la comunidad boliviana, (región de la que provienen las entrevistadas), la cual describiré brevemente a continuación. De acuerdo a algunos datos históricos que se han recopilado, en las antiguas culturas andinas el individuo o jaq'i, la naturaleza, la comunidad y el cosmos forman parte del todo, representados como componentes opuestos que buscan el complemento.35 En esta ideología, el hombre se identifica con el sujeto, mientras que la mujer se refiere al objeto y la naturaleza. La figura del matrimonio se antepone a la individualidad, por lo que sería el primer paso para hacer comunidad, o ayllu, siendo así que el concepto de unidad en el mundo andino es tres en uno: hombre, mujer, niño, que juntos conforman la totalidad (Cordero 2006:261). Esta manera de ver el mundo ordena las relaciones de género en la medida que el hombre y la mujer representan dos opuestos que en dualidad (panipacha) logran complementarse (chacha-warmi). En la vida personal la unidad hombre-mujer se logra con el matrimonio, basado en igualdad de condiciones y a partir del cual se aceptan los roles que la familia y la sociedad asignan a cada miembro (Mamani 1999:310). Llegar a esta complementariedad es significativo para la comunidad 35 Principalmente representados en el mito de origen sobre Pachamama y Pachacamac. 68 aymara ya que un jaq'i o sujeto no lo es, sino estando en unión con su opuesto, por lo que la mujer no llega a ser racional y objetiva sino estando en unión con el hombre, siendo así que "los y las comunarias asumen que el eje y punto convergente de la comprensión y el ejercicio de ser mujer parte de la lógica dual chacha-warmi, en la que de forma natural existe un complemento que convierte a los comunarios en parte de la población adulta al casarse o juntarse" (Agar 2010:14). Como se ha mencionado antes, además del hombre y la mujer, esta complementariedad incluye a las/los niñas/os, es decir, los seres están completos/as una vez que se unen y tienen hijas/os. Finalmente, para las mujeres el matrimonio y la maternidad son aspectos de la vida a través de los cuales se forman como sujetos sociales y culturales. Ahora bien, de acuerdo a Marta Lamas (1999), el proceso de "simbolización de la diferencia sexual" se lleva a cabo por medio de "prácticas, ideas y discursos" (p.154), los cuales identificaré a partir de los relatos recogidos. Como se ha mencionado, la maternidad y el matrimonio se han fundado como elementos de la identidad femenina a través de los cuales las mujeres consideran su lugar en el mundo, como se verá a continuación. 2.1.3. La Maternidad construida, de lo psíquico y lo cultural En esta dimensión simbólica del género, la maternidad es un elemento que constituye la identidad femenina, es parte de esa "división binaria primordial" (Serret 2006:114) que la/el sujeta/o social y cultural realiza para ordenar el mundo que la/lo rodea, así como sus propios cuerpos, ya que "el mundo social construye el cuerpo como realidad sexuada y como depositario de principios de visión y de división sexuantes" (Bourdieu 2000:22). A partir de las diferencias corporales reproductivas se han creado significados que le han dado a la masculinidad y la feminidad un sentido diferente en cada cultura. Tanto en la 69 cultura occidental como en la cultura andina, las representaciones y prácticas de la maternidad (Asakura, 2009) no sólo constituyen la identidad femenina desde su papel dentro de la reproducción social, sino que es esta misma capacidad a partir de la cual se le han designado roles y espacios, es decir, estos aspectos simbólicos han estructurado tanto la división sexual del trabajo como el espacio en que los sujetos se relacionan socialmente. La idea de llegar a ser sujeto (mujer) sólo a partir de la unión con el ser opuesto (hombre) refiere a un reconocimiento social que se inclina en demostrar dicha capacidad reproductiva. Pero además, al designarse el espacio doméstico a las mujeres y el espacio público a los hombres, se designan también las tareas de cuidado y las relaciones afectivas a las mujeres, siendo que a los hombres se les designa el suministro económico del hogar. En La Historia de la Sexualidad (2011), Foucault identifica que fue a partir de la tecnología de la sexualidad36 del siglo XVIII y XIX que a la mujer en los límites de la familia "se le asignaba un nuevo lote de obligaciones conyugales y maternales", en tanto que a la mujer ociosa se le sexualiza en los límites de lo mundano (p.114). Desde una lógica patriarcal, se concibe una maternidad instintiva (Saletti 2008:171), que designa a la mujer la educación y el afecto hacia los hijos. Este instinto como parte de la identidad femenina ha sido denominado el mito de la maternidad,37 que Asakura (2009) determina como el "que hace pensar que 36 El autor explica que si bien esta nueva tecnología del sexo no se encuentra del todo alejada de lo establecido bajo el yugo de la iglesia católica fundamentada en el pecado, si se constituye de nuevas bases donde la medicina, la pedagogía y la economía hacían del sexo un asunto de Estado. Aquí cabe recalcar entonces el vínculo de esta nueva tecnología con la economía capitalista, ya que para ésta a valoración del cuerpo se relaciona directamente con los intereses de la burguesía (Foucault 2011:110-118). 37 En un breve recorrido por la historia de la maternidad y por las principales obras que han profundizado en ella, Imaz (2010) menciona que se dio el nacimiento de un "modelo hegemónico de maternidad occidental" a partir de la Revolución francesa, modelo que se basó principalmente en el texto de Jean-Jaques Rousseau titulado Emilio. La vida social y familiar de las mujeres se fu transformando a partir de este nuevo modelo que se caracteriza por "la naturalización de la función maternal, la individualización de las labores de cuidado antes compartidas, la exclusividad en la dedicación femenina a las labores maternas, la moralización respecto a las prácticas de crianza, y todo ello en el contexto de la exclusión femenina de la vida pública" (p.34). 70 todas las mujeres deben y quieren ser madres por instinto", estableciéndose además como "la función principal que define el papel social de la mujer" (p.144). Lagarde (2005) establece la categoría de la madresposa para definir este papel que social y culturalmente se le ha designado a las mujeres, y expresa que "el objeto sobre el cual se aplica el trabajo de la madresposa es el ser humano. Su trabajo, y de manera más amplia sus actividades vitales, consisten en reproducir materialmente, en su corporeidad, al otro, pero también subjetivamente en sus formas de percibir el mundo" (p.366), de ahí que las mujeres se vuelven irremplazables no sólo en el cuidado hacia los hijos, sino también hacia la pareja , y el matrimonio y la maternidad se convierten en el ideal de las mujeres. La mencionada división de los quehaceres del hogar dentro de las familias forma parte de los dogmas de la maternidad. Las mujeres aquí entrevistadas aprendieron que su identidad femenina se demostraba en el ámbito familiar a través de la asistencia que les dan a los miembros varones y a los niños. El matrimonio como una ilusión femenina y la dedicación exclusiva al cuidado de los hijos y del hogar como una responsabilidad son dos puntos que se nombraron constantemente: Nos enamoramos todo eso, pasó lo que pasó, tuvimos relaciones y yo volví embarazada. Y él me dice, "como ya estás embarazada, casémonos", ¡Ya!, como sabe enamorada, ¿qué mujer no va a dar ese paso? tan bonito en la etapa de una mujer desde casarse con el amor de su vida (Lucía, 45 años, La Paz). Yo me he dado cuenta que si una mamá no está en la casa todo está al revés. Una mamá tiene que estar en la casa, por más profesional que sea (Roxana, 45 años, La Paz). La integración de una familia nuclear es parte del ideal de las mujeres, donde sus roles como pareja y como madre se priorizan y pasan a formar parte de su sentido de vida: 71 Hoy día no tengo pareja hasta ahorita por el temor de que mi mamá me diga, "estás pensando en eso"... Y así que ella siempre me recalca, me dice, "antes de pensar en pareja tienes que pensar en tus hijas", me dice, "tú tienes hijas mujeres". Y eso sí lo tengo grabado en mi mente (Aidé, 39 años, Santa Cruz, extracto de grupo focal). El último relato hace más amplio el panorama sobre las actividades domésticas en la familia, ya que además de lo relacionado a la asistencia de las/los hijas/os, las mujeres son quienes transmiten la cultura y satisfacen las necesidades emocionales de las/los hijas/os. Por lo tanto, son ellas quienes socialmente tienen en sus manos la reproducción de los principios de feminidad y masculinidad. Es importante mencionar también que culturalmente se han establecido los símbolos de la maternidad con la bondad, a partir de lo que se cree que las madres y esposas tienen en sus manos la satisfacción de las/los sujetas/os y su calidad de vida. La figura paterna, por el contrario, no se vincula con la asistencia emotiva y corporal de las/los hijas/os, pues sólo se representa como el suministro económico para ellos/as. Así, cuando las mujeres no cumplen con este estereotipo, se consideran "malas mujeres y malas madres" (Lagarde 2005:394), pues tanto hacia las/los hijas/os como hacia la pareja, las mujeres son quienes se obligan a transmitir el afecto y los cuidados del hogar: Así que cuando falleció mi abuela ha sido un trauma tan grande porque yo la veía como mamá (...) yo vivía en un mundo de amor, de cariño, ese mundo tan bonito, pero cuando se fue mi abuela han sido golpes, conocer el otro lado de la moneda, como se dice, eso me ha pasado (Lucia, 45 años, La Paz). Tengo dos nietos que su papá no se acuerda para nada, hay que estarles llevando, apoyarles para su estudio (...) la mamá de los niños era mala, y tuvo un serio problema con mi hijo, y de esa manera yo les ayudo, mi hijo no les ayuda con nada (Roberta, 56 años, La Paz). 72 Como se observa en el relato de Roberta, cuando las mujeres no cumplen con el rol que la sociedad les ha designado se les culpabiliza y se les atribuye maldad. Sin embargo, lo más importante en el estudio es distinguir la violencia simbólica que estos principios generan en las propias mujeres, ya que si no logran o creen no haber logrado las condiciones de satisfacción en las/los sujetas/os que dependen de ellas, se generan sentimientos de culpa y sufrimiento (Lagarde: 373), por lo tanto, las madres que se alejan de sus hijas/os también se consideran malas al no permanecer brindándoles los cuidados y el afecto necesario. En el primer relato se observa que a partir de la ausencia de su figura materna, Lucía se sintió desprotegida y en soledad. La imagen de su abuela se hace presente en cómo expresa sus sentimientos actuales, pues ella lleva a cabo las prácticas de su maternidad con base en los principios que aprendió de su abuela, pero además relaciona este vacío con los sentimientos que ella y sus hijas/os han enfrentado a partir de su decisión de emigrar. Con base en las trayectorias de las mujeres entrevistadas, las fases migratorias se relacionan con estos aspectos simbólicos y afectivos desde el instinto maternal aprendido, pues quienes tenían migraciones anteriores lo habían hecho como parte de su rol de hijas mayores con el objetivo de otorgar mejores condiciones de vida a sus hermanos menores, que en su mayoría vieron como un sacrificio por el resto de la familia. Además, la negociación familiar se daba con el conocimiento de que las mujeres hijas estaban preparadas para obtener trabajo en las ciudades, pues era ahí donde se iban generando mayor demanda de trabajo en el sector doméstico y de cuidados. Las prácticas y representaciones de la maternidad son también un eje dentro de las relaciones sociales de poder por lo que el cuerpo, al ser el espacio que la hace posible, se convierte en un espacio de poder y de representación. El cuerpo, valorizado por su capacidad de reproducción (De Barbieri 2014:153), es representado de diversas maneras en cada cultura, por tanto diversamente 73 posicionado en cada sociedad. En el contexto de este estudio se reafirma la valoración del cuerpo femenino desde su capacidad reproductiva, y del cuerpo masculino desde su capacidad productiva, por lo que socialmente los sujetos pierden valor en la senectud. Como lo demostraré más adelante, esto origina doble desventaja para las mujeres, pues cuando pierden su capacidad reproductiva también hay una desvaloración desde la producción económica. Con la propuesta de que los roles sociales y sexuales asignados a las mujeres en determinadas sociedades se enfocan en los cambios del ciclo reproductivo, Ferro (1991) establece cuatro etapas en el ciclo de vida femenino, a partir de las cuales se valoriza a las mujeres y se reconoce su libertad: la pubertad, la etapa de matrimonio y maternidad, la viudez y la menopausia (p.70).38 La idea de que el cuerpo femenino es el espacio donde se reproduce la vida, genera que estos cuerpos pierdan mayor libertad mientras son fértiles, y pierdan valor cuando no lo son, como menciona De Barbieri: "... la dominación de los varones sobre las mujeres no siempre es igual a lo largo de las etapas de la vida socialmente definidas" (De Barbieri 2014:156). Dentro de este análisis, puedo decir que al formar parte de la identidad femenina, la valorización social de cada una de estas cuatro etapas interviene en la subjetividad de las mujeres, pero además de esto los sucesos familiares y de pareja se involucran para generar valoraciones de las vivencias personales. 38 Dentro de lo que ha denominado relaciones de filiación, Ferro propone que estas se imponen desde el nacimiento, y es a partir de ellas como "se define la posición del individuo". Más adelante menciona que las mujeres inmersas en estas relaciones: "cuando es púber, será cuidada, cambiada, vendida, según las necesidades de reproducción del grupo; al estar casada, pasa a ocupar otro lugar, y su identidad va a estar subordinada a su maternidad, a las reglas de la necesidad de descendencia, y a tareas menores que no perturban la producción; al pasar del padre al marido se convierte en mercancía. Es propiedad del marido y es medio de producción de él. Tiene valor de uso; la mujer viuda, en cambio, cuando ya no sirve para procrear, sí va a poder ocuparse de tareas asignadas al hombre, llegando a poder sustituir a un hermano o padre en caso de que éstos mueran... al llegar a la menopausia, como ya no puede servir como medio de producción, puede dedicarse al ocio. Pero como ya no tiene nada que vender, no será buscada, ni cuidada, ni robada. Su lugar será ocupado por otra que pueda renovar el stock" (Ferro 1991:68-70) 74 2.1.4. La institución familiar. Más allá de la vida en el hogar Para Connell (1987), las instituciones conforman el nivel medio de la estructura social, y en cada una de éstas se ubica un régimen de género. En este sentido, la familia se encuentra como una institución de nivel medio y de carácter particular, ya que "en ninguna otra institución las relaciones son tan extensas, intensas, densas en su interacción con la economía, las emociones, el poder y las resistencias" (p.121). La división del trabajo doméstico y las relaciones de poder dentro de la familia como institución son una creación de la modernidad civilizatoria (Engels 2012:51), la familia moderna como estructura forma parte de esa delegación del trabajo doméstico y de cuidado a las mujeres, destinadas a su vez a la vida privada. La familia es entonces la institución donde se llevan a cabo las prácticas de la maternidad y la primera institución donde se establecen las relaciones de poder entre los distintos géneros y donde se identifican los cambios en cada etapa del ciclo de vida de sus miembros, por tanto también una institución primaria dentro del proceso de simbolización que he mencionado. De esta manera, la familia moderna consiste en una unidad compuesta por el padre, la madre y los hijos, organización que nació bajo propósitos del modelo económico liberal. La familia es una institución que colabora a crear identidades de género, a definir los estándares de la feminidad y masculinidad (Ariza y De Oliveira 2004:11). Introducir la familia en los estudios de migración y género es muy constante y acertado (sobre todo en los estudios de migración no calificada), de hecho se ha considerado que la migración femenina es "altamente dependiente" de la configuración familiar (Baby-Collin, Cortes, y Sassone 2008:142), por lo que tanto los proyectos migratorios y sus resultados se encuentran inmersos en las lógicas familiares, y en la visión que se tenga a partir del lugar y la etapa familiar en la que se encuentra cada sujeto. Durante los últimos años, en los estudios migratorios se ha introducido el término de familia transnacional, refiriéndose en 75 sí a "parientes que organizan sus labores productivas y reproductivas a través de una o más fronteras" (Mummert 2012:151). Si bien no es el objetivo de la investigación observar la vertiente transnacional de la familia, sí lo llega a ser observar lo que el reacomodo espacial a través de la frontera puede significar para las mujeres como miembros de una familia, ya que en ésta se dan relaciones desiguales de poder y se asignan roles en los que se tiene presente la reproducción del bienestar de sus miembros (Parella 2012:664). Como parte de las características familiares de las mujeres entrevistadas logré hacer una primera clasificación entre familia nuclear y familia monoparental, la cual se ha esquematizado en el cuadro número uno que se localiza más abajo. Con familia nuclear me refiero a la familia tradicional compuesta por ambos padres y las/los hijas/os, mientras que la familia monoparental es la que se compone por uno de los padres y las/los hijas/os. Una segunda característica es que las relaciones familiares pueden ser de tipo directo o indirecto, definiendo las primeras como las familias que corresponden al hogar de la entrevistada, es decir, que viven en la misma casa. Mientras tanto, denominaré relaciones familiares indirectas cuando la familia de la entrevistada no corresponde al mismo hogar, sin embargo sí se mantienen las relaciones de parentesco. De esta manera, he de puntualizar en que aún cuando hay separación de la pareja (por lo que la familia pasa a ser monoparental), en ocasiones se sigue manteniendo una relación de poder con la ex pareja, por lo que la relación de pareja se considera independiente de la relación familiar dentro del análisis. A su vez, estas relaciones también pueden ser directas o indirectas, siendo las primeras cuando aún se mantiene la relación conyugal, mientras que en la segunda alguno de los miembros de la pareja ya no forma parte del mismo hogar. 76 Tabla 1.- Relaciones familiares y tipos de familia según características Relación Tipo de familia Familia nuclear (compuesta por padre, madre y los hijos). Familia monoparental (Compuesta por el padre o la madre y los hijos) Relación familiar Relaciones familiares directas (la familia es parte del mismo hogar) Relaciones familiares indirectas (La familia no forma parte del mismo hogar). Relación de pareja Relación de pareja directa (La pareja comparte el mismo hogar). Relación de pareja indirecta (La pareja no comparte el mismo hogar). Fuente: Elaboración propia a partir de resultados de investigación. Esta clasificación es un apoyo metodológico a la investigación, pues se observa que el poder se ejerce aún cuando las parejas ya no se encuentran unidas. En este sentido, existen varios estudios que retoma los cambios en las relaciones de pareja y en los roles familiares a partir de la migración (Correa 2006: 413; Parella 2012: 674; Tapia 2011b: 350), los cuales también dependen de si la familia emigra completa o sólo uno o alguna/o de sus miembros. En este caso, la mayoría de las mujeres que entrevisté viajaron solas, y a pesar de que sólo una de ellas mantenía su relación conyugal con el padre de sus hijos, se observan formas de control hacia ellas como la manipulación y la culpabilidad (Román 2009: 123). Como veremos más adelante en el capítulo tres, los tipos de relaciones familiares nos apoyarán a entender los motivos por los que las mujeres han decidido salir de su país. 77 2.2. Lo simbólico dentro del poder Para ampliar mi interpretación de poder como parte de la estructura social, considero aquí la noción de Pierre Bourdieu sobre el poder simbólico. Para ello, he retomado algunos elementos que el autor utiliza para analizar el espacio social y la interacción de los agentes, los grupos y las instituciones que en él se encuentran. Según este autor francés, las prácticas sociales se establecen a partir de una relación dialéctica entre la objetividad y la subjetividad, es decir, de una parte estructural objetiva y una parte estructural simbólica. La primera, denominada objetividad de primer orden, es donde se coloca el campo (lo social hecho cosa), mientras que la segunda, denominada objetividad de segundo orden, es donde se localiza el habitus (lo social inscrito en el cuerpo) (Flachsland 2003:35-17).39 El poder es pues, algo que entra en juego en toda relación, y éste se define a partir de diferentes tipos de capitales tales como el económico, el cultural y el simbólico, entendiendo este último como "el capital económico o cultural cuando es conocido según las categorías de percepción que impone" (Bourdieu 1988:131). Además de estos capitales, se integra también el capital social,40 que se refiere a las redes de relaciones sociales con las que cuentan os individuos (Portes 1999: 245). Al igual, el poder está presente tanto en las estructuras objetivas como en las subjetivas, considerando el poder simbólico aquel en el que se "reproducen las relaciones objetivas de poder", es pues "un poder de consagración o de revelación, un poder de consagrar o de revelar las cosas que ya existen" (Bourdieu 1988: 141), mismo que se ejerce directamente sobre los cuerpos a través de la fuerza simbólica (Bourdieu 2000:54). 39 En las palabras de Flachsland, el concepto habitus de Bourdieu se refiere al "conjunto de modos de ver, sentir y actuar que, aunque parezcan naturales, son sociales. Es decir: están moldeados por las estructuras sociales, se aprenden" (Flachsland 2003:53). 40 Para este estudio es importante la integración de este concepto en tanto que en el proceso migratorio se percibe mediante las redes migratorias, brindando principalmente apoyo, información y hasta recursos económicos, materiales y afectivos. 78 En cuanto al poder simbólico en un espacio social de dominación masculina, tales consagraciones parten de la distinción entre lo que es masculino y lo que es femenino, y donde el matrimonio se convierte en una estrategia para asegurar la producción y reproducción del capital simbólico (Bourdieu 2000:66). Así, como parte de las relaciones de género y del poder, se origina una violencia efectiva y una violencia simbólica, esta segunda definida como "una violencia que arranca sumisiones" que ni siquiera se perciben como tales apoyándose en unas "expectativas colectivas, en unas creencias socialmente inculcadas" (Bourdieu 2012:96), resultado de los esquemas mentales producidos por la asimilación de la dominación masculina basada en el orden simbólico binomial (Bourdieu 2000:49). Aunque la violencia más evidente por cuestiones de género es la violencia física, como retoma Lamas (1999) de Bourdieu, "la dominación de género muestra mejor que ningún otro ejemplo, que la violencia simbólica se lleva a cabo a través de un acto de cognición y de falso reconocimiento que está más allá de, o por debajo de, los controles de la conciencia y la voluntad", acto que se encuentra en los esquemas del habitus (p.162). Es importante destacar que la dominación masculina no sólo se da en las relaciones de género, sino en todas las relaciones donde intervienen distintas identidades como la raza, la etnia, la clase y la nacionalidad. Es decir, un sujeto puede ser víctima de su propia violencia por el hecho de ser hombre o mujer, pero también por el hecho de ser rico o pobre, de piel blanca o negra, etc. Aunado a esto, el ejercicio de la violencia simbólica o invisible no es igual en todos los espacios y en todas las situaciones. Las estructuras simbólicas generan la violencia simbólica, y el poder simbólico es la conexión entre la parte subjetiva y la parte objetiva, pues si bien la percepción que cada ser tiene sobre sí mismo y los sentimientos que genera son actos individuales, la simbolización es un proceso que se inserta en estructuras de poder amplias, por lo que la cultura y la socialización son importantes para su desarrollo. El poder simbólico configura tanto el macro poder como de las relaciones individuales del poder, por lo que los actuales procesos migratorios 79 tienen mucho de esto una vez que, como ya hemos mencionado, constituyen relaciones espaciales del poder por medio de desigualdades económicas y materiales. 2.3. No es sólo feminización. Hacia un vínculo entre género y migración El estudio de la movilidad poblacional no se puede percibir sin tomar en cuenta que ésta se configura alrededor de un sistema de género, por lo que además de otros aspectos que retomaré más adelante, centrarme en distintos aspectos del género es esencial para demostrar cómo las experiencias migratorias son diferentes para cada sujeto/a con respecto a su identidad de género, es decir, la experiencia migratoria masculina es diferente a la femenina (Oehmichen 1999:108; Szasz 1994:129). Como punto de partida considero que las relaciones de género inciden en los procesos de movilidad de las personas, a la vez que la movilidad incide en las relaciones de género, de ahí que tanto la decisión como el momento de la migración se vinculan con otras situaciones en la vida de las/los sujetas/es migrantes. Como he apuntado en el capítulo anterior, a partir de la mayor participación de las mujeres latinoamericanas en los flujos migratorios de nuestra región es que surge el interés por profundizar en este proceso y en su interacción con la vida personal y las relaciones familiares, considerando así que influyen en ella tanto factores personales como de mayor envergadura, como son las crisis económicas nacionales y fenómenos naturales. En este sentido, desde la definición de género en que basaré este estudio se explica un aspecto estructural de la creciente movilidad entre migración y la socialización de las diferencias sexuales a partir de que "la acumulación en economías modernas es organizada a través de grandes corporaciones y mercados globales", mismos que toman un camino generizado 80 (Connell 2002:62), pues "enfocarse en las dinámicas de género requiere enfocarnos en las prácticas que constituyen lo que se ha llamado globalización económica y control global" (Sassen 2003:45), como ya he explicado en el capítulo anterior. A partir de la entrada del nuevo milenio se ha puesto mayor interés dentro de las ciencias sociales en los estudios migratorios enfocados en las diferencias de identidad sexual y la manera en que éstas forman parte de las trayectorias de movilidad, y si bien los primeros estudios dentro de la economía y la sociodemografía que visibilizaron la presencia de las mujeres en los flujos migratorios las colocaron como sujetas dependientes y en el ámbito reproductivo (Ariza, 2004; Tapia, 2011a; Woo, 2007), en las últimas décadas se han realizado estudios donde éstos datos son analizados más allá de las cifras e intentan contextualizar los cursos migratorios desde una lente multidimensional (Gregorio, 2012; Parella, 2012; Rosas, 2010). Se puede observar que estos estudios han tomado herramientas teóricas y metodológicas de diversas disciplinas, por lo que podemos ver un surgimiento de los estudios interdisciplinarios con perspectiva de género en la migración. El estudio de la migración por tal, ha requerido profundizar en aspectos sociales y culturales que definan este proceso más allá de lo económico y estructural, siendo que desde las ciencias sociales se han venido estudiando distintas facetas y dimensiones de la migración como proceso (Lozano-Ascencio y Rivera-Sánchez 2014:1). Ya en el primer capítulo he descrito la participación femenina dentro del flujo migratorio boliviano hacia Chile y su considerable incremento en los años recientes, que desde el sentido económico se explica a partir de mayor oferta de empleo para las mujeres, lo que se relaciona con la división internacional del trabajo actual. No obstante, he de considerar que la región fronteriza mantiene dinámicas que van más allá de un vínculo económico, pues se tiene distintos esquemas de vivir la feminidad y la masculinidad a uno y otro lado de la frontera. Considero así que la movilidad transfronteriza de las mujeres, si bien se estructura dentro de relaciones de poder más amplias e históricamente 81 constituidas, brinda también una oportunidad de cambio, una obligación y a su vez una necesidad de no estar. La frontera, en términos de género puede llegar a ser y se utiliza como un recurso de afrontar relaciones de dominación, como una posibilidad de cambio futuro. Dentro del espacio de frontera, la circularidad de población es un rasgo que ha existido desde que se impusieron los límites políticos en esta región andina, sin embargo no se puede hablar de la misma movilidad que había un siglo atrás, pues es un circuito histórico que en la actualidad se ha adaptado a nuevas configuraciones económicas y sociales. La constante presencia de mujeres de manera autónoma forma parte de los cambios en la territorialidad del espacio fronterizo, pues la manera de vivir la frontera no es la misma que fue un siglo atrás para estas mujeres, ni para sus familias. 82 3.- "SÍ VOS TE VAS NO TE OLVIDES DE VENIR". TOMANDO LA DECISIÓN DE INICIAR UNA VIDA COMO TRABAJADORA DOMÉSICA AL OTRO LADO DE LA FRONTERA "Desde ese día, el de la partida de mamá, el de las mariposas cenizas, era yo la que tenía que alistar la ropa de los chicos, asearlos, peinarlos, ayudarles para que vayan presentables a la escuela. Yo seguía asistiendo a mis clases pero no podía rendir como cuando estaba mamá. Si ella se estaba sacrificando para darnos una vida mejor, yo no podía menos que ayudarla y seguir también poniendo mi cabeza encima de la piedra de la renunciación. Casi ya no iba al colegio, faltaba una y otra vez a clases." (Fragmento de la obra Llorando se fue, de Cesar Verduguez). El presente capítulo describe la etapa pre-migratoria de las sujetas de estudio. Principalmente ahondando en cómo se constituían sus relaciones familiares y laborales en Bolivia. Para lograr este objetivo he dividido el capítulo en dos apartados, el primero que busca conocer la incidencia que tuvieron las relaciones familiares de género en la proyección a emigrar, para lo cual considero los distintos tipos de relaciones familiares y de pareja que he expuesto en el apartado anterior. Además, un elemento clave a tomar en cuenta es el ciclo de vida en el que se encuentran las entrevistadas, principalmente para ahondar en los motivos y circunstancias en las que se decide emigrar. En el segundo apartado busco conocer las características de la inserción al mercado laboral y el peso que el género tiene en este momento que podría llamar de transición entre un lugar y otro. Aquí los espacios de llegada al nuevo destino y las redes de apoyo e información migratoria son indispensables, por lo cual utilizo la observación etnográfica como método de estudio. Asimismo, realizo una 83 descripción de los primeros empleos que obtuvieron las entrevistadas una vez que llegaron a Chile, defino el tipo de empleo, la experiencia laboral con la que llegaron y el nivel de estudios con el que cuentan, esto a manera de acercarme al régimen de género en el mercado laboral chileno. Considero la reconstrucción de trayectorias laborales como método de estudio en este segundo momento. 3.1. Ahora hacia Chile Los relatos aquí analizados corresponden a mujeres provenientes de los departamentos bolivianos de La Paz, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz y Chuquisaca. Es importante mencionar que para algunas de las mujeres entrevistadas la movilidad comenzó durante la infancia o adolescencia, es decir, durante el proceso de urbanización de las ciudades latinoamericanas. Como enfaticé en el primer capítulo, la falta de oportunidades laborales para las mujeres en el campo (Mamani 2007:40) y la mayor demanda de mano de obra femenina en las ciudades,41son dos motivos por los que las mujeres dejaron su lugar del origen y para que haya iniciado su trayectoria migratoria años atrás. Estas migraciones anteriores se dieron algunas veces como parte del proyecto familiar y otras como parte del proyecto individual, siendo que la migración interna antecede a la migración internacional en la mayoría de los casos.42 Así, se tienen migraciones internas hacia las grandes ciudades bolivianas y después a países como Argentina 41 En estudios sobre contextos migratorios rural-urbano, se ha observado que si bien estas movilidades son una respuesta a las desigualdades económicas y sociales, aún dentro de esa desigualdad el capital económico con el que cuentan las mujeres es distinto, lo que también incide en que las trayectorias migratorias sean diferentes. De esta manera, se ha considerado que cuando hay mayor acceso económico por parte de la familia de las migrantes, el destino migratorio es más urbano (Carnivella et al. 1984:270-271). 42 Como lo menciona Quispe (2009), si bien las ciudades son los principales puntos de expulsión de la migración internacional, de acuerdo con él, "la migración interna se constituye en la primera fase de la migración internacional y muchos de los integrantes del colectivo de inmigrantes bolivianos en el exterior han experimentado esta fase antes de salir al extranjero" (p.95). 84 y Brasil, es decir, existen trayectorias migratorias extensas o, se cuenta con alta actividad migratoria en la mayoría de los casos.43 Dentro de esta primera etapa del proyecto migratorio me interesa rescatar el contexto en el que se proyecta la migración y los factores que intervienen en tal decisión, por lo que me centro en las características de relaciones familiares y relaciones de pareja que mantenían las entrevistadas. Hago alusión nuevamente a que las relaciones familiares y las relaciones de pareja se clasifican por separado en este estudio, sobre todo porque la manera en que interviene cada una en los procesos migratorios no siempre se relaciona. Identifico las relaciones familiares no como relaciones fijas, sino como relaciones que presentan cambios a través del tiempo, por lo que un suceso como lo es la migración puede modificarlas (Ariza y De Oliveira 2004: 22), a la vez que considero que un cambio en estas relaciones también puede originar la migración, en este sentido, los papeles diferenciados que ocupan los miembros dentro de una familia se deben tomar en cuenta para conocer sus incentivos para migrar (Ciurlo 2015: 61). Desde este punto, coloco al género como una variable que me puede ayudar a entender mejor la correlación entre relaciones familiares y migración, pues la familia es una de las instituciones más próximas a la producción y reproducción del orden de género. Antes de entrar a un análisis más particular, aclaro que las problemáticas y desigualdades en el ámbito económico se hacen presentes en algún momento de la decisión a emigrar, pues el capitalismo global ha regionalizado la concentración económica y los mercados de trabajo. No obstante, en mi intento de alejarme de interpretaciones de la corriente neoclásica sobre el fenómeno migratorio, tomo 43 En su estudio, Baby-Collin, et al. (2008) definen la actividad migratoria como "el tiempo transcurrido entre el primer viaje al extranjero y el último regreso al lugar de origen"(p.141), es decir, para nuestro caso el tiempo que ha transcurrido desde la primera salida del país de origen de las entrevistadas hasta el momento de la entrevista. 85 como base de referencia el desarrollo desigual entre países dentro de una misma región, en este caso, la región intralatinoamericana.44 Otros estudios de la región han afirmado también que para conocer el vínculo entre desigualdad, género y migración, es importante retomar las condiciones históricas tanto como las condiciones que intervienen de la identidad femenina y maternal de las mujeres en la migración (Roldán 2011:450), considerando así que el elemento económico no es el único que interviene en la migración de las mujeres latinoamericanas (Contreras, 2007; Correa, 2014), afirmaciones que sostengo para el siguiente análisis. 3.1.2. Tipologías sobre los motivos de la migración femenina Para conocer los contextos pre-migratorios de las trayectorias que forman parte de este estudio, he realizado una clasificación de los motivos que originaron la partida, por lo que tomado como eje las características de las relaciones familiares y de pareja que se mantenían antes de salir hacia Chile. Para ello, reitero que, en este estudio, según la clasificación de la familia presentada en el cuadro número uno, las relaciones familiares se consideran directas si las mujeres vivían con su familia (padres o hijos) en Bolivia y se consideran indirectas si no vivían con su familia. Lo mismo sucede con las relaciones de pareja, se consideran directas si la pareja aún vivía unida, e indirectas si ya se había separado de la pareja. Algunas relaciones presentan cambios justo antes de que se diera la emigración y otras no, sin embargo, una característica compartida en las historias que aquí se analizan, es que la proyección de la migración tiene que ver con los cambios en las 44 Retomando las bases de la economía crítica, entiendo esta migración como "una variable dependiente de las dinámicas de desarrollo desigual que caracterizan al sistema capitalista contemporáneo" (Márquez 2010:66), al tiempo que reconozco un impacto diferencial hacia las mujeres en la economía capitalista actual. 86 relaciones familiares y de pareja, así como en la etapa del ciclo de vida en el que se encuentran las mujeres al tomar su decisión. Aquí hago la observación de que el régimen de género familiar, según sus estructuras simbólica y laboral, sitúa distintamente a las mujeres dentro de las relaciones de poder según su edad y su etapa maternal, por lo que éstos elementos expresan mucho de los contextos en que las mujeres definen objetivos y los llevan a cabo, así como de las estrategias que establecen para lograrlos. De esta manera, el que hayan tenido hijos o no al momento de proyectar la migración, el tipo de relación que se mantenía con la pareja y el soporte económico familiar son situaciones donde inciden la identidad de género y, con ello, la identidad maternal. A su vez, esto se relaciona con la división sexual del trabajo y las emociones (Connell, 2002), ya que al ser las actividades domésticas y de cuidados concebidas como factores de feminidad, emociones como el amor, el miedo y la culpa se vinculan con la división género sexual de la familia. Como menciona Hinojosa (2010) "la distribución de poder también depende del ciclo vital por el que está transitando la familia", por lo que no todos los miembros de la familia actúan en igualdad de condiciones (pp.50-51). Al igual, en este estudio, el estado de las relaciones de poder entre las/los miembros de la familia es distinto en cada una de acuerdo a las condiciones y etapa en que se encuentra la vida familiar, pero son las mujeres con hijas/os dependientes quienes enfrentan mayores tipos de violencia como son la psicológica, la económica y la física, sucesos que son consideradas para tomar la decisión de partir. Debido a la necesidad de contextualizar el momento en el que se proyecta la salida de Bolivia, he diseñado tres tipologías de los motivos de migración vinculados a las relaciones familiares de pareja. Creo útil la realización de tipologías, ya que me ayudarán a encontrar similitudes y diferencias en los factores que intervinieron para que las entrevistadas tomaran la decisión de alejarse de su hogar y de su país. 87 Considerando la tipología como "explícitos conjuntos comparativos, cuyo material empírico está dividido en dos, tres o más tipos ideales" (Heyman 2012:421), aquí se han comparado las relaciones familiares y de pareja, así como las etapas del ciclo de vida en que las mujeres se encontraban cuando comenzaron a visibilizar su partida, clasificándolos después de acuerdo a las similitudes. Para Tarrius (2000), la tipología "es una comodidad metodológica para dar cuenta, en un cierto momento de la investigación, de convergencias de sentidos, de cercanías de formas capaces de articular las numerosas y microscópicas observaciones empíricas en unidades de comportamientos colectivos comparables" (p.49), siendo que para mí es útil al buscar los motivos por los cuales partir, y encontrar las coincidencias entre los factores que intervienen en esa formulación. Al mismo tiempo, la tipología facilita también el análisis y la presentación de los datos (Heyman, 2012), sobre todo si tomamos en cuenta la diversidad de los mismos y la necesidad de identificar puntos de encuentro dentro de estas diferencias. Así, he distinguido tres tipologías sobre los motivos que originaron la migración en las mujeres aquí entrevistadas, las cuales presento a continuación. a) Viajar para se independiente. Motivos de partida de mujeres mayores y mujeres solteras. Esta primera clasificación corresponde a las mujeres que no mantenían relación de pareja alguna, con relaciones familiares directas y para quienes las responsabilidades de cuidado hacia los hijas/os no son factores que define su partida, pues en el caso de Jessica y Beatriz, aún no llega a esa etapa, mientras que Roberta y Elena ya tienen hijos independientes. En cada tipología se identifican determinantes de la decisión a migrar, y en este primer encuentro que alcanzar metas personales, sentimientos negativos suscitados por encontrarse en la edad adulta, y la búsqueda de independencia con hechos sustanciales que refuerzan la idea de viajar a otro país. 88 Las edades de las/los hijas/os muestran mucho del contexto en que se da la partida de estas mujeres, pues su vínculo de responsabilidad hacia ellos es menor, es decir, en un sentido simbólico, al estar fuera del ciclo reproductivo la identidad no se encuentra subordinada a la maternidad (Ferro 1991:70). De esta manera puedo decir que el ciclo reproductivo en el que se encuentran las mujeres les otorga mayor libertad de movilidad o menores sujeciones, sobre todo para las mujeres mayores, y más facilidad de proyectar la migración desde el ámbito personal en el caso de quienes son consideradas hijas de familia, convirtiéndose la autonomía, como en otros contextos se ha visto, en un rasgo característico de las mujeres que emigran solteras y en la juventud (Pérez, Paiewonsky, & García, 2008; Portes, 2009), y donde la etapa premarital y la viudez y menopausia incidieron en la toma de decisión de salir de su país (Sánchez y Serra 2013:15). En estas experiencias la movilidad se percibe como una decisión individual y como un objetivo personal: Decidí nomás, hace tiempo quería venirme, no aquí, quería irme lejos pero no sabía a dónde. Quería irme a Brasil porque tengo mis primos, en Argentina tengo mis sobrinos están allá. O sea que mi maleta tenía hace tres meses antes de que yo viniera, y nadie me creía que me iba a ir, decía, "algún día me voy a ir, no sé dónde pero me voy a ir" (Roberta, 56 años, La Paz). No se puede negar que insertarse en el mercado laboral es un objetivo al asentarse en un lugar distinto, sin embargo es a partir de la etapa de vida en la que se encuentra Roberta que enfrenta dos momentos por los que desea partir: los cambios físicos que le impiden seguir comercializando hoja de coca, actividad que llevaba a cabo en La Paz, y la decepción que tiene de sus hijos, quienes ya son padres de familia e independientes económicamente. En el relato de Roberta se distingue también la implicación subjetiva para una mujer que socialmente ha perdido el valor reproductivo, pues distingue un sentimiento de "inutilidad" hacia su propia persona. Este sentimiento coincide con lo que Ferro (1991) explica sobre las mujeres en la vejez, etapa en la que "la mujer puede sentirse disminuida 89 en su autoestima y devaluada si pierde el único bien que le armaba su narcisismo, o bien puede sentirse aliviada porque ya no le exige el cumplimiento de aquellas funciones que le estaban asignadas" (p.95). Asimismo, el sentimiento de "decepción" está ligado al no cumplimiento de los planes que se tenían para las/los hijas/os: Decepción de mis hijos, porque me han hecho renegar. Mi hija estudiaba, le faltaba por eso reniego que si ella estaba estudiando, haber dejado el estudio, yo quería que salga bien (Roberta, 56 años, La Paz). Distingo un fuerte vínculo entre las emociones y el sentido maternal, siendo que los símbolos del género y los sentimientos expresados corresponden a una feminidad construida a través de las representaciones de la maternidad y los ideales que se tenían en cuanto a esta etapa, por lo que a partir del fracaso del proyecto que se tenía para los hijos surge la necesidad de moverse de espacio y buscar la independencia económica y emocional. Otro rasgo en común dentro de esta clasificación es que en el contexto familiar previo a migrar no se viven alteraciones en los roles45 dentro del hogar, pues la separación de la pareja y la viudez se habían dado más de diez años atrás en las mujeres adultas, momento en el que ellas adquirieron la responsabilidad económica del hogar, mientras que las mujeres jóvenes pertenecen a familias nucleares con relaciones directas, para quienes la decisión de partir no está relacionada con los cambios de roles en vida familiar o de pareja: Me separé cuando mi hijo tenía mesecitos... por eso mis dos hijos últimos, la penúltima, casualidad le llegó a conocer, pero el menor no le llegó a conocer, yo dije, "si es que no me vas a dar asistencia familiar mejor no te aparezcas, ni te conozco ni me conoces", le dije (Roberta, 56 años, La Paz). 45 Entiendo como roles de género los que se distribuyen de acuerdo a las capacidades "naturales" que cada miembro localiza como propias de su género y que "manifiesta en la sociedad" para ubicarse frente a los otros (Alcántara, 2013). 90 Sí, me casé, pero tengo soltera, o casada también. Me casé, pero (el esposo) ha fallecido... diez años, ya once años va a ser (Elena, 56 años, La Paz). Yo allá estaba con mis padres, estudié en el colegio y luego me alejé de mi familia. Allá Oruro se llama un pueblito, y ahí vine a estudiar, y así poco a poco me alejé de mi familia, y ahora ya estoy aquí más lejos (Beatriz, 24 años, Oruro, extracto de grupo focal). Se ha localizado la participación de mujeres viudas en distintos flujos migratorios, en los cuales haber adquirido la principal responsabilidad económica (Portes 2009: 250) y la vulnerabilidad a la que se enfrentan como madres sin pareja en su lugar de origen (Arias 2013: 116; Oehmichen 1999: 115; OIM 2015: 95), fueron los principales motivos por los que emigraron, al igual, en este mismo trabajo, me referiré a condiciones similares más adelante. No obstante, a diferencia de aquellas condicionantes, como podemos ver en los relatos antes presentados, las mujeres viudas que corresponden a esta tipología no perdieron a su pareja en un momento anterior a decidir su migración. Por lo que me atrevo a decir que la libertad de movilidad se relaciona también con el ciclo de vida familiar, pues sus hijas/os ya son independientes, además de que las relaciones de poder son menos tensas, pues sólo cuentan las relaciones familiares ya que no tienen una vida en pareja. Finalmente, un tercer rasgo compartido considerado en esta tipología, es que la proyección del viaje tiene que ver más con lograr una meta de alcance personal, lo que no significa precisamente que la salida no esté proyectada desde la familia. Me refiero en sí a que los beneficios que se persiguen a largo plazo son más personales que familiares, lo que considero está relacionado con mantener independencia: Yo terminé hasta cinco años, y tenía que entregar tesis este año, y lo que quería hacer era internarme, eso quería hacer, pero me salió el alquiler cada mes 300, y de dónde voy a sacar si hubiera entrado a un instituto era de 8 y la salida 6 de la 91 tarde, y no tenía tiempo, y no tenía dinero, eso por eso he venido y con eso al año regresar (Beatriz, 24 años, Oruro, extracto de grupo focal). Juntar plata para hacer un negocio... mi sueño es tener un negocio, hacer mi negocio (Jessica, 23 años, Potosí). Eh, he venido a hacer negocio, pero me he encontrado con unos señores que, muy buenos y me han convencido, me han dicho que así y me he quedado y como me ha ido bien (Elena, 56 años, La Paz). En el primer caso, la entrevistada llegó a Iquique con el objetivo de ahorrar recursos para obtener su titulo profesional, por lo que la migración es parte de un proyecto personal más amplio, mientras que si bien Jessica cumplía con su aportación económica en el hogar, también mantiene una cuenta bancaria personal con el objetivo de iniciar un negocio propio, pues sus padres ya cuentan con el suyo. Mientras tanto, cabe recalcar que Elena no contaba con un proyecto migratorio, ya que no era su intención quedarse a trabajar en Iquique, fue más bien su proyecto comercial lo que la llevó a establecerse en esta ciudad. Como veremos más adelante, los ingresos con los que ya cuenta le son suficientes para solventar los estudios universitarios de su hijo menor, por lo que a partir del negocio busca satisfacer sus necesidades personales a largo plazo. Aquí es importante considerar cómo de acuerdo a sus modelos económicos cada país otorga oportunidades distintas, a la vez que la cercanía fronteriza y las leyes de migración coadyuvan a que el desplazamiento sea la alternativa para alcanzar proyectos de vida, como graduarse o ahorrar para una pensión. Algo que no se puede dejar de lado es que las diferentes edades como niveles educativos y económicos hacen que los objetivos y los recursos que se tienen para migrar sean distintos. En el caso de Elena, por ejemplo, los fondos que tiene ya destinado a su negocio implican que la salida no se planee con fines laborales, sin embargo, para otras mujeres el ahorro será la herramienta para lograr sus objetivos. No obstante, en este tipo se tiene mayores ventajas económicas, pues al 92 no contar con el suministro del hogar, sino de la supervivencia individual, hace que los gastos de salida sean también menores. En este contexto, no me refiero a un empoderamiento de las mujeres en sí, pues la estructura de poder que rige las relaciones familiares sigue poniendo en desventaja a las mujeres, me referimos a mayor libertad de movimiento debido tanto a que socialmente la responsabilidad maternal es menor debido a que las/los hijas/os ya son independientes caso de las mujeres adultas, y a la inexistencia de ésos en el caso de las mujeres jóvenes, así como a que los afectos se tejen de una manera distinta, pues estas mujeres no tienen sentido de culpabilidad o miedo por su separación del hogar. Además, el no mantener relación de pareja otorga esta libertad ya que no hay mayor sujeción para las mujeres. b) "Sí me voy es por mis hijos". Motivaciones económicas y familiares para la migración. En esta segunda clasificación las determinantes son asumir la principal responsabilidad económica del hogar a partir de la ausencia de pareja y que las/los hija/os se encuentran en edades dependientes. Se refiere a mujeres que asumieron la primera responsabilidad económica del hogar46 al ausentarse la pareja, ya sea por fallecimiento de ésta o separación anterior a la migración, por lo que obtener mayores ingresos se convierte en una necesidad para lograr la estabilidad económica familiar ya que hubo un cambio de roles: 46 Contreras, en su estudio posiciona este sentido de responsabilidad o "responsabilidad asumida" como un motivo económico de salida del lugar de origen, el cual también puede ser parcial. En este punto, es interesante ver que los diversas situaciones que originan esta responsabilidad tienen que ver con los roles que las mujeres solteras juegan dentro de sus familias nucleares (Contreras 2007:27). En este caso, si bien los problemas de fondo son económicos, éstos se encuentran relacionados con otras circunstancias que a lo largo de su vida han enfrentado las mujeres más allá de lo económico. 93 Porque mi situación económica ya estaba mala, porque yo tenía que digamos solventar los gastos de mis hijos yo sola, y el sueldo de una mujer siempre es bajo, no me alcanzaba, esos fueron los motivos que me hicieron venir (Rosa, 42 años, Cochabamba). Por la recomendación y más que todo por mi hija. Yo tenía esa meta de que fuera profesional y no quería que estuviera como yo, recibiendo humillaciones en un país que no conoce (Lucía, 45 años, La Paz). El primer relato corresponde a Rosa, quién se reincorporó al mercado laboral a partir del fallecimiento de su esposo, pues ella sólo trabajó unos meses mientras estuvieron casados, es decir, se mantuvieron los roles tradicionales dentro del hogar mientras vivieron en pareja. Por otro lado, Lucía complementaba la economía de su hogar a través del comercio, sin embargo tanto el cambio de las políticas económicas bolivianas como la separación de su pareja fueron dos situaciones que alteraron los roles dentro del hogar y las condiciones laborales. En ambas situaciones la migración es la consecuencia del poder desigual tanto en la familia como en el mercado laboral de la sociedad de origen, imperando la idea de que el espacio privado es el que corresponde a la mujer, y la mujer un objeto de dominación para el hombre (Bourdieu 2000:24). Resulta relevante indicar que las historias seleccionadas dentro de esta tipología corresponden a familias con bajos recursos económicos, por lo que de pronto la migración se convierte en la única alternativa para subsistir. Es el reflejo de la desigualdad económica en Bolivia y que las políticas económicas no están proyectadas con perspectiva de género, pues a pesar de que las mujeres cuentan con niveles educativos altos, trabajar en otro país es una opción más viable para ellas de solucionar las necesidades del hogar. Esto es parte de la subvaloración de la mano de obra femenina por el mercado laboral institucionalizado, ya que los menores ingresos y la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres 94 evidencian que en el sistema económico se valora a las/los ciudadanas/os a partir de construcciones sociales desde la diferencia sexual.47 Un segundo aspecto de esta clasificación es que a causa de las edades de las/os hijas/os la movilidad no es un evento que se decida personalmente, por lo que se deben tender estrategias familiares para poder realizarla: O sea muy difícil para mí para salir a trabajar así, estuve ahí hasta cuando tuvo un año siete meses mi hija, la cuide a ella trabajando, buscando la manera como salir adelante. Y luego, ya cuando tenía esa edad yo tomé la decisión de venirme acá (Rosa, 42 años, Cochabamba). Yo un año que lo había pensado, que como voy a abandonar a mis guaguas no, mejor no... Lo pienso mejor y ya, pero al momento cuando he tomado la decisión de emprender ese viaje, ha sido lo peor que puede pasar para una mamá, desligarse, desprenderse del seno materno hacía los hijos, ha sido lo peor (Lucía, 45 años, la Paz). En ambos casos se acordó que las hijas mayores asistirían a sus hermanas/os en ausencia de la madre, pues son todos menores de edad. Existe disparidad en los acuerdos que se han generado con otros integrantes de la familia y de la familia extensa para poder emprender el viaje ya que las responsabilidades del cuidado personal 48 y las labores domésticas se transfirieron a las mujeres e hija/os 47 Según el BID (2012), en el año 2007 los ingresos laborales de los hombres eran cerca del 20% mayores que los de las mujeres, esto sin contar por atributos. Este es uno de los únicos países (junto con República Dominicana y Paraguay), donde esta situación se ha revertido con el tiempo, pues para 1992 la brecha salarial correspondía alrededor de un 15%. No así en Chile, donde la brecha disminuyó de más del 25% en 1992 a cerca del 10% en 2007 (p. 3). 48 Herrera (2012) identifica el cuidado dentro de un concepto más amplio propuesto por Bakker y Gil (2003), el de reproducción social avanzada, la cual entiende como "la transformación de los procesos sociales y los mecanismo, instituciones y prácticas necesarias para el sustento de las comunidades", lo que implica el cuidado (p.142). Por su parte, acosta identifica el concepto de cuidado como polisémico y multidimencional, ya que tiene diversas definiciones en cada contexto social, sin embargo "el cuidado implica siempre una interacción entre sujetos y, aunque también incluye aspectos del cuidado material (lavas, trasladar, alimentar, vestir, etc.), se caracteriza por incorporar tareas de formación y socialización (especialmente en el caso del cuidado infantil)" (Acosta 2012: 197-199). De esta manera, se distingue que al retomar la vertiente social y 95 mayores, y las labores de cuidado que no implique tareas domésticas a los hombres. En el caso de Lucía, por ejemplo, ella relata que consultó al padre de sus hijas/os antes de partir: "Sí, le dije (al padre de sus hijos) me voy a ir, hazte cargo de tus hijos, y él me dijo: "yo los voy a cuidar, anda nomás". No obstante, menciona que las labores del hogar y la administración de recursos están a cargo de su hija mayor. En este relato también sobresale la culpabilidad hacia la mujer por no cumplir con su rol maternal, principalmente por parte del padre de sus hijas/os: "sólo me llama para eso, para decirme "que tú estas haciendo tu vida, tus vacaciones, estas viviendo allá", me dice, "y yo aquí con las guaguas", me dice" (Lucía, 45 años, La Paz). Como se observa, a pesar de que se tomaron acuerdos, la separación de la madre implica una reconfiguración de las labores del hogar, algo que no sucedió cuando se distanció el padre. La historia de Anastasia es un tanto distinto, ya que la separación de pareja concluyó también con la separación padre-hijo, por lo tanto para impartir el viaje hacia Chile, ella tuvo que convenir con otros familiares el cuidado de su hijo: Tengo un hijo que vive con mi papá, también estoy separada, digamos que vine aquí para ahorrar un poco más (...) mi mamá falleció, y mi hijo se queda con mi papá. Mi papá me lo cuida y mis hermanos también que están ahí con él, pero más se queda con mi papá (Anastasia, 48 años, La Paz). Aquí resalto que los varones adquieren la responsabilidad del cuidado de las/los niñas/os debido a que su abuela ha fallecido, es decir, el bienestar del niño es una tarea que por naturaleza realizan las mujeres, sin embargo en su ausencia los hombres son quienes toman esa responsabilidad, hay aquí una cesión de roles que también vemos depende de la etapa del ciclo de vida de los miembros de la familia. Así, a las mujeres se les delegan socialmente los roles del cuidado (Leiva y comunitaria, el cuidado no sólo se refiere al cuidado personal que se realiza principalmente dentro del hogar, sino también al cuidado como parte importante del desarrollo social de los individuos. 96 Ross 2016:58) como parte de su naturalización maternal, que en situación de migración contribuye a la formación de cadenas globales de cuidado (Arriagada & Moreno, 2012; Hochschild, 2001; Leiva, 2015), donde las relaciones domésticas siguen reproduciendo tal división del trabajo. En síntesis, en esta tipología observamos el peso que tienen las relaciones simbólicas y emocionales al momento de proyectar la migración, pues en esta clasificación las mujeres se sienten forzadas a abandonar su hogar, lo que genera sentimientos negativos en ellas. El ideal de que la parte reproductiva dentro de la familia corresponde a la madre, provoca culpa, miedo y resignación. c) "También aquí he venido a olvidar". Distanciamiento v.s. subordinación. Este tipo se determina por el poder desigual en la relación de pareja, la violencia de género y la necesidad de cambio en las mujeres, es decir, la migración se puede interpretar como una oportunidad para modificar las condiciones de subordinación (Arias 2013: 116). Una tercera clasificación es aquella en que las mujeres mantienen relaciones de pareja tanto directa como indirectamente, pues si bien en algunos casos la separación de la pareja se dio tiempo atrás, el vínculo de poder no se ha roto. En este sentido, se observa una especie de apropiación de las mujeres a través de la relación con los/las hijos/as por parte de los hombres. Un primer rasgo compartido aquí es que la principal responsabilidad económica familiar se había adquirido por estas mujeres tiempo atrás, por lo que se detecta la irresponsabilidad paternal49 o inequidad en la manutención económica de los 49 Entendemos la irresponsabilidad de los progenitores como "no proporcionar a los hijos menores condiciones fundamentales de vida y desarrollo, desentendiéndose de sus obligaciones y deberes para garantizar el goce efectivo de algunos derechos..." (Moreno, Moreno, y Colomo 2007:47), definición que se deprende con el objetivo de conocer los motivos que orillan a los menores a comenzar una vida en la calle. 97 hijos en esta etapa familiar, así como los problemas de salud que han modificado los roles de género dentro del hogar: Sí, y toda la vida me ha dicho que él (el padre de sus hijos) no puede trabajar porque está enfermo, porque le duele todo (Silvia, 55 años, Sucre). Es que él (esposo) se ha accidentado, trabajaba en mecánico, le chocaron con el auto, ya son cuatro años que no trabaja él porque estaba con muletas, fuerte que se había lastimado (Esmeralda, 45 años, La Paz). En este sentido, la representación más grande de la desigualdad del poder dentro de las relaciones pareja es a partir de los distintos tipos de violencia a la que se enfrentan las mujeres,50 la cual no se ejecuta precisamente de manera directa, y se representa de distintas maneras: Es que ya era el colmo que todas las veces llegaba a querer pegarme o a mis hijas, sí a mi hija mayor le quiso tirar una tabla, a lograrla al cuerpo, pero ella, no por mal criada eso sí, fue por defenderme a mi, me defendió, y le dijo "¡fuera de aquí entonces!, váyase con su chola si está mejor allá, no venga a joder aquí a mi madre" (Aidé, 39 años, Santa Cruz, extracto de grupo focal). Porque a mi me pasó eso igual en mi casa, que nosotros estábamos durmiendo, con mis hijos, yo con mi hija y mi hijo a parte, ¿no?, y él ha venido borracho y me tiró un vidrio así, en nuestras cabezas... y yo me he enojado y mi hija había llamado al *110 y ha venido el 110 y nos ha llevado a los dos, y a él le han tomado datos y le han puesto como antecedente feminicidio (Micaela, 46 años, La Paz, extracto de grupo focal). Si los sucesos de violencia física fueron motivos para que éstas mujeres decidieran poner fin a sus relaciones, a pesar de la separación el ejercicio de 50 La ley boliviana No. 348 define la Violencia en la familia como "...toda agresión física, psicológica o sexual cometida hacia la mujer por el cónyuge o ex-cónyuge, conviviente o ex- conviviente, o su familia, ascendiente, descendiente, hermanas, hermanos, parientes civiles o afines en línea directa y colateral, tutores o encargados de la custodia o cuidado" (CDH-UNFPA 2014:68) 98 poder por parte de los varones permanece, ya sea porque aún existe la relación mediante las/los hijas/os o bien porque se vive una presión social en el cumplimiento de los roles como madres y esposas: Mis hijos dicen que sí (se hace), lo que él dice. O sea, seguimos viviendo en la casa, pero ya estoy separada, pero él no, es que, no sé, la sociedad es muy machista, el mismo sistema (Roxana, 45 años, La Paz). Aquí, la dominación masculina se expresa por medio de la violencia psicológica, el control sobre las mujeres aún cuando un vínculo institucional como es el matrimonio se ha quebrantado. De esta manera, el dominio no es directo, y se tiene mayoritariamente a partir de factores simbólicos y subjetivos. Finalmente, otro rasgo es que se busca el distanciamiento espacial a manera de alejarse de la pareja y las problemáticas que con ésta se enfrenta: El motivo de que me vine fue porque me divorcié y me vine con mis tres hijas, vivo con mis tres hijas, las 3 estudian acá y más que todo para despejarme de todo ese ambiente que he vivido allá, por no recordar muchas cosas, me vine acá (Aidé, 39 años, Santa Cruz, extracto de entrevista). Yo de una parte también aquí he venido a olvidar a trabajar, más que nada trabajar para mis hijitos... Eso nomás, esito me ha hecho llorar mi esposo que no me ha contado la verdad. Un año estaba enojada con él, pero ya se me pasó -dije- por los niños ya, lo estoy olvidando por los niños (Esmeralda, 45 años, La Paz). De repente he tenido problemas, yo como te digo, no he vivido con mi marido mucho tiempo, y me he separado. Allá en Santa Cruz yo he tenido un tipo que me he enamorado yo de él, y han salido las cosas mal, pero como a manera de escaparme (Silvia, 55 años, Sucre). Situaciones de infidelidad, problemas legales y el control por parte de los varones han tensionado la relación de pareja por lo que salir en búsqueda de un nuevo 99 destino se convierte en una solución para estas mujeres. Un rasgo que destaco en esta parte, es la violencia simbólica que se expresa en estos relatos, pues la dificultad de abandonar a la pareja distingue la apropiación del mandato matrimonial, así como el expresar que el vínculo se mantiene esencialmente por la obligación con los hijos. En su estudio sobre implicaciones del género en la migración de mujeres y hombres peruanos en Argentina, Rosas (2010) encontró que la migración fungió como escapatoria de situaciones violentas en algunas de sus entrevistadas sin embargo, aquellas mujeres no fueron explícitas con sus motivos para emigrar con el fin de que sus maridos apoyaran con el cuidado de sus hijos durante su ausencia (p.86). Si bien en los relatos que presento en esta tipología no se encuentra esto, sí coinciden en que el alejarse del hogar es una forma de no enfrentar abiertamente a la pareja o padre de los hijos. Menciono violencia simbólica porque a partir del ideal del matrimonio y de la responsabilidad que las mujeres adquirieron como esposas, el peso social les otorga incapacidad de romper sus relaciones, sin embargo, es interesante que la migración se mira como una alternativa a esta ruptura. Es decir, la decisión de moverse a un nuevo espacio suple el enfrentamiento con los padres de los hijos, así como con la familia y sociedad. La migración es una alternativa de ellas a ser catalogadas como malas madres y esposas, convirtiéndose así en una estrategia de las mismas mujeres. En cuanto a la división sexual del trabajo dentro del hogar, si bien ha surgido un cambio en el abastecimiento de recursos económicos hacia los hijas/os , la responsabilidad de las mujeres sobre las actividades domésticas y de cuidado no se ha alterado: Para venirme yo he dejado la casa limpia, brillando, entonces les aguantará dos meses yo creo... lo pesado ya está hecho, ellos sólo tienen que llegar, cocinarse y ya (Roxana, 45 años, La Paz). 100 Programar la migración no sólo tiene que ver con lo que sucederá en el nuevo lugar de destino, sino también con lo que acontecerá en la vida de las/los que se quedan. Estas mujeres a su partida no sólo consideraron los cambios que surgirían en su vida personal una vez que se insertaran al mercado laboral del país vecino, sino también las modificaciones que traerían en la vida familiar. El sentimiento de obligación sobre las labores domésticas del hogar genera que busquen mantener la estabilidad mientras ellas no están. En términos generales, se observa que la información que se obtiene en el lugar de destino sobre las oportunidades en el mercado laboral chileno y la diferencia salarial se convierten en elementos clave a la hora de proyectar la migración y, sobre todo, al elegir Iquique como su nueva ciudad para vivir. En esta etapa inicial se tienen presente también las relaciones comerciales de ambos países a partir de la zona franca y la documentación permitida para pasar hacia el otro lado de la frontera. 3.2. "Me vine a conocer Iquique, como se dice, como los mochileros, ¡A lo rendido!" La mayoría de las entrevistadas realizó su viaje por el paso fronterizo de Colchane51 que forma parte de la región trifronteriza del norte de Chile y se encuentra entre el departamento boliviano de Oruro y la ciudad de Iquique. Las coordenadas de localización de este paso son los 19° 16' latitud sur, y los 68° 37' longitud oeste, a una altura de 3.690 metros sobre el nivel del mar. Se trata de uno de los pasos con mayor flujo fronterizo, permitiendo así una gran interacción entre pobladores de distintas nacionalidades pero con una misma identidad 51 Este paso fronterizo se localiza en la comuna de Colchane, que pertenece a la provincia El Tamarugal y se encuentra a 262 kilómetros de la ciudad de Iquique. Su nombre es de origen aymara y significa "existencia de qullcha", que es un tipo de pastura de la región altiplánica. 101 étnica.52 Quienes no realizaron su viaje por Colchane lo hicieron por el paso fronterizo Chungará53, que divide la región Arica-Parinacota del lado chileno y el departamento de La Paz del lado boliviano, y se localiza a los 18° 17' latitud sur, y los 69° 04' longitud oeste, a 4.678 metros sobre el nivel del mar. En la figura número dos se presenta de manera gráfica la distancia entre la ciudad de Iquique y los pasos fronterizos antes mencionados. Aquí considero importante mencionar que esta cercanía, junto con los aparatos normativos, amplían el rango sociodemográfico de las personas que se movilizan a través de la frontera, lo que quizá también es una razón para que el flujo fronterizo analizado no sea masculinizado. No obstante, no se trata sólo de una frontera por la que transitan más mujeres que hombres, sino que hay mujeres de todos los rangos etarios movilizándose, panorama que cambia mucho si lo comparamos con otras fronteras en la región. Figura 2.- Vista de los principales pasos fronterizos de circulación Bolivia-Chile Fuente: Elaboración Propia en: http://mapmaker.nationalgeographic.org/ 52 Para el 2014, por ejemplo, se distinguió el paso fronterizo Desaguadero, que colinda con Perú, como el de mayor flujo migratorio (230, 911 personas salieron por aquí), seguido por los pasos Pisiga y Tambo Quemado, mismos que colindan con Chile y que juntos tuvieron un egreso de alrededor de 500,000 personas en el año (DIGEMIG 2014:7). 53 Cercana al lago Chungará, localizado en la comuna de Putre, provincia de Parinacota, cuyo nombre es de origen aymara. 102 Una vez tomada la decisión de iniciar el viaje hacia Chile, fueron los recursos materiales y económicos los que tuvieron prioridad, por lo que se estimaron los costos del viaje y los recursos necesarios para la familia mientras las mujeres se insertaban laboralmente. En todos los casos el cruce de frontera se llevó a cabo por autobús. Como he apuntado en el primer capítulo, el Acuerdo sobre residencia de los Estados partes del Mercosur, Bolivia y Chile, permite la entrada de los ciudadanos de los países miembros presentando únicamente su carnet de identidad, por lo que ninguna de las entrevistadas contaba con la visa Chilena cuando llegó por primera vez, habiendo ingresado así en calidad de turistas ya sea con carnet o pasaporte boliviano como documento de identidad y con una cantidad entre 500 y 1000 dólares como soporte económico mientras se establecían en el nuevo destino. Tuve que dejar como empresa mi casa, como en 3 mil dólares para poder, porque acá pedían, como turista tenía que tener en el bolsillo unos mil dólares, así que agarré esa plata. Gasté en todo lo que se necesitaba, en los útiles, compré bastantes víveres para mis hijos, ropa, zapatos, todo lo que necesitaban para el colegio, y con lo poco que me quedó, hice un baño más o menos para poder tener en mi casa, y lo demás me lo traje (Rosa, 42 años, Cochabamba). En este relato se observa el ahorro como una estrategia de sobrevivencia para la familia mientras se espera el pago del primer mes trabajado en Chile, al tiempo que me permite dar una idea de los costes del viaje, los cuales son menores en comparación a los costos del cruce por otras fronteras debido a que se trata de una zona de circulación transfronteriza (Mora 2009:287; Tapia y Chacón 2016:144). Otro factor que creo importante destacar, es que los proyectos migratorios que se tenían inicialmente son de corto plazo, es decir, se tenía contemplado un pronto regreso al hogar (Leiva y Ross 2016:57), pues sólo una de las entrevistadas 103 (Roxana) respondió que tenía la intención de quedarse en Chile cuando se le preguntó si había viajado proyectado su emigración con un tiempo determinado, mientras que el resto de las mujeres respondieron que no proyectaron su estancia en Chile por más de un año. Como he mencionado, los datos que se obtuvieron en las redes de información en el lugar de origen tienen que ver principalmente con las oportunidades laborales en Chile y la diferencia salarial, así como con los recursos económicos e institucionales que se necesitan para realizar el viaje. Debido a esto, se partió de Bolivia con la idea de que se conseguirían mejores condiciones económicas en un corto plazo y que se podrían solventar las necesidades económicas familiares en menor tiempo. No obstante, al llegar a Chile muy pocas contaron con el apoyo para insertarse al mercado laboral o con alguna/algún familiar o amiga/o que las acogiera mientras conseguían empleo, es decir, éstas llegaron con vínculos débiles a la sociedad de destino.54 Sólo dos de las mujeres entrevistadas realizaron el primer viaje hacia Chile acompañadas, y ninguna contó con apoyo de familiares o amigas/os para establecerse e insertarse laboralmente. No obstante, la alta movilidad fronteriza de personas y mercancías posibilita circulación de información y redes de apoyo para la comunidad boliviana en la ciudad de Iquique, mismas que facilitaron la inserción laboral de estas mujeres. Para profundizar más en cómo fue el acercamiento al mercado laboral Iquiqueño, he considerado dos espacios clave que se presentan como las principales redes de apoyo con que cuentan los inmigrantes bolivianos en Iquique, el primero es el Barrio Boliviano y el segundo es la Pastoral Migratoria INCAMI. 54 Entre los hallazgos de Benencia (2008) como parte del estudio de la organización boliviana en el cordón hortícola bonaerense, se destaca que los inmigrantes bolivianos se distinguían o clasificaban entre quienes mantienen vínculos fuertes y vínculos débiles, pues los segundos tienen información escasa o inexistente con respecto a la ciudad de destino. Esto, sin duda cambia el rumbo de la trayectoria laboral y el ascenso laboral es más posible cuando se tienen redes, pues hay quienes con el tiempo llegan a tener su propio negocio y se convierten en empleadores de sus paisanos (p.22). 104 3.2.1. "Bienvenidos a la Esmeralda Mil". Un espacio de apoyo e información en el nuevo destino El viaje entre la ciudad de Oruro, en Bolivia, y la ciudad de Iquique, en Chile es un recorrido de alrededor de ocho horas en autobús, y tiene como principales puntos de llegada El Mercado Principal de Iquique y la calle Esmeralda o “Barrio Boliviano”, como lo nombran los iquiqueños. En este transcurso, aunque los/las pasajeros/as desconozcan la existencia de dicho barrio, los transportistas sugieren colocarlo en su tarjeta de turismo como lugar de destino y nombrarlo ante las autoridades migratorias, sobre todo si no existe algún contacto directo al otro lado de la frontera. Así, el autobús arriba al barrio boliviano, punto que "está ubicado en la zona histórica de la ciudad de Iquique (en el antiguo barrio Matadero), en Esmeralda 1000 entre las calles Amunategui y Juan Martínez" (Tapia y Chacón 2016:139). Al llegar a este lugar, se observa una apropiación espacial por parte de los/las visitantes bolivianos/as pues, en su mayoría, los/las peatones visten atuendos tradicionales de Bolivia, las personas que atienden los negocios son de origen boliviano, al igual que los productos que se venden, y los colores de la bandera boliviana prevalecen en las fachadas de casas y negocios. 55 El Barrio es un espacio estratégico tanto para el comercio como para los/as visitantes bolivianos/as, pues tanto el cambio de moneda, como las agencias de autobuses, las cabinas de llamadas telefónicas y la venta de comida boliviana se encuentran en este lugar. No se trata en un espacio de asentamiento común para la población boliviana,56 sino de un espacio estratégico para la inserción social y laboral al 55 Garcés, Moraga y Maureira (2016) caracterizan un "proceso sistémico de abandono del barrio por parte de la población chilena y su sustitución por población boliviana... acompañado de una precarización del espacio residencial" (p.211), lo que explica en parte los bajos costos de los servicios en comparación con los servicios chilenos. No obstante, creo importante remarcar que dichos servicios también llegan a ser aprovechados por la comunidad iquiqueña y por habitantes del interior de Tarapacá que acuden a la ciudad eventualmente. 56 Aquí sucede algo similar al espacio del área metropolitana donde Stefoni y Nuñez (2004) observan diferencias entre el asentamiento de las comunidades de inmigrantes de origen peruano y el asentamiento que realizan los inmigrantes Argentinos y Bolivianos en la ciudad de Santiago de 105 nuevo destino. Prueba de ello son los diversos anuncios solicitando empleadas/os haciendo alusión a la nacionalidad boliviana, y la información que se obtiene sobre la pastoral migratoria como agencia de empleo. Por sus características propias , Tapia y Chacón (2016) distinguen al barrio boliviano como un "territorio circulatorio", considerándolo como una "plataforma de inserción laboral para muchos migrantes móviles... y para comerciantes transfronterizos que satisfacen las necesidades propias del viaje de negocios" (p.144). En su obra Género y poder, Connell (1987) introduce la calle como una institución más, como un "medio para demostrar las mismas estructuras de las relaciones de género como la familia y el Estado" (p.133). Así, a partir de las dinámicas en la calle se puede también describir el régimen de género, y las distintas estructuras que lo conforman, por lo que contemplo el Barrio Boliviano como un espacio generizado, donde se reproducen aspectos culturales de las relaciones de género. Tal es el hecho de que las mujeres son quienes realizan el comercio informal y ambulante, principalmente el relacionado a la venta de alimentos y ropa, es decir las actividades laborales relacionadas con la reproducción de la vida, mientras que en las agencias de transportes son principalmente los hombres quienes se emplean. En cuanto a las relaciones de poder, dentro de este espacio la comunidad chilena construye la otredad, a partir de un sentimiento de superioridad hacia los/las bolivianos/as, que se percibe principalmente a partir de la noción de que viajan a realizar los trabajos que ellos denigran, además de que se evita caminar por esta calle ya que se considera peligrosa e insegura. Dicha manera de pensar a las/los otras/os simboliza las relaciones sociales en el espacio a partir de las diferencias de género, pero además a partir de cuestiones étnicas y económicas, ya que no todas las mujeres extranjeras son quienes se solicitan para realizar trabajos Chile (p.105). Al parecer, en el norte chileno no cambian mucho las características de asentamiento de la comunidad boliviana a las que estas autoras describen en su estudio. 106 domésticos, sino que son las mujeres inmigrantes bolivianas las que se requieren para realizarlos. Esta relación es turbia, pues en el espacio social son los rasgos corporales los que definen a una persona, es decir, el cuerpo se convierte en una herramienta de clasificación y de construcción del otro. En este sentido, la relación directa que se hace del/la inmigrante como trabajador/a se percibe, como se ha mencionado, a partir de los anuncios que se encuentran a lo largo de la calle, en los cuales a las mujeres bolivianas se les requiere mayoritariamente para empleos de limpieza y cuidado, es decir, lo relacionado a la reproducción de la vida; mientras que a los hombres se les ofertan principalmente empleos en la construcción. De esta manera, es posible encontrar ejemplos de quien se integró al mercado laboral el mismo día de su llegada gracias a las posibilidades de empleo dentro del mismo barrio: He trabajado en varios lugares, o sea por ejemplo cuando he llegado trabajaba aquí en la Esmeralda, y me pagaban muy poco, me pagaban 800 dólares al mes (Rosa, 42 años, Cochabamba). Asimismo, se establecen redes de información a partir de las cuáles se acelera el ingreso al mercado laboral: Preguntando llegué al pastoral, sí, porque en la tarde se fue mi tío, se fue a comprar, haciendo la mercadería y yo me quedé sola. Entonces en la Esmeralda me pregunté a las personas y me mandó aquí a la pastoral. "En la pastoral vas a conseguir trabajo", entonces ya, le dije, me vine preguntando me vine (Esmeralda, 45 años, La Paz). Ambos relatos representan la normalización de facto que se da sobre la división sexual del trabajo, a partir de la cual tanto las mujeres inmigrantes como la población iquiqueña consideran que los trabajos domésticos y de cuidados se 107 designan a las mujeres bolivianas, además de que las condiciones laborales serán distintas a las que tienen los nacionales por el hecho de ser inmigrantes. a) El barrio Boliviano en imágenes Figura 3.- A cambiar los bolivianos", letrero de una casa de cambio ubicado en el Barrio Boliviano, 2015. 108 Figura 4.- "Traemos harta mercancía", vendedora boliviana en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. Figura 5.- "Lo boliviano es más barato", venta de productos bolivianos en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. 109 Figura 6.- "Lleve las poleras de Chile", mujer boliviana de compras en la feria que se coloca el día sábado en los alrededores del Barrio boliviano, 2015. Figura 7.- "Lo único que se necesita son ganas de trabajar", anuncio en una barda del Barrio boliviano que solicita trabajadora doméstica boliviana, 2015. 110 Figura 8.- "Mejor que sea boliviana", anuncio en una barda del Barrio boliviano que solicita trabajadora boliviana para hotel, 2015. Figura 9.- "Tomemos el bus para Oruro", mujeres cruzando una calle del Barrio boliviano a punto de abordar el bus hacia Oruro, 2015. 111 3.2.3. "En la Pastoral el lunes llegan los trabajadores". INCAMI como red de apoyo. Otra red de apoyo en la ciudad de Iquique es la Pastoral Migratoria INCAMI. Esta es una Organización Civil que brinda apoyo a migrantes y se localiza al oriente de la ciudad en la calle de Los Maitenes. Esta Organización funge como "la principal red de apoyo" con la que cuentan las inmigrantes de origen boliviano en la ciudad de Iquique (Tapia y Ramos 2013:3), pues si bien su objetivo es bridar apoyo a personas migrantes indistintamente de su procedencia, en su mayoría son las/los migrantes bolivianos quienes acuden a ella.57 El centro de atención de la pastoral se encuentra dividido en dos partes, una donde se atienden los asuntos relacionados al empleo, es decir, funciona como una bolsa de trabajo (Tapia y Ramos 2013:14). Mientras que el otro espacio funciona como albergue para mujeres inmigrantes, pues ofrece alimento y hospedaje a un precio accesible en apoyo mientras se da la inserción laboral. No, solita yo, solamente ella (la amiga de su hija) me espero en la terminal, me trajo a la pastoral y me dejó a mi suerte. La pastoral es donde se duerme, cobran mil nomás, después a la vueltita es la agencia de empleo (Roberta, 56 años, La Paz). Las dinámicas de este espacio son interesantes en tanto que es clave la circulación de las redes de información transfronteriza, y donde la convivencia diaria de las mujeres es importante para que dichas redes se mantengan. Aunado a esto, aquí se reproduce también una división espacial a partir del género, pues las mujeres se encuentran al interior del lugar realizando actividades consideradas para mujeres, como el tejido, mientras que los hombres se ubican en la parte externa, conversando o consultando los diarios. 57 Tapia y Ramos (2012) mencionan que del total de personas que atiende la organización el 70% de mujeres corresponde a mujeres de origen boliviano, mientras que un 20% corresponde a mujeres de origen peruano (p.3). 112 A partir del trabajo de campo realizado en este lugar, encontré que las ofertas de empleo para las mujeres son principalmente como asesoras del hogar, ya sea puertas adentro o puertas afuera, seguidas de empleos en agencias de limpieza, restaurantes y hostelería. Se puede considerar esta red como parte del capital social para los recién llegados a la ciudad, ya que es a partir de estas relaciones sociales que se accede a otros bienes y ayudan a superar las dificultades de entrada a la nueva sociedad (Arango 2003: 19). Así, "la Pastoral Migratoria se constituye en un dispositivo de acogida que cubre las primera necesidades de las recién llegadas, en especial de orientación, información y alojamiento" (Tapia y Ramos 2013:11), por lo que su existencia se considera información fundamental entre la población inmigrante: Esa misma, mi amiga, me dijo, "anda a la pastoral", y me ha dejado en una plaza. Preguntando, preguntando he llegado. "¿Dónde es la pastoral?", casi todos los chilenos creo conocen la pastoral (Roxana45 años, La Paz). Hemos buscado alojamiento y nos ha cobrado 6000, entonces yo quería quedarme una semana para averiguar qué puedo llevar, y cómo puedo llevar, qué cantidad, así. Entonces nos ha dicho una señora "en pastoral es barato, 1500, pero sí tienen que decir que vienen a buscar trabajo". Y yo le he dicho a la señora que si íbamos a trabajar (Elena, 56 años, La Paz). El flujo de información acerca de las ofertas de empleo para los migrantes es constante, y acceder a ellos lleva un tiempo relativamente corto, sobre todo porque también los habitantes iquiqueños conocen la dinámica y ubicación del lugar y en ocasiones acuden personalmente a solicitar empleados, trámite que a su vez lleva corto tiempo. Si bien a partir de los relatos seleccionados se han identificado los beneficios de esta estancia como una red de apoyo para las mujeres bolivianas en Iquique, adoptando un enfoque de género se distinguen también limitaciones (Amode y Rojas 2015:14), sobre todo si tomamos en cuenta que mediante el trabajo de estas instituciones no se desafía la segmentación del mercado laboral. 113 Así, me atrevo a mencionar que también existen aspectos negativos de esta red como capital social (Portes 1999:251)58, ya que lejos de tener asenso y mejores condiciones laborales, se dan situaciones en las que independientemente de su experiencia laboral y los conocimientos adquiridos previamente, las mujeres acceden a empleos domésticos e informales. En este sentido, la red apoya pero también impide, pues "la movilidad ascendente a la que puedan acceder los inmigrantes está restringida a la estructura interna de la red" (Thayer 2015:85- 87). Otra de las funciones de la Pastoral Migratoria es informar a los migrantes sobre los recursos legales y gubernamentales a los que pueden acceder para evitar situaciones de precariedad tanto en la ciudad de acogida como en el lugar de trabajo. No, llegué a la pastoral, a INCAMI que le dicen... la señora Juana ¡uh, que "como se van a venir acá, aquí hay mucho peligro, que les violan!", bla, bla. Nos empezó a decir cosas negativas, cosa que nosotros volviéramos a nuestro país, pero como yo dije "no, vine por una meta y esa meta la voy a cumplir" (Lucía, 45 años, La Paz). En comparación con las mujeres que acudieron a la pastoral desde su llegada, para quienes no lo hicieron la integración al mercado les llevó mayor tiempo, además de que los acuerdos con los/las empleadores/as se hicieron de manera más informal: Buscando pues, un día no tuve ni plata yo. Era el último día que no tenía, yo fui a la misa aquí a la torre de San Francisco, ahí, yo dije, "¿a quién le digo, tendrán?", y justo la señora yo le dije que si no tuviera quién quiera alguien para hacer, y me llevó la señora a su casa y me pagó 15,000 pesos ese día (Silvia, 55 años, Sucre). 58 Entre los cuatro efectos negativos que presenta Portes (1999) sobre el capital social, el segundo se refiere al cierre que un grupo o comunidad (una red étnica en el caso de los migrantes), "puede impedir el éxito empresariales de sus miembros" (p.252). En este caso, podemos relacionarlo con que la limitación de la red restringe a su vez los proyectos laborales de las mujeres establecidas en el nuevo lugar de destino. 114 Se establecen entonces dos espacios que facilitan el ingreso al mercado laboral y forman parte de las estrategias que se llevan a cabo dentro del proceso migratorio, sin embargo, también presentan limitaciones para el inmigrante en términos de movilidad, a la vez que son espacios de reproducción de la división sexual del trabajo y la segmentación laboral. No intento responsabilizar a las instituciones que brindan apoyo a las personas inmigrantes, sobre todo tomando en cuenta que actúan desde sus limitaciones, sin embargo, en términos la división binaria del trabajo considero que son espacios que aportan a que ésta se mantenga. Si bien la idea de estas organizaciones es apoyar a los inmigrantes a establecerse en el nuevo lugar de destino y que sean independientes económicamente en un corto plazo, la falta de oportunidades y la jerarquización y estratificación laborales hacen que este apoyo se ofrezca únicamente en ciertos empleos, siendo así que el trabajo de la pastoral se ve limitado. 3.3. Sí hay trabajo para las nanas bolivianas Como se mostró en el primer capítulo, el trabajo doméstico y de cuidados, como sector de destino para las mujeres migrantes, se encuentra ligado a la división internacional del trabajo, considerando así la formulación de una "estructura informal de reclutamiento de trabajadores" (Mora 2009:), la cual en Chile funciona principalmente para los inmigrantes de origen latinoamericano (Núñez & Stefoni, 2004) . En este sentido, las relaciones de poder dentro del mercado laboral chileno marcan no sólo las desigualdades de género, que por sí sólo posiciona ya débilmente a las mujeres (Mora 2013:28),59 sino que la raza, la etnia, la clase 59 Para Valdivia (2010) la sexualización del mercado laboral que existe hasta hoy en Chile, se debe en gran parte a la política conservadora que Augusto Pinochet mantuvo con respecto a la participación de las mujeres dentro de la dictadura, por lo que a ellas se les asignaron labores "propias a su sexo", recalcando siempre su papel como madres y esposas, así como la importancia que para la vida de los hombres tenía el papel de las mujeres (p.91). 115 social y la nacionalidad tienen una fuerte presencia en la conformación de dicho mercado, 60 pues “cuando los cuidados no están ni social ni económicamente valorados, realizarlos recae en quienes tienen menor capacidad de elección o decisión” (Pérez 2009:116) , que en este caso son las mujeres inmigrantes y las mujeres de origen rural. Así, el sector doméstico se encuentra destinado en gran parte para las mujeres bolivianas en la ciudad de Iquique, pues como podemos observar en el siguiente recuadro, las capacidades laborales o profesionales de las mujeres recién llegadas no son valoradas por de los empleadores cuando las contratan. Como se puede ver a en el cuadro número tres que se presenta a continuación, a partir del trabajo realizado con las entrevistadas puedo constatar que algunas de ellas cuentan con altos niveles educativos, y con trayectorias extensas amplias fuera del sector doméstico, sin embargo al insertarse laboralmente en otro país la trayectoria laboral previa se desestima. 60 Stefoni y Fernández (2012) realizan una importante explicación de los antecedentes históricos de la desvalorización del trabajo doméstico no sólo en Chile, sino en América Latina en general. Pues la clase y la raza eran atributos por los cuáles a las mujeres les correspondía realizar el trabajo doméstico de las familias de las clases altas, ya que principalmente a las mujeres indígenas se les utilizó como servidumbre. A partir de este antecedente se define una "lógica premoderna" de representación social de la trabajadora, la cual se combina actualmente con la "lógica moderna" del mercado. En la realidad chilena actual, a los elementos raza y clase se añade la nacionalidad, pues considera que son las mujeres extranjeras, sobre todo las peruanas, las que se incorporan al servicio doméstico (pp.58-60). 116 Tabla 2.- Primer empleo y antecedentes de empleo en el sector doméstico Nivel de estudios Trabajo doméstico remunerado previo Primer empleo en Iquique Esmeralda Secundaria completa En Bolivia Trabajo doméstico, puertas adentro. Roberta Primer año de primaria trunco No Trabajo doméstico puertas adentro Lucía Licenciatura trunca/Pedagogía No Trabajo doméstico y de cuidado, puertas adentro Rosa Carrera técnica trunca En Argentina Trabajo doméstico, puertas adentro Jessica Secundaria completa No Trabajo doméstico y de cuidado, puertas adentro Elena Carrera técnica/ enfermería No Trabajo doméstico, puertas adentro Silvia Tercer año de primaria completo No Trabajo doméstico y de cuidado, puertas afuera Roxana Licenciatura/pedagogía No Trabajo doméstico y de cuidado, puertas adentro Fuente: Realización propia con base en resultados de entrevistas. De las mujeres entrevistadas, sólo una no cursó grado alguno de escolaridad, mientras que fueron la mitad (cuatro personas) quienes cursaron una licenciatura o carrera técnica, lo cual implica más de 12 años de escolaridad, un índice alto si consideramos que en Chile la población inmigrante cuenta con 12,6 años de escolaridad en promedio (Ministerio de Desarrollo Social, 2015). No obstante, a pesar de sus experiencias laborales y sus trayectoria educativas, el ingreso al mercado laboral chileno fue a través del sector doméstico, característica que reafirma el argumento de que la calidad de inmigrante se ha convertido en un elemento que define a las trabajadoras domésticas y que se ha extendido en el imaginario de la comunidad chilena. Una característica destacable, es que estos nichos de trabajo (Román 2009:47) eran bien conocidos por las mujeres bolivianas desde antes de proyectar su viaje, por lo que la mayoría llegó con el propósito de conseguir trabajos de limpieza en casas o de nanas. Seis de las entrevistadas obtuvieron su primer empleo en la 117 pastoral migratoria en menos de una semana de haber llegado a la ciudad, y fueron los/las empleadores/as quienes regularmente las entrevistaron y decidieron o no emplearlas: Lo que me ha preguntado, ella (la empleadora), me dijo, "¿sabes comida chilena?", y yo le dije, "no ¿ahora?". "Sí ya, pero necesito una niñera, una que haga limpieza", dijo. "Entonces, sí, yo soy esto, y esto", le dije todo, y ella me ha llevado (Roxana, 45 años, La Paz). Una primera característica de estos empleos es que los trabajos de limpieza y de cuidados se toman como una sola ocupación, por lo que las condiciones de contrato y el sueldo no varían de acuerdo a las actividades que se realizarán, sino que para todas las empleadas del sector aplican las mismas condiciones sin importar la cantidad de trabajo que se realizará. Al menos el primer mes de estancia en Chile, las mujeres entrevistadas permanecieron laborando puertas adentro, principalmente como estrategia de ahorro en vivienda y alimento mientras llegaba su primer sueldo, pues al llegar con pocos recursos les es casi imposible pagar un arriendo (Arriagada y Moreno 2012:176). Además de que al no conocer las condiciones laborales de los trabajos puertas adentro los aceptan con facilidad, sin embargo con el tiempo van obteniendo información sobre otros empleos: Cuidando a un bebé de cinco meses llamado Lorenzo, me gustan los niños, cuidar a los niños, pero la señora también me resultó muy mala, me explotaba, ella decía que desde las ocho de la mañana hasta las 8 de la noche, y ya no era eso, era desde las 6 de la mañana hasta las 11, 12 de la noche, cuidando a su bebé (Lucia, 45 años, La Paz). Y aquí me quedé, el primer mes entré a trabajar puertas adentro y no me gustó mucho (Roberta, 56 años, La Paz). 118 Durante el tiempo que acudí como apoyo a la Casa del Buen Pastor, pude escuchar las conversaciones de las entrevistadas acerca de sus empleos. Muchas de ellas mencionaban que las despidieron justo antes de que cumplieran el mes de trabajo, a veces pagado y otras no. Aún con contrato, algunos empleadores extienden la jornada laboral, pues el código de trabajo es ambiguo en ese sentido al mencionar que el contrato se puede dar por terminado y el número de horas laboradas se pueden renegociar si el empleador así lo requiere. El campo laboral es muy flexible en la región fronteriza, y en el empleo doméstico hay mucha oferta de mano de obra y es habitual la circularidad de las empleadas. Esta dinámica y la cercanía con el hogar facilitan tomar decisiones de permanecer en Iquique aún cuando no se tenía un proyecto de permanencia, como fue el caso de Elena quien no tenía la intención de establecerse en la ciudad y accedió al mercado laboral por un cambio en sus planes de comercialización: Ese señor ha venido, y le he hablado y me ha dicho, estábamos yendo en la pastoral, al otro lado, y ahí a la entradita nomás. "¿Usted es nueva? "; "Sí", le he dicho. "¿Cuándo ha llegado?"; "Hace tres días". "¿No quieres trabajar?, tanto pago"; "¿Cuánto?", "300", ha dicho. "Y, ¿qué hay que hacer?"; "Nada, sólo hay que hacer limpieza". Ah!, ya, le he dicho." (Elena, 56 años, La Paz). El caso de Elena es interesante ya que ella no llegó en búsqueda de trabajo, pues contaba ya con los recursos necesarios para implementar un negocio en Bolivia transportando mercancía desde Iquique. Sin embargo, la proyección de su negocio le llevó más tiempo del que ella esperaba, sobre todo porque a su socia y amiga que la acompañaba en el viaje se le agotaron los recursos, por lo que permanecer en la ciudad laborando se convierte en una estrategia de ahorro. Existe pues una estructura del mercado que expresa aquí la falta de claridad con la que se ha formulado el marco normativo del trabajo doméstico, demostrando así su desvaloración desde la estructura estatal. Además, la feminización del trabajo doméstico hace que persista una ambigüedad entre obligaciones y 119 derechos, quedando el instinto maternal como justificación a esta falta de claridad. Esta representación de la maternidad asociada a la asistencia física y afectiva propicia que las relaciones laborales involucren la subjetividad de las mujeres, difuminando la frontera entre valor productivo del trabajo y el valor afectivo. En la descripción de las relaciones familiares de estas mujeres he explicado ya su rol en el hogar, mencionando que independientemente de su edad, las mujeres llevan a cabo prácticas de maternidad. Así, al comenzar una nueva vida con las familias que las emplean, a partir de las relaciones de poder las trabajadoras domésticas se colocan en condiciones desfavorables, pues se llevan a cabo prácticas de la maternidad bajo un esquema de relación laboral, pero a su vez esta relación laboral es informal y las prácticas maternales no encuentran un lugar para su valorización. Esta es la disyuntiva que nos explica Hochschild (2001) sobre entender la explotación laboral en estos empleos afectivos, en los cuales las cuidadoras son "en parte visibles y en parte invisibles" para la economía global (p.193) . Bajo esta disyuntiva, no han sido menores los estudios sobre el "remplazo" o "transferencia" de la función maternal de la familia de origen de las mujeres migrantes hacia su nuevo lugar de trabajo (Acosta 2013: 13; Stefoni 2009b: 73). Al igual, aquí se encontró que las mujeres entrevistadas reprodujeron su función maternal dentro de la familia una vez que fueron contratadas en Chile: Yo como mamá me he sabido desenvolver con el niño, cosa que la señora no hacía porque más estaba ocupada en el negocio, porque lo tenía descuidado, sucio, no lo bañaba, sus oídos sucios, prácticamente sucio un niño, descuidado, pero cuando yo lo llego a cuidar, lo baño, lo perfumo, lo pongo talco, y ella se sorprendió, su esposo también. "¡Ay Lucía, que bien, usted sí sabe cuidar a un bebé!", me decía (Lucia, 45 años, La Paz). 120 O sea, le gustaba que yo le de cariño a los niños, porque yo los abrazaba a los dos, y así dormían, en mis brazos, y después de ahí yo me levantaba e iba al internet, y ya no se despertaban (Jessica, 23 años, Potosí). La "mercantilización de la asistencia" en la globalización actual, trae consigo una mercantilización de los afectos (Hochschild 2001:190) configurados dentro de la sociedad moderna patriarcal. Si bien estamos hablando de un campo de trabajo remunerado económicamente, existen momentos en los que las actividades se realizan fuera del ámbito económico y se convierte en una relación afectiva, donde son involucradas las empleadas y las personas que se encuentran a su cuidado. En el imaginario de la sociedad chilena se hace una relación de las mujeres bolivianas como "buenas madres" y "buenas trabajadoras", por lo que simbólicamente a partir de su nacionalidad se le distingue como las mujeres destinadas al servicio doméstico y de cuidados. En este sentido, desde la propia percepción de las mujeres asesoras del hogar con respecto a las labores domésticas y de cuidado, se reproducen y normaliza su rol aún cuando no es el hogar propio. Estos símbolos que atribuyen a la conducta objetiva y subjetiva (Lamas 1999:157), forman parte de la perspectiva que los/las empleadores/as y las empleadas tienen sobre su trabajo. Algunas de las mujeres se disponen a realizar las actividades de limpieza y de cuidado más por un sentimiento de obligación como mujeres que como trabajadoras, por lo que se vuelven confusos los acuerdos que se tomaron en un inicio entre ambas partes. No obstante, como veremos en el siguiente capítulo, son distintas las trayectorias laborales una vez integrándose al mercado laboral en el lugar de destino, la movilidad laboral se relaciona tanto con las experiencias que se viven en términos laborales, como con las relaciones familiares y de pareja. 121 4.- "VOY BATALLANDO HASTA QUE SE ME DA LA OPORTUNNIDAD". EL CRUCE DE LA FRONTERA COMO ESTRATEGIA DE VIDA. "No creí tener que vivir experiencias tan invalorables, no lo generalizo, hay excepciones pero muy pocas. Sólo Dios sabe lo que hace con mi persona, tal vez será para que aprenda a valorar más lo que dejé en mi país. Me alegro de pertenecer a mi país Bolivia, soy de La Paz, una ciudad donde pregona el respeto hacia los seres humanos, ya sea familias o sociedad, pero... con esto de la democracia y el liberalismo se va muriendo poco a poco los valores humanos. Como te digo, mi objetivo es reunir una buena cantidad de plata, no para hacer negocio, sino que invertir en sus estudios. Lo profesional que vayan a ser: será el mejor o la mejor herencia que les deje a mis cuatro hijos... Por ellos soporté y soportaré lo que venga" (Lucia, 45 años, La Paz).61 En los capítulos anteriores he descrito el régimen de género familiar y su incidencia en la proyección a emigrar. Asimismo he contextualizado la región de frontera donde transitan y habitan quienes me han relatado sus experiencias y las características de los primeros empleos que obtuvieron a su llegada a la ciudad de Iquique. Considerando esto, en el presente capítulo tengo el objetivo de conocer la valoración de la migración de las propias mujeres, principalmente en los ámbitos familiar y laboral, así como la continuidad y/o cambios de los proyectos con que se partió de Bolivia. Para lograr esto, he dividido este capítulo en tres apartados. En el primero doy una breve descripción del régimen de género laboral, para tener un acercamiento 61 El presente texto fue escrito por la entrevistada como resultado de un taller que permitiría a las mujeres inmigrantes tener claro su proyecto a futuro a partir de la migración y establecer estrategias para lograrlos. 122 a las experiencias laborales de las mujeres una vez que se han integrado a la ciudad de Iquique. Lo anterior es importante porque nos conecta con el siguiente apartado, donde describiré las experiencias laborales desde las cuales las mujeres valoran su tránsito hacia el país vecino, es decir, las emociones y sentimientos que surgen de su vivir como trabajadoras inmigrantes. Un ejercicio similar se realiza de las valoraciones que desde el ámbito familiar se tienden, para lo que considero el contexto pre-migratorio y las situaciones familiares y de pareja actuales, para así acercarnos a su propia valoración de la migración como mujeres. Finalmente, en el último apartado establezco los cambios que se han dado a los proyectos migratorios iniciales y los objetivos a futuro, así cómo la implicación de los contextos familiares en ellos. 4.1. Sexualización y precarización en el Mercado Laboral chileno Como ya mencioné en el segundo capítulo, el poder dentro del mercado laboral no depende solo de la división de género, sino que existe una interacción de distintas identidades a partir de las cuales se estructura el mercado laboral. Thayer (2012), describe el mercado laboral chileno como un mercado poco institucionalizado, pero con una marcada segmentación, la cual "tiene su origen en el rechazo de los trabajadores nativos a ciertas ocupaciones y subsectores de actividad", siendo las condiciones materiales de estas ocupaciones y las condiciones simbólicas los elementos principales por los que se da tal rechazo (p.86). Dentro de esta segmentación vertical, si bien las mujeres tienen desventajas que se visibilizan principalmente con las brechas salariales y la división del trabajo, además del género, la clase, la raza, la nacionalidad y la etnia son otros elementos que ponen en desventaja a hombres y mujeres inmigrantes en el espacio de trabajo. Se incurre en lo que Parella (2003) denomina "neo-domesticidad" dentro de la 123 división internacional del trabajo, la cual "refuerza las desigualdades de raza, clase, género y etnia" desvalorizando aún más las tareas reproductivas (p.20). En este sentido, la división sexual del trabajo forma parte del desequilibrio del poder como característica del régimen de género, pues no es la identidad de género el único elemento que interviene en el destino laboral de las mujeres inmigrantes, sino que la identidad nacional y los rasgos físicos y raciales son factores que forman parte de la segmentación laboral. Ahora bien, varios estudios han documentado que en Chile las mujeres peruanas son preferibles para el trabajo doméstico (Stefoni y Fernández 2012:61), y que las mujeres dominicanas y colombianas son preferidas para los empleos sexualizados62 (Carrère y Carrère 2015:3), lo que va más allá de la segmentación, pues se trata de un estigma social que sitúa a los inmigrantes "en las fronteras geográficas, espaciales y simbólicas que los desalojan de su ser social y cuestionan al Derecho y a sus derechos humanos" (Tijoux 2016:61). Nuevamente evoco esta relación corporal como parte de las construcciones sociales y también como sujeto y objeto de relaciones de poder, ya que es el cuerpo donde se incorporan estos esquemas de percepción (Bourdieu 2000:21). En cuanto a las relaciones emotivas, así como Connell (2001) observó las "reglas del sentir" para las ocupaciones en el ámbito de la enseñanza (p.161), dentro del mercado laboral aquí estudiado se observa una relación entre los sentimientos y emociones con la división del trabajo, pues a las mujeres se les demanda en empleos considerados de mayores relaciones afectivas, por ejemplo en el trabajo de cuidados donde se crean fuertes vínculos de afecto entre cuidadoras/es y las personas que están al cuidado (Arriagada y Moreno 2012:177), y los trabajos sexualizados donde se identifica a las mujeres con la expresión afectiva hacia los hombres (Carrère y Carrère 2015:9). 62 Carrère y Carrère (2015), se refieren a una sobre-representación de mujeres inmigrantes dominicanas y colombianas que forman parte de los "mercados de trabajo sexualizados". De acuerdo con los autores, esta sexualización es el resultado del racismo que caracteriza a la sociedad chilena, pues en su mayoría las mujeres caribeñas inmigrantes en Chile son afro- descendientes (pp.3-5). 124 Finalmente, tanto el racismo como la sexualización que conllevan la segmentación laboral tienen que ver con esas fronteras simbólicas que se crean a partir de la "otredad" (Tijoux 2012:28), ya que en prácticas del mercado laboral se resaltan las diferencias no sólo entre hombres y mujeres, sino entre mujeres no chilenas andinas, mujeres pobres, mujeres negras, mujeres domésticas. Siendo que a su vez estas diferencias crean en las mujeres inmigrantes representaciones de sí mismas y del espacio que ocupan en la jerarquía laboral, es decir, existen distintos modos de vivir y valorar la migración. Pero a su vez, "el inmigrante va conformando un habitus forjado en estas diferencias negativas producto de su "raza", concepto que advierte de una realidad primera, y además de una construcción social" (íbidem:26). Hasta este punto, puedo decir que la estructura del mercado laboral es parte de la dominación de la población que representa la masculinidad hegemónica (la occidental) (Connell, 2015), sobre los sectores sociales subordinados. Los trabajadores informales, en gran parte inmigrantes irregulares, se encuentran en el escalafón más bajo de la jerarquización del mercado de trabajo. Para explicar más esta lógica, en los siguientes párrafos consideraré las condiciones laborales de las mujeres entrevistadas con el fin de distinguir, en su panorama real, que ellas enfrentan mayores desventajas que los hombres inmigrantes. Menciono esto además de la raza, la etnia y la clase como factores de segmentación, a partir de la desvalorización de las actividades reproductivas que ya mencioné, la identidad de género se convierte en un elemento esencial para entender las dinámicas del poder dentro del mercado laboral. 4.1.1. Condiciones laborales y movilidad laboral: nexos entre migración, género y trabajo Una vez descrito cómo se estructura el género en el mercado laboral, estimaré cómo es la movilidad laboral de las mujeres aquí entrevistadas y los recursos que 125 construyen el ascenso o descenso laboral. Para ello, es importante enfatizar el universo estudiado no es homogéneo, por lo tanto, en esta institución social cada una de las informantes de este estudio se posicionó de manera distinta. Por otro lado, de acuerdo a sus experiencias personales, las subjetividades de las mujeres sobre su propia migración son distintas. Es decir, cada mujer valora distinto su proceso migratorio de acuerdo a su trayectoria laboral previa, a su edad, clase social, nivel educativo a sus propias vivencias como mujer trabajadora inmigrante. Para esto, he reconstruido las trayectorias laborales de las mujeres entrevistadas a partir de su llegada a Iquique, en las cuales se observa que en la mayoría de los casos la inserción se dio en el servicio doméstico. No obstante, es importante reconocer que no todas las mujeres permanecen laborando dentro de los hogares una vez integradas al mercado de trabajo. Una primera anotación es, que a pesar de que se da la movilidad dentro de la trayectoria, esta no implica precisamente el ascenso, pues existen algunas que permanecen laborando puertas adentro desde que llegaron, hay quienes se mueven al servicio doméstico puertas afuera, y otras incursionan en empleos distintos al sector doméstico: Trabajaba en distintas casas, por decirte un día en otra casa, otro día en otra casa, así trabajaba... y así, había un tiempito, no trabajaba bien, para la renta nomás ganaba (Roberta, 56 años, La Paz). He trabajado haciendo comidas rápidas, en los roles de acá, cerca de la parada de Alto Hospicio, ahí. Después he trabajado en la pesquera sacando erizo, después he trabajado de cocinera donde una señora boliviana, por acá por Tarapacá y Juan Martínez, ahora donde actualmente estoy trabajando una semana ya es una casa de familia (Rosa, 42 años, Cochabamba). Mi estancia en la ciudad me permitió percibir que la oferta laboral es amplia, sin embargo los sectores de oportunidad son estrechos, sobre todo para las mujeres inmigrantes. Como vemos en los relatos, el cambio de empleo puede ser constante 126 ya que es fácil que las mujeres bolivianas sean contratadas, pero es muy difícil que estos contratos sean formales y los empleos estén calificados. Es decir, a pesar de que la oferta laboral es alta y los tiempos de espera para obtener y/o cambiar de empleo son cortos, las condiciones de trabajo para las mujeres extranjeras de origen latinoamericano son generalmente conflictivas y precarias,63 lo que condiciona su trayectoria y las coloca en desventaja al lado de otras trabajadoras. Específicamente hablando de las mujeres entrevistadas, los empleos que habían tenido fueron en el comercio informal, empresas de limpieza, empresas de cuidado personal y el nombrado trabajo doméstico y de cuidado. Algunos autores han afirmado que las restricciones en la movilidad laboral empatan con la estructura interna de la red migratoria (Thayer 2012:87), la cual también es jerarquizada socialmente, pues existen considerables historias de familias bolivianas que han tenido éxito en la ciudad de Iquique, sobre todo en el ámbito comercial.64 Como parte de tales restricciones, para las mujeres aquí entrevistadas su identidad andina y la relación que en el imaginario chileno se construye con lo 63 Para Mora (2009). esto es el resultado de distintas formas de estratificación social como la raza, el género, la clase y la etnia, las cuales al intersectarse generan condiciones materiales, oportunidades y experiencias específicas de ubicación social de los individuos dentro de estas categorías. 64 Si bien este estudio se centra en mujeres que se han empleado en el sector doméstico, no se puede ignorar el circuito comercial en el espacio transfronterizo, pues este también concede otras oportunidades para los/las bolivianos/las que cuentan con mayores capitales económicos y sociales para insertarse. En su búsqueda por explicar esto, Garcés et al. (2016), mencionan que si bien la manera en que los inmigrantes se integran al mercado laboral en chile no se puede explicar como una "economía étnica", sí forman parte de una red comercial organizada transnacionalmente, en la cual el parentesco y los patrones culturales son importantes (p.212). En cuanto a mi trabajo de campo, en varias ocasiones me encontré con ofertas donde los empleadores eran bolivianos, pero también con un estigma por parte de las empleadoras sobre estas ofertas de empleo. Un ejemplo es lo que Jessica me comentó: "me han dicho, nunca hay que ir a trabajar con las bolivianas y yo cuando me he ido a trabajar con doña Abigail era buena, muy buena así conmigo" (Jessica, 23 años, Potosí). En medida eso ayuda a comprender que los procesos migratorios no son lineales o cerrados, sin embargo sigue evidenciando la restricción laboral para un grupo de personas con un mismo origen, aunque con distintas posibilidades económicas y trayectorias de vida diversas. Son distintos elementos a partir de los cuales aportar en un estudio más amplio. 127 boliviano-indígena (Tijoux 2012:28) y son factores que intervienen en la movilidad laboral. Como hemos visto, la estructura de género que se caracteriza en la sociedad chilena se define por una evidente desigualdad no sólo entre hombres trabajadores y mujeres trabajadoras, sino también entre mujeres nacionales y mujeres extranjeras, mujeres blancas y mujeres negras, mujeres ricas y mujeres pobres. Estos aspectos se institucionalizan a partir de una normativa nacional, que involucran tanto al código Laboral Chileno, como a la Ley de Extranjería y los tratados bilaterales e internacionales que ha suscrito el Estado chileno. A partir de las entrevistas realizadas, doy cuenta de que la falta de un contrato laboral es un rasgo que origina perjuicios hacia las mujeres extranjeras de origen latinoamericano. La precariedad e informalidad de los empleos a los que accedieron las entrevistadas, ocasiona que no tengan herramientas legales para enfrentar injusticias y que se muestren más vulnerables ante sus empleadoras/es. Algunas circunstancias que se detectaron fueron la pérdida de autonomía, explotación laboral y distintos tipos de violencia: Esa señora se enojó porque yo me hice operar mi pie, entonces yo le avisé a la hermana y la hermana no le avisó, y ella se enojó; "¿Por qué no me has avisado?". Desde ese día medio enojada se ha puesto, después en la siguiente vez la plancha no calentó, y ella me dijo que yo estaba planchando en la mañana; "porque cómo se va a fregar". Entonces yo le he dicho, "pero yo no he hecho nada, no he calentado, ni siquiera he golpeado nada, ¿cómo?" (Silvia, 55 años, Sucre). Lo malo que ahora me han bajado mi sueldo por estar con mi hijo, porque antes ganaba 270 y ahorita estoy ganando 50 menos (...) por lo del bebé, y por lo del agua, o sea para el pañal, y como está tomando puro biberón, o sea por el agua del biberón (Jessica, 23 años, Potosí). Como sé de negocios, de números, me fui a un negocio a trabajar, pero también la señora Marisol me llevó con mentiras, me dijo que para ayudante de cocina, pero ya no fue ayudante de cocina. Y el sueldo me dijo que me iba a pagar 24,000, cosa que no fue así, me mintió, me engañó, me dijo que había dejado 128 desenchufado la heladera, donde se ponen los helados; "y ahora mire, todo esto le voy a descontar de su sueldo". Y me resultó con 130,000, me faltaban 4 días para cumplir un mes (Lucia, 45 años, La Paz). Abro 7 de la mañana y cierro 5 de la tarde o 7. Cuando es navidad, año nuevo, cierro 11, 12 de la noche. Entonces a mi me ruegan para venir a trabajar en sus peluquerías (Roxana, 45 años, La Paz). En todos estos testimonios las mujeres se encontraban en empleos sin contrato, donde los cambios en horarios de trabajo y las actividades para las que se contrataron inicialmente fueron modificados por los empleadores. No obstante, la falta de reconocimiento a los Derechos Humanos, como lo es el derecho a la salud, es un acto que hace evidente el poco respaldo que tienen los trabajadores inmigrantes. Estas relaciones de poder desigual se pueden describir como parte de una economía capitalista que también depende del género (Connell 2015:110), pues no sólo son los nichos del trabajo que se forman a partir de las mujeres inmigrantes, sino también las condiciones en que se emplean. Como menciona Parella (2003) para el servicio doméstico, el empleo indocumentado "establece una relación clara de dependencia entre la empleada y la persona que emplea" (Parella 2003:124), pues en ocasiones este es su único nexo con la comunidad en la que se encuentran. No es difícil dar cuenta de que los incumplimientos en los acuerdos laborales y la falta de seguridad en los mismos, influyen para que se modifiquen los proyectos migratorios o no se cumpla el objetivo económico que las mujeres pretenden alcanzar con la migración. Así, si bien la nacionalidad como identidad se percibe desde patrones culturales y sociales que posicionan al ser externo bajo esquemas de jerarquización social incorporando también elementos corporales y reproductivos, ahora definiré cómo enfrentan estas mujeres y que agencia tienen bajo las condiciones que les ofrece el mercado laboral, sobre todo tomando en cuenta que el grupo aquí estudiado no es homogéneo, pues los capitales económicos y culturales con los que cuenta 129 cada una de nuestras entrevistadas también incide en las estrategias que éstas utilizan para sobrellevar la situación en el mercado laboral Iquiqueño. Aquí se trata de definir cómo intervienen las normas institucionales y la cercanía geográfica de la ciudad de Iquique con sus hogares en sus proyectos migratorios y en su propia percepción de la migración. A manera de acercamiento a las trayectorias laborales de las entrevistadas, en el cuadro número tres he sintetizado los datos personales más relevantes que me proporcionaron, así como los trabajos que habían tenido las mujeres hasta el momento de la entrevista. Brevemente se puede ver el tiempo que ha transcurrido desde que se insertaron al mercado laboral iquiqueño, su experiencia migratoria previa, nivel educativo y los empleos que habían tenido anteriormente en Bolivia. En esta muestra se considera el "tiempo de llegada" como el tiempo que había pasado desde la primera vez que ellas llegaron a Iquique en calidad de trabajadoras hasta el momento de la entrevista, donde seis meses fue el tiempo mínimo y ocho años el tiempo máximo, es decir, tenemos diversidad en la temporalidad de las trayectorias. Asimismo, se tiene un amplio rango en la edad de estas mujeres, donde considero la edad que tenían cuando yo las conocí, teniendo la más joven la edad de 23 años y la mayor de ellas 56 años. Así como la edad y el ciclo de vida fueron factores que intervinieron en la decisión de emigrar, también son componentes que puede cambiar la percepción de las experiencias vividas entre unas y otras. Posteriormente, el "empleo en Bolivia" es la actividad que realizaban o realizaron en su país antes de venir a Chile. La cual se compara con la "trayectoria laboral en Chile", para saber si las actividades que realizaban allá y las que realizan aquí son compatibles. Posteriormente, el "nivel educativo" y la "experiencia migratoria previa" se presentan como parte de los capitales cultural y social con los que se insertan en el mercado laboral boliviano, y qué beneficios o desventajas les pueden brindar. 130 Por último, la "condición migratoria" se refiere al documento migratorio con el que ingresan o permanecen en Chile, lo cual es considerable porque tiene una relación directa con la movilidad laboral. 131 Tabla 3.- Trayectoria Laboral en Chile Tiempo de llegada Edad Empleo en Bolivia Trayectoria laboral en Chile Nivel educativo Experiencia migratoria previa Condición migratoria Esmeralda 8 meses 45 años Trabajadora doméstica 1.- Trabajo doméstico y de cuidado, puertas adentro Secundaria Completa Migración interna Cruza con Carnet boliviano Roberta 3 años 56 años Comerciante- venta de hoja de coca 1.- Trabajo doméstico puertas adentro 2.- Trabajo doméstico puertas afuera 3.- Trabajo doméstico y trabajo en hotel Primer año de primaria trunco Migración interna Visa Temporal Lucía 2 años 45 años Comerciante- Venta de verduras 1.- Trabajo de cuidados, puertas adentro 2.- Trabajo en Restaurant 3.- Trabajo en Empresa de limpieza 4.- Trabajo en Motel Licenciatura trunca/Pedagogía Migración interna/ Brasil Cuenta con visa temporal Rosa Cerca de 3 años 42 años Comerciante- venta de abarrotes 1.- Trabajo doméstico 2.- Trabajo en Restaurant 3.- Trabajo en Tienda de comida 4.- Trabajo doméstico puertas adentro Carreras técnica trunca Argentina/esposo en España No logró obtener carnet definitivo Jessica 2 años 23 años Empleada en Restaurant 1.- Trabajo doméstico y de cuidado, puertas adentro Secundaria completa Ninguna Cruza con carnet boliviano Elena 6 meses 56 años Empleada en fábrica 1.- Trabajo doméstico, puertas adentro Carrera Técnica/Enfermera Ninguna Cruza con carnet boliviano Silvia 4 años 55 años Comerciante- Servicio doméstico 1.- Trabajo doméstico y cuidado, puertas afuera 2. Trabajo en Mercado 3.- Trabajo en Empresa de limpieza Tercero de primaria completo Migración interna/Argentina Visa temporal Roxana 8 años 45 años Negocio propio- Peluquería 1.- Trabajo de cuidado, puertas adentro 2.- Trabajo en Peluquería Licenciatura/Pedagogía Ninguna Carnet boliviano Fuente: elaboración propia de acuerdo a resultados de entrevistas 132 Ante las restricciones en la movilidad laboral de las mujeres, un primer elemento que ya en otros estudios y con otros colectivos se ha observado (Camacho 2010:163), ésta se relaciona con el cambio de calidad migratoria, pues son las mujeres que han establecido un contrato de trabajo quienes han solicitado una visa temporal: Después he entrado a trabajar en una empresa de limpiar las calles, para barrer. De ahí, por eso he sacado mi carnet, porque hice contrato 8 meses, esa empresa se fue, eso (Silvia, 55 años, Sucre). Cabe recordar aquí que a partir del Acuerdo de residencia en los Estados parte del Mercosur, Bolivia y Chile, los nacionales bolivianos tienen la oportunidad de solicitar una visa de residencia temporal independientemente de la actividad que desean realizar en el país vecino y después de transcurridos dos años se puede solicitar la visa de permanencia definitiva. Además de ésta, se puede solicitar la visa sujeta a contrato, cuya permanencia en el país depende de la vigencia del contrato de trabajo. De las mujeres entrevistadas pocas habían solicitado la visa Mercosur, por lo que la visa que resultó más común fue la que establece un contrato, el cual establecieron con empresas de servicios de limpieza y hostelería principalmente, como es el caso de Lucia y Roberta, para quienes además el contrato otorgó seguridad económica y fue posible invertir en la visa, es decir, la regularización migratoria es también un asunto económico: Ya tengo mi carnet temporario, me costó 170,000 mi carnet, o sea más que medio sueldo, casi un sueldo pero quitando 20, 30,000 pesos menos, así que me costó semejante carnet y sólo para un año, ni siquiera para dos, tres años" (Lucía, 45 años, La Paz). Aquí recalco que la situación migratoria depende también de las condiciones económicas familiares, ya que para las mujeres que envían la 133 mayor parte de su sueldo a Bolivia, la posibilidad de invertir en una visa es casi nula. Tenemos así un panorama en el que la trayectoria laboral se encuentra supeditada a la estructura del mercado laboral iquiqueño, pero también es parte de los recursos económicos que se tengan. Estamos pues en un escenario donde no sólo la migración es una inversión, sino también lo es tener una trayectoria laboral en ascenso (siempre dentro de las mismas restricciones de la red), y es en estos puntos donde se hace la conexión entre la región fronteriza y el mercado global, pues es un andamio del mercado financiero y la economía de la deuda. Ahora bien, de acuerdo a los contextos pre-migratorias que he expuesto, las mujeres madres que son las principales proveedoras del hogar y quienes provienen de estratos económicos más bajos tienen mayores desventajas ante la estructura de trabajo, por lo que deben de acudir a otros recursos si desean solicitar una visa y acceder a otros empleos. 4.2. Relaciones de poder y circularidad migratoria. Tejiendo estrategias ante la normativa institucional y las condiciones de género. A partir de lo descrito en el cuadro tres, se observa que las trayectorias laborales son también resultado de cómo se posicionan las mujeres en el campo social. El capital cultural, forma parte también del ascenso y/o estabilidad en el ámbito laboral. En su mayoría, las mujeres con mayores niveles de estudio y con experiencias migratorias previas son quienes han tenido mayor movilidad laboral. Nos referimos a una movilidad porque han laborado en sectores distintos al trabajo doméstico y de cuidados, es decir, estos empleos sólo funcionaron como medios de inserción. El ascenso en la trayectoria laboral 134 es para quienes han tenido trabajos bajo contrato o trabajos similares a los que realizaban en Bolivia y/o tienen mejores salarios que los que se tienen en el trabajo doméstico y de cuidados. En este sentido, vemos que si bien el mercado brinda pocas oportunidades a las mujeres inmigrantes, también éstas tienden estrategias de movilidad y ascenso en sus trayectorias. Ahora bien, si por una parte la regularización migratoria es un obstáculo para obtener trabajos calificados, a su ves se convierte en una estrategia para enfrentar las desventajas que brinda el trabajo doméstico. A continuación ahondaré en estas estrategias que le dan agencia a las mujeres entrevistadas. 4.2.1. La permanencia como turistas Tomando en cuenta el costo de las visas 65 en relación a los sueldos mensuales de las mujeres aquí entrevistadas, confirmo que oscilan dentro del mismo rango, siendo así que el pago de una visa significa mayor riesgo para las familias, sobre todo las que dependen exclusivamente de las remesas que ellas envían. Bajo este hecho, entrar y salir del país en calidad de turistas se vuelve la alternativa más viable para ir a trabajar a la ciudad de Iquique. Observando el cuadro número cuatro, doy cuenta de que las mujeres que permanecen empleadas como asesoras del hogar son quienes principalmente no han modificado su estatus migratorio en Chile, lo cual quiere decir que no puede estar un tiempo mayor a 90 días cada que ingresan. Antes mencioné que la visa permanente o definitiva es indispensable si se desea obtener un contrato, sin embargo, por la misma 65 Para los ciudadanos bolivianos, en la resolución exenta No. 45778 del 27 de marzo de 2015 se indica que para los ciudadanos bolivianos las imposiciones por la visa permanente será de 283 dólares estadounidenses, mientras que por visa sujeta a contrato serán de 300 dólares estadounidenses (Ministerio del Interior, 2015). 135 flexibilidad e informalidad del trabajo doméstico, los beneficios de tener una visa son prácticamente nulos. Por los estatutos del código laboral que he nombrado en cuanto al trabajo doméstico se refiere y la lo que dicta la Ley de Migración chilena en lo referente a la visa bajo contrato, se puede decir que tienen contradicciones. Siendo así que los/las empleadores/as cuentan con la ley a su favor para suspender el contrato laboral, y cuando esto sucede las empleadas pierden la visa. Aunado a esto, se estipula que al final del contrato el/la empleador/a pagará los gastos del viaje de vuelta del trabajador, pero si no lo hacen éste queda desprotegido económicamente y su estancia se vuelve irregular. Tal es el caso de Rosa: Digamos estaba postulando para la definitiva pero no, mis anteriores jefes no me han pagado la, las imposiciones y me la han negado. Ya me hice pasar por la fecha, así que ahora si es que quiero tener un carnet, voy a tener que empezar de cero, gastar 200 mil pesos, todo eso de nuevo, y no quiero gastar la verdad, voy a estar indocumentada hasta el otro año (Rosa, 42 años, Cochabamba). Ante las lagunas de la legislación y la falta de conocimiento sobre otros recursos de permanencia, 66 resulta más conveniente mantenerse en calidad de turistas y salir cuando es necesario. A esto se suma la oportunidad de estar con su familia y que las ganancias económicas rinden más en Bolivia, ya que los gastos de consumo reducen. 66 Por ejemplo, la visa MERCOSUR es un recurso más favorable para las mujeres inmigrantes bolivianas, sin embargo, la falta de desconocimiento sobre ella ocasiona que se siga tramitando constantemente la visa bajo contrato. No obstante, en términos económicos no genera ganancia alguna ya que el costo de ambas visas es similar. 136 En cuanto a su rol maternal, para las entrevistadas la cercanía y la posibilidad de ver a sus hijos cada vez que cruzan la frontera, son medios para no estar tan ausentes: Cuando yo fui este último yo fui hasta La Paz, ¡eh! de seis meses le he visto a mis hijitos... porque más antecito iba hasta Colchane nomás y me volvía, pero en vacaciones he ido hasta Oruro, ahí también han venido mis niños con su papá (Esmeralda, 45 años, La paz). Querían hacerme los papeles y todo, pero no me iban a cobrar, pero no, yo he dicho qué voy a hacer un año sin salir de su casa, yo tengo que ir a ver a mis hijos, y no, me he escapado, y -le he dicho- me estoy yendo a Bolivia (Elena, 56 años, La Paz). Sí bien alejarse del hogar fue una decisión difícil, sobre todo por la responsabilidad que las madres sienten hacia sus hijos, también es cierto que los tiempos de distanciamiento se reducen, por todos los factores que intervienen en la dinámica fronteriza ya descrita. Además de esto, si se obtiene un trabajo bajo contrato, las responsabilidades laborales son mayores y reducen la frecuencia con la que pueden salir a ver a su familia. Esto tiene que ver con que el código laboral chileno contemplan los domingos como días de descanso, pero este puede ser fraccionado, siendo así que las empleadas podrían permanecer trabajando los siete días de la semana aún dentro de la formalidad. No obstante, como rostro negativo de esta estrategia, Leiva y Ross (2016), describen la fragmentación de las trayectorias laborales de las mujeres bolivianas que se emplean en los trabajos de cuidados en Iquique de la siguiente manera: 137 Esta fragmentación va más allá de permanecer tres meses en un trabajo y luego buscar otro por tres meses. Por diversos motivos, a veces por vulneración de sus derechos, por no pago de sueldo, otras veces por maltratos, deben interrumpir el trabajo e iniciar otro nuevo (p.61). Según los resultados de este análisis, el cambio de empleo de estas mujeres se relaciona con la salida a su país y con insatisfacciones sobre las condiciones del empleo, lo que refuerza la situación antes descrita. Así, la circularidad laboral está relacionada, en algunos casos, a la circularidad migratoria, lo cual podemos definir ya como una particularidad del tránsito fronterizo de mujeres inmigrantes. 4.2.2. Circularidad migratoria Aquí, retomo los argumentos de Tapia y Parella (2015) sobre incorporar la propuesta teórica de la "circularidad migratoria" que "propone otras formas de comprender la movilidad a través de las fronteras" (p.178). Esta definición se refiere a que "los diferentes actores sociales adoptan la movilidad como una estrategia de reproducción social" (Benedetti y Salizzi 2011:154), es decir, para las mujeres entrevistadas el ir y venir se convierte en una estrategia de reproducción social ante la estructura del capitalismo global y patriarcal. Se observa una forma de vivir la frontera intervenida por los regímenes de género, ya que el ir y venir constante está relacionado tanto con los tipos de empleo a los que se accede en Iquique como las relaciones familiares y de pareja que permanecen en Bolivia. Para Leiva y Ross (2016), la migración circular de las mujeres bolivianas insertas en los trabajos de cuidados en la ciudad de Iquique no sólo se relaciona con el aparato normativo, sino que existen otras razones para explicarla, como son la 138 cercanía familiar, el desconocimiento de la normativa misma y la falta de recursos (p.61). Se trata de situar a las mujeres bolivianas aquí entrevistadas, dentro del espacio fronterizo del norte de Chile. Es decir, nos encontramos con una región de constante movilidad, que por sus vínculos globales ha sido descrito como un espacio transnacional (Garcés, Moraga, y Maurerira 2016: 2017), pero que a su vez se trata de un "territorio de la cotidianidad" para quienes la habitan (González 2009:39) y la transitan. Por las características de su movilidad y estrategias, estas mujeres se introdujeron a un flujo migratorio que ha existido a través del tiempo, sin embargo, con ritmos, contextos y objetivos distintos a los que tradicionalmente se hacían. El transito fronterizo de las mujeres no sólo está supeditado a los marcos legales, sino también a su identidad como mujeres y como madres, pues esta las condiciona y las hace vulnerables a los cambios económicos y sociales del presente. En un momento donde la participación de las mujeres en el mercado laboral es un hecho y que ha incrementado la demanda de mano de obra femenina de manera informal, las mujeres se mueven no sólo en búsqueda de mejores condiciones de vida en términos económicos, sino para hacer frente a relaciones personales desiguales y violentas. A mi parecer, la circularidad migratoria es utilizad como agencia ante las situaciones que desde su identidad femenina enfrentan. Dicha circularidad forma parte de las trayectorias familiares, en donde las mujeres se ausentan por algunos periodos: Yo vengo cada vacaciones. En el verano, porque mi hijo está en clases y no tengo con quien dejarlo" (Roxana, 45 años, La Paz). 139 ¡Uy, muchas!, yo creo que unas cinco veces (ha cruzado la frontera). Siempre he buscado digamos que sea fecha clave, por decir, el cumpleaños de mis hijos, una navidad, pero así, por decir ahora voy a tener que, como se dice, eh, voy a estar triste porque ahora en la navidad no va a estar mi hija, no voy a estar con mis hijos (Rosa, 42 años, Cochabamba). En el caso de Roxana, por ejemplo, tanto en Bolivia como en Chile se emplea en estéticas, siendo el verano cuando permanece en Iquique desde hace ocho años, pues ella considera que las responsabilidades como madre no le permiten establecerse en Chile definitivamente, pero la diferencia salarial y social son un atractivo para que ella regrese cada año a Chile. La circularidad migratoria permite que los períodos de ausencia no sean largos, por lo que visto desde el ámbito familiar apoya a que los vínculos afectivos no se fracturen en su totalidad. Lefleur y Yépez (2014) mencionan que el concepto de circularidad migratoria, originado en la escuela francesa, "hace referencia a la movilidad física de los hombres y mujeres, con sus itinerarios, sus medios de transporte y las prácticas - efectivas y afectivas- desplegadas a lo largo del espacio recorrido" (p.75). Es así que dentro de este marco las temporalidades son elementos fundadores de la movilidad espacial (Tarrius 2000:47). Me atrevo a decir de la movilidad espacial, las temporalidades que crean tal movilidad, y en general la territorialidad son procesos transversalizados por el género, por lo que los viajes circulatorios a través de las fronteras y el establecimiento de las mujeres en ciudades más cercanas a su lugar de origen son estrategias propias de su identidad femenina, basadas principalmente en la función de reproducción que las mujeres establecen con sus familias. Las diferentes circunstancias y procesos migratorios nos invitan a considerar, una vez tomando en cuenta la estructura del mercado laboral y 140 las condiciones que ofrece a las mujeres bolivianas aquí entrevistadas, cuáles son las implicaciones subjetivas que se tienen a partir de la movilidad, pues el sentir indudablemente forma parte de los proyectos que se tienden a partir de la propia experiencia migratoria. 4.3. Significación del vivir transfronterizo: valoraciones, satisfacciones y nostalgias de las mujeres En el segundo capítulo de este texto he considerado ya que las relaciones simbólicas, junto con las relaciones subjetivas estructuran las percepciones y apreciaciones que los sujetos tienen de sí mismos y de su propia experiencia vivida, para este caso, cómo las mujeres significan su experiencia migratoria y las emociones que giran entorno a su condición de trabajadoras inmigrantes. Aquí es importante considerar los pensamientos y percepciones que a partir de su identidad se han construido, pues las predisposiciones cognitivas son construidas socialmente de una manera sexuada o sexuante (Ariza 2004:395). Lo anterior hace que se creen distintas valoraciones del proyecto migratorio y de las oportunidades que ofrece el mercado laboral chileno, pues observo que cada sujeta valoriza y crea significados de su experiencia laboral y migratoria de acuerdo a su posición social. En este sentido, distintos componentes inciden en la construcción de la representación de la propia vida. En primer lugar, a partir de los símbolos femeninos se tienen valoraciones distintas de acuerdo al ciclo reproductivo y a la edad,67 ya que para las 67 Tomando en cuenta los rasgos etarios de las mujeres entrevistadas, tres de ellas sobrepasan los 50 años reconociéndose así como "mujeres mayores", lo que se comprende en parte si consideramos que la proyección de esperanza de vida para mujeres bolivianas hasta 2015 fue de 69.4 años (INE, 2011). 141 mujeres adultas el hecho de trabajar en un país distinto al suyo reconfigura su rol familiar y social. Sin embargo, no sucede lo mismo para las mujeres que tienen hijos pequeños, pues a partir de su etapa maternal se tienden emociones negativas sobre el trabajo. Por otro lado, el nivel educativo y la clase social son componentes que intervienen mucho en la valoración de la experiencia laboral en Chile, pues para las mujeres que cuentan con altos índices educativos, migraciones previas y que sus trabajos fueron distintos en Bolivia, se concibe con emociones negativas la experiencia. Esto se presenta en la página siguiente en la tabla número cuatro. A manera de comparación se han colocado de un lado las valoraciones positivas que tienen las mujeres sobre su experiencia migratoria, y del otro lado las valoraciones negativas. Así, se observa hay quienes representan su experiencia a partir de los actos de discriminación que han enfrentado, por lo que califican la experiencia como negativa. Silvia, por ejemplo, la valora en comparación con su experiencia laboral en Argentina, donde las actividades que realizaba eran muy distintas. Era bonito, allá (en Argentina), nunca he sufrido porque yo fui con unas amigas de Bolivia a Tucumán, en Tucumán plantamos frutilla (...) Nunca he barrido así la calle, allá en Bolivia decía a los que barrían la calle "barrenderos", decía, yo así les miraba, pero me tocó ser eso también aquí (Silvia, 55 años, Sucre). 142 Tabla 4.- Valoraciones de la experiencia laboral en Iquique Valoraciones positivas de la experiencia laboral en Iquique Valoraciones negativas de la experiencia laboral en Iquique Sí, porque allá en Bolivia nadie me iba a dar trabajo porque ya soy mayor, y si voy a trabajar va a ser explotación y no voy a ganar. Con lo que soy mayor, no te confía ya allá la gente, quieren gente joven, entonces yo prefiero quedarme aquí, por lo menos aquí sirvo, allá no sirvo a nadie (Roberta, 56 años, La paz). No me gustan a mí las casas, no me gusta lavar baños, no me gusta barrer, no me gusta nada, hago porque necesito hacer (...) total, me pagan pues... yo digo !ay si no necesitaría la plata yo dejo esto, a mí no me gusta! (Silvia, 55 años, Sucre). Sí, hay más trabajo para las mujeres, para mayores, porque allá quieren hasta 35 nomás en la paz, quieren puro joven, ya no quieren de 45 para arriba, ya no quieren (Esmeralda, 45 años, La Paz). Muy mal pues, muy mal, te humillan, siempre queriendo humillarte, por ejemplo en esta pega que he tenido a la anterior a esta que tengo, ahora estoy trabajando en un motel, nunca pensé llegar a vivir lo que estoy viviendo ahí, pero en el anterior pega del Sodimac al frente, yo sacaba basura, todo eso (Lucía, 45 años, La Paz) Mejor acá, o sea el mismo trato de los hombres, allá un hombre no se deja cortar el cabello con una mujer, en cambio acá es mejor. O sea el hombre prefiere que le corte una dama, porque más al detalle el corte. Los hombres cortan diferente, así rápido, y eso les gusta a los hombres allá, y ahí fácilmente a mi no me dan trabajo, en Bolivia, para cortar a varones (Roxana, 45 años, La Paz). Hay que esforzarse porque no estamos en nuestro país, este es otro país y hay a veces gente mala, egoísta, que quiere a uno destruirlo, bajonearlo, incluso las mismas empleadoras son las que digamos te bajonean, a algunas chicas también les han bajoneado (Karina, 23 años, La Paz, extracto de grupo focal). Fuente: Elaboración propia a partir de resultados de entrevistas y grupo focal. 143 Hay sentimientos de humillación y admiración, que considero, se deben no sólo a la baja disposición de realizar trabajos que son socialmente desvalorados, sino porque se describen también condiciones de abuso y poca sensibilidad por parte de los empleadores a los problemas personales que las mujeres enfrentan. Por el contrario, para Roxana y Esmeralda, el buen trato por parte de los empleadores hace que valoren positivamente su trabajo, además de que las diferencias en el régimen de género que amplían las oportunidades laborales, como es el caso de Roxana, a quién el tiempo que labora en Chile le provoca otra percepción de ella misma: (Se siente) Más mujer, me siento más profesional, más valoran aquí mi trabajo que en Bolivia" (Roxana, 45 años, La Paz). Aquí se imprimen sentimientos relacionados a los cambios en la relación laboral entre Bolivia y Chile, y es quizá que la satisfacción de Roxana se debe a que su experiencia laboral en Iquique no representa un retroceso en la jerarquía del mercado laboral, pues realiza el mismo trabajo que en Bolivia. Al igual, para Roberta, quien se alejó de su familia con un sentimiento de inutilidad, la experiencia en un mercado distinto con nuevas oportunidades es positiva. Lograr independencia económica otorga un sentido de bienestar y tranquilidad: Estoy tranquila nomás en este trabajo porque nunca he trabajado así por meses, siempre he trabajado por día, por día nomás, ahora estoy mensual, por lo menos ahora tengo un descanso en feriado en domingo, antes por decir si yo trabajaba ganaba, ni feriados tenía yo (Roberta, 56 años, La Paz). 144 Para estas mujeres mayores no se valora por la movilidad, sino por la oportunidad que en Bolivia ya no se encontraría a causa de la edad: La oportunidad ¿no?, porque quieras o no, pasemos todo lo que pasemos, aquí es una oportunidad, siendo (Chile) un país que tiene problemas con Bolivia, nos dan oportunidad. Yo hablo todo esto porque yo ya he llegado a los 60 años... a mí no me importó trabajar de niñera, de asesora de hogar, nada porque como yo ya estaba acostumbrada a trabajar en ventas (María, 60 años, La Paz, extracto de grupo focal). En este relato se hace mención a los problemas político-diplomáticos entre ambos países, incidente que forma parte de la memoria en ambas sociedades. Es decir, en la percepción que tienen sobre el ser boliviano en Chile se encuentran presentes el conflicto y la otredad con la población vecina. Retrocedo a la explicación del cuerpo reproductivo en su vinculo con la maternidad, sobre todo porque en este análisis se ha observado que la migración y los significados que se le dan a la misma, está fuertemente ligado a la percepción que tienen de su propio lugar en el mundo como madres y como parejas, así como de estigmas sociales al presentarse como mujeres que se alejan del hogar. Así, concibo la región de frontera desde dos aristas para estas mujeres: como una región de estrategia económica que les permite afrontar la responsabilidades adquiridas a partir de su papel como madres jefas de hogar, y como una estrategia de vida que les permite afrontar situaciones personales, familiares y de pareja en donde el poder ha generado desventajas y desigualdades para ellas. A continuación me centraré en los significados de la migración a partir de la vida familiar y de pareja. 145 4.3.1. Representaciones a partir de la vida familiar He explicado cómo las reglas del sentimiento forman parte de las relaciones emotivas, que para el caso de las mujeres hacen parte de su papel como madres y esposas. De esta manera, por un lado la migración se vive de manera negativa, generando sentimientos de culpabilidad y frustración, algo parecido a lo que la literatura nos ha mostrado como un duelo profundo y sentimientos de desarraigo en los hijos (Arriagada y Moreno 2012:182), lo cual forma parte de una estructura más amplia del género en la medida que "los hombres ni antes ni después de la migración suelen asumir de forma sostenida la forma de ser los cuidadores principales" (Pérez 2009:117). No obstante, la distancia también origina sentimientos positivos, como la tranquilidad de encontrarse lejos de las responsabilidades de cuidado hacia los hijos, el sentimiento de utilidad que ya no se tenía cerca de la familia y el sentir la valoración personal por parte de la familia. Aquí es importante recalcar que las edades de los hijos definen estos sentimientos, pues mientras que Lucia y Rosa tienen hijos menores de edad (cuatro cada una), los hijos de Roberta, Silvia y Elena son mayores de edad, algunos de ellos padres de familia y tienen su vida a parte. Para las primeras, la responsabilidad maternal genera culpa, pues ellas observaban que los niños perdían la confianza y creaban sentimientos de abandono. Por el contrario, quienes tienen hijos independientes ven en la lejanía una forma de reafirmar también su propia independencia y de continuar con su proyecto de vida personal una vez que su identidad femenina no depende de su etapa maternal. 146 Tabla 5.- Sentimientos generados a partir del distanciamiento familiar Sentimientos negativos a partir de la distancia Sentimientos positivos a partir de la distancia Sí los ha cuidado (el padre), pero no siempre como el seno materno, no es lo mismo. Un hombre jamás va a reemplazar ese cariño de mamá que uno tiene, aunque estén muriendo de hambre, jamás va a ser lo mismo (Lucia, 45 años, La Paz). Me siento útil, antes no me sentía útil (...) ya el tiempo ha ido pasando y dije "¿a qué voy a ir, ¿qué voy a hacer allá?, mis hijos con sus maridos, sus mujeres, yo soy un estorbo" (Roberta, 56 años, La Paz). Ellos han crecido, han cambiado porque yo no estoy al lado de ellos, más tienen confianza en mi hermano que él ha estado cerca de ellos, y eso bueno me pone mal, porque yo creo que ese lugar debería de ocuparlo yo, no mi hermano. Pero bueno, no tengo que reclamarle nada, porque estaba lejos, bien que esté apegado a ellos a que estén con otra gente ajena (Rosa, 42 años, Cochabamba). Ahora ellos me llaman seguido, mi marido últimamente me llama casi cada día (...) todo el rato me llaman ahora por teléfono también (Silvia, 55 años, Sucre). Menos acá, porque allá tengo que estar si, ¿a qué hora va a llegar?, ¿si habrá llegado? o, no lo he hecho, que ¿por qué habrá tardado?, que no haya tardado. Siempre uno está preocupada por los hijos, mientras aquí no me preocupo, digo ¡ay no!, el domingo que llegue y el domingo voy a ir a hablar, así (Elena, 56 años, La Paz). Fuente: realización propia a partir de resultados de entrevistas y grupo focal. La distancia funciona aquí como un componente de las relaciones emotivas, ya que a partir de representaciones de la maternidad, los hijos 147 comienzan a valorar más a sus madres cuando se encuentran lejos, una admiración por la mujer adulta que viaja sola. Mientras que los hijos pequeños procesan la lejanía desde la ausencia del cuidado y de los afectos. Es interesante ver como los sentimientos de las mujeres no se tejen solos, sino que son una respuesta de lo que otros miembros de la familia, en este caso, sus hijos. Por otro lado, la temporalidad forma parte también de las construcciones emotivas, ya que la cercanía de ambos lugares y la circularidad son dos variables por las que no se perciben rupturas muy amplias en la trayectoria de vida familiar, sino que se genera una forma de vivir y sentir el mismo espacio fronterizo. Wence (2015) describe un espacio transnacional generado también a partir de sentimientos, como "elementos subjetivos relacionados con afectos producidos y gestionados entre dos continentes y que están presentes en la vida cotidiana de las personas", proceso dentro del cual forman parte los medios de comunicación (p.117). Para este caso, la circularidad migratoria se encuentra también sujeta a estos sentimientos creados, es decir, la noción de "territorio circulatorio" retomada por Tapia y Parella (2015) de la propuesta de Alain Tarrius (p.179), involucra también la movilidad de emociones y sentimientos, mismos que se encuentran enmarcados en las estructuras de género. Para mi son importantes los sentimientos creados dentro de esta movilidad circular, ya que si bien he descrito el vínculo sentimental que se mantiene hacia los hijos de acuerdo a distintas etapas del ciclo de vida de éstos y de las mujeres en su ciclo reproductivo, por otro lado se observan los sentimientos generados por haberse distanciado de la pareja, sobre todo en las mujeres que proyectaron la migración a partir de condiciones de violencia de pareja. 148 La distancia se valora de manera negativa sobre todo cuando los hijos son pequeños, pues la culpa y el no cumplimiento con la idea de la buena madre se encuentran presentes a distanciarse de los hijos cuando estos aún necesitan los cuidados maternales: Yo algunas veces aquí he trabajado hasta doble turno con el fin de no pensar en mis hijos, tratar de estar cansada como se dice, para poder dormir, porque había veces que no dormía (Rosa, 42 años, Cochabamba). ¡Eh! Bueno, están sobre tanto mis hijitos, porque los niños también cuando no estamos atentos con los niños, se disparan los niños, no van a su hora al colegio, no llegan a su hora a la casa ¡eh!, no hacen nada en la casa, sus tareas, ¿no?… sí señorita, así triste es mi historia, es que a veces me da vergüenza ya (Esmeralda, 45 años, La Paz). Insisto en que las emociones y la valoración generada por el distanciamiento familiar están relacionados con las etapas de vida de las mujeres, su situación familiar y su situación de pareja, ya que todas estas condiciones generan una propia manera de vivir la movilidad. En este punto vuelvo a las motivaciones que originaron la migración se encontró la violencia de pareja, por lo que la proyección a migrar se dio como una estrategia de alejarse del contexto en que las relaciones de pareja se desarrollaban. Lo que he encontrado aquí es una valoración positiva de acuerdo a lo que se esperó en un inicio, por lo que podemos decir que la permanencia dentro del mercado laboral chilenos es significada como una alternativa tanto para olvidar los problemas como para alejarse de la relación de subordinación que se tenía con la pareja o ex pareja: Mi sobrina también no me ha contado, yo le he dicho a mi hermana "aclararemos, quiero saber la verdad". Nada, hasta ahora nada (cuando fue a Bolivia) no había tiempito para conversar... hemos estado de compras, acompañado al colegio a mijito menor que tiene 8 añitos, pasó 149 los días, me vine nomás, ya pasando allá 7 días, sólo que le recomiendo que me lo cuide, que me lo respete (Esmeralda, 45 años, La Paz). Antes de salir de su país, Esmeralda vivía angustiada por la falta de claridad ante la infidelidad de su pareja, sin embargo a partir de que ha permanecido trabajando al otro lado de la frontera, ha surgido una alternativa de separación para ella que por patrones simbólicos y culturales no consolida como divorcio. Es claro aquí que las visitas al hogar se realizan para estar cerca de sus hijos, siendo que a la relación de pareja se le da menor prioridad. A mi criterio, la lejanía aquí permite alejarse de la carga social que generaría un divorcio, además de que se esperarían consecuencias hacia los hijos, en cambio la migración se vuelve el motivo para distanciarse. Algo similar a lo anterior sucede con Silvia, quien a pesar de haber permanecido 20 años separada de su marido, actualmente sigue sintiendo un compromiso para con él, sobre todo ahora que él es una persona mayor: También mi marido ya me habla bien y todo, quiere que me vaya. La verdad que no quiero volver con mi marido pero, no sé qué puedo hacer (...) claro, se ve enfermo, se ve ya viejo, ¿dónde va a ir?, piensa que yo me voy a quedar con él también, y yo la verdad yo ya no quisiera quedarme con él tampoco (Silvia, 55 años, Sucre). Si bien recordamos, Silvia mantenía una relación de pareja con otra persona antes de venir a Chile, sin embargo con su esposo siempre ha mantenido un vínculo, por lo que se habla de una relación indirecta que ha sido constante. Por lo tanto, mantenerse lejos permite no enfrentar las "responsabilidades" que como esposa se le han impuesto tanto familiar como socialmente, así como evadir el divorcio. 150 En otro sentido, la migración también ha originado cambios en las relaciones de poder dentro de la pareja, por lo que se significa como un cambio positivo, pues a partir de insertarse en el mercado laboral iquiqueño y aportar económicamente al hogar, Roxana siente un cambio importante tanto en su persona como en sus relaciones familiares y de pareja: Yo antes como mujer era muy sumisa, o sea qué iba a alzar la voz, no podía alzar la voz, porque el hombre era muy machista, en cabio desde que yo me he venido acá a trabajar y llevo dinero a mi casa para mis hijos, ya puedo alzar la voz, yo ordeno algunas cosas, que ates no ordenaba. El hombre ordenaba, hasta ahora ¿no?, pero yo siempre ya con lo que vengo a trabajar acá, me siento, ¿cómo te puedo decir?, llevo dinero a la casa, más profesional, aquí valoran mi trabajo, en mi país no valoran (Roxana, 45 años. La Paz). A pesar de que la relación fue oficialmente disuelta, se mantiene el vínculo de pareja sobre todo a través de los hijos, siendo que a partir de su venida a Chile Roxana ha logrado afrontar mejor esta situación. Sin embargo, ella menciona que no emigra de manera definitiva porque su responsabilidad como madre se lo impide. Así, la circularidad migratoria propicia que por un lado no se dé un distanciamiento definitivo con los hijos, pero por otro lado hace de la movilidad una estrategia para enfrentar el régimen de género familiar dentro del cual se han creado relaciones de pareja en ambientes de violencia. Esta noción se refuerza con un estudio de mujeres bolivianas asentadas en la ciudad de Santiago donde la migración se convierte en una manera de representar el desafío a las estructuras de género 151 tradicionales, donde la autonomía económica y los arreglos familiares tienen un papel esencial (Peñaloza et al., 2015) A manera de resumir esquemáticamente los cambios y retrocesos que se generaron en las vidas de las mujeres entrevistadas a partir de la migración de acuerdo a los regímenes de género descritos y en las dos instituciones en que he centrado este estudio, en la tabla de la siguiente página muestro los ámbitos positivos y negativos de ingresar al mercado laboral chileno. 152 Tabla 6.- Aspectos positivos y negativos que enfrentaron las mujeres en la migración Estructura del género de Connell Familia Mercado Laboral Aspectos negativos Aspectos positivos Aspectos negativos Aspectos positivos Trabajo -Las mujeres realizan trabajo del hogar -Culpabilidad -Responsabilidad productiva y reproductiva hacia las madres -Las mujeres tiene proyecto a futuro -Toman decisiones -Trabajan más horas -Precariedad laboral -Trabajo informal/ No hay documentación -Generan ingresos -Tienen posibilidades de ahorro -Amplia demanda de empleo Poder -Relaciones violentas a la distancia -Desigualdad sobre el cuidado de los hijos -Desigualdad en el suministro económico -Liberación de la violencia -Decisión sobre el futuro familiar -Reduce la dependencia -Subordinación -Vulnerabilidad -Sin protección social -Desventajas ante normatividad laboral -El trabajo doméstico es menos cansado que en Bolivia -Acceso a trabajos por horarios Emociones/ afectos -Sentimientos de culpa -Sacrificio -Vacío por separación -Miedo -Valoración y admiración desde la familia -Sentimiento de utilidad -Sentimiento de independencia -Vinculo afectivo con las personas que cuida -Dependencia -Compasión -Vulneración y sentimientos vinculados a su maternidad -Relaciones sociales positivas y empoderamiento -Satisfacción por conocer y laborar en un lugar distinto Fuente: Elaboración propia a partir de resultados de análisis realizado. 153 4.4. "Me quedaré a ver hasta donde llega mi fuerza". Reconfiguraciones del proyecto migratorio A partir de las características de las experiencias de las propias mujeres y de los significados que ellas han creado de las mismas, más allá de hablar de proyectos migratorios hemos de retomar procesos de circularidad migratoria, que hacen parte no sólo de la vida de las mujeres bolivianas aquí entrevistadas, sino de sus estrategias para enfrentar situaciones de desigualdad económicas, familiares y laborales transversalizadas por el género. De acuerdo a las motivaciones que tuvieron para salir de su país, para las mujeres que buscaban otras alternativas laborales por haber adquirido la principal responsabilidad económica, permanecer trabajando en Chile se tiende como una estrategia económica basada en la diferencia salarial. En este sentido, la migración se visualiza como parte de los proyectos familiares a futuro, mientras que en las mujeres con hijos independientes la permanencia se ve como parte de los proyectos personales. Es decir, este flujo migratorio se explica a partir de problemas económicos, pero también para "evadir, escapar o cuestionar", el sistema de pautas o normas de socialización en el que las mujeres despliegan sus proyectos de vida, cosa que sucede también en otros flujos de migración latinoamericana (Acosta 2013:37). Sin embargo, en algunos casos se dan sucesos familiares y/o personales que modifican el curso del proyecto migratorio, por lo que este tiende a extenderse y las expectativas que se tienen del mismo se van transformando. Es importante observar aquí cómo la migración es un hecho que también se relaciona con otras historias de vida que no son las personales, y que regularmente pertenecen a los miembros de la familia: 154 Es que yo por una garantía con una amiga estoy en quiebra, con una deuda hasta por ahí, entonces terminé de pagar, y pensaba trabajar para mí, pero como falleció su esposo de mi hija, le dejó a mi hija con una deuda, con tres hijos, él murió por un choque y en sí a mi hija le estoy ayudando, a la mayor (Roberta, 56 años, La Paz). Está en La Paz (su hija), está en Bolivia, pero lo malo también como se va como cadena. Mi hija se conoció con un niño en el colegio, o en el Facebook, podríamos decir. Se conoció, tuvieron relaciones sexuales, se embarazó, le avisó al niño que estaba embarazada y la abandonó, ahora tengo que hacerme cargo del bebé (Lucia, 45 años, La Paz). Las practicas y representaciones de la maternidad sigue siendo un elemento constitutivo de las procesos migratorios, pues como podemos ver en los relatos anteriores, los cambios en la vida de los hijos e hijas tiene repercusiones en los proyectos futuros de las mujeres entrevistadas, principalmente en lo relacionado al ahorro que se tiene previsto al emplearse en el mercado laboral chileno. Un aspecto que se recupera es que las responsabilidades que se adquirieron con las familias de sus hijas tienen que ver también con la ausencia de los varones como principales proveedores del hogar. En otros casos, el propio cambio del ciclo de vida ha reconfigurado los proyectos futuros, por ejemplo el de Jessica, quien emigro soltera por alcanzar objetivos personales con su inserción al mercado laboral chileno, sin embargo ya estando en Chile se embarazó, adquiriendo la principal responsabilidad económica sobre su hijo: Es que, o sea, bueno ahí en Bolivia tengo problemas con él (el papá de su hijo). Y eso yo le he dicho, yo no quiero a mi hijo, me quería deshacer, y yo le he dicho a él, y él me ha dicho ya. Y después, cuando yo lo quería 155 llevar a regalar, estaba a punto, y me arrepentí. Y él de eso se enojó (Jessica, 23 años, Potosí). En el relato anterior se encuentran distintos elementos que sirven de ejemplo para observar cómo se transforma un proceso migratorio en la medida que cambian las relaciones familiares y de pareja. Si recordamos la historia de Jessica, inició su proyecto migratorio siendo soltera y sin hijos, por lo que se colocó en la primera tipología como una mujer que proyectó su salida desde el ámbito personal. Sin embargo, durante su permanencia en Chile inició una relación de noviazgo y se embarazó, lo que cambió completamente su vida como trabajadora doméstica y como mujer migrante. En este sentido, la permanencia de Jessica por más tiempo del que se tenía proyectado tiene que ver con que ahora es menor su capacidad de ahorro y con hacer frente a su familia, pues la distancia fue un mecanismo para ocultar su embarazo. Finalmente, a partir de su experiencia hay mujeres que han modificado sus planes de una migración personal a una futura migración familiar, lo cual se relaciona con las expectativas a futuro que se tiene de la vida de sus hijos, principalmente en lo que concierne a la educación de los mismos: Sí, dije por un año. Pero ahora que ya he abierto los ojos, como se dice vulgarmente, estoy viendo esa posibilidad de traérmelos acá a mis guaguas, pero siempre y cuando vea como me está yendo ¿no? Si me va mal, o si me va bien, traérmelos para acá, porque tampoco los puedo dejar solos, ahora más que todo que mi hija ha tenido a su bebé, ¡ucha, peor! (Lucia, 45 años, La Paz). Entonces eso yo le dije (a su esposo), si vos más trabajas, nos alcanza- le he dicho-. Nos arrendamos, los niños más, pero vamos a averiguar del colegio, no sé si haya escuchado que retrasan el curso, eso vamos a 156 averiguar, porque si es atrasado, no conviene entonces. "Vos solo vas a tener que quedarte", le digo (Esmeralda, 45 años, La Paz). A continuación, en el cuadro número 7 he considerado la temporalidad con que se dan las idas y venidas entre Bolivia y Chile, así como el tiempo proyectado inicialmente en contraste con el tiempo de permanencia y los proyectos futuros. Como se puede observar, las mujeres con hijos pequeños, quienes además han valorado el distanciamiento de manera negativa, desean establecerse con sus hijos de manera definitiva ya sea en Bolivia o en Chile, según las circunstancias lo permitan. Mientras que las mujeres mayores y quienes cuentan con hijos independientes, no cuentan precisamente con un proyecto de permanencia en Chile, sino mantenerse en el ir y venir hasta alcanzar sus objetivos personales, en donde el ahorro para implementar un negocio en Bolivia es el más común. 157 Tabla 7.- Características de los procesos migratorios de las mujeres entrevistadas Tiempo desde su primera llegada a Chile Idas a Bolivia Tiempo de permanencia proyectado Proyecto migratorio a futuro Estado civil Número de hijos Documento migratorio Esmeralda 8 meses Cada 90 días Un año Traer familia Unión libre Dos niños Carnet Boliviano Roberta 3 años Cuando es necesario Sólo conocer Tres años más Divorciada Cuatro hijos adultos Visa temporal Lucía 2 años Cuando puede Destino era Santiago Traer a sus hijos Viuda/ Separada Cuatro hijos menores Visa temporal Rosa 3 años Cuando es necesario Seis meses Seis meses más Viuda Una hija mayor de edad, 3 niños. No logró obtener visa definitiva Jessica 2 años Cada 90 días No estaba en el proyecto Mucho tiempo Soltera Un niño de dos meses Carnet boliviano Elena 6 meses Ha ido dos veces No había proyecto Un mes más Viuda Dos hijos adultos, un adolescente Carnet boliviano Silvia 4 años Cuando es necesario No estaba en el proyecto No sabe cuánto más Casada Cuatro hijos adultos Visa temporal Roxana 8 años Permanece en Chile durante el verano Mucho tiempo No sabe cuánto más Divorciada Dos hijos mayores y un menor Carnet boliviano 158 Como se puede observar al generar las tipologías sobre los motivos de la migración, la mayoría de las mujeres tenían la intención de permanecer en Chile poco tiempo, algunas sólo mientras mejoraban su situación económica, mientras lograban sus objetivos de ahorro o sólo salieron con la finalidad de alejarse. Sin embargo, en el camino hubo sucesos familiares y personales que hicieron de las idas y venidas una forma de sobre llevar los factores que originaron la partida. Una manera de "estar y no estar", en donde el tiempo y la distancia generan no sólo la reconfiguración de la vida familiar y en pareja, sino otra manera de ver la propia vida como mujeres y de reconstruir su papel dentro de la dinámica familiar. Por tanto, considero que la agencia de las mujeres se da ya que éstas aprovechar los recursos que la cercanía y las diferencias económicas les brindan, donde si bien no se logra un empoderamiento, sí se observa que la distancia es ya un intento por contraponerse al régimen de género que las sujeta, considerando las historias de quienes buscan mayor independencia y enfrentar conflictos de pareja. No obstante, para las mujeres en etapa maternal, si bien el mercado laboral chileno ofrece oportunidades para enfrentar la situación económica familiar, son el sentimiento de abandono hacia los hijos y las fronteras simbólicas y de clase las que se anteponen ante la valoración de la experiencia laboral en Chile, por lo que esta resulta negativa. Para entender estos procesos de movilidad, recordamos que las prácticas espaciales también se viven desde el género, por lo que la región de frontera representa un límite, pero también una oportunidad. Es decir, si bien pasar hacia otro país representa un distanciamiento y, en su mayoría, un retroceso en la trayectoria laboral, se convierte también en una oportunidad de alejarse de las presiones que como mujeres viven las entrevistadas. 159 Para estas mujeres bolivianas, establecerse en Chile es una posibilidad ante condiciones económicas, familiares y laborales que requiera de una inversión económica o de la distancia. Se ha mostrado que en los procesos de movilidad transfronterizas la familia es una institución central, y que las trayectorias laborales se van tejiendo de acuerdo al rol de las mujeres en la familia, pero además donde el ciclo familiar y de la relación de pareja define mucho de cómo y por qué deciden partir y cuándo volver. 160 CONCLUSIONES Como he planteado en un inicio, el objetivo de está investigación fue conocer cómo las relaciones familiares y de pareja influyen en los procesos migratorios de mujeres bolivianas insertas en el trabajo doméstico en la ciudad de Iquique. Para esto, fue importante reconocer las características de este flujo migratorio y cómo se viven las relaciones familiares a partir de la migración. De esta manera registré, en un panorama general, que el flujo migratorio boliviano es el que mayoritariamente se asienta en el norte chileno, es decir, cerca de la frontera, característica que los identifica del resto de los colectivos de inmigrantes y que me llevó a suponer alguna relación entre esta cercanía y el hecho de que eta migración se componga en mayor proporción de mujeres, sobre todo cuando se trata de un flujo históricamente situado y visibilizado desde su masculinización a partir de la gran producción minera que se dio durante el siglo XIX en el extremo norte del país. Entorno a lo anterior, una primera conclusión de este objetivo fue que no sólo la migración como proceso en la vida de las mujeres influye en sus relaciones familiares y de pareja, sino que son, en la mayoría de los casos, estas relaciones con sus cambios, alteraciones y complicaciones lo que influye también para que se efectúe la migración. Indudablemente, esta afirmación se da una vez que identifiqué cada uno de los objetivos secundarios, mismos que desglosaré a continuación. Para conocer los motivos de la migración y los contextos familiares y de pareja en los que se toma la decisión de migrar, establecí algunas de las propuestas teóricas de los estudios de género que me apoyaran a 161 reconstruir, por decirlo de alguna manera, un panorama de cómo era la vida familiar de las entrevistadas y desde dónde tomaron la decisión de partir, siendo el régimen de género la propuesta que me llevó a disgregar cada una de las estructuras del género en el ámbito familiar. De esta manera, uno de los hallazgos, y que consideré una riqueza que me dio el trabajo de campo, fue encontrar a mujeres inmigrantes de distintas edades, advirtiendo que no sólo la edad, sino el ciclo de vida en sí fue indispensable en la decisión de partir. A su vez ésta, como he mencionado, está directamente ligada a sus relaciones familiares y de pareja, a cómo las viven y a las herramientas que cada una tiene para enfrentarlas. En este hecho, encontré a mujeres de mayores de 50 años que decidieron emigrar como una forma de alejarse del lugar de origen porque se quedan solas y deciden tomar su propio proyecto de vida, además de las pocas oportunidades económicas que a esa edad les ofrece su país. En este contexto, una apreciación personal fue que se emigra a una región de frontera porque para muchas de ellas la edad resultaría un impedimento para ir más lejos, sobre todo para quienes están iniciando su trayectoria migratoria. Al igual que para estas mujeres, para las jóvenes que aún no se han casado ni tienen hijos, el proyecto de vida personal es lo que las lleva a emigrar, ya sea para cumplir sus objetivos con respecto a sus estudios o de inversión, lo que hizo visible la falta de programas gubernamentales dirigidos a ellas y dieron cuenta de que las/los jóvenes sufren, por un lado, la falta de oportunidades económicas y por otro las exigencias de contar con mayores estudios a los que no tienen acceso. Es decir, esto forma parte de la misma División Internacional del Trabajo y su segmentación, pues éstas mujeres jóvenes se introducen a los circuitos de supervivencia descritos por Sassen (2002). En otro sentido, identifiqué a las mujeres que decidieron salir a Chile en busca de obtener mayores ingresos familiares, siendo así que la decisión 162 estuvo ligada a cambios en las relaciones familiares, pues el divorcio y/o la viudez fueron momentos de cambio en los roles, lo cual las convirtió en las principales proveedoras del hogar. Es interesante cómo la división de labores tiene una fuerte ruptura cuando se ausenta la figura masculina, la cual se considera con el deber de proveer el hogar económicamente. Esta situación no sólo detona una crisis económica, sino también cambios emocionales en las mujeres, así como una pérdida de capital simbólico para ellas en sus lugares de origen, por lo que la migración se proyecta como la mejor alternativa económica. Este contexto me llevó a entender una parte de lo que sucede en la región latinoamericana con las mujeres y familias migrantes que se están moviendo tanto hacia países del norte como dentro de la misma región, pues se han documentado en otros flujos migratorios intralatinoamericanos casos muy similares a este (Holdschild, Herrera, Fernández de la Reguera, Tapia, Parella). Finalmente, un tercer panorama es el de mujeres para quienes las distintas formas de violencia y desventajas frente a la pareja y/o ex-pareja fueron los principales motivos de tomar la decisión de emigrar, y dentro de lo cual una vez más encontré que la cercanía a la frontera tiene marcada importancia debido a que ésta permite la no continuidad con la relación de pareja a la vez que se mantiene la cercanía con la familia. Así, pude definir la migración como una estrategia para enfrentar la relación. Con este recorrido por el orden de género familiar se perciben las desigualdades de poder en el mismo, relacionado con la estructura simbólica y subjetiva donde las prácticas de la maternidad se significan como un elemento de la feminidad, y al ser la familia la primera institución donde se aprenden estas estructuras, considero que también es la primera institución donde el cuerpo se politiza.68 68 De acuerdo con Michael Foucault, el cuerpo está directamente inmerso en un campo político, por tanto envuelto en relaciones de poder y de sujeción. La familia se convierte en 163 Una segunda etapa se conformó por la exploración del orden de género en el mercado laboral chileno, sobre todo a manera de conocer cómo intervienen los elementos simbólicos y subjetivos del género en las trayectorias laborales en el lugar de destino. El trabajo doméstico fue el sector por medio del cual se insertaron las mujeres en el mercado laboral, por lo que me adentré en caracterizar esta inserción. Aquí fue crucial la función de redes de apoyo, las cuales operan como bolsas de empleo y contribuyen a la segmentación del mercado, a la vez que el mercado las limita en su acción. Es importante no dejar de lado que estas instituciones operan bajo la normatividad existente en el país y bajo parámetros internacionales que promulgan la universalidad de los derechos humanos, sin embargo la no-ciudadanía erradica el acceso a tales derechos, siendo así que de acuerdo a la normatividad migratoria y laboral descrita en los capítulos tercero y cuarto, el acceso al trabajo resuelve en parte que las/los migrantes se conviertan en sujetas/os de derechos. En este sentido, la ley migratoria de 1975 y el código laboral chileno no resultan suficientes para alcanzar los protocolos internacionales ratificados por el estado, como son los de la OIM y la OIT. Este objetivo forma parte del intento por comprender el papel que la mujer migrante latinoamericana está ocupando en los mercados laborales, en los cuales su desvalorización profesional y el reduccionismo a su papel como trabajadora doméstica por su identidad femenina es una consecuencia (Mendoza) y jerarquización del mercado laboral a nivel global (Parella, Sassen). De este modo, se distingue que el cuerpo y la reproducción son dos elementos simbolizados bajo parámetros de etnia, raza y clase, ya que se designa al cuerpo femenino para el trabajo de cuidado, pero además se hace en su representación racial y étnica al que se le asignan ciertas funciones de reproducción, lo cual resulta preocupante sobre todo si la primera institución que disciplina a las individuas en cuanto a su posición como mujeres (Foucault, 2002). 164 considero que estoy estudiando un flujo migratorio sur-sur, reconociendo así una desigualdad dentro de la desigualdad, de tal forma que si bien las mujeres chilenas hoy en día han logrado mejores oportunidades laborales en el camino de la equidad, es importante mencionar que esto no significa un cambio en la estructura simbólica del género, pues las mujeres chilenas que tienen acceso a empleos calificados solicitan a otras mujeres que realicen el trabajo reproductivo que ellas han dejado vacante. Por el contrario, esta simbolización ayuda a reproducir la designación del trabajo basada en la subordinación de las mujeres indígenas y rurales. Es en esta relación donde es posible observar la hegemonía predominante de la masculinidad occidental, pues si bien las mujeres chilenas aparentemente han logrado acceder a mejores condiciones laborales, aún siguen reproduciendo los patrones del régimen de género occidental. En este sentido, es importante no dejar de lado que el sometimiento de las mujeres a la esfera doméstica en América Latina como la conocemos actualmente, tiene sus orígenes en la colonización y la implementación del capitalismo global, punto donde se une una devaluación de las actividades domésticas y de los cuerpos étnico -racializados más allá de elementos de clase (Rivera, 2010). El régimen de género en el mercado laboral se caracteriza por la desigualdad del poder donde, como he mencionado, la raza, la etnia, la clase y el género son los principales elementos que destacan, pues las mujeres andinas y sobre todo las bolivianas son contratadas bajo la naturalización del trabajo doméstico, con lo que puedo decir que uno de los grandes problemas en estas desigualdades en el trabajo y en el salario en la región latinoamericana es la simbolización de esquemas de percepción de los otros. Esto lleva a que haya una división sexual del trabajo fuertemente ligada a las representaciones del género y el cuerpo. 165 A partir de la esquematización de las trayectorias laborales, pude identificar cómo esta estructura del mercado laboral limita y condiciona el destino de las mujeres bolivianas en Iquique, pero también identifiqué que capitales como el cultural, social y económico juegan un papel centran en el ascenso y movilidad dentro del mercado laboral, relacionado también con las condiciones familiares y la etapa del ciclo de vida. Por ejemplo, las mujeres con hijos independientes y las mujeres que tienen otras fuentes económicas en Bolivia o que no son principales proveedoras del hogar, tienen mayores oportunidades del ascenso laboral ya que éste se da si se tiene para invertir en una visa. Y por el contrario, para quienes son las principales proveedoras del hogar y los hijas/os son menores de edad, la inversión en una visa significa arriesgar la economía familiar la movilidad laboral se ve limitada. Estos los considero candados del aparato normativo chileno, sin embargo ante estas limitaciones reconozco las estrategias que las mujeres tienden desde su condición inmigrante por un lado, y como madres y mujeres que enfrentar relaciones de pareja violentas por el otro. A su vez, las trayectorias laborales fueron herramientas para conocer la valorización del proceso migratorio a partir de las experiencias laborales, familiares y de pareja desde una perspectiva de género; y caracterizar los cambios en contextos familiares y de pareja que intervienen durante la trayectoria migratoria y en las expectativas que se tienen de la migración. Señalé los sentimientos y valoraciones de acuerdo a las dos instituciones analizadas, que fueron la familia y el mercado laboral. De esta manera, consideré que la experiencia migratoria puede ser valorada por las mujeres de una manera de acuerdo a su propia trayectoria y a las oportunidades que les ofrece o no el mercado, bajo el esquema ya mencionado. Sin embargo, ante el distanciamiento de las relaciones familiares y de pareja la valoración puede ser distinta. Retomando las experiencias narradas por ellas mismas, definí valoraciones y sentimientos positivos y negativos. 166 Desde la experiencia laboral, las valoraciones resultaron positivas de acuerdo a la etapa del ciclo de vida y el tipo de trabajo que se realiza en ambos países, pues para las mujeres adultas el acceso al mercado laboral chileno representa una oportunidad que en su país ya no se les daría, independientemente de la actividad que se realice, pues surge un sentimiento de "agradecimiento" y "utilidad" debido a la edad. Lo mismo pasa para quien realiza el mismo trabajo en ambos países, ya que no hubo un descenso en la jerarquía laboral y las ganancias en términos económicos son mayores, además de que se identifica un ambiente de trabajo generizado distintamente en ambos países. No obstante, las mujeres que han visto un descenso en su trayectoria valorizan su experiencia de manera negativa y generan un sentimiento de "humillación". Esto visibiliza cómo las mujeres latinoamericanas viven sus experiencias migratorias, considerando que sus condiciones en términos laborales no son tan distintas –lo son sólo para la migración calificada-, lo que me lleva a proponer una comparación entre las movilidades sobre como se están dando por regiones respecto a la edad. Por otro lado, de acuerdo a la vida familiar los sentimientos positivos se dieron principalmente en las mujeres con hijos independientes y que mantenían relaciones de pareja violentas, generando sentimiento de "utilidad" y "valoración" dentro de la familia, mientras que los sentimientos negativos resultaron en quienes tenían hijos menores de edad y quienes eran las principales proveedoras del hogar, donde se identificó sufrimiento. Es importante pues, que la estructura de género del mercado laboral, aunque no es muy distinta a la familiar y se complementan en términos de desigualdad del poder, se vive diferente por estas mujeres. 167 Los estudios de género y migración nos han demostrado que las relaciones familiares y de pareja son instituciones que se encuentran directamente implicadas en los procesos migratorios de las personas. A lo largo de este estudio demostré que ambas relaciones condiciona los procesos migratorios de las mujeres entrevistadas, tanto en temporalidad como en destino. La diversidad en los procesos migratorios encontrados saca a la luz distintas desigualdades, entre ellas la económica, la social y la de género. Sí bien es cierto que Chile se eligió como destino por sus diferencias económicas y salariales y la cercanía que tiene con Bolivia, por otro lado se descubre un sistema político-normativo agresivo para las mujeres. En este sentido, una problemática importante de abordar como tema de estudio, son los procesos legales en temas de divorcio y pensiones para las/los hijas/os, pues si bien la legislación ha cambiado en los últimos años, se siguen teniendo desventajas para las mujeres madres que divorciadas. Algunas de esas problemáticas detectadas en este estudio son que al no haber un contrato matrimonial, es muy difícil obtener pensiones para las/los hijas/os, pero además los hechos demuestran que a pesar de que el matrimonio se disuelva, la dominación de la pareja sigue presente. Esto es un tema clave porque, como he señalado, sólo una de las mujeres entrevistadas mantenía su relación de pareja antes de venir a Chile, sin embargo, muchas de ellas seguían teniendo vínculos con su ex pareja, muchos de éstos que ejercen control. De la misma manera, la normatividad en materia de derechos para la vejez sale a cuestión en este contexto, pues evidencia que las mujeres mayores de cincuenta años no obtienen trabajo ni protección alguna por parte del Estado en situación de desempleo. No obstante, creo que más allá de la legislación, cultural y socialmente la edad adulta es desvalorizada, lo que 168 genera sentimientos negativos en los adultos mayores sobre su propia persona e identidad. Al retomar la parte simbólica en este estudio tenía la intención de enmarcar esos patrones que se encuentran en la psique de los individuos y se reproducen desde la cultura en términos de su identidad de género, y resultó fructífero en el sentido de que se aceptan los roles familiares y de pareja asignados, lo que provoca también una necesidad de alejarse. Sin embargo, uno de los hallazgos es que la salida también forma parte de la misma agencia de las mujeres por desafían estos contextos de desventaja por parte de los varones, sobre todo tal vez de un control físico y corporal. A partir de todo lo anterior he de considerar no sólo la incursión de las mujeres bolivianas en el trabajo domestico y de cuidados, sino de las mujeres latinoamericanas en general en situaciones de migración. El sistema económico global es voraz, pero son las mujeres que se ven forzadas a salir de su lugar quienes se encuentran más vulnerables ante esta situación. Esto indica qué papel están adquiriendo las mujeres latinoamericanas dentro de las familias y cuál es el papel que juega la migración en este sentido. Un aspecto muy importante, en el caso específico y que las mujeres aquí entrevistadas sirven como ejemplo es el nivel educativo, y los destinos profesionales de quienes cuentan con educación superior. Pues a nivel general Bolivia mantiene una gran brecha de desigualdad de género en términos de analfabetismo, lo que nos dice que aún las mujeres tienen menos acceso que los hombres a la educación. Pero además, existe una fuerte sexualización de la educación superior, pues las mujeres aquí entrevistadas estudiaron carreras que se identifican como exclusivas para mujeres. Por último, debo de mencionar que esto refleja una parte de lo que ocurre con la división laboral en el mercado de trabajo chileno, en la cual la etnia 169 se convierte en factor determinante para el espacio laboral al cual pueden acceder, pues hemos visto que, por ejemplo, las mujeres bolivianas se limitan a los trabajos domésticos, mientras que las mujeres afrodescendientes resultan renegadas al trabajo sexual. Esta otra brecha vislumbra la necesidad de continuar investigando la situación laboral de las mujeres latinoamericanas en los flujos migratorios sur-sur. 170 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Abecia, V. (1979). Las Relaciones Internacionales en la historia de Bolivia. La Paz- Cochabamba: Los amigos del libro. ABI. (2017, abril 10). Remesas suben 3,1% hasta febrero y llegan a 189,1 millones de dólares. Economía-Finanzas. La Paz. Acosta, E. (2012). Valorar los cuidados al estudiar las migraciones: la crisis del trabajo de cuidado y la feminización de la inmigración en Chile. En C. Stefoni (Ed.), Mujeres inmigrantes en Chile ¿Mano de obra o trabajadoras con derechos? (segunda, pp. 195-228). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Acosta, E. (2013). Mujeres migrantes cuidadoras en flujos migratorios sur_sur y sur-norte: expectativas, experiencias y valoraciones. Polis (en línea), (35). Recuperado a partir de http://polis.revues.org/9742 Agar, M. (2010). Desarrollo y chacha-warmi: lógicas de género en el mundo aymara. Casa de las méricas, (258), 10-24. Recuperado a partir de http://www.casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/258/he chosideas.pdf Alcántara, E. (2013). Identidad sexual/rol de ge ́nero. Debate feminista/intersexualidad, 47. Amode, N., & Rojas, N. (2015). La paradoja de las redes migratorias en lla frontera norte de Chile. Reflexiones a la luz de la exlusión laboral de la comunidad boliviana. En M. Guizardi (Ed.), Las fronteras del transnacionalismo. Límites y desbordes de la experiencia migrante en el centro y Norte de Chile (pp. 207-223). Santiago de Chile: Ocho libros editores. Arango, J. (2003). La explicacion teorica de las migraciones: luz y sombra. Migración y Desarrollo, Octubre(1), 1-30. Arauco, E., Mamani, R., & Rojas, J. (2007). Violencia contra la mujer en la pareja: respuestas de la salud pública en El Alto, Bolivia (Mujer y desarrollo No. 84). Santiago de Chile. Araujo, K., Legua, M. C., & Ossandón, L. (2002). Migrantes andinas en Chile. El caso de la migración peruana. Santiago de Chile: Fundacio ́n Instituto de la Mujer. 171 Arias, P. (2013). El viaje indefinido: la migración femenina a Estados Unidos. En M. Sánchez & I. Serra (Eds.), Ellas se van: mujeres migrantes en Estados Unidos y España (pp. 87-128). México: IIS UNAM. Ariza, M. (2004). Miradas masculinas y femeninas de la migración en Ciudad Juárez. En O. De Oliveira & M. Ariza (Eds.), Imágenes de la familia en el cambio de siglo (pp. 387-428). México: Instituto de Investigaciones Sociales. Ariza, M., & De Oliveira, O. (2004). Universo familiar y procesos demográficos. En M. Ariza & O. De Oliveira (Eds.), Imágenes de la familia en el cambio de siglo (pp. 9-45). México: IIS UNAM. Arriagada, I., & Moreno, M. (2012). La constitución de cadenas globales de cuidado y las condiciones laborales de las trabajadoras peruanas en Chile. En C. Stefoni (Ed.), Mujeres inmigrantes en Chile ¿Mano de obra o trabajadoras con derechos? (segunda, pp. 151-191). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Asakura, H. (2009). Movimientos en espiral: sexualidad y maternidad de mujeres mixtecas con experiencia migratoria transnacional. En G. Freyermuth-Enciso & S. Meneses (Eds.), De crianzas, jaibas e infecciones. Indígenas del sureste en la migracio ́n (pp. 143-197). México: CIESAS- Publicaciones de la Casa Chata. Asakura, H. (2016). Entramado de emociones. Experienias de duelo migratorio de hijos e hijas de migrantes hondureños. En M. Ariza (Ed.), Emociones, afectos y sociología: Diálogos desde la investigación social y la interdisciplina (Primera ed, pp. 69-108). México: UNAM, IIS. Baby-Collin, V., & Cortes, G. (2014). Nuevos despliegues del campo migratorio boliviano frente a la crisis. CIDOB d’Afers Internacionals, Septiembre(106). Baby-Collin, V., Cortes, G., & Sassone, S. (2008). Mujer, movilidad y territorialización. Análisis cruzado de las migraciones internacionales entre México y Bolivia. En H. Godard & G. Sandoval (Eds.), Migración transnacional de los Andes a Europa y Estados Unidos (pp. 135-164). Lima: IPEA-PIEB. Banco Central de Chile. (2015). Cuentas Nacionales de Chile. PIB Regional 2015. Banco Interamericano para el Desarrollo (BID). (2012). Nuevo Siglo , Viejas Disparidades : Brechas de ingresos por genero y etnicidad en America Latina y el Caribe. New York. Recuperado a partir de 172 http://idbdocs.iadb.org/wsdocs/getdocument.aspx?docnum=3720414 0 Benedetti, A. (2014). Espacios fronterizos del sur sudamericano . Propuesta de un modelo conceptual para su estudio Bordering spaces in the South American south . Proposals for a conceptual model for their study Introducción, 15, 11-47. Benedetti, A., & Salizzi, E. (2011). Llegar, pasar, regresar a la frontera. Aproximación al sistema de movilidad argentino-boliviano. Revista Transorte y Territorio, (4), 148-179. Benencia, R. (2008). Migrantes bolivianos en la periferia de ciudades argentinas: procesos y mecánismos tendientes a la confirmación de territorios productivos y mercados de trabajo. En S. Novick (Ed.), Las migraciones en América Latina (pp. 13-30). Buenos Aires: Catálogos. Biblioteca del Congreso Nacional (BCN). (2016). Chile y la migración: los extranjeros en Chile. Recuperado 1 de mayo de 2017, a partir de http://www.bcn.cl/siit/actualidad-territorial/chile-y-la-migracion-los- extranjeros-en-chile Bourdieu, P. (1988). Cosas Dichas. Buenos Aires: Gedisa editorial. Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Editorial Anagrama. Bourdieu, P. (2012). La economía de los bienes simbólicos. En I. Jiménez (Ed.), Pierre Bourdieu. Capital simbólico y magia social (pp. 86-120). México: Siglo XXI Editores. Brenner, N. (2003). La formación de la ciudad global y el re-escalamiento del espacio del Estado en la Europa Occidental post-fordista. Eure, XXIX(86), 5-35. Brenner, N., & Elden, S. (2009). Henri Lefebvre on State , Space , 353-377. Camacho, G. (2010). Mujeres migrantes. Trayectorias laborales y perspectiva de desarrollo humano. Buenos Aires: CLACSO. Cano, V., & Soffia, M. (2009). Los estudios sobre migración internacional en Chile: apuntes y comentarios para una agenda de investigación actualizada. Papeles de Población, julio/sept(61), 129-167. Recuperado a partir de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=112118060 07 173 Carnivella, G., Ardaya, G., Flores, G., & Rivera, A. (1984). Factores psicosociales de la migración rural-urbana. En C. García-Cornell, M. Querejazu, & J. Blanes (Eds.), Tras nuevas raíces... migraciones internas y colonización en Bolivia. (p. 360). La Paz: UPP. Carrère, C., & Carrère, M. (2015). Inmigración femenina en Chile y mercado de trabajos sexualizados: La articulación entre racismo y sexismo a partir de la interseccionalidad. Polis (Santiago), 14(42), 33- 52. http://doi.org/10.4067/S0718-65682015000300003 Castles, S., & Miller, M. J. (2004). La era de la migración. Movimientos internacionales de población en el mundo moderno. Universidad Autónoma de Zacatecas. Castro, L. (2010). Minería de altura y dinámicas de población boliviana e indígena en el Norte de Chile (Tarapacá 1880-1930). Si Somos Americanos.Revista de estudios transfronterizos, X(2), 129-145. CDH-UNFPA. (2014). Guía de clasificación de hechos de violencia en el marco de la Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia. La Paz. Chant, S. (2007). Género y migración. En S. Chant & N. Craske (Eds.), Género en Latinoamérica (pp. 389-428). México: CIESAS. Ciurlo, A. (2015). La migración femenina y los cambios en las relaciones de género en las familias : el caso de las transmigrantes colombianas en Italia *, 55-79. Comité de Frontera Chile-Bolivia. Reglamento (1998). Connell, R. (1987). Gender and Power. California: Stanford University Press. Connell, R. (2001). Educando a los muchachos: nuevas investigaciones sobre masculinidad y estrategias de género para las escuelas. Nómadas, abril(14), 156-171. Connell, R. (2002). Gender. Cambridge: Polity. Connell, R. (2015). Masculinidades. UNAM. Contreras, R. (2007). Motivos de migración (reflexiones sobre el género femenino). En A. Durán (Ed.), Memoria. Mujeres afectadas por el fenómeno migratorio en México.Una aproximación desde la perspectiva de género. (pp. 24-34). México: Instituto Nacional de las Mujeres. Cordero, H. (2006). Cosmovisión andina: construyendo el Pachakuti 174 educativo. En F. Delgado & C. Escóbar (Eds.), Diálogo intercultural e intercientífico (pp. 259-266). Cochabamba: AGRUCO. http://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004 Cordinadora de la mujer. Plan Nacional para la Igualdad de Oportunidades «Mujeres construyendo la nueva bolivia para Vivir Bien», Pub. L. No. Decreto Supremo No. 29850 (2008). Bolivia. Correa, J. Y. (2006). Ahora las mujeres se mandan solas: Migración y relaciones de género en una comunidad transnacional llamada pie de gallo. Universidad de Granada. Correa, V. (2014). Más allá de la racionalidad económica: nueva aproximación a la comprensión de la emigrante latinoamericana que llega a Santiago de Chile. Revista de estudios sociales, (49), 176-189. Crenshaw, K. W. (2012). Cartografiando los márgenes. Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color. En R. Platero (Ed.), Intersecciones: Cuerpos y sexualidades en la encrucijada. (pp. 87-122). España: Ediciones Bellaterra. Da Silva, A. (2006). Bolivianos em São Paulo : entre o sonho e a realidade, 20(57), 157-170. De Barbieri, T. (1975). Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género, 29-46. De Barbieri, T. (2014). Sobre la categoría de género. Una introducción teórico-metodológica. Igarss 2014, (1), 1-5. http://doi.org/10.1007/s13398-014-0173-7.2 Delgado, R., & Márquez, H. (2012). Una perspectiva desde el sur sobre capital global, migración forzada y desarrollo alternativo. En Desarrollo desigual y migración forzada. Una mirada desde el sur global. México: Universidad de Zacatecas. DIGEMIG. (2014). Infomig. Boletín Informativo. Bolivia. Recuperado a partir de http://www.migracion.gob.bo/upload/infomign5.pdf Domenech, E. E., & Magliano, M. J. (2009). Migraciones Internacionales y política en Bolivia: pasado y presente. Estudios Migratorios Latinoamericanos, 21(62), 3-41. Durand, J. (2014). Coordenadas metodolo ́gicas. De cómo armar el rompecabezas. En C. Oehmichen (Ed.), La etnografía y el trabajo de campo en las ciencias sociales (Primera, pp. 261-284). México: Instituto de Investigaciones Antropólogcas, UNAM. 175 Engels, F. (2012). El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Biblioteca Virtual Espartaco, (1), 1-109. Federici, S. (2013). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Recuperado a partir de http://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Revolucion en punto cero-TdS.pdf Ferro, N. (1991). El instinto maternal o la necesidad de un mito. España: Siglo XXI. Flachsland, C. (2003). Pierre Bourdieu y el capital simbólico. Madrid: Campos de ideas. Foucault, M. (2003). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión (Trigesimos). México: Siglo XXI Editores. Foucault, M. (2011). Historia de la sexualidad. La voluntad del saber. México: Siglo XXI Editores. Garcés, A., Moraga, J., & Maureira, M. (2016). Tres movilidades para una ruta: Espacio, comercio y transnacionalidad boliviana en Tarapacá. Estudios atacameños, (53), 205-220. http://doi.org/10.4067/S0718- 10432016005000010 Germani, G. (2010). La inmigración masiva y su papel en la modernización del país. En Gino Germani, la sociedad en cuestión: antología comentada. (pp. 490-544). Buenos Aires: CLACSO. Gobierno, M. de. Regimen Legal de Migración, Pub. L. No. Decreto supremo No. 24423 (1996). Bolivia. González-Fernández, T. (2016). Entre nodos y nudos: ambivalencias emocionales en la migración transnacional. Una aproximación etnográfica a las emociones a partir de familias transnacionales entre Bolivia y España. Odisea. Revista de Estudios Migratorios, (3), 99-121. González, S. (2009). El Norte Grande de Chile y sus dos Triples-Fronteras: Andina (Perú, Bolivia y Chile) y Circumpuñena (Bolivia, Argentina y Chile). Cuadernos interculturales, 7(13), 27-42. Recuperado a partir de http://cuadernosinterculturales.uv.cl/index.php?option=com_content &view=article&id=73&Itemid=8 González, S. (2014). Empresariado minero, movimientos regionales y diplomacia entre Bolivia y Chile en 1904. En M. Tapia & A. González (Eds.), Regiones Fronterizas. Migración y los desafíos para los Estados nacionales latinoamericanos (pp. 201-225). Tarapacá: Universidad 176 Arturo Prat. Gregorio, C. (2012). Tensiones conceptuales en la relación entre género y migraciones. Reflexiones desde la etnografía y la crítica feminista. Papers, 97(3), 569-590. Guerrero, B. (2007). La ciudad y sus transformaciones: memoria urbana de Iquique. Revista de Ciencias Sociales (Cl), (19), 149-165. Recuperado a partir de http://revistacienciasociales.cl/archivos/revista19/pdf/rcs19_9.pdf Guevara, J.-P. (2004). Migraciones bolivianas en el contexto de la globalización. Alternativas Sur, III(1), 171-187. Harding, J. (1877). The Desert of Atacama (Bolivia). Journal of the Royal Geographical Society of London, 47, 250-253. Recuperado a partir de http://www.jstor.org/stable/1798746 Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Sin Permiso, 1-213. Recuperado a partir de http://books.google.com/books?hl=en&lr=&id=EMduN4ZDNAUC&oi=f nd&pg=PA5&dq=Breve+historia+del+Neoliberalismo&ots=cJCXZoNX1P &sig=17gtNY0m4MuYvTERULzqcOqOsYs%5Cnhttp://books.google.co m/books?hl=en&lr=&id=EMduN4ZDNAUC&oi=fnd&pg=PA5&dq=Breve +historia+del+neoliber Herrera, G. (2012). Repensar el cuidado a través de la migración internacional : mercado laboral , Estado y familias transnacionales en Ecuador. Cuadernos de Relaciones Laborales, 30(1), 139-159. Recuperado a partir de http://dx.doi.org.10.5209/rev_CRLA.2012.v30.n1.39118 Heyman, J. (2012). Construcción y uso de tipologías: movilidad geográfica desigual en la frontera México-estados Unidos. En M. Ariza & L. Velasco (Eds.), Métodos cualitativos y su aplicación empírica. Por los caminos de la investigación sobre la migración internacional (pp. 419- 454). México: IIS UNAM-COLEF. Hinojosa, A. R. (2009). Migración transnacional y sus efectos en Bolivia. La Paz: PIEB. Hinojosa, A. R. (2010). Buscando la vida: Familias bolivianas transnacionales en España, 120. Hirai, S. (2012). «¡Sigue los símbolos del terruño!»: etnografía miltilocal y migración transnacional. En M. Ariza & L. Velasco (Eds.), Métodos Cualitativos y su Aplicación Empírica Por los caminos de la investigación 177 sobre migración internacional (pp. 81-111). México: UNAM, IIS. Hochschild, A. R. (1979). Emotion Work , Feeling Rules , and Social Structure. American Journal of Sociology, 85(3), 551-575. Recuperado a partir de http://www.jstor.org.pbidi.unam.mx:8080/stable/pdf/2778583.pdf Hochschild, A. R. (2001). Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y la plusvalía emocional. En W. Hutton & A. Giddens (Eds.), El límite: la vida en el capitalismo global (pp. 187-208). España: Tusquets editores. Hochschild, A. R., & Machung, A. (1989). The Second Shift. Working families and the revolution at the work. New York: Penguin Books. Hondagneu-Sotelo, P. (2007). La incorporación del género a la migración: «No sólo para feministas» - ni sólo para la familia. En M. Ariza & A. Portes (Eds.), El país transnacional. Migración mexicana y cambio social a través de la frontera (pp. 423-452). México: Miguel Ángel Porrua Editores-Instituto Nacional de Migración. Ilustre municipalidad de Iquique. (s. f.). Diagnóstico comunal Iquique, 24- 29. Imaz, E. (2010). Convertirse en madre. Etnografía del tiempo de gestación. Madrid: Ediciones Cátedra. INE. (2011). Proyección de las esperanzas de vida al nacer por sexo y periodos según región y departamento, 2000-2030. Recuperado 5 de octubre de 2016, a partir de http://www.ine.gob.bo/indice/visualizador.aspx?ah=PC20131.HTM Kottak, C. P. (2003). Introducción a la Antropologia Cultural (Tercera). España: McGraw Hill. La Tercera. (2009, octubre 25). Iquique tiene casi el 10% de su población extranjera y es la ciudad más cosmopolita del país. Nacional. Chile. Recuperado a partir de http://www.latercera.com/noticia/iquique- tiene-casi-el-10-de-su-poblacion-extranjera-y-es-la-ciudad-mas- cosmopolita-del-pais/ Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas. México: UNAM. Lamas, M. (1995). Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género. Revista de Estudios de Género. Lamas, M. (1999). Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género. 178 Papeles de Poblacion, 5(21), 147-178. Recuperado a partir de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11202105 Lefleur, J.-M., & Yépez del Castillo, I. (2014). Transnacionalismo y circulación migratoria:dos visiones para repensar el vínculo entre migración y desarrollo. En G. Herrera (Ed.), El vínculo entre migración y desarrollo a debate Miradas desde Ecuador y América Latina (pp. 71- 94). Ecuador: Flacso Ecuador-UCL. Leiva, S. (2015). Organización social del cuidado en Bolivia y Chile : Estado y cuidadanía. Revista Austral de Ciencias Sociales, 28, 61-81. Leiva, S., & Ross, C. (2016). Migración circular y trabajo de cuidado : Fragmentación de trayectorias laborales de migrantes bolivianas en Tarapacá. Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, 15(3), 56-55. http://doi.org/10.5027/PSICOPERSPECTIVAS-VOL15-ISSUE3- FULLTEXT-770 Lozano-Ascencio, F., & Rivera-Sánchez, L. (2014). Introduction: Interdisciplinary Dialogues and Methodological Debates. En F. Lozano- Ascencio & L. Rivera-Sánchez (Eds.), The practice of Research on Migration and Mobilities (pp. 1-18). Cuernavaca: UNAM-CRIM-Springer. Lube Guizardi, M., & Garcés, A. (2012). Mujeres peruanas en las regiones del norte de Chile : Apuntes preliminares para la investigación. Estudios atacameños, (44), 5-34. Lube Guizardi, M., & Garcés, A. (2013). Circuitos migrantes. Itinerarios y formación de redes migratorias entre Perú, Bolivia, Chile y Argentina en el norte grande chileno. Papeles de Poblacion, 19(78), 65-110. Lutz, H., Herrera, M. T., & Supik, L. (2011). Framing Intersectionality: An Introduction. En H. Lutz, M. T. Herrera, & L. Supik (Eds.), Framing Intersectionality. Debates on a Multi-Faceted Concept in Gender Studies (pp. 1-22). Gran Bretaña: MPG Books Group. Mamani, M. (1999). Chaha-warmi paradigma e identidad matrominial aymara en la provincia de parinacota. Chungara, Revista de Antropología Chilena, 31(2), 307-1017. Mamani, V. (2007). Mujer Aymara Migrante. Hermana: ponte derecha y anda. Bolivia: Editorial Verbo Divido. Márquez, H. (2010). Desarrollo y migración: una lectura desde la economía política crítica. Migración y Desarrollo, 59-87. Martínez, J., & Orrego, C. (2016). Nuevas tendencias y dinámicas 179 migratorias en américa Latina y el Caribe. Santiago de Chile. Massey, D. B. (1994). Space, place and gender. Space, Place and Gender. Minneapolis: Universuty of minnesota Press Mineapolis. http://doi.org/10.1049/el:19990302 Mc Dowell, L. (2000). Género, identidad y lugar. Valencia: Ediciones Cátedra. Méndez, L., & Cárdenas, M. (2012). Hacia la construcción de un modelo comprensivo de análisis de la «situación de inmigración» de mujeres sudamericanas en Chile. Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, 11(1), 252-272. Mercado Común del Sur (MERCOSUR). (1998). Declaración sociolaboral del Mercosur. Ministerio de Desarrollo Social. (2015). Casen 2013. Inmigrantes. Síntesis de Resultados. Santiago de Chile. Ministerio del Interior. (2015). Aranceles de visación. Recuperado 30 de enero de 2017, a partir de file:///Users/aketzin/Desktop/aranceles visacio%25CC%2581n-Chile.pdf Monje, C. A. (2011). Metodología de la Investigación cuantitativa y cualitativa. Guía didáctica. Colombia: Universidad Surcolombiana. Mora, C. (2009). Estratificación Social Y Migración Intrarregional: Algunas Caracterizaciones De La Experiencia Migratoria En Latinoamérica. Universum (Talca), 24(1), 128-143. http://doi.org/10.4067/S0718- 23762009000100008 Mora, C. (2013). La imperceptibilidad del género. En C. Mora (Ed.), Desigualdad en Chile: la continua relevancia del género (pp. 21-38). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Moreno, A., Moreno, I., & Colomo, M. (2007). Violencia a niñas y adolescentes en las calles del Alto. La Paz: PIEB-UPEA. Mummert, G. (2012). Pensando las familias transnacionales desde los relatos de vida: análisis longitudinal de la convivencia intergeneracional. En L. Velasco & M. Ariza (Eds.), Metódos cualitativos y su aplicación empírica. Por los caminos de la investigación sobre la migración internacional (pp. 151-184). México: IIS UNAM. Neira, F. (2014). Dinámica migratoria, remesas y políticas de la Comunidad Andina en el nuevo siglo. (primera). México: CIALC-UNAM. 180 Novick, S. (2011). Migraciones en el Cono Sur: políticas, actores y procesos de intergración. En B. Feldman-Bianco, L. Rivera, C. Stefoni, & M. I. Villa (Eds.), La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías (pp. 11-148). Quito, Ecuador: CLACSO-FLASO-Universidad Alberto Hurtado. Núñez, L., & Stefoni, C. (2004). Migrantes andinos en Chile: ¿Transnacionales o sobrevivientes? Enfoques. Observatorio de las Migraciones. (2009). Elementos para la construcción de políticas públicas migratorias en Bolivia: reflexiones para el debate. España. Recuperado a partir de http://bases.bireme.br/cgi- bin/wxislind.exe/iah/online/?IsisScript=iah/iah.xis&src=google&base =LILACS&lang=p&nextAction=lnk&exprSearch=651464&indexSearch= ID Oehmichen, C. (1999). La relación etnia-género en la migración femenina rural-urbana: mazahuas en la ciudad de México. Iztapalapa, 45, 107- 132. Recuperado a partir de http://www.humanindex.unam.mx/humanindex/consultas/detalle_a rticulos.php?id=15529&rfc=OEBC581012 Oehmichen, C. (2014). La etnografi ́a entre migrantes en contextos urbanos de destino. En C. Oehmichen (Ed.), La etnografía en el trabajo de campo y en las ciencias sociales (Primera, pp. 285-303). México: Instituto de Investigaciones Antropólogcas, UNAM. Organización Internacional del Trabajo (OIT). Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores Domésticos, Pub. L. No. Convenio 189 (2011). Recuperado a partir de http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=1000:12100:0::NO::P12100_I NSTRUMENT_ID:2551460 Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2006). Glosario sobre Migración (Derecho Internacional Sobre Migración No. 7). Ginebra. Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2015). Informe sobre las mIgracIones en el mundo 2015. Las migraciones y las ciudades: Nuevas colaboraciones para gestionar la movilidad. Francia: Organizaci Internacional para las Migraciones. Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2016a). Americas and the Caribbean. Recuperado 26 de marzo de 2016, a partir de http://www.iom.int/americas-and-caribbean Organización Internacional para las Migraciones (OIM). (2016b). Bolivia. 181 Recuperado 1 de agosto de 2017, a partir de https://www.iom.int/es/countries/bolivia Parella, S. (2003). Mujer, inmigrante y trabajadora: la triple discriminación. Barcelona: Anthropos Editorial. Parella, S. (2012). Familia transnacional y redefinición de los roles de género. El caso de la migración boliviana en España. Papers, 97, 661- 684. Peñaloza, C., Acuña, M. E., Vega, D., & Catañeda, M. (2015). Narrativas maternas, transformaciones de género y nudos exploratorios sobre las mujeres bolivianas inmigrantes de Chile. Iberoamérica social: revista de estudios sociales, IV, 116-127. Recuperado a partir de http://iberoamericasocial.com/narrativas-maternas- transformaciones- de-genero-y-nudos-exploratorios-sobre-las-mujeres- bolivianas-inmigrantes-en-santiago-de-chile1 Peñaranda, K., Flores, X., & Arandia, Á. (2006). Se necesita empleada doméstica, de preferencia cholita. Representaciones sociales de la trabajadora del hogar asalariada en Sucre. La Paz: PIEB. Pérez, A. (2009). Miradas globales a los cuidados y el desarrollo: ¿por un derecho al cuidado? En M. Roosta (Ed.), Bolivia y los fenómenos de la migración internacional (pp. 109-146). Bolivia: CIDES-UMSA. Pérez, A., Paiewonsky, D., & García, M. (2008). Cruzando Frontras II. Migración y desarrollo desde una perspectiva de género. Instraw. Santo Domingo. Portes, A. (1999). Capital social : sus orígenes y aplicaciones en la sociología moderna. En J. Carpio & I. Novacovsky (Eds.), De igual a igual. El desafío del Estado ante los nuevos problemas sociales. (pp. 243-266). Buenos Aires: Fondo de Cultura Econo ́mica de Argentina. Portes, A. (2009). Migración y desarrollo: una revisión conceptual de la evidencia. Migraciones contemporáneas Contribución al debate. Potthast, B. (2003). Mujeres migrantes en América Latina: una perspectiva histórica. En I. Wehr (Ed.), Un continente en Movimiento. Migraciones en América Latina (pp. 111-130). Santiago de Chile: Iberoamericana- Vervuert. Poulantzas, N. (2005). Estado, poder y socialismo (novena). México: Siglo XXI Editores. Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América 182 Latina. En E. Lender (Ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas, Argentin. Argentina: CLACSO. Quispe, J. (2009). Inmigrantes bolivianos en España. Una presencia que interpela desde la doble ausencia. Cochabamba: Kipus. Remme, C. (2014). MOBILIDADE DO TRABALHO MIGRAÇÃO FEMININA : MULHERES BOLIVIANAS EM SÃO PAULO Universidade de São Paulo / Faculdade de Filosofia , Letras e Ciências Humanas Introdução Objetivos Materiais e Métodos. Sao Paulo. Renouvin, P., & Baptiste, J. (2000). Introducción a las Relaciones Internacionales. México: Fondo de Cultura Econo ́mica. Rivera, S. (2002). Bircholas: trabajo de mujeres, explotación capitalista, opresión colonial entre las migrantes Aymarás de La Paz y El Alto. La Paz, Bolivia: Editorial Mama Huaco. Rivera, S. (2010). Violencias (re) encubiertas en Bolivia. La Paz, Bolivia: Editorial Piedra Rota. Rodríguez, R. (2014). Epistemología de la Frontera. Modelos de sociedad y políticas públicas. México: Ediciones EON. Rojas, N., & Silva, C. (2016). La migración en Chile: Breve reporte y caracterización. Madrid. Recuperado a partir de http://www.extranjeria.gob.cl/media/2016/08/informe_julio_agosto_ 2016.pdf Roldán, G. (2011). Las migraciones Internacionales laborales y algunos de sus mitos. En A. M. Aragonés (Ed.), Mercados de Trabajo y migración internacional (pp. 437-470). México: IIEC-UNAM. Román, O. (2009). Mientras no estamos. Migración de mujeres-madres de Cochabamba a España, 138. Roosta, M. (2009). Feminización de la migración. En M. Roosta (Ed.), Poblción y desarrollo. bolivia y los fenómenos de la migración Internacional (pp. 147-186). Bolivia: CIDES-UMSA. Rosas, C. (2010). Implicaciones mútuas entre el género y la migración: mujeres y varones peruanos arrivados a Buenos Aires entre 1990 y 2003. Buenos Aires: Eudeba. Rubin, G. (1986). El tráfico de mujeres: notas sobre la «economía política» del sexo, VIII(30), 95-144. 183 Rubin, G. (1989). Reflexionando sobre el sexo: notas para una teori ́a radical de la sexualidad. En C. Vence (Ed.), Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina (pp. 113-190). Madrid: Revolución. Saletti, L. (2008). Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad. Clepsydra, (7), 169-183. Sánchez, M., & Serra, I. (2013). Introducción y presentación. En M. Sánchez & I. Serra (Eds.), Ellas se van: mujeres migrantes en Estados Unidos y España (pp. 13-44). México: IIS UNAM. Sassen, S. (2002). Global cities and survival circuits. En B. Ehrenreich & A. Russell (Eds.), Global woman. Nannies, Maids and Sex Workers in the New Economy (pp. 254-274). Metropolitan Books/ Hnery Holt and Company. http://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004 Sassen, S. (2003). Strategic instantiations of gendering in the global economy. Gender and U.S. immigration: Contemporary trends, (1992), 43-61. Sassen, S. (2008). Actores y espacios laborales de la globalización. Papeles de Población, 33-51. Scott, J. W. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En M. Lamas (Ed.), El género. La construción cultural de la diferencia sexual (Primera, pp. 265-302). México: Miguel Ángel Porrua Editores- PUEG. Serret, E. (2006). El género y lo simbólico. La constitución imaginaria de la identidad femenina. Oaxaca: Instituto de la mujer oaxaqueña. Soffia, M., Martínez, J., & Cano, V. (2014). Tendencias y patrones de la migración latinoameriana y caribeña hacia 2010 y desafíos para una agenda regional. Santiago de Chile: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), CEPAL. Soneira, A. J. (2006). La «Teori ́a fundamentada en los datos» (Grounded Theory) de Glaser y Strauss. En I. Vasilachis de Gialdino (Ed.), 153- 173 (Primera, pp. 153-173). Barcelona: Gedisa Editorial. Stang, M. F. (2009). El migrante unidimensional. El dispositivo jurídico migratorio de la Comunidad Andina de Naciones. En E. Domenech (Ed.), Migración y política: el Estado interrogado. procesos actuales en Argentina y Sudamérica (pp. 301-354). Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba. Stefoni, C. (2002). Mujeres inmigrantes peruanas en Chile. Papeles de 184 Poblacion, 8(33), 117-144. Stefoni, C. (2009a). Migración, género y servicio doméstico. Mujeres peruanas en Chile. En M. E. Valenzuela & C. Mora (Eds.), Trabajo doméstico: un largo camino hacia el trabajo decente (pp. 191-232). Santiago de Chile: Oficina Internacional del Trabajo. Stefoni, C. (2009b). Migración, género y servicio doméstico. Mujeres Peruanas en Chile. (M. E. Valenzuela & C. Mora, Eds.)Trabajo doméstico: un largo camino hacia el trabajo decente. Santiago de Chile: Organización Internacional del Trabajo. http://doi.org/10.1111/j.1564-913X.2003.tb00171.x Stefoni, C. (2011). Perfil Migratorio de Chile. International Organization for Migration, 1-107. Stefoni, C., Camacho, G., Martínez, J., & Neira, F. (2012). Introducción. En F. Neira (Ed.), El uso de remesas para proyectos productivos en Sudamerica (pp. 11-46). México: CIALC-UNAM. Stefoni, C., & Fernández, R. (2012). Mujeres inmigrantes en el trabajo doméstico. Entre el servilismo y los derechos. En C. Stefoni (Ed.), Mujeres inmigrantes en Chile ¿Mano de obra o trabajadoras con derechos? (Segunda, pp. 45-72). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Strauss, A., & Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa: técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría (Primea edi). Colombia: Editorial Universidad de Antioquia. Szasz, I. (1994). Migración y relaciones sociales de género: aportes de la perspectiva antropológica. Estudios demográficos y urbanos, 129-150. http://doi.org/10.2307/40314734 Tapia, M. (2011a). Género y Migración: Trayectorias investigativas en Iberoamérica. Revista Encrucijada Americana, 115-147. Tapia, M. (2011b). Las relaciones de pareja entre migrantes bolivianos/as en Madrid: ¿cambios, resistencias o continuidades? AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, 6(3), 341-371. Tapia, M. (2014). Bolivia, historia de migraciones: pasado y presente. En C. Solé, S. Parella, & A. Petroff (Eds.), Las migraciones bolivianas en la encrucijada interdisciplinar: avolución, cambios y tendencias (pp. 9-29). Barcelona: Universitat Autónoma de Barcelona. Tapia, M., & Chacón, F. (2016). Vínculos transfronterizos: vida, movilidad 185 y comercio en el barrio boliviano de Iquique, Chile. REMHU, mai/ago(47), 131-152. Recuperado a partir de http://www.scielo.br/pdf/remhu/v24n47/1980-8585-REMHU-24-47- 131.pdf Tapia, M., & Parella, S. (2015). Las migraciones fronterizas para el estudio de la migración y la circulación. Un análisis a partir de dos casos ilustrativos. En M. Guizardi (Ed.), Las fronteras del transacionalismo (Primera, pp. 173-200). Santiago de Chile: Ocho libros editores. Tapia, M., & Ramos, R. (2013). Mujeres migrantes fronterizas en Tarapacá a principios del siglo XXI. El cruce de las fronteras y las redes de apoyo. Polis (Santiago), (35). Tarrius, A. (2000). Leer, describir, interpretar las circulaciones migratorias: convivencia de la noción de territorio curculatorio. Los nuevos hábitos de la identidad. Relaciones. Estudios de historia y sociedad, XXI(83), 38-66. Thayer, E. (2012). Trabajo y género: la condición social de inmigrante como referente para la definición de la identidad. En C. Stefoni (Ed.), Mujeres inmigrantes en Chile. ¿Mano de obra o trabajadoras con derechos? (Segunda, pp. 75-108). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Thomson, S. (2010). Claroscuro andino: Nubarrones y destellos en la obra de Silvia Rivera Cusicanqui. En S. Rivera (Ed.), Violencias (re) encubiertas en Bolivia (Primera, pp. 7-23). La Paz, Bolivia: Editorial Piedra Rota. Tijoux, M. E. (2012). Negando al «otro»: el constante sufrimiento de los inmigrantes peruanos en Chile. En C. Stefoni (Ed.), Mujeres inmigrantes en Chile ¿Mano de obra o trabajadoras con derechos? (Primera, pp. 17-42). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Tijoux, M. E. (2016). Presentación. En M. E. Tijoux (Ed.), Racismo en Chile. La piel como marca de la inmigración (Primera, pp. 15-18). Santiago de Chile: Universitaria. UNFPA Argentina. (2011). Salud y migración internacional: mujeres bolivianas en la Argentina. (M. Cerruti, Ed.) (Vol. 1). Buenos Aires: Programa Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD; Centro de Estudios de Población - CENEP; UNFPA Argentina. http://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004 Valdebenito, F., & Lube Guizardi, M. (2015). Espacialidades migrantes . 186 Una etnografía de la experiencia de mujeres peruanas en Arica ( Chile ), 31(1). Valdivia, V. (2010). ¿Las «mamitas de Chile»? Las mujeres y el sexo bajo la dictadura pinochetista. En J. Pinto (Ed.), Mujeres. Historias chilenas del siglo XX (pp. 87-116). Santiago de Chile: LOM. Valenzuela, J. M. (2014). Transfronteras y límites liminales. En J. M. Valenzuela (Ed.), Transfronteras. Fronteras del mundo y procesos culturales (pp. 17-44). México: COLEF. Vergara, Á. (2007). Ciudades privadas: la vida de los trabajadores del cobre. En R. Sagredo (Ed.), Historia de la vida privada en Chile. Tomo III (pp. 85-102). Santiago de Chile: Taurus. Villa, M., Martínez, J., & Tomas, E. (2001). Tendencias y Patrones de la migración en América Latina y el Caribe. Notas de Población (Vol. XXVIII). Santiago de Chile. Wence, N. (2015). Entre los hilos de la bolivianidad. En F. Besserer & Raúl Nieto (Eds.), La ciudadanía transnacional comparada. Modos de vida, gubernamentalidad y desposesión (pp. 209-242). México: UAM UnidadI ztapalapa- Juan Pablos editor. Wence, N. E. (2015). Trincheras transnacionales. experiencias de luchas urbanas de la población migrante de origen boliviano. Universidad Autónoma Metropolitana. Williams, R. (2000). Marxismo y literatura (Segunda). Barcelona: Ediciones Península. Woo, O. (2007). Las mujeres migrantes, poblacio ́n vulnerable por su condicio ́n de ge ́nero. En A. Durán (Ed.), Memoria. Mujeres afectadas por el fenómeno migratorio en México.Una aproximación desde la perspectiva de género. (pp. 54-63). México: Instituto Nacional de las Mujeres. Yépez del Castillo, I. (2014). Escenarios de la migración latinoamericana: la vida familiar transnacional entre Europa y América Latina. Papeles del CEIC, 2, 1-27. Yuste, P. (2012). Los otros rostros de la violencia. En E. Bautista (Ed.), 10 palabras clave sobre la violencia de género (Segunda, pp. 23-54). España: Editorial Verbo Divino.