60 sy dC za UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO pes : Ml e PO le : WU E az ESTI "> d a Pr ) «CENTRO DE ECOLOGIA - UACPy? / CCH A A DINAMICA DE MOGOTES, DEMOGRAFÍA DE MODULOS Y BIOLOGIA FLORAL DEL MEZQUITE Prosopis glandulosa var. torreyana EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE MAPIMI, DURANGO. JORGE ALEJANDRO LOPEZ.PORTILLO GUZMAN T E S ! S PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR EN ECOLOGIA MEXICO, D. F. TESIS CON FALLA DE ORIGEN 1993 ~·\\QlD1.lt10~lt.turn-0111.1~ 11111 ,,,a ..,. 1 ~ I RSI D CI AL I A E EXICO CENrno E OLOGIA. PyP I H I ICA E OGOTES, OGRAFIA E ODULOS I GIA AL EL EZQUITE rosopis / tlulosa r. a A E I A E APIMI, RANGO. GE RO LOP - TILL Z AN s l s A TENER DO E CTOR LOGIA EXICO, . . SIS N FALLA E RIGm UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis está protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. RESUMEN ( 1) Los mogotes do Mapimi, Durango, en el Desierto Cllihuahuense, son una variante de arcos do vegetación constituidos por parchas de hasta un 100% do cobertura vegetal, no segregados (sin zonación entre formas de vida vegetal) y rodendos por zonas prácticamente desnudas. Estos patronos de vegetación contraída han sido reportados principalmente en zonas áridas y semiáridas, en donde la pendiente es muy baja (0.2 a 2%), las lluvias son estacionales, y los chubascos contribuyen con un alto porcentaje a ln precipitación total, y en donde el agua fluye laml.narmente como consecuencia de la baja infiltrabilidad en los suelos desnudos y la carencia de un drenaje definido. (2) Algunos investigadores sugieren que los arcos de vegeta~~0n migran en el sentido de la pendiente, como consecuencia de la colonización al frente del arco y la mortalidad de las plantas que se encuentran cuesta abajo. Hay reportes que indican que el agua de escorrentía se detiene ~n un bordo de escasa altura al frente del arco, y que al infiltrarse le proporciona un subsidio hidrico de 1.5 a 5 veces el agua de lluvia, pe.ro que rara vez alcanza el márgen cuesta abajo del arco. Por ese motivo, puede suponerse que la disponibilidad de agua sigue un gradiente, con un máximo en la zona centrul del mogote y mínimos en las zonas desnudas aledañas. (3) En este trabajo sn puoo u prueba la hipótesis de migración de arcos y su hipótesis asociada, la dol gradiente hidrico continuo bajo los arcos, analizando la abundancia y la díctribución de Flourensia ~ y ~ glandulosa var. torreyaon en una localidad (Pico Teyra) y de ésta ultima especie en otra localidad (San Ignacio) a 15 Jan de distancia de la primera, ambas dentro del Bolsón de Mapimi. Los resultados obtenidos en San Ignacio se contrastaron con suposiciones s-ru::im;.i sobro la dinámica de la migración de arcos. La hipótesis acerca del gradiente híctrico fue también probada indirectamente mediante al seguimiento, durante un ciclo anual, de brotes de mezquite en tres mogotes, en un diseño de exclusión selectiva de formas de vida que toma en cuenta 3 posiciones dentro de los mogotes, además de los dos peladeros asociados, en donde la baja cobertura vegetal no permitió ninguna manipulación. (4) Los resultados obtenidos a partir del estudio de la abundancia y distribución de las plantas sugieren que en Pico Teyra los arcos migran cuesta arriba, y que en Cerro San Ignacio los arcan son estables. Los resultados de Cerro San Ignacio se complementan con los obtenidos a través de demografía modular en esa misma localidad, en donde no pudo demostrarse una relación entre el supuesto gradiente de agua dentro de los mogotes y la sobrevivencia y cracirniento de los brotes. Las diferencias entre mogotes y peladeros, y la relativa homogeneidad dentro de los mogotes, sugieren que la disponibilidad de agua es discontinua y mayor en los mogotes. Si esto es cierto y los arcos no migran, he sugerido que la mortalidad de la vegetación en el margen cuesta abajo de los mogotes se puede atribuir a cambios en la - 2 -- --.30idonados con el desarrollo de la vegetación, que hay un limite para el volúmen de agua que puede infiltrarse, y que éste volumen se distribuye en todo el mogote. (5) La exclusión de formas de vida, principalmente la dominada por la gramínea Hilaria mutica, más que mejorar el presupuesto hidrico del mezquite y con eso incrementar la sobrevivencia y el crecimiento de los brotes de mezquite, propició una disminución notable en los que se encuentran al alcance de liebres y roedores. Estos herbívoros pudieron depredar brotes que anteriormente crecian asociados a la barrera formada por el pasto, lo que sugiere que la cobertura de herbáceas es un refugio para los brotes bajos. (6) Como en otros trabajos de demografía modular, hay un alto porcentaje de la varianza no explicado por los factores experimentales. Dicha variabilidad está asociada, por un lado, a la producción de rebrotes, de partes florales y a latencia en los brotes de la planta, y, por otro, a la fisiología del agua del mezquite, que probablemente posee un sistema de conducción sectorial en el xilema. Hay diferencias, tanto en longitud de los brotes como en los potenciales hídricos, que están relacionadas con las alturas de los brotes dentro de los árboles, la altura de los árboles, y la posición (mogotes o peladeros) que éstos ocupan. Por último, hay una estructura jerárquica aún entre brotes de una misma clase. di disponibilidad de agua r~lacionados n l sa ro lo e getación, ue hay n ite ara l l cn e ua e ede filt rse, e ste lú en e i t ye 11 o l ogote. ) a clusión e as e i a, r ul ente inada or ínea iliJria utica, ás e ejorar l r puesto i rico el ezquite n so entar revivencia l i iento e s rotes e ezquita, r pició na inución table n s ue cuentran l ce Ue res dores. stos r í oros dieron predar rotes e t r ente cian ciados arrera ada or l asto, ue giere ue bertura e r áceas s n gio ara s rotes ajos. ) o o n tros ajos e ografía odular, ay n lt rcentaje e ri nza o pli ado or s t res peri entales. icha ri bili ad sta ciada, or n o, r u ción e rotes, e artes r les cia s rotes e l nta, , or tro, l gía el ua el ezquite, ue able ente s e n a e du ción cctorinl -en l i a. ay i r ncias, to gitud e s rotes o n s tenciales í ricos, ue t n adas n s l ras e s rotes entro e s oles, lt ra e s oles, sición ogotes l deros) e t s upan. or Ulti o, ay na t ctura r uica n n tre rotes e na is a l se. i ABSTRAC1' (1) Vegetation ares or stripes are characterized by dense patches of up to 100% cover surrounded by baro areas where cover is around 5\; thc umagotes 11 of Mapimi, Durango, in the Chihm1huan nesert, are but one of the types of vegetation ares, namely, indiferenciatod ares, whro grasses and woody species do not segregate. Al these patterns of "contracted vegetation 11 have been reported mainly in bajadas of arid and semiarid zones with gentle slopes (0.2\-2%), seasonnl rainfall, and heavy showers which supply a high proportion of total annual rainfall, and cause sheet-flow duo ta the law infiltration rate in baro soils. (2) Sorne authors suggest that vegetation ares migrate upslope as a consequonce of colonization at the upslope edge of the are nnJ plant mortallty at the downslope edge. same repart that superficial flaw is slowed down by differences in relief at the frant of the vegetated band and that water infiltrates thcre, subsidizing the rrant and middlo part by as much as l. 5 to 5 times the annu~l rainfall, but rarely reaching the downslope edge of the are. 'rhüs, it can be sug9ested that wator availnbility below the are follows a continuous gradicnt, with highost values at the middle and lowest at both up- and downslope bare areas. (3) I tested the migration hypothesis and itA associated hypothesis: that of a continuous gradient of water availability below the ares. Both were tested through analysis of the distribution and abundance of Flourensia ~ and ~ glandulosa var. ~llil in ene locality (Pico Teyra), and this last species at another lacality 15 km apart (Cerro San Ignacio), both s.l tes in the Ilolsón de Mapimí. Resul ts at san Ignacio were contrastad with ft-irri.2Ll. suppositions under the moving-arc hypothesis. ·rhe gradient hypothesis was al so indirectly tested through shoot demography (a modular approach) of honey mesquite in three ares during a one-year cycle, in an experimental dcsign where sclective removal of lifc-forms was made in three positions within the ares, and in the two adjoininQ bare areas, where no manipulation was possible duo to low plant cover. ( 4) Results concerning the abundance and distribution of plants show that while at Pico '11eyra ares may move upslope, in Cerro san Ignacio ares are stable. This last result is complementcd by those obtained in the deinographic study, where no relation between the suggested hydric gradient and survival and growth of plant modules could be demonstrated. Differcnces between ares and their bare areas, and the relativa homogeneity within the ares, suggest that water availabllity contrasta between ares and bare arcas, and is higher in th..J former. If ares do not move, I suggest that plant death in the dawnslope zones may be ctue to contraction of the are as a consequencc of changes in watQr availability related to the development of vegetation, and to limitad a supply of the infiltrated water that must be distributed in the body of the are. iii (5) The removal of life forms, mainly grasses, did not appear to ameliorate water availability, since there was no associated increment in shoot survival or growth, but a significant decrease was found only in shoots which could, due to grass romoval, be reached by hares and rodents. Thus, grasa cover may be considered as refugia of low shoots against herbivory. (6) As in other reporta on module demography of woody spccies, a high percentage of the variance cannot be explained by experimental factors. Such variability in associated, on one hand, with the phenology of the plant: new shoot and flower production, and the prcdorninance of latent shoots, and on the other hand, on the water physiology of honey mcsquite and its sectorial-type of water transport. Differences in shoot length as well as differences in water potentials are related to shoot 1.eight within trees, tree height, and whether trees are inside the ares or in thc bare areas. l!ierarchy bctwccn shoots from the same class is also very comrnon. iv RESUMEN ABSTRACT RECONOCIMIENTOS l. INTRODUCCION 2 . ANTECEDENTES INDICE página ..................................... i iii vi 5 3. Respuesta de dos especies de leñosas a las condiciones creadas por un ecotono móvil en un ecosistema árido ... ...•.. ...... 19 4. Distribución y abundancia de .f.1;.:Q§g.12.i§. glandulosa var. torreyana en tres mogotes: alternativas a la hipótesis del movimiento de arcos de vegetación .•.. , •.•....•. , ... , .. , • . • JO 5. Efectos de un gradiente hidrico en el crecimiento y la sobrevivencia de brotes de mezquite. I. Experimentos de exclusión de formas de vida ......................... , ...... , . 54 6, Efectos de un gradiente hidrico en el crecimiento y la sobrevivencia de brotes de mezquite. II. Variabilidad residual en los modelos demogréficos .................................. 81 7. DISCUSION FINAL 99 APENDICE. Mezquites meliferos sin néctar •.•...•...••••••.• 104 LITERATURA CITADA 145 CAPITULO 1 INTRODUCCION 1 En zonas áridas y semiáridas se desarrolla un mosaico de manchones de alta cobertura vegetal generalmente perpendiculares a la pendiente e intercalados con áreas de muy baja cobertura. Bl patrón es tan peculiar que se le ha denominado matorral atigrado (brousse tigrée, Clos-Arccduc 1956). Otras formaciones relacionadas son arcos de vegetación (ygget.1tion ~, Boaler y Hodge 1964, Hemrning 1965), bandas de vegetación (vegetation §tripes, Boalcr y Hodgc 1962, Whitc 1971), ondas de desierto (desert ripplus, !ves 19•16) y rnogotcz (Carnet g.!;. ª.l· 1987). Un patrón de franjas de brezal (Calluna vulgaris) ha sido reportado en latitudes mayores: en zonas montañosas y tundras de Escocia (Bayficld 1984). En adelante, el tórmino genórico escogido arbitrariamente será el de arcos .Q..Q vegetación. En los sitios ocupados por arcos de vegetación el relieve general es poco pronunciado (0.2% a 2'l., Doaler y llodge 1964, Ambouta 1984, Mabbutt y Fanning 1987, '!'ongway y Ludwig 1990) y las escasas lluvias son torrenciales y fuertemente estacionales (White 1971). En las zonas prticticamente desnudas, el efecto mecánico de las gotas de lluvia y la existencia de una estación seca y con altas temperaturas, contribuyen a la formación superficial da una c~pa de textura fina e impermeable. En consecuencia, el agua de lluvia recibida tiende a fluir larninarmente hasta encontrar áreas de .:lCUmulacion (playas) , vias definidas de drenaje (arroyos) o arcos de vegetación, bordos de alrededor de 5 cm de altura (White 1969, Ambouta 1984) que oponen resistencia al flujo de agua. En estos ultimas, el desarrollo de la vegetación aumenta la porosidad del suelo, y el agua estancada al frente se infiltra a mayor profundidad que en la zonas desnudas. Como resultado, hay una redistribución del agua de escorrcntia y los arcos pueden recibir un subsidio hidrico que puede ser de 1.5 a 5.3 veces la precipitación anual, posibilitando el mantenimiento de hasta un 100% de cobertura vegetal (Hemming 1965, Cornet Q.t i!l. 1992). Tomando e11 cuenta que el flujo laminar puede llevar sedimentos y semillas y depositarlos en el frente de los arcos de vegetación, se ha propuesto que estos migran cuesta arriba como resultado de la colonización de plantas perennes en el frente. Esta colonización, y el consecuente aumento en la demanda hidrica, disminuye lu oferta de agua en la porción trasera de los arcos, causando eventualmente la mortalidad de plantas en esa posición (White 1971, Greig-Smith 1979). De ser éste el caso, los efectos de un gradiente hidrico dcbcrian detectarse, (a) en el corto plazo, en el crecimiento diferencial de las plantas de acuerdo a su posición en los arcos, y (b) en el largo plazo, en una distribución de edudes y de tamaños ligada a las posiciones dentro de los arcos. En este trabajo se exploran estas dos formas de detectar si hay migración en los mogotes de Mapimi. El enfoque del trabajo se centra fundamentalmente en la biología de una especie leñosa, el mezquite ProsQllÍ..§. glandulosa var. torreyana. A continuación detallo la forma general en la que los resultados serán expuestos. En el Capitulo 2 e:·nongo ( 1) que son los arcos de vegetación, qué variantes se pueden distinguir, y cuales son las hipótPsis acerca de su origen y dinámica; (2) las caracteristicas de las zonas de estudio seleccionadas; (3) las especies objeto del estudio, y los atributos que las hacen idóneas para el estudio de la dinámica de mogotes~ y (4) los objetivos de la tesis. I.x.1s consecuencias a largo plazo de lu dintimica de mogotes sobre la abundancia y distribución de leñosas se analizan en los Capitulas 3 y 4. En el Capítulo 3 se compara la distribucción de dos especies de leñosas, el mezquite Prosopis 9.lit.ndulosa var. torreyana y el hojasén Flour0nsia cernua, en 4 mogotes en la localidad de Pico Teyra. En el Capitulo 4 se analiza la cobertura, la densidad, y la distribución del mezquite en tres mogotes de Cerro San Ignacio, una localidad a 15 km al NW de Pico Teyra. En el Capitulo 5 estudio lu. reacción (~ Greig-Smith 1979) a corto plazo del mezquite a las diferencias asociadas a diferentes posiciones dentro y fuera de tres mogotes. Esta especie fue seleccionada sobre otras debido a que es común tanto dentro como fuera de los mogotes, y porque parece ser la especie leñosa méis longeva. Lns especies de este gdncro son consideradas como frcatofit.:is (MacM.:-\hon y Sc.:himpf 1981), y sus raices exploran y pueden tomar agua de horizontef; superficiales y profundos (Heitschmidt g_t ª1· 1988, Ansley Q!;. ª1_. 1990). Son tambión sensibles a cambios en la disponibilidad de agua, como lo indican los diferentes reportes sobre su potencial hidrico tanto a lo largo del dia (Hanson y Oye 1980, nrown y Archer 1989, 1990) corno entre periodos anuales (Mooney tl fil, 1977); por otro lado, responden también a experimentos de riego artificial (Ansley et iJ.l. 1988). Hay evidencias de que la disponibilidad de agua cambia dentro del mogote y es mucho menor fuera de él. Por ejemplo, Carnet tl al. (1992) señalan que la columna de agua acumulada durante 5 eventos do lluvia reprcs~nto de 10 a 48% de la precipitación en las zonas desnudas, en tanto que el ámbito de valores fue de 170-530% en el frente del mogote y de 160-210% en la parte trasera fiel mismo. Si, como en otras zonas desérticas, la disponibilidad de agua condiciona el crecimiento vegetal (p. ej. Walter y Stadelmann 1974) y si dicha disponibilidad sigue la tendencia reportada por carnet gt g1. (1992), puede suponerse que las plantas de mezquite crecerñn mas al frente del mogote que en ~u parte trasera. Para probar esta ~uposición se midió el crecimiento de las plantas por medio del seguimiento de una cohorte de módulos (Mailette 1987, Janes y Harper 1987 A,~). El nivel ¿nodular utilizado fue el brote, que consiste en un conjunto de nudos cada uno con hasta seis meristemos que pueden producir hojas, espinas, inflorescencias, o rebrotes (Mooney et ~1.. 1977). La productividad en desiertos está altamente correlacionada con la precipitación, y es tambirin influida por la redistribución del agua por escorrentía (citas en Hoy-Meir 1985). Por otro lado, se ha observado que en los desiertos de Norteamérica, despuós de dos o más años de lluvia por arriba de la media, el nitrógeno es el factor limitante en los desiertos de Norteamérica (Noy-Meir 1985). Tomando en cuenta que el mezquite es una leguminosa que puede fijar nitrógeno de la atmósfera a través de nódulos radiculares (Johnson y Mayeux 1991), el agua debe ser entonces el principal factor limitante. Si esto es cierto y los sistemas radiculares de diferentes especies vegetales se sobreponen en el espacio (Cody 1986) y forman zonas de empobrecimiento de este recurso (Harper 1985), la extracción selectiva de formas de vida alrededor de la planta de interés puede mejorar su estado hídrico e incrementar su cracimiento (Fonteyn y Mahall 1978, 1981, Eissenstat y Caldwell 1988). El estudio del crecimiento de mezquites bajo posibles gradientes hidricos y el del efecto de la competencia interespecifica se combinaron dentro de tres mogotes, planteando un diseño que contempla la posibilidad de excluir formas de vida vegetal. Los resultados de este trabajo se reportan también en el capitulo 5. El crecimiento puede tambien estar relacionado con la forma de conducción de agua en el xilema y con su disponibilidad dentro de la planta. Esto se analiza en el Capitulo 6. Hay dos formas de conducción fundamentales: espiral y sectorial, y la segunda es más frecuente en zonas áridas (Waisel et ll· 1972). La posible consecuencia de esta forma de conducción, en donde el agua tomada por una porción del sistema radicular del individuo sólo abastece una parte de la copa, es que algunas ramas estarán sujetas a mayores déficits hídricos y, si no mueren, crecerán menos que otras ramas que se encuentren bajo mejores condiciones hídricas; además, un sistema sectorial puede también limitar el paso de patógenos y evitar que el efecto de embolias se propague a otras partes de la planta (Sprugel g!:o ll.l. 1991). Para comprobar que el mezquite es sensible a cambio~ en la humedad del suelo, consideramos de interés conocer la variabilidad en los potenciales hidricos entre ramas de un mismo individuo, entre individuos de alturas contrastantes y entre individuos en los mogotes y en las zonas desnudas o peladeros. Estos resultados se comparan con datos tomados del estudio de demografia de módulos reportado en el Capitulo 5. En el capitulo 7 se discuten las conclusiones de los capitulas anteriores y se analizan las evidencias en pro y en contra de la hipótesis de la migración de mogotes. si la disponibilidad de agua en mogotes y peladeros puede afectar el crecimiento y la distribución de las plantas, también puede afectar su adecuación. En el Apéndice se presenta un estudio sobre las consecuencias de distribución de individuos de mezquite en los patrones de visita de polinizadores y en la producción resultante de vainas y semillas. Esto trabajo fue realizado en el bordo de un presón, que es, de hecho, un mogote antropógeno. CAPITULO 2 ANTECEDENTES Arcos de vegetación . ................... , . . . . . . . . . . . 6 sitios de estudio .•••••••••••••••••••.•••••.••••.•• Especies estudiadas •••••••.••••••••••••••••••.••••• 10 objetivos •••.••••••••.•••••••••••••.••••••••• 11 Figuras •••••••••.•••.•••••.•••••••.•••••••• 13 5 ARCOS DE VEGETACION Arcos Q.g vegetación y f_o_rmus QQ vi.da ill!Q. los componen. En general, pueden distinguirse tres variantes principales de arcos de vegetación: (1) compuestos fundamentalmente por pastos, (2) con herbáceas al frente y leñosas cuesta abajo y {3) conpucstos por la mezcla indiferenciadu de ambas formas de vida. Todas estas son variantes de lo que Menad (1954) lla1.1ó vegetación contraída (végótation s;_ontract~), en donde la cobertura vegetal es mayor a la que podría esperarse si se considerara solamente la precipitació11 locali lo que implica un subsidio hidrico de agua que flt1yo por escorr0nt1ü. Las variar1tcs descritas de arcos de vcgotilción so11: arcos compuestus por µc1slos perennes (Boaler y lloCr¡e 1964), por pastos y leñosas (Worral 1959, 1960, Cornet tl ll· 1987), por una franja de pastos pendiente urribu, una de árboles y otra de pastoLl (Slaytar 1961, MnLLutt y fanning 1987, Tongway y Ludwig 1990), y por arbustos de quenopodiaceas dSociados con pastos y hierbas halófilas (Whitc 1969). El patrón de matorral atigrado (h_r.gusse tigr0c) reportlldo por Whitc (1970), Clos-Arceduc (1956), y Wickcns y Collier (1971) consiste de lineas alternantes de árboles y franjas desnudas. Wickcns y Collier (1971) ta1nbión mencionan 11 bandas 11 compuestas por especies arbóreas y 11 cstrias'', que tienen especies arbóreas en lns concavidades (hQ}.l.9~:§) y pastos en l~s convexidades (ridgcs) . Al menos una de estas vari.:rnte~> se h.::i reportado en Mauritania, tligeria, Sudán y Somalia, Arabia Saudita, Jordania, Australia Occidental y en Móxico, todas situadas en t~reas con clima serni.:irido. Origen Q.g 19§ ~ 9..-ª vegetación. Según Greig-Smith {1979), los arcos de vegetación pueden formarse de dos maneras alternativas: (1) en zonas ocupadas por una cobertura vegetal homogénea, la formación al azar de parches desnudos ocasionri la redistribución del agua disponible, y la vegetación tenderá a crecer en una franja estrecha cuesta abajo del parche desnudo, y a extenderse lateralmente hasta unirse con otros parches hasta formar los arcos (Fig. 2.1ª); y (2) en zonas sin cobertura vegetal, la colonización por plantas de pequeños bordos que obstaculizan el flujo laminar promueve la expansión lateral de la zona de infiltración de agua; la unión de parches formados de esta manera también dara lugar a bandas de vegetación (Fig. 2.lQ). En ambos casos, Greig-Smith (1979) supone que las bandas de vegetación migran cuesta arriba, y que existe una región con mayor infiltración de agua y crecimiento vegetal a.l frente de la banda, y una región de retracción cuesta abajo. Se han discutido varias hipótesis en torno al origen de los arcos de vegetación. Bagnold (1941) se lo atribuyó a depósitos de sedimentos acarreados por tormentas de arena que se orientan perpendicularmente a la dirección de los vientos dominantes. Boaler y Hodge (1962) sugirieron que en Somalía, el patrón de las bandas de vegetación puede deberse a la separación de diferentes tamaños de particulas ocasion~da por la interacción de los vientos con el agua de lluvia. Clos-Arceduc (1956) propuso que el matorral atigrado en Nigeria se forma por la extinción local de : guias prolongadas: al dispersarse los sedimentos acumulados en los termiteros, la vegetación aledaña a éstos es "sofocada” (smothered) en tanto que la vegetación alejada se beneficia por la escorrentia adicional no capturada en los montículos, Para White (1970) es suficiente el desperdicio producido en los termiteros activos que, al acumularse, forman bordos en donde se inicia la formación de los arcos de vegetación y las zonas desnudas que las rodean; una vez diferenciadas las dos zonas, la severidad del ambiente, la superficie compacta en las zonas desnudas y las lluvias poco frecuentes y torrenciales previenen el establecimiento de plántulas, por lo que el patrón observado se estabiliza. Cornet et al. (1987) explican la formación de los mogotes a partir de la evolución geomorfológica del relieve (Fig. 2.2). La erosión progresiva de los cerros dentro del desierto del Bolsón de Mapimi ha ccasionado que éstos "literalmente se entierren en sus propios sedimentos" (Bioom 1978). En el piedemonte, el relieve es pronunciado y ahi se forman sistemas de drenaje organizados. Estos sistemas de drenaje desaparecen progresivamente a medida que la pendiente disminuye, dando lugar a una zona con flujo laminar de agua (la bajada inferior), en donde se encuentran los mogotes, y después a un arroyo o a una playa. El matorral de piedemonte y la bajada superior, caracterizados por especies de Fouquieria, Agave, Opuntia y Larrea, es reemplazado en la bajada inferior por especies de Prosopis, Flourensia e Hilaria. Según Cornet et al. (1987), la modificación por las plantas del microrrelieve y de los horizontes edáficos superficiales favorecen la infiltración y la expansión lateral de los mogotes, constituyéndose éstos en un obstáculo para que llegue suficiente agua a las plantas que se encuentran inmediatamente pendiente abajo, lo que finalmente causa la diferenciación entre mogotes y peladeros. Dinámica de los arcos. Se han propuesto dos hipótesis alternativas: (a) los arcos migran cuesta arriba y (b) los arcos son estacionarios, Para el primer caso, Worral (1959) demostró que sus arcos avanzaban a razón de un metro anual; Boaler y Hodge (1964) estimaron un avance de 30 cm, y Hemming (1965) de 15-30 cm. Montaña (1992) estima que el frente de colonización se expandió 4 m al frente de un mogote en el Bolsón de Mapimi, Durango en un periodo de 5 años, una cifra cuyo valor puede depender de la secuencia de años lluviosos y años secos. Hemming (1965) supone una zona de colonización cuesta arriba al frente de un arco. La zona de colonización en un mogote en Mapimi ha sido también descrita por Cornet et al. (1988, 1992). Para el segundo caso, están las evidencias proporcionadas por el análisis de las fotografías aéreas tomadas en Somalia con dos décadas de diferencia, que indican que los arcos no se movieron (Greenwood 1957); White (1969) señala que los arcos en Jordania no se han movido en 15 años, aunque la presencia de restos radiculares en la parte desnuda cuesta abajo le sugirió que los arcos pudieron migrar en el pasado. Para Boaler y Hodge (1964) el patrón en arcos resulta en condiciones de humedad los termiteros durante ~ü4uias u!3: 1 i ersarse s i entos ulados s iteros, getación aña t s os '' f cdda'' othored) to e getación l j da eneficia or o rentía ici nal o t rada s ontículos. ara hite 70) s z ficiente l sperdicio ucido s iteros u t .s ue, l ularse, an rdos .en nde icia u ación e s os e getación s nas s udas e s ean; na ez i ciadas s os nas, eri ad el biente, perficie pacta s nas s udas s ias co entes ciales r i nen l l i iento e ldntulas, or e l atr n ser ado t biliza. arnet fil n l. 967) c l ican rni:lcion e s ogotes artir e olución c orfologica el l e ig. .2). a sión r gresiva e s rros ntro el esierto el olsón e apimi a o si ado e t s tera ente ti rren s r pios c i entos 11 l 78). n l i ontc, l l e s unciado i an as e r naje anizados. stos as ), vura s ecies e arecen l llrco, lli}_l c_r j_q_ gommi_phoroidc~ os i_! i i. J_fo l in. ily, r; i lx1rqo, des u. 11;1s ecto e u re 0n p~rtc ntral e s arco~ e getación. n al apa bli ado or ltC! min(] 965) serva e s .1.rbolcs nl te n ilares l iira .-i [; el inedia L1s 1 to s, o ede tectarse, n ase ol ecto e s i i uos, a na 1..;!n Uonde LI cli~:;ponibilid;ld iJri d cet ;1yor. alcr llodge 64) .:in e s <..1rbolr_:<.; ws l.:lntulas e unhorbio chii !l_~oc.U1 .t.ortilis n os e inca ndr 11 c lcri n c únmente ti..:is erosos ntro ctrós e s os, to s, 110 ay a i ción r ferente e l ntas enes l te clcl r o, on 11de cbcria erarse a na e l nizución. arnet tl f!l· 92) i an e s oles e Prosopi_~ l dulosa en t ras ayores . 5 ) arte ntral el ogote n nde hum~dad el elo bión e ayor) e Cstas i uyen w arte ntal Lrasera el ogote, ca ,1ndo altur.J~; J dor e . , .lo e gcriria e ay enor éficit l1idrico r1 arte ntral el ogote. os c c11tcs rc~ultados j 3n ~u0 i ción e arnafios e i i uos s i r ntes s e os e c t•t.:ición o r iten cluir s :.,ibi l idadcs rlc qu~ s os igren o rí dos servables e ie po. I S E DIO a na neral nde uentran s s e t dio sta ntro 0l Aolsón e apimi, e a arte el esierto hihuahuanse, e aliza ción e s st dos e hihuahua, oahuilü urango ig . ). e i aron s li des ara t dio: r era e ro an acio nda ico cyra. ti ación scribe da ali ad. e ro un 19..lli!cio. l r er iti e t dio cuentra j da .:Jrior el e ro an acio (1('3~,1.1 1 , 2G~40' U}, l ás lt e na bierta ig. .3 80 .s.n.m.). l iti stá bre pósitos viales enes el c aternario Dartolino 8). n an acio, t s i entos t n ados e l stos l ánicos a atriz e o e an asta arroyos circundantes; el grosor minimo de los depósitos recientes es del orden de 2 a 3 m (Cornet fil ª1· 1987). Breimer (1988) identifica los suelos de esta bajada como "suelos moderadamente profundos a profundos, pardos, frunce-arenosos a franco-arcillo arenosos, gravosos, frecuentemente con horizonte cálcico". Los tres mogotes estudiados se localizan en la vertiente oeste del Cerro San Ignacio (Fig. 2.4) a una altituU de 1155 m.s.n.m.; el eje más largo de los mogotes es perpendicular a la linea de mayor pendiente, r¡ue c;orre de cr;tc a oeste. Lil orientación de los mogotes sugiere que reciben el flujo de de agua y sedimentos del Cerro San Ignacio, que en tórminos generales se dirigen al arroyo La Vega, a 7 km ele este cerro. ~ Tgy];:g. El segundo sitio de estudio (loJ·49• o, 25•33 1 N) se encuentra también en una bajada inferior cuyo sedimento entierra las faldas de Pico Teyrn (Fig. 2.J) y que está sobre un aluvión de piedernontc. Este sedimento proviene principalmente de la erosión de la fagj__Q de rocas de aluvión de la Formación Quiotentas, y ha sido transportado por flujo laminar y de arroyo (.t:.ill li5!.Qh). El aluvión se compone de ilren.:i::; no consolidadas, limos y arcillas, y se encuentra entre los depósitos mas recientes descritos por Uartolino (1988). Brcincr (1988) identifica los suelos de esta zona como "suelos profundos, pardos, franco-arcillosos, frecuentemente 1 igcra i.l moderadamente salinos y sódicos en profundidad 11 • En comparación con los suelos de la localidad de Cerro S~n Ignacio, los suelos do Pico Teyra tienen una mayor proporción de arenas. Los mogotes estudiados en Pico Teyra (Fig. 2.5} se encuentran a u11a altitud de 1186 m.s.n.m. y rodean al cono volcánico. La orientación de los mogotes en su eje más largo (A-A 1 , Flg. 2.5) es perpendicular a la dirección de transporte de los sedimentos, que corren de norte a sur hacia el arroyo Picotería, a 1.5 km de distancia . .9limª. El Bolsóu de Mapirni, en donde se encuentran las dos localidades estudiadas, tiene un clima BWhw(c): muy érido, semicalido, con lluvias en verano y de amplitud térmica extremosa (Garcia 1973). Er.te clima, continental y de .:i.lturu., se atribuye a la posición del sitio con respecto a la zona subtLopical de altas presiones y a que se encuentru entre dus yrandt:!S sistema!;; montañosos. La precipitación promedio anual de la estación más cercana a las zonas de estudio (Laboratorio del Desierto) es de 264 mm. Con base en el anñl.isis de varias estaciones alrededor de la Reserva de la Biósfera de Mapimí, Carnet (1988) concluye que 71% de la precipitación anuul se concentra en verano (62% a fines de esta estación) y que la lluvias de invizrno contribuyen con 9% de la precipitación anual. En general, las lluvias son intensas, localizadas (lo que contribuye a la variación entre sitios) y de corta duración; sin embargo, las lluvias de poca cantidad son más frecuentes: en la estación de Ceballos, que se encuentra a 60 km de la Reserva de la Diósfera de Mapimi, 62% de las lluvi ... s diarias son inferiores a 5 mm; esta proporción aumenta a 75% en los años más secos y disminuye a 57% en años húmedos. El rango de precipitación promedio anual registrado en Ceballos a lo largo de 25 años (1956-1981) es de B0.8 a 512.5 mm. Vegetación. Corresponde al m,1torrill xcrófilo descrito por Rzedowski (1978} y al matorral desértico Chihuahucnse de Drown ( 1982). La nomenclutura de li'ls especies que se cnJ is tan a continuación fue tom.::ido de Ruiz de Espurza (1988). En los mogotes predomina el pasto perenne lfilari_u m1tica (Bue}·.!.) Benth., el mezquite El:QQQ.J2J_~1 g_l_tindul osn vur. torn;_y_0nrt (L. Benson) M.C. Johnst., y Bon menos comúnes el hojasen f.Jouren~dil QQ.r:nuil oc., la cuervilla Z.l.~JJ.~Jlli~ 9J2t11_~!.Cf.QJJ.n ('1'. et G) Gray, ca.s.tQ.lil texnn.Q {'r. et G.) Rose, E.Qc!Je_[J__i_nl.i! 2.ll.i...!lQgi.f.! Zucc., y Uos nopules: Qpuntia violacefl. Engclmann y Q. rust_r:_Q_r:_n Weber. éste liltimu frecuente en las zonas desnudas entre rno~¡otcs. otr~1~ especias presentas de menor abundnncia son: 'l'ridcn~~ gulchL·-;JJ . .\dn. (11. B.J<.) llitchc., 'l'richloris crinita (Lzig.) Parodi, ºQl._l!Q.l_QS! t?I.!.rb..!1!=..!.1 Lag., t!.Qf..fmanscgia donsiflor<1 Gr~1y, Ui!plopappus heterophyl hHl (Gray) Blake, Parthenium inc;inum 11.B.K., ~TL\troQ.lE! ~lioica Ccrv., y Hamntacactus fil¡m1.ly Sfll":ics and 1he1r c.:uvcr w1tl11n 1hc ares {J)Thcspcdcs studicd wcrr l'fflwp11 J.:{<1111/ulow ami nmue11.11,1remu11 Thcd1\tnhution of \tcdlings ,1ml ,ulult' ""' 1c<.:or1!cd m a MlO-rn ~ ~-m tr.111\Ctl bc!t l""'"rp<.:nll1ct11.1r lo ttw ~ltlJ"ll!~ Cnu·r \;1r1.1t1on 111\11lc thc are~ 11,1' mcctwccu are.:~. "hcrc.1s F. n•mw1 "'" ,\h\Cllt in lhc barc arca\ ;wtl in ~"me ofthc ;m:~. Oiffcrcncc\ m c.:mcr 1,duc~ "ere fouml bct..,.ccn Tune\ Jnd ~pccics bu! not bc111crn ;i11:s (5)Thcrc 11 nnC\hkncc u pon 1\l11cl1 to rcJCCI 111<' h)p11thc~l'i of;1rc·r11111ra1tun, .1nd snrnc h}pu1hc~s ubuul lhc tcmpor.1l .1ntl sp;illal \'<1Ual11l1ty oftl11> proc..-ssJrccons1Jcr..-d. l111hc pr1iccss ofm1grntiun a central role is p!JycJ by thc up-sloree-culone wh1ch funi::1mn~ a~ thc main co1onizmg arca fur lhc wm¡,Jy spcdcs INTIWOUCTION Dense vcgctation stripes (with thc main axi:. p;irallcl to contour lincs) altcrnating with rclativcly barren spnccs havc hccn dcscribed íor a numbcr of arid zoncs in thc world. Whitc (1971), Grcig·Smilh (1979) and Wallcr & Brccklc (1985} rcvicwcd somc of thc cltarnclcrislics of vegctation stripcs (also callcd vcgclalion ares) in Africa ami tite Mhldlc East. Thcre was nocvidcncc that lhcsc vcgctation pattcrnswcreduc to soil diffcrcnccs. On lhe contrary, only slight diJTcrcnccs wcre found in 1he uppcr horizons as a conscquenccof plant activity (c.g. grcatcr organic mattcr wntcnt and improvcd pcrmL"ability). Such pallcrns sccrncd lo be produccd as a conscquencc of 1hc diJTcrcntial distribution of rninwutcr whcn thcrc is a comhin:Hion of thc following factors: (i) a rainfall rcgirnc with showcrs of high intcnsity in n bricf pcriod of time which favours runoff against infiltration, and (ii) s\opcs of lcss than 0-6-, which favour sheet flow and preven! gully formation. Ahhough not always rncnlioncd in studics o fa re fonnation, a third factor may be thc presence of un impcrvious !ayer in the soil surfacc which results in largc differenccs in soil water supply in tite are and intcr·arc arcas, ifthc ground does not slopcsufficicnlly 789 20 700 y ipecies — Shifting ecotones to cause underground lateral drainage but runotf concentrates water from the barren inter-arc areas onto the vegetation ares, Barren arcas thus act as catehments for the water thar will be evapotranspired in the ares. Hemming (1965) estimated 1hal infiltration of water in the arc he studied in Somalia exceeded twice the loca! rainfa)l and Cornet, Delhoume $: Montaña (1988) estimated a similar relationship of 1:5-2:5 times the rainfall in a site about 15 Km from the site investigated in this paper and with similar vegetation. The abrupt change in the relationship between water flow and infiltration within the up-slope part of the vegetation ares tends to perpetuate the ecotone conditions between an open serub community with vegetation cover generally less than 5% and a dense, mixed herb- scrub community with a cover frequently around 100%, lt has been suggested (White 1971) that vegetation ares migrate as a result of the colonization of the up-slope parts by the establishment of perenmials, and of the death of plants in the down-slope parts as more water is evapotranspired in the up-slope part ofthe are, Tf the system works in such a way, its effects on the establishment and development ol perennials should be portrayed in the spatial distribution of individuals of perennial species. The aim of this papers to test this general hypothesis of are migration by answering the following questions: (i) what is the spatial distribution of the seedlings of the weody perennials, (ií) what is the spatial distribution of the adults, and (iii) how does species cover vary inside the vegetation ares? METHODS The study area The study area is located in the Bolson de Mapimi, within the Chihuahuan Desert (26 N, 103 W, 1100 ma.s..). Rainfall, with a yearly average of 264 mm, is concentrated in summer (72% of the total falls berween June and September). The mean temperature is 20-8 "C with a seasona! variation of 162 'C and a mean daily range of 20"C (Cornet 1988). Vegctation corresponds to he *xerophytic scrub' described by Rzcdowski (1978) and to Brawn's (1982) 'Chihuahuan Desert serub”, Are-vegetation patterns occupy 32% ofthe 172000 ha mapped by Montaña (1988), and its structure and floristic composition vary in accordance with the landscape units. The most frequent herbaceous perennial in the arcsis Hilariamutica. The mostcommon woody species are Prosopís glandulosa (Leguminosac) and Flourensía cernua (Compositac), two species which have expanded their ranges in the Chihuahuan Desert in historical times (Parker 8: Martin 1952, Buffington £ Herbel 1965, Fisher 1977). Species nomenclature and taxonomic authorities follow Correll 8 Johnston (1979), Sampling The species studied were Prosopis glandulosa and Flourensta cernua, which are Ue most abundant in the sampled arca. Each of them showed marked branching at the base. The distribution of seedlings and adults was ascectained along a transect 600 m long and 2 m wide, perpendicular to the contour lines, Height, total basal circumfcrence, and basal circumference of the thickest live and dead branches of each individual in the sampled 21 Rt•spoll.H' oj 1rnudy ·'Jlt'c'it'.1 llJ .fh'1ti11~ t•rntntu·~ to cause underground \aternl drainagc but runoff conccntrntc:s ater fro thc barren i ter-arc arcas mo t c cgetation an.-s. arren arcas thus actas catchrncnts for thc ater thm íll be cvapotranspircd in thc ares. c ming(1965) csti ntcd that inHltration of atcr in thc are he studiccl in Somalia cxcccdcd 1\..,icc thc local rainfall ami ornct. clhou c & ontaña ( 1988) c ... ti atcd a si ilar reluti ship f · -2·5 ti es t e rai fall i !>1tc a out k fr t c sitc in..,cstigated in this papcr and ith si ilar vcgetation. hc abrupt chnngc in the rclati ship ct een ater íl d i liltrali n ithin t e -sl pc art ft e egctation ares te ds t erpetuate t c cc tone c nditions het ecn an en si.:ruh c munity ith egetation c ver enernlly less t an 5'!111 d ense, ixed erb- scr b c munity ith cover frcqucntly around 100º!.,. 1t as eco s gcstcd ( hite 71) t ilt cgctation ares igra1c as a rcsult f t c c l nization ofthe -sl pe arts y t c esta lis ent f erennials. a d ft e eath f ph111t!> in thc do n-slope parlsas ore ater iscvnpo!rnnspired in !he up-slopc partofthe re. lf t t: s ste orks i s ch ay, its eiTccts 011 t e esta lis ent a d c cl enl f ere nials s uld e rtraycd i t c s alia\ istri ti n f i i idua Is f erc nial s ccics. hc ai f this a er is t test t is eneral polhcsis f are igration y a s cring t e f ll ing estions: (i) hat is t e s atial istri ti n f t c sccdli gs f t e cody erc nials. (ií) h:1t is t e s atía\ istri li n f t c a ults, d (iíi) cs s ccics c vcr ary i si c t c cgeta1ion ares? ETllODS e w y r a he st y urca is \ cntcd i t c olson e apimi. ithin ! e hi uuhu n escrt ( 6 , 3 , 00 a.s.I.). ain fati, ith ¡¡ e<1r\y n crage f 4 m, is nccmratcd i s mcr (72'Yi, f the t tal fatls c1 cen J nc d cptc bcr). hc ean tc pcraturc is 0·8 ith a seasonal ariati n f -2 C d a ean aily ra ge f "C ( arnet 8), cgclation c rrcs onds t thc 'xer y1ic s rub' ci.cribcJ y zcdowski ( 78) :rnd to Drown's (1982) 'Ch1huahuan Oc:;.crt ::.crub'. r.c-vcgciation allcrns ccupy , f thc 0 0 a a pcd y onlaila ( 9 8), d its str cture d ft ristic c posi1ion ary i 01c<.;orJancc ith t c,landscape nits. he ost fre uent cr aceous erc nial i t e ares is il ri nmtica. hc ost mon oody s ccies nrc r Jopi.s l ulosa ( c uminosac) n d f urensia cer 11a ( ompositac), t o ecics hich ave c andcd t cir gcs i t e hi uahuan escrt i ist rical ti es ( rkcr & nrtin 52, uffi gton & er bel 65. ishcr 7). pccics cnclature n d taxonomic authorities follo orrell & Johnston (1979). m11pli11g hc s ecies st icd crc I'r supis ftm fu t1 d H n'tfJÚI c.w1111a, hich re thc ost ndant i t c s plcd rca. ach fth s cd arkcd r ching t t e ase. he istri ti n f secdlings d ults as s crl i cd l ng tr s ct 0 111 l g n d idc, r endicular t t e ntour li es. cighl, t tal asal ir ícrr.nce, d asal ir ferencc ft c t i kest li c d cad r chcs f ch i i idual i t e s plcd MonTAaSa, 3. LorEz-PORTILLO AND A. MAUCHAMP 791 area were measured. The individuals defined as secdlings were, in F. cermua, those less than 50 cm tall, and in ?. glan«dulosa less ban Um. All had basal circumference of less than 5 cm. The presence Of all species was recorded on an interception line (hrough the middle of the transect, and changes in topography along this line were also measured with a surveyor's level, . Seedling distribution with respect to adult distribution was determined in two ares by measuring the distance between the seedling and the nearest adult of its own species. A total of 100 measurements was made, fifty in cach arc. To evaluate the possibilities of secd dispersal between ares by granivorous animals, seeeds of P, glandulosa, F. cernua and Hilaria mutica were set out (15, 25 and 25 secds dish **, respectively) on 5-cm-diameter aluminium dishes. Remaining seeds were counted at 12-h intervals during a 48-h period. For each specics, thirty dishes were placed at random in the middle of the arc, To prevent seeds being blown away by the wind each dish was placed in a plastic litter bag (20 em x 20 cm; mesh size =2 mm). One side of the bag was held open by a 10-cm-high wooden stick, allowing the free movement of insects and small vertebrates. The variation in cover ol P. glandulosa and E. cernua was measured in three adjacent ares along the transect. Along each of the up-slope and down-slope zones of each arc two parallel lines, 128 m long, perpendicular to the transect were used to measure foliage cover by the line intercept method (Canfield 1941). An analysis of variance was applied to the data, including three ares, two zones (up-slope and down-slope) inside cach arc and two replicates per zone. RESULTS Characteristics of vegetatíón ares Figure 1 shows the microtopographical profile and the distribution of P. glandulosa, F. cernua and H. mutica along the transect. The presence of H. mutica indicates the existence of a vegetation arc, The slope along the transect was 0:27, Topography has a step-like profile and a reduction in the steepness of slope creates the conditions for the presence ofa vegetation arc. A lincar regression between soil relicf and distance along the transect was calculated and the residuals (y— F) of the regression calculated (Fig. 2). Vegetation ares are associated with positive residuals and bare arcas witl negative residuals. The difference berwcen means of residuals of pomts, with and without £f pustica, are significantly different (1-test, P=0:0003). . Cover of Hilarta mitica was 36%, along the transcet, and of P. glaridulosa and £ cernua 11% and 6%, respectively. Figure 1 (c) and (d) show that Fl. cernua was absent from the first three ares. Spatial relationships between seedlings and adults Forty-seven of the fifty seedlings of F. cernua (Fig. 1d) were ata distance ofless than dan up-slope and 2 m down-slope from the upper limit of the ares, or were within the patches ol H. mutica which indicate the beginning ofan are (i.e. $36 -560 m on the transect). The three remaining individuals were inside the ares, Fourteen out of nineteen P. glandulosa seedlings were found in the up-slope part, while the remaining five were found inside the ars. The scediings of F. cernua were always close to adult plants, but in P. glandulosa this relationship was not so clear (Fig. 1). Fig. 3 shows the number of scedlings of both species 22 C. MONTA~·"· J. r - n Tit.Lo ND . UC"llA.\ll' 1 ilrca cri: casurcd. hc ind1\·iduals dcf\ncd •1s ~i:cdling~ crc, in F. am a, thosc lcss 1 an l, rmd i P. lm1c/11/osu h: s than lnt. li d sal rc fcrcncc f lc s 1 nn . he r s m;:c of all s ccics as r r cd i 1cr epti n li 1 r gh t c i dle f t c tr s cl, d change~ i t r hy ;.tl ng t is li c crc \s casurcd it u survcyor's lcvcl. • ccdling distribution ith rcspect to adult distribution as dctcr incd in t o ares by casuring t ist ce t cn t c s c li g d t arest uh f its n s ecics. total í 100 e;1surcmcnts as ade. ftfty in c;1ch are. o c aluate 1 e ssibilitics í sc d is crsal ct ccn r s r i rous i a Is, sceeds í . glandulosa, . cumw and i/aria 11tica crc set out (15, 25 and 25 sccds ish · 1• rcs celi cly) -e -dia cter l i i is es. c aining s s cre nted at 12-h intcrvals during a 48-h pcriod. or caeh species, thirty dishes cre placed at rnndo in thc iddle oíthe are. o prcvcnt seeds bcing blo n a ay bythe indeaeh dish as l ed i l stic litt r g ( c ; esh si 2 m). nc si e í t g as elJ en - -high ooden s1i k, llo i g t fr ovcmcnt í i s cts d nll rt brates. he riati n i CO\.'Cr í . f ru/11/um d F. t'rmw as casurcd i t r e j ccnt r s l g t tr m ct. l ng c h f 1 c -sl pc d n-slopc es f c ch re t o rallt!l li cs, 8 I µ. r icular to ! e tr s ct crc s d l eas u re f li c ver by 1he linc intcrcepl ethoJ ( anficlJ 1941 ). n analysis of variancc as applicd to thc data, induding tlucc ares, t o iones (up-~lopc anJ do n-slope) insidc cachare and t o rc li utcs cr 1 nc. LTS lwrnctaislics f t· ,i:etarion res i ure l s s t c icrot pographieal r filc d t c istri ti n f . l m/1tlo.w, . rmw d //. n111ticd l g t tr s el. hc rcsc cc f fl. urica i ieatcs t ce istc cc í | . 0 A yr, 3 y ta! | 7 5 0 LA l, a CI z sl $ head, ama A th ps tt, Op 11 al Ob. LU pun A dl A mn : 0 100 200 300 400 500 600 Position on transect im) Fic. 1. Microtopugraphic profile and distibutica sí Hifaria puta. Flaurena cera ad Prosapis glandulosa along a t00qa transect perpendicular to vegetation ares án desert seyub vegelation in (he Chihuahuan Desert. (a) Microtopographical profile; (h) presence 01 1) muticas (e) number of E cermua adult plants: (d) number of F. cernue secdiings, (e) number of P. glandulosa adult plants; and (f) number of P. glunialosa seedllings. (a) vas measured al $-m intervals; (b)-(() were measuted 41 2-m intervals. asa function of distance from the nearest adult. Most of the F. cernua secdlings were less than 3 m frota an adult plant, and the most distant one was between 4 m and 5 m away (Fig. 32). The distribution of P, glundulosa scedlings, on Lhe contrary, was more uniform, and distances of up to 30 mm were recorded. . -= 20 E u > * =- . g co .. = 50 be o pe. ¿ ¿3 5 o So mm 9 Y e .. Z o % $e o Teo % 0% z “o o 2. o * - tua ?.. o E 2] a o % E 2 0 00 y o e 7 Leo s» a o E a . 3 $ ; z xa -20 a > . 2 2 Ó 200 400 600 Position On irúnsect (mi Fra, 2. Microtopugraphy and grass cover of u 600-m transect perpendicular to vegelation ¡res and barcon arcas in desert scrub vegetation in the Cluhmahuan desert. Topographical variation 15 represented as residual differences, measured from the regression of slope against transect position, atíntervals of $5 m, Closed circles indicate the presence of the grass Hileria nutica, and vonsequently Uhe existence of a vególation arc. 23 ~- 'l lol ~;º'.= g..; ~---- ~---------------------------= g; '~º---~---~--~-------==;=:==-- ! \ ) l ~ o ! ., . ... , 11-·' ......... 10 l11ion .irc~ m .. ko;cr\ scr h cgctati n t hi tmhuan l.ksctt. ) 1crotopogr;1¡)hical rofüc; ) r11cs.c11cc of /1 11f1rn; ) bcr llf F. t•·r11111J 1\ult l nls; ) bcr f . 1•rrr 11 :r.«dhn~s. ) bcr f . l1mdulo1a ult ! nts; ¡mJ (f) bcr f . ¡:/mu/u/.i.1<1 c1lh gs (;1) y,a~ casurcJ J.I 5· lcrvah; { )- f) crc casurcd at :!-111 1crvah. a cti n f üa cc e carcst ult. ost f e . mw c dli gs crc c s n í m n.n ult lant. d c ost istant nc W<.\S ct cen n d ay { ig. a). he i t ti n f /'. li111dt1fo.rn e dlings, n t c trnry. as ore if r , d n :cs f p 0 ere rded. Po~'•tion o 1111nsec1 !inl m. . icrot ugraphy d r.t s <:ovcr í" tíOO· 1r:i i.:1 cr .:ndicular l gclati n ar s ti rren 5 10 c<;ert .. r b ,·c ctalmn r c \11hu.1huan cmt. opogrnphica\ ri 1i n is c c 1cd s i al tMTcrcnccs, easured r l ci c i n f ~Jope ainst t s.tet siti n. t inlcl'\'ab íS . lo!l«icirclcs it:uc c rc cnce f ! e r:i s l/Uurill mu11m, d c S<'quent\y t c c i lc cc f \c~Ctation re. C. MONTAÑA., J. LOPEZ·PORTILl.O A.NO A. MAUCHA.Mr L 20 ~ 10 ! o ---/f- i'ºl~"~·- 10 o ~b.f~ o 5 10 15 ~o 3o Ois1anct 10 lhe nta•e~I ad~!t (mi FIO. J. Number oíSttdli11gs (mean± 1 S.D.) oí(11) FlourtnJIJ ctrnua and (b) ProwplJ glandu/0111 as 11 function of dis1ancc tu lhc nra1cs1 ad uh w11hin two vcgctauon ares in the Ch1huahuan lkscu. for c:ich spccie1, 1he diuancc betwecn fifty randomly sclcctcd sccdlings und thc ncarcst ad uh ofils own Src:ciC1 was meaiurcd in cach 11rc. 793 Tu ble 1 shows thc rcsults of thc granivory cxpcriment. The F. ccmua data were not included, as it was found that sorne of the rcmaining achcnes had no secds, and that ants (which collectcd thesc sccds during thc day) could cxtrnct ihc secds and leave the cmpty achcnes in thc dishcs. As this was no[ rcalizcd until thc cnd of thc e,;.pcriment, granivory was undcrestimatcd. Thc activity of nocturnal rodcnts was clearly markcd, ali the P. g/a11dulosa sccds having disappearcd thc first night and traces of rodcnt activily being found around all thc cmpty dishcs. Anls collcttcd H. nwtica sccds more continuously, by day as wcll as by night. Ad11/t morp/wfogy as a jimcrio11 o/ spatial po.ririon The numbcr of P. glandulosa and F. ct•mua adult plants found along thc transect werc cross-classifü:d according to two criteria: living ur Jcad (ruws) and standing inside vcgetation ares or in thc barren arcas bctwccn ares (columns} (Table 2). Any inferenccs from the dead individuals must be madc with caution as the number may have been underestimatcd bcc;iusc of fircwood gathcring by Jocul people, or thc rate of decomposi- TAOLli 1. Timc-coursc of rcmoval uf sccds by granirnrous anima Is. Fiftccn sccds of Prosopis gfamlu/o.sa and twcnly-fivc sccds of Hilaria nwtica wcre c: of adult plants oí Prmopú g/m11/11/11.111 .iml Flmm•11.11cJ 1w11m1 found a long a lransecl, 600 m long and:? m wid-.:. perpendicular to thc main axes of the vcgctation ares. Ruws indica1c the condition of thc plants (alivc or dcad); columns indica ti.' po.~ition of individuals, cilhcr insidc vcgetation urcs or in barren ;itcas bctwecn ares. Darrcn Prn111pu ~fondulom A<' Total Ali~c lb 9 " Dcad 1 " lO Total 37 28 65 Ffourrntlarnm1a Ah1c 36 36 Dcad 1 7 Total 37 43 tion of dead wood may be JifTcn:m. Personal observations suggcst that thc dead material of F. cernua disappears fastcr than that of P. glm1d11fosa. Figure 4 shows the rclationship betwcen the total basal circumícrence and thc basal circumfcrence of the thickest live and dcad stems of the living adults found in the ares. Linear regressions wcre significant (I' < 0·05), except for thc dcad stems of F. ce mua (Fig. 4d). The cocfficicnt of detemtination (r2) of the significant rcgrcssion in F. cernua is twicc thosc of P. gland11/osa (O· 35 against 0· 19 and 0· 17). The relationship betwcen total basal clrcumfcrcnce and hcight far both spccics is only significant in F. cernua (P< 0·05) (Fig. 5). Ali but onc of thi: individuals of P. gltmd11/osa measurcd in the barren arcas had basal circumferenccs greatcr than 80 cm, but hcights less 60 lol 40 . . .. •'º~ ; ... • ~· . ,TASA, J. L1ll'rz·roRT11.U> "" /\. MAUCHAMI' ? ltl • . ~ .. ... ' '·J. .... : ·.. . . .. . . o o IOO 'ºº 0 'ºº FI . S. elalionships bet i:cn basal circu fcrcnce and plan\ heíghl of the living adull plants of fa) roJopiJ ~fondulo111 and {b) liiurf'IUU 1f'mua found ilhin vcg'!lalion ares alons a lransccl of 600 long and 2 wide, ptrpcnd1cular lo lhc Vt'gelalion ares in dcurt ~rub ~·cgclation in lhc hihuahu:in escrl. In bolh cues !he fillcd u:gre!\ÍUn lincs are also shu n. Alll.t J. umhcrs uf plants (adults anJ sccdlíng~) f rmopi.1 gluni/11/o:w and f/oun'mm 1c•r111w 111'>1dc \cgclat1on ares. ala v.crc rccordcd along ¡¡, transcct, 600 long and 2 ide, perpendicular 10 the ain a~cs of the vc¡etation ares. olu ns !>Cparute the imli\'iduals íound in lhc up·'>lope halvcs of the ares fro t sc f d i t c down·~lopc al cs f t c ares. lJp-dopc Do..,,n·~lopc otal /'n1wpt.11al by wild anc of the rwo spccics to cnvironmen- tal changc. In F. l't!rllua, all thc main stems of the gcnct mny die simultnncously as environmental conditions worscn. Thc ur1111I nf Fnrestry, 39, ]88-394. Comrt,A.(1988), Principale\ CaractfristiquesClimatiqucs E.wiJl(i l111rgra1fntlrlns Rrc1m.01 Vt"gf'laritin. Sutfo y Agua t'rt la Rnm·a dr la Bio.1/rra Jr upimi. l .• fo1bitnft 1\'1itural ,1· l/um1mn (Ed by C. o11laña), pp 45-76. Publicaciones lnshluto de Ecol('tgÍ11, Mém:n Comrl, A., Dclboume, J. P. & onlat\1, C. ( 1988), Dynam1c~ oí slrÍflCd vr:gctalion pílttcrns and water balílnce in the hihuahuan cset1. llt'r.llf_l'Whl l'a11rrn in l'liirrl C:1 111um11/··stEd by 11. J. urmg, . . crger & . J. illem,), pp. 221"231. SP cude1mc Pubhshing. hc flagur Cornll, D. S.&. Johmton, .C. (1979). anu.il 1if1he Vrurular Plmmo/Ttxru. Uni\•ersity ofTcxu, Dallas, . Hsht'r, . E. (1977). esquitc and odcrn Jn in South11ocstcru orth mcricJ.. ,\frsquil<'. ltl 8111/,1}(}' m /~o ntrl Sr:rub ErM.l'JltnU (Ed h)· U. . Si p\('tnl. pp 177-lllR owdcn, ltutchin~(1n & R0~s rda-Smhb, P. (1979). P.iucrn in vccetation. Journaf / Ewlng.1" 67, 7S5-179. r lng, . F. (1965). ege1r11ion ares in So aliland. Juurnal ¡¡/ co/ogJ', 5J, 57-67. lnasohcr,J. .,Johnson, . ., Swlu,S. . & rriln, .(1977). /'r¡iwpil fruíts asJ rcsm1rce for in~ertebrates. ~ft"squire. fil iofom• 111 Tw11 r.1rr1 Sc·mb E1111p1t1ru (Ed b) . D. Si pson), pp. 108-122. owden, utchinson & oss. un, . ., ndtn, r. A., lnpohu, J. ., df', J. & Sl ps.on. . D. (1977), Prvsopir as a nichc co poncnl. J.ft"squilr. ltl Biulugy 111 Tno oat Sm•h EroJyJ/tnu ([d hy H. B. S1 pson), pp. 123-149, owden, utchinrnn &. on ontaft.I, C. ( 1988). Las forrnnciones \'cgelalcs. E.ttudio lnttgraJn dt /0.1 Rtcuwu Vtge/flricin. Sur/o y Agua l'n la RtJl'n•a dt la Blnsftra Jr apmrl. l. Ambiente NflWral y llwrwrrfl (f:d hy C. ontaña), pp. lb7-197. Pi1hlicacioncs ln~tituto de cologia, hico. Patktr, K. , & 1rtln, S. C. (l~l). The Mc•.1qw11· Prnhh·nr un Southrtn Ari:nn11 Ra11gcs. nitcd S!atcs epar1 ent of gricuHure Circular, 908. nrted States Ocpart ent nf gricuhurc, ashington, OC. ... Rzrdo1ukl, J, (1978). Ve¡,:r/llriún dr ,\fr1¡¡0 Editnml Urnusa, c.\ico Ci\y Sokal, R. R.&,; Rohlf, F. J, (1981). Oi11nw1r.1·. Fm· .in, S.in Fr.incisco. aller, 11. & Dr("(klt,S. \\'. (19R5). Erofogirnl Syrn·m.1 o(thc• Gc•obio1J'hrr1•. 1 Et-1•fu¡.:1c11/ J'rmáp/1•.1 ;,, Global rnpt•rtii-r. Springcr crlag, Dcr\111. hlre, L P. (1971). Vegctation ~tripes on shcel v.;1~h rnrfJces. JourrwfofErciloJ:r. ~9, 615 622. (Rccl'irt>d 22 J1111<' /989; raüion n·cc1reJ 8 ard1 1990) CAPITULO 4 Distribución y abundancia de ~ glandulosa var. torreyana en tres mogotes: alternativas a la hipótesis del movimiento de arcos de vegetación Introducción ••••••••••••••••••.••••••..••.•••.•• 31 Materiales y métodos., ............................ , 33 Resultados •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 37 Discusión •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 40 Figuras ••.••••••••••••••.••..•.•••••••••••• 44 30 INTRODUCCION De acuerdo con Greig-Srnith (1979), la formación de los arcos de vegetación se puede iniciar a partir de parches que se unen, o se fragmentan, en tiempos sucesivos (Fig. 2.1). Una vez formados los arcos, existen dos posibilidades: que migren cuesta arriba o que sean estacionarios. Los investigadores que apoyan la hipótesis de migración de arcos indican que el frente de los arcoo puede avanzar entre 15 y 30 cm por año (Worral 1959, Boaler Y Hodge 1964). Montaña (1992} reporta una expansión de 4 rn en 5 años húmedos (210-412 mm de precipitación anual) en el frente de un mogote en Mapimi (esto es, 60 cm anuales), pero que la expansión fue nula en los dos años secos siguientes (168 y 199 mm de precipitación anual). Tomando en cuenta las variaciones interanuales en precipitación reportadas por cornet (19BS) y suponiendo que el mínimo de precipitación para que el arco avance es de 200 mm, un arco en Mapimi avanzaría a razón de 50 cm anuales en promedio. Aün suponiendo que el avance se reduce a 30 cm {la cifra máxima reportada por Boaler y Hodge 1964}, un arco o mogote de JO m de ancho {paralelo a la pendiente} avanzaría su misma dimensión en 100 afias. Por ejemplo, se ha afirmado que los árboles adultos muertos que se encuentran en el márgcn cuczta abajo de arcos de vegetación (Boaler y Hodgc 1964, llemming 1965}, indica que los arcos han migrado. Por este motivo, se puede hipatctizar que: {l) Si los arcos de vegetación avanzan a razón de tasas medibles en términos de años, en el frente de ellos habró.n arboles mas jóvenes, y los mQs viejos se encontraran en la parte trasera y su peladera asociado. Por otra parte, se hu postulado una asociación entre la dinámica de avance y un gradiente de disponibilidad de agua que decrece en el sentido de la pendiente (Greig-smith 1979). El agua que llega a los arcos de vegetución proviene de dos fuentes: la lluvia directa y el agua del flujo laminar que se forma durante períodos de lluvia intensa. Parte de ésta corre superficialmente, recorriendo una distancia relacionada con el volllmen de escorrentía; otra parte se estanca e intiltra en el frente del arco, Coma la probabilidad de lluvias que aportan un gran volúmen es baja {Carnet 1988), el agua de escorrentía irrigara con mayor frecuencia las partes más frontales de los arcos. Aunque los datos publicados por Carnet gJ; iJ.l, (1992) sugieren gue parte del agua que se infiltra fluye de manera subsuperficial, puede suponerse que la existencia de una zona preferencial de infiltración en el frente condicionará la existencia de un gradiente hídrico tanto en la superficie corno en horizontes m5 cm), pero las coberturas mas bajas dentro de esa categoría. Los 234 individuos restantes se ordenaron jerárquicamente (del más pequeño al más grande) de acuerdo al valor de su diámetro, su altura y su cobertura, y en ese orden de prioridad. La matriz resultante se dividió en tres submatrices de 78, 79 y 77 individuos respectivamente. Para simular un arco móvil, el primer conjunto de individuos fue asignado al frente del mogote, el segundo, a la parte intermedia, y el Ultimo, a la parte posterior del mogote modelado. A continuación se calcularon, para los db en las 5 posiciones, las curvas de Lorenz, el índice insesgado Gini (Q') y los intervalos de confianza de éste. Hipótesis i: Respuesta Q.g las plantas s Yn gradiente ~. Para poner a prueba ésta hipótesis se llevaron a cabo dos tipos de análisis: (1) Relación del relieve, los mogotes y las posiciones dentro y fuera de éstos con la cobertura relativa de Hilaría mutica y Prosopis g_landulo§.!!. Aunque la densidad relativa se utiliza para poner a prueba la hipótesis de migración de arcos, la forma de calcularla se presenta en ésta sección, pues fue similar a la del cálculo de la cobertura relativa. Para nnalizar las diferencias en la densidad y cobertura t't:!la.tlvas Lanto entre mogotes como entre po!liciones, las franjas censada!; en los tres mogotes se subdividieron en rectángulos de 5 ~ de ancho (paralelo a la pendiente) por 10 m de largo, utilizando corno centro de cada rectángulo el punto en donde se registró la topografía. Asi se formaron, en cada uno de los tres mogotes, 124 secciones de 50 m~. Como los mogotes variaron en anchura, el número de éstas es variable para cada posición. En cada sección se calculó la densidad y la cobertura relativas de Prosopis. La cobertura.relativa de ~ se estimó como el porcentaje de la intercepción en el segmento lineal correspondiente a cada sección. Jó Las datos se analizaron con modelos lineares generalizados (MLG}, utilizando las estrategias de simplificación de modelos sugeridas por Aitkin g_t tl· (1990), que equivalen a realizar. comparaciones múltiples trus detectar diferencias significativas en un análisis de varianza. Para el analisis de la cobertura relativa de Prosopis y de Hilaría, los datos, siendo proporciones, se normalizaron con una transformación arco seno (p'= arco seno JP, Zar 1984}. El análisis sobre la densidad relativa se llevó a cabo en cada una de las tres categorias de tamaño de Prosopis. La función de distribución del error se consideró como Poisson, por lo que el modelo es lag-linear. En ambos casos, las variables independientes son el relieve, el mogote y la posición. (2) Relación entre la fisonomía individual y las posiciones en los mogotes. Como la distribución de frecuencias de la cobertura, la altura y el diámetro basal de individuos censados es log-normal, para probar la segunda hipótesis, los datos se normalizaron con transformaciones logaritmicas. Zar (1984) recomienda la transformación Y'=(log .Y.+l) cuando algunos de los valores Gon cercanos a cero. Esta transformación es efectiva para los datos de los individuos medianos y grandes (db >2 cm), pero los datos de los individuos chicos aún son sesgados (Fig. 4.3g-Q). Dicho sesgo se corrigió usando la transformación Y'= (lag X}+ c, en donde e es una constante que convierte a todos los valores, incluyendo los más bajos, en positivos (Fig. 4.Jg-g) . Los datos transformados se analizaron también con GLM, y la función de distribución del error se consideró como normal. Los factores independientes considerados son los mogotes y las posiciones. RESULTl\DOS filpótesis 1· Densidad. La densidud relativa en las tres categorías de tamaño del mezquite está significativamente asociada al efecto del mogote, la posición y a la interacción de estos-dos factores. Siguiendo los procedimientos de simplificación de los MLG (Aitkin tl ª'1· 1990) / se obtiene que la densidad de los individuos chicos es significativamente mayor (P<0.0001) en las posiciones intermedia y trasera del mogote 3, en relación al resto de los mogotes y posiciones (Fig. 4.4A); la densidad de los individuos medianos es menor (P<0.0001) en las posiciones delantera y trasera de los arcos 2 y 3 (Fig. 4.4H); y por Ultimo, que la densidad de los individuos grandes es menor (P'ras la simplificación del MLG (Aitkin tl ill· 1990), se obtiene que la cobertura del mezquite es signif icativarnente menor en la posición trasera de los mogotes y J (Q, Fig. 4. 7n_-!;;,) , y que no hay diferencias entre las posiciones restantes dentro de los mogotes (P<0.0001); la cobertura aumenta con valores positivos del relieve. En la cobertura de Hilarla sólo hay diferencias significativas entre posiciones, y es significativamente menor (P=0.008) en la posición trasera de los tres mogotes (Fig. 4.7~-g). La suposición de que la cobertura relativa de ambas especies responde a un gradiente hídrico que decrece del frente del mogote hacia su parte trasera se cumple pnra ltilariu, y, para Prosopis, en dos de los tres mogotes. Sin embargo, hay correlaciones significativas entre los promedios de densidad y cobertura relativas en las tres categorías de tamaño del mezquite (coeficiente de correlación de Spearman, ~ 5 >0.92, P<0.001; Zar 1984), por lo que una disminución en la cobertura de Prosopis podría indicar una baja densidad y no ser el resultado directo del gradiente hidrico. Por este motivo, se hicieron análisis sobre las caracteristicas fisonómicas individuales. Relación entre 1ª fisonolli_Í_il indívictu;-q y_ lnf! Q.Osiciones QO l__Q§ mogotes. Para el an3lisis de ln cobertura, la altura y el diámetro basal individuales se optó por unir las categorias de tamaño mediano y gr.:lndc, pues la distribución de frecuencias de los db pertenecientes a los individuos medianos está truncada hacia la derecha y la de los individuos grandes hacia la izquierda (F.ig. 4. J.º-). Solamente se encontraron diferencias significativas, asociadas a las posiciones dentro de los mogotes, en la cobertura y el db de las plantas chica$ y en la altura de las plantas medianas y grandes. Sin embargo, hay diferencias importantes entre 1.:1.s categorías de tamaño. La plantas chicas tienen coberturas y diámetros basales significativamente mayores en la posición frontal de los. mogotes ( Fig. 4. 8Jl-Il) en tanto que el conjunto de plantaa medianas y grandes tienen alturas signif icativarncntc mayores en las posiciones frontal e intermedia de los mogotes (Fig. 4.8~). Corno éstas no difieren en cobertura dentro de las poslcioncs, es ¡:msible que los árboles altos de las posiciones delanteras tengan un mayor volúmen que los árboles bajos de la posición trasera. Por ese motivo se calculó el volúmen individual de los j,rboles, se normalizaron los datos con una transformación logarítmica, y se probó su relación con los mogotes y las posiciones: ésta relación no es significativa. Aunque los modelos contienen una proporción baja de la varianza total en los datos (Fig. 4.8), las diferencias encontradas sugieren una relación entre el gradiente hídrico bajo los mogotes y la profundidad de las raíces, suponiendo que la rwlación entre tamaño y profundidad radicular es directamente proporcional; sin embargo, no hay relaciones significativas entre las posiciones y el db y la cobertura de la plantas mayores a 2 cm de db, lo que sugiere que, aunque se puede inferir un gradiente hídrico a pnrtir de las diferencias en la altura 39 promedio de las plantas medianas y grandes, riste es menor al que las plantas chicas se encuentran sometidas. DISCUSION En este trabajo se ponen a prueba dos hipótesis consideradas en la literatura que aborda el problema de la dinámica de los arcos de vegetación: la posibilidad de que Cstos migren y la existencia de un gradiente hídrico que disminuye hacia la parte trasera de los arcos. Es difícil separar el efecto de cada una de éstas hipótesis, pues el crecimiento de un árbol está asociado con, entre otros factores, su edad y la cantidad del recurso hídrico del que dispone para su desarrollo. Sin embargo, pueden plantearse predicciones que deben cumplirse para considerar ambas hipótesis como plausibles. 1. Hipótesis de migración de arcos: Si un mogote migra a tasas rnedibles en términos de años, (a) la densidad de los individuos de mayor diámetro basal sera menor en el frente, ya qtie éste resulta de la colonización de una superficie prácticamente desnuda; (b) en la zon« media del mogote habrá una mezcla de individuos de diémctros basales intermedios y grandes; (c) en la zona trasera predominarán los individuos de diámetros basales grandes. Los datos de densidad relativa no apoyan ninguna de los tres supuestos, ya que la densidad de cualquier categoría de tamaño puede no diferir significutivarnente entre las tres posiciones. Por otro lado, suponiendo que la relación entre la edad y el diámetro basal de las mezquites es comparable a la encontrada por Archer (1989), {d) lü jerarquiü de Cstos debe ser mayor en el frente del mogote, tal como sugiere el indice de Gini y la curva de Lorenz para esa posición en el mogote modelado bajo la hipótesis de migración de arcos. La curva predicha para la parte frontal se observa solamente en la posición trasera del mogote 3, lo que contradice la predicción e indica que las plántulas pueden colonizar cualquier lugar dentro del mogote. Al comparar los valores de Gini y las curvas de Lorcnz del mogote modelado con los mogotes observados, se observa qua la jerarquía en los mogotes es en general significativamente mayor que la esperada bajo los supuestos de migración de arcos. Este aumento en la jerarquía sugiere que en cualquier sitio dentro de los mogotes puede encontrarse unn mezcla de dif ercntes categorías de tamaño. Puede afirmarse entonces que no se observan las consecuencias esperadas de la migración de los arcos en ninguno de los tres mogotes. Las curvas de Lorenz mós cóncavas y, consecuentemente, los mayores indices de Gini, corresponden al sitio donde hay una mayor densidad de plantas chicas. Se ha reportado que los mezquites ocupan zonas de pas.tizales cuya cobertura ha disminuido como consecuencia del consumo de gramíneas por herbívoros locales e introducidos {Brown y Archer 1989, Bush y Van Auken 1990), una situación muy probable en Mapimí, que ha estado sujeta a la 40 presencia de ganado desde el siglo pasado (Ezcurra y Montaña 1990) • Podria argumentarse entonces que, bajo condiciones de pastoreo, las plántulas colonizan cualquier espacio disponible dentro de los mogotes, y que ésta tendencia seria similar en mogotes que migraran o que fueran estables, por lo que las altas jerarquías observadas son una consecuencia del pastoreo y no de la dinámica de los arcos. Sin embargo, hay zonas en los mogotes con suficiente cobertura de gramíneas que debieron también estar sujetas a presiones de herbivoria, pero en esos sitios la densidad de plantas chicas es muy baja, y la mayor jerarquía corresponde básicamente a la relación entre plantas medianas y grandes. Los resultados parecen apuntar entonces hacia la aceptación de la hipótesis de arcos estubles. 2. Existencia de un gradiente hidrico bajo los mogotes: si existe un gradiente de disponibilidad hidrica, la fisonomía de las especies mas abundantes debe reflejarlo. Esta hipótesis parece plausible al comprobar que la cobertura relativa de ~ es significativamente menor en la parte trasera de los tres mogotes y que la de E,rosopis disminuye también en esa posición en los mogotes 2 y 3. sin embargo, hay una relación significativa entre lu densidad y ln cobertura de las tres categorías de tamaño del mezquite, y no se encontraron cambios significativos en la cobertura individual de los individuos medianos y granden de Csta especie en función de las posiciones dentro de los mogotes; adicionalmente, la cobertura relativa de ~ es similar en todas las posiciones del mogote 1, por lo que éstos resultados deben ponderarse. ~ es un pusto cuyas rafees ocupan horizontes relativamente superficiales (Brioncs 1992), lo que indicaría que es en las características fisonómicas de los individuos de mezquite más pequeños en donde podria detectarse un mayor gradiente de disponibilidud hidrica. Este es, en efecto, el resultado obtenido. La cobertura y el db de las plantas chicas de mezquite es en promedio mayor en la parte frontal de los mogotes y menor en las posiciones intermedia y trasera de ésto~, un donde probablemente llega un menor volúmen de agua proveniente de flujos laminares. No hay evidencü1.s que indiquen que e] g1·adiente hídrico afecta la cobertura o el diámetro basal de los individuos medianos y grandes, aunque si puede postularse un efecto sobre la altura de los árboles pertenecientes a esas categorías de tamaño. Sin embargo, las diferencias en la altura, que en promedio son de 16 cm, no tienen un efecto sobre el volúmen de los árboles, pues éste no difiere entre mogotes ni entre posiciones. Ninguno de los trabajos relacionados con arcos de vegetación y sus diferentes vuriantes han utilizado la estructura de tamaños y su relación con las posiciones dentro y fuera de los arcos corno un elemento para f~lsificar la hjpótesis de migración, por lo que no es posible hacer comparaciones entre zonas geograficas. Un argumento que se usa frecuentemente para sugerir que ha habido migración es que hay mas árboles muertos en la parte trasera que en el resto del arco (Boaler y Hodge 1964, Hemming 1965, White 1970, Janke 1976, cornet l1.\;_ lil· 19B8, Tongway y Ludwig 1990), un 41 resultado que se observa también en los mogotes 2 y J del cerro San Ignacio {cf. números 8 y 9 dentro de la Fig. 4.1). Sin embargo, la presencia de individuos muertos podria alternativamente indicar que la parte trasera del arco se ha contraido, y que su órea restante es estable. Se puoden proponer dos hipótesis, una extrínseca y otra intrínseca, para explicar dicl1a contracción. Dajo la primera hipótesis, el agua que se infiltra l1a disminuido desde la forw.ación de los arcos hasta el presente. Esta hipótesis sería plausible si la precipitación promedio decreciera en tiempos históricos y/o si los patrones de escurrimiento general hubieran cambiado en las zonas en donde se ha reportado mortalidad en la parte posterior, ambas suposiciones poco probables para un fenómeno tan constante y extendido geográficamente. Para presentar la segunda hipótesis debe considerarse una dinámica que toma en cuenta los pocos análisis edáficos realizados y que parte de la suposición de que los arcos son estacionarios. Para fines ilustrativos, la dinámica propuesta se dividn en cunt.ro etapas. En la primera etapa (Fig. 4 .9~), un arco de vegetación se formaría inicialmente a partir de la unión de bandas de pastos y plántulas de leñosas, las raíces serian relativamente someras, y en consecuencia la profundidnd modificada en el suelo sería poca, lo que implicaría una baja capacidad de almacenmniento de agua, dado el al to contenido de arcilla en los suelos de bajada (Carnet tl ª1· 1987, Montaña y Breimer 1988). En la segunda etapa (Fig. 4.9~) las leñosas ya establecidas crecen en tamaño y sus raíces en profundidad, incrementando la capacidad de almacenamiento de agua; adicionalmente, se establecen otras plántulas en sitios aún no ocupados por las leñosas o en zonas en donde el pastizal de Hilarla ha sido perturbado. En la tercera etapa (Fig. J.6~), el desarrollo y funciona1niento de las raíces modifica al suelo en profundidad, lo que favorece la infiltración del agua, que en su recorrido puede provocar la lixiviación de iones y la iluviación de arcillas (Boaler y Hodge 1964, White 1969, 1971, Mabbutt y Fanning 1987, Tongway y Ludwig 1990), hasta que la capacidad de almacenamiento hidrico bajo el mogote se equilibra con el promedio de agua recibida como subsidio a través de la escorrentía superficial, que normalmente puede ser de 1.5 a.2.s veces la precipitación anual (Hemming 1965, Carnet fil i'-1· 1988, 1992). Por último, en la cuarta etapa (Fig. 4.9Il) las plantas continúan creciendo y modificando el sucl~, pero el agua cvnpotranspirada es mayor que el agua que puede almacenarse, y las plantas de la parte posterior del mogote, más alejadas de la zona de infiltración, mueren por déficit hidrico. Este modelo de contracción del mogote implica que dentro de éste, al menos bajo el horizonte superficial, la humedad es relativamente homogénea y que ésta contrasta entre mogotes y peladeros. Las formas de las isolíneas de distribución de humedad reportadas por Carnet g.t ª1_. (1992} sugieren que el agua que se infiltra en el mogote fluye verticalmente y en el sentido de la pendiente. En una determinación hecha en julio de 1984, tras la 42 - - —3.9D. En agosto de 1985, después de una lluvia de 50 mm, el agua aparentemente penetra a mayor profundidad en las posiciones frontal y media, lo que sugiere que la forma del depósito de agua bajo los mogotes puede variar de acuerdo a la cantidad de agua infiltrada. La distribución homogénea del agua bajo el mogote puede estar entonces relacionada con lluvias de gran volúmen, cuya probabilidad es relativamente baja. Por ejemplo una lluvia de 50 mm en agosto tiene un 15% de probabilidad de ocurrencia, mientras que la de una lluvia de 20 mm es de 45%. La hipótesis de contracción de mogotes podria explicar la mortalidad en los mogotes 2 y 3. Sin embargo, en el mogote 1 no hay individuos muertos en la parte trasera. El ancho del mogote, asi como la densidad y cobertura de los mezquites, es mayor que en los mogotes 2 y 3, lo que sugiere un mayor volúmen de infiltración de agua en el suelo. Si esto es cierto, el crecimiento de individuos no afectaria el presupuesto hidrico total y en consecuencia la probabilidad de sobrevivencia de los individuos en la parte trasera sería más alta que en los otros mogotes. Se sugiere por lo tanto una relación entre el tamaño del mogote y la mortalidad de los árboles en su parte posterior. Es claro que la hipótesis de contracción debe ser puesta a prueba; sin embargo, los resultados analizados en este Capitulo no pueden ser explicados con base en la hipótesis de migración de arcos, y la hipótesis del gradiente hídrico parece ser válida solamente para las plantas con sistemas radiculares relativamente superficiales. Los resultados obtenidos en el estudio de tres mogotes en el Cerro San Ignacio pueden resumirse de la manera siguiente: (1) Los resultados no apoyan la hipótesis de migración de arcos, y las evidencias parecen indicar que los mogotes estudiados son estacionarios; (2) el análisis de la densidad relativa y de la jerarquía en los diámetros basales indica que las historias de colonización por Prosopis alandulosa son diferentes en los tres mogotes; (3) no hay relaciones inequivocas entre la posición dentro de los mogotes y la fisonomia de los individuos grandes de Prosopís glandulosa, lo que sugiere que la disponibilidad de agua en horizontes bajo la capa ocupada por vegetación herbácea y árboles chicos es homogénea dentro del mogote; y (4) la presencia de individuos muertos en los peladeros posteriores puede ser la consecuencia de una contracción del mogote en sentido opuesto a la pendiente, un resultado que puede depender del tamaño de dicho mogote. 43 precipitación de JJ mm en tres dias, la distribución del agua en el suelo es muy similar al mostrado en la Fig. 4.9~. n osto e 85, spués e a ia e m, l ua r t ente netra ayor f ndidad s sici nes ntal edia, e giere e a el pósito e ua ajo s ogotes ede ariar e erdo ti ad e ua fil da. a i ción ogénea el ua ajo l ogote ede star t nces ada n ias e ran l en, ya babilidad s iv ente aja. or plo a ia e osto e n e r babilidad e u rencia, ientras e e a ia e s e . a i ótesis e ntr cción e ogotes dria plicar ortalidad s ogotes J. in bargo, l ogote o ay i i uos uertos arte era. l cho el ogote, Gi o sidad bertura Ue s ezquites, s ayor e s ogotes J, e giere ayor l cn e i i n e ua l elo. i to s i rto, l i iento e i i uos ctaria l puesto i rico tal secuencia r babilidad e revivencia e s i i uos arte t1~asera r in ás l ta e s tr s ogotes. e giere or tlnto a i n tro l año el ogote ortalidad e s ór oles arte sterior. s l ro e i ótesis e trncción obc r esta r eba; i bargo, s lt os ali dos ste apitulo o eden r pli ados n ase i ótesis e igración e os, i tesir; el r diente í rico rece r ólida ente ara s l ntas n as i ulares iv ente perficiales. os lt os t nidos l t dio e s ogotes l e ro an acio eden irse e anera iente: ) os lt os yan i ótesis e igración e os, s i encias r cen icar e s ogotes i dos n t i narios; ) l álisis e sidad l ti a e r uía lo~ ó ctros sales ica e s i t rias e l nización or r sopis glü dulo;,a n i r ntes s s ogotes; ) o ay i nes n v C\S tre sición ntro e s ogotes ia e s i i uos des e r sopis ~osa, e giere e i nibili ad e ua ri ontes ajo pa pada or getación r ácea oles icos s ogenea ntro el ogote; ) r sencia e i i uos uertos s l deros steriores ede r secuencia e a ntr cción el ogote ti o uesto ndiente, n lt o e ede ender el año e i o ogote. A B ~. j •, ) l e .. ·!-~-~~· .. l·'~-~ s, ~ 1, ) \ "' e ,' i \·l , , t ;;y-i--;-~--n1,--¡-¡ ..,~,~~~,¡r ¡-~r......,'-1..\"w"t:'.'..' :_· --....'..:"y' ... 1 •! •• 11 1 11 10 U SI a 11) lll ., 4 "" 1o1 l..AílOO(m} Fig. 4.1. Distribución por categorias de tamaño de los individuos de mezquite en 5 posiciones de tres mogotes: (1) individuos chicos, (2) medianos y (3) grandes. Los individuos muertos medianos y grandes se indican con ~ y 2, respectivamente. Las posiciones en cada mogata son: ª' peladera anterior; Q, Q, y g, posiciones frontal, media y trasera del mogote, y ~, peladera posterior. Las lineas continuas delimitan a los mogotes; las punteadas, a las posiciones dentro de los mogotes. La flecha indica el sentido de la pendiente. A ol--"f.lll¡"', ~.lll,lll,, ~ • • " • COBERTURA !m' 1 B ~e 1 ' •• 10 11 •••• 11 OIAMETRO B/.SAL (cm) Fig. 4.2. Distribuciones de f~ecuencias de la cobertura (A), la alturas (~), y el diámetro basal (g) de los individuos censados en los tres mogotes de san Ignacio. En el interior de las gráficas se indica la posiclón que simboliza cada tipo de barra. 45 N U M E R O DE IN OM YC UO S e to z «o 0 GH 33 04 cf 07% 08 106 17 15M 14 LOG KOBENTURA + 1) “o e wo A a mo Ze “ cs va sé B A 0h » 0 4% 3 3 E 7 z E E Ze jo e : wm ZÉ de so 10 e e A 0 A ZA Y ze 2d fé XA, Zi Ad E a 406 Qs 318 67 0% 02 4% 04 04% $4 5014 Ca ” a) 1 12 1 14 '. 3 ta 100 (ALTUMAs 14 106 ALTA. 2 ” m0 mo w so. Er gs 7 8 2 40 7 . yo g 2 Z »m 7 ¿ao % 9 YA Z, to: “ 7%, Z A E ” 7 E e — e PL dz Za E íñ el 61 02 4d 94 or at ar e 0d dd ea aaa a LOG (DUMUETAD + 1) LOG (MAMETRO) +2 Fig. 4.3. Distribución de frecuencias (después de una transformación logaritmica) de los valores de cobertura (A Y D), altura (B Y E) y diámetro basal (€ y FE) en el total de la población censada (A”£) y en los individuos chicos de esa población (D-F) después de la transformación y'= log y+c. Las distribuciones de los individuos medianos y grandes (A-C, barras grises y negras, respectivamente) y de individuos chicos (barras con diagonales) no difieren significativamente de una distribución normal (P>0.1). 46 A D f ~: ~ ~. ~ . i :: B E i. ~ . • ~ ~ . ~: 2 ~ . e ~: .( 5U i. ~ .,¡ g ~ ~ » ~ 1~ ig. .3. ist i ución e encias s ués e na ación rit ica) e s lores e ertura y~), l ra (~ y ~) i etro asal (Q El l tal e l blación sada CA--º) s i i uos icos e sa blación (Q-f) spués e tra ación ' la c. as i ciones e s i i uos edianos ndes (A-~, arras rises egras, t ente) ae i i uos icos a ras n i onales) o i i ren i i i tiv ente e na i ción r al O.l). A e Fig. 4.4. Densidád en las tres posiciones dentro de los tres mogotes de San Ignacio.~A, individuos chicos; D, individuos medianos y ~. individuos grandes. Las posiciones son: frente (barras con paralelas), parte intermedia (barras grises) y parte posterior de los mogotes (barras con diagonales) , La linea punteada paralela a las abscisas parte los grupos que difieren significativamente entre si. 47 A MOGOTE 1 "' "' "' ., " ., "' B 8 . MOOOTE2 15 :E \¡ . ~ o . g ~ :r z ' e MOGOTE3 MOGOTE a 11 • 'º Ja 14 OtAMETRO BASAL /cml Fig. 4.5. Distribución de frecuencias de diámetros basales de mezquites en tres mogotes y sus peladeros asociados (A-~l y curvas de Lorenz para esos mogotes (Q-E) . Las minúsculas indican la posición en el sentido de la pendiente: ª' peladera frontal; Q, .&;, y g, posiciones frontal, media y trasera del mogote respectivamente; y ~, peladera posterior. En Q-t la jerarquía es mayor conforme se alejan las curvas de la recta de pendiente l. Los diámetros de los individ.uos muertos han sido incluidos. 48 •oo A f ......... ·········.:.. .J., .. 1 ""1..,, " "' .. OO ID 20 30 00 ~ 00 10 flO 110 ~NTAJE -'CVWUV-00 CE lA POOU.c10N Fig. 4.6. Indices de Gini con intervalos de confianza al 95% (A), curvas de Lorenz (~) y distribución de frecuencias de los diámetros basales (.Q) para las 5 posiciones en un "mogote ideal" (M*) modelado bajo la hipótesis de migración de arcos. En A se indican también los indices de Gini para los tres mogotes censados en Cerro san Ignacio. Las posiciones en el sentido de la pendiente son: ª' peladera frontal; Q, g, y g, posiciones frontal, media y trasera del mogote respectivamente; y ~, peladera posterior. 49 A MOGOTE 1 B MOGOTE2 e MOOOTE3 POSICION Fig. 4.7. Cobertura relativa de~ glandulosa var. torreyana y de ~ ~ en tres mogotes y sus peladeros asociados. Las líneas paralelas a las abscisas parte los grupos significativamente diferentes entre especies. Los peladeros no se incluyeron en los análisis estadísticos. 50 0.16 0.14 0.12 '.5o10 " g ooe ~ 0.06 u, .. 002 000 12 ' u 1.0 ~o ~o.e ~ 0.7 o 0.6 º·' A POSICIONE<: B PüSIC IOl<[S "' r.0.12 P<0.0001 "º "' 140 ' "" 1.JO 1" 120 U!I e nos1c1om:s r1 •0.03 P•0.002 Fig. 4.8. Cobertura (A) y diámetro basal (~) de plantas chicas, y altura (~) de plantas medianas y grandes en función de las posiciones dentro de los mogotes. Las posiciones frontal, media y posterior son Q, Q y Q, respectivamente. 51 Fig. 4.9. Cuatro etapas sucesivas propuestas para el desarrollo de un mogote estacionario. CA) Los parches iniciales, conteniendo una pastizal de H.i.!iu:.1ª. mutica y plántulas de mezquite se unen para formar el mogote. (~) La vegetación se desarrolla y las raíces penetran a mayores profundidades, modificando la estructura de los suelos y la capacidad de almacenamiento de agua. (~) El sistema radicular de las leñosas alcanza la máxima profundidad posible, resultando en una capacidad máxima de acumulación del agua inf iltrable. CD) La demanda hidrica por evapotranspiración supera al subsidio recibido por el agua de escorrentía, mueren las plantas mas alejadas del frente (lado izquierdo) del mogote (árboles de líneas discontinuas), y éste se contrae¡ el suelo bajo los individuos muertos se perderá por erosión y el relieve allí será escalonado. Durante las 4 etapas hay colonización vegetal. 52 .: [ 100 [ .:r 100 150 - .:¡ 100 150 200 frente A . .· .. -~-----------~----·- B \ ~'llit"17 ' • I ... _ -- ---- -- -- - - -- -..:_ -- -.. _ --- -- -- __ ... ________ ,..._ ,~ 53 ··:·. CAPITULO 5 Efectos de un gradiente hidrico en el crecimiento y la sobrevivencia de brotes de mezquite. I. Experimentos de exclusión de formas de vida. Introducción .•.•...•.•••..•....••.•••..•••.••••. 55 Materiales y métodos ..••...•...•...••......••.••.•• 56 Resultados •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 60 Discusión •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 64 cuadros ••.•••.•••....•••••.•.••••••••••••.• 71 Figuras •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 75 54 1'(In vegetation ares) thc wettest soil is thus at the upper edge of the vegetated band, 1Jhich extends upslope" (Greig-Smith 1979) 11 A tree is, properly spcaking, a family or swarm of buds, each bud being an individual plant" (Studhalter 1955) IN'.I'RODUCCION Las evidencias mostradas en el Capitulo anterior indican que los tres mogotes seleccionados en cerro san Ignacio han permanecido relativamente estables desde su formación. La presencia de árboles muertos en la sección cuesta abajo sugiere que ha habido una contracción en la parte trasera de dos de los tres mogotes, y que esta contracción puede estar relacionada con el tamaño de dichos mogotes. Los efectos del supuesto gradiente hidrico durante el periodo de vida de los mezquites vivos parecen reflejarse en el diámetro basal y la cobertura de las plantas más chicas, y en la altura de las plantas medianas y grandes. Estas, sin embargo, son tendencias generales, en donde se considera la fisonornia actual, pero no dicen nada acerca de la dinámica de crecimiento de los árboles. Por este motivo se llevó a cabo una segunda aproximación al problema de la migración de arcos, y de la existencia del gradiente hidrico bajo éstos, a través del estudio del crecimiento de los árboles durante un ciclo anual. Implícito en la hipótesis de la migración de arcos está la suposición, confirmada con algunas observaciones (Doaler y Hodge 1964, Cornet .§.!; ª-1· 1992), de que la parte frontal de éstos esta constituida por un bordo en donde parte del agua de escorrentía se estanca para después infiltrarse (Hemming 1965, Greig-Smith 1979; ver Fig. 1.1}. Esto implica que el agua disponible para las plantas puede, en un período determinado, decrecer de la parte frontal hacia la parte trasera de los arcos, hasta ser muy escasa en el peladera posterior, lo que debe reflejarse en el crecimiento de las plantas durante ese periodo. Adicionalmente, si los arcos de vegetación migran cuesta arriba (Grcig-smith 1979), los individuos de la partP frontal serían rnOt ln Di+l tasa de cambio en el intervalo bimensual .t nudos por brote en la primera fecha de medición nudos por brote vivos en el intervalo bimensual .t y pertenecientes a la cohorte inicial de brotes nudos vivos en el intervalo bimensual .t que provienen de rebrotes En estudios de demograf ia se prefiere la transformación logarítmica sobre el análisis de los datos originales, pues esta transformación permite hacer comparaciones entre tasas sin que éstas sean afectadas por diferencias en los órdenes de magnitud de las variables (Begon g.t ª1_. 1986}. Se sumó la los números de nudos con al fin de evitar indeterminaciones en el cálculo de los logaritmos en los casos en que hubo pérdida total del brote (Zar 1984). El signo de las tasas indica si los brotes mueren o decrecen en nudos, si conservan el número original do nudos, o si, en el caso de las tasas de cambio, crecen a través de rebrotes, en tanto que la magnitud de las tasas indica la intensidad del cambio. Para el análisis de las diferencias tanto en li como en g se utilizó un modelo de análisis de varinnza mixto parcialmente anidado con igual numero de datos por combinación de factores (Jennrich y Sampson 1979). Por este motivo, los .mogotes y los peladeros fueron analizados por separado, ya que difieren en el numero de combinaciones de factores, pues en los peladeros no se pueden llevar a cabo tratamientos de exclusión. En los mogotes, los factores fijos son: bloque o mogote CM), posición CE), tratamiento (T), altura (tl), árbol (A), y fecha de medición (f). Las variables anidadas son A y brote (D), éste considerado como aleatorio. El modelo general para las tasas de sobrevivencia y de cambio en los mogotes es, con las variables anidantes entre paréntesis: M+P+T>H+F+A(MPT)+B(MPTAH) 59 más sus interacciones. En los pcluderos, los factores considerados son los mismos que en los mogotes y con atributos similares, exceptuando posiciones (f) tratamientos (T). El modelo para las tasas de sobrevivencia y de cambio en los peladeros es: M+H+F+A (M) +B(MA) más sus interacciones. Se excluyeron los árboles de los mogotes que no tienen los 20 brotes marcados requeridos para este análisis, y como la rutina para el análisis de varianza (BMDP BV, Jennrich y Sampson 1979) requiere igual nUmero de celdas para cada combinación de factores, los datos de los 120 brotes extraídos se estimaron como datos faltantes, utilizando el promedio de los brotes considerados en cada combinación de factores (Zar 1984). Los individuos descartados se consideran en el Capitulo siguiente. Una vez obtenidos los modelos definitivos se llevó a cabo la prueba de Newman-Keuls de contrastes múltiples para ANDEVAS anidados (Zar 1984). Si algunas de las combinaciones de los factores incluidos en el modelo no eran significativamente diferentes entre si, se agrupaban para calcular nuevos promedios e intervalos de confianza, utilizando la tócnica recomendada por Zar (1984, pég. 259). Otros métodos de análisis se especifican en la sección siguiente. RESUL'rADOS 'l'4sus Q.g sobrevivencu:1 Y. tasa~; f!g c.:mnbio Mogotes. El análisis de varianza de las tasas de sobrevivencia (Cuadro 5.1) mostró diferencian significativas entre tratamientos, altura y fechas simultáneamente, indicados por un término de interacción (TxHxF). El mcdelo contiene 17.16% de la varianza totill (VT) en los datos. Los efectos principales y sus interacciones suman 9.33% de la VT. Otras interacciones significativas involucran al mogote (0.57% de la VT), que es el bloque experimental. La variabilidad atribuible al árbol explica 7.26% de la VT, y el mayor porcentaje rmitió sepr1ror tres grupos significativamente diferentes (GSD, P<0.05): (A) los brotes en la parte alta de las copas arbóreas en todas las posiciones y los tratamientos; (B) los brotes de la parte baja de los árboles en todos los tratamientos de exclusión de leñosas (-1) y los controles (~): y (C) los brotes de la parte baja de los árboles en todos los tratamientos de exclusión de herbáceas (-li) y de herbáceas y leñosas (-H-1). La diferenciación en grupos se basa en que (a) no hay diferencias significativas en las tasas de 60 .¡ sobrevivencia de los brotes en la parte superior de las copas arbóreas para ningün tratamiento en ninguna posición, y (b} hay diferencias significativas en las tasas de sobrevivencia de los brotes inferiores. En la Fig. 5.3ª se indica el cambio, en función del tiempo, de las tasas promedio de sobrevivcncia, pero transformadas en porcentajes (§ 1 =cxp(§)KlOO). Comparando entre intervalos de confianza, se observa que los porcentajes de sobrevivencia son menores en los brotes bajos de los árboles en todos los tratamientos que involucran la exclusión de herbáceas (-H y -ll-L) y mayores en los brotes de árboles sujetos al tratamiento de exclusión de leñosas (-L) y al control CT). con respecto al tiempo, el porcentaje en los brotes bajos en -~ y T difiere del de los brotes altos a partir de la sexta fecha de medición, 310 días después del inicio de ltis observaciones. En mayo del año siguiente el porcentaje de nudos de la cohorte es significativamente menor al 100% inicial. El análisis de varianza de las tasas de cambio (Cuadro 5.2) mostró también diferencias significativas entre tratamientos, altura y fochas simultáneamente ('fxllxF), y el tratamiento no es significa~ivo como efecto principal. El modelo contiene 12.75% de la varianza total (VT) de los datos. Los efectos principales y sus interacciones significativas suman 4.47% de la VT. La VT atribuible al árbol es de 6.88%, y el porcentaje de la variabilidad total que se ~tribuye a los brotes es de 76.7J%, similar a la relacionada con las tasas de sobrevivencia. Al igual que en el análisis de las tasas de sobrevivencia, no hay diferencias significatiVuG asociadas a la posición. La pruebil de contrastes múltiples de tlcwman-Kculs mostró que (a) no hay diferencias en las tasas de cambio de los brotes en la parte alta de la copa arbórea en ningún tratamiento ni posición, y aquí se incluyen también los brotes bajos que se encuentran en los árboles sujetos a los tratamientos -1 y r, y (b) las tasas de cambio son significativamente mAs nagativu.::; en los brotes bajos de los tratamientos -li y -ll-1· . En la Fig. 5. 3.Q se indican las va:iaciones, en función del ti'.ampo, de las tasas promedio de camb~.o de los nudos en los brotes da la cohorte inicial más los nudos de los rebrotes, pero transformadas en pon:entajes de nudos presentPs (g 1 =exp(9) *100). Las diferencias entre los brotes de la parte baja de los árboles sujetos a los tratamientos -ti y -tl-1 y el resto de los nudos son significativas a partir de la cuarta fecha de medición, 187 días después del inicio de las observaciones. Como la dinámica de la copa arbórea puede ser diferente en su parte alta y baja, se optó por conservar los tres GSD obtenidos en el analisis de las tasas de sobrevivencia. En general, los resultados indican que hay un fuerte efecto de la altura de los brotes y de la P.Xclusión de herbáceas en la sobrevivencia y el cambio en el número de nudos por brote. LOs cambios en los porcentajes de los tres grupos indican que no hubo crecimiento neto y que solamente en la parte alta de la copa se mantuvo un número de nudos similar al de la cohorte inicial de brotes. 61 Peladeros. El análisis do varianza sobre las tasas de sobrcvivencia (Cuadro 5.J) indica que hay diferencias significativas entre las alturas de los brotes y fechas simultáneamente (HxF). El modelo contiene 19\ de la varianza total de los datos (VT), y los efectos principales y sus interacciones suman 14.66% de esta. El efecto del árbol no es significativo, y el mayor porcentaje de la VT (66.55%) corresponde a la variabilidad entre brotes. Los resultados de la prueba de comparaciones múltiples de Hewman-Keuls permitió separar dos GSO {P<0.05): los brotes de la parte baja y los de la parte alta de los árboles. Las comparaciones múltiples indican que (a) la sobrevivencia en los brotes altos es significativamente menor a partir de los 50 dias de iniciado el experimento y hasta 50 días después, y (b) la sobrevivcncia en los brotes bajos es significativamente menor a partir d~ los 310 dias despuCs del inicio de las observaciones. Esto se muestra en la Fig. 5.4ª, en donde, como en los análisis anteriores y en el que sigue, las tasas de sobrevivencia han sido transformadas a porcentaj~s de nudos sobrnvivientes. El análisis de varianza de las tasas de cambio mostró también diferencias significativas entre altura y fechas simultáneamente. El modelo contiene 18% de la VT, y las fechas y su interacción con la altura sumriviación puede afectar la respuesta de las formas de vida vegetales. Cornejo- Oviedo fil Ql. (1992) no encontraron diferencias significativas en un periodo de tres años en la productividad de Pros2.Q.!..§ glandulosa var. glandulosa entre tratamientos que coinciden en la exclusión de herbáceas y la aplicación de herbicida, pero que difieren en la aplicación de fósforo. Como el mezquite fija nitrógeno de la atmósfera (Johnson y Mayeux 1991), otros nutrientes deben ser analizados para poder encontrar los que se encuentran en can~idades limitantes. Posiblemente la carencia de relación entre las posiciones dentro de los mogotes y los tratamientos en f. gl~ndulosa durante el ciclo anual estudiado sea principalmente una consecuencia de la baja precipitación registrodL1 durante ese lapso, pero debe 66 ¡ación significativa entre las posiciones dentro de los tres mogotes estudiados y la cobertura de los mezquites corn diámetros basales >2 cm, la categoria en donde se encuentran 69 árboles de los 72 utilizados para el estudio de demografía de brotes. La conclusión general es que, en la demugrafia de brotes de mezquite, otros factores pueden ser más importantes que la competencia entre formas de vida. Las dos hipótesis centrales de este trabajo (gradiente hidrico y competencia) no han podido ser aceptadas. Sin embargo, no es posible ignorar otros aspectos que son relevantes para la biología del mezquite y el estudio de la demografía de módulos: (1) la gran variabilidad residval en los análisis de varianza, (2) la caracterización de los brotes del mezquite en diferentes grupos de actividad, y (3) la relación entre la altura de los brotes, su grado de actividad, la floración y la herbivoria. Variabilidad residual. En los análisis de varianza, una alta proporción de la suma de cuadrados está contenida en el error experimental: 76% en las tasas de mortalidad de la cohorte original y en las tasas de cambio del total de nudos por brote en los mogotes, y alrededor de 67% en las tasas de mortalidad de la cohorte inicial y en las tasas de cambio en los peladeros. Jones y Harper (1987a) realizaron un experimento para determinar el efecto de la interferencia de copas vecinas de Betula pendula, plantando árboles de cuatro años de edad en tres grupos de tres plantados a veinte cm de distancia en las esquinas de un triángulo equilátero, con el objeto de forzar la constitución de zonas de alta, media y baja interferencia entre brotes de árboles vecinos. Al final del primer año de su experimento, las fuentes de variación del ANDEVA (árbol, edad, y zona de interferencia) dejaron sin explicar 73% de la suma de cuadrados (SC). Para el tercer año, la SC explicada no cambió, pero la zona de interferencia entre copas tuvo un efecto significativo sobre los brotes (P¿0.05), aunque éste sólo explica 1-2% de la SC. Aunque los experimentos en Petula pendula y en Prosopis glandulosa son totalmente diferentes, la variabilidad residual es muy parecida. Jones y Harper (19872) sugieren que la variabilidad encontrada en sus datos tiene dos fuentes: (a) causas imputables al tipo indeterminado de crecimiento de los brotes y (b) causas atribuibles al tipo de análisis llevado a cabo, que implicó la agrupación de grandes cantidades de datos "con la consecuente pérdida de detalle". También consideran que pudo influir la selección de los riiveles de cada factor y la carencia de información especifica sobre las caracteristicas ante las que se encuentran diferentes partes de la copa. En los resultados obtenidos para el mezquite también podrian detallarse algunas de las causas que contribuirian a la varianza no explicada: por un lado, las relacionadas con la selección de los sitios y de las unidades experimentales; por otro lado, las que son caracteristicas del desarrollo de la especie y de su interacción con otras especies. Aunque aún hacen falta observaciones acerca 67 notarse que los resultados coinciden con los obtenidos en el Capítulo 4 1 en donde no se encentro una t"E .~;.ción ifi ativa tre s sici nes ntro e s s mo~otes i dos bertura e s ezquites r. etros ü!iales :>2 , t goria nde uentran G9 a oles e s 2 t os ara l t dio e ografía e rotes. a clusión neral s e, i:.igrafia dt~ r tes o ezquite, t .os t res eden r as portantes e petencia tre as e i a. as s i ótesis t i.lles e ste rab.J.jo ddicnte i rico petencia.) n dido r ptadas. in bargo, o s sible orar tr s ectos e n antes ara i l gía el ezquite l t dio e 1.:1 c ografL:i e ódulos: ) r n ri bili ad i ual s álisis e .:irianza, } r t ri ución 8 s r tes el ezquite i r ntes pos e ti i ad, {:>) cd ción tre l ra e s rotes, nu r do e ti i ad, i n rbivoría. ariabili ad i ual. n s álisis e ri nza, a lta orción e .s a e cuStá t n ida tJn l rror eri ental: s as e ortalidad e horte ri inal s as e bio el tal e dos or rote s ogotes, dor e 67~ s as e ortalidad e horte i ial s as a bio s cl deros. a es arper 87ª) c liza1:1Jn eri ento ara t inar l cto e r ncia e pas cinas e Retula ~' l t do oles e atro ,1ños e ad n s pos e s l t dos einte rr. e i t cia s uinas e n iá ulo uilátero, n l jeto e rzar nstit ción e nas e lta, edia aju c ciü tre r tes e oles cinos. l al el r er no e eri ento, s ntes e vari~ción el EVA r ol, ad, na e r ncia) j ron .sin c l icor J 'l; e um.:i.. e drados { C). ara t l er o, se l .:ida bio, ero na e r ncia tre pas o n cto 11ificativo ro s r tes ¡0.05), que ste lo plica e se. unque s eri entos n Oct\lJ...i! c du 1a n j..§ l dulosa n ente i rentes, ri bili ad i ual s uy recida. a es arper 1 .Q.) ieren e ri bili ad ontrada s tos e s ntes: ª) sas putables l o inado e i iento e s r tes Q) sas ibles l o e álisis le o bo, e plicó r pación e des ti ades e tos 1•con secuente rdida e eta le 11 • a bién sideran e do fluir ción e s niv les e da tor r ncia e ación ecifica bre s racterísticas te s e uentran i r ntes artes e pa. n s lt os t nidos ara l ezquite bién drian tallarse nas e s sas e ntri uirian ri za plicada: or n o, s adas n ción e s s e s i ades eri entales: or tro o, s e n racterísticas el sa ro lo e ecie e ción n tras ecies. unque un cen lta ser aciones erca de la demografia modular de otras especies, me inclino a pensar que la mayor contribución a la variabilidad debe ser inherente a la especie, y debe también estar asociada con su interacción con otras especies. E:; to se puede mostrar con los resul tactos obtenidos para el mezquite: las diferentes clases de actividad de los brotes, la relación entre la herbivoria, la sobrevivencia de los brotes y el rompimiento de la latencia de éstos, y la relación entre la altura de los brotes, la latencia y la floración. Otro conjunto de causus atribuible~ a la altura de los brotes en el árbol, al tamaño de éste, y a la posición que ocupa se analizan en el Capitulo siguiente. ~ ~ actividad. La distribución de frecuencias de las tasas de cambio en cada uno de los tres grupos en los mogotes y los dos en los peladeros permitió distinguir 4 categorias de brot~s: (1) los que crecen a través de l~ebc-otes, {2) los que no cambian en tamaño, (3) los que decrecen, y (4) los que muer~n. Mailette (1987} también hizo distinciones en su población de yemas de Betula cordifolia, que tras la elongación durante el periodo de crecimiento pueden dar lugar a brotes cortos, bro~es largos, o a yemas latentes. Janes y Harpec- {1987ª) hicieron una caracterización más sencilla para las yemas de Betul-ª. peodula, que incluía las yemas por rama y las yemas totales (vivas+ muertas). Las diferentes alternativas en el desarrollo de la yemas pueden atribuirse a causas relacionadas con el progc-ama de desarrollo arquitectónico de la especie, que es dinamice y responde a variables ambientales (Tomlinson 1987). Por ejemplo, según White (1984), la explicación del .~imorfismo brotes cortos- brotes largos en algunas plantas radica en que los primeros explotan sitios logrados en tanto que las segundos exploran nuevos sitios. La gran variabilidad n0 explicada en los trabajos de demografia modular probablemente es un~ consecuencia de los diferentes destinos que pueden tener los módulos, y ésto a su vez influye en la distribución estadistica del error. Aunque las transformaciones de los datos originales en los analisis de derr.ogr~fía de módulos pretenden normalizar dicha distribución (Janes y Harper 19a72 1 Q, Mailette 1987, 1992), solo en uno (Mailette 1992), en donde se estudia la demografía modular de la herbácea perenne, Potentilla anzerina, se indica que la distribución de los valoc-es transformados no difiere significativamente de la normal. En los mezquites, la distribución de frecuencias de los valores transformados difiere significativamente de una distribución no~al {P<0.01, prueba de bondad de ajuste de Kolmogorov-smirnov, Zar 1984), y es de hecho una mezcla de distribuciones de las 4 clases de actividad mencionadas arriba. sin embargo, dado el gran número de grados de libertad, y considerando la robustez del análisis de varianza (Zar 1984, pág. 170) los resultados pueden ser considerados como válidos. El problema de la alta variabilidad del error parece ser insalvable, dadas las diferentes alternativas en el desarrollo de los brotes y la posibilidad de que éste sea afectado por fenómenos intrínsecos (p. ej. la influencia de la floración) y extrínsecos (p. ej. la herbivoria). 68 es y disminución del núnero de nudos. En las tasas de pérdida y de mortalidad están incluidos los efectos de la herbivoria y la sequia. La herbivoria domina como factor en las tasas de cambio negativas, lo que sugiere que el mezquite es una dieta alternativa para los herbivoros medianos durante periodos secos en los que disminuye el forraje proporcionado por herbáceas (Mares et al. 1977]. En Mapini, la precipitación de 1988 se concentró en la primavera y el verano (abril a septiembre) y es cuando pudo desarrollarse una mayor cobertura vegetal de herbáceas; para fines del verano este recurso se encontraba sustancialmente disminuido y el mezquite debió ser la principal fuente de alimento. Además, los mezquites en Mapimi producen brotes en primavera, pero hay también producción de rebrotes durante el verano, lo que coincide con las observaciones reportadas para la misma especie por Nilsen et al. (1987). La mortalidad en los brotes bajos de los mezquites estudiados debería ser mayor en la temporada más seca y cálida, si en realidad es una forraje alternativo. Sin embargo, un análisis realizado para explorar la forma de la curva de las tasas de sobrevivencia con respecto al tiempo indica que el término cuadrático no es significativo en ningún caso (P>0.05), lo que sugiere que la sobrevivencia sigue una curva del Tipo 11 de Deevey (Harper 1977). Como esta curva indica mortalidad constante en el tiempo, el mezquite parece ser un recurso, más que alternativo (Mares ec al. 1977), frecuentemente utilizado por los herbivoros. Según Vorhies y Taylor (1933) el mezquite constituye 56% de la dieta de Lepus californicus en Arizona; estos autores describieron también una "linea de forrajeo" (la consecuencia del corte de brotes bajos) ocasionada por esta liebre en los árboles de mezquite. Debe mencionarse que algunos brotes, aparte del corte causado, no presentaban indicios de consumo en corteza, hojas o yemas, por lo que pudieron ser cortados por las liebres para adecuar el espacio y así protegerse durante las horas de mayor insolación (Schmidt-Nielsen 1964) y posiblemente de los depredadores. Floración, latencia y crecimiento. En el mezquite, dentro de cada uno de los GSD, pueden observarse tendencias bien marcadas: la proporción de brotes inactivos es máxima en la sección alta de las copas arbóreas, pero lo opuesto sucede con los brotes que crecen. Como la temporada de reproducción y la de refoliación anteceden poco a la formación de rebrotes, la razón de esto parece estar relacionada con un factor intrinseco que promueve la latencia y facilita el uso de recursos para la floración en brotes superiores. La latencia se rompe en una mayor proporción de brotes inferiores, y es posible que las liebres promuevan el crecimiento al cortar una sección de los brotes; esta suposición se apoya en la mayor proporción de brotes que crecieron en las zonas expuestas tanto dentro de los mogotes como en los peladeros y ho está considerada explicitamente dentro de la revisión de los cambios en la redistribución de recurscs mencionados por Hendrix (1988). 69 MQrrili5b!g .Q_g ~ i inución el umero Q.g udos. n s as e pérdida e ortalidad tán l i os s ctos e rbivoria u1a. a erbivoria do~ina rno tor n s as e bio egativas, ue giere ue l ezquite s na ieta l ativa pa~3 s r ívoros edianos rante ri dos cos n s ue i inuye l rraje orci nado or r áceas ares fil ª1. 7). n apini, r cipitación e 88 e ncentró n pri~~ver~ l rano bril t bre} s ando do des~rrollarse na ayor bertura egetal e rbáceas; ara es el rano ste urso e contraba t ci l ente i inuido l ezquite ebió r ri cipal nte e l c nto. demás, s c zquites n apimí r ucen rotes n -irnavera, ero ay bién r u ción e rotes rante l erano, ue i cide n s servaciones ortadas ara is a ecie or ilsen gt ª1· 87}. a ortalidad n s rotes ajos e s ezquites t iados ebería r ayor n porada as ca alida, i n li ad s na rraje l ativo. si bargo, n álisis l do ara plorar a e rva e s as e revivencia n ecto l e po ica ue l ino adrático o s ifi ativo n i ún so 0.05) 1 ue giere ue revivencia ue na rva el ipo II e cevey arper 7). o o sta rva i . ortalidad nstante n l e po, l ezqu1te p~rece r n Ltrso, ás ue l ati o ares ª ll· 7}, e r.iente ti o or s rbivoros. egún orhies aylor 33) ~l ezquite nstit ye e ieta e epus ~alifornicus n rizona; stos tores scri ieron bién o. eu e rr j o" l secuencia el rte e rotes ajos) asi nada or sta re n s oles e ezquite. ebe r.1cncionarsc ue nos rotes, arte el rte sado, o r ntaban clici .s e s o n rteza, ojas as, or ue dieron r rt dos or s res ara ecuar l acio si r tegerse rante s oras e ayor i~solación (Schmidt-lliQls~i1 19G~) si l ente e s redadores. loración. J t ciñ Y.. i iento. n l ezquite, entro e da o e s SD, eden servarse encias ian arcadas: r porción e rotes cti os s áxi a n ción lta e s pas óreas, ero uesto cede n s rotes ue cen. o o porada e u ción e li ción t eden co ación e rotes, ón e sto arece star ada n n tor í co ue ueve cia cilita l so e rsos uru i n n rotes periores. a cia e pe n na ayor r porción e rotes f riores, s osible ue s res uevan l i iento l rtar na ción e s rotes; sta osición e oya n ayor r porción e rotes ue ieron n s nas puestas to entro e s ogotes o n s l deros no stá nsiderada pli i ente entro e isi n e s bios n i t ción e urscs encionados or endrix 8). Los resultados sugieren que, durante el ciclo anual de estudio, parte de la gran variabilidad en la demografia de los brotes del mezquite estuvo asociada con la fenologia y la herbivoria, mós que con las relaciones hídricas bajo los mogotes y peladeros o interacciones negativas con otras formas de vida vegetal. Un alto porcentaje de la variabilidad en las tasas de sobrevlvencia y de cambio de los brotes no pudo ser explicada por los factores experimentales y observacionales tomados en consideración, y esto puede estar relaciona~o con los diferentes destinos de los brotes y con los factores intrínsecos y extrínsecos a los que están cxpuestc~. De esta discusión se puede concluir que: (1) no se pudo demostrar una relación entre el gradiente hidrico bajo arcos de vegetación sugerido por Greig-Smith (1979) y el crecimiento de los brotes en ninguna posicion dentro de los mogotes, lo que sugiere las condlciones de humedad para los mezquites estudiados fueron homogéneas en todos los mogotes. (2} No se pudo demostrar una interacción que sugiriera la competencia del mezquite con otras especies, una conclusión que, junto con la anterior, podría cambiar si la respuesto de los mezquites varia en años con precipitación cercana a la media anual o mayor que ést~ (Knoop y Walker 1985). (J) La mortalidad de los brotes se asoció fundamentalmente con la herbivoría de mamíferos medianos, y éstos posiblemente influyen en el rompimiento de la latencia de los brotes que pueden alcanzar. Hay tainbiOn una fuerte asociación entre la latencia en los brotes altos y la reproducción sexual. 70 cuadro 5.1. Análisis de varianza anidado para las tasas de sobrevivencia de los brotes en los mezquites dentro de mogotes. Los factores anidantes se indican entre paréntesis. El término de error divide el factor o la interacción de factores a su izquierda para el cálculo de los valores de f. Los factores o interacciones se ordenan jerárquicamente de acuerdo a su valor de E y a si tienen un efecto significativo sobre la sobrevivencia. Las dos últimas columnas indican el porcentaje de la suma de cuadrados (SC) explicado por cada factor o interacción. Las letras en la segunda y tercera columna simbolizan: árbol (A), brote (B), fecha de medición (F), altura de los brotes (H), mogote (M), y tratamiento (T). ' f'AHCIAL """'" """ l'IA(MPT) '"' ., .. "' tw¡1.wn "' l20 QOC()' "' ,. '"'"" .... ' '"" 'OOM' "' TH HA(\.IM} '"" ' "" " OO:M' , .. tW(l.11'1) "' W(l.lf'l} ia 0002• r.u;~ HAI¡l.lf'T} 19 ooc. r.n ... ~ H.O.F(l.IP1) A¡l.lf'T} 61IJPTHA¡ "" 1; 0002' AfCl.IPl) (lf(Mf'TI1Aj ~ .. ,., '" ¡g OCOJ' "' HA!l.IPT) D(\IPTIIAj '"" " 111 OOIU' "" H.lFil.IP1J Df(Ml'nl.l.J "" i~ ooo:i' ll(r.tl'tl-W Z115.U 1Xi6 '" ar(Mrnv.¡ "'"""' "' " A(r.tPll ua• .. "" "" ttA(r.tf'T} "' ' "' " '"' "' '"'"" 1871 •m "'""" "' "' "" '" '"'4(MPT) " O!!a "' r.,., ""'"' 17l• ' >« Ar¡U¡ Dl¡loltW ·~ " "' ·~ ·- "' AH[l.I) ,,... "" ' "' "' OR1D "' '"'"" """"' "' " º" on E " "''"' º" "' "'' " "" ""' "' """ ' 10TAL 730975 73 Cuadro 5.4. Proporción de brotes que disminuyeron su número de nudos por sequía (PS) , por roedores (PR) , y proporción de brotes muertos por sequia {MS) y por roedores {MR) en los 5 grupos significativamente diferentes de los mogotes y los peladeros. En los mogotes, ~ indica los tratamientos de exclusión de leñosas y control en brotes bajos: ~, los tratamientos de exclusión de herbáceas y de herbáceas y leñosas en brotes bajos; ~, brotes altos en las tres posiciones dentro del mogote. En los peladeros, Q indica los brotes bajos, y E, los brotes altos. Las proporciones que difieren significativamente (P<0.05) en cada renglón se señalan con negritas diferentes. MOGOTE PELADERO A B e o E PS 29.80 d 28.92 d 22.69 e 13.JJ b J.33 a PR 21. 5 b 20.81 b 1.94 a 49.97 e 21.67 b MS 4.25 b 4.32 b 4.03 b 13. 33 e 1.67 a MR 19.8 b 32.16 e 6.57 a 48.33 d 20.0 b 74 8 L-;=-r... H-L _ e H L "-L H-L H ""!-o,---i,-,.,.,....,,,"".,,~·~,,""",,.)..,~,,-~.+..<.,-~.,~,, lARGOjm) Fig. 5.1. Localización de los tratamientos (barras diagonales) dentro de los tres mogotes utilizados para los experimentos de respuesta a un posible gradiente hidrico y de exclusión de formas de vida. Los tratamientos son: sin manipulación o control (~); exclusión de leñosas (L); de herbáceas (fi); y de herbáceas y leñosas (tl-L). La flecha indica el sentido de la pendiente. Los mogotes se delimitan con lineas continuas, y sus dimensiones están calculadas como la distancia paralela a la pendiente (ancho) y la perpendicular a la misma (largo). 75 Fig. 5.2. Ejemplo de un brote marcado y partes consideradas en el estudio de demografía modular. La longitud se midió desde la inserción hasta la punta del brote. 76 l a i' § § 50 z 'º "' o 50 100 150 200 '"' 300 350 400 120 b 110 l1 ~ 1 90 80 ro § liO => z liO 'º "' o 50 100 150 200 250 300 350 400 DIAS Fig. 5.J. Evolución temporal en los mogotes del número de promedio de nudos por brote (expresados como porcentajes del número promedio de los brotes existentes en la fecha inicial) de (2) brotes iniciales sobrevivientes en cada fecha y (Q) brotes presentes en cada focha (iniciales + rebrotes}. se presentan los datos para los siguientes grupos: brotes un la parte alta de la copa (triángulos), brotes bajos que se encuentran en los tratamientos control y de exclusión de leñosas (rectángulos llenos), y brotes bajos en árboles sujetos a tratamientos de exclusión de herbáceas, y de herbáceas y leñosas (rectángulos vacíos). Las barras indican intervalos de confianza al 95%. 77 a l1 ~ "' i 60 70 60 § 50 40 z JO "°o 50 100 150 400 120 "º b z1 90 lil '·+~+ .. 1 60 70 60 ~ 8 50 " z 40 JO 20 o ,,, 100 150 200 250 300 350 400 OIAS Fig. 5.4. Evolución temporal en los peladeros del nümero de promedio de nudos por brote (expresados como porcentajes-del número promedio de los brotes existentes en la fecha inicial) de (¡¡) brotes iniciales sobrevivientes en cada fecha y (12) brotes presentes en cada fecha (iniciales + rebrotes). Se presentan los datos para los siguientes grupos: brotes en la parte alta de la copa (triángulos), y brotes en la parte baja de la copa (cruces). Las barras indican intervalos de confianza al 95%. 78 ·J 2 ~ ·2 ·1!1 ., -O 5 o o 5 , 15 2 2:1 J T.l.SAOECWlllO Fig. 5.5. Numero de brotes en función de la tasa de cambio y del tiempo en los grupos constituidos por (A) brotes en la parte alta de la copa; (~) brotes bajos en árboles sujetos a tratamientos control y de exclusión de lenosas; (~) brotes bajos en arboles sujetos a tratamientos de exclusión de herbáceas, y de exclusión de herbáceas y lenosas, en los mogotes; CID brotes e11 la parte alta de la copa y (~) brotes bajos en los árboles de los peladeros. La minúsculas diferentes indican los los grupos que difieren entre si respecto a la mortalidad o disminución de tamaño de los brotes (valores negativos en las abscisas}, la inactividad (cero) o el crecimiento (valores positivos). 79 MARZO Ul6íl "" MAVO 100ll l ., b r ., .. l ~(1J] ~ : ~ § ., l7P91 ~ " ~ " ~ "' g " l ., d r l ~ "' ¡ " ID., . "' ~ "' m "' ~ " Fig. 5.6. Porcentaje de brotes vivos (il) con inflorescencias, (Q) con vainas, (Q) sin inflorescencias y (Q) sin vainas, en los árboles correspondientes a los siguientes grupos: brotes bajos, tratamientos control y de exclusión de leñosas (A), brotes bajos, tratamientos de exclusión de herbáceas, y de herbáceas y leñosas (~), y brotes en la parte alta de la copa (~), en los mogotes; brotes bajos (Il) y altos (~), en los peladeros. Los números sobre las barras en g y Q indican el número de brotes vivos y, entre paréntesis, la proporción de brotes latentes que produjeron partes florales en relación a los brotes latentes que no las produjeron. En las barras se distingue el porcentaje de los brotes que crecieron (diagonales), los latentes (en blanco), y los que perdieron nudos (en negro) en las dos fechas indicadas. 80 CAPITULO 6 Efectos de un gradiente hidrico en el crecimiento y la sobrevivencia de brotes de mezquite. II. Variabilidad residual en los modelos demográficos Introducción ••••••••••••.••••••••••••••••••••••• 82 Materiales y métodos .••••...••••••..••.••..•.•••..• 04 Resultados •••.•••••••••••••••••••••••••••••••• 88 Discusión •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 90 Figuras •••••••••••••••••••••••••••••••••••• 94 81 11 Ability to survive the desert environment is not found in any plant habit. Even within one forro, shrubs and small trees, responses to moisture stress conditions are so variable that it is impo~sible to generalizc about the survival and recovery mechanisms of desert shrubs" l!alvorson y Patten (1974) INTRODUCCION La variación en el número de nudos por brote (o su variable asociada, la longitud de los brotes) puede atribuirse a diferentes causas; entre las mencionadas en el capitulo 5, se encuentran el cambio en el tiempo, la relación entre latencia y floración, y una mayor mortalidad en los brotes bajoo, que está asociada al corte de brotes por lagomorfos y roedores. Sin embargo, los•factores de interés (tratamientos y altura) explican una proporción relativamente baja de la variabilidad total, que fluctúa entre 3.3% y 9.5%, considerando mogotes y peladeros. Otros estudios de demografía de módulos muestran procentajes de varianza explicados por los factores sujetos a manipulación experimental no muy diferentes a los encontrados en Pr.osopis glandulosa (medüina: 6.5%, Jane~ y Harper 1987ª, .Q). La variabilidad en el crecí.miento de los brotes puede estar relacionada con la forma de conducción de agua en el xilema de los árboles que los subtienden. Hay dos formas de conducción hidrica fundamentales: espirales y sectoriales. En la primera, el agua tomada por una sección radicular se distribuye en todo el dosel, en tanto que en la segunda, el ugua se distribuye solamente en una parte de éste. En zonas áridas, en donde la disponibilidad de agua es irregular en el tiempo y en el espacio, el patrón de conducción sectorial es frecuente y puede tener un alto valor selectivo, pues la muerte por deficiencias hidricas o por patógenos de un sector de la planta no afectaría al resto del individuo (Waisel g1 ill· 1972, sprugcl QJ; ill· 1991). La consecuencia colateral de este tipo de conducción es que si la distribución de agua y de nutrientes en el suelo es heterogénea, algunas ramas estaran sujetas a mayores déficits y, si no mueren, crecerán menos que otras ramas cuyos sistemas radiculares estén situados en volúmenes de suelo con mayor disponibilidad de recursos. otra consecuencia es que dentro de un mismo sector haya, como en las poblaciones vegetales (Weiner 1984), dominancia y supresión entre brotes. El patrón de circulación en el mezquite no ha sido reportado, y consideramos de interés estudiarlo como un elemento para explicar la gran variabilidad en el crecimiento de los brotes de nuestra localidad de estudio. Un aspecto crucial y relevante para ósta tesis es si las plantas de mezquite son sensibles a cambios en la disponibilidad de agua. Dicha sensibilldad se observa en experimentos de riego (Ansley ~ lll· 1988, 1992, c. Montaña, B. cavagnaro y o. Briones, manuscrito sin publicar). Se ha demostrado que el potencial hidrico varia entre ramas en diferentes posiciones aún en plantas 82 de no más de un metro dl' ítltura (Zirnmct"mann 1978). También, los potenciales hidricos varian entre plantas de diferente altura, como lo han demostrado Brown y Archer (1990) para plántulas y adultos de Prosopis glandulosa var. glandulosa. Por Ultimo, los potenciales hídricos pueden variar con respecto a los sitios que ocupan las plantas (Ansley ~ ª1· 1990), una caracteristica importante si se consideran las diferencias entre mogotes y peladeros en Mapimi. Si se encuentran diferencias entre brotes en diferentes alturas, árboles de alturas diferentes y árboles en posiciones contrastantes, una parte de la variabilidad no explicada por los modelos de demografía de módulos podría· ser entendida bajo ésta óptica, considerando que crcceran más los brotes que se encuentren bajo mejores condiciones hidricas. Hay un compromiso entre la eficiencia y la seguridad en la conducción de agua a través de los vasos del xilema (Zimmermann 1978)! la eficiencia es directamente proporcional al diámetro de los vasos, en tanto que la seguridad (esto es, evitar la posibilidad de embolias que rompan la columna de agua transpirada) es inversamente proporcional nl dic1.mctro de los vasos. En los árboles, los vasos más eficientes se encuentran en la raíces, y los más seguros, en las hojas (Carlquist 1975). La explicación funcional de esto es que el gradiente de presión absoluta decrece hacia la copa de los árboles a razón de 0.01 MPa por metro de altura, lo que implica menor seguridad en las partes altas, más critica mientras más alto sea el árbol. Un efecto parcialmente asociado puede ser el hecho de que la conductividad especifica foliar {el volUmun de agua que fluye en el xilema en relación al peso fresco de las hojas abastecidas} tiende a decrecer de la base a la copa (Zimmermann 1978). Las mediciones llevadas a cabo por Zimmermann corresponden a plantas tropicales (RhilRil¡, ~) o templadas (Tsugq) , y no hay información relativa en plantas de ambientes áridos, cuyos valores de conductividad podrían variar de acuerdo a la forma de utilización del agua disponible (cf. MacMahon y Schimpf 1981). La gran variabilidad no explicada por los factores tomados en cuenta en los modelos de demografia modular sugiere que la longitud (o el número de nudos) no es homogénea en todos los brotes en cualquier categoría de tamaño considerada. Si la distribución de frecuencias de la longitud de los brotes o de cualquier otro indicador de su biomasa son sesgadas, la distribución es jerárquica (Weiner y Solbrig 1984). La jerarquía en el crecimiento se atribuye a diferencias genéticas o ventajas iniciales entre individuos de una población (Harper 1977), y a las condiciones de densidad o de disponibilidad de recursos bajo las que los individuos se desarrollan (Weiner 1985 y citas allí contenidas). Sin embargo, a nivel modular, los brotes comparten el mismo genotipo, por lo que las diferencias en ~u crecimiento deben también estar relacionadas con algún control, posiblemente hormonal, o con las condiciones particulares en las que se encuentra cada módulo (Harper 1985). BJ En este trabajo se describen, además del tipo de conducción del agua en el xilema del mezquite, las diferencias en los potenciales hidricos entre ramas altas y bajas de un mismo individuo, entre individuos de alturas contrastantes y entre individuos en los mogotes y en los peladeros. Los resultados se camparan con el desempeño de los brotes en esas mismas categorías, utilizando la base de datos obtenida en los estudios de demografía reportados en el capitulo anterior. Por último, se llevan a cabo análisis de la jerarquía entre brotes, con el fin de determinar si está asociada a los potenciales hídricos determinados. La relevancia de los resultados se discute en función de lo que se conoce acerca de las restricciones estructurales en el sistema de conducción de las plantas. MATERIALES Y METODOS Los estudios se llevaron a cabo en los tres mogotes que se encuentran en la bajada del cerro san Ignacio descritos en el capítulo 2. A continuación se detallan los métodos utilizados. Patrones Qg movimiento Q.Q ª9.!!J!. Los pntrones de movimiento del agua en el xilema se siguieron con una solución de 1 g/l de fucsina ácida. El rnótodo (Waisel fil. ill· 1972) consistió en localizar una raíz y cavar alrededor de ella hasta una profundidad de 60 cm. La raíz fui! seccionada (diámetro de la sección: 0.33 cm), y su parte expuesta adyacente al árbol se sumergió en la solución de fucsina. Para detectar la forma en que ascendió el pigmento, una semana después se extrajo el árbol y se cortaron secciones transvcrsulcs, siguiendo la traza del pigmento desde la raíz hasta las ramas superiores. Como Waisel !?..!; ª1,. (1972) no encontraron discrepancias entre individuos de una misma especie respecto al sistema de conducción y ésta es una característica estructural que sigue un desarrollo genriticamente fijado, se consideró que era suficicnt~ sacrificar un sólo árbol. Potenciales hidricos. con el fin de explorar las diferencias entre alturaS--cle-105 brotes en arboles grandes, entre tamaños de individuos y entre posiciones, se llevaron a CilbO tres grupos independientes de mediciones de potenciales hidricos, determinadas con la ayuda de una bomba de Scholander (PMS, Corvalis, Oregon}: (1) comparaciones entre ramas de alturas contrastantes de un mismo árbol. Para investigar si hay diferencias en los potenciales hídricos en alturas contrastantes dentro de un mismo individuo, como lo sugieren los resultados de conductividad hidrica reportados para otras especies arbóreas por Zimmermann (1978), se seleccionaron tres árboles de 1.9 m a 2 rn de altura situados dentro de un mogote. En cada árbol se escogieron 2 brotes 11 bajos 11 , a 40 cm de altura, y dos brotes 11 altos 11 , a 1.90 m de altura. Las mediciones del potencial hidrico en todos los brotes marcados se llevaron a cabo al amanecer (05:45-06:52 h), cuando los potenciales hídriCos en el s1 ·'le i la planta son similares (MacMahon y Schimpf 1981) • 84 (2) Comparaciones entre individuos de alturas contrastantes. Con el fin de investigar si hay dif crencius en los potenciales hidricos de individuos de alturas contrastantes, como indican los resultados reportados por Brown y Archer (1990), se midió el potencial hidrico de individuos "chicos. 11 de 40 cm de altura y de árboles 11 grandes" de 1.8 m de altura. Dentro de un mogote se seleccionaron tres indiviauos chicos y tres grandes, escogiendo 6 brotes recientes en cada individuo. Se determinó el potencial hídrico de dos brotes de cada individuo en tres lapsos: al amanecer (06:20-07:10 h), en la tarde (15:35-16:23 h), cuando la diferencia entre los potenciales hidricos del suelo y la planta es máxima, y al anochecer (18:37-19:18 h), cuando los potenciales hídricos del suelo y de la planta tienden a equilibrarse. (3) comparación entre mogotes y peladeros. Los datos correspondientes a la capacidad de acumulación del agua indican que ésta es mayor en los mogotes que en lo peladeros (Carnet ~ .al. 1992), por lo que es posible que los potenciales hidricos en árboles de alturas semejantes difieran entre las dos posiciones. Para poner a prueba esta hipótesis, se seleccionaron tres mogotes y tres peladeros y en cada uno de éstos se escogieron tres arboles entre 1.6 y 2 m de altura (total: 18 arboles). En cada árbol se marcaron 6 brotes recientes, que fueron utilizados para la medición de los potenciales hídricos, dos por oc~sión 1 en tres lapsos (36 brotes por lapso): al amanecer (OJ:45-0~:40 h), en la tarde (13:26-16:12 h) y en la noche (19:12-21:27 h). Lus mediciones en cada lapso se realizaron secuencialmente en cada mogote y su peladera asociado. Las observaciones se llevaron a cabo en octubre de 1990. En todos los casos los brotes seleccionados corrcspondian al último periodo de crecimiento (marzo de 1990) , ya que uún mostraban tejido fotosintótico en el tallo. En general, el corte del brote se llevó a cabo cuidando que la sección del tallo u zer observada estuviera lisa; los brotes se cortaban a longitudcz ~cmcjantes y para su transporte al sitio de medición se introducían en bolsas de plástico con el fin de evitar una transpirl'lción excesiva. El lapso entre el corte y la medición fue menor de 5 minutos. Los resultados obtenidos corresponden a tres series fijos al mogote o bloque (M), la posición (P), el árbol (A), y la hora de medición (F), y los brotes (B) corno variable aleatoria. Las variables anidadas son A (en M y P), y los brotes (en A, M ~, P). Las tres diferentes horas de medición son consideradas como observaciones repetidas. l!§_Q Q._g .L1 ~ QQ dato-ª obtenida gn ~J. gstudio QQ demogra fia. Con el fin de comparar los resultados de potencial hidrico con los datos de longitua· de brotes, se seleccionaron, del total de 89 individuos segudios durante un ciclo anual en el estudio de demografía de brotes (Capitulo 5), aquellos con características similares a las utilizados en cada uno de los tres conjuntos de observaciones: (1) comparaciones entre ramas de alturas contrstantcs de un mismo árbol. Si hay diferencias en los potenciales hidricos de los brotes altos y bajos dentro de un mismo ñrbol, esto debe reflejarse en diferencias en las longitudes de los brotes. Para probar esta hipótesis se seleccionaron los árboles mas altos con la finalidad de tener brotes en un ilmbito amplio de alturas (total: 13 á.rboles); las alturas de los b.rbolcs escogidos estb.n entre 1. 85 y :'! m. Finalmente, se determinó, por medio de regresiones lineares y cuadrilticas, la relación entre la altur\l de los brotes y su longitud para la primera fecha de medición (mayo de 1988), antes de que los brotes sean afectados por mortalidad. (2) Comparaciones entre árboles de alturas extremas. Los resultados de Brown y Archer (1990) indican que los potenciales hídricos son mayores en los árboles altos cuando se les compara con los individuos bajos. Si esto se cumple también en los mezquites de mi zona de estudio, la longitud promedio de los brotes será menor en arboles bajos. Para poner a prueba esta hipótesis se calculó la longitud promedio de los brotes en cada uno de los 89 árboles con que se cuenta, y se determinó, por medio de regresiones lineares y cuadráticas, la relación entre la longitud promedio de los brotes en la primcru fecha de medición (mayo de 1988) y la altura del ilrbol al que pertenecen. (3) comparación entre mogotes y pcladeros. Si la disponibilidad de agua para las raiccs da los mezquites es mayor en los mogotes que en los peladcros (Carnet Q1 ª1· 1992), la BG longitud de los brotes también sera mayor. Paru poner a prueba esta hipótesis se seleccionaron los 6 árboles de los peladeros y árboles de alturas semejantes de los tres mogotes. Estos árboles (11 en total) están dentro de los ámbitos de alturas de o.es a 1 m, y de 1.5 a 1.55 m, que corresponden a 5 árboles y un árbol de los pelader.os, respectivamente. Los brotes se agruparon de acuerdo a la posición de los árboles que los subtienden, y se tomaron en cuenta las mediciones de longitud realizadas a lo largo del ciclo anual considerado en el estudio de demografía (Capitulo J). La relación entre la longitud de los brotes y la posición y fecha de medición se determinó por medio de modelos lineares generalizados (Aitkin fil. ftl. 1990). Desigualdad Qil ~ .J.Qngitllil. !.\!l .lQl¡ ~. Otra fuente de variación que debe ser explorada para entender la gran variabilidad entre brotes es el hecho de que la longitud alcanzada por éstos no es homogénea, lo que da lugar a distribuciones jerárquicas de frecuencias. Para explorar esta distribuciones se calcularon las curvas de Lorenz y los indices de Gini (Weiner 1905) para arboles divididos en tres categorias de alturn, basándose en 105 datos obtenidos en el estudio de la demografía (Capítulo 5). De los 89 árboles disponibles se seleccionaron suficientes individuos para obtener de 90 a 100 brotes por categoría, pero restringiendo al mínimo la diferencia en las alturas de los árboles escogidos. Se formaron las siguientes subdivisionas: individuos "chicos" cuyn altura esta entre 0.2 y 0.4 m (total: 90 brotes distribuidos en 14 individuos); árboles "medianos", de 1.25 m de altura (total: 100 brotes distribuidos en 5 individuos) : y arboles grandes con alturas entre 1.9 y 2.0 m (total: 100 brotes distribuidos en 5 árboles). Los brotes de cada categoría se agruparon para calcular los indices de Gini (ver Capitulo 4). G 2:i~ 1 Xi -¡¡j 1 Para cualquier categoría de altura, si todos los individuos de la población de brotes contribuyen proporciones semejantes en longitud, el indice de Gini tendra un valor mínimo de O; si, por el contrario, la mayor proporción de la longitud está concentrada en un brote y el resto de la población tienen longitudes mínimas, el indice de Gini tendera a un valor máximo de 1 (Weiner y Solbrig 1984). Para construir las curvas de Lorenz en cada categoría, los valores se ordenan de menor a mayor, y la fracción acumulada de la población se grafica contra la fracción acumulada de la longitud total (Weiner y Solbrlg 1984, Weiner 1985). El índice de Gini (G) y las curvas de Lorenz se usan de manera combinada: en general, mientras más cóncava sen la curvo de Lorenz, mayor será el valor del indice de Ginl. Para obtener valores insesgadoa del índice de Gini (G'), Woincr y Solbrig (1984) recomiendan multiplicar G por n/(n-1). Los intervalos de confianza se obtuvieron con una técnica da 11 ~ 11 , que consiste en el calcu,lo de G' para un numero determinodo do muestras artificiales tomadas de la muestra original con 87 reemplazo (Efron 1981); para este caso se escogió el cálculo de 100 valores artificiales de G 1 • Los intervalos de confianza (I.C.) se calcularon a partir de la desviación estándar de la muestra artificial (2) y del tamaño de la muestra (n) como en una distribución normal (Efron 1981): I.C. = G'±tot,ndVJñ Para el cálculo de G' y de las 100 muestras artificiales se utilizó un programa diseñado m¡-~ por Exequiel Ezcurra. RESULTADOS ~ l!l:! movimiento~ rn fill fil xilema. La Figura 6.1 indica el trayecto que siguió la dilución de fucsina a través de los vasos del xilew~. La raiz sumergida en la solución de fucsina ácida proporciona acrua a un sector del tronco en zu parte baGal. Si se tom~ como eje a la rama que tiene teñido al menos un sector de su di~rnetro, so pueden contar 10 ramificaciones dicotómicas. Conf~rm-:? asci~nde, el agua con fucsina ocup~ radlos crecientes del tronco, hasta formar un anillo que ocupa todo el xilema. La ausencia del marcador en la primera, segunda y cuarta ramificación podrian atribuirse a que las ramas laterales conducen agua de las secciones del xilcma no relacionadas con la raiz sumergida en la dilución de fucsina; las ramas de la quinta y sexta ramificación no se tiñeron, lo que indica que no recibieron agua durante la semana de duración del experimento, ya que a ese nivel el anillo teñido de xilcma estaba completo. El patrón de movimiento de la dilución puede caracterizarse como sectorial convirtiéndose en ascenso anular (Waisel ~ J!l. 1972). Este patrón ha sido reportado por Waisel g_!; J!l. (1972) en especies de ambientes áridos que frecuentemente tienen formas arbustivas: '.l'.runi!..I:. ~. ~ ~. Poterium ~. e individuos jóvenes de Gymnocarpus fruticosl!!!l y Zygophyllum ~, cuyo patrón cambió a sectorial ascendente en espiral en los adultos. Debe notarse que solamente realizamos las observaciones en un individuo de mezquite, por lo que el resultado obtenido podría considerarse como poco reprc~sentativo; sin embargo, Walsel ¡¡]; lll· (1972) obtienen resultados consistentes en cada una de las 24 especies estudiadas (con 5 a 10 repeticiones por especie), lo que sugiere que la variación intraespecif ica entre las dos formas de conducción principales {sectorial y homogénea o espiral) es inexistente. Potenciales ~ ':/. .l.rul9.ll.llil ¡jg los brotes. La Figura 6. 2 muestra, en el lado izquierdo los potenciales hidricos obtenidos en las tres combinaciones de factores diferentes y, en el lado derecho, la asociación de esos factores con la longitud de los brotes. Aunque en todos los casos las relaciones son significativas (P<0.001), la proporción de la variabilidad total explicada por la altura de los brotes, la altura de los árboles o la posición es generalmente baja (Fig. 6.2g-í). BB Los potenciales son significativamente mayores en los brotes de las partes bajas de los árboles y la diferencia con los brotes altos es de alrededor de o.J MPa (Fig. 6.2i!). Este resultado concuerda con la relación negativa entre la longitud del brote y su altura en el árbol (Fig. 6.2Q}, y sugiere que los brotes bajos disponen de más agua y crecen mas que los brotes altos. Los potencjalcs hidricos t.:imbión difieren entre árbolos altos y bajos (Fig. 6.2Q), lo que coincide con la relación positiva entre la longitud promedio del brote en cada árbol y la altura de éste (Fig. 6.2g); se infiere entonces que los úrboles altos disponen de más agua y tienen en promedio brotes más largos que los árboles chicos. Por último, el potencial hídrico de los árboles es mayor en los mogotes que en los peladeros (Fig. 6.2~) y los árboles de los mogotes tienen en promedio brotes más largos que los árboles en los peladeros a través de todo un ciclo anual (Fig. 6.2f). Por lo tanto, los resultados sugieren que la disponibilidad de agua es mayor en los mogotes que en los peladeros, y que esto se refleja en brotes más largos. Qesigualdad fill l.i! l.2IJ9.i.tlli! gg 1!2.§. ~· Según Waiscl gj;. i!l. (1972, pág. 522) "desde un punto de vistn funcional, las plantas (con patrones sectoriales de conducción de agua) están compuestas de un grupo de unidades independientes más pequeñas, cada una formada de una rama y una raíz que están conectadas por un sistema vascular contínuo 11 • Es posible que parte de la gran variabilidad no explicada en el Capitulo 3 es la consecuencia de un crecimiento heterogéneo de los brotes en cualquier categoría de tamaño del mezquite. Este es, efectivamente, el caso. Las distribuciones de longitudes de brotes son sesgadas en las tres categorías de tamaño (Fig. 6.3&-~), y el aumento en las concavidades de las curvas de Lorenz (Fig. 6.JQ-f) indica que las jerarquias tienden a incrementarse en el tiempo. Los indices de Gini corregidos por sesgo (G') son significativamente menores en los árboles medianos (1.25 m} cuando se les compara con los arboles grandes (1.9-2 m}, y la diferencia entre ambos grupos se mantiene a partir de la segunda fecha de medición (Fig. 6.4&), esto es, la jerarquía en la longitud de los brotes es consistentemente mayor en los árboles altos. Por otro lado, G' en los árboles chicos (Fig. 6.4&) es muy variable: al inicio del ciclo anual es significativamente mayor que en las otras categorías de altura, pero al final del ciclo, sólo difiere significativamente de los árboles medianos. La contribución de cada individuo ez también jerárquica, y ésta puede ser la razón de la mayor variabilidad de G' en los individuos pequeños. Como el número de brotes difiere en éstos individuos, se calculó la longitud promedio de los brotes en cada uno de los 14 árboles para la primer.a fecha de medición y se obtuvo la longitud acumulada. En la Fig. 6.4D se puede observar que el individuo de menor rango (mezquite 76) contribuye 7 veces 89 menos a la longitud acumulada que el individuo de rango mayor (mezquite 71). Estos dos individuos se encuentran a 13 m de distancia en la misma posición dentro del mogote 3, lo que indica que las condiciones de crecimiento de árboles pequeños son heterogéneas. Hny tambión jerarquía entre brotes de un mismo individuo (no mostrado), y el caso extremo corresponde al árbol 79, cuyo ámbito de longitud de brotes es de 3.2 a 12 cm. Para probar si, como en las mediciones de potenciales hidricos, existen diferencias entre brotes altos y bajos, se formaron subcategorias de altura de brotes, dos en los árboles medianos (hasta G6 cm y >66 cm) y tres en los grandes (hasta 65 cm, de 66 a 130 cm, y >130 cm) . En ambos casos el porcentaje contribuido a la longitud acumulada (suma sobre todos los brotes del árbol) por los brotes más bajos es mayor en tres y cuatro de los 5 indlviduos, respectivamente (Fig. 6.4º-Q). La diferencia se mantiene también entre los brotes de alturas medianas y altas en árboles grandes (Fig. 6.4D). Esto sugire que el ámbito de longitudes tiende a ser mas amplio, aunque la longitud promedio tiende a ser mayor, mientras más bajos estén los brotes en los _ mezquites. Tal tendencia parece no campljrse en los individuos de rango inferior, en donde el porcentaje do la longitud acumulada entre brotes de diferentes alturas es similar (f'ig. 6.4.Q-.Q). Los resultados indican que pocos individuos no presentan jerarquía en la longitud de sus brotes, y que cuando li1 hay, lu relación entre longitud y altura de los brotes es invcrs.J.mcntc proporcional. DISCUSION La forma de crecimiento más frecuente del mezquite en los mogotes de Mapimi ~s arbustiva. Sin embargo, aunque es más común a lo largo de vías de drenaje y alrededor d~ presones, la forma arbórea también está presente. Esta plastic1dad en la forma de crecimiento es comün en leñosas de ambientes estacionales con climas mediterráneos o dc~órtico~, y rs en plantas con estas características en donde se ha reportado un sistema de conducción sectorial de agua en el xi lema, caracterizado como 11 tipo arbustivo" por Waisel .fil; ª-.l,_, (1972). Según Waisel gJ; ª1· (1972) la explicación adaptativa para el sistema de conducción sectorial reside en la independencia relativa de cada una de las partes: si una rama o un conjunto de ramas son afectada~ por sequía, esto no influye en las ramas restantes, y el individuo puede sobrevivir y si se reproduce, contribuir con sus genes a la siguiente generación. La autonomía hidráulica de las ramas puede tener su análogo en la autonomía con respecto a la asimilación, distribución, y utilización del carbono producido por fotosíntesis, más frecuente cuando hay restricciones en la arquitectura de las plantas (Watson y Casper 1984). Esta posibilidad no ha sido explorada en el mezquite, y los resultados reportados para otras especies de ambientes, principalmente templados, son ambivalentes (White 1984) o están condicionados a la relüción entre los sitios de producción de carbono y los sitios de consumo, la distribución de las reservas, y del periodo considerado durante la estación de crecimiento; 90 además, el patrón observado normalmente pueden variar si hay manipulación experimental (Whi te 1984, Harper 1985, Sprugel fil; ;ú. 1991). Asumiendo que los condicionantes en la translocacion de carbohidratos se cumplen tambicn en el movimiento del agua, es posible que las diferencias en potenciales hídricos de Prosopi..§. glondulosa entre brotes y entre individuos varíen durante la estación de crcci~icnto; sin embargo, los brotes altos completan su rcfoliación untes que los brotes bajos (Fig. 6.5) y es en los brotes altos en donde estó la mayor cantidad cte· purtes reproductivas (Capítulo 5), lo que supone una mayor demanda de recursos y agua y por tanto un potencial híUrico más negativo. Es entonces probable que las diferencias observadas en octubre de 1990 se conserven, aunque los valores absolutos varíen en función de la disponibilidad de agua y de variables climáticas. Esta generalización se apoya en las relaciones encontradas entre la longitud de los brotes, la altura de los árboles y la altura de los brotes dentro de los árbolec, e implica que el componente hidrostático es importante. Zimmermann (1978) menciona que el potencial gravitatorio en el xilcma desciende en los árboles al menos 0.01 MPa con cada metro de altura, pero las diferencias encontradas en el potencial hídrico promedio en Prosopis glandulosa rebasan estos valores en más de un orden de magnitud: entre brotes de un mismo árbol hay una diferencia promedio de 0.2 MPa/m; entre árboles altos y bajos, la diferencia es de 0.5 a 0.6 MPa/m; y entre árboles de alturas similares en mogotes y peladeros, hay de 0,5 a o.7 MPa de diferencia. Como un símil, una diferencia de 0.2 MPa implicaria una diferencia de altura entre brotes de alrededor de 20 rn, si considerarnos el potencial gravitatorio solamente. Sin embargo, hay otros componentes que influyen en el potencial hidrico de la planta: el potencial estático suelo-agua y el potencial de fricción, que es el trabajo necesario para superar el roce del agua por los vasos del xilema (Richter 1976) • El potencial estático podría influir en la diferencia observada entre árboles de mogotes y peladeros, que tienen alturas semejantes, pero que se encuentran bajo condiciones hidricas contrastantes (Carnet Q.t ª1. 1992), o entre árboles chicos y grandes, cuyas diferencias en potenciales hídri~os han sido atribuidas al hecho de que las raíces de los pequeños exploran ~~~~~~~t~:c:;si~~:~~~~i!!r~w~i~e~r~~~rvf~~=t·~~~r~~s~:ni:' es influencia de este componente, pues aunque s~ han excavado las raíces de un árbol adulto y se ha observado que ocupan profundidades que abarcan desde los primeros 30 cm de suelo hasta más de 2 m (Hcitschmidt ¡¡]; ill· (1988), es poco probable que las raíces que surten de agua a los brotes inferiores estén consistentemente bajo mejores condiciones hidricas. Si en los mezquites el agua debe recorrer una longitud mayor para llegar a los brotes altos, el efecto del potencial de fricción es importante. Ademas, el mezquite posiblemente posee zonas de constricción entre uniones de partes vegetales, corno las 91 Usa REA - Le o o e o ros e pensylvanicum, Abies balsamea y Populus grandidentata, en donde la conductancia relativa puede disminuir 25% entre ambos lados de la constricción (citas en Sprugel et al. 1991). Si esta suposición es correcta, las partes vegetales estarian relativamente aisladas hidráulicamente entre si (Sprugel et al. 1991) lo que permite al individuo descartar partes vegetales afectadas por embolias o patógenos que de otra manera pasarian al sector directamente relacionado o al resto de la planta. Aunque las constricciones proporcionan una mayor seguridad para el individuo, el potencial de fricción disminuye necesariamente el potencial hidrico, lo que explicaría la diferencia de potenciales obtenidas entre brotes altos y bajos en un mismo individuo. Puede suponerse que los brotes de mezquite perteneciertes a las categorias en donde los potenci”:es son mayores crecerán más que los brotes con potenciales más sajos. Sin embargo, es en los brotes "más favorecidos" en donde la jerarquía tiende a ser mayor, y en donde hay más brotes secos (Capitulo 5). Dado qe el tipo de conducción del agua en el xilema es sectorial, algunas de las causas de la jerarquía entre brotes estarian relacionadas con la posible distribución desigual del agua en la matriz edáfica. En el sitio en donde se encuentran los mogotes bajo estudio, la proporción de arcillas en el suelos es alta (hasta 45%, Cornet et al. 1987) y aunque se ha afirmado que la actividad radicular modifica la textura en el largo plazo (Mabbutt y Fanning 1987, Tongway y Ludwig 1990), la capacidad de uso del volúmen de agua por las plantas disminuye drásticamente en suelos en donde las arcillas son predominantes (Heatherly y Russel 1979). Bajo estas condiciones, y considerando pequeñas variaciones en la textura, es posible que se formen "bolsas" con mayor disponibilidad de agua y volúmenes de suelo que carezcan de ella. Si una de las raices se encuentra en las bolsas con mayor agua, los brotes abastecidos por ella tendrán una mayor probabilidad de desarrollarse, y su jerarquia será mayor que la de los brotes cuyas raíces se encuentran alejadas del recurso hidrico. Por otro lado, y no menos importante, aún si las raices disponen de agua suficiente, pueden haber relaciones jerárquicas entre los brotes abastecidos. Harper (1985) sugiere que la razón del rompimiento de la latencia en los módulos está relacionada con un control central (¿cambios hormonales?) si el sector está integrado o por las "condiciones precisas y locales" de los brotes si el control central está subyugado al local. Si por cualquiera de las dos razones algunos brotes rompen la latencia antes que otros, el agua fluirá por diferencias de potencial en el sentido de los brotes activos y ésto afectará el desarrollo de los brotes restantes. Esta suposición se apoya en la ausencia de fucsina en algunas secciones del árbol de mezquite cuyo tallo principal presenta ya una distribución anular del pigmento, Y sobre todo, en el hecho de que los intervalos en la contribución al porcentaje de la longitud total (la jerarquia) son más amplios en donde los potenciales hidricos dentro de la planta son más positivos. 92 reportadas entre la hojas y el tallo en la palma Rhapis excelsa, o entre la rama y el tronco n las leñosas ~ syl anicum, ~ l ea opulus qrñndidentata, n nde ductancia l ti a ede i inuir tre bos os e nstricción itas n prugel g.!; ª-1. 91). i sta osicjón s rrecta, s artes getales t rian iv ente i as i l ente tre i rugel . l fil. 91} e r ite l i i uo escartar artes getales t das or bolias t enos ue e tra anera asarian l ctor i ente ado l sto e l nta. unque s nstri ci nes orcionan na ayor uridad ara l i iduo, l tencial e i n i inuye c csariurncntc l tencial i rico, e plicaría i r ncia e tenciales tenidas tre rotes lt s ajos n n is o i iduo. uede onerse e s rotes e ezquite rt neciertes s t gorías nde s t Ü" 1 es n ayores erán ás ue s rotes n tenciales as idj s. in bargo, s s rotes ás recidos 11 n nde r uía de r ayor, n nde ay ás rotes os apitulo ). ado Je l o e du ción el ua n l i l a s ctorial, .1as e s usas e r uía tre rotes t rían adas n sible i ción sigual el ua n atriz áfica. n l iti n nde cuentran s ogotes ajo t dio, r porción e rcillas n l elos s lta asta , arnet gt ª1· 67) que a r ado e ti i ad icular odifica tura n l o l zo a butt anning 87, ngway udwig 90) , acidad e so el lü en e ua or s l ntas i inuye r t ente n elos n nde s rci las n inantes eatherly u sel 79). Dajo stas ndiciones, si erando ueñas ri ci nes n tura, s sible ue e en 11 olsas 11 n ayor i onibili ad e ua l enes e ~uelo ue c~rczcan e lla. i na e s i es e cuentra n s olsas n ayor ua, s rotes astecidos or cl '1 c d.n .:i r.¡..._1yor r bubiliJad e esa rollarse, r uia crü .Jyor ue e s rotes yas í es e cuentran l j as el rso i rico. or tro o, o enos portante, n i s í es i nen e ua ficiente, eden aber i nes uicas tre s rotes astecidos. arper 85) giere e n el pimiento e cia n s ódulos std ada n n ntrol nera! bio> r onales?) i l ctor sta r do or s ndiciones recisas ales" e s rotes i l ntrol ntral sta ugado l cal. i or alquiera e s os nes nos rotes pen cia tes e tros, l ua irá or i r ncias e tencial n l ti o e s rotes ti os sto ctara l sa ro lo e s rotes t ntes. sta osición oya n sencia e sina n nas ci nes el ~rbol e ezquite yo llo ri cipal r senta a na i ción ular el i ento, y bre o, n l cho e ue s alos n ntri ución l rcentaje e gitud tal l r uía) n ás plios n nde lo~ tenciales i ricos entro e l nta n ás ositivos. Los resultados indicun que (l} h.:i.y diferencias en los potenciales hídricos entre partes de individuos, entre individuos, y entre las posiciones donde se encuentran los individuos; (2) hay una aso~iación significativa entre las diferencias de potencial y la longitud de los brotes en los tres niveles mencionados en el punto anterior; (J) dentro de diferentes categorlds de altura se encontraron desigualdades en la longitud de los brotes, que a su vez pueden descomponerse en jerarquías inter e intruindivictuales. Esta variabilidad puede difícilmente ser controlada en estudios de demografía de módulos, sobre todo en árboles cstüb~ccidos bajo condiciones naturales. Los resultudos tambión sugieren que, en los estudios de de~ografía de módulos, la varianza explicada por cualquier factor sujeto a manipulación siempre sera mucho menor que la varianza que permanecerá como error experimental. Dicha variabilidad se puede controlar por medio de muestreos cstratificudos, pero aun así permaneceril la correspondiente a la respuesta de cada uno de los módulos, que puede estar asociada a caracteristicas fijadas genéticamente en el programa de crecimiento de la planta (Hallé y Oldeman 1970) y también a las modificaciones de este programa en respuesta a factores ambientales (Tomlinson 1988, Hallé 1988). Los resultados obtenidos en ProsQQJ.2. gJ.ilnQ.ulosa var . .t_~ se explican a la luz de lo que se conoce de la fisiologia del agua en otras plantas, pero una gran proporción de lo discutido es correlativo, debe necesariamente considerarse como hipotótico y las condicionantes deben ser puestas a prueba. Otros factores relacionados con la forma de control central o local de la latencia, ya sea a través de hormonas o de respuestas muy finas a las condiciones "precisas y locales" (Harper 1985) bajo las que se encuentra cada módulo deben también ser analizadas. 9J Fig. 6.1. Patrones de movimiento de una solución de fucsina en el xilema de ~ glandulosa var. torreyana. La áreas más. oscuras y bordeadas por puntos marcan los vasos que transportaron la dilución. El patrón de movimiento es sectorial convirtiéndose en ascenso anular. 94 .• .. 0111 ·l~ ALTUIV. 1• .. 0,3 1'<0001 "'"ºº' 4 '5 POJU\.Jl.ADOOElA~ Afllla.[SUE()L.l,N()!) 8 A.L.T\Jf\A.1:nm ! .. i'!"' ~ ~ 00 ~~ ~ " 2 ! I" ~ , ' :10 r.. :lO J.5 "° "" .. ' " " JU 40 tia 00 10 00 LONOtTUO l'"'I " ACIJUULAOO OC lA l'OCll..AClON AAllOl.E90AAMlCS e 1 .. ~., "' ~" ~ ~ " ~: ~ " ~ ~ , :ro 40 «I so 1001201401110180200220140 " " XI 40 tia DO 70 ., l.ONGíTUOlcrnJ '% .l.Cl.ll.ILU.00 OC L' POOl.).O:)N Fig. 6.3. Distribución de longitudes de brotes (b-g) y curvas de Lorenz (Q-L) para tres categorías de tamaño de individuos de mezquite en tres períodos: mayo de 1988 (barras con diagonales y g) ; noviembre de 1988 (barras con horizontales y Q) ; mayo de 1989 (barras llenas y g). Las distribuciones de las longitudes son más sesgadas, y las curvas de Lorenz más jerárquicas, a medida que pasa el tiempo. 96 MAYO JUL EP HOYO EXE MÁ 1066 FECHA 1500 18 B ARDOLES CHICOS: 14 2104m) 1 10 % DE L A LO NG IT UO a “10 73 M0 20 96 33 70 31 77 74 79 70 72% MEZOUTE % DE LA LO MG IT UO Me D E LA L ON GI TU Y APOOLES MEDIOS. o APOTER MAJOR 1600 em] " Ñ PATIO Nina a 10 za 3 15 MEZIAAFE D ARDOLES GRANOES AROMA pos (0420m) 1556 om Fig. 6.4. (A), indices de Gini con barras que indican intervalos de confianza al 95%, y (B”D) porcentaje de la longitud acumulada de los brotes de cada mezquite en tres categoria: de tamaño cuya distribución de longitudes de brotes y Curvas de Lorenz se muestran en la Fig. 6.3. B individuos chicos; € brotes bajos y altos en individuos medianos; y D, brotes bajos, medianos y altos en mezquites grandes, Los datos en P-D corresponden a mayo de 1988, ar ~ " g " ~ . ~ ' A B TIJ n riu :io !11 :u 11 ll n 1• n ron 11 "'"'""' e " ~ ~ ' ' D 1 ' ~ ' ~ ' . "·. ~BMEDN.o& !125m) '\ >M~ ~Ttll.i.TOI \. .v!lltX. sOrwl Cs (10.20rn) (~ ....... ~ 7::: .. ~\----./ -~.-\ /_./',.i.,,, ... / . \ / \/ \ ... \/ " """"" ig. .4. ), ices e ini n a ras e i an alos e nfianza l , -Q) rcentaje e gitud ulada e l s rotes e da ezquite t s tegoriar."° e t año ya i ción e it des e rotes c rvas e orenz uestran ig. .J. i i uos icos; ~brotes ajos lt s i i i uos edianos; Q, rotes ajos, edianos lt s ezquites r ndes. os atos U-U r nden ayo e 8. 97 cl º" ~ 0.1 ~ 0.7 ~ .. 8 º·' f :.: ~ º·' ~ o' JSNEMM J SNEMM ALTURA ME Fig. 6.5. Frecuencia relativa del número de brotes vivos con hojas de principios del verano a mediados de primavera en dos ámbitos de altura: l\l, ~60 cm y /12., >60cm. Los brotes de alturas superiores completan su refoliación antes que los brotes do alturas inferiores. 98 CAPITULO 7 DISCUSION FINAL Gradiente hidrico y desarrollo de la vegetación ...• 100 Dinámica de los arcos de vegetación .•••.••.••••.••. 101 Crecimiento modular en~ glandulosa ••••••••• 102 99 "En regiones muy secas conviene dar forma a los bancales elevando sus bordos y dando a su parte superior la forma de un cuenco. 11 Seymour (1980, pilg. 108). Esta discusión se aborda a dos niveles: el de la comunidad y el de la especie. En el primer nivel, se discute a la especie como el registro en donde se refleja la dinámica de los mogotes y los peladcros, en tanto que en el segundo nivel se discute parte de la fisiología del agua del mezquite y sus interacciones interespecificas, incluyendo el efecto de la exclusión de espacies asociadas. Gradisnto hidrico y desarrollo de la vegetación Los datos acerca de las di.fcrcncius en humedad en el cnerpo de los arcos de vegetación son escasos (Boaler y Hodge 1964, Hemming 1965, Carnet QJ;. ª1· 1908, 1992). En estos trabajos se indica que se infiltra el u.gua est.:rncada en el bordo a 1 frente de los arcos, y que rara vez los czcurrimientos laminares llegan hasta la parte trasera. Tomando Csto en consideración, es posible suponer que hay un gradiente de lrnmedad bajo los arcos, que disminuye e11 dirccció11 a la pcndietltn. Sin embargo, en el capitulo 5 se concluye que el crecimiento de los brotes de mezquite fue similar en todo el cuerpo de los J mogotes, y mayor en los mogotes con re!;pccto a los pcladeros, y en el Capitulo 4 se indica qua no h.iy diferencias en la cobertura de los mezquites grandes, pero si de los chicos, dentro de los mogotes. Si el crecimiento de los brotes o de los ilrbole$ responde a la disponibilidad de agua, esto indicaría que su cantidad es homogénea en horizontes mils profundos de los mogotes y que su diferencia con los peladeros es discret.J.. Esto es, mis datos sugieren que, para los ilrboles grandes de mezquite, no hay un gradiente continuo de humedad bajo los arcos, pero que puede haber un gradiente superficial que afecta a los mezquites chicos o a otras lcñooas y hcrbQceas con raiccs ~ás superficiales, Esto podría estar relacionado cor1 las variaciones interanualcs en la precipitación, pero lar:: dirncn::3ionci:; de los mezquites presentes en los mogotes sugieren quC:· la existencia de un gradiente hidrico profundo debe ser menos frecuente. En los arcos estudiados por 'l'ongwu.y y Ludwig ( 1990) las especies estan segregadas en bandas. Al frente se encuentra una sabana de Eragrostis eriopoda, luego otra de Monachater paradoxa y por Ultimo una banda arbolnda de ~ ftD.fil!.l:.fti la profundidad a la que penetra el agua es escalonada y sigue también esa dirección: es menor en los suelos bajo ~. eriopod~, mayor bajo los de M· ~, y más profunda bajo los de A· ~. Este escalonamiento también se observa en los arcos también segregados en bandas de pastos y leñosas descritos por Boaler y Hodge (1964), pero la profundidad del agua en arcos no segregados de la sabana de Chrysopogon tiende a ser similar en todo el cuerpo de los arcos. El escalonamiento puede entonce~ estar relacionado con 100 la presencia de plantas cuyas raices alcanzan diferentes profundidades. Corno en Mapimi los mogotes están constituidos por una comunidad no segregada de pastos y leñosas, el escalonamiento se observa solamente entre pcladeros y mogotes, y no dentro de estos últimos. Esto sugiere que el agua que se infiltra en el frente de los arcos puede penetrar verticalmente, pero también fluir en el sentido de la pendiente, ~ través de los suelos modificados por iluviación de arcillas y lixiviación de cationes, ambos fenómenos consecuencia de la actividad radicular (White 1969, Boaler y Hodge 1964, Mabbutt y Fnnning 1987, Tongway y Ludwig 1990). Ambos componentes de infiltración (vertical· y horizontal) se pueden observar en las figuras publicadas por Carnet fil tl. (1992, pp. 336-337). Dinámf ca do los arco9 de vegetación Las evidencias reportadas en la literatura para apoyar la hipótesis de migración de arcos son el resultado de inferencias basadas en la distribución actual de las plantas tanto en los arcos corno en las zonas desnudas que los rodean. En esta tradición encajan los Capítulos 3 y 4 de esta tesis. En el primero se concluye qua la distribución de los mezquites no proporciona evidencias de migrnción, mientras que en el segundo, la conclusión es opues~a. Un análisis de la literatura también refleja esta contradicción. Sin incluir las trabajos expuestos en esta tesis, pueden contarse cinco en contra de la hipótesis de migración de arcos {!ves 1946 y Clayton 1965 en ondas de desierto; Boaler y Hodge 1964, Mabbutt y Fanning 1987, White 1970 en a.ecos de V<::!getación) y ocho a favor de dicha hipótesis (Worral 1959, Boaler y Hodge 1964, Hemming 1965, White 1969, Tongway y Ludwig 1990, Cornet gi:. ª1· 1988, 1992, y Montaña 1992). Boaler y Hodge discuten ambas alternativas. Los trabajos publicados por Cornet y colaboradores, y el estudio diacrónico de Montaña corresponden al mismo mogote en Mapimí, aunque este Ultimo autor apoya sus argumentos en el estudio sincrónico de 9 mogotes más. El argumento mas frecuente a favor de la hipótesis de migración de arcos es que en la parte trasera hay una mayor mortalidad de individuos leñosos adultos, esto es, de mayor diámetro basal (Doaler y Hodge 1964, Hernrning 1965, White 1969, Tongway y Ludwig 1990, Carnet gi:. ª1 1980, 1992), pero esto podria alternativamente indicar que el arco se ha contraído como resultado del desarrollo de la vegetación, como se discute en el Capitulo 4; una contracción sin consecuencias para el ~esto del arco apoyaría la suposición de que la diferencia entre gradientes hidricos de mogotes y pe laderos es discreta. 1'arnbién se ha argumentado que, aunque estables en el presente, los arcos pudieron haber migrado en el pasado (White 1969, Boaler y Hodge 1964), pero este argumento difícilmente se puede falsificar si no se documentan las etapas transicionales de este proceso, un trabajo que queda por realizarse. otro argumento a favor tje la migración de arcos es el relacionado con la colonización de la zona desnuda al frente de los arcos. Montaña (1992), reporta que Hilaria ~colonizó una franja de alrededor de 5 m al frente del mogote, pero que el 101 avance no estuvo aparejado con un retracción en la parte inferior sino hasta 6 años después de iniciado el estudio, lo que sugiere que el proceso de migración es altamente variable en el tiempo y en el espacio. Es entonces posible suponer que dentro de una localidad (por ejemplo, Cerro San Ignacio) pueden haber mogotes que migran (Montaña 1992) y mogotes que no migren (Capitulo 4). Seria muy importante analizar la distribución de los individuos de mayor diamctro en todo el mogote ~studiado por Montaña, en donde deberia observarse una distribución relacionada con el avance reportado. En el Capitulo J de esta tesis se reporta una mayor proporción de plántulas de Flourensia cernua y Pros~pis glandulosa en la parte delantera de los mogotes que en la parte trasera, y una mayor proporción de adultos muertos de ambas especies en las zonas desnudas posteriores, lo que se sugiere es el resultado de un proceso de migración. Mauchamp (1992) sugiere que la colonización por flourensia cernua también en San Ignacio se da solamente en la parte frontal de los mogotes, y que la presencia de una franja de flourensia en su interior podria indicar que el proceso de colonización fue interrumpido por la ocupación temprana del frente por ~ ~. En términos generales, y con base en los resultados publicados hasta ahora, se sugiere que hay arcos de vegetación estables que pueden sufrir una contracción en el margen cuesta abajo como consecuencia del crecimiento vegetal, lo que explicaría el aspecto 11 mcllado 11 (Tongway y Ludwig 1990) en esa posición. Es posible tambien que algunos arcos migren, y se ha sugerido que dicha migración puede depender del aporte do sedimentos acarreados por el flujo laminar del agua o por los vientos (Tongway y Ludwig 1990, Carnet Q\; l!J.. 1992). Si hay agua suficiente y depositación de sedimentos al frente del arco, entonces la modificación de las características superficiales y el aporte de semillas puede contribuir a la expansión de una zona de colonizadores, cuyo desarrollo desencadenaria el proceso de migración de los arco~. Si, por el contrario, la deposición de sedimentos es despreciable, los arcos Gerian C$tables. Esta hipótesis se puede probar provocando experimentalmente la acumulación de sedimentos en la parte delantera de los arcos y siguiendo la colonización a lo largo del tiempo, o investigando zonas perturbadas en donde se ha alterado la dinámica del flujo del agua y los sedimentos. Crecimiento ~adular en Prosopis qJ..~--º2.9. Por las razones mencionadas al inicio de esta discusión, las diferencias en el crecimiento y la sobrevivencia de los brotes no parecen estar asociadas a algún gradiente de humedad dentro de los tres mogotes estudiados. La extracción de formas de vida supuestamente debería mejorar el presupuesto hídrico de los mezquites, y con ello aumentaría el crecimiento de los brotes, pero el efecto fue opuesto: la mortalidad fue mayor. La explicación de esta paradoja ~sta en que la apertura de claros por extracción de pastos permite la entrada de liebres y roedores a sitios previamente inaccesibles en las partes bajas de los árboles; por otro lado, la mortalidad en partes altas no fue 102 diferente en zonas excluidas y no excluidas. Esto no ha sido reportado previamente en estudios de exclusión en donde se demuestran interacciones entre especies o entre formas de vida, posiblemente porque la cobertura no es tan densa en las zonas estudiadas (Fonteyn y Mahall 1978, Eissenstat y Caldwell 1988, Cornejo-Oviedo gt. si. 1992, Briones 1992). Sin embargo, la importancia de plantas de Ambrosía como refugio para la sobrevivencia de plántulas de Cercidium microphyllum ha sido demostrada por McAuliffc (1986), un resultado análogo al obtenido en brotes del mezquite que se encuentran al alcance de las liebres y roedores. Es también notable la gran variabilidad en el crecimiento y la mortalidad de los brotes de mezquite que no puede zer explicada por los factores tomados en ~ucnta en los diseños experimentales. Esta variabilidad, sin embargo, es parecida a la reportada en otros estudios de demografía modular en leñosas (Janes y Harper 1987 s, Q). Parte de esta variabilidad puede atribuirse a la fcnologi~ del mezquite (Capitulo 5): en las brotes altos predominan los latentes (que n~ producen rebrotes) y son más frecuentes los que producen pu.rtes reproductivas, en tanto que en los brotes bajos es en donde hay mayor crecimiento por rebrotes, y el rompimiento de la latencia posiblemente está asociado a causas intrínsecas, de tipo hormonal, o puede ser provocado por herbivoria (esto es, por el corte de una sección del brote). Otra parte de la variabilidad residual estj relacionada con las diferentes alturas de los brotes en los árboles, la altura de los árboles, y con la posición que éstos ocupan, ya sea dentro de mogotes o en los peladeros, como lo sugieren las diferencias en los potenciales hidricos (Capitulo 6). En esta especie, que muy probablemente posee un sistema de conducción sectorial, las diferencias en el potencial hidrico de los brotes con respecto a su altura son mayores hasta casi en dos órdenes de magnitud a la resistencia debida al potencial gravitatorio (0.01 MPa, Zimmermann 1978), lo que podría deberse al efecto del potencial de fricción y a la presencia de constricciones entre la unión de las partes vegetales (Sprugel Q.t; ill· 1991). Por ultimo, encontré que aun en brotes de alturas similares hay diferencias importantes en el crecimiento, l~ que puede estar relacionado con la jerarquia entre brotes y/o Con la disponibilidad heterogóneu del agua para diferentes ramas como consecuencia del sistema de conducción sectorial. La variabilidad residual en los modelos de sobrevivencia y cambio puede entonces atribuirse a diferentes fuentes de variación, unas intrínsecas y otras extrínsecas (en donde debe incluirse el diseño experimental), lo que implica que, aunque puede haber una asociación entre factores experimentales y la respuesta de los módulos, habrá un componente de la varianza que difícilmente podrá ser explicado aún con modelos estadísticos relativamente complejos. 103 Resümen Introducción APEllDICE Mezquites meliferos sin néctar 106 107 Materiales y métodos .••••.•..•..•••••••••.•.•••.••• 109 Resulta dos • . • . • . • . . • . . . . • . . . . • . • • • . . • . . . • • . • 114 Discusión • • . • • • • • • • • . • . • • • • • • • . . • . . . • . . . • • . 119 Reconocimientos • • • . • • • • • • • • • • • • • . • • • • . • • . . • • • • • . • 126 Literatura citada ................................. 127 104 Nectarless honey-mesqultes Jorge López-Portillo *, Luis E. Bguiarte+ and carlas Montaña * *Instituto de Ecología, A.C., Apdo. Postal 63, 91000 Xalapa, Veracruz, México and + centro de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México, Apdo. Postal 70-275, 04510 México, D.F. México. +Present Address: Department of Botany and Plant sciences, University of California, Riverside, CA 92521, U.S.A. Running hcadline: llectar dimorphism in honey mesquites Functional ~ (en prensa) 105 Abstract. We present a <..:ase of intrapopulational dimorphism in nectur production (nectarless/nectar producers) in the honey rnesquite, Prosopis glandulosa var. torreyana (Benson) M.C. Johnston (Leguminosae, Mirnosoidae), and use this dimorphism as a natural experiment to explore the effects of nectar production on pollinator nurnbers and on pod production. In our study sites, roughly half the honey mezquites produce no nectar. Controlled pollinations indicate that there were no signif icant differences between rnorphs in pod production per raccme and cornpatibilities, and that fruit set is signifícantly higher in open, cross- pollinated inflorescences. There is a high abortion rate in both naturally- and hand-pollinated inflorescences, regardless of ncctar prescnce. The total daily numbcrs eof the more abundant insect pollinators, lU2..i..§. mellifera L. and Melissodes ~ Cockerell, were the same when trees with and without nectar were aggregated, but were much higher in nectar producers when trees were in isolation. The number of pollinator species was also higher in nectar-producing trees. However, although the number of pods per J;aceme were apparently higher in isolated, nectar- producing trees, the differences betwcen morphs could not be shown to be significant. ~·his result could be due to high costs of nectar in the plants that produce it, resource limitation, and/or because flowers need only ene ar few pollinator visits to set fruit. We hypothesize that nectar dimorphism in the honey mesquite is a case of automimicry. Key-words: ~ mellifera; automimicry; bees; insect pollination; Melissodes ~; ~·glandulosa. 106 Introduction Intraspecif ic variation in nectar production is widesproad in angiosperrns (Feinsingor 1978, 1983, Pleasants & Zimmerman 1979, Herrera & Soriguer 1903, Pleasants & Chaplin 1983, Waser 1983, Eguiarte L BUrquez 1987, Zimmerman 1988, Búrquez 1988, Real & Rathcke 1988, Gilbert, Haines & Dickson 1991). Nectar production can be costly (Pleasants & Chaplin 1983, Southwick 1984), and these expenses could be diverted from reproduction nnd/or futura growth (Pyke 1991). Given these costs, the widespread presence of floral nectar has been interpr~tcd as an adaptation to attract pollinators (Waser 1983), Nectar variation can influence tho frequency and duration of vlslts by nectar foragers, which rnay in turn affect outcrossing and reproductiva success (Feinsjnger 1978, Waddington 1981, Pleasnnts 1983, Ott, Real & Silverfine 1985, Soberón & Martinez del Rio 1985, Gilbert, Haines & Dickson 1991). Despite the fact that only few studies have been done and that patterns are not very clear (Zirnmerman 1988), increased nectar production appears to generally raise visitation rate and/or residencc time, and thus incrcase pallen rcmoval (a component of rnale fitness) and pallen dispersa!. Far exarnple, using natural variation in an Asclep.l..a§ guadrifolia population, Pleasants & Chaplin (1983) demonstrated that nectar production was significantly correlated with pollinia rernoval, but not with pollinia insertion nor pod production. The male flowers of the dioccious herb BYl2.ill1 chamaemorus produce more nectar than female l~ flowers, and this result5 in as many as ninc times more visits by bumblebees {Agrcn, Elmqvist & Tunlid 1986). Howover, Pyke, Day Wale (1900) found na tliffercnccs in pallen rcrnoval when they artificially increascd the quantity o( noctur i11 íllandfordia nobilis flowers, but thcy attributed this rosult to the bchavlour of non-native honeybces, which could have inter(crcd witlt that of nativc honeyeaters. On thc othcr hand, higher nectar production can increase pallen dcposition (n component of female fitncss), as shown by Calen & Plowriqht (19B!J}, who found that bumblebecs visited signi.ficantly more Epilobi\ll!l anqustifol.i.Ym flowers in infloresccnces with artificially incrcnsed nectar, and that these flowers received more pallen grains. We present here a case of intrapopulational dimorphism in ncctar production (nectarlcss/ncctar producing plants) and use this dimorphism as a natural cxparimont to explore thc ef fects of nectar presence on pollinator numbers and on pod production. The extent to which nectar dimorphism is found in the honey mesquite has no previous antacedent in the literature on plants with hermaphroditic flowers. 108 The plant Prosopis alandulosa var. torreyana is a morphologically-variable shrub or tree that occurs in scrub habitats and along water ways throughout Northern Mexico and Southwestern United States (Burkart A Simpson 1977, Raedowski 1988). As in other Prosopis species, flowering is predictable and determinate (Simpson, Neff £ Molidenke 1977). In the Chihuahuan Desert, the floweríng period of P. glandulosa var. torreyana begins towards the end of refoliation and takes approximately six weeks, from the beginning of March until mid April (López-Portillo, unpublished data). Pod development begins approximately in the last week of March and ends eight weeks later. Flovers are apparently protogynous since styles emerge first. As in other Prosopis species, flower morphology does not pose any obstacle to invertebrate floral feeders, and thus pollen and nectar can be easily harvested (Simpson, Neff £ Moldenke 1977). Pollen and nectar are present simultaneously in a given ("fresh") flower for a period of two days and there is a six-day period between the emergence of styles and flower senescence (López-Portillo £ Eguiarte, pers. obs.). Since some of the flowers mature sequentially in most inflorescences, the number of days for which an inflorescence has receptive styles and nectar may be longer than six days. Flowers can receive pollen from other inflorescences or from mature flowers of the same inflorescence, depending on the foraging movements of the pollinators (López-Portillo 4 Egularte, pers. 109 Haterials and methods ~ gl dulosa nr. nna u rnorphologically-variable r b r e at curs r b abitats d ng ater way~ ghout Orthern exico d uthwestorn nited tates urkart irnpson 7, zedowski 8). s t er r sopis ecies, ering c.lictablo d ct r inate i pson, e f & ol enke '/7), e Chihuahu~n csert, e cring eriod f f.. r... l dulosa ar. r yanª egins ards e d f li ti n d es r xi atcly i eks, e ginning f arch ntil id llpril ópcz-Portillo, published ata), od el ent egins r xi atcly c st ek f arch ud ds i ht eks ter. l wers re parently t ynaus ce los erge st. s t er ~ ecies, er orphology es ot se y stacle ertebrate ral ders, d s allen d ectar n e sily r ested pson, e f & oldenke 7). a len d ectar re rcsent ult neously i en 11 sh 11 ) er ar n eriod f o ays d ere ay eri d t en e ergence f les d er escence ópez-Portillo & guiarte, ers. bs.). sl ce n e f e ers aturo uentially ost ences, e ber ar ays ar hich ence as eptive les d ectar ay e qer n i ays. l ers n eive allen t er nces r ature ers f e e .ence, ending n e ing ovements f e li ators ópez-Portillo & guiarte, ers. obs.). We studicd ~ qlnnd11losu var. torrJll'.Jlllil .-:1t the Mapimi Biosphere Reserve (Chihuahuan Desert, 2Gºt1 l04ºW, 1100 m altitude, 271 mm yearly average rninfull, 21·c menn annual tcmperaturc). Wc selected seven $crublnnd sitcs lw.ving _E. qlnndulosa as the clominant plant in a 5 km rudius o[ a typical ~ (see Montaña 1991). 'l'Wo si tes were surroun.y llnd thc activity of insects could influence its dctection. Ouantitatiye ~ Qi nectar production Q._PJ: ~. To compare differences between trees, we obtained the nectar volurne by measuring the nectar length in 2 }ll rnicro-pipettes after probing the flowers from each inflorescenco; nectar concentration was obtaincd with an American optical 10431 tomperature-compensated hand refractomcter. The nectnr volume and concentration present in the flowers was measurcd in March 1989 in unbagged inflorescences frorn 100 plants in one site (Presón de los Tanques, 50 plants per day) from 07:30 to 10:00 h. In each individual the average nectar per flower was mcasured on a sample of nectar pooled frorn up to 10 fresh flowers from two inflorescences belonging to opposite branches. In April 1990, for reasons stated above, 20 plants were bagged in the morning in vegetation are 4 and their nectar quantity was measured in the 111 afternoon; this was also done far 29 treos at Presón de los Padres on the follawing day. Thun there werc 100 individuals sampled in 1989 and 49 in 1990. Ouaotitntiye ~ Q..f ~ production ~. In March 1989, 20 inflorcscences distributed on 12 individuals were bagged at 06:00 and the average accurnulatcd nectar quantity and concentration par f lower was obtained on a sample of up to ten flowars per two inflorcscenccs cvary hour frorn 07:50 to 18:50. In 1990 in two different sites and days, a total af 71 and 61 inflorescences distributed in six and four trees respectively were bagged at 08:00 h and the average nectar quantity and concentration per flower measurcd scquentially on a sample of up to 10 flowers and in two inflorescences per individual at intervals of 90 to 120 minutes from approximately lO:oo to 20:00 h. Different inflorcscences were used far every deterrnination. Experimental pollinatiQ.ll§ scvcn pairs of isolatcd trecs (nectar producers and nectarles morphs) werc ~elcctcd in March 1989. Each tree was considered as a block in which five treatments were applied: a) cross- pollinated and bagged, b) cross-pollinated and unbagged (to allow the visits of insect pollinators), e} control {no manipulation or bagging, thus only naturally pollinated), d) self-pollinated and bagged, and e) self-pollinated and unbagged (to allow visits of pollinators) . A total of 25 fresh inflorescences per tree were used, five per treatment. crOss-pollination treatments in the seven trees of each morph includod three pollen-donors of the 112 same morph and four of the other. The treatrnents were repeated on the same inflorescences on two consecutive days¡ five days later the inflorescences werc unrcceptive, bags werc removed and developing pods counted. Polllnator ~ snQ species. On three consecutiva days (March 23-25, 1989) we rnade hourly sequential observations en 120 branches frorn 7:00 to 19:00 h. At each branch (length observed, 60 cm) we made an instantaneous count of the number and species of insect visitors. To investigate the effect of clumping of different trees on pollinator numbers, we rnarked sixty branches en 6 isolated trees (10 branchcs per individual) and 60 branches on 11 trees with overlapping canopies within a dense ~ clump. sixty-eight branches belonged to non-nectar producers and the rest to plants with nectar. We counted the total number of fresh and old inflorescences at the end of the observations. A log-linear model using GLM's (McCullagh & Nelder 1983) was used to analyze the relation between the nurnbcrs of the more frequent species of bees and the following factors: days (hourly data was pooled per day dueto low bee counts), nectar (presence ar absencc) , tree distribution (aggregated or in isolation) , and kind of bee (b. mellifei;:!!, and M· ~ femalcs and males). Foraging behayiour. On 25 March 1989, at the same time as the instantaneous counts, we annotated whether bees were collecting pollet1 oi: nectnr, but only when these activities could be clearly determined. 113 Inflorescence numbers illli! RQS! production The number of fresh and total (irnrnature, fresh and old) inflorescences wcre counted on tho 120 marked brnnch.s where visitors were registered. Counts wcre rnadc along lengths of 60 cm, starting from the tip of the branch. Two months later, the number of pods from 111 of the 120 marked branches were counted (the nine missing branches lost thcir rnarks). Results Flower itill! inflorcscence ~orphology The average nurnber of flowers per inflorescence was 133±5 (S.E.) mm, and the average length was 40.3±1.4 mm. The most frcquent types of inflorescence development were simultaneous and from battom to top (33 and 32 of 78 trees), and the ratio of stamen to stigma length was higher in inflorescences that matured simultaneously (23 of 7B trees, -r'=11.1, 4 d.f., F<0.025). However, wc found no statistical association between nectar production, and flower and inflorcscence characteristics (Chi- squared tests, P>0.05). Qualitative aspects Q..f ~ production. We found a olear dimorphism in nectar production at all sampled sites, and the over.all percentage of plants with nectar was 46% against 54\ of nectarless plants (Table 1). Nectar presence ar abscnce was found to be canstant within different branches in a given plant at all 114 localities. Within sites, nectar producers and non-producers are mixed, and soil conditions appear to be homogeneous. Ouantitatiye aspects 21. nectar production. The number of nectarless individuals and of ncctar producers in relation to average nectar volume per flower classes is presented in Fig. l. Figs li\-b show nectar volume in the morning (0?:30-10:00) in similar sites at Presón de los Tanques on two dif ferent days in March 1989 where nectar volume was found to be signif icantly different (t=S,3, n=45, P<0.0001); Fig. lg shows the volume of nectar accumulated during the day in bagged inflorescences at two sites in April 1990 (vcgetation are 5 and Presón de los Padres). These two sites were pooled since they did not show significant differences in their average nectar volumes (i=l.97, n=22, P=0.06). Nectar volumes lower than 0.02 p.l per flower were found only in one individual (Fig. lQ). Q.llilniitatiye nectar m:oduction patterns. In nectar-producing traes, nectar accumulation curves presented high variability between sampling years (Figs 2 ñ Y§. 2 u-g), between sites in the same year (Figs 2 2-~) and among individuals in a given site (Figs 2 u and g). In March. 1989 (Fig. 2ñ), nectar was first detected at 07:50, while in April 1990 detectable nectar was first found as late as 10:00. Nectar concentration was less variable, as its coefficient of variation (corrected for bias, Sokal and Rohlf 1981) was significantly lower than the coeff icient of variation of nectar volume in the three sampled localities (!>5 in all cases, P<0.001). Nectar concentrations were significantly higher in the sites sampled in 1989 than in 115 the sites sampled on the next year (P<0.001, average 0.56 against 0.47 mg of sucrose equivalents per j>-1, nectnr concentration per volume (ncv), cf. Bú.rquez, 1988) • Controlled RQl_linations We found no dif ferences in fruit production among trees ar among nectar producing/ncctarless plants, even considering pollinations between and within thesc morphs. Consequently, data from nectar and nectarless trees were pooled for further analyscs. A high flower abortion rate is present in all treatments. The differcnces botween t.:eatmcnts in pod production are significant (lag-linear model, '.)!-~=33.4, P<0.001), and the number of pods per inflorescence tends to increase when outcrossing and quantity of pallen are higher (Fig. 3). Uon-parametric multiple comparisons (Zar 1984) indicate that the cross-pollinated/open treatrnent (~. Fig. 3) accounts far the differences found {0.23% of the flowers produce pods; wc used the average number of flowers per inflorescence to estimate this number), and that the other treatments do not differ arnong themselves. There is a low proportion of self-cornpatibility in the species, as 0.01-0.02% of the selfed flowers produced pods (b, Fig. J). ~ ~i!S!fili.· Table 2 shows a list of the bees which were registered as visiting E· glandulosa inflorescencas in both years (all of them werc captured wi.th a glass jar when standing en the inflorescences). There were more bee species on plants with 116 nectar (29 species Y§.. 5 in non-producers}. The species assemblage varied between years, and is possibly related to the effect of flowering phenology on nectar availability. In March 1989, during the flowering peak, lilll.§. mellifera, Melissodes ~ and ~ spp were common, while in April 1990 the most frequcnt bees were Megacbile spp, Colletes spp and Ashmeadiella spp. ~ affectinq pollinator numbers. Table 3 shows the factors and interactions which significantly affect bee counts. To estimate the daily average number of bees, days are considered as replicates since no significant differences were found between them (P>0.05). Average numbcrs of bees are significantly higher in isolated, nectar-producing trees, but if nectar and nectarless traes have overlapping branches the bee counts are similar (Fig. 4): finally, nectarless trees in isolation have the lowest bee counts. 'l'hese differences account far the significant interaction between nectar presence and tree distribution. The interaction between nectar presence and bee species (Tablo J) is due to the fact that Melissoqes ~ males had the lowcst counts in plants without nectar (Fig. 4g). f2l:¡¡gjJ¡g behaviour. Although figures are low due to the sampling limitations in instantaneous counts, field observations on the foraging behaviour of bees made on 25 March 1989 indicate that hoth /).. mellifera and M. tristis females collect poll.en and nectar, while M. ~ male$ collect only nectar. We registered 10 /).. mellifera taking nectar and J collecting pollen (2 117 inserting their proboscides ínto the corolla of f lowers belonging to trecs without nectar}; two M· tristis females took nectar and four collected pollen; and five tl• tristis males took nectar (one in a nectarless tree; none wcre seen collecting pallen). Inflorescence ª119. ~ productioo Data on the number of fresh and total inflorescences, fruits, and fruits per infloresccnce wcrc cross-classif ied according to the presence or absence of nectar, and according to the position of a thc hranches in a patch or in isolation. Kruskal~Wallis T tests (Conover 1980) far each individual variable in.thase groups indicate there are significant dif ferences in the number of fresh and total infloresceoces and in the total numbcr of pods, but no signif icant dif ferenccs could be detected in the number of pods per inflorescence (T values, Table 4) and thus clumped ar isolated nectar and nectarless trees appear to present similar fecundities as measured by efficiency in the production of pods per inflorescencc (fruit set). Non-parametric multiple comparisons between groups (Conover 1980) indicate that the differences found are due to nectarless trees in isolation. This cannot be separated from the positive correlations between inf lorescence or pod nurnber and height and cover of trees (P<0.005), and thus may be a consequence of sampling bias. In isolation, selected nectar producers were bigger than non-producers, but nectarless trees of similar dimensions were found when exploring far nectar producers and nectarless plants (cf. Table l; López-Portillo, unpublished 118 data). Discussion Reports on the lack of accumulated nectar in bagged flowers or intlorescences in differcnt conspecifics are scant. Feinsinger (1983) reports that 15 out of the 215 Heliconia psittacorum flowers he measured produced no nectar. only one out of 29 ~ latifolia individuals did not produce any detectable nectar over a 10-day period, but all thc groups of ~ampled flowers per individual show at least ene day without detectable nectar (Real & Rathcke 1988). Finally, Gilbert, Haines & Dickson (1991) report that although all sampled plants of Cerinthe rnajor produced nectar, 75% of them can be considered as low produccrs when taking into account total production of nactar over the day. Given thcse reports, honey mesquitc is the species with by far the highest proportion of non-nectar producing plants. The values of nectar quantity and concentration of E· glandulosñ var. torreyana are characteristic of bee-pollinated plants (Wyatt 1983, Cruden, Hermann-Parker & Peterson 1983), and are similar to other ~ spacies (Simpson, Neff & Moldenke 1977). In correspondence to nectar characteristics, the flowers of E· glandulosa are mainly visited by bees. The insect species that visited the flowers of E· !!!.~ were not the sarne between years and the most conspicuous difference was the abundance of l'l· mellifera and M· tristis in March 1989 at the flowering peak and their low numbers in April 1990, when flowering was near the end. Related observations on temporal 119 changP.s in species assemblilges were madc by Simpson, Ncff Moldenke (1977) on other Prosol1..i.§ spccies at Silver Bell, Arizona and Anda.lgalá, Argentina, and they attributed this temporal segregation a!:> a mcans to reduce compctition bctwccn interspecific pollinators. We have evidcnce that A· mellifcra and M· tristis females search for pollen in both morphs; also, that they (and M· ~ males) search far nectar. A. mellifcra and M· ~ females and males can be considered as medium-sized bees (total body lcngth lJ, 12 and 10 mm, respectively). Simpson, Neff & Moldenke (1977) considcr large and mcdium-sized bees visiting infloresccnces of other species of Prosopis as 11 crearn skimmars 11 , i.e. 11 individuals (that) quickly examine many inflarescences and reject thosa not heavily laden with pallen and nectar. Whcn a 1suitable 1 inflorescence is encountcrcd, the bces move over it quickly, harvcsting only the most accessible pollen and nectar 11 • our results show tlrnt flower visitar abundance was higher in nectar-producing trees only when these werc isolated; if trees were aggregated, no differences were found between nectar and nectarless plants. Although we could not register the foraging behaviour of each bee, these results suggest that bees rnay discriminate between nectar producers and :-.on-producers only when plants are isolated. In aggregated trees, the probability of "making a mistake 11 (i.e., searching far nectar in nectarless inflorescences) is higher and cross-pollination between morphs can take place. There were relatively lower counts of M· ~ males in nectarless plants when comparad to females of their own 120 species ar to honeybees. This suggests that the discrirnination ability in males is higher, and i5 probably related to the fact that males consume only nectar (L. Godinez, pers. comrn.). Pallen transfer between rnorphs could be increased if bees search only far pallen as a reward. Perhaps pallen in honey mesquite is not a limiting rcsourcc, sincc, contrary to nectar, it is generously produccd by both morphs (although we did not measure the quantity of pallen produced, Simpson, Neff & Moldcnke (1977) calculated that the total diurral pallen production far one inflorescence in Prosopis velutina was about 6-9 rng) • If bees take pallen and nectar sirnultaneously, then nectar-producing plants could be favourcd over nectarless plants, but probably not until bees learn to distinguish between them by tria! and error. There are 160 specics of solitary bees found in association with Prosopis throughout the American southwest, and sorne of them are oligoleges ar flying only when honey mesquites are the only plants in flower (Simpson, lleff & Moldenke, 1977). The fact that so many specics visit Prosopis flowers opcns the possibility far many strategies of learning and a continua! sourcc of pollination by mistake if "naive" bees are searching for neotar. The number of pollinators in non-nectar, isolated trees, however, will always be comparatively low. The number of pollinator visits to a plant has been considered a measure of its fitness, since more visits could increase the number of seeds produced (Soberón & Martínez del Río, 1985), and this is what we found in the cross-pollinated, 121 open inflorcscences of our controlled pollination experiments. Nevcrtheless, two diffcrcnt sets of observations, the controls of the pollination treatmcnts (~ in Fig. 3) and the observations concerning pod production per inflorcscence, do not show that nectar-producing trecs produce more seeds per inflorescence than nectarless trecs. We thus coulU not demonstrate a direct relationship betweon pollinator numbcrs and fruit set. A possible explanation of this outcorne may be related to a high variability in pod production b0tween inflorescences of the same morph, a consequence of high abortion rates. 'rhese are indirect evidences that ~ glandulosa iz rcsource-limitcd (Simpson, Noff & Moldenka 1977) and thus mora visits would not necessarily imply higher seed production (Bierzychudek 19Bl). Possibly fruit set is not the best measure of plant fitness, as nectar-producing individuals may be gaining in other fitness components. Fruit set is part of female fitness. Other important components of female fitness are related to the 11 quality 11 of the progeny, meas u red as their germi1wtion ratc 1 survivorship and fecundity. ThcGe differences in fitness could be generated if nectar-producing plants are obtaining pollen of "higher" (more diverse) quality than the ncctarless plants by receivlng more and longer visits from pollinator:;. In relation to male-fitness components, it is also possible that nectar-producing plants in isolation disperse their pollen to more trees and may then leave more progeny than non-producers, and their proportions would tend to increase in time. If this were true, great differences between sites in the proportions of nectar and nectarless trees would be 122 found. However, our data from different localities indicate that the frequencies of nectar producers and nectarless trees are relativcly constant. There is also the possibility of sexual selection through selective abortíon (Stcphenson & Bertin 1983), and the fact that the more genetically-diverse pollinations in our crossing experiments produced more pods may be evidence of such selection, which could be enhanccd if physiological limitations (g.g. water availability) are less restrictive. An explanation cornplemcntary to the physiological limits in number of pods produced per inflorescence is that rnesquite flowers need fcw vi~its to set pods. If this is so, then nectar dimorphism could be considerad as a case of conspecific mimicry or automimicry (Little 1983), in which the nectarless plants are benefited by nectar-searching pollinators 1 without spending on nectar-production. Models of this type of mimicry have been proposed by Bell (1986) and Cordero & Soberón (unpubl. mans.). A possible argument against automimicry may be that the rnodels and mimics are in similar frequencies, contrary to the expected low frequencies of the mimics (Brown & Kodric-Drown 1979). However, cxpected frequencies Bhould depend on pollinator 1.ichaviour (Ilell 1986), on the cost of nectar production (Cordero & Soberón, unpubl. mans.) , ar, as we ha ve found, on the degree o f association between trees, and thus the proportion of nectarless plants ar at least of low-nectar producers, can be quite high (Gilbert, Haines & Dickson 1991). 123 Taking the number ot characteristics in common between both plant morphs we found further suggestions that nectar dimorphism in honey mesquites is a case of conspecific mimicry (Little 1983, page 301): both share the sarne basic ecological conditions (they are sympatric and have ovcrlapping flowering phenologies) ; the floral mimic ~spl.Cs> ~sp2 Cs) +~sp +~sp4 Cal Halicti :¡ o .... 15 'º fMtJflti 1.oPEZ • Pol!T1tUJ 1é4U•MlTf A'-'D l/oiJllli:iA 141 pE cT AR Ya Lu ME (J u. pu ed ") 0-35 0-30 0.1 0.5 £-10 (s l 3.3909 10 00112 BN 142 IS 4h ITA HOVR. FIGURE 2. LOPE2- PokriLto, EGUIARTE AUD MONTADA •·3~ o.JO 0.11 -::--. 0·15 "' 'Jj ·10 ~ !! ... ~ o.~T o.'ZC> w r 3 o.is ~ O·IO el. ~ o.di ... o o.>!" o.3o 0°%5 0.10 o.IS 6°10 o.os º'1""~~-;---;:;--7.:--c:--=--'~~ '.f 9 1 10 11 12. 13 I~ llo ll IV '"' : ::> ;;¡ o.OT "' "' " º·º" t "' ~ t "' o.ol. o.o• + o 1\ 'b e D E. Ti<é~1'>\El.lí 143 20 IS /(} 5 o .,, "' .... '° ... o ~ .., "' '° "l: '::> "=< o I~ e \'l. 10 o 144 Ft~cJRE 1/ l.DPEZ·POllTIU.D, E~OJl\llTf Aun llOúTl\ÜA LI'rERATURA CI'l'ADA Aitkin, M., D. Anderson, B. Francis y J. Hinde (1990) statistical Modelling in Q1.Il:i. Oxford Statlstical Science series, Clarendon Press, Oxford. 374 pp. Ambouta, K. (1984) Contribution f\ l'Edaphologie ,i_g l.¡\ Brousse T_igrée Qg l'Ouest Nigérien. Tesis, Doctor en Ingeniería, Pedologia. Nancy, Francia. Ansley, R.J., Jacoby, P.W. y Lawrence, B.K. (1988} Influence oi stress history on water use patterns of honey mesquite. En: Wallace, A., E. Durant y M.R. Haferkarnp (eds) Proceedinqs Q.f ~ Syrnposium Qil ShlJlQ Ecophysiology ª119. Biotechnoloqy. USDA. Forest Service. General Technical Report-INT. 256, 75- 82. Ansley, R.J., r.W. Jacoby y G.J. Cuorno (1990) Water rclations of honey mesquite following severing of lateral roots: influence of location of subsurface water. ~ Q..f. ~ Management 43,436-442. Archer, s. (1990) Developrnent and stability of grass/woody mosaics in a subtropical savanna parkland, Texas, U.S.A. ~ QÍ Bioqeoqrahy 17,453-462. Bagnold, R.A. (1941) The ~ Q.~ fil= fü!rul fillQ Desert llilnfil¡. Londres. Citado por Clayton (1965). Bayfield, N.G. (1984) The dynarnics of heather (~ ~) stripes in the cairngorm Mountains, Scotland. J.2.Y..l.:.lliü Q.Í ~ 72,515-527. Bartol.ino, J .R. (1988) Cenozoic geology of the Eastern half of the La Flor quadrangle, Durango and Chihuahua, México. En: ~ Integrado® lru; ~Vegetación, ™l2 y A9llil. fil! l.!\~ gg l.!\~ gg 11i!JWni (ed. c. Montaña). Instituto de Ecología, México, D.F. págs. 67-97. Begon, M., Harper, J.L. y Townsend, C.R. (1986) ~. Individuals, Populations ünd communities .. sinauer Associates, sunderland, Mass. Begon, M. y Mortirner, M. (1981) Population ~. /';. !!niLifill ~ 2f. ll!llJni!.l.§ fillQ El.l!Jl!;.§. Blackwell scientific Publications, Oxford. Bell, A.D. (1984) Dynarnic rnorphology: a contribution to plant population ecology. En: Perspectives .Q.ll El-ªIlt Population E.!