1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORIA “LA DISCUSIÓN HISTORIOGRÁFICA EN TORNO A LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE” TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADO EN HISTORIA PRESENTA DIEGO RAY DANNEMILLER BATRES ASESOR: DR. MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ CIUDAD DE MÉXICO, 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 A mis abuelos, normalistas, comunistas de antaño y profesores de miles A mi madre y a mi padre, guerreros de la palabra y la imagen A mis amigxs, que llevan más de un mundo nuevo en sus corazones A quienes han sido arrebatados de la tierra en sus inagotables esfuerzos por demoler la barbarie A los combatientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, y a quienes la han rescatado de la infamia, de las sombras, del silencio, del olvido A todos los desaparecidos 3 Agradecimientos Esta tesis, como cualquier otra, es producto tanto del esfuerzo colectivo como del trabajo personal. Mucha gente me asistió y ayudó, directa o indirectamente, a lo largo de los años que tomó su realización -y desde antes. Ni este ni ningún otro acomodo de palabras aterrizará plenamente lo mucho que su apoyo y solidaridad me han conmovido y afectado -en el buen sentido-. Sin embargo, sirvan los siguientes párrafos para expresarles mi profundo agradecimiento. A mi madre, Viétnika, y a mi padre, Keith, por procurar que nunca nos faltara nada. Por haber creído en mí y haberme apoyado anímica y materialmente en prácticamente todo lo que me he propuesto; desde la música a la historia. Su inconmensurable amor me ha levantado, sostenido y formado a lo largo de los años. Como les he dicho antes, corrí con toda la suerte del mundo al haber sido su hijo. A mi asesor, Mario Virgilio Santiago Jiménez quien, además de subsanar más de una de mis deficiencias escolares o académicas y de mostrar una paciencia inquebrantable a lo largo de los años que duró mi proceso de titulación, encaminó, criticó y comentó mi trabajo de maneras siempre imaginativas y que me impulsaban a dar lo mejor de mí. A los integrantes del sínodo, la Dra. Denisse Cejudo Ramos, el Dr. César Valdez Chávez, el Dr. Ricardo Ledesma Alonso y el Dr. Andreu Espasa de la Fuente, sin cuyas agudas observaciones e incisivas críticas este trabajo no habría llegado a su versión final. A los profesores que marcaron mi paso por la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. A Denisse Cejudo, en cuya clase leí por vez primera sobre Los Enfermos y descubrí mi interés y afinidad por la izquierda radical -de raigambre estudiantil, o no- de las décadas de los años 60 y 70. A 4 Rosalina Ríos Zúñiga, por habernos inculcado el hábito de la crítica requerido para contrarrestar el ubicuo totalitarismo de vacua palabrería que inunda el mundo. Y a Cristian Rosas, a pesar de su carácter. A los amigos que hice a lo largo de la carrera. A Mónica, Berenice, Aurelio, Juan, Fanny, Ingrid, Charles, Sebastián, Jesús, Axel, El Chino y Vero. Me alegra haber pasado tiempo a su lado, haberles visto crecer y haber compartido más o menos dichas y pesares con más o menos cervezas de por medio. A todo el estimado y fino equipo de trabajo del M68, que levantó una exposición en medio año a pesar de tener la incompetencia de más de una persona en su contra. A Paco, Motte, Emir, Uriel, Uriel, Ray, Karla, Ivonne, Dulce y Fernando. También a Chinto, por haber velado por nuestro trabajo y sugerir nuevas formas de leer el 2 de octubre. A mis patrones de ayer y hoy, a pesar de lo insufrible que es el trabajo enajenado. A Nacho, Ruth, Marco y más recientemente Carlos, quienes me han enseñado a cocinar para decenas y redactar para cientos. A mi familia, que siempre ha promovido y propiciado mi politización -a pesar de los profundamente dispares puntos de vista que enarbolamos hoy en día-. Y sobre todo a Valentina, Rock y Sandino, quienes me albergaron y alimentaron en más de una ocasión desde que me mudé. A Ilya, Alan y el resto del club vespertino. Por ser una de las llamas del futuro. A Alina, Mara, Dani, Mohammed y Alec, quienes me salvaron de sumirme en el invierno anímico y estacional. A Himena, Cecilia, Rebeca, Mónica, Ingrid, Ilse, Emilio, Mercy, quienes tuvieron el valor de bajar la guardia y compartirse conmigo. 5 A mis amigos, Donnovan, Alejandro y Pacho, tan cerca de Stalin y tan lejos del comunismo. De las pocas personas con quienes siempre he disfrutado el genuino placer de la discusión. Espero que nos sigamos encontrado a lo largo de nuestras vidas. A Estremo, por conocernos cuando existía Yugoslavia y seguirnos frecuentando. Por haber salido voluntariamente del mismo putrefacto caldo de cultivo clasemediero que resultó ser el LFM; por siempre mantenernos al tanto de qué ocurre al norte de Siria. Al Mau, por una amistad que debió haber empezado años antes y no al cierre de la carrera; por las mejores diatribas conjuntas contra el liberalismo; por confrontarme y ser de las pocas amistades que conocen el valor de la crítica. Eres una inspiración constante y confío en que serás tan gran historiador como has sido amigo. A Fernanda, por haber estado siempre ahí, desde el primer día en que me abordaste a pesar de mi perpetuo ceño fruncido; por todas las horas, las anécdotas, las risas y lágrimas que hemos compartido. Siempre estaremos ahí para lx otrx. A Emilio, por las décadas de amistad; por la confianza y el afecto que me sigues teniendo a pesar de mis errores, mi desidia y mis desaciertos. Te quiero. A Shakti, por más viajes, bosques, lagos y Colt 45 en algún futuro cercano. A Uomo Caslingo, a Dushan, Mateo, Jonathan, Felipe y Vera. Por haberme mostrado que la magia existe. A Jero y Emi, por ser mis hermanos, 6 A Trilce, por ser mi mejor amiga. A Valeria, por todo todo todo todo todo todo todo el amor: desde aquí o desde allá, en vivo o a la distancia, con tristezas o alegrías de por medio, atravesado por el tedio laboral o la pesadumbre escolar, entrecortado por la internet o humedecido de besos. Te amo. Y, finalmente, al Programa UNAM-PAPIIT IN404416 “La historia contemporánea y del tiempo presente en México. Problemas teórico-metodológicos e historiográficos”, gracias al cual se llevó a cabo esta investigación. 7 “No importa; los revolucionarios vamos adelante. El abismo no nos detiene: el agua es más bella despeñándose. Si morimos, moriremos como soles: despidiendo luz” Ricardo Flores Magón 8 ÍNDICE ÍNDICE……………………………………………………………………………. I INTRODUCCIÓN…………………………………………………..……………. 10 Presentación………………………………………………………..……. 10 Justificación………………………………………………………..…….. 15 Estado de la cuestión, problema, hipótesis y objetivos…………. 18 Marco teórico-metodológico.…………………………………………. 26 Estructura…………………………………..…………………………….. Límites…………………………………………………………………….. 32 33 I. UN PREÁMBULO PERTINENTE. EL ESTIGMA DISCURSIVO DE GUSTAVO HIRALES: “INEXISTENCIA HISTÓRICA”, NEGACIÓN POLÍTICA E IRRACIONALIDAD EN TORNO A LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE……………..…………………………..………….………… 36 I.1 “Inexistencia histórica” y negación política de la Liga .……... 38 I.2 Los componentes de la locura.………………...…………………. 46 Reflexiones finales……………………………………………………… 50 II. REIVINDICACIÓN HISTÓRICA Y CONSTRUCCIÓN DE UN REFERENTE POLIFACÉTICO………………………………………............. 56 II.1 La Liga como referente teórico e intelectual………..…….…… II.1.1 Benjamín Palacios Hernández: una Liga intelectual, “teoricista” y antimilitarista………………………………….. 57 57 II.1.2 Christian García Martínez: teoría y “razón militar” en la LC23S……………………………………………………… 63 II.2 La Liga como referente político…………………………………… 73 II.2.1 Mauricio Abraham Laguna Berber: la Liga como organización marxista-leninista……………………………... 73 II.2.2 Daniela Tarhuni Navarro: la Liga como organización político-propagandística y como componente de un pasado inacabado……………………… 81 II.2.3 Hacia una refutación compleja del carácter político de la LC23S …………………………………………..…………. Observaciones finales………………………………………………….. 89 103 III. LAS DEBACLES DE LA LIGA. ENTRE LOS FRACASOS INTERNOS Y LAS DERROTAS EXTERNAS……………………………………………… 107 III.1 El fracaso interno: militarismo, violencia ascendente y separación popular………………………………………….................. 107 III.1.1 María Cristina Támariz Estrada: advertencias contextuales, repetición histórica y la debacle militarista………………….…………………………………….. 107 9 III.1.2 Reyes Martínez Torrijos: ‘errores’, fracaso interno y violencia ascendente en la Liga Comunista 23 de Septiembre…………………………………………………….... 120 III.1.3 Alberto López Limón: el menosprecio popular de la LC23S………………………………………………………….. 136 III.2 La derrota externa……………………………………….…………. 144 III.2.1 Rodolfo Gamiño Muñoz: la prensa como aliada estatal y agente contrainsurgente……….....……………….. 144 III.3 Hacia una explicación compuesta de la debacle...................... 156 III.3.1 Lucio Rangel Hernández. La LC23S: una federación guerrillera disgregada entre el aislamiento y la contrainsurgencia……….……………………………......... 156 Observaciones finales……………………………………...…………... 174 IV. ANTECEDENTES DISÍMILES Y REFUTACIONES ORIGINALES: LOS PROCESOS DE RADICALIZACIÓN PREVIOS A LA LC23S…………………………………………………………………………….. 179 IV.1 Rodolfo Gamiño Muñoz. Identidad, politización y represión: una refutación de la violencia original………….…………………… 180 IV. 2 Familia y radicalización: hacia una refutación del estigma oficial sobre combatientes en Alicia de los Ríos…………………… 190 IV.3 Ana Lucía Álvarez Gutiérrez y la preeminencia de las ideas: el proceso de radicalización de Ignacio Salas Obregón como ejemplo de las modificaciones del catolicismo nacional e internacional……………………………………………………………… 212 Observaciones finales………………………………………………….. 227 CONCLUSIONES………………………………………………………………. 232 BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………….……… 253 10 Introducción Presentación La Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S) fue una organización político-militar clandestina de izquierda revolucionaria creada en marzo de 1973 y que operó, principalmente, durante la década de los años 70. 1 Una amplia gama de agrupaciones, distribuidas en distintas regiones del país, confluyó en su fundación.2 Al inicio de la década de los años 70, antes de fusionarse bajo las siglas de la LC23S, algunos de los grupos referidos al pie de página intentaron consolidar una suerte de confederación político-militar. Entre estos grupos figuraron, sobre todo, Los Procesos, liderados por el joven coahuilense Raúl Ramos Zavala y el Grupo N, con Diego Lucero a la cabeza. Sin embargo, los esfuerzos de consolidación sufrieron un fuerte revés tras los asesinatos de ambos a inicios de 1972. A partir de ese momento,3 un joven oriundo de Aguascalientes llamado 1 Como veremos en esta tesis, la periodicidad de la organización varía de acuerdo a los autores y a las historias que han sido escritas sobre ella. Dependiendo de los autores y de sus respectivos enfoques e interpretaciones, los finales de la Liga han sido ubicados en 1974, 1976, 1979 y 1981. 2 La mayor parte de la historiografía especializada ha coincidido en ubicar las siguientes organizaciones como fundadoras de la LC23S: el grupo conocido como Los Procesos, distribuido principalmente en el Distrito Federal y en Monterrey, Nuevo León, compuesto por militantes escindidos de las Juventudes Comunistas; la sección radicalizada de la Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa (FEUS), apodada Los Enfermos; una sección del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), organización emanada de las mutaciones políticas e identitarias de la pandilla conocida como Los Vikingos, afincados en Guadalajara, Jalisco; el Grupo N, apodado Los Guajiros por Lucio Cabañas e integrado, principalmente, por alumnos de la Universidad Autónoma de Chihuahua y por estudiantes chihuahuenses establecidos en el Distrito Federal; Los Lacandones, comando armado capitalino conformado por jóvenes otrora insertos en las brigadas del movimiento estudiantil de 1968; el MAR-23S, rearticulación del Movimiento 23 de Septiembre —fundado a imagen y semejanza del Grupo Popular Guerrillero (GPG)— y del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), establecido a finales de la década de los años 60 y cuyos integrantes recibieron entrenamiento militar en Corea del Norte; los Macías, grupo de corte espartaquista conocido, entre otras cosas, por sus fallidos intentos al instalar un foco guerrillero en la sierra duranguense; y algunos elementos formados en las filas de organizaciones católicas y obras jesuitas como el Movimiento Estudiantil Profesional (MEP) y la Acción Popular, respectivamente. 3 Periodo denominado el Invierno Gris de la guerrilla por ciertos autores, ya que, además de las dos ejecuciones, la misteriosa —por decir lo menos— muerte de Genaro Vázquez se registró en tales meses. Con su muerte vino la desintegración de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), una de las organizaciones político militares de izquierda revolucionaria y clandestina activas en ese momento. 11 Ignacio Salas Obregón, apodado “Oseas”, 4 tomó las riendas del intento de coordinación.5 La fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre ocurrió en Guadalajara, Jalisco, el 15 de marzo de 1973. Según testimonios de excombatientes y una amplia porción de la historiografía especializada en el tema, la junta fundacional duró dos semanas, al cabo de las cuales se produjo el Manifiesto al proletariado. Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario, el pilar ideológico, teórico, estratégico y político de la organización.6 Una vez conformada, la organización llevó a cabo múltiples acciones de diversa índole, desde el fallido intento de secuestro al patriarca empresarial regiomontano, Eugenio Garza Sada, hasta el ‘Asalto al Cielo’, una suerte de ensayo insurreccional llevado a cabo en Culiacán, Sinaloa, durante el cual varios militantes de Los Enfermos, la sección regional de la LC23S, movilizaron estudiantes y coordinaron la destrucción de propiedad privada.7 Meses después de su fundación, la Liga comenzó a editar, imprimir y distribuir Madera. Periódico clandestino, el principal medio por el cual procuraron vincularse con distintos sectores del proletariado y el estudiantado mexicano. Esta publicación fue 4 Quien fuera ex-estudiante del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), ex-dirigente nacional del Movimiento Estudiantil Profesional (MEP), ex-miembro de la obra jesuita Acción Popular, y colega de Ramos Zavala. 5 A lo largo de 1972 y durante los primeros meses del año siguiente, tanto Salas Obregón como algunos de los grupos enlistados —particularmente el FER—, redactaron y discutieron cuatro documentos —enumerados I, II, III, y III bis y posteriormente conocidos como los Maderas Viejos— con miras a la consolidación de un solo grupo armado de la izquierda clandestina y revolucionaria. Algunos autores han precisado que otros documentos fueron discutidos y consultados durante la etapa “formativa” de lo que sería la Liga. Entre estos textos figuran A la luz de esta historia de batallas, escrito por Manuel Gámez Rascón, militante del M-23 de Septiembre y uno de los cuadros más destacados de la organización. 6 Varios autores han precisado que este texto, también conocido simplemente como el Cuestiones se creó a partir de la conjunción de los Maderas Viejos. 7 Durante el intento de secuestro, efectuado en los primeros meses de vida de la Liga, los militantes encargados del operativo asesinaron por error a Garza Sada; de ahí lo fallido del intento. Poco tiempo después, secuestraron al cónsul británico honorario en Guadalajara, Anthony Duncan Williams y al industrial Fernando Aranguren, de los cuales sólo sobrevivió el primero. 12 divulgada desde enero de 1974 hasta julio de 1981, fechas en las cuales fueron editados su primer y último número, respectivamente.8 Sin considerar la edición y distribución del periódico Madera, los acontecimientos recién mencionados y referidos al pie de página —el Asalto al Cielo y los secuestros de miembros prominentes de la burguesía nacional— suelen ser nombrados las “acciones espectaculares” de la Liga.9 La estructura inicial de la LC23S consistía en una Coordinadora Nacional integrada por los representantes de las distintas organizaciones que la conformaron, con Salas Obregón como coordinador general. En el siguiente escalafón jerárquico se encontraban un Buró de Dirección o Buró Político — considerado el órgano ejecutivo de la Liga—, y un Comité Militar, responsables de coordinar las acciones de los Comités Coordinadores Político-Militares diseminados en distintas partes de la república.10 A su vez, los distintos comités regionales se encargaron de organizar —de manera compartimentada— las labores de múltiples brigadas. Los militantes de éstas últimas fueron quienes llevaron a cabo prácticamente todas las acciones de la Liga.11 La Coordinadora Nacional se reunió en tres ocasiones entre la fundación de la organización y la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón, el 26 de 8 Como veremos en los capítulos que integran esta tesis, varios autores han establecido que el Madera constituyó la columna vertebral de la Liga. 9 Este término también engloba otros operativos como la fuga de combatientes del penal de Oblatos, en Guadalajara, Jalisco, en enero de 1976, y el intento de secuestro de Margarita López Portillo, hermana del ex-presidente José López Portillo, en agosto del mismo año. Otras de dichas ‘acciones espectaculares’ fueron el asalto a la sucursal Coapa, Distrito Federal, del Banco de Comercio, en abril de 1975; el secuestro de Socorro Soberón Chávez, hija del rector de la UNAM, Guillermo Soberón Acevedo, en abril de 1976; el secuestro de Nadine Chaval Carase, hija del embajador de Bélgica en México, en mayo del mismo año; y el secuestro del presidente del Consejo de Administración de la Cervecería Modelo, Antonio Fernández Rodríguez, en marzo de 1977. 10 El Comité Noroeste (Sinaloa, Sonora, Chihuahua y parte de Durango), el Comité Noreste (Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas), el Occidente (Jalisco, Michoacán y Guanajuato), el Comité Sur (Guerrero, Oaxaca Tabasco y parte de Veracruz), y el Comité del Valle de México, también conocido como la Brigada Roja (Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo y Puebla). Vid Lucio Rangel Hernández, La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes, tesis para obtener el grado de doctor en Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, p. 121 11 Además de las acciones mencionadas en páginas previas, las brigadas condujeron expropiaciones, labores de edición y distribución del Madera, hicieron pintas, procuraron coordinar a la Liga con otros sectores sociales, efectuaron secuestros, etc. 13 abril de 1974.12 Inmediatamente después sobrevino un periodo de escisiones, rectificaciones y deslindes,13 seguido, a su vez, por un proceso de reorganización interna coordinado desde la Brigada Roja, comandada por David Jiménez Sarmiento. En esta etapa, la LC23S fue reestructurada a partir de los Comités de Prensa o de Redacción del Periódico Madera como órganos de dirección, tanto nacionales como regionales. Esta estructura se mantuvo hasta inicios de la década de los años 80, cuando se publicó su último número. A pesar de las variaciones estructurales de la organización, una gran parte de la historiografía especializada reconoce los siguientes liderazgos: Ignacio Salas Obregón (marzo de 1973 a abril de 1974), David Jiménez Sarmiento (1974/1975 a agosto de 1976) y Miguel Ángel Barraza García (1976 a 1981). Tanto el primero de estos como decenas de militantes de base y cuadros destacados de la Liga fueron desaparecidos por elementos de corporaciones policiacas de diversa índole (notoriamente la Dirección Federal de Seguridad) o por miembros del ejército.14 Los pocos militantes que no fueron desaparecidos o asesinados —como ocurrió con Jiménez Sarmiento y Barraza García—, fueron encarcelados y sometidos a cruentas torturas.15 Desde el segundo lustro de la década de los 70 hasta hoy en día, una considerable cantidad de autores ha escrito en torno a la LC23S desde perspectivas disímiles y, en su mayoría, encontradas. Los primeros choques 12 Durante el último de estos encuentros, celebrado en febrero de dicho año, se acordó suplir la estructura recién descrita por una Comisión Nacional que centralizara las funciones, con el propio Salas Obregón a la cabeza. 13 Nombrado por varios autores y excombatientes como el “Periodo Gris” y cuya duración suele establecerse entre uno y dos años. 14 Según Roberto González Villarreal, Historia de la desaparición. Nacimiento de una tecnología represiva, México, Terracota, 2012, pp. 313 y, sobre todo, a decir del Anexo que incluyó al cierre de su libro, consistente en un listado de los detenidos-desaparecidos en México entre 1968-2000 elaborado con base en la lista generada por el Comité Eureka, entre 1974 y 1986 fueron desaparecidos 135 combatientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Algunos de los casos de desaparición forzada más conocidos de militantes de la Liga son los de Jesús Piedra Ibarra, detenido-desaparecido el 18 de abril de 1975, el de Alicia de los Ríos Merino, detenida- desaparecida el 6 de enero de 1978 y el los de los hermanos Tecla Parra, detenidos- desaparecidos entre abril y mayo del mismo año. 15 Algunos de los supervivientes conspicuos que han escrito y discutido públicamente sobre su militancia son Gustavo Hirales Morán, Mario Álvaro Cartagena López, Jaime Laguna Berber, Bertha Lilia Gutiérrez Campos, Antonio Orozco Michel, Armando Rentería Castillo, Benjamín Palacios Hernández y José Luis Moreno Borbolla. 14 pueden detectarse en las discusiones entre combatientes y excombatientes libradas entre 1976 y 1980.16 El siguiente decenio registró los primeros textos periodísticos producidos fuera de la clandestinidad que versaron sobre el desarrollo de la Liga y de otras tantas organizaciones político-militares,17 así como la primacía de interpretaciones provenientes de la izquierda reformista o institucional, encarnadas en personalidades como Mario Menéndez Rodríguez, Gilberto Guevara Niebla y Arnoldo Martínez Verdugo.18 No fue sino hasta la década de los años 90 —y particularmente a partir de su segundo lustro— que se comenzó a registrar lo que varios autores han denominado un boom historiográfico y testimonial en torno a la LC23S y al tema de las organizaciones político-militares de las décadas de los años 60 y 70. Como han detallado los autores contemplados en el estado de la cuestión de esta tesis, una de las principales características de este boom ha sido el desplazamiento del lugar de producción o enunciación discursiva hacia la academia. Es decir, a diferencia de décadas previas, tanto los años 90 como los primeros años del siglo XXI, han visto el surgimiento de una historiografía académica o profesional, especializada en las organizaciones político-militares y, en particular, en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Algunos de los trabajos académicos que han abastecido este boom historiográfico en años recientes son La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y fundación, de Benjamín Palacios Hernández (1996), La prensa clandestina en México. Caso del periódico Madera 1973-1981, de Mauricio Abraham Laguna Berber (1997), Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara, la Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973) de Rodolfo Gamiño Muñoz (2005), Operación 23 de Septiembre. Auge y exterminio de la guerrilla urbana en la Ciudad de México, de María Cristina Támariz Estrada (2006), José de Jesús, 16 En las cuales participaron los excombatientes presos en el penal de Topo Chico, Monterrey, Nuevo León, conocidos como los rectificadores, y otros ex militantes y excombatientes tanto de la Liga como de otra organizaciones, como Héctor Escamilla Lira, José Luis Rhi Sausi y Jorge A. Sánchez Hirales. 17 Vid Gustavo Hirales Morán, “La guerra secreta. 1970-1978”, en Nexos, junio 1982 18 Vid Sergio Arturo Sánchez Parra, “La guerrilla en México: un intento de balance historiográfico”, en Clío, Nueva Época, vol. 6, núm. 35, pp. 125-127 15 Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla, de Alicia de los Ríos (2010), La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes de Lucio Rangel Hernández (2011), La Liga Comunista 23 de Septiembre. Cuatro décadas a debate. Historia, testimonio, memoria y literatura coordinado por Yllich Escamilla Santiago, Rigoberto Reyes Sánchez, Fabián Campos Hernández y Rodolfo Gamiño Muñoz (2014), Terrorismo, prensa clandestina y comunismo consejista en la Liga Comunista 23 de septiembre 1973-1981, de José Escamilla Rodríguez (2016) y Análisis de los Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de Septiembre: “Algunas experiencias sobre la táctica y la técnica militar” de Christian Ricardo García Martínez (2017).19 Esta tesis propone hacer del boom historiográfico recién mencionado un objeto de estudio. Plantea examinar las distintas historias y reportajes especializados que se han escrito sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre, para así perfilar y caracterizar la discusión que se ha suscitado en torno a ella desde la academia. Justificación A riesgo de hacer una generalización arbitraria, el análisis y la crítica historiográfica en México han abordado superficialmente la escritura de la historia contemporánea. Entre los títulos relativamente recientes y más conocidos de análisis historiográfico o “historias de las historias” en México nos topamos con estudios de carácter general o centrados en fenómenos acaecidos durante la primera mitad del siglo pasado. 20 Los escasos análisis historiográficos sobre acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX han estudiado, con singular 19 Las fichas completas aparecen a lo largo del trabajo y en la bibliografía. 20 Basten los siguientes ejemplos: Enrique Florescano, Historia de las historias de la nación mexicana, México, Taurus, 2004, 530 pp. y Álvaro Matute, Pensamiento historiográfico mexicano del siglo XX: la desintegración del positivismo, México, UNAM-IIH, 1999, 478 pp., al igual que Álvaro Matute, Aproximaciones a la historiografía de la Revolución Mexicana, México, UNAM-IIH, 2005 187 pp. 16 primacía, el movimiento estudiantil de 1968.21 En lo que respecta a la producción académica sobre las organizaciones político-militares de la izquierda clandestina y revolucionaria, proliferan estudios monográficos “de primer nivel” —elaborados con fuentes directas— por encima de los de corte analítico o bien, “de segundo nivel”. Identifiqué seis trabajos de esta índole: dos expositivos —historias de las historias de las guerrillas en México, centradas principalmente en las diferencias y semejanzas estilísticas o temáticas de los textos estudiados—, y tres analítico- interpretativos.22 Ninguno de ellos está articulado en la forma y sobre los temas aquí propuestos: el estudio de las historias o los análisis académicos dedicados exclusivamente a la Liga Comunista 23 de Septiembre, la identificación y caracterización de las tendencias interpretativas que las permean y la comparación entre éstas últimas como componentes de una discusión historiográfica compleja. Esta tesis pretende no sólo insertarse en los trabajos “de segundo nivel” sobre las guerrillas, sino discutir con la producción historiográfica mexicana en general. Es un estudio pertinente no sólo porque busca expandir y profundizar un área de estudio escuetamente frecuentada, sino porque sugiere hacerlo de una manera distinta a como ha sido hecho hasta la fecha. Antes de continuar con el estado de la cuestión, el problema, la hipótesis y los objetivos de esta tesis, es pertinente justificar una de sus especificidades: la inclusión de textos de periodismo de investigación y de sociología política; es decir, de textos no estrictamente historiográficos. Cuatro argumentos respaldan la incorporación de dichos textos a este análisis: dos cuantitativos y dos cualitativos. En cuestiones cuantitativas, mencionemos primeramente que los textos periodísticos y sociológicos representan menos de una cuarta parte del total de 21 Vid Héctor Jiménez Guzmán, El 68 y sus rutas de interpretación: una crítica historiográfica, tesis para obtener el grado de maestro en Historiografía de México, México, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, 2011, pp. 240 22 Algunos lectores habrán detectado el uso de “guerrilla” como sinónimo de “organización político- militar” en la oración referida. Si bien hay una discusión velada a este respecto que abordaré rápidamente en las conclusiones de esta tesis —sobre los usos de “organización político-militar”, “guerrilla”, “organización de izquierda clandestina y revolucionaria” y “movimiento armado socialista”— en las siguientes páginas utilizaré las primeras dos como términos equiparables. 17 escritos aquí estudiados. Es decir, la mayor parte del cuerpo bibliográfico aquí analizado corresponde a la historiografía especializada. Sin embargo, esta primacía cuantitativa es ambivalente. Si, por una parte, podemos aseverar que existe la cantidad necesaria de historiografía especializada sobre la Liga para proponer un ejercicio como este, por la otra debemos indicar que dicha cantidad no es suficiente como para desestimar las narraciones y los análisis producidos desde otras disciplinas -el periodismo y la sociología política-. El caso contrario - la posibilidad de conducir un análisis centrado única y exclusivamente en la historiografía académica- ha ocurrido con la Revolución Mexicana o el ya mencionado movimiento estudiantil de 1968, temas sobre los cuales se ha escrito considerablemente más que la LC23S. Los argumentos cualitativos versan en torno a la referencialidad de los textos no historiográficos y a su dimensión histórica. En primer lugar, los textos producidos desde el periodismo y la sociología política han sido rescatados y referidos -sea para retomar los datos ahí ofrecidos o para criticar sus argumentos- por la historiografía especializada. Es decir, ningún tipo de barrera o de muro divisorio ha sido trazado desde la historiografía profesional con respecto a estas disciplinas y sus textos representativos. En segundo lugar, mencionemos rápidamente que, a pesar de inscribirse en el periodismo o la sociología política, estas tesis contienen cierta dimensión histórica. Es decir, fueron pensadas y escritas a partir de un posicionamiento - implícito, en la mayoría de los casos- sobre qué es la historia y cómo investigar el pasado. Como veremos en páginas venideras, la dimensión histórica que predomina en estos trabajos no historiográficos -y sobre todo en los periodísticos- es semejante a la de ciertas tendencias positivistas que consideran el trabajo historiográfico como el “descubrimiento” -archivístico- de “la verdad” y que, por ende, elude la crítica heurística.23 23 Los trabajos periodísticos analizados en esta tesis se basaron predominantemente en informes policiales producidos por la Dirección Federal de Seguridad. Curiosamente, y como también sugeriremos más adelante, estos textos sobresalen por haber tomado la “violencia” de los ex militantes de la Liga como piedra angular para narrar la historia de la organización. 18 Estado de la cuestión, problema, hipótesis y objetivos Uno de los primeros escritos académicos que propuso hacer un recuento de los textos dedicados a las guerrillas u organizaciones político-militares mexicanas fue la “Revisión teórica sobre la historiografía de la guerrilla mexicana (1965-1998)” de Arturo Alonzo Padilla, incluido en Movimientos armados en México, siglo XX. El principal logro de este texto fue identificar, situar temporalmente y vincular contextualmente cuatro formas de historiar ciertas organizaciones de esta índole en México. 24 Además de este acierto, Padilla sugirió que los trabajos monográficos a futuro debían centrarse en los vínculos entre las guerrillas y el entorno social general y específico de su tiempo.25 A pesar de que este texto cumplió con sus objetivos, es un compendio —no un análisis— breve. Es un listado acompañado de comentarios críticos en los que el formato sobresale como principal criterio para discriminar los textos seleccionados.26 Otro de los referentes que debe ser mencionado es “La guerrilla en México: un intento de balance historiográfico” de Sergio Arturo Sánchez Parra, estudioso del grupo estudiantil/guerrillero sinaloense Los Enfermos. Tal como hiciera Padilla, este autor propuso tres conjuntos ordenados por tiempo y formato: la crítica teórica a la guerrilla durante la década de los setenta; la producción bibliográfica, hemerográfica o testimonial, “menos cargada de valoraciones subjetivas”, 27 durante la década de los ochenta; y los estudios académicos redactados a partir de la década de los noventa o el ya referido boom historiográfico. Si bien el texto cumple con los objetivos propuestos, tampoco presenta un análisis o un ejercicio comparativo de ningún tipo. Es decir, identifica similitudes y diferencias tanto en el estilo como en las observaciones vertidas por determinados 24 Las denuncias testimoniales (66-75), Derrota de la guerrilla, historiografía del balance y recuento (75-80), Análisis sociológico en el fenómeno guerrillero, y La historiografía de la memoria y la novela. 25 Es decir, trazar los lazos entre las organizaciones clandestinas y los movimientos sociales, las formas de acción del Estado —represión-negociación—, los cambios en las condiciones económicas, etc. 26 Su ordenamiento fue hecho con base en cómo fueron escritos: historiografía de la memoria, testimonios de ex combatientes, o análisis sociológico. 27 Sánchez Parra, op. cit. p. 122 19 autores.28 De igual manera comenta —casi siempre limitado a un párrafo por libro— lo que cada autor nos permite conocer sobre determinado fenómeno. Este artículo es, pues, un conjunto de resúmenes de cierta bibliografía —que trasciende la historiografía profesional— sobre la guerrilla.29 En años recientes, han surgido más trabajos analítico-interpretativos centrados en distintos aspectos de la producción historiográfica en torno a las organizaciones político-militares del México -y de América Latina- de la segunda mitad del siglo XX. Un ejemplo es “Causas y motivos de la guerrilla contemporánea en la historiografía mexicana de la segunda mitad del siglo XX”, artículo escrito por Azucena Citlalli Jaso Galván para los Anales del XI Encuentro Internacional de la Asociación Nacional de Investigadores y Profesores de las Américas (ANPHLAC por sus siglas en portugués). Como bien lo indica su título, el texto recorre algunas de las principales propuestas causales que han sido utilizadas para interpretar e historiar los inicios de la lucha armada contemporánea en México. Entre estas propuestas interpretativas figuran aquellas que distinguen las causas de las guerrillas rural y urbana; las que ubican al movimiento estudiantil de 1968 como detonante del movimiento armado socialista; las lecturas que han resaltado la influencia ideológica extranjera; y algunos análisis estructurales centrados en explicar los levantamientos de las décadas de los años 70 a partir de ciertos procesos de pauperización de la clase media mexicana. 30 Si bien este es un trabajo sumamente sugerente, su enfoque es considerablemente amplio -contempla todas las organizaciones político-militares- y su objeto de estudio es más bien específico -la causalidad-. 28 Las críticas lanzadas contra las organizaciones de la izquierda clandestina durante la década de los 70 por Gustavo Hirales y José Woldenberg, por poner un ejemplo 29 Sánchez Parra no identificó ni comparó corrientes interpretativas; analizó únicamente ciertos libros (sin establecer un criterio previo sobre porqué sí comentar la estructura o la narración de éstos y por qué no hacerlo en otros) e incluyó ciertas obras que han estudiado a las guerrillas en tanto tema secundario, subsumido al decurso de otra historia —como Sergio Aguayo, La charola, México, Grijalbo, 2001, 413 pp., o Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 1996, 423 pp. 30 Azucena Citlalli Jaso Galván, “Causas y motivos de la guerrilla contemporánea en la historiografía mexicana de la segunda mitad del siglo XX”, en Anais do XI Encontro Internacional da ANPHLAC, Rio de Janeiro, ANPHLAC, 2014 20 Otro de los trabajos analíticos recientes es “Análisis de la producción historiográfica en torno a la llamada guerra sucia mexicana”, elaborado por Adela Cedillo y Fernando Herrera Calderón. Este texto es semejante a las propuestas de Padilla y Sánchez Parra en tanto traza tres periodos de producción historiográfica, testimonial, periodística, ensayística, etc., a saber: “Censura y lucha ideológica (1964-1979)”, “Los primeros estudios académicos, novelas y testimonios (1979-1994)”, “La proliferación del testimonio y el boom de la investigación académica” y “La historiografía de la ‘guerra sucia’ en los Estados Unidos”. Como podrá advertir el lector, la periodización y división por formatos es bastante semejante a la sugerida por los dos autores previamente mencionados. Sin embargo, recordemos que este análisis versa sobre la historiografía en torno a la Guerra Sucia y no sobre las organizaciones político-militares en sí. En este sentido, los autores identificaron varios sub-temas historiográficos que integran el conjunto temático de la Guerra Sucia: “las trayectorias de las organizaciones político-militares; la contrainsurgencia; la historia oral sobre el terror de Estado; las microhistorias regionales del conflicto; el papel de la mujer; la cuestión étnica y el surgimiento de la lucha por los derechos humanos”.31 De igual manera, es pertinente señalar rápidamente una parte de la tesis doctoral presentada por Arturo Alonzo Padilla durante 2015 en la Universidad de Santiago de Compostela, titulada Historiografía, memoria e historia de la guerrilla mexicana (1967-1982), en particular la segunda parte de su trabajo, titulada “Historiografía Latinoamericana sobre la guerrilla (1960-1982)”. Si bien Padilla cubrió una amplia gama de temas -no sólo en esta parte, sino a lo largo de su tesis- señalemos que rescató las siguientes tendencias y paradigmas historiográficos a partir de los cuales ha sido abordada la guerrilla latinoamericana: positivismo, Escuela de Annales, marxismo, enfoques posmodernos y Nueva 31 Adela Cedillo y Fernando Herrera Calderón, “Análisis de la producción historiográfica en torno a la llamada guerra sucia mexicana”, en El Estudio de las Luchas Revolucionarias en América Latina (1959-1996): Estado de la Cuestión, eds. Martín López Ávalos, Verónica Oikión, y Eduardo Rey Tristán, Zamora, El Colegio de Michoacán y Universidad de Santiago de Compostela, 2014, p. 263-288 21 Historiografía. Si bien retomaremos esta propuesta dentro de un par de páginas, señalemos rápidamente que el enfoque analítico que propone adolece de las mismas carencias que la mayoría de los trabajos previos: enfoques generales (este último cubre no sólo las organizaciones político-militares del México contemporáneo, sino “la guerrilla de América Latina”), no centrados en la historiografía de la LC23S. Finalmente, y a diferencia de los textos recién mencionados, Adela Cedillo también presentó en La Liga Comunista 23 de septiembre: cuatro décadas a debate un capítulo dedicado a los distintos discursos —militar, periodístico, testimonial e historiográfico— producidos sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre. Si bien este texto, titulado “Violencia, memoria y tabú en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre”, no tuvo por objetivo ser un análisis general, que abarcara una amplia parte de la producción historiográfica sobre todas las organizaciones político-militares en México, sí rompió con los autores antes comentados y propuso nuevas miradas sobre ellas —particularmente sobre la Liga. Cedillo no presentó ni una secuencia cronológica marcada por diferencias estilísticas o de formato entre diversos textos ni resúmenes de estos. Identificó tanto tendencias interpretativas generales en las obras que analizó,32 como una metanarrativa a la cual se subsumieron estas (lo que denominó, apoyada en otros académicos, el relato de la pax priista). De igual manera, propuso interpretar el siglo XX mexicano desde la violencia política (sea a manera de técnica represiva- gubernamental o como resistencia ante esta). La propuesta interpretativa esbozada por la autora, la metodología empleada y el entrelazamiento del boom historiográfico con el resto de la producción discursiva sobre la Liga, hacen de su trabajo uno de los pilares de este 32 Criminalización de la prensa y el ejército, reprobación casi moral desde la izquierda reformista y desde ciertos ex combatientes y problematización académica. Es pertinente señalar que la autora no utilizó las diferencias estilísticas entre estos tres conjuntos como criterio para distinguir o discriminar los textos que los integran. Para Cedillo, lo relevante fue señalar qué se hizo desde cada uno de estos lugares de enunciación (reprobar, criminalizar o problematizar). 22 texto. En mayor o menor medida, esta tesis propone ampliar un camino abierto por Cedillo. Considerando los aciertos y carencias de los textos recién mencionados, la pregunta central de este trabajo es: ¿cuáles son las tendencias interpretativas que conforman la discusión historiográfica en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre desde la academia? De esta pregunta se desprenden, a su vez, las siguientes preguntas secundarias: ¿cómo se han relacionado dichas tendencias interpretativas entre sí? ¿qué lectura diacrónica —si es que alguna— puede esbozarse sobre la historiografía académica producida en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre? ¿qué críticas pueden ser formuladas frente a la historiografía profesional producida sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre? ¿qué sugerencias y propuestas de estudio puede formularse? ¿Qué vínculos —si es que existen— persisten entre quienes han producido esta historiografía profesional y los excombatientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre? Como hipótesis central propongo que tres tendencias interpretativas integran la discusión historiográfica que se ha suscitado en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre desde la academia: la historiografía reivindicativa, la historiografía de la debacle y la historiografía de la radicalización. La primera ha estudiado a la Liga para reivindicarla y proponerla como un referente en la historia contemporánea de México. Esta tendencia interpretativa está compuesta, a su vez, por dos núcleos: uno que ha hecho énfasis en la producción teórica de la LC23S y en las capacidades intelectuales de sus combatientes; y otro enfocado en sus aspectos políticos y organizativos. Los textos que componen esta tendencia interpretativa han entendido a la Liga como un hecho, un acontecimiento o un proceso cuyo lugar en la historia contemporánea de México debe ser defendido. La segunda tendencia interpretativa se ha concentrado en historiar a la organización a partir de una pregunta crucial: ¿por qué fracasó o fue derrotada la Liga Comunista 23 de Septiembre? Las respuestas formuladas pueden ser ubicadas en tres áreas: causas internas, externas y mixtas. En las internas figuran la caída de la organización en tendencias militaristas y en una debacle de 23 violencia, las pugnas internas y el “alejamiento” de la Liga ante otros sectores sociales. En las extremas opera, sobre todo, el uso estatal de la prensa como agente contrainsurgente. El único texto que ha sugerido una explicación mixta balanceó los golpes asestados por el Estado con los “errores” teórico-estratégicos cometidos por la organización, siendo la “lucha contra el oportunismo” el principal de estos. La tercera tendencia interpretativa se ha enfocado en los procesos de radicalización sociopolítica que resultaron en la integración de organizaciones o sujetos específicos a la LC23S. Este conjunto de textos abordó de manera indirecta a la Liga: no como una pieza del pasado a defender o una debacle incierta a desentrañar, sino como un resultado cuyas raíces deben ser rastreadas. Esta tendencia interpretativa está integrada por tres componentes: la radicalización colectiva, ‘familiar’ y personal. Como veremos, estos textos han enfatizado en la causalidad y en aquello que detona y arrastra los procesos de radicalización. Las causas sugeridas por estos textos pueden ser subdivididas en los siguientes rubros: politización, quiebre de valores familiares y reflexión. Como hipótesis secundarias propongo situar dos niveles de discusión mediante los cuales se han vinculado las tendencias interpretativas recién enlistadas: externo e interno. En el ámbito externo, estas tendencias interpretativas han discutido con el discurso oficial y sus expresiones testimoniales, empecinados en negar, estigmatizar, banalizar, criminalizar, despolitizar, desideologizar y descontextualizar a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Si bien en esta tesis no nos centraremos en las manifestaciones propiamente oficiales de dicho discurso —la prensa, los textos castrenses y las declaraciones presidenciales o de otros funcionarios públicos— sí retomaremos, a manera de preámbulo, el análisis de dos textos de Gustavo Hirales mediante los cuales intentó argumentar la “inexistencia histórica” de la organización, así como su supuesta irracionalidad. Todos los textos analizados en esta tesis —a excepción de los partícipes de la interpretación del fracaso interno— pretendieron refutar, directa o indirectamente, las consideraciones de Gustavo Hirales en torno a la LC23S. 24 En el ámbito interno —es decir, entre las distintas tendencias mencionadas— la discusión historiográfica se rige a partir de la confrontación de intereses: aquellos textos que historiaron y analizaron a la Liga para restituirla en el decurso de la historia contemporánea; aquellos que la historiaron y narraron en función de su fracaso o derrota; y aquellos que la estudiaron para detectar las raíces que la nutrieron y que confluyeron en ella. Como veremos en las conclusiones, además de las diferencias entre las distintas tendencias interpretativas, se ha suscitado una discusión específica en torno a los antecedentes de la organización. A diferencia de otros trabajos —notoriamente El 68 y sus rutas de interpretación: una crítica historiográfica— organizados de manera lineal, esta tesis fue organizada acrónicamente. Sin embargo, utilizaremos las conclusiones para profundizar en algunas lecturas diacrónicas posibles. Es pertinente establecer, por ahora, las siguientes relaciones temporales. La historiografía reivindicativa detonó el boom historiográfico en torno a la LC23S en el segundo lustro de la década de los 90. Los textos producidos en tales años son los únicos que contienen repetidas referencias a otras organizaciones político-militares de la época —específicamente al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y al Ejército Popular del Pueblo—. La historiografía de la debacle, en la cual impera el énfasis en la violencia ejercida por la Liga —y no contra ella— fue producida, en su entereza, a lo largo del sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), uno de los periodos más cruentos y sangrientos en la historia reciente del país. Los textos periodísticos analizados en esta tesis fueron generados relativamente poco tiempo después de la filtración y publicación de las distintas versiones del Informe histórico presentado a la sociedad mexicana, generado por la Fiscalía Especial para Movimientos Políticos y Sociales del Pasado (Femospp).33 Las críticas que he esbozado son de dos tipos. Por una parte, las críticas específicas, sobre cada una de las tendencias interpretativas mencionadas. Por 33 El borrador de dicho informe fue publicado por el National Security Archive el 26 de febrero de 2006. Vid: https://nsarchive2.gwu.edu//NSAEBB/NSAEBB180/index2.htm consultado el 28/09/2018 25 la otra, las críticas globales, perfiladas sobre la totalidad de la producción académica en torno a la LC23S. En el caso de la historiografía reivindicativa, sugiero que gran parte del análisis ha sido construido en torno a la “importancia”, supuesta categoría que ha ido acompañada de un concepto sumamente limitado de “lo político”. En cuanto a la historiografía de la debacle, propongo que los análisis han sido guiados subrepticiamente por la necesidad de argumentar que la LC23S estuvo “aislada”, “separada” o “divorciada” tanto de la realidad, como de la sociedad y de las labores netamente “políticas”. Este supuesto aislamiento — o, en su defecto, la cercanía que la Liga pudo haber tenido con otros sectores sociales–, no ha sido estudiado a profundidad. Finalmente, planteo que la principal deficiencia de la historiografía de la radicalización está vinculada a la escasa claridad conceptual que identifica los procesos de “politización” y de “radicalización”, o que equipara este último con la “transición al clandestinaje”. En las conclusiones también mencionaré rápidamente algunas sugerencias y propuestas de estudio vinculadas, primordialmente, a la necesidad de elaborar historias de la LC23S que se enfoquen en lo que he denominado los aspectos materiales de la radicalización, del clandestinaje y de la represión-persecución. Finalmente, haré un par de observaciones respecto a los nexos entre excombatientes de la Liga y los autores de los textos analizados a lo largo de esta tesis. El objetivo central de este trabajo consiste en identificar, caracterizar y comparar las tendencias interpretativas en la historiografía profesional sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre. De este objetivo central se desprenden los siguientes objetivos secundarios. Establecer criterios con base en los cuales puedan agruparse e identificarse tendencias interpretativas. Plantear formas de relación o interacción tanto internas como externas de las tendencias interpretativas identificadas. Sugerir lecturas diacrónicas de las tendencias interpretativas que permitan vincular los textos que las integran al momento en que fueron producidos. Proponer críticas generales y específicas de las tendencias interpretativas identificadas. Sugerir enfoques y temas omitidos por las 26 tendencias señaladas. Identificar posibles vínculos entre los autores de los textos analizados y excombatientes de la organización. Marco teórico-metodológico Propongo resolver los problemas antes planteados a partir del uso de una serie de conceptos entrelazados, como también del trabajo de distintos historiadores o teóricos de la historia. Los conceptos propuestos para este análisis son: interés, tendencia interpretativa y discusión historiográfica. El interés, entendido en abstracto como aquello para lo cual se hace algo, es el pilar sobre el que he estructurado este trabajo. En este caso específico, entiendo el interés historiográfico, sociológico o periodístico como aquello para lo cual se escribe sobre el pasado desde la academia. Es decir, en términos sumamente esquemáticos, preguntarnos “¿para qué se escribió esta historia?” al momento de analizar uno de los textos aquí contemplados. Tal pregunta toma distancia de las interrogantes que guiaron las tesis de los autores aquí estudiados. Si estos se condujeron por dudas como ¿qué ocurrió con la Liga? ¿cuáles fueron los hechos y procesos de la Liga?, mi análisis lleva en su núcleo las siguientes interrogantes: ¿qué se ha hecho, historiográficamente, con la Liga? ¿para qué han sido usadas las construcciones predominantemente historiográficas de la Liga? Acercarnos a un texto con estas preguntas nos permite estudiarlo en función del interés que rigió su elaboración. Huelga decirlo, pero parto del entendido de que todo texto —y, sobre todo, aquellos que versan sobre el pasado— es escrito para satisfacer un interés específico. Por mencionar algunos de los ejemplos que aparecerán en páginas venideras, se escribe una historia de la Liga en la que se resaltan algunos de sus componentes teóricos para así satisfacer intereses de diversa índole, como pueden ser: refutar las caracterizaciones oficiales y establecerla como referente de la producción teórica marxista para así reivindicar su lugar en la historia contemporánea de México. O, por mencionar el espectro opuesto de la discusión, se escribe una historia de la Liga en la que se enfatizan las acciones “militares” para así satisfacer un interés primordial: ubicar la “violencia” ejercida por la organización como la principal razón 27 de su fracaso. Esta serie de intereses netamente académicos y preocupados, ante todo, por la construcción del pasado, pueden entrecruzarse, a su vez, con determinados intereses políticos. Como veremos en el preámbulo de este trabajo, el caso de Gustavo Hirales ilustra con claridad este encuentro. Un exmilitante que escribió un ensayo histórico sobre la Liga para, paradójicamente, negar la historia de la organización y así preparar el camino de su reintegración o reincorporación personal a la izquierda reformista. En el ámbito de la historiografía académica o profesional es pertinente anotar que el interés difiere de los objetivos explícitos de una tesis o un texto, ya que estos están subsumidos a los primeros: se fijan ciertas metas — pretendidamente objetivas y científicas— para así satisfacer determinados intereses. Un objetivo explícito puede ser “narrar la historia de la LC23S y formular una periodización al respecto”, mientras que el interés que lo rige puede ser reivindicar, estigmatizar, problematizar o refutar tal o cual aspecto de la organización. La conjunción de intereses historiográficos similares configura lo que en este trabajo he denominado una “tendencia interpretativa”. Es decir, todos los autores pertenecientes a alguna de las tendencias aquí propuestas comparten intereses similares con respecto a la construcción de la historia de la LC23S. De tal suerte, los autores que he agrupado al interior de la tendencia reivindicativa comparten el interés por posicionar a la organización en la historia contemporánea de México, sea por su producción teórica, por las cualidades intelectuales de sus militantes, por su anti-dogmatismo y flexibilidad ideológico-estratégica, etc. Mientras que los autores agrupados en la historiografía de la debacle guardan el común interés por entender, narrar y explicar la historia de la Liga a partir de su derrota, por mencionar dos ejemplos contrapuestos. Es pertinente anotar que, a diferencia de “línea”, o “escuela”, “tendencia interpretativa” figuró como el término indicado para referir estos conjuntos ya que 28 denota una propensión.34 Es decir, refleja una inclinación específica -usualmente construida a partir de las filias o fobias de los autores- con respecto a la Liga y la forma en que, consideran, debe narrarse su historia. A su vez, esto implica que, a diferencia de “escuela” o “línea”, una tendencia interpretativa no enarbola un programa o una serie de lineamientos investigativos, políticos o ideológicos explícitos. El surgimiento de una escuela de pensamiento en torno, no sólo a la Liga Comunista 23 de Septiembre, sino a la totalidad de las organizaciones político militares del México contemporáneo aún está por verse.35 . Finalmente, el entrecruce, la oposición, la compenetración, el choque, la negación, la refutación, la omisión, y distintas formas de interacción entre las distintas tendencias interpretativas configura lo que he denominado “discusión historiográfica”. Podrá parecer una minucia semántica, pero es menester detenernos una vez más para detallar por qué utilizamos “discusión” en lugar de “diálogo” o “debate” historiográfico. En primer lugar, señalemos que “diálogo” tiende a ser separado de los dos conceptos restantes. Sus explicaciones suelen ubicarlo como un intercambio sin fines u objetivos de por medio. En este sentido es un ejercicio semejante al juego, ya que la actividad es su propio fin: se juega por jugar como se dialoga por el simple hecho de dialogar. Sin embargo, no hay consenso en torno a “debate” y “discusión”.36 Algunas perspectivas se han enfocado en diferenciarlos de la siguiente manera. El debate es visto como un ejercicio racional, basado en juicios, con miras al entendimiento, mientras que la discusión es eminentemente emocional, basada en prejuicios, 34 La sugerencia de utilizar “tendencia” en lugar de los conceptos anteriores me fue compartida por el Dr. Mario Virgilio Santiago Jiménez. De igual manera, fue gracias a las pláticas que mantuvimos que discernimos la especificidad de una tendencia como propensión o conjunto propenso a determinada praxis. 35 Esto considerando la existencia del Centro de Investigaciones Históricas sobre los Movimientos Armados (CIHMA) y el Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Si bien ambos han propiciado y facilitado, de maneras y en momentos distintos, la investigación en torno a las organizaciones político-militares, no fungen o fungieron como “escuelas” o “líneas” interpretativas sobre éstas. En fechas recientes, pareciera que el grupo de estudio conformado en torno al Archivo del Periódico Madera se está decantando como una posible escuela interpretativa en torno a la LC23S. 36 Esta ausencia de consenso es aún más notoria en análisis historiográficos y textos de teoría de la historia en los cuales se entremezclan ambos términos. 29 enfocada en la imposición. Otros enfoques han optado por distinguirlos de manera medianamente opuesta: el debate como un intercambio de ideas y argumentos, condicionado por una lógica interna consistente en triunfar sobre determinados adversarios y el convencimiento. De ahí su dependencia en artificios retóricos y sofismas, mientras que la discusión es vista como cierto tipo de construcción colectiva del conocimiento. Este trabajo parte de la noción recién mencionada de “debate”: un intercambio de ideas y argumentos regido por la lógica de imponerse sobre distintos adversarios y convencer a una audiencia dada mediante el uso de artificios retóricos y sofismas. Sin embargo, se sirve de una noción distinta de discusión, al considerar que lo que la integra no es un intercambio de sofismas o artificios retóricos sino la interacción, el choque o la compenetración de intereses al igual que de convicciones y posiciones ético-ideológicas. En este sentido, la discusión historiográfica en torno a la LC23S puede ser entendida como un campo en el cual algunas tendencias interpretativas han fluido y se han mantenido a lo largo del tiempo, o bien han perecido al cabo de ciertos años o han aparecido y desaparecido intermitentemente. Antes de detallar el tipo de análisis historiográfico aquí planteado y los autores sobre los cuales me basé para desarrollar dicha propuesta es menester hacer una última observación. Recordemos someramente los lineamientos a partir de los cuales fueron escritos los análisis referidos en el estado de la cuestión. Tanto el primer artículo de Padilla como el de Sánchez Parra fueron articulados en torno a la forma o el estilo, por una parte, y el tiempo, por la otra. Respondieron a las preguntas de ¿cómo? y ¿cuándo? se ha escrito sobre las organizaciones político-militares del México contemporáneo. Por su parte, el escrito conjunto de Cedillo y Herrera Calderón fue construido a partir de una reflexión temática y temporal sobre la Guerra Sucia: ¿qué? y ¿cuándo? se ha escrito sobre dicho tema. Por su parte, el artículo de Jaso Galván se centró en una categoría específica de los estudios historiográficos -el por qué de las guerrillas-. Mientras que la sección mencionada de la tesis doctoral de Padilla cubrió los paradigmas 30 teóricos desde los cuales se ha partido para el estudio de las guerrillas latinoamericanas -¿desde dónde?-. Este trabajo pretende distanciarse de los anteriores no sólo por las herramientas analíticas propuestas anteriormente, sino por las categorías resultantes. No son estilísticas, temáticas, teóricas o específicamente causales, sino, como se sugirió al abordar la cuestión de la “discusión”, de corte ético- ideológico. Esto se debe a que, como veremos más adelante, los intereses historiográficos y políticos en función de los cuáles se han producido distintas historias de la Liga están íntimamente vinculados con coordenadas éticas -¿qué debo hacer, en tanto historiador, al momento de historiar a la Liga?- y con posicionamientos ideológicos ¿en función de qué marco ideológico he de interpretar y leer lo hecho por la Liga?. Todos los historiadores, exmilitantes y periodistas contemplados en este trabajo han abordado a la Liga desde posicionamientos ético-ideológicos específicos, íntimamente vinculados con los intereses que persiguieron al historiar la organización. La convergencia de estos intereses ha dado lugar a diversas tendencias interpretativas, mientras que el encuentro, el choque o el entrecruce de éstas últimas ha producido la discusión historiográfica en torno a la LC23S. Además de la propuesta teórico-conceptual recién detallada, propongo resolver los problemas antes planteados mediante el análisis historiográfico. Retomaré los trabajos de Michel de Certeau, Edmundo O’Gorman y Enzo Traverso para construir una base teórica que me permita realizar y justificar este análisis. La propuesta de De Certeau me es útil por su argumentación en torno a la producción/creación de la historia. Este autor resaltó una suerte de materialidad de la disciplina histórica. Propuso que para comprender ésta última debíamos pensarla como una práctica/operación a partir de la cual el historiador articula tanto el lugar desde el cual enuncia —la institución, si es que alguna, en la que se posicionó y el funcionamiento de ésta última—, como los procedimientos de que dispone y el texto que produce. 31 Esta operación historiográfica no consiste en la creación ex nihilo del pasado, sino en —a partir de la delimitación de un campo de estudio de lo real pasado basado en ciertas fuentes y en un modelo que detalla el tratamiento de estas fuentes— probar el límite de dicho modelo en lo real pasado para después organizar su sentido.37 Por su parte, me apoyaré en las observaciones que Edmundo O’Gorman hizo sobre la constitución del hecho histórico y la atribución de intencionalidad. Recordemos brevemente que, para el historiador, es dicha atribución de intencionalidad, y “no la intencionalidad misma […] lo que genera o constituye al hecho histórico”.38 Y es en esa medida que el conocimiento de tales hechos corresponde, más bien, al conocimiento de la operación por la cual se les dotó de intencionalidad. Estas observaciones sobre la intencionalidad están íntimamente vinculadas a los párrafos previos dedicados a la cuestión del interés que rige la producción de textos periodísticos, sociológicos o historiográficos. Finalmente, para responder a una pregunta semejante a la que detonó las observaciones metodológicas de De Certeau —¿cómo se escribe la historia?—, Traverso propone, además de la indispensable presencia de fuentes, algo que denomina la demanda social de conocimiento. Con esta categoría, Traverso se refiere a qué es lo que debe ser historiado y qué no: “El trabajo de escritura de la historia se hace en simbiosis permanente con esa solicitación que sale de la sociedad civil, que es una demanda social de conocimiento”.39 Lo expuesto hasta aquí puede ser relacionado con las categorías sugeridas para llevar a cabo el análisis historiográfico: tanto el lugar de la producción de la historia como la demanda social de conocimiento se relacionan con las categorías 37 O, como indicó el propio De Certeau: “Cambia el significado de la investigación: de un sentido revelado por la realidad observada, pasa al análisis de opciones o de organizaciones de sentidos implicados por operaciones interpretativas” Michel de Certeau, La escritura de la historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 45 38 Edmundo O’Gorman, Ensayos de filosofía de la historia. Selección y presentación de Álvaro Matute, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 45 Tal y como De Certeau enfatizó cierta materialidad de la disciplina histórica, O’Gorman “secularizó” o “humanizó”, de alguna forma, la configuración de sentido en tal disciplina: un acontecimiento es histórico debido a que “su sentido como tal no está más allá de nosotros; nosotros se lo concedemos”. Vid p. 47 39 Enzo Traverso, “Historiografía y memoria: interpretar el siglo XX”, en Aletheia, vol. 1, núm. 2, mayo 2011, p. 5 32 de autor y contexto con que analizaré e interpretaré las obras. La operación historiográfica en tanto práctica sustentada en procedimientos específicos se relaciona con la categoría de fuentes que emplearé —análisis heurístico. Y finalmente, la historia en tanto texto producido se vincula al análisis formal de la obra, compuesto por las siguientes sub-categorías analíticas: argumento central de la obra, ideas secundarias de ésta y conceptos empleados. Estructura Esta tesis está estructurada en cuatro capítulos. El primero es un preámbulo en torno a los trabajos de Gustavo Hirales. El segundo capítulo, dedicado a la tendencia interpretativa que he denominado “historiografía reivindicativa” está dividido en dos secciones: la Liga como referente teórico y la Liga como referente político. El tercer capítulo, enfocado en la tendencia interpretativa que he caracterizado como la “historiografía de la debacle”, está seccionado en tres apartados: el fracaso interno, la derrota externa, y la explicación compuesta de la debacle Finalmente, el cuarto capítulo está dedicado a los procesos de radicalización previos a la conformación de la Liga, Todos los capítulos contienen una introducción que pretende dar un panorama breve y general sobre los temas y textos que serán atendidos, al igual que conclusiones particulares con las cuales se pretende resaltar la información vertida en ellos. Los textos de cada capítulo están ordenados cronológicamente. Cada apartado está organizado de la siguiente manera: presentación del autor o la autora —referida como nota al pie—,40 presentación la tesis o artículo —título, estructura, preguntas guía, hipótesis, objetivos—, propuesta del interés rector, análisis de los principales argumentos del texto, recopilación de las ideas secundarias o de los conceptos sobresalientes, señalamiento de las fuentes empleadas y, en caso de que lo requiera, una breve crítica. 40 En algunos casos, estas presentaciones son particularmente extensas. Procuré ampliarlas cuando los autores formaron parte de la Liga o están relacionados directa o indirectamente a alguno de sus excombatientes. 33 Límites Para concluir esta introducción, es importante señalar que no se obtuvieron algunos trabajos, cuyo análisis sin duda habría enriquecido los resultados aquí ofrecidos.41 De igual manera, tampoco se analizaron trabajos colectivos en los cuales se estudió parcial o totalmente a la LC23S.42 En cuanto a la interpretación, esta tesis no buscó estudiar o comparar los testimonios de otros excombatientes de la LC23S con respecto a la producción académica o especializada. Si bien precisé razones específicas para incluir los trabajos de Gustavo Hirales en este estudio —su amplio uso por parte de la mayoría de las tesis aquí reunidas y la diseminación de su propuesta interpretativa a raíz de su privilegiada posición mediática y gubernamental—, es evidente que el trabajo analítico-interpretativo habría sido mucho más prolífico de haber incluido y cotejado los testimonios de otros excombatientes de la organización. Por otra parte, este trabajo también habría sido mucho más completo de haber incluido un análisis comparativo con la historiografía especializada producida en torno a otras organizaciones político-militares, notoriamente el Partido de los Pobres, otra de las agrupaciones sobre la cual se ha escrito extensamente. Dos impresiones pueden desprenderse durante la lectura de esta tesis: que los argumentos presentados son sumamente repetitivos y que la escala quirúrgica 41 La guerrilla y la lucha social en Sinaloa: 1972-1974, tesis de maestría en historia regional por la Universidad Autónoma de Sinaloa en Culiacán, presentada por Sergio Arturo Sánchez Parra en 200 y La guerrilla en Sinaloa. Sus formas de sociabilidad y usos del espacio público: 1972-1978, tesis de doctorado en Ciencias Sociales por el mismo autor, presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara en 2009. De igual manera Católicos en la guerrilla mexicana de los setenta. El caso de la Liga Comunista 23 de Septiembre, tesis para optar por el grado de licenciado en historia, presentada por Fortino Domínguez Rueda en 2006 en la Universidad de Guadalajara. Como también La guerrilla en México, 1970-1976. El caso de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC-23), tesis para optar por el grado de maestra en Ciencias Sociales, presentada por Leticia Carrasco en 1999 por parte de la Universidad de Guadalajara. 42 Estos trabajos son: Oikión Solano Verónica y Marta Eugenia García Ugarte [eds.], Movimientos armados en México, siglo XX, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006, 3 volúmenes , Cedillo Adela y Fernando Herrera Calderón [eds.], Challenging authoritarianism in Mexico: revolutionary struggles and the dirty war. 1964-1982, New York, Routledge, 2012, 232 pp Escamilla Santiago Yllich, Rodolfo Gamiño Muñoz, Rigoberto Reyes Sánchez, Fabián Campos Hernández [coord.] La Liga Comunista 23 de Septiembre. Cuatro décadas a debate: historia, memoria, testimonio, literatura, México, Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2014, 550 pp. 34 y detallista del análisis desprende un dejo formalista -centrado únicamente en la forma de los argumentos y pocas veces en su contenido-. La repetición de los argumentos puede ser medianamente justificada de dos maneras: una particular y una general. En términos particulares, bástenos decir que haber analizado textos no historiográficos con herramientas propias del análisis historiográfico puede dar esta impresión de repetitividad. Abordar reportajes o textos de sociología política a partir del análisis historiográfico requirió de una insistencia particular mediante la cual procuré extraer las dimensiones históricas de dichos textos. Los lectores establecerán si dicha extracción fue lograda o no. En términos generales la repetición de algunos argumentos y el detalle del análisis pueden ser justificados en contraposición con el estado de la cuestión. Recordemos que la mayor parte de estos trabajos son recorridos sumamente generales de varias organizaciones político-militares. Esta tesis pretende contrarrestar esta inclinación y, en el intento, generar alguna suerte de equilibrio: un trabajo específico y detallado sobre la historiografía de una sola organización. Llevar a cabo un análisis con los lineamientos detallados en los apartados anteriores -el interés, la tendencia como conglomerado de intereses semejantes, la discusión como campo de encuentro y choque de tendencias, y la filtración de componentes ético-ideológicos en todos estos niveles- también conlleva límites específicos. La sobreinterpretación, entendida como la búsqueda permanente de un ‘motivo’ ulterior que llevó a la producción de los textos, es una de tales limitantes. El énfasis en los intereses que rigen los textos también puede oscurecer ciertos aspectos de las discusiones fácticas en torno a la Liga -saber si la organización efectivamente hizo tal o cual cosa-. También es menester detallar que los posicionamientos ético-ideológicos ante la Liga en tanto objeto de estudio no se limitan a los estudios directos o de primer nivel, sino que se extienden a análisis historiográficos como este. Bástenos precisar por el momento la afinidad entre el autor y la Liga.43 43 Sobre todo, las acciones desarrolladas y las estrategias planteadas a lo largo de 1973 e inicios de 1974. Esta afinidad no se extiende al contenido ideológico de la LC23S. 35 Antes de iniciar es menester reiterar que los textos aquí incluidos no son lo único que se ha escrito sobre la Liga. Esta organización ha sido abordada desde el ensayo, el periodismo, el recuento testimonial, el manifiesto, el alegato de defensa, la historiografía no académica; en fin, desde una miríada de formatos discursivos. Sin embargo, analizar a detalle la producción profesional en torno a ella quizás pueda contribuir a esclarecer varios problemas acuciantes del presente que giran en torno a la violencia, sus usos políticos y la forma en cómo la entendemos e historiamos. 36 Capítulo I. Un preámbulo pertinente. El estigma discursivo de Gustavo Hirales: “inexistencia histórica”, negación política e irracionalidad en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre Gustavo Hirales Morán es uno de los pocos fundadores de la Liga Comunista 23 de Septiembre que sigue vivo. Además de participar fugazmente en la organización —de su fundación en marzo de 1973 hasta ser detenido en agosto del mismo año— y de haber sido encarcelado durante siete años debido a sus actividades militantes, Hirales ha escrito y publicado ampliamente y en diversos formatos sobre una extensa gama de cuestiones políticas e históricas. Sin embargo, sólo dos de sus libros y una entrevista plantean la historia, el análisis o la reflexión en torno a la Liga como tema principal. El primero de estos libros es una compilación de cartas y ensayos elaborados durante 1976. Fue publicado el año siguiente bajo el nombre de La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y Naufragio. El segundo es Memoria de la guerra de los justos, un testimonio novelado sobre sus años como activista y combatiente de la izquierda clandestina, editado y distribuido por editorial Cal y Arena en 1996. En las siguientes páginas presentaré algunos pasajes de la vida de Gustavo Hirales, analizaré los dos textos referidos y concluiré con una serie de reflexiones finales en torno a su uso por parte de la historiografía académica. Para cumplir con este objetivo —y no caer en la sobre-interpretación— intercalé los fragmentos de recuento biográfico con los de análisis textual. Con esto busco arrojar luz sobre quién fue Gustavo Hirales al momento de emitir sus distintas opiniones, tesis, caracterizaciones y juicios sobre la organización que fundó. Como bien indica su título, en esta sección pretendo argumentar que las interpretaciones de Gustavo Hirales sobre la historia de Liga Comunista 23 de Septiembre pueden ser caracterizadas como un “estigma discursivo”. El ex militante ha configurado este discurso mediante textos que, a pesar de haber sido 37 producidos en momentos distintos, desembocan en la negación, descalificación o condena de la LC23S desde frentes: histórico y político.44 Antes de proseguir es pertinente hacer una aclaración. Ninguno de los textos que el ex guerrillero ha escrito sobre la Liga es historiografía académica o especializada. Como mencioné, sus escritos seleccionados para esta tesis orbitan entre el ensayo y el testimonio novelado. ¿Por qué, entonces, es necesario incluirlos en este análisis? Sostengo que Gustavo Hirales es el único excombatiente de la Liga que ha escrito y opinado sobre la organización desde una posición privilegiada y mediáticamente visible. Por una parte, ha divulgado sus textos a través de casas editoriales de amplio tiraje y ha colaborado en columnas de análisis y opinión en diversas publicaciones.45 Por la otra, sus posicionamientos políticos y su vida laboral han sido tema de polémica y discusión periodística en medios de distribución nacional, como La Jornada. Finalmente, escribió y distribuyó sus dos obras sobre la Liga en momentos en que la discusión historiográfica46 —y, sobre todo, académica— en torno a ella se encontraba en estado larvario. A riesgo de profundizar más adelante, digamos por el momento que sus vínculos editoriales, su presencia y visibilidad mediática, la polémica pública que ha girado a su alrededor y el periodo en que publicó son factores que han contribuido a que sea no sólo el excombatiente de la LC23S “más conocido” —en varios círculos periodísticos, intelectuales y académicos— sino el más citado en 44 Ambos frentes emergieron en Orígenes y naufragio, donde el excombatiente propuso la “inexistencia histórica” de la Liga y negó su carácter marxista. Por su parte, Memoria de la guerra de los justos contiene múltiples caracterizaciones que perfilan a la LC23S como grupo vengativo, terrorista y arrastrado por la locura. Si bien este último libro descalificó a la Liga en función de su supuesta irracionalidad, también reiteró la negación de sus rasgos políticos e históricos. 45 Entre las casas editoriales figuran Diana y Cal y Arena. Mientras que en las publicaciones podemos ubicar Nexos y El Nacional. Hirales compartió parcialmente sus opiniones sobre la Liga o dio a conocer sus escritos sobre ella en algunas de las columnas que escribió para tales medios. 46 Las discusiones sobre otros aspectos de la Liga y sus militantes han existido desde hace algún tiempo. Ver, por ejemplo, los textos de la década de los 70 mencionados por Adela Cedillo en Adela Cedillo, “Violencia, memoria, historia y tabú en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre”, en La Liga Comunista 23 de Septiembre. Cuatro décadas a debate: historia, memoria, testimonio y literatura, Yllich Escamilla Santiago et al. [coords.], UNAM, Universidad Autónoma de Tlaxcala, México, 2014, pp. 351-352 y Periódico Madera número 23, en que se abordó abiertamente el tema de los rectificadores. 38 varias de las tesis y artículos aquí analizados. Es decir, es el ex combatiente de la Liga mayormente referido por la historiografía académica o profesional.47 Su visibilidad personal, el uso de sus textos por parte de la historiografía académica y, como veremos en las siguientes páginas, algunas de sus “polémicas” ideas sobre la organización que fundó hacen de Gustavo Hirales un referente obligado para adentrarnos en la discusión historiográfica en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre. 1.1 “Inexistencia histórica” y negación política de la Liga Publicado en 1977 por la casa editorial Ediciones de Cultura Popular, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y naufragio engloba un conjunto de epístolas y ensayos elaborados a lo largo del año anterior. De entre los textos que integran el libro,48 los escritos titulados “Orígenes y naufragio” y “Carta a Campa” exponen, nítida y respectivamente, tanto la propuesta interpretativa de Hirales con respecto a la Liga como los intereses que buscó satisfacer al formularla. De ahí que proponga analizar ambos textos en este apartado. Gustavo Hirales49 escribió Orígenes y naufragio para llevar a cabo dos objetivos: plantear la “inexistencia histórica” de la LC23S y negar, al mismo tiempo, su carácter como organización política y, sobre todo, marxista. Propongo que estos dos fines, que podemos considerar como una tabula rasa histórico- política, responden a un interés mayor tanto del propio Hirales como de sus colegas rectificadores: hacer públicas sus intenciones de reintegrarse a la “lucha 47 Si bien algunas de sus ideas y narraciones fueron retomadas por unos cuantos historiadores y periodistas aquí analizados, el fundador de la LC23S se encuentra aislado en su trinchera interpretativa: ninguno de los autores considerados en esta tesis ha defendido o reforzado sus principales hipótesis, caracterizaciones u opiniones sobre la Liga. 48 Orígenes y naufragio, Carta a Campa, Respuesta a nuestros críticos, Carta a una compañera y Algunos temas complementarios. A excepción de este último, todos los textos fueron redactados parcial o completamente por Hirales. 49 El excombatiente nació en Mexicali en febrero de 1945. Militó en la izquierda comunista desde los 21 años. A inicios de la década de los años 70 formó parte del grupo Los Procesos, liderado por Raúl Ramos Zavala y, posteriormente, participó en la junta fundacional de la Liga Comunista 23 de Septiembre en marzo de 1973. Seis meses después fue encarcelado en el penal de Topo Chico, Monterrey, Nuevo León, donde permaneció hasta 1980. Fue durante dicho encierro que Hirales, junto con otros ex combatientes —entre los cuales se encuentra Benjamín Palacios Hernández—, rectificaron y esbozaron severas críticas contra la vía armada. 39 política de masas” conducida, a su parecer, por el Partido Comunista Mexicano. Este deseo quedó expuesto de forma clara y concisa en la “Carta a Campa”. Ambos textos exponen una dinámica básica entre el rechazo del pasado inmediato y la exaltación del futuro deseado: se niega la existencia histórica de la Liga y se refuta su carácter marxista para así reivindicar al PCM y la “lucha política de masas” como el camino correcto, racional y verdaderamente marxista. Al final de este apartado sugiero brevemente que esta tensión también puede ser comprendida como un ejercicio de mea culpa y redención. La hipótesis de la “inexistencia histórica” de la Liga, su negación como organización marxista, la reivindicación del PCM y la explicitación de las intenciones para reintegrarse al Partido fueron elaboradas con conceptos, ideas secundarias y argumentos que expondré a continuación. Orígenes y naufragio es una breve narración sobre la LC23S dividida en dos secciones que, para los fines de este análisis, he renombrado “los antecedentes” y “las situaciones” de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Los dos primeros antecedentes referidos por Hirales son de carácter abstracto. Por un lado aparece “la crisis ideológica, política y orgánica que, a principios de 1970, se declaró en el PCM y que afectó principalmente a la organización juvenil”50. Mientras que del otro figura la confusión resultante de este ambiente de crisis. Según el autor, durante el III Congreso de las Juventudes Comunistas —evento que marcó el punto de quiebre entre el Partido y sus cuadros jóvenes— se llegó a una serie de resolutivos “cuyo contenido cuestionaba la línea política y, todo ello, apoyados en unas posiciones cuya base teórica, coherencia y grado de sistematización no sólo se alejaban en cuestiones esenciales del marxismo, sino que, para decirlo de una vez eran verdaderos monumentos a la confusión y al eclecticismo teóricopolítico”51. Estos resolutivos se materializaron en la formación de un grupo disidente de las Juventudes, liderado por Raúl Ramos Zavala y posteriormente conocido 50 Gustavo Hirales Morán, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y naufragio, México, Ediciones de Cultura Popular, 1977, p. 11 mis cursivas 51 Ibid, p. 13 mis cursivas 40 como Los Procesos. A decir de Hirales, “la tan mencionada crisis del marxismo se manifestó en nuestro grupo, entre otras cosas, en que la búsqueda de esta ruptura llevó a Raúl —y a los demás detrás de él—, a cuestionarlo todo” 52 y, consecuentemente, a beber de aguas teóricas tan disímiles como “el viejo y al nuevo anarquismo”, los clásicos del marxismo leninismo, la escuela de Frankfurt, el trotskismo y “los clásicos de la sociología burguesa”. Tenemos pues, dos canales que nutren el contexto del cual surgieron Los Procesos, una de las principales organizaciones que conformaron la Liga. Por una parte, un ambiente marcado por “la crisis”, tanto del marxismo en general, como del Partido Comunista Mexicano en particular. Por otra, un estado mental común a un conjunto de activistas y militantes de izquierda, diferenciado por “la confusión”, manifiesta tanto en los resolutivos a los cuales llegaron las JC en su III Congreso como en las búsquedas teóricas emprendidas por el grupo disidente de Ramos Zavala. Tiempo después, y a pesar de haber marcado distancia ante otras tendencias tácticas de la izquierda revolucionaria de aquellos años —foquismo, marighellismo y tupamarismo, según el autor—, los antecesores de la Liga no pudieron “escapar a la lógica —que se reveló implacable— de una actividad armada elemental que, queriéndolo o no, nos llevó a la búsqueda de ‘acciones más contundentes, más pesadas políticamente’, en las que caímos embriagados por los primeros y pequeños éxitos”53. Tras la emergencia de esta irresistible lógica militarista y el asesinato del primer dirigente de Los Procesos, Ignacio Salas Obregón emergió como líder de la organización. Su propuesta, tanto práctica como teórica, consistió en liquidar las múltiples expresiones —ideológica, política, orgánica, teórica— de la dispersión que achacaba a los revolucionarios en el México de inicios de la década de los 70. Si bien en un primer momento Hirales se mostró acrítico de esta línea, durante su encierro no vio en ella más que una expresión sofisticada de la sed de venganza compartida por otros militantes: “Sólo mucho tiempo después 52 Ibidem p. 14 53 Ibid p. 16 mis cursivas 41 comprendí que esta era la forma racionalizada en que una mentalidad extraordinariamente bien dotada [Salas Obregón] tendía a expresar el mismo objetivo que, en otros compañeros, se manifestaba de una manera descarnada: el de vengar a los caídos”.54 Tenemos que, proveniente de un ambiente atravesado por la crisis y la confusión, Los Procesos comenzaron a caer, implacable e irresistiblemente, en el militarismo. A esta práctica se sumó la sed de venganza —descarnada o racionalizada— tanto del nuevo líder como de varios integrantes de la organización. Agrupemos, pues, los cuatro componentes que, a decir de Hirales, marcaron los orígenes o los antecedentes de la LC23S: la crisis como ambiente, la confusión como estado mental, la irresistible caída en el militarismo como práctica y la sed de venganza como acicate. Sin precisar que hubo una junta fundacional de la cual formó parte, Hirales dio un salto temporal en su texto y, tras exponer los escritos característicos de “la enfermedad”55, comenzó a narrar las situaciones —o bien los componentes del “naufragio”— de la Liga. El autor trajo a colación la Segunda Reunión de la Coordinadora Nacional de la organización —durante la cual fue rechazado para formar parte de su Buró Político— para ahondar en las diferencias teóricas intestinas y aclararse como “opositor” de la línea teórica hegemónica al interior de la LC23S. Para el verano de 1973, esta directriz abrevaba de “la concepción mística que en un momento se planteaba en torno al papel de la huelga revolucionaria como forma principal de lucha del proletariado”, a la vez que proponía “planes de acción elaborados sobre la base de un militarismo apocalíptico sofisticado” y se expresaba en “las tendencias militaristas más 54 Ibid p. 16 mis cursivas 55 Nombre con que algunos autores, grupos y organizaciones caracterizaron ciertas posiciones políticas de izquierda o “extrema izquierda”. Estas caracterizaciones fueron lanzadas peyorativamente —como hizo el propio Hirales y diversas organizaciones estudiantiles sinaloense a inicios de la década de los 70— y a manera de reivindicación o reapropiación —como hicieron Los Enfermos, sección radicalizada de la Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa (FEUS). El término viene de la obra de Vladimir Illich Ulianov La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo. 42 abiertamente aventureras que encarnaban en sectores de la Liga como el FER y la Brigada Roja”.56 El fortalecimiento de estas posiciones, al igual que el “desmantelamiento práctico de la oposición”, 57 condujeron al naufragio de la organización. A la debacle se aunó un proceso de purga interna detonado por los “primeros fracasos y duros golpes” en que derivaron las “grandes acciones” desplegadas por la Liga. En palabras del ex combatiente, se desató “un ambiente de persecución ideológica y de purga contra los que, real o supuestamente se apartaran o se opusieran a la política del proletariado, es decir, a la fe”.58 La interrelación de estos dos elementos —la eliminación de la oposición interna y la implantación de un proceso de purga interna— condujo “a través de una violentísima sucesión de enfrentamientos, fracasos, muertes, detenciones, tentativas guerrilleras e insurrecciones locales, a la consiguiente agudización de las luchas internas […] y al golpe mortal que significó la caída de Ignacio Salas O., a la desmembración final”.59 Tenemos pues que una vez conformada, la LC23S se vio inmersa en las siguientes situaciones: el “militarismo aventurero, apocalíptico y sofisticado” como línea teórica hegemónica en el seno de la organización y, en el terreno práctico, el fracaso de las acciones emanadas de dicho militarismo, al igual que el consiguiente proceso de purga interna, que culminó en la “caída” —desaparición forzada— de Oseas. De unos orígenes marcados por la crisis, la confusión, el irresistible militarismo y la venganza, la Liga transitó rápidamente a la antesala del naufragio, marcada por el afianzamiento y la acentuación de las posiciones militaristas, apocalípticas y teológicas, el fracaso concreto de sus planes y la detonación de un proceso de purga interna previo al desmembramiento final. De la confusión y la sed de venganza a la purga interna y el naufragio, pasando por el rápido 56 Ibid p. 21 negritas del original. 57 Ibid p. 23 Desmantelamiento que se vio acentuado, no podía ser de otra forma, por la detención del mismo Hirales. 58 Ibid p. 23 59 Ibid p. 24 43 ascenso del militarismo apocalíptico. Esto resume, en cierta medida, la narración —que no la historia— propuesta por el ex militante. Fue precisamente a partir de esta elaboración narrativa que Hirales propuso la hipótesis de la “inexistencia histórica” de la Liga. Según el autor desde el punto de vista histórico (teórico, político, etcétera), la Liga no alcanzó a cobrar existencia. Para argumentar esta hipótesis, parto del hecho de que la Liga, en sus posiciones teóricas y políticas, no alcanzó un mínimo de racionalidad, de marxistización; de que, partiendo de estas posiciones irreales, ha estado al margen del curso y del contenido concreto del proceso histórico y real y, políticamente, en contra de la corriente políticosocial que lo impulsa como aspecto principal.60 No satisfecho con este esfuerzo argumentativo pretendidamente idealista, 61 Hirales concluyó el texto al señalar las expresiones concretas de la “inexistencia” histórica de la Liga.62 Marcados por la crisis y la confusión, los jóvenes militantes que pasarían a formar parte de la LC23S se deslizaron hacia tendencias y motivaciones —como el militarismo y la sed de venganza— que, tras ser revestidas por un engañoso manto de “pseudo-marxismo” y al ocupar las posiciones hegemónicas al seno de su organización, desembocaron en un naufragio integrado por fracasos operativos y purgas internas cuya irracionalidad e irrealidad revelaron, por cuenta propia, la “inexistencia histórica” de la misma Liga. Hirales conformó un relato —articulado a partir de “los errores”63 de la organización— que le permitió concluir con la hipótesis de la “inexistencia 60 Ibid p. 25 61 Y con el cual también aludió indirectamente a las críticas que José Revueltas formuló contra el Partido Comunista Mexicano al tildarlo de “históricamente inexistente”. 62 Entre estas figuran el “heroísmo insensato” o bien “la expresión degrada de la exhortación a la violencia pura, del motín, la revuelta y la provocación”. Al igual que el hecho de que la tendencia que enarboló dichos elementos al interior de la Liga “no alcanzara […] a elevarse al rango de corriente histórica de pensamiento” Vid p. 26 63 Confusión, teoría dispersa, deslizamiento hacia posiciones militaristas, sed de venganza, fracasos operativos, purgas internas, etc. 44 histórica” de la Liga; además de negar la historia de la organización que fundó, el ex guerrillero incluyó, a lo largo de su relato, varios indicios con los cuales pretendió rechazar el carácter marxista de la Liga. Como mencioné incidentalmente, el ex combatiente hizo hincapié en que los militantes abrevaron de fuentes teóricas eclécticas y disímiles, nutridas por una mezcla de anarquismo, marxismo heterodoxo y sociología burguesa. Este corpus teórico acentuó la confusión imperante de los jóvenes recién separados de la batuta del Partido Comunista. De igual manera, Hirales reiteró que la caída de la organización se vio acelerada no por una serie de errores o deslices dispersos y desligados entre sí, sino por “la concepción general que animaba y determinaba su actividad y que, por las características ya mencionadas, determinaba también fatalmente, su desastroso final”. 64 Una concepción que enmascaraba la sed de venganza revestida de marxismo. Hirales sugirió que esta sucesión de errores cometidos por la Liga se debió a su alejamiento del marxismo “real” y “racional”. La mezcla de ambas negaciones —la histórica y la marxista— quedó explicitada en la primera sección de su hipótesis: la Liga “no existió” porque no fue lo “suficientemente” racional y marxista. Esta doble negación arroja algunas pistas sobre los intereses políticos y personales que el ex militante buscó satisfacer al escribir este texto: hacer tabula rasa de su pasado inmediato como guerrillero. Persisten, sin embargo, las dudas: ¿para qué negar la historia de la organización? ¿para qué negar el carácter marxista de sus propuestas teóricas? Para terminar de comprender el conjunto de intereses e intenciones de Hirales y los rectificadores es necesario revisar la contraparte de la negación y analizar brevemente el escrito que, si bien fue elaborado meses antes de “Orígenes y naufragio”, lo sucede en la estructura del libro: “Carta a Campa”.65 El argumento desarrollado en esta epístola comparte algunos elementos con “Orígenes y naufragio”. Por una parte se insiste, en los orígenes “confusos” y 64 Ibid p. 23 mis negritas 65 Este documento fue firmado por varios excombatientes con motivo de una visita tentativa del candidato presidencial del PCM para los comicios de 1976, Valentín Campa, al penal de Topo Chico. El texto fue incluido en el libro a pesar de que la visita no se llevó a cabo. 45 “de crisis” en que se gestó la Liga. Por la otra se mencionan las “lecciones” extraídas de la lucha armada y del clandestinaje, y se detallan algunas de las razones que condujeron a los ex guerrilleros al proceso de rectificación. Sin embargo, los elementos pertinentes del documento se hallan en sus últimas páginas, en las cuales los ex combatientes ahondaron en el problema de la “lucha por la democracia”. En esta parte, tanto Hirales Morán como el resto de los firmantes detallaron una serie de presupuestos y posicionamientos políticos que van de lo general a lo particular y que enlisto a continuación. Precisaron, en primer lugar, el “carácter de principio” que tiene la lucha por la democracia en el marxismo. Prosiguieron con la importancia particular que esta lucha adquiere en el contexto mexicano. Definieron su “apoyo decidido e incondicional” a las distintas tareas específicas de la “lucha revolucionaria de las masas”. Añadieron que “esta lucha no sólo es válida por sí misma, en su objetividad, como motor principal del progreso social y político de nuestro país, sino que no hay otro camino para el desarrollo de la lucha proletaria y popular”.66 Finalmente, después de haber preparado el camino, los rectificadores rescataron y secundaron la propuesta de amnistía general a los presos políticos promovida por Campa y el PCM y señalaron, casi al cierre de la Carta: “Para nosotros no existe otra salida que la de reintegrarnos a la lucha política de masas”, 67 enarbolada por el destinatario del documento. Esta Carta expone, pues, tanto las razones abstractas como concretas de la pretendida reintegración de los ex guerrilleros al Partido. Hasta ahora he analizado ambos textos por separado. Sin embargo, es necesario conjuntarlos para exponer el interés general que los permea. En Orígenes y naufragio Hirales propuso un breve relato y una explicación de los errores de la Liga. El ex guerrillero construyó esta narración para justificar la hipótesis de que la Liga no existió históricamente, mientras sugirió que esta “inexistencia” se debió al alejamiento que la organización mantuvo ante el 66 Ibid p. 43 Negritas del autor. 67 Ibid p. 44 46 marxismo. En esto consisten los ejercicios complementarios de “inexistencia histórica” y de “negación política”. En Carta a Campa —al igual que en el resto de los textos incluidos en el libro— los rectificadores expusieron una defensa tanto abstracta como concreta de su nuevo posicionamiento. Esta defensa incluyó una reivindicación de Valentín Campa y del PCM como guías de la “lucha política de masas”. De igual manera, incorporó una explicitación de sus deseos por reintegrarse a esta vía. Gustavo Hirales y los rectificadores de Topo Chico generaron una serie de herramientas argumentativas y retóricas para negar su pasado guerrillero —y, en particular, los componentes marxistas que éste pudo haber tenido— para así legitimar su interés público por reintegrarse al PCM, garante del “verdadero” marxismo. Para comprender con mayor claridad los intereses entrelazados en ambos textos, estos últimos pueden ser interpretados como ejercicios de tabula rasa, mea culpa y redención: los rectificadores estaban “confundidos” y cometieron varios “errores” que no deben formar parte de la historia; sin embargo, ahora conocen el camino “correcto” y, además de querer formar parte de él, pretenden hacer pública esta intención. 1.2 Los componentes de la locura Tiempo después,68 Hirales redactó su Memoria de la guerra de los justos69 para cumplir con los siguientes objetivos explícitos. Además de “salvarse de la 68 Su Memoria fue publicada en 1996. Para ese entonces, el excombatiente había pasado por las filas de los partido Comunista, Socialista Unificado de México y Mexicano Socialista durante la década de los años 80. De igual manera, había transitado por las oficinas de los salinistas Programa Nacional de Solidaridad e Instituto Nacional de Solidaridad entre 1991 y 1993. En 1994 abandonó su cargo como director de Formación de Presidentes Municipales en dicho instituto y, mediante la invitación de Jorge Carpizo, comenzó a laborar en la Procuraduría General de la República, donde fue nombrado director general de Erradicación de Cultivos Ilícitos. Poco después, Hirales publicó tanto El complot de Aburto: la verdad sobre la muerte de Colosio y la Memoria mencionada. 69 En lugar de contener un argumento central respaldado por una secuencia o estructura lineal — como Orígenes y naufragio—, el texto está integrado por diversos pasajes, caracterizaciones e ideas secundarias dispersas e intercaladas. Por ello, los objetivos del relato se encuentran desperdigados entre sus páginas. Tres partes integran el texto: La caída —recorrido retrospectivo que inicia en su detención en 1973 y se traslada a los inicios de su militancia política—, Los enfermos de Chainola —narración lineal que parte desde sus primeros encuentros con la teoría 47 dispersión completa”70 y de ofrecer su visión sobre el desenvolvimiento de los acontecimientos de la Liga, el exguerrillero utilizó este libro para presentar varios de los componentes de la “locura” reinante al interior de dicha organización. Para hacerlo, se sirvió de distintos recursos testimoniales, narrativos y literarios que expondré a continuación. En la primera sección del libro, el autor —ubicado en ese momento del relato en el penal de Topo Chico— narró su recuerdo de la Liga como “la organización que ha recuperado la esencia original de marxismo revolucionario; la única que levanta las banderas de lucha implacable, ‘a muerte’, contra el capitalismo”.71 El inicio de la segunda sección de esta memoria destaca por las opiniones del autor sobre el movimiento estudiantil de 1968, al que en aquel entonces —a finales de la década de los 60— consideró “importante”, mas no trascendente, por no haber sido “un movimiento de clase, de la clase obrera”.72 Posteriormente, Hirales arrojó un par de señalamientos críticos que concernieron directamente al Partido Comunista de México.73 Dos lecturas vinculadas entre sí se desprendieron de la masacre del Jueves de Corpus, ocurrida tres años después. 74 Por una parte, la violenta marxista hasta el ensayo insurreccional de Culiacán—, y Los últimos tiempos —que narra intercaladamente tanto sus días finales en la Liga como el término de su encierro carcelario—. 70 Un peculiar juego de palabras considerando tanto el proyecto de Ignacio Salas Obregón de eliminar las distintas manifestaciones de la “dispersión” al seno de las organizaciones de izquierda clandestina en México como las descripciones que Hirales elaboró sobre Oseas a lo largo de este escrito. 71 Gustavo Hirales, Memoria de la guerra de los justos, México, Cal y Arena, 1996, p. 62 Luego de trazar este inicial y veloz retrato de la LC23S, Hirales lanzó un par de observaciones sobre cómo el asesinato de Garza Sada fue una de las principales causas que detonaron el proceso de descomposición interna de la organización. 72 Ibid p. 94 73 Para aquellos años, según el autor “se desmoronaba la comodina concepción de que el PC era la mejor opción revolucionaria y tomaba fuerza la idea de que tratábase de un partido cuando menos bastante mediocre” que no hizo más que estar a la defensiva durante el movimiento estudiantil de 1968. Ibid p. 131 74 El 10 de junio de 1971, el Estado mexicano desplegó un grupo paramilitar coloquialmente conocido como Los Halcones para reprimir una manifestación estudiantil capitalina, convocada en solidaridad de la efervescencia estudiantil regiomontana de aquellos meses. Dicha manifestación, convocada por el Comité Coordinador de Comités de Lucha (CoCo), habría sido tanto la primera marcha como la primera congregación de amplio alcance tras el movimiento estudiantil de 1968. La masacre se desarrolló en los alrededores del Casco de Santo Tomás —punto de arranque para la manifestación— y la Escuela Normal Superior de Maestros. Dos de los funcionarios directa o 48 represión estudiantil confirmó esta serie de intuiciones sobre la incompetencia — o impotencia— política del PC. Mientras que, por otra parte, el mismo Halconazo fue utilizado como chivo expiatorio para responsabilizar parcialmente al Partido de la matanza.75 Conforme transcurre la narración, Hirales caracterizó —con cierto dejo irónico de fondo— al PC no sólo como una organización históricamente inepta y corresponsable por lo acaecido durante el Jueves de Corpus de 1971, sino como un organismo inadecuado para satisfacer “los instintos revolucionarios de la juventud”.76 El abordaje de esta “juventud revolucionaria” le permitió inaugurar la serie de caracterizaciones de quienes pasarían a integrar las filas de la Liga. Según los recuerdos del autor, dichos jóvenes fueron impregnados por una suerte de mística guerrillera gracias a la cual se sintieron “guerreros inmortales” que marchaban “a un largo y viril combate en nombre de los ideales más altos y más humanos”.77 Además del misticismo revolucionario/guerrillero, la venganza —recurso argumentativo en Orígenes y naufragio— fue utilizada como explicación de la posterior ola de violencia política organizada por los diversos grupos guerrilleros de la época.78 Además de la mística política mencionada y del repetido recurso de la “sed de venganza” juvenil, las memorias de Hirales también aluden a una suerte de imperiosa necesidad por hacer algo o bien, de voluntarismo.79 Finalmente, la descripción de los elementos que atravesaron y englobaron a la juventud de aquel entonces culmina con la referencia a una forma específica de la intolerancia generalizada contra prácticamente todo: el entorno, el contexto, la situación, etc. indirectamente vinculados con la masacre fueron el regente, Alfonso Martínez Domínguez —quien renunció cinco días después de la matanza—, y el coronel, Manuel Díaz Escobar, subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal y señalado en múltiples ocasiones de haber fungido como jefe del grupo paramilitar. A decir del National Security Archive hubieron cerca de 25 jóvenes asesinados. Vid https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB91/ Consultado el 29/10/2018. 75 Vid p. 161 “¿Cómo se les había ocurrido convocar a una manifestación pacífica?” 76 Ibid p. 137 77 Ibid p. 150 78 Como bien recordó el autor: “los crímenes contra la juventud de mi país claman venganza y serán vengados, cueste lo que cueste, por sobre la chingada” Ibid p. 151 79 Vid p. 172 “¡Se está luchando por una causa que es la más grande, la más universal de todas! Y nosotros aquí, sin hacer nada, discutiendo efímeras cuanto interminables mamadas” 49 Como lo indica su título, a lo largo de la última sección del libro, Hirales abordó varios elementos que, a su parecer, distinguieron a la Liga en sus últimos momentos. Al inicio, el autor incluyó algunos intercambios epistolares mantenidos entre Ignacio Salas Obregón y el dirigente del Partido de los Pobres, Lucio Cabañas, para hacer hincapié en el carácter más bien recalcitrante y aislacionista del primero. Estos rasgos de la personalidad de Oseas fueron exacerbados en su recuento de los —supuestos— ajusticiamientos ocurridos al interior de la Liga tras la detención del mismo Hirales, el asesinato de Garza Sada y la adopción de “facultades extraordinarias” por parte de Salas Obregón en la Coordinadora Nacional de la organización.80 Finalmente, el autor le concedió un capítulo entero a la —aparentemente— creciente demencia de Oseas. En este apartado dicho líder fue caracterizado como un jefe estalinista y paranoico que posicionó la venganza como “el leitmotiv de la revolución”.81 A estas alturas del recuento mnemónico, el autor ha aportado varios elementos —bases asentadas sobre una mezcla de ira juvenil, voluntarismo y misticismo guerrillero, aunadas a la manía del líder, materializada en la persecución interna— para aseverar que los conflictos intestinos de la LC23S provocaron que ésta “desapareciera inmersa en un baño de sangre, mierda y locura terrorista”.82 Tal entremezcla de elementos es ratificada al final del libro, cuando Hirales precisa que la Liga no fue más que “calentura elevada a dignidad teórica y política”.83 Repasemos las caracterizaciones, juicios y opiniones aquí recogidos. El autor refirió dos “orígenes” o “raíces” de la Liga. Por una parte, una situación marcada por la pusilanimidad política y la incapacidad del PCM para responder ante los agravios experimentados por la juventud de finales de la década de los 60 e inicios del siguiente decenio. Por otra parte, nos topamos con el conjunto de impulsos y rasgos que caracterizaron —casi esencialmente, según el relato—a los jóvenes de aquellos años: fetiche místico-revolucionario, intolerancia, sed de 80 Vid. p. 262 81 Ibid p. 280 82 Ibid p. 282 83 Ibid p. 327 50 venganza y voluntarismo. La fatal mezcla entre estas características y la pusilanimidad del Partido fueron, según Hirales, las principales causas de por qué surgió la LC23S y, con ella, el movimiento guerrillero en su conjunto. En el extremo opuesto de la curva cronológica, el ex combatiente narró el desenlace de la organización, acaecido bajo la delirante sombra de su principal dirigente —que libró persecuciones internas y purgas estalinistas/inquisitoriales. Es notorio que muchos de los elementos utilizados en Orígenes y naufragio fueron reciclados en esta narración testimonial, sobre todo la “sed de venganza” y el “voluntarismo” de quienes integraron la Liga. La confusión y la crisis como origen fueron trastocadas por la intolerancia y la mística fetichizante revolucionaria. Sin embargo, salta a la vista el recuerdo del PCM como instancia políticamente pusilánime, señalamiento que, por las razones previamente expuestas, no ocurrió en 1976. A diferencia de su ensayo histórico, Hirales no ocupó su Memoria para dar explicaciones sobre el carácter no-marxista de la Liga. Contrario a Orígenes y naufragio, uno de los objetivos que rigió esta Memoria no fue la negación del pasado. La reiteración de los juicios, descripciones, opiniones o señalamientos arriba enlistados nos permiten ver que, al escribirla, Hirales pretendió caracterizar a la Liga como aberración irracional o abyección apolítica. Así, el interés de su Memoria consistió en narrar los componentes de la locura y resaltar las formas en que esta irracionalidad delimitó los extremos temporales de la Liga: nutrida en sus albores por una juventud febril y sepultada en su ocaso por la demencia desparramada desde su cúpula. Reflexiones finales En este preámbulo analicé tres textos de distinta naturaleza —un ensayo narrativo, una carta y una memoria—, escritos total o parcialmente por Gustavo Hirales Morán, mediante los cuales sugiero que construyó un estigma discursivo y heterogéneo en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre. 51 Por una parte, mediante la hipótesis de la “inexistencia histórica” y el ejercicio de negación política de la LC23S —que, como vimos, pueden ser leídos como una suerte de tabula rasa y mea culpa guiadas por intereses político- personales— Hirales pretendió narrar a la Liga única y exclusivamente desde sus “errores”, para así clausurar su inclusión a la historia y aislarla de su carácter marxista. Tanto él como el grupo de los rectificadores utilizaron esta compleja operación para legitimar ante la mirada pública sus ansias por reintegrarse al PCM. Por otra parte, el ex guerrillero utilizó los componentes de la locura desperdigados en su Memoria para retratar a la Liga como organización completamente irracional, terrorista y prácticamente nihilista. De tal suerte, entre 1976 y 1996, Gustavo Hirales configuró un estigma discursivo en torno a la LC23S consistente en la negación de su carácter marxista, la sugerencia de su inexistencia histórica y su representación como un grupo inmerso en la demencia. Antes de cerrar este capítulo me gustaría presentar un par de reflexiones e hipótesis sobre las formas en que la historiografía profesional ha usado los textos de Gustavo Hirales y las posibles razones que las motivan. En primer lugar, es preciso señalar que el excombatiente no ha sido el único contribuyente del estigma discursivo en torno a la Liga. Los trabajos de Rodolfo Gamiño84 y Adela Cedillo85 nos permiten corroborar que, a lo largo de las últimas tres décadas del siglo XX Hirales fue antecedido y acompañado por 84 Como rescató este autor, durante la década de los años 70, tanto los diarios “medianamente críticos” —Excélsior, según su ejemplo— como los abiertamente oficialistas —La Prensa— ubicaron a la LC23S en un entrecruce de coordenadas bastante parecidas a las depositadas en ambos libros del excombatiente: locura: despolitización e identificación con tendencias terroristas, desideologización, criminalización. Vid Rodolfo Gamiño Muñoz, Análisis del movimiento armado en México en la década de 1970 a través de la prensa: el caso de la Liga Comunista 23 de septiembre (1973-1979), Tesis para obtener el grado de maestro en sociología política, Instituto Mora, México, 2008, p. 173 85 De acuerdo con Cedillo, tanto la izquierda reformistas como ciertos excombatientes —entre ellos Hirales, evidentemente— configuraron otro flanco, además del oficial-estatal-mediático, responsable de descalificar a la izquierda clandestina. En este caso, como bien anotó la autora, los señalamientos y ataques orbitaron en torno al voluntarismo, la sed de venganza, los vicios ‘militaristas’, la paranoia y las ansias persecutorias de los militantes de la Liga, su sectarismo, su distanciamiento con respecto a otros sectores sociales y su dogmatismo. Vid Cedillo, op. cit. pp. 351-354 52 medios adictos al régimen e intelectuales o académicos de la izquierda reformista que incurrieron en prácticas, prejuicios o ataques semejantes. Si bien los intereses tanto materiales como políticos que motivaron a la prensa, a la izquierda reformista y a Gustavo Hirales difieren, son notorias las semejanzas temáticas y formales que guardan entre sí. Salvo por el supuesto acercamiento desde el marxismo en el caso de Orígenes y Naufragio y el compendio de anécdotas personales de su Memoria, el estigma discursivo que el exguerrillero configuró se diferencia mínimamente de los prejuicios mediáticos espetados durante la década de los 70 y los ataques lanzados por la izquierda reformista. Podríamos incluso aventurar la hipótesis de que, al haber sido publicado a mediados de la década de los años 90, Memoria de la guerra de los justos operó en tres direcciones distintas pero complementarias: ahondó la hipótesis de la “inexistencia histórica” y la negación política de la Liga al presentarla obsesivamente como una organización puramente irracional; actualizó los prejuicios mediáticos elaborados durante la década de los 70, y los legitimó en tanto piezas del relato de un excombatiente, alguien que, a los ojos de cierta intelectualidad —izquierda moderada— contaba con la “autoridad” suficiente para hablar del tema. Si consideramos que Gustavo Hirales configuró un estigma discursivo basado en recursos retóricos y caracterizaciones utilizadas tanto por la prensa, “crítica” u oficialista, como por intelectuales —pretendidamente de oposición pero aliados de facto con el Estado mexicano— no podemos sino preguntarnos ¿por qué tanto Orígenes y naufragio como Memoria de la guerra de los justos han sido y siguen siendo retomados y utilizados por la historiografía profesional? Antes de responder a esta pregunta es menester precisar la manera en que tales textos han sido retomados por la historiografía académica. 53 Diez de los trece autores analizados en esta tesis recuperaron, de distintas maneras, los textos de Gustavo Hirales en sus respectivos trabajos.86 De entre estos, algunos lo hicieron de forma sucinta y crítica —Escamilla—, otros simplemente los incluyeron en el estado de la cuestión y los rescataron en escasas ocasiones —Laguna Berber, Gamiño, y Tarhuni— y otros tantos los utilizaron cuantiosamente —Támariz, Torrijos y Rangel. Los tres autores recién mencionados —pertenecientes a la tendencia que he conjuntado bajo la “debacle”— utilizaron los textos de Gustavo Hirales como fuente primaria. Por una parte, Támariz Estrada los utilizó para reconstruir las fracturas internas de la organización87. Por su parte, si bien Torrijos retomó estos trabajos para estructurar varias secciones de su tesis, salta a la vista que los haya empleado, sobre todo, para abordar los procesos de reestructuración interna de la organización —resultantes del autoritarismo de Salas Obregón, según Hirales— y para mencionar los deslindes y las supuestas ejecuciones internas de la LC23S 88 . Finalmente, Rangel retomó varios pasajes de la Memoria para reconstruir las acciones de Los Procesos antes de su integración a la Liga89, para elaborar sobre la conformación de los comités regionales de la organización90 y para abordar la supuesta “paranoia interna” que imperó en su seno. A pesar de que los autores mencionados hayan utilizado los escritos de Hirales como fuente primaria —y de que hayan coqueteado con algunas de sus caracterizaciones e ideas secundarias91— debemos precisar que ninguno de ellos reprodujo su propuesta interpretativa. Es decir, ninguno de los historiadores o 86 Alicia de los Ríos, Lucio Rangel Hernández, José Escamilla Rodríguez, Rodolfo Gamiño Muñoz, Daniela Huda Tarhuni Navarro, Reyes Martínez Torrijos, Mauricio Laguna Berber, Cristina Támariz Estrada y Benjamín Palacios Hernández. 87 Vid María Cristina Támariz Estrada, Operación 23 de septiembre: auge y exterminio de la guerrilla urbana en la Ciudad de México, Tesis para obtener el grado de Licenciada en Ciencias de la Comunicación, UNAM, 2007, pp. 97, 98 88 Vid Reyes Martínez Torrijos, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Los años del fuego 1973- 1975, Tesis para obtener el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación, UNAM, 2008, p. 139 y pp. 146-147 respectivamente 89 Vid Lucio Rangel Hernández, La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes, Tesis para obtener el título de Doctor en historia, Morelia, Instituo de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, p. 93-94 90 Ibid pp. 121-122 91 El énfasis en las ejecuciones, la persecución, la paranoia interna y en la debacle. 54 periodistas académicos contemplados en esta tesis ha repetido o secundado, íntegra o parcialmente, la hipótesis de la “inexistencia histórica” de la Liga, la propuesta de negarla políticamente o la insistencia en que fue gobernada por la “locura” y la “irracionalidad” de inicio a fin. ¿Por qué la historiografía profesional ha recuperado los textos de Gustavo Hirales como fuente primaria y nunca como base interpretativa? Muy probablemente, porque sus interpretaciones son endebles y caen al ser cotejadas o contrapuestas con otras fuentes documentales y testimoniales de diversa índole. 92 Esta omisión también puede deberse a que la mayor parte de la historiografía académica se ha posicionado en trincheras ideológicas distintas a la del excombatiente. ¿Por qué, entonces, si consideramos que Hirales construyó un estigma discursivo semejante al de dos aliados del Estado mexicano y que esbozó propuestas interpretativas endebles, fue y sigue siendo utilizado en la historiografía profesional —aunque sea como fuente directa-testimonial? Otra posible respuesta aludiría al momento en que el excombatiente escribió y publicó sus dos textos. Hirales distribuyó sus ensayos y memorias antes de la desclasificación de los documentos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), de la conformación de la Fiscalía Especializada Para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) —y de la publicación de los múltiples informes que de ella se desprendieron—, de la subsecuente Gira de la Verdad organizada por excombatientes y, por supuesto, antes de la conformación del Archivo del Periódico Madera. En otras palabras, el rectificador de Topo Chico había publicado sus dos textos mucho antes de los hitos heurísticos y testimoniales pertinentes para la historia y la historiografía de las guerrillas en México arriba enlistados. Durante algunos años, sus libros pudieron haber sido percibidos como 92 Desde los archivos de la Dirección Federal de Seguridad o de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, que siguieron reportando actividades de la Liga hasta inicios de la década de los 80, pasando por testimonios de otros excombatientes —José Luis Moreno Borbolla, Jaime Laguna Berber, Mario Álvarez Cartagena—, el archivo del periódico Madera e incluso fuentes de cuño militar como el informe del general brigadier Mario Acosta Chaparro, todos refutan no sólo la “inexistencia histórica de la Liga”, sino su “negación política” y su caracterización en tanto organización puramente “irracional”. 55 una suerte de “fuente única” —o casi única— para acceder a datos e información sobre la Liga. Sin embargo, si problematizamos e insistimos aún más, nos percataremos de que los historiadores y periodistas mencionados párrafos atrás utilizaron ambos escritos como fuente directa en años en que éstos ya no eran la única fuente para acceder a la historia de la Liga. De esta forma, podemos pensar que la prolongada presencia de dichos escritos en la historiografía académica se debe enteramente a la posición privilegiada que su autor ha ocupado en lugares específicos de enunciación desde hace varias décadas. Es decir, los libros de Gustavo Hirales aún recorren la producción académica no por su lucidez, pertinencia o solidez, sino por la visibilidad que su autor ha adquirido al escribir para determinadas revistas y casas editoriales, mencionadas al inicio de este capítulo. Como veremos en el apartado siguiente, la lenta configuración del estigma discursivo de Gustavo Hirales en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre ha detonado, directa o indirectamente, múltiples respuestas enfocadas en posicionar a la Liga como un referente histórico y en resaltar sus componentes teóricos y políticos. 56 II. Reivindicación histórica y construcción de un referente polifacético Introducción A partir del segundo lustro de la década de los 90, varios autores no vinculados entre sí refutaron la negación y los distintos estigmas con que se había caracterizado a la Liga Comunista 23 de Septiembre hasta ese momento. Como vimos en el capítulo anterior, uno de los principales responsables de esta vertiente negacionista fue el conspicuo excombatiente y fundador de la Liga, Gustavo Hirales Morán, quien, mediante una serie de textos de distinta naturaleza, sugirió la inexistencia histórica de la organización, le negó su carácter político — y específicamente marxista—, y la retrató como un conjunto completamente irracional. Si bien Hirales concentró sus baterías contra la Liga en dos de sus escritos, otros tantos autores 93 contribuyeron —aunque de forma parcial e incidental— a edificar dicho estigma discursivo en torno a la Liga. Como respuesta surgieron diversos textos académicos enfocados en contrarrestar estos ataques y críticas contra la Liga, en posicionarla, desde distintos ángulos, como un referente histórico y en resaltarla como una organización “única”, “importante” o “sui generis” en la historia contemporánea de México. Cinco tesis,94 elaboradas en diferentes momentos y desde perspectivas disímiles, integran esta historiografía que denomino reivindicativa. Los autores de 93 Como señalé superficialmente, Adela Cedillo precisó que entre estos figuraron intelectuales de la izquierda moderada o reformista como Carlos Monsiváis, Julio Scherer, José Woldenberg, Mario Huacuja, Gilberto Guevara Niebla, quienes mediante la criminalización, la banalización y la articulación de distintos estereotipos fueron incapaces de “ver nada positivo en la LC23S” Vid Cedillo op. cit. p. 351 94 La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y fundación, tesis de licenciatura en Historia presentada en la Universidad Autónoma de Nuevo León durante 1996 por el rectificador y excombatiente de la misma Liga, Benjamín Palacios Hernández. La prensa clandestina en México. Caso del periódico Madera 1973-1981, tesis de licenciatura en Ciencias de la Comunicación presentada en 1997 en la UNAM por Mauricio Abraham Laguna Berber, hermano del ex combatiente de la Liga, Jaime Laguna Berber. La fuga de Oblatos. La Liga Comunista 23 de Septiembre desde sus protagonistas. Reportaje, tesis de licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UNAM, elaborada en 2010 por Daniela Huda Tarhuni Navarro. Terrorismo, prensa clandestina y comunismo consejista en la Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981, tesis de maestría en humanidades por parte de la UAM Iztapalapa, escrita por José Ángel Escamilla Rodríguez en 2016. Y Análisis de los Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de 57 cada uno de estos textos concentraron sus análisis en distintos elementos de la Liga. De tal suerte, los situé en dos campos específicos: “La Liga como referente teórico e intelectual” y “La Liga como referente político”. Los textos de Benjamín Palacios Hernández y Christian García Martínez integran el primer campo, mientras que los de Mauricio Laguna Berber, Daniela Tarhuni Navarro y José Ángel Escamilla Rodríguez constituyen el segundo. En los siguientes apartados analizaré las cinco tesis recién mencionadas y buscaré poner en evidencia los elementos que apuntan a la reivindicación histórica de la LC23S y a su construcción como referente teórico y político. De igual manera sugeriré dos críticas al cierre del capítulo. 2.1 La Liga como referente teórico e intelectual 2.1.1 Benjamín Palacios Hernández: una Liga intelectual, “teoricista” y antimilitarista La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y fundación, tesis95 de licenciatura en historia presentada por Benjamín Palacios Hernández96 en la Universidad Autónoma de Nuevo León durante 1996 está dividida en dos partes: “El preludio: la historia teje las condiciones, las condiciones tejen la historia” y “La fundación”.97 Septiembre: algunas experiencias sobre la táctica y la técnica militar, tesis de licenciatura en historia por la Universidad de Guanajuato, defendida por Christian Ricardo García Martínez en 2017. 95 La versión que utilicé de esta tesis conforma la primera parte de Héroes y fantasmas. La guerrilla mexicana de los años 70. La segunda es una recopilación testimonial de los rectificadores del penal de Topo Chico, Monterrey, editada por Benjamín Palacios Hernández. 96 Benjamín Palacios Hernández nació en Monterrey en 1955. Luego de participar en el movimiento estudiantil de 1970-1971 de la misma ciudad, se incorporó a la guerrilla en 1973, mientras estudiaba el segundo año de la licenciatura en medicina. En su testimonio incluido en la segunda parte de Héroes y fantasmas. La guerrilla mexicana de los años 70, el excombatientes enfatizó que la Liga —y, en específico, el Comité Estudiantil Revolucionario (CER), expresión local de la 23 de septiembre—fue la primera organización política a la que perteneció. Palacios fue detenido el 17 de mayo de 1974 y liberado en diciembre de 1978, mediante la Ley de Amnistía aprobada durante el mandato de José López Portillo. Hasta 1996, año en que presentó la tesis aquí analizada, había trabajado como profesor en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila. 97 A su vez, la primera parte está separada en tres secciones que versan sobre los antecedentes mediatos e inmediatos de la Liga: los hitos represivos de 1968 y 1971, la crisis de gestación previa a la Liga —manifiesta, sobre todo, en los asesinatos de Diego Lucero y Raúl Ramos Zavala— y el papel que jugó la mezcla de grupos comunistas y católicos en su conformación. La segunda parte contiene un recuento de la junta fundacional de la Liga y un epílogo. El autor se apoyó en las Actas 58 Al inicio de su escrito, Palacios Hernández explicitó los objetivos y alcances de su tesis. Según apuntó, no intentó elaborar “LA” historia de la Liga. Se inclinó, más bien, por un acercamiento que destacara la aprehensión de “datos” que permitiera encuadrar a la organización en “términos reales”. 98 Como acotó enseguida, las preguntas que guiaron esta investigación pretendieron ahondar en el surgimiento de la Liga, el sentido de su actividad, las motivaciones de quienes la integraron y las causas de su descomposición. 99 Además de señalar los problemas y objetivos que guiaron su tesis, el autor ofreció una caracterización elaborada de la Liga tanto en la introducción como en varias partes del texto. Uno de los componentes de esta caracterización, sugeridos al inicio de este apartado, se asemeja a la de diversos autores de este capítulo: abreva del campo semántico de lo “importante”. Baste como ejemplo la siguiente observación, ubicada al inicio de la primera parte de su tesis: “de esta reunión, surgiría el acuerdo de fundar la Liga Comunista 23 de Septiembre, la organización terminal más grande e importante en la cual se fusionaron la mayoría de los pequeños grupos armados del país”.100 Además de estas menciones generales sobre la “importancia” de la Liga, Palacios Hernández le atribuyó dos características distintivas: ser la única organización guerrillera “teoricista” y la “menos militarista” de las que surgieron durante la década de los 70. Es menester retomar algunos pasajes de su “Epílogo” —última parte de su texto, ya que no presentó conclusiones— en los que señaló claramente estos puntos. fundacionales de dicha reunión —una suerte de registro mecanogradiado de las participaciones y los temas discutidos— para elaborar esta sección. 98 Benjamín Palacios Hernández, Héroes y fantasmas. La guerrilla mexicana de los años 70, UANL, Monterrey, 2009, p. 26 Concretamente, precisó “la necesidad de localizar y aprehender los ‘datos’ y consideraciones esenciales del fenómeno histórico, y al mismo tiempo proponer una concepción interpretativa que […] lo encuadre en términos reales y, por ello mismo, permita entender qué ocurrió y porqué ocurrió”. 99 Temas que podríamos resumir con las siguientes preguntas, respectivamente: ¿cómo surgió la Liga?, ¿para qué y por qué actuaron? Y ¿por qué se desintegró? 100 Ibid p. 33 Mis itálicas. Como veremos en un par de líneas, otro rasgo de la Liga que el autor compartió con los historiadores o periodistas analizados en este capítulo emana del dominio de lo “único” o lo “sui-generis”. 59 La Liga Comunista 23 de Septiembre, que se mantendría en actividad durante un relativamente corto aunque intenso periodo hasta abril de 1974, fue también […] la menos militarista de las organizaciones guerrilleras del país durante la década de los setenta. […] Para el [problema] que aquí nos ocupa —el de mostrar los rasgos que confieren a la Liga su calidad de organización armada sui generis—, en cuanto a este punto un dato lo resume todo: una organización de combate que en su momento pudo ser acusada, por otros grupos guerrilleros, de… teoricista.101 El excombatiente articuló los cuatro elementos que componen su caracterización compleja de la Liga de la siguiente manera: el “teoricismo” y el anti-militarismo de la organización le imprimieron su carácter “sui generis”, el cual, a su vez, nutre directamente su “importancia” histórica. Esta caracterización está estrechamente ligada con el interés que el autor persiguió a lo largo de su tesis. Benjamín Palacios Hernández se centró en demostrar, precisamente, la calidad única o sui generis de la Liga. Buscó poner en evidencia y argumentar en pro del “teoricismo” y “mínimo militarismo” de la organización para probar su punto. A su parecer, estas características pueden encontrarse en Las Actas: documentos que ocupan casi toda la segunda sección de su tesis, y en los que quedaron representados tanto el conocimiento teórico como las intenciones — predominantemente “anti-militaristas”— de quienes engrosaron las filas de la Liga, especialmente en sus inicios. El autor utilizó la primera sección de su tesis para establecer dos ideas centrales: por una parte, el “preludio” de la Liga Comunista 23 de Septiembre como proceso paralelo de radicalización y de gestación de solidaridad entre organizaciones de la izquierda clandestina y, por la otra, el componente ético que atraviesa toda incorporación a una guerrilla. Palacios Hernández presentó la sucesión de acontecimientos, organizaciones y procesos contenidos en su “preludio” para demostrar dos puntos. En primer lugar —y en relación con los nodos represivos que mencionó—, buscó 101 Ibid p. 80 Mis itálicas Es importante señalar que este “problema” no es enunciado en ninguna otra parte del texto. 60 evidenciar el desarrollo de un proceso de radicalización según el cual el combate armado encarnaba el “único medio posible de una política de izquierda con perspectivas reales”. Y, en segundo lugar, quiso demostrar cómo la crisis padecida durante 1972 resultó ser provechosa puesto que “fortaleció la tendencia a la solidaridad entre los diversos grupos y catalizó los intentos de alcanzar la unidad orgánica”.102 Por otra parte, el autor también utilizó esta primera sección para argumentar en pro del componente ético presente en la integración a un grupo guerrillero: La adhesión a una organización política —sobre todo a una que se plante contra el status— es un asunto de la voluntad. En la medida en que ello, por definición, involucra una toma de decisión y que esto, a su vez, es un problema de la moral, podemos decir entonces, acercando los extremos del razonamiento, que aquella adhesión es, en gran medida, una decisión moral.103 Como indiqué, la segunda parte del texto está integrada mayoritariamente por Las Actas, documentos utilizados por el autor para ostentar tanto los temas discutidos durante la extensa junta fundacional de la Liga como los conocimientos teóricos —y sobre todo, marxistas— de quienes participaron en ella. Para ilustrar este punto, cito una amplia descripción que el ex combatiente hizo sobre una sección de tales Actas: Lo que podríamos llamar la ‘parte económica’ de las Actas claramente se desarrolla sobre la base de los grandes temas de El capital (plusvalor absoluto y 102 Dicho “preludio” narra los hitos represivos del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, la existencia de ciertos grupos guerrilleros para finales de la década de los 60 —destacadamente la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) y el Partido de los Pobres (PdlP)—, la “crisis de gestación” de la Liga —que remite a los asesinatos de Raúl Ramos Zavala y Diego Lucero y a la sospechosa muerte de Genaro Vázquez—, y la conjunción de comunistas y cristianos en uno de los grupos que integró la Liga. Para el proceso de radicalización, Vid p. 38. Para la crisis padecida por la izquierda clandestina en 1972, Vid p. 63. 103 Ibid p. 37 O como puntualizó un par de líneas después: “Así, el componente ético se expresa nítidamente en las motivaciones de aquellos que se incorporaron a la Liga o bien a los grupos existentes que vinieron a conformarla” Vid p. 38 61 relativo, división del trabajo, concentración y centralización del capital, ejército industrial de reserva, cuotas de plusvalor y de ganancia, composición orgánica del capital, tendencia decreciente de la cuota de ganancia, renta de la tierra, etc.) y de El imperialismo… de Lenin (formación y desarrollo de los monopolios, relaciones y función del capital industrial, comercial y financiero, exportación de capital, etc.). 104 Además de resaltar los múltiples componentes teóricos —políticos, económicos, educativos, ideológicos— que permearon las discusiones, el autor utilizó su exposición de las Actas para rescatar las intenciones que permearon a la organización en sus inicios: Una de las peculiaridades [recordemos que el interés principal del autor es demostrar por qué la LC23S es peculiar o sui-generis] de la Liga —la intención de nacer no sólo como una organización armada no-militarista, sino deliberada y conscientemente anti-militarista— queda expresada con nitidez en las Actas.105 El conocimiento teórico y el anti-militarismo como rasgos específicos de la Liga fueron reiterados en el Epílogo. Palacios Hernández recalcó que “Ninguna otra [organización guerrillera] pudo —y es de dudar que las de ahora [EPR, EZLN] puedan— exhibir en sus mismas actas fundacionales pasajes que afirman que ‘la necesidad de agitar a través de la acción militar, poniendo énfasis en eso, es una desviación terrorista’”. 106 La relación que el autor trazó entre la cronología de la Liga y las causas de su desintegración es otro de los elementos cruciales en su argumentación. Para Palacios Hernández, la Liga Comunista 23 de Septiembre existió únicamente de marzo de 1973 —desde la junta fundacional— hasta abril de 1974, cuando Ignacio 104 Ibid p. 70 El autor también ahondó en los elementos embrionarios de la tesis sobre la Universidad Fábrica —otra propuesta teórica de la Liga según la cual las universidades forman parte de los ciclos de acumulación de capital; de tal suerte, los estudiantes pertenecen al proletariado—, incluyó la discusión sobre la cuestión sindical y recuperó el principal rasgo de la caracterización del Estado elaborada por los excombatientes: la dominación político-militar. Vid p. 74 105 Ibid p. 75 Mis cursivas 106 Ibid p. 80 62 Salas Obregón fue desaparecido. Cito extensamente para señalar este punto —y reiterar la fijación del autor con la importancia y la unicidad de la organización: La Liga Comunista 23 de Septiembre, entonces, que en la conciencia de los protagonistas aparecía como la organización revolucionaria definitiva, tuvo en realidad una efímera vida de apenas un año y dos meses. Ello no obstante, la amplitud, la intensidad y el número de sus actividades, pero sobre todo un conjunto de características suyas que la destacan como única en el cuadro de los diversos grupos armados de las décadas de los 60 y 70, permiten calificarla como el grupo más importante en la hasta ahora subterránea historia del movimiento armado mexicano contemporáneo.107 Recuperemos, ahora, algunas ideas secundarias no insertas en el argumento central del autor. Varios fragmentos del texto —ubicados sobre todo al inicio de la primera parte de su tesis y en las últimas páginas de sus comentarios a las Actas— revelan que, a decir de Palacios Hernández, causas tanto internas como externas provocaron la disgregación de la Liga. Entre los factores exteriores figura, principalmente, la persecución a que fueron sometidos sus integrantes, derivando en la desaparición y muerte de decenas, si no es que de centenas, de ellos. Por otra parte, al interior operaron diversos procesos entre los cuales sobresalen la destitución de la Dirección Nacional por Salas Obregón —previa a su desaparición forzada—, las arduas condiciones del clandestinaje, el “creciente aislamiento” de la organización y cierta “lógica interna” no detallada por el autor. Estas circunstancias llevaron “a los protagonistas más allá y en contra de sus intenciones”,108 moldearon a la Liga como “una organización suspendida en el vacío”109 y propiciaron “que fuera justamente el militarismo el que dominara, precipitando así la liquidación de la Liga y la diáspora de varios grupos que […] 107 Ibid p. 35 108 Ibid p. 77 109 Ibidem 63 sobrevivirían en el radicalismo absoluto y despojados de virtualmente cualquier rastro de racionalidad política”,110 a partir de abril y mayo de 1974. Antes de cerrar este apartado me parece pertinente hacer algunas observaciones críticas. Si bien el autor se “protegió” argumentativamente al señalar que sus objetivos no redundaban en elaborar “LA” historia de la Liga — sino en centrarse, sobre todo, en sus antecedentes— es cuando menos interesante que le haya adjudicado un peso mayor a las intenciones que a las acciones de la organización. Recordemos que durante el lapso de vida considerado por Palacios Hernández, la LC23S llevó a cabo algunas acciones que podrían refutar dichas intenciones “anti-militaristas”: desde la ejecución de Fernando Aranguren hasta el Asalto al Cielo.111 Finalmente debe ser señalado que, haya sido por deliberación o casualidad, el tiempo de vida que Palacios Hernández le adjudicó a la Liga prácticamente coincide con su periodo como militante de la organización.112 2.1.2 Christian García Martínez: teoría y “razón militar” en la LC23S La tesis de licenciatura en historia presentada por Christian García Martínez113 en la Universidad de Guanajuato durante 2017 se titula Análisis de los Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de Septiembre: algunas experiencias sobre la táctica y técnica militar y está dividida en tres capítulos: “Proceso de construcción de los documentos”, “Planteamientos político-militares enunciados en los Tomos 110 Ibidem 111 La primera acción formó parte de un doble secuestro efectuado contra el industrial jalisciense, Fernando Aranguren, y el embajador honorario de Gran Bretaña en Guadalajara, Anthony Duncan Williams. Sólo el segundo fue liberado, el primero fue ejecutado en octubre de 1973. La segunda acción se refiere al ‘ensayo insurreccional’ desarrollado por la LC23S en Culiacán a inicios de 1974. Durante este operativo, la Liga promovió e intentó coordinar varios paros laborales y estrategias de acción directa en la periferia y el centro de la capital sinaloense. 112 Vid. p. 6. 113 Christian Ricardo García Martínez es licenciado en historia por la Universidad de Guanajuato. Es creador y codirector del sitio de noticias Guerrilla Comunicacional México y colaborador del Archivo del Periódico Madera. La tesis fue dirigida por la doctora Ada Marina Lara Meza quien, además de ser investigadora del Departamento de Derecho de la División de Derecho, Política y Gobierno de la Universidad de Guanajuato, es integrante del Grupo de Trabajo “Movimientos sociales, armados y procesos de paz en Centroamérica y El Caribe” perteneciente al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). 64 Militares” y “La importancia del proyecto militar para la Liga Comunista 23 de Septiembre”.114 Según García Martínez, los objetivos de su tesis fueron de índole “recuperativa” es decir, buscó recuperar tanto “una parte de la historia de la LC23S”115 como “una parte de su producción discursiva” mediante el análisis de los Tomos Militares de la organización. Al igual que la mayor parte de los trabajos pertenecientes a esta tendencia interpretativa, la caracterización de la Liga formulada en su introducción se apoyó en el campo semántico de “lo principal”, “lo prioritario” o “lo importante” y puso el acento sobre las labores vinculadas al Periódico Madera. De tal suerte, tras añadir que la LC23S fue una organización político militar marxista con presencia en casi todos los estados de la república, el autor aclaró que “la principal labor de esta organización era la distribución e impresión del Madera, periódico clandestino”. 116 García también estructuró parte de sus hipótesis en función de “lo principal” o bien “lo más importante” de la organización. El autor estableció que “la preparación militar fue un eje fundamental dentro de la LC23S”117 ya que dicha organización “optó por la vía armada como medio auxiliar para lograr la concreción de sus objetivos y tareas”.118 Y, en el mismo tenor, propuso que los Tomos Militares contienen “los principales lineamientos militares de la Liga” y que fueron concebidos por la dirección de la Liga en tanto ‘línea rectora’ —o guía— que 114 El primer capítulo contiene cuatro apartados que van de las producciones discursivas sobre las acciones militares de la Liga hasta un repaso por los principales documentos políticos y militares elaborados por la organización entre 1973 y 1975 pasando por el contexto. El segundo está compuesto por tres ejes: la literatura político-militar sugerida en los Tomos Militares de la LC23S, el desarrollo de ciertos conceptos usados por sus militantes, y una indagación sobre algunas recomendaciones de seguridad esbozadas para los combatientes. El tercero profundiza sobre la violencia en tanto herramienta política, los entrecruces de la preparación militar y la educación política y sobre el concepto de ‘Ejército Revolucionario’ según la Liga. 115 Christian Ricardo García Martínez, Análisis de los Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de Septiembre: Algunas experiencias sobre la táctica y técnica militar, Tesis para obtener el grado de licenciado en Historia, Universidad de Guanajuato, 2017, p. 6 116 Ibidem 117 Ibid p. 14 118 Ibidem 65 facilitara su reestructuración durante una etapa desventajosa conocida como El Periodo Gris (1974-1975).119 Los objetivos de García van en la misma tesitura: “conocer la importancia que tuvieron los Manuales Militares para los militantes en: la ideología, la política, las estrategias y tácticas militares de la Liga”.120 En una sintonía semejante, el autor aclaró la pregunta que rigió su trabajo: “¿Por qué la Liga Comunista 23 de Septiembre necesitó elaborar documentos de formación militar?”.121 Finalmente, al presentar las justificaciones de su tesis, García indicó que con ella pretendió criticar y cuestionar “el discurso oficialista” construido sobre una serie de caracterizaciones que despolitizaron a los excombatientes al encasillarlos en una serie de epítetos específicos —“terroristas”, “aventureros, “criminales” etc. Sin embargo, a pesar de los objetivos, problemas e hipótesis arriba expuestos, propongo que este trabajo fue elaborado para satisfacer intereses historiográficos de distinta índole. García construyó esta tesis para evidenciar que las “acciones militares” de la Liga respondieron a un proyecto plenamente racional y lógico compuesto por múltiples aristas: el perfeccionamiento de cierta metodología revolucionaria —consistente en la “formación integral” y en la profesionalización de sus militantes mediante la búsqueda por la eficacia, la disciplina y el rigor—, al igual que la planificación y la sistematización de sus acciones armadas. Es decir, elaboró este trabajo para rescatar las acciones militares —vilipendiadas desde el Estado, la prensa, la “verdad histórica” y, a su parecer, una amplia parte de la historiografía académica— de “lo irracional” y del “sinsentido”. Esta tesis pretendió, pues, dotar de razón a la violencia ejercida por la Liga Comunista 23 de Septiembre y precisar, de esta forma, que la Liga era una organización racional. Para hacerlo, García empleó tres ejes que atraviesan, en 119 Es decir, García propuso dos lecturas de los Tomos. En términos generales, sintetizaron la propuesta militar de la Liga. En términos históricos, fueron formulados para superar una serie de adversidades contextuales. A decir de excombatientes y académicos, la etapa conocida como El Periodo Gris estuvo marcada tanto por ciertos reajustes estructurales u organizativos al interior de la Liga como por la intensificación de la persecución librada en su contra. 120 Ibidem 121 Ibidem 66 mayor o menor medida, los capítulos antes mencionados: la experiencia —ya fuera teórica, contextual o personal—, la “economía” —entendida como el manejo racional de los recursos y la sistematización de las labores de la Liga— y la configuración de sentido —el lugar que, a decir del autor, ocupaba lo “militar” en función de lo “político”.122 Según anotó, García elaboró el primer capítulo de esta tesis, nombrado “Proceso de construcción de los documentos” para ubicar “a los Manuales Militares de la LC23S dentro de su contexto histórico”, 123 conocer los antecedentes de tales escritos, mencionar sus características generales e indagar en quiénes los idearon y escribieron. Sin embargo, considero que el autor construyó este capítulo para cumplir con tres objetivos: caracterizar los discursos que han abordado previamente las acciones militares de la Liga, proponer un primer acercamiento de los Tomos Militares en tanto proyecto racional y exponer los distintos tipos de experiencia que los nutrieron.124 En cuanto al abordaje previo de las acciones militares de la Liga, García reiteró, en cierta medida, lo que algunos trabajos de análisis historiográfico mencionados en la introducción de esta tesis sugirieron. Identificó la negación política desde el Estado —manifiesta en los discursos presidenciales y los documentos de la policía política— y la criminalización mediática. Sugirió que el informe de la Femospp125, en tanto expresión de la ‘historiografía oficial’ que pretendió erigirse como ‘verdad histórica’, simplificó las acciones de las organizaciones político-militares al denominarlas únicamente “guerrillas”. Al mencionar estas prácticas discursivas, García configuró el enemigo contra el cual se posicionó al escribir su tesis. 122 Tanto la “experiencia” como la “técnica” figuran en el subtítulo de esta tesis. Si bien rescaté el eje de la “experiencia” opté por utilizar el término de “economía” en lugar del de “técnica”. El primero me parece mucho más preciso en tanto refiere el uso y la planificación racional del trabajo —o la energía humana— y los recursos. 123 Ibid p. 25 124 Estos distintos tipos de experiencia son: la que provino de los primeros textos teóricos de la Liga, la que fue recuperada en el análisis del contexto en que fueron producidos —el Periodo Gris—, y la que emanó de los combatientes que los redactaron. 125 No precisó si se refirió al informe filtrado o al que fue publicado durante escasas semanas en el portal de la Procuraduría General de la República. 67 En su descripción de los Tomos Militares, el autor enfatizó una serie de elementos que, como mencioné párrafos arriba, realzaron los componentes racionales, lógicos y metodológicos que deberían tener las acciones militares.126 A pesar de contener esta suerte de estado de la cuestión y las descripciones formales de los Tomos Militares, este capítulo se distingue por la recuperación de los distintos tipos de experiencia vertida en tales textos. Por una parte, en cuanto a los referentes teóricos que antecedieron la escritura de los Tomos, García precisó que los Madera Viejos —textos teóricos elaborados por Ignacio Salas Obregón antes de la integración de la LC23S— propusieron la formación de “una organización político-militar que ponderara las acciones de carácter político sobre las armadas”.127 Por la otra, indicó que los Tomos Militares respondieron al momento en que fueron creados. Su elaboración partió de una suerte de “experiencia contextual” marcada tanto por los conflictos internos como por la represión externa del ‘Periodo Gris’. Como bien precisó el autor, en esos años “la LC23S sufrió una escalada de persecución policial; y además, al interior se vivía un debate entre dos posturas políticas […] Las tácticas, técnicas y la teoría militar expuestas en los Manuales Militares de la Liga fueron pensadas para enfrentar y defenderse de las fuerzas policiales”.128 De igual manera, según profundizó la interpretación aquí analizada, estos textos fueron elaborados para combatir el ‘oportunismo’ — política de alianza o conciliación inter-clasista— imperante en el seno de la organización en tanto indisciplina.129 Finalmente, García presentó un conjunto de historias de vida de los excombatientes que elaboraron estos documentos. El principal interés detrás de esto fue simplemente precisar que tales textos “no fueron realizados por personas novatas o poco conocedoras de la teoría, la técnica o la práctica militar, sino que 126 Rescato una observación general de García sobre los Tomos: “A través de estos textos podemos ver que la LC23S buscaba que sus acciones militares fueran planeadas metodológicamente y que no fueran acciones esporádicas” Ibid p. 59 127 Ibid p. 43 128 Ibid p. 48 129 Como precisó el propio García: “La Liga Comunista 23 de Septiembre veía al oportunismo como una desviación ideológica o de principios que daba como resultado la indisciplina y la irresponsabilidad con las tareas de la organización” Ibid p. 52 68 eran jóvenes con experiencias previas y que se nutrieron de la lucha política de la época”.130 Vemos pues, que tras configurar al enemigo discursivo y describir algunas generalidades de los Tomos, García se enfocó en detallar la experiencia vertida en su elaboración: la teoría precedente, la experiencia y el análisis del contexto —indisciplina interna y persecución externa—, y las vidas de sus autores. El segundo capítulo está atravesado tanto por las configuraciones de sentido —primera sección— como por la “economía” —segunda parte—. Luego de detallar extensamente los referentes teórico-militares de los cuales abrevó la Liga131, García se adentró en una primera configuración de sentido: ¿qué significó la “revolución” para la LC23S en los Tomos Militares?, ¿cómo fue entendida y qué lugar ocupó en su proyecto político-militar? A decir del autor, la Liga percibió la revolución y la insurrección como “prolongaciones violentas de la lucha de clases”,132 es decir, como herramientas bélicas para la modificación radical de la sociedad, que no admitían la improvisación: su uso debe prepararse y estar respaldado por un conjunto de conocimientos e indicaciones específicas. O, como indicó García: “Así pues, para la organización, la insurrección y la revolución son una guerra y por lo tanto se deben de preparar, no se debía actuar improvisadamente en ellas. Por ello cobran gran relevancia los Manuales Militares, porque son parte de un plan militar de la LC23S”.133 De tal forma, la revolución no debía entenderse como una suerte de fetiche violento o militar. Según la lectura de García, la Liga interpretó la guerra clasista no como un proceso despolitizado, sino como “un evento que entraña una manifestación aguda de las contradicciones”134 entre dichas clases. La configuración de la revolución y la insurrección como herramientas político-militares, pertenecientes a un plan o proyecto de largo aliento de la Liga 130 Ibid p. 73 131 Operación semejante a la que Palacios Hernández propuso al referir la amplia gama de lecturas que manejaron los asistentes a la reunión fundacional de la Liga y que, en este caso, sirvió únicamente para demostrar “que existía la intención de una formación integral de los militantes” Ibid p. 84 132 Ibid. P. 90 mis cursivas 133 Ibidem 134 Ibid p. 92 69 le permitió a García comenzar a indagar en los pormenores de dicho proyecto y así fijarse en la “economía” que rigió los planes de la organización: “Una de las reflexiones que podemos derivar del estudio de los documentos es que para la LC23S era necesario planificar los combates, operativos y batallas para poder lograr victorias contra las fuerzas del Estado”.135 De tal suerte, dedicó las páginas sucesivas de este capítulo a las propuestas de sistematización y organización — a la metodología— contenidas en los Tomos.136 El autor sintetizó su interpretación de las especificidades recién referidas en el aparato crítico en el párrafo que cito a continuación: Una preparación tan rigurosa nos habla de una organización disciplinada y de un compromiso hacia sus objetivos políticos […] La disciplina y sistematización de las operaciones nos da cuenta de que la LC23S necesitaba emplear sus militantes y recursos de manera eficiente, con la menor cantidad de bajas posibles, para continuar hacia la concreción de sus objetivos a largo plazo. […] Los Manuales Militares son evidencia de que la Liga estaba en un proceso de mejoramiento técnico y teórico […] Con esta incipiente profesionalización del entrenamiento militar se trataba de pulir a la militancia para que pudiera continuar con sus actividades y tareas de una mejor manera.137 Finalmente, García utilizó el tercer capítulo de su tesis para ahondar en la configuración de sentido señalada páginas atrás. En este caso, en lugar de detallar qué fue lo que la Liga entendió por “revolución” o “insurrección”, el autor se abocó a defender que, al interior de la organización, lo “militar” estuvo siempre 135 Ibidem 136 El autor detalló la estrategia y táctica utilizadas por la Liga, sus pormenores operativos, las distintas formaciones que empleó, la división de funciones y estructura de mando en éstas y algunas recomendaciones incluidas en los Manuales Militares sobre el armamento y las técnicas de tiro que debían emplear los combatientes. 137 Ibid pp. 103, 110 Es curioso que, tanto en esta cita como en la anterior, García confundió abismalmente los proyectos y los planes de la Liga con su situación real. Supuso que, si los Tomos Militares enfatizaron en la disciplina, el rigor y la sistematización, era porque la Liga era —o estaba en vías de ser— efectivamente, una organización “disciplinada”, “rigurosa” y “sistemática”. Ahondaré sobre estas discrepancias entre el estudio de las ideas y la praxis de la Liga al final de este capítulo. 70 subordinado a “lo político”. García utilizó algunos de los siguientes argumentos para demostrar lo anterior. Al inicio, expuso que, en términos generales y teóricos, la violencia ejercida por la Liga respondió a un fin específico: la construcción de la revolución — previamente definida como herramienta político-militar. Con esto buscó aclarar que estos actos —los operativos, los secuestros y los ajusticiamientos— no fueron fortuitos o improvisados, sino que estuvieron encaminados a la consecución de un objetivo político.138 García utilizó la sección intermedia de este capítulo para presentar los fundamentos teóricos de las acciones militares —y, de nuevo, reiterar que éstas respondieron a un proyecto político-racional y no fueron fines en sí mismas o actos meramente improvisados o espontáneos.139 Antes de finalizar el capítulo, el autor utilizó un breve apartado para enfatizar, una vez más, esta subordinación de lo militar a lo político a través del ejemplo del Periódico Madera. Especificó, en este caso, que las acciones militares no eran más que “auxiliares” para la organización ya que “la organización se enfocaba a la labor de agitación, propaganda y educación a través del Madera, periódico clandestino”.140 Los capítulos de esta tesis fueron atravesados, en mayor o menor medida, por los tres ejes mencionados previamente. El primer capítulo ofrece, además de una construcción del enemigo discursivo y una descripción general de los Tomos, la experiencia de distinta índole —teórica, contextual y vital— que los nutrió. El segundo está dividido en la configuración de sentido —¿qué entendió la Liga por “revolución”?— y en la “economía” militar de la Liga —la planificación y 138 En sus propias palabras, la violencia ejercida por la Liga era “un medio para realizar la emancipación social, para acabar con el sistema capitalista y llegar a otro tipo de sociedad” Ibid p. 118 139 Ahondó, por ejemplo, en los fundamentos que la propia LC23S formuló sobre las expropiaciones, las cuales, a decir del autor, “adquirían un valor mucho más simbólico que la simple apropiación de recursos monetarios” Ibid p. 121. En efecto, la impresión y distribución del Periódico Madera, la obtención de recursos como tinta, papel, imprentas y armas, la adquisición o renta de casas de seguridad, la coordinación entre Comités Regionales y la alimentación de los combatientes fueron sostenidas gracias al valor simbólico de las expropiaciones y no por su valor material. 140 Ibid p. 130 71 sistematización de sus operaciones militares. Finalmente, García utilizó el tercer capítulo para señalar el sentido general de las “acciones militares” de la Liga en su totalidad —concluyendo que estas estaban supeditadas a su proyecto político. Estos tres ejes —experiencia, economía y configuración del sentido— ratifican el interés que rigió esta tesis: demostrar que la Liga arropó sus acciones militares al interior de un plan plenamente racional, lógico y guiado por una metodología específica. El uso de la praxis y la teoría del pasado, la planificación de los recursos y el trabajo, y la configuración de significados específicos en función de los cuales construir su proyecto político evidencian, a decir de García, el carácter racional de la organización. En resumidas cuentas, esta tesis interpretó a la Liga en tanto organización política y racional y no como un grupúsculo criminal, terrorista, improvisado o espontáneo. En este punto, me parece pertinente resaltar algunas ideas. El autor precisó una omisión interesante —por no decir oportuna— al inicio de su tesis: decidió “no añadir ejemplos acciones [sic.] de la organización en el marco temporal de 1974- 1975 porque con ello se podría entrar en una valoración de la estrategia y la táctica de la LC23S y eso se alejaría de los objetivos de esta investigación”.141 Al referir tanto los antecedentes como parte del contexto que englobó el surgimiento de la Liga y demás organizaciones político-militares, García señaló, como varios de los autores aquí analizados, las masacres de Tlatelolco y del Jueves de Corpus como puntos de referencia.142 Finalmente, al llegar a sus conclusiones y repasar los argumentos que esbozó a lo largo de la tesis, el autor incluyó la siguiente afirmación: “La LC23S constituyó una amenaza por su programa político y sus labores propagandísticas más que por sus acciones militares”.143 141 Ibid p. 23 Está omisión está directamente relacionada con la confusión de García señalada en la nota 137. 142 Consideró que ambas “pusieron de manifiesto el carácter represivo y anti-democrático del régimen político”, además de haber impulsado “a más personas a cuestionar el sistema hegemónico” y, sobre todo, a “optar por el camino hacia la revolución socialista para la emancipación total de la sociedad” Ibid p. 37 143 Ibid p. 138 72 Además de la extensa bibliografía secundaria referida en este texto,144 es patente que García apoyó la mayor parte de su trabajo en los dos Tomos o Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de Septiembre, textos escritos en septiembre de 1974 y marzo de 1975, respectivamente. A decir del autor, el primero puso particular énfasis en expulsar las posiciones “oportunistas” al interior de la Liga, mientras que el segundo estuvo mayormente enfocado en la sistematización de las acciones llevadas a cabo por la organización y en la adecuación de una metodología específica para sus militantes. Antes de cerrar este apartado es pertinente preguntarnos, como ponderé en una nota previa, ¿por qué García decidió excluir ejemplos de las acciones llevadas a cabo por la Liga y se enfocó únicamente en sus planes, proyectos o — inclusive— intenciones militares? A pesar de que haya justificado esta omisión — tal inclusión desviaría a la tesis de sus objetivos originales—, sugiero que las razones apuntan en otra dirección. García excluyó el cotejo de los planes o los proyectos militares de la Liga con su aterrizaje práctico para contener las contradicciones que podrían emerger entre ambas. Como veremos en las observaciones finales de este capítulo, García no fue el único en llevar a cabo esta suerte de “gesto historiográfico”, enfocado exclusivamente en las intenciones —teóricas, intelectuales, políticas o propagandísticas— de la Liga en detrimento de sus acciones. 144 En la que destacan textos de historia política del México contemporáneo, teoría marxista, testimonios de excombatientes guerrilleros mexicanos, teoría militar y un amplio estado de la cuestión sobre la propia LC23S. Además de los Manuales, García retomó una amplia gama de escritos producidos por combatientes de la Liga. Entre estos figuran “Análisis de la experiencia militar del movimiento revolucionario en México”, “Llamamiento a la clase obrera”, además de los ejemplares 1, 2, 3, 8, 23, 33, 41 y 42 del Periódico Madera. 73 2.2 La Liga como referente político 2.2.1 Mauricio Abraham Laguna Berber: la Liga como organización marxista-leninista La prensa clandestina en México. Caso del periódico Madera 1973-1981145 fue la tesis que Mauricio Abraham Laguna Berber146 presentó para obtener el título de licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM durante 1997. Este texto está dividido en cuatro capítulos: “El modelo revolucionario leninista”, “Orígenes y objetivos de la Liga Comunista 23 de Septiembre”, “La concepción de prensa de la LC23S” y un recuento testimonial en el que participaron Mario Álvaro Cartagena, Heladio Torres Flores y Juan Fernando Peláez.147 Como precisó al inicio de su tesis, el objetivo que Laguna Berber persiguió en este texto fue “recuperar la información que brinde elementos para conocer una organización político-militar clandestina, que operó como organización 145 La tesis fue dirigida por Leonardo Figueiras Tapia, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM especializado en comunicación política. Si bien en años recientes ha publicado libros como Del gremialismo al antisindicalismo en la UNAM: una historia de las asociaciones autónomas del personal académico de la UNAM, Crisis del Estado y Pacto por México, y Comportamiento político del mexicano: derechas e izquierdas, elección 2006, la búsqueda de sus obras apunta a que para el año en que esta tesis fue presentada no contaba con libros publicados. 146 Mauricio Abraham Laguna Berber nació en el Distrito Federal en 1963. Hasta 1997 había trabajado como redactor, colaborador o fotógrafo en los siguientes medios: Ferronales, Imaginaria, Despertar Ciudadano, Mira, Impacto, Extra Impacto, Excélsior y Diario Occidental de Guadalajara. Es hermano menor, por dos años, de Jaime Laguna Berber, excombatiente de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Éste último fue detenido a la salida de la Preparatoria Popular de Tacuba en mayo de 1980 y señalado, junto a Heladio Flores Torres, Alfonsina Flores y Amanada Arciniega, como supuesto homicida de Hugo Margáin Charles, hijo del ex secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin. Jaime fue liberado tras cinco años de encierro en Santa Marta Acatitla y el Reclusorio Sur. Actualmente es director del Archivo del Periódico Madera, publicación que calificó “como el eje rector de la acción política y militar del movimiento obrero” Vid. “Donan ejemplares del periódico Madera a bibliotecas de la UAQ”, en Inqro Agencia de Noticias Queretana, fecha de consulta: 17/04/2017 21:15 en http://www.inqro.com.mx/2017/03/24/donan-ejemplares-del-periodico-madera-a-bibliotecas-de-la- uaq/ 147 En el primero, el autor hizo hincapié en el papel que la prensa clandestina dirigida por Lenin jugó en los albores de la revolución rusa. El segundo contiene una breve historia de la Liga, qué grupos y tendencias la conformaron a mediados de la década de los 70 y una selección de sus principales documentos. En el tercero, el autor abordó desde los Maderas Viejos hasta los medios masivos de comunicación pasando por ciertos datos de la edición y distribución del Periódico Madera. 74 guerrillera, cuyo eje central fue el periódico Madera como el organizador colectivo de su quehacer revolucionario”.148 Es menester detenernos rápidamente en los siguientes tres elementos de esta breve cita. En primer lugar, el autor se propuso realizar una labor de recopilación informativa, no una explicativa, demostrativa o analítica —un objetivo semejante al que se propuso García, por cierto. Esto está intrínsecamente vinculado con su disciplina.149 En segundo lugar, Laguna Berber generó —en ésta, la primera página de su escrito— una caracterización de la Liga Comunista 23 de Septiembre: “una organización guerrillera cuyo eje central fue el periódico Madera”. De igual forma, le asignó un rol a la publicación: el “organizador colectivo de su quehacer revolucionario”. Como veremos, los dos últimos puntos aquí señalados aparecerán en repetidas ocasiones a lo largo de su trabajo. En la parte final de la introducción, el autor precisó que las conclusiones de esta tesis brindan una posible respuesta sobre los alcances y límites que la Liga Comunista 23 de Septiembre tuvo durante su existencia como organización política, al haber ubicado como su principal trabajo político las tareas de propaganda y agitación, distribución y circulación alrededor del periódico MADERA; que el periódico representó, de acuerdo a su concepción leninista, su imagen y reflejo, el eje político de todas las actividades de su quehacer como organización clandestina.150 En este párrafo Laguna Berber reiteró —aunque con nuevos matices— los puntos segundo y tercero que retomé líneas arriba. A su parecer, las labores de “propaganda y agitación, distribución y circulación alrededor del periódico 148 Mauricio Abraham Laguna Berber, La prensa clandestina en México. Caso del periódico Madera 1973-1981, tesis para obtener el grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación, México, UNAM, 1997, p. 1 149 A pesar de que, como veremos en el resto de esta tesis, varios comunicólogos y periodistas se propusieron explicar las causas de ciertos acontecimientos o procesos de la Liga en lugar de sólo recuperar información al respecto. 150 Ibid p. 6 mis negritas 75 MADERA” constituyeron el principal trabajo político de la Liga Comunista 23 de Septiembre. 151 Tenemos pues, que Laguna Berber utilizó las primeras páginas de su introducción para presentar la siguiente caracterización: el Periódico Madera, en tanto organizador colectivo de cuño leninista, fue el eje —ya fuera “central” o político— de la LC23S.152 Si bien los —escasos— objetivos explícitos de este trabajo fueron meramente recopilatorios e informativos, los intereses perseguidos, los argumentos tejidos y las conclusiones generadas por Laguna Berber apuntan hacia otra dirección. Propongo que los dos intereses que guiaron esta tesis están íntimamente vinculados con la caracterización recién sintetizada. En primer lugar, y de manera semejante a como hizo Palacios Hernández, el autor se empeñó en presentar a la Liga Comunista 23 de Septiembre como una organización guerrillera consolidada, desarrollada y única. En segundo lugar, se preocupó por ubicar a la Liga en una racionalidad o tendencia política específica: el marxismo leninismo. Para demostrar ambos puntos, Laguna Berber construyó sus principales argumentos sobre Madera. Su estudio del periódico, en tanto prensa leninista, le permitió afirmar que la Liga estaba ubicada en un espectro político específico y no en la irracionalidad apolítica y violenta. La publicación, interpretada en este caso como eje de la organización, expresó tanto su unicidad como su grado de desarrollo y consolidación con respecto a otras organizaciones político-militares. Estos intereses fueron articulados a partir de argumentos, ideas secundarias, caracterizaciones y conceptos que expondré a continuación. El primer punto que Laguna Berber quiso demostrar fue la raíz leninista de la Liga y, por ende, su adscripción o pertenencia a una tendencia política específica. El capítulo inicial —titulado “El modelo revolucionario leninista”— conforma la base de este argumento. En él, el autor realizó un recuento somero 151 En otras palabras, el periódico fungió como la espina dorsal de todas las actividades políticas de la Liga. El autor amplió su caracterización de la organización y del papel interno del Periódico Madera al añadir el factor de la “concepción leninista”. 152 Es menester enfatizar que el autor utilizó esta caracterización como punto de partida ya que no formuló hipótesis de ningún tipo. Es más, la palabra “hipótesis” no figura en ninguna parte de la tesis. 76 de los esfuerzos periodísticos y propagandísticos de Lenin durante las décadas previas a la Revolución de Octubre. También ahondó en otras publicaciones del dirigente revolucionario —¿Por dónde empezar? y ¿Qué hacer?— y enfatizó, en el último apartado de esta sección, el potencial político-revolucionario del periódico según Ilich Ulianov. 153 Una vez asentado este sustrato argumentativo, Laguna Berber empleó varios apartados subsecuentes de distintos capítulos para demostrar en qué medida las publicaciones —periodísticas o de otra índole154— de la Liga permiten considerarla una organización leninista. El primer apartado —“El periódico Madera: prensa clandestina revolucionaria”— del tercer capítulo —La concepción de prensa de la LC23S— ejemplifica sus intentos por trazar los vínculos y destacar las semejanzas entre la prensa leninista y el Periódico Madera. En él precisó, por ejemplo, que Es importante señalar que todas las referencias que se hacen en el periódico Madera respecto a un periódico como órgano central de una organización política y revolucionaria que trabaja en la ilegalidad bajo métodos, hábitos conspirativos y clandestinos, remiten directamente a los revolucionarios rusos Lenin y Platnitsky.155 Sin embargo, la síntesis de esta serie de ideas viene un par de páginas adelante. Las siguientes citas exponen el interés principal de Laguna Berber al rastrear la genealogía periodística-leninista de la organización e hilar las semejanzas entre la prensa rusa pre-revolucionaria y el Madera: establecer que “el grado de 153 Como bien señaló el autor antes de resumir las ideas del líder bolchevique sobre el periódico revolucionario: “Lenin comparó al periódico con los andamios que levantan un edificio en construcción y señaló que el periódico no sólo es un propagandista colectivo y un agitador colectivo sino también un organizador colectivo” Ibid p. 28 154 El Plan Nacional de Trabajo de la LC23S, publicado en mayo de 1976 fue uno de los documentos que el autor incluyó íntegramente en su tesis. Laguna Berber aprovechó ese escrito en específico para resaltar las labores de propaganda y agitación de la Liga por encima de las militares y así contribuir a su caracterización inicial: la LC23S en tanto organización primordialmente política, con un periódico como eje central. 155 Ibid p. 64 Mis itálicas 77 desarrollo” alcanzado por la Liga gracias a su periódico la hizo y hace única ante el resto de las organizaciones político militares de México. Una característica única de la LC23S, frente a las otras organizaciones de izquierda político-militares en México, que tuvieron vida política en los años setentas y ochentas incluyendo a las que ahora son conocidas como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y Ejército Popular Revolucionario, es el planteamiento leninista respecto al manejo y uso de un periódico revolucionario como el eje central de todas las labores de educación. […] Las otras organizaciones político-militares que han existido en México de 1965 hasta la fecha, a diferencia de la LC23S, se han caracterizado por no tener dentro de sus objetivos políticos prioritarios la edición de un periódico o alguna publicación que represente el grado de desarrollo de su organización en general. En parte por no tener una estructura organizativa a nivel nacional que les pudiera garantizar la distribución de sus publicaciones156 Esta suerte de cénit argumentativo corrobora lo que expuse líneas arriba: Laguna Berber se centró en el Periódico Madera en tanto prensa leninista y expresión del grado de desarrollo y unicidad de la Liga con respecto a otros grupos armados de la izquierda clandestina. El autor utilizó otros tantos apartados del tercer capítulo para ahondar en la cuestión de la consolidación interna, visible, a su parecer, en el tiraje, el alcance nacional y la estructura editorial y de distribución que se ensambló en torno al periódico. Respecto de la cantidad de ejemplares del Periódico Madera editados por la Liga, Laguna Berber precisó que “logró sostener durante ocho años la publicación de su periódico clandestino, con tirajes no menores a los 40 mil números por edición de noviembre de 1973, hasta julio de 1981 con el número 58”.157 156 Ibid pp. 73, 74 Mis itálicas 157 Ibid p. 73 Es cuando menos curioso que haya referido tal cifra ya que, según el propio Laguna Berber apoyado en La información de clase de Lenin, el tiraje del famoso periódico Iskra rondó el mismo número. La curiosidad en torno a dicha cantidad no puede sino aumentar si nos percatamos 78 La extensión nacional del periódico fue abordada en el segundo apartado del tercer capítulo, titulado “El periódico revolucionario a nivel nacional”. En él, el autor presentó una copia íntegra del primer apartado del Plan Nacional de Trabajo de la Liga. Si bien aquí no se ofrecieron pruebas de ningún tipo sobre los estados o municipios en que Madera tuvo presencia, la sección referida del Plan insistió en el carácter nacional que debía adoptar el periódico: “El paso más importante que debe dar la Liga es abocarse a las [sic] organización de un periódico político a nivel nacional, abocarse a consolidar Madera como un verdadero periódico a nivel nacional”.158 Finalmente, en cuanto a la estructura trazada en torno al periódico, Laguna Berber apuntó la existencia de los Comités Locales de Prensa, las brigadas y los Comités Regionales y el trabajo que realizaban tanto para recabar la información que sería incluida en el periódico como en distribuir ejemplares del mismo.159 La exposición y el desarrollo de los puntos anteriores le permitieron establecer que “para la LC23S, el periódico MADERA fue su órgano central. La existencia de la publicación fue expresión de consolidación de la estructura político-militar, además que la difusión y penetración ideológica de sus ideas estaba determinada en gran medida por la publicación del periódico”.160 El autor presentó un recuento histórico de la LC23S en el segundo capítulo de su tesis. Si bien en un primer momento esta narración parece desorganizada —alusiones a las técnicas de persecución gubernamental y contrainsurgencia entreveradas con algunas acciones espectaculares de la organización y la sucesión de liderazgos— el aspecto editorial161 de la Liga fue su hilo conductor. De tal manera, este apunte histórico-cronológico de la organización fue delimitado según su producción periodística/propagandística.162 que el autor no refirió ninguna fuente que lo respaldara. No deja de ser llamativo que un periódico clandestino haya tenido un tiraje tan amplio en años durante los cuales seguía ejerciéndose un férreo control estatal sobre la producción y distribución interna de papel. 158 Ibid p. 66 159 Vid p. 82 160 Ibid p. 77 Mis itálicas 161 Es decir, tanto la publicación del periódico Madera como la edición de otros tantos panfletos, documentos, escritos, planes de trabajo, etc. 162 En un extremo de la línea cronológica, Laguna Berber ubicó a los Madera Viejos y otros escritos de inicios de la década de los años 70 como los documentos que proveyeron la cohesión política 79 El autor no aportó información nueva sobre la Liga en el último capítulo de su tesis, sino que utilizó los testimonios de tres excombatientes —Heladio Torres Flores, Juan Fernando Peláez y Mario Álvaro Cartagena— para ratificar sus propios argumentos y caracterizaciones. Esto es particularmente notorio en las preguntas que formuló.163 ¿Qué fuentes utilizó Laguna Berber para concretar sus intereses y desarrollar sus argumentos? Contrario a lo que podríamos inferir, el autor analizó escuetamente el contenido del Periódico Madera. La mayor parte de las fuentes utilizadas para construir este trabajo fueron de teoría periodística y marxismo leninismo. De las 56 referencias contenidas en la tesis, únicamente 3 retomaron tal periódico. Los únicos ejemplares que fueron incluidos —ya que no analizados o interpretados— en este trabajo fueron el #4 y el #41.164 Además de estos dos números de Madera las otras fuentes directas incorporadas por Laguna Berber fueron el Plan Nacional de Trabajo, 13 de junio órgano del Comité Comunista Estudiantil165, el Boletín Interno de la Liga166, las Notas acerca de una embrionaria experiencia militar y un documento mimeografiado del Frente Estudiantil Revolucionario publicado en 1973. Este ínfimo abordaje heurístico ratifica algunas observaciones sugeridas páginas atrás. En lugar de analizar, comentar o trabajar sobre el contenido del periódico, el autor se interesó en resaltar el parecido entre la prensa leninista y el necesaria para el proyecto embrionario de la Liga. En su polo opuesto, señaló la falta de publicaciones y textos periodísticos o teóricos como causa de la desintegración de la Liga. Vid p. 45 y 58 163 Por ejemplo, en la conversación que mantuvo con Torres Flores ocurrió el siguiente intercambio: —¿Fue el periódico MADERA el principal actor político de la LC23S? —Sí, gran parte de la actividad que desarrolló la Liga gira en torno a la edición y distribución del Madera […] Además, para mucha gente la organización la caracterizaban de propagandista, porque aparentemente su única actividad era difundir la prensa clandestina. En la plática que entabló con Mario Álvaro Cartagena, ambos discutieron sobre el Madera como organizador colectivo y fuente del terror burgués: —¿El periódico MADERA cumplió los objetivos de ser un organizador colectivo? —El periódico MADERA fue el eje fundamental de la Liga para lograr educar y organizar a la clase trabajadora. De hecho la burguesía le temía a las repartizas por el grado de influencia que logró el MADERA. Ibid p. 100 y 113 para cada uno de los diálogos, respectivamente. 164 Vid. pp. 40, 62, 109 165 Editado en 1983 por otra de las organizaciones resultantes de la fractura de la Liga. 166 Publicado en 1983. La fecha de su publicación deja bastantes dudas sobre si la propia Liga fue quien editó tal Boletín o fue, más bien, alguna otra agrupación. 80 Madera y con ello colocar a la LC23S en una racionalidad política específica. Se apoyó en este punto para exponer, a su vez, el grado de consolidación, el desarrollo y la unicidad de la Liga en comparación con el resto de las organizaciones político militares de la historia contemporánea de México. En este punto vale la pena incluir, a manera de colofón, una idea secundaria plasmada en las conclusiones de la tesis. Para Laguna Berber, la “trascendencia” histórica de la Liga reside en sus contribuciones indirectas a la izquierda partidista y legal: “es pertinente señalar que esta organización brindó los elementos para el posterior origen de algunas organizaciones políticas abiertas y legales de la izquierda mexicana”.167 En opinión del autor, la mera existencia de la LC23S influyó en que el gobierno mexicano modificara algunas de sus políticas. Esto puede verse particularmente en la formulación y aplicación de la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales y la Ley de Amnistía (LOPPE), decretada por López Portillo “para contener y modificar las actuaciones del movimiento enfermo que luchó contra el sistema político de dominación caracterizado como Partido de Estado”.168 Me parece pertinente cerrar este apartado con una observación más bien simple. Tanto en los intercambios que mantuvo con los excombatientes como en sus conclusiones, Laguna Berber propuso que el Periódico Madera cumplió con los objetivos que se fijó. De hecho, el último párrafo precisa: “Podemos concluir que el periódico MADERA sí contribuyó como medio de difusión de un proyecto político de producción colectiva, orientado a las tareas de educación política como propaganda contestataria”.169 Laguna Berber no demostró, en ningún momento, si dicha publicación difundió eficazmente el proyecto político de la Liga. Rescató en qué medida las ideas, concepciones, objetivos, proyectos, intenciones y deberes de la organización se inspiraron en los esfuerzos periodísticos de Lenin. En este sentido, hizo un recuento histórico sobre las ideas periodísticas que afloraron al 167 Ibid p. 122 168 Ibidem 169 Ibid p. 122 81 interior de la LC23S, pero fue incapaz de demostrar históricamente si tales concepciones fueron correspondidas o no con una praxis específica. Una disparidad bastante parecida a la omisión de García entre los Tomos Militares y las acciones llevadas a cabo por la Liga en tales años. 2.2.2 Daniela Tarhuni Navarro: la Liga como organización político- propagandística y como componente de un pasado inacabado La fuga de Oblatos. La Liga Comunista 23 de Septiembre desde sus protagonistas. Reportaje170 es la tesis que Daniela Tarhuni Navarro171 presentó en 2010 para obtener el título de licenciada en ciencias de la comunicación por la UNAM. Este texto está dividido en cinco capítulos y un preliminar: “El barrio”, “La LC23S”, “La fuga de Oblatos”, “Los años negros” y “Al final del cambio”.172 Si bien Tarhuni no precisó qué preguntas, hipótesis y objetivos guiaron su tesis, incluyó varias caracterizaciones, observaciones y justificaciones pertinentes en su introducción. Entre éstas sobresalen las que hizo en torno al uso del periodismo —y, en específico, del reportaje— como herramienta metodológica en el estudio de la Liga. 170 La tesis fue dirigida por la maestra Diana Marenco Sandoval, especialista en ciencias de la comunicación, capacitadora y consultora en temas de biodiversidad, energía y género e involucrada en proyectos de monitoreo del Instituto Nacional Electoral. 171 Daniela Huda Tarhuni Navarro es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Luego de llevar a cabo la tesis que analizaremos en las siguientes páginas, obtuvo una maestría en Comunicación Social de la Investigación Científica por la Universidad Internacional de Valencia. Se ha especializado en Políticas Culturales y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y el Conaculta. Actualmente colabora en el periódico regional La Jornada Maya y forma parte del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales. 172 El primer capítulo da cuenta de los orígenes del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) en Guadalajara, Jalisco. El segundo recorre desde la fundación de la organización hasta el encarcelamiento de muchos de sus cuadros destacados en el penal de Oblatos, otrora ubicado en la capital jalisciense. El tercero narra la huida de algunos excombatientes de dicha prisión. El cuarto trata algunos cambios estratégicos desplegados por la Liga durante el sexenio de José López Portillo y algunas de las medidas desplegadas en su contra durante tales años. Finalmente, el quinto esboza la historia personal-familiar de Alicia de los Ríos, reconstruye algunas historias de vida de excombatientes al interior del penal referido, y critica el deficiente desempeño de las administraciones panistas en materia de derechos humanos, reparación, verdad, justicia y memoria. 82 Para empezar, definió su texto como “un relato periodístico basado en testimonios para dar respuesta a hechos de trascendencia entre la opinión pública, en este caso, la lucha revolucionaria emprendida por la LC23S”.173 Al precisar sus referentes teórico-metodológicos, la autora recuperó a Carlos Septién, quien definió al reportaje no como “una crónica de lo que fue, sino de lo que acaba de ocurrir, de lo que aún no pasa totalmente porque está en las retinas, en los oídos, en la imaginación de los testigos”.174 Entre las causas y los motivos que la empujaron a investigar sobre este tema, Tarhuni, fiel a su disciplina, señaló la desinformación imperante: “quise investigar sobre la Liga pues considero que hay una gran desinformación respecto al tema”.175 Este desconocimiento se representa, a su parecer, en que la gente disocie la Guerra Sucia de la ‘realidad nacional’ y la considere un “término ambiguo”. Además de la escasa información sobre el tema, la autora retomó dos razones directamente vinculadas a la impunidad que aún permea dicha Guerra. Por una parte, y a diferencia de múltiples países del Cono Sur, “donde ha habido un proceso contra los culpables, en México no ha sucedido tal cosa”.176 Por la otra, el principal esfuerzo institucional para castigar a los responsables de la represión ejercida durante este periodo “no llegó a fincar responsabilidades legales concretas”.177 La autora justificó su acercamiento periodístico-testimonial como una forma de contrarrestar el resto de las historias que se han escrito sobre la Liga. Según indicó, la mayor parte de estos estudios “abordan los hechos históricos [de la organización] pero están desvinculados de testimonios directos de los propios guerrilleros que nos hablen de su involucramiento en la lucha armada”.178 A pesar de esta breve crítica sobre la prevalencia de lo “histórico” en detrimento de lo 173 Daniela Huda Tarhuni Navarro, La fuga de Oblatos. La Liga Comunista 23 de Septiembre desde sus protagonistas. Reportaje, Tesis para obtener el título en Ciencias de la Comunicación, UNAM, 2010 p. 11 mis itálicas 174 Ibid p. 9 mis itálicas. Como veremos páginas adelante, esta suerte de “permanencia” o “persistencia” del pasado reciente fue rescatada por la autora en el último capítulo. 175 Ibid p. 12 176 Ibid p. 5 177 Ibidem 178 Ibid p. 12 83 “testimonial”, la autora seleccionó un formato mediante el cual entrelazó “La Historia (los hechos de la Liga) y la historia (perfil e historia de vida de los personajes)“.179 Si conjuntamos las observaciones recién expuestas, Tarhuni consideró a la Liga un hecho trascendente para la opinión pública, perteneciente a un pasado reciente, inconcluso y persistente, aún permeado por la impunidad, sobre el cual impera la desinformación y que ha sido abordado desde “los hechos” en detrimento de “las vivencias”. La autora también utilizó la introducción de su tesis para aventurar su caracterización de la LC23S. Como la mayor parte de los trabajos pertenecientes a la historiografía reivindicativa, a decir de su tesis, la Liga Comunista 23 de Septiembre fue “el grupo guerrillero más importante en el país en la década de los setentas”.180 A pesar del título de la tesis —enfocado exclusivamente en la fuga carcelaria—, de los temas abordados en cada capítulo, de los distintos testimonios recuperados y de la propuesta de llevar a cabo una historia inclinada hacia lo testimonial, sugiero que los intereses periodísticos que guiaron este reportaje apuntan en otra dirección. Tarhuni construyó esta tesis para satisfacer tres intereses: generar una caracterización específica de la Liga Comunista 23 de Septiembre en la cual sus aspectos “militares” quedaran supeditados a los “políticos” —y, sobre todo, a los propagandísticos—, denunciar y reivindicar desde el presente distintos componentes del pasado inmediato e inconcluso181 y, en menor medida, trazar las contradicciones vitales que atraviesan la transición al clandestinaje y la cotidianidad que le prosigue. El primer interés fue llevado a cabo en los tres capítulos centrales de la tesis: “La LC23S”, “la Fuga de Oblatos” y “Años Negros”. Tarhuni utilizó estos capítulos para construir, según sus palabras, una “Historia” —con H mayúscula— 179 Ibid p. 17 180 Ibid p. 2 Sin embargo, a diferencia de las tesis de Palacios Hernández y Laguna Berber, la autora no construyó total o parcialmente su tesis para demostrar este punto. 181 Una preocupación que veremos replicada desde otro enfoque en la tesis de Cristina Támariz Estrada en el siguiente capítulo. 84 de la Liga, mediante la cual propuso de distintas maneras que la organización era, ante todo, de índole “político-propagandística”. Esta reconstrucción de “Los Hechos” de la 23 de Septiembre fue reforzada con testimonios pertenecientes a su complemento: “Las Vidas” de los excombatientes o bien, la historia con h minúscula. La denuncia desde el presente fue establecida en el último capítulo de la tesis mientras que las contradicciones del clandestinaje fueron abordadas al cierre del primer capítulo y, de manera incidental, en los tres capítulos subsecuentes. En su capítulo inicial —“El Barrio”— la autora reprodujo muchas de las observaciones hechas con anterioridad por el historiador Rodolfo Gamiño Muñoz en su tesis182 de licenciatura: la consideración de Los Vikingos como una pandilla “atípica” —adicta al estudio, alejada de las drogas y distinguida por la autodefensa—; la caracterización de Universidad de Guadalajara como campo de enfrentamiento político entre pandillas y familias influyentes de la perla de occidente; los orígenes barriales de los mismos Vikingos y, por extensión, tanto del FER como de una porción de la Liga y algunos de los hitos represivos que precipitaron la transición al clandestinaje de algunos estudiantes tapatíos.183 Como mencioné párrafos arriba, la autora usó esta última sección para abordar algunas contradicciones de la transición a la clandestinidad. En esta parte de la tesis trató, sobre todo, las interacciones entre las decisiones y los deseos personales y las imposiciones político-estructurales que atraviesan este paso. De tal suerte, utilizó los recuerdos de Antonio Orozco Michel e incluyó algunos de Berta Lilia Gutiérrez Campos, “La Tita”, quien señaló que, a pesar de estudiar y ser maestra de primaria, lo que más le motivaba era la militancia, por lo cual cayó en cuenta “de que no iba a concluir mi carrera, porque la lucha es algo a lo que le 182 Rodolfo Gamiño Muñoz, Del barrio a la guerrilla. Historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre (Guadalajara 1964-1973), México, Cedema, 2006, texto que analizaré en el cuarto capítulo de esta tesis 183 Entre tales hitos figuran la balacera desatada durante un mitin celebrado en instalaciones del Politécnico, la expulsión militar —y posterior destrucción— de la Casa del Estudiante del Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente, y el asesinato de Arnulfo Prado Rosas. 85 tienes que dedicar todo tu tiempo y si quería ser consecuente, la clandestinidad era el camino a seguir”.184 El segundo capítulo de la tesis inicia con una caracterización de la Liga que la ubica como “el proyecto político-militar de carácter nacional que más impacto tuvo en los setentas”185, una frase que complementa las observaciones de Tarhuni sobre la LC23S en tanto “organización más importante” vertidas párrafos arriba. Tras precisar los cinco puntos186 que rigieron los aspectos “militares” de la LC23S en sus inicios, la autora finalmente presentó su posicionamiento sobre su objeto de estudio: En la estructura de la Orga el Buró de Dirección Política, integrado por unos seis u ocho miembros que se consideraban dirigentes a escala nacional, tomaba las decisiones principales. Cabe señalar que la prioridad siempre fue la política y no lo militar; el comité militar se encontraba debajo del Comité de Prensa, encargado de redactar el periódico Madera.187 La autora trazó un paralelismo entre la jerarquía estructural de la Liga —posición de los comités— y la “prioridad” de las acciones llevadas a cabo por la organización: a mayor “altura” de los Comités, mayor “prioridad” de las acciones que coordinaban, comandaban o llevaban a cabo. De tal suerte, justificó la subordinación de lo político a lo militar.188 Si bien Tarhuni utilizó las páginas subsecuentes para detallar tanto el inicio de la “cacería” policial desplegada contra la Liga como algunas meditaciones superficiales sobre las posibles razones de su debilidad, uno de los elementos sobresalientes de este capítulo es la recuperación que la autora hizo de las 184 Ibid p. 58 185 Ibid p. 65 Mis itálicas. Una caracterización superlativa semejante a las propuestas por Laguna Berber y Palacios Hernández 186 “Desarrollar actividades militares para apoyar el movimiento de masas; ajusticiar a miembros prominentes del ejército, de la policía, líderes charros y pequeñas unidades de los cuerpos de represión enemigos; recuperar o expropiar armas y municiones; expropiar todos los recursos materiales y monetarios para la lucha y liberar a presos políticos”. Ibid p. 70 187 Ibid p. 70 188 La autora llevó a cabo esta justificación sin ahondar en qué era “prioritario”, por qué ciertas acciones eran “prioritarias” o por qué utilizar el concepto de “prioridad” para explicar las acciones y la jerarquía estructural de la Liga. 86 palabras de Mario Álvaro Cartagena, “El Guaymas”. Es notorio que las opiniones del excombatiente coinciden ampliamente con su propia caracterización de la Liga: la clase en el poder siempre va a tratar de despreciar nuestra organización, porque a pesar de que la mayoría provenía de una extracción estudiantil hubo compañeros que tenían una capacidad militar y de organización muy fuerte. Y aunque teníamos capacidad para hacer mucho más en el plano militar, éste nunca pesó más sobre lo político.189 Además de narrar los pormenores cotidianos del encierro en Oblatos, Tarhuni utilizó el tercer capítulo de su tesis para identificar las escisiones que fracturaron la organización tras la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón. Luego de una breve narración del escape carcelario, retomó el entrecruce de la Historia y la historia de la Liga. De tal suerte, el cuarto capítulo inicia con el mismo énfasis en el predominio de las acciones propagandísticas y “políticas” sobre las de índole “militar” —sólo que ahora tras la huida del penal de Oblatos. La autora recuperó, por ejemplo, una de las decisiones operativas que siguieron al escape: se decidió que el Michel y el Guaymas se incorporarían a distintas brigadas en el DF en zonas fabriles, porque al mismo tiempo que ocurren muchas detenciones y desapariciones, el periódico Madera alcanza un tiraje de 40 mil ejemplares mensuales, por lo que la actividad principal de la Liga era política y de propaganda revolucionaria.190 Este acento sobre la “política” y la “propaganda” al interior de la Liga predominó en las páginas restantes del capítulo. Así, tras narrar el intento de secuestro a Margarita López Portillo191 y las modificaciones estructurales que detonó este 189 Ibid p. 88 Mis itálicas 190 Ibid p. 126 Mis itálicas 191 Acción que fue sobre-interpretada por la autora: “El hecho de que una organización armada atentara contra la cúpula en el poder, era una señal clara de su alta capacidad de organización y 87 operativo al seno de la Liga192, Tarhuni mencionó, una vez más, cómo fue que sus integrantes se abocaron a tareas propagandísticas. A su parecer, durante 1977- 1978, la organización “decidió proyectar la imagen de no tener suficiente capacidad militar”193, esto conllevó a que las acciones “bélicas” dejaran de ser reivindicadas públicamente y a que la actividad pública de la Liga se centrara “en el trabajo político, repartiendo el Madera” para lo cual “se formaron brigadas en fábricas, campos agrícolas, escuelas y zonas industriales”.194 Finalmente, Tarhuni cerró este capítulo con un apartado en el cual presentó el “saldo” de la Operación 29 de Mayo —nombre que la Liga le asignó al operativo para escapar de Oblatos. Presentó breves semblanzas de los combatientes que participaron en ella, la mayoría de ellos desaparecidos o asesinados. Este final le permitió conectar con el quinto capítulo, “Al final del cambio”. La denuncia contenida en sus páginas fue trazada a partir de cuatro ejes: la reconstrucción de la vida y la desaparición forzada de Alicia de los Ríos, la narración del encierro carcelario de otros excombatientes de la Liga, el desglose de los fracasos gubernamentales u oficiales por investigar el Terrorismo de Estado de las décadas de los 60 y 70 y la recuperación de una serie de ponderaciones finales de los ex militantes sobre su pasado. En términos sumamente generales, Tarhuni utilizó este capítulo para ligar o concluir las preocupaciones que detonaron su trabajo y que fueron mencionadas páginas atrás: la desinformación y la persistencia del pasado.195 De tal suerte, la autora enfatizó el aspecto “reciente” o “aún presente” del pasado en que se gestó y desarrolló la Liga. Por una parte, rastreó críticamente a estrategia militar” Ibid p. 138. Es menester señalar que esta valoración de altas capacidades organizativas no incluye el hecho de que el líder de la LC23S en esos años, David Jiménez Sarmiento, resultó muerto durante el operativo. 192 Tarhuni es la única autora que ha propuesto un giro estructural sui generis en la Liga durante 1976-1978. A su parecer, durante estos años, transitó de ser “una organización político-militar revolucionaria, comunista y clandestina, a una organización conspirativa, que se encargó de la lucha contra la policía política, en pocas palabras, contra los agentes gubernamentales expertos en la lucha subversiva” Es una propuesta interesante sobre la cual no profundizó. Ibid p. 139 193 Ibidem 194 Ibidem 195 Enfatizó el carácter de Antonio Orozco Michel y Mario Álvaro Cartagena como únicos supervivientes de la Operación 29 de Mayo y precisó la continuidad, hasta sus días, de la desaparición forzada. Vid pp. 174 y 192, respectivamente. 88 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Femospp y otras instancias oficiales e institucionales para poner en evidencia la permanencia de la impunidad. Por la otra, ubicó a Antonio Orozco Michel y a Mario Álvaro Cartagena —y, con ellos a Berta Lilia Gutiérrez Campos y Graciela Mijares— como supervivientes, protagonistas y testigos de aquel entonces; y señaló la perpetuación, hasta esos días —2010—, de la desaparición forzada como técnica represiva gestada durante la llamada “Guerra Sucia”. En este sentido, Tarhuni enlistó los distintos canales por los cuales el pasado reciente permanece o persiste: los supervivientes del Terrorismo de Estado, la impunidad de la represión llevada a cabo en aquel entonces y la prolongación de una misma técnica represiva. Para poder elaborar esta tesis la autora se sirvió de algunas fuentes indirectas196 y directas —como algunos reportes periodísticos sobre la violencia estudiantil desatada en Guadalajara durante el otoño de 1970 y algunos testimonios de excombatientes elaborados décadas después—, destacando las orales. Los excombatientes que entrevistó fueron Mario Álvaro Cartagena López, Antonio Orozco Michel, Bertha Lilia Gutiérrez Campos, Jaime Laguna Berber y Graciela Mijares. Además de haber elaborado narraciones, utilizado testimonios y formulado caracterizaciones en torno a la Liga como una organización preeminentemente “política” y propagandística, a la persistencia del pasado inmediato a través de diversos canales y, en menor medida, a las contradicciones subyacentes al transitar a la clandestinidad, Tarhuni mencionó algunas ideas secundarias que es menester rescatar. Por una parte, además de haber detallado los hitos represivos específicos de Guadalajara como detonantes del paso al clandestinaje de varios militantes del FER, la autora repitió un lugar común, presente en varios de los trabajos analizados en esta tesis: la masacre del 2 de octubre y la matanza del jueves de 196 Vid. Sergio Aguayo Quezada, La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Editorial Grijalbo, México, 2001 pp. 414, algunos manuales de periodismo y otros tantos libros sobre teoría política como Carlos Sirvent [coord.], Partidos políticos y procesos electorales en México, Porrúa, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM, México 2002 89 Corpus “tuvieron como consecuencia la radicalización de dichos movimientos [estudiantiles] y la conformación de varios grupos armados en el país”.197 Por la otra, esta es una de las pocas tesis que incluyen testimonios en donde se menciona, casi incidentalmente, alguna anécdota o recuerdo vinculado a las cuestiones materiales del clandestinaje. Bástenos un ejemplo de Bertha Lilia Gutiérrez, quien precisó que tanto ella como el resto de sus colegas sabían “manejar las armas, limpiarlas, armarlas, hacernos cargo de ellas. Esa era una de las tareas que también nos ocupaban durante el día. […] Eso me parece importante señalarlo porque eso se dio desde el FER. Yo creo que por eso nosotros aportamos bastante a la Liga en cuestión militar. Hubo un momento en el que los miembros provenientes del FER sostenían económicamente la Liga”.198 Finalmente, Tarhuni se posicionó de manera crítica ante la Reforma Política y la Ley de Amnistía implementadas durante el gobierno de José López Portillo. Calificó a la primera como una concesión gubernamental que, al canalizar el descontento social hacia las urnas, logró desactivar las “manifestaciones violentas”. Y recuperó el carácter contradictorio de la segunda: si por una parte “benefició a cientos de guerrilleros presos” 199 , por la otra operó como un mecanismo de control social al vigilar y espiar, precisamente, a los beneficiados. 2.2.3 José Ángel Escamilla Rodríguez: hacia una refutación compleja del carácter político de la LC23S Terrorismo, prensa clandestina y comunismo consejista en la Liga Comunista 23 de Septiembre200 es el título que lleva la tesis de maestría en humanidades 197 Ibid p. 2 198 Ibid p. 72 199 Ibid p. 4 200 La primera versión de esta tesis fue dirigida por Enrique G. Canudas Sandoval, especialista en historia comparada y regional y autor de investigaciones como Las venas de plata en la historia de México. Síntesis de historia económica y Los últimos utopistas. La segunda, que optamos por analizar en este trabajo fue dirigida por Carlos Illades, historiador especialista en historia moderna y contemporánea de México. Entre los temas que ha abordado con mayor profundidad figuran la historia del comunismo en México, la historia del Partido Comunista Mexicano, la historia de la izquierda en México durante el siglo XX, y la historia de los trabajadores en el siglo XIX. 90 presentada por José Ángel Escamilla Rodríguez201 en la UAM Iztapalapa durante 2016. Este texto no está dividido en capítulos, sino que se integra por 38 apartados, sin contar la introducción y las “digresiones” incluidas a manera de conclusión. A excepción de la primera parte —compuesta por el contexto, algunas reflexiones teóricas sobre el terrorismo y un ejercicio comparativo entre la Liga, la Fracción del Ejército Rojo y las Brigadas Rojas— el resto del texto fue organizado de manera medianamente cronológica. Los apartados de su tesis pueden ser divididos en los siguientes sub-temas: los acercamientos no capitalinos a la Liga, las reflexiones teóricas en torno a la organización, una “estructura social” de la Liga, las acciones de la Liga, la producción teórica y periodística de la organización, los acontecimientos y procesos vinculados al grueso de la LC23S y a su dirigencia, y los golpes asestados en su contra. Antes de especificar las hipótesis y las preguntas que guiaron su tesis de maestría, Escamilla problematizó en torno a ciertos conceptos y aclaró algunos posicionamientos que es menester rescatar. En primer lugar, el autor justificó el uso de “terrorismo” como herramienta conceptual: “la utilización rigurosa de este concepto nos permite realizar un análisis que contextualiza a este grupo a escala global y permite compararlo con otros similares fuera del continente americano”.202 De igual manera, precisó que, a pesar de que dicho concepto tiende a ser utilizado desde el Estado para criminalizar y perseguir, su trabajo buscó “demostrar la utilidad, aunque limitada, de dicho concepto mediante la comparación”203 al igual que examinar sus límites. Escamilla también utilizó estas páginas iniciales para posicionarse en torno a la Liga e incluir su caracterización de la organización. Según él, su tesis demuestra “que las actividades de la educación política por medio de la 201 José Ángel Escamilla Rodríguez es licenciado en historia y maestro en humanidades por la UAM Iztapalapa. Tanto la tesina de licenciatura como la tesis de maestría que presentó para obtener ambos grados versan sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre. Sin embargo, para este análisis retomé únicamente su tesis de maestría, ya que en ella recicló varios apartados del trabajo con el cual se licenció. Además de haber elaborado ambas disertaciones, en años recientes este autor ha escrito artículos sobre terrorismo, guerra contra el narcotráfico y vigilancia estatal. 202 José Ángel Escamilla Rodríguez, Terrorismo, prensa clandestina y comunismo consejista en la Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981, tesis para obtener el grado de maestro en Humanidades, UAM Iztapalapa, 2016, p. 1 203 Ibidem 91 propaganda fueron las más importantes, siendo respaldadas por las armas con acciones como secuestros y asaltos bancarios para obtener recursos y así elaborar e imprimir su propaganda”.204 En la siguiente oración, el autor conjuntó el uso de “terrorismo” como herramienta conceptual y la subordinación de las actividades “militares” —o violentas— a las “políticas” —o propagandísticas— para aclarar por qué podemos considerar a la Liga un grupo “terrorista”: “Con enfrentamientos contra la policía y el ejército [los militantes] protegieron sus imprentas y los repartos de Madera, lo que implicó el uso de la violencia con fines políticos un elemento esencial que nos permite considerarlos como un grupo terrorista”.205 Finalmente, luego de adelantar algunas observaciones sobre los conceptos que usó y las caracterizaciones de las cuales partió, Escamilla articuló los dos elementos restantes del título de su tesis: la prensa clandestina y el comunismo consejista. Según precisó, “el denominado Comunismo Consejista fue el elemento principal que distinguió a la Liga tanto en su teoría como en su práctica política, particularmente a partir de 1976, hecho evidente al revisar el Periódico Madera, las acciones armadas que realizaron contra funcionarios sindicales y la política que intentaron llevar a las fábricas”.206 Las preguntas guía que articularon esta tesis son: “¿Quiénes fueron los actores que emitieron la propaganda a estudiar? […] ¿Qué hicieron los militantes de la organización? […] ¿Qué escribieron?”.207 La hipótesis propuesta por el autor es que “La prensa clandestina es el elemento que distingue a la LC23S como el elemento más importante en su actuar. No las acciones armadas ni los sucesos de nota roja, sino el trabajo de 204 Ibidem mis itálicas 205 Ibidem Es decir, según esta cita, que la LC23S fue un grupo terrorista porque defendió sus imprentas y las repartizas del Madera por medio de la violencia. Recordemos este elemento, puesto que choca frontalmente con la definición que el propio Escamilla propuso de “terrorismo” páginas adelante. 206 Ibidem 207 Vid pp. 4,5 Las dos primeras preguntas (la identidad y las acciones de los militantes) también fueron recicladas de su tesina de licenciatura, vid Escamilla op. cit. p. 17 92 educación y agitación política protegido con las armas influenciado, principalmente a partir de 1976, por el Comunismo Consejista”.208 Luego de detallar los conceptos, de posicionarse y de aclarar tanto los problemas que detonaron su trabajo como la hipótesis que ofreció a manera de respuesta, Escamilla le dedicó un apartado entero al Estado de la cuestión. Esta es una de las pocas tesis —si no es que la única— que ha puesto un énfasis significativo sobre la producción discursiva en torno a la Liga. Sin embargo, este énfasis no implicó lucidez crítica. Al elaborar esta sección, el autor no hizo un simple recuento de qué se había escrito hasta el momento sobre la Liga. De manera semejante a como hizo García, Escamilla utilizó esta sección para homologar, reducir y simplificar la historiografía y los testimonios sobre la organización y así configurar un enemigo discursivo al cual contraponer su propio texto. De tal suerte, además de celebrar las tesis que coincidieron con sus observaciones y reprender las que no209, redujo gran parte de la bibliografía sobre la Liga a las opiniones de Gustavo Hirales.210 En los apartados restantes de su estado de la cuestión, Escamilla perfiló sutilmente algunas pistas de la intención con que elaboró esta tesis. Por ejemplo, quiso demostrar que los “años de vida” de la Liga no fueron súbitamente clausurados tras la muerte de David Jiménez Sarmiento en 1976.211 De igual manera, criticó a quienes consideraron a la Liga un grupo “fanático”212 y enfocó 208 Ibid p. 3 Mis itálicas. Debemos señalar que la hipótesis fue incluida antes de las preguntas- problemas guía de la tesis. Es decir, que ésta no fue acomodada a manera de respuesta de las preguntas guía. Esto se vuelve aún más notorio cuando nos percatamos de que sólo una de estas preguntas (¿qué hicieron?) fue respondida de manera sumamente laxa en la hipótesis de Escamilla (la prensa clandestina como elemento que distingue a la Liga). El autor tampoco anotó los objetivos de su trabajo. Ahondaremos sobre estos descuidos al final del apartado. 209 Consideró la tesis de Mauricio Laguna Berber una “excepción notable” mientras que citó de manera sumamente sesgada el trabajo de maestría de Rodolfo Gamiño Muñoz. Vid. pp. 9-11 210 Condensadas en algunos señalamientos del excombatiente que colocaron a la organización como “expresión del vanguardismo político de grupos estudiantiles desesperados, presos de una gran confusión política, que [sic] las motivaciones de su lucha son ilegítimas, y peor aún, que son parte de la estrategia del Estado y el imperialismo para desarticular los movimientos sociaes” Ibid p. 7 Apud Hirales, La Liga Comunista… p. 22 211 Vid p. 13 para las consideraciones de Escamilla sobre cómo 1976 no significó el “naufragio” de la organización. 212 Vid p. 14 A decir de Escamilla, el hecho de que los militantes y líderes de la Liga provinieran de movimientos estudiantiles y contaran con un elevado nivel educativo los “vacunó” contra el fanatismo y les impidió transformarse en simples “fanáticos marxistas” o “unos suicidas asaltabancos”. 93 sus baterías contra el “dogmatismo” que otros académicos le han achacado a la organización.213 Propongo que el principal interés que el autor buscó satisfacer con esta tesis fue elaborar una refutación en varios niveles contra lo que veleidosamente denominó, en distintas partes de su texto, la “historiografía dominante”, “historiografía tradicional” o bien “historiografía perezosa”. Con este trabajo, Escamilla buscó demostrar que la Liga fue el opuesto de lo que su estado de la cuestión — exiguo, sesgado y reducido a las opiniones de Gustavo Hirales— dijo que es. Esta refutación fue construida sobre dos niveles principales —cronológico y político— y un nivel secundario —geográfico—. En el plano cronológico, Escamilla retomó fuentes y articuló argumentos para demostrar que la Liga pervivió aún después de 1976. En el plano político, el autor hizo lo mismo para caracterizarla como una organización anti-fanática, anti-dogmática y que, como han señalado el resto de los autores pertenecientes a este enfoque, priorizó las acciones “políticas” —consistentes en la “educación de las masas” por medio de la distribución del Periódico Madera— sobre las “militares” —que, a decir de Escamilla, no fueron más que ‘herramientas auxiliares’ en la ejecución de las primeras. En el plano geográfico, el autor elaboró varios apartados para demostrar que la Liga operó en un terreno mucho más extenso que el circunscrito por la historiografía “tradicional”.214 Para satisfacer este interés, Escamilla se sirvió de una serie de argumentos, ideas secundarias y conceptos que, si bien fueron mencionados superficialmente en los párrafos anteriores, expondré detalladamente a continuación. Luego de esbozar un somero contexto en función de la violencia estatal durante las primeras siete décadas del siglo XX en México, el autor detalló los pormenores teóricos y prácticos del terrorismo. A pesar de haber incluido varias 213 Vid p. 17 observaciones sobre la tesis de doctorado de Lucio Rangel Hernández. 214 Un área de influencia que, en lugar de aparecer restringida al Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey y Culiacán, se extendió, además, por Chihuahua, Oaxaca, Sonora, Coahuila y Durango. 94 definiciones ajenas del concepto215, Escamilla presentó y utilizó —a lo largo de la tesis— su propia definición. Sírvannos dos observaciones para aprehender su concepción personal del terrorismo: Entonces esta violencia surge como una herramienta para conseguir sus fines políticos mediante la visibilidad que ésta pudiera generar en los medios de comunicación que transmiten sus actos, como veremos en el caso de la LC23S, no es la muerte ni violencia irracional el fin último. Ubicando así al terrorismo como herramienta y no como objetivo. 216 De igual manera, Escamilla ofreció una suerte de síntesis del concepto: “El uso combinado de la violencia y la propaganda para conseguir objetivos políticos”.217 Si conjuntamos ambas, tendremos que el autor entendió el terrorismo como el uso instrumental de la violencia, la propaganda y el impacto de éstos en los medios de comunicación para satisfacer objetivos políticos. Como mencioné un par de páginas atrás, esta definición choca frontalmente con la que refirió en su introducción.218 Si nos apoyamos en las observaciones anteriores, para el autor, todo uso instrumental de la violencia con fines políticos puede ser leído como “terrorismo”. De ahí que considere la protección violenta del proceso de edición, producción y distribución de Madera un acto de “terrorismo”. Escamilla incluyó otras tantas disquisiciones personales sobre las diversas manifestaciones del terrorismo. De tal suerte, presentó sus formas y distintas oleadas,219 y llevó a cabo un ejercicio comparativo entre la Facción del Ejército Rojo, las Brigadas Rojas Italianas y la LC23S en tanto organizaciones terroristas.220 215 Sobresalen las propuestas de Walter Laqueur, Joshua Sinai, David Rapoport y Cindy C. Combs. 216 Ibid p. 40 217 Ibid p. 41 218 Vid nota 202 219 Las formas del terrorismo mencionadas por el autor son el “terrorismo desde arriba” contrapuesto el que proviene “desde abajo”. Las diferentes oleadas han sido: terrorismo anarquista, terrorismo anti-colonial, terrorismo de la ‘nueva izquierda’ y terrorismo religioso. 220 Es decir, que ejercieron la violencia como herramienta, en función de sus respectivos objetivos políticos. Es curioso que el autor haya comparado a la Liga únicamente con organizaciones 95 Tras finalizar su ejercicio comparativo, Escamilla inició la segunda parte de su tesis, centrada en las distintas acciones y actividades de la Liga. Como mencioné previamente, su tesis está medianamente “ordenada” de manera cronológica. Sin embargo, los temas recuperados en esta serpenteante curva temporal son dispersos y adolecen una estructura explícita. Debido a lo anterior, opté por organizar el análisis de esta tesis de acuerdo a los distintos tipos de refutación que presentó. El ejercicio de refutación geográfica es patente en los siguientes apartados: “La Liga en Oaxaca”, “El intento en Veracruz”, “La Liga en Durango”, “La Liga en Baja California”, “La Liga en Sonora” y, en menor medida, “Los últimos reductos”. Escamilla utilizó estos apartados para presentar una revisión somera de las actividades realizadas por la organización en dichos estados: desde pintas y distribución de propaganda hasta expropiaciones, secuestros o ajusticiamientos.221 De tal suerte, al finalizar la sección dedicada al estado de Oaxaca, el autor precisó que “Es notable la actividad que logró la Liga en la entidad y la efectividad en sus acciones, dirigidas contra caciques y policías, que se vieron ahogadas por el ejército en un lapso relativamente corto”.222 O bien al concluir el apartado abocado a Baja California, en el cual, además de resaltar las actividades de la Liga en dicho estado, volvió a criticar las caracterizaciones de la “historiografía tradicional”: “Y por otro lado está un reporte del 6 de mayo que nos hace preguntarnos ¿Estaba la Liga tan desvinculada de la población como la historiografía tradicional nos dice? Pues en esa fecha 600 estudiantes a las 20 europeas cuando el resto del continente ofrece ejemplos cuyas comparaciones podrían ser sumamente fructíferas —desde la Acción Libertadora Nacional con Carlos Marighella, al MLN- Tupamaros, pasando por los casos más bien peculiares de las FARC, los Montoneros e incluso la Weather Underground Organization. Vale señalar que esta selección exclusivamente europeizante del autor nunca fue justificada. 221 A pesar de no conformar un único conjunto temático y de estar diseminados en distintas partes de la tesis, la mayor parte de estos apartados fueron organizados análogamente —al proponer, cada uno, una reconstrucción cronológica— y con base en fuentes semejantes —reportes de la Dirección Federal de Seguridad. 222 Ibid p. 120 96 horas se manifestaron en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Baja California para pedir la libertad de los 7 detenidos de la LC23S”.223 Si bien los componentes de la refutación cronológica pueden ser rastreados a lo largo de la tesis, “Los últimos reductos” es el apartado que la ilustra con mayor claridad. Escamilla utilizó este apartado para ahondar en las actividades de propaganda llevadas a cabo por la Liga en Durango, Coahuila, Oaxaca y Nuevo León entre 1977,1978 y 1979. Si tomamos por ejemplo el caso de Coahuila, veremos que el autor precisó que “los expedientes hablan de actividades que por lo menos requieren de la actividad de dos brigadas, por ejemplo en Monclova, en una fecha tan tardía como el 30 de enero de 1981 apareció un ejemplar del Periódico Madera en el comedor principal de Altos Hornos de México SA”.224 Al finalizar este apartado, el autor aclaró que “con lo anterior [¿la información contenida en este apartado? ¿la información detallada hasta ese punto de la tesis?] espero haber documentado y comprobado […] que la Liga continuó operando después de 1975 no solamente en el DF sino en otras zonas urbanas de Nuevo León, Guadalajara, Sinaloa, entre otras”.225 Escamilla llevó a cabo su refutación política desde distintos ángulos. Pretendió caracterizar a la Liga como una organización anti-fanática —cuyos miembros no seguían ciegamente al líder en turno—, anti-dogmática —no adscrita inflexiblemente a una sola tendencia política—, y que invariablemente priorizó “lo político” —consistente en todas las actividades directamente vinculadas al Periódico Madera— sobre “lo militar” —las acciones “violentas”. El autor utilizó los apartados “El oportunismo según Salas Obregón” y “La Liga en Sonora” para mostrar el disenso y el anti-fanatismo de los combatientes de la LC23S. En el primer apartado, Escamilla relató a grandes rasgos la tensa situación en que se encontraba la Liga durante los primeros meses de 1974 —después del 223 Ibid p. 128 224 Ibid p. 190 Los ejemplos de Sonora y Nuevo León —contenidos entre las páginas 194-y 203— también precisan que la Liga continuó desarrollando actividades en dichos estados hasta finales de la década de los 70. 225 Ibid p. 210 97 “Asalto al cielo”, llevado a cabo en enero, y antes de la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón, a finales de abril del mismo año. A decir del autor, estos meses se distinguieron tanto por las pugnas y los resquebrajamientos intestinos como por la “solución” que Salas Obregón propuso al respecto: el llamado a realizar una purga interna.226 Un par de párrafos adelante, Escamilla incluyó algunos lineamientos sobre cómo interpretar este periodo de la Liga: “En la introducción se ha mencionado la percepción de ‘inflexibilidad y obediencia al líder’ que se ha tenido sobre los militantes de la Liga, sin embargo, estas páginas cuestionan esa aseveración. ¿Por qué existieron tantas pugnas? ¿Por qué la Liga no desapareció después de la muerte [desaparición forzada] de su líder?”.227 Si bien el autor no lo explicitó, es claro que interpretó las pugnas internas, los conflictos intestinos y los cuestionamientos lanzados contra Ignacio Salas Obregón como signos de “flexibilidad”, desobediencia al líder y “anti-fanatismo” que refutan las caracterizaciones de la “historiografía perezosa” o “tradicional”. Escamilla utilizó el apartado titulado “La Liga en Sonora” con fines semejantes. En esta sección, el autor se apoyó en la reconstrucción testimonial elaborada por Laura Castellanos228 para narrar los pormenores de tres comandos de la Liga enviados a los municipios de Quiriego, Sonora, y Urique y Chínipas, Chihuahua, situados al sur de ambos estados.229 Como bien precisó en su inicio, esta sección “permite observar una de las divergencias internas de la Liga y cuestionar ‘la obediencia ciega al líder’ mencionada por la historiografía tradicional”. Los elementos que rescató para ilustrar este tipo específico de discrepancias internas fueron las críticas lanzadas por Miguel Topete, uno de los integrantes del comando de Quiriego, contra la dirección de la Liga y las críticas 226 Vid p. 134 para la descripción de Escamilla de este periodo durante el cual las pugnas, aunadas a la persecución estatal, dotaron de un “terreno fértil” al “caos, las sospechas y las ejecuciones”. 227 Ibid p. 139 228 Vid Laura Castellanos, México armado 1943-1981, México, Era, 383 pp. Escamilla retomó algunas secciones del capítulo dedicado a la Liga Comunista 23 de Septiembre. 229 Escamilla no especificó si los tres comandos conformaron, a su vez, el Comando Político-Militar Arturo Gámiz o si éste último fue uno solo de los tres. 98 vertidas por la dirección de ésta última contra el conjunto del Comando Político- Militar Arturo Gámiz. Es notorio que en este caso Escamilla repitió la misma operación interpretativa que en el caso previo: rescatar las discrepancias internas como signo del anti-fanatismo para así refutar las caracterizaciones de la “historiografía convencional”. De manera semejante, Escamilla utilizó varios de los últimos apartados de esta tesis —“Terrorismo, militarismo pequeño burgués y oportunistas”, “Sobre los sindicatos y los consejos obreros” y “Anton Pannekoek, Lenin y el comunismo consejista”— para intentar demostrar que la Liga fue una organización anti- dogmática. El pilar de este argumento es que la LC23S no fue una cerrada organización marxista-leninista, sino que incurrió en prácticas que, a decir del autor, pueden considerarse continuadoras del comunismo consejista. De ahí que la mayor parte de estos apartados estén abocados a rescatar “pruebas” que evidencien este giro ideológico, político y estratégico al interior de la Liga. Entre la “evidencia” figuran los ataques personales a líderes charros y las críticas que la propia Liga esbozó contra la vigencia y aplicación mexicana de la teoría leninista. En el primer caso, luego de mencionar algunos ejemplos230 de asesinatos de cabecillas sindicales, el autor precisó: “Ante la disyuntiva de fortalecer la organización sindical o ‘plantearse su destrucción’, la Liga se inclinó por la segunda opción. Consideraron que el trabajo político en torno a la democratización de los sindicatos charros era inútil”. 231 En el segundo caso, Escamilla retomó las críticas que la propia Liga elaboró contra los planteamientos leninistas en torno a los sindicatos: En Madera se consideró que los textos de Lenin en el contexto mexicano de los setentas perdía [sic.] lógica pues el imperialismo, del cual ya participaba la economía mexicana según el grupo armado, propiciaba ‘la existencia de superganancias que les [sic.] permite a la burguesía corromper a los dirigentes 230 Vid pp. 232-236 231 Ibid p. 236 99 obreros y a la aristocracia obrera’, haciendo de los sindicatos […] una de las más importantes instituciones del capital imperialista.232 Estos elementos —los ataques contra líderes charros, la crítica consejista contra la vigencia de ciertos elementos del marxismo leninismo y la orientación anti- sindical que adoptó la Liga durante el sexenio de José López Portillo— demuestran, a decir de Escamilla, el carácter anti-dogmático de la LC23S. Como bien ponderó irónicamente el autor tras criticar, una vez más, a la “historiografía perezosa”, si la Liga “era tan recalcitrantemente leninista ¿Por qué los planteamientos de la organización empataron de manera tan notable con los de intelectuales holandeses y alemanes que el mismo Lenin repudió?”.233 Finalmente, a pesar de que la tesis esté repleta de referencias, apuntes e ideas poco desarrolladas en torno a la primacía de lo “político” sobre lo “militar” al seno de la Liga, los siguientes apartados condensaron las reflexiones de Escamilla a este respecto: “El Periódico Madera”, “Terrorismo, militarismo pequeño burgués y oportunistas” y sus “Digresiones a manera de conclusión”. En el primer apartado, luego de incluir algunas observaciones formales sobre el periódico, el autor recuperó varias secciones del primer ejemplar para enfatizar su “importancia” dentro de la organización. Aclaró que “esta publicación se pensó como organizador colectivo e instrumento para difundir su política e intentar superar el cerco mediático que el Estado les impuso”.234 Posteriormente, retomó algunas citas de la sección editorial de dicho número para insistir sobre el mismo punto. De tal suerte, citó un listado de las actividades a desarrollar por la Liga y señaló: “Nótese la jerarquía en estas actividades donde no son las armas las que llevaban un lugar primordial”.235 232 Ibid p. 237 El autor concluyó esta sección al señalar que, según su lectura de los análisis de la Liga, los sindicatos —al dejar de ser instrumentos del proletariado y trastocarse en organizaciones del capital— debían ser destruidos de manera semejante al Estado. Vid p. 238 233 Ibid p. 244 El énfasis en los “cuantiosos” puntos en común entre la Liga y el comunismo consejista también puede verse al final del apartado “Anton Pannekoek, Lenin y el comunismo consejista”. En dichas páginas Escamilla volvió a lanzar preguntas retóricas sobre el supuesto carácter dogmático y recalcitrantemente leninista de la Liga. 234 Ibid p. 220 235 Ibid p. 221 100 Escamilla utilizó el apartado siguiente —“Terrorismo, militarismo pequeño burgués y oportunistas”— para tratar la subsunción de lo militar a lo político desde la lógica bélica o castrense. De esta manera, especificó que, si bien la Liga estuvo consciente de que el derrocamiento de la burguesía sólo podría llevarse a cabo mediante la violencia revolucionaria, las actividades militares que efectuaron tenían “un carácter secundario y auxiliar de las tareas de educación política y de la labor de organización, subordinando el combate de calle y la lucha guerrillera a la huelga política”.236 En las “digresiones” que presentó para concluir su tesis, el autor hizo un solo señalamiento sobre la primacía de la producción del Periódico Madera en la Liga: “He abusado de las notas a pie de página con el fin de respaldar mis afirmaciones […] que la Liga tuvo como principal actividad la producción de su Periódico Madera, que no fue una organización militarista y que su existencia va más allá de 1975”.237 Fuera de las tres refutaciones que desarrolló de manera más bien disgregada, Escamilla incluyó varias ideas secundarias a lo largo de su tesis. A continuación menciono algunas. A decir del autor, las masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971 “fueron la confirmación para grupos como la LC23S238 que la vía pacífica estaba vedada para sus aspiraciones políticas”.239 El autor también hizo algunas observaciones marginales sobre el potencial “peligroso” o “amenazante” de la Liga, e incluso las mezcló con sus críticas a la ‘cronología reduccionista’.240 A pesar de subordinarlas casi compulsivamente a “lo político”, Escamilla no se olvidó por completo de las “acciones militares”. De esta manera, al preguntarse por las razones del aumento de las acciones armadas de la Liga, ofreció la 236 Ibid p. 224 La producción y distribución del Periódico Madera era auxiliar en el desarrollo de dichas “huelgas políticas”. 237 Ibid p. 258 238 En efecto, porque la Liga no sólo ya existía en ambos años sino que también había intentado participar, sin éxito, en la política institucional. 239 Ibid p. 98 240 Vid p. 143 101 siguiente respuesta: “la organización, a pesar de los golpes recibidos se consideró con la fuerza para resistir y atacar. Si bien la Liga fue severamente golpeada y debilitada en sus principales zonas de influencia […] aún podían dar de sí y de ello dieron cuenta los operativos que se llevaron a cabo con éxito”.241 Al elaborar sobre los últimos años de la Liga, el autor aventuró algunas observaciones sobre el carácter contrainsurgente de la Reforma Política y la Ley de Amnistía impulsadas por José López Portillo: “La Reforma Política de 1977 fue un aliciente para abandonar la lucha armada aderezada con una Amnistía que permitió la opción de arrepentirse y recuperar algo”. 242 Páginas adelante, Escamilla golpeó de nuevo a la Reforma Política, considerada como uno de los mecanismos que operaron en la intrincada estrategia para combatir a la Liga. A su parecer, el meollo de este mecanismo consistía en la incorporación de la izquierda al “juego electoral”, lo cual no era más que “un antídoto no sólo contra las estrategias antisistémicas sino sobre todo contra la violencia”.243 Finalmente, el autor lanzó una idea sumamente periférica pero original al sugerir que hubo resabios liberales en el seno de la Liga: “¿Dónde podríamos encontrar la vena del liberalismo en esta organización? Nuevamente acudo al archivo donde podemos encontrar algunos militantes que pertenecieron a la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF). Organización de corte liberal y que fue, en algunos casos, un entorno propicio de politización”.244 Mencionemos rápidamente las fuentes en que Escamilla apoyó su trabajo. Además de la bibliografía secundaria que incluyó en su tesis245 el autor utilizó de 241 Ibid p. 162 Es decir, consideró que la Liga incrementó sus acciones militares porque “aún podían dar de sí”. No porque su dirección haya modificado su posicionamiento estratégico o porque se toparan con nuevas y más urgentes necesidades materiales, por mencionar dos hipótesis nada complejas y ligeramente más factibles. 242 Ibid p. 211 243 Ibid p. 268 A pesar de la poca claridad del autor, inferimos que se refirió a que la incorporación de la izquierda reformista al juego electoral fue “un antídoto contra la violencia”, ya que era precisamente dicha izquierda reformista la que llevaba a cabo innumerables ‘actos de violencia’. 244 Ibid p. 260 245 Mayoritariamente consistente en referencias de historia política del México contemporáneo, en trabajos sobre la Baader-Meinhof y las Brigadas Rojas, en textos teóricos sobre el terrorismo y en los trabajos que tildó como “historiografía perezosa”. 102 manera medianamente balanceada tanto textos producidos por la propia Liga246 como informes de la Dirección Federal de Seguridad. Incluso aventuró algunas reflexiones heurísticas sobre cómo el uso de los reportes policiales no conduce necesariamente a respaldar las interpretaciones vertidas en ellos y, como tal, ‘hacerle el trabajo al Estado’.247 Antes de cerrar este apartado me parece pertinente sugerir algunas críticas al trabajo de Escamilla. En primer lugar, el autor usó obtusamente al “terrorismo” como una herramienta analítico-comparativa. Como indiqué en páginas previas, las definiciones que incluyó a lo largo de su tesis chocaron entre sí. Al inicio, contempló que el uso de la violencia para defender el proceso de producción y distribución del Periódico Madera puede ser leído como terrorismo. En apartados posteriores, indicó que la instrumentalización política de la violencia, la propaganda y la difusión que estas puedan tener en los medios de comunicación puede considerarse “terrorismo”. Lo que impera en la primera definición es el carácter defensivo de la violencia, mientras que en el segundo sobresale su instrumentalización en abstracto, sin fines necesariamente ofensivos o defensivos. Esta nula claridad conceptual le permitió aseverar, tanto implícita como explícitamente a lo largo de la tesis, que cualquier forma de instrumentalización de la violencia equivale necesariamente a “terrorismo”. En segundo lugar —y como señalé incidentalmente en una nota al pie— llama la atención que el autor comparara a la Liga únicamente con organizaciones europeas y que no justificara esta selección. Reitero mis dudas: ¿Por qué no retomó las experiencias del MLN-Tupamaros, la Acción Liberadora Nacional u otras organizaciones latinoamericanas o estadunidenses cuya comparación con la Liga pudo haber sido igual o más fructífera? ¿Por qué no justificó explícitamente su comparación de la Liga con organizaciones exclusivamente europeas? En tercer lugar, como la mayor parte de los autores estudiados en esta tesis, Escamilla no analizó las causas materiales que pudieron haber conducido, 246 Desde varios ejemplares del Periódico Madera hasta cartas enviadas por la Dirección de la Liga a los distintos Comités Regionales. 247 Vid p. 189 103 directa o indirectamente, al vuelco consejista en la organización. Entre estas podríamos sugerir la disminución en la capacidad de fuego, la pérdida de cuadros experimentados y el consecuente relevo generacional protagonizado por combatientes mucho menos experimentados en las “acciones militares” pero habilitados para la distribución de propaganda. En cuarto lugar, el autor no llevó la refutación política que propuso a sus últimas consecuencias. Escamilla definió a la Liga a partir de distintas negaciones: una organización anti-fanática, anti-dogmática y anti-militarista. Sin embargo, a excepción del anti-militarismo248 ¿cuáles son los equivalentes positivos de los términos recién enlistados? ¿”Ecuánime” y “heterodoxa”? ¿”Flexible” y “crítica”? Al no atar este crucial cabo, Escamilla dejó incompleta su caracterización de la organización. Observaciones finales En cuanto a los orígenes de la Liga, si bien los textos aquí analizados presentaron contextos heterogéneos, todos, a excepción de Laguna Berber, coincidieron en el énfasis sobre los hitos represivos de 1968 y 1971. En estos cuatro textos, tales masacres fueron detonantes determinantes, directos e inmediatos del surgimiento de la LC23S y, con ella, de otras tantas organizaciones político-militares de finales de la década de los 60 y del siguiente decenio.249 Si nos fijamos en la temporalidad empleada en estas tesis, la mayor parte de sus autores coincidió en dotar a la Liga de una vida extensa e invariablemente vinculada al proceso de edición, producción y distribución del Periódico Madera y no —como veremos en el siguiente capítulo— a la vida y muerte —o desaparición forzada— de sus líderes. De tal suerte, para quienes reivindicaron históricamente 248 Calidad equiparable, tanto por Escamilla como por el resto de los autores de esta tendencia historiográfica, a “lo político”. Es decir: una Liga anti-militarista equivale a una Liga pro-política. 249 Curiosamente, las tesis elaboradas desde el periodismo pusieron el acento en antecedentes de naturaleza distinta: la prensa leninista en el caso de Laguna Berber y, además de las masacres estudiantil-populares, el barrio de San Andrés, Guadalajara, en el caso de Tarhuni. 104 a la Liga, dicha organización existió, grosso modo, desde marzo de 1973 a julio de 1981: desde su fundación hasta la edición del último ejemplar de Madera.250 A diferencia de Palacios Hernández y García Martínez, tanto Laguna Berber como Tarhuni y Escamilla —quienes se enfocaron en configurar a la Liga como referente político, propagandístico u organizativo y no teórico o intelectual— hicieron comentarios sobre los últimos años de la Liga y esgrimieron hipótesis destinadas a reflexionar sobre sus posibles repercusiones institucionales. Los tres autores coincidieron, en mayor o menor medida, en considerar crítica o negativamente a la Reforma Política y la Ley de Amnistía del sexenio de López Portillo.251 A pesar de las diferencias y variaciones recién expuestas, un “interés historiográfico” común cohesiona y caracteriza los textos pertenecientes a esta tendencia interpretativa: inscribir, insertar o incluir a la Liga Comunista 23 de Septiembre en la historia contemporánea de México. Esta operación se llevó a cabo a partir de las distintas formas en que la organización fue configurada como un “referente” y en que fue subsecuentemente reivindicada. Desde el énfasis puesto en las capacidades teórico-intelectuales de los fundadores de la Liga mediante el estudio de las Actas, hasta las distintas oscilaciones políticas que tuvo la Liga en tanto organización anti-fanática, anti- dogmática y anti-militarista, pasando por la pretendida racionalidad de su proyecto militar y su carácter como organización marxista-leninista o notoriamente político- 250 El único autor que eludió esta cronología es Benjamín Palacios Hernández, cuyo cerco temporal se asemeja a las propuestas historiográficas y periodísticas del siguiente capítulo. Como señalé en su momento, el periodo de vida que Palacios Hernández le atribuyó a la Liga coincide, casualmente, con sus años como combatiente. Al hacer esto, el excombatiente llevó a cabo una operación semejante a la de Gustavo Hirales: reducir la existencia de la organización al periodo de militancia personal. 251Las caracterizaron como medidas de “contención”, mecanismos de “desactivación” o “antídotos” contra “la violencia” —Laguna Berber, Tarhuni y Escamilla, respectivamente. Además, el primero de estos autores sugirió que la izquierda institucional tenía/tiene una especie de deuda ante las organizaciones político-militares que forzaron, con métodos de lucha violentos e ilegales, la apertura y dilatación del Estado y, con ello, permitieron su inclusión al juego electoral. Es interesante que ninguno de los dos autores enfocados en rescatar los elementos teóricos o intelectuales de la Liga haya elaborado observaciones en torno a estas medidas estatales. Posiblemente porque las cualidades “intelectuales” o las “elaboraciones teóricas” de la organización no incidieron, directa o indirectamente, en la apertura estatal. 105 propagandística, todos los autores aquí agrupados procuraron establecer a la Liga como un “referente” de distintos aspectos de la historia contemporánea en México. De tal suerte, Benjamín Palacios Hernández elaboró su historia para constituirla como el referente intelectual y “más teoricista” de las organizaciones político- militares tanto del pasado como del presente. Christian García Martínez escribió su tesis para posicionarla como referente racional y teórico de la historia militar y política del México contemporáneo. Mauricio Laguna Berber redactó su escrito para resaltar las características leninistas de la Liga y así ubicarla como referente político de la historia reciente. Si bien utilizaron argumentos disímiles, Tarhuni y Escamilla llevaron a cabo operaciones semejantes a la de éste último: establecer a la Liga como un punto de referencia de las organizaciones políticas del México contemporáneo. Para comprender cabalmente esta construcción de la Liga en tanto “referente” debemos entender esta palabra como un sustantivo siempre acompañado de adjetivos específicos: referente “intelectual”, referente “teórico”, o bien, referente “político”. Mediante la configuración de esta organización como un referente “polifacético” los autores aquí analizados pudieron vincularla, articularla o relacionarla con otras tantas historias: notoriamente, la historia política del México contemporáneo y la historia del pensamiento marxista o de izquierda en el México contemporáneo.252 Los autores analizados en este capítulo reivindicaron a la Liga gracias a estos ejercicios asociativos, mediante los cuales trazaron vínculos entre la organización y las diversas historias que atraviesan al México contemporáneo. Estas operaciones historiográficas les permitieron insertarla en un pasado reciente y oficialmente vedado hasta hace un par de décadas. Sinteticemos. El interés común de estos autores fue reivindicar históricamente a la Liga Comunista 23 de Septiembre mediante su conformación como referente polifacético; para esto realzaron uno o varios componentes o 252 De entre estos autores, Escamilla fue el único que aventuró —a partir de su análisis comparativo entre la Liga, la RAF y las Brigadas Rojas— la posibilidad de erigir a la Liga como una suerte de referente “internacional” de las organizaciones político-militares de la década de los 70. 106 elementos de dicha organización —la capacidad intelectual de sus combatientes, su producción teórica, sus símiles con el leninismo, su capacidad organizativa o sus rasgos eminentemente “políticos”— que les permitieran vincularla con otras historias del México contemporáneo —notoriamente, la historia política e intelectual. Finalmente, fue a partir de dicha asociación que pudieron sustentar su reivindicación histórica de la Liga: exigir y defender, a partir de sus respectivas tesis, el lugar que dicha organización ocupa en la historia contemporánea de este país —si no es que del mundo o, por lo menos, del continente. 107 III. Las debacles de la Liga. Entre los fracasos internos y las derrotas externas Introducción Los textos agrupados en este capítulo no parten de una afirmación o aseveración que busca ser demostrada, sino de una pregunta o duda que busca ser respondida o, en todo caso, sobre la cual se pretende profundizar. La pregunta genérica que atraviesa los textos aquí agrupados fue ¿por qué fracasó o fue derrotada la Liga Comunista 23 de Septiembre? Las respuestas que identifiqué pueden ser divididas en explicaciones que resaltan los factores de orden interno, aquellas que argumentan en pro de las causas externas y las que ubican la debacle en la confluencia de ambas. Es necesario anotar que ninguno de los textos aquí analizados se decantó entera y exclusivamente por un único tipo de explicación de la debacle, ya fuera interna o externa. Para separar estos campos consideré el “fracaso” como el concepto adecuado para referir a las causas internas y la “derrota” para agrupar las externas. Vale la pena precisar lo siguiente. El hecho de que la mayoría de los trabajos analizados partieran de una duda en lugar de una aseveración no implicó que dejaran de perpetuar ciertos estereotipos y estigmas sobre la Liga, como veremos en las observaciones finales del capítulo. 3.1 El fracaso interno: militarismo, violencia ascendente y separación popular 3.1.1 María Cristina Támariz Estrada: advertencias contextuales, repetición histórica y la debacle militarista Operación 23 de Septiembre. Auge y exterminio de la guerrilla urbana en la Ciudad de México,253 tesis que María Cristina Támariz Estrada254 presentó en 253 Esta tesis fue dirigida por Aldo Silvestre de la O’ Tapia, especialista en ciencias de la comunicación. Participó en la elaboración del libro Comunicación y democracia. Reflexiones sobre el nuevo escenario mediático y legal de los medios de comunicación en México: Reforma Electoral, Televisa y la Ley de Transparencia. 254 María Cristina Támariz Estrada nació en Ciudad Nezahualcóyotl en 1979. Para 2007, año en que presentó su tesis de licenciatura, había participado como asistente de investigación en el 108 2007 para obtener la licenciatura en ciencias de la comunicación por parte de la UNAM, está dividida en cuatro capítulos: “Preludio de la insurgencia juvenil”, “Movimientos universitarios: el germen de la insurrección”, “Las ligas de la 23 de Septiembre” y “La Brigada Roja, a fuego cruzado”.255 Si bien Támariz Estrada no detalló el problema de investigación ni su respectiva hipótesis, sí utilizó la introducción de su tesis para referir sus motivos, indicar algunas pistas sobre el argumento principal y fijar sus objetivos. La autora mencionó dos motivos que detonaron su trabajo. Por una parte, señaló que “las acciones de la Liga en la Ciudad de México ejecutadas por la Brigada Roja”256 llamaron ‘poderosamente su atención’ ya que para alguien de su generación resultaba difícil creer no sólo que el país se hubiera enfrentado al trance violento de la guerra sucia, sino que ciertos lugares cotidianos hubiesen sido “escenario de persecuciones policiacas, detenciones ilegales y desapariciones”.257 En la página siguiente, al referirse a la Guerra Sucia, mencionó veladamente el principal argumento de este trabajo: “las implicaciones de aquel periodo en la actualidad son irrebatibles porque a raíz de ese trance violento el gobierno reconoció la falta de espacios políticos para la oposición, al sentar las bases de la primera reforma en materia electoral que en el año de 1977 legalizaba a los partidos de izquierda”.258 CIESAS en proyectos de análisis de discurso legislativo concerniente a temas de educación e indigenismo. De igual manera, había colaborado en proyectos de investigación documental sobre la Guerra Fía en América Latina, movimientos sociales en México durante la segunda mitad del siglo XX y la desclasificación documental sobre la Guerra Sucia con la historiadora Daniela Spencer. 255 El primer capítulo presenta un contexto en tres niveles: la juventud internacional, la opción armada en América Latina y el sistema político mexicano. El segundo contiene un rastreo de los vínculos entre la izquierda y la juventud mexicanas. El tercero incluye una lista de los grupos que conformaron la Liga, un recuento de su junta fundacional y un repaso de sus principales documentos. Finalmente, el cuarto capítulo detalla tanto las ‘acciones espectaculares’ de la Liga en general —secuestros empresariales y el Asalto al Cielo, prácticamente— como las faenas y procesos de descomposición específicos de la brigada recién mencionada. 256 María Cristina Támariz Estrada, Operación 23 de Septiembre. Auge y exterminio de la guerrilla urbana en la Ciudad de México, tesis para obtener el grado de licenciada en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM, 2007, p. III 257 Ibidem Parafraseé esta oración para poder citarla y conjugarla correctamente. Támariz también resaltó cierta cercanía y familiaridad ante el perfil de varios excombatientes estudiados: jóvenes y/o estudiantes universitarios entre los 20 y los 30 años de edad. 258 Ibidem 109 Un poco más adelante la autora señaló que el objetivo central de su tesis fue “exponer el surgimiento de la Liga Comunista 23 de Septiembre en la Ciudad de México”.259 Inmediatamente después aclaró que, para lograr su cometido, rescató la dinámica de los movimientos estudiantiles de finales de la década de los 60 y trazó la historia de la Liga en la capital del país a partir de las vidas de algunos de sus integrantes, particularmente David Jiménez Sarmiento y su esposa, Teresa Hernández Antonio. Finalizó este párrafo explicativo con un comentario sobre sus conclusiones y, de nuevo, sobre el argumento que pretendió desarrollar. A decir de Támariz, en la última parte de su texto buscó demostrar “cómo el ciclo del enfrentamiento entre la guerrilla urbana y el gobierno mexicano culmina con la apertura de espacios políticos para la oposición con la reforma electoral de 1977”.260 A pesar que estos fueron los objetivos explícitos de la autora, propongo que el principal interés que buscó satisfacer con esta tesis apuntó a una dirección distinta. María Cristina Támariz pretendió constituir su tesis como señal de advertencia y/o herramienta de prevención. Es decir, quiso lanzar una señal de advertencia a sectores sociales antagónicos a partir de una lectura específica de su propio entorno/contexto y de los nexos de éste con el pasado. Como mencioné un par de líneas arriba, los motivos que Támariz explicitó en su introducción fueron el conocimiento del trance violento que representó la Guerra Sucia y la familiaridad que le evocaron los excombatientes. Sin embargo, falta rescatar un tercer motivo, fácilmente localizable al inicio de sus conclusiones, para conocer a fondo por qué estudió tanto a la Liga como a la Brigada Roja. La autora inició su último capítulo con el siguiente aviso: “En los últimos meses la prensa nacional ha reportado una serie de acciones ejecutadas por comandos armados en la Ciudad de México”.261 A su parecer, las tácticas de estos comandos presentaron “semejanzas alarmantes con las organizaciones clandestinas de los años setenta”. 262 Señaló que tanto la represión policial 259 Ibid p. IV 260 Ibidem 261 Ibid p. 155 262 Ibidem 110 desplegada a inicios de mayo de 2006 en Texcoco como la colocación de varios artefactos explosivos en la ciudad de México durante la segunda mitad de ese año evidenciaron “los vínculos y la existencia de organizaciones radicales que en pleno siglo XXI consideran viable el camino de las armas para generar los cambios políticos y sociales que el país demanda”.263 Posteriormente, la autora aclaró que el conocimiento del pasado inmediato de México —sobre todo en lo concerniente a las guerrillas urbanas—, es indispensable en “momentos de incertidumbre política”264 marcados por “el resurgimiento de organizaciones armadas de corte guerrillero”265. Las citas anteriores arrojan luz sobre la forma en que la autora interpretó su contexto sociopolítico y nos dan pistas sobre el motivo restante que la llevó a estudiar a la Liga y a la Brigada Roja, en tanto expresiones de la Guerra Sucia como trance violento. Támariz interpretó estos eventos de 2006 como indicadores de otra posible explosión de violencia política. Al no percibir salidas institucionales factibles se remitió al antecedente histórico más cercano y similar —la Guerra Sucia— y la forma en que, a su parecer, fue resuelto: la Reforma Política. La autora trazó una suerte de paralelismo histórico al equiparar el posible estallido de la violencia política en 2006 con el “trance violento” de la década de los setenta. Támariz elaboró el argumento principal de su tesis a partir de este tercer motivo, derivado de la lectura de su contexto y del símil histórico que trazó: el enfrentamiento militar suscitado entre el Estado mexicano y las guerrillas produjo la apertura de espacios político-institucionales a finales de la década de los 70. Tres pilares sostienen este argumento, a saber: las caracterizaciones tanto de las décadas de los sesenta y setenta como de la juventud de aquel entonces, las historias de la LC23S y la Brigada Roja y la tipificación que hizo de la Guerra Sucia. Estos pilares argumentativos se hallan en los capítulos I y II, III y IV y en distintas secciones de la tesis, respectivamente. 263 Ibidem 264 Ibid p. 157 265 Ibid p. 156 111 La autora retomó el contexto latinoamericano marcado por la Guerra Fría y enfatizó la emergencia de la “opción armada” y su transición del campo a la ciudad266 en el primer capítulo de su tesis. Cerró esta sección con un breve comentario sobre el autoritarismo como principal rasgo del sistema político mexicano y una mención a la inminente posibilidad de un levantamiento armado en México durante la década de los sesenta e inicios de la siguiente.267 En el segundo capítulo, Támariz procuró rastrear “el origen de la radicalización política de los estudiantes”.268 Para ello trazó una historia somera del entrecruce de los jóvenes, los movimientos estudiantiles y la izquierda de finales de la década de los sesenta como preámbulo de los levantamientos armados del decenio siguiente. La autora también utilizó esta sección para caracterizar a la juventud de aquel entonces. Al comentar el impacto que la masacre del 2 de octubre tuvo sobre los jóvenes de la época, Támariz se apoyó en los juicios de Gilberto Guevara Niebla. De tal suerte, resaltó el “desinterés en la política” y la promoción de “actitudes nihilistas y revolucionarias”269 como conductas de los herederos del 68. Páginas adelante, retomó el testimonio de Arturo Rivas —primo del principal dirigente de la Brigada Roja, David Jiménez Sarmiento, e integrante de dicha brigada— para profundizar esta caracterización. Según detalló el excombatiente, tanto él como sus colegas militantes venían “de la mera inercia del 68, estábamos en pleno romanticismo, queríamos hacer cosas, pero no sabíamos cómo, nos ganaba el voluntarismo”.270 El propio Rivas apostilló más adelante: “Siempre se reflexionaba sobre la profesionalización y lo clandestino, era una idea muy romántica”.271 De tal suerte, nos topamos con las siguientes caracterizaciones al término de los dos capítulos iniciales. En cuanto al contexto, México figuró como punto de encuentro entre la opción armada latinoamericana y el autoritarismo priista. En 266 Ejemplificada con una contraposición entre la guerrilla cubana y los esfuerzos —urbanos— emprendidos por Carlos Marighella y los Tupamaros, separados por unos cuantos años. 267 Para argumentar lo anterior, la autora se apoyó en el análisis del politólogo Alberto Aziz y en el texto “El Estado fuera de la ley” de Carlos Monsiváis. 268 Ibid p. 23 269 Vid p. 36 270 Ibid p. 57 271 Ibidem 112 términos generacionales, la autora se apoyó en ciertos personajes de la época para pintar el retrato de una juventud idealista, voluntarista y políticamente romántica.272 Para la autora, la colisión y el posterior entrelazamiento de estos tres elementos —la opción armada latinoamericana, el autoritarismo priista y el idealismo político juvenil— propició el surgimiento de la Liga y, subsecuentemente, de la Brigada Roja. Los capítulos III y IV versan, precisamente, sobre estas dos organizaciones. Luego de precisar qué grupos conformaron la LC23S y de señalar algunas de las causas que motivaron su fusión273 en el tercer capítulo, Támariz utilizó el primer apartado del siguiente capítulo de la tesis, titulado “Crónica del exterminio”, para abordar algunas de las ‘acciones espectaculares’ de la Liga —las muertes de Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren, el secuestro de Anthony Duncan Williams— al igual que el inicio de la persecución desplegada en su contra. En lo concerniente a las primeras, la autora planteó que “la estrategia de las guerrillas urbanas de secuestrar a personajes prominentes de la vida social o política de un país resultó desfavorable para la Liga”.274 Támariz ofreció una caracterización sintética de la LC23S —entreverada con ciertos elementos de explicación causal—, después de mencionar el Asalto al Cielo y mencionar los asesinatos de Salvador Corral e Ignacio Olivares: La Liga Comunista 23 de Septiembre, concebida en un principio como una organización político militar se alejaba, en medio de una persecución encarnizada, de sus metas sociales y políticas. El creciente militarismo dividió a sus integrantes entre aquellos que defendían tales posiciones y quienes exigían disminuir las operaciones armadas y prestar 272 Támariz reiteró estas observaciones al final de su tesis. Consideró que la mayor parte de quienes conformaron las organizaciones armadas “eran jóvenes universitarios o profesionistas con una visión ideal y romántica de todo lo que implicaba un movimiento de corte guerrillero” que “soñaron con cambiar las estructuras sociales y políticas del país sin conocerlas a fondo”. Vid. pp. 121-121 273 “En el aspecto político, sus militantes se lanzaron a la clandestinidad por considerar que la igualdad y la justicia social sólo serían posibles en un estado socialista” Ibid p. 60 274 Ibid p. 78 113 más atención al trabajo político entre los obreros. Por otra parte, los rumores de infiltración policiaca desataron la paranoia y fomentaron los ajusticiamientos internos.275 La autora retomó el caso de la Brigada Roja en la segunda parte de su último capítulo, donde rescató sus operativos documentados. Si bien Támariz le dedicó un apartado al Periódico Madera, puso especial énfasis en las acciones armadas y en las bajas resentidas por la Brigada.276 Luego de detallar la mayor parte de los operativos y de evidenciar las nuevas técnicas de persecución estatal, la autora señaló que para 1976 “las pugnas dentro de la organización eran irreconciliables”277. En la última parte de este capítulo Támariz incluyó tanto opiniones de los excombatientes presos en el penal de Topo Chico, Nuevo León —para demostrar el grado de resquebrajamiento interno de la Liga—, como las semblanzas de David Jiménez Sarmiento, Margarita Andrade Vallejo y Francisco Alfonso Pérez —últimos líderes del comando—, pasando por algunos comentarios sobre la LOPPE. Si bien la autora no llevó a cabo una ponderación general o una caracterización de la Brigada Roja en el último capítulo de su tesis, sí lo hizo en sus conclusiones: “El núcleo de la Liga que actuó en la Ciudad de México, conocido como Brigada Roja, llevó al máximo la expresión militarista”.278 Recapitulemos brevemente. A raíz de la estrategia “desfavorable” de secuestrar miembros destacados de la burguesía nacional, la persecución que detonó y los posteriores conflictos intestinos, la Liga devino una organización militarista a pesar suyo. La Brigada Roja —con sus múltiples expropiaciones, muertos e intentos de secuestro— fue la sección de la Liga que encarnó superlativamente esta tendencia. Así, en los primeros dos capítulos, Támariz presentó tanto el contexto de la época como la juventud que lo vivió. El primero estuvo marcado por la tensa 275 Ibid p. 80 276 De las anteriores sobresalen un operativo nombrado por la prensa sensacionalista como “La Masacre de Villa Coapa”, los asesinatos de Teresa Hernández y Adolfo Lozano Pérez y el intento de secuestro de Margarita López Portillo, acción en que murió David Jiménez Sarmiento, líder de la organización en ese momento. 277 Ibid p. 96 278 Ibid p. 159 114 oposición entre la opción armada latinoamericana y el autoritarismo priista. La segunda fue voluntarista, idealista y políticamente romántica. En los capítulos tercero y cuarto, la autora desarrolló las historias de la Liga y la Brigada Roja, respectivamente. En ambos capítulos, Támariz enfatizó cómo la desviación militarista fue paralela al desmembramiento de la Liga y su comando capitalino: presentó un relato según el cual a mayor militarismo mayor fragmentación. Es menester presentar las consideraciones de la autora sobre la “Guerra Sucia” para concluir este análisis. Si bien Támariz no estigmatizó, despolitizó o reprendió a los excombatientes, tampoco señaló explícitamente la preponderante ventaja estatal en sus observaciones y/o caracterizaciones de la Guerra Sucia. Estas consideraciones sobre el conflicto quedaron prensadas entre dos propósitos opuestos: la crítica y la homologación. La autora señaló la desproporción del enfrentamiento entre grupos guerrilleros y fuerzas estatales, mientras que presentó a la Guerra Sucia como un choque entre oponentes igualmente violentos. Támariz sintetizó lo anterior al refutar las proyecciones de Ignacio Salas Obregón sobre la posible guerra civil que resultaría de los combates guerrilleros: A la distancia, la historia de ese episodio oscuro y velado en la memoria social no remite a lo concebido por “Oseas”, sino a un enfrentamiento desproporcionado entre corporaciones policiacas con facultades extraordinarias capaces de justificar la tortura y las desapariciones, y por parte del grupo armado con un sistema que honraba a los caídos con métodos propios de la violencia revolucionaria: asaltos bancarios, secuestros políticos, ejecuciones internas y ajusticiamiento de quienes formaban parte de las fuerzas de seguridad. Esa noche larga y violenta revive en el recuerdo de sus protagonistas al pronunciar la frase ‘guerra sucia’.279 En este breve párrafo, la autora señaló lo desproporcionado o desigual del enfrentamiento. Sin embargo, al mismo tiempo equiparó los métodos de la “violencia revolucionaria” a las “facultades extraordinarias” de los agentes 279 Ibid p. 68 115 estatales, y estimó a ambos bandos como partícipes equiparables de aquella “noche larga y violenta”. Es decir, incurrió en la teoría de los dos demonios al caracterizar a la Guerra Sucia como conjunto de combates librados por dos contrincantes igualmente violentos.280 Los tres ‘pilares’ de la tesis analizados hasta ahora —un contexto que pareciera listo para ser subvertido por una juventud esencialmente idealista; la historia de una organización que se debilita mientras acrecienta sus acciones ‘puramente’ militares, sin fines u objetivos políticos; y el énfasis en la Guerra Sucia como un periodo de trance violento o una etapa marcada por el horror— articulan el panorama de la violencia durante la década de los setenta y sostienen el argumento principal de Támariz. El “saldo negro” de este “trance violento” parcialmente protagonizado por jóvenes voluntaristas que engrosaron las organizaciones guerrilleras, y ejemplificado en la debacle militarista de la LC23S y la Brigada Roja fue lo que, a decir de la autora, generó la implementación de la Reforma Política a finales de la década de los setenta. Sin embargo, Támariz no ahondó en esta relación causal entre violencia política y apertura institucional. Tampoco otorgó un recuento profundo sobre los orígenes y las implicaciones de la Reforma Política. Los únicos datos que incluyó sobre dicho proceso legal pueden hallarse justo antes de sus conclusiones. Tras finalizar su recuento de las últimas acciones de la Brigada Roja Támariz señaló que: en los años siguientes vinieron los cambios políticos que el movimiento armado no se planteó como metas, pero de alguna manera fueron capitalizados por las 280 Támariz también se apoyó en otros dos elementos de carácter secundario o periférico para sostener esta caracterización de la Guerra Sucia como ‘época violenta’. Por una parte, los calificativos o las nociones con que acompañó este concepto a lo largo de su tesis: “trance violento”, “saldo negro”, “horrores del pasado”. Por otra parte, los temas, tanto de la Liga como de la Brigada, que seleccionó y narró fueron casi exclusivamente “hechos violentos” —desde los secuestros hasta los asesinatos de excombatientes—, muchos de ellos relatados con cierto lujo de detalle. 116 fuerzas de la izquierda institucional. El 20 de diciembre de 1977 se promulgó la Ley Federal de Organizaciones Política y Procesos Electorales (LOPPE) orientada hacia la ampliación del sistema de partidos y a la participación de estos en el Congreso.281 En la siguiente página retomó las opiniones de Alberto Aziz para sostener parte de su argumento principal y reiterar que la Reforma emergió a raíz de la violencia política desatada durante la Guerra Sucia. Si bien Támariz no reflexionó con mayor profundidad sobre la LOPPE —a pesar de haberla postulado como culmen institucional del trance violento entre Estado y organizaciones político- militares—, sí la vinculó con el interés principal de su tesis en un par de pasajes de sus conclusiones: Aun cuando la primera reforma en materia electoral no haya sido planteada como un objetivo de la lucha guerrillera, la sociedad y la clase política debe valorar en su justa medida los alcances de un levantamiento armado, para estar atentos y emprender las acciones necesarias antes de que la violencia se desborde de nueva cuenta en nuestro país. Al hablar de los horrores del pasado lo más importante será siempre configurar formas o estructuras políticas capaces de impedir que una experiencia de este tipo se vuelva a repetir. Para aquellos jóvenes que engrosaron las filas de la guerrilla en los años setenta no había un antecedente histórico que diera cuenta de las implicaciones de un movimiento armado, en cambio, para las nuevas generaciones resultará indispensable tener claro el contexto político inmediato para no caer en las tentaciones del idealismo revolucionario ni en la visión mesiánica de la lucha social.282 Como señalé al inicio de este apartado, el interés principal de Támariz fue elaborar, a través de su tesis, una suerte de herramienta de prevención o señal de advertencia. ¿Qué fue lo que quiso advertir o prevenir? La posibilidad de otro brote de violencia política semejante a la Guerra Sucia, cuyas pistas rastreó a lo 281 Ibid p. 115 282 Ibid p. 161 117 largo del 2006. ¿Qué caracterizó a la Guerra Sucia? La violencia que aplicaron semejantemente tanto el Estado como los grupos guerrilleros —estos últimos marcados por el militarismo. ¿Quiénes protagonizaron parcialmente este conflicto? Jóvenes inmersos “en las tentaciones del idealismo revolucionario” y en cierta “visión mesiánica de la lucha social”.283 ¿Cómo se resolvió este trance violento? Mediante la apertura política que impulsó la LOPPE. ¿Cómo resolver entonces la posibilidad de un nuevo estallido guerrillero en pleno 2006? Con una nueva reforma política y una renovada dilatación institucional. Támariz elaboró esta tesis para presentar, a partir del ejemplo y del paralelismo históricos, una posible solución a lo que percibió como un momento de inestabilidad y efervescencia política. Su principal interés fue advertir sobre las posibles consecuencias de la violencia política —y sobre los resultados del idealismo político juvenil— a la vez que sugerir mecanismos de prevención exclusivamente institucionales. La autora incluyó un par de ideas secundarias que complementaron, sobre todo, el segundo pilar de su argumento principal, a saber: una organización que se debilita conforme acrecienta sus acciones militares, las cuales, además, no formaron parte de su proyecto político original. Por una parte, Támariz enfatizó que la estrategia guerrillera no era una “pieza clave del movimiento”, ya que haberla colocado “en primer plano podía derivar en un terrorismo excitante, al sustituir la acción de las masas con la actividad armada”.284 Es decir, precisó que para la Liga, las acciones militares — o el militarismo en abstracto— nunca figuraron como pilar teórico/práctico de la organización.285 Por la otra, la autora rescató algunas otras razones internas que condujeron a la desarticulación de la LC23S. Tras precisar que durante la III Reunión Nacional de la Liga “se acordó concentrar toda la autoridad” en Oseas, Támariz caracterizó 283 Ibidem 284 Ibid p. 67. 285 Si bien ahondaré sobre este punto en páginas posteriores, es menester que el lector considere las semejanzas entre lo establecido previamente por Palacios Hernández (el nivel de discusión teórica o “teoricismo” de los integrantes originarios de la Liga) y lo comentado aquí por Támariz (el militarismo no formó parte de los pilares teóricos de la organización). 118 los nuevos lineamientos de la organización —definidos por el propio Salas Obregón— como detonantes de su descomposición. Entre estos últimos se encontraban las purgas internas, el hostigamiento a jefes policiales y militares, la excarcelación de presos políticos y la obtención de armamento. Como precisó la autora en su introducción, esta tesis fue innovadora por haber utilizado “fuentes documentales inéditas”. 286 Para elaborar este texto, Támariz consultó múltiples expedientes de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS). Estos documentos fueron utilizados, principalmente, para la elaboración de los capítulos tercero y cuarto. Además de haber empleado los legajos de la policía política, la autora consultó a múltiples académicos y excombatientes para reforzar ciertos argumentos y/o caracterizaciones.287 Támariz vinculó su manejo de fuentes con otra observación contextual — distinta, en este caso, a la percepción de un posible brote de violencia política. En su introducción rescató que pudo llevar a cabo esta investigación gracias a la apertura de los archivos de inteligencia: “Si bien los resultados de la Fiscalía Especial en materia de consignaciones judiciales no son los esperados, en el campo de la investigación la consulta pública de los archivos de la guerra sucia significó grandes beneficios, en medio de las restricciones, para aquellos dedicados a documentar la historia de los movimientos armados en México”.288 Antes de terminar este análisis es pertinente mencionar dos ideas periféricas que atravesaron varias partes del texto sin ser engranadas al argumento principal. 286 Ibid p. II Efecitvamente, de entre las tesis aquí analizadas, esta fue la primera en utilizar fuentes de dicha Dirección. 287 Como señalé incidentalmente párrafos arriba, utilizó el testimonio de Arturo Rivas para darle mayor peso a su caracterización de la juventud idealista. De igual manera, usó parte del testimonio que obtuvo de Martha Maldonado Sosa y Silva para reiterar el grado de descomposición interna de la Liga. Támariz también empleó las opiniones y juicios del politólogo Alberto Aziz en múltiples ocasiones para respaldar y edificar su tesis. Las consideraciones del académico fueron especialmente útiles a la hora de caracterizar el sistema político mexicano y de señalar las causas que llevaron a la implementación de la LOPPE. También rescató el testimonio de Carlos Salcedo —combatiente del comando Lacandones— para referir el ambiente imperante en la ciudad de México durante los años previos a la fundación de la 23 de Septiembre. 288 Ibidem 119 Por una parte, Támariz hizo un par de menciones dispersas sobre la marginalidad, separación o alejamiento de las guerrillas ante los otros sectores sociales. Al abordar las bases teóricas de la Liga señaló incidental y tautológicamente que “la escasa respuesta social que los guerrilleros urbanos recibieron sería un claro indicio de que la sociedad no ofrecería su apoyo ni siquiera en los momentos de mayor represión por parte de los cuerpos policiacos”.289 Finalmente, Támariz elaboró una “moraleja” política al final de su tesis: Luego de la experiencia de la guerra sucia en el país, la moraleja del movimiento armado deja al descubierto una serie de acciones capaces de marginar a los movimientos sociales. En primera instancia, para los gobiernos que enfrentaron a los grupos guerrilleros resultó fácil combatir hasta el exterminio a grupúsculos que para el caso de la guerrilla urbana no contaban con una base social suficiente que les garantizara apoyo y protección.290 Por la otra parte, la segunda idea que quedó al margen del argumento principal giró en torno a la trascendencia o el balance histórico de la Guerra Sucia y, en particular, de las organizaciones político-militares que participaron en ella. La autora ponderó las consideraciones de los ex combatientes, divididas en dos bandos antagónicos: A la fecha, las opiniones de los sobrevivientes del moviendo (sic) armado están dividas (sic). Una parte estima que el saldo de la lucha fue completamente negativo, familias desaparecidas casi en su totalidad, madres que a la fecha reclaman la presencia de sus hijos, son razones de peso para estimar el saldo negro de la guerra sucia. Para otra fracción, las reformas políticas y la Ley de 289 Ibid p. 65 Páginas adelante, al tratar la descomposición de LC23S, aclaró: “El proyecto social que en un principio enarboló la Liga Comunista 23 de Septiembre se resquebrajaba entre el repudio social dirigido principalmente por los medios de comunicación, la tortura y las desapariciones” Vid p. 110 290 Ibid p. 161 120 Amnistía fueron cambios en la estructura política forzados por el movimiento armado291 Estas dos ideas periféricas —la marginalidad de las guerrillas frente a la sociedad y la trascendencia histórica de la Guerra Sucia—, aparecerán como tema, argumento, interés principal o bien como mención secundaria en algunos de los siguientes textos. 3.1.2 Reyes Martínez Torrijos: ‘errores’, fracaso interno y violencia ascendente en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Reyes Martínez Torrijos292 presentó la tesis La Liga Comunista 23 de Septiembre. Los años del fuego (1973-1976): reportaje293 para obtener el grado de licenciado en ciencias de la comunicación por la UNAM en 2008. Este texto está dividido en cuatro capítulos: “La Liga Comunista 23 de Septiembre. Los años del fuego”, “De la autodefensa al hostigamiento; teoría básica”, “’El ascenso de la lucha’ y la práctica del hostigamiento” y “Los días finales”.294 Torrijos dividió la introducción de su tesis en tres apartados. Las especificidades teórico-metodológicas fueron abordadas en Periodismo y reportaje y El método para la elaboración del reportaje; mientras que La Liga Comunista 23 de Septiembre incluye la justificación de la tesis, la motivación que la guió, los objetivos fijados, el tema seleccionado por el autor, las hipótesis 291 Ibid p. 117 292 Además del trabajo académico aquí analizado, el autor ha publicado artículos periodísticos de diversa índole en La Jornada, Rebelión, e Insight. 293 Esta tesis fue dirigida por Elvira Hernández Carballido, doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y especialista en estudios de la mujer por el Colegio de México. Es fundadora de la agencia de noticias Comunicación e Información de la Mujer A.C. (CIMAC). Entre finales de la década de los 80 y el año en que Reyes Martínez presentó su tesis, Hernández Carballido publicó una amplia gama de artículos en diversos medios sobre historia de las mujeres en México e historia del periodismo. 294 El primer capítulo ubica los antecedentes de la Liga en los ‘turbulentos años 60’ al igual que en el Grupo Popular Guerrillero. El segundo cubre las propuestas teóricas de Raúl Ramos Zavala e Ignacio Salas Obregón como líderes sucesivos de Los Procesos. El tercero incluye la fundación de la Liga y sus ‘acciones espectaculares’, desde los secuestros a empresarios hasta el Asalto al Cielo. Finalmente, el cuarto capítulo detalla las incursiones rurales de la LC23S en Guerrero, Oaxaca, Sonora y Chihuahua, el fin de la dirigencia de Salas Obregón y el relevo de David Jiménez Sarmiento. 121 presentadas, y algunas caracterizaciones de la organización. Debido a que los componentes de esta última sección no fueron presentados coherentemente, procuraré reorganizarlos en los siguientes párrafos. Rescatemos rápidamente algunas observaciones tanto generales como particulares de las preferencias teórico-metodológicas de Torrijos, incluidas en las primeras dos secciones de su introducción. En términos generales, equiparó el periodismo y las ciencias sociales al ser métodos de investigación que pretenden explicar la realidad y buscar “la verdad”. En términos particulares, recuperó las consideraciones de Gabriel García Márquez sobre el reportaje como herramienta periodística “profunda” en tanto “reconstitución minuciosa y verídica del hecho”.295 Torrijos elaboró dos críticas para justificar su tesis. Por una parte, señaló cierta ‘insuficiencia’ del testimonio como formato para el estudio de las organizaciones político-militares.296 Por la otra, el autor precisó que las historias especializadas sobre la Liga existentes hasta ese momento eran indicativas “de una situación particular y no visiones globales sobre lo que significó la actividad armada de esta organización”.297 Como ha ocurrido con otros autores, Torrijos esbozó esta doble crítica — testimonial e historiográfica— del estado de la cuestión para establecer un punto de referencia ante el cual tomar distancia y así bosquejar aquello que no sería su texto. De tal suerte, el autor pretendió elaborar una tesis que, contrapuesta a las preocupaciones personales del testimonio y a la estrechez de miras de la historiografía especializada, ayudara a entender cabalmente “los alcances, 295 Reyes Martínez Torrijos, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Los años del fuego (1973-1976): reportaje, tesis para obtener el grado en Ciencias de la Comunicación con especialidad en periodismo, México, UNAM, p. 6 Precisemos también que, al igual que Daniela Tarhuni, el autor utilizó las observaciones de Carlos Septién sobre cómo el reportaje se interesa en “lo que acaba de ocurrir” y no en “lo que fue”. 296 O, como bien indicó: “El tema de la guerrilla ha sido tratado por personas que estuvieron involucradas en algún sentido con ella. Los documentos existentes son en su mayoría vivenciales, lo cual exorciza viejos demonios pero no ayuda al entendimiento cabal de los alcances, posibilidades reales, limitaciones y hechos de semejante expresión de la izquierda mexicana” Vid p. 17 297 Ibid p. 18 122 posibilidades reales, limitaciones y hechos”298 de la Liga, mientras generara una visión global sobre los ‘significados’ de su actividad armada.299 Tanto las críticas como la justificación recién detalladas están directamente relacionadas con la principal motivación que, a decir de Torrijos, guió su trabajo: hallar la “’verdad’ largamente escondida” de la Liga.300 Los objetivos del autor estuvieron en la misma tónica de esta búsqueda “imparcial” por la “realidad” de la organización: “romper con los mitos de vanguardia inmaculada del proletariado o agentes del ‘comunismo internacional y ateo’, nacidos de la ignorancia, y poner a esta organización y a sus integrantes en su punto justo y en sus alcances reales”.301 Así, “las razones internas del fracaso de la Liga”302 constituyen el tema de estudio que Torrijos configuró para llegar a este pretendido “punto medio” que alberga “lo verdadero”, “lo justo” y “lo real” de la 23 de Septiembre. El autor utilizó su caracterización de la LC23S para ligar el tema recién mencionado y ahondar en los fundamentos de su fracaso: La importancia de la LC23S se halla en su integración, mayoritariamente de estudiantes de las principales ciudades del país, y en ese sentido es que su derrota es aún más trascendente, fracaso no sólo fundamentado en la represión, sino en la imposibilidad de elaborar un proyecto de largo plazo y una forma de acceder al poder.303 Es pertinente detenernos brevemente a señalar los componentes de esta síntesis de la organización —y de su fracaso. 298 Ibid p. 17 299 Según él mismo, su tesis es pertinente ya que pretende “componer un cuadro general del grupo, fundamentalmente en cuanto a formas de organización, actuación y taras a su proyecto revolucionario”. Ibidem 300 De manera complementaria, Torrijos comentó que “la realidad” de la organización debía buscarse en el punto medio de las opiniones que Humberto Mussacchio y el Ejército Popular Revolucionario generaron sobre ella. No podemos más que intuir que el autor intentó ubicar “lo real” de la Liga entre los polos de una escala algo inusual, compuesta —inferimos— por ejemplos de la intelectualidad reformista de izquierda y el marxismo-leninismo recalcitrante. Ibid p. 18 301 Ibidem 302 Ibid p. 17 303 Ibid p. 19 123 En primer lugar nos topamos, de nuevo, con la “importancia” en tanto — supuesta— categoría analítica. Sin embargo, en esta ocasión no fue utilizada para construir endebles jerarquías en torno a las distintas actividades de la Liga, sino para referir su composición: el estudiantado urbano, dato que, a decir del autor, hace de su derrota un hecho “aún más trascendente”. 304 En segundo lugar, Torrijos estableció que la organización fue derrotada. Leeremos este verbo como sinónimo del “fracaso interno” previamente mencionado, a pesar de que “ser derrotado” y “fracasar” apunten en direcciones diametralmente opuestas. 305 Finalmente, a decir del autor, la principal causa que propició el fracaso de la Liga fue su imposibilidad de elaborar “un proyecto de largo plazo y una forma de acceder al poder”. Si reformulamos y resumimos la cita anterior, tendremos que lo singular, lo único de la Liga, fue haber sido integrada por estudiantes que fracasaron en formular teorías y estrategias —el “proyecto”— eficaces para la toma del poder. A pesar de no haber planteado preguntas-guía, Torrijos adelantó una hipótesis que, como veremos, está en estrecha sintonía con la errática caracterización recién mencionada: Más allá de las acciones de los cuerpos de seguridad del Estado mexicano, son diversas cuestiones internas quienes provocan la derrota histórica del proyecto revolucionario de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Una deficiente preparación ideológica, militarismo, la venganza como eje de acción, el inmediatiasmo en su actuación frente al Estado y el sobrepeso de la figura del caudillo, la colocaron ante el abismo.306 304 Torrijos no precisó qué entendió por “trascendente” en esta crucial caracterización de la organización. 305 Como indiqué en la introducción del capítulo, si bien ambos verbos denotan la incapacidad de llevar algo a término en una situación de conflicto, el primero ubica la acción en un agente externo —alguien es derrotado por alguien más— mientras que, en el segundo caso, la acción es interna —alguien fracasa. A mi parecer, esta especificidad lingüística es crucial —tanto así que subdividí este capítulo en aquellos que priorizan las razones internas del fracaso de la Liga y quienes defienden que fue derrotada por factores externos. Sin embargo, es patente que para Torrijos no lo fue. 306 Ibid p. 18 124 Si conjuntamos la caracterización y la hipótesis que Torrijos formuló en torno a la organización, tendremos que “la imposibilidad de elaborar un proyecto de largo plazo y una forma de acceder al poder” —es decir, el fundamento del fracaso de la Liga— estuvo conformado por una serie de cuestiones internas: “deficiente preparación ideológica, militarismo, venganza como eje de acción e inmediatismo”.307 Finalmente, el autor aclaró que estructuró su tesis en torno a una selección de hechos que interpretó como los “errores” de la Liga. Dichos “errores” fueron la expresión concreta de los factores internos que condujeron a la organización a su debacle: la presente investigación centró su atención en tres acciones realizadas por la Liga. La explicación de los errores tendrá que ver con la reflexión sobre el doble secuestro de Philips-Aranguren [sic.], en Guadalajara; las jornadas de agitación de enero de 1974, en Torreón [sic.]; y la difusa ejecución de Manuel Gámez Rascón, Julio, personaje de una gran importancia al interior de la Liga por algún tiempo.308 Sin embargo, a pesar de su justificación; de la motivación y los objetivos consignados —animados por situar a la Liga en lo supuestamente “verdadero, real y justo”—; y de la caracterización y la hipótesis detalladas —centradas en las causas internas que condujeron al fracaso de la organización y los presuntos “errores” en que se manifestaron— propongo que Torrijos elaboró esta tesis para satisfacer intereses de índole distinta —y que fueron soslayados en su introducción. 307 Una forma esquemática de sintetizar lo propuesto por el autor hasta ahora sería: las cuestiones internas (militarismo, venganza, inmediatismo, inexperiencia ideológica) provocan la incapacidad de generar un proyecto de largo alcance y una forma de acceder al poder, que a su vez deriva en el fracaso interno de la organización. 308 Ibid p. 19 Efectivamente, Torrijos cometió dos errores en dicha cita: el doble secuestro fue del industrial jalisciense Fernando Aranguren y el cónsul honorario británico, Anthony Duncan Williams. No hubo ningún Phillips. El ensayo insurreccional del Asalto al Cielo fue en Culiacán, no en Torreón. 125 El autor buscó construir una especie de “curva ascendente de la violencia” integrada por lo “dicho”, lo “sufrido” y lo “hecho” por la Liga. Es decir, una curva conformada por la teoría que produjo,309 los hitos represivos que resintieron entre 1970-1976 tanto la organización como los grupos que la conformaron310 y las acciones —o bien los ‘errores’— que llevó a cabo.311 Como bien sugiere su nombre, esta curva construida por Torrijos también debe ser leída en función de la violencia: la violencia pensada por la Liga, la violencia padecida por la Liga y la violencia ejercida por la Liga. De igual manera, vale precisar que es “ascendente” porque denota un proceso de acentuación de la violencia. En la teoría este cauce se desplaza de la autodefensa al hostigamiento. En los “hechos” de la Liga, parte de sus ‘errores’ para llegar a la disociación con ‘la realidad’, las pugnas internas y el militarismo. En los hitos represivos va del asesinato específico de algunos integrantes, a la persecución desplegada contra todos los militantes de la organización y la estigmatización mediática.312 Torrijos utilizó el primer capítulo de su tesis para rescatar los hechos y procesos de mayor pertinencia que antecedieron a la LC23S: los “turbulentos años sesenta” y el Grupo Popular Guerrillero (GPG). En cuanto a su caracterización de la década, bástenos señalar lo siguiente. Por una parte precisó que la protesta y el disenso político eran atendidos con violencia estatal: “en general, la solución de las demandas de los movimientos 309 Sintetizada en los textos producidos por Raúl Ramos Zavala —El tiempo que nos tocó vivir— y por Ignacio Salas Obregón —los Madera Viejos y Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario en México— y en los posicionamientos mantenidos por David Jiménez Sarmiento durante los “últimos años” de la organización según Torrijos. Como veremos en distintas secciones de este apartado, tales textos fueron interpretados sesgadamente. Esto con el objetivo de incorporarlos a la “curva ascendente de la violencia” mencionada. 310 Que, además, obligaron a sus militantes a emprender acciones no necesariamente estipuladas, contempladas o justificadas teóricamente. Entre estos hitos represivos figuran la masacre del 10 de junio de 1971; el asesinato del líder de Los Procesos, Raúl Ramos Zavala, a inicios de 1972; la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón en abril de 1974; y la muerte de David Jiménez Sarmiento en agosto de 1976. 311 Condensados por Torrijos en el doble secuestro de Aranguren-Duncan Williams, el Asalto al Cielo y la ejecución interna de Manuel Gámez Rascón. 312 Este punto fue el menos tratado de los componentes de esta “curva de la violencia ascendente”. Recordemos que para Torrijos, los factores externos no entraron en el tema de estudio que configuró para su tesis. 126 populares, sindicales o estudiantiles pasaba por la vía de la represión”.313 Por la otra, consideró a “los jóvenes” como mayoría consciente de la población. Según indicó, el decenio en cuestión “no se entendería sin el protagonismo de los jóvenes: quienes eran la mitad de la población. Testigos de una política de desarrollo carente de verdadero progreso político o social; para quienes la prensa es ‘vendida’; de la supresión callada y brutal de los opositores obreros y campesinos”.314 Al abordar al GPG, el autor reconstruyó someramente su historia, desde la afiliación de muchos de sus integrantes a la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) hasta el asalto al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua. De manera semejante a como hizo en los apartados posteriores, Torrijos puso énfasis en los textos de la organización y sus militantes: un estudio publicado por Arturo Gámiz en mayo de 1963 y El único camino a seguir, manifiesto elaborado a partir de un encuentro clandestino conocido como el Segundo Encuentro de la Sierra, celebrado a inicios de 1965. Finalmente, el autor explicitó las razones por las cuales presentó este capítulo: “Fueron comunes las oposiciones antiestatales en los años del fuego, pero de entre ellas destacan las manifestaciones estudiantiles y populares de 1968 y la guerrilla foquista que asaltó el cuartel de Madera; ambas jalonan la creación posterior de los grupos armados en México. Ahí su importancia: fueron antecedentes de la Liga y de otras guerrillas de tendencia socialista”.315 Una vez asentados los “antecedentes” de la organización, el autor utilizó el segundo capítulo de su tesis para abordar la transición de liderazgos y posicionamientos teórico-estratégicos al seno de Los Procesos y, posteriormente, de la propia Liga: de la autodefensa según Raúl Ramos Zavala al hostigamiento según Ignacio Salas Obregón.316 313 Ibid p. 28 314 Ibid p. 32 Torrijos no caracterizó personalmente al movimiento estudiantil de 1968 a pesar de haber recuperado muchas opiniones y consideraciones sobre él —desde José Revueltas y Raúl Ramos Zavala hasta Marco Bellingeri pasando por Barry Carr. 315 Ibid p. 55 316 De ahí los títulos tanto del capítulo —“De la autodefensa al hostigamiento; teoría básica”— como de los apartados que lo componen —“El rompimiento con el Partido Comunista ‘reaccionario’” para abordar a Ramos Zavala y “Oseas, el nuevo líder” para Salas Obregón. 127 Además de tratar las cuestiones teóricas de dicho grupo, Torrijos abordó los hitos represivos que resintió. De tal forma, empleó este capítulo para señalar lo que en párrafos previos denominamos “lo dicho” y “lo sufrido” por uno de los grupos que conformaron la Liga. En otras palabras, si retomamos la “curva ascendente de la violencia” que el autor pretendió construir, veremos que este capítulo ahondó en los rubros de la violencia “pensada” y en la violencia “sufrida” o “experimentada”. El autor inició este capítulo con una caracterización compleja y general de los textos teóricos de la Liga. En primer lugar señaló que, “Al pasar el tiempo se vio que esa guerrilla [la LC23S] no estuvo cerca de sus objetivos, sin embargo sus batallas se explican en estos textos”.317 Es decir, sugirió la existencia de una relación directa y general entre los escritos y las acciones de la Liga: los primeros condicionaron las segundas. En segundo lugar, precisó: Los títulos —Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario en México, Tesis de la universidad fábrica, Manifiesto al campesinado— no explican sus concepciones, pero entre sus líneas se encuentra la justificación de su práctica. Niegan el espectro de organizaciones existente, al que tildan de traidor a la revolución y crean una imagen en la que el enemigo está en todas partes.318 En este caso, Torrijos esbozó algunas críticas sobre la teoría de la Liga, a la que consideró paranoica —omnipresencia del enemigo—, aislada —repudio de otros grupos políticos—y dogmática —única verdadera salvaguarda de la revolución ante “los traidores”. En tercer lugar, insistió en el componente dogmático tanto de la organización como de sus textos, a los que consideró “tablas de la ley: todo acuerdo surgía y se sustentaba de ellos; orientaron el camino y las consecuencias se les pueden atribuir”.319 317 Ibid p. 56 318 Ibidem 319 Ibidem 128 A raíz de esta última cita podríamos interpretar que, para Torrijos, la Liga fracasó internamente debido a su paranoia, dogmatismo y aislamiento teóricos. Sin embargo, el autor sintetizó poco después su interpretación sobre el entrelazamiento de la violencia externa ejercida contra la Liga —y las organizaciones que la conformaron— y la ‘violencia interna’, pensada por ellas: La reiterada agresión de los cuerpos de seguridad del Estado profundizó la radicalidad de los jóvenes que luego formaron la guerrilla. Así, desde la participación pacífica en 68, cuando exigían reformas democráticas, llegaron a la idea de la autodefensa, y posteriormente de la masacre del jueves 20 de junio, a la tesis del hostigamiento. El asesinato de los dirigentes orilló al militarismo, que en la práctica significaba rebajar las ‘tareas de las brigadas armadas al exclusivo desarrollo de las actividades militares’, al margen de las masas, camino que siguió la organización en la última parte de su vida; a pesar de que la teoría escrita previene contra ello. 320 Como comenté previamente, el autor utilizó el primer apartado de este capítulo para entrelazar la producción teórica de Ramos Zavala y algunos hitos represivos experimentados por Los Procesos. De tal suerte, luego de considerar a la autodefensa “una propuesta relativamente moderada en el terreno de la actividad armada”321 y de precisar que su objetivo era “ante todo político puesto que intenta fortalecer el número y la confianza de los militantes sobre la actuación directa, de choque”322, Torrijos indicó cómo, después de la masacre del Jueves de Corpus, “de nuevo la muerte se hacía presente y modificaba los principios de la organización. A partir de ese momento, el núcleo [Los Procesos] se dedicó a la creación de una alternativa revolucionaria mediante el fortalecimiento de los lazos con los incipientes grupos armados de izquierda existentes en el país”.323 El autor inició el apartado siguiente aludiendo al asesinato de Ramos Zavala, otro de los hitos represivos experimentados por Los Procesos antes de la 320 Ibid p. 57 321 p. 66 322 Ibidem 323 Ibid p. 69 mis itálicas 129 fundación de la Liga: “La muerte ya convertida en piedra de toque originó una nueva transformación; la causa esta vez fue el deceso de Ramos Zavala”.324 Poco después precisó el vuelco teórico suscitado con el relevo de Salas Obregón, quien “modificó las ideas en las que primaba la autodefensa; la labor inmediata sería ya ‘el hostigamiento permanente de la burguesía, del Estado burgués, y en particular de sus cuerpos policiaco-militares’, como se expresa en los Maderas viejos y en Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario en México”.325 A lo largo del apartado, Torrijos ahondó en este último texto y esbozó algunos comentarios que apuntaron hacia la disociación entre la teoría asentada en los documentos fundacionales de la Liga y “la realidad”.326 A diferencia del segundo capítulo, centrado en la interrelación de la teoría de la Liga con ciertos hitos represivos, el tercero retomó casi exclusivamente los ‘errores’ de la organización. Dichos ‘errores’ fueron abordados en sus apartados segundo y tercero, dedicados a los secuestros de Garza Sada, Aranguren y Duncan Williams, y al Asalto al Cielo, respectivamente. Luego de utilizar el primer apartado de este capítulo para detallar la fundación de la Liga y sus primeros meses de existencia327, Torrijos se centró en los ‘errores’ recién mencionados. El autor culminó su relato del fallido intento de secuestro de Eugenio Garza Sada con su interpretación al respecto: “Lo cierto es que no se ve más que como error de profundas consecuencias para la Liga la muerte de Eugenio Garza Sada por la imposibilidad [sic.] intercambiarlo por el cumplimiento de las peticiones de la organización; además, por sus repercusiones en el ámbito político nacional”.328 De manera semejante, luego de narrar los pormenores del doble secuestro de Anthony Duncan Williams y Fernando Aranguren, además de la ejecución de este 324 Ibid p. 75 mis itálicas 325 Ibid p. 76 326 Vid pp. 79-80 En estas páginas Torrijos indicó, de manera sumamente general y superficial, cómo la representación de la “clase obrera” contenida en los textos de la Liga estaba sumamente distanciada y desligada de la “clase obrera” real. 327 Puntos sobre los que ahondaremos dentro de un par de páginas, a manera de ideas secundarias. 328 Ibid p. 110 130 último, el autor lanzó observaciones semejantes: “La ejecución [de Aranguren] ofreció argumentos a los aparatos de seguridad y a los medios de comunicación para acrecentar la leyenda negra de la Liga, en su carácter sangriento y terrorista, lo cual permitió una campaña de censura contra el grupo armado”.329 Además de la nota al pie de página recién incluida, bástenos señalar, por el momento, que Torrijos leyó estos ‘errores’ de la Liga como aquello que ‘dio pie’ a la represión y a la estigmatización mediática desplegadas en su contra. En el siguiente apartado, tras relatar el Asalto al Cielo e incluir las opiniones de algunos excombatientes al respecto, el autor presentó una suerte de balance personal sobre dicho ‘ensayo insurreccional’. En este caso, las consideraciones sobre el “desapego” de la Liga ante “lo real” volvieron a emerger.330 Un poco más adelante, el autor reiteró lo anterior. Luego de enlistar quiénes fueron detenidos y asesinados durante las semanas y meses inmediatamente posteriores al Asalto al Cielo, opinó: “Confirma la tesis del divorcio para con la realidad en la Liga, la seguridad de que se había obtenido un triunfo político. El ‘Asalto al Cielo’ significó en los hechos un serio revés tanto a la estructura como a la idea de que en México se estaba a un paso de la insurrección”.331 En el cuarto capítulo de su tesis, nombrado “Los días finales” e integrado por tres apartados —“Las guerrillas rurales de la Liga: la BREZ y el ‘Cuadrilátero de Oro’”, “El fin del caudillo: Oseas” y “David Jiménez Sarmiento: metáfora de la Liga”— Torrijos continuó por el mismo camino: enfatizó ‘los errores’ de la 329 Ibid p. 115 Mis itálicas. Tanto esta cita como la anterior ofrecen considerables pistas para tratar de entender por qué Torrijos interpretó ciertas acciones de la Liga en tanto ‘errores’. En ambos casos —sobre todo en el segundo— es notorio el énfasis en que las acciones de la organización ‘detonaron’ determinadas respuestas gubernamentales o mediáticas. Según el autor, estas acciones fueron ‘erradas’ por la situación adversa —marcada por la persecución estatal y la estigmatización mediática— que ‘produjeron’. Este tipo de interpretación minimiza considerablemente el rango de acción del Estado y los medios mexicanos y desplaza el origen de la represión desplegada contra la Liga de éstos últimos a ella misma. Ahondaremos en estas observaciones al final del apartado. 330 Vid p. 120 Luego de la jornada insurreccional, algunos combatientes se retiraron para analizarla y generar balances en torno a ella. A decir de Torrijos, estos balances, disociados de la realidad, señalaron a los responsables de la operación como origen de su fracaso —y no a las fuerzas policiales y militares que intervinieron. 331 Ibid p. 121 131 organización y mencionó incidentalmente algunos de los hitos represivos que padeció. Después de detallar las particularidades de las columnas rurales de la Liga en el primer apartado del capítulo332, Torrijos utilizó los apartados posteriores para recuperar varios elementos que, a su parecer, ‘reflejaron’ lo que estaba ocurriendo al interior de la organización entre 1974 y 1976. De esta manera, abordó el último de los ‘errores’ perpetrados por la organización —la ejecución interna de Manuel Gámez Rascón—, mientras que señaló algunos indicadores del ‘militarismo’ y el ‘grado de descomposición’ que imperaron en ella durante tales años. Recuperemos pues, algunos ejemplos. El autor caracterizó los meses posteriores al Asalto al Cielo de la siguiente manera: “Ya para entonces, con la excepción del desigual trabajo político que representaban las repartizas del periódico Madera y algunas asambleas sindicales, la labor de la Liga se concentraba en lo inmediato, en lo militar”.333 El predominio de las ‘acciones militares’ se vio acompañado por un vacío teórico, profundizado tras la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón. Desde ese momento “y hasta finales de 1974, es posible afirmar que la producción teórica se detiene y con ello se fortalece la incapacidad de ‘analizar el futuro del movimiento’”.334 La escasez teórica y la preeminencia de las actividades violentas fueron complementadas por los golpes asestados contra la organización, al igual que los conflictos y los escisiones internas: “Además de las caídas propiciadas por la Policía política, también se crispa la situación con el agudizamiento de la pugna interna y del deslinde. El ambiente era todo menos que halagüeño”.335 El último apartado de la tesis es, en resumidas cuentas, una simple reiteración de cómo las tendencias ‘militaristas’ se acentuaron al interior de la Liga durante el liderazgo de David Jiménez Sarmiento. El autor precisó que con su muerte terminó “una etapa más de la Liga. E incluso la organización misma. El 332 Otra idea secundaria que analizaré más adelante. 333 Ibid p. 137 334 Ibid p. 144 335 Ibidem Torrijos se apoyó en el informe de la Femospp para señalar que estos rasgos (militarismo, escasez teórica, persecución policial y pugnas intestinas) no hicieron más que acentuarse durante la dirección de David Jiménez Sarmiento. Vid. p. 149 132 membrete sobrevivirá hasta bien entrados los años 80 […] pero sin contar con el carácter aglutinador y cuantitativo que le dio cuerpo. Como proyecto unificador estaba poco menos que finiquitado”.336 Es patente pues, que Torrijos desarrolló los elementos que componen esta curva a lo largo de los últimos tres capítulos de su tesis: la violencia pensada por la Liga, la violencia ejercida por ella y la violencia desplegada en contra suya: lo “dicho”, lo “hecho” y lo “sufrido”. Repasemos y analicemos ahora algunas ideas secundarias, auxiliares en la conformación de esta curva y en la consecuente caracterización de la Liga como una organización atrapada en una debacle violenta, producto, siempre a decir de Torrijos, de sus propios ‘errores’. Las ideas secundarias presentadas por Torrijos —y respaldadas por algunos excombatientes de la organización— pueden ser clasificadas en los siguientes rubros: características de la Liga, características del clandestinaje y características del periodo. A su vez, el primer conjunto puede ser subdividido en los rasgos estructurales-organizativos de la organización y en los rasgos “relacionales” —es decir, aquellos que adquieren visibilidad al vincularla con otros sectores o agentes sociales. En cuanto a los rasgos estructurales-organizativos de la Liga, el autor anotó una idea original sobre la cual no ahondó: la Liga como federación.337 De manera semejante —y sin indagar al respecto—, el autor anotó otra idea original sobre la cual ningún otro autor ha profundizado: el relevo de militantes poco experimentados —o con escasa experiencia— en cuestiones organizativas.338 336 Ibid p. 155 337 Tras pormenorizar la fundación de la Liga y describir su segunda reunión nacional, Torrijos precisó: “en esta reunión fue más evidente la lucha política entre los diversos integrantes. Si bien Oseas conserva una gran preponderancia, la pugna de facciones se agudizó. La Liga, cuyo objetivo es convertirse en un partido armado, funcionaba más bien como una federación de grupos; estuvo muy lejos de ser una organización disciplinada y centralizada” Ibid p. 105 Curiosamente, para el autor la indisciplina es un rasgo propio de las federaciones. 338 Tras enlistar ampliamente a los combatientes detenidos, desaparecidos o ejecutados durante 1975-1976, el autor señaló: “La mayor parte de los referidos fueron cuadros directivos de la Liga, lo que propiciaba una gran rotación de militantes en los puestos de mando de la organización y por ende se agudizaba la debilidad fruto de la inexperiencia” Ibid p. 155 A pesar de que Torrijos haya formulado esta idea en función de su hipótesis y su caracterización de la Liga —el relevo de cuadros inexpertos como signo de “debilidad” interna— no deja de ser una observación pertinente 133 Finalmente, para ahondar en los factores que, a su parecer, exhiben fidedignamente las causas del fracaso interno, Torrijos retomó los casos de las columnas asentadas en el Cuadrilátero de Oro y la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata, localizadas en la frontera de Oaxaca y Guerrero. Si bien detalló que cada una fracasó por razones de índole distinta, las recuperó en tanto evidencia del periodo de fragmentación y desarticulación posterior a la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón. El autor indagó en dos tipos de rasgos “relacionales” de la Liga: aquellos que examinaron sus vínculos con “la sociedad”, “el pueblo” u otros “sectores sociales” y los que observaron algunas de sus prácticas en función de los aparatos de inteligencia y de contrainsurgencia. En cuanto al primer rubro, Torrijos aludió al “desencuentro”, el “aislamiento” o la “separación” que la Liga mantuvo ante el resto de la sociedad en distintas secciones de su tesis.339 En el segundo rubro, Torrijos lanzó otra idea bastante sugerente sobre las posibles razones que condujeron a la Dirección Federal de Seguridad a perseguir las repartizas del Periódico Madera.340 Además de las características de la Liga, Torrijos consignó un rasgo específico del clandestinaje. Para esto se sostuvo en las opiniones del excombatiente de la Brigada Roja, perteneciente a la LC23S, José Luis Moreno Borbolla. El exmilitante aseguró que, durante el periodo de purgas internas previas a la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón, “se había afianzado en el que podría dar pie a investigaciones fructíferas no necesariamente vinculadas con la idea del “fracaso” o la “derrota” de la organización. 339 Torrijos se apoyó tanto en sus propias consideraciones como en las observaciones de Luis Hernández Navarro y el informe de la Femospp para ubicar las causas de este supuesto “desencuentro” entre la Liga y la sociedad en “el radicalismo”, su disociación ante “la realidad nacional” y su incapacidad de apelar a quienes enarbolaron demandas democráticas y económicas. 340 A diferencia de algunos ex-combatientes, quienes ubican las razones de su persecución en el miedo que le provocaron a la burguesía en tanto “educadores de las masas”, el autor se inclinó por una explicación más práctica y menos ideologizada: “cuando la DFS cayó en la cuenta de que gran parte de la actividad de la Liga se centraba en la divulgación del Madera, respondió con la puesta en práctica de operativos para ubicar y capturar a los miembros de las células encargadas de la publicación, y en particular a los integrantes del consejo de redacción” Ibid p.140 134 interior de la organización, por su misma composición clandestina una intolerancia: no había posibilidad de desarrollar la discusión”.341 Finalmente, el autor mencionó —de manera mucho más periférica que las ideas recién enlistadas— las características del periodo que estudió: “En un contexto más general, la existencia de la guerrilla en México durante los años 60 y 70 fue un tránsito terrible y no del todo esclarecido de la historia de nuestro país”.342 Recapitulemos. Por una parte, tenemos los posicionamientos teórico- estratégicos de la Liga —lo “dicho” o bien la violencia “pensada” por la organización— que, además de dar fe de su paranoia, su aislamiento y su dogmatismo, detonaron el cambio de una posición defensiva a una ofensiva: como bien precisó el autor, de la autodefensa al hostigamiento. Por otra parte, figuran las acciones de la Liga: lo “hecho”, o bien la violencia “ejercida” por la organización. Este rubro está compuesto tanto por sus ‘errores’ —doble secuestro como catalizador de la represión desplegada en su contra, el Asalto al Cielo como signo de la disociación de la organización ante ‘lo real’, y la ejecución interna de Manuel Gámez Rascón como ejemplo del periodo de desarticulación, pugnas y disgregación— como por varias ideas secundarias diseminadas a lo largo de la tesis —el “federalismo” de la Liga como muestra de su “indisciplina”, el relevo generacional como una de las causas de su debilidad interna, el “aislamiento” de la organización ante el resto de la sociedad y la intolerancia y el autoritarismo propios de cualquier organización clandestina. Finalmente, Torrijos mencionó algunos hitos de la represión desplegada contra la Liga: lo “sufrido” o bien la violencia “resentida” por la organización. Este conjunto está integrado por algunos hechos sobre los que enfatizó —la masacre del 10 de junio de 1971, el asesinato de Raúl Ramos Zavala y, en menor medida, la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón— al igual que una idea 341 Ibid p. 138 342 Ibid p. 18 Como veremos en las observaciones finales de este capítulo, tal consideración de las décadas de la izquierda armada clandestina y el terrorismo de Estado como “tránsito terrible” guarda ciertas semejanzas con la caracterización esbozada por Támariz Estrada sobre el mismo periodo. 135 secundaria —una suerte de hipótesis sobre la ensañada persecución de la DFS contra la distribución del Periódico Madera. Para construir esta tesis, Torrijos utilizó los documentos teóricos de la organización, los testimonios de José Luis Moreno Borbolla y José Luis Esparza, las memorias de algunos excombatientes —entre ellas las de Gustavo Hirales— y curiosamente, una Historia escrita por Leopoldo Angulo Luke, uno de los cuadros destacados de los comandos asentados en el ‘cuadrilátero de oro’. Además de varias historias del México contemporáneo, historias específicas de la izquierda clandestina durante las décadas de los 60 y 70, algunos textos de teoría política, y una amplia hemerografía producida, sobre todo, a raíz de la desclasificación de los archivos de la policía política a inicios del sexenio de Vicente Fox. Vale la pena reiterar, finalmente, que el autor recuperó tanto datos como interpretaciones del informe de la Femospp en diversas secciones de su tesis. Antes de cerrar este apartado me parece pertinente elaborar una breve crítica. Como indiqué en una nota al pie de página, debemos mirar con mayor atención el hecho de que Torrijos haya denominado ‘errores’ algunas acciones de la Liga sin ahondar, profundizar o elaborar al respecto. Para empezar, recordemos rápidamente que el recuento de dichos “errores” ocupa la mayor parte de los capítulos dedicados exclusivamente a la Liga y que constituyen, junto con otras tantas ideas secundarias dispersas a lo largo y ancho de la tesis, los ejemplos del ‘fracaso interno’ de la organización. Si nos fijamos en la interpretación propuesta por el autor, notaremos que tanto los secuestros de la organización como el Asalto al Cielo fueron ‘errados’ por los resultados que produjeron: la intensificación tanto de la represión estatal como de la estigmatización mediática desplegadas en su contra, por una parte, y la dislocación entre la Liga y su ‘realidad’—el supuesto “divorcio” entre el triunfalismo interno y la persecución externa-estatal—, por la otra. Según esta interpretación, la Liga ‘erró’ al producir, indirectamente, una situación estratégicamente desfavorable estrechamente vinculada al desempeño del 136 Estado y los medios. En otras palabras, la LC23S ‘erró’ al generar, indirectamente, la persecución y la represión libradas en su contra. Esta interpretación de los “errores” sugiere disimuladamente que el Estado y los medios únicamente ‘respondieron’ ante los ataques de la Liga; que actuaron “a la defensiva”. Las palabras y las metáforas utilizadas por Torrijos corroboran esta peculiar lectura: los “errores” de la organización como “argumentos ofrecidos” ante el Estado y los medios que “permitieron” tanto la estigmatización como la persecución. Este uso superfluo de “error” como concepto para narrar, estudiar o caracterizar las acciones llevadas a cabo por la Liga esconde un desplazamiento de los orígenes de la represión ya que, en lugar de trazar su procedencia en el Estado y los medios, los dirige hacia la propia LC23S: la organización fue perseguida porque cometió “errores”. De no haberlos cometido, el Estado no se habría abocado a perseguirla y los medios no se habrían enfrascado en estigmatizarla. Esta propuesta interpretativa anclada en los “errores” está, pues, a un estrecho paso de distancia de imputarle a la Liga la represión administrada en su contra. 3.1.3 Alberto López Limón: el menosprecio popular de la LC23S “El proceso de construcción de la Liga Comunista 23 de Septiembre (1973-1975)” es un artículo escrito por Alberto López Limón, 343 publicado por la revista Cuadernos de Marte en 2011. El texto está dividido en seis apartados: una introducción —que incluye consideraciones generales sobre los contextos internacional y nacional en que surgieron las organizaciones político-militares en 343 Alberto Guillermo López Limón se licenció en sociología por la UNAM con la tesis El movimiento jaramillista (1915-1962) en 1994. Seis años después obtuvo el grado de maestro en ciencia política por la misma institución con la tesis Autoritarismo y cambio político. Historia de las organizaciones político militares en México (1945-1965). En 2010 presentó la tesis Historia de las organizaciones político-militares de izquierda en México (1960-1980) —en la cual excluyó a la Liga— para obtener el doctorado en ciencias políticas y sociales con orientación en ciencia política, también por la UNAM. Además de haber escrito otros tantos textos no académicos —entre los cuales figuran una semblanza de David Jiménez Sarmiento y una Cronología de la Liga— López Limón trabajó bajo la coordinación de Rosa María Ortega Corona como redactor del capítulo sobre Movimientos Armados perteneciente al Informe Histórico Presentado a la Sociedad Mexicana de la Femospp. 137 México—, un recuento somero del nacimiento de la Liga —grupos que la integraron y junta fundacional—, una indagación en los lineamientos teóricos y estratégicos de la organización, la función del Periódico Madera en su interior y un repaso de ciertos intentos “fallidos” por construir el ‘Ejército Revolucionario’. López Limón utilizó tanto el resumen de este artículo como su introducción para presentar sus ideas, caracterizaciones y consideraciones generales sobre las organizaciones político-militares mexicanas y dedicó las secciones restantes del texto a la Liga Comunista 23 de Septiembre. En la síntesis inicial, López Limón propuso el siguiente nexo causal: “Los grupos armados surgieron como alternativas a un sistema no competitivo de partidos, donde la oposición de izquierda radical solamente halló como forma de sobrevivencia la clandestinidad”.344 El autor añadió que esta rama política intentó la toma violenta del poder al ver cerrados los espacios de expresión y participación política para el proletariado urbano y rural, y precisó que la historia de la Liga ejemplifica este proceso. Finalmente, sin especificar el problema de investigación y sus hipótesis, López indicó el objetivo del artículo: analizar la presencia rural y urbana de la Liga durante “sus momentos de mayor crecimiento e influencia”.345 A pesar de haber explicitado este objetivo, propongo que López Limón llevó a cabo este artículo con otro interés, a saber: señalar el alejamiento o la separación de la Liga ante “el pueblo” o “las masas” como detonante de su propio fracaso político-militar. Al igual que en los textos anteriores, este interés historiográfico reposa sobre argumentos, ideas secundarias y vínculos causales que detallaré a continuación. Para satisfacer el interés recién mencionado, López Limón estructuró su artículo a partir de tres ejes temáticos: generalidades; teoría y estrategia; praxis y errores. De tal suerte, la introducción del texto —donde el autor presentó algunas consideraciones holgadas sobre las guerrillas en México— corresponde al primer 344 Alberto Guillermo López Limón, “Proceso de construcción de la Liga Comunista 23 de Septiembre (1973-1975)” en Cuadernos de Marte, año 2, número 1, abril de 2011, p. 177 Es decir, en un sistema competitivo de partidos no hay razones políticas que motiven el surgimiento de grupos guerrilleros de izquierda radical clandestina. 345 Ibidem 138 eje. Los apartados segundo y tercero —“Principales lineamientos político- militares” y “La estrategia seguida para implantar la guerrilla”— remiten al segundo. Y las últimas secciones del texto, tituladas “Construyendo el partido a través del Madera” e “Intentos por construir el Ejército Revolucionario en el ‘Cuadrilátero de Oro’, Guerrero y Oaxaca”, apelan al tercer eje. Al inicio de su introducción, López aclaró que el movimiento armado mexicano de las décadas de los sesenta y setenta no fue determinado a partir de una sola variable. 346 Tras elaborar una síntesis de los contextos global, continental, nacional y local durante las décadas de los sesenta y setenta — coronada con la ponderación de que “Fueron años de efervescencia revolucionaria y cambios culturales en todo el mundo”347— el autor inició su caracterización de los grupos armados mexicanos de tales décadas. En términos generales, estas organizaciones representaron “al campesinado, algunos sectores del proletariado agrícola e industrial, a la pequeña burguesía e intelectualidad radicalizada”.348 A decir de López Limón, estos grupos incorporaron “el deseo de los pueblos campesinos e indígenas de dirigir su propio destino y a sus legítimos representantes […] respaldado por el uso legítimo de las armas ante un régimen antipopular” a sus objetivos. Según el autor, esta suerte de ‘herencia histórica’ explica la “fuerza, consistencia y durabilidad” de estos grupos de izquierda radical y clandestina. En el ámbito de las consecuencias o implicaciones históricas de la emergencia guerrillera, López Limón precisó que “la decisión, entrega y sacrificio de ese y otros sectores de nuestra juventud”349 forzaron al gobierno priista a “iniciar las titubeantes reformas políticas a mediados de los setenta del siglo pasado”. 350 Finalmente, para el autor, los organismos que conformaron el 346 Vid p. 179 347 Ibid p. 180 348 Ibidem 349 Ibid p. 181 350 Ibidem Luego de reiterar que estos grupos expresaron necesidades reales de sectores oprimidos y marginales de la sociedad, López detalló algunos de sus ‘logros indirectos’, orientados hacia la generación de infraestructura y obras públicas. 139 movimiento armado también fueron “medios de expresión importantes de un proceso de democratización que aun no puede culminar”.351 Las citas anteriores revelan una sucinta caracterización configurada por el autor, según la cual el pasado indígena y campesino, la izquierda armada y la lucha por la democracia están entrelazadas históricamente. El pasado indígena-campesino legitimó y fortaleció históricamente a la izquierda armada, cuyo sacrificio forzó la apertura política de los gobiernos priistas y trajo consigo —aunque indirectamente— mejoras materiales e infraestructurales, a la par que expresó el inacabado proceso de democratización en el México contemporáneo. La oración anterior explica someramente esta caracterización histórica de López Limón sobre las organizaciones guerrilleras durante las décadas de los sesenta y setenta. Luego de mencionar estas generalidades, López Limón se abocó al proceso de formación de la Liga y la conformación de sus pilares teóricos.352 El autor hizo énfasis en el sentido del combate político-militar emprendido por la LC23S y en cómo justificó la lucha guerrillera. Al detallar sobre algunos componentes del combate político-militar, López Limón abordó la lógica de la Liga sobre las expropiaciones como herramienta de la guerra de guerrillas. En este sentido, el autor rescató que “por ello, cualquier intento de alianza con sectores ‘democráticos y progresistas’, aún proviniendo de los grupos armados, es la manifestación de la más grave inconsecuencia para con los intereses proletarios. No se debe luchar por mejorar las condiciones de trabajo, sino por destruirlas”.353 Observó que las expropiaciones constituyeron una parte fundamental del ‘adiestramiento político’ de los cuadros guerrilleros. Posteriormente precisó que, a decir de los grupos que conformaron la Liga, el proletariado había “abandonado sus posiciones estáticas hacia el ejercicio de 351 Ibidem 352 Retomó diversas partes de los textos conocidos como Maderas Viejos —redactados por Ignacio Salas Obregón y algunas de las organizaciones que integraron la LC23S entre 1972 y 1973— y otros documentos fundacionales para resaltar qué sector social constituía el sujeto revolucionario a decir de la organización, cuál era la estrategia inmediata a seguir, las características del clandestinaje, etc. 353 Ibid p. 187 140 la lucha. Sus elementos más destacados adoptaron como táctica propia la guerra de guerrillas […] Es una necesidad política de la clase propagar extensivamente los núcleos guerrilleros mediante la guerra de guerrillas”.354 Luego de presentar un par de comentarios someros sobre la estrategia adoptada por la Liga —uno de los cuales será analizado párrafos adelante en tanto idea secundaria del texto— y de apoyarse en la tesis de licenciatura de Mauricio Laguna Berber para ponderar las labores vinculadas al Periódico Madera, el autor inició sus críticas a la organización. Antes de abordar los intentos de la LC23S por construir su Ejército Revolucionario en diversas partes del país, el autor presentó dos razones por las cuales fracasó el proyecto de dicha guerrilla. Por una parte, criticó su falta de vinculación con otros sectores sociales, particularmente con el proletariado industrial. Tras enumerar las diversas fábricas en las que la Liga presuntamente355 distribuyó propaganda y organizó repartizas de su periódico, López Limón precisó que: los intentos de la Liga por masificar su influencia fracasan y nunca abandona la marginalidad, en gran parte como resultado de su definición de lucha contra toda práctica democrática dentro de las estructuras organizativas de los trabajadores y de la sociedad en general […], considerada como desviación pequeño burguesa.356 A decir del autor, otro de los elementos que abonó a que la Liga se adentrara en el callejón sin salida de la marginalidad fue el Madera. En específico “su difícil lectura (en especial bajo la conducción de Salas Obregón), 354 Ibid p. 188 Vale la pena señalar que en estas dos citas las expropiaciones y la guerra de guerrillas fueron interpretadas por López Limón como herramientas políticas, no materiales. Es decir, retomando el primer ejemplo, las expropiaciones fueron prácticamente consideradas una herramienta de formación de cuadros y no el principal mecanismo de sostén material de la organización. 355 Y digo “presuntamente” ya que no ha habido trabajos académicos que examinen a detalle los vínculos de la Liga con los obreros industriales. Las únicas fuentes al respecto son testimoniales. La relación —si es que alguna— entre la LC23S y el proletariado industrial no ha sido estudiada a profundidad. 356 Ibid p. 197 141 incomprensible para el público en general e incluso para gran sector de su militancia357”, afincada en un lenguaje “muy sectario, muy académico y ortodoxo, plagado de citas de Lenin y Marx, demasiado repetitivo, sin mucho cambio en su lenguaje, con mucho [sic] más ataques a la izquierda que a la misma burguesía”.358 Finalmente, el autor ahondó estas críticas en su último apartado. Al iniciarlo, precisó qué comandos y brigadas rurales de la Liga se conformaron en el sur y noroeste del país359; posteriormente aclaró en qué otros estados de la república se formaron grupos de combate urbano. Tras referir estos últimos, López Limón atacó: Su posición [la de los núcleos urbanos guerrilleros] ante la sociedad, ante las organizaciones sociales y partidos políticos de rechazo frontal a la vía democrática, aislándose de sus luchas reivindicativas y gremiales; aunado a que su pensamiento y acción en unos cuantos meses, encerrando concepciones contradictorias en su seno, en la forma de abordar los fenómenos sociales y proponer respuestas, los lleva a romper entre sí, desarticulando la propuesta vanguardista unitaria.360 Remató estas críticas al señalar que estos núcleos “no pudieron convertirse, por sus propias contradicciones internas, en el brazo armado del pueblo”.361 López Limón entremezcló sus críticas generales y particulares de la organización en lo que restó del apartado. Entre estas sobresalen algunos señalamientos al voluntarismo, a la disociación entre sus deseos políticos y su 357 Ibidem 358 Ibidem 359 Brigada Genaro Vázquez en Guerrero, Brigada Revolucionara Emiliano Zapata (BREZ) en Oaxaca —y la frontera con Guerrero— y tres comandos diseminados en el Cuadrilátero de Oro, según información del autor. 360 Ibid p. 201 361 Ibidem De igual forma acotó que una de las razones particulares del fracaso rural de la Liga fue “sacar guerrilleros de la ciudad al campo abierto, donde rivalizan en la conducción del movimiento con los dirigentes populares campesinos y normalistas experimentados”. 142 situación real, al “desprecio” de las condiciones sociales, y a la forma en que subestimaron a “las masas” por no haberla seguida en la lucha armada.362 Y, un par de páginas después cerró, lapidario, su artículo: “Su misión de desmontar, dentro de las masas populares, el sindicalismo patronal y corporativo, fracasa al negarse de antemano a incorporarse a esa lucha democrática. El resultado de su táctica es separarse y aislarse de las masas campesinas y obreras”.363 Recapitulemos brevemente. Luego de presentar su caracterización de las organizaciones político-militares en el México contemporáneo, de exponer algunos de los pilares teóricos de la Liga y de enfatizar que las alianzas con sectores demócratas y ‘progresistas’ constituían una traición política, ideológica y estratégica para la organización, López Limón argumentó general y particularmente sobre su fracaso. En las razones generales tenemos que la Liga fracasó en sus intentos por influir en las masas —o masificar su influencia— debido a sus postulados teóricos y a la escritura críptica del Periódico Madera. Es decir, por considerar la lucha sindical como una desviación pequeño-burguesa y por hacer propaganda en un registro de difícil acceso popular.364 De igual manera, la Liga fracasó en sus intentos por resolver sus contradicciones internas. Esto provocó que rompieran entre sí los grupos que la integraron en un inicio —las escisiones de los comandos enviados al Cuadrilátero de Oro y la BREZ respecto a la Dirección Nacional, por ejemplo. Finalmente, la organización fue incapaz de distinguir sus deseos subjetivos de la realidad objetiva. Esta falla analítica generó cierto voluntarismo político- militar con tintes “mesiánicos” y “sacrificiales” que acentuó su disociación social y profundizó su auto-marginalización. 362 Vid pp. 202-205 363 Ibid p. 206 364 Tenemos, entonces, tanto errores de origen —una falla en el posicionamiento teórico- estratégico de la organización— como de difusión —textos inentendibles para las masas. Según López Limón, esta incapacidad por “prender en las masas” provocó la auto-marginalización de la LC23S y su progresivo aislamiento de las luchas reivindicativas de otros sectores sociales. 143 En las causas de segundo orden tenemos que, a decir del autor, la apertura y el mantenimiento de frentes de combate en zonas rurales fracasaron por el choque suscitado entre guerrilleros urbanos y los dirigentes socio-políticos locales. Como vimos en las observaciones y críticas con que López Limón cerró su artículo, el conjunto de las causas generales —a excepción del mesianismo auto- inmolatorio— y la causa particular apuntan a un mismo fenómeno: la inexistente vinculación popular de la Liga.365 El autor también presentó algunos retazos de una idea secundaria que no integró al principal cuerpo argumentativo de su texto. En su apartado final, López Limón mencionó en un par de ocasiones la cuestión de la imagen que los medios difundieron de la Liga. Tras articular una de tantas críticas contra la organización, el autor comentó que “con sus actos y propaganda presentados por los medios masivos de comunicación en sus expresiones más negativas y desmovilizadoras, difícilmente podían impactar en el conjunto de la sociedad para crear o profundizar coyunturas económicas y sociales tendientes a una revolución social victoriosa”366. El autor también consideró las ‘acciones espectaculares’ de la Liga —los secuestros y asesinatos de miembros destacados de la burguesía nacional— un fracaso que generó “una imagen muy negativa de su empresa”.367 Para sostener estos argumentos y configurar la idea secundaria recién mencionada, López Limón utilizó tanto fuentes policiales —documentos de la Dirección Federal de Seguridad— como textos de la propia Liga —principalmente los Maderas Viejos. Vinculemos los argumentos presentados por el autor con la estructura del texto y el interés que lo rigió. Recordemos brevemente uno de los componentes de la caracterización general que López hizo de las guerrillas en México: grupos 365 En el campo, este nexo no logró consolidarse por los choques entre guerrilleros enviados y líderes o movimientos locales. Mientras que en las urbes no lograron relacionarse por considerar cualquier tipo de alianza con sectores ‘democráticos’ una desviación pequeño-burguesa y por su enmarañado uso del lenguaje. 366 Ibid p. 201 367 Ibid p. 205 Estas observaciones son semejantes a las que propuso Torrijos: la “imagen” que los medios difundieron de la Liga fue decidida y configurada por las acciones de la Liga y no por dichos medios. 144 cuya “fuerza, consistencia y durabilidad”368, además de su legitimidad histórica, emanaron del “pueblo” —y, en específico, del campesinado indígena. Y reiteremos la principal razón del fracaso de la Liga de acuerdo al autor: la falta de vinculación con las “masas populares”. Si consideramos lo anterior, podemos argumentar que, a decir de López, la Liga fracasó por no haberse ceñido a sus orígenes en tanto grupo armado: si las organizaciones político-militares emanaron del pueblo —y, en particular, del campesinado indígena— su pecado capital sería darle la espalda a las mismas “masas populares” que las engendraron y les dieron “fuerza, consistencia, durabilidad” y legitimidad histórica. He aquí el meollo del fracaso de la Liga para López Limón: haber subestimado, en la teoría y la práctica, al mismo pueblo del que emergió. El autor utilizó el primer apartado de su texto para exponer su caracterización general de las guerrillas y enfatizar sus orígenes populares. Mientras que empleó los apartados sucesivos para exponer en qué medidas — tanto teóricas como prácticas— la Liga le dio la espalda a sus raíces y, con ello, al origen de su legitimidad en tanto grupo armado.369 3.2 La derrota externa 3.2.1 Rodolfo Gamiño Muñoz: la prensa como aliada estatal y agente contrainsurgente Análisis del movimiento armado en México en la década de 1970 a través de la prensa: el caso de la Liga comunista 23 de septiembre (1973-1979)370 es el título 368 Conceptos no definidos en ninguna parte del texto. 369 La única crítica pertinente que hacerle al texto es que, para su autor, pareciera que el conjunto homogéneo de las “masas populares” estuvo organizado “democráticamente”. La Liga, al denostrar las prácticas “demócratas” y las alianzas con sectores “progresistas” se apartó, al mismo tiempo, de las “masas” y del “pueblo”. A juzgar por el artículo, pareciera que para López, la “masa”, el “pueblo” y las estructuras organizativas “democráticas” son elementos semejantes, si no es que idénticos. Como veremos más adelante, Lucio Rangel llevó a cabo la misma superposición entre “sectores demócratas” y “el pueblo” o “las masas”. 370 Esta tesis fue dirigida por Silvia Dutrénit Bielous, licenciada en Historia por la UNAM, maestra en Ciencias Sociales con especialización en Estudios Latinoamericanos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) sede México, y doctora en Estudios 145 de la tesis presentada por Rodolfo Gamiño Muñoz371 para obtener el grado de maestría en sociología política por el Instituto Mora en 2008. Este texto está dividido en tres capítulos: “El Estado, los movimientos armados y la prensa en México 1960-1973”, “Estrategias político-militares, las etapas de la Liga Comunista 23 de Septiembre y la respuesta gubernamental” y “Posicionamiento de la prensa ante el fenómeno armado y su impacto en la política mexicana”.372 Al inicio de su tesis, Gamiño opinó sobre uno de los problemas del estado de la cuestión en los estudios enfocados a las guerrillas en México. A su parecer, este corpus historiográfico, periodístico y sociológico no había “logrado trascender el umbral de lo descriptivo-explicativo”.373 De ahí que el objetivo general de esta tesis fuera “contribuir a nuevos debates y agregar variables explicativas que permitan entender la relación de la guerrilla con otros actores político-sociales”.374 En las páginas restantes de su introducción, el autor anotó su caracterización de la Liga, los problemas de investigación que guiaron su trabajo, sus hipótesis, algunas cuestiones metodológicas y una acotación del objetivo. Gamiño estudió a la Liga por haber sido “una organización que logró amalgamar un conjunto de fuerzas a nivel nacional, superior a cualquier otra Latinoamericanos por la UNAM. Es profesora investigadora de tiempo completo con especialización en historia reciente de América Latina, políticas sobre el pasado, historia de los exilios y violencia política. Es coordinadora del seminario de investigación interinstitucional Historia reciente de América Latina: hecho, procesos, actores. Hasta 2008, año en que Gamiño Muñoz presentó su tesis de maestría, Dutrénit Bielous había publicado diversos artículos en numerosas revistas especializadas. Entre estos figuran “Dictaduras y partidos políticos en Argentina, Brasil y Uruguay. Anotaciones para una historia comparativa”, “Los abriles uruguayos y el informe final de la Comisión para la Paz”, y “Dilemas políticos y éticos en torno a las violaciones a los derechos humanos en el Cono Sur”. 371 Rodolfo Gamiño Muñoz se licenció como historiador por parte de la Universidad de Guadalajara en 2005 con la tesis Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973), posteriormente editada por el Centro de Documentación de los Movimientos Armados y rebautizada Del barrio a la guerrilla. Historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre 1964-1973. Tres años después de haber presentado la tesis anterior, Gamiño obtuvo su maestría en sociología política por el Instituto Mora con la tesis Análisis del movimiento armado en México en la década de 1970 a través de la prensa: el caso de la Liga Comunista 23 de Septiembre (1973-1979). 372 Más adelante ahondaré sobre el contenido de cada uno de estos capítulos. 373 Rodolfo Gamiño Muñoz, Análisis del movimiento armado en México en la década de 1970 a través de la prensa: el caso de la Liga comunista 23 de septiembre (1973-1979, tesis para obtener la maestría en sociología política, Instituto Mora, México, octubre de 2008, p. 1 374 Ibidem 146 organización que haya operado en el país”.375 Más allá de haber desarrollado “una estructura política, militar e ideológica compleja” y de haber ejecutado las acciones con “mayor trascendencia política y social”, la Liga fue “la organización que tuvo mayor impacto en la década de 1970”.376 Los objetivos que guiaron su trabajo fueron identificar las etapas de vida de la Liga —y vincularlas con las distintas medidas represivas estatales—, señalar las opiniones-posiciones de la prensa ante dicha represión —y ubicar sus continuidades y giros—, aclarar el papel socio-político de la prensa durante la existencia de la Liga y desentrañar los elementos que facilitaron sus pactos de lealtad con el Estado. Las hipótesis que presentó fueron las siguientes. La LC23S tuvo cuatro etapas de vida: consolidación, rectificación, fragmentación y exterminio. Si bien el Estado modificó sus técnicas contrainsurgentes de acuerdo a cada una de ellas, la represión fue, por lo general, “focalizada y de baja intensidad”. Mientras tanto, a raíz de los pactos de lealtad estatal previamente establecidos, la prensa operó en dos direcciones distintas pero complementarias: volvió semipública la represión y ofreció salidas políticas al conflicto Estado-Liga.377 Posteriormente, Gamiño precisó que analizó los expedientes de la extinta DFS mediante un método cuantitativo basado en la formulación de ciertos indicadores378 que le permitieron esclarecer las etapas de vida de la Liga. Los dos periódicos seleccionados por el autor fueron La Prensa y Excélsior, por su cercanía y relativa distancia con el poder estatal, respectivamente. 375 Ibid p. 2 376 Ibidem Esta es una caracterización semejante a las que señalamos en el capítulo anterior. Sin embargo, difiere de aquellas puesto que Gamiño no construyó su tesis para argumentar por qué la Liga fue la organización con mayor impacto o la “más importante” o etc. 377 El autor trazó tanto factores de orden político/interno —el control estatal sobre la distribución del papel y la aquiescencia en torno a la formación de monopolios mediáticos— como externo/de orden social —movilizaciones sociales y estudiantiles, surgimiento de grupos guerrilleros— para ubicar los orígenes de los pactos establecidos entre el Estado y la prensa. 378 Estos indicadores fueron: los asaltos, secuestros, reuniones, detenciones, bajas de la organización, número de informes policiales y apoyo brindado por la Liga a otros grupos o movilizaciones obreras, estudiantiles o campesinas. 147 Esta es de las pocas tesis analizadas aquí que ha presentado claramente sus problemas de investigación e hipótesis. Sin embargo el interés permaneció medianamente velado en su introducción. Podemos identificar dos intereses en esta tesis: uno general y otro particular. El interés —e incluso podríamos decir la “preocupación”— general de Gamiño fue examinar los factores de diversa índole que produjeron la debacle de la Liga. Esto explica sus menciones incidentales a causas internas, externas y mixtas. Sin embargo, el autor fijó su atención en uno de estos rubros —los factores externos— y en una relación específica: el vínculo entre prensa y Estado. De ahí que su interés particular haya sido demostrar en qué medida la prensa —en tanto aliada estatal y herramienta contrainsurgente— contribuyó a la derrota externa de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Para satisfacer este interés particular, Gamiño dividió su tesis en los tres capítulos referidos páginas atrás. El primer capítulo —“El Estado, los movimientos armados y la prensa en México 1960-1973”— está dividido a su vez en tres apartados. El primero presenta una caracterización del estado posrevolucionario en México en la cual el autoritarismo figura como principal rasgo. El segundo apartado desarrolla algunos componentes del vínculo entre el Estado y la prensa en México durante las décadas de los años 40, 50 y 60 —con especial énfasis en los pactos de lealtad y los mecanismos de sometimiento impuestos o desarrollados entre ambos.379 La última sección de este primer capítulo aborda la reconceptualización de las técnicas utilizadas por la prensa y el Estado ante las movilizaciones sociales de finales de la década de los 60 e inicios de la siguiente.380 379 Gamiño indicó que los principales objetivos de la subordinación estatal de los medios de comunicación fueron la promoción y enaltecimiento ideológicos, al igual que el otorgamiento de salidas políticas ante conflictos sociales. El autor ejemplificó esta alianza entre ambos actores socio-políticos en los decenios referidos y enfatizó la creación del discurso de la conjura — internacional, comunista o ambas— para relativizar la resistencia ferrocarrilera y justificar la represión desplegada en su contra. 380 Es decir, las nuevas formas represivas utilizadas el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971. También fijó su atención en la reconceptualización paralela que emprendieron las organizaciones guerrilleras y algunos grupos políticos a inicios de la década de los 70. Ésta última consistió, sobre todo, en la transición al clandestinaje. 148 Tras clasificar las etapas de las organizaciones político-militares en México381 Gamiño tipificó las medidas represivas utilizadas a partir de la década de los 70: “De ser ampliada y pública [como en las masacres estudiantiles del 68 y el 71] pasó a ser focalizada, de baja intensidad y semipública”382. De igual manera sintetizó el objetivo del pacto entre Estado y prensa: “ocultar los métodos violentos utilizados por el Estado para exterminar las manifestaciones de inconformidad”.383 Si conjugamos tanto su tipificación de la represión estatal como su síntesis de los fines pactados entre el Estado y la prensa, tendremos que una de las principales labores políticas de los periódicos de aquel entonces fue hacer de la inconformidad social —y de las técnicas represivas empleadas para acallarla— un fenómeno semipúblico u oculto. Sinteticemos. Si bien la información e interpretaciones presentadas por el autor en los dos primeros apartados son relevantes, el quid de este primer capítulo reside en su última parte. El autor elaboró este capítulo para demostrar que la prensa asistió o apoyó las labores represivas durante las décadas previas al surgimiento de la izquierda clandestina y armada. Si caracterizamos, como hizo Gamiño, las técnicas represivas del Estado mexicano durante la década de los setenta como focalizadas, de baja intensidad y semipúblicas, la prensa fue el actor social que implementó la última característica. El encargado, como rescaté en líneas superiores, de ocultar o tergiversar las muestras de resistencia e inconformidad social y de justificar públicamente la represión desplegada contra estas. El segundo capítulo —“Estrategias político-militares, las etapas de la Liga comunista 23 de septiembre y la respuesta gubernamental”— inicia con un recuento de los grupos que integraron la LC23S. Poco después, Gamiño incluyó una recapitulación de los planteamientos teóricos que enarboló la organización 381 Rural —marcada por la emergencia de grupos como el GPG, la ACNR y el PdlP—, urbana — distinguible por el surgimiento de organizaciones como el Frente Urbano Zapatista (FUZ), el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), los Lacandones, los Procesos, los Enfermos, el FER, el Movimiento Estudiantil Profesional (MEP)— y “tapatía” —denominada así por mí ya que, a decir de Gamiño, lo que distingue esta etapa fue la consolidación de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, la Unión del Pueblo y la LC23S en Guadalajara. 382 Ibid p. 53 383 Ibidem 149 una vez consolidada.384 De igual manera indicó que los pilares teóricos, políticos y militares de la organización fueron desarrollados en el periodo de 1973 a 1979 y acotó que, si bien la Liga se amplió geográficamente durante este periodo, también perdió intensidad y eficacia en sus acciones. Antes de abordar el segundo apartado de este capítulo, Gamiño precisó que esta situación contradictoria de expansión territorial y contracciones operativas se generó “tanto por conflictos internos como por el despliegue de fuerzas represivas”.385 Y añadió: “Esta irregularidad produjo al interior de la Liga rectificaciones que a largo plazo la fragmentaron y exterminaron”.386 En las páginas siguientes, el autor expuso las distintas etapas de vida de la LC23S: consolidación, rectificación, fragmentación y exterminio. A continuación, rescato los principales elementos y las caracterizaciones de cada una. La consolidación (1973) se distinguió por el predominio de los asaltos como forma de combate de calle y la autorización de la Dirección General de la Liga para que sus comités regionales gozaran de autonomía económica y estratégica. 387 La rectificación (1974) es distinguible por el proceso de reestructuración interna de la organización, consistente en la tripartición de su Dirección General en una Coordinación Nacional, un Cuerpo de Servicios y un Comité Coordinador Político-Militar, todos ellos dirigidos de manera única o compartida por Salas Obregón.388 En lo concerniente a la fragmentación (1975- 1976), Gamiño detalló los procesos y hechos de esta etapa: la descentralización de las direcciones nacionales y la delegación de mandos independientes, la 384 El autor se apoyó en Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario para detallar los siguientes planteamientos: los objetivos políticos de la Liga y las estrategias militares a seguir, basadas en un análisis del sistema político mexicano y una interpretación histórica de las luchas proletarias en México. 385 Ibid p. 64 386 Ibidem Llama la atención el uso del sustantivo “irregularidad” para describir la interrelación de factores internos y externos que produjeron la debacle de la Liga. No podemos más que preguntarnos ¿en qué habría consistido o cómo habría sido la situación “regular”? 387 Gamiño añadió que, durante este periodo, uno de los elementos internos y de carácter político que suscitó conflictos posteriores fue la estructura de mando: vertical y conducida por Oseas. 388 Al abordar este periodo, Gamiño reiteró que la centralidad de mando y la verticalidad en la toma de decisiones fueron factores que contribuyeron a la fragmentación de la Liga. En cuanto a las causas externas, mencionó la persecución policial y la falta de vinculación con otros sectores sociales. Vid. pp. 73-74 150 continuación de las labores editoriales del Periódico Madera, el apoyo a huelgas y movilizaciones sociales y la aplicación de nuevas acciones militares para intentar solventar la precaria situación económica de la organización y las detenciones sufridas.389 Finalmente, durante la etapa del exterminio (1977-1979) permearon las nulas posibilidades de rectificación, la ausencia de una dirección nacional y la falta de ímpetu, coordinación y estructura para retomar las estrategias propuestas por Oseas años atrás. Gamiño indicó que para 1979 “la capacidad militar de la Liga había desaparecido”.390 En la segunda parte de este capítulo, el autor desarrolló las modificaciones del repertorio represivo de acuerdo a las distintas etapas de vida de la Liga. Tras hacer una observación sobre la peligrosidad de la organización —que comentaré más adelante— y detallar qué fuerzas estatales fueron utilizadas para combatir a la LC23S —desde la DFS hasta diversas corporaciones policiales pasando por el ejército— Gamiño aclaró: “El despliegue de estas fuerzas otorga indicios que nos ayudan a comprender por qué la Lc23s, además de sus problemas internos, fracasó externamente: las fuerzas represivas estatales y paramilitares gozaron de facultades extralegales y aparente invisibilidad de sus acciones”.391 Las reformulaciones represivas que el autor identificó fueron las siguientes. Si bien no detalló qué métodos fueron empleados durante la consolidación de la Liga, en su segunda etapa de vida permearon las detenciones acaecidas durante las repartizas y las labores de propaganda en centros fabriles y estudiantiles al igual que “la identificación de los dirigentes a través de la infiltración”.392 La “diversificación de las corporaciones represivas” también contribuyó a la fragmentación interna de la Liga. Durante el tercer periodo, el Estado promovió el hostigamiento interno y profundizó los conflictos intestinos —desconfianza, 389 El autor aclaró que una parte del progresivo debilitamiento de la Liga en este periodo estuvo vinculado al refinamiento de tres medidas represivas: la infiltración, la tortura y la desaparición. Vid p. 79 390 Ibid p. 83 Es cuando menos interesante que si bien para Gamiño la Liga no fue una organización puramente militar, sí rigió su propuesta de delimitación cronológica a partir de la capacidad militar de la organización. 391 Ibid p. 91 392 Ibid p. 97 151 desacuerdos y diferencias— de la Liga. Finalmente, la creación de la Brigada Blanca determinó el exterminio total de la organización. Recapitulemos. Como señalé páginas atrás, en el tercer capítulo de esta tesis —“Posicionamiento de la prensa ante el fenómeno armado y su impacto en la política mexicana”— Gamiño abordó la relación entre prensa y Estado como uno de los factores externos que provocaron la debacle de la LC23S. Dos apartados conforman la última parte de esta tesis: “La prensa y el Estado en la década de 1970” y “La Prensa y Excélsior ante las acciones político- militares más importantes de la Liga comunista 23 de septiembre y la reformulación represiva del Estado 1973-1979”. En el primero, el autor se apoyó en autores como Jacinto Rodríguez Munguía, Raúl Trejo y Jorge Mendoza García para presentar las características generales de la relación entre el Estado y la prensa durante dicha década. A lo largo del segundo apartado, Gamiño desarrolló las mutaciones en los posicionamientos y las opiniones emitidas por los dos periódicos durante las distintas etapas de vida de la Liga. Si bien el autor llevó a cabo un análisis minucioso de ambos periódicos, rescataré únicamente las tendencias periodísticas que consideré de mayor relevancia para cada periodo. De entre las múltiples acciones de ambos diarios durante la consolidación de la Liga, sobresalen la promoción y la justificación de la represión como única salida al conflicto y haber ocultado la aparición de la organización —en tanto sus acciones fueron atribuidas a otros grupos desarticulados. En la rectificación imperaron la presentación pública de la LC23S, el silencio sobre ciertas técnicas represivas utilizadas por el Estado —cárceles clandestinas, tortura, desaparición forzadas—, el señalamiento de la Liga como una organización que atentaba contra la seguridad nacional y la justificación de otros métodos represivos o contrainsurgentes “por la necesidad de salvar al país”.393 Hacia la tercera etapa, los diarios señalados se empeñaron en descontextualizar y criminalizar las acciones del grupo armado, al igual que desideologizar sus objetivos o cometidos. 393 Ibid p. 168 152 Finalmente, a lo largo del exterminio de la organización, la prensa seleccionada se encargó de simplificar a la Liga como un grupo del hampa.394 Gamiño concluyó su tesis con la comprobación de la prensa como un actor social que contribuyó a la represión desplegada por el Estado contra los grupos de la izquierda revolucionaria clandestina en general y la Liga Comunista 23 de Septiembre en particular. Al terminar su texto, el autor precisó que los diarios analizados fueron “un instrumento que contribuyó a hacer públicas algunas salidas políticas y sociales al conflicto”.395 Que también actuaron en función de la rearticulación de técnicas contrainsurgentes del Estado. Y que apoyaron “el exterminio de una gran parte de la oposición política”.396 Sintetizó una parte de la labor de los medios impresos durante la década de los setenta: “Si la lógica coactiva consistió en reprimir focalizadamente, con un despliegue policial-militar de baja intensidad, los medios de comunicación contribuyeron en volverla semipública. Fuera del tejido social, pero dentro de la observancia pública”.397 Revisemos, ahora, la totalidad de la tesis en relación a los intereses que señalé al inicio de este apartado. En el primer capítulo, Gamiño presentó una pequeña historia de los pactos de lealtad trazados entre el Estado y la prensa en el México posrevolucionario. Señaló la reformulación de las técnicas represivas hacia finales de la década de los 60 e inicios de los 70 y comentó las generalidades de ciertas herramientas retóricas y periodísticas —notablemente, la utilización del discurso de la Conjura— para hacer semipúblicas la resistencia e inconformidad sociales. 394 En este periodo, los diarios también presentaron la Ley de Amnistía como solución al conflicto Estado/organizaciones político-militares y, por lo mismo, anularon a la LC23S del escenario político. Este último punto es discutible. Si nos guiamos por el análisis de Gamiño, pareciera que los diarios no posicionaron en ningún momento a la Liga en alguna suerte de “escenario político”, debido a que se encargaron desde el primer momento en despolitizarla y desideologizarla. En todo caso, la anularon del escenario criminal-judicial. 395 Ibid p. 172 396 Ibidem 397 Ibidem 153 En el segundo capítulo, además de clasificar las etapas de vida de la Liga y las correspondientes mutaciones represivas estatales, el autor ubicó múltiples factores de orden interno y externo que contribuyeron a la debacle de la organización. Finalmente, utilizó el tercer capítulo para ahondar sobre uno de estos factores: La Prensa y Excélsior en tanto responsables de justificar la represión emprendida contra la Liga y de ocultarla, criminalizarla, desideologizarla y despolitizarla ante ciertos sectores sociales. El segundo capítulo corresponde al interés general de Gamiño: indagar ampliamente sobre el conjunto de factores que provocaron la debacle de la Liga. Los capítulos primero y tercero están directamente vinculados a su interés particular: profundizar sobre la relación entre prensa y poder estatal como factor externo de su derrota. El capítulo inicial incluye la historia de esta relación; mientras que el último contiene un análisis de ella durante un periodo específico y con relación a la LC23S. El autor no argumentó explícitamente que las causas de orden externo — y, en específico los vínculos entre los periódicos y el Estado— prevalecieran sobre o tuvieran mayor incidencia que las de orden interno. Sin embargo, hay dos razones implícitas que afianzan el predominio de las causas exteriores en esta tesis. Por una parte, en términos cuantitativos, Gamiño mencionó más causas de índole externa que interna. Recordemos que los únicos factores intestinos señalados fueron los problemas estructurales en la etapa de consolidación —la concentración del mando en Salas Obregón— y los de ímpetu, coordinación y carencias teóricas en el periodo de fragmentación-exterminio. Mientras que, en el rubro externo, nos topamos con los siguientes componentes. El uso de distintas fuerzas represivas —policiales, militares y paramilitares—, el progresivo refinamiento de sus técnicas —desde la infiltración, las detenciones y la diseminación de rumores para generar desconfianza y ampliar la discordia interna hasta la tortura, las ejecuciones y la desaparición forzada, pasando por la toma 154 de casas de seguridad— y la utilización de la prensa en tanto herramienta contrainsurgente por parte del Estado. Por la otra, podemos rescatar un argumento histórico o temporal. El autor mencionó algunos antecedentes y referentes de resistencia y lucha socio-política durante las décadas de los años 50, 60 y 70: desde los movimientos ferrocarrilero y estudiantiles hasta los grupos que conformaron la LC23S, pasando por las guerrillas rurales de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez. Sin embargo, ninguna de estas organizaciones, sectores, movimientos o grupos tuvo un tiempo de vida semejante o equiparable al de la relación entre Estado y prensa. Los decenios mencionados vieron no solamente el desarrollo de este vínculo, sino su fortalecimiento ante los distintos brotes de resistencia socio-política. De tal suerte, según la tesis aquí analizada, la Liga se enfrentó no sólo al Estado mexicano, sino a las décadas durante las cuales consolidó sus pactos de lealtad con la prensa. Propongo, además de los dos argumentos recién vertidos, una suposición temática y heurística. Gamiño pudo haber estudiado los vínculos entre el Estado y la prensa por considerarlos la principal razón —o una de las principales razones— de la debacle de la Liga y por disponer de las fuentes necesarias — tanto hemerográficas como policiales— para probarlo. Además de la demostración principal del texto, el autor presentó varias ideas secundarias que es menester rescatar: la peligrosidad de la Liga, el militarismo de la organización y las implicaciones históricas de la Reforma Política y la Ley de Amnistía. Al inicio del tercer apartado del segundo capítulo —“Respuesta gubernamental: reformulación represiva y salidas políticas”— Gamiño preguntó: “¿por qué el Estado con toda su capacidad y diversificación policial-militar, con el apoyo de instituciones políticas, económicas e informativas, no exterminó rápidamente a la LC23S como si logró hacerlo con las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP) y medianamente con la Unión del Pueblo?”.398 398 Ibid p. 85 155 Antes de responder, el autor expuso los argumentos desarrollados por Sergio Aguayo en La charola,399 reductibles a las siguientes oraciones. La LC23S “era un factor irritante, no una amenaza real a la seguridad nacional. Representaba eso sí, un peligro potencial, de ahí derivó la percepción generalizada de que en efecto constituían una amenaza”.400 Tras proponer una nueva serie de preguntas401 y criticar la caracterización elaborada por Aguayo,402 Gamiño argumentó que la Liga “más que irritación fue un peligro constante para la seguridad nacional. En sus primeros años de vida atosigó constantemente a la élite económica, a las fuerzas policiales, militares, retó abiertamente la política económica del Estado y no dejó de buscar anexiones”.403 Por otra parte, al tratar la etapa de fragmentación de la organización, Gamiño refutó cierta historiografía empecinada en circunscribir la vida de la Liga hasta 1975-1976 y en definirla “como una organización netamente militarista, olvidando su estrategia política […]. Estos argumentos olvidan la capacidad que tuvo la organización para rectificar los errores político-estratégicos”. 404 Sin embargo, pocas páginas después, el autor retomó algunas observaciones de Jaime Laguna Berber para precisar que uno de los componentes principales de esta etapa — considerada por muchos excombatientes como el “periodo gris”— 399 Vid. Sergio Aguayo Quezada, La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Editorial Grijalbo, México, 2001 pp. 414 400 Ibidem Aguayo presentó argumentos cualitativos y cuantitativos. Los primeros versaron sobre el escaso arraigo socio-territorial de los grupos que conformaron la Liga —a excepción del FER en Guadalajara, claro está. Mientras que los segundos abrevaron del escaso número de combatientes de la Liga —347 según el investigador. 401 “¿En qué radica el peligro potencial y para quién? ¿Para el Estado, para la DFS o para los industriales mexicanos?” Ibid p. 87 402 “Aguayo redujo el planteamiento político militar de la organización, así como su astucia política. Irrepetible e inigualable en algún otro grupo armado en México”. Ibidem El autor abordó momentáneamente el lugar común de la unicidad de la Liga, trazado previamente por Laguna Berber y Palacios Hernández. 403 Ibidem Añadió que la peligrosidad de la Liga radicó particularmente en los objetivos iniciales de una de sus técnicas originales de sustento material y difusión política: el secuestro de personalidades prominentes de la burguesía industrial mexicana durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez. 404 Ibid p. 76 Aquí tomó distancia de los historiadores y periodistas de la primera sección de este capítulo. 156 fue el acelerado proceso de exterminio interno marcado, entre otros factores, por “acciones militaristas que se habían intentado saldar al ser creada la Liga”.405 Finalmente, el autor opinó en diversas partes de su texto sobre la Reforma Política y la Ley de Amnistía promulgadas por José López Portillo. Luego de haber propuesto las distintas etapas de vida de la Liga y de detallar los pormenores de su exterminio, Gamiño hizo un par de comentarios sobre dicha legislación. A decir del autor, si bien la Reforma Política “otorgó participación legal a la izquierda partidista y puso en vigor la Ley de Amnistía” también borró “del escenario nacional la posibilidad de cambio político a través de la vía armada”.406 Páginas después, al concluir el apartado dedicado a las reformulaciones represivas del Estado, el autor reiteró que a pesar de haberle otorgado vías de participación legal a algunos sectores relegados de la política oficial, esta Reforma “eliminó la posible inserción del movimiento armado en la historia y enterró las estrategias represivas utilizadas para exterminarlo”.407 Antes de concluir este apartado es pertinente mencionar las fuentes utilizadas por el autor y realizar un breve comentario crítico. Además de las fuentes secundarias utilizadas en su tesis408, Gamiño apoyó su trabajo sobre dos pilares heurísticos: los documentos policiales de la extinta DFS y los reportes, opiniones y posicionamientos que extrajo de los diarios La Prensa y Excélsior. Si bien no elaboró comentarios sobre estas fuentes periodísticas, precisó que los archivos de la policía política presentan ciertas características —los intereses con que fueron creadas— que impiden ‘un análisis profundo’. De igual manera empleó documentos elaborados por excombatientes. Entre estos últimos sobresalen escritos de Jaime Laguna Berber y José Luis Moreno Borbolla. 405 Apud Jaime Laguna Berber, “Liga comunista 23 de septiembre”, Documento inédito, Archivo del Centro de Investigaciones Históricas de los Movimiento Sociales “Rubén Jaramillo Méndez” A.C., sin fecha, sin página 406 Gamiño, op. cit. p. 84 407 Ibid p. 98 408 Que pueden ser divididas en historia política del México contemporáneo— desde Arnaldo Córdova hasta Carlos Cárdenas Sánchez, pasando por Roderic Ai Camp—, historia de la prensa en México —donde sobresale Jacinto Munguía Rodríguez— y teoría política —rubro integrado por un conjunto variopinto de autores que van de Teun Van Dijk a Dario Melossi. 157 3.3 Hacia una explicación compuesta de la debacle 3.3.1 Rangel Hernández. La Liga Comunista 23 de Septiembre: una federación guerrillera disgregada entre el aislamiento y la contrainsurgencia La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes409 es el título que lleva la tesis elaborada por Lucio Rangel Hernández410 para obtener el grado de doctor en historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en 2011. Esta tesis está separada en tres extensos capítulos: “Los orígenes del movimiento armado socialista”, “La Liga Comunista 23 de Septiembre” y “La respuesta del Estado mexicano”.411 De manera semejante a como hizo Gamiño, Rangel utilizó la introducción de su tesis para esbozar con claridad los pilares de su tesis. Según anotó, la predilección por su tema de estudio fue despertada a raíz de “la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas el primer día del año de 1994 y del Ejército Popular Revolucionario (EPR) en el vado de Aguas Blancas, Guerrero”.412 Sin embargo, los elementos particulares de la Liga que le atrajeron fueron tanto su composición por diversas vanguardias estudiantiles y el proyecto unificador que enarboló.413 409 El director de esta tesis fue Roberto Sánchez Benítez, doctor en filosofía por la UNAM. Entre sus áreas de especialización figura la ética y la filosofía del derecho. Entre sus proyectos de investigación figuran “La concepción del arte en Marcel Proust”, “María Zambrano y el nihilismo” y “La raíz cervantina de la modernidad”. 410 Lucio Rangel Hernández es doctor en historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Además de obtener su doctorado en 2011, el autor ha elaborado artículos y ponencias sobre grupos y movimientos estudiantiles. 411 El primer capítulo está integrado por varios apartados que detallan tanto los contextos continental y nacional como los movimientos sociales que, a decir del autor, antecedieron y nutrieron al movimiento armado socialista. El segundo contiene una periodización, un recuento de la formación de la LC23S, un resumen de su estructura organizativa, una revisión de su estrategia y táctica y un extenso desarrollo de las acciones llevadas a cabo por los distintos comités político militares de la organización. Finalmente, el tercer capítulo traza las medidas contrainsurgentes desplegadas contra la Liga, la “reforma política” impulsada durante el sexenio de José López Portillo y la Ley de Amnistía y el movimiento en pro de los derechos humanos gestado en torno a ella y a los familiares de los desaparecidos. 412 Lucio Rangel Hernández, La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes, tesis para obtener el título de doctor en historia, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2011, p. 14 413 Vid p. 12 158 Rangel especificó las preguntas guía en función de las cuales elaboró su texto: “¿Qué fue lo que llevó a aquellos jóvenes estudiantes a tomar las armas para enfrentar al Estado mexicano? ¿Qué objetivos de lucha se marcaron? ¿Cómo se desarrolló esta lucha? Y ¿En qué terminó?”.414 Los objetivos que el autor formuló con base en las preguntas recién mencionadas tuvieron que ver con establecer varios puntos, a saber: las motivaciones de varias vanguardias surgidas de los movimientos sociales de las décadas de los años 60 y 70 para armarse; el proceso de algunas al integrarse a la LC23S; los fundamentos teóricos e ideológicos de dicha organización al igual que sus estrategias, tácticas y objetivos; “el desarrollo y los alcances de su lucha”415; como también los efectos sociopolíticos de sus acciones. La hipótesis propuesta por el autor estuvo enfocada en las causas generales que motivaron al movimiento armado socialista y no en las especificidades de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Según esta hipótesis, tres factores —dos nacionales y uno internacional— condicionaron el surgimiento de dicho movimiento: la cerrazón del sistema político mexicano y la represión ejercida por el Estado contra los movimientos sociales de las décadas de los años 60 y 70 por una parte, y la influencia de los movimientos de liberación nacional y la Revolución Cubana por la otra.416 Tras elaborar su estado de la cuestión —centrado casi en su totalidad en los estudios académicos elaborados sobre la Liga hasta 2011—Rangel justificó la necesidad de su tesis: “Como podemos ver, no hay hasta este momento un trabajo que aborda en forma global el estudio de la Liga Comunista 23 de Septiembre”.417 El autor especificó que “hacía falta un estudio a la vez más detallado y de conjunto”418 que “permitiera explicar tanto el germen como el desarrollo de esta 414 Ibid p. 12 Como anotó, dichas preguntas emergieron mientras el autor estudió varias vanguardias estudiantiles. 415 Ibid p. 12 416 Vid p. 14 para mayor detalle. 417 Ibid p. 18 Mis itálicas 418 Ibidem 159 Organización”.419 Precisemos pues, que el abordaje “global” de la LC23S reposa sobre una visión a la vez más detallada y de conjunto. Rangel no elaboró una caracterización de la Liga en su introducción; sin embargo, presentó algunos elementos que apuntan hacia dicha percepción global de la organización. Por una parte, al repasar el contenido de Orígenes y naufragio, de Gustavo Hirales, como parte de su estado de la cuestión, el autor concluyó: “En fin, una posición rectificadora, reconoce abiertamente que fue un error lanzarse a la lucha armada bajo aquellas premisas, en lo que, en el fondo coincidimos”. 420 Por otra parte, al ahondar en la justificación de su extenso estudio, el autor precisó que “era necesario rescatar también la participación de sus militantes y con ello dotarle de rostro a esta historia, con lo cual queremos enfatizar la lucha de un grupo de jóvenes radicalizados, en franca contradicción con la teoría del materialismo histórico, en la que decían sustentar su lucha”.421 Es decir, Rangel estableció, de forma más bien dispersa, que el recurso de la lucha armada, tal y como fue sustentado por la Liga, fue un error,422 y que los “jóvenes radicalizados” contradijeron al materialismo histórico a pesar de haberlo empleado como sustento. Como veremos, este error práctico y esta contradicción teórica están relacionados con lo que considero fue el principal interés que guió la elaboración de este texto. Propongo que Rangel construyó su tesis para satisfacer el siguiente interés: generar una caracterización compleja sobre la debacle de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Esta debacle se halla anclada a tres elementos, dos internos y uno externo. En el orden interno figuran la dispersión estructural de la Liga —sintetizada en su interpretación de la organización como una federación disgregada de grupos 419 Ibidem 420 Ibid p. 14 421 Ibid p. 18 422 A diferencia de Torrijos, esta observación fue más bien periférica ya que, si bien forma parte de una suerte de caracterización disgregada de la Liga, no conforma ni la hipótesis, ni los objetivos de la tesis elaborada por Rangel. 160 armados— y su aislamiento ante otros grupos de la izquierda clandestina, el “movimiento obrero” y “las masas”.423 En el orden externo figuran los componentes que mencionamos páginas atrás, al repasar los capítulos que integran esta tesis: las respuestas tanto abiertamente violentas —contrainsurgencia y guerra sucia— como institucionales —la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE) y la Ley de Amnistía— del Estado mexicano durante la década de los años 70 e inicios del siguiente decenio. Si bien los objetivos explícitos del primer capítulo fueron establecer “las causas que originaron la conformación de organizaciones político-militares, como la LC23S, que decidieron optar por la vía violenta, como la única posible para acceder al poder y llevar a cabo una transformación social y política del país”424, Rangel utilizó este capítulo para cumplir con fines más específicos. Entre estos figuran, particularmente: establecer el contexto –tanto internacional como nacional— y rescatar los movimientos sociales y estudiantiles que, a su parecer, fungieron como antecedentes y referentes del movimiento armado socialista.425 Tras establecer el contexto de la Guerra Fría 426 Rangel elaboró una caracterización pormenorizada del sistema político mexicano, al cual definió como “la articulación e instrumentalización de mecanismos de control basados en el 423 Como veremos, esta interpretación del aislamiento está sustentada en ciertas propuestas teóricas y estratégicas “erradas” —a decir del autor— de la LC23S y atadas, a su vez, a una lectura igualmente equívoca del contexto y de la historia contemporánea de México. De ahí sus anotaciones casi marginales sobre la forma contradictoria en que los militantes de la Liga retomaron el materialismo histórico. 424 Ibid p. 25 425 El autor enfatizó la “relevancia” o “pertinencia” del corporativismo —por encima del presidencialismo o el populismo— en el contexto y en los antecedentes. Por una parte, como uno de los principales rasgos o uno de los mecanismos prioritarios de control social ejercidos dentro del sistema político mexicano y, por la otra como el origen o punto de partida de varios movimientos sociales. 426 Marcado por la modificación estratégica continental de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y la confrontación de las vías cubana y soviética al socialismo. A decir del autor, uno de los efectos de la Revolución Cubana, o del revuelo y el entusiasmo político internacional que provocó, fue la fetichización y el uso superficial de la vía armada en tanto herramienta de lucha política: “Así, sin tener en cuenta las condiciones concretas de cada país, y México no fue la excepción” la lucha armada fue considerada “el único camino para llevar adelante la revolución; peligrosamente la lucha armada se transformó de medio en fin” Ibid p. 36 161 populismo, presidencialismo y el corporativismo de la sociedad mexicana”.427 El autor especificó que esta caracterización fue presentada para comprender cabalmente los principales rasgos del enemigo al que se enfrentó la LC23S. Sin embargo, como el mismo Rangel acotó poco después, esta caracterización del sistema político mexicano fue construida para argüir que varias de las organizaciones político-militares de la década de los 70 erraron en su lectura del poder, y que este análisis desatinado constituyó una de las principales razones de su debacle: “La incomprensión del lugar en donde radica realmente el poder, sin duda fue una de las causas más significativas de la derrota de los guerrilleros urbanos mexicanos de la década de los 70, puesto que, esto no tiene que ver con el concepto tan abstracto de Estado que ellos tenían, sino con el complejo sistema político construido después del movimiento armado de 1910”.428 Esta lectura desviada del poder contribuyó a que las organizaciones clandestinas de aquel entonces eludieran “el análisis de las alianzas y los apoyos que las clases sociales mantenían en ese momento con el Estado y por tanto su estrategia y su táctica para la lucha derivaron de una concepción errónea de la realidad política”.429 Si esquematizamos la interpretación propuesta por Rangel, tendremos que una lectura errónea del ejercicio del poder en México, elaborada en torno a un Estado abstracto en lugar de un sistema político concreto —integrado, entre otros componentes, por alianzas interclasistas— hizo que muchas de las organizaciones de la izquierda clandestina urbana de las décadas de los 60 y 70 generaran estrategias y tácticas igualmente erradas. Esta cadena de análisis y posicionamientos descaminados condujo “significativamente” a la debacle de las organizaciones armadas en general y de la Liga en particular. Tras mencionar algunos movimientos sociales de finales de la década de los 50 y mediados del decenio siguiente430, Rangel ubicó las raíces del conflicto 427 Ibid p. 37 428 Ibid p. 40 Mis itálicas 429 Ibidem 430 Notoriamente el movimiento ferrocarrilero, al cual consideró “referencia obligada para las diversas organizaciones políticas y sociales de izquierda”, y al Movimiento de Liberación Nacional, ubicado como “reactivador” de las izquierdas en México. Vid pp. 41-50 162 armado rural en el control corporativo431 e hizo una operación semejante con el movimiento estudiantil.432 Si bien el autor ubicó al movimiento estudiantil de 1968 como punto de inflexión en la historia contemporánea de México, no consideró la represión desplegada contra éste como el principal detonante del surgimiento de las organizaciones político-militares.433 Al contrario, le atribuyó mayor influencia tanto a los movimientos sociales que le antecedieron como a la “poderosa fascinación” que la Revolución Cubana ejerció sobre varios jóvenes. Luego de detallar la periodización que empleó para esta tesis,434 Rangel ahondó en el proceso de formación de la organización. Además de presentar un recuento sumamente detallado de las relaciones trazadas entre los distintos grupos que conformaron la Liga, el autor adelantó algunas pistas ligadas a otro de sus argumentos sobre el fracaso interno de la organización: la Liga como federación guerrillera disgregada. Tras profundizar en los vínculos que prevalecieron entre el Grupo N — también conocido como Los Guajiros— y Los Procesos, Rangel aclaró que el “mérito” de estos últimos “consistió en haber construido una teoría y una estrategia revolucionaria con cierta solidez que, salvo algunas excepciones, sólo contados grupos manejaban, lo que les impediría ir más allá de las acciones militares”.435 431 Como bien precisó: “Ante la indolencia y la complicidad de la Confederación Nacional Campesina (CNC) como aparato de control oficial del campesinado, de canalizar la protesta por la vía institucional, las luchas campesinas comenzaron a desbordarla en varios lugares del territorio nacional” Ibid p. 52 432 Si bien ubicó sus orígenes en la huelga estudiantil del Instituto Politécnico Nacional de 1956, precisó que “Con la creación de la CNED se rompió el cordón umbilical que durante décadas mantuvo atado al estudiantado nacional con el corporativismo estatal” Ibid p. 70 433 Vid p. 74 para las observaciones del autor en torno a las masacres del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971. 434 El autor elaboró esta periodización en función dos componentes: el ‘objetivo central’ de la LC23S —“la destrucción del Estado burgués, es decir la lucha frontal y abierta contra el Estado mexicano”— y el proceso de producción y distribución del Periódico Madera, concluido en 1981. De ahí que propusiera cinco etapas al interior de la organización: formativa (proceso de aglutinamiento de las diversas organizaciones político-militares que conformaron la Liga, 1970- 1973), ofensiva o de hostigamiento (marcada por varias de las “acciones espectaculares” de la Liga, 1973-1974), defensiva/dispersión (persecución generalizada por el Estado, reestructuración promovida por Oseas, posterior desaparición forzada de éste último y subsecuente escición de varias facciones, 1974-1976), sobrevivencia (persecución marcada por la injerencia de la Brigada Blanca, viraje a actividades particularmente centradas en la distribución de propaganda y el Periódico Madera), extinción (debilitamiento y recuento de los últimos años de la organización, 1979-1981). Como vemos, es una periodización semejante a la propuesta por Gamiño. Vid p. 78 435 Ibid p. 113 163 Tanto el conocimiento teórico de Los Procesos como la situación común al resto de las organizaciones político-militares 436 , hicieron que estas últimas se incorporaran al “proyecto corporativo” de los primeros. Rangel aseguró: “como se verá más adelante, quedaron integrados a lo que no pasó de ser una especie de confederación por lo que con el tiempo afloraron diferencias ideológicas que desencadenaron una serie de escisiones”.437 Luego de utilizar el tercer apartado de este capítulo para profundizar en la fundación de la organización, sus primeros años de vida y sus respectivas modificaciones estructurales Rangel abordó los fundamentos teóricos e ideológicos de la organización. Para hacerlo se sirvió del análisis de El tiempo que nos tocó vivir, los Madera Viejos y Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario en México. Utilizó estos textos para abordar algunas de las cuestiones y temas capitales discutidos tanto por la Liga como por la generalidad de la izquierda socialista en aquellos años.438 Tal y como hizo anteriormente, empleó diversas secciones de este apartado para resaltar algunos componentes de las razones de la debacle interna de la organización: el federalismo disgregado y la lectura errónea de la realidad. Por una parte, tras comentar algunas propuestas y críticas de Salas Obregón, Rangel aclaró que “ya constituida la Liga, al no haberse dado un proceso de deslinde a fondo entre los grupos que se integraron en ella, se manifestaron contradicciones entre algunos de sus militantes que desde la concepción de la Dirección Nacional no se ajustaban a la política marcada por la organización”.439 Por la otra, destacó la mirada sesgada de Salas Obregón al caracterizar la situación sociopolítica del México posterior al movimiento estudiantil de 1968 436 Persecución policial, desmembramiento, represión, enfrentamientos asimétricos, etc. 437 Ibidem El autor utilizó los procesos de incorporación de Los Enfermos y del FER para ejemplificar estos roces. Según precisó, su integración el proyecto unificador y la subsecuente transición al clandestinaje les impidió establecer políticas de masas —en el caso sinaloense— y mantener ciertos vínculos con sus bases sociales —en el caso jalisciense—. Para ahondar Vid pp. 114-116 438 La Revolución, el Partido de Clase, los sindicatos, el movimiento del 68, la universidad. 439 Ibid p. 134 164 como pre-revolucionaria e identificarla con los años que antecedieron a la Revolución Rusa.440 Posteriormente, Rangel abordó la estrategia y la táctica desarrolladas por la Liga. Ubicó los vínculos de estas con el posicionamiento teórico recién mencionado441, rescató las advertencias lanzadas por la misma Liga de no caer en la línea militarista y presentó un balance del Periódico Madera, que incluiré más adelante en tanto idea secundaria. Finalmente, el autor cerró el segundo capítulo con un apartado sumamente extenso a lo largo del cual detalló las actividades de los distintos Comités Político Militares de la organización. Rangel elaboró recorridos cronológicos de todos estos comités. Rastreó los orígenes estudiantiles de muchos de estos —Los Enfermos y el Comando Sonora del Comité Noroeste, el Frente Estudiantil Revolucionario del Comité Occidente y el Comité Estudiantil Revolucionario del Comité Noreste. En caso de que no tuvieran raíces estudiantiles en la región, precisó los lugares de procedencia de los combatientes ahí establecidos —como con el Comité Arturo Gámiz y la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata. En estos recorridos cronológicos, el autor precisó los acontecimientos que marcaron la transición a la clandestinidad442 —en caso de que los hubiera—, las acciones llevadas a cabo por los integrantes de cada comité 443 , los golpes 440 Vid. p. 136 441 Como precisó Rangel, de acuerdo a dos presupuestos leninistas —la concepción de la guerra de guerrillas y la lectura de una situación pre-revolucionaria— “la Liga consideraba que la clase obrera […] estaba en la antesala de la guerra civil revolucionaria, por lo que, según Salas Obregón, buscó ponerse a la cabeza del movimiento” Ibid p. 139 442 Manifestaciones celebradas entre octubre-noviembre de 1972 en el caso de Los Enfermos, los distintos hitos represivos acaecidos durante la segunda mitad de 1970 en el caso del FER (balacera en un mitin, recuperación violenta de la casa del estudiante del FESO y asesinato de Arnulfo Prado Rosas). 443 Distribución de propaganda, repartizas del Periódico Madera, expropiaciones, secuestros, ejecuciones, contactos o intentos de establecer contacto con pobladores, campesinos o estudiantes. Rangel detalló incluso las cantidades de dinero recuperadas en las distintas expropiaciones llevadas a cabo por comandos o brigadas y, en algunos casos precisó qué se hizo con el dinero, cómo o en función de qué órdenes se distribuyó, etc. Junto a la extensa Cronología elaborada por Alberto López Limón sobre la organización, constituyen las únicas fuentes secundarias cuyos autores se preocuparon por mencionar algo preciso sobre la redistribución o concentración del dinero expropiado. 165 asestados contra ella por las fuerzas estatales 444 y algunas observaciones generales sobre la Liga, la región específica o el país en determinados momentos.445 Elaborar un resumen de esta sección nos desviaría de los objetivos de esta tesis —además de que abarcaría cuantiosas páginas–; lo que me interesa resaltar de ella es lo siguiente. Rangel es el único autor que ha organizado su historia general de la Liga a partir de las historias particulares o específicas de los distintos Comités Regionales que la conformaron. En lugar de elaborar una única línea diacrónica, integrada por una diversidad geográfica de las acciones llevadas a cabo por los distintos comités, el autor construyó varias líneas diacrónicas que nutren, cada cual por su parte, la historia de la LC23S. Rangel fue bastante claro al justificar su predilección por este modelo analítico-narrativo. Además de las complicaciones y la confusión que plantearía un solo recuento diacrónico en el lector, Rangel precisó que historiar a la Liga a partir de sus distintos comités regionales “refuerza nuestra posición, compartida con otros investigadores, de que ésta no llegó a funcionar como una Organización Partidaria, sino como una federación de grupos”.446 Esta interpretación, claramente reflejadas en la estructura de este crucial apartado de la tesis le sirvió, a su vez, para reforzar uno de sus argumentos sobre la debacle interna de la organización: su carácter como federación o confederación disgregada, cuya historia “global” debe ser comprendida desde las historias particulares de sus distintos componentes. Si bien recuperaremos algunas de las ideas mencionadas a lo largo de este amplio apartado en páginas posteriores, vale la pena detenernos en las observaciones que Rangel presentó al final de éste, el segundo capítulo de su tesis. Como veremos, en ellas reiteró las dos razones que, a su parecer, condujeron a la debacle interna de la organización: la dispersión organizativa- 444 Detenciones, asesinatos, desapariciones forzadas. 445 Quién se encontraba al mando de la organización o qué tipo de estructura la regía, quién gobernaba tal o cual estado, qué rector se encontraba a la cabeza de determinada universidad, qué tipo de políticas fueron promovidas en un momento específico, etc. 446 Ibid p. 144 166 estructural que la definió como confederación o federación de grupos armados y la errada lectura de la realidad que, además de fungir como origen de una teoría y una estrategia igualmente erróneas, la ancló en el “dogmatismo intolerante y sectario”447: Con el fin de eliminar tanto la dispersión teórica como la armada, varios grupos guerrilleros decidieron integrarse en la Liga Comunista 23 de Septiembre, sin embargo no se forjó la unidad, nunca llegaron a actuar como una Organización única, sino como una especie de federación de grupos armados […] Por otro lado, la posición dogmática, sectaria, intolerante y mesiánica que adoptó la Liga frente a los partidos de izquierda que actuaban en la semilegalidad, así como contra el movimiento obrero de tendencia democrática, al señalarlos de ‘oportunistas’, provocó el rechazo de estos grupos, lo cual la aisló aún más de lo que estaba de la clase obrera.448 Finalmente, Rangel utilizó el tercer capítulo de su tesis para detallar las causas externas que azuzaron la debacle de la organización. En primer lugar figuraron la contrainsurgencia y la “guerra sucia” como derivados de las estrategias continentales de Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.449 En segundo lugar, luego de mencionar algunos detalles de la Apertura Democrática impulsada por Luis Echeverría Álvarez y de sugerir las formas en que su sucesor procuró darle continuidad, Rangel planteó que la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales “respondió ante todo a la necesidad de detener el peligro 447 Es preciso anotar que, si bien Rangel argumentó por qué, a su parecer, la Liga partió de una lectura desviada del ejercicio del poder, nunca precisó o ahondó en los componentes “dogmáticos”, “sectarios”, “mesiánicos” o “intolerantes” de la organización. A pesar de que ahondaremos en ello un poco más adelante, recordemos que quien introdujo el concepto de “mesiánico” como epíteto despectivo de los posicionamientos de la Liga fue uno de sus fundadores: Gustavo Hirales. 448 Ibid p. 293 Es notorio que, tal y como hizo López Limón en su artículo, en esta cita Rangel haya identificado al “movimiento obrero de tendencia democrática” con “la clase obrera”. 449 Tras detallar una hipótesis de Sergio Aguayo sobre la mínima peligrosidad de las organizaciones político-militares en México Rangel señaló: “¿por qué el Estado mexicano reaccionó como lo hizo ante el surgimiento del movimiento armado socialista? Y respondemos: en el marco de la Guerra Fría, la amenaza proveniente del ‘enemigo interno’, era potencialmente peligrosa para los intereses de los EEUU en toda América Latina, y por ende para el mantenimiento del sistema capitalista en México”. Ibid p. 302 El autor acotó que, en este sentido, el movimiento armado socialista fue percibido como un peligro real, combatido por el Estado con diversas formas de estrategias contraguerrilleras. 167 del cambio radical que impulsaba la izquierda armada, aunque desde luego fue también pensada para institucionalizar el conflicto social y dotar de espacio legal a la acción de los partidos opositores”.450 Finalmente, además de sintetizar los puntos expuestos a lo largo de su tesis, el autor utilizó una amplia parte de sus conclusiones para ahondar en una caracterización escasa o nulamente demostrada a lo largo del texto: el carácter mesiánico-dogmático de la organización como otra de las razones de su aislamiento y, por ende, de su debacle. 451 La lucha contra el oportunismo, emanada del errado análisis propuesto por la organización, emerge en las conclusiones del autor como el principal factor interno de su debacle por haber impedido la consolidación de la Liga y haberla mantenido en el aislamiento político: “la postura antes señalada no sólo impidió la conformación de una única organización guerrillera nacional, sino que motivó una respuesta de rechazo de parte de la clase obrera mexicana, misma que se suponía debía llevar a cabo la revolución socialista”.452 Antes de agotar sus observaciones, Rangel reiteró que el error profundo, de raíz, cometido tanto por el movimiento armado socialista en México como por otras tantas organizaciones armadas esparcidas a lo largo del continente fue la nula habilidad analítico-interpretativa para leer adecuadamente una serie de situaciones sociopolíticas integradas por la historia reciente y los intereses de la sociedad: “en suma, el mayor error, no sólo de esta sino de las otras organizaciones armadas en México y América Latina, consistió en tratar de suplantar las condiciones históricas y la voluntad popular”.453 450 Ibid p. 322 Si bien no se ha elaborado un estudio cualitativo que historie “la peligrosidad” de la Liga, el propio Rangel propuso que para ese año la organización se encontraba en el periodo de “supervivencia”. Quizás sea una observación nimia, pero es altamente probable que una organización mermada, que no hace más que “sobrevivir” no presente ningún tipo de “peligro de cambio radical” ante el Estado. Las razones de la implementación de la LOPPE deben buscarse en otros rubros, no en la peligrosidad de la izquierda armada, bastante golpeada para ese entonces. 451 Vid pp. 341-342 Este carácter mesiánico-dogmático también nació, a decir del autor, a partir de los posicionamientos teórico-estratégicos derivados de la lectura errónea de la realidad. 452 Ibid p. 342 Rangel aprovechó sus conclusiones para insistir en los ‘errores e origen’ cometidos tanto por los teóricos como por los dirigentes de la Liga. Vid p. 343 453 Ibid p. 344 Esta cita puede ser complementada con otra observación del autor: “En el balance que hemos hecho, pareciera encontrar una contradicción, pero no ha tal, pues por una parte la 168 Hasta ahora hemos analizado los principales argumentos esbozados por Rangel para construir una caracterización compleja o global de la debacle de la Liga. En cuanto a los factores internos tenemos que una lectura errada de la “realidad” sociopolítica de aquel entonces condujo a la organización a propuestas y posicionamientos teórico-estratégicos igualmente errados —reducibles, a decir del autor, a la “lucha contra el oportunismo”—. Esta secuencia de lecturas, teorías y estrategias desatinadas afectó a la Liga en cuestiones internas —al imposibilitar su consolidación y mantenerla en una especie de limbo confederado— y externas —al aislarla ante otras organizaciones, grupos y/o sectores sociales. En los factores externos tanto el ejercicio de la fuerza represiva por parte del Estado — ejecutado por múltiples corporaciones, direcciones y dependencias policiales y militares— y en las maniobras institucionales destinadas a aislar —y deslegitimar— la lucha armada. A decir de Rangel, estos factores produjeron la debacle de la Liga. A continuación, rescataré algunas de las ideas secundarias diseminadas a lo largo del texto; si bien algunas de ellas guardan relación con los argumentos principales de la tesis, es preciso anotar que no están vinculadas entre sí. Identifiqué cuatro rubros en los que podemos clasificar dichas ideas: uno sobre el ‘impacto’ que tanto la Liga como la violencia política ejercida durante las décadas de los años 60, 70 y 80 han generado en el México contemporáneo; otro sobre algunas similitudes entre sus observaciones y las del excombatiente Gustavo Hirales; un tercer conjunto sobre algunos aspectos sociales y materiales del clandestinaje (el balance de Rangel sobre el Periódico Madera, los posibles vínculos entre los relevos de excombatientes y la cuestión de la experiencia, y las correlaciones entre las distintas actividades llevadas a cabo por la Liga); y un cuarto grupo sobre las vicisitudes conceptuales del autor (algunas anotaciones sobre el Movimiento Armado Socialista y la Guerra Sucia). guerrilla socialista surgió de una realidad política y sociales, y por otra, actuó totalmente en contra de esa realidad, por ello es criticable su fragilidad política e ideológica y su improvisación” Ibid p. 346 169 En cuanto al primer rubro, señalemos que para Rangel “la situación actual de la sociedad mexicana no puede entenderse al margen del complejo proceso armado que ha vivido el país desde el 23 de septiembre de 1965”.454 En otras palabras, este proceso de guerra interior prolongada del Estado contra la población es uno de los componentes fundamentales del México contemporáneo. De manera semejante a como hizo Támariz, Rangel incluyó algunos indicadores de una suerte de regresión o retroceso a décadas previas. Tras comentar sobre una serie de reformas aplicadas al Código Penal Federal en 2008 precisó que, con dicha serie de modificaciones “lo que en realidad se busca es criminalizar las protestas sociales, en un claro retroceso a los años que estamos estudiando”.455 Además de esta observación general sobre la guerra interna como rasgo distintivo del México contemporáneo y la preocupación por una suerte de “retroceso” en el ámbito de los derechos y las protestas sociales, Rangel incluyó algunos comentarios sobre el ‘impacto’ específico del movimiento armado socialista: “aunque no era su propósito, la guerrilla socialista motivó una reforma política que permitió, aunque con muchas limitantes, la participación legal de los partidos de izquierda en la lucha por el poder político”.456 En lo que respecta al segundo rubro, al profundizar sobre la Brigada Roja, Rangel criticó abiertamente la propuesta interpretativa de la “inexistencia histórica”, esbozada por Gustavo Hirales. Como indicó el historiador, el énfasis puesto en continuar las labores de impresión y distribución del Periódico Madera tras la desaparición forzada de Oseas, “contradice la hipótesis generalizadora que sostiene que […] esta organización dirigida por la Brigada Roja se caracterizó por 454 Ibid p. 11 455 Ibidem El autor complementó esta observación al señalar que aquellos años estuvieron marcados por el uso del delito de disolución social como instrumento represivo “para reprimir cualquier inconformidad de fondo”. Y aclaró: “ya sabemos lo que esto provocó: algunos grupos decidieron responder a la ‘violencia represiva’ con la ‘violencia revolucionaria’”. 456 Ibid p. 22 Esta observación es bastante parecida a las que el autor vertió en el último capítulo de su tesis, al ahondar en los mecanismos institucionales desplegados para combatir a la izquierda armada durante el mandato de López Portillo. 170 su actividad eminentemente militar, negando con ello los fines que le dieron origen y que por tanto en su esencia, históricamente había dejado de existir”.457 Sin embargo, a pesar de este rechazo explícito a la propuesta interpretativa de Gustavo Hirales, Rangel ubicó la raíz de la debacle interna de la Liga —análisis e interpretaciones erradas de la realidad social y contrapuestas al materialismo histórico— en un lugar semejante al del excombatiente —confusión y mezclas teóricas desligadas del marxismo ortodoxo—. El tercer rubro está vinculado a lo que podríamos denominar los “aspectos materiales del clandestinaje”. Si bien Rangel no llevó a cabo un análisis pormenorizado del Periódico Madera, sí señaló la función que cumplió al interior de la organización en lugar de repetir acríticamente sus contenidos. Uno de los puntos llamativos del balance propuesto por Rangel es que Madera cumplió su función como (re)organizador colectivo; sobre todo durante el Periodo Gris posterior a la desaparición forzada de Ignacio Salas Obregón.458 Además de abordar el Periódico Madera, Rangel elaboró algunas observaciones sui-generis sobre la Brigada Roja. A su parecer, tras la desaparición forzada de Salas Obregón, esta Brigada “llenó el vacío de poder dejado por éste y reorganizó y mantuvo la lucha armada, sobre las bases sentadas por él, hasta principios de 1981”.459 Para lograr estos objetivos, dicha brigada procuró reestructurar varios de los Comités de la Liga, que se encontraban en un franco proceso de desarticulación o desmembramiento a partir de 1974. Sin embargo, además de cargar con la responsabilidad estructural-organizativa, “sobre ella recayó el peso del sostenimiento material de aquellas [el resto de las 457 Ibid p. 343 458 Vid p. 143 para las observaciones en torno a la reestructuración de la Liga en torno al periódico. Los comentarios de Rangel son sugerentes, ya que, en lugar de reproducir las consideraciones abstractas y teóricas emanadas de la propia Liga —la subsunción de las labores políticas y de “educación de las masas” a las militares y la preeminencia, por principio, de las labores vinculadas al Periódico Madera— el autor aterrizó las necesidades inmediatas que buscaban ser satisfechas mediante la producción y distribución del Madera: la reestructuración de la organización en un periodo de severa desarticulación. El autor no está tan lejos de sugerir que tal publicación fue utilizada como una suerte de mecanismo de supervivencia organizativa durante dicho periodo. Esto podría llevar a reflexiones fructíferas si extendemos esta observación a otros momentos o periodos de la Liga: ¿qué usos se le dieron al periódico en los otros periodos de la organización? 459 Ibid p. 258 171 brigadas y comités que procuró re-articular] ya que a merced a su inmadurez militar no eran capaces de proveerse sus propios recursos económicos y con muchas dificultades mantenían labor de propaganda y escasamente la ‘expropiación’ de armamento”.460 Además de llevar a cabo estas observaciones sobre el carácter del periódico al interior de la organización y de proponer una hipótesis sobre las posibles razones detrás del ‘militarismo’ de la Brigada Roja desplegado a partir de 1974, Rangel lanzó algunas sugerencias sobre los vínculos que guardaron entre sí las actividades o acciones de la Liga. Vinculó, por ejemplo, la distribución de propaganda con la ‘capacidad operativa’ de la organización e hizo algunas observaciones sobre la escasa edad —y, con ella, cierto tipo de inexperiencia— de varios excombatientes como otro de los posibles factores que pudo haber contribuido a la debacle de la organización.461 Finalmente, en el cuarto rubro, señalemos que, además de García, Rangel fue el otro autor que ahondó en la terminología pertinente para el estudio de las organizaciones político-militares de los años 60 y 70. Como precisó al inicio de su trabajo: “Con el fin de identificarlo y distinguirlo de otros movimientos sociales, adoptaremos el término movimiento armado socialista […], para señalar al conjunto de grupos que surgieron y actuaron entre 1965 y 1982, ya que prácticamente todos ellos se fijaron como meta la implantación del sistema socialista en nuestro país”.462 Al profundizar en las vicisitudes de la guerra sucia, Rangel precisó, de manera más bien inusual para el grueso de los trabajos aquí analizados, que “El Estado mexicano, como cualquier otro, sin duda, ante el surgimiento del movimiento armado socialista tenía todo el derecho de combatirlo, pero por medio 460 Ibidem Rangel es el único autor que ha ahondado en el —más que— crucial punto del sostenimiento material de las brigadas y comités; como también es el único que ha sugerido que la Brigada Roja fue la principal encargada de este rubro tras la desaparición forzada de Salas Obregón. Esta hipótesis podría explicar, sin estigmatización o sesgos ideológicos de por medio — como hicieron algunos de los autores incluidos en este capítulo— las razones por las cuales dicha Brigada llevó a cabo múltiples expropiaciones, secuestros y ejecuciones entre 1974-1976. 461 Vid p. 265 sobre la inexperiencia y la edad y p. 280 y 286 sobre la interrelación entre labores propagandísticas y capacidades operativas. 462 Ibid p. 13 172 de una estrategia militar y política contrainsurgente apoyada en instrumentos legales y abiertos, más no utilizando la ‘guerra sucia’ para acabar con él”.463 Antes de comentar rápidamente las fuentes empleadas por el autor, es pertinente preguntarnos ¿qué nos dicen algunas de estas ideas secundarias, sobre todo las que están enfocadas a lo que he denominado los “aspectos materiales del clandestinaje”? Que la noción de una ‘historia global’ de la Liga propuesta por Rangel tiene que ver, además de la coordinación de los factores internos y externos de su debacle, con una explicación que busca articular las distintas actividades llevadas a cabo por dicha organización en función tanto de su proyecto político y sus propuestas teóricas, como de las necesidades materiales y organizativas que buscó satisfacer. La tesis de Rangel contiene una gama heurística extensísima — posiblemente la más amplia de entre las tesis aquí analizadas—. La mayor parte de las fuentes primarias son de carácter policial —provenientes de la Dirección Federal de Seguridad y Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales—y periodístico. Además de estas figuran los documentos teóricos de la LC23S. Las fuentes secundarias orbitan en torno a la historia contemporánea de México, la teoría política, la historia contemporánea de América Latina, y algunos elementos de materialismo histórico. Utilizó únicamente tres entrevistas: a Jesús Calderón Esquivel, a Antonio Orozco Michel y a Bertha Lilia Gutiérrez Campos.464 Antes de cerrar este apartado considero pertinente presentar algunas críticas al trabajo de Rangel. Si bien el autor indicó que el ‘combate al oportunismo’ debilitó internamente a la organización y contribuyó a que se mantuviera, de facto, como una confederación de grupos dispersos, este punto no fue demostrado en la tesis. El énfasis recayó en cómo dicho ‘combate’ separó a la Liga ante otras organizaciones o sectores sociales. 463 Esta observación refuerza el carácter de la Guerra Sucia como una estrategia “anormal” y sugiere, entre líneas, que si la tortura y la desaparición forzada fueran legales no habría ningún problema en implementarlas —ya que estarían respaldadas constitucionalmente. Este es uno de los puntos más débiles de la tesis. 464 El primero militante de los Lacandones y los últimos dos del FER. 173 Por otra parte, Rangel confundió, en algunas secciones de su tesis, “organismos sindicales democráticos”, “organizaciones políticas de oposición de signo socialista”, “masas populares”, “clase obrera”, “movimiento obrero de tendencia democrática” y “partidos de izquierda que actuaban en la semilegialidad” como sinónimos. Recuperemos algunos ejemplos. Al rescatar un par de los factores internos “que condenaron a muerte a la Liga” tras el deceso de David Jiménez Sarmiento, Rangel ubicó “el error de atacar abiertamente como enemigos, considerados incluso aún peores que el mismo Estado, a los organismos sindicales democráticos y a las organizaciones políticas de oposición de signo socialista […], lo que alejó a la Liga todavía más de lo que estaba, de las masas populares”.465 En esta aseveración, el autor asumió que los “organismos sindicales democráticos” o las “organizaciones políticas de oposición de signo socialista” tuvieron algo que ver con las “masas populares”. De igual manera, en una de las citas incluidas párrafos arriba Rangel precisó que la intolerancia dogmática-mesiánica adoptada por la Liga “frente a los partidos de izquierda que actuaban en la semilegalidad así como contra el movimiento obrero de tendencia democrática, al señalarlos de ‘oportunistas’, provocó el rechazo de estos grupos, lo cual la aisló aún más de lo que estaba de la clase obrera”. En este caso la identificación funcionó de manera semejante: el autor redujo “la clase obrera” a “los partidos de izquierda semilegales” y “el movimiento obrero de tendencia democrática”. Una cosa es que la Liga se haya distanciado —deliberadamente— de ciertas organizaciones o tendencias (sindicatos independientes y organizaciones socialistas, básicamente) y otra es que se haya separado de “las masas populares” o “la clase obrera”. En todo caso, Rangel ahondó en la división latente entre la Liga y las primeras, no las segundas. 465 Ibid p. 280 174 Observaciones finales Tal y como hicimos en el capítulo anterior, agrupemos y señalemos las caracterizaciones, los argumentos, las ideas secundarias de las tesis recién analizadas. No hubo consenso en torno a los antecedentes mencionados. Támariz y Torrijos presentaron contextos marcados por los choques entre el Estado mexicano y “la juventud”. Ambos coincidieron en caracterizar al primero como autoritario o represivo, pero difirieron en sus consideraciones sobre “los jóvenes”: idealistas, románticos y voluntaristas según Támariz; “mayoría consciente” para Torrijos.466 Rangel también propuso un antagonismo a manera de antecedente, sólo que, en su caso fue protagonizado por distintos actores sociales: el sistema político mexicano —marcado no sólo por el ‘autoritarismo’ o los rasgos represivos, sino por el uso del corporativismo, el populismo y el presidencialismo como herramientas de control social— y los movimientos sociales —desde los ferrocarrileros hasta el movimiento estudiantil de 1968 pasando por el Partido de los Pobres y el Grupo Popular Guerrillero—. Debido a la naturaleza de su estudio, Gamiño incluyó una serie de antecedentes de distinta índole, centrados en exhibir el sistema de alianzas trazado entre el Estado mexicano y la prensa durante gran parte de mediados del siglo XX. López Limón fue el único autor que presentó antecedentes mucho más “abstractos” que los recién mencionados. Recordemos que, a su parecer, las organizaciones político-militares de las décadas de los 60 y 70 incorporaron “el deseo” del autogobierno de los pueblos campesinos e indígenas y que dicha integración los dotó de “fuerza, consistencia y durabilidad” y legitimidad histórica. A pesar de esta falta de consenso las tesis analizadas en este capítulo contemplaron alguna suerte de relación —antagónica o cooperativa— entre dos 466 Recordemos que éste último también contempló al Grupo Popular Guerrillero como uno de los principales antecedentes no sólo de la izquierda armada clandestina en general, sino de la LC23S en particular. 175 o más sectores sociales a manera de antecedente. Si quisiéramos hacer un recuento sumamente esquemático de estos distintos antecedentes relacionales, tendríamos: juventud idealista versus autoritarismo priista en el caso de Támariz; juventud en tanto “mayoría consciente” versus Estado represivo en la tesis de Torrijos; sistema político mexicano versus movimientos sociales en el texto de Rangel; y Estado mexicano aliado con la prensa para Gamiño. A riesgo de profundizar sobre ello en las conclusiones, anotemos que los antecedentes propuestos en la “historiografía de la debacle” son mucho más dinámicos que los sugeridos por la “historiografía reivindicativa”. Recordemos que los antecedentes y contextos sugeridos por las tesis analizadas en el segundo capítulo cayeron, casi invariablemente, en el lugar común historiográfico de las masacres estudiantiles-populares de 1968 y 1971 como detonantes determinantes de la izquierda armada clandestina. Mientras que el dinamismo sugerido por los textos de la debacle posibilita explicaciones multi-causales y complejas sobre la violencia política en el México de las décadas de los años 60 y 70. En cuanto a la temporalidad tampoco hubo consenso. Los textos del fracaso interno ubicaron el final de la Liga en 1976. Támariz y Torrijos ligaron la debacle interna con la muerte de David Jiménez Sarmiento, líder de la Liga y de la Brigada Roja durante los años que, a decir de ambos autores, fueron los últimos de la organización. Por su parte, Gamiño empató el fin de la LC23S con la pérdida de su capacidad militar en 1979. Finalmente, Rangel determinó la vida de la organización en función —sobre todo— del proceso de edición del Periódico Madera, con lo cual ubicó su término en 1981. Cuatro de los cinco textos aquí estudiados —Támariz, López Limón, Gamiño y Rangel— hicieron observaciones sobre el “impacto”, la “trascendencia” o la “injerencia” de la Liga —o su contexto— en la historia contemporánea de México. Para Támariz, fue el “trance violento” de la Guerra Sucia —no la Liga ni el conjunto de las organizaciones político-militares— lo que detonó la “apertura” institucional durante el sexenio de José López Portillo. Tanto López Limón como Rangel coincidieron en que las organizaciones político-militares “forzaron” o 176 “motivaron” dicha dilatación estatal. Sin embargo, Rangel también resaltó los aspectos negativos de los usos políticos con que fue ideada la reforma política: deslegitimar la opción armada. De entre los textos analizados, la tesis de Gamiño propuso el acercamiento más crítico a las medidas estatales de aquellos años: tanto la LOPPE como la Ley de Amnistía operaron no sólo como un mecanismo deslegitimador de la izquierda clandestina, sino como una herramienta de olvido que imposibilitó la entrada de las organizaciones político-militares a la historia contemporánea de México. A diferencia de los textos pertenecientes a la historiografía reivindicativa, algunos de los escritos de este capítulo —Torrijos y Rangel— presentaron ideas sumamente sugerentes sobre la correlación de algunos “aspectos materiales del clandestinaje”. Entre estos figuran: los vínculos entre la edad, la experiencia y el relevo de militantes ante la “fuerza” o la “debilidad” de la Liga; las posibles interrelaciones entre la capacidad de fuego y las actividades restantes de la organización —particularmente la distribución de propaganda o del Periódico Madera—; la forma en cómo se repartieron o concentraron los recursos expropiados; y algunas hipótesis sobre las raíces del “militarismo” o el incremento de las acciones violentas. En cuanto a las fuentes empleadas, si bien las tesis pertenecientes a esta tendencia interpretativa utilizaron algunos documentos teóricos de la Liga — particularmente Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario en México— es patente que éstas se basaron, sobre todo, en reportes e informes policiales. Tanto Támariz como López Limón, Gamiño, Rangel y, en menor medida, Torrijos, abrevaron de los informes de la Dirección Federal de Seguridad para construir sus tesis. Esto difiere significativamente de la historiografía reivindicativa asentada, por el contrario, en una amplia gama de textos teóricos de la organización, el Periódico Madera y en testimonios de ciertos excombatientes. A pesar de la falta de consenso y las variables recién detalladas, el análisis de las tesis mencionadas nos ha permitido determinar que forman parte de una misma corriente interpretativa, cohesionada en torno a un mismo “interés 177 historiográfico”: establecer las razones internas y/o externas que condujeron a la debacle de la organización. Desde las semejanzas entre el pasado reciente y los brotes de violencia desatados a inicios del mandato de Felipe Calderón interpretados por Támariz como una posible emergencia guerrillera hasta la “traición” de la Liga de sus propios orígenes populares sugerida por López Limón, pasando por la curva ascendente de la violencia asentada en los ‘errores’ de la organización propuesta por Torrijos, todos los autores de la primera sección de este capítulo ubicaron las causas de la debacle de la LC23S en su interior. En cuanto a los factores externos, tenemos la interpretación de Gamiño quien puso el acento sobre el desempeño de la prensa como aliado contrainsurgente del Estado, encargado de ocultar o volver semi-pública la represión ejercida por éste. Finalmente, la tesis de Rangel contempló tanto elementos de índole interna ——un análisis errado de la realidad cuyos resultados condicionaron estrategias igualmente desatinadas, impidieron la consolidación de la Liga y la mantuvieron separada de “las masas”— como externa —la contrainsurgencia y las medidas legales aplicadas por el Estado mexicano, respectivamente encaminadas a exterminar y deslegitimar al movimiento armado socialista—. Como veremos en las conclusiones, todos los trabajos analizados en este capítulo hilaron las razones —tanto internas como externas— de la debacle en función de un elemento común: la separación o el distanciamiento. Algunas de las citas referidas páginas atrás resaltaron este componente: la Liga fracasó o fue derrotada debido a la distancia que mantuvo ante “lo real” —debido a sus análisis errados— , “el pueblo” —a causa de sus vuelcos “militaristas”, a la jerga con que elaboraron su propaganda o al aislamiento producto de la ‘lucha contra el oportunismo’— y “lo político” —producto del predominio de las acciones puramente violentas—. Es interesante que a pesar del enfoque pretendidamente crítico de estos textos y de haber partido de una duda en lugar de una aseveración, este vínculo general pero subrepticio con la “separación” o el “distanciamiento” siga remitiendo a los estigmas configurados por Gustavo Hirales y las interpretaciones oficiales de la Liga: una organización irracional —al ser incapaz 178 de interpretar correctamente su contexto—, cuyo carácter político se vio rebasado por sus incursiones violentas mientras era incapaz de granjearse las simpatías — ya no se diga el apoyo— de aquel gran conjunto uniforme y abstracto que varios autores identificaron con “el pueblo” o “las masas”. 179 IV. Antecedentes disímiles y refutaciones originales: los procesos de radicalización previos a la LC23S Introducción Los textos que conforman esta tendencia interpretativa no versan sobre la historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre en sí. Como bien lo indica su título, las tesis aquí reunidas han profundizado sobre los procesos de radicalización, colectivos, familiares o individuales, de corte político, multi-causal o ideológico que culminaron en la formación de la LC23S. Es decir, se centraron, desde distintas propuestas teóricas y enfoques historiográficos, en aquello que ocurrió antes de la fundación de dicha organización político-militar y que, a decir de sus autores, influyó en su subsecuente desarrollo. Esta forma de aproximarse a los antecedentes de la Liga rehúye los acercamientos detallados en capítulos previos. En primer lugar, no niega abierta o explícitamente el carácter político o racional de la organización, ni sugiere su “inexistencia” histórica. En segundo lugar, tampoco ensalza o defiende sus orígenes para posicionarlos como referentes de distinta índole. Y, finalmente, por su enfoque temporal —trabajos centrados en los años previos a la fundación de la Liga— los textos que la integran tampoco se detienen a analizar qué pudo haberla llevado a la debacle. Tres tesis conforman esta tendencia interpretativa.467 Como veremos en las observaciones finales, si bien estas tesis no pretendieron formular 467 Por una parte, Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973), tesis de licenciatura presentada por Rodolfo Gamiño en 2005 traza la historia de la pandilla los Vikingos, su transformación en el Frente Revolucionario Estudiantil (FER) y su posterior inclusión en la LC23S. Este texto pretende caracterizar la radicalización de los jóvenes Vikingos como un proceso de politización marcado por variaciones identitarias detonadas a raíz de ciertos aprendizajes tanto políticos como ideológicos y “represivos”. De igual manera tenemos la tesis de maestría de Alicia de los Ríos, titulada José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas, presentada en 2010. Este texto elabora en torno a la historia de la familia Corral García —con particular atención en los hermanos Salvador, José de Jesús y Luis Miguel, como bien indica su título—, y sugiere, de manera subrepticia, que la raíz de los procesos de radicalidad emprendidos por los tres hermanos debe ser buscado en el distanciamiento ante su familia y los valores inculcados por ésta. Finalmente, este capítulo también contiene De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón, tesis 180 reivindicaciones históricas semejantes a las expuestas en el segundo capítulo, sí articularon sus intereses y argumentos en función de un sustrato común: refutar —tanto a los discursos oficiales como a gran parte de la historiografía especializada— qué hechos, procesos o acontecimientos fueron determinantes en la fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre. 4.1 Rodolfo Gamiño Muñoz. Identidad, politización y represión: una refutación de la violencia original A diferencia de varias tesis analizadas en los capítulos previos, Rodolfo Gamiño 468 planteó con mucha mayor claridad el núcleo —problema de investigación y objetivos— de su tesis, titulada Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973). 469 Podemos sintetizar el problema de investigación sugerido en la introducción 470 — presentado de forma dispersa luego de un par de observaciones heurísticas y un panorama histórico general de finales de la década de los 60 e inicios de la de licenciatura en historia de Ana Lucía Álvarez Gutiérrez, presentada en 2015. A diferencia de los escritos anteriores, según los cuales los procesos de radicalidad emanaron de fuentes marcadamente políticas o familiares, esta tesis puso énfasis en la injerencia que las variaciones ideológicas del catolicismo internacional tuvieron sobre Ignacio Salas Obregón a lo largo de su infancia y juventud. 468 Algunas anotaciones biográficas de este autor fueron incluidas en el capítulo anterior. Sin embargo, reiteremos que Rodolfo Gamiño presentó la tesis titulada Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973) para obtener el grado de licenciado en historia por la Universidad de Guadalajara. Este texto fue posteriormente editado por el Centro de Documentación de los Movimiento Armados y rebautizado como Del barrio a la guerrilla. Historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre. 469 Esta tesis está dividida en cinco partes, compuestas, en su totalidad, por diecisiete apartados. La primera parte contiene tanto el contexto general de la historia propuesta como los antecedentes que marcaron el nacimiento de Los Vikingos —el primer rubro resalta el asalto al cuartel de Ciudad Madera y algunas movilizaciones populares y clandestinas de la década de los años 60, mientras que los antecedentes retoman un bosquejo histórico de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), apéndice corporativo-estudiantil del PRI en dicha ciudad—. En la segunda parte, el autor narró desde los orígenes barriales de Los Vikingos hasta sus vínculos iniciales con la FEG, pasando por sus primeros atisbos de consciencia política. En la tercera parte, el autor presentó los distintos grupos que intervinieron en la conformación política de Los Vikingos —como la Juventudes Comunistas— o que resultaron de sus procesos de negociación política con la FEG —como las Juventudes Juaristas—. Igualmente, Gamiño empleó esta parte para detallar los orígenes del FER. Las dos últimas partes de la tesis dan fe tanto de los golpes represivos conducidos por la FEG contra el FER como de la transición de este último grupo al clandestinaje y su participación en la conformación de la LC23S. 470 Si bien Gamiño fue mucho más explícito que los autores anteriores al señalar el contenido y sentido de su trabajo, no precisó explícitamente la hipótesis o el problema de investigación de su tesis. Tan sólo sus objetivos. 181 siguiente—, de la siguiente manera: ¿por qué Guadalajara fue la cuna de la guerrilla urbana contemporánea en México? Cito a continuación algunos extractos de su apartado inicial en los que presentó ciertas ideas vinculadas con lo anterior: Es preciso decir que importa Guadalajara en este contexto, ya que fue en esta ciudad donde se patentiza y objetiviza la radicalización de los grupos armados que habían tenido presencia en el ámbito de la resistencia nacional […] Lo anterior me llevó a considerar a Guadalajara como un mosaico de condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo de la guerrilla […] Es pensar en Guadalajara como un escenario importante para entender en buena medida por dónde iba la lógica de la guerrilla urbana en México471. Gamiño justificó esta caracterización de Guadalajara como cuna de la guerrilla urbana en México de la siguiente manera: “El motivo fue porque se pudo establecer contacto con los grupos guerrilleros que ya estaban en agonía y reformularon los conceptos de lucha para readaptarlos y dar la transición a la guerrilla urbana, que ciertamente surge en esta ciudad”.472 Un par de líneas después precisó que el objetivo de su tesis fue Explicar qué condiciones culturales y políticas existieron en Guadalajara en la década de los 60 e inicios de los 70, que hicieron posible que algunos jóvenes como fueron los Vikingos tuvieran una mutación inclinada a la conciencia política en la formación del FER y cómo es que de esa conciencia política pasan a formar parte de uno de los grupos guerrilleros más importantes en todo el país, la Liga Comunista 23 de Septiembre473. 471 Rodolfo Gamiño Muñoz, Del barrio a la guerrilla. Historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre (Guadalajara 1964-1973), México, Cedema, 2006, pp. 8-9. Es menester señalar rápidamente que el texto cuenta con otro título: Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara, la Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973). Éste, referido por el autor en su introducción, es el que llevó la tesis con la que optó por el grado de licenciado en historia por la Universidad de Guadalajara. Mis itálicas. 472 Ibid p. 8 473 Ibid p. 9 Mis itálicas. 182 El principal interés que Gamiño pretendió satisfacer en esta tesis está directamente relacionado con algunos de los elementos previamente descritos y citados: elaborar una refutación de la violencia y la irracionalidad como orígenes de la Liga. Este interés historiográfico fue construido sobre un argumento principal estrechamente relacionado con la estructura del texto, ideas secundarias, enfoques teórico-metodológicos y fuentes testimoniales que expondré a continuación.474 La narración de este proceso de “mutación inclinada a la conciencia política”, referido brevemente en la última cita, ocupa la mayor parte de la tesis y se asienta sobre dos pilares antagónicos a menudo entrecruzados: la historia de la FEG y la de los Vikingos-FER. Además de presentar un panorama de los movimientos de resistencia social durante 1958-1968 en la primera parte de su escrito, el autor esbozó un recuento histórico de la FEG y entrelazó las historias de esta Federación y de los Vikingos-FER en las secciones segunda y tercera. Al construir su relato sobre la FEG, Gamiño enfatizó sus características clientelares, de control y represivas. Narró cómo, de ser una “organización popular-populista”, practicante de cierto “altruismo político” a mediados de la década de los 50, se convirtió en uno de los órganos represivos del Estado —en coordinación con el Ejército y las fuerzas policiales— a inicios de la década de los 70; responsable, entre otras cosas, de perseguir, golpear, balacear y asesinar a integrantes del FER. En lo que respecta a la historia de los Vikingos-FER-LC23S, el autor utilizó dos referentes teóricos. Inicialmente retomó la teoría de los “tipos de identidad”, desarrollada por Manuel Castells. Según especificó, ésta propone explicar ciertos procesos sociales a partir de la articulación de varias identidades colectivas — identidad primaria, identidad legitimadora, identidad proyecto e identidad de resistencia fueron las seleccionadas por Gamiño. Posteriormente, el autor usó el 474 Como veremos en el transcurso del apartado, Gamiño también conjugó otros intereses secundarios o menores en la elaboración de esta tesis. Pretendió elaborar una suerte de defensa geográfica y de clase centrada en resaltar que la Liga nació en Guadalajara —ciudad usualmente asociada con el conservadurismo católico y de derecha— a raíz de una organización que tuvo orígenes marcadamente barriales —y no universitarios, clasemedieros o pequeño-burgueses—. 183 planteamiento de la Acción Colectiva de Alberto Melucci, definido como “algo que no se puede analizar solo por las contradicciones estructurales o de la estructura, ya que es una interacción de objetivos, recursos y obstáculos con una dirección ya intencionada y dirigida hacia un sistema lleno de oportunidades y negociaciones”.475 Gamiño inició este relato en el barrio de San Andrés. A su parecer, ahí se constituyeron formas de identidad colectiva como respuesta y forma de resistencia a las condiciones adversas que enfrentaba la mayor parte de sus habitantes. El autor conectó esta suerte de identidad base o barrial — presente en muchos de los jóvenes que habitaban San Andrés y las colonias aledañas — con una identidad primaria, concretada en el grupo juvenil de los Vikingos. Según detalló, sus integrantes comenzaron a detentar “una identidad con presencia y conciencia política embrionaria, bajo la consigna de buscar una mejora en su calidad de vida personal y familiar”.476 Tras relatar la integración de los Vikingos a la FEG,477 el autor acotó que estos “entraron en una etapa de resignación política […] ya que adoptaron una política estudiantil oficial, pasaron a ser de identidad primaria una identidad legitimadora”.478 Luego de romper con la Federación, varios integrantes de los Vikingos contactaron a miembros de otras organizaciones estudiantiles y personajes de la clase política.479 Las Juventudes Juaristas, en tanto identidad proyecto, fueron el resultado de esta reestructuración vikinga. A decir del autor, este grupo representó “una especie de incubadora ideológica-política y práctica que dotaría de basamentos a algunos jóvenes anhelosos de la participación 475 Apud Alberto Melucci, Acción Colectiva, vida cotidiana y democracia, Ed. Colegio de México, México. 2002, p. 25 476 Ibid p. 52 477 Esta etapa, circunscrita a mediados de la década de los años 60, estuvo marcada por el uso de los Vikingos como grupo de choque por la Federación de Estudiantes de Guadalajara. 478 Ibid p. 64 Según precisó Gamiño, apoyado en Manuel Castells, uno de sus referentes teóricos, ésta forma identitaria consiste en ser utilizado institucionalmente para legitimar las estructuras existentes de dominación. Mis itálicas. 479 Entre los cuales sobresalían notablemente miembros de la familia Zuno Arce. En particular Andrés Zuno Arce, hijo del ex gobernador del estado de Jalisco, José Guadalupe Zuno — secuestrado por las FRAP en 1974— y hermano de María Esther Zuno Arce, esposa de Luis Echeverría durante 54 años. 184 política estudiantil, e inscritos en un marco legal y democrático según su propia perspectiva, sin dejar de lado que fueron violentamente reprimidos”.480 Tras la toma de la casa del estudiante de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente481 (FESO) en septiembre de 1970 —considerada por Gamiño como el “primer acto externo que manifestó la consolidación como grupo político”482— el autor caracterizó al recién constituido FER, escindido de las Juventudes Juaristas, como identidad de resistencia. Si bien el objetivo de dicha organización era contender como representante estudiantil en la Universidad de Guadalajara —posición detentada exclusivamente por la FEG hasta ese momento—, la represión y los enfrentamientos violentos no se hicieron esperar. Tras la toma de la casa del estudiante se desató una vertiginosa escalada de violencia que incluyó la intervención y ocupación militar del inmueble, una balacera perpetrada por miembros de la FEG483 durante un mitin del FER, el asesinato de Arnulfo Prado Rosas “El Compa”, uno de sus líderes conspicuos, y la persecución policial —librada con particular saña en San Andrés. A decir del autor, este vuelco represivo orilló a que estos jóvenes replantearan su modelo y dirección en la lucha. Se habían olvidado del ámbito universitario, ahora el enemigo representaba para ellos el Estado, si lograban derrocar al gobierno por ende también caería la Federación de Estudiantes de Guadalajara, ya que era uno de sus brazos represores. La organización como identidad de resistencia no serviría para esa lucha, las condiciones habían cambiado.484 A partir de este momento en que el FER se deshizo de su hábito identitario, la organización pasó a ser considerada por el autor como acción colectiva. La transición al clandestinaje fue el proceso que definió esta nueva etapa de vida del 480 Ibid p. 96 481 La FEG comenzó a operar en los ámbitos estudiantil y político a finales de la década de los 40, tras la desintegración de la FESO, según detalló Gamiño Vid p. 24 482 Ibid p. 102 483 Según los testimonios reunidos por Gamiño. 484 Ibid p. 134 185 Frente. Como resaltó Gamiño, una vez reestructurados en la ilegalidad, los “Feroces” adoptaron nuevas técnicas y tácticas. De entre estas resaltan la organización en células —experiencia organizativa aportada por los cuadros de las Juventudes Comunistas—, el entrenamiento militar y las expropiaciones. Una vez inserto en la clandestinidad, el FER —y, particularmente Fernando Salinas Mora— entabló contacto con miembros de otras agrupaciones político- militares. Entre estos sobresalían Diego Lucero y Raúl Ramos Zavala, líderes de Los Guajiros y Los Procesos, asesinados en enero y febrero de 1972, respectivamente. Los golpes a las guerrillas mexicanas —y en especial al FER— no cesaron. Según uno de los testimonios incluidos por el autor485 la organización realizó una junta de disolución en septiembre de 1972. En ella se acordó la fragmentación del FER en tres secciones. Una de ellas siguió operando bajo el mismo nombre, mientras que las dos restantes se consolidaron como Unión del Pueblo (UP) y las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP). Pocos meses después, para marzo de 1973, los elementos restantes del FER participaron codo a codo con otras organizaciones político-militares en la creación de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Finalmente, tras dar por finalizada su narración, el autor conjuntó los puntos principales de su tesis en las conclusiones: “Estas mutaciones identitarias que logró tener este grupo de oposición a la FEG, se articularon para formar un solo frente antagónico, el FER. Aspecto que favoreció a la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara”.486 Para el autor, esta sucesión de identidades colectivas recién expuesta —y su culminación en la Acción Colectiva— fue identificado como un proceso de politización. Las mutaciones identitarias de los Vikingos-FER-LC23S expresaron el creciente desarrollo de la conciencia política de sus integrantes. La historia de cómo una amplia parte de la juventud de San Andrés conformó el grupo de los Vikingos, se integró posteriormente al FER y terminó en la Liga Comunista 23 de 485 Vid p. 139 486 Ibid p. 156 186 Septiembre es, pues, la historia de una toma colectiva de conciencia política. O, para decirlo de otra manera, este proceso de politización es el puente que conecta al barrio con la guerrilla. En esto consiste el principal argumento del texto que responde, en parte, al problema de investigación planteado en la introducción. Hay dos ideas secundarias vinculadas a este argumento: la historia de la FEG —y su caracterización como órgano de represión y control estatal— y la nada fortuita delimitación cronológica escogida por Gamiño —que culmina con la fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre. La interrelación de los tres elementos anteriores —el proceso de politización de los Vikingos en tanto argumento principal y la historia de la FEG y la delimitación temporal en tanto ideas secundarias— le permitió al autor elaborar su refutación de la violencia originaria. Es decir, aclarar que los orígenes de la Liga no deben ser buscados en el irracional ejercicio de la violencia por parte de sus integrantes. Con su señalamiento de la FEG como órgano represivo, el autor demostró que los ataques y el uso de la fuerza provinieron inicialmente del bando corporativo-gubernamental. Y que tanto la respuesta violenta del FER como su transición al clandestinaje no fueron hechos arbitrarios o fortuitos; sino que provinieron de necesidades tanto materiales como políticas en las que se entremezclaron la autodefensa y la “reconceptualización” de la lucha: La idea romántica de los miembros FER [sic] de estar cuadrados en una línea política auspiciada por la ley universitaria falló, pues fue orillado a reorganizarse en diferentes estadios de manera gradual y continua, pero sobre todo de manera clandestina […] Esta actitud defensiva responde, como antes se mencionó, a la constante movilización represiva que ejercieron las corrientes opositoras a esta organización, compuestas por la FEG, la Policía Estatal y el Servicio Secreto.487 La interrelación entre el argumento principal y la delimitación cronológica le permitió posicionar a la Liga Comunista 23 de Septiembre —o por lo menos su acepción tapatía— como el resultado, el cénit o la expresión más avanzada de un 487 Ibid p. 106 Vid también la página 149, en la que el autor detalló que la FEG fue “una de las organizaciones que propició la radicalización de la juventud tapatía”. 187 proceso de politización o de desarrollo de la conciencia política. Y no como la secuela de un progresivo declive en la irracionalidad violenta y despolitizada. A decir del autor, el argumento principal de su texto es lo que distingue a Guadalajara del resto de las ciudades en que se conformó la Liga. Para Gamiño, la historia de la politización de los Vikingos devenidos LC23S hizo única a la Perla de Occidente frente a Monterrey, Culiacán y la Ciudad de México, principales puntos de gestación de la LC23S. De las ciudades anteriores, la capital jalisciense fue la única que incubó este nexo entre barrio y guerrilla. El autor presentó la mayor parte de sus ideas sobre Guadalajara en su introducción y en los dos últimos capítulos de su tesis. Por ejemplo, hacia el final de su escrito, tras detallar que en dicha ciudad existían “condiciones óptimas” de seguridad488 para fundar “un organismo armado de características nacionales”,489 Gamiño precisó que “los miembros del FER seguían activos en la lucha armada contra el gobierno, aspecto favorable pues existía [sic] bases de apoyo para el movimiento armado”.490 En las conclusiones, tras enfatizar que el FER “se consolidó enteramente en la práctica”,491 Gamiño reiteró: “Este marco contextual es el que favoreció la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara y no en algún otro estado de la república. Pues se mezcló la teoría emanada de los jóvenes de Monterrey, Sinaloa y Sonora con la excesiva práctica de resistencia revolucionaria que se desarrolló en Guadalajara”.492 Este contexto, conformado por la “excesiva práctica de resistencia” del FER y expresado en su historia de mutaciones identitarias y politización, es lo que, a decir de Gamiño, explica el surgimiento de la Liga en Guadalajara: “Pocos modelos de resistencia, dentro y fuera de las universidades en el país, lograron tener esa continuidad y severos replanteamientos y posturas, no existió mutación 488 Cosa un tanto sospechosa puesto que en años recientes el FER había resentido el asesinato de uno de sus principales líderes, una balacera durante uno de sus mítines y una confrontación militar al ser expulsados de la casa del estudiante de la FESO. 489 Ibid p. 146 490 Ibid p. 146 491 Ibid p. 156 492 Ibidem mis itálicas 188 identitaria como los experimentadas [sic] por la juventud en Guadalajara”.493 Esta argumentación le permitió sostener la defensa geográfica que referimos páginas atrás.494 El autor utilizó diversas fuentes secundarias y primarias para elaborar los capítulos iniciales en que detalló la historia de la FEG —desde México. Un pueblo en la historia y Organizaciones y movimientos estudiantiles en Jalisco 1948-1954 hasta la tesis de licenciatura sobre Carlos Ramírez Ladewig, pasando por boletines informativos de la FEG y referencias hemerográficas—. Sin embargo, a lo largo de su tesis sobresale el empleo de fuentes testimoniales. Como precisó en la introducción de su escrito, al detallar su acercamiento al método de la Historia Oral: “La intención no era elaborar una historia según el testimonio de los que no fueron protagonistas, pero sí desde las personas que le dieron cuerpo a esta organización”.495 Gamiño añadió un par de líneas adelante que su trabajo resultó “interesante” por el hecho de que “las aseveraciones de la mayoría de los informantes no habían salido a la luz”.496 Aprovechó para criticar los trabajos previos como “poco propositivos” por reincidir en fuentes y bibliografía repetidas y poco innovadoras. 493 Ibidem 494 Con esta defensa geográfica Gamiño tomó partido por una tendencia interpretativa secundaria emanada de La Charola de Sergio Aguayo y que ha visto a Los Vikingos-FER como uno de los componentes principales —si no es que “el más importante”— de la LC23S. Ambos autores, al igual que otros tantos, se han apoyado en los antecedentes locales de la Liga para enarbolar a Guadalajara como referente de resistencia política en el marco de la historia contemporánea de México. Esta defensa local fue sintetizada años después por Hermenegildo Olguín Reza, editor de La Casa del Mago, editorial enfocada en publicar materiales vinculados a la historia de las guerrillas mexicanas y, sobre todo, tapatías. Como bien precisó: “Antes y después, Guadalajara ha sido el emblema del tradicionalismo, las buenas costumbres provincianas y el más rancio conservadurismo. La imagen de la urbe asociada al tequila, el mariachi y la charrería, tienen que ver no con la típica estampa de la revolución de Zapata o Villa, sino con los hacendados […] Sin embargo, distintos brotes revolucionarios han dejado la huella de personajes y corrientes sociales que se distinguen de la imagen general. El más radical de dichos brotes se dio precisamente en esta ciudad tan mocha, como se dice en lenguaje popular, en la década de los años setenta, cuando diversos grupos de militantes socialistas y comunistas coincidieron en Guadalajara para constituir una organización nacional”, Hermenegildo Olguín Reza, “Prólogo” en Antonio Orozco Michel, La fuga de Oblatos. Una historia de la LC23 de Septiembre, La Casa del Mago, Guadalajara, 2009, p. 36, 2ª edición. 495 Ibid p. 7 496 Ibidem 189 Si bien empleó fuentes secundarias en la elaboración de los capítulos restantes, éstos últimos fueron articulados en su mayoría a partir de los testimonios de ex-combatientes y ex-integrantes del FER. Es notorio el uso intensivo de estos testimonios al narrar los hitos represivos experimentados por dicha organización —la toma militar de la casa del estudiante, la balacera librada contra un mitin del Frente y el asesinato de “El Compa”. Es decir, Gamiño le puso especial atención a los testimonios que refirieron la transición clandestina del FER. Antes de cerrar este apartado es pertinente esbozar una breve crítica en torno al tratamiento heurístico del autor y llevar a cabo algunas observaciones más bien periféricas. Uno de los cabos sueltos de este trabajo está vinculado a la interpretación que Gamiño hizo de ciertas fuentes testimoniales; particularmente aquellas que versaron sobre la transición del FER al clandestinaje y, posteriormente, a la LC23S. El autor incluyó varios testimonios en los que se entremezclaron lecturas disímiles sobre las causas y los resultados de esta transición. Algunos de los excombatientes aseveraron que el paso a la clandestinidad fue una decisión colectiva con miras a la autodefensa. Mientras que otros aseguraron que la violencia estatal los obligó a realizar este tránsito y, con él, a “reconceptualizar” la lucha con miras a una ofensiva revolucionaria. Si bien es probable que ambos procesos hayan acaecido sincrónicamente, 497 Gamiño los hiló y moldeó diacrónicamente para así insertarlos en su argumento: primero vino la autodefensa voluntaria y luego, en el siguiente escalafón de la politización, la “reconceptualización” revolucionaria y obligatoria de la lucha. Gamiño hizo un par de críticas heurísticas y archivísticas al inicio de su tesis. Indicó que no le interesó utilizar periódicos de la época como fuente principal debido a que “estaban plagados de amarillismo, nota roja y visión policiaca, por ende ‘oficial’”.498 Por otra parte, los archivos tapatíos que albergan información 497 La relación dialéctica entre la represión estructural y política experimentada por el FER, y la decisión de algunos de sus integrantes de transitar a la clandestinidad dio como resultado la formulación de una práctica autodefensiva y un replanteamiento de las estrategias de lucha a desarrollar. 498 Ibid p. 6 190 sobre los años de su interés “se presentaron como una fortaleza inexpugnable que impedía la revisión de esa documentación.499 Tras mencionarlos, acotó que su acceso estaba “’oficialmente restringido’, según sus directores, aún después de que se aprobó la apócrifa ‘Ley de Transparencia’”.500 El anterior fue uno de los primeros señalamientos — críticos— a la cuestión archivística en la historiografía sobre la Liga —y en la historiografía sobre las guerrillas mexicanas en general. Es lógico que autores anteriores a la apertura y desclasificación de archivos —particularmente en el Archivo General de la Nación— no hayan reparado en este tema o lanzado críticas al respecto. Incluso el epígrafe de esta sección, escrito por Andrei Sarajov, debe ser leído en el mismo tono que estas observaciones críticas.501 4.2 Familia y radicalización: hacia una refutación del estigma oficial sobre combatientes en Alicia de los Ríos José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas,502 es el título de la tesis de maestría en historia y etnohistoria presentada por Alicia de los Ríos Merino en la Escuela Nacional de Antropología e Historia durante 2010.503 Además de la introducción y de los “Comentarios a 499 Ibid p. 7 500 Ibidem 501 “Un país en el que la información se mantiene en secreto representa la principal razón de la lentitud del progreso científico” Apud Jan Baptiste Duroselle, Todo imperio perecerá. Teoría sobre relaciones internacionales, Ed. FCE, México, 1998, p. 110 502 Esta tesis fue dirigida por Eduardo Necoechea Gracia, licenciado y maestro en Historia por la University of Massachusetts, y doctor en historia por la City University of New York y la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Precisamente el año en que De los Ríos presentó esta tesis, Necoechea Gracia coordinó el libro Voltear al mundo de cabeza: historias de militancia de izquierda en América Latina. Se especializa en la historia de la izquierda y de los movimientos sociales en la segunda mitad del siglo XX al igual que en historia de la clase obrera en México. Es fundador de la Asociación Mexicana de Historia Oral, de la que también se ha desempeñado como presidente. 503 Alicia de los Ríos es hija de Enrique Pérez Mora y Alicia de los Ríos, excombatientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Su padre formó parte de Los Vikingos y del Frente Estudiantil Revolucionario en Guadalajara, antes de participar en el Buró Político de la Coordinadora Nacional de la Liga. Fue asesinado en junio de 1976 por agentes de la Dirección Federal de Seguridad. Alicia de los Ríos es oriunda de Chihuahua. Se integró a la LC23S en 1974, donde participó, dos años después, en la operación para liberar combatientes del penal de Oblatos, en la capital jalisciense. Fue detenida y desaparecida en enero de 1978. Otros excombatientes de la Liga — 191 manera de conclusión”, este texto está dividido en los siguientes capítulos: “Los Corrales de Durango”, “Welcome to Juárez”, “Let i [sic] be”, “El verano de 1968”, “Nos vamos a la guerrilla”.504 La introducción de esta tesis está separada en cuatro partes. La autora utilizó la primera de éstas —un apartado sin título— para verter los planteamientos generales del texto, al igual que algunas acotaciones metodológicas. La segunda parte contiene una “revisión historiográfica” mediante la cual De los Ríos conformó su estado de la cuestión. La tercera, titulada “El Rompecabezas”, relata a grandes rasgos las entrevistas y los acercamientos a la familia Corral García y al resto de sus conocidos, como también a algunos excombatientes. 505 Finalmente, “Los Documentos desclasificados de la DFS” contiene tanto una crítica heurística a ciertos usos de los informes y reportes policiales al igual que la justificación para incorporarlos en esta tesis. A continuación rescataré los elementos pertinentes de los apartados recién mencionados. De los Ríos inició su texto con algunas caracterizaciones de los hermanos Corral y de la LC23S. A los primeros los ubicó como “punto de referencia dentro como Mario Álvaro Cartagena— han señalado haberla visto con vida en las instalaciones del Campo Militar n. 1. Al momento de escribir esta tesis, Alicia de los Ríos —hija— había cursado la licenciatura en derecho, además de sus estudios de maestría. De igual manera, había representado legalmente y trabajado en coordinación con el Comité de Madres de Desaparecidos Políticos de Chihuahua, formado en 1978 por Concepción García de Corral, madre de Salvador, José de Jesús y Luis Miguel. 504 El segundo capítulo —“Los Corrales de Durango”— contiene un somero recuento histórico de Durango y de los padres de los protagonistas de esta tesis, provenientes de dicho estado: Telésforo Corral Montenegro y Concepción García Esparza. El tercero traza algunos rasgos generales de Ciudad Juárez en las décadas de los años 50 y 60 y del proceso de migración y reacomodo de los Corral a la urbe fronteriza. El cuarto pone énfasis en el traslado de Salvador Corral a la capital duranguense para llevar a cabo sus estudios al igual que sus primeras experiencias políticas; también ahonda sobre el desarrollo del Grupo Popular Guerrillero. El quinto narra el movimiento estudiantil de 1968, prestando atención a la participación de varios estudiantes chihuahuenses inscritos en el Instituto Politécnico Nacional —entre ellos José de Jesús Corral García—. Finalmente, el sexto capítulo narra el regreso de varios de estos estudiantes a la frontera, el posterior desarrollo del movimiento estudiantil en Ciudad Juárez y la transición a la clandestinidad de algunos de sus participantes. 505 Al final de este apartado, la autora indicó que, mediante sus entrevistas trató “de dar énfasis a la cotidianidad antes y después de la militancia armada, cómo fue la experiencia, las redes familiares, afectivas y sociales en el antes y el después, a las expectativas, utopías y miedos” Alicia de los Ríos Merino, José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: good bye american way of life, nos vamos a la guerrilla, tesis para optar por el grado en historia y etnohistoria, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2010, p. 36 192 de la historia de la Liga”,506 además de recordar que fueron “profesionistas y estudiantes de nivel superior [que] decidieron que el movimiento armado en México era el único método para cambiar las condiciones sociales, económicas y políticas del país en su juventud”.507 De manera semejante a las caracterizaciones de la historiografía reivindicativa, De los Ríos señaló a la LC23S como “la organización guerrillera urbana más grande y la que más impactó a la opinión pública de la época de los setenta y principios de los ochenta”.508 Si nos fijamos en los motivos explícitos que condujeron a la realización de este texto, tenemos tanto las consideraciones de la autora sobre el abordaje temático de la guerrilla urbana como la persistencia o permanencia del pasado reciente en que ésta se desenvolvió. Sobre el tratamiento temático, De los Ríos apuntó que “es un problema no solamente poco desarrollado, cargado de prejuicio, de tergiversación hacia una gran parte de la sociedad: un olvido impuesto por el propio Estado”.509 Al respecto de la continuidad o prolongación del pasado anotó que “las secuelas del enfrentamiento de guerrilleros con la contrainsurgencia todavía se dirimen en el espacio político público”.510 La autora basó su tesis sobre lo siguiente: “Bajo la premisa de que los guerrilleros no nacen siéndolo, la pregunta central de la presente investigación es ¿qué los lleva a enrolarse como actores ideológicos, políticos, opositores a un sistema estatal?”.511 En el mismo tenor y sin presentar una hipótesis al respecto, la autora planteó los objetivos de su tesis: “reconstruir, por medio de testimonios, principalmente, las posibles razones y motivaciones por las que [los hermanos Corral] decidieron abandonar el hogar familiar y sus estudios para incorporarse a la LC23S”.512 506 Ibid p. 8 507 Ibidem En la misma página consideró que el caso de los tres hermanos fue “emblemático” y precisó que fueron considerados “como sucesores de Arturo Gámiz y Pablo Gómez”. 508 Ibidem 509 Ibid p. 9 510 Ibidem 511 Ibid p. 10 512 Ibid p. 11 En la misma página reiteró que su investigación tuvo como propósito “acercarse a los procesos radicales de la década de los setenta a través de las historias de vida de Salvador, José de Jesús y Luis Miguel”. Y también precisó que su tesis recreó las historias de los hermanos guerrilleros “para comprender el ámbito en el que fueron criados y educados”. 193 Como han hecho otros autores aquí analizados —especialmente Escamilla y García, quienes escribieron después que De Los Ríos—, la autora utilizó la segunda sección de su introducción para configurar una suerte de “opuesto”, de “enemigo” o de “adversario” discursivo contra el cual posicionó su tesis. De tal suerte, detalló que el Estado mexicano utilizó a la mayor parte de los medios de comunicación para estigmatizar a los combatientes como “gavilleros, rateros, homicidas, terroristas y adjetivos semejantes”. 513 Y planteó que el “discurso gubernamental”, oportunamente ejemplificado con una sección del cuarto informe de gobierno de Luis Echeverría,514 “relacionó intencionalmente a esta generación con orígenes excepcionales, disfuncionales y marginales”,515 operación mediante la cual “buscó y en gran medida logró la deslegitimación de la oposición armada”.516 La autora utilizó el resto del apartado para precisar las obras y los autores que trataron el tema de las organizaciones político-militares. 517 Finalmente, y como indiqué un par de párrafos arriba, los dos apartados restantes de la introducción versan sobre cuestiones heurísticas.518 Como mencioné incidentalmente páginas atrás, la autora no precisó su hipótesis en la introducción —lo cual complica ligeramente el análisis del texto—. 513 Ibid p. 13 514 Sección centrada en “argüir” que los guerrilleros adoptaron el camino del “terrorismo” por venir de entornos marginales, familias en pleno proceso de disolución, marcadas por el alcoholismo, la drogadicción y la homosexualidad; y que ha sido retomada en textos de diversa índole vinculados a los estudios o los testimonios sobre las organizaciones político-militares en México. Ver: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1974_81/Cuarto_Informe_de_Gobierno_del_presidente_ Luis_Ech_1212.shtml 515 Ibid p. 14 516 Ibidem 517 Recuperó textos de carácter general —sobre todo de Carlos Montemayor—, narraciones periodísticas —como la de Laura Castellanos—, algunas referencias a textos de carácter histórico —donde incluyó a Verónica Oikión, Adela Cedillo y Fritz Glockner— y otras a los textos de excombatientes. Curiosamente no retomó los textos que habían sido escritos específicamente sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre hasta ese momento —Gamiño, Támariz, Torrijos, Laguna Berber y Palacios Hernández. 518 En el tercer apartado, tras precisar a quiénes entrevistó, la autora aclaró: “he tratado de dar énfasis a la cotidianidad antes y después de la militancia armada, cómo fue la experiencia, las redes familiares, afectivas y sociales en el antes y el después, a las expectativas, utopías y miedos”. Vid p. 36 Finalmente, De los Ríos justificó su uso de los archivos de la Dirección Federal de Seguridad al detallar que “además de que son fuentes que nos narran acciones que pocos podría [sic] ofrecernos acerca de la militancia de los hermanos Corral, ofrecen la percepción de los agentes e instituciones que generaron estos documentos.” Vid p. 40 194 Sin embargo, en los “Comentarios a manera de conclusiones” explicitó dicha hipótesis y respondió a las preguntas guía citadas párrafos arriba. Para De los Ríos existieron “dos etapas donde los estudiantes [y, con ellos, los hermanos Corral] se convirtieron en actores políticos”.519 La autora distinguió ambos periodos a partir de los siguientes componentes: el tipo de movimiento en que participaron los estudiantes, las organizaciones con las cuales estuvieron vinculados —o no—, y las formas de ideologización que influyeron en ellos. De tal suerte, la primera etapa estuvo marcada por “estudiantes que se involucraron con los movimientos campesinos”,520 quienes pudieron vincularse a ellos gracias a organizaciones como la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México (FECSM) y cuya ideologización fue, sobre todo, externa: “la ideología llegó con el triunfo de la revolución cubana, el foco guerrillero prendió como un ejemplo de que sí podía haber eco a un llamado de insurrección desde algún lugar serrano”.521 Como bien anotó la autora, el proceso de radicalidad de Salvador Corral García puede ser ubicado en esta primera etapa. Por su parte, el segundo periodo estuvo caracterizado por “jóvenes que vivieron diferentes movimientos en las instituciones educativas”, 522 cuyas demandas estuvieron circunscritas al ámbito estudiantil o administrativo. Las formas de ideologización de estos jóvenes —quienes, al mantener cierta distancia ante las Juventudes o el Partido comunista, no pertenecieron a la “vanguardia política estudiantil”— fueron internas: “la ideología socialista la encontraron por medio de relaciones personales: familiares, amistosas o de estudio. La politización fue a partir de la cotidianeidad de sus vidas”.523 Los dos hermanos restantes — José de Jesús y Luis Miguel Corral García— pertenecen a esta etapa. Finalmente, la autora sugirió que el proceso de radicalización de la segunda etapa fue detonado por el influjo de quienes conformaron la primera: “Fueron 519 Ibid p. 199 De los Ríos no especificó en ningún momento de la tesis cómo entendió el proceso de “conversión en actores políticos”. No precisó si este proceso correspondió a cierta “politización” y si esta “politización” equivalió, a su vez, a los “procesos de radicalidad” mencionados en el título del texto. 520 Ibidem 521 Ibidem 522 Ibidem 523 Ibidem 195 otros, los ideólogos, donde podemos incluir a Salvador, quienes llegaron a plantear la necesidad de radicalizar las movilizaciones estudiantiles a través de grupos de ‘autodefensa’ o armados”.524 Esta transición al clandestinaje de jóvenes otrora acostumbrados a movilizarse pública y legalmente generó diversos conflictos y roces internos durante los primeros meses de existencia de la Liga Comunista 23 de Septiembre. 525 Tanto la hipótesis recién reconstruida como el resto de los elementos rescatados de la introducción nos permiten inferir el posible interés que rigió la escritura de esta tesis: refutar, mediante el ejemplo de los hermanos Corral García, las caracterizaciones oficiales de quienes optaron por la vía armada — señalados como marginales o provenientes de entornos disfuncionales—. ¿Cómo fue que la autora pretendió llevar a cabo esta refutación? Al abordar tanto los orígenes como los distintos procesos de radicalidad de los hermanos Corral García. O, como precisó De los Ríos en su introducción, a partir de las historias de vida contenidas en su tesis, ya que mediante ellas “podemos observar que los jóvenes guerrilleros tenían un origen familiar y estudiantil”.526 Este interés configuró tanto los principales temas que fueron tratados por la autora como la estructura de su tesis. La refutación de los orígenes de los excombatientes fue propuesta a lo largo de los capítulos segundo y tercero —“Los Corrales de Durango” y “Welcome to Juárez”—, en donde De los Ríos se centró en caracterizar a la familia Corral García y situarla los distintos contextos que la atravesaron. La refutación de los procesos de radicalidad de los excombatientes fue abordada en los capítulos restantes. La autora abordó la primera etapa de radicalidad —protagonizada por Salvador Corral García—, particularmente en el 524 Debemos recalcar dos elementos de capital relevancia. Por una parte, es interesante notar que, para la autora, el concepto de “radicalización” equivale necesariamente a “tomar las armas” y, por ende, a transitar al clandestinaje. Por la otra, es igualmente sobresaliente que, para De los Ríos, los procesos de radicalización fueron detonados por las sugerencias estratégicas de “los ideólogos”. Es decir, la transición al clandestinaje de varios jóvenes no fue producto —o por lo menos no directamente— de la represión o de otros factores de carácter político-estructural, sino de las sugerencias, propuestas o recomendaciones de quienes ya operaban en la clandestinidad. 525 Vid pp. 200-201 526 Ibid p. 14 196 cuarto capítulo.527 Por su parte, narró la segunda etapa —protagonizada tanto por José de Jesús como por Luis Miguel Corral García— en los capítulos quinto y sexto. Además de haber estructurado su tesis en estos grandes conjuntos temáticos, la autora incluyó diversas “digresiones contextuales” para ubicar a los protagonistas de su historia en sus respectivos tiempos y espacios. De esta forma, presentó información sobre Durango en las décadas de los años 40 y 50 y sobre Ciudad Juárez durante el decenio siguiente en los capítulos iniciales. La primera etapa de radicalidad fue ubicada en Durango durante la década de los 60, mientras que la segunda tuvo por escenario tanto el Distrito Federal como Ciudad Juárez a finales de tales años e inicios del siguiente decenio. De los Ríos utilizó los dos capítulos iniciales de su tesis para elaborar una caracterización o un retrato contextualizado de la familia Corral, empleando el primero para resaltar los siguientes elementos: suficiencia económica, expectativas educativas y solidaridad o cohesión interna —manifiesta en el traslado familiar de Corrales, Durango, a Ciudad Juárez, Chihuahua—. Sírvannos un par de citas para ejemplificar lo anterior. Luego de detallar que Telésforo Corral, padre de los protagonistas de la tesis, formó parte del programa de braceros entre 1945 y 1957, la autora sintetizó que “en las entrevistas de los Corral García existe un recuerdo común: ‘no les faltaba nada’, las necesidades primarias se satisfacían”.528 Tras establecer la suficiencia económica de dicha familia, De los Ríos reflexionó sobre las razones que motivaron su traslado a Ciudad Juárez a finales de la década de los años 50: ¿Juárez, ciudad fronteriza, ofrecía mejores opciones a la familia de la pequeña población de Corrales? En el relato de la madre no se mencionan expectativas de trabajo o la cercanía con la frontera, lo importante era que los hijos pudieran cursar los grados superiores y parecía que el apoyo ofrecido por el resto de la familia 527 Si bien el énfasis de dicho proceso recayó en el cuarto capítulo, también fue mencionado incidentalmente en los otros capítulos de la tesis. 528 Ibid p. 48 197 García Esparza [del lado de la madre] garantizaba la estancia en una ciudad desconocida.529 Este recuento de los primeros años de la familia Corral García fue complementado con algo de información sobre el estado de Durango y los flujos migratorios que lo atravesaron a mediados del siglo XX. La autora utilizó el siguiente capítulo de la tesis para profundizar este retrato familiar —ahora bosquejado desde la ciudad fronteriza—. Como bien precisó mediante las preguntas que la guiaron,530 De los Ríos empleó esta sección para ahondar en los posibles cambios detonados al interior de la familia a partir de su migración a la ciudad. Luego de incluir algunas observaciones generales sobre la vida de las familias migrantes en Ciudad Juárez a inicios de la década de los años 60,531 y tras evocar la llegada de la maquila a dicha urbe, la autora resaltó que los Corral García no fueron —lo que podría entenderse por— una ‘típica familia fronteriza’ de aquel decenio. Como especificó, los recuerdos familiares no suelen referirse “al contexto de la ciudad fronteriza en que crecieron”.532 La llegada de la maquila y la cercanía con El Paso, Texas, parecieron ser hechos cotidianos, próximos a lo intrascendente.533 En contraposición a la forma casi trivial en que los Corral percibieron la frontera, se desarrollaron —y profundizaron— sus vínculos familiares. Las anécdotas de los Corral giran alrededor de un nosotros fuerte, cohesionado, que de alguna manera muestran haber vivido de manera marginal la frontera. En 529 Ibid p. 52 530 Vid p. 57 “¿Qué se modificó en las vidas de esas personas que migraron? ¿Se transformó la colectividad familiar de los Corral García? ¿Cuáles fueron las actitudes, valores, reglas, relaciones familiares, costumbres, creencias y afectos que perduraron en la vida familiar? ¿Cuáles fueron los cambios, crisis o contradicciones evidentes que se recuerdan de esa vida familiar en la frontera?” 531 Vid pp. 61-65 532 Ibid p. 67 533 La autora incluso acotó que el cotejo familiar entre el origen rural duranguense y su transición a la urbe fronteriza no generó “alguna consciencia de clase. No se observa que en el proceso de adaptación a la frontera existieron conflictos con el orden económico, social o político del Juárez de la época de los sesentas” Ibid p. 70 198 esta familia tradicional, que en las conversaciones se nombran unidos, armónicos, en un recurrente y casi homogéneo recuerdo de ‘nunca tuvimos conflictos, los normales, pero siempre estuvimos bien’ ¿Cuándo se generan las contradicciones? ¿Cómo se perciben los conflictos?534 Al preguntarse si los hermanos Corral fueron rebeldes, la autora acotó que el recuerdo familiar permite “observar que esos niños jóvenes que posteriormente se radicalizaron, eran parte de colectividades familiares rígidas en cuanto a valores y actitudes”.535 Tras establecer estos rasgos generales de la familia Corral, la autora hizo un primer rastreo periférico de los lugares y las redes extra-familiares que pudieron haber detonado una suerte de “sensibilidad” o “percepción” política que cimentó sus respectivos procesos de radicalidad. Por una parte, resaltan la escuela, los grupos de beneficencia de inspiración católica y algunas organizaciones de acción solidaria.536 Por la otra, al rescatar las formas en que esta “sensibilidad” política comenzó a manifestarse, De los Ríos recuperó un poco de la memoria familiar sobre Salvador Corral a mediados de la década de los 60: “’Alegre y preocupado por los demás’ es un recuerdo de orgullo para la familia Corral García respecto a Salvador y uno de los antecedentes para explicarse ‘el dolor por los demás’ del joven estudiante”.537 Finalmente, además del rastreo previo, la autora cerró el tercer capítulo de su tesis al adelantar algunos factores que pudieron haber precipitado la fragmentación familiar. Tras precisar que Salvador y José de Jesús Corral García dejaron Ciudad Juárez a mediados de la década para proseguir con sus 534 Ibid p. 71 535 Ibid p. 73 536 Vid p. 79 para la influencia que pudieron haber tenido la escuela y los profesores. De igual manera, Vid p. 81 para los recuerdos de Francisco Javier, “El Gallo”, colega de varios hermanos Corral García en el Tecnológico de Ciudad Juárez y combatiente de la LC23S, sobre la posible injerencia de las amistades o afinidades formadas en “colectivos juveniles de inspiración católica como los boy scouts y otros de acción solidaria o de compromiso social como la Cruz Roja”. 537 Ibid p. 82 199 estudios,538 la autora estableció que esta partida dual “modificó […] la colectividad de la familia Corral García, por lo menos en relación a la memoria de ese cohesionado ‘nosotros’ que se empezó a fragmentar”.539 A su vez, la salida de ambos hermanos detonó en sí mismos la modificación de “conductas y creencias, generando contradicciones en las costumbres y valores de la familia”.540 El cuarto capítulo de la tesis —“Let i [sic] be”— desplaza el énfasis en la familia Corral García e inaugura el abordaje del segundo eje temático: el inicio del proceso de radicalidad de Salvador Corral y, en segundo plano, el de José de Jesús. Para llevarlo a cabo, De los Ríos trazó sus partidas de Ciudad Juárez, sus asentamientos en Durango y el Distrito Federal, respectivamente, y sus primeras experiencias de participación política. También reiteró algunos de los puntos abordados en capítulos anteriores —la fortaleza de los vínculos familiares y de la memoria colectiva tejida en torno a ellos— y sugirió algunas ideas relacionadas con estos —la separación familiar como hito en el proceso de radicalidad de Salvador Corral García—. Al inicio del capítulo, la autora precisó que la partida de Salvador Corral a Durango —con miras a estudiar un bachillerato especializado en medicina— marcó un “antes y un después” en la forma en que fue recordado por su familia. Según la autora “en ese antes la memoria de los Corral se unifica en un nosotros alrededor de los años de convivencia, de relaciones familiares, estudiantiles y laborales conocidas”. 541 Y, como profundizó, “la mayoría de los testimonios coinciden en que [los Corral García] eran unidos, se protegían unos a otros y los conflictos entre ellos parecerían inexistentes. ¿Cuándo se rompe ese nosotros? En el caso de Salvador se puede apreciar el momento en que la distancia es un elemento evidente para la memoria fragmentada”.542 538 El primero partió a la capital de su estado natal a estudiar la preparatoria con especialización en Medicina y Odontología, mientras que el segundo se desplazó al Distrito Federal a estudiar en el Instituto Politécnico Nacional. 539 Ibid p. 86 540 Ibidem 541Ibid p. 88 542 Como veremos al final del apartado, estas citas de la página 88 son de capital importancia. En ellas es apreciable la superposición conceptual que la autora hizo entre “la familia Corral”, “la memoria de la familia Corral”, “ese nosotros” y “la memoria fragmentada”. 200 Luego de relatar los pormenores a los que se enfrentó Salvador Corral al inicio de su traslado a Durango, la autora resaltó los puntos de quiebre recién citados. De tal suerte, configuró lo que a su parecer fue “una de las rupturas más fuertes hasta ese momento de Salvador con una creencia o valor familiar: la religión. En la casa familiar se atrevió a ser crítico de la religión católica en la cual se había criado”.543 Tras rescatar el involucramiento de Salvador en la etapa formativa del movimiento urbano popular del Cerro del Mercado en Durango,544 y detallar las posibles razones de su adhesión,545 De los Ríos incluyó una amplia digresión sobre el Grupo Popular Guerrillero (GPG). Como fue precisado al inicio de este apartado, los elementos anteriores —el movimiento popular duranguense, el GPG y la posible adhesión de Salvador debido a sus orígenes rurales— están relacionados a la hipótesis de esta tesis; y, en específico, a la primera etapa de radicalidad detallada por la autora.546 Antes de abordar el caso de José de Jesús, De los Ríos anotó una suerte de percepción general que los Corral tuvieron sobre Salvador cuando regresó de Durango: “ante las primeras manifestaciones de inconformidad social en Salvador, la familia trata de explicarlas a través de la lógica cristiana: el dolor por el sufrimiento de los demás, la injusticia, la marginación de los pobres ¿qué mejor que el dedicarse a una carrera universitaria que pudiera salvar vidas?”.547 Finalmente, luego de presentar una breve narración sobre la llegada de José de Jesús al Distrito Federal y de sus primeras experiencias políticas —las 543 Ibid p. 89 La autora se refirió a una anécdota específica sobre Salvador. Mientras cursaba la preparatoria y vivía con sus tíos en Durango, el joven escribió un libro titulado “Cuando Dios sea justo”. Según anotó De los Ríos, sus familiares lo expulsaron de su hogar tras descubrir tal texto. 544 Movimiento popular en pro del uso estatal y local del fierro extraído en el Cerro del Mercado — que solía ser enviado a Nuevo León. 545 Vid p. 92 A decir De los Ríos, Salvador Corral formó parte de las movilizaciones embrionarias de este movimiento por “su origen rural”. 546 Aquella marcada por los vínculos entre estudiantes y organizaciones rurales, los contactos con —o la adhesión a— la FECSM y la ideologización de raigambre cubana. 547 Ibid p. 106 Poco después, la autora añadió que Salvador partió al Distrito Federal a estudiar medicina. Según anotó, los familiares del joven “recuerdan que a partir de relaciones de amistad y estudiantiles conoció a otros jóvenes que se plantearían indispensable la lucha armada como forma de cambio estructural. Cuando hablan de las nuevas relaciones de Salvador […] se observa un gesto de disgusto”. 201 movilizaciones politécnicas en solidaridad con la huelga de los estudiantes de agricultura de la Escuela Hermanos Escobar de Ciudad Juárez— la autora profundizó sobre cómo fue percibido el caso de Salvador por el resto de la familia. De esta manera, indicó que tras su desplazamiento a Durango “poco se recuerda de la vida de Salvador. Especialmente en esta segunda separación del hogar existen indicios de que algo andaba mal”. 548 Añadió que para uno de sus hermanos “la radicalización política de Salvador no está ligada a que abandonara la escuela. ‘El dejar inconclusos los estudios de medicina más que radicalizarse es tomar una meta y tener una filosofía de la vida’”.549 La autora utilizó el quinto capítulo de su tesis para cumplir dos objetivos: narrar “el verano de 1968” —como bien indica su nombre— y ahondar en las raíces de la segunda etapa de radicalidad. El inicio de este periodo fue ejemplificado por los días de estudiante politécnico de José de Jesús Corral en el Distrito Federal, su involucramiento en el movimiento estudiantil capitalino, su sucesivo regreso a Ciudad Juárez y la subsecuente ola de movilización y organización estudiantil gestada en dicha urbe hacia finales del año. Ya que abordaré la caracterización que De los Ríos presentó sobre el movimiento estudiantil capitalino de 1968 en las ideas secundarias, a continuación me enfocaré en la segunda parte de este capítulo. La autora señaló que, tras el desalojo militar del Zócalo durante la noche del 27 de agosto de 1968 y la madrugada del día siguiente, varios estudiantes juarenses del politécnico optaron por regresar al norte. Según De los Ríos, este retorno “podría garantizar, en relación a los hechos violentos del Zócalo, una especie de seguridad: las redes familiares, de amistad, estudiantiles”.550 Y se preguntó: “¿Lograron involucrar al estudiantado en Juárez? ¿Qué sucedía en Chihuahua y Ciudad Juárez mientras el Distrito Federal se conmocionaba?”.551 548 Ibid p. 120 549 Ibidem Vale precisar que Salvador Corral abandonó sus estudios en 1967. Ese mismo año conoció a Mónico Rentería, con quien intentó instalar un foco guerrillero en Veracruz y luego en Durango. Ambos casos fueron infructuosos. Si bien el grupo que conformaron no contó con un nombre, fue conocido como Los Macías en los años previos a su integración a la Liga Comunista 23 de Septiembre. 550 Ibid p. 145 551 Ibidem 202 Además de los dos movimientos sociopolíticos presentes en el estado norteño a finales de la década de los sesenta,552 el regreso de los estudiantes politécnicos a Juárez y las sucesivas protestas convocadas tras la masacre de Tlatelolco detonaron la paulatina politización de ciertos sectores de la ciudad fronteriza. Por ejemplo, la autora retomó el testimonio de Francisco Javier “El Gallo” para marcar el 68 como punto de quiebre en dicha urbe. A decir del entrevistado, varios de los estudiantes que regresaron del Distrito Federal en aquel año compartieron y diseminaron sus vivencias en torno al movimiento estudiantil capitalino. La dispersión de estas experiencias organizativas resquebrajó la cotidianeidad de los jóvenes juarenses cuyo mundo era, a decir del entrevistado, “otra cosa” debido a la “mediatización”. Luego de precisar algunas acciones estudiantiles organizadas en Ciudad Juárez tras la masacre de Tlatelolco, y de relatar la subsecuente represión desplegada en su contra, De los Ríos recuperó, una vez más, el testimonio de Francisco Javier a manera de balance. Según recordó este último, la ciudad fronteriza vio, a partir de la experiencia organizativa llevada de vuelta, de las sucesivas manifestaciones y de la subsecuente represión la creación de “un grupo de jóvenes estudiantes, un Consejo Local de Lucha”.553 Y especificó como “en el 68 las estructuras sociales de los estudiantes eran sociedades de alumnos pero después del 68 se acabaron, fueron Comités de Lucha”.554 Luego de abordar los pormenores estudiantiles del 68 juarense, De los Ríos empleó el capítulo final de su tesis —“Nos vamos a la guerrilla”— para cumplir con tres objetivos: continuar el abordaje de la segunda etapa de radicalidad, mencionar tangencialmente un par de componentes de la primera, y rescatar algunos roces y conflictos internos que permearon los inicios de la LC23S en Ciudad Juárez. En esta ocasión retomó el caso de Luis Miguel Corral García como otro ejemplo de la segunda etapa de radicalidad —surgida entre reivindicaciones, 552 Un movimiento popular ligado a la fundación de la colonia Francisco Villa y el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz, liderado por uno de los integrantes del GPG original, Óscar Eguiarte. 553 Ibid p. 155 554 Ibidem 203 organizaciones y redes estudiantiles— y acudió, de nuevo, al de Salvador para ilustrar las modificaciones al interior de la primera etapa de radicalidad. De los Ríos inició este último capítulo con una observación general útil para vincular las tres principales secciones y temas de esta tesis.555 Precisó que las experiencias estudiantiles de Salvador y José de Jesús —es decir, los dos hermanos que salieron del lecho familiar para emprender sus estudios— los llevaron “a relacionarse con otras ideas, otras realidades en una ciudad cosmopolita como es la Ciudad de México. De alguna forma, rompieron con los valores aprendidos en su niñez”.556 Posteriormente retomó el caso específico de Salvador quien, tras el fallido intento foquista en Durango, la subsecuente separación de Mónico Rentería del grupo al que pertenecían y la plena transición al clandestinaje, “estableció nuevos contactos con jóvenes norteños, la mayoría de ellos originarios de Nuevo León, con los que llegó a la formación de la LC23S”.557 Cerró estas consideraciones con el recuerdo de Eloy Corral quien comentó lo siguiente al sobre la radicalización de su hermano: Eso lo trae notoriamente desde pequeño o muy joven, en el transcurso de los años, entonces por algún momento dado se convierte en uno de los precursores de los grupos armados aquí en México […] Más que radicalizarse es tomar una meta y tener una filosofía de la vida […] o sea, no es una radicalización así nomás y en todo ese lapso existe una preparación, en la cual se toma como ejemplo pues el desarrollo de algunos líderes de otros países, en el área comunista o socialista.558 Posteriormente, la autora elaboró una suerte de digresión contextual sobre el estado de Chihuahua a inicios de la década de los años 70. De los Ríos se apoyó 555 Recordémoslo: orígenes familiares de los combatientes, y etapas y formas de radicalidad por la otra. 556 Ibid p. 159 Si bien ahondaremos sobre este punto al finalizar el apartado, tanto esta cita como algunas otras referidas a lo largo del apartado sugieren que ambos procesos de radicalidad están en contradicción con los valores y la enseñanzas familiares. 557 Ibid p. 164 558 Ibid p. 166 204 en las observaciones de Víctor Orozco para precisar que durante los primeros meses de 1972 resaltaban tanto el movimiento estudiantil chihuahuense como la actividad de una de las organizaciones político-militares cuyos integrantes engrosaron las filas de la LC23S: el Grupo N, rebautizado como Los Guajiros por Lucio Cabañas. Este recuento contextual también versó sobre las huelgas estudiantiles estalladas a inicios de dicho año en distintas escuelas,559 y sobre los vínculos que mantuvieron con otros sectores sociales.560 Posteriormente, De los Ríos se centró en los primeros intentos de coordinación clandestina y en los recuerdos de dicha transición a la ilegalidad. Precisó, por ejemplo, que los testimonios de Francisco Javier y otros entrevistados dieron cuenta “de cómo se iba condicionando su vida normal, su cotidianeidad y junto a ello, como se transformó la pertenencia a un movimiento abierto, de masas, con simpatía como caracterizaban la huelga del Instituto Tecnológico, a una militancia clandestina, armada y de unos cuantos, que se conocían y se relacionaban por familiaridad o amistad”.561 Además de apuntar estas observaciones de la transición al clandestinaje, la autora retomó algunos recuerdos sobre la percepción de ciertos excombatientes sobre este proceso. Por ejemplo, Francisco Javier indicó cómo tanto él como otros estudiantes decantados hacia la vía armada entendieron que iban “a formar un grupo de gente que quería cambiar el sistema, por medio de la revolución, estábamos claros de que no íbamos a llegar vivos a ningún lago, todo el mundo entendimos, […] para nosotros estaba bien claro que nos iban a dejar tirados por ahí, en cualquier lugar, ¿sí? No había engaños de ninguna especie”.562 559 Estas huelgas formaron parte de un movimiento estudiantil desarrollado durante la primera mitad de 1972 en los Institutos Tecnológicos de Ciudad Juárez, Chihuahua y Torreón. Si bien parte del movimiento emergió a partir de la ola de protestas relacionadas la ejecución de integrantes del Grupo N, sus demandas fueron específicamente estudiantiles y administrativas. 560 Una de las formas de vinculación inter-sectorial adoptada por organizaciones de diversa índole fue el Comité de Defensa Popular. Dicho órgano estuvo integrado por organizaciones populares (colonia Francisco Villa), distintas secciones sindicales, el Frente Auténtico del Trabajo, el Movimiento Revolucionario del Magisterio y el Consejo Estudiantil de Lucha. Fue formado a raíz de la ejecución extraoficial de varios integrantes del Grupo N, quienes intentaron llevar a cabo un triple asalto bancario fallido en la capital del estado. 561 Ibid p. 185 562 Ibidem 205 Finalmente, la autora señaló dos conflictos o roces que emergieron tras la fundación de la Liga en Ciudad Juárez. Por una parte, figuran tanto la ilegibilidad de sus textos y los problemas derivados de ésta.563 Por la otra, apareció la llegada de militantes o combatientes ajenos a las redes estudiantiles y políticas trazadas anteriormente en la urbe fronteriza.564 Es pertinente anotar que De los Ríos incluyó varias observaciones en torno a la influencia de Salvador Corral sobre sus otros dos hermanos a lo largo del capítulo. En términos generales, la autora sugirió que “en la familia Corral había un consenso sobre la influencia de Salvador con sus hermanos”.565 En términos específicos, anotó que “en el caso de José de Jesús, existe un conflicto para encontrar razones de su radicalización, aunque el mismo lo aclaró: fue la invitación de sus hermanos”.566 Y concluyó: “Algunas opciones, las más radicales, también se toman por los afectos previos”.567 Recordemos que esta influencia familiar fue generalizada en la hipótesis-conclusiones de la autora: la injerencia de los ‘ideólogos’ —Salvador Corral siendo uno de ellos— sobre quienes formaron parte de la segunda etapa de los procesos de radicalidad, fue uno de los factores determinantes que los condujeron hacia la autodefensa, la vía armada y la clandestinidad. Además de incluir la hipótesis de esta tesis en sus conclusiones, De los Ríos utilizó esta sección para hacer hincapié en algunos elementos que, como sugerimos al inicio del apartado, están estrechamente vinculados al interés que rigió este texto. La autora sugirió que existen dos tipos de condena en torno a las organizaciones político-militares de las décadas de los años 60 y 70. Una de ellas, vinculada a las familias de los excombatientes, enfatizó “la condena moral sobre 563 La autora retomó las críticas que Eloy Corral le hizo a uno de los combatientes conocidos por la familia Corral: “la decía al Rigo: oye es que eso está mal, son unos panfletos ilegibles que cansan a la mayoría de las personas y nadie se va a tomar la molestia de leer estos, con letrita chiquita […] El Madera esa característica tenía. La gente de abajo no se identificaba, bueno, ese era mi sentir, en ese entonces como que era mucho para mí y yo suponía que era mucho para otros” Vid p. 193 564 Vid pp. 194-195 565 Ibid p. 183 566 Ibid p. 196 567 Ibidem 206 la violencia”,568 de sus seres cercanos, inclinados hacia la vía armada. La otra, emanada directamente del discurso oficial, enfatizó en la “irracionalidad de la guerrilla violenta” mediante la configuración y difusión de “historias de vida marginales, disfuncionales, de aquellos que participaron en las organizaciones armadas”.569 Un par de párrafos después la autora sintetizó su réplica ante el estigma oficial y las herramientas discursivas utilizadas por éste: A través de las historias de vida de los entonces jóvenes que se radicalizaron, logramos observar que eran hijos de familia, que vivieron estructuras familiares con valores, costumbres y tradiciones fuertes […] La transformación cultural de la década de los sesentas, a la que se le ha dado tanto énfasis, puede observarse dentro de la cotidianeidad, sin hechos que marcaran fracturas extraordinarias entre los jóvenes naturalizados juarenses y las instituciones más fuertes: escuela y familia.570 Hasta ahora hemos repasado las distintas partes de la tesis y cómo estuvieron vinculadas al interés general que la rigió. Retomamos los orígenes familiares de los hermanos Corral y reconstruimos los principales componentes de las dos etapas de radicalidad sugeridas por la autora: una vinculada a los conflictos y los movimientos agrarios al igual que a la FECSM y cuya ideologización ocurrió, principalmente, por el influjo de la revolución cubana; otra compuesta por estudiantes con exigencias circunscritas al ámbito estudiantil, que no formaban parte de la “vanguardia política” y cuyo proceso de ideologización acaeció cotidianamente. Finalmente, aclaramos cómo el desarrollo de cada una de estas partes se vinculó al interés general que rigió este texto: refutar, mediante los ejemplos de los hermanos Corral, el estigma oficial en torno a las vidas de quienes combatieron al Estado mexicano desde la clandestinidad durante las décadas de los 60 y 70. 568 Ibid p. 197 569 Ibidem 570 Ibid p. 198 207 Además de las distintas secciones recién detalladas, De los Ríos se sirvió de varias ideas secundarias a lo largo del texto. Recuperemos, a continuación, algunas de las más relevantes. La autora utilizó algunos referentes teóricos para aludir subrepticiamente al tema de la “sensibilidad” o la “percepción” política de los estudiantes, mencionado incidentalmente páginas atrás. Por una parte, criticó las observaciones generales de Carlos Montemayor sobre el surgimiento de las guerrillas tanto urbanas como rurales en el México contemporáneo. En términos sumamente esquemáticos, Montemayor propuso que las organizaciones de carácter urbano han sido principalmente conformadas por estudiantes con móviles ideológicos; mientras que las rurales han surgido por contradicciones histórico-estructurales, y por la identificación y la confrontación librada contra enemigos locales (caciques, terratenientes, latifundistas, etc.). A decir de la autora, esta separación debe ser reconsiderada ya que “en la guerrilla de las ciudades sería iluso pensar que los guerrilleros urbanos se fueron a la guerrilla exclusivamente motivados por una ideología: también había condiciones y enemigos visibles, bajo una violencia sistemática que para el resto de la sociedad se asume como ‘normalidad’”.571 Por la otra, la autora incluyó reflexiones tanto personales como de otros autores —Soledad Loaeza y Slavoj Zizek— al final de su introducción para aludir al mismo tema. Apoyada en las observaciones de Loaeza, precisó que una de las principales diferencias entre “los sectores que no comprendieron el proyecto de la revolución armada socialista” y “los jóvenes que se asumieron como agentes de cambio y optaron por la vía armada” fue “una percepción distinta de las condiciones de vida en sus contextos particulares”.572 De igual manera, auxiliada en las reflexiones de Zizek, aclaró que muchas de las manifestaciones de la violencia sistémica, estructural o, según éste autor, “objetiva”, pudieron haber sido percibidas lúcidamente por los jóvenes que optaron por tomar las armas.573 Es 571 Ibid p. 26 572 Ibid p. 30 573 Vid p. 31 “La represión a movimientos populares, estudiantiles y campesinos; las muerte de líderes o activistas sin esclarecimiento, hasta la explotación de las obreras en la maquila, son algunos ejemplos de formas de violencia que podían haberse ‘normalizado’ pero que fueron percibidas desde estos jóvenes que se radicalizaron” 208 notorio que ninguno de estos comentarios en torno a una “sensibilidad” o una “percepción” política que habilitó a los jóvenes para criticar la “normalidad” y percibir la violencia —estructural y estatal— de manera des-enajenada fue desarrollado en las hipótesis o en las conclusiones del texto. Como señalé al inicio de este apartado, De los Ríos conjuntó su recuento de los grandes ejes temáticos que integran esta tesis con una suerte de “digresiones contextuales” que le permitieron ubicar a los protagonistas de su narración. Si bien la autora empleó una de estas digresiones para abarcar someramente al Grupo Popular Guerrillero, sobresale su recuento de finales de la década de los 60 en el Distrito Federal para profundizar en torno al movimiento estudiantil de aquel entonces. Al presentar sus consideraciones generales sobre dicho movimiento, la autora señaló que existen dos lecturas sobre lo ocurrido en 1968. Por una parte, la interpretación hegemónica, que ha vinculado los sucesos de aquel año a “una movilización de masas, pacífica, que respondió a un autoritarismo estatal”,574 y que “sumó la simpatía de una gran parte de la sociedad civil”,575 antes de ser brutalmente reprimida sobre la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968. Por la otra, el recuento marginal, que ha visto en aquellos acontecimientos “un movimiento que responde a la violencia del Estado con métodos de acción directa; donde la guerrilla es una posibilidad ante los jóvenes que acumularon un odio en contra de las instituciones y ante la represión oficial”.576 De los Ríos utilizó las páginas subsecuentes de esta “digresión contextual” específicamente abocada al 68 para ahondar en las características violentas del movimiento estudiantil de aquel año. Para hacerlo se sirvió especialmente del testimonio de Jorge Poo Hurtado, joven politécnico involucrado en brigadas y grupos de autodefensa estudiantiles durante dicho año y que tiempo después 574 Ibid p. 130 575 Ibidem 576 Ibid p. 132 209 conformó uno de los sub-núcleos del Comando Armado Lacandones —una de las organizaciones que a su vez integró la LC23S—.577 Este enfoque en la violencia le permitió a la autora criticar uno de los argumentos tradicionalmente asociados al movimiento estudiantil capitalino y, en específico, al impacto que este tuvo a nivel nacional. A saber, el lugar común historiográfico según el cual los acontecimientos del verano y otoño de 1968 —y, en específico, la represión del 2 de octubre de tal año— detonaron la emergencia guerrillera nacional de los años siguientes. Como bien precisó De los Ríos: “el caso de Los Lacandones es el único que puede explicarse como un proceso directo de radicalización de jóvenes que participaron en el movimiento estudiantil”.578 Vale señalar que la autora utilizó otras observaciones de Carlos Montemayor para respaldar dicha aseveración.579 Finalmente, al igual que otros autores analizados en los capítulos anteriores de esta tesis, De los Ríos presentó algunas nociones sobre la “prolongación” o la “permanencia” del pasado reciente. En su introducción —y, en específico, en la sección dedicada a la “Revisión Historiográfica”—, la autora anotó que el pasado reciente “sigue teniendo repercusiones tanto en los espacios públicos como privados”. 580 Si bien la cuestión privada fue abordada superficialmente, la autora precisó dos de los componentes de la injerencia de dicho pasado en la esfera pública actual: el deslinde, aún pendiente, de responsabilidades estatales y la incorporación de excombatientes a la vida política institucional, pública o legal. Antes de concluir este análisis es pertinente hacer un par de señalamientos críticos sobre ciertas ambigüedades detectadas en distintas secciones de la tesis. El primero de estos señalamientos está vinculado con una tensión latente a lo 577 Este testimonio fue incluido en Rubén Aréchiga, Asalto al Cielo: lo que no se ha dicho del 68, Océano, México, 1998 578 Ibid p. 142 579 Vid p. 141 “Una gran parte de los estudiantes que se incorporaron a la guerrilla provinieron de dinámicas diferentes, de una amplia gama de otros procesos políticos y universitarios de Michoacán, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Sinaloa, sin conexión orgánica con el movimiento del 68” Apud Carlos Montemayor, La Violencia de Estado en México. Antes y después de 1968, México, Editorial Debate, 2010, p. 13 580 Ibid p. 20 210 largo del texto entre los orígenes familiares de los hermanos Corral y sus subsecuentes procesos de radicalidad. El segundo tiene que ver con una imprecisión semántica al referir el recuerdo colectivo de la familia Corral. Como sugerimos al inicio de este apartado, el interés que rigió esta tesis fue refutar, mediante los casos de los hermanos Corral García, el estigma oficial construido en torno a quienes optaron por la vía armada. Como también aclaramos, uno de los pilares de dicho estigma ha sido considerar a los excombatientes como personas provenientes de familias en vías de disolución, con orígenes disfuncionales, ubicados en los márgenes de la sociedad, etc. El análisis desarrollado en este apartado nos permitió clarificar que uno de los argumentos esgrimidos por la autora para contrarrestar dicho estigma fue resaltar la estrecha cercanía familiar de los Corral, desarrollada en los capítulos iniciales de la tesis. La narración de estos vínculos, a partir del recuerdo colectivo- familiar, le permitió a De los Ríos objetar los señalamientos oficiales y caracterizar a los hermanos Corral como personas marcadas y atravesadas por diversos valores familiares. Con esta operación pretendió rescatar a los guerrilleros de la “disolución” familiar y los orígenes marginales y disfuncionales a los cuales fueron arrojados por el discurso oficial. Sin embargo, tanto la estructura general de la tesis como algunos pasajes particulares de la misma sugieren o indican que los procesos de radicalización- politización de los hermanos Corral surgieron en contradicción con tales valores familiares y no como su consecuencia o resultado “lógico”. Es decir, que los procesos de radicalidad fueron incompatibles con los valores familiares aprehendidos por los Corral. Si nos fijamos en el aspecto estructural, tendremos que los capítulos IV, V y VI sugieren que los protagonistas de esta tesis se radicalizaron por alejarse — física, geográfica y moral o políticamente— de su familia. Esto es particularmente notorio con Salvador y José de Jesús, en cuyos casos la autora equiparó la partida del lecho familiar con el inicio de los procesos de radicalidad-politización (el primero en Durango, el segundo en el Distrito Federal). En el caso de los pasajes específicos, bástenos recordar algunas citas arriba rescatadas en las cuales De 211 los Ríos caracterizó ciertos eventos o procesos como determinantes para que ambos desecharan los valores familiares.581 Los elementos anteriores apuntan a la siguiente tensión latente a lo largo de la tesis: la autora se empeñó en caracterizar a los hermanos Corral como personas “con valores familiares”, mientras sugirió un cisma entre éstos últimos y los procesos de radicalidad. Los segundos surgieron como un quiebre ante los primeros: los procesos de radicalidad se gestaron por el abandono —deliberado o inconsciente— de los valores familiares. Esta tensión implícita entre ambos elementos es claramente problemática. Por una parte, la autora refutó el estigma discursivo oficial: los hermanos Corral fueron educados por una familia unida, solidaria y con valores. Mientras que por la otra pareció complementarlo y renovarlo: los hermanos Corral se hicieron guerrilleros al alejarse de su familia y romper con los valores que ésta les inculcó. Esta tensión latente nos deja con una duda capital: ¿por qué Alicia de los Ríos ahondó en los valores familiares presentes al seno de los Corral García si sugirió, al mismo tiempo, que Salvador, José de Jesús y Luis Miguel los abandonaron al emprender sus procesos de radicalidad? ¿Por qué profundizar en los orígenes si estos no se vieron reflejados en su transición al clandestinaje? ¿Por qué refutar el estigma oficial al caracterizarlos como “hijos de familia, que vivieron estructuras familiares con valores, costumbres y tradiciones fuertes”582 si abandonaron todo eso al radicalizarse? La segunda crítica gira en torno al uso repetido e impreciso de un “nosotros” con distintos calificativos —“fuerte”, ”cohesionado”— a lo largo de la tesis. Es poco claro si la autora lo rescató para referirse al recuerdo que los Corral García tuvieron sobre sí mismos durante las décadas de los años 50 y 60, si lo utilizó para señalar que la familia estuvo fuertemente unida de facto durante aquellos años o si lo empleó para describir una mezcla de ambos. 581 Además de los señalamientos de la página 159 que ahondan sobre los vínculos entre la migración y los procesos de politización-radicalidad, recordemos las anécdotas sobre la obra que Salvador Corral intentó escribir durante sus años como bachiller y que le granjeó su expulsión del hogar de sus familiares. 582 Ibid p. 198 212 4.3 Ana Lucía Álvarez Gutiérrez y la preeminencia de las ideas: el proceso de radicalización de Ignacio Salas Obregón como ejemplo de las modificaciones del catolicismo nacional e internacional De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón,583 es el título de la tesis que Ana Lucía Álvarez Gutiérrez presentó para obtener el grado de licenciada en Historia por la Universidad de Guanajuato durante 2015.584 El texto está dividido en tres capítulos además de una introducción y sus respectivas “conclusiones generales”, a saber: “Ignacio: un católico en el momentos [sic] de cambio”, “Ignacio de católico sacramental a católico interesado por el compromiso social por medio del MEP”, y “De católico comprometido a guerrillero”.585 Como precisó en su introducción, Álvarez Gutiérrez estudió “la transformación” de Ignacio Salas Obregón, “Oseas”, debido a que ocurrió dentro 583 Esta tesis fue dirigida por el maestro Francisco Javier Martínez Bravo y por el doctor Sergio Arturo Sánchez Parra. El primero se ha centrado en la interdisciplinariedad de las ciencias sociales y la historia; colaboró con el capítulo “Arqueología, historia e interdisciplina” en Reflexiones sobre historia e interdisciplina. Planteamientos teóricos, metodológicos y estudios de caso, publicado en 2012 y coordinado por Graciela Bernal Ruiz. El segundo es licenciado en Historia y maestro en Historia Regional por la Universidad Autónoma de Sinaloa; de igual manera es doctor en Ciencias Sociales por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Se ha especializado no sólo en el estudio de movimientos sociales y organizaciones político-militares, sino específicamente en el movimiento estudiantil y popular en Sinaloa durante las décadas de los años 60 y 70 y en Los Enfermos, una de las organizaciones que conformaron la Liga Comunista 23 de Septiembre. 584 Al momento de concluir esta tesis, Álvarez Gutiérrez no había publicado artículos académicos o de otra índole. Hasta donde nos permitió ver esta investigación —y a diferencia de otros de los autores y autoras cuyos textos han sido analizados en esta tesis— no es familiar de excombatientes. 585 El primer capítulo está dividido en cinco apartados. Los primeros cuatro versan principalmente sobre las características del catolicismo en México entre la posrevolución y los inicios de la década de los años sesenta. Mientras que el último está abocado a la llegada de Ignacio Salas Obregón, “Oseas”, a Monterrey y su incorporación al Movimiento Estudiantil Profesional (MEP). El segundo capítulo está seccionado en siete partes enfocadas en distintos periodos de dicho movimiento: desde los pormenores de la afiliación de Salas Obregón hasta los cambios detonados en su seno a partir de 1968, pasando por sus especificidades regiomontanas, las acciones que desarrolló durante el segundo lustro de la década de los años 60 y las implicaciones o significados de pertenecer a ella. Finalmente, el tercer capítulo, separado en doce apartados, está dedicado al traslado de Oseas al Distrito Federal. Las primeras seis partes orbitan en torno a las actividades que Salas Obregón desarrolló en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, mientras formó parte de la obra jesuita Acción Popular. Los apartados séptimo, octavo y noveno están enfocados en los vínculos trazados por el joven fuera del conjunto religioso —notoriamente con Raúl Ramos Zavala—, mientras que los últimos tres indagan sobre las primeras reflexiones de Oseas sobre la violencia revolucionaria al igual que sus incursiones iniciales a la clandestinidad. 213 del catolicismo al ser guiada “por un grupo muy particular de jesuitas jóvenes”.586 Este caso de cambio personal también llamó su atención porque ejemplifica un proceso específico escasamente socorrido, contemplado o analizado: “El caso de Ignacio Salas Obregón es una muestra clara de la participación del católico, en la guerrilla de la segunda mitad del siglo XX en México, en la que se ubican mayormente a estudiantes universitarios pero pocas veces a estudiantes universitarios católicos”.587 Las justificaciones de esta tesis pueden ser subdivididas en implícitas y explícitas. Las que pertenecen al primer rubro están asociadas a la estructura del texto y fueron fundadas sobre los siguientes ejes. En primer lugar, cierta ‘invisibilidad’ historiográfica y periodística en torno a la participación de jóvenes católicos en las organizaciones político-militares de las décadas de los años 60 y 70. A decir de la autora, esta invisibilidad es aún mayor en lo que respecta al influjo, impacto o influencia de las ideas en los procesos de radicalización, cambio o transformación política de tales jóvenes católicos. En segundo lugar, Álvarez Gutiérrez centró su texto en la vida de Salas Obregón para “darle rostro a la historia”,588 es decir, para ‘humanizarla’ o ‘personalizarla’ y así eludir el terreno de las abstracciones. En tercer lugar, debido a que, a decir de la autora, Salas Obregón representa cabalmente el proceso de radicalización vivido por varios jóvenes católicos durante las décadas mencionadas. Al basar esta tesis en los ejes recién mencionados Álvarez Gutiérrez pudo “dibujar un movimiento estudiantil católico que pugnó por un cambio social y en el que algunos de sus miembros sufrieron un proceso de trasformación ideológica, que terminó en radicalización en la década de 1970”.589 Las justificaciones explícitas están estrechamente vinculadas a los objetivos de la tesis, citados párrafos abajo. En primer lugar, la autora precisó que su escrito aporta “a la historiografía en cuanto a la participación de católicos 586 Ana Lucía Álvarez Gutiérrez, De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón, tesis para obtener el grado de licenciada en Historia, México, Universidad de Guanajuato, 2015, p. 7 587 Ibidem 588 Ibid p. 8 589 Ibid p. 9 214 mexicanos en las guerrillas socialistas de mediados del siglo XX”. Además, indaga en un proceso escasamente estudiado: “el trabajo que algunos jesuitas realizaron en Nezahualcóyotl en la década de 1970 y que tuvo un impacto muy importante en el viraje de izquierda para Ignacio, ya que dicho grupo, de la mano de los jesuitas, estudió marxismo”. Finalmente, su texto es pertinente debido a que señala las relaciones establecidas entre las organizaciones católicas progresistas de México y las del resto del continente —particularmente de Colombia—.590 Para desarrollar esta tesis, la autora fijó su periodización entre 1964 y 1971, años en los cuales Salas Obregón se vinculó con corrientes progresistas católicas y en que transitó al clandestinaje, respectivamente. Sin especificar las preguntas que guiaron este trabajo, Álvarez Gutiérrez propuso la siguiente hipótesis: “la radicalización de Ignacio Salas se debió, en gran medida, a un cambio de identidad e ideología, que corresponden a cambios dentro del catolicismo a nivel mundial, con el surgimiento del progresismo, corriente católica que pugnó, desde su nacimiento, por un cambio social desde el presente y no sólo con vista a una mejor vida tras la muerte”. Dichos cambios ideológicos del catolicismo condujeron a Oseas a “ver las injusticias socioeconómicas cometidas contra algunas sectores en México; después, a realizar acciones enfocadas a terminar con este tipo de injusticias; y finalmente radicalizarse por no encontrar otro camino para el cambio en México”.591 De acuerdo con la hipótesis recién mencionada, la autora buscó cumplir los siguientes objetivos: proponer una periodización del proceso de radicalización de Oseas, analizar al Movimiento Estudiantil Profesional (MEP) en tanto movimiento social, profundizar en torno al trabajo político-religioso conducido por Salas Obregón y otros jóvenes católicos en Ciudad Nezahualcóyotl y señalar las redes que el MEP trazó con otras organizaciones católicas de América Latina.592 590 Ibid p. 11 591 Ibid p. 10 592 Para satisfacer dichos objetivos, Álvarez Gutiérrez utilizó fuentes de diversa índole, pero sobre todo testimoniales u orales. Entre las personas entrevistadas figuran ex integrantes del Movimiento Estudiantil Profesional como Raúl Rubio y Juan Carlos Flores Olivo —quien de hecho presidió dicha organización tras Salas Obregón—, colegas de Oseas en las labores de Ciudad Nezahualcóyotl como Miguel Rico Tavera, al igual que Héctor Viejo, director espiritual en la Universidad de Nuevo León durante la década de los años 60. Por su parte, empleó un marco 215 A pesar de las observaciones generales, las justificaciones, la hipótesis y los objetivos recién detallados, propongo que los intereses que rigieron esta tesis son de otra índole. Dos intereses, uno general y uno particular, rigieron esta tesis. En términos generales, la autora escribió esta tesis para demostrar que la radicalización —ejemplificada, en este caso, mediante la vida de Salas Obregón— no es un exabrupto irracional, ilógico, irreflexivo o impulsivo; sino un proceso de mediana duración detonado y fomentado, casi exclusivamente, a partir de las ideas y la reflexión. En términos particulares, Álvarez Gutiérrez llevó a cabo este trabajo para matizar el influjo del marxismo —ya fuera en sus vertientes leninista, maoísta o castro-guevarista— como única fuente de radicalización ideológica en los jóvenes de las décadas de los años 60 y 70. A partir de este matiz, la autora pretendió ampliar la gama de fuentes ideológicas que nutrieron dicha radicalización; en este caso, centró su atención en las variaciones del catolicismo que repercutieron en ciertos sectores de la juventud de aquellos años. Es menester precisar que, al proponer esta diversificación de las fuentes ideológicas de la radicalización, Álvarez no pretendió desbancar o anular la influencia del marxismo en la juventud de aquella época.593 Antes de proceder con el análisis, es preciso apuntar que los tres capítulos que integran la tesis están articulados mediante una suerte de vaivén que alterna dos líneas narrativas y analíticas. Por una parte, la historia de la Iglesia Católica tanto nacional como internacional durante las décadas de los años 50, 60 y 70, sobre todo. Por la otra, la historia de vida —con sus respectivas variaciones familiares, escolares o políticas— de Salas Obregón. La alternancia de estas dos historias se efectuó cronológicamente a lo largo de los tres capítulos. La autora utilizó el primer capítulo de su tesis para presentar los procesos identitarios iniciales de Ignacio Salas Obregón y elaborar en torno a “qué era ser teórico-metodológico empeñado en rastrear “pautas identitarias” a partir del concepto de ideología de Teun Van Djik. Este concepto está compuesto por los siguientes indicadores: identificación colectiva, identificación del enemigo, acciones llevadas a cabo, objetivos y valores, posición social y recursos disponibles. Vid p. 14 593 Ya que, como mencionamos páginas atrás, ella misma precisó la influencia del marxismo en las lecturas de Salas Obregón durante sus labores en Nezahualcóyotl. 216 católico a mediados del siglo XX en México”. 594 Como bien reiteró Álvarez Gutiérrez al inicio, la pertenencia de Oseas al credo católico es de suma pertinencia ya que “marcó su manera de vivir y fue una pieza importante en la formación de su identidad e ideología”.595 En la primera sección de este capítulo —integrada por los dos apartados iniciales—, la autora estableció los principales periodos de la Iglesia católica entre la Revolución Mexicana y el nacimiento de Salas Obregón en 1948: cierta alza en la participación católica durante el Maderismo, la cristiada y una subsecuente “despolitización” de la Iglesia seguida por el restablecimiento de sus vínculos con el Estado mexicano. Una vez tipificados dichos antecedentes, Álvarez caracterizó el catolicismo que marcó a Salas Obregón durante su niñez como sacramental, “clasemediero en época de bonanza”, anticomunista y apoyado por el Estado.596 Los apartados siguientes,597 versan sobre las modificaciones globales del catolicismo —la “Nouvelle Théologie” y las corrientes progresistas en su interior, al igual que el Concilio Vaticano II— y sus repercusiones eclesiásticas nacionales, particularmente tras el concilio mencionado. La autora centró su narración en torno a la presencia progresista en México, las redes de organizaciones religiosas con cierta ‘consciencia social’ tejidas a lo largo del continente y los debates generados al interior de éstas. Finalmente, en el último apartado, Álvarez Gutiérrez retomó la vida de Salas Obregón para abordar sus primeras incursiones en el activismo político luego del traslado de su familia de Aguascalientes a Monterrey. Tras presentar dos breves estampas, tanto de Monterrey como de su Instituto Tecnológico de Estudios Superiores, la autora presentó algunas suposiciones sobre las razones que pudieron haber conducido a Oseas a estudiar en dicha institución: “Tomando 594 Ibid p. 18 595 Ibidem 596 Álvarez se apoyó en la clasificación de seglares propuesta por Stephen J.C. Andres: católicos culturales-nominales (cuya participación ritual es más bien esporádica o nula), sacramentales (quienes forman parte de los sacramentos y los cultos) y, católicos políticos (quienes, a decir de la autora, “además de participar en los ritos sacramentales confían en una transformación política desde el catolicismo”). Vid p. 25 597 1.3 Los cambios de la Iglesia a nivel mundial que afectaron el catolicismo en México y 1.4 La Iglesia Católica en México tras el Concilio Vaticano II”. 217 en cuenta todo lo anterior podemos tener una idea sobre por qué estudiar en el ITESM era una opción para Ignacio y su familia. Estaba acorde a los principios católicos, era una educación de calidad y daba la oportunidad de obtener un trabajo bien remunerado tras terminar los estudios”.598 Posteriormente, ahondó en la unión de Salas Obregón al MEP,599 y en una de sus principales herramientas: la Revisión de Hechos de Vida.600 A decir de la autora tanto la adscripción de Oseas a dicha organización como su empleo de la metodología antes señalada lo llevaron “a transformar su catolicismo sacramental a un catolicismo comprometido”,601 y a vincularlo a las corrientes progresistas del catolicismo.602 La autora utilizó el segundo capítulo de su tesis para rastrear los principales acontecimientos de la vida de Salas Obregón, del Movimiento Estudiantil Profesional y del catolicismo tanto mexicano como internacional a lo largo de la década de los años 60, particularmente durante 1965 y 1968. Luego de elaborar una breve historia del MEP, la autora retomó el último punto del capítulo anterior y profundizó sobre las razones que pudieron haber llevado a Oseas a afiliarse a él. En esta ocasión puso énfasis en la influencia que ejercieron los Jesuitas en una amplia gama de esferas de la vida juvenil-estudiantil de Monterrey, y sugirió: “es posible, incluso, que Salvador Rábago invitara a Ignacio al MEP”,603 como también rescató la probabilidad de “La vida social fue otro de los aspectos que pudo haber afectar [sic] la decisión de Ignacio de afiliarse 598 Ibid p. 49 599 Vid p. 53 Según anotó la autora, el MEP formaba parte de Acción Católica Mexicana y, en el caso específico de Monterrey, fue asesorado por jesuitas invitados por la cúpula empresarial. 600 A decir de Álvarez, la Revisión de Hechos de Vida “fue un método común entre los grupos de estudiantes católicos en la segunda mitad del siglo XX” cuyo principal objetivo era “reflexionar a la luz de la fe sobre la existencia” a partir de tres pasos elementales: ver, juzgar y actuar. Vid p. 73 601 Ibid p. 54 602 Encarnadas específicamente en los dos asesores del MEP: Xavier de Obeso y Salvador Rábago. Como bien indicó Álvarez Gutiérrez, antes de haber formado parte del MEP, ambos sacerdotes fueron formados en Europa en sintonía con las corrientes progresistas de aquellos años. Con ellos “Ignacio reflexionó sobre la vida de católico sacramental que llevó con sus padres en Aguascalientes y conoció los debates que dentro de la Iglesia Católica se realizaban” Ibid p. 55 603 Ibid p. 61 La autora también utilizó este apartado para profundizar sobre la relación entre el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, los asesores jesuitas y los estudiantes durante los años en que Salas Obregón se afilió al MEP. 218 al MEP”,604 o que fuera José Luis Sierra, uno de sus colegas estudiantiles con tradición jesuita, quien lo invitó. Álvarez Gutiérrez empleó los apartados subsecuentes,605 para indagar en torno a las especificidades del MEP durante el segundo lustro de la década de los años 60. Como indican los nombres de dichos apartados, estas particularidades cubren tanto la injerencia o influencia que la organización tuvo en sus miembros como las acciones específicas que llevaron a cabo en Monterrey en tales años. En cuanto a la injerencia de la organización—¿qué implicaba ser miembro del MEP?— la autora se centró en varios de los documentos que guiaron la reflexión y la acción de sus participantes. Retomó, por ejemplo, que a decir de Sebastián Mier,606 “el primer método utilizado por el MEP en 1965 fue la Revisión de Hechos de Vida en 1965 y posteriormente la utilización de dos documentos papales, la Constitución Gandium et Spes y la carta Populorum Progressio”.607 Tanto la implementación de dichas lecturas como cierto impulso interno “por realizar acciones que integraran a la sociedad”,608 produjeron “un cambio de identidad en los miembros del MEP”, 609 entre ellos, presumiblemente Salas Obregón. Podemos señalar, de manera sumamente esquemática, algunos de los ejemplos que ilustran este cambio de identidad-mentalidad —articulados en torno al entendimiento de Dios— al interior del MEP. Si en 1965 Dios era visto como el centro de la creación, para 1966 se le veía como el verdadero sentido del amor y al ser humano, al decidir recibir a Cristo, se le consideraba parte de Dios. De esta reflexión no es difícil brincar a la de un año más tarde donde Dios, que era amor, también debía de ser compromiso ¿cómo amar en situaciones 604 Ibid p. 62 605 2.3 Particularidades regias del MEP en la década de 1960, 2.4 Lo que implica ser miembro del MEP entre 1965 y 1967 y 2.5 Acciones del MEP en Monterrey en 1967. 606 Jesuita dirigente del MEP en la década de los años 70. Vid p. 56 607 Ibidi p. 73 608 Ibid p. 77 609 Ibid p. 80 219 de pobreza y dolor? En este sentido, para 1967, Dios también significaba cambio.610 De tal suerte, para este último año, los miembros del MEP enarbolaban “valores de cambio y transformación social [sic.] la solidaridad”.611 Las modificaciones recién mencionadas y referidas hicieron que los “mepistas” llevaran a cabo ciertas acciones y discusiones con las buscaron incidir tanto en la sociedad regiomontana como en el ITESM.612 El último apartado del capítulo, titulado “1968 año de cambios en la vida del MEP y el catolicismo”, abarca desde los procesos internacionales del catolicismo a las transformaciones personales de Salas Obregón pasando por los cambios y nuevos vínculos trazados al interior del MEP. En las modificaciones a escala global, la autora incluyó un proceso por ella bautizado como el “diálogo latinoamericano”,613 que condujo a la politización de varios jóvenes católicos del continente mediante la alteración de las dudas y preguntas que guiaron su actuar. De tal suerte, Álvarez Gutiérrez recuperó el testimonio de Héctor Viejo, quien señaló que “las preguntas sobre ¿cuál es la postura del estudiante católico en un mundo secularizado? y ¿qué significa Dios en un mundo adulto? fueron reemplazadas por interrogantes que calaban más profundamente en la realidad Latinoamericana como ¿cuál es el papel de un estudiante católico en un mundo 610 Ibid p. 82 611 Ibidem De igual manera, este vuelco ideológico-identitario al interior del MEP detonó la politización de sus miembros y los condujo a dialogar “con otras creencias, entre las que se incluía el marxismo”. 612 En el primer rubro podemos mencionar una suerte de campaña que desarrollaron entre los pepenadores y ‘precaristas’ urbanos, mientras que en el segundo figuran algunos intentos debatir en pro de la democracia universitaria. 613 La autora no incluyó gran información al respecto. Sin embargo, precisó que, a decir del sacerdote progresista y otrora director espiritual de jóvenes católicos en Monterrey, Héctor Viejo, este diálogo inició en el MEP en 1944. Al parecer, esta organización participó en “todas las asambleas interfederadas”. Vid p. 87. Además de dicho “diálogo”, la autora retomó otros acontecimientos pertinentes del catolicismo continental: la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y la Carta a los Jesuitas de América Latina del prelado general Arrupe, interpretada como “un llamado, a todos los miembros de la compañía de Jesús, residentes en Latinoamérica, para transformar las estructuras hacia la justicia social”. Ibid p. 90 220 injusto socioeconómicamente? o ¿qué significa ser católico en el tercer mundo?”.614 La autora especificó que las nuevas redes trazadas en torno al MEP se gestaron particularmente durante los últimos meses de 1968, año en que “se trató de implementar un nuevo sistema educativo universitario contra el que muchos estudiantes protestaron”.615 En tal año también se registró un ‘happening’ en el ITESM, llevado a cabo por estudiantes de dicha institución que, en paralelo a las demandas de la universidad estatal, exigían modificaciones en su casa de estudios. Algunos estudiantes —entre ellos el colega de Oseas, José Luis Sierra— , fueron expulsados como reprimenda. Esto detonó la animadversión de una porción del estudiantado tecnológico resultante, poco tiempo después, en la única huelga de hambre que ha habido en dicha escuela. De igual manera, generó tensiones entre la dirección del Tec y los consejeros jesuitas que trabajaban en el seno de la institución. Finalmente, en cuanto a la vida de Salas Obregón, la autora señaló lo siguiente. En primer lugar, especificó que la ausencia de documentos del joven estudiante en tales años “se debió a su alto compromiso con los preceptos de los documentos papales y Revisión de Vida que lo llevaron a ausentarse de Monterrey a partir de la segunda mitad de 1968. Es que, en esa fecha, Ignacio se convirtió en líder del MEP a nivel nacional, lo que lo obligó a viajar por todo el país”.616 Su participación como dirigente de esta organización le impidió estar presente durante los conflictos y tensiones universitarias del ITESM en 1968. En segundo lugar, se apoyó en las memorias de Luis G. del Valle para señalar que por esos años Oseas consideró hacerse jesuita.617 Finalmente, especificó que tanto la 614 Ibid p. 88 615 Ibid p. 90 Fue durante dichas protestas y los diálogos y discusiones suscitados en torno a ellas que ocurrió la masacre de Tlatelolco, acontecimiento que, a decir de la autora “ocasionó una unión más fuerte entre los estudiantes regios”. 616 Ibid p. 98 Álvarez también incluyó el testimonio de Juan Carlos Olivo, sucesor de Salas Obregón en la dirigencia nacional del MEP, para aclarar que la principal labor de los líderes de la organización era ‘formar grupos’ a nivel nacional. 617 Los dos tomos de memorias de Luis Gordo del Valle se titulan Primero hermanos, luego todo lo demás y Siempre humanos, siempre en proceso, respectivamente. Su autor fue un jesuita que trabajó de cerca con Salas Obregón durante su estancia en el Distrito Federal, entre 1968 y 1971. Vid p. 13 221 expulsión de José Luis Sierra como el posterior rechazo de los jesuitas por parte de los propietarios del Tecnológico de Monterrey motivó que Ignacio emprendiera una nueva vida en el Distrito Federal.618 Hacia el final del capítulo, la autora anotó un par de precisiones que considero pertinente retomar. Hizo énfasis en los “mecanismos de reflexión o pedagogías de vida” utilizados por el MEP durante los años en que Salas Obregón participó en él; 619 en el hecho de que en el contexto regiomontano, dichas herramientas de pensamiento fueron promovidas por Xabier de Obeso y Salvador Rábago, “dos jesuitas jóvenes muy relacionados con el progresismo, el diálogo latinoamericano y cercanos a la juventud”; 620 y en cómo “esta reflexión, a mediados de 1968, llevó a Ignacio a convertirse en el líder nacional del MEP, papel que en esos años tenía por objetivo expandir el movimiento por todo el país”.621 Al término de esta sección, Álvarez precisó que la distancia tomada por Salas Obregón ante el conflicto estudiantil del ITESM durante 1968 se debió no sólo a su movedizo liderazgo, sino a que “su compromiso nacía de una reflexión de documentos papales, bajo la fórmula de la Revisión de Vida, y no de un proceso de politización”.622 La autora utilizó el tercer capítulo de su tesis para rastrear los cambios en la vida de Salas Obregón a inicios de la década de 1970, indagar en las organizaciones y centros en donde llevó a cabo trabajo espiritual en aquellos años —Acción Popular y el Centro Crítico Universitario—, y las formas en cómo algunas de estas reflejaron en mayor o menor medida las tendencias del catolicismo internacional o continental. Álvarez Gutiérrez le dedicó el inicio de este capítulo a la sección establecida en Ciudad Nezahualcóyotl de una obra jesuita inicialmente nombrada 618 Tras su expulsión del ITESM, José Luis Sierra se desplazó al Distrito Federal, donde trabajó en un ‘proyecto de inserción’ —trabajo católico de base— en Ciudad Nezahualcóyotl conducido por jesuitas pertenecientes al grupo Acción Católica. La autora señaló que “la participación de Ignacio en este proyecto fue importante, junto con otros factores en su proceso de radicalización” Ibid p. 100 619 La Revisión de Hechos de Vida, los documentos papales antes mencionados y la preeminencia de la teoría del subdesarrollo. 620 Ibid p. 101 621 Ibidem 622 Ibidem 222 “Jesuitas en inserción” y posteriormente conocida como “Acción Popular”. 623 Luego de detallar las relaciones que mantuvieron con el párroco local y de precisar que ninguno de sus integrantes percibió salario por formar parte de dicha obra, la autora indicó que “en términos generales se estudiaron las intuiciones fundamentales de Marx, [los integrantes] rehuyeron explícitamente el dogmatismo marxista y se sentaron las bases para una interpretación de la realidad del país y del contexto de trabajo, la marginalidad”.624 Fue gracias a su experiencia directa en Nezahualcóyotl, como a los documentos (religiosos, marxistas o de otra índole) que estos integrantes de Acción Popular “llegaron a la conclusión de que era necesario buscar nuevos caminos en su formación, que era necesario hacer la revolución, entendiendo esta como una transformación en la sociedad”. 625 Finalmente, antes de comenzar a abordar los quiebres iniciales de Salas Obregón con Acción Popular, la autora reiteró que, para comprender cabalmente la labor católica que llevó a cabo dicha organización “es necesario ubicarla dentro de todo un movimiento católico progresista latinoamericano, que buscaba relacionarse de una nueva manera con el pueblo”.626 Álvarez utilizó la sección intermedia de este capítulo para abordar los lugares y las relaciones a partir de las cuales Salas Obregón comenzó a distanciarse de las faenas llevadas a cabo por Acción Popular, a saber: la fundación del Centro Crítico Universitario (Cecrun) como espacio de discusión y la amistad que entabló con Raúl Ramos Zavala.627 A decir de la autora, es posible que Salas Obregón y Ramos Zavala se encontraran en el Cecrun. Como también sugirió Álvarez Gutiérrez, también es 623 Como indicó la autora, esta obra surgió en 1969 a raíz de una reunión convocada por el padre Provincial de México, Enrique Martín del Campo. El propósito era insertar jesuitas en sectores marginales de diversas ciudades del país para así “transformar” a sus habitantes desde las ideas. Vid p. 109 624 Ibid p. 117 625 Ibid p. 118 626 Ibid p. 127 627 El primero fue un centro de documentación conformado por miembros de Acción Popular luego de un viaje en América Latina. Ramos Zavala fue un joven coahuilense que, como hemos mencionado en otras partes de la tesis, formó parte de las Juventudes Comunistas a finales de la década de los años 60 y encabezó la escisión de un grupo de militantes aglutinado bajo el nombre de Los Procesos en 1970. 223 altamente probable que el segundo haya sido un factor determinante en la radicalización del primero. Si bien los integrantes de Acción Popular consideraban necesario el desenvolvimiento de una revolución, la estrategia para llevarla a cabo no contemplaba el uso de la violencia; es factible, entonces que Ramos Zavala haya introducido a Oseas en la cuestión de la lucha armada. A decir tanto de la autora como de Miguel Rico,628 una vez adoptada la posibilidad de la revolución violenta, tanto Salas Obregón como José Luis Sierra comenzaron a estudiar ciertos hechos y procesos históricos que pudieran emplear como referentes de combate o justificantes de lo que comenzaron a pensar como su lucha. Entre estos, figura con particular singularidad la Cristiada que, a decir de Álvarez, si bien “fue condenada por la jerarquía eclesiástica, estaba justificada como una legítima defensa ante un Estado represivo”.629Al respecto, Miguel Rico indicó: Nacho, sobre todo Nacho, empieza a recurrir a la cristiada, donde los cristeros también vieron la necesidad de tomar las armas para defender su posición religiosa, su derecho a practicar la religión, entonces Nacho dice: tenemos ese derecho de usar las armas para defender la dignidad de los pobres, nuestra dignidad como seres humanos, José Luis estuvo de acuerdo con él y allí empieza un movimiento de que ¿Cómo hacemos la lucha?.630 Finalmente, la autora rescató el impacto que la masacre del 10 de junio de 1971 produjo tanto en Salas Obregón como en Sierra, ambos participantes de la manifestación. A decir de Álvarez Gutiérrez, el jueves de Corpus “llevó a Ignacio —como a muchos otros jóvenes que, igual que él, tenía [sic] un proceso reflexivo importante sobre la necesidad de una revolución— que el único camino que existía para la transformación social era el violento”.631 Luego de presenciar la matanza, Salas Obregón “confirmó que el Estado estaba dispuesto a usar la 628 Colega y compañero de piso de Salas Obregón en Acción Católica. Vid p. 13 629 Ibid p. 145 630 Ibidem 631 Ibid p. 146 224 violencia y con ello la idea de guerra justa creció”,632 y así ratificó su convicción de que el cambio debía ser llevado a cabo por medio de las armas. Al cerrar el apartado, la autora precisó que el interés desarrollado por Oseas en torno a “las cuestiones sociales” y la “necesidad de transformación social” se potenció en su traslado al Distrito Federal. A decir de Álvarez, esto se debió tanto al medio en que Salas Obregón se desenvolvió —estudiantes y asesores católicos progresistas— como a la labor de inserción social que llevó a cabo en Nezahualcóyotl. Finalmente, el joven desechó la opción pacífica tras la masacre del 10 de junio. La autora utilizó las conclusiones de su tesis para repasar los distintos periodos de radicalización de Salas Obregón, así como para reiterar su posicionamiento ante este caso específico. A su parecer, el caso de Oseas “es una muestra clara de la reflexión que existió dentro de un sector progresista pequeño del catolicismo en la segunda mitad del siglo XX; combinado con el debate, nacido de esta reflexión, sobre la opción de tomar las armas, mismas que fue confirmada tras la represión estatal de 1971 contra los estudiantes”.633 Y, como añadió páginas adelante: “es importante mencionar, que todos los procesos de cambio [de Salas Obregón] nacieron de un proceso reflexivo bien documentado, que se puede revisar a lo largo de la tesis”.634 Como hemos visto a lo largo de este análisis, la autora elaboró esta tesis para detallar cuáles fueron las reflexiones e ideas de Salas Obregón que, en sincronía con varias de las modificaciones del catolicismo nacional e internacional, condujeron su proceso de radicalización. Los capítulos fueron organizados en torno a los dos ejes mencionados páginas atrás: las modificaciones del catolicismo nacional e internacional y las variaciones familiares, estudiantiles y políticas de Oseas. 632 Ibid p. 148 Si consideramos que esta tesis puso el énfasis en la preeminencia de las ideas y la ideología —y en específico, ciertas nociones católicas— en Salas Obregón, no puede sino llamar nuestra atención la forma en cómo Álvarez Gutiérrez fraseó esta cita. Lo que creció en Salas Obregón no fue la posibilidad o la convicción en torno a la “guerra justa”; fue su “idea” en torno a ella. 633 Ibid p. 154 634 Ibid p. 156 225 Además de la correlación entre el interés de esta tesis y su estructura, es menester rescatar un par de ideas secundarias y similitudes con otros de los trabajos aquí analizados que permean esta tesis. Por una parte, el presupuesto teórico de la autora —analizar y narrar el proceso de radicalización de Salas Obregón a partir de sus cambios identitarios— guarda algunas semejanzas con las bases teóricas empleadas por Gamiño en su tesis de licenciatura. Como acotó Álvarez: “aunque tomar a Ignacio Salas Obregón como eje de nuestra investigación nos pone en riesgo de sonar biográfico sin serlo, también nos permite narrar, en base a fuentes, algunos procesos de cambios identitarios que podrían resultar útiles, en términos generales, para otros casos”. 635 Y, como añadió poco después: “las circunstancias de muchos jóvenes, a nivel contextual, se compartieron en los procesos de radicalización”.636 Por otra parte, llama la atención que, de manera similar a otros tantos autores cuyos textos han sido analizados a lo largo de esta tesis, Álvarez Gutiérrez haya empleado a Sergio Aguayo como apoyo teórico. Sin embargo, en este caso no figuró en el estado de la cuestión o en los referentes de historias generales sobre las organizaciones político-militares y la persecución estatal. La autora rescató algunas de sus observaciones sobre los “cuatro pilares” que sostenían al Estado mexicano a mediados del siglo XX —es decir, durante la infancia de Salas Obregón—, a saber: el presidencialismo, la presencia del partido dominante, la fabricación de una ideología legitimadora y el respaldo de la comunidad internacional.637 Finalmente, y más en el tono de una consideración general —en lugar del señalamiento de una idea secundaria— debe rescatarse el hecho de que la autora no obvió los mecanismos de diseminación de las ideas. Álvarez Gutiérrez precisó, en todo momento, quiénes —organizaciones y personas— discutieron o debatieron qué temas y cómo los difundieron o diseminaron. Esto fue sumamente 635 Ibid p. 9 636 Ibidem 637 Vid p. 26 226 pertinente en una tesis abocada a intentar demostrar la eficacia radicalizante de las ideas o de lo ideológico. Antes de cerrar el apartado me parece pertinente esbozar una breve crítica enfocada, precisamente, al punto recién mencionado, al igual que sugerir una duda. Al leer esta tesis, pareciera que los debates, las ideas y las discusiones incluidas en ella detonaron todos los cambios, las modificaciones, las transformaciones e incluso las acciones de Salas Obregón —y, podríamos aventurar, del MEP y de algunas otras organizaciones y militantes católicos a nivel internacional—.De tal manera, fueron sus primeras reflexiones al seno del MEP las que hicieron que dejara tras de sí su vida como católico sacramental y adoptara su identidad como católico comprometido. Posteriormente, la metodología de la Reflexión de Hechos de Vida y las modificaciones ideológicas-espirituales dentro del MEP lo llevaron a asumir su dirección. Un par de años después, el mismo proceso reflexivo-vocacional-espiritual lo condujo a llevar a cabo trabajo de base en Nezahualcóyotl donde, tras colaborar en el Cecrun, conocer a Raúl Ramos Zavala, presenciar la masacre del 10 de junio y, sobre todo, ponderar la posibilidad de una revolución armada en sintonía con el referente histórico de la Cristiada como “guerra justa”, Salas Obregón se decantó por transitar al clandestinaje y devino guerrillero. Esta interpretación de la historia, de acuerdo a la cual toda acción es antecedida por una reflexión previa, deja de lado innumerables factores que pudieron haber impactado en las múltiples decisiones que tomó —y en las diversas situaciones que le fueron impuestas a— Oseas en su proceso de radicalización. Además de esta breve crítica, me parece pertinente lanzar una pregunta. Habría que retomar las hipótesis de la autora y profundizar en torno a ellas para preguntarnos ¿por qué los colegas de Ignacio —jóvenes católicos progresistas, posibles conocedores del marxismo y quienes pudieron haber contemplado la posibilidad de llevar a cabo una revolución— no se radicalizaron?, ¿qué fue lo que hizo que sólo ciertos jóvenes o estudiantes católicos optaran por la vía armada? 227 Observaciones finales Tal y como hemos hecho con los capítulos anteriores, conjuntemos y resaltemos las periodizaciones, argumentos, intereses y enfoques presentados en los textos recién analizados. Antes que nada, es menester reiterar que las tesis aquí reunidas difieren de los trabajos analizados en capítulos previos por varias razones. En primer lugar, se distinguen por los temas abordados. Si las tesis reivindicativas y de la debacle abordaron distintas facetas o componentes de la historia de la LC23S, los trabajos incluidos en este capítulo retomaron como tema los antecedentes de la organización: desde la fundación de Los Vikingos y su posterior transformación en el FER hasta la infancia y juventud de Ignacio Salas Obregón pasando por la familia Corral García. En segundo lugar, se diferencian por las temporalidades estudiadas. Si los trabajos previos se centraron, sobre todo, en el desarrollo de la Liga a partir de 1973, los textos reunidos en esta sección se concentraron en procesos y hechos acaecidos durante la década de los años 60: desde la conformación de la pandilla tapatía hasta la militancia católica de Oseas a finales de la década, pasando por la separación familiar de Salvador y José de Jesús Corral. En tercer lugar, difieren por los antecedentes recuperados. Si las tesis previamente analizadas hicieron énfasis en el movimiento estudiantil capitalino de 1968 y en la preeminencia de una “juventud” abstracta y escasamente definida como principales detonantes y antecedentes de la LC23S, los trabajos aquí agrupados buscaron raíces más profundas y eludieron el lugar común del 68 como parteaguas: desde las estructuras corporativas-estudiantiles jaliscienses hasta la presencia de organizaciones jesuitas progresistas pasando por los flujos migratorios que nutrieron movimientos sociales a la par que distanciaron familias. Por su parte, es preciso señalar que, a diferencia de las tesis previas, las incluidas en esta sección contienen escasas —si no es que nulas— reflexiones sobre el “impacto” o la “trascendencia” que pudo haber tenido, o no, la LC23S en el resto de la sociedad mexicana durante décadas sucesivas. 228 Finalmente, es llamativo que, a diferencia de los trabajos reivindicativos — basados primordialmente en escritos de la Liga— y de la debacle —apoyados, en su mayoría, en informes policiales o periodísticos—, la base heurística de las tesis de la radicalización es preponderantemente testimonial. Tanto Gamiño como De los Ríos y Álvarez Gutiérrez se apoyaron en testimonios de diversa índole y de distintas personas para reconstruir los procesos de radicalización que resultaron en la LC23S. Los trabajos conjuntados en esta tendencia interpretativa fueron elaborados desde diversos enfoques. Si bien las tres tesis versan sobre algunos de los antecedentes de la Liga y ciertos procesos de radicalización que condujeron a —o culminaron en— ella, es notorio que lo hacen desde ángulos disímiles. Por su parte, Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973) analizó el proceso de politización colectiva de Los Vikingos. Como vimos, este proceso estuvo marcado por las distintas facetas identitarias de la pandilla tapatía —primaria, legitimadora, proyecto y de resistencia antes de pasar a la acción colectiva— y tuvo como principal factor o causa las negociaciones e intercambios —pacíficas en un inicio, violentas hacia el final— entre los jóvenes de San Andrés y la Federación de Estudiantes de Guadalajara. Como mencionamos, este camino de cambios identitarios marcados por la generación de conciencia política es lo que vinculó “el barrio” con “la guerrilla”. Por otra parte, José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas analizó, como bien indica su nombre, los procesos de radicalidad familiar en los hermanos Corral García. Los cambios que marcaron estos procesos emergieron particularmente de la confrontación entre dos etapas. Por una parte, la infancia y juventud de los hermanos Corral, marcada por la solidez familiar y la transmisión generacional de valores. Por la otra, los dos procesos de radicalidad detectados —uno de raigambre rural, ideologizado y próximo al campesinado; otro urbano, de politización cotidiana y cercano al estudiantado—, detonados a partir del alejamiento de los hermanos Corral de 229 dichos valores. En este caso, podemos sintetizar que, de acuerdo a la autora, uno de los principales detonantes de los procesos de radicalidad-radicalización fue la distancia familiar. Finalmente, De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón analizó el proceso de transformación ideológica de Ignacio Salas Obregón como ejemplo de las modificaciones a gran escala del catolicismo internacional y nacional. En este caso, podemos ubicar el “motor” de cambio en los distintos procesos reflexivos de Salas Obregón que antecedieron sus modificaciones identitarias-ideológicas. De tal suerte, la reflexión —tanto personal como colectiva— fue lo que lo llevó a dejar de lado sus hábitos como católico sacramental para convertirse en católico comprometido y, posteriormente, en guerrillero. Tenemos un proceso de cambios identitarios colectivos marcados por la politización, un proceso de radicalidad familiar caracterizado por el distanciamiento de valores y un proceso de transformaciones identitarias personales marcadas por ciertas modificaciones ideológicos del catolicismo a gran escala. ¿Qué diferencia cada uno de estos procesos? El sujeto, el motor y el “sustrato”. En el caso de Gamiño, el sujeto de cambio es la pandila de los Vikingos devenida FER-LC23S. En el texto de De los Ríos, los sujetos son tres hermanos vistos, sobre todo, a partir del recuerdo colectivo del resto de sus familiares. Para Álvarez Gutiérrez, el sujeto fue Salas Obregón. Una pandilla, una familia y una persona. En cuanto al “motor” —aquel o aquellos elementos que detonan las modificaciones, los cambios, las transformaciones, etc.— tenemos, en el caso de Gamiño la generación de conciencia política por parte de Los Vikingos. Para De los Ríos, vimos que la radicalidad estuvo íntimamente ligada al distanciamiento de los valores familiares, mientras que para Álvarez fue la reflexión, personal o colectiva, aquello que detonó las modificaciones en Oseas. Finalmente, entendamos el “sustrato” como el medio en el cual ocurrieron dichas transformaciones. Para Gamiño, la politización de Los Vikingos puede ser percibida en sus distintas modificaciones identitarias. Para De los Ríos, los 230 procesos de radicalidad de los hermanos Corral García deben ser vistos en dos etapas separadas distinguibles a partir de los siguientes indicadores: formas de ideologización y contacto con organizaciones —agrarias o estudiantiles, rurales o urbanas—. Finalmente, y de manera ligeramente semejante a Gamiño, en el caso de Álvarez, las transformaciones de Salas Obregón también pueden ser percibidas en sus cambios identitarios: de católico sacramental, a católico comprometido, a guerrillero. Como indiqué párrafos arriba, los antecedentes recuperados por las distintas tesis de este capítulo versan sobre procesos de mediana duración ubicados, por lo general, durante la primera mitad del siglo XX. En el caso de Gamiño, tenemos tanto la formación del barrio de San Andrés como la dilatación de la estructura de poder de la FEG. En el caso de De los Ríos sobresalen los flujos migratorios tanto internos —de Durango a Chihuahua— como externos —el programa de braceros— posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, Álvarez Gutiérrez trazó tanto las accidentadas relaciones entre Iglesia y Estado en el México posrevolucionario como el surgimiento de tendencias progresistas católicas en el marco internacional —y particularmente europeo— hacia la década de los años 50. Si tuviéramos que sintetizar las operaciones historiográficas subyacentes a las distintas tendencias, tendríamos que la reivindicativa se ha empeñado en defender, mientras que la vinculada a la debacle se ha dedicado a cuestionar — en función de la caída de la organización—. En este sucinto panorama, la historiografía de la radicalización se ha dedicado a rastrear: ver a la Liga no como un hecho a defender o a cuestionar, sino como un resultado cuyas raíces deben ser desentrañadas. En este proceso de exposición y esclarecimiento de los orígenes, la historiografía de la radicalización ha refutado las caracterizaciones de los orígenes de la Liga esbozadas tanto desde el discurso oficial como desde gran parte de la historiografía restante. Las tres tesis aquí estudiadas rebatieron, cada una a su manera, el estigma de los orígenes violentos, irracionales, marginales y disolutos de la organización: desde el proceso de politización vikinga, hasta el énfasis 231 reflexivo en Salas Obregón pasando por la solidez familiar de los Corral García. Sin embargo, también discutieron frontalmente con los lugares comunes esbozados por las historiografías reivindicativa y de la debacle. En lugar de acudir compulsivamente al 68 como parteaguas necesario e inicio de las organizaciones político-militares, los autores incluidos en esta tesis ubicaron otros procesos de radicalización que, o bien discurrieron en paralelo al movimiento estudiantil,638 o se nutrieron de aspectos poco estudiados de él.639 Finalmente, sírvanos indicar que esta elusión del 68 como lugar común historiográfico también estuvo íntimamente ligada a los lugares abordados en estas tesis: Guadalajara, Durango, Ciudad Juárez, Monterrey, Ciudad Nezahualcóyotl.640 638 En Guadalajara con Los Vikingos o en Monterrey con el MEP 639 El énfasis en la violencia olvidada del 68 por Alicia de los Ríos. 640 El Distrito Federal perdió preponderancia y sólo fue mencionado en los años de estudio de José de Jesús Corral y en la participación de Ignacio Salas Obregón de la masacre del 10 de junio. 232 Conclusiones Como señalamos en la introducción de este trabajo —y como hemos constatado a lo largo de la tesis—, la discusión historiográfica que se ha suscitado en torno a la Liga Comunista 23 de Septiembre desde la academia puede ser dividida de acuerdo a los intereses de cada uno de los textos, tesis o artículos especializados que han versado sobre ella. Esta discusión, mayoritariamente académica, está compuesta por cuatro tendencias interpretativas: el estigma discursivo centrado en la “inexistencia” y la negación política de la organización, la historiografía reivindicativa, la historiografía de la debacle y la historiografía de la radicalización. El análisis nos permitió mostrar los componentes de lo que hemos denominado el “estigma discursivo” de Gustavo Hirales Morán. Por una parte, los alegatos de “inexistencia histórica” y de “negación política” fueron producidos durante el encierro carcelario del excombatiente en la década de los años 70 con intereses personales y políticos específicos: negar su pasado inmediato como guerrillero para así poder reincorporarse a las filas de la izquierda partidista una vez concluida su reclusión. Este autor apoyó sus argumentos sobre ciertos estigmas que expusimos en el primer capítulo de esta tesis: la crisis y la confusión como origen general de los militantes que engrosaron las filas de la Liga, el alejamiento tanto teórico como práctico del marxismo, la consecuente irracionalidad que acompañó a la organización a lo largo de sus años de vida y sus expresiones concretas: el mesianismo apocalíptico y la irrefrenable e irresistible caída en el militarismo. Varios de los componentes de este estigma discursivo fueron actualizados en la década de los 90 con la Memoria escrita por Hirales. Como quedó expuesto, en este texto el autor dejó atrás sus herramientas analíticas de cuño pretendidamente marxista para exponer, a partir del recuerdo personal, la violenta “irracionalidad” que embargó a los militantes de la LC23S — sobre todo a Ignacio Salas Obregón—. Esta tendencia interpretativa —parecida en más de un aspecto al estigma oficial producido en contra de la LC23S— fue replicada por la historiografía profesional en el segundo lustro de la década de los años 90 y, en específico, por la historiografía reivindicativa. 233 Esta tendencia interpretativa está integrada por textos cuyo interés rector ha sido constituir a la Liga como un referente polifacético y así luchar por el lugar que le corresponde en la historia de México. Esta tendencia puede ser dividida, a su vez, en dos conjuntos o campos: el que ha procurado ubicarla como un referente teórico o intelectual y el que ha batallado por situarla como un referente político. El primero de estos campos está integrado por dos tesis: La Liga Comunista 23 de Septiembre. Orígenes y fundación de Benjamín Palacios Hernández y Análisis de los Manuales Militares de la Liga Comunista 23 de Septiembre: algunas experiencias sobre la táctica y técnica militar, de Christian García Martínez. De acuerdo al análisis esbozado páginas atrás, el primer autor construyó su tesis para resaltar la singularidad histórica de la Liga en tanto única organización político-militar “teoricista” y anti-militarista —por lo menos en sus orígenes—. Por su parte, propusimos que García Martínez elaboró su escrito para evidenciar cómo las acciones militares de la Liga —aquellas que han sido tildadas desde el discurso oficial y sus expresiones testimoniales como ‘exabruptos irracionales y terroristas guiados exclusivamente por la sed de venganza’— respondieron a un proyecto plenamente racional y lógico, integrado por el perfeccionamiento metodológico, la planificación y la sistematización de las acciones llevadas a cabo por la Liga. Tres tesis constituyen el segundo de estos campos —la Liga como referente político—, a saber: La prensa clandestina en México. Caso del periódico Madera 1973-1981 de Mauricio Abraham Laguna Berber, La fuga de Oblatos. La Liga Comunista 23 de Septiembre desde sus protagonistas. Reportaje de Daniela Tarhuni Navarro y Terrorismo, prensa clandestina y comunismo consejista en la Liga Comunista 23 de Septiembre de José Ángel Escamilla Rodríguez. Gracias al análisis, pudimos comprobar que Laguna Berber elaboró su tesis para satisfacer dos intereses: presentar a la Liga como una organización político-militar consolidada, desarrollada, única —preocupación semejante a la de Palacios Hernández— y caracterizarla como marxista-leninista mediante el análisis de su producción periodística. Por su parte, Tarhnuni elaboró una tesis mediante la cual 234 pretendió supeditar los aspectos “militares” de la organización a sus rasgos “políticos”—y, específicamente a los propagandísticos. Finalmente, Escamilla estructuró su tesis para refutar las caracterizaciones que la supuesta “historiografía perezosa” había elaborado sobre la Liga hasta ese entonces. Los principales niveles de esta refutación fueron el cronológico y el político: demostrar que la Liga perduró aún después de 1976 y perfilar a la organización como anti- fanática, anti-dogmática y que, de manera semejante a la caracterización de Tarhuni, priorizó las acciones “políticas” —consistentes, sobre todo en la ‘educación de las masas’ mediante el Periódico Madera— encima de las “militares”, simples herramientas ‘auxiliares’ en la concreción de las primeras. De igual manera hemos constatado la existencia de otra tendencia interpretativa, denominada “historiografía de la debacle”, integrada por textos cuyo interés principal ha sido problematizar en función del fracaso o la derrota experimentada por la Liga. Como vimos, estas tesis han condensado el estudio general, histórico o periodístico de la LC23S a la examinación de las razones por las cuales falló en sus objetivos; es decir, la cuestión del fracaso o la derrota suele ir fuertemente ligada al cuerpo argumentativo o narrativo de estos escritos. Esta tendencia interpretativa puede ser seccionada en tres conjuntos: el fracaso interno, la derrota externa y los primeros acercamientos hacia una explicación conjunta de la debacle. En el primer rubro tenemos dos tesis y un artículo: Operación 23 de Septiembre. Auge y exterminio de la guerrilla urbana en la Ciudad de México de María Cristina Támariz Estrada, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Los años del fuego (1973-1976): reportaje de Reyes Martínez Torrijos y “El proceso de construcción de la Liga Comunista 23 de Septiembre (1973-1975)” de Alberto López Limón. Como vimos, el primer texto fue escrito como una suerte de “advertencia” edificada sobre los paralelismos que la autora detectó entre su contexto y el trance violento que constituyó la Guerra Sucia. Para poder caracterizar este periodo del pasado reciente de tal manera —incurriendo incidental y subrepticiamente en la teoría de los dos demonios—, la autora resaltó el “militarismo” de la LC23S y, en particular, de la Brigada Rosa como aquello que 235 la condujo a la debacle y que posibilitó la apertura institucional de finales de la década de los años 70. Por su parte, gracias al análisis detectamos que el interés rector del segundo texto fue la construcción de una “curva ascendente de la violencia” integrada por la violencia ejercida por la Liga —también llamados los ‘errores’ de la organización—, al igual que sus justificaciones teóricas —la violencia “pensada”— y los golpes resentidos por la organización —la violencia “sufrida”—. Finalmente, establecimos que el texto de López Limón fue construido para señalar que el supuesto “alejamiento” que la Liga mantuvo con respecto al “pueblo” o a las “masas” fue lo que detonó su descomposición interna y su fracaso. A pesar de haber esbozado argumentos distintos —el ascenso del militarismo, la curva ascendente de una violencia marcada por los ‘errores’ de la organización, y su supuesto distanciamiento con respecto al resto de la sociedad— los tres textos antes mencionados ubicaron el origen del fracaso de la Liga en su interior. En el segundo rubro ubicamos una sola tesis: Análisis del movimiento armado en México en la década de 1970 a través de la prensa: el caso de la Liga comunista 23 de septiembre (1973-1979) de Rodolfo Gamiño. Como comprobamos, esta tesis fue elaborada para satisfacer dos intereses, uno general y uno particular, a saber: indagar en los factores de diversa índole que produjeron la debacle de la organización, priorizar las causas externas y resaltar una en específico: el uso contrainsurgente de la prensa por parte del Estado, que despolitizó, desideologizó y descontextualizó las acciones de la LC23S, además de ocultar la represión librada en su contra. A diferencia de los textos del fracaso interno, esta tesis sugirió que la derrota de la Liga fue provocada por factores externos y, entre estos, por la colusión entre Estado y prensa. El tercer rubro también está integrado por una sola tesis: La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes, de Lucio Rangel Hernández. Como vimos en su análisis, el autor elaboró esta tesis para configurar una caracterización compleja de la LC23S según la cual su debacle fue generada por dos factores de índole interna y uno de naturaleza externa, a saber: por una parte la dispersión estructural de la Liga —organización caracterizada 236 como federación guerrillera disgregada— y su aislamiento ante múltiples sectores sociales —la izquierda clandestina, el movimiento obrero y las masas—, y por la otra las maniobras institucionales y contrainsurgentes desplegadas por el Estado mexicano. Finalmente, identificamos una tercera tendencia interpretativa, denominada “historiografía de la radicalización”. Como mencionamos, los textos que integran este enfoque no versan sobre la historia de la organización en sí. Se enfocan, más bien, en algunos de los disímiles antecedentes —personales, familiares o colectivos— y los procesos mediante los cuales —politización, distanciamiento de valores familiares o cambio a través de la reflexión— derivaron en la Liga. A pesar de sus respectivas variaciones, los escritos que componen esta tendencia interpretativa compartieron un interés: refutar, ante las caracterizaciones oficiales y sus expresiones testimoniales, qué hechos fueron capitales en la formación de la LC23S. Tres textos integran esta tendencia: Origen de un grupo guerrillero en Guadalajara. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1964-1973) de Rodolfo Gamiño Muñoz, José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas de Alicia de los Ríos y De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón de Ana Lucía Álvarez Gutiérrez. El análisis nos permitió mostrar que el primer texto pretendió elaborar una refutación de la violencia original que, a decir del discurso oficial, marcó los inicios de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Para hacer tal, Gamiño se enfocó en el proceso de politización que condujo a Los Vikingos del barrio a la guerrilla y que estuvo marcado por distintas variaciones y cambios identitarios. Por su parte, el segundo texto estableció una refutación de los orígenes supuestamente marginales y disfuncionales de los jóvenes que engrosaron las filas de las organizaciones político-militares en las décadas de los años 60 y 70. Como vimos, esta tesis contiene una tensión latente ya que, si por una parte la autora presentó los valores familiares aprehendidos por los hermanos Corral García, por la otra sugirió que estos fueron desechados en sus respectivos procesos de radicalidad. Anotamos que esta tensión subrepticia establece a la radicalización como la 237 contraparte o el opuesto de los valores familiares. Finalmente, el tercer texto plantea que el proceso de radicalización de Ignacio Salas Obregón fue detonado y fomentado principalmente por las ideas y la reflexión; las cuales, a su vez, reflejaron los cambios ideológicos del catolicismo internacional y nacional. Esta tesis también fue elaborada para refutar las consideraciones de la radicalidad como un exabrupto producido por condiciones represivas o como un cambio fomentado por la violencia. Panorama de dos discusiones específicas Como sugerimos en la introducción, estas tendencias interpretativas surcan dos niveles de discusión: externo e interno. En el primer rubro tenemos que tanto la historiografía reivindicativa como la historiografía de la radicalización han debatido contra las caracterizaciones esbozadas por el discurso oficial y sus expresiones testimoniales —uno de cuyos ejemplos fue condensado en el preámbulo de esta tesis–. La reivindicación y la refutación de los orígenes propuesta por la historiografía de la radicalización han rebatido los diversos estigmas propuestos por Gustavo Hirales. Por una parte, la propuesta de enarbolar a la Liga como un referente político, integrado en el marxismo leninismo, en el comunismo consejista o caracterizado por la preeminencia de sus actividades “políticas” por encima de las “militares” ha rebatido los endebles señalamientos de una supuesta ‘inexistencia histórica’ de la organización a raíz de su aparente falta de ‘marxistización’. De igual manera, los esfuerzos por señalarla como un referente teórico e intelectual la han rescatado de la irracionalidad y la locura en que el excombatiente —y con él múltiples manifestaciones del discurso oficial– pretendió sumirlas. Por la otra, la historiografía de la radicalización ha puesto en evidencia que los orígenes de la Liga no fueron, como insistió el fundador de la organización, una mezcolanza confusa de teorías contrapuestas; sino un panorama de procesos de distinta índole caracterizados por la politización, la reflexión o el quiebre con ciertos valores familiares-tradicionales. 238 Debe ser resaltado que la historiografía de la debacle —y, sobre todo los textos que ahondaron en las razones internas— retomó uno de los recursos argumentativos sugeridos por Gustavo Hirales, a saber: que la violencia ejercida por la Liga —y no la que fue aplicada en su contra— fue la causa principal de su fracaso. El análisis de los textos aquí conjuntados nos ha permitido perfilar una discusión perteneciente al segundo rubro: la discusión por los antecedentes. Como fue explicitado a lo largo de los capítulos anteriores, los antecedentes de la Liga propuestos por la historiografía reivindicativa y por la historiografía de la debacle varían considerablemente. La primera tendencia hizo hincapié en los hitos represivos desplegados en contra del movimiento estudiantil —1968 y 1971— como detonantes de emergencia de organizaciones político-militares. Mientras que varios de los textos que conforman la segunda tendencia sugirieron antecedentes mucho más dinámicos.641 A pesar de sus diferencias, estos textos se enfocaron en hitos o procesos dinámicos desarrollados, sobre todo, en la capital del país. 642 Este enfoque capitalino ha sido rebatido por los textos que integran la historiografía de la radicalización y que se han centrado en estudiar diversos lugares del país. Recordemos que los textos que componen esta tendencia interpretativa han puesto énfasis en ciudades como Guadalajara, Ciudad Juárez y Monterrey antes que el Distrito Federal. A riesgo de hacer una ponderación arbitraria, pareciera que esta discusión específica por los antecedentes de la Liga tiene el potencial de desbancar algunos de los lugares comunes de la historiografía y el periodismo que suelen ser asociados con la emergencia guerrillera de los años 60 y 70. Estos lugares comunes son, sobre todo, la injerencia de la Revolución Cubana como principal aliciente ideológico de las organizaciones político-militares y la consideración de 641 Recordemos que estos antecedentes pueden ser sintetizados en ciertas oposiciones (juventud idealista versus autoritarismo, juventud consciente versus Estado represivo, sistema político mexicano versus movimientos sociales) o alianzas (Estado mexicano aliado con la prensa). 642 El único texto que amplió el panorama fue la tesis de Lucio Rangel. 239 las masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971 como catalizadores mecánicos o automáticos de la formación de dichas organizaciones. Una propuesta de lectura diacrónica Como especificamos en la introducción de este trabajo, la naturaleza del objeto de estudio dificulta su interpretación diacrónica. Sin embargo, hay ciertos hitos que marcaron el grueso de la historiografía especializada en torno a la LC23S. El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y la presentación pública del Ejército Popular Revolucionario en 1994 y 1996 respectivamente no influyeron en la producción de historiografía especializada en torno a la LC23S con la contundencia con que algunos autores han sugerido. Los dos textos que han mencionado ambas organizaciones son las tesis de Palacios Hernández y la de Laguna Berber, ambas producidas en el milenio pasado. Curiosamente, las menciones al EPR y al EZLN en tales escritos reflejan un tono comparativo próximo a la rivalidad o a la competencia: ante el surgimiento de nuevas organizaciones político-militares, es pertinente recordar que la Liga fue la “más importante” por las razones que quedaron explicitadas en el análisis — teoricismo y producción hemerográfica—. El siguiente hito determinante fue la apertura y relativa liberación de los documentos de la Dirección Federal de Seguridad en 2002. Esto propició la generación de una gran parte de los trabajos aquí analizados, particularmente los inscritos en la historiografía de la debacle. Además de haber posibilitado la realización de trabajos académicos en torno a la Liga y a otras organizaciones político-militares de la llamada Guerra Sucia, la apertura de estos archivos atrajo a múltiples periodistas que, por lo menos durante 2002 y algo del siguiente año, produjeron diversos artículos sobre “las guerrillas” del pasado. Tanto esto como el posterior escándalo sobre las filtraciones y las publicaciones del Informe de la Femosopp pusieron a la LC23S y a otras organizaciones político-militares del pasado en el ojo y el debate periodístico, institucional y, posteriormente, historiográfico. 240 El siguiente hito relevante es la “guerra contra el narcotráfico” librada por Felipe Calderón a partir de 2006 y la subsecuente ola de violencia que, a la fecha, continúa asolando el país. Curiosamente, toda la historiografía de la debacle fue producida durante el sexenio de Calderón. Esto es llamativo ya que esta es la tendencia interpretativa cuyos textos han hecho mayor énfasis en la violencia ejercida por la organización. Es posible que se haya generado una suerte de espejo historiográfico entre la violencia percibida y experimentada del presente y el estudio de la violencia —tanto estatal como resistente— en el pasado inmediato.643 Finalmente, contrario a lo que podríamos suponer, la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, no ha detonado —por lo menos no perceptiblemente hasta ahora—una modificación notoria en la producción historiográfica en torno a la LC23S. A pesar de los lazos que unen a la Liga con la historia de los desaparecidos en México, este último tema parece no haber incidido en la historiografía especializada. Es decir, no contamos con trabajos que se hayan propuesto estudiar, desde la academia, el tema de los desaparecidos en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Tenemos, entonces, los siguientes hitos que han influido, en mayor o menor medida, en la producción historiográfica especializada en torno a la LC23S: el levantamiento armado del EZLN y la presentación pública del EPR en 1994 y 1996, respectivamente; la apertura archivística del 2002; y la “guerra contra el narcotráfico” declarada por Felipe Calderón al igual que la subsecuente ola de violencia desatada en el país. Críticas específicas y críticas generales Consideré pertinente incluir una serie de críticas antes de concluir este trabajo. Estas críticas fueron trazadas de acuerdo a la tendencia interpretativa específica a la que corresponden. De igual manera, incluí una crítica general que contempla la generalidad de la producción historiográfica especializada en torno a la LC23S. 643 El mejor ejemplo de este espejo entre violencia presente y violencia pasada es el trabajo de Támariz. 241 La reivindicación histórica, los problemas de la “importancia” y la inclinación accidental hacia una historiografía idealista Es necesario plantear dos críticas con respecto a la historiografía reivindicativa: una vinculada al uso repetitivo de ciertos conceptos fundamentales en la argumentación de todos los autores de esa tendencia, y otra relacionada al tratamiento heurístico manifiesto en algunas tesis. De tal suerte, a pesar de las loables intenciones de los historiadores o periodistas aquí estudiados, en los siguientes párrafos procuraré demostrar cómo incurrieron en graves fallas conceptuales y se dejaron guiar subrepticiamente por nociones más bien conservadoras y reaccionarias de lo “político” y la “historia”. En un segundo momento también procuraré formular una crítica enfocada en el uso de fuentes que revelan las intenciones de la Liga pero dicen poco, si no es que casi nada, de su praxis. Todos los autores de este capítulo apoyaron sus respectivas caracterizaciones de —y argumentaciones en torno a— la Liga Comunista 23 de Septiembre sobre un campo semántico vacuo: el de la “importancia”, lo “principal” o lo “prioritario”. Estos conceptos fueron empleados de dos formas. De manera “externa”, Palacios Hernández, Laguna Berber y Tarhuni los emplearon para distinguir a la Liga en tanto “la más importante de todas las organizaciones guerrilleras”. Y al interior, García Martínez, Laguna Berber, Tarhuni y Escamilla los utilizaron para resaltar las acciones “políticas” —vinculadas a la edición, producción y distribución del Periódico Madera y las labores propagandísticas— como las “más importantes”, las “prioritarias” o las “principales” de la organización sobre las “militares”. Como ninguno de estos trabajos tuvo por tema principal comparar a la Liga con otras organizaciones político-militares, es menester que centremos nuestra atención en el uso de estos conceptos para caracterizar la dinámica interna de la Liga. Según Palacios Hernández, la LC23S se destacó por encima de todas las organizaciones político-militares de la segunda mitad del siglo XX por su “teoricismo” y por haber supeditado, por lo menos en sus orígenes, lo militar a lo 242 intelectual. A decir de García, “la principal labor de esta organización era la distribución e impresión del Madera, periódico clandestino”. 644 Para Laguna Berber la Liga fue “una organización político-militar clandestina […] cuyo eje central fue el periódico Madera” en tanto “organizador colectivo de su quehacer revolucionario”.645 Tarhuni abrevó del mismo campo semántico al “señalar que la prioridad siempre fue la política y no lo militar”,646 al igual que Escamilla, cuya tesis pretende demostrar que “las actividades de la educación política por medio de la propaganda fueron las más importantes, siendo respaldadas por las armas con acciones como secuestros y asaltos bancarios”.647 A pesar de que dichos conceptos constituyan el basamento de las caracterizaciones y los argumentos que presentaron sobre la Liga, ninguno de estos autores definió o profundizó sobre la “importancia”, lo “prioritario” o lo “principal”. Nadie desarrolló estos conceptos en tanto categoría analítica o comparativa ni especificó cómo podían ser utilizados para comprender cabalmente la historia y las actividades de la Liga. De tal suerte, al no profundizar en ellos, estos autores usaron dichos conceptos injustificada, superficial y acríticamente. Por una parte, los mencionaron sin generar mayor explicación en torno a ellos —caso de Palacios Hernández. Por la otra repitieron acríticamente las opiniones esbozadas por excombatientes —caso de Laguna Berber y Tarhuni Navarro. O bien interpretaron superficialmente lo referido por fuentes de distinta índole en función de tales conceptos, desde los documentos de la Liga hasta las fuentes policiales —caso de García, Laguna Berber y Escamilla.648 644 Vid Nota 116 645 Vid Nota 148 646 Vid Nota 187 647 Vid Nota 204 648 Aquí podemos trazar dos formas de superficialidad heurística vinculadas al campo semántico mencionado. Cualitativa: si los documentos de la Liga establecen que sus actividades “principales” eran la producción, la edición y la distribución del Periódico Madera, esto, es interpretado como cierto debido al tipo de la fuente que refiere dicha información. Esta omisión fue llevada a cabo por García y Laguna Berber, quienes construyeron sus tesis con documentos de la propia Liga. Cuantitativa: si la —supuesta— mayoría de cierto tipo de fuente —reportes policiales— refiere actividades de distribución de propaganda, debe ser, evidentemente, porque esta es la actividad más importante de la organización. Esta omisión es notoria en el caso de Escamilla. 243 Fue justamente debido a su uso acrítico, superficial e injustificado que el campo semántico de lo “más importante”, lo “principal” o lo “prioritario” fue retomado en todos estos trabajos para cumplir con un rol determinante: subordinar explícita o implícitamente —pero siempre de manera arbitraria— los aspectos “militares” de la Liga a los aspectos “políticos”. Y es precisamente aquí donde opera —de manera subterránea, ya que ningún autor lo notó o explicitó— una noción específica sobre “lo político”. A pesar de las diferentes formas en que abordaron la cuestión “política” de la Liga, todos los autores de esta tendencia asumieron que las actividades que la integran son: todo aquello que orbita en torno al Periódico Madera y las labores de vinculación y propaganda. Es decir, lo “político” es todo lo que no pudiera ser leído como un gesto o un acto “violento”. Solamente García y Escamilla intentaron dotar de sentido político las acciones “violentas” de la Liga. Sin embargo, sus esfuerzos sirvieron únicamente para precisar el carácter instrumental, auxiliar, o contingente de la violencia en la Liga y “aclarar” que ésta estuvo invariablemente “al servicio” de los planes, proyectos o métodos plenamente “políticos” y “racionales” de la organización. Sin percatarse de ello, todos estos autores reprodujeron una visión sumamente limitada, y con tintes liberales, de “lo político”: aquella que lo identifica exclusivamente en acciones racionales, centradas en el intercambio y la diseminación de ideas —como la producción y la distribución de un periódico, aunque fuera clandestino— y que es incapaz de ubicarlo en actos o gestos de confrontación violenta —como el secuestro y la ejecución de un cabecilla empresarial, por poner un ejemplo.649 Inclusive, sin demostrarlo, algunos de los autores aquí analizados sugirieron que fue precisamente la distribución de tales ideas —y no sus ataques iniciales a la burguesía nacional o el arraigo popular que demostraron tener en Culiacán a inicios de 1974— lo que le valió a la Liga ser cruentamente perseguida por prácticamente todas las corporaciones policiales y castrenses del Estado mexicano. De tal suerte, propusieron que la LC23S fue una “amenaza” o un 649 Sobre todo si quien ejerce la violencia no es el Estado. 244 “peligro” por las repartizas y las ideas contenidas en el Periódico Madera.650 Un autor inclusive reprodujo la opinión de un excombatiente, según el cual la burguesía nacional temía las repartizas del periódico por el elevado grado de consciencia que este imprimía sobre las masas. Esto, además de contener sesgos paternalistas —el Periódico Madera como educador del proletariado—, no fue abordado en ninguno de los trabajos aquí analizados.651 Ninguno de estos autores consideró, pues, que las acciones “militares” o “violentas” fueran hechos políticos por cuenta propia —sin tener que estar supeditados a los planes políticos y racionalmente revolucionarios de la organización. Nadie incursionó en una politización de la violencia de la Liga. Esta exaltación de ciertos elementos de la organización —las acciones periodísticas y propagandísticas— en detrimento de otras —las expropiaciones, los secuestros y las ejecuciones— y la división artificial entre aquello que merece la investidura “política” y aquello que no, está estrechamente ligada a la idea de la historia que todos estos autores también reprodujeron sin percatarse: aquellas organizaciones que pueden ser consideradas un referente de la historia contemporánea de México y que, por ende, merecen ser reivindicadas y rescatadas, son aquellas en las cuales lo “racional” y lo “político” prevalecieron por sobre los gestos “violentos” o “militares”. Como la Liga que ellos retrataron. Hay pues, en esta tendencia interpretativa, una triple identificación — velada e ideológicamente marcada— entre lo político, lo racional y lo histórico. Y los autores aquí analizados se empeñaron en hacer que la Liga formara parte de ella: resaltaron lo tradicionalmente “político” de la organización, para mostrar sus 650 Hasta la fecha no he detectado un solo trabajo que se haya empeñado en estudiar de qué formas fue recibido, leído, interpretado o, quizás, rechazado, el Periódico Madera. Tampoco he encontrado un solo trabajo que se haya empeñado en rastrear cómo fue que la Liga se vinculó con otros sectores sociales. Lo más cercano es el trabajo de Escamilla. Sin embargo, en él refirió únicamente el vuelco ideológico al consejismo y sus aplicaciones prácticas —asesinato de líderes charros, crítica al leninismo y diversos llamamientos a integrar comités obrero-clandestinos— no la forma en que dicho vuelco y dichas prácticas fueron recibidas por los obreros o trabajadores a las que fueron dirigidas. Uno de los ejemplos socorridos, tanto por dicho autor como por Tarhuni, fue el involucramiento de militantes de la Liga en la Cervecería Modelo. 651 Es posible que dicho tema -la eficacia o ineficacia del Madera- como “educador del proletariado” haya sido abordado en alguno de los trabajos mencionados al inicio de esta tesis y que no pudieron ser consultados. 245 componentes indudablemente “racionales” y así reivindicar su pertenencia a la historia contemporánea de México. En cuanto a la crítica heurística, algunos de los autores aquí considerados escribieron historias en las cuales omitieron deliberadamente el rescate o la inclusión de posibles contradicciones y, al hacer tal, incurrieron en algo que podríamos denominar historiografía “plana”, “uniforme” o “maniquea”. Esta predilección fue mucho más evidente en los trabajos de García y Laguna Berber. Por una parte, ambos autores fincaron sus estudios de la Liga tanto en los documentos de la Liga como en el sobreentendido de que la información contenida en ellos era verídica: a pesar de haber comentado tanto los Tomos Militares como algunos ejemplares del Periódico Madera, ninguno de ambos llevó a cabo algún tipo de crítica de fuentes. Por la otra, los dos se enfocaron, deliberada o accidentalmente en las intenciones, en el deber, en los proyectos en las ideas que tuvo la Liga sin contrastarlas en ningún momento con los hechos, la praxis, las acciones o los actos de la organización.652 Como precisé en su momento, García señaló y justificó esta oportuna omisión al especificar que no quería incurrir en “valoraciones” del aterrizaje práctico de la estrategia y la táctica de la Liga. Quizás porque al hacerlo emergerían contradicciones entre lo dicho y lo hecho por la organización. 653 Laguna Berber tampoco llevó a cabo este cotejo entre las concepciones leninistas de la Liga y la forma en que fueron aplicadas o ejercidas. De entre los textos previamente analizados, los únicos que incluyeron algunos dejos contradictorios fueron las tesis de Palacios Hernández y Escamilla. Sin embargo, el primero recuperó una contradicción específica —la oposición entre el anti-militarismo inicial de la organización y la posterior debacle violenta— para utilizarla en tanto signo del fracaso de la Liga.654 Mientras que la tesis del 652 Si bien el hecho mismo de que la Liga escribiera y sistematizara estas intenciones es, en cuanto tal, un gesto o un acto que puede formar parte de una praxis específica, me refiero, evidentemente, a las acciones o las prácticas no literarias. 653 Como también especifiqué en su momento, García incluso confundió el proyecto de la Liga — lo que habrían de hacer en un futuro hipotético— con lo ya hecho por la organización. 654 Esto es bastante parecido a lo que varios autores del siguiente capítulo hicieron. Como procuraré argumentar en su momento, las contradicciones internas de la Liga tampoco deben ser 246 segundo ubica las pugnas y las escisiones internas de la LC23S como muestra del anti-fanatismo y anti-dogmatismo de sus militantes, respectivamente. Sin embargo, ninguno de estos rasgos fue propiamente contradictorio ya que, a su parecer, formaron parte de una totalidad que le permitió caracterizar a la organización como eminentemente “política”. Esta búsqueda por la homogeneidad, o bien, esta deliberada evasión de posibles contradicciones históricas —latentes en varias esferas y ámbitos de lo real y no restringidas únicamente a los roces entre “teoría” y “praxis”— puede llevar a una historiografía que, a riesgo de ser achatada, aplanada o nivelada, termine por tornarse complaciente o bien, panfletaria. Es pues, considerablemente irónico —por no decir medianamente preocupante– que quienes se han interesado en construir a la Liga como un referente polifacético y se han preocupado por reivindicarla y defender su inserción en el decurso de la historia contemporánea de México, lo hayan hecho a partir de una producción historiográfica con considerables sesgos ideológicos de por medio. Encima, es aún más irónico que quienes se acercaron teórica y políticamente al marxismo y al leninismo para llevar a cabo esta faena —García y Laguna Berber— terminaran creando historias y análisis que, mediante la sobre- interpretación, confundieran los deseos, los proyectos, los planes, y el deber ser de la Liga con su situación material. Que produjeran, en suma, historiografía idealista. El “aislamiento”, la “separación” o el “divorcio” como aglutinante de las debacles de la Liga Como sugerí en distintos pasajes del tercer capítulo —y particularmente en sus conclusiones—, uno de los componentes que permea todos los textos de la debacle de la organización es la “separación”, el “aislamiento” o el “divorcio” de la Liga con respecto a varios elementos de distinta naturaleza. entendidas exclusivamente como señal de fracaso interno o de derrota externa. Esto también es sintomático de un sesgo ideológico. 247 Tanto Támariz como Torrijos sugirieron, en segundo plano, que la violencia perpetrada por la Liga, manifiesta en la preeminencia del “militarismo” al interior de la organización, contribuyó a aislarla del resto de la sociedad. Por su parte, López Limón alegó frontalmente, que la organización “traicionó” sus orígenes populares y se mantuvo alejada o separa del “pueblo” por haber considerado a la lucha sindical como una aberración “pequeño-burguesa” y por haber escrito y difundido su programa en una clave críptica de difícil acceso y comprensión popular. Por su parte Gamiño, alegó que el desempeño contrainsurgente de la prensa contribuyó no sólo al desconocimiento popular de la Liga, sino a que diversos sectores sociales fueran incapaces de simpatizar con el proyecto revolucionario de la organización. Finalmente, Rangel propuso que la ‘lucha contra el oportunismo’, pilar teórico y estratégico de la organización, contribuyó a apartarla de otros partidos políticos, otras organizaciones político-militares, del “movimiento obrero” en general, como también de las “masas”. El “aislamiento” o la “separación” de la Liga respecto a la sociedad, detonado por diversos factores —violencia interna, ‘errores’ teórico-estratégicos internos o contrainsurgencia externa— es la constante en toda la historiografía del fracaso. Sin embargo, por más meticulosos que han sido los estudios,655 esta “separación” no ha sido más que un supuesto no demostrado plena o eficazmente. Hasta ahora ningún trabajo ha mostrado si la Liga mantuvo vínculos con otros sectores sociales o no. La historiografía de la debacle ha partido del presupuesto de que estos vínculos o relaciones fueron inexistentes en lugar de concluir su existencia o inexistencia tras un detenido análisis. De tal forma, ha configurado vínculos causales injustificados entre diversos fenómenos de la organización —los asaltos, los secuestros o demás manifestaciones “violentas”; el punto de partida estratégico de la ‘lucha contra el oportunismo’; o la calidad indescifrable del Madera y sus comunicados—y su supuesto “aislamiento”. Curiosamente, la historiografía reivindicativa ha sugerido una operación contraria: suponer que la Liga estuvo vinculada a múltiples sectores del proletariado 655 Como en el caso de Rangel, sobre todo. 248 mexicano por el simple hecho de llevar a cabo las repartizas del Periódico Madera.656 En ambos casos, tanto para hablar del “aislamiento” de la Liga como de sus posibles vínculos con el proletariado u otros sectores sociales, las explicaciones y los argumentos presentados hasta ahora son insuficientes y hablan mucho más de los intereses y los sesgos ideológicos de cada autor que de lo que pudo haber ocurrido o no con la propia Liga y la clase obrera en México. Las imprecisiones conceptuales de la historiografía de la radicalización Finalmente, las únicas observaciones críticas qué hacer con respecto a esta tendencia interpretativa tienen que ver con el uso obtuso y entremezclado de distintos conceptos. Los autores reunidos en este enfoque interpretativo utilizaron de manera semejante los siguientes conceptos y el siguiente término: politización, radicalización y transición al clandestinaje. No especificaron qué diferencias específicas residen en cada uno de ellos, qué los distingue o cómo podrían diferenciarse.657 Una sugerencia específica que podríamos integrar en este rubro tiene ver con historiar y problematizar el miedo —o su ausencia— a la hora de emprender o de ser forzado a tomar el camino de las armas. Si Palacios Hernández resaltó el componente ético al integrar una organización político-militar e Hirales resaltó la supuesta ‘irracionalidad’ que engloba el proceso, sería pertinente detectar qué papel jugó el miedo —o su ausencia— en los procesos de radicalización de quienes conformaron el archipiélago de organizaciones político-militares de las décadas de los años 60 y 70. ¿Por qué el miedo no inmovilizó o replegó, por lo menos en un inicio, a quienes transitaron al clandestinaje? Un trabajo sugerente para abordar estas cuestiones en las cuales se analizan los entrecruces de lo político y lo personal —con cierto énfasis en la posibilidad de muerte y el miedo 656 Es menester aclarar que el hecho de distribuir un periódico entre trabajadores de determinadas fábricas no demuestra, por cuenta propia, que la Liga estuviera ‘relacionada’ con el proletariado mexicano. 657 Es posible que Gamiño haya sido el único en especificar que la transición al clandestinaje de Los Vikingos-FER fue un componente —la última parte antes de confluir en la Liga— de la politización general de este grupo. 249 que ésta genera— es Revolutionary Suicide, autobiografía del fundador de las Panteras Negras, Huey P. Newton.658 Hacia una posible agenda Las investigaciones venideras sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre podrían romper con el falso dilema en torno a las actividades “políticas” y las “militares” emprendidas por la organización. Como precisamos por medio de la crítica, esta división tiene mucho de ideológico y poco de real ya que varias de las acciones “militares” pueden ser fácilmente interpretadas desde una óptica política: los secuestros de miembros prominentes de la burguesía nacional y de la clase política son, quizás, los mejores ejemplos prestos a ser politizados. Estas investigaciones también podrían dejar de lado la “vinculación” o “desvinculación” de la Liga con otros sectores sociales como un supuesto y comenzar a abordarla como un problema de investigación. Finalmente, podrían ser mucho más específicas en cuanto a los conceptos empleados para referir los procesos previos que la nutrieron: ¿quiénes se radicalizaron por medio de la politización? ¿hubo procesos de radicalización despolitizados? ¿quiénes optaron por transitar al clandestinaje por medio de la reflexión? ¿quiénes se vieron obligados a hacer dicha transición debido a la represión y la persecución desplegadas en su contra? Propongo que un enfoque que podría solventar estas sugerencias recién detalladas es el estudio de los procesos de radicalización de la Liga, de su historia en cuanto tal, de sus vínculos, y de la represión desplegada en su contra a partir de los aspectos materiales de la clandestinidad. En el caso de los antecedentes de la organización, esta perspectiva material podría enfocarse en las condiciones de posibilidad de la radicalización: 658 Huey P. Newton, Revolutionary Suicide, Penguin, Nueva York, 1973. Si bien el trabajo no es historiografía académica o ciencia política el inicio propone una distinción elemental entre dos tipos de suicidio: el reaccionario -de corte individualista- y el revolucionario -de corte social, con tonos casi sacrificiales-. Este segundo tipo de “suicidio” dota de sentido político tanto la vida como la muerte -y el miedo que esta evoca- del revolucionario que lo elija y ponga en riesgo su integridad física para la salvaguarda de la gente y la revolución. Si bien algunos de los componentes de esta autobiografía deben ser criticados antes de ser aplicados a algún caso mexicano, considero que puede ser un buen punto de inicio para profundizar en torno a las razones que quizás influyan en los procesos de radicalización y de transición al clandestinaje. 250 ¿qué redes estudiantiles conformadas a lo largo de la década de los años 60 e inicios del decenio siguiente posibilitaron la configuración de una organización político-militar con presencia en más de la mitad de los estados de la república? ¿qué organizaciones recibieron entrenamiento militar antes de engrosar las filas de la 23 de Septiembre? ¿cómo recibieron dicho entrenamiento? Otra gran investigación pendiente, cuyos inicios fueron sugeridos en la tesis de Rangel, debe analizar los diferentes matices de las organizaciones que confluyeron en la Liga: ¿quiénes contaban con entrenamiento previo? ¿quiénes mostraron reticencias al proyecto de cohesión propuesto por Los Procesos? ¿qué organizaciones se encontraban fortalecidas y cuáles debilitadas en el preámbulo de la fundación de la LC23S? ¿qué tipo de metodología podríamos sugerir para estudiar la “fortaleza” y la “debilidad” de dichas organizaciones? En el caso de la historia de la Liga, rescaté algunas observaciones a lo largo de los capítulos previos que, a mi parecer, se vinculan con lo que podríamos considerar los aspectos materiales de la clandestinidad: ¿cómo fue que la Liga obtuvo, concentró y distribuyó los recursos que obtuvo? ¿cómo se vinculó —si es que en efecto existió dicho vínculo— la obtención de recursos con la estructura política de la organización, con la toma de decisiones interna y con sus planteamientos estratégicos? ¿qué nexos, si es que algunos, persistieron entre la experiencia de los combatientes, las detenciones efectuadas contra estos, el relevo de cuadros inexpertos en actividades clandestinas y la modificación de estrategias y propuestas teóricas en el seno de la organización? Es decir, cómo indagar en las conexiones entre las detenciones, el relevo de cuadros nuevos — y, por ende, inexpertos— y el cambio de estrategias y posicionamientos teóricos. 659 Como se habrá visto, los temas que están pendientes por ser analizados y cotejados en esta aproximación material del clandestinaje son: los recursos, las detenciones, la experiencia, los cuadros de la organización y, en función de éstos últimos, los posibles cambios o modificaciones teórico- estratégicas de la organización. 659 Las tesis de Rangel y de Torrijos contienen algunas observaciones sobre este rubro específico. 251 En el caso de los vínculos podría realizarse un estudio que sistematice las formas en que la Liga intentó relacionarse con otros sectores sociales: ¿dónde llevó a cabo las repartizas del Periódico Madera? ¿qué obreros respondieron favorablemente al llamado de conformar comités clandestinos? ¿por qué razones? ¿qué obreros no respondieron favorablemente? ¿cuáles podrían ser algunas de las hipótesis que expliquen la injerencia de la Liga en ciertos lugares y su rechazo en otros? En síntesis, cotejar sus proyectos, planes e ideas con la praxis. Finalmente, se pueden elaborar estudios que cotejen la persecución librada contra la organización con el resto de sus actividades. Si bien los estudios de Gamiño y de Rangel ofrecen una base sólida para estudiar al respecto, es pertinente profundizar: ¿quiénes fueron detenidos? ¿en qué lugares fueron detenidos? ¿cómo repercutieron los distintos tipos de detención en la Liga? ¿la repercusión de dichas detenciones varió con respecto al tiempo? Muchos de los datos que podrían responder a estas preguntas han sido presentados por los dos autores antes mencionados; hace falta un ejercicio más fino de interpretación. Es necesario dejar de romantizar el clandestinaje —como el lugar idóneo o predilecto a partir del cual se debe llevar a cabo una revolución— y entenderlo a partir de los múltiples matices que lo atraviesan: las dificultades económicas que suelen englobarlo, su carácter de condición elegida para algunos e impuesta para otros, la imposibilidad de regresar ileso a la vida pública y las dificultades de llevar a cabo trabajo político desde él. La Liga Comunista 23 de Septiembre es una de las pocas organizaciones en la historia de México que ha desafiado férreamente uno de los pilares sobre los cuales está construida la dominación sociopolítica moderna: el monopolio de la violencia por parte del Estado. Tanto los estigmas estatales como los testimoniales han operado para banalizarla, ocultarla, negarla, simplificarla, a lo largo de los años. Esta operación de olvido y ocultamiento programados han sido rebatidos -en la medida de sus posibilidades y desde perspectivas disímiles y encontradas- por una amplia parte de la historiografía académica producida en 252 torno a la Liga.660 Sirva este trabajo para entender con mayor profundidad la historia de la organización, la historia de los desafíos al poder, y la potencia contestataria -aunque siempre limitada- de la investigación histórica. 660 A excepción de los escasos autores que no han hecho más que estudiarla para corroborar el estigma oficial construido sobre ella. 253 Bibliografía -Aguayo Sergio, La charola: una historia de los servicios de inteligencia en México, México, Grijalbo, 2001, 413 pp. -Álvarez Gutiérrez Ana Lucía, De católico a guerrillero: el caso de Ignacio Salas Obregón, Tesis para obtener el título de Licenciado en Historia, UG, 2015, 168 pp. -Carr Barry, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 1996, 423 pp. -Castellanos Laura, México armado. 1943-1981, México, Ediciones Era, 2007, 383 pp. -Cedillo Adela y Fernando Herrera Calderón [eds.], Challenging authoritarianism in Mexico: revolutionary struggles and the dirty war. 1964-1982, New York, Routledge, 2012, 232 pp -De Certeau Michel, La escritura de la historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, 334 pp. -De los Ríos Merino Alicia, José de Jesús, Luis Miguel y Salvador Corral García: goodbye american way of life, nos vamos a la guerrilla. 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