UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES EL PAPEL DE LA CIENCIA POLÍTICA Y LOS POLITÓLOGOS ACADÉMICOS EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS: EL DEBATE EN CANADÁ SOBRE LA INTRODUCCIÓN DE REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL EN EL PARLAMENTO (2001-2006) TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: DOCTOR EN CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES (ORIENTACIÓN EN CIENCIA POLÍTICA) PRESENTA: MTRO. JUAN ROBERTO JOEL FLORES MARISCAL TUTOR PRINCIPAL: DR. HÉCTOR HERIBERTO ZAMITIZ GAMBOA (FCPS-UNAM) COMITÉ TUTOR: DRA. MARIA CRISTINA PUGA ESPINOSA (FCPS-UNAM) DR. VÍCTOR ALARCÓN OLGUÍN (UAM-I) LECTORES MIEMBROS DEL JURADO: DR. OLIVER SANTÍN PEÑA (CISAN-UNAM) DR. FERNANDO BARRIENTOS DEL MONTE (U. GTO) ~ CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. 20 DE OCTUBRE DE 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………….7 CAPÍTULO 1. EL DE BATE S OBRE L A VOC ACIÓN P RÁCTICA DE LA DISCIPLINA DE LA “CIENCIA POLÍTICA” 1.1 Ascenso del conductismo y su impacto en el perfil de la disciplina…...………...32 1.2 Política de la dicotomía entre ciencia política y administración pública…...........35 1.3 Los politólogos en la política y el gobierno: el ejemplo de los conductistas….....40 1.4 La importancia del contexto: el impacto de la segunda guerra mundial….…......44 1.5 Ideología y agenda de la ciencia política en el contexto de la guerra fría….....…49 1.6 Conocimiento y poder: la disciplina en el ámbito militar y la geopolítica…........55 1.7 Política y epistemología en ciencia política……………………………...…........56 1.8 El eterno llamado a la relevancia………………………………....…………...…60 1.9 Ciencia política y políticas públicas: breve revisión del debate……….…..….…62 1.10 Ciencia política y política, otros temas y experiencias recientes……….........…73 CAPITULO 2. EL PROBLEMA DE LA RELACIÓN ENTRE LOS CIENTÍFICOS Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS 2.1 Las relaciones indirectas entre ciencia, sociedad y política…….......................…77 2.2 Relaciones directas entre ciencia y política.…..………........................................86 2.3 Ciencia y políticas públicas: premisas básicas…………………………………110 2.3.1 Científicos frente a las políticas públicas: una nueva relación……….…..110 2.3.2 Ciencias naturales y ciencias sociales ¿modelos diferentes?......................117 2.3.3 Los científicos y el falso dilema ciencia-política………..…......………....122 2.4 U so de l c onocimiento y pa rticipación de expertos en pol íticas p úblicas: l os problemas clásicos y el nuevo modelo de comunidades epistémicas………......127 2.4.1 El problema de la utilización del conocimiento………..…..…………......131 2.4.2 Participación directa de expertos en las políticas públicas…………….....140 2.4.3 El modelo de comunidades epistémicas……………..……………..….....151 CAPITULO 3. POLÍTICAS P ÚBLICAS Y P ROCESO P OLÍTICO: PREMISAS TEÓRICAS 3.1 Las políticas públicas como proceso abierto.…………...…………..……….…158 3.2 Ciclo de las políticas y el modelo de coaliciones promotoras…....……........….165 3.3 Políticas públicas y movimientos sociales……………………….......….……...175 3.4 Movilización de recursos y estructura de oportunidades políticas…………..…182 CAPITULO 4. MARCO METODOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DE CASO 4.1 Dimensiones de análisis del modelo de coaliciones promotoras…………….…192 4.2 Coaliciones y movilización de recursos………………………..………..……..196 4.3 D imensiones de a nálisis s obre us o de l c onocimiento y pa rticipación de l os científicos……………………..…………………………………………....….198 3 4.4 Método de control: proceso político, análisis histórico y process tracing…..…203 4.5 Preguntas de investigación y operacionalización……………………...…….....209 4.5.1 Los politólogos académicos como sujetos de estudio……........................211 4.5.2 Factores determinantes de la participación de los politólogos...................215 4.5.3 Periodización…..........................................................................................218 CAPITULO 5. INSTITUCIONES, S ISTEMA P OLÍTICO Y CI ENCIA P OLÍTICA EN CANADÁ 5.1 Historia e instituciones políticas canadienses……………...…….......................220 5.2 Proceso de gobierno y políticas públicas en Canadá………………………...…230 5.3 Institucionalización y perfil de la ciencia política en Canadá...…......................239 5.4 A ntecedentes de pa rticipación de l os po litólogos c anadienses en procesos d e reforma institucional y en la política partidista…………………………...........252 CAPITULO 6 . L A AG ENDA S OBRE RE PRESENTACIÓN P ROPORCIONAL Y EL PAPEL DE LOS POLITÓLOGOS ACADÉMICOS 6.1 La influencia académica en la definición del problema…………………....…..258 6.2 La dinámica de la construcción de la agenda…………………………......……265 6.3 Entrada y desahogo de la iniciativa en la agenda institucional federal………...288 CAPÍTULO 7 . MECÁNICA DE L I NVOLUCRAMIENTO DE L OS POLITÓLOGOS Y DEL PROCESO DE TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTO 7.1 Intensidad y repertorios de participación……………………………….………297 7.2 politización y perfiles profesionales: determinantes de la participación……….301 7.3 La importancia de los recursos………………………………………………....303 7.4 Oportunidades estructurales y coyunturales………………………….……..….305 7.5 Determinantes y características del proceso de transmisión de conocimiento....307 7.6 El testimonio de los politólogos ante el SCHPA…………………………….…310 7.7 I nfluencia i ntelectual y t ransmisión de c onocimiento a l i nterior de la disciplina…………………………………………………………………..…..321 CONCLUSIONES……………………………………………………………..…...323 ANEXOS A. Relación de entrevistas……………………………………………………….…328 B. Guia de entrevistas……………………………………………………………....329 C. Resumen de los argumentos académicos contra FPTP o a favor de la RP.……..335 D. Relación de los debates en el parlamento sobre RP (1999-2006)………………344 RESUMEN/ABSTRACT………………………………………………………..…348 BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………..……..…...352 4 AGRADECIMIENTOS Además de mi familia, la l ista de personas a las que tengo que agradecer su apoyo para que pudiera iniciar y terminar este proyecto sería muy extensa para este espacio, por ello me limito a mencionar a algunos de mis maestros que más influyeron durante el d esarrollo d e l a i nvestigación. Inicio co n l os maestros co n q uienes cu rse m is estudios de maestría en la U AM-Iztapalapa, sin s u c onfianza e i mpulso no hubi era llegado hasta el doctorado. Durante los seminarios del doctorado el seminario de metodología de la Dra. Matilde Luna fue fundamental para que pudiera entender el enorme reto que significa tratar d e c onciliar lo s p rincipios c ientíficos de l a i nvestigación c on l as di ficultades particulares q ue i mplican l as ci encias so ciales. E n el se minario s obre pol ítica científica de la Dra. Rosalba Casas el problema de la relación entre ciencia y política se consolidó como la preocupación central de la tesis; y en los seminarios sobre teoría de l a d emocracia y so bre si stemas el ectorales d e l a D ra. S ilvia I nclán y d el D r. Ricardo E spinoza, respectivamente, p ude d esarrollar la idea d e q ue u na r eforma electoral puede equipararse a un proceso de política pública y a finar la delimitación del c aso. O bviamente e ntender lo que s upondría ha cer a lgo no s ignifica que un o pueda realizarlo, por e llo reitero que la responsabilidad por los e rrores de l presente trabajo es solo mía. Por lo demás solo puedo decir que fui muy afortunado de haber contado con la orientación del D r. H éctor Z amitiz como mi tu tor p rincipal, y c on la D ra. C ristina Puga Espinosa, y el Dr. Víctor Alarcón Olguín integrando mi comité tutor, todos ellos no solo especialistas destacados en el estudio del desarrollo de la ciencia política y las ciencias s ociales e n M éxico, s ino también maestros c on u na pr ofunda voc ación y compromiso co n su s estudiantes q ue p ude a testiguar a t ravés d e s u co nstante acompañamiento y di rección a lo largo d e m i i nvestigación, esp ecialmente d urante momentos cr íticos, de los cuales só lo destaco dos: l a confianza que tuvieron e l Dr. Zamitiz y l a Dra. Puga en mi propuesta de desarrollar un e studio sobre Canadá, y e l apoyo que r ecibí de a mbos p ara pos tularme a r ecibir apoyo eco nómico complementario d e C ONACYT p ara r ealizar trabajo d e cam po en aquel p aís. Asimismo la co nfianza ap oyo co nstante, y p acientes lecturas d el D r Z amitiz. No menos importante fue la buena disposición y la paciente lectura de los miembros de mi j urado e l D r. F ernando B arrientos y e l D r. O liver S antín qui enes a portaron valiosas críticas y sugerencias al trabajo. Sin el apoyo del Dr. Stephen Brooks de la Universidad de Windsor al haber aceptado s er mi c otutor, no hubi era s ido pos ible e ste t rabajo, a demás d e su orientación acad émica ag radezco su p aciencia p ara l idiar co n el p apeleo administrativo q ue l a t area i mplicó. S us ad vertencias f ueron muy i mportantes p ara poder e ntender e l reto de l a heterogeneidad de pe rfiles, temperamentos y disponibilidad de tiempo de los académicos entrevistados. Adicionalmente a gradezco a l D r. K hemvirg P uente s u a poyo y valiosos consejos. Asimismo, agradezco al Dr. Miguel Armando López Leyva su orientación durante el inicio de mi investigación; y a los doctores Erkki Berntson, John Trent y 5 Michael Stein su retroalimentación y sugerencias, particularmente sobre el tema de la relación entre la ciencia política y la política. Asimismo no puedo s ino dar testimonio de la buena disposición y pa ciencia cada uno de l os 18 e ntrevistados, políticos y acad émicos quienes -salvo su s limitaciones d e ag enda- siempre t uvieron la m ejor vo luntad de co laborar con e l proyecto, aportaron valiosa información, e incluso me dieron importantes consejos o tips adicionales sobe el tema. Finalmente de bo r eiterar que s in l a gr atuidad d el s istema e ducativo pú blico mexicano, de las instituciones que han sido mi alma mater: la UNAM y la UAM; y sin el apoyo las becas de manutención que recibí de CONACYT para mis estudios de posgrado n o hubi era t enido l a p osibilidad d e de dicarme a una a ctividad t an gratificante como es el trabajo académico. 6 INTRODUCCIÓN PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA En 1971 e l pol itólogo e stadounidense G raham T . A llison publ icó un libro muy famoso en la ciencia política y el estudio de las relaciones internacionales explicando de manera detallada el complejo proceso a través del cual el gobierno de los Estados Unidos atendió la llamada “crisis de los misiles cubanos” 1. La obra trata de entender el proceso político que es para muchos el más crítico que ha vivido la humanidad – por poner en riesgo su supervivencia misma- desde la segunda guerra mundial. Para explicar di cho a sunto pr opuso t res m odelos de a nálisis: e ntender a l gobierno c omo actor r acional, la toma de de cisiones c omo pr oceso o rganizacional, y el modelo de política gubernamental. En el primer tipo el autor destaca el análisis de información y el cálculo para el proceso de toma de decisiones estratégicas, particularmente desde la presidencia. El segundo modelo va más allá del cálculo político, enfatiza las inercias organizacionales, las rutinas, pr ocedimientos y l a d ivisión de l t rabajo e n la administración públ ica, y e specialmente de ntro de l staff presidencial, l a A gencia Central d e I nteligencia, el D epartamento d e E stado y las F uerzas A rmadas. Finalmente en el modelo de política gubernamental centra su atención en las luchas entre f acciones i nternas d e l as cúpulas p rotagonistas en el m omento d e t oma d e decisiones, particularmente an aliza a l os a ctores r eunidos a lrededor d el Consejo de Seguridad Nacional desde donde se controló la coyuntura. Ésta m ulticitada in vestigación -que s e ha c onvertido e n un clásico contemporáneo de la ciencia política- resulta un parangón para la disciplina y para el las r elaciones i nternacionales n o sólo por s u c alidad i ntrínseca, s ino por s u transversalidad e n dos s entidos: por una pa rte pone a pr ueba l as c apacidad de l a disciplina p ara o frecer explicaciones so bre u n proceso p olítico r eal d e l a m ayor importancia pos ible y a pe sar de las vi siones opuestas se co nfirma l a u tilidad l as escuelas y supuestos teóricos detrás de los tres modelos propuestos. A lo largo de la reconstrucción y a nálisis de l pr oceso, l os m odelos ut ilizados pone n e n r elieve l a importancia d e a ctores q ue re corren to das la s in stituciones y j erarquías de l as diferentes de pendencias y e ntidades de l e jecutivo, e mpezando por e l pr esidente mismo, llegando hasta personajes que sin estar formalmente en las instancias de toma de decisión fueron clave para el desenlace de la crisis. Estos actores rebasan el ámbito de co mpetencia d el al to mando militar y l as c abezas d e la i nteligencia, l os cu ales pueden ser desde familiares hasta aliados o amistades personales de los tomadores de decisiones en el más alto nivel. Es inevitable que tal como lo haría una novela el mencionado texto nos haga imaginar la te nsión d el m omento, la p resión s obre el p residente, así c omo lo s complejos pr ocesos d e de liberación que s ucedieron dur ante e sas pr olongadas reuniones del Consejo de Seguridad Nacional; pero en medio de ese difícil proceso - dado que a demás de l c omponente m ilitar e l c onflicto s e de sarrolló e n medio de l a 1 Graham, Allison (1979) The Essence of Decision: Explaining the Cuban Missile Crisis. Washington: Addison-Wesley 7 lógica pol ítica- uno s e pregunta ha sta que m edida e l a sunto e ra -y e s- también un asunto d e interés d e l a ciencia p olítica. E n m omentos cr íticos co mo el señalado es cuando se p one a p rueba la relevancia de las grandes empresas de conocimiento del hombre. Por tanto es natural preguntarse si la ciencia política es d e utilidad ante los problemas r eales d e la v ida p ública. T emas cl ásicos d e l a d isciplina co mo la deliberación y c onstrucción de acuerdos, la reflexión sobre el bien de la comunidad, el análisis de decisiones de políticas públicas, y el análisis de la conducta de actores, son todos asuntos han sido cultivados de manera sistemática por la ciencia política al menos desde mediados del siglo pasado. Si esta crisis no era el lugar para ponerlos en práctica no pue de uno i maginar ot ro m omento mejor. D icho de m anera di recta: ¿Dónde estaban los politólogos durante esa crisis?, ¿Cuál fue suparticipación? ¿Cuál fue la relevancia de la ciencia política contemporánea para salvar ese trance? Aunque el estudio del profesor Graham se en foca en el análisis de los niveles de toma de decisión más al tos, como el mismo señala, actores en jerarquías y roles insospechados tuvieron pa rticipación i mportante, qui zá también a lgo hi cieron l os politólogos. A partir de la narración del proceso uno puede hacer ciertas deducciones; por l a o bra sab emos q ue m uchos d e l os aseso res d e seg uridad n acional –como e l propio a utor d el lib ro- fueron pol itólogos c on una r espetable r eputación c omo académicos, de igual manera es conocido que algunas comisiones especializadas del congreso en ocasiones l laman a aca démicos expertos a consultas, e i ncluso cuentan con aseso res p ermanentes. T ambién p udo d arse el ca so d e est udiosos q ue en el contexto de la coyuntura participaran desde otros ángulos como activistas o líderes de opinión e n pro o en c ontra de una a lternativa e specífica. P uede uno t ambién conjeturar que hubo columnas donde se vertieron opiniones de académicos o incluso la participación de estos por ejemplo, en manifestaciones a favor de privilegiar la paz. Sin embargo estas son meras deducciones, quizá la ciencia política en realidad fue ba stante i rrelevante e n a quella c oyuntura, o i ncluso pu ede s er que a unque participaran aseso res d e i nteligencia f ormados e n ci encia p olítica en r ealidad ést os hayan deducido sus sugerencias a partir de su entrenamiento o expertise específica en el ámbito de operaciones militares, o bien únicamente hayan participado presentando análisis contextuales socio-históricos sobre de temas de geopolítica, etc. Resumiendo: en el momento q ue se d a el caso so bre t rata e se l ibro, l a disciplina d e l a ci encia política, -todavía en pleno auge conductista- o bien pudo ha ber tenido relevancia en varias instancias importantes para el proceso, o puede ser que francamente haya sido irrelevante. El t rabajo del profesor Graham no puede –ni tendría por qué- responder a las interrogantes planteadas. Para ser justos también debemos admitir que la coyuntura a pesar d e su naturaleza p olítica está más en el t enor d e l a e mergencia, l a est rategia militar y la urgencia de la toma de decisiones. Es por tanto, excepcional. No debería compararse d emasiado co n l a m ayoría d e l os p rocesos políticos en p aíses co n democracias p luralistas donde l as d ecisiones d e p olíticas p úblicas m ás f recuentes suelen s uponer a bundante de liberación, y donde a pe sar de l as c omplicaciones -se supone que- se privilegia la construcción de consensos o cuando menos de mayorías legitimadas. Es en este último t ipo de procesos pol íticos es donde con toda justicia uno podría plantearse una evaluación del papel de los politólogos. 8 Inspirada e n l a c oyuntura c itada, p ero pe nsando e n l os pr ocesos de p olítica públicas que todos los días afectan también de manera importante a la población se plantea el presente proyecto de investigación. El objetivo es identificar y analizar la participación de los politólogos -específicamente aquellos con perfil académico- en procesos p olíticos d e r elevancia. S in e mbargo, e n l a pr esente investigación pa ra destacar la participación d e l os p olitólogos es necesario ir más al lá de l as p olíticas públicas en general y buscar momentos en los que se p resentan procesos de toma de decisiones de gran impacto para los si stemas políticos, políticas públicas que van a significar u n cam bio si gnificativo en el es tado d e l as cosas r especto a t emas relacionados con l as r eglas sobre e l acceso y ejercicio del poder político. En t emas que c onstituyen e l quid de l a ci encia política donde s e pue de pone r a pr ueba l a relevancia de la disciplina más allá de la divulgación y su legado en la construcción de la cultura política, o de la formación de recursos humanos. Relevancia entendida como i mpacto co n m iras a la toma d e d ecisiones g ubernamentales so bre las instituciones políticas, en otras palabras utilidad de la disciplina cuando los expertos tratan de influir sobre su objeto de estudio. La participación de los politólogos académicos en los procesos pol íticos o e n las p olíticas públicas s upone un f enómeno e special que no s e l imita a l pa pel d el asesor t écnico que s olo pr ovee i nformación, ni t ampoco a l de intelectual públ ico2. Los p olitólogos acad émicos al p articipar en d ebates d e p olíticas p úblicas p ueden llegar a d esempelar una dinámica diferente, al ser son estudiosos que ha tenido que volcarse po r una e lección pr evia, entre l a a cademia y l a política ( aunque m enos frecuente también puede darse algún tipo de práctica privada), y habiendo elegido el largo camino de la vida académica se vuelven investigadores expertos de una agenda en p articular, p or e jemplo el t ema d e si stemas el ectorales y p rocesos d e r eforma electoral. Entonces, de repente alguno de es tos estudiosos encuentra que en su país hay un debate agitado –a veces incluso con alta polarización- en torno a su tema, por ejemplo una agenda de reformas electorales. En ese escenario, a veces los politólogos académicos no que dan t otalmente s atisfechos c on s u l abor de investigador y la difusión de sus trabajos en revistas académicas, sino que -comprensiblemente dada su expertise- buscan p articipar en los p rocesos políticos (pocas v eces t ratarán d e volverse p olíticos p artidistas d e m anera c lara y d efinitiva au nque a v eces p asa), tratarán de interactuar en el debate como “expertos”, pero impulsando una propuesta dentro del proceso político tratando de influir a los tomadores de decisiones. Cuando el politólogo trata de influir en la realidad que tanto ha estudiado, se da un fenómeno no experimentado por expertos de otro tipo; por una parte la conversión del politólogo en su objeto de estudio y por otra, el escenario en el que el politólogo pone a p rueba e l c onocimiento que du rante m uchos a ños, qu izá d écadas esforzadamente h a ad quirido so bre el t ema esp ecífico d e l a p olítica p ública q ue se trate, y esp ecialmente s obre l a d inámica g eneral d e l a p olítica. S e co nvierte en u n 2 El concepto de intelectuales t iene muchas acepciones, y la l iteratura sobre el tema es variada, pero baste r eferir q ue dejando de l ado l as f iguras p úblicas ar tistas o e scritores, p or l o g eneral l os inetelctuales p úblicos s on a cadémicos de o rigen pe ro q ue de spués c ambian de oficio y s e vue lven comentadores en medios y/o activistas. 9 científico-político a t ravés d e cu ya ex periencia puede en tonces p ermitir so meter a examen d e m anera d oble la u tilidad d e l a d isciplina p ara el d ebate d e l a p olítica pública y para los p olitólogos. Para a mbos e n do s sentidos; p ara p roveer conocimiento s obre l a p olítica –de reforma a l as i nstituciones p olíticas- y s obre l a dinámica de la contienda política. A partir de las premisas an teriores la t esis busca: a) contribuir a en tender los vínculos entre la ciencia en su sentido más general con la política; y b) responder para el caso de la ciencia política cómo ésta se inscribe en el marco de debates de políticas públicas. No obstante, como toda empresa de conocimiento, los alcances que se plantean aquí s on l imitados. De e ntrada, pa ra pode r identificar y a nalizar e l f enómeno de l a participación se tiene que “delimitar” al objeto y a los sujetos de estudio; cabe reiterar no se trata de estudiar el papel de la ciencia política en la política de manera general, sino a través de la actuación de los politólogos, y no de todos los politólogos sino de aquellos mayormente académicos. Tampoco se b uscará ver todas las formas en que estos últimos se r elacionan con la política, sino únicamente cuando asumen el rol de expertos pa ra da r s u consejo u op inión e xperta, c on l o c ual bus can influir en e l sentido de una política que además es su objeto de estudio. Los términos en los cuales se plantea la investigación demandan como primer paso del trabajo reconocer que la relación en tre ci encia y p olítica es u n t ema q ue y a h a si do ab ordado p or muchas agendas de investigación y desde distintas tradiciones académicas como la historia, la filosofía y l a so ciología d e l a ci encia. P articularmente d esde ésta ú ltima ex iste u na importante t radición -que a su vez incluye diferentes escuelas- que ha analizado el papel de l a ciencia e n l a s ociedad, tanto de sde un punt o de vi sta ge neral, ( es de cir respecto al papel del conocimiento, l a ciencia y la t ecnología en la sociedad) como también a t ravés d e es tudios interesados e specíficamente en l a r elación en tre l a ciencia y la política. El tema es d e larga data y cuenta con muchas visiones pero al menos desde la época en la que Max Weber publicó su famosas conferencias sobre la ciencia c omo voc ación y l a pol ítica c omo voc ación3 se h a p uesto at ención en l as características q ue d iferencian l as r eglas y d inámicas p articulares d el ám bito d e l a ciencia y de la política; asimismo el énfasis de la sociología de la ciencia ha estado precisamente en el h echo d e q ue a mbos mundos d emandan d iscursos, est rategias y cualidades diferentes de sus practicantes. Actualmente l a ex plicación d e l as r elaciones en tre ciencia y p olítica h a continuado siendo objeto de análisis sobretodo de la sociología4, aunque el asunto de las características personales de quienes optan por alguna de estas dos vocaciones - que es en realidad el foco de la preocupación de Weber- ha sido dejado de lado. Los principales trabajos al respecto tradicionalmente han sido estudios sobre los grandes descubrimientos en ciencias naturales o análisis de casos de empresas de desarrollo tecnológico de importancia histórica. Será por tanto la fuente de referencia general la historia de la ciencia, perspectiva desde la cual se ha demostrado la profunda relación 3 Weber, Max (1991) El científico y el político. México: Colofón. [conferencias dictadas en 1919] 4 Por ejemplo: Salomon, Jean-Jacques (1974) Ciencia y poder. México: Siglo XXI; y Blume, Stuart (1974) Toward a Political Sociology of Science. Glencoe: The Free Press. 10 de los científicos con la sociedad, la política e incluso las políticas públicas por medio de obr as qu e va n de sde bi ografías de c ientíficos pr ominentes5, h asta el es tudio d e casos más directamente relacionados con la política, como los movimientos de físicos en contra de las armas químicas y biológicas6, o más recientemente, los debates sobre el rol de la ciencia en las políticas sobre el cambio climático7. No obs tante e mprender una i nvestigación h istórica de la e xtensión de l os ejemplos ci tados para el caso de la ciencia política ser ía más complicado porque el componente político de la pregunta es tema privilegiado de la propia ciencia política y entonces la disciplina simultáneamente se convierte en su propio objeto de estudio. Paradójicamente la relación de la disciplina con la política se oculta a p lena vista; es decir el problema ha sido elusivo en su estudio directo precisamente porque desde las más hondas raíces intelectuales de las disciplina atribuidas a pensadores griegos como Platón y Aristóteles ha estado presente cierta idea de que estudiar a las constituciones, o la historia de los países y sus reyes no sólo es heurístico, sino que brinda lecciones con valor práctico. De acuerdo con Héctor Zamitiz una de las razones del problema de la relación entre los estudios sobre la política y la utilidad práctica de los mismos es también un tema d e co municación8; M aquiavelo por e jemplo, c onsiderado uno de l os a utores “padres” d e l a c iencia política h izo d iferencia en el e stilo de s us t ratados, unos d e corte m ás e scolástico c omo el “D iscurso so bre la p rimera d écada d e T ito L ivio” y otros t rabajos más b reves, co ncebidos p ara se r u tilizados más ág ilmente, es d ecir como co nsejos p rácticos si endo p or su puesto e l caso ej emplar e l “E l p ríncipe”. D e hecho esa l ógica “d idáctica” co mo se v erá m ás ad elante es co nfirmada p or l as investigaciones sobre utilización del conocimiento. La ciencia política moderna nació originalmente con una vocación aplicada incluso desde sus antecedes más tempranos como la tradición institucionalista. Tanto en los Estados Unidos hacia fines del siglo XIX como en otros países alrededor de los años cincuenta del siglo pasado, cuando la disciplina moderna comenzó a i mpartirse se co ncebía como central el valor aplicado de ésta. Por e jemplo, en e l contexto latinoamericano encontramos que los discursos inaugurales de las nuevas escuelas y carreras estuvieron siempre cargados de elogios a la importancia de estudiar científicamente a la política y de grandes expectativas por el impacto q ue t endrían al ap licar su s n uevos co nocimientos l os eg resados d e l as nuevas carreras9. No obstante, también es cierto que desde los inicios de la disciplina 5 Ver infra. p. 59 6 Ruttenberg, Ch arles (1972) Political Behavior of American Scientist: The Movement Against Chemical and Biological Warfare. Tesis de Doctorado (Ciencia Política). New York University 7 Asher, W illiam (2010) Knowledge and Environmental Policy: Re-Imagining the Boundaries of Science and Politics. Cambridge: The MIT Press 8 Zamitiz, H éctor y P ablo T rejo ( 1994) “ Propuesta m etodológica p ara l a ev aluación y el d iseño curricular de l a l icenciatura en ci encia p olítica en l a F CPS” en Estudios Políticos n. 4. M éxico: UNAM; Zamitiz, Héctor (1995) “Evaluación de la carrera de ciencia política en México. Entrevistas con especialistas” en Estudios Políticos n. 8. México: UNAM 9 En el caso de México por ejemplo pueden verse sendos discursos de con motivo de la inauguración y efemérides d e l a E NCPyS: C arrancá, R aúl ( 1955) “ Rumbos s eguros pa ra l a E NCPS” Ciencias Políticas y Sociales, n. 1 , M éxico: E NCPS-UNAM; Me ndieta, L ucio ( 1955) “ Origen, organización, finalidades y perspectivas d e l a E NCPS”. Ciencias Políticas y Sociales, núm. 2 , M éxico: E NCPS- 11 cuestionarse su estado, cientificidad, utilidad, y su balance del momento parecen ser una agenda permanente. De entre los cientos de artículos y libros sobre el tema, baste citar el paradigmático artículo de Merriam de 192410, considerado al mismo t iempo un hi to f undacional e n l a h istoria de l a di sciplina en l os Estados U nidos11, c uyo contenido es básicamente una reflexión sobre las perspectivas que tenía la disciplina a partir d e l a u tilidad potencial d e l a i ncorporación en l a m isma d e en foques provenientes d e la p sicología so cial, así co mo d e l a aplicación de t écnicas cuantitativas. De h echo, el éx ito e n l a i mplantación d e e sas i deas h a l levado a destinos en la orientación de la disciplina que a la vuelta del siglo han sido criticados tanto p or los q ue si mplemente l amentan l a s egmentación d e l a d isciplina12, c omo también por quienes la acusan de haber traicionado su función de relevancia social e incluso de precisión analítica13. Además, hoy e n d ía cuando uno mira a los medios masivos de comunicación, muchas veces no que da claro en medio de la pléyade de voces que se pr esentan c omo “ expertos”, “ analistas p olíticos” o “analistas d e políticas” q uiénes de e llos s on po litólogos “ líricos” o de f acto, y q uiénes s on politólogos por poseer formalmente el grado y una trayectoria de investigación formal o acad émica. S olo cu ando se d iscuten ci ertas políticas p úblicas –que requieren de conocimientos m uy e specíficos p or e jemplo s obre telecomunicaciones, s alud o energía- queda más claro quién puede decirse que es un experto -técnico- en un tema. Pero respecto a l a ciencia política hay pocos momentos en los cuales el tema de una política pública lleva a pensar que se requiere la participación y consejo experto no sólo de políticos cultos y experimentados sino de doctores en ciencia política. UNAM; Salazar, Rubén (1956) “De la improvisación al conocimiento”. Ciencias Políticas y Sociales, núm. 4, México: ENCPS-UNAM; Carrancá, Raúl (1956) “Un lustro de vida de la ENCPS”. Ciencias Políticas y Sociales núm. 4, M éxico: ENCPS-UNAM; Olea, T eófilo (1956) “ La jov en f acultad de ciencias políticas y sociales”. Ciencias Políticas y Sociales, núm. 4, México: ENCPS-UNAM; Reyes, Jesús ( 1957) “ Notas s obre el s ignificado del es tudio de la ci encia p olítica”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 7, México: ENCPS-UNAM; González, Pablo (1957) “La utilidad nacional de l as car reras d e c iencias p olíticas y s ociales”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales núm. 7, México: ENCPS-UNAM; y López, José (1957) “La utilidad nacional de la carrera de ciencias p olíticas”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales núm. 7, M éxico: E NCPS- UNAM 10 Merriam, Ch arles ( 1921) “ The P resent S tate o f t he S tudy of Politics”. The American Political Science Review v. 15, n. 2. APSA. 11 Originalmente desarrollada en los Estados Unidos de América a partir de la corriente conocida como “movimiento conductista” d urante e l l apso que va de l os a ños veinte a l os a ños s esenta del s iglo pasado, y que se caracterizaba por su orientación hacia la investigación empírica, y al individualismo metodológico, colocar al positivismo como referencia, introducir técnicas cuantitativas en el estudio de la política, y tener como referencia un enfoque de investigación inspirada en la psicología social. 12 Almond, Gabriel (1999) “Mesas separadas: escuelas y corrientes en las ciencias políticas” en Una disciplina segmentada: escuelas y corrientes en las ciencias políticas. México: FCE-CNCPAP 13 Aunque a quí l a c ita obl igada e s a l as c ríticas de G iovanni Sartori de 2 004, e n realidad e s m ás revelador poner atención a l as acusaciones de “idealismo” que hace Mark Bevir (2010) en su análisis de la epistemología de la ciencia política en el Oxford Handbook of Political Methodology; al reproche que hace Errki Berndtson (2014) sobre el descuido de la disciplina respecto al problema del poder; o a las críticas sobre la ruta hacia el escolasticismo que según Lawrence Mead (2008) ha tomado la ciencia política. 12 De algunos años a l a fecha, en los medios de comunicación la ciencia política sobresale como especialidad, sus menciones aparecen cada vez de manera más clara, como una profesión más socialmente y legitimada. La gente reconoce que existe una disciplina q ue s e de dica a l e studio de l pode r político y d el gobi erno, y que es importante consultarles a ellos y no –sólo- a expertos de facto. Tras casi un siglo de historia académica -institucional- parece que ya puede ponerse a prueba la utilidad de la disciplina de la “ciencia política” por encima de su obvia importancia al participar en la creación de teoría normativa, por su contribución a la cultura política o incluso más al lá d e su s i mpactos i ndirectos, m ediante l a f ormación d e r ecursos h umanos (politólogos que pueden llegar a ser políticos o servidores públicos). En la actualidad puede hablarse de la utilidad de la disciplina entendida como el consejo experto que provee co n m iras a l a r esolución d e p roblemas, e i ncluso y a s e puede t ambién explorar l a utilidad que t iene c omo pr oveedora de c onocimientos pr ácticos pa ra la actividad política. En e se s entido hoy e n dí a un a pr egunta c omo: ¿ para qué s irve la c iencia política? no puede contestarse –seriamente- de manera sencilla. No es suficiente con apresurar respuestas –aparentemente- obvias como referirse a l os más de 2000 años de pensamiento político occidental, o hacer l argas l istas de los impactos de toda l a filosofía p olítica en l a co nstrucción d e l a ci vilización eu ropea y su s i nstituciones políticas. A demás d e l a d elimitación d el o bjeto d e investigación y d e l os sujetos centrales d e est udio se deben cl arificar l os referentes m etodológicos a plicables, la investigación so cial c ontemporánea ap licada d esde l a p ropia ci encia p olítica, replanteando l a p regunta d e la siguiente m anera: ¿ Cuál es el impacto q ue t iene l a disciplina de la ciencia política en el marco de una agenda de reforma institucional importante –sobre un t ema t radicionalmente c onsiderado propio de l a di sciplina- desahogado e n un d ebate qu e pue de s er e ntendido c omo un pr oceso de pol ítica pública? Con t odo y s u nue va v isibilidad no ha y de ntro de l a l iteratura de la ciencia política estadounidense/internacional, canadiense o mexicana investigaciones amplias que a p artir d e i nvestigaciones empíricas a porten r eferencias co nceptuales o propuestas de teorización sobre los roles, mecanismos y utilidad de la disciplina en la política p ráctica. La au sencia p or s upuesto n o es ab soluta, el m aterial ex istente e s suficiente para establecer el tema e incluso hay registros –breves- de algunos casos de participación p artidista, p or e jemplo e l ensayo a utobiográfico e n e l que R ein Taagepera14 narra su participación como contendiente por la presidencia de Estonia; o bien con un carácter más reflexivo encontramos un manuscrito de Alfred de Grazia en el que destaca la connotación política y la condición sui generis de la participación de los pol itólogos e n l a pol ítica15. E sta p recariedad en l a i nvestigación del asu nto contrasta co n el cr eciente n úmero de ac tores políticos i mportantes q ue l laman l a atención en México y a nivel internacional por ser t ambién –o haber s ido pr imero- 14 Taagepera, R ein ( 1993) “ Running for President of E stonia: A Political S cientist i n Politics” PS: Political Science and Politics, v. 26, n. 2. APSA. 15 de G razia, A lfred ( 1953) “ Political S cientists a nd P oliticians” M anuscrito i nédito. http://www.grazian-archive.com/archive/pdf/1953_00_00_political_scientists_and_politicians.pdf 13 destacados politólogos académicos q ue en su m omento r ealizaron i nvestigación formal16. Este t ipo d e t rabajos s irve como evidencia d e q ue l a i nteracción entre los politólogos y la p olítica e s re gular y c on c aracterísticas distintas e n e stos pr ocesos donde empiezan a cobrar relevancia los politólogos, como expertos. Espacios donde por cierto también suelen compartir las palestras con otros “expertos” y “politólogos” en r ealidad f ormados en o tras d isciplinas, p rincipalmente h istoria, e conomía y derecho pero que son convocados por tener experiencia previa en la materia, o bien por haber sido estudiosos del tema particular en cuestión17, por ejemplo de procesos electorales o de partidos políticos. Esta dinámica de participación no como políticos sino como “expertos” en debates de políticas nos remite varios campos de estudio, - especialmente la sociología- que han crecido hasta constituir corrientes importantes. Naturalmente tampoco allí se han investigado de manera específica a l os politólogos ni se h an l ogrado co nsensos p articulares respecto a l as est rategias d e i nvestigación empíricas orientadas a la construcción de teoría. Ante esa v entana d e oportunidad se ju stifica a bordar e l p roblema d e lo s determinantes d e la actuación d e l os pol itólogos y s us r esultados y a partir d e e llo proponer e xplicaciones sobre e l pa pel que é stos j uegan. Para e llo s e pa rte de la premisa de que la ciencia política cumple un papel importante en la sociedad y de su relación c on l a pol ítica pue de da rse de diferentes m aneras. E n es te sen tido l a investigación pr etende aportar un punto de vi sta po litológico a l estudio de de los determinantes de l a participación política de los científicos y de l as maneras en las que estos una vez inmersos en el proceso político buscan lograr sus objetivos. 16 Algunos politólogos –doctores en ciencia política- que recientemente han llamado la atención por su paso de la vida académica a la política son: en España Juan Carlos Monedero, y Pablo Iglesias, líderes del partido PODEMOS, en Canadá Stephane Dion –actual ministro de relaciones exteriores, Ian Brodie –ex jefe de staff del PM Stephen Harper- y más recientemente Matthew Mendelsohn, Mark Jarvis y Lori Turnbull –nombrados en cargos directivo dentro del staff del primer ministro Justin Trudeau. En México e n l os úl timos s exenios s e han l legado a p uestos p romienentes e n l os partidos y l a administración pú blica pol itólogos c on po stgrado y t rayectoria a cadémica c omo Alons o L ujambio, Juan Molinar, Alejandro Poire, y Agustín Basave además de varios académicos más que han llegado a cobrar ci erta p rominencia, al p articipar co mo as esores g ubernamentales co mo es e l caso d e M aria Amparo Casar, y como comentaristas o conductores en medios de comunicación como Dennis Dresser y Leo Zuckermann. Por lo que respecta a Estados Unidos contrario a lo que podría esperarse, aunque la participación como asesores, y como comentaristas en medios es muy intensa esto no es así por lo que respecta a políticos partidistas de alcance nacional destacados, aunque la disciplina ha registrado casos de un c reciente n umero de politólogos que pa rticipan e n política l ocal o que han l legado hasta l a cámara de representantes. 17 Parece que la delimitación de un ámbito exclusivo para la ciencia política es un asunto complicado que no parece t ener posibilidades de l ograrse pl enamente, s irva c omo e jemplo l os E stados Unidos donde a pe sar de l a s ólida i nstitucionalización de l a di sciplina, y e l a mplio r econocimiento de su ámbito de pertenencia temática, recientemente el debate sobre la llamada “Ley Patriota”, un tema de la mayor importancia, que según sus críticos podía tener fuertes implicaciones restringiendo las libertades civiles –incluso a lgunos señalaron que podía s ignificar una di sminución de democracia- fue llevado principalmente por abogados. Ver por ejemplo: Banks, Christopher (2004) “Protecting (or Destroying) Freedom through Law: The USA PATRIOT Act’s Constitutional Implications” en Cohen, David and JohnWells, (ed.) American National Security and Civil Liberties in an Age of Terrorism. New York: Palgrave Macmillan. 14 La p rofusa lit eratura –interna- sobre l a r elación en tre l a c iencia p olítica y l a política e sta c onformada por una a mplia va riedad de t emas y vi siones. I ncluye po r una p arte a q uienes consideran q ue l a d isciplina tiene u na c asi ab soluta desvinculación con l a r ealidad, y p or otra a l os que af irman y celebran l a gran importancia y utilidad que t iene la misma en vida social y política. Sin embargo un aspecto en común de ambas visiones es q ue se tratan de reflexiones personales o de investigaciones exploratorias, casi no hay en la literatura trabajos que conceptualicen o q ue p rocuren d esarrollos teóricos b asados en i nvestigaciones em píricas am plias. Las vetas más desarrolladas en términos teóricos son los trabajos sobre el papel de la ciencia e n l as pol íticas públicas y la pr opuesta de l m odelo de pa rticipación de l a disciplina en la política como “consultative commonwealths”18 elaborada por Heinz Eulau y r eforzada por P hillip G ianos, pi oneros –junto co n L asswell en l a investigación d esde l a ciencia p olítica d el es tudio d e l a ciencia y l a t ecnología. Ambos autores parten de la premisa de que la disciplina tiene una vocación política y de asesoramiento de origen, y relacionan esto con los procesos de políticas públicas. Sin e mbargo e n a mbos c asos e l problema de i nvestigación y los mencionados modelos p ropuestos f ueron en r ealidad escasamente r etomados en l a l iteratura subsiguiente. E n ese sentido se b usca retomar est os m odelos d esarrollados internamente e n la di sciplina y contrastarlos c on l a l iteratura pr oveniente de la sociología d e l a c iencia19, pa rticularmente e l m odelo ge neral sobre e l pa pel de l os expertos en políticas públicas. EL CASO DE ESTUDIO El est udio de l os sistemas el ectorales es u no d e l os t emas b ásicos de l a ci encia política. D e h echo, d esde A ristóteles p odemos v er u n an álisis comparado d e los procesos d e el ección d e l os g obernantes en diferentes c iudades h elénicas. L a disciplina moderna de la ciencia política –conductista- y la sociología electoral dieron el salto c ualitativo h acia l a investigación em pírica a g ran escal a a lrededor d e la segunda guerra mundial, enfocándose en dos grandes aspectos relacionados con los procesos el ectorales –pieza fundamental d e l as d emocracias l iberales contemporáneas-, por un lado el análisis de las dimensiones del proceso de decisión política d e l os el ectores, -conocimiento, v alores, d eterminante so ciales- organizacionales, et c.- y por e l ot ro, e l e studio de c ómo l os m arcos institucionales afectaban al p roceso d e d ecisión d e l os el ectores y los r esultados o outputs del 18 Eulau, Heinz (1972) “Skill Revolution and Consultative Commonwealth”. The American Political Science Review v. 67, n.1. APSA; Gianos, Phillipe (1974) “Scientists as Policy Advisers: The Context of Influence” The Western Political Quartely v. 27, n.3. University of Utah. 19 La sociología de la ciencia es un campo con muchos temas y enfoques particulares pero el enfoque que es retomado es la l lamada tradición mertoniana, y particularmente la l iteratura sobre “sociología política d e l a ci encia” d esarrollada s obre l a b ase del es tructural funcionalismo, y l a l iteratura contemporánea s obre ci encia y p olíticas p úblicas, v isión q ue es act ualmente d e car ácter interdisciplinario p ero m antiene i ntegridad t eórica d ebido a q ue b uena p arte d e l a misma es ta construida t ambién c on premisas e structural funcionalistas y t ener una am plia b ase d e es tudios empíricos. 15 proceso e lectoral, e sto u ltimo t anto en un s entido i nmediato c omo l a t raducción de votos en escaños o puestos de autoridad, como también en un sentido más amplio, es decir respecto al funcionamiento del l os sistemas de partidos o de l conjunto de los sistemas políticos, y de hecho desde ésta última óptica más amplia vemos como de nuevo el t ema se co necta co n l as grandes d iscusiones t eórico-empíricas y te órico- normativas respecto a las f ormas de gobi erno o c omo ha l lamado S artori20 la “ingeniería” de las instituciones políticas. Las d imensiones y l os al cances d el est udio d e l os p rocesos el ectorales so n amplios, por ello ha sido difícil seleccionar un caso concreto en el cual un proceso de reforma in stitucional c oncerniente a l s istema e lectoral s e ha ya c onvertido e n un debate de política pública susceptible de ser analizado como un proceso delimitado. Aunque los procesos de reforma electoral en los cuales se propone la introducción de sistemas representación proporcional, de acuerdo con Colomer se han dado desde las ciudades-estado g riegas, y t ambién se sab e d e debates interesantes q ue se d ieron durante l a f ormación est ados m odernos en E uropa esp ecialmente Francia21. La literatura reciente sobre si stemas electorales grosso modo puede clasificarse en t res perspectivas, de sde l a t eoría22, an álisis co mparados cu antitativos23, ha ciendo 20 Sartori, Giovanni (1989) Ingeniería constitucional comparada. México: FCE. 21 Colomer, J osep ( 2008) Cómo votamos. Los sistemas electorales del mundo: pasado, presente y futuro. Barcelona: GEDISA. p. 83-91 22 La discusión sobre el tema aunque relativamente reciente es extensa, y se mantiene actualizada, por una parte s igue ci tando a l os t rabajos s eminales co mo Duverger, M aurice ( 1950). L'influence des systemes electoraux sur la vie politique. P aris: A rmand Colin; Rae, Douglas ( 1969) The Political Consequences of Electoral Laws. New Haven: Yale University Press; Katz, Richard (1980) A Theory of Parties and Electoral Systems. B altimore: J ohns Hopkins U niversity P ress; B ogdanor, Vernon y David Bu tler ( ed) (1981) Democracy and Elections. Electoral Systems and their Political Consequences. Cambridge: Cambridge University P ress; L ijphart, Arendt y Be rnard G rofman ( ed.) (1984) Choosing an Electoral System: Issues and Alternatives. New York: P raeger; Lijphart, Arend (1985) “T he Field o f E lectoral S ystems R esearch: A Critical S urvey” Electoral Studies v. 4, n .1. Elsevier; Grofman, B ernard y A rend L ijphart (e d.) (1986) Electoral Laws & Their Political Consequences. N ew Y ork: Agathon Press; B lais, A ndré (1 988) “ The Classification o f E lectoral Systems” European Journal of Political Research v. 16 , n. 1. E CPR; T aagepera, R ein y Ma tthew Shugart (1989) Seats and Votes: The Effects and Determinants of Electoral Systems. New Haven CT.: Yale University Press; Lijphart, Arendt (1990) “The political consequences of electoral laws, 1945-85” American Political Science Review. v.84, n . 2 . APSA. También en es te momento empiezan a h aber lecturas críticas sobre la falta de atención de la literatura sobre las limitaciones que tiene la asignación de escaños respecto al sustantivo núcleo del problema de la vida política que es la representación, la integración de gobierno y la gestión de éste último, ver Munger, Michael (1990) “Review of ‘Seats and Votes The Effects and Determinants of Electoral System’”.American Political Science Review v. 84, n.2. APSA. Lijphart, A rend (1990) “T he P olitical C onsequences of E lectoral L aws” The American Political Science Review v. 84, n. 2. APSA; André Blais (1991) “The Debate over Electoral Systems” International Political Science Review v.12, n. 3. IPSA. [ Por s upuesto t ambién hay r evisiones más recientes s obre s obre l os s istemas el ectorales y s us ef ectos co mo N orris, P ippa ( 2004) Electoral Engineering: Voting Rules and Political Behavior. Cambridge U niversity Press; Be noit, K enneth (2006) “Duverger’s L aw and the S tudy o f E lectoral Systems” French Politics v. 4, n .1. S pringer; Benoit, K enneth ( 2007) “ Electoral L aws as P olitical C onsequences: “ Explaining t he O rigins a nd Change o f E lectoral I nstitutions” Annual Review of Political Science v.10. A nnual Re views; P ilon, Dennis ( 2013) Wrestling with Democracy: Voting Systems as Politics in the 20 th Century West. Toronto: University of Toronto Press]. 16 comparación cualitativa de estudios de caso 24, y revisiones conceptuales recientes25. Desde es ta última p erspectiva es q ue p uede h allarse i nformación más d etallada y lecturas cualitativas pertinentes en relación al presente estudio. Por otra parte, paralelamente a los estudios sobre las transiones a las democracias y sus experiencias de reforma electoral comienza a crecer el tema de las reformas electorales en el contexto de democracias consolidadas. En e se s entido e studiosos provenientes d e E uropa y particularmente de países que comparten l a tradición westminster l os q ue p rotagonizarán es ta r enovada v eta de i nvestigación, p or ejemplo: Bogdanor, V ernon ( 1984) What is Proportional Representation? A Guide to the Issues. Oxford: M artin Robertson; T aylor, P eter y Arend L ijphart ( 1985) “Proportional Tenure vs . Proportional Representation: Introducing a New D ebate” European Journal of Political Research v. 13, n. 4. E CPR; B lais, A ndre y Ke nneth C arty ( 1987) “ The I mpact of E lectoral F ormula on t he Creation of M ajority G overnments” Electoral Studies v. 6, n . 3 . E lsevier; B lais, A ndre y K enneth Carty (1990) “Does proportional Representation Foster Voter Turnout?” European Journal of Political Research v. 1 8, n . 2 . E CPR; Gallagher, Michael (1991) p roportionality Disproportionality and Electoral S ystems” Electoral Studies v. 1 0, n .1. E lsevier; Ga llagher, M ichael (1 992) “ Comparing Proportional Representation Electoral Systems: Quotas, Thresholds, Paradoxes and Majorities” British Journal of Political Science v. 22, n.4. Cambridge University Press; Norris, Pippa (1995) Introduction: “The Politics of Electoral Reform” International Political Science Review v. 16, n.1. IPSA; Dunleavy, Patrick y Hellen M argets (1995) “ Undestanding t he Dynamics o f E lectoral R eform” International Political Science Review v. 1 6, n. 1. IPSA; N orris, P ippa (1997) “ Choosing E lectoral S ystems: Proportional, Ma joritarian a nd Mixed Systems” International Political Science Review v. 18, n. 3. IPSA; Katz, Richard (2005) “Why There Are so Many (or so Few) Electoral Reforms?” en Gallagher, Michael y P aul M itchell ( ed) The Politics of Electoral Systems. O xford U niversity P ress; S cheiner, Ethan (2008) “Does Electoral Systema Reform Work? Lessons reforms of the 1990’s” Annual Review of Political Science v. 11. Annual Reviews; Renwick, Alan (2009) The Politics of Electoral Reform: Changing the Rules of Democracy. C ambridge U niversity P ress; R ahat, G ideon y R euven H azan (2011) “T he Barriers t o E lectoral S ystem R eform: A S yntesis o f A lternative Approaches” West European Politics v. 34, n.3. Tylor & Francis; Bowler, Shaun y Todd Donovan (2013) The Limits of Electoral Reform. Oxford University Press; Renwick, Alan (2014) “Is the Future of Electoral Reform Local?” The Political Quartely v. 85, n. 3. Wiley; y por supuesto los trabajos de tesis que ahora parten de u n c orpus t eórico c onsolidado pa ra p oner a pr ueba e xploraciones a dicionales de l os pr ocesos: Caruana, N icholas (2015) S hould V oters D ecide? Exploring Successes, F ailures a nd Effects o f Electoral Reform. Thesis de Doctorado en Ciencia Política. Universuty of Western Ontario. 23 (cuanti) M assicotte, L ouis y A ndré Bl ais ( 1999) “ Mixed E lectoral S ystems: a Co nceptual a nd Empirical Survey”. Electoral Studies v. 18, n. 3. Elsevier; Brockington, David (2004) “The Paradox of Proportional R epresentation: T he E ffect of P arty S ystems a nd Co alitions on Individuals E lectoral Participation” Political Studies v. 5 2, n . 3. Wiley; Ma renco, An dré ( 2006) “ Path d ependency, instituciones políticas y reformas electorales en perspective comparada” Revista de Ciencia Política v. 26, n . 2 . Chile: P ontificia U niversidad Ca tólica d e Ch ile; Bo wler, S haun y T odd D onovan ( 2007) “Reasoning About Institutional Change: Winners, Losers and Support for Electoral Reforms” British Journal o f Political Science v . 37, n. 3. Cambidge University Press; Karp Jeffrey y Susan Banducci (2008) “ Political E fficacy a nd Participation i n t wenty-Seven Democracies: H ow E lectoral S ystems Shape Political Behaviour”. British Journal of Political Science v.38, n.2. Cambridge University Press; Blais, André y Peter Loewelen (2007) “Electoral Systems and Evaluations of Democracy” en Cross, William (ed) Democratic Reform in New Brunswick. Toronto: Canadian Schoolars Press; Fiva, Jon y Olle F olke (2014) “M echanical an d P sicological E ffects o f E lectoral Reform” British Journal of Polotical Science v. 46, n1. Cambirdge University Press. 24Hacia f ines de l os n oventa e mpiezan a ap arecer t rabajos q ue v an a ex aminar d etalladamente y comparar varias experiencias de reforma electoral. Uno de las primeras compilaciones de este tipo es el n úmero es pecial d e l a I nternacional P olítical S cience R eview dedicado al t ema “T he p olitics o f electoral Reform”, el cual contiene estudios sobre procesos reforma electoral en Reino Unido, Nueva Zelanda, Italia, Japón e Israel. International Political Science Review v. 16, n.1. IPSA. Posteriormente 17 Sin e mbargo, a unque tras la s egunda gue rra mundial ha n ha bido m últiples introducciones d e si stemas d e r epresentación proporcional -especialmente si stemas mixtos- en c ontextos de mocráticos, en l os m anuales y est udios p anorámicos so bre sistemas electorales el principal interés está en la discusión sobre aspectos políticos de la reforma o sobre los potenciales efectos del cambio en el sistema electoral. Con pocas excepciones los estudios abundan en aspectos específicos de l as experiencias de reforma electoral que interesan a la presente investigación, como la dinámica de la participación de los politólogos académicos y e l impacto de l a c iencia política26, e l uso de conocimiento en el proceso de toma de decisiones de los actores políticos, o la pertinencia de asu mir q ue l a d inámica d e los p rocesos d e reforma el ectoral p uede entenderse como c ontienda de pol ítica púb lica27. R efiriéndome a l as excepciones pueden destacarse algunas lecturas que se han hecho sobre los temas interés de esta tesis en los estudios de casos recientes de reforma electoral. esta forma de análisis comparado estudiando casos en detalle se vuelve más frecuente, especialmente cobra i nterés el es tudio de p rocesos de r eforma e lectoral q ue b uscan i ntroducir f ormas d e representación proporcional creando s istemas mixtos. U no de los f ormatos más frecuentes es l a integración de e studios de caso e n l ibros c olectivos, por e jemplo Shugart, M atthew y M artin Wattenberg (ed) (2 003) Mixed-Member Electoral Systems: The Best of Both Worlds? Oxford University Press. 25 Rahat, Gideon (2004) “The Study of the Politics of Electoral Reform in the 1990’s: Theoretical and Methodological L essons” C omparative P olitics v. 36, n. 4. C ity U niversity of N ew York; R ahat, Gideon ( 2011) “ The B arriers t o E lectoral System Re form: A S yntesis o f Alternative A pproaches”. West European Politics v. 3 4, n. 3. R outledge; L eyenaar, M onique y R euven H azan ( 2011) “Reconceptualising Electoral Reform” West European Politics v.34, n. 3. Routledge; Kristof Jacobs y Monique L eyenaar ( 2011) “ A C onceptual F ramework for M ajor, M inor, a nd T echnical E lectoral Reform” West European Politics v.34, n. 3. Routledge; Jacobs, Kristof (2011) “Patterns of Electoral Reform: T he O nion M odel” P aper presented at t he 6th ECPR G eneral C onference. University of Iceland; Levick, Laura (2013) “Recasting Electora Reform: Identifying and Overcoming Problems of Selection Bias” Paper presented at the annual meeting of the Canadian Political Science Association, Victoria, B ritish Co lumbia. El ca mpo s e ha desarrollado a t al g rado q ue i ncluso ya e mpiezan a aparecer t rabajos meta-analíticos q ue van más a llá d e l a r evisión de l a l iteratura y t ocan l os determinantes de l a i nvestigación como t ema de i nterés por s i m ismo: L evick, Laura ( 2016) “ Are Majoritarian S ystems M ore L ikely t o I nvestigate E lectoral R eform?” Paper presentado e n l a conferencia anual de la American Political Science Association realizado en Philadelphia, EUA. 26 Un notable trabajo, pionero en el tema es: Htun, Mala y Bongham Powell (2013) “Between Science and Engineering: Political Science, Electoral Rules and Democratic Governance” en Political Science, Electoral Rules and Democratic Governance. American Political Science Association. También en ese libro: Carey, John et al. “Report From the Field: Two Surveys of Political Scientists”. 27 Existen muy pocos trabajos que han utilizado la visión de políticas públicas para el estudio de los procesos d e r eforma e lectoral: D oron, Gideon y M ichael H arris ( 2000) P ublic P olicy and E lectoral Reform. Lexington Books; Norris, Pippa (2011) “Cultural Explanations of Electoral Reform: A Policy Cycle Model” West European Politics v. 34, n. 3. Routledge; Norris, Pippa (2012) “Why malpractices generate p ressures for el ectoral r eform: A n ag enda-setting m odel” P aper p resentado en el co ngreso anual d e la A merican Political Science A ssociation, N ueva O rleáns. M encionando l a posibilidad: Benoit, Kenneth (2004) “Models of Electoral System Change” Electoral Studies v. 23, n. 3. Elsevier; y aunque n o e xlicitamente t ambién a sumen u na pe rspectiva c ompatible l os t rabajos: B edock, C amilla (2014) “Explainig the determinants and processes of institucional change” French Politics v. 12, n.4. Palgrave-Macmillan; Bedock, Camilla (2015) “Short-term matters: the determinants of reforms of the core democratic rules” European Political Science Review v.8, n.1. ECPR; 18 Considerando l os asp ectos q ue s e h an d estacado co mo cr iterios para l a selección d el caso -la c ondición de de mocracia c onsolidada28, e l ni vel nacional o federal d e l a i niciativa, l a p resencia d e l a ci encia p olítica, y el q ue h ayan h abido importantes debates tanto públicos como al interior del ámbito académico29 sobre la iniciativa; d estacan t res caso s30 recientes d e i niciativas d e r eforma d el si stema electoral so bre l os q ue cab e co mentar algunas l ecturas q ue ap ortan al t ema d e l a participación de l os pol itólogos e n debates de políticas pú blicas y s obre e l us o d e conocimiento proveniente de la ciencia política en los mismos: Italia Reino Unido, y Nueva Zelanda31. En p rimer lu gar e l v olumen d e la lite ratura p arece c onfirmar la h ipótesis d e Levick32 en el sentido de que los procesos que efectivamente llevan a cabo reformas son los más estudiados, sesgando la agenda hacia las consecuencias, y no tanto hacia las causas de los procesos en sí mismos. En segundo lugar se co nfirma que como la literatura bi en ha pe rcibido de sde f echas t empranas, c omparativamente c on los debates nacionales centrales sobre política económica, de seguridad, etc., el tema de las r eformas e lectorales se en cuentra r elativamente menos p resente en el d ebate público, aún en los casos en los que se concretaron cambios y mucho menos cuando las agendas no se co ncretaron como es el caso de Reino Unido y Canadá. En tercer lugar los temas centrales de la tesis, la participación de los politólogos en los debates (políticos) de l as r eformas, y el u so de conocimiento ( académico p roveniente de la ciencia p olítica) en e l debate y toma d e d ecisiones, p rácticamente n o h an s ido abordados, por la literatura, ni siquiera en los estudios cualitativos de caso. 28 En e l c aso d e e xperiencias l atinoamericanas a unque ha ha bido va rios c asos de r ediseño de l os sistemas electorales, la mayoría o han sido en el marco de procesos de transición democrática; no son recientes; o bien no han tenido una participación relevante de politólogos académicos que haya s ido registrada. 29 Deben r eiterarse q ue c uando s e ha bla d e pol itólogos pa rticipando c omo e xpertos e n pol íticas públicas s e en tiende a d octores q ue v ienen d el medio acad émico y q ue h an r ealizado i nvestigación formal en el tema, ya que muchas veces existen políticos o legisladores que cuentan con un grado en ciencia política pero cuya practica profesional es la política partidista o el trabajo gubernamental, en tal caso dado, se considera que estos sujetos si bien cuentan con cualificaciones destacadas forman parte del equipo de un actor dentro del debate diferente al de los expertos. 30 Casos especiales son Japón, cuyo proceso de reforma no es en su mecánica muy diferente a los otros, pero se considera que tiene menor cercanía histórica, cultural y de sus instituciones políticas; Estados Unidos que ha t enido desde l os n oventa de bates i ntermitentes s obre l a ne cesidad de reformar s u sistema electoral, pero que se ha concretado en una agenda nacional ni es es citado en la literatura con la f recuencia de l os otros c asos; y Australia, q ue c omparativamente c uenta u n m enor n úmero de trabajos académicos sobre el caso, incluso menor que Nueva Zelanda. 31 En el primer cas o una ci encia p olítica co nsolidada ha podio p resenciar y an alizar el p roceso de reforma el ectoral; en el s egundo cas o a uque el p roceso de r eforma n o f ue ex itosos, y l a n oción d e ciencia p olítica es al go am bigua y l leva a r eferirse m ás b ien a un c ampo más a mplio de e studios políticos, l a fortaleza a cadémica d el p aís h ace i rrelevante l a d istinción, r egistrando u n i mportante debate académico paralelo al debate público; y respecto a Nueva Zelanda a pesar del tamaño del país el caso h a s ido ex aminado c on m ucho i nterés po r pol itólogos de países c on de bates o e xperiencias similares c omo C anadá y R eino Unido, por l o que e xiste l iteratura a bundante que permite ha cer algunas inferencias relevantes para la presente investigación. 32 op cit. 19 Sin e mbargo, l os c asos de I talia y R eino U nido da pi e a mencionar ciertas referencias que t ocan a l as p reocupaciones d e l a i nvestigación. S i tuviéramos q ue comparar las noticias que se tienen sobre la participación de los politólogos en ambos países, a partir de la escasa información que se tiene, una de las pocas conjeturas que podríamos hacer es q ue en I talia l a t radición de l a d isciplina y d e l a p resencia d e politólogos que son intelectuales públicos hace más presente la participación de los académicos. Pasquino señala que los profesores han empezado a figurar dentro de los gabinetes de gobi erno33, y ha e nfatizado que l os pol itólogos de berían incluir c omo parte de su perfil profesional el trabajo en política práctica34. Aunque los politólogos italianos n aturalmente so n y se p resentan co mo ex pertos sus su gerencias so n m ás categóricas, l lamados a u n cu rso de acci ón, u sando un est ilo que nos r ecuerda a la figura de los i ntelectuales públ icos, s in dud a e l e jemplo de B obbio, P asquino35 e incluso Sartori -que ha hecho una importante labor de divulgación sobre los sistemas electorales y el concepto de democracia- sientan escuela en su país. En Reino Unido, también se tiene registro de la participación de académicos directamente en política o expresando sus opiniones en medios de comunicación, -pero puede decirse que –por lo ge neral- mantienen u na d inámica d e p articipación m ás co mo acad émicos q ue incursionando como expertos en el debate público como intelectuales públicos36. Aunque esta actitud parece empezar a cambiar37esa es una característica ligada con el la vocación “cientificista de la disciplina38, similar en esencia a lo que sucedió con la disciplina en los Estados Unidos con la revolución conductista y e l posterior arribo de la escuela economicista. Esto se examinará adelante en los capítulos 1 y 2. El caso que se seleccionó en esta investigación: la iniciativa de reforma electoral en Canadá, se ubica en la literatura como una de las experiencias –a nivel nacional- que no c oncretaron la implementación de reforma electoral, y de hecho tampoco sus procesos provinciales tuvieron éxito. Sin embargo, al igual que en el caso del Reino Unido, e l d ebate s obre e l issue ha s ido un c omponente d e l a a genda pol ítica qu e nunca ha desaparecido de l t odo y que po r m omentos ha c obrado r elevancia importante. R especto a l de bate f ederal e sto oc urrió du rante e l gobi erno de P aul 33 Pasquino, Gi anfranco ( 1994) “ Italia: un sistema pol ítico q ue c ambia” Psicología Política n.8. Universiad de Valencia. 34 Gianfranco Pasquino. 2010. “Politologi” en Le parole della politica, Bologna, Il Mulino. pp. 132- 137 [ traducción de Fernando Barrientos de l Monte en: https://mpolitico.com/2016/02/16/que-es-que- hace-y-que-puede-hacer-un-politologo/ 35 http://link.springer.com/10.1057/eps.2210024 36 Anthony Guiddens, miembro de la casa de los lores en Reino Unido señala: “There are quite a few academics in the House of Lords actually but there is virtually no interchange” no direct interchange, between u niversities a nd t he H ouse o f Co mmons” ( 2007) A n I ntellectual i n P olitics: a T alk b y Professor Lord Anthony Guiddens. 21st Century Society v.2, n.2. Routledge. p. 124. 37 Llama la atención un interesante Blog auspiciado por la London School of Economics and POlitical Science dedicado a d iscuir el tema del impacto –social y político de las ciencias sociales, donde hay opiniones y pa rticipaciones im portantes de pol itólogos y s ociólogos s obre s us di sciplinas. http://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/ 38 Alen T oplišek ( 2015) “ Anti-politics i n Br itish political s cience” c onsultado e n: https://www.psa.ac.uk/psa-communities/specialist-groups/anti-politics-and-depoliticisation/blog/anti- politics-british-0 20 Martin e n 2005 c uando e l S CHPA l levó a c abo un e studio c on l a f inalidad d e proponer opciones para realizar un proceso de reforma electoral. Como l as r eformas n o se co ncretaron, el d ebate -público y de ntro de l ámbito académico- ha s ido mayormente e speculativo. E l úni co momento e n e l que a ctores políticos con capacidad de toma de decisiones debatieron la posibilidad de la reforma es precisamente la coyuntura crítica central de la investigación. El debate en general, formó tres p osiciones; l a i mpulsora que ar gumentaba la necesidad y beneficios esperados de la reforma, por otro lado el grupo de quienes consideran que ésta podía llegar a t ener consecuencias i ndeseables p revisibles e i mprevisibles, o si mplemente que no e ra pertinente e n e se m omento, y un t ercer g rupo –un t anto m arginado d el debate- formado por quiénes señalaban que era más u rgente realizar o tras r eformas institucionales e n e l f uncionamiento de l gobi erno, c omo e n e l pa rlamento, r egular adecuadamente las atribuciones del primer ministro, o reformar al senado. En el sistema electoral canadiense la fórmula de mayoría relativa que se utiliza para l a el ección p arlamentaria, a p esar d e su r igidez, h a s ido cap az d e d ar c auce durante más de un s iglo -prácticamente sin modificaciones- al complejo y cambiante proceso d e conformación de l a s ociedad y de l sistema pol ítico, en a quel pa ís qu e incluye tensiones entre las identidades anglófona y f rancófona, un acelerado proceso de urbanización, así como una serie cambios demográficos y en el peso económico de las pr ovincias; t odo e llo manteniendo de pa so un s istema bipartidista -hasta f echas recientes- a pesar de tener un electorado extremadamente volátil39. Pero aún en ese complejo contexto han sido escasas y solo iniciadas en fechas recientes las iniciativas de reforma electoral en el ámbito federal. Hacia fines del gobierno de Jean Chrétien, paralelamente a la reforma del sistema de financiamiento de los partidos realizada por el gobi erno, ot ros a ctores empiezan a impulsar la p ropuesta d e i ntroducir representación proporcional en e l parlamento. De 1999 a 2006, l a bancada del New Democratic Party (NDP) –con c ierto respaldo moral in termitente del recientemente formado Conservative Party (CP)- presentó reiteradas iniciativas de ley y mociones (iniciativas de acuerdo parlamentario) para que se convocara a un proceso de consulta institucional r elativo a un pr oceso de r eforma electoral40, t odas l as cu ales f ueron rechazadas por la bancada mayoritaria del Partido Liberal (LP). 39 Carty, K enneth ( 2000) “C anadá: u n el ectorado, u na p olítica e lectoral en ev olución” en D riscoll, Bárbara et al (coord.) Los procesos electorales en América del Norte en 1994. M éxico: U NAM- CISAN 40 En realidad como se verá más adelante el debate académico y público sobre la reforma electoral no fue t anto en t érminos t éoricos a bstractos s ino respecto a las implicaciones de l os difrentes s istemas para el contexto can adiense, y u na v ez es tablcidas l as p remisas básicas por l as coaliciones políticas contendientes, la confrontación de ideas se ha dado más bien defendiendo cada parte sus supuestos y no t anto a nalizando l as propuestas c ontrarias. E n ge neral l os p romotores de l a i nstroducción de u n sistema de representación proporcional (RP) hacían revisiones sobre las implicaciones para la mejor representación d emocrática de l as formulas el ectorales, de l os s istemas q ue i ncorporan formas d e representación p roporcional ya s ea p ura, por l ista de p artido abiertas o cerradas (PR), el s istema d e voto t ransferible ( STV) o s istemas mixtos, de ntro de l os c uales de staca e l mixto ( mixed member proportional) (MMP) –similar al mexicano- que combina la elección de representantes de un distrito por m ayoría r elativa, co mo l a el ección de representantes d e una circunscripción a signados p or representación p roporcional –ya s ea u sando l istas ab iertas o cer radas. ( ver 21 En 2001 l a Law Commission of Canadá (LCC), un ór gano descentralizado del Ministerio de J usticia e mprendió una s erie de e studios, c onsultas públ icas e invitaciones a esp ecialistas so bre el t ema d e l a r eforma el ectoral, a an alizar l a propuesta d e r eforma electoral. C omo r esultado de di cha l abor p resentó s us conclusiones e n 2004 e n un r eporte que recomienda l a i ntroducción del s istema de representación proporcional. Todas l as iniciativas fueron rechazadas por l a mayoría de los gobiernos l iberales. Eso cambió con la formación del 38º pa rlamento, creado bajo un pr oceso e lectoral e n e l que l os l iberales obt uvieron una a pretada m ayoría relativa y t uvieron que ha cer una c oalición c on e l N DP pa ra pode r f ormar una coalición. El gobierno del Primer Ministro Paul Martin que desde su ascenso al cargo en 2003 había creado un Ministerio de Reforma Democrática (en realidad no más que una cartera de responsabilidad asignada al coordinador de la bancada). En marzo de 2005 se ap ruebó una moción del NDP que asigna al SCHPC la tarea de realizar un estudio –amplio- sobre las opciones y procedimientos relativos a la realización de una reforma del sistema electoral. Esta decisión se d io habiéndo también el contexto de varias iniciativas provinciales de reforma electoral41, aunque la influencia de éstas fue relativamente indirecta. Finalmente tras una consulta que incluyó audiencias a activistas, a funcionarios a lideres políticos y a politólogos, el SCHPA elaboró un reporte en el que recomendó avanzar e n dirección a un pr oceso de r eforma e lectoral, a unque r ealizando más consultas y pr oyectando la pos ibilidad de realizar un r eferéndum en la materia. S in embargo u n p ar d e m eses d espués d e l a p resentación de l r eporte, s e r ompió l a coalición de l gobi erno por di ferencias e n t orno a l pr esupuesto de l ga sto s ocial. E l líder del NDP también mencionaría después que entre los compromisos incumplidos por parte del gobierno estaba también el avance real respecto a un proceso de reforma http://www.lop.parl.gc.ca/content/lop/researchpublications/bp334-e.pdf). Mientras que quienes se han opuestoa a la iniciativa de reforma abiertamente al igual que la postura gubernamental que tácitamente evitaba la entrada de la iniciativa siempre ha apelado a la tradición y a la lógica de representación local que supone el sistema de mayoría relativa (First Past the Post) (FPTP) 41 No fue una oleada generalizada, algunas solo realizaron reportes exploratorios y decidieron que no era necesario, de las 12 provincias y territorios Québec, New Brunswick, British Columbia y Ontario llevaron adelante procesos reales entre 2003 y 2007; Québec constituyo varios comité y comisiones, y realizó va rios e studios y c onsultas p úblicas, s in e mbargo, a l f inal a unque n unca de saparecio el ministerio provincial de reforma democrática, no se ha presentado ninguna iniciativa concreta. En New Brunswick, de spués d e un estudio e ncomendado a l politólogo Paul H owe, y s iguiendo s u recomendación i mpulso u na i niciativa d e ca mbio a u n s istema d e r epresentación p roporcional q ue debía s er a probado p or u n r eferéndum, és te s e l levo a ef ecto en 2 005 y f ue r echazado. B ritish Columbia r ealizó un o de los ejercicios más interesantes, pues ba jo la a sesoría de l pol itólogo Ke n Carty, or ganizó u na s erie de a mplias c onsultas y c onformo una As amblea c iudadana c on p oderes vinculantes sobre la materia. Después de capacitar y de un proceso de deliberación de la asamblea ésta decidio p roponer una reforma el ectoral q ue cam biara al s istema S TV. E l g obierno provincial había puesto como parte de los requisitos del proceso e l candado de que la decisión debia someterse a un referéndum, y no solo eso, en tal referéndum debían obtenerse super mayorías del 60% en el si en el 60% de los distritos provinciales. Aunque el en referéndum de 2005 se obtuvo una mayoría simple a favor del si, no se cumplío el requisito y por lo tanto no entro en efecto la reforma. En 2007 se aprobó realizar un segundo referéndum, pero se tuvieron iguales resultados. Ontario siguió el ejemplo de BC y realizó un p roceso de deliberación a t ravés d e as ambleas ci udadanas, realizando un referéndum en 2005 donde no se aprobó la reforma propuesta 22 electoral. T ras l as elecciones de 200 6 e l gobi erno de l c onservador S tephen H arper declaró su intención de avanzar en reformas democráticas y le da mayor presencia al ministro de la reforma democrática. Sin embargo su agenda fue otra, la reforma de la conformación geográfica de los distritos electorales y la reforma al senado. El NDP trató d e llamar al d ebate so bre la r epresentación p roporcional y p resenta v arias mociones al r especto p ero si n o btener n ada; d e h echo d espués d e l as p rimeras d os periodos de s esiones d el 39º pa rlamento de jan de pr oponer mociones a l r especto. (Incluso, aparentemente dentro de la agenda del NDP había temas que más urgentes ante los cuales oponerse al gobierno conservador, sobre todo en materia de impuestos y recortes a programas sociales) Si b ien el t ema d e la r eforma el ectoral para introducir representación proporcional alrededor del gobierno de Paul Martin parecía en el marco de la agenda pública g lobal d e eso s añ os u na p olítica r elativamente menor, especialmente considerando su fracaso, y ya hemos mencionado los asuntos que aparecen a la vista como d eterminantes d el d estino de l a p olítica; v arias car acterísticas l o h acen interesante p ara u n ex amen más d etallado en t érminos d e l os si guientes p remisas observacionales: I. El caso se puede entender como un proceso de política pública. I.1 Porque hay un proceso de agenda-setting: se observa un proceso de cambio institucional, a d iferencia d e l os an teriores p rocesos d e r eforma i nstitucional42 que habían s ido cer rados a hora en u n tema r elativamente secu ndario; se d espierta u na importante m ovilización de l a s ociedad c ivil ante l a cual e l gobi erno r esponde, retomando el asu nto e n el d iscurso e i ntenta can alizarlo h acia o tras r eformas institucionales q ue se e staban llevando a c abo e n e se m omento. L a movilización ciudadana h ace q ue l a política p ase d e ser u n asu nto r elativamente i nterno, d e l os partidos y el gobierno a un debate más amplio de política publica que después llegara a cobrar una presencia relevante en la agenda nacional. I.2 P orque una ve z qu e s e da l a apertura i nstitucional h ay una c onsulta m ás amplia q ue l as an teriores: las au diencias al r especto so n mucho más am plias e incluyentes que en el caso d e p rocesos d e r eforma i nstitucional an teriores, i ncluso también en materia e lectoral. P articularmente, parece q ue por p rimera v ez cobran notoriedad públ ica l os pol itólogos a cadémcos c omo i nterlocutores más a lla de l consejo e xperto, m ás a lla de l pa pel de t écnico que da i nformación c on m uy poc o espacio para defender sus recomendaciones. Esto es visible sobre todo si se compara el trabajo de la Lortie Commission de 1989 o al proceso de reforma de las finanzas de los p artidos l levado a cab o en l a l egislatura an terior d onde l as au diencias parlamentarias fueron solo de actores políticos y f uncionarios de gobierno, habiendo solo la participación de una politóloga. 42 Como s eñala R odolfo C anto a unque l a noción de políticas públ icas t radicionalmente ha sido relacionada con el ámbito de la resolución de problemas de gestión pública, es decir decisiones para “salir d el paso”, el an álisis t ambién d ebe entenderse para procesos que incluyen reformas de mayor calado, sobre las instituciones políticas o sobre reformas de carácter redistributivo, y en ese sentido la corriente ha dejado i mportantes l agunas. Canto, R odolfo (2000) “ Políticas p úblicas. M ás al lá del pluralismo y la participación ciudadana” Gestión y Política Pública v.9, n. 2. México: CIDE 23 II. S e muestra43 relevante est udiar la d inámica d el i nvolucramiento d e l os politólogos con el proceso político debido a que: II.1 Por pr imera vez cobran relevancia en e l debate públ ico los pol itólogos: a ) Hay una pr esencia públ ica m uy i mportante; b) S e r econoce l a l egitimidad y l a expertise a éstos y no a expertos en general; c) Los debates públicos retoman insumos de conocimiento proporcionados por los politólogos. II.2 Hay una articulación sin precedentes entre la academia, la política del debate público y los espacios institucionales de toma de decisiones: a) El tema de la reforma electoral es un asunto que pertenece al núcleo de temas centrales de la disciplina por ello el corpus de referencia de la discusión se encuentra ya codificado y consensuado, lo c ual pe rmite di stinguir c laramente c uando los pol itólogos t oman una pos ición o señalan r ecomendaciones ad juntas a su s t rabajos acad émicos; b ) S e v e su t oma de posición en sus publ icaciones e jecutivas que junto con sus participación en debates públicos y c omentarios en medios de comunicación buscaron l legar a públicos más amplios; c) Existe también la interacción directa con la arena política ya sea desde el activismo de causa, o bien aprovechando los espacios de interacción con la autoridad que proveyeron el parlamento y especialmente la LCC. II.3 Desde entonces y a pesar del carácter más cerrado del gobierno conservador los pol itólogos ha n mantenido y aumentado su pr esencia públ ica, en t orno d e procesos d e r eformas i nstitucionales, esp ecialmente el ectorales: n o existen aú n trabajos q ue r ecopilen e videncia en el sen tido de q ue el cambio d e act itud es u n impacto d irecto d e l os p rocesos de r eforma el ectoral f ederal y pr ovinciales de principios de siglo, pero puede afirmarse que hay aprendizaje por parte de los actores, y que e l c aso por l o menos c oincide c on un m omento de c ambio i nstitucional y cultural en la ciencia política canadiense respecto a su papel en los debates públicos, lo cual sugiere e l desarrollo una comunidad epistémica. Asimismo s i particmos del hecho de q ue e sta experiencia s e entiende c omo un pr oceso de pol ítica púb lica44, entonces r esulta co nveniente u sar co mo r eferencia an alítica l a literatura sobre procesos de formación y procesamiento de agendas de políticas, particularmente del modelo Advocacy Coalition Framework (ACF)45. Por ot ra pa rte e nfocarse e n l a e xperiencia de s ujetos pr ovenientes de l m undo académico es importante, no sólo para delimitar los sujetos de estudio sino también es clave para entender la importancia de la disciplina, ya que para fines analíticos éstos académicos ha n adoptado un tipo de discurso semejante a l que us an l os e studiosos provenientes de las ciencias naturales cuando interactúan con la política; es decir hay ciertas co incidencias e n su p apel d e expertos científicos que v an a p ermitir a l a investigación en lazarse y ap oyarse también en referentes teóricos p rovenientes d el 43 Estas afirmaciones serán examinadas a detalle más adelante. 44 Cuyo análisis abarcan desde la definición de un problema público y su posterior introducción en la agenda pública, hasta la respuesta por parte de las instituciones del estado, todo ello acompañado de un amplio d ebate público y con la p articipación de una pluralidad de actores sociales interesados en el tema c omo int electuales, organizaciones c iviles y por s upuesto expertos acad émicos t ambién involucrándose en el debate público y en foros de discusión con legisladores y otros actores políticos relevantes. 45 Ver infra, p. 247 24 campo d e l a so ciología d e l a ci encia. P ara b ien o p ara m al act ualmente l a c iencia política c ontemporánea e n muchos pa íses, i ncluyendo C anadá -o Méx ico- ya ha n asimilado46 mucho d e la im pronta cientificista47 que di stingue a l a t radición de l a ciencia política estadounidense –hoy en día referente principal de la disciplina tanto en el co ntexto can adiense co mo m exicano- de o tras ciencias so ciales. E sta característica su mada a l a co ndición d e acad émicos d e l os p olitólogos, p ermite distinguir l a materia d e esta i nvestigación d el a mplio y v ariado cam po d e est udios sobre “intelectuales” que ha sido utilizado para examinar casos que van desde al arte hasta la sociología, pasando por personalidades provenientes de las ciencias naturales que se convierten con el t iempo en f iguras públ icas con relevancia pol ítica o s ocial notoria. A diferencia del consejo experto que suelen d ar l os ci entíficos d e l as ci encias naturales, l a pa rticipación de l os pol itólogos a cadémicos e n l as pol íticas públ icas supone u n f enómeno co n car acterísticas esp eciales48 que l os di ferencian de ot ros personajes a los que comúnmente se l es l lama l lanamente “politólogos”. De entrada han tomado el largo camino que lleva al doctorado y a la inserción como académicos universitarios, por l o tanto c omparten un pr oceso de una e lección pr evia e ntre la academia y la pol ítica ( aunque menos f recuente t ambién pue de da rse a lgún t ipo de practica privada). También han labrado con mucho esfuerzo y e inversión de tiempo ciertos temas d e investigación, co mo l a d emocracia en sus p aíses, las reformas políticas y/o las reformas electorales. Siempre hay una ocupación principal. Con base en las características de la profesión académica, siempre se puede hacer distinción -en el m arco d e momentos esp ecíficos- entre a quellos que s on bá sicamente pol íticos aunque t ambién de sarrollen ci ertas act ividades acad émicas, y aq uellos q ue so n básicamente acad émicos, au nque se sep a q ue también r ealizan a lgunas act ividades políticas49. En ese sen tido e l esc enario q ue se b usca ex aminar en l a i nvestigación corresponde al mundo de los politólogos que son principalmente académicos, cuando se dan coyunturas en las que éstos no quedan totalmente satisfecho con su labor de investigador ni c on l a difusión de s us t rabajo, s ino que deciden i nvolucrarse de manera más directa en los procesos políticos donde se están debatiendo los problemas que han sido su objeto de estudio. Seguramente muchas veces este involucramiento ha l levado a al gunos a cambiar t oda su car rera, i ncluso d ejando l a a cadémica p ara convertirse en políticos, pero este no es e l caso que buscará analizar aquí, sino más 46 Más adelante se explicará con mayor detalle la adopción por parte de la ciencia política canadiense y mexicana de visiones y características provenientes de la ciencia política estadounidense 47 Trabajos r ecientes que discuten es ta car acterística d e l a d isciplina s on S artori, G iovanni, ( 2004) “¿Hacia d ónde v a l a C iencia P olítica?” en Política y Gobierno, v . 11, n. 2 , M éxico: CIDE; M arsh, David y H eather Savigny (2004) 2Political S cience as a B road C hurch: T he Search f or a P luralist Discipline” Politics, v. 24, n. 3, Blackwell Publishing Ltd; Johnson, James (2006) “Consequences of Positivism: A Pragmatist Assessment” Comparative Political Studies v. 39, n. 2, SAGE Journals 48 Dejando de lado a aquellos que estudiaron una licenciatura en ciencia política y que después ejercen diversos oficios u ocupaciones –como la de político. 49 Más ad elante en el t rabajo s e ar gumentará co n m ayor d etalle es ta d istinción, valga ah ora s ólo proponerla 25 bien l a d inámica d e aq uellos a cadémicos q ue si n cam biar d e p rofesión t ratan d e influir en el proceso político incluso de actuar sobre los tomadores de decisiones. Además, el caso Canadiense se c onsidera co mo u n caso co n ci erto va lor representativo d e l as d isciplinas n acionales en o tras latitudes, tanto p ara p aíses industrializados como para o tros en v ías de desarrollo como es el caso de América Latina. E n pr imer l ugar de bido a que e n C anadá s e di o t ambién bá sicamente un proceso de importación de l a vi sión e stadounidense50, y e n s egundo l ugar por que Canadá t ambién t iene una t radición pol ítica e i nstituciones de gobierno c on diferencias i mportantes a l as est adounidenses p ero al m ismo t iempo co mparten l a condición democracias consolidadas. Por l o tanto s e ha pensado que la e xperiencia analizada tiene valor como referente para otras comparaciones. En Canadá –como se explicará m ás ad elante- además d e l os caso s p rominentes p uede r astrearse l a participación vi sible d e pol itólogos c omo l os e xpertos a c onsultar en e l de bate público más claramente desde 198951. Aunque el p roceso seleccionado se refiere a r eformas políticas que afectan l as reglas de o btención y di stribución de l pode r, a di ferencia de ot ros momentos históricos r ecientes d e ca mbio pr ofundo de l as i nstituciones pol íticas e n C anadá, como fue su p roceso d e “p atriación” co nstitucional, las r eformas el ectorales seleccionadas como unidades de observación se desahogaron como un asunto regular y con momentos de deliberación abiertos dentro del cauce de la agenda de políticas de países con democracias reales. Como ha señalado Louis Massicotte el proceso de reforma electoral canadiense reciente, a diferencia de momentos anteriores cuando el tema era visto como un a sunto que competía exclusivamente al proceso legislativo y sus actores, ha cobrado una dinámica diferente en al cual la agenda es impulsada no sólo por l os pa rtidos s ino por a cadémicos y or ganizaciones c iviles y mediante un amplio debate público52. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN El diseño de l a investigación como estudio teórico y de caso responde e l problema central de l t rabajo (la participación de los politólogos como expertos a l t iempo que también hacen activismo político dentro de un proceso de política pública) no cuenta con antecedentes de estudios similares ni tampoco el caso seleccionado tiene fuentes primarias sistematizadas. Por ello, necesariamente se r equiere de un trabajo carácter exploratorio que analice la conexión del proceso con referentes teóricos indirectos y que en cierta medida los contraste con la evidencia accesible. Se busca aprovechar las 50 La ex pansión d el co nductismo co mo i nicio d e l a i nternacionalización de l a ci encia p olítica estadounidense e s un f enómeno que oc urrio t ambién a los e uropeos, e i ncluso a l os p aíses d e l a commonwealth. Bouncourt, T hibaud ( 2015) “ The t ransnational c irculation of s cientific i deas: Importing B ehavioralism i n E uropean Political S cience ( 1950-1970)” Journal of the History of Behavioral Sciences v. 51, n.2. Wiley. 51 Participando en la Royal Comisión on Electoral Reform & Party Finances (1989) 52 Massicotte, L ouis (2008) “ Electoral Re form i n Ca nada” e n Bl ais, A ndré ( 2008) To Keep or To Change First Past the Post. Oxford University Press. 26 ventajas que ofrece la investigación de estudios de caso53 pero se guardan diferencias con los modelos ideales propuestos por Gerring54, ya que aunque hay categorías de análisis concretas como el sistema político canadiense, la ciencia política en Canadá, los politólogos canadienses participantes, o el subsistema de la política; estas por las caracetristcas y fines de la tesis no pueden asimilarse como unidades de análisis, pues ello demandaría, emplear posibilidades de investigación diferentes, y atender teorías parciales que impedirían generar una imagen panorámica del proceso político. Por e jemplo l imitarse a la pa rticipación pol ítica de l os pol itólogos c omo e n e l estudio de B esley et al. so bre l os d eterminantes d e l a p articipación p olítica d e l os científicos55, o únicamente estudiar el subsistema conformado a partir del tema de la representación proporcional, -lo que dejaría poco espacio para el examen del papel de la ciencia política en los procesos de transmisión de conocimiento-; o bien someter a prueba extensiva la experiencia de los politólogos desde el concepto de comunidades epistémicas (CE), lo cual llevaría al trabajo a una visión centrada en el conocimiento que de scuida e l pr oceso de l a pol ítica públ ica y l a di námica de l a pa rticipación política de los politólogos. Por lo tanto el presente trabajo no se orienta por la puesta a prueba sincrónica de “la re lación e ntre x – y”, si no q ue se d efine el est udio a t ravés d e l a observación detallada de un pr oceso, de a llí que pese a los marcos teóricos conceptuales que se utilizarán el r igor ci entífico d escansa en el an álisis “p rocess t racing” o “p rotocolo narrativo-explicativo56 que a l m ismo t iempo c onstituye a l proceso pol ítico en s u conjunto. Lo que s e pr etende e s e xplorar un a e xperiencia de ut ilidad he urística a partir de un numero l imitado de fuentes57 identificando va riables importantes y sus relaciones durante el proceso mismo, todo ello con vistas reconstruir el fenómeno y así p oder p roponer al final d el t rabajo co njeturas su stentadas so bre el r ol d e l a disciplina y l os pol itólogos a cadémico. S e c onsidera qu e una i nvestigación s obre dicha d inámica pue de c ontribuir no s ólo a l aumentar e l c onocimiento s obre e l potencial de la d isciplina (más al lá de los objetivos de conocimiento de la empresa científica y su r elevancia social intrínseca) s ino t ambién en ayudar a identificar las principales debilidades y oportunidades que enfrentan los intentos de participación de los politólogos en procesos orientados a cam biar el estado de la realidad que se h an dedicado a estudiar. La ciencia política se ubica como objeto de estudio es al mismo tiempo mantenido como p rincipal h erramienta an alítica, est o p ermite a l t rabajo 53 Capacidad d e d esarrollar propuestas co nceptuales d e mayor v alidez, f acilitar el diseño d e n uevas hipótesis y tener acceso su examen preliminar más de cerca, y lidiar con los problemas de complejidad causal. George, A lexander y A ndrew B ennett ( 2005) Case Studies and Theory Development. M IT Press. p. 19 54 Gerring, J ohn ( 2007) Case Study Research: Principles and Practices. Ne w York: C ambridge University Press. 55 Besley, John et al. (2012) “Predicting Scientists Participation in Public Life” Public Understanding of Science v.22, n. 8. Sage 56 George, Alexander yAndrew Bennett op. cit., p. 205 57 A) Publicaciones acad émicas; B ) E l d iario d e debates del p arlamento; C ) M inutas d e t rabajo y documentos generados por las comisiones parlamentarias; D) Notas en medios de comunicación y; E) Entrevistas se mi-estructuradas a p olitólogos, e x m iembros de l os c omités pa rlamentarios y a otros actores involucrados. 27 situarse p or en cima d e la h istórica te nsión d isciplinar e n la c ual la c iencia p olítica tenga un pe rfil profesional principalmente orientado al trabajo académico que como una em presa d e v ocación p ráctica lo cu al h a l levado seg ún al gunos a r esultados mediocres en ambos frentes58. Como ya se dijo la literatura sobre la historia y situación actual de la disciplina a pesar d e s er i nusualmente ab undante só lo h a t ocado el tema d e l a r elación entre ciencia y política de maneras muy indirectas, lo cual establece la pertinencia de que parte de los obj etivos implícitos secundarios de l a i nvestigación s ea e xplorar l a tensión que se da entre el d iseño institucional de la d isciplina y la –aparentemente- obvia f ascinación que s uelen tener l os po litólogo por la pol ítica. Además de l o anterior s i bien como se d ijo la base teórica general es e l estructural funcionalismo compartido por l a s ociología, y l a c iencia pol ítica e stadounidense59 dada l a abundancia relativa d e fuentes p rimarias q ue p ermite a l t rabajo o frecer al gunas miradas d e car ácter explicativo60. E n ese sen tido el objetivo de l a i nvestigación e s analizar con base en el modelo Advocacy Coalition Framework (ACF)61; (junto con referentes teóricos p rovenientes d e l a so ciología d e l os movimientos so ciales; el modelo de co munidades epistémicas; l a so ciología d e l a ci encia; y l a literatura 58 Sartori, Giovanni (2004) op. cit. 59 Esto será ex plicado a m ayor detalle más ad elante. C abe ah ora t ambién s eñalar q ue pese a t ener extremos el es tructural f uncionalismo e n ciencia p olítica e n c onjunto i ntegra u na gran l ínea de construcción e pistemológica s obre l a ag regación d el l a r ealidad humana d esde l os p rocesos d e socialización r acionalidad y t oma d e d ecisiones, h asta l as i nteracciones, co nstrucción de r oles y subsecuente estructuración de la sociedad. Aquí el punto de inflexión está en la consolidación de los enfoques i ndividualistas, c uantitativos, e conomicistas y r ational c hoice q ue s e d io e n l a disciplina asociado con el cambio de la noción de política comparada del estilo cualitativo ejemplificado en la cultura cí vica de Almond y Verba, ( 1963) a l a a plicación del m odelo de “ política co mparada cu yo mejor e xponente metodológico e s C zudnowski, M oshe ( 1973) Comparing Polítical Behavior. S age Publications 60 El análisis s e c omplementará c on l a i nclusión de c onceptos p rovenientes de l a l iteratura s obre sistemas electorales y sobre otras experiencias de reforma electoral; del neoinstitucionalismo, -presente en m ucha d e l a l iteratura s obre act ores y p olíticas p úblicas- y; c on l a t eoría d el p roceso p olítico desarrollado por los estudiosos de los movimientos sociales, particularmente Charles Tilly y Douglas MacAdam. Éste último referente se ha considerado útil ya que por un lado entiende el proceso político de manera contenciosa, permitiendo con e llo converger e l e structural f uncionalismo y e l pluralismo con l as nociones de e structura de o portunidades y m ovilización de r ecursos para e l a nálisis de l as estrategias y actividades desarrolladas por actores que tratan de incidir en las decisiones de gobierno. Con la ventaja de que con base en Cobb y Baumgartner todo ese análisis interno del la dinámica de los actores en la contienda se hace coherente con, y se inserta como parte del proceso de políticas públicas. Si b ien e l estudio de l os movimientos s ociales e ventualmente ha pa sado de s us orígenes c omo especialidad dentro d e l a s ociología política y l a ci encia p olítica en l os s esentas y s etentas, recientemente a s er as ociado co n l as r elaciones i nternacionales c omo u n es tilo que a lgunos lla man “sociología histórica”, en realidad se trata de un enfoque de análisis en los hechos similar a la política comparada (cualitativa) en ciencia política, visión que por cierto recientemente ha cobrado auge como opción m etodológica e n l a di sciplina p ara l a r ealización d e e studios c ualitativos o de c aso b ajo l a etiqueta de “análisis histórico comparativo”, y ha avanzado en sistematizar sus métodos de análisis al concentrarse en el “process tracing” como parte central de la explicación 61 Sabatier, P aul ( 1991) “T oward B etter Theories of t he Policy P rocess”. PS: Political Science and Policy v. 24, n.2. APSA p. 151 28 tradicional sobre us o de c onocimiento y p articipación de e xpertos e n políticas62) e l papel jugado por la ciencia política y los politólogos académicos en la política pública que co nstituye el caso d e es tudio. E ste objetivo s e de sglosa e n l as s iguientes preguntas63: A. ¿Cuáles f ueron l os f actores d eterminantes d e su p articipación y d e l a transmisión del conocimiento? B. Cuáles fueron las estrategias y actividades que realizaron? C. ¿Cuál f ue su i mpacto en el d ebate d e la p olítica y en l a t ransmisión d e conocimiento especializado? Adicionalmente derivado de la información obtenida y de los resultados del análisis de la misma. Como lecturas generales, podrán explorarse algunas conjeturas sobre: a) el legado de l a e xperiencia p ara l a agenda, b ) la f unción s ocial y en e l de bate que cumplieron, y c ) lecciones que nos deja el proceso sobre el perfil p rofesional de la disciplina. Puede e ntonces de cirse que l a t esis a sume un e nfoque t eórico m etodológico mixto, pero mantiene coherencia por estar orientada no por las premisas teóricas de los r ecursos co nceptuales ap licados, si no p rincipalmente p or las preguntas d e investigación, y por las características particulares de la información disponible. ESTRUCTURA DEL TRABAJO La i nvestigación s e e structura e n siete capítulos. El primero hace una revisión d el debate interno que la ciencia política ha tenido respecto a su relación con la política. Se d estacan al gunos t emas cl ave d e l a d iscusión so bre l as al ternativas d el p erfil profesional de la disciplina, particularmente el asunto de su relación con las políticas públicas. En el segundo capítulo se examinan las premisas teóricas que se consideran básicas p ara el an álisis d e l a r elación en tre ci encia, p olítica y p olíticas p úblicas, destacando algunas problemáticas fundamentales como el dilema de la objetividad de las c iencias sociales v ersus su v ocación p ráctica, so bre la supuesta d iferencia en tre ciencias n aturales y so ciales; asi mismo se an alizan l os est udios so bre l as r elación entre la ciencia y las políticas públicas establecido a p artir de sus dos problemas de investigación centrales: el problema de la transmisión de consejo experto y el de la dinámica del involucramiento de los científicos en los debates de políticas públicas, por lo que se d estacan aquellos elementos pertinentes para el examen del caso de la ciencia política, y se a rgumenta la conveniencia de la adaptación de las dimensiones 62 Existe u na ab undante l iteratura que se r efiera a l a p articipación d e los científicos en las p olíticas públicas entre las cuales, si bien hay estupendos trabajos sobre científicos de las ciencias naturales y políticas p úblicas Weiss, (1978); J asanoff ( 1990); y H ilgartner (2000), a sí c omo de l us o del conocimiento que proveen las ciencias sociales también para las políticas públicas y las decisiones de gobierno (Peter Wagner, 1991). Esta perspectiva se centra en la transmisión de conocimiento, es decir se centra en el ya mencionado papel del conocimiento en las políticas, y no en la dinámica política del experto como actor político. 63 Preguntas que de hecho casualmente coinciden con l as consideradas por Gagnón como la agenda pendiente e n e l e studio d el i mpacto d e l os c ientíficos s ociales e n l as políticas p úblicas. Ver infra. p.110. 29 de análisis de la literatura general para el caso particular en el marco del modelo de comunidades epistémicas (CE). En el tercer capítulo, a partir de las premisas básicas del ciclo de las políticas, particularmente del modelo de coaliciones promotoras, se argumenta que los procesos de reforma institucional son dinámicas contenciosas, y por ello se complementaría su estudio integrando el enfoque de políticas públicas y la sociología de los movimientos sociales, dada la intersección que ambas tradiciones tienen en cuanto a su énfasis en las d inámicas de formación de la agenda y los determinantes de la participación de los actores no gubernamentales en el proceso de la política pública. El c uarto c apítulo presenta la est rategia m etodológica q ue se seguirá para el estudio de caso; se r etoman dimensiones de análisis guía del modelo ACF, y de l a literatura s obre m ovimientos s ociales, y s e pr opone s u a plicación a ra e studiar l a participación de los pol itólogos, a si mismo s e di scuten l os l ímites c ronológicos del estudio de c aso, y se j ustifica el e nfoque process tracing como método de c ontrol subyacente al análisis. El quinto capítulo identifica el contexto i nstitucional del caso. Se destacan l as características d e l a t radición p olítica e i nstituciones g ubernamentales can adienses que de terminan e l pr oceso de gobi erno e n a quel pa ís, pa rticularmente e n l o que s e refiere a la dinámica de los debates de políticas públicas y sus procesos de toma de decisiones. Asimismo s e el abora u n p erfil d e la ci encia a quel p aís e n el q ue s e destacan las características particulares de su proceso de institucionalización, lo que permite id entificar s us d iferencias y s imilitudes c on la d isciplina e n lo s E stados Unidos. Además se examinan brevemente a lgunos antecedentes de i nvolucramiento de pol itólogos a cadémicos e n pr ocesos de c onsulta gubernamentales y participando en la política partidista. En e l sexto capítulo se analiza la evolución de la agenda de reformas políticas recientes en Canadá desde el final del gobierno del primer ministro Jean Chrétien, - especialmente el p roceso d e su cesión d el l iderazgo d entro d el p artido l iberal- y el inicio d el g obierno d e Paul M artin, q ue s e e ntrelazaran p articularmente c on la s iniciativas de re forma a l s istema e lectoral que se impulsaron a n ivel p rovincial, la s cuales a s u v ez i nfluyeron en el d ebate a n ivel f ederal. L a cr ítica a l a representatividad de l os a lgunos resultados e lectorales pr ovinciales donde se formaron gobiernos que habían obtenido menos votación que su rival más cercano y el alarmante decaimiento de la participación electoral general reactivaron la atención sobre l a necesidad d e r eformas el ectorales64. Asimismo s e an aliza también el contexto d el de bate s obre l a introducción de r epresentación pr oporcional en e l parlamento federal, particularmente cómo e l gobierno de Paul Martin a l convertirse en gobierno minoritario tiene que negociar con los partidos de su coalición diversas iniciativas, dentro de las cuales se encuentra la propuesta de reforma electoral. De esa manera, dur ante e l 38 º pa rlamento a pesar d e l os d ebates, d e l a r ealización d e audiencias con e xpertos, de f oros d e c onsulta p ública y del tra bajo le gislativo, la iniciativa no se cristalizó en reformas legales, pero constituyo un pr oceso que como pocos sirvió de espacio para el involucramiento de los politólogos. 64 Massiccotte, Louis (2008) ibidem 30 Y e n el sé ptimo capítulo se ex amina co n m ayor d etalle e l proceso de involucramiento de l os pol itólogos a cadémicos e n e l pr oceso de l a a genda; e n e l debate público y en las labores de activismo a favor de la iniciativa y, su búsqueda general d e influencia e n el d ebate p arlamentario, co ncretamente p articipar co mo testigos expertos ante la SCHPA, que analizó el asunto. De la misma manera, se hace un a nálisis -exploratorio- de l a e videncia di sponible s obre l a utilización de conocimiento acad émico p roveniente d e l a ciencia p olítica, q ue (gracias a l a divulgación y di fusión d e co nocimiento acad émico) se v io r eflejada en l as argumentaciones d el d ebate g eneral y en e l p roceso d e d eliberación l egislativa registrado en el SCHPA. 31 CAPITULO 1. EL DEBATE SOBRE LA VOCACIÓN PRÁCTICA DE LA DISCIPLINA DE LA “CIENCIA POLÍTICA” El estudio de l a a ctividad y e l c onocimiento científico tradicionalmente s e ubi ca dentro del ámbito de la filosofía, y más recientemente dentro de la sociología de la ciencia. Sin embargo, diferentes tipos de auto-análisis son un ejercicio regular en las ciencias sociales. Particularmente una prolífica literatura sobre la definición historia situación y retos de la disciplina es una característica distintiva de la ciencia política estadounidense. Incluso el primer ar tículo académico sobre el estado y perspectivas de la disciplina es considerado simultáneamente uno de los artículos fundadores de la misma. C uando Mer riam l lamaba a q ue el est udio d e l a p olítica f uera más científicamente orientado y basado en la definición de variables conductuales junto al uso de herramientas matemáticas, el en realidad estaba fundando el cambio de rumbo, la “n ueva” etapa d el es tudio d e l a política en l os est ados unidos, d ejando at rás l a anterior tradición de ciencia política como estudios filosóficos e institucionales65. Sin embargo a pesar de a a bundante a utorreflexión e n l a di sciplina e l a sunto de s u relación con la política puede ser considerado una agenda de investigación –y acción- pendiente. En este capítulo se busca identificar algunas temáticas, momentos y casos de relación d irecta en tre l a ci encia política y l a política, a partir de una revisión de la literatura so bre l a h istoria y es tado d e l a ci encia p olítica est adounidense. D icha revisión se p resenta c omo u n b alance q ue p ermite en listar las f acetas q ue e sta interacción ha a doptado. S i bi en e l or den ge neral de exposición s erá cronológico destacando l a emergencia d e l as t emáticas o d inámicas r ecuperadas a l a p ar q ue l a historia general del desarrollo de la disciplina en los estados unidos, cabe resaltar que el objetivo no es la reconstrucción histórica de los debates en si mismos, sino asumir cada di mensión r ecuperada c omo un e jemplo de di námicas vi gentes ha sta la actualidad. 1.1 ASCENSO DEL CONDUCTISMO Y SU IMPACTO EN EL PERFIL DE LA DISCIPLINA La ciencia p olítica es p ues una d isciplina m uy pe culiar e n l o que s e r efiere a s u proceso de institucionalización y l egitimación, como empresa de sus cu ltivadores y como constructo social la moderna d isciplina contemporánea est á ca racterizada por tensiones p olíticas, en l o ex terior l a bús queda de reconocimiento s ocial y legitimación, y a l i nterior e n pr imer l ugar l a p ugna c on ot ras t radiciones de l as ciencias sociales con quien disputa el reconocimiento de especialidad en el estudio de la po lítica, y e n s egundo l ugar de manera a ún más í ntima est án l os d iferendos en cuanto a estrategias metodológicas y el ección de l as agendas de i nvestigación, esta última disputa que no sólo se remite al tema académico, sino también se traduce en recursos materiales y simbólicos. 65 Merriam, Charles (1921) “The Present State of the Study of Politics”. American Political Science Review v. 15, n. 2. APSA. 32 Es por las implicaciones de su objeto de estudio, y por el poder intrínseco que se construye en l a de finición que h ace de s u objeto m ismo, una oc upación, una disciplina, una profesión con muchas relaciones con el fenómeno del poder y c on el ámbito del estado y el gobierno. No obstante, el auto-análisis, la labor reflexiva es un hecho complicado, pues por un lado parece ser un camino fácil, una distracción en las agendas de investigación que se asumen como cen trales para la d isciplina, y por el otro p orque la a utocrítica y e l ideal d e o bjetividad p arecen ser aú n más d ifíciles cuando se trata de la propia labor. Los diccionarios de ciencia política que se suelen encontrar en las bibliotecas de las f acultades d e ci encias so ciales, co mo so n el d e B obbio, el I nternacional d e Ciencias S ociales, o el d e N ohlen co inciden en señ alar que l a ci encia p olítica entendida en su sentido más amplio es una tarea que se ha cultivada desde la época de la filosofía griega clásica. Particularmente se menciona a Aristóteles como pionero en el u so d e fuentes, d e ev idencia y d e l a co mparación p ara la i nvestigación so bre l a organización d e l as p olis g riegas. Desde ese p unto d e p artida se co nsidera q ue h a habido una línea de continuidad importante en occidente de pensamiento político que alcanza tras la ilustración un momento parte aguas con la visión de Maquiavelo quien propone un a vi sión realista, secular de l a p olítica c omo una a ctividad que a l estudiarse d ebe en tenderse sep arada d e l a m oral o d e los i deales teóricos. Más recientemente, en l a cú spide d e la m odernidad lib eral y ju sto a ntes d e la p rimera guerra mundial que la termina. Autores clave en la teoría social y en la investigación social e mpírica c omo M arx, C omté D urkheim, Pareto, M ichels y M osca, Weber, y Dewey serán seminales para el nuevo perfil desde un c ampo que de hecho era más bien interdisciplinario en t orno a lo que podr ía de nominarse ciencias pol íticas y sociales. E n I nglaterra la t radición de p ensamiento se m antuvo m ás cer cana a l a teoría, aunque influyó de manera decisiva George Catlin, en la formación incipiente de la disciplina en los estados unidos66. En est e ú ltimo p aís d e acu erdo co n l a l iteratura h acia f ines d el si glo XIX l os estudios d e ci encia p olítica p asan de ser r evisiones t eóricas a o cuparse d e t emas concretos c omo es el c aso de la a dministración pública c on Wodroow Wilson67, y Frank J . G oodnow68 que i nfluyen e n l a f ormación de l a di sciplina j unto c on l os mencionados pi oneros de l o que p odría llamarse s ociología e mpírica, y c on ot ras fuentes clave como la t radición de teoría política liberal -que suma al renacimiento escocés, a los g randes liberales f ranceses, y a l os p adres f undadores d e e stados unidos, sin olvidar que como telón de fondo se usaría al empirismo inglés-, heredero de t odo lo cual era el pensamiento p ragmático d e Jo hn De wey69, y e l realismo de George C atlin, asi mismo f ue cen tral l a v isión secu larista d e W eber q ue en ci erta 66 Lasswell, Harold (1951) op. cit. 67 Wilson, Wodroow (2002) [1885] El gobierno congresional. México: UNAM; (1887) “The study of administration” Political Science Quarterly v. 2, n. 2. The Academy of Political Science. 68 Frank J. Goodnow (1900) Politics and Aministration New York: The MacMillan Company 69 Farr, J ames (1999) “J ohn Dewey an d t he A merican P olitical S cience” American Journal of Political Science v. 43, n.2. APSA 33 forma sintetizaba dos siglos de filosofía alemana detrás de si70, así como la influencia de la visión del circulo de Viena, t raído a Estados Unidos por Paul Lazardsfeldt , y más t arde l a i nfluencia d e P iaget y F reud71, l a p rimera g eneración d e l a ci encia política c ombinaría la im pronta p ositivista y e mpirista c omo g uía, ju nto c on la metodología propia de la psicología, dando lugar al primer momento conductista de la disciplina. Los an tecedentes s eñalados so n r espaldados p or l a l iteratura so bre l as r aíces epistemológicas de la disciplina, que a lo largo del t iempo han apuntado una y ot ra vez la importancia tres referentes que imprimirán sus características a la disciplina: la tradición l iberal y l a influencia de los padres fundadores en est ados unidos, que se unirán pa ra f ormar l a pr opuesta d el pl uralismo de mocrático. L a nue va di námica masiva d e l a p olítica, cu yas i mplicaciones t eóricas so n señ aladas por Dewey, Lippman, L asswell, y p osteriormente R iker, r especto al p apel d e l a s ocialización, propaganda y opinión pública, la influencia de la e scuela del c irculo de Viena y e l positivismo ci entífico que a p esar d e l as c ríticas a l f inal i mprimió su sel lo a la disciplina a l o l argo de l s iglo X X. E ntre s us e xponentes se e ncuentran e l pr opio merriam, pe ro t ambién e s c lara l a influencia de Weber y P areto d ifundido por l as traducciones de Parsons y otros, por un lado, y la enorme influencia de la filosofía de la ciencia desde los años 30, entre cuyos exponentes más influyentes están Russell, y Popper. Los múltiples textos sobre las diferentes escuelas de la disciplina en el fondo confirman estos p rogramas d e i nvestigación q ue se tradujeron en l as escuelas centrales, el psicologuismo-estructural funcionalismo comparado, la escuela racional choice de política comparada de variables, las políticas públicas, y después e l neo- institucionalismo sociológico, histórico y rational choice 72. Diversos momentos históricos sellan este proceso, la fundación de la American Political Science Association y s u r evista, s on una pl ataforma i nstitucional bá sica para l a d isciplina, y el f amoso l lamado d e M erriam en 1 924 en “T he p resent an d future in the study of politics” que va a ser escuchado por Lasswell, y después Easton, y Almond, quienes paralelamente a la sociología electoral desarrollada a partir de los trabajos pioneros de Lazardsfeld73 imprimirían un perfil particular “progresivo” a esta vieja y a hora nueva disciplina. La trayectoria que seguiría esta opción esta marcada por t res a spectos cen trales, l a b ase i nstitucional, el i mpulso r ecibido a t ravés d el gobierno y las f undaciones, l a s eparación de la a dministración públ ica, a la que a pesar de s u mayor madurez e ventualmente de a lguna forma a bsorbería, y l a conversión de e sta i nvestigación en l a c orriente dom inante a ni vel i nternacional cuando los trabajos de la historia y la sociología política italiana, francesa, inglesa y 70 Giddens, Anthony (1976) Política y Sociología en Max Weber. Madrid: Alianza Editorial; Serrano Gómez, Enrique (1994) Legitimación y racionalización. Weber y Habermas: la dimensión normativa de un orden secularizado. Barcelona: E ditorial Anthropos; T urner, Stephen y F actor, R egis ( 1994) Max Weber: The lawyer as social thinker. London: Routledge. 71 Esto t ambién i nfluyó a l a s ociología, p articularmente a l a c orriente del i nteraccionismo y e n l a formación del enfoque estructural funcionalista 72 Peters, Guy (1999) El nuevo institucionalismo. Barceona: GEDISA 73 Lazarsfeld, P aul, et al . ( 1944) The people's choice: how the voter makes up his mind in a presidential campaign, New York: Columbia University Press 34 latinoamericana serían primero debilitados ante la influencia de la tradición marxista, y posteriormente a la caída de la misma como alternativa en la investigación social, al igual que en la política económica, se plegarían hacia la disciplina mainstream de tal manera que esta se convirtió eventualmente -a pesar de que aún existen t radiciones locales y opciones nominales- en el paradigma dominante en el estudio de la política. A p esar d e todas l as i nnovaciones y cam bios d e en foque q ue l a d isciplina h a tenido a lo largo del siglo XX, una serie de fundamentos filosóficos tanto de carácter epistemológico como normativos han permitido que la disciplina haya sido capaz de mantener su identidad, una tradición tensión entre su naturaleza política y su vocación científica, a sí como l a posibilidad de est ablecer co rrientes centrales al rededor de l a cual ya sea como complemento o crítica se ha consolidado una ciencia política ahora de alcance internacional. Este proceso de consolidación disciplinar es por supuesto un asunto dond e ha y una i ntensa d inámica pol ítica de por m edio, m isma que pue de rastrearse en diferentes aspectos que van de la explicita relación con el estado a temas más sutiles como las disputas metodológicas y de agendas de investigación internas. 1.2 POLÍTICA DE LA DICOTOMÍA ENTRE CIENCIA POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA El pr imer momento e n e l que s e pue de e ncontrar un p roceso –y d ebate sobre el mismo- donde c obra im portancia la re lación e ntre la d isciplina y l a p olítica e s la formación de l a m isma c omo pr ograma a cadémico. E n a quel m omento hubo una interesante t ensión en tre el ascenso de un p royecto académico car acterizado por su compromiso con la ciencia y mientras que el contexto del mismo era de una intensa politización de los debates sobre la definición de la disciplina como por el entorno de la primera guerra mundial. En aquel momento parecía necesario contrastar los nuevos enfoques pr opuestos c on l a –ahora l lamada- tradición in stitucionalista y c on la s diferentes t radiciones académicas aso ciadas con l a f ormación d e estadistas. E l derecho, la filosofía política y la historia habían sido el centro de gravedad del estudio de l os asu ntos d e est ado, au nque t ambién se v eían t raslapes co n el ascenso d e l as modernas disciplinas de la economía, la antropología y la sociología. y por lo tanto la gestación d e l a “nueva” ci encia política implicaba el deslinde d e l os en foques anteriores y proponer nuevas ideas basadas en la psicología, en la firme idea de que la operacionalización matemática era necesaria para la cientificación, y en la influencia del positivismo. Sin embargo antes que emergiera esta nueva visión de la disciplina, décadas antes que Merriam, ya se v enía desarrollando un primer proceso de cambio en l a v isión de cómo debía estudiarse académicamente a l a política. Lentamente se había e stado de sarrollando una partición en e l obj eto de estudio, e l ámbito de l a política como lo estatal-gubernamental-legal estaba por llegar a su fin. El primer referente a esta dicotomía paralela a los orígenes de la ciencia política estadounidense l o e ncontramos e n e l l ibro “ La p olítica” d e B luntschi, uno de l os primeros l ibros modernos con ese nombre, publ icado originalmente en a lemán pero más bi en di fundido a t ravés de s u edición en f rancés d e 1 879. E sta o bra a unque sencilla, es decir de lenguaje claro, es bastante contundente en sus razonamientos y serio en el examen de los autores clásicos que usa como insumos teóricos. Entiende a 35 la política como “la parte consciente del estado”, una actividad interesada en el “arte práctico” d el gobi erno de l os estados74. N o obs tante, a l p rofundizar en cuentra u n contraste entre la “p olítica teórica” y l a “p olítica p ractica”, d estacando co mo diferencia l a condición de l ucha de la p olítica p ractica y el car ácter en érgico d el político, frente a la labor de contemplación y a lejamiento del la política teórica que dicta “conclusiones imparciales”75. Casi diez años después el famoso ensayo de Wodroow Wilson76 coincide con esta v isión77, au nque ap arece m otivado p or r azones m ás p rácticas, av anzar en el movimiento de “reforma del servicio civil”, en ese sentido, su ensayo busca descubrir “primero, l o que e l gobi erno pue de pr opiamente y e xitosamente ha cer”, y s egundo “como puede hacer esas cosas propias la mayor ef iciencia posible y el menor costo posible e n di nero y e nergía”78 bajo esas p remisas af irma q ue l a ciencia de l a administración es producto de la ciencia de la política que se ha venido desarrollando desde hace mas de veinte s iglos, misma que ahora f inalmente a tiende el asunto del “gobierno e n acci ón”, según Wilson a p esar d e l a i mportancia d e l a acci ón de gobierno, n adie a ntes l a ha bía e studiado s istemáticamente. P ero no se t rata de u n juicio al aire, sabe bien que el estudio de las formas de gobierno ha sido parte central de esos dos mil años de teoría política que reconoce, lo que Wilson argumenta más bien es que finalmente hay distinción entre objetos específicos de conocimiento, por una pa rte d e l os a bogados y t eóricos de l a do ctrina c onstitucional, po r ot ra d e l os filósofos y t eóricos de la mejor forma de gobierno, y en e se sentido que reclama un espacio propio para el estudio de la acción y de las funciones –reales- del gobierno. “El campo de la administración es el campo de la gestión activa [business], esto es separado d e l a p risa y d e l as p olémicas d e l a p olítica… L os p roblemas administrativos no son problemas políticos79”. El texto básicamente es un argumento a favor de la propuesta de del servicio civil de carrera en vista al creciente tamaño del gobierno estadounidense, y a su proceso de centralización, y por ello está de acuerdo en q ue ést e s ervicio c ivil de bería ser pe rmanente y s eparado de l as c ontiendas partidistas y los cambios de gobierno. Paradójicamente aunque el artículo de Wilson respondió en gran medida a su coyuntura, y e l tono del mismo no e s tan formalista como el de un t ratado teórico, -como era natural en las revistas “académicas” hasta los años treinta-, dado que la creación servicio civil en los estados unidos era de todas formas u n p roceso en marcha l a mayor t rascendencia d el a rtículo p arecen h aberse dado en el campo académico como in iciador de la d icotomía entre c iencia política- administración p ública. L a sep aración aú n t iene importantes i mplicaciones epistemológicas para la investigación, para la práctica académica y para la política y el gobierno. 74 Bluntschli, M. (1876) La politique. Paris: Librairie Guillaumin. p. 1 75 Ibid., p. 3 76 Wilson, Wodroow (1887) “The Study of Administration”. Political Science Quartely, v. 2, n. 2. The Academy of Political Science. 77 Wilson conocia a Bluntschli, pues lo cita. Wilson, op. cit., p. 210 78 Ibid., p. 197 79 Ibid., p. 209 36 Obviamente otros autores posteriores, -particularmente Lasswell, con su noción de política como el estudio de “quién obtiene qué y c ómo” y posteriormente con su propuesta de estudio de las políticas públicas- llamaran la atención sobre el cómo el ejercicio de gobierno se extiende de manera constante tanto en las disputas partidarias y p arlamentarias co mo a l o largo d e las –muy va riadas- organizaciones gubernamentales, de he cho l a pr opia i nvestigación de W ilson a ños de puse pa rece entender la función de gobierno como una labor integral80. Sin embargo, el prestigio del a utor -primer y úni co pr esidente e stadounidense c on un doc torado e n c iencia política- y su p ublicación en u na de l as p rimeras revistas esp ecializadas d e l a disciplina p rovocaron q ue l a i dea de l a d icotomía se co nsolidara. Años de spués autores pr estigiados c omo G oodnow81, W illoughby82, M oreland83, W hite84 -no s in esbozar algunas críticas-, Gulick85, y W aldo86 básicamente aceptaron y ampliaron la noción de l a di cotomía. P articularmente se considera que e l c itado l ibro de W hite representa el momento de ascenso de la administración pública como una ciencia –y disciplina- por derecho propio87. Public administration’s were in high demand during the 1930s and early 1940s f or their m anagerial kno wledge, c ourted by i ndustry and government alike […] because public administrations had contributed as much if n ot more to th e f ormulation o f "a dministrative p rinciples" a s had researchers in any other field in inquiry, it also followed that public administrations should lead the academic pack in applying them to "real world" organizations, public or otherwise88 En 1 939, en u na sesi ón d e l a A sociación A mericana d e C iencia P olítica se cr eo l a Sociedad A mericana de A dministración P ública, da ndo c on e llo s tatus of icial a l a disciplina y s irviendo d e re ferente para e l pr oceso de e xpansión de l os pr ogramas académicos89. No obstante, pronto los propios estudiosos de la administración pública e i nteresados d e o tras áreas h acia l os añ os c incuenta co menzaron a señ alar l as debilidades de la noción de administración pública, por una parte autores como Dahl, y Simon retaron la existencia y validez de “principios” propios de la administración 80 Wilson, Wodroow, (1898) History and Practical Politics. Boston: Heat & Co. p. 618. 81 Goodnow, Frank (1900) Politics and Administration. New York: The Macmillan Company 82 Willoughby, William (1919) An Introduction to the Study of the Government of the Modern States. New York: Century Co. 83 Moreland, W. H. (1921) “The Science of Public Administration”. Quartely Review n. 235. 84 White, Leonard (1926) Introduction to the Study of Public Adminstration. Chicago: Macmillan 85 Gulick, Luther ( 1933) “ Politics, A dministration a nd t he N ew Deal”. Annals of the American Academy of Political and Social Science, Vol. 169 86 Waldo, Dwight (1947) The Administrative State. The Ronald Press Company; y (1955) The Study of Public Administration. Doubleday and Company. 87 Henry, Nicholas (1975) “Paradigms of Public Administration”. Public Administration Review, v. 35, n. 4. ASPA. 88 Ibid., p. 380 89 Plant, Jeremy (2009) “Good Work, Honestly Done: ASPA at 70”. Public Administration Review, v. 69, n. 6. ASPA. 37 pública, y por otra, dentro de la propia disciplina era cada vez más clara la dificultad de concebir la separación entre política y administración en el ejercicio de gobierno – sobre todo si tomamos en cuenta el auge de las políticas públicas. Esas dos premisas eran fundamentales en la definición de la disciplina, por ello el cuestionadas llevo a la administración públ ica a ver en entredicho su definición misma90. S ituación que no obstante, p arece n o h aber r epercutido g randemente en la p revalencia d e p rogramas académicos en administración pública, mismos que continúan siendo importantes en el co ntexto est adounidense, y curiosamente prosiguen su e xpansión e n el á mbito internacional. In cluso l a tra dición b ritánica d el estudio d e gobierno, o riginalmente proveedora d e i deas, p aulatinamente p arece est ar c ediendo a l a i nfluencia estadounidense c reando pr ogramas no s ólo e n c iencia po lítica, s ino m ás recientemente t ambién en A dministración p ública91. C omo e scribiera B ourdieu, las disputas s obre ob jetos d e e studio p arecen s iempre tener de fondo l a l ucha por l os espacios y recursos académicos y burocráticos92 Pero más allá del análisis del papel de la dicotomía en la formación de la ciencia política y la administración pública, al examinar los factores que llevaron a co meter este –ahora p lenamente r econocido- fallido i ntento d e s eparar una ciencia de la administración públ ica independiente de l a administración públ ica, se obs erva que más allá de errores en la construcción de un modelo teórico sólido, la empresa tuvo relación con ot ros a spectos pol íticos t anto i deológicos como coyunturales; p rimero, como ya s e di jo e l obj etivo de W ilson de a bogar por e l proceso de creación de l servicio c ivil, s egundo la in fluencia in stitucionalista, -que representa t ambién una visión generacional- que llevo a autores como White a la asimilación de la división de poderes e n una di visión de f unciones, e quiparando a l ejecutivo c on un a parato implementador; tercero, según Guerrero en el origen mismo de la dicotomía está una visión p olítica d e l as r elaciones e ntre c iencia y so ciedad. E l co ntexto q ue v a d e Wilson a principios del siglo la dicotomía de manera inconsciente forjo sobre la idea de la separación entre la nueva sociedad de masas y el estado; el estado es sustituido por la política y la sociedad se v uelve sujeto de la acción administrativa. “El poder estatal que se ejerce en sociedad no es s ino la relación que vincula dos entes que se encuentran separados”93. T reinta años de spués, y de sde ot ro ángulo, a nalizando l a dicotomía entre política/administración a la luz de l as o las de r eforma gerencial en estados unidos y países de la commonwealth, otros autores hacen lecturas parecidas, Rosenblom por ejemplo encuentra que la “rara idea” de la dicotomía que s irvió de piedra a ngular de la administración públ ica o rtodoxa, s igue s iendo ut ilizada c omo referente d el p ensamiento ad ministrativo, co mo es el caso d e l as p ropuestas d e reinvención del gobierno (desregulación, privatización, mercado libre y orientación al cliente) que se han convertido en una nueva ortodoxia94. 90 Ibidem 91 Rhodes, R.A.W. (2011) “One-way, Two-way, or Dead-end Street: British Infl uence on the Study of Public Administration in America Since 1945”. Public Administration Review v. 71, n. 4. ASPA 92 Bourdieu, Pierre (2001) [1982] Leccion sobre la lección. Barcelona: Anagrama 93 Guerrero, Omar (1978) La administración pública del estado capitalista. México: INAP 94 Rosenblom, David ( 1993) “ Have a n Administrative Rx? Don't F orget t he P olitics”. Public Administration Review, v. 53, n. 6. ASPA. 38 Por e l l ado de l a c iencia pol ítica a l c onductismo e n un pr incipio pareció favorecerle la d icotomía d e d iversas m aneras. P rimero h acia l os añ os v einte e l ascenso d e la ad ministración p ública se h izo sobre el su puesto d e l a d icotomía valores/hechos, lo cual se t radujo disciplinalmente en la pertenencia del ejecutivo y de los temas administrativos a los nuevos departamentos de administración públ ica, facilitando q ue l a ci encia p olítica co nductista r eclamara d istancia co n l os tradicionales e studios in stitucionales y m ultidisciplinarios q ue c aracterizaban a los primeros d epartamentos d e c iencia política: Y p or o tra parte la le gitimación d e la administración pública como disciplina de alguna forma ayudo -de facto- a descargar de responsabilidad práctica a l a ciencia política facilitando así que se d esarrollara la visión academicista y positivista característica del conductismo, e l cual ocupado en desarrollar la política comparada y estudios electorales en realidad –a pesar decir lo contrario- no s e i nteresará m ucho por e l t ema de l gobi erno s ino ha sta l os a ños sesentas t ras el au ge d e l as p olíticas p úblicas q ue d e g olpe r eabsorbe el cam po correspondiente a la intersección entre contienda política y toma de decisiones con el proceso de i mplementación. E sto l levo a que e l tema de l a di cotomía política/administración tampoco f uera r etomado de ntro de la c iencia p olítica s ino hasta los años ochenta, sin embargo, para ese m omento ya es cl aro –en el contexto estadounidense- que l a p ersistencia d e d icha dicotomía t iene m ás q ue v er co n l a existencia de departamentos académicos que con una diferencia epistemológica real, hacía m ucho que l os e studios s obre pol íticas públicas y l a pr opia a dministración pública demostrado que la parte ejecutiva de las decisiones políticas no era a-política en absoluto, y que el acto de gobernar requería una visión integral tanto de lo público, como incluso de la coordinación con actores no estatales. Esto ha sido dejado en claro por Mar y Guy, q uien al h ace u na cr ítica a l r ezago d e l as ci encias so ciales e n comparación c on e l e norme pr ogreso t ecnológico que ha r esultado de l as c iencias naturales en el siglo XX. Señala que de sde e l s iglo X IX, s e e ntendió que l a s olución de l os g randes problemas de l a so ciedad er a u na t area p ara l a cu al e l g obierno era l a m ejor herramienta, y si n em bargo l a ciencia p olítica p arece estancada en u na “ilusión d e conocimiento”95 Si el p roblema es l a f alta d e r elevancia d e l a d isciplina p ara coadyuvar a los problemas de la vida en comunidad señala que el principal problema principal que percibe es lo ajeno de la ciencia política como disciplina académica a los pr oblemas de gob ierno de la vi da c otidiana. L o i nteresante de e ste t exto y s u argumento es q ue la autora, apunta que siendo presidenta de la Sociedad Americana de Administración Pública hizo una crítica similar a esa d isciplina, y que ahora que hace u n l lamado h acia l a ci encia pol ítica, e ncuentra un di agnóstico s imilar; l a existencia d e p rocesos de sep aración en tre aq uellos q ue desarrollan u na d isciplina interesada en elegantes modelos de análisis cuantitativo y aquellos interesados en los problemas de gobi erno c oncretos. E i dentifica co mo u na d e l as ca usas d e est a tendencia c ompartida en am bas esp ecialidades e l as censo d e la d icotomía política/administración desarrollada a in icios del s iglo p asado: “While p olitical 95 Guy, Mary (2003) “Ties That Bind: The link Between Public Administration and Political Science” The Journal of Politics v. 65, n.3. Wiley 39 science w as in fatuated with p ositivism, p ublic a dministration was en thralled w ith efficiency a nd p rinciples o f managemen”96 Ante l os pr oblemas de rivados de e sta visión, llega a la conclusión de que una respuesta a es te problema es entender que el método no e s neutral, sino que t iene implicaciones reales, y lo que le paso a ambas disciplinas deriva de los c ompromisos pol íticos i mbuidos e n las t eorías que se deciden suscribir. 1.3 LOS POLITÓLOGOS EN POLÍTICA Y EN EL GOBIERNO: EL EJEMPLO DE LOS CONDUCTISTAS La literatura sobre la historia de la ciencia política estadounidense sugiere que a pesar de l as i ntenciones s inceras de l os pol itólogos pioneros de l movimiento conductista, durante los años veinte y treinta del siglo pasado ocurrió en realidad una especie de disonancia entre los l lamados a d esarrollar u na d isciplina de r elevancia p ráctica expresados e n las convenciones y e n varios e nsayos publicados e n l a American Political Science Review, y el p erfil esco lástico q ue t ácitamente se est aba ab riendo paso en la disciplina al dejar ésta atrás los estudios institucionales y sobre técnicas de administración gubernamental, en pro de la idea de una investigación científica más “formal”. Merriam en 1922, en el mismo artículo paradigmático donde escribe estar optimista respecto al proceso de acumulación de nuevas técnicas y teorías a partir de las cu ales p uede se r d esarrollada u na n ueva ci encia p olítica , también ex plica la orientación que pretende: Experience s hows that it is e asy to fall in to in dustrious b ut sterile scholarship. Imagination on the one hand and precision on the other, are essential to advancement in this field as in other departments of science. We must have both enthusiasm and tools, often a difficult combination, since t he t ool makers m ay l ack vi sion a nd t he vi sionaries i gnore t he precise mechanisms or specific a ttainment. The political scientist must be s omething of a ut opian in hi s p rophetic v iew a nd s omething of a states-man in his practical methods. […] As custodians of the pol itical science of our t ime, t he r esponsibility r ests upo n us t o e xhaust e very effort t o b ring t he study of gove rnment i n i ts va rious s tages t o t he highest possible degree of perfection, to exhaust every e ffort to obtain effective knowledge of pol itical forces, to bring to bear every resource of science and prudence at our command97. Y diez años después William F. WIlloughby, entonces presidente de la APSA, en su discurso anual an te l a asociación, menciona q ue el h izo un r eporte para l a m isma donde en lista o cho p roblemas d e i nvestigación co mo l a t area central que d ebería desarrollar l a d isciplina, y d esarrolla d os d e l os p untos p ara es a p resentación: “1 . Popular Government: A Reexamination of Its Philosophy and Its Practical Operation 96 Ibid., p. 648 97 Guerrero, Omar (1981) Teoría administrativa de la ciencia política. México: UNAM 40 in t he U nited S tates and 2. The G overnment of B ackward P eoples: S ome Fundamental C onsiderations”98. Co mo p uede verse, l a cl ase d e p roblemas q ue señalaba, aún son claramente relacionadas con el ejercicio del gobierno, de hecho si fueran d ichas ac tualmente n os p erecerían co mo asu ntos más p ropios d e la teoría política, del derecho y de políticas públicas sectoriales que de las agendas centrales de la ciencia política. En ese sen tido este discurso también muestra cómo el proceso de cambio de vi sión dentro de l a d isciplina fue na turalmente un proceso l ento, que primero llegó a los debates escritos, y sólo después a las estructuras organizacionales académicas. Otro indicio de este proceso de cambio d iferenciado puede verse en e l perfil d e l os p residentes d e l a A PSA. S ólo h asta m ediados d e l os a ños ci ncuenta pueden verse l os p rimeros p residentes c laramente i dentificados con e l movimiento conductista, como el propio Lasswell, Schattschneider, an d V.O. Key, Jr . Quizá es debido a e ste pr oceso d e c ambio ge neracional que e l a scenso de l c onductismo no parece haber enfrentado intensos debates, o resistencias, los impulsores del mismo al margen del institucionalismo imperante in icialmente s implemente tomaron ideas de las fuentes que les parecieron pertinentes, ya sea de la sociología, la antropología o la psicología social, incluso de Freíd, escribieron sus propuestas y f ormaron discípulos que se convertirían en la nueva generación que desarrollaría plenamente su visión. Sin e mbargo, e s interesante not ar que e n realidad los f undadores de l movimiento conductista no e staban pensando en desarrollar una disciplina orientada meramente a l a i nvestigación, m ás b ien f ue c on el t iempo q ue se d esarrollo u na tensión entre el deseo de crear una ciencia política capaz de contribuir a la solución de los retos de la sociedad, y el hecho de que la importancia dada al ciertos temas de investigación c onductista y a l i njerto de métodos y t écnicas pr ovenientes de ot ras disciplinas estaba llevando a la ciencia política hacia una agenda de investigación que se alejaba de la aplicabilidad inmediata en el gobierno. Puede uno especular que tal vez est os a utores, lógicamente pe nsaron que pr imero ha bía que d esarrollar u na disciplina con mayor sofisticación analítica y ya después tornarla hacia la resolución de pr oblemas, e mpero c omo s abemos pa rece que l a di sciplina pos teriormente ya nunca pudo r egresar plenamente a l a orientación hacia los problemas que planearon los i niciadores de l m ovimiento c onductista, i ncluso l as po líticas públ icas que a ños más t arde Lasswell m ismo p rácticamente f undó ab rieron m ás l a b recha entre l a orientación academicista de la ciencia política y el conjunto de otras visiones que se convirtieron e n r eferente pa ra e l e studio de las de cisiones de gobi erno c omo l os estudios especializados de políticas públicas, la administración pública y la economía política. A pesar de la preocupación con el asunto de la cientificación de la disciplina, lo r etos d el co ntexto p olítico e staba en l as m entes d e l os f undadores d el n uevo enfoque, más a un e n r ealidad e staban e n e l c entro de s u vida c otidiana, s olo pa ra señalar al gunos ej emplos, G eorge C atlin, un a utor d e origen inglés de gr an importancia pa ra el conductismo, c itado f recuentemente por l os f undadores d el conductismo por s u conceptualización de po lítica c omo una a ctividad e mpírica, participo a ctivamente e n l a pol ítica y realizó m uchos e studios s obre pr oblemas 98 Willoughby, William (1933) “A Program for Research in Political Science” APSR v.27, n. 1 APSA 41 concretos, por ejemplo sobre el control del licor en 1929, participó activamente en la campaña por la independencia de la India, fue diplomático en varias ocasiones y un conocido ac tivista d e d iversas causas. Una v ez a firmó: “ It is q uestionable w hether anyone is competent as a teacher in political theory who has taken no part in political practice”99. A l e xaminar s u t rayectoria pol ítica, W ormuth t ambién e cnontró información sobre los antecedents políticos de Merriam: “his experience in the First War a lso that d iverted him from the h istorical and legal s tudies which had h itherto preoccupied p olitical sc ientists an d cau sed h im t o l aunch at C hicago w hat H arold Lasswell has called "the new political science" -the study of power100. Pero además de eso ya siendo un c onnotado profesor combinaba su vida académica con toda una carrera p olítica, p articipó p or ej emplo en m últiples co misiones p ara la ci udad d e Chicago, e i ncluso fue candidato a l a a lcaldía de l a ciudad. También t rabajo en el gobierno federal dentro del “Research Committee on Social Trenes” y en el “National Resources Planning Board”101. Pero la actividad política, y e l legado más importante de Merrian según recuerda Simon –que lo conoció siendo estudiante en la Chicago- fue su propuesta metodológica para la ciencia política: The principal organization he built, of course, was the Political Science Department a t t he U niversity of C hicago, a nd hi s f ollowers w ent out from t here to r evolutionize the di scipline of pol itical s cience ove r t he nation and the world. In my remarks he re I shall say something about the enterprise, about the organization, and about the followers102. La naturaleza política de l a d isciplina er a paradójicamente una de l as motivaciones centrales de l os i mpulsores del conductismo, s obre e so de jaron multiples l lamados. Una d e l as últimas p ublicaciones d e Mer riam es u n r eporte p ara l a r ecién c reada UNESCO sobre el estado de la ciencia política en los Estados Unidos. En este trabajo da t estimonio de l pr ogreso de l a n ueva c iencia pol ítica, a l a cu al d escribe co mo “fuertemente” relacionada con la política. Más aún, el texto destaca que la disciplina se en cuentra p rofusamente r elacionada co n su co ntexto p olítico d ebido a asp ectos como: el proceso de crecimiento del gobierno tras la posguerra así como la expansión de sus funciones; e l impacto de l i nvolucramiento de l os Estados Unidos en l as dos guerras mundiales así como su papel en la guerra fría; el papel crucial que han tenido el “S ocial S cience R esearch C ouncil” l a “H oover C ommission on R ecent S ocial Trenes” y el “National Resources Planning Borrad” para fomentar el desarrollo de las ciencias sociales en aq uel p aís; e l p apel d e l a i nmigración d e intelectuales y l a colaboración i nternacional pa ra l a di sciplina; l a opor tunidad que r epresenta l a disciplina para enlazar una ciencia social que utilice las “nuevas herramientas” con la actividad de l gobi erno, y f inalmente l a c reciente pa rticipación que ha n t enido los 99 Citado en Wormuth, Francis (1961) “The politics of George Catlin” The Western Political Quartely, v. 14, n. 3. 100 Ibidem 101 http://www.arlingtoncemetery.net/cemerriam.htm [consultado may 25 2014] 102 Simon, H erbert ( 1985) “C harles E M erriam an d t he C hicago S chool”. E dmond J anes J ames Lecture. Carnegie Mellon University 42 politólogos en e l g obierno: “ The “ivory tower” a s a s ymbol of t he s tudent o f government has ceased to ex ist […]The full ef fect o f t his p ractical participation in government bot h on t he w ork of t he gove rnment a nd on the s tudent remains t o b e seen”103. Lasswell, el otro personaje clave del movimiento conductista, cuenta como uno de sus l egados más i mportantes u na d efinición p ragmática d e p olítica b asada en el poder y la competencia por la influencia interpersonal. Al mismo tiempo que también popugna por e l individualismo metodológico y l a adopción de conceptos y t écnicas nuevas pa ra el es tudio de l a c reciente so ciedad d e masas y su s p roblemas co mo l a comunicación y el uso de la propaganda. Pero al igual que Merriam, Lasswell es bien conocido p or ha ber t enido una r enombrada pa rtición e n el gobi erno y l a pol ítica partidista, por e jemplo fungiendo durante la segunda guerra mundial como Director en el departamento de investigación en comunicaciones de la librería del congreso, y particpando en la llamada Comisión Hutching’s que analizó el asunto de la libertad de prensa, y que desarrollaría la doctrina de la “responsabilidad de la prensa” 104. Heinz Eulau –su di scipulo- ha d estacado la m uy act iva v ida p olítica y g ubernamental d e Lasswell: “He was always off to somewhere-to Chicago or New York or, some said to the White House, but nobody ever really knew where he went”105. De la misma manera Stuart A. Rice un pi onero en la introducción del uso del análisis cu antitativo en l as c iencias so ciales, es o tro ejemplo p aradigmático d el académico que llega a convertirse en un destacado asesor gubernamental, algunos de sus participaciones más importantes fueron en la President's Commission on Recent Social T renes” y d entro d el “B ureau o f t he B udget” d onde p ermanecería h asta s u retiro obligatorio por edad en 1955106. Aunque Rice era sociólogo de origen su obras serían el referente básico más citado en los trabajos tempranos de la ciencia política conductista, es muy probable que fuera en el en quien Lasswell estuviera pensando cuando al p roponer l a c reación d e u na ci encia d e l as p olíticas, af irmara q ue y a se podía su stentar u na n ueva ci encia sí p uesto q ue “l a b atalla d el método est á ganada”107. Si b ien es ci erto q ue act ualmente n o so n d emasiado r aros l os c asos d e politólogos que llegan a tener una destacada en la política y el gobierno, lo interesante de los casos mencionados es que aquella generación pionera provenía de una época en la cual la política como campo de estudio y c omo profesión no e staba concebida como un asunto r eservado pa ra una di sciplina a cadémica de “ científicos” especializados, sino como una área de a realidad relacionada con cierta expertise, que fusionaba t anto el co nocimiento p roveniente de l a p ráctica, co mo d e d isciplinas académicas y profesionales más maduras como el derecho, la economía política y por supuesto como base más amplia la teoría política. por lo tanto los casos de Merriam 103 Ibid., p. 246 104 http://www.infoamerica.org/teoria/lasswell1.htm [consulted may 20th 2014] 105 Eulau, Heinz (1980) “Harold Lasswell Memorial” PS: Political Science and Politics v. 13 n. 4, p. 413 106 http://statprob.com/encyclopedia/StuartArthurRICE.html 107 Lasswell, H arold ( 1951) “ The policy orientation” e n L erner, D avid y H arold L asswell ( ed) T he Policy Sciences. Stanford University Press 43 Lasswell y Rice muestran que la tensión entre el afán científico y el natural interés en la política practica de la mayoría de los politólogos no t iene que convertirse en una dicotomía profesional, sino en un incentivo provechoso. 1.4 LA IMPORTANCIA DEL CONTEXTO: EL IMPACTO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Para los años cuarenta ya es claramente distinguible el hecho de que la formación de la c iencia política estadounidense estuvo es trechamente en trelazada con el contexto político de aquel país. Su proceso nacional de institucionalización académica es el de un pa ís que ya r ecogía l os f rutos de un pr oceso de e xpansión t erritorial que s e retroalimentó c on l a expansión del m ercado i nterno, la i ntensificación d e la producción agrícola, sobre todo que se encontraba en medio de un acelerado proceso de i ndustrialización. L as ex tensas v ías f erroviarias f avorecieron ad emás d e l a expansión mencionada l a i ntegración s ocio-cultural y c onforme s e olvidaban las heridas de la guerra civil de cara a la primera guerra mundial, también se consolidó el sentido de unidad nacional, así como el crecimiento en tamaño y pode r del gobierno federal, y pa rticularmente de l pode r e jecutivo. E sto t uvo i mportantes repercusiones para l a v ida ac adémica y p ara el desarrollo c ientífico n acional. T oda v ez q ue el gobierno f ederal s e c onvirtió e n u n pa trocinador f undamental a v eces i ncluso de manera d irecta p ara l a creación d e l as u niversidades est atales y p ara su p osterior financiamiento. Este proceso que se dio sobre todo hacia fines del siglo XIX finalmente vio sus frutos e n s u m áximo e splendor alrededor de la s egunda g uerra m undial. P ara l as ciencia p olítica a l i gual q ue p ara el r esto d e l as ci encias so ciales y n aturales l a movilización de l a gu erra f ue e l c atalizador de un l argo pr oceso de de sarrollo intelectual y p rofesional. A l mismo t iempo se ve l a i mportancia de l a creación de organizaciones c oordinadores c omo e l “ Social Science Research Council” l os requerimientos del ejercito de investigación en comunicación social y propaganda, en estudios e tnográficos, y en psicología –entre o tros más-, produjeron una generación de estudiosos que junto a la producción de ciertos trabajos paradigmáticos asociados directa o i ndirectamente co n l a g uerra, s e h an c onvertido e n e l c imiento de l as modernas ci encias so ciales en E stados U nidos y a n ivel I nternacional. Uno d e l os mejore ej emplos d e est os t rabajos es la ah ora cl ásica i nvestigación The American Soldier If World War I w as a stimulus to the integration of the social sciences and t he s tate, W orld War I I r epresented the f lowering of t hat relationship […] Opinion and a ttitude t esting had only emerged in t he 1930s, a nd World W ar I I pr ovided t he s tage f or t he s ame ki nd of favorable p ublicity t hat ps ychological t esting had r eceived i n W orld War I. Samuel A. Stouffer's survey work on the adjustment of recruits to military lif e, to c ombat, a nd to p ostwar s ociety is p erhaps th e b est- known case study of attitude testing research in government. However, 44 each military service utilized psychologists to devise ways of allocating manpower to specific occupations108. En realidad la mayoría de los académicos que participaron en esa cl ase de proyectos de i nvestigación m ilitar f ueron ps icólogos y sociólogos, o que m uestra como l a ciencia política era más bien una empresa en proceso de maduración, y que tenía que tomar sus fundamentos teóricos y metodológicos d e manera ecléctica. Más allá de autores específicos el contexto de guerra fue decisivo para la ciencia política en tres aspectos: primero, c omo ha s ido anotado a rriba, br indó una opor tunidad a la disciplina para participar en mega proyectos de investigación que de otra manera no hubieran s ido vi ables e n a quel momento; segundo, di chos m egaproyectos demostraron el potencial valor instrumental de la investigación social, y establecieron un modelo pa ra l a de ope racionalización qu e s obrepasaría l as pr etensiones de l movimiento c onductista; tercero, u n e fecto c olateral de l c ontexto de guerra f ue la influencia intelectual de los académicos que se refugiaron en los estados unidos109. Desde la primera guerra mundial se había dado una inmigración importante de intelectuales eu ropeos, dos ej emplos cl aves p ara l as c iencias so ciales son P itirim Sorokin –un s ociólogo s ocial-demócrata r uso que f ue c ensurado por los revolucionarios soviéticos hacia los años veinte, cuya influencia sería muy importante para la formación de los departamentos de sociología en Harvard y la Universidad de Columbia, a briendo e l paso pa ra u na s egunda oleada de e studiosos d e la ta lla d e Parsons y Hommans. Otra de l as figuras c lave l lego poc o a ntes de l estallido de l a segunda guerra mundial, Kurt Lewin, proveniente de Alemania introdujo la moderna investigación e n ps icología s ocial a l os E stados U nidos. A unque a hora es poc o recordado, el es uno de los referentes más importantes para el inicio del movimiento conductista en ci encia política, su s trabajos i ncluso so n co nstantemente ci tados p or Merriam y Harold Gossnel. Sin embargo la segunda guerra mundial fue le momento culminante de este proceso, tanto por la gran cantidad de refugiados provenientes del ámbito acad émico co mo p orque c laramente co mienza a v erse el efecto d e estas influencias intelectuales d ando f orma a l as ci encias s ociales e stadounidenses. Algunos de los nombres más reconocidos de estudiosos venidos en el contexto de la segunda gue rra m undial s on T eodoro A dorno, H anna A rendt, A lfred S hultz, P eter Drucker, o Karl Deutsch, pero también hubo muchos otros académicos que aunque no 108 Breen, William ( 2002) “ Social S cience a nd S tate P olicy i n World War II: Human Re lations, Pedagogy, and IndustrialTraining, 1940-1945” The Business History Review, Vol. 76, No. 2, p. 234- 235 109 Cabe anotar que curiosamente los es tudiosos alemanes habían s ido una influencia importante par alas ciencias sociales estadounidenses desde mucho antes del cambio de siglo, la “ciencia del estado” de mediados del sigo pasado, fue el punto de partida para los primeros cursos universitarios de ciencia política, y a pesar de que esta visión tenía una imbricación importante con el derecho constitucional y la administración pública en realidad tenía ya e l germen del posterior cambio de v isión; del análisis histórico-institucional al empírico-comparativo, desde estos primeros libros con el nombre de ciencia política, de fines del siglo XIX ya se manifestaba el objetivo de “the establishment of causal relations trough comparative analysis” [ Loewenberg, G erhard ( 2006) “ The i nfluence o f E migré S cholars o n Comparative Politics” 1925-1965. APSR v. 100, n. 4 APSA] 45 fueron tan famosos llegaron a tener un impacto importante en el desarrollo de muchas ramas de la ciencia en los Estados Unidos110. The w ar i tself ge nerated ot her oppor tunities, how ever, t o w hich t he academic backgrounds of the émigrés were uniquely suited. Recruiters from the Office of War I nformation, t he Board of Economic Warfare, the Office of Strategic Services, and other federal agencies found in the community of di splaced a cademicians a r ich repository of linguistic, methodological, and regional expertise that could be applied to the war effort.111. En este sentido el autor que probablemente tuvo una influencia más profunda para el desarrollo de l as ci encias so ciales modernas f ue P aul L arzarsfeld o tro estudioso d e origen j udío-alemán, r elacionado con el “Circulo d e V iena” l legado a l os estados unidos en 1933, quién además de establecer el modelo investigación social empírica paradigmático contemporáneo112 basado en la noción de “operacionalización” legó a la ci encia política los primeros estudios modernos de investigación e lectoral a g ran escala. Ahora bi en ¿la i nmigración de e studiosos ha cia l os e stados uni dos que s e refugian de di versos t ipos de pe rsecución o c onflictos bé licos s on a ún un a sunto relacionado con la política que debiera ser incluido cuando se analiza el desarrollo y perfil d e l a d isciplina? Si b ien es ci erto q ue en l a act ualidad n o se h a v isto y a u n proceso m igratorio d e académicos h acia l os Estados U nidos t an d ramático co mo durante la segunda guerra mundial, actualmente Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa mantienen una importante proceso de migración de regiones del mundo que padecen c onflictos b élicos, o que simplemente no br indan c ondiciones a decuadas para el ej ercicio d e l a i nvestigación ci entífica, est o es so bre t odo i mportante en l a migración de pe rsonas con al to n ivel d e es pecialización p rofesional p ues p ara personas con este perfil es m ás probable obtener v isas de t rabajo y residencia. Este fenómeno migratorio es un asunto socio-político relevante que debe ser considerado en el an álisis d e l a d isciplina por que, por un l ado l a migración a cadémica ha demostrado s er un de tonante de innovaciones importantes, y de t raslado de va lores sociales e ideológicos. Y por otro lado cuando se habla de grupos académicos con un nivel de expertise semejante, el tema de la migración internacional corre el riesgo de dejar entrever dinámicas negativas como exclusión étnica o racismo; cerrazón ante la 110 Coser, L ewis (1 984) Refugee Schoolars in America: Their Impact and Their Experiences. Ne w Haven: Yale University Press. 111 Katz, Barry (1991) “The accumulation of thought: Transformation of refugee scholars in America” The Journal of Modern History v. 63, n.4. The University of Chicago Press 112 Este autor es el referente más importante, aunque por supuesto los contribuidores fueron múltiples, y a demás de e stos e studiosos i nmigrantes hu bo t ambién importantes ideas pr ovenientes de a utores europeos, antes y después de la segunda guerra mundial. Por ejemplo cuando Robert K. Merton iniciío en los años veinte su investigación sobre sociología de la ciencia las únicas referencias que encontró fueron Karl Manheim and Max Scheler. Por su Parte Parsons, debidio a sus estudios en la Universidad de Heildenberg y su conocimiento del alemán fue el primer traductor de Pareto and Weber, referentes fundamentales para el desarrollo de las ciencias sociales 46 eventual pos tulación de c ríticas e pistemológicas de hondo c alado; o bi en de ot ras actitudes que r etan los valores políticos l iberales sobre los cuales fueron ed ificadas las ciencias sociales. Una cuarta forma de influencia que tiene el contexto de Guerra en la ciencia política es e l d e c rearse u n co ntexto su byacente d e s tress i deológico q ue af ecta al conjunto de l as c iencias s ociales y s us i nteracciones c on e l a parato de gobierno. A pesar d e la g ran esc ala d e l a infraestructura científica e n l os es tados u nidos, el contexto bélico a escal a social lleva tensiones entre los valores políticos liberales de igualdad y tolerancia que son fundamentales para el ethos científico. Una acelerada secularización del concepto de lo social y de la política, el ascenso de las sociedades de masas como la nueva realidad referente de la acción colectiva. Tal como estudiara lazarsfeld desde los años cuarenta, esta nueva configuración sumada a las tecnologías de comunicaciones es un terreno fértil para la difusión de ideas y valores polarizantes relacionadas o no c on proyectos políticos. La segunda guerra mundial estableció un precedente en i maginario p opular sobre qu iénes s on los “buenos” y qui énes l os “malos”, est a i dea se v ivió p lenamente d urante l a g uerra f ría en el cu al d etrás d el conflicto b élico entre d os bl oques de pa íses h abía un conflicto e ntre dos m odelos económico-políticos. Pero i ncluso después del debacle del b loque socialista, ci ertos patrones de propaganda provenientes del contexto de la segunda guerra mundial han prevalecido, p or ej emplo se r econocen v isos d e es te d iscurso d e est ilo propagandístico en el uso de expresiones como el “eje del mal” o similares utilizada por algunos políticos de aquel país en pleno siglo XXI para referirse a países con los que E stados U nidos s e encuentra e n c onflicto bélico. E ste e s un a sunto que no s e encuentra restringido a los debates parlamentarios o a las estrategias de comunicación masiva, sino que eventualmente afecta la vida institucional académica. En la ciencia política q ueda ev idencia d e esa i nercia p or e jemplo en manifiestos y d eclaraciones realizadas por las organizaciones profesionales. Una de estos casos es cuando en 1942 la A PSA, cr eo u n co mité p ara ex aminar p ropuestas p ara q ue l a ci encia p olítica contribuyera en el servicio público y en el esfuerzo de guerra. El reporte final de esta comisión iniciaba con el siguiente párrafo: This i s a time when the na tion expects every man to do h is duty. The first duty of a learned profession is to determine how its members can be of g reatest usefulness. This r eport i s i ntended t o b e an an alysis o f possible and proper contributions which political scientist may make to the national effort113. A pesar de la elocuencia de esta declaración, en realidad, el reporte al final muestra que los alcances profesionales de la disciplina poco exclusivos y analíticamente poco diferenciados de lo que podría ofrecer cualquier otra disciplina social. Las opciones de aplicabilidad de la ciencia política encontradas fueron: 113 Comité on War-Time Services of the APSA. (1942) The political Scientists an National Service in War. APSR, v. 36, n.5 APSA 47 1) P articipating as employees i n f ederal g overnment, d oing r esearch, executive work or advisory analysis and organizing work; 2) Undertaking task for federal government helping in local projects, 3) Undertaking needed research 4) Training for public service, 5) A dvancing publ ic unde rstanding of war t ime a nd pos t w ar t ime problems, and 6) Strengthening democratic institutions114. Pero más allá de las declaraciones colegiadas, el stress al que el contexto de la Guerra sometió a la disciplina, puede verse en el tipo de preocupaciones éticas que suscitaron entre los profesores en relación a la investigación de temas como la propaganda. Hay por e jemplo una i nteresante ser ie d e ar tículos e n l os cu ales d os p rofesores d ebaten sobre la posibilidad de que estudiar propaganda podría producir entre los estudiantes cinismo acerca de los valores democráticos115. Esta clase de temas aunque a primera vista pueden parecer una curiosidad, en realidad se trata de asuntos que quizá valdría la pe na r econsiderar c on más de tenimiento, s i e s que c omo s e s igue pr ofesando públicamente la disciplina tiene un compromiso con ciertos valores. En esos mismos años hubo en el seno de la asociación una mesa redonda llamada “implications of the world crises for the teaching of government” en la cual se discutió la responsabilidad de los profesores en la enseñanza de valores políticos a l os estudiantes, todo ello a partir d e p reviamente r ealizar u na profundo e xamen de a suntos c omo l a f ilosofía subyacente a las enseñanzas y los procedimientos u tilizados (por ejemplo el uso de laboratorios para el análisis social)116. Habría que pensar si e l análisis de este tipo de factores no es u na t area que debería de retomarse, dado que sin duda aunque no s e reconozcan existen valores y modelos disciplinarios imperantes, quizá el “realismo desencantado” sea un adjetivo que va más allá de un momento histórico en el desarrollo de la disciplina y sea u na denominación adecuada p ara u n núcleo v alorativo ca racterístico d e l a d isciplina actual que al mismo tiempo quizá es t ambién explicación de las muchas debilidades que actualmente se critican a la misma. Un quinto impacto del contexto de Guerra en desarrollo de la ciencia política en los Estados Unidos es la eventual invisibilización del contexto de guerra e el que se h a encontrado aquel país de forma prácticamente ininterrumpida desde la segunda guerra mundial, así como del consecuente estado de condicionamiento político derivado que se da en las ciencias sociales. 114 Ibid., p. 931 115 Lannes, Bruce (1941) “Propaganda Analysis and the Science of Democracy” The Public Opinion Quartely, v. 5, n. 2. Oxford University Press; Miller, Clayde (1941) “Some Comments on Propaganda Analysis and the Science of Democracy” The Public Opinion Quartely v. 5, n. 4. Oxford University Press. 116 Wilcox, Francis (1941) “Teaching Political Science in a World in War” APSR, v.35, n. 2. APSR 48 1.5 IDEOLOGÍA Y AGENDA DE LA DISCIPLINA EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA FRÍA Después de la segunda guerra mundial la llegada de la guerra fría eventualmente llevo a u na intensa p olitización, el llamado si stema bi polar i mplicaba en l o hechos qu e prácticamente cu alquier d isputa p olítica i mportante en l a arena internacional f uera asumida y analizada a partir de situarla como parte de cálculos estratégicos con una lógica d entro de l c onflicto e ntre l as dos gr andes p otencias. C omo se h a señ alado arriba, esta situación alerta bélica fue para los Estados Unidos una continuación del estado b eligerante co nstante d esde la seg unda g uerra m undial. P or l a p eculiares características de la situación de guerra f ría, en donde l a confrontación e ra por dos vías indirecta, sobre todo a través de conflictos “calientes” menores que se daban en países a lejados en l os cuales e l t elón d e f ondo d e d ichas conflagraciones er an u na mezcla difícil de distinguir de intereses geopolíticos de la potencias, de pugnas entre las facciones locales, y el uso del membrete de los proyectos capitalista y comunista como d iscursos i deológico; d e l a p ermanente a menaza n uclear, y t ambién es taba presenta l a a menaza m ilitar d irecta, so stenida p rincipalmente so bre l a b ase d el armamento nuclear, que alcanzó un equilibrio al momento en que las capacidades de ambos p aíses aseg uró la d estrucción t otal m utua en cas o d e u n en frentamiento directo. Aunque est e escen ario p ara l as g eneraciones act uales a parezca co mo una narrativa h istórica l ejana l o c ierto e s que por un l ado, -aunque c on c ambios importantes c omo e l a scenso de China c omo pot encia mundial- mucho de e sas dinámicas sigue si endo una r ealidad en l a política i nternacional, y por otra parte la situación descrita naturalmente generaba un altísimo nivel de tensión psicológica en la sociedad estadounidense y europea, además de haber sido un elemento presente en la c onfiguración i nstitucional de l os e stados uni dos y l a uni ón s oviética. E l complicado entramado de instituciones de inteligencia que aún existe en los estados unidos a sí l o a testigua. Y más i mportante pa ra e ste t rabajo, c omo s e di jo anteriormente las instituciones académicas no fueron de ninguna manera inmunes a esta s ituación. Así como en l a sociedad americana l a guerra f ría se co nvirtió en un telón de fondo de la vida cotidiana por décadas, en las instituciones gubernamentales y en las organizaciones sociales y privadas con relaciones intensas de dependencia o colaboración con el gobierno la guerra fría también fue un determinante importante. En las ciencias sociales la situación fue similar. Los campus universitarios y los d epartamentos acad émicos al i nterior d e l os mismos er an l ugares al tamente politizados, y aunque en sociología a pesar de las tensiones eventualmente hubo cierta tolerancia p ara los estudiosos m arxistas y n eomarxistas, e n el caso d e l a c iencia política t ras l a consolidación d el c onductismo s iempre hubo un “mainstream” reconocible después ha hecho posible que los historiadores de la disciplina distingan diferentes escuelas imperantes a lo largo del tiempo, no obstante hay que hacer notar que d ichas historias i nternas d e l a ciencia p olítica n o h an estado interesadas en e l asunto de la politización de la disciplina. Lowi en uno de los pocos trabajos sobre el tema examina el contexto de agitación política de los años sesenta y su relación con el 49 desempeño de l a di sciplina117 Y poc o de spués Phillip M elanson e scribe e l úni co artículo hasta la fecha que habla explícitamente de la necesidad de la importancia de la so ciología d e la ci encia p ara el est udio d e los s esgos i deológicos d e l a investigación, -aunque por cierto también se queja de las limitaciones de la tradición mertoniana 118 El c ontexto de gue rra f ría y s u s ustrato i deológico de jaron una h uella e n el proceso de institucionalización de la disciplina. Más allá de que para los años treinta ya existieran departamentos y programas de ciencia política prácticamente a l o largo de todo el país lo cierto es que la consolidación y especialización de los mismos es un proceso que s e da s obre t odo a l f inalizar l a s egunda gue rra m undial, c uando l a disciplina a l m ismo t iempo que m aduraba –se f ijaba u na vi sión i mperante- se institucionalizaba e stableciendo u na di námica de vi nculación con m últiples organizaciones gube rnamentales y pr ivadas. E stos ne xos institucionales característicos de la vida académica estadounidense significaron naturalmente que los temas de i nvestigación que er an f inanciados debían ser se leccionados de acuerdo a los intereses y criterios de las instancias que apoyaban el proyecto. Incluso en el caso de f ondos d e i nvestigación uni versitarios pr opios, l os pr oyectos s on ge stionados a través de un sistema de comités, lo cual es un elemento que eventualmente favorece a ci ertos temas e i ntereses de i nvestigación por e ncima de ot ros. A l r econocer que existe d icha d inámica, se en tiende mejor có mo es q ue la d isciplina co n el p aso d e tiempo consolidó un cariz ideológico particular. A pesar de que la idea de objetividad fue un va lor a sociado con e l c onductismo y q ue d esde entonces d e f acto se h a mantenido, l o c ierto e s que e sto nunca s ignificó r eflexividad e pistemológica, n i tampoco l a l egitimación de pr oyectos pol íticos a lternativos a l l iberalismo y el capitalismo, d e h echo c uriosamente l a i dea d e objetividad desde en tonces h a s ido utilizada co mo u na b andera en c ontra d e v isiones académicos q ue d efiendan la posibilidad de pr oyectos pol íticos a lternativos, es de cir s e construyó el c apitalismo liberal y la democracia electoral como realidad y único modelo válido, de tal manera que defender e incluso proponer mejoras al status imperante era objetivo, y criticarlo es ideologizar la ciencia.119 El p roceso d e in stitucionalización d e la d isciplina a n ivel internacional también s e vi ó a fectado por e l c ontexto de guerra f ría, y p or e l pa pel central que cobró l a d isciplina estadounidense c omo modelo a s eguir po r l as t radiciones nacionales tanto materia de la investigación social y política como también viéndose influenciados pol íticamente por l os valores y m odelos subsumidos e n l a di sciplina, 117 Lowi, Theodore (1973) “The Politicización of Political Science” American Political Quarterly v. 1, n. 1. SAGE. 118 Melanson, P hillip ( 1975) “ Bringing t he Sociology o f K nowledge t o B ear on P olitical S cience”. Polity, v. 7, n. 4. Palgrave 119 Obviamente ésta dinámica requiere un análisis a profundidad, sin embargo tan atado parece la vida académica a s u co ntexto que p uede reconocerse co nvergencia de ci ertos m omentos h istóricos con obras ejemplares en ciencias sociales, así es como en la guerra fría surge la teoría de la modernización y l as transiciones, y p osteriormente l a l lamada “o la n eoliberal” co incide co n el es tablecimiento d el modelo r acional ch oice ec onometrista en ci encias s ociales, y l uego c omo t ras l a caí da d el m undo bipolar aunque criticado de facto parece aceptarse y defenderse por las disciplinas académicas la idea de Fukuyama del fin de la historia. 50 esto especialmente en países en vías de desarrollo120, pero también en Europa121. El punto de partido de dicho proceso de institucionalización fue la visión conductista. Existen múltiples h istorias cr íticas y evaluaciones de l a l lamada “ revolución conductista en ci encia política”, n o es es te e l l ugar d e hacer u na r evolución a profundidad d e l as c aracterísticas e i mplicaciones d e ese proceso d e camino, só lo baste d estacar u n p ar d e asu ntos e n l os q ue s e l igan la p olítica su byacente e l a propuesta epistemológica y l a pol ítica pr opia de l pr oceso de i nstitucionalización académica en los estados unidos. En primer lugar las implicaciones del movimiento conductista a pesar del nombre, en realidad pronto se desdibujó la investigación de la conducta pr opiamente di cha, m ás b ien l o que s e c onvirtió en l egado pr incipal de l movimiento fue una serie de principios de investigación que redefinirían la disciplina como una e mpresa or ientada por e l pos itivismo y l a i ntroducción de técnicas de análisis cuantitativo. Los l ibros de historia de las ciencias sociales en estados unido con frecuencia citan al “american soldier como un trabajo paradigmático en el cambio de visión de la investigación académica, sin embargo por lo que respecta a la ciencia política l a i ntroducción de é ste m odelo de i nvestigación no pue de entenderse s in considerar la i mportancia de la previa introducción de una s erie de vi siones 120 Despite t he i ncreasingly s cenario s et d ue t he d ominant r ole o f USA an d t he U RSS, t here was a moment of o utstanding i nternational c ooperation with r elevant i mpacts a ll a round t he wo rld. T he creation of the ONU was –with reason- celebrated by everyone as a progressive s tep of humankind, and beyond the core goal of preventing a new global war there were other noble proposes implied like recognition and respect of human rights, helping to development of poor countries, fostering science, and even there was at the time a sort of anti imperialist spirit. Social sciences were one of the themes attended by recently created UNESCO. Jaime Torres Bodet i ts second president believed that social research would be traduced in more effective policies and welfare. In the General Conference of the UNESCO celebrated in Mexico City in 1947 it was launch an initiative in order to survey the state of political s cience i n t he country members. T he de partment of s ocial s ciences he aded by M assimo Salvadori c oordinated t he p roject, a nd p roduced historical r eports o n the s tate o f sociology a nd political s cience i n many c ountries, t hese we re published d uring 1950. T hat pr oject w asn’t j ust a scholastic intent, after the war the idea that social sciences could actually help to improve social live was more than rhetoric, further UNESCO also promoted the creation of schools of political sciences in Latin A merica. R esponding to t his kind of initiatives p olitical s cience was i ntroduced i n s chools of social sciences, and even some whole new schools were created, that’s the case of Mexican National School of Political and Social Sciences founded within National University in 1954. Also other key international i nstitutions were f ormed a t t he t ime l ike t he L atin A merican S ocial S ciences F aculty (FLACSO) in 1957. In the above cited report on the state of political science in the world in 1950 one can f ind i nteresting i nstitutional p aths c omparing the s tories a nd g oals reported: w hile M erriam i n behalf of United States highlighted the impact of war and the subsequent insertion of the discipline in governmental initiatives l ike the National Resources Planning Board [Merriam, Charles (1944) “The National Resources Planning Board; A Chapter in American Planning Experience”. APSR v. 38, n. 6 APSA.] and reports on countries like Canada and Mexico stated that political science was just merging from a former broader conception of political economy or from the study of law to shaping a national tradition [UNESCO (Ed.) (1950) Contemporary Political Science. A Survey of Methods, Research and Teaching. Liege: UNESCO] 121Sven H enningsen a nd E rik R asmussen. ( 1966) “ Political Re search i n S candinavia 1 960–65: Denmark” Scandinavian Political Studies, Vol. 1. n. 1. Nordic Political Science Association; Daalder, Hans ( 1979) “ The Internationalisation of P olitical S cience: P romises a nd P roblems” en Kavanagh, Dennis and Gilian Peele (ed.) Comparative Government and Politics. Essays in Honour of S.E. Finer. London: Heinemann 51 ontológicas y e pistemológicas s obre l o s ocial y l o pol ítico. E l l lamado de a utores como G raham Wallas M erriam y S tuart A R ice a l a i ntroducción d e t écnicas matemáticas en el análisis d e l o político, f ue p or u n l ado aco mpañado d e l a adscripción al positivismo. En segundo lugar la influencia de la agenda conductista original t raída de la psicología s ocial de Kart L ewin si gnificó t ambién co mbinar est as n uevas t écnicas estadísticas c on e l i ndividualismo metodológico, de sde mucho a ntes de que se conociera el trabajo de Weber, o de la introducción de la teoría de la elección racional en l a di sciplina. E ste t ipo d e i nnovaciones f ueron gr aduales y pr ovenientes de influencias diversas, quizá es por ello que no se ha puesto demasiada atención a estos cambios menores, sino más bien al ascenso del paradigma conductista en su conjunto. En 1933, Harold Gossnell ya era capaz de realizar una sólida revisión de la literatura sobre la introducción de la estadística en la investigación politológica cotando a más de u na d ocena d e r eferencias en m ateria teórica y em pírica. E n ese sen tido l as historias generales de la disciplina a veces dejan pasar información clave, por ejemplo a pesar de que se reconoce a Lazarsfeld como el iniciador de los estudios electorales modernos en los años cincuenta, lo cierto es q ue en los estados unidos se co nocían bien el trabajo pionero sobre conducta política de 1936 del Sueco Herbert Tingsten122 En te rcer lu gar puede v erse u na i nteresante co mpetencia e ntre l a so ciología y l a ciencia política en los estudios electorales y otros relacionados con la comunicación y propaganda. L ipset e n un i nteresante a rtículo de ntro d e un r eporte de pa ra la UNESCO s obre el est ado d e l a so ciología en l os est ados unidos d eja entrever est e asunto: The o verlap i n co ncerns a mong so ciologists a nd p olitical sci entists which de veloped a t t he U niversity of C hicago in t he 1920’ s raises a basic p roblem of t he de finition of t he a rea of political s ociology. I t is often difficult, if not impossible to tell where the province of sociology ends a nd t hat of pol itical science or s ocial psychology be gins. F or example, an early and continuing source of sociological work has been voting be havior. O ne w ould be ha rd pr essed, h owever, t o distinguish from books and articles on this subject, what academic field the authors belonged to123. Los factores arriba enlistados rebasaron el ámbito estadounidense y se convirtieron en parte de las t ensiones experimentadas en los países que comenzaron a i ntroducir la visión estadounidense de la ciencia política, de allí que América Latina o e l mundo francófono la sociología política mantuviera una preeminencia intelectual por mucho tiempo y e l conductismo no l legara a sino tardíamente cuando en los estados unidos hacia tiempo que había desplazado por la escuela de la teoría de la elección racional. El cam bio d e v isión en realidad se d a a sociado co n u n p roceso de r elevo generacional, por parte de académicos formados en los estados unidos que replican en 122 Tingsten, Herbert (1936) Political behavior: Studies in Election Statistics. London: P.S. King 123 Lipset, Martin (1950) Sociology in the United States, a Trend Report. UNESCO. p. 44 52 sus p aíses de o rigen l a v isión ap rendida. E stas t ensiones más q ue u na cu riosidad intelectual t uvieron una gr an i mportancia i ntelectual, da do que l a l ucha por l os objetos de estudio y l as de finiciones m etodológicas a l final de l dí a t erminan impactando l os r epartos d e r ecursos a l os p rogramas acad émicos y l a l egitimación pública d e las d isciplinas124. Y c iertamente c ualquier i ntento por a propiarse d e manera exclusiva de la política como objeto de estudio era una empresa perdida dado que otras disciplinas que desde principio de siglo estaban consolidadas compartían la política como p arte d e su s o bjetos d e es tudio co mo el d erecho, l a eco nomía l a historia, y la filosofía. Sin embargo aquí es donde las innovaciones del conductismo cobran impactos p rácticos, la in serción d el p ositivismo e n e l estudio de la p olítica aunada a l a i ncorporación de l a expertise de l a ps icología s ocial y l a s ociología crearon u na p ropuesta académica cap az d e r eclamar u n es pacio p ropio. S i b ien el establecimiento definitivo de “la” disciplina del estudio positivista cuantitativo de la política de masas, sería complicado, lo c ierto es que la c iencia política logro en un principio a l m enos ha cerse pa rticipe d e est a a genda, h asta d espués e ventualmente terminar lograr el papel protagonista en la misma. Resulta i nteresante no tar que incluso de ntro d el pr opio conductismo hubo temas que suscitaron debates más ab iertamente relacionados con la política, uno de los c asos más c onocidos s e d io cuando F loyd H unter –un r espetado pol itólogo conductista125- basado en una investigación cualitativa sobre la dinámica política en la c iudad d e A tlanta, propuso e l modelo de “estructura de pode r”, misma que rápidamente f ue c riticada y de batida e n l a di sciplina. E sta pr opuetsta ge neró t al revuelo que de acuerdo con William Domhoff126 la única investigación empírica de Roberth Dahl; “Who Governs”127 fue motivada en orden de replicar la hipótesis de Hunter. C omo e s bi en s abido e stos t rabajo tuvieron una gr an r epercusión pa ra e l curso de la disciplina. Por una parte Hunter encontró que a pesar de la existencia de elecciones competidas, en realidad el ejercicio del poder, es decir los proceso de toma de decisiones sobre las políticas públicas en todo momento se mantenía reservado a un grupo de líderes empresariales que incluso determinan la composición misma de la clase p olítica. Mi entras que en co ntraste D ahl propuso q ue l a d inámica p olítica e s más bien “pluralista” es decir que a pesar de los grupos de interés, y l a presencia de actores dominantes, éstos en realidad no están interesados todo el tiempo en cada uno de l os a suntos de l a a genda públ ica, y po r lo t anto l as políticas pú blicas s í s on disputadas t emáticamente, l o cu al h ace q ue el sistema p olítico p ermanezca p lural. ¿quién ga nó e ste de bate?, pue s b ien, a pe sar de que e n t érminos de e videncia l a 124 Merton, R obert (1 968) “T he M attew E ffect i n S cience” Science v. 1 59, n. 38 10. A AS. Cfr. Bourdieu, Pierre (2004) Science of Science and Reflexivity. University of Chicago Press. 125 Menciono e l pr estigio de e ste a utor p orque a a tención a s u pr opuesta por pa rte de s us c olegas responde a esta co ndición de r espetabilidad d el a utor, otras l ecturas discrepantes s obre l a política provenientes de l a a ntropología l a s ociología y e l e l m arxismo, s implemente n o fueron realmente debatidas por la ciencia política. 126 Domhoff, William. (1978). Who Really Rules? New Haven and Community Power Re-examined. New B runswick: T ransaction Bo oks; D ahl, Ro bert ( 1958) “ A c ritique o f t he r uling e lite model” American Political Science Review, v. 52, n. 2. APSA. 127 Dahl, Robert (1961) Who Governs: Democracy and Power in an American City. Yale University Press 53 disputa no fue en realidad resuelta, lo cierto es que como es bien sabido la noción de pluralismo e ventualmente s e c onvirtió e n e l re ferente fundamental p ara l as posteriores –y actuales- agendas de investigación centrales de la disciplina. Durante la década de los cincuenta y los sesenta el desarrollo de la disciplina parece resolver muchas de las disputas teóricas más que a través de contraposición de evidencias simplemente mediante el f omento y d esarrollo d e ci ertas v isiones, a l tiempo q ue ignora o tras. N o se v en d ebates importantes como f ue en e l caso d e la sociología, donde pue de not arse u na m ayor a pertura t eórica, donde autores c omo Parsons, Foucault, Bourdieu, Aaron, o Elster aunque señalando críticas agudas, no se limitaron a ig norar la s id eas re lacionadas p or e jemplo c on e l M arxismo, la antropología o cualquier otra fuente teórica. Esa dinámica es cl aramente diferente a l a ciencia política que desde la época del conductismo y hasta la actualidad simplemente ha evitado entrar en debates con visiones mixtas como el feminismo, y por supuesto con el marxismo y neomarxismo, a pesar de que actualmente los manuales caracterizan a la disciplina como altamente plural l o c ierto e s qu e e xiste de ntro de la misma una t endencia a m arginar institucionalmente n o só lo l as f uentes teóricas d iferentes al canon central d e l a disciplina, sino también los temas de investigación, esto ha pasado claramente con el estudio de temas como la estratificación social, los movimientos sociales o la noción de e structuras de pode r, s in i mportar que m uchos de e stos estudios c ompartan una visión empirista y de uso de t écnicas cuantitativas, r emitiendo l os t emas apuntados como p ertenecientes m ás b ien a l c ampo d e l a so ciología. E ste co mportamiento de definición de temas, objetivos y enfoques metodológicos aceptables o “mainstream” significa de hecho la constitución de un discurso hegemónico dentro de la disciplina, que a su vez fue replicado conforme la ciencia política estadounidense se “importaba” en otras latitudes. Curiosamente esta “selectividad” disciplinaria no fue un asunto que generara grandes debates en gran medida porque se dio como un pr oceso gradual y más bien tácito que por lo mismo casi no f ue registrado en los trabajos sobre la historia de la disciplina, pero lo cierto es q ue esto tuvo consecuencias institucionales importantes, esto ha salido a relucir en los estudios sobre el proceso de institucionalización de las ciencias s ociales e stadounidenses, s obre t odo e n t rabajos q ue ha n de mostrado los efectos d e l a i nfluencia d e o rganizaciones co legiadas, g ubernamentales y d e l as fundaciones p rivadas en el d esarrollo d e l as d isciplinas y su s agendas d e investigación. El primer gran paso de proceso de institucionalización de la disciplina fue l a c reación de l a A PSA e n 190 6 c on poc o más de mil a sociados fue un pa so fundamental para la legitimación y la capacidad de gestión de recurso de la hasta hace poco e specialidad del d erecho, pe ro t ambién s ignificó l a p osibilidad d e una vi sión central por encima de otras128. Tiempo después, otro actor que impactará el proceso de i nstitucionalización de l a di sciplina y s us de finiciones t eóricas, s on l as fundaciones, E mily H auptan por ejemplo ha doc umentado c ómo l a F undación Rockefeller tuvo un pa pel determinante en la definición de un concepto tan general 128 Gunnell, J ohn (2006) “ The F ounding o f t he American P olitical S cience A ssociation: D iscipline, Profession, Political Theory, and Politics” American Political Science Review, Vol. 100, No. 4. APSA 54 como el de “teoría política”129, experiencia que lleva a p reguntarse cuál fue el papel de muchas otras instituciones en la definición conceptual de la disciplina, y de hecho hasta donde han avanzado las investigaciones, al parecer las fundaciónes tuvieron un impacto general en todas las ciencias sociales. 130 Y al mismo tiempo la expansión del gobierno y pr esupuestos federales hará que como en casi todos los países la política científica alcance también –y condiciona- el desarrolla de la ciencia política131. 1.6 CONOCIMIENTO Y PODER: LA CIENCIA POLÍTICA EN EL ÁMBITO MILITAR Y LA GEOPOLÍTICA Si bien sacar a l a luz el impacto de valores y demás referentes políticos subyacentes en la in vestigación e s importante, el in volucramiento más v isible y d irecto d e la ciencia p olítica co n l a p olítica se en cuentra en su i nteracción co n l os asu ntos gubernamentales. L a ciencia p olítica h a e stado l igada al contexto bé lico estadounidense cas i d esde su s inicios, est o co mo h a si do señalado an tes h a d ejado abundantes c asos de i ntentos e xplícitos d e a plicabilidad de l a i nvestigación académica. Sin embargo el mayor impacto de la disciplina se dio más bien al revés, cuando de sde e l gobi erno s e i nvitó a l os pol itólogos a r ealizar i nvestigaciones, e n ciertos teas como el de comunicaciones de masas, en lo albores de la guerra o después estudios más delimitados sobre propaganda durante la guerra. Cabe destacar que esta situación es diferente al análisis del impacto social de una política pública, o de simple asesoría. La participación en proyectos militares o de “seg uridad n acional” so n asu ntos q ue n o p ueden ser d ebatidos en los cl austros académicos n i p ueden so metidos a a l e scrutinio públ ico de una po lítica públ ica regular. El objetivo de las operaciones que se co noces es ét icamente cuestionable y las operaciones suponen potencialmente la ruptura del derecho internacional, y de las garantías individuales de muchas personas, por ello los casos que han salido a la luz, han suscitado en su momento escándalos periodísticos. Hablamos pues de una ciencia política con valor instrumental como una herramienta de poder, una ciencia para los “arcana imperi”132. U no de l os poc os e studios d e es te tipos d e c asos es el r ealizó Mark Solovey, sobre el llamado “Proyecto Camelot”133. Ese t ipo de pa rticipaciones pue de s er di rectamente e n pr oyectos c omo e l arriba m encionado o b ien a t ravés d e u na ag enda q ue se t raslapa co n est rategias geopolíticas de l os e stados uni dos. Si bi en e n e l pr imer t ipo no que da duda de l os objetivos y l a c uestionabilidad d el pr oyecto. E n e l c aso de l as agendas de investigación/normativas aso ciadas co n v isiones g eopolíticas, el a sunto es m ás 129 Hauptmann, Emily ( 2006) “From O pposition t o Ac commodation: H ow R ockefeller F oundation Grants R edefined R elations between P olitical T heory an d S ocial S cience i n t he 1 950s” American Political Science Review, v. 100, n. 4. APSA 130 Hauptmann, Emily (2010) “The Development of Philanthropic Interest in the Scientific S tudy of Political Behavior” Rockefeller Archive Center Research Reports Online. 131 Solovey, Mark y H. Cravens (2003) Cold War Social Science. Palgrave. 132 Bobbio, Norberto (1998) Estado Gobierno y Sociedad. México: FCE 133 Solovey, Mark (2001) “Project Camelot and the 1960s Epistemological Revolution: Rethinking the Politics-Patronage-Social Science Nexus” Social Studies of Science, v. 31, no. 2 Sage. 55 complejo y no pue de afirmarse q ue e n t odos l os c asos l os pol itólogos hubi eran buscado q ue su s ideas se co nstituyeran en r espaldo d e las est rategias gubernamentales. L os c asos m ás co nocidos d e estas teorías q ue se asocian co n l as estrategias geopolíticas est adounidense so n l as ag endas del desarrollo pol ítico, l a modernización y las transiciones a la democracia134. Dicha dinámica tiene implicaciones sensibles para la definición de la ciencia política p orque m uestra l a cap acidad i deológico/normativa d e l a m isma, y a sea en conjunto c omo d e l os pol itólogos individualmente. C uando l a i dea d e di scurso científico se conjunta con los valores y preferencias políticas de los estudiosos o de terceros actores, se puede o bien cumplir la máxima misión de la disciplina; aportar valores políticos útiles para la sociedades, así como fundamentarse en la ciencia para poder hacerlos realidad, o por el contrario se puede caer en el mayor despropósito de la disciplina, hacer de la ciencia política una mascarada de prejuicios que va desde la selección p arcial e i rreflexiva d e valores como en el d esarrollo d e e strategias d e manipulación. 1.7 POLÍTICA Y EPISTEMOLOGÍA EN LA CIENCIA POLÍTICA Desde l a so ciología d e l a ci encia p uede d ecirse q ue en l a ci encia p olítica h ubo u n problema de incomensurabilidad durante el proceso de consolidación paradigmático del c onductismo, que po steriormente s e pe rpetuó y l legó a a lcances más pr ofundos cuando la epistemología, rebaso la mera diferencia de visiones y se volvió un asunto politizado h aciéndose p atente l a p resencia d e u n di scurso hegemónico de ntro de l a disciplina135 que ha permanecido desde entonces. Aunque, para ser justos hay que decir que si bien, hoy en día la crítica de los supuesto epistemológicos tanto de las ciencias sociales y naturales136, parece un tema relativamente c omún, a ntes de l a l lamada “ revolución K huniana” ni siquiera l as inquietudes de P opper a cerca de l e mpirismo l ógico i mpactaron r ealmente l a vi sión dominante en f ilosofía de la c iencia, t ampoco la propia sociología de la c iencia del momento, la llamada tradición “mertoniana” tuvo interés en atender el asunto, cuando 134 Paige, Glenn (1993) To Nonviolent Political Science. University of Hawai; Smith, Rogers (1997) “La q uéte am ericaine d ’une S cience p olitique d emocratique et s cientifique” P olitix n .40, n . 1 0. De Boeck Superieur; Vidal, Godofredo (2003) “Ideologia y ciencia política en lso Estados Unidos: origen y cl imax de la revolución conductista” Sociológica v. 18, n 53. México: UAM-Azcapotzalco; Vidal, Godofredo (2004) “La ciencia política estadounidense y la ideología de la modernización” Sociológica v. 19, n. 56. México: UAM-Azcapotzalco; Gans-Morse, Jordan (2004) “Searching for Transitologists: Contemporary Theories of Post-Communist Transitions and the Myth of a Dominant Paradigm” Post- Soviet Affaires v. 2 0, n.4. V .H. Winston & S on; J oignant, A lfredo ( 2005) “ La pol itique des ‘transitologues’: lutes politiques, enjeux théoriques et disputes intellectuelles au cours de la transition chilenne á l a democratie” Politique et Societes v. 24, n. 2-3. Societe Quebecois de Science Politique; Fung, Archon (2007) “Democratic Theory and Political Science: A Pragmatic Method of constructive Engagement” AJPS v. 101, n. 3. APSA; Torres-Ruiz y Paulo Ravecca (2014) “The Politics of Political Science a nd T oxic Democracies: A H emispheric P erspective” Crítica Contemporánea. Revista de Teoría Política v. 1, n. 4. Uruguay: Universidad de la República. 135 Khun, T homas ( 1962) The Structure of Scientific Revolutions. Ch icago: U niversity o f Ch icago Press. 136 Medina, Esteban (1989) Conocimiento y sociología de la ciencia. Madrid: CIS 56 merton e mpezó s us t rabajos e n e l c ampo e n 1937, de sde s us pr imeros a rticulos estableció q ue au nque l as r eferencias p unto d e p artida en aquel m omento er an l os trabajos de Mannheim y Scheler, sus discusiones sobre los determinantes sociales de la filosofía de la ciencia deberían ser evitados137. Cómo podría uno esperar que en ese clima intelectual hubiera autocríticas epistemológicas dentro de la ciencia política, ya era d e p or sí b astante co mplicado e l pr oceso de de slinde de la t radición institucionalista y su justificación frente a otras disciplinas que compartían el objeto de e studio. S in e mbargo a unque no hubo gr andes de bates, e l a sunto no pa só desapercibido para todos. En 1940, un excepcional trabajo de Benjamin Lippincot138 que es capaz de ver que h ay c iertos v alores i deológicos q ue af ectan l a ep istemología d e l a reciente disciplina, particularmente señala el caso del conservadurismo económico co mo un factor q ue subyace en m uchas d e l as i nvestigaciones, y que no obstante e s simplemente asumido tácitamente sin mayor discusión metodológica. El asunto no es de p oca i mportancia, p ues h asta a hora t ampoco d esde l a f ilosofía p olítica se h a discutido e l i mpacto d e l as tradiciones f ilosóficas y d e p ensamiento pol ítico e n l a construcción de la ciencia política a pesar de que se conoce bien se sabe bien que las bases epistemológicas de la f ilosofía pol ítica son un a sunto profundamente pol ítico, es decir basado en preferencias políticas139 y entrelazados con los contextos históricos en que surgieron De en tre l os au tores m ás co nocidos d e la d isciplina d estaca la crítica d e Gabriel A lmond que u n a rtículo de 1946 mediante un i nteligente a nálisis pr opone respuestas a las críticas que desde el marxismo se hacen sobre los sesgos ideológicos de l a ciencia en g eneral y esp ecialmente en l as ci encias sociales. E n l ugar d e descalificar o ignorar estas voces reconoce que efectivamente hay ciertos argumentos validos en dicha crítica, y más aún propone una opción para corregir el problema sin tener p or el lo q ue ad scribirse al m arxismo. L a r espuesta e s el egantemente si mple, manteniendo u na p ostura r ealista i dentificar l as f unciones so ciales u niversales: “Typologies provide principles of order, isolate differences in a systematic way, and open t he mind t o t he ki nd of disciplined speculation f rom w hich s ignificant hypotheses a re de rive”140 Posteriormente, e n s u f amoso a rtículo de 195 6 “Comparative Political Systems” Almond retoma y desarrolla esa noción, que tiempo se convertirá en la base de la política comparada conductista. La idea de que existen funciones s ociales uni versales c onstantes no e ra de l t odo nueva, c omo e l m ismo Almond r econoce e n s u a rtículo, sus r aíces provienen d e l a antropología, qu e lentamente había venido madurante en las décadas alrededor de las posguerras hasta 137 Merton, Robert (1937) “The Sociology of Knowledge” Isis, v. 27, n.3. The University of Chicago Press 138 Lippincott, Benjamin (1940) “The Bias of American Political Science” The Journal of Politics v. 2, n. 2. Southern Political Science Association. 139 White, M orton (1989) “ The p olitics of e pistemology” Ethics v. 1 00, n. 1 . The U niversity o f Chicago Press; Byers, Bruce (1997) The Political Origins of the “Behavioral Revolution” in Political Science. Tesis de doctorado en ciencia política. University of North Carolina-Chapell Hill 140 Almond, G abriel (1950) “Anthropology, P olitical Be havior a nd International Re lations” World Politics v. 2, n. 2. Cambrigde University Press. p.285 57 empezar a ser cap az d e i dentificar y a tender su s t radicional problema d e etnocentrismo gracias al uso de un enfoque comparado141. Parsons es o tro referente teórico primordial para Almond, principalmente por reconstruir la noción weberiana de “acción”, pieza clave para la construcción de un concepto universal que agrega y da sentido a las conductas colectivas. A pesar de l os p roblemas y debilidades que después se r elacionarían con el uso de l e structural f uncionalismo e n l a ci encia p olítica conductista, af irmar q ue l a disciplina debe aspirar a la universalidad cultural sin caer en el etnocentrismo es una lección que sesenta años después la ciencia política parece olvidar por momentos, ello se d ebe en buena medida por un l ado a que ha ha bido una i mportante a usencia de autocrítica epistemológica en los manuales más conocidos y citados en la disciplina, y por o tro a q ue l os pocos ar tículos que esporádicamente se p roducen sobre el t ema, generalmente no encuentran resonancia ni generan debates importantes, simplemente pasan de largo. Solo como muestra del tipo de análisis a los me refiero baste referir algunos ar tículos q ue i ncursionan en el an álisis d e l as b ases ep istemológicas d e l a disciplina: dos uno d e l os p rimeros t rabajos q ue h abla d e v isiones p olíticas subyacentes e n l a i nvestigación142; u n ar tículo q ue h ace u na crítica ep istemológico del c oncepto de pa rticipación pol ítica143; u n en sayo q ue señ ala l a f alta d e an álisis conceptual al que h a s ido obj eto l a noc ión de a cción política144;; y f inalmente la entrada sobre epistemología de la ciencia política en el reciente Oxford Handbook of Political Science de 2008145. Albert L epawsky, a utor de l pr imer a rtículo, e s un c olega contemporáneo de Merriam que puede considerarse parte de los fundadores del movimiento conductista, Su artículo realizado a avanzada edad data de mediados de los sesenta y por ello tiene la cu alidad adicional d e p rovenir d e al guien q ue v io l a t rayectoria completa d el conductismo desde sus inicios hasta el comienzo de su debacle. El argumento central del trabajo es una crítica a la omisión de la disciplina en el examen del impacto de los fundamentos filosóficos políticos en la investigación que realiza: As a s tudy of t he m ethods a nd or ganization of know ledge, t he epistemology o f p olitical sci entists i s d ecisive. I n f act, f rom t he sh eer disciplinary poi nt of vi ew, t he e pistemology of pol itics i s m ore important than the politics of epistemology. But epistemology has been the pr eserve of phi losophers r ather than p olitical s cientists, a nd philosophers a re reluctant t o t est e pistemology, e specially pol itical 141 Almond, G abriel ( 1956) “ Comparative P olitical S ystems” The Journal of Politics v. 1 8, n. 3 . Cambridge University Press. 142 Lepawsky, Albert (1964) “The Politics of Epistemology”. The Western Political Quartely, v. 17, n. 3. 143 Schwartz Joel (1984) “Participation and Multisubjective Understanding: An Interpretivist Approach to the Study of Political Participation”. The Journal of Politics, v. 46, n.4. Cambridge University Press. 144 Gunnell, John (1979) “Political Science and the Theory of Action: Prolegomena” Political Theory v. 7, n. 1. Sage Publications 145 Bevir, Ma rk ( 2008) “ Meta-Methodology: Cl eraring t he Bu sh” Oxford Handbook of Political Methodology. Oxford University Press 58 epistemology, by e ither t he t ransience of pol itics or t he more r igorous criteria of political science146 Por e l valor de este t rabajo surge la inquietud ¿porqué este brillante artículo no f ue publicado e n u na d e l as r evistas ce ntrales d e l a d isciplina c omo l a A PSR Jo P o l a AJPS? O ¿porqué no ha y c itas de l m ismo e n l os manuales ge nerales y l ibros de metodología? Pues bien no es el único caso, lo mismo ha ocurrido con el artículo de Thomas Green, que analiza los problemas de la noción de objetividad legada por el conductismo147. P or su pa rte el s egundo a rtículo, he cho po r Joel S wartz t iene u n estilo m ás didáctico y ameno, pe ro no por e llo m enos pr ofundo; a naliza c ómo e l concepto de pa rticipación pol ítica f ue c onstruido s obre la ba se de concepciones específicas de la sociedad y de la política y ello tiene importantes impactos cuando se utiliza e l c oncepto, t anto e n i nvestigaciones formales c omo i ncluso e n l a vi da cotidiana. Se trata de un problema que tiene implicaciones no sólo cuando se buscan realizar estudios comparados, para este autor hay una cosmología completa detrás de todos nuestros conceptos analíticos e incluso detrás de nuestra idea misma de ciencia. Es interesante l a m anera en l a q ue u n t rabajo q ue ap arentemente v ersa so bre e l análisis de un concepto simple, llega a un análisis teórico de gran profundidad. Por s u pa rte J ohn G unnell, un a utor m uy r espetado e n l a di sciplina, s e h a interesado en el examen de las raíces filosóficas de la ciencia política contemporánea, como el liberalismo148 y la democracia149, con esos antecedentes de trasfondo hace en el artículo ya citado una crítica al uso de la noción de “acción política”, dentro de la ciencia política asumiendo un significado obvio, señala pues que hay una carencia de fundamentación y a nálisis de l l as ba ses e pistemológicas y ont ológicas de di cha categoría conceptual básica. Este cuestionamiento junto con el de Swartz interesado en co nceptos b ásicos y d e u so f recuente se a semeja mucho a l os argumentos d e Bloor150 sobre l as b ases s ociales d e l a co nstitución d e l os c onceptos m atemáticos modernos, trabajo que como se sabe detonó el movimiento post-khuniano en filosofía de l a ciencia y el p rograma fuerte en sociología de la c iencia. Lo más relevante de estos estudios es q ue muestran u na si tuación que si gue si endo u na realidad en la ciencia po lítica, l a existencia de f undamentos f ilosóficos i deológicos y epistemológicos en los conceptos que fundamentan la investigación, por supuesto esta es una realidad que no distingue de técnicas de recolección de datos, en todo caso es más posible que los enfoques que prefieren dar primacía a una so la g ran t eoría y /o técnicas como es el obvio caso de l a ci encia política más cuantitativa basada en l a teoría d e l a elección r acional i ncurra en mayor m edida en e l p roblema d e o misión analítica señalado. 146 Op. cit., p. 12 147 Green, T homas ( 1970) “Values a nd the Methodology of Political S cience” Canadian Journal of Political Science v.3, n. 2. CPSA 148 Gunnell John (1993) The Descent of Political Theory. The University of Chicago Press 149 Gunnel J ohn ( 2004) Imagining the American Polity: Political Science and the Discourse of Democracy. Penn State University 150 Bloor, David (1998) [1976] Conocimiento e imaginario social. México: GEDISA. 59 Finalmente v ale la p ena d etenerse en el a rtículo d e Mar k B evir, d estacando además de s u a rgumento s u pa pel nove doso en dos a spectos, por un l ado e s la primera vez que desde la ciencia política se discuten el problema de la filosofía de la ciencia d e la d isciplina abiertamente, y có mo l os en foques act uales m ás r elevantes reflejan esta base epistemológica, lo cual les da herramientas analíticas pero también limitaciones i mportantes. Y por ot ra pa rte, e ste a rtículo e s i nédito e n c uanto s er l a primera vez que un análisis de este tema es publicado en una gran obra de referencia, como es l a co lección d e m anuales d e O xford. E stos g randes p royectos e ditoriales iniciados c on e l m anual de 1976, s e c onvierten c on e l t iempo e n r eferentes c asi consensuales, de l c orpus que de fine a l a di sciplina, y l os t rabajos que i ncluyen alcanzan una amplia “resonancia”151 y con e llo relevancia, por e llo que se incluya finalmente en uno de estos grandes manuales el tema del análisis crítica de las bases epistemológicas d e l a disciplinas abre l a p uerta p ara u na p otencial ag enda d e investigación pendiente hace mucho tiempo. 1.8 EL ETERNO LLAMADO A LA RELEVANCIA La ciencia política se ha preguntado sobre el reto de la relevancia y aplicabilidad del conocimiento por igual cuando se propuso la separación de estudio del “gobierno en acción” y de l a pol ítica p artidista, c omo c uando M erriam a bogaba por l a “cientificación” d el e studio de l o pol ítico. P aradójicamente e l é xito de a mbos programas si gnificó u n descarrilamiento d el p roceso d e d esarrollo d e las c iencias políticas institucionalistas precedentes. El reporte de la APSA sobre la usabilidad de la disciplina durante la segunda mundial, muestra una ciencia política ambigua, perdida en medio de otras disciplinas, que por cierto en el ámbito conductista como organizacional le remontan ventaja. Las críticas en este sentido son abundantes, pueden clasificarse en t res grupos: aquellos trabajos q ue se q uejan d el ca rácter e scolasticista y p oca p reocupación p or l a relevancia práctica de la investigación152; aquellos que específicamente hablan de la 151 Gerring, J ohn ( 1999) “ What Ma kes a C oncept Good? A C riterial Framework f or U nderstanding Concept Formation in Social Sciences”. Polity v. 31, n. 3. 152 El IV congreso de IPSA realizado en 1958, en l a c iudad de Roma tuvo como uno de sus t emas centrales l a relación e ntre t eoría y l a practica en ci encia p olítica, c omo resultado algunas de e sas ponencias se publicaron como artículos incluso traducidos al español Bernard, Stephane (1959) “Las relaciones e ntre t eoría y práctica en ci encia l a p olítica” Revista Estudios Políticos n. 1 07. M adrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales; Pollok, James (1959) “La c iencia política en l a e ra nuclear” Revista Estudios Políticos n. 105. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. También de ese año: Rice, Ross (1959) “Professors in Politics: a H alf Century of Participation” The Western Political Quarterly v. 12, n.2. Western Political Science Association. Posteriormente, en 1968 hay dos ensayos que critican el alejamiento de la disciplina con el mundo cotidiano. Desde Canadá se habla de l a e scolasticismo, y M orlan habla de l a lejamiento de l a disciplina c on l os problemas cotidianos. Feaver, George (1968) “ Contemporary P olitical T hought a nd t he American S cience of Politics” Canadian Journal of Political Science v. 1, n.3. CPSA; Morlan, Robert (1968) “The Political Scientist and Popular Fallacies” The Western Political Quarterly v. 21, n.3. Western Political Science Association. En l os setentas l laman l a atención dos ensayos de a utores co n as cendente m oral particularmente r econocido: Blondel, J ean (1975) “P lea for P roblem-Oriented Re search i n P olitical Science” Political Studies v. 23, n . 2-3. Political S tudies Association. Y en 1975 hay un estupendo 60 tarea p endiente d e l a disciplina respecto a l p roblema d e l a d esigualdad so cial, económica y política153; y finalmente aquellos que ven el problema de la relevancia de l a di sciplina como un pr oblema de mayor profundidad, del sentido mismo de l a existencia d e u na ci encia p olítica, d e l a m isión su stantiva d e l a d isciplina, d esde Lasswell en l os cincuenta, y h asta ahora154 en pl eno s iglo X XI pode mos e ncontrar llamados no muy difrentes a éste: Aristotle’s notion o f p olitics a s “ the a rt o f w hat is p ossible” c ertainly requires a c arefully ha ndle of s pecialized know ledge, bu t that doe sn’t mean w e n eed t o cr eate seg mented p olicy sc iences, t he su bject o f political s cience i n r egard of gov ernment i s de cision m aking-values oriented, analyzing and providing personal or collective advice to society on which is the most desirable goal while the way and about the way it ensayo d e L eon D ion s obre l a t ension e ntre el s tatus p rotegido de l a p ractica acad emica y l a preocupación de la discplina por l a vi da p ublica, l o peor e s pa ra Di on afirmar que l a i nvestigación supone cierto distanciamiento respecto a los debates del momento. Otros t rabajos r ecientes, ( curiosamente bu ena pa rte de ellos pr ovenientes de p olitólogos i ngleses) coinciden en c uanto a a dvertir l os r iesgos de l e scolasticismo e n l a di sciplina s on: B oyne, George (1985) “Theory, Methodology and Results in Political Science – The Case of Output Studies” British Journal of Political Science v. 15, n. 4. Cambridge University Press; Barrer, Rodney (2000) “Hooks and Hands, Interest and Enemies: Political Thinking as Political Action” Political Studies v. 48, n. 1. Political S tudies A ssociation; P utnam, H illary ( 2003) “ The P ublic Ro le o f P olitical Science” PS: Political Science and Politics v. 1, n.2. APSA; Donovan, Claire y Phil Larkin (2006) “The Problem of Political S cience an d practical p roblems” Politics v. 2 6, n . 1 . P olitical S tudies Association; J acobs, Lawrence y Theda S kocpol ( 2006) “ Restoring t he T radition of R igor a nd R elevance t o P olitical Science” PS: Political Science and Politics v. 39, n.1. APSA; Retomozo, Martín (2009) “La ciencia política contemporánea: ¿constricción de la ciencia y aniquilamiento de lo político?” Andamios v. 6, n.11. México: UACM; Mead, Lawrence (2010) “Scholasticism in Political Science” Perspectives on Politics v. 8. n. 2. Cambridge U niversity Press; Stoker, Gerry (2010) “Blockages o n the r oad t o relevance: why has political science failed?” European Political Science v. 9, n. 1. ECPS; Trent, John (2012) “Should Political Science Be More Relevant?” European Political Science v. 10, n.1. ECPS; Jon, Peter ( 2013) “ Political S cience, I mpact an d E vidence” Political Studies Review v.11, n . 2. Political Studies Association; Stoker, Gerry (2013) “Designing Politics: A Neglected Justification for Political Science” Political Studies Review v. 11, n.2. Political Studies Association; Villumsen, Trine y Christian B ueger (2013) “ Practical Re flexivity a nd P olitical S cience” PS: Political Science and Politics v. 4 6, n. 1 . A PSA; Atkinson, M ichael ( 2013) “ Policy, P olitics a nd Political S cience” The Canadian Political Science Association Presidential Adreess 2010. Cambridge University Press 153 Nohlen, Dieter (1985) “Ciencia comprometida? Las ciencias políticas frente al subdesarrollo” Inti: revista de literatura hispánica n. 2. Providence C ollage D igital C ommons; Ha cker, J acob ( 2006) Inequality, American Democracy and American Political Science: the Need for Cumulative Research” PS: Political Science and Politics v. 39 , n. 1. A PSA; Tolleson-Rinehart, S ue ( 2008) A Co llision of Noble Goals” PS: Political Science and Politics v. 41, n. 3. APSA. Por otra parte cabe mencionar que también t ambién s iguen ha biendo opiniones c ontrarias a la or ientación práctica de l a disciplina. En 2006 R obert Weissenberg c ritíca e l r eporte s obre d esigualdad política r ealizado p or una c omisión encargada de la APSA, acusando dicha labor de: “politizada psudociencia”. 154 Lasswell (1956) al proponer la orientación hacia las políticas refiere la responsabilidad de la ciencia política como ciencia del control de las capacidades humanas y de las decisiones sobre que hacer con las mismas; y e n e sos m ismos a ños J ames K . Pollok (1959) t ambién hi zo un l lamado a l a vi sión integradora que debe ser la mision de la ciencia política. Más recientemente Dryzeck (1998) habla de la necesidad de conciliar la vocación normativa de la discilina con la investigación epírica rigurosa. 61 may be achieved trough the most desirable mean, is a truly hard task, but perhaps this in trinsic difficulty is the core distinctive characteristic of a so, called political science155 1.9 CIENCIA POLÍTICA Y POLÍTICAS PÚBLICAS: BREVE REVISIÓN DEL EL DEBATE EN LA DISCIPLINA Desde sus inicios la ciencia política se ha preocupado por reflexionar sobre cuál es su sentido o misión social, pero más allá de eso específicamente se ha cuestionado sobre cómo superar el reto de la relevancia y aplicabilidad del conocimiento que produce. Ese asunto con frecuencia ha salido a r elucir en momentos de cambios disciplinares significativos c omo c uando e n s e d io s u s eparación c on la administración públ ica, bajo la lógica de distinguir entre el estudio del “gobierno en acción” y el estudio de la política p artidista, i niciativa so bre l a q ue v ale decir h ubo voces a f avor en am bos lados de la división. De ig ual m anera, s ucedió c uando a p artir d e la tr adición in stitucionalista e histórica s urgió e l c onductismo i mpulsado por M erriam y s u c ruzada por la “cientificación” del estudio de lo político. Los intereses de aquel nuevo conductismo es en r ealidad u na d e l as cu sas p rincipales d e que se d esarrollara u na v isión d e la disciplina q ue al co nsideraba ci encia “b ásica”, es d ecir co mo o rientada a l a investigación antes que a la aplicación directa del misma. Paradójicamente e l éx ito d e am bos p rocesos s ignificó u n descarrilamiento d el proceso de desarrollo de las ciencias políticas institucionalistas precedentes. Para e l tiempo de la segunda guerra mundial un reporte de la APSA sobre la usabilidad de la disciplina, muestra y a una ci encia política ambigua y d iluida r especto a su sen tido práctico, i ncluso co mparativamente en el ámbito co nductista l a psicología y l os estudios o rganizacionales l e r emontaban v entaja. L as cr íticas en ese sentido so n abundantes y pueden clasificarse en tres grupos: aquellos trabajos que se quejan de la aun i mportante t ara po sitivista de la di sciplina y de l a po ca pr eocupación por la relevancia práctica de la investigación156; aquellos que específicamente hablan de la 155 Almond, Gabriel (1946) “Political scientists and e thics” American Political Science Review v.40, n.2. APSA. 156 Feaver, G eorge ( 1968) “C ontemporary P olitical T hought an d t he American S cience of P olitics”. Canadian Journal of Political Science v.1, n.3. CPSA; Morlan, Robert (1968) “The Political Scientist and Popular Political Fallacies”. The Western Political Quarterly v.21, n .3. The University of Utah; Blondel, Jean (1974) “Plea for Problem-Oriented Research in Political Science”. Political Studies v.23, n. 2 -3. L ondon: P olitical S tudies Association; D ion, L eon (1975) “ Politique e t S cience P olitique”. Canadian Journal of Political Science v.8, n.3. CPSA; Boyne, George (1985) “Theory, Mathodology and Results in Political Science – The Case of Output S tudies”. British Journal of Political Science v.15, n .4. C ambridge U niversity P ress; Lupia, A rthur (2 000) “ Evaluating P olitical Re search: Information fo r B uyers a nd Sellers”. PS: Political Science and Politics v.33, n .1. AP SA; Barker, Rodney ( 2000) “ Hooks a nd H ands, I nterest a nd Enemies: P olitical T hinking a s P olitical A ction”. Political Studies v.48, n. 2. Bl ackwell; J ervis, Ro bert ( 2002) “ Politics, P olitical S cience a nd Specialization”. PS: Political Science and Politics v. 3 5, n . 2. A PSA; M eilleur, M aurice ( 2004) Political Science as Painkiller. Tesis de doctorado, Universidad de Indiana; Donovan C laire (2006) “The P roblem o f P olitical Science an d P ractical P olitics”. Politics v. 26, n.1. B lackwell; J acobs, Lawrence y Theda S cokpol ( 2006) “ Restoring t he T radition of Ri gor a nd Re levance t o P olitical 62 tarea pendiente de la disciplina respecto al desarrollo y el problema de la desigualdad social, económica y política157; y aquellos que ven el problema de la relevancia de la disciplina c omo un pr oblema de mayor pr ofundidad, de l s entido m ismo de l a existencia de una “ciencia política”158. Fue co mo r espuesta a esa d esarticulación d e u na c iencia p olítica q ue paradójicamente pa recía ha ber de jado de l ado e l vi ejo t ema de l gobi erno y de l proceso de toma de decisiones que Lasswell en 1951, va a iniciar e l movimiento – ahora p rácticamente d isciplina au tónoma- de l as p olíticas p úblicas159. Q ue l a investigación se o riente h acia l as políticas p úblicas si gnifica d esarrollar d esde l a ciencia política una renovada propuesta para un científico, informado y de mocrático proceso de toma de decisiones de los gobiernos. En su ensayo Lasswell argumenta que l a c iencia p olítica d ebería se r capaz d e en frentar los p roblemas d e la so ciedad proveyendo de expertos c alificados que ayuden al gob ierno y l a sociedad a t omar decisiones más sabias160. Pero los problemas para hacer realidad esta idea aparecieron desde la lectura del artículo mismo; la idea de una ciencia política “policy oriented” Science”. PS: Political Science and Politics v. 39, n.1. APSA; Retomozo, Martin (2009) “La ciencia política contemporánea: ¿constricción de la ciencia y aniquilamiento de lo politico?” Andamios v. 6, n.11. México: UACM; Mead, Lawrence (2009) “Scholasticism in Political Science”. Perspectives on Politics v. 8, n . 2. APSA; S tocker, Gerry ( 2010) “ Blockages o n t he road t o relevance: Why ha s Political Science Failed to Deliver?” European Political Science v. 9, n. especial. Palgrave; Trent, John (2012) “Should Political Science be More Relevant?” European Political Science v. 10, n. 2. Palgrave; John, P eter ( 2013) “P olitical S cience, I mpact an d E vidence”. Political Studies Review v.11, n .2. Political Studies Association; Stocker, Gerry (2013) “Designing Politics: A Neglected Justification for Political S cience”. Political Studies Review v.11, n. 2 . P olitical S tudies A ssociation; Ro gowsky, Ronald (2013) “Shooting (or Ignoring) the Messenger”. Political Studies Review v. 11, n. 2. Political Studies Association. 157 Por ejemplo los que ha blan de l compromiso –olvidado- de l a disciplina c on l a a genda de l desarrollo: Nohlen Dieter (1985) “¿Ciencia comprometida? Las ciencias políticas frente al subdesarrollo”. Inti: Revista de literatura hispánica. n. 2 2. The U niversity o f Co nneticut; P utnam Robert ( 2003) “ The P ublic Role of P olitical S cience”. Perspectivas on Politics, v . 1 , n.2. A PSA; Jacker, J acob, ( 2006) “ Inequality, A merican Democracy an d A merican P olitical S cience”. PS: Political Science and Politics v, 39, n. 1. APSA; Tolleson-Rinehart, Sue (2008) “A Collision of Noble Goals: P roctecting Human S ubjects, Improving Health C are an d a R esearch Agenda f or P olitical Science”. PS: Political Science and Politics. v. 41, n.3. APSA; Y en un sentido similar cabe mencionar el tono auto-crítico de los trabajos más tardíos de Dahl y Duverger. 158 Almond, Gabriel (1946) “Politics, Science and Ethics”. The American Political Science Review v. 40, n. 2. APSA; Lasswell, Harold (1957) “The Normative Impact of Behavioral Sciences”. Ethics v.67 n.3. The University of Chicago Press; Pollock, James (1959) “La ciencia política en la era nuclear”. Revista de Estudios Políticos n.105. Madrid: CEPC; Dryzek, John (1998) “The Good Society Versus the S tate: F reedom a nd Necessity i n P olitical I nnovation”. The Journal of Politics v. 54, n. 2. T he University o f Texas P ress; Smith R ogers ( 2002) “S hould We M ake Political S cience M ore of a Science or More About Politics?”. PS: Political Sience and Politics v. 35, n. 2. APSA. 159 Aunque hay que aclarar que la atención hacia las “políticas públicas” como sinónimo de estudio de la acción de gobierno, antecede el famoso texto “inaugural” de Lasswell de 1951, ello no obstante no quita que por su resonancia fuera el artículo de Lasswell lo que detonara el movimiento. Ejemplo de obras a nteriores s on: F riedrich, Ca rl ( 1940) “Public P olicy a nd t he N ature of Administrative Responsibility” en Friedrich, Carl y Edward Mason (ed) Public Policy: A Yearbook of the Graduate School of Public Administration. Cambridge: Harvard University Press. 160 Lasswell, Harold. (1951) “The Policy Orientation” en The Policy Sciences: Recent Developments in Scope and Method. Stanford University Press. 63 resultaba v aga, l o cu al dio p ié a q ue se f ueran de sarrollando di ferentes e nfoques primero en la comunidad de la disciplina y después en la naciente subdisciplina de las políticas públicas, hasta que con el tiempo, terminaran estableciéndose en las políticas públicas dos enfoques principales, uno relacionado con el “conocimiento en” y o tro con “el conocimiento de”. De manera similar a lo que ocurrió con la separación entre política y administración al formarse la subdisciplina de la administración pública, las políticas públicas se dividieron entre por una parte el y estudio teórico del proceso la acumulación de conocimiento proveniente de los estudios de casos o de experiencias de políticas, y por otra el mundo del análisis, es decir de a formación de expertos en el uso de técnicas aplicadas para toma de decisiones de mayor eficiencia económica. Ante dicha situación pareciera ser una tendencia natural en las ciencias sociales la existencia de un ciclo de especialización segmentada tácita o expresa de las labores de investigación de aq uellas de práctica profesional, seguida por la crítica sobre e l empobrecimiento que eventualmente sufren ambos segmentos, misma que conlleva a una eventual búsqueda de equilibrio e interconexión entre ambos. En ese sentido las ciencias n aturales ap licadas ser ían ej emplo de dicho e stado de e quilibrio e n e l qu e conviven por ejemplo en la investigación de ingeniería de materiales o en la biología molecular; l a vi sión de un c ampo di sciplinar uni ficado c on una e specialización parcial en tre l a investigación p ura y ap licada, espacios qu e no obs tante no pue den permitirse interrumpir la i nterconexión, so p ena d e at rofia d e su s capacidades heurísticas y de i nnovación t ecnológica. I ncluso de n e l c aso de “ profesiones” interdisciplinares c omo la a rquitectura, l a a dministración d e e mpresas, y l a psicología; la separación entre las fuentes de conocimientos de frontera y la expertise de l os p racticantes p rofesionales n ecesitan r etroalimentarse co nstantemente, a t al grado que el e studio de l as c arreras un iversitarias, e n pr incipio no di viden s u orientación entre teórica y aplicada. Por lo tanto, en el caso de las ciencias sociales y particularmente d e la c iencia p olítica e l p roblema c entral que h a o riginado tantas “mesas separadas” es en p rimer l ugar l a d ivisión en tre ser político y ser politólogo como referente profesional ex ante; y en segundo lugar que la natural especialización de l os enfoques y esp ecialidades d e i nvestigación q ue d a p aso a l a creación d e departamentos, y p rogramas d e f ormación acad émica t iende a so lidificarse en demasía161, l as p olíticas públicas so n en tonces otro ej emplo d e có mo aspectos de política académica repercuten en distinciones que tendrían que estar inspiradas en el progreso científico. La separación entre la ciencia política y las políticas públicas es u n asunto que no pa rece h aber pr eocupado de masiado a la di sciplina, da do que m ás a llá de l os recurrentes ensayos so bre l as i deas y /o el legado i ntelectual d e L asswell, n o se encuentran críticas al ascenso de este enfoque, los temores aparecen más bien hasta los a ños setenta, cu ando ap arecen los p rimeros l ibros y a rtículos so bre l a r elación “ciencia pol ítica y pol íticas públ icas” que da n c uenta de e l ve rtiginoso pr oceso de crecimiento e institucionalización de la sub-disciplina, y de que dentro de la misma el análisis de políticas públicas se h abía convertido en un análisis económico de costo- beneficio. E sta si tuación co nverge co n d os p roblemas su byacentes en l a ci encia 161 Almond, Gabriel op. cit. 64 política. En primer lugar e l proceso de debacle del movimiento conductista y de su agenda d el d esarrollo p olítico q ue se est aba co nvirtiéndose en l a t eoría d e la modernización, la cual sería una agenda más bien interdisciplinaria que incluyó a los sociólogos y a economistas entre otros. Y en segundo lugar el reemplazo que había cobrado la teoría de la elección racional como enfoque central de la disciplina y con esta e l es tablecimiento d el u so d e t écnicas d e an álisis e conométrico, co mo t ácito nuevo sí mbolo d e ci entificidad. ¿ La ci encia p olítica es entonces u na eco nomía política especializada en análisis cuantitativo de t emas electorales y de p rocesos de democratización basados en una lógica económica del tenor del t rabajo de Anthony Downs162? Esos primeros trabajos sobre la relación entre ciencia política y políticas públicas ven un modelo de politólogo contribuyendo con el análisis costo beneficio y de m aximización de los pr oyectos gube rnamentales, l os libros de R anney –con reservas- , Mitchell & Mitchell and Sharkansky163 así lo muestran. Un comentarista de est as o bras cel ebra q ue l os l ibros t raten de d ar r epuestas an te problema d e aplicabilidad d e l a ci encia p olítica, si n embargo r eprocha a l a d isciplina el h aberse quedado r ezagada y a tribuye e sta debilidad a l de sarrollo excesivo de una vi sión escolasticista en la disciplina: Modern pol itical analysis i s bu ilt in part upon the positivistic d istinction between statements of fact and value. To the extent that political analysts are p olitical scientists, many w ill re main re luctant to d erive p olicy prescriptions from the discoveries of their research and will be content to contribute to the growing body of (contingent, which is another reason for their reticence) sentences which explain political relationships and predict their f uture c onfigurations. T o t his gr oup of political s cientists, pol icy nostrums ar e m atters f or ci tizens, ad ministrators an d p oliticians an d political s cientists qua citizens, b ut n ever f or p olitical s cientists qua political s cientists. P articipation in p olicy a ffairs m ay b e a d esirable activity for the man of civic virtue or personal rectitude but is, i t is said, foreign to the serious enterprise of science as such”164. Y efectivamente los libros más que atender el problema son prueba de la gravedad del mismo, por ejemplo de acuerdo con Wade, uno de los meritos del libro de Mitchell es que –a pesar de t odo- logra incluir a lgunos elementos a cerca d e l a ét ica en l as políticas p úblicas y so bre l a n ecesidad d e est udiar e l p roblema d e l as n ecesidades individuales. Cabe aclarar que no o bstante que el l ibro por momentos pareciera que debería m ás b ien titularse m anual d e an álisis ec onómico d el g asto en p rogramas y proyectos, es no por ello de poca calidad o mérito, los autores presentan un verdadero 162 Downs, Anthony (1957) An Economic Theory of Democracy. New York: Harper & Bros. 163 Mitchell, J oyce a nd William M itchell ( 1969) (e d) Political Science and Public Policy. Ch icago: Rand M cNally; S harkansky, I ra ( 1970) Policy Analysis in Political Science. C hicago: M arkham Publishing Company; y Ranney Austin (1968) Political Science and Public Policy. Chicago: Markham Publishing. 164 Wade, L .L. ( 1970) “Political S cience an d P ublic P olicy, a R eview E ssay”. Policy Sciences n. 2. Amsterdam: Elsevier Publishing Company. 65 manual que c ubre una amplio r ango de t emas no s ólo respecto a pol íticas públ icas concretas sino sobre administración pública y gobierno. El libro coordinado por Ranney es más descriptivo, compila varios trabajos que examinan t emáticas y caso s d e p olíticas p úblicas. E l más interesante es el en sayo introductorio en el que el propio Ranney señala que la ciencia política del momento está perdiendo contacto con el tema del proceso de toma de decisiones. Por su parte Wildavsky, al igual que Mitchell, entiende el análisis de políticas públicas como un proceso de toma de decisiones basada en cálculos económicos y administrativos. Si bien es cierto que estos y otros autores en otras obras, posteriormente analizarían las políticas p úblicas d esde u na p erspectiva m ás i ntegral, l os t res libros b revemente examinados son útiles para mostrarse como ejemplos de como la ciencia política a l consolidarse l a su bdisciplina, en contraba p oco esp acio p ara r e-vincularse con l a corriente aplicada de las políticas públicas. Y de hecho como ha sido tendencia en las ciencias sociales, l a evolución de las políticas pública ha mostrado una continuidad importante en el l a n oción d el análisis ap licado d e p olíticas respecto a l a preeminencia d el an álisis eco nómico co mo b ase d e l a t oma d e d ecisiones, l os manuales y libros de referencia actuales, dejan constancia de esta visión165, cosa que valga decir es para muchos una cualidad que da unidad y prestigio a la subdisciplina, por e jemplo P aul S abatier, que no obs tante s er uno de l os a utores qu e más s e ha ocupado del estudio amplio del proceso de políticas, en un ensayo en el que examina seis aspectos en los cuales la ciencia política interactúa con las políticas públicas nota también que es precisamente el “diseño de políticas”, es decir teorizando y sugiriendo tipos de i nstrumentos a nalíticos y de pr oceso pa ra m ejorar e l é xito de l as pol íticas públicas, e s e l t ipo de trabajo de sde e l c ual los pol itólogos ha n pa rticipado t enido mayores l ogros en el ca mpo d e l as p olíticas p úblicas , a p esar d e l as importantes debilidades que en general para este autor aún en ese momento tenía el campo166. Además d e est e én fasis en el an álisis eco nómico en l a n oción d e p olíticas públicas ap licadas e l en foque t iene otro aspecto q ue l e al eja de l os t emas cl ásicos institucionalistas y conductistas de la ciencia política; impresiones en la definición del carácter público de las políticas pública. La noción de políticas públicas con el paso del t iempo ha l legado a c oncebirse c omo a suntos r elacionados c on c ontiendas públicas qu e s uponen l a pr esencia de gr upos d e pr esión, movilizaciones s ociales o polémicas públicas, consecuentemente una visión de políticas públicas así entendida puede llegara desestimar de facto que el papel del gobierno como actor central en la dirección de los asuntos públicos es el referente punto de partida, tanto de la política como de las políticas públicas, el análisis de políticas públicas, al tiempo que da un especial importancia al papel de la ciudadanía y al derecho de esta a p articipar en la agenda pública, debe ser entendido como una labor que gira en torno al estudio de la acción gubernamental. Esta postura que enfatiza el interés que las políticas públicas debe t ener en e l gobi erno, por ser m ucho más que ot ro actor, ha s ido una vo z minoritaria, uno de l os pr imeros autores que a dvirtieron s obre e l r iesgo de la 165 Parsons, Wayne (1996) op cit. 166 Sabatier, Paul (1991) “Political Science and Public Policy”. PS: Political Science and Politics v.24, n. 2. APSA. 66 preponderancia d el análisis eco nómico en l os pr ocesos de t oma de de cisiones gubernamentales fue Yehezkel Dror, fue de los pocos dentro de las políticas pública que insistió en la necesidad de no perder de vista la naturaleza política en el análisis de políticas publicas ni –posteriormente- en los intentos de reforma gubernamentales, para este autor ser analista de políticas significa poner atención más b ien a asu ntos como: […] problems o f p olitical f easibility, re cruitment o f s upport, accommodations of c ontradicting go als, a nd r ecognition of di versity o f values. E specially important are de velopment of t heories a nd construction of models which do full justice to the special characteristics of pol itics and pol itical be havior and do not try t o f orce t hem i nto a procrustean bed of economic terminology and theory167. En ese mismo sentido, Douglas Ashford público en 1977 un interesante articulo en el que critica las implicación de que las políticas públicas den preeminencia al análisis económico, señalando que la idea de políticas públicas se refiere más bien cómo “the state organizes i tself for at tack new problems in society”168. La idea de una ciencia política q ue se r elaciona co n l as p olíticas p úblicas es u n asu nto p olitizado en sí mismo, supone una decisión interna sobre la naturaleza y alcances de la disciplina y sobre la clase de posición que la disciplina debería asumir ante los retos del mundo actual. E sto si gnificaría q ue el su puesto car ácter o bjetivo de l a ci encia p olítica s e viene a bajo r evelando el i nherente pa pel d e l a di sciplina c omo un a ctor p olítico, hecho que cambiaría e l di námica de i nteracción c on l a vida públ ica que c iencia política ha tenido, del momento del ascenso del conductismo a la fecha. Cuando se logra v er y se acep ta l a n aturaleza n ormativa d e l os p resupuestos f ilosóficos y metodológicos d e l as ci encias so ciales, p articularmente d e l a ci encia p olítica, y asimismo se en tiende que el núcleo de las disputas de políticas públicas no es sobre presupuestos sino sobre valores morales, filosóficos o religiosos extrapolados169. Hay varios trabajos interesantes que aportan elementos de análisis de la situación arriba mencionada uno de l os t rabajos t empranos más i nteresantes es un ensayo de Heinz Eulau sobre la “Consultative Commonwealth”170. Esta noción -que incluso es considerado uno de los a ntecedentes teórico d e l a n oción d e c omunidades 167 Yehezkel Dror (1967) “Policy Analysts: A New Professional Role in Government Service”. Public Administration Review. ASPA. p. 200. Este argumento coincide con Prewitt, Kenneth (2005) “Political Ideas a nd P olitical S cience f or P olicy”. Annals of the American Academy of Political and Social Science, v. 600. Sage. 168 Ashford, D ouglas ( 1977) “ Political S cience a nd P olicy S tudies: T oward a S tructural S olution”. Policy Studies Journal, v.5, n.1. 169 En tal caso, en una sociedad con preeminencia de valores liberales debe estar presente en el ámbito científico el i mperativo d e l a r eflexividad y u n nivel que t olerancia que i mpida l a m arginación del debate de aquellas preferencias e ideas que constituyan críticas radicales al status imperante. Más aún a aquellos p ortadores de i deas c onsideradas inapropiadas o e xtremas, no por e se s ólo hecho p odría negársele la posibilidad de hacer uso la ciencia para aportar argumentos a su favor. 170 Eulau, Heinz ( 1973) “ The S kill R evolution a nd t he Consultative C ommonwealth”. American Political Science Review v. 67, n. 1. APSA. 67 epistémicas-, tiene como idea central es q ue los problemas actuales de la vida social va m ás al lá d e l as d inámicas d e mercado: “i nvolves r elationships o f au thority an d autonomy”171 y por l o t anto l as c iencias s ociales d eben d e r econocer s u responsabilidad p ara i nformar a l a so ciedad t anto so bre las p referencias p osibles como sobre las formas de alcanzar las mismas. Diez añ os d espués Robert G oodin172 y J ohn S D ryzek173 son cap aces d e reexaminar l as p olíticas p úblicas más al lá d e l a n arrativa o l a cr itica f ocalizada, examinando l as p remisas ep istemológicas y o ntológicas d e l a n oción misma co n miras a enfrentar el reto de desarrollar una teoría de las políticas públicas más allá de la administración o el análisis económico. Por su parte Peter May llama la atención sobre la importancia de recupera el ausente tema del “political feasibility analysis”174 en las políticas públicas. A pesar de las interesantes inquietudes teóricas de los textos citados estos no son ampliamente citados, sin embargo de tiempo en tiempo el tema de l a r elación en tre la ciencia p olítica y l as p olíticas p úblicas -y l a i dea d e q ue e l núcleo de dicha relación está en el carácter político de las disputas- reaparece. Uno de los p ocos trabajos a l r especto que si ha s ido muy c itado es un t rabajo de D ouglas Torgerson q ue h ace u n análisis d e la n aturaleza p olítica d e l as p olíticas p úblicas, particularmente sobre cómo ést as han desarrollado t res caras r especto a su r elación entre c onocimiento y el p roceso de po líticas; u na d onde se i ntenta u sar el conocimiento para reemplazar la política, otra donde el conocimiento es usado como “mascarada”175 de la política, y el tercero –ideal- que es cuando el conocimiento y la política se “reconcilian”176. Con el paso del tiempo la expansión de las políticas ha llevado que el estudio de los procesos de políticas sean materia de interés desde otras perspectivas además de la propia s ub-disciplina y d e l as c iencias p olíticas, si b ien l a m ayoría d e l as v eces e l interés es más bien temático, como en el caso de las políticas sectoriales, económicas, educativas, industriales etc., algunas veces se h an desarrollado de a lcances t eóricos mayores que hacen converger a estudiosos de diferentes especialidades, tal es el caso de l a participación de sociólogos en l os e studios s obre e l rol ge neral jugado por l a ciencias so ciales en e l si stema p olítico y e n l a so ciedad en g eneral, y a sea sosteniéndolo, o bi en i ntentando c ambiarlo177. S in e mbargo e stos e studios 171 Ibid., p. 176. 172 Goodin, Robert (1983) Political Theory and Public Policy. Chicago. University of Chicago Press. 173 Dryzeck, John (1987) Policy Analysis by Design. Pittsburg: The University of Pittsburg Press. 174 May, P eter ( 1986) “ Politics a nd Policy A nalysis”. Political Science Quarterly v. 10 1, n. 1. The National Academy of Political Science. 175 Pareciera ser justamente la idea del rol del conocimiento usado instrumentalmente como parte de una contienda de p olítica pú blica co mo l o d escribiera M ajone (1989) Evidence, Argumentation and Persuasion in the Policy Process. Yale University Press. 176 Torgerson, D ouglas (1988) “Between K nowledge and Politics: T hree F aces o f Policy A nalysis”. Policy Sciences 19. Netherlands: Martinus Nijhoff Publishers. Otro interesante ensayo sobre “public role of political analysis deployed throught public policies” es Graham, George ( 1988) “Theoretical Contributions of P olitical S cience t o P olicy A nalysis: " The Policy O rientation" Re visited”. Public Administration Quartely, v. 11, n. 4. SPAEF. 177 Gagnon, Alain and Stephen Brooks (1989) Social Scientist and Politics in Canada: Between Clerisy and Vanguard. McGill-Queen’s University Press. 68 comparativamente mas escasos en las ciencias sociales en comparación con la enorme cantidad d e i nvestigación ex istente so bre el p apel d e l as ciencias n aturales en las políticas públicas, para las ciencias sociales, y aunque recientemente han empezado a aparecer más trabajos sobre la aplicabilidad de la investigación social en general y en el marco de procesos de políticas de políticas todavía puede decirse que existen muy pocas i nvestigaciones a pr ofundidad c omo l a a rriba c itada. P or e l l ado de l a participación de los politólogos en tanto que académicos independientes en debates de p olíticas, t ampoco s e t iene n oticia d e an álisis a p rofundidad p rovenientes d el interior de la disciplina. Como era de esperarse Lasswell e s de los p rimeros au tores que r econoce que aquello que se conoce como “conocimiento en las políticas” conlleva la participación de e xpertos no s ólo c omo a sesores de l as pr incipales pa rtes que d isputan un a definición de política pública, sino que también esta presente su posible incursión en el debate público de manera directa combinando su expertise con la defensa de sus opiniones y propuestas (advocacy) más a llá de la ot rora demanda objetividad en su momento por a utores como D unn ( 1991); D ye, ( 1992. ) y M cRae ( 1997). E sta posición diferente tanto a l mero conocimiento en las políticas y a l conocimiento de las políticas, es r evisada por G ianos178, que e n s u a rtículo s obre c ientíficos –de l as ciencias naturales- y políticas públicas dejar en trever por p rimera vez -gracias a s u sesgo c omo pol itólogo- una a genda pe ndiente r especto al pa pel qu e j uegan l os académicos al involucrándose en procesos de políticas públicas por derecho propio, tras e sa o bra, n o se h an en contrados i nvestigaciones q ue desarrollaran l a ag enda planteada. M ajone179 vislumbra d e m anera u ntando t angencial e l p roblema en al hablar de cómo la argumentación en el proceso de políticas se extiende hasta abarcar también la tarea de persuasión que se puede hacer de manera paralela a la asesoría, y Paul Sabatier180 también destaca -de paso- que en e l e studio de l a r elación entre la ciencia política y las políticas públicas una posibilidad es el paso de los politólogos al activismo y a tratar de influenciar las políticas en el área que son especialistas. El d ilema en tre c iencia y política desde l a c iencia política hace t iempo que se entiende ya no de sde un pos itivismo r ígido, sino m ás bi en c omo un t ema de equilibrio. Y ello no t anto por el “riesgo de perder objetividad” sino más bien por el riesgo de que lentamente el estudioso cambie de profesión académica a la política o porque al estar en la arena política sea blanco de las presiones propias de la contienda política: The r eal s trength of s cholars is t hat t he p rudent among them recognize that nobody has elected them to anything and that their work demands a certain au tonomy f rom practical pol itics on w hich both their c redibility and pe rhaps e ven t heir s afety de pend. W hat i s i mportant i s no t f or political s cientists to b ecome p oliticians b ut fo r p olitical s cience to 178 Gianos, P hillipe (1974) “Scientists a s P olicy A dvisers: The Co ntext of I nfluence”. The Western Political Quartely v. 27, n.3. University of Utah. 179 Majone Giandomenico (1989) op cit. 180 Sabatier, Paul (1991) “Political Science and Public Policy”. PS: Political Science and Politics v. 24, n. 2. APSA. 69 remain politically relevant. Students of politics, “scientists,” “theorists,” and “ philosophers” alike, m ust l earn how t o s tand c lose e nough to comprehend w hat i s ha ppening—–pure obj ectivity is ne ither de sirable nor even an option; but not so close as to be consumed by the flames181. Sin embargo por una parte este supuesto dilema, es una característica compartida por la l iteratura general sobre ciencia y políticas públicas que se r evisará más adelante, respecto a lo cual resulta curioso notar cómo la s imilitud del problema –tanto en la literatura que habla enfatizando las ciencias naturales como las de la ciencia política arriba vistas- denota el profundo marca que dejo el giro hacia positivismo desde los inicios del conductismo en la disciplina y hasta la fecha. Pero por la otra parte aunque la idea –del dilema- se ha convertido casi en un l ugar común que todos los estudios sobre l a a plicación de l conocimiento, o l a r elación de c ientíficos c on l a pol ítica revisan e n a lguna m edida, no e s t ampoco una pe rcepción uná nime, muchos simplemente consideran esa relación compleja si se quiere, pero obvia, y por lo tanto no como un problema. Esto dentro de la ciencia política ha sido dicho de dientes para afuera de sde M erriam, pe ro no c obra s entido, s ino t oda ve z qu e e l pr oblema de cientismo de la disciplina lleva a tomar medidas drásticas, la creación de una nueva disciplina d e ser n ecesario. L asswell t oma l a i niciativa s in t imidez y h abla d e u na ciencia q ue r esponda a l as g randes n ecesidades d el momento, co nservar l a democracia –ante la a menaza co munista- y el p royecto l iberal d e d esarrollo – capitalista-, pero siguiendo una tradición pluralista –a pesar del estado de guerra del país. D e al lí q ue l as discusión d e l as d istintas i mplicaciones e i mpactos d e l a propuesta de Lasswell a pesar de los años y de las decenas de trabajos existentes siga proporcionando ideas y r electuras pertinentes del problema de la aplicabilidad de la ciencia p olítica y co ncretamente d e l a r elación d e l a d isciplina co n la co rriente d e políticas públicas. A ese respecto Kenneth Prewitt enfatiza que la ciencia solo logra su cometido cuando su propuesta se hace sobre de credibilidad pero también fundada en ideas políticas, especialmente en momentos históricos –coyunturas- en los que los politólogos se movilizan e n c ontra o a f avor de una i dea – de pol ítica públ ica182. También llama la atención sobre que uno de los asuntos centrales que debe atenderse es có mo l a ci encia p olítica se r elaciona co n s us au diencias183. James Farr en e l volumen conmemorativo de los 100 años de la APSR, hace una penetrante y detallada historia crítica del camino que siguió la propuesta de Lasswell de la orientación hacia los problemas y de la subsecuente necesidad de una ciencia de las políticas públicas de la democracia. Los temas y arista que revisa, resultan por lo demás interesante y merecerían u n examen detallado, p ero aq uí b aste r eferir l a ev aluación g eneral y conclusión d e est a ar tículo, l a p ropuesta d e L asswell r esponde a u n contexto d e necesidad de mejorar la política ante una serie de retos fundamentales para el futuro 181 Barber, Benajamin (2006) “The Politics of Political Science: “Value-Free” Theory and the Wolin- Strauss Dust-Up of 1963”. The American Political Science Review v. 100, n.4. ASPA. 182 Prewitt, K enneth ( 2005) “ Political I deas a nd Political Science for P olicy”. The Annals of the American Political Science Academy v. 600. Sage. p.29 183 Prewitt, Kenneth (2004) “Political Science and its Audience”. PS: Political Science and Politics v. 37, n. 4. APSA. 70 de su p aís, p ara ese llamado el núcleo d isciplinar resultó d emasiado est recho, Lasswell le encomendó una misión “heroica” que la disciplina se n egó abrazar, por diferentes r azones p ero l a p rincipal el af errarse a u na su puesta m isión ci entífica, puesto que d e involucrarse ar riesgaban el es tatus y l egitimidad q ue t anto h abía costado a la ciencia política construir. El d esarrollo d e su p ropuesta f ue l a p arte d ifícil aú n p ara aquellos co n mejor voluntad ya que no era –ni es- una dificultad menor encontrar el equilibrio adecuado entre la persecución del mayor rigor científico, -especialmente echando mano de los nuevos r ecursos an alíticos d e l as t écnicas cu antitativas- y e l i deal político aparentemente universal de la democracia y la dignidad humana. Si bien es cierto que el proyecto l asweliano en e l s entido de l de sarrollo de una di sciplina propia nun ca pudo consolidarse, la vigencia de la propuesta ha pervivido, precisamente porque los problemas del mundo actual, al igual que en aquel momento de la posguerra siguen siendo “heroicos” y muchos de el los están relacionados con lo que se supone es el objeto una ciencia política que parece quedarse corta, e incluso achicarse ante dichos retos: The policy scientist of democracy, in short, was -and is- too demanding and c ontradictory a he ro, a spiring t o pos sess t oo much pow er a nd expertise and to sit too closely and comfortably with those in power. And yet t he inverse por trait i s e qually a larming: c omplacent, pow erless academics working alone or in small groups on highly specialized topics of interest only to other specialists, afraid to speak up or out on important matters of politics or policy184. En ese sentido su mayor aportación y el secreto de su vigencia está precisamente en su vi sión y e n s u c apacidad d e e mpujar una pr opuesta que di era s entido a la disciplina, tarea aún irresuelta por la ciencia política y por las distintas versiones de estudios de políticas públicas actuales, el llamado a la altura de miras y la innovación sobre la base de la confianza en el rigor de la ciencia no dejan de ser pertinentes para la ci encia p olítica y l as p olíticas públicas. T ambién r elativamente r eciente es el ensayo de N ick T urnbull s obre l as i mplicaciones de l a noc ión de or ientación a l os problemas185 propuesta por Lasswell, este autor de or igen australiano, le da un gi ro innovador a los ensayos t radicionales sobre el impacto teórico o disciplinar de las ideas l asswelianas –como el ar tículo d e F arr ar riba co mentado- al ar gumentar q ue esta tarea también significa analizar el sentido político que tiene tanto el estudio de la visión disciplinar i mperante a nalizando t anto de qué m anera y por qué ha d ecido orientarse o n o h acia l os p roblemas co mo t ambién an alizando l as d inámicas p or l a ciencia –la c iencia p olítica y la s p olíticas p úblicas- trabaja p ara informar y /o influenciar a l os t omadores d e d ecisiones, en tender l a d inámica d e l os p roceso d e 184 Farr, J ames, et al (2006) “ The P olicy S cientist o f Democracy: T he D iscipline of H arold D. Lasswell”. The American Political Science Review v.100, n. 4. APSA. p. 586. 185 Turnbull, Nick (2008) “Harold Lasswell´s Problem Orientation for the Policy Sciences”. Critical Political Analysis v.2, n.1. Oxford University Press. 71 políticas p úblicas t ambién es l levar l a c iencia a l as p olíticas p úblicas. D esde d icha lectura l a labor q ue r ealizan los es tudios d esde l os S TS so bre l a i ntroducción d e conocimiento científico en las políticas públicas, y el progreso –heterogéneo- que han logrado los programas académicos sobre políticas públicas aunque en un sentido muy modesto si se quiere, han realizado al menos parte de la visión de Lasswell. Aunque en este apartado se h a buscado se leccionar los t rabajos explícitamente sobre la ciencia política y las políticas públicas es inevitable reconocer que este tema no puede ser segmentado completamente del estudio más general de la relación entre ciencias sociales y políticas públicas, donde ya ha habido trabajos teóricos de mayor profundidad, c uriosamente r ealizado por pol itólogos de formación. C omo una muestra de ello cabe destacar el t rabajo de los canadienses Stephen Brooks y Alain Gagnon que desarrollaron toda una agenda sobre el tema de la relación de las ciencias sociales con la política. Su preocupación de origen es la discusión sobre la cuestión de l a noc ión de i ntelectuales186 por l o q ue respecta a l a i nvestigación so cial contemporánea, la tesis central que proponen es que las ciencias sociales desempeñan un rol que está entre dos extremos principales, por un l ado la legitimación o e co de posiciones políticas, actores, o bien simplemente del status quo, y por otro lado como reformistas o c ríticos que pr omueven el c ambio pol ítico, no ob stante e stas indagaciones para el caso de los académicos dejan ver que existen otras opciones de interpretación de la actividad que desempeñan los estudiosos vistos a mayor detalle, labor que s igue siendo una a signatura pe ndiente. Y más r ecientemente h an ed itado varios t extos q ue co mplementan aq uel t exto se minal, ex plorando v arias t emáticas especificas d e l a r elación en tre c iencias so ciales y p olíticas p úblicas, p rimero revisando l os p roblemas g enerales187, y después entrando e specíficamente a r evisar temáticas c entrales y estudios d e caso r elacionados co n l a n ueva n oción d e comunidades epistémicas188. Aunque esta f lexibilidad debe decirse se da a partir de tomar como objeto a las ciencias sociales en su conjunto, o bien realizando lecturas multidisciplinarias respecto a t emas co mo t hink t anks, r edes d e p olíticas p úblicas, etc., e incorporando estudios sobre casos de varios países. Después d e est a r evisión a p esar d e l os m uchos au tores p odemos v er al gunas coincidencias básicas; por un lado están los grandes llamados hacia la altura de miras de la disciplina que ve en las políticas públicas e l canal privilegiado, pero como se vera ad elante est a v isión es t runcada p or el d esvío d el p royecto l assweliano d e l as ciencias de las políticas de la democracia en el análisis en las políticas, mucho más limitado, por otra parte esta el problema de la tensión entre la visión academicista y la visión de una ciencia política muy politizada y participativa, tanto por los dilemas que esto en carna d e m anera i nmediata co mo p or l as implicaciones respecto a l ca riz positivos que desde el conductismo desarrolló la disciplina, y en tercer lugar está la 186 Brooks, Stephen y Alain Gagnon (1988) Social Scientists and Politics in Canada: Between Clerisy and Vanguard, Montréal, McGill-Queen's University Press. 187 Brooks, S tephen y A lain Gagnon (ed) (1990) Social Scientists, Policy, and the State. New York: Praeger. 188 Brooks, Stephen y Alain Gagnon (ed) (1994) The Political Influence of Ideas: Policy Communities and Social Scientists. New York: P raeger; B rooks, S tephen, e t a l. ( ed) ( 2013) Policy Expertise in Contemporary Democracies. London, Ont: Ashgate. 72 más reciente exploración hacia una visión de la asesoría de las políticas públicas que gracias al ejemplo de otras ciencias sociales como la economía y el desarrollo propio de la corriente de políticas públicas como disciplina propia, se libera de complejos y acepta como parte de su labor la interrelación intensa y constante con los tomadores de d ecisiones, en ese contexto las p reocupaciones so n m ás esp ecificas co mo l a dinámica de l pr oceso d e t ransmisión de l c onocimiento, o l a e mergencia de nue vos actores c omo l os t hink t anks o m odelos de a nálisis c omo e s e l de comunidades epistémicas. La ciencia política que en una gran tercera etapa de desarrollo ha pasado ya por la cr ítica co nductista, al cu antitativismo y en fechas r ecientes an te e l reto d e u na encontrar el equilibrio entre el pluralismo teórico y metodológico y la consistencia ve a l as p olíticas p úblicas co mo u n campo e n l a s eparación e s más por u n a sunto de división d el t rabajo en tre esp ecialidades q ue p or r azones teóricas e i deológicas d e fondo. Sin embargo aunque puede celebrarse lo que puede llamarse nueva actitud de la d isciplina h acia l os r etos y d ilemas t radicionales q ue en cara l a naturalmente compleja relación entre la academia y la política, también puede decirse que no se ha avanzado i nternamente en l a r ealización d e est udios a p rofundidad q ue an alicen l a mecánica d e l a i nteracción y l as d imensiones d eterminantes p ertinentes p ara responder a nte t odas las p roblemáticas o d ificultades q ue su pone ese b uscar e l equilibrio, la aproximación correcta del estudioso que quiere salir a la arena pública a defender una opción de política con base no s olo en una preferencia normativa sino en argumentos derivados de l a ev idencia que ha esmeradamente analizado, y en su expertise en el t ema de la política. Esta v isión de cerca, p rimero descriptiva, l uego analítica y f inalmente de pr oposición t eórica y normativa ba sada e n e videncia, e s todavía u na t area p endiente, a la cu al p recisamente e sta investigación b usca contribuir. 1.10 CIENCIA POLÍTICA Y POLÍTICA; OTROS TEMAS RECIENTES Hasta ah ora h e d estacado al gunos d e l os d eterminantes políticos b ásicos d e l a disciplina. A partir de s u c ontexto s ocio po lítico s e de riva l a ideología y va lores incorporados d e m anera p rácticamente inadvertida en e l t rabajo acad émico en l as oportunidades d e p articipación p olítica q ue es ta t iene, en la i nstrumentalidad d e la disciplina y en las propuestas que se han hecho para buscar su relevancia social. Sin embargo estos temas son en realidad lugares comunes, con el paso del tiempo dado el cúmulo de la l iteratura poco a poco han ido saliendo a la luz, dinámicas específicas que r epresentan l a ve rdadera d inámica d e i nteracción en tre l a ci encia política y l a política, en la cual otras ocupaciones se revelan cada vez más como la nueva realidad profesional de la ciencia política. Una revisión a profundidad de este problema y la literatura que ha destacado esta situación rebasaría l os alcances de este trabajo, no obstante, baste con destacar por una parte que ahora es claro que analizar la relevancia social y práctica que ofrece la ciencia p olítica es u n t ema q ue n ecesita ser ex aminado co n u rgencia s i la preocupación es el p erfil p rofesional d e l a d isciplina y por el o tro l ado b aste 73 mencionar a lgunos l os a suntos que l a l iteratura ha s ugerido c omo nue vos r etos de l quehacer profesional de los politólogos: • La función educativa y de formación cívica de la ciencia política189 • Los politólogos como candidatos190 • politólogos como activistas sociales191 • La ciencia política y los intelectuales públicos192 • Etnocentrismo193 • Politólogos como testigos expertos en procesos judiciales194 • La participación a través del internet y los blogs195 • Politólogos en el sector privado196 189 Walker, R obert ( 1956) “ Political S cience an d t he E ducador” Educational Leadership, m ayo d e 1956. 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APSA 193 Axelrod, R obert y R oss Hammond ( 2003) “ The Evolution of E thnocentric B ehavior” P aper presentado en la Midwestern Political Science Convention, Chicago I linois; J ung –In, Kang (2006) “Academic D ependency: W estern-centrism i n K orean P olitical S cience” Korea Journal, n . w inter 2006. Korean National Commission for UNESCO; Parenti, Michael (2006) “Patricians, Professionals, and Political Science” American Journal of Political Science v. 100, n.4. APSA; Stanfield, John (1985) “The E thnocentric B asis o f o f S ocial S cience K nowledge P roduction” Review of Research in Education v. 1 2. A merican Educational Research Association; Taylor, Peter (2000) “ Ization of t he World: Americanization, M odernization a nd Globalization.” e n C olin H ay y D avid M arsh ( ed) Demystifying Globalization. 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APSA 74 • Política interna o burocrático-académica197 • Reflexividad desde las autobiografías y en entrevistas a los politólogos198 Es importante notar el papel que han tenido algunas revistas para sacar a l a luz este tipo de nuevas preocupaciones concretas de los politólogos. No ha sido en las revistas académicas de difusión científica sino en medios con una orientación más mundana, la vi da p rofesional c otidiana de los pol itólogos, e l c aso paradigmático e s l a r evista “PS: Po litical S cience a nd P olitics” d e l a A PSA, o en el caso m exicano l a r evista Estudios Políticos de la facultad de Ciencias Políticas a d iferencia de otras revistas académicas h a d ado esp acio a p ublicaciones d e car ácter i nformativo co mo l os procesos de reforma a los planes de estudio y a ensayos cortos que hablan de eventos académicos y de problemas de la profesión en el país. Recientemente también han empezado a aparecer en la revista inglesa “Political Studies Review” varios ensayos académicos sobre el impacto social de la disciplina y la pa rticipación de l os pol itólogos c omo e xpertos e n po líticas púb licas199. S in embargo l a l iteratura académica t radicional so bre l a h istoria y est ado actual d e la disciplina más r eciente en r ealidad h a m ostrado en g eneral p oco interés e n l os problemas d e l a v ida profesional de l os p olitólogos m ás al lá d el d ebate so bre la misión y s entido de l a i nvestigación y l a pa rticipación d e l os pol itólogos c omo expertos. Curiosamente existe un creciente número de trabajos más realistas de estudiosos provenientes de ot ras na cionalidades a l margen de l os E stados U nidos –aunque de países industrializados, principalmente de países europeos. Algunos de esos estudios han s ido en un sentido crítico hacia la ideología y premisas implícitas de la c iencia política estadounidense, así como sobre su programa y agenda política200. Más aún, las voces críticas convergen formando un c onsenso tácito que aunque parece obvio, en realidad había simplemente sido ignorado antes: el contexto político determina no s olo la dinámica institucional de la disciplina sino también sus sesgos ideológicos, metodológicos y han llevado al ascenso de una visión dominante dentro de l a ci encia p olítica est adounidense201 que a hora c on la c onsolidación de l mainstream in ternacional in spirado e n é sta t ambién ha e xpandido e se pr ograma político en muchos otros contextos nacionales y asimismo señalan las implicaciones de la importación de ese modelo disciplinar respecto a la vida política, especialmente 197 Munk, Ge rardo y R ichard Snyder ( 2007) “ Who P ublishes i n C omparative P olitics: Studying t he World from United States” PS: Political Science and Politics v.40, n.2. APSA; Fowler, James et al. (2007) “ Social N etworks i n P olitical S cience: Hiring and P lacement o f P hD’s 1 960-2002” PS: Political Science and Politics v. 4 0, n . 4. A PSA; D onovan, Claire (2009) G radgrinding the Social Sciences: T he P olitics o f M etrics o f P olitical S cience” Political Studies Review v. 7 , n .1. P olitical Studies Association; Farr, James et al. (1990) “Can Political Science History Be Neutral?” American Political Science Review v. 84, n. 2. APSA. 198 Uno d e l os primero d e t rabajos co mpilatorios d e es te t ipo es : S igelman, L ee et al. (ed) ( 1991) Political Science in America: Oral Histories of a Discipline. University Press of Kentucky 199 Ver el volumen 11 de Political Studies Review op. cit. 200 Janson, Ja n-Magnus (1966) “ Defining P olitical S cience: S ome Ba sic Re flections” Scandinavian Political Studies. V.1, n.1. Nordic Political Science Association 201 Berndtson, E rkki ( 1975) “ Political S cience i n t he e ra of pos t be havioralism. T he ne ed f or S elf- Reflection” Scandinavian Political Studies, v. 1, n. 10. Nordic Political Science Association 75 considerando el profundo compromiso de la ciencia política con un tipo específico de modelo de gobierno202. Compartiendo mucho de esa visión critica otros h an optado por a nalizar c on mayor de talle e l p roblema de aplicabilidad de l a i nvestigación e n ciencia política, algunos de esos trabajos incluyen sugerencias para enfrentar dichos problemas de aplicabilidad como la idea de: “problem-driven research and purposive political science”203. Lo i mportante de e sa di scusión m ás que l levarla a e xtremos i deológicos qu e podrían descarrilarla de su empresa científica sería enlazarla con estudios empíricos que sustenten las propuestas que plantean dichos trabajos y proponer a partir de dicha evidencia propuestas para adaptar los desarrollos que se han logrado a las necesidades de conocimiento y d e aplicación del mismo según l as necesidades de los contextos nacionales. 202 Berntson, Errki (1987) “The Rise and Fall of American Political Science: Personalities, Quotations, Speculations” International Political Science Review v. 8, n. 1.Sage. 203 Trent, J ohn ( 2011) op.cit.; Trent, J ohn (2012) “ An e ssay on t he present a nd future of p olitical studies”. Trent John y Michael Stein (2012) The World of Political Science a Critical Overview of the Development of Political Studies Around the Globe: 1990-2012. Barbara Budrich Publishers. p 167 76 CAPITULO 2. EL PROBLEMA DE LA RELACIÓN ENTRE LOS CIENTÍFICOS Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS 2.1 LAS RELACIONES INDIRECTAS ENTRE CIENCIA, SOCIEDAD Y POLÍTICA El tema g eneral d e l a p resente i nvestigación se r efiere a l as r elaciones q ue se d an entre ciencia y política, al respecto el punto de partido del estudio es reconocer que el asunto ya ha si do ab ordado am pliamente d esde d iferentes d isciplinas o t radiciones académicas q ue v an desde l a f ilosofía204, l a historia y la so ciología h asta l os modernos estudios sociales de la ciencia, ello tanto para el caso de las ciencias duras y sus proyectos tecnológicos como en el caso de las ciencias sociales. Sin embargo el referente teórico-disciplinar que puede considerarse central es la sociología de la ciencia, dividida ésta a su vez a su vez en tres vertientes principales: el marxismo y l os neo-marxismos; la tradición llamada mertoniana205; y e l conjunto de l as l lamadas “co rrientes p ostkhunianas”206, car acterizadas p or e l e clecticismo y por el protagonismo del l lamado “programa fuerte”, de los estudios etnológicos “de laboratorio”, y de “los estudios desde la teoría del actor-red”. Ello sin dejar de mencionar la importancia que tienen como parte de la corriente más actual en el es tudio social de la ciencia perspectivas como la teoría del campo social de Bourdieu, o l a visión foucaltiana de “arqueología” del conocimiento, entre otras. S in e mbargo, r ecientemente en el d ebate acad émico -aunque a ún bajo l a influencia he gemónica de l e structural-funcionalismo- tras l a em ergencia d e las alternativas pos t-khunianas, y esp ecialmente a p artir d el l lamado “g iro h acia l a tecnología” que sufrió la agenda general de la investigación social de la ciencia, -en buena m edida a c ausa de la in fluencia d e L atour y d e lo s e studios d e la boratorio- comenzó a desarrollarse una nueva fase de la investigación en general, que de hecho ha t omado f orma co mo co rriente en si m isma l lamada “S cience T echnology an d Society” desarrollada a través de los “Science and Technology Studies”207 (STS). 204 El es tudio de l as i mplicaciones al cances o i mpacto d e l as ci encia e n l a filosofía y t eoría del conocimiento ti ene una l arga y c ompleja l ínea de a utores que parten desde l os p ensadores griegos clásicos pasando por autores como Descartes, Kant, Hume o Berkeley, pasando por la discusión con la filosofía natural o el empirismo lógico propuesto por autores cómo Wittgenstein o Bertrand Russell, y consolidándose como campo a través de autores como Carnap, Neurath, Godel, y W. Quine. 205 Storer, Norman (1973) “Introducción” e n M erton, R obert, La sociología de la ciencia, investigaciones teóricas y empíricas. Madrid: Al ianza U niversidad. C fr. C ole, S tephen, ( 2004) “Merton’s contributions to sociology of science”, Social Studies of Science v. 34, n. 6. Sage 206 Medina, E steban. ( 1989) Conocimiento y sociología de la ciencia. M adrid: CI S; L lamo, E milio (1994) La sociología de la ciencia. M adrid: Al ianza; E cheverría, J avier ( 1997) “ La f ilosofía de l a ciencia en el siglo XX principales tendencias” en AGORA –papeles de filosofía- n. 16, v. 1. 207 Hackett, et al (ed.) The Handbook of Science and Technology Studies. M assachussets: M IT cfr. Kleiman, D aniel y K elly Mo ore ( 2014) Routledge Handbook of Science, Technology, and Society; Jasanoff, S heila ( 1995) Handbook of Science and Technology Studies. S age; S teiner, Ca rol ( 1999) “Constructive Science and Technology Studies: On the Path to Being?” Social Studies of Science v. 29, n. 4 . Sage; Woolgar, Steve (1991) “The Turn to Technology in Social Studies of Science”. Science, Technology and Human Values. V . 16, n. 1. Sage; Collins, H.M. y Robert Evans (2002) “The Third Wave of Science Studies: Studies of Expertise and Experience”. Social Studies of Science v. 32, n. 2. 77 Los enfoques e intereses actuales que se enmarcan en esta corriente son diversos pero en general están presentes en alguna medida referencias a las grandes corrientes originales, por l o ge neral c orrigiendo o c omplementando l a pr esunción t ácita d e premisas estructural-funcionalistas o mertonianas como punto de partida208. A pesar de la aparente de-construcción continua resultante de la emergencia de las co rrientes m encionadas y d e l as cr íticas a l as cr íticas d e l as m ismas, paradójicamente esa a lta p luralidad d el cam po h a p ermitido l a acu mulación d el conocimiento a partir de la clarificación de los objetos de estudio de la clasificación de l as p remisas ep istemológicas d e los d istintos p rogramas d e i nvestigación, d e tal manera que las revisiones de la literatura más recientes pueden hacer balances muy completos de l a e volución de l as a gendas de s us punt os de c onvergencia de l os pendientes de las mismas. En ese sen tido, a p esar d e su s ap arentemente r adicales d iferencias d e l os enfoques teórico y metodológico de los estudios, actualmente prácticamente cualquier asignatura introductoria s obre S TS ponde ra c on i gual i mportancia a spectos provenientes d e d iferentes ap roximaciones t eóricas y ap unta l a n ecesidad d e su mar todas esas a portaciones e n or den de c onseguir una vi sión más c ompleta de l l as complejas interrelaciones entre la ciencia la sociedad y la política. Ahora queda poco lugar para l as de scalificaciones por razones i deológicas de sde c ualquier ba ndo, por ejemplo l os h erederos del e structural f uncionalismo r econocen l a i mportancia de l estudio d el l as d inámicas d el co nocimiento en la so ciedad, o d el f uerte condicionamiento s ocio e conómico y c ultural de la ciencia que d esde s u i nicio enfatizaron los est udios marxistas. Y p or el otro l ado, los a utores c on vi siones influenciadas por e l m arxismo di alogan c on las a gendas mertonianas y de sarrollan estrategias c on vi siones hi bridas o influenciadas por ot ras propuestas por e jemplo Bourdianas o de la teoría del actor-red. Además de que a todo lo anterior se l e suma la f ortaleza que l e d a a l a l iteratura act ual e l estar caracterizada p or desarrollarse mayormente a partir de estudios de caso, o de investigaciones empíricas. De ese modo ad emás d el l a sen sata co mplementariedad q ue se h a g enerado a partir de los debates teóricos se han reafirmado las categorías de análisis básicas y las convergencias en l as p remisas t eóricas de los e studios bajo el peso de la ev idencia empírica que se h an acumulada den los muy d iversos temas de t rabajo de los STS. Particularmente v ale la p ena d estacar d os asp ectos sobre l os cuales l a literatura tácitamente ha conformado cierto consenso, uno el vínculo entre c iencia y s ociedad entendido como un sistema de interrelaciones, y el otro es la clasificación particular de l as i nstituciones y d inámicas p rincipales d e i nteracción en tre l a c iencia y l a política. Actualmente el cam po ha l legado a ci erto co nsenso r especto a su o bjeto d e estudio y a sus agendas centrales de investigación. En primer lugar se considera como objeto de estudio t anto a la actividad c ientífica, c omo a s u p roducto pr incipal el Sage; He ss, David (2005) “ Technology a nd Product O riented M ovements: A pproximating S ocial Movements Studies and Science and Technology Studies”. Science, Technology and Human Values, v. 30, n. 4. Sage 208 Esta es una de las quejas sobre el estado del campo que entre líneas deja entrever Bourdieu (2003) [2001] El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Barcelona: Anagrama 78 conocimiento científico, y en ese sentido, se reconoce que los factores determinantes de l as di námicas de a mbos obj etos s on complejos y requieren e studios s obre un a amplia gama d e temas q ue su v ez también r ecurren a d iversos en foques t eóricos y metodológicos seg ún e l ca so, es to h ace p osible l a co mplementariedad an tes impensable entre estudios cuantitativos por ejemplo sobre inversiones en los sistemas de innovación nacionales, con trabajos cualitativos sobre identidad o sobre historia de vida de los científicos. Por otra parte, su imbricación y dependencia del sistema social revelan t ambién d os d imensiones en l as cu ales p ueden ser a nalizados l os determinantes de su configuración en un momento dado, el ciclo por el cual la ciencia es en parte de la cultura, y el contexto organizacional y profesional en el se lleva a cabo. En el primer caso la sociología del conocimiento que proponía Mannheim y que indirectamente es r elanzada t ras l a c rítica de B loor, muestra una pr ofunda determinación filosófica y cultural de los propios científicos, así como por supuesto el importante impacto cultural que la ciencia cobra en el mediano y largo plazo, tanto por cam biar l as p racticas so ciales como por c ambiar l a v isión d el m undo de l as sociedades. Mientras que la dinámica contemporánea de las instituciones científicas, principalmente las u niversidad y los la boratorios –públicos y pr ivados- y d emás centros de investigación son directamente sensibles a las políticas gubernamentales y las agendas de los actores individuales que participan en éste ámbito, no obstante, es dentro d e e ste m undo d e d inámicas o rganizacionales d onde l a ci encia t iene m ás oportunidades para incidir en las políticas que les afectan y para involucrarse en otras disputas sociales del momento. Los científicos, pueden llegar a convertirse en actores políticos en varios sentidos; al actuar como agentes del gobierno, tanto en el papel de gerentes de las políticas científicas o en su labor como apoyo de de las instituciones de gobi erno, c omo t ambién c omo s ujetos que i mpulsan pol íticas d esde s u pr opio papel de científico, las voces expertas y l as comunidades epistémicas, por un lado, y la adopción de un discurso público, activista por el otro. Puede en tonces af irmarse q ue p ese a la complejidad d e l as r elaciones en tre ciencia y p olítica, h ay u na ser ie d e r elaciones d irectas d onde se g esta l a m ayor influencia recíproca entre ambos ámbitos, esta es pues la veta que puede esperarse de un a nálisis politológico d e l a actividad ci entífica. U n p resupuesto ah ora b ásico d el campo sin importar la corriente particular es que tanto la actividad científica como el conocimiento científico son asuntos muy difíciles de entenderse o incluso de tratar de analizarse co mo u n si stema cer rado, l as act ividades ci entíficas so n al tamente dependientes de s u c ontexto s ocial y a s u v ez di cha actividad y s u producto e l conocimiento científico tienen efectos relevantes en casi todos los aspectos de la vida social que a su vez retroalimentan la investigación científica. Para hacer posible –al menos d e m anera esp eculativa- una di stinción de r elaciones e ntre d os hi potéticas entidades distintas; en este caso entre la ciencia y sociedad, tenemos que unificar la actividad científica con su declarado producto sustantivo el conocimiento creando así la noc ión d e un c iclo que i ncluye l a a ctividad r ealizada por l os c ientíficos y la creación de conocimiento científico. La idea de unidad entre ciencia y c onocimiento científico permite distinguir de manera más cl ara a la ci encia c omo u na a ctividad c entrada en el sen o d e 79 corporaciones esp ecíficas, es d ecir en i nstituciones esp ecializadas y reconocidas socialmente como empresas productoras de ciencia. Esto a su vez facilita la ubicación de la profesión de científico, que a su vez obviamente se va a diversificar por ramas, tipos, et c. D e est a m anera a su v ez se p uede esp ecificar d entro d el mundo d e l a profesión d e i nvestigador c ientífico a un t ipo i deal o ge nérico: el c ientífico universitario, porque tal como en los orígenes medievales de la ilustración se trata de un contexto donde se da más l ibertad de e lección de temas de investigación, donde hay m ás l ibertad pa ra proponer innovaciones, i ncluso pa radigmáticas y donde s e realiza l a formación i nstitucionalizada d e est os p rofesionales d e l a ciencia. A sí definidas l as en tidades u niversitarias co mo el r eferente cu alitativamente más importante de la actividad científica la ciencia universitaria se convierte en uno de los polos centrales para entender la relación entre ciencia y sociedad. El ot ro g ran pol o de r eferencia es e l gobi erno c omo e ntidad que i nfluye de manera más importante en el fomento y regulación de la actividad científica. Si bien tanto lo gu bernamental y l o c ientífico s on pa rte d e lo s ocial, cuando, s e bus ca entender l a relación entre sociedad y c iencia, e l gobierno cobra un pa pel central, s i bien no es e l representante absoluto de los social, s i es su herramienta de dirección principal, tanto organizando y di rigiendo las capacidades sociales de fomento, como también las de coerción, en Existe una dinámica de transversalidad y circularidad que va de lo político al ámbito científico. Aunque las vías para esto son bastante diversas, al incluir p or e jemplo e l f omento a l a i nnovación tecnológica d e l as empresas, l a regulación s obre l o que s e pue de o no i nvestigar, e l f inanciamiento públ ico a l os sistemas educativos nacionales, y por supuesto, las políticas explicitas en materia de ciencia y tecnología, l a pos ición d el gobi erno c omo pol o central es clara. E n es e sentido podemos observar niveles concéntricos en la relación entre ciencia y política comenzando desde la ubicua distinción general entre la ciencia como parte especifica del sistema social, hasta la distinción de los principales subsistemas y actores con los cuales interactúa la c iencia (actividad y conocimiento). Una gráfica de esta primera distinción es la siguiente: Grafica 1 Esquema general sociedad, ciencia, sociedad y política Fuente: elaboración propia. Ciencia Gobierno Política Sociedad 80 La l iteratura c ontemporánea al p rofundizar e n l os estudios de c aso ha ge nerado indirectamente información adicional sobre los procesos de retroalimentación general entre la ciencia y la sociedad a t ravés del gobierno. En su sentido externo el énfasis está en el proceso de circulación del conocimiento y su influencia en los actores del sistema, y en u n sen tido i nterno se cl asifican l os medios a t ravés d e l os cu ales e l gobierno ejerce control e influencia sobre la actividad científica. El conocimiento es tratado como una forma de influencia reciproca que se da en forma circular, podemos llamarla u na f orma d e i nterrelación i ndirecta, p or co ntraposición a las f ormas d e relación institucional o e n e l marco de abiertos debates sobre pol íticas públ icas. En esa dicotomía construida entre ciencia y sociedad representada por el gobierno el lado de la sociedad es decir el gobierno es el punto de inicio correcto, aunque por supuesto el origen de la relación se pierde en la historia de la humanidad misma. El c onocimiento a ntecede a l a i lustración e i ncluso a l a f ilosofía g riega, l a transmisión del conocimiento es la base de la supervivencia del hombre moderno y más concretamente también se co nvierte en uno de los fundamentos de las primeras culturas agrícolas. Desde ese momento independientemente de la autonomía relativa que t uvieran l os sacerdotes y d emás est udiosos esp ecialistas d e aq uel tiempo l a transmisión d el co nocimiento est uvo r egulado p or l as d irectrices d e de l as cl ases dirigentes o en f orma más esp ecífica a t ravés d e las en tidades p re-estatales d el momento. Esa relación originaria entre gobierno y ciencia aunque ha cambiado junto con l as so ciedades, p articularmente co n l a e mergencia d el r epublicanismo, y l a institucionalización d e l as d isciplinas ci entíficas, en r ealidad, ha m antenido la preeminencia del cuerpo estatal en la relación, tanto como un elemento determinante de l as co ndiciones p or l as cu ales d entro d el si stema so cial s e co nstituyen l as instituciones científicas, como en su papel de ente de control de las mismas una vez consolidadas. El c onocimiento que c ontextualiza, e i nfluye e n l a a ctividad c ientífica y e n e l derrotero p osterior de l c onocimiento c ientífico e mpieza por l os procesos d e socialización d e l os ci entíficos y por l o t anto en l as i nstituciones d e educación preuniversitarias, en este punto de hecho hay un proceso de influencia reciproca entre el ap rendizaje d e la cultura n acional y los co nocimientos b ásicos so bre l as instituciones sociales y rudimentos de conocimiento científico, expresados sobre todo por l a ad opción d el m odelo c ientífico co mo referente d e l os s istemas esco lares (recordemos que no e s un a sunto da do s ino que i ncluso h oy e n dí a s igue s iendo disputado); por e l i mpacto de l os pr ocesos m ás a mplios de divulgación de l conocimiento por e jemplo a t ravés de l os medios de c omunicación m asivos, especialmente audiovisuales; y por el contexto tecnológico en si mismo que no s olo socializa co nocimiento ci entífico, s ino q ue t iene i mpactos determinantes en la v ida social y e n l a r elación que forjan l as personas con l a i dea de ci encia. Este f lujo se considera va en ambas direcciones, aunque por supuesto es de esperarse que no haya mucha simetría ni en la intensidad de cada aspecto de influencia, y tampoco la hay en las investigaciones sobre los mismos. Una d e l as co mplejidades d el p roceso es q ue ést e p rimer á mbito g eneral d e interacción entre co nocimiento y v alores c ientíficos y so bre l a cu ltura y l as r eglas sociales se da principalmente en la etapa infantil y juvenil, antecede las actividades 81 profesionales de l os s ujetos, pe ro como l a ps icología s ocial y l a ps icología pol ítica han a mpliamente e studiado, la f ormación de l a pe rsonalidad y las orientaciones actitudinales de los individuos pueden tener impactos importantes en sus procesos de toma de decisiones, estos procesos de socialización son una dinámica importante en el estudio de las relaciones entre ciencia y sociedad y específicamente entre ciencia y política. Los estudios de caso en sociología de la ciencia y STS con el tiempo revelan la ex istencia de u n p roceso d e r etroalimentación so cial e n est e ci clo que p odemos calificar d e e xterior o d e m ás in directo d e l a re lación entre c iencia y p olítica. Esquematizando podemos resumir los flujos de interrelación en tres grandes aspectos: A) P rocesos g enerales de s ocialización. A .1 S ocialización pol ítica de l os científicos. Aquí el aspecto más explorado es el impacto de los niveles educativos en la p articipación p olítica209. A .2 S ocialización d el c onocimiento c ientífico e n l a sociedad y en l os pol íticos. E n e ste rubro s e ha n e studiado l os i mpactos de la divulgación de la ciencia210 y los impactos de los procesos educativos en el nivel de conocimiento científico211. B) Influencia de los determinantes contextuales más amplios. B.1 Influencia de la c iencia e n la p olítica. E n est e caso l os est udios h an si do so bre l as cat egorías generales d e: i mpacto so cial d e l a ci encia y l a t ecnología212; y r ecientemente h an 209 Muller Edward (1987) “Education, Participation and Support for Democratic Norms”. Comparative Politics v. 2 0. n . 1. City U niversity of New Y ork; H illygus, Sunshine ( 2005) “ The M issing L ink: Exploring the Relationship Between Higher Education and Political Engagement”. Political Behavior v. 17, n. 1. Springer; Kam, Cindy y C arl Palmer (2008) “Reconsidering the Effects of Education on Political P articipation”. The Journal of Politics v. 7 0, n . 3. C ambridge University P ress; B erinsky, Adam y G abriel L enz ( 2011) “ Education a nd P olitical P articipation: Exploring t he C ausal L ink”. Political Behavior v. 33, n. 3. Springer; Mayer, Alexander (2011) “Does Education Increase Political Participation?” Journal of Politics v. 73, n. 3. 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C.1 Respecto a los científicos la literatura se ha interesado e n ev aluaciones so bre c onocimiento v alores y p referencias políticas215 y 62. México: El colegio de México; Albornoz, Mario et al (2005) “Alcances y limitaciones de la noción de i mpacto s ocial d e l a ci encia y l a t ecnología”. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad v. 2, n. 4. Buenos Aires: REDES Centro de estudios sobre ciencia, desarrollo y educación superior; Bijker, Wiebe (2005) “¿Cómo y porqué es importante la tecnología?” Redes vol. 11, n. 21. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes; Stehr, Nico (2009) “Useful Scientific Knowledge: What is Relevant for Society?” Journal of Applied Social Science v. 3, n. 1. SAGE. 213 Deutsch, Karl (1959) “The Impact of Science and Technology in International Politics”. Daedalus v. 88, n 4. MIT Press; Kaase, Max (2000) “Political Science and the Internet”. International Political Science Review v. 2 3, n. 3. 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S ociety f or P ersonality a nd S ocial P sychology Inc; K lein, Daniel y Ch arlotta Stern (2005) “Political Diversity in Six Disciplines”. Academic Questions v. 18, n.1. Springer; Gross, Neil y Ethan F osse ( 2012) “ Why are pr ofessors liberal a nd W hy Do C onservatives C are?” Social Theory n. 41. Springer. 216 En éste rubro hay a s u vez diferentes temas particulares que han sido de amplio interés, destacan: A) el estudio crítico de la pretensión de objetividad y de las visiones epistemológicas como aspectos determinados cultural e i deológicamente: [ Khun, T homas ( 2004) [ 1974] La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE; Bloor, David (2005) [1976] Conocimiento e imaginario social. México: GEDISA; Gi eryn, Thomas (1 983) “Boundary-Work an d t he Demarcation o f Science F rom Non-Sience: S trains an d Interests in Professional I deologies o f S cientists”. American Sociological Review v. 48, n. 6. 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Ithaca: Cornell University Press; Albornoz, Mario (1997) “La p olítica c ientífica y t ecnológica en A mérica L atina f rente al d esafío d el p ensamiento ú nico”. REDES v. 4, n. 10. Buenos Aires: Centro REDES; Mirowski, Philip (2004) “The Scientific Dimentions of S ocial Kn owledge a nd T heir D istant E choes i n 2 0th Century A merican P hilosophy of S cience”. Studies in History and Philosophy of Science n. 35. Elsevier; Echeverria, Javier (2015) “De la filosofía de l a ci encia a l a f ilosofía d e l as t ecno-ciencias e i nnovaciones”. Revista CTS v. 10 , n. 28. Buenos Aires: Centro REDES; Quintanilla, Miguel (2015) “Algunos retos filosóficos de la política científica”. Revista CTS v. 10, n. 28. Buenos Aires: Centro REDES]; y relacionado con los dos anteriores: C) el tema de las implicaciones del etnocentrismo y eurocentrismo que también alcanza a la práctica de las ci encias n aturales: [ Von G izycki R ainald ( 1973) “C entre a nd P eriphery i n t he internacional Scientific Co mmunity”. Minerva v. 11, n. 4. S PRINGER; R ahman, Abdur ( 1983) Intellectual Colonisation: Science and technology in West-East Relations. New D elhi: V ikas P ublishing H ouse; Harding, S arah ( 1998) Is Science Multicultural? Indiana U niversity P ress; Cu vi, N icolás ( 2009) Ciencia e imperialismo en América Latina: la Misión de Cinchona y las estaciones agrícolas coorpartivas 1940-1945. T esis, D octorado en Historia de l as C iencias, U niversidad Autónoma d e Barcelona]. Cabe advertir que además de la bibliografía que a manera de ejemplo se ha expuesto, todos los a nteriores son t emas que ha n s ido parte de a mplias a gendas de i nvestigación desde c orrientes 84 políticos respecto a la ciencia, los trabajos han sido principalmente estudios sobre el viejo tema d e l a i magen d e l os científicos217; y s obre public understanding of science 218. A lo a nterior hay que a gregarle que e n medio de e stos medios de influencia indirecta reciproca entre ciencia y sociedad se ha mostrado crucial el papel de las instituciones y procesos educativos como eje transversal determinante para los procesos de socialización científica y socio-cultural. La siguiente imagen representa los temas de investigación que a su vez permiten visualizar el ciclo de interrelaciones entre ciencia y sociedad: marxistas y neomarxistas, para las cuales siempre ha sido evidente el cúmulo de condicionamientos de la actividad científica y el conocimiento que ésta produce. 217 Ben David, Joseph (1971) The Scientist’s Role in Society. New Jersey: Prentice-Hall; Rodríguez, Luisa (1975) “Mexican adolescent’s image o f scientists”. Social Studies of Science v. 5, n . 3 . Sage; Hively, William ( 1989) “S urvey P robes Tensions B etween S cience an d Democracy”. American Scientist v. 77, n. 1. Sigma Xi, The Scientific Research Society. 218 Hofstadter, R ichard ( 1963) Anti-intellectualism in American Life. New Y ork: A lfred A. K nofp; Etzioni, Amitai y C.Z. Nunn (1973) “Public Views of Scientists”. Science v. 181, n. 1123; Rosenberg, Charles (1983) “S cience i n American S ociety: A G eneration of Historical D ebate”. Isis v. 7 4, n . 3. University o f Chicago P ress; Co llins, H arry ( 1987) “ Certainty a nd t he P ublic U nderstanding o f Science: Science on Television”. Social Studies of Science v. 17, n.4. Sage; Cooter, Roger y Stephen Pumfrey (1 994) “ Separate S pheres a nd P ublic P laces: R eflections on t he H istory o f S cience Popularization a nd S cience i n P opular C ulture”. History of Science v. 3 2, n .3. S age; Irwi n, Al an y Brian W ynne (1996) Misunderstanding Science? The Public Reconstruction of Science and Technology. Cambridge University Press; Yearley, Steven (1999) “Computer Models and the Public’s Understanding o f S cience”. Social Studies of Science v. 2 9, n . 6 . S age; T orres, C ristobal ( 2 005) “Representaciones s ociales de l a ci encia y l a t ecnología”. Revista española de investigaciones sociológicas n. 111. Madrid: CIS. 85 Gráfica 2. Relaciones indirectas entre ciencia, sociedad y política/gobierno Fuente: elaboración propia. 2.2 RELACIONES DIRECTAS ENTRE CIENCIA Y POLÍTICA Para la sociología de la ciencia el poder, lo gubernamental, el estado y la idea de lo político s on noc iones que s iempre ha n s ido c onsideradas pa rte d e l os f actores determinantes de la práctica científica. Sin embargo desde la formación misma de la corriente alrededor de l os a ños t reinta de l s iglo p asado s e di eron t ambién separaciones teóricas y temáticas importantes. Por una pa rte de ntro de l a sociología s e de sarrollo la agenda a pa rtir de una separación entre la tradición mertoniana, y las corrientes neomarxistas y mixtas en la sociología alemana, anglosajona y francesa. Y por otra parte el tema se estudió desde la historia de la ciencia y los estudios de casos y biografías dentro de las tradiciones disciplinares. N o o bstante est as d ivisiones, el d esarrollo reciente d el c ampo d e l os STS h a p ropiciado también en est e t ema l a i nterdisciplina y l a co nfluencia d e l as investigaciones, s obre t odo a pa rtir de l os ob jetos de interés c ontemporáneos c omo los p roblemas d e l a p roducción en ergética y el cam bio cl imático, el d esarrollo d e Contexto social de la ciencia A Socializa- ción socio- política de los científicos C Public understanding of society and politics A Socializa- ción científica de la soc. y los políticos C Public understan- ding of science B1 Determ. científicas y tecnológicas de la política Instituciones educativas Relaciones indirectas Relaciones indirectas Organizaciones y actores político- gubernamentales Organizaciones científicas e investigadores Política Activ. Gub.. Activ. Cientif Relaciones Directas B2 Cond. socio-inst de la actividad científica B Impacto social de la ciencia y la tecnología 86 tecnologías de software y robóticas y la investigación biotecnológica, y farmacéutica, especialmente en lo r elacionado c on i nvestigaciones g enéticas. A quí t ambién l a tradición m ertoniana c ontinúa siendo un r eferente f undamental, s i bi en lejos d e cualquier ortodoxia. En e l c ontexto e stadounidense aún a pe sar de s u r echazo de l m arxismo, l os sociólogos de l a ciencia mertonianos no podí an s ino reconocer e l papel central que para el desarrollo de la ciencia había tenido su relación con el estado, y especialmente el co ntexto de g uerra. En ese sen tido v ale l a pena r evisar v arias d e las p remisas básicas de ésta corriente. Si bien Merton reconoció a l a sociología del conocimiento de M annheim y S cheller c omo un r eferente más t emprano e n e l e studio de las relaciones entre ciencia y política, desde un principio Merton entendió claramente -y rechazo219- el p apel q ue esos au tores d aban a l os co ntextos d eterminantes d e la investigación científica y por el papel social y político del conocimiento en términos más amplios como uno de los aparatos ideológicos del estado. Sin embargo, Merton necesariamente tenía que retomar –aunque fuera para deslindarse de él- este punto de partida, aunque solo pudo hacerlo a medias, por la importante influencia que tendría Bernal para la constitución del campo220 y posteriormente porque Bernard Barber y Don K . P rice a l c ontinuar e xaminando l a r elación de l a ciencia c on s u c ontexto político y gube rnamental de hecho contrarían la dirección de la tradición mertoniana en e l s entido de la s eparación e ntre co ntexto d e d escubrimiento y co ntexto d e justificación y señalan la importancia de otros factores determinantes de la actividad científica d e n aturaleza más p rofunda, co mo l os asp ectos i deológicos o l os condicionamientos de rivados de las i nstituciones so ciales m ás a mplias como l a economía capitalista, los procesos de socialización de los propios científicos, etc. Naturalmente no pue de ha blarse de manera t ajante de un modelo mertoniano único, cada uno de los autores de ésta corriente tuvieron algunas variaciones y sobre todo hacia los años setenta comenzaron a hacer propuestas más complejas y que se alejaban de las premisas centrales de la agenda de Merton como es la separación entre contexto de descubrimiento y c ontexto de justificación, sin embargo además de los trabajos d e Merton, algunas o bras más co nocidas d e es ta t radición s intetizan b ien ciertas p remisas co mpartidas. E n ese sen tido vale la p ena d iscutir a lgunas d e las premisas centrales del modelo mertoniano respecto a relación entre ciencia y política. Para Me rton el an álisis d el contexto so cial de l a ciencia d ebe d istinguir t res dimensiones de l a ciencia, é sta c omo: 1) C onjunto de m étodos; 2 ) Depósito d e conocimientos a cumulados; y 3) Conjunto de va lores y c ostumbres c ulturales221. 219 Es quizá debido a este hecho de haber dejado de lado un siglo de lecturas marxistas y neomarxistas sobre los determinantes y alcances de la empresa científica que se dio una reacción en la sociología de la ciencia mertoniana ante el argumento de Barnes sobre los determinantes económicos de la actividad científica es s intomática d e l a s eparación a centuada en tre en foques t eóricos, y a q ue e n co ntraste l a visión marxista ha entendido desde siempre a la ciencia como un elemento altamente politizado y con implicaciones importantes para e l mantenimiento de l r égimen. U n constructivo debate hubiera dado pie desde fechas tempranas a una especie de punto de encuentro en las agendas. 220 Garfiel, E ugene ( 2007) “ Tracing t he Influence of J D Bernal o n t he World of S cience T hrough Citation Analysis”. Paper presented at the Irish Association for Crystal Growth Conference. University College of Dublin 221 Merton, Robert (1947) Teoría y estructuras sociales. México: FCE. p. 637 87 Sobre est e último asp ecto es q ue p one mayor i nterés p ues co nsidera que es el q ue manifiesta l as ca racterísticas d e la ciencia co mo i nstitución so cial –y por t anto la vincula con su entorno social- . Considera que la traducción práctica de éste entorno está e n e l “ ethos d e l a ciencia” q ue t iene cu atro p rescripciones m orales y t écnicas conocidas como las famosas “normas de la ciencia” mertonianas: A) Universalismo, B) Comunismo o comunalidad, C) Desinterés, y: D) Escepticismo organizado. Linda S kalair ha ce un análisis d e l as i mplicaciones d e las mismas y p or t anto crítica las falacias que contrastadas con la realidad encarnan las normas mertonianas. Sobre l a p rimer n orma universalismo, q ue se r efiere al car ácter i mpersonal d e l os resultados d e i nvestigación S kalair critica q ue llevado a s u m áxima ex presión el universalismo, supone excluir todo criterio no científico en la labor de la c iencia, y eso aunque pueda parece una protección a la misma de amenazas totalitarias, por el otro l ado t ambién –si f uéramos co nsistentes- significaría h acer a l a c iencia impermeable de su contexto social y sería una base para cuestionar el supuesto mismo de que son los sistemas democráticos los que proveen mayor protección a la práctica científica, ya que rechazar toda influencia extra científica en la ciencia, convierte a la ciencia misma en ideología. Por lo anterior concluye sobre esto la autora; la ciencia “no puede ser una empresa solamente de f ines intelectuales”222. La segunda norma, llamada comunalismo, la propiedad común de los bienes científicos, idea que para la autora se traduce en dos aspectos, la ciencia como conocimiento público, y el rechazo de la secrecía en los asuntos científicos. Sobre éste aspecto la principal debilidad que encuentra al principio es la irrealidad del mismo, la dinámica de la ciencia moderna, - incluso más allá de los asuntos militares o de seguridad nacional- es una practica que se h ace en el m arco de co rporaciones em presariales q ue p rotegen con cel o su investigación, y a ún e n e l á mbito a cadémico ha y espacio i mportante p ara l a marginación que evita el acceso público al conocimiento. Incluso uno de los factores que evita este principio derivado de la mera dinámica de la práctica científica y del crecimiento na tural de l número de publ icaciones223 es el p roblema del acceso a l as bases de datos y publicaciones especializadas entre es tudiosos, y entre instituciones científicas. Sobre e l a sunto de l pr incipio de d esinterés, o mejor di cho de l pur o interés científico –junto con el legitimo asunto de las recompensas simbólicas de la primicia y el prestigio-. Skalair argumenta que la búsqueda de la recompensa por la primicia puede ser tal que desvirtúa la noción de desinterés, porque hace notar todo una serie de dinámicas institucionales asociadas al prestigio científico. Para resumir en pocas palabras, el llamado “efecto mateo” estudiado por el propio Merton y sus discípulos puede ser utilizado como evidencia de que el móvil del trabajo científico está lejos de ser solo el progreso de la ciencia. Adicional a esto está por supuesto el hecho de que mucha d e l a i nvestigación es r ealizada p or em presas p rivadas q ue l ucran co n l os descubrimientos. P ara S kalair, u na de bilidad c entral de l a pr opuesta teórica mertoniana es el principio general de que este tipo de condiciones son indispensables 222 Skalair, Leslie (1972) “The Political Sociology of Science: A critic of Current Orthodoxies”. en The Sociological Review Monograph no 18. United Kingdom: The University of Keele. p. 46 223 Ibid. p. 48 88 para e l de sarrollo de l a c iencia. S in e mbargo d e a cuerdo c on l a a utora a quí nue va cuenta l a e videncia hi stórica m uestra qu e e n ot ros c ontextos a pe sar de ha ber realidades c ulturales, so ciales y p olíticas m uy diferentes t anto d entro de o ccidente como en p aíses o ccidentales, l a ciencia n o s e ha v enido a bajo y ag rega: “T here i s, then, no aparent reason why science could not operate rather differently, that different institutional norms might motivate scientists differently in a society whose systems of stratification differed in important respects from twenty century western societies”224 Finalmente por lo que respecta al principio de escepticismo organizado, se limita a señalar que este precisamente es uno de los temas que han venido a ser centro de la polémica c ausado por e l a rribo de l trabajo de Khun225. C omo c omplemento a e ste análisis la propia Skalair cita el trabajo de D. M. King que indaga aún más hondo en las r aíces t eóricas de Merton; ad virtiendo su concepción idealista, su s v alores q ue subyacen e n s u vi sión de l e thos de l a c iencia i mperados por e l pur itanismo protestante, y l a f uerte i nfluencia de l a noc ión Weberiana de r acionalidad, t odo l o cual en conjunto le lleva a en tender la sociología como un símil de la economía, es decir l a ciencia c omo un s istema de pr oducción don de l os c ientíficos s on trabajadores, que producen ciertos bienes especializados motivados por un sistema de recompensas226. De hecho acusa a Merton de alejarse del realismo, con una propuesta en realidad dictada ideológicamente227. King, refiere en contraste la propuesta Khuniana como un regreso a la institución social, y como tal no refractaria al sistema social, sino cuyas dinámicas son similares a éste. Así opone al positivismo mertoniano que enfrenta ciencia y tradición la idea de que en realidad la ciencia no es una construcción racional gobernada por reglas de procedimiento imperecederas, sino una practica dictada por su propia tradición local. Y por tanto su estructuración deriva de un sistema de autoridad. De allí la importancia del e studio d e los p rocesos d e “f ormación, t ransmisión, ar ticulación y ev entual ruptura d e l as t radiciones”228. S in e mbargo, obvi amente M erton no era ni ngún ingenuo, B ourdieu, m uchos a ños de spués, reflexiona s obre l a r elación e ntre las propuestas i dealistas d e Mer ton y el co ntexto so cial y p olítico d el momento, y justifica la defensa de la demarcación entre ciencia y su contexto que hizo merton en la necesidad del momento de defender la au tonomía de la ciencia y de l as ci encias sociales ante las presiones políticas que se daban en los estados unidos en el contexto de la g uerra f ría229. A l m argen d e su s d isquisiciones t eóricas es p osible en contrar interesantes r evisiones d e Mer ton so bre los t ipos d e r elaciones esp ecíficas y 224 Ibid., p. 52. 225 Ibid., p 56. 226 King, D.M. (1971) “Reason, Tradition and the Progresiveness of Science”. History and Theory v. 10, n. 1. Wiley. pp 4-20 227 Denuncias que n aturalmente er an p rácticamente u na obviedad d esde l a cr ítica marxista. Cfr. Sánchez Vázquez Adolfo (1971) “La ideología de las ciencias sociales”. en Filosofía de las ciencias sociales. México: Grijalbo. 228 Ibid., p. 25 229 Bordieu, Pierre. op. cit. Y más recientemente Stephen Turner, -politólogo y filósofo- coincide con ésta l ectura sobre l a i deología de M erton e n s u propuesta s obre l as normas d e l a ci encia, s olo que justifica es ta v isión p or el co ntexto de g uerra f ría en q ue s e d a. Turner, S tephen ( 2007) “ Merton’s Norms in Political and Intellectual Context”. Journal of Clasical Sociology v. 7, n.2. 89 escenarios e n l os que i nteractúan l os ci entíficos y l as o rganizaciones gubernamentales, t ema que no hubi era s ido d e i nterés p untualizar s i M erton no asumiera –tácitamente- la importancia de las dinámicas de poder que influyen en el trabajo de investigación. Esto se ve especialmente en su propia elaboración teórica al respecto, donde desarrolla los aspectos que interfieren con el proceso de aplicación de las ci encias so ciales a l a r esolución d e p roblemas so ciales, ex amina p ues l a vinculación d e la i nvestigación ci entífica co n las políticas p úblicas. S u a rtículo de 1949 so bre el p apel de l as ci encias s ociales p ara l as políticas p úblicas230 es particularmente importante en primer lugar por que aunque se percibe el intento de Merton de mantener la integridad de la ciencia como principio intrínseco al margen de os problemas que pueda enfrentar, en realidad resulta obvio suponer que frente a la compenetración profunda que experimenta al enfrentar los retos de la participación en el am biente p olítico, l a em presa ci entíficas alcanzada p or l a politización. Y e n segundo lugar porque además de pionero su estudio sobre la relación entre ciencia y el proceso de consejo experto en políticas públicas es capaz de ver y clasificar –a su manera- muchas de las dimensiones de análisis centrales que perduran hasta nuestros días como parte del análisis de la relación entre ciencia y política y entre c iencia y políticas públicas. Bernard Barber, el principal heredero intelectual de Merton, por ejemplo nunca dejó de lado la influencia de Bernal, y en sus trabajos incorporó de manera central el análisis de las d inámicas sociales condicionantes de l a ac tividad c ientífica231 y más aún h ace u na r eivindicación ex plícita d e l a i mportancia d el m arxismo, al cu al le reconoce e l mérito de ha ber a bordado di rectamente –desde an tes- y en d etalle l a profunda dependencia de l a c iencia de s u c ontexto s ocial232, y a grega: To a ll t hese studies, whatever the deficientes they have. We have an intellectual debt, not only for the s pecific i nformation t hey c ontein, but f or w hat t hey ha ve c ontributed t o the awareness of the social connections of science”233. Aunque por supuesto descarta la idea d el co ndicionamiento y d ependencia g eneral d e l a e structura so cial y d e la ciencia d el l os “f actores eco nómicos”. E n co ntraste señ ala q ue l a ciencia tiene muchos c ondicionamientos, y ni nguno de é stos e s más i mportante q ue l os ot ros. Menciona: el c ontexto in telectual, re ligioso, los f actores p olíticos, e l f actor económico y a t odo e sto a ñade l os motivos –[y l os asp ectos y ca racterísticas]- personales de los científicos. Y además entra en la discusión sobre la responsabilidad social de la ciencia. Clasifica tres posturas del momento: a) aceptar que los científicos tienen c ierto g rado g eneral d e r esponsabilidad social p or l as co nsecuencias d e su s invenciones, b) a ceptar que l os c ientíficos t ienen e ntera responsabilidad por las consecuencias so ciales negativas d e su s d esarrollos y p or lo t anto d eben t ratar d e prevenirlas, c) rechazar la imposición de demasiada responsabilidad por parte de los científicos hacia si mismos, así como la imputada por el hombre común a ellos. 230 Merton, Robert (1949) “The Role of Applied Social Science in the Formation of Policy: A Research Memorandum”. Philosophy of Science v. 16, n. 3. The University of Chicago Press. 231 Barber, Bernard (1952) Science and the Social Order. Illinois: The Free Press of Glencoe. p. xix 232 Ibid. p. 29. 233 Ibid. p. 30. 90 La respuesta de Barber es af irmar que las consecuencias sociales de la ciencia son i nevitables e impredecibles por que s e t rata de un pr oblema de pendiente de l a estructura social. Destaca la influencia política: “science is differently used by one or another gov ernment or pol itical pa rty, i s di fferently us ed i n w ar a nd pe ace, a nd is differently used in prosperity and economic depression”234 Pero aquí la palabra clave es “used” Barber está limitando su visión, la ciencia no s olo es “usada” de diferente manera, t ambién es cr eada d e d iferentes m aneras d e acu erdo a su c ontexto. E s - además de la perspectiva funcionalista- este esfuerzo de Barber por hacer congruentes los a rgumentos de s u propio estudio so bre los co ndicionamientos s ociales d e l a ciencia y la natural relación de ello con la hechura misma y productos de la ciencia, con l a af irmación d e q ue a p esar d e t odas est as i nfluencias l a ci encia mantiene u n “margen d e i ndependencia”235 lo que r etiene dentro de l “ canon” m ertoniano y l e impide dar el salto epistemológico que haría famoso a Khun décadas después. En esta etapa metodológicamente l a t radición mertoniana c on e l t iempo hubo d esatendió l a reflexión sobre las bases estructural-funcionalistas del análisis de la ciencia, y esto no solo porque aplicaron las bases conceptuales estándar del momento sin cuestionarse demasiado p or u n l ado l as p osibles n ecesidades d e ad aptación co nceptual d el particular objeto de estudio, sino también como denuncia Bourdieu porque dejaron de lado el estudio de las implicaciones de que el estudio de la ciencia fuera un análisis estructural-funcionalista de la ciencia236. Sin embargo, la evidencia aún al margen de la ortodoxia teórica mertoniana se abriría paso. Eventualmente autores considerados discípulos de merton así como otros historiadores de l a ci encia a p artir de sus estudios de caso -como era de esperarse- confirmaron e mpíricamente que l a pr ofunda i mbricación de l a pol ítica y de l as dinámicas políticas al interior de las instituciones científicas hacían de la ciencia un asunto de r acionalidades mixtas. S i bi en no de sarrollaron un de bate t eórico al respecto l a conclusión t ácita de sus t rabajos de au tores considerados clásicos como Don K Price237, Daniel S. Greenberg238, Harvey Brooks239 sobre la organización de la ciencia en los Estados Unidos, es evidente: la influencia entre la sociedad, la política el gobierno y los actores políticos por un l ado, y la cultura científica, la actividad de investigación c ientífica y l os pr oductos de la i nvestigación por e l o tro l ado; e s - aunque c ompleja, de sigual y c ambiante- mutua. D e al lí q ue P rice d esde su p rimer gran o bra i nsista en l a n ecesidad de q ue l a c iencia co nstruya “d efensas p ara su integridad” en tres sentidos: para su libre estructura de valores y practica; frente a l a aplicación que se le da –[y se le exige]-para la resolución de problemas prácticos240; e internamente ante la tentación que puede tener el científico de sentirse por arriba de la 234 Ibid. p. 227 235 Ibid. p. 33. 236 Bourdieu, P ierre ( 2006) [ 2004] E l oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Barcelona: Anagrama 237 Price, D on ( 1953) Government and Science. N ew York: O xford U niveristy P ress; y (1 965) The Scientific State. Massachusstes: Harvard University Press. 238 Greenberg, Daniel (1967) The Politics of American Science. Pelikan Books. 239 Brooks, Harvey (1968) The Government of Science. The MIT Press. 240 Price, Don (1953) op. cit., p.106 91 rendición de cuentas, o de asumir que su trabajo científico no es susceptible de verse afectado por sesgos personales241, y además los científicos también son influenciados por l a o pinión d e su s c olegas, y p or l as redes a l as q ue p ertenecen, q ue d e h echo pueden ligar su trabajo con diferentes intereses públicos y privados242. El ci entífico y a n o p uede en tenderse co mo ag entes p asivos si no co mo a ctores políticos y so ciales p or d erecho p ropio. E sta n ueva l ectura es d esarrollada e n múltiples estudios de casos en los cuales los científicos participan en diversos debates que al canzan u na r elevancia p ublica i mportante q ue v a d esde l as m anifestaciones contra las armas nucleares hasta r ecientemente e l t ema del desarrollo de fuentes de energía al ternativas y e l cam bio cl imático. C abe d estacar q ue est a g eneración d e trabajos e s i nfluenciado de m anera m uy i mportante po r e l f amoso r eporte d e Vannebar Bush de 1945 243 en el para referirse a l a relación entre el gobierno de los Estados Unidos y la comunidad científica propone la noción de “contrato social de la ciencia” q ue se r efiere a l a sep aración en tre f inanciamiento p úblico p ara l a investigación b ásica, -dentro de c uyo á mbito l os c ientíficos t ienen a utonomía- y l a posibilidad gube rnamental d e be neficiarse –e in tervenir- en l os be neficios tecnológicos derivados de aquella investigación básica, visión que desde entonces ha sido u n “r obusto” r eferente p osterior p ara la p olítica e n materia de ci encia y tecnología d e a quel pa ís, y d e he cho s e h a e mpezado a señalar que l a pa ulatina contradicción de sus premisas con la realidad de la práctica científica es una de las causas de la actual crisis de la política científica en Estados Unidos244 Además d e est e r econocimiento d el p apel d e l os c ientíficos, ap arecen l os primeros t rabajos –hasta l a f echa escaso s, - que por u n l ado entienden a l as dimensiones co n l as q ue l os ci entíficos se en frentan an te l a so ciedad y l a p olítica como un asunto de doble sentido y por otro anticipan los alcances de un análisis más allá d el l aboratorio y d e l as i nstituciones f ormales d e la c iencia. E jemplar d e é sta nueva ag enda es el t rabajo d e Y ron E zrahi que cl asifica cu atro ca tegorías d e “visibilidad política” de la ciencia: las imágenes de l a naturaleza para las creencias políticas y sociales prevalecientes (cosmología); la relación de la tecnología con los valores y p reocupaciones so ciales del m omento; el g rado d e ac cesibilidad d e l a ciencia pa ra e l públ ico; y e l g rado de c onsenso e ntre l os científicos d e un c ampo determinado245. A p artir d e a hora re sulta in negable q ue e l e lemento c entral d el análisis de la relación entre ciencia y política no puede ser solo el trabajo científico que realizan directamente los centros de investigación gubernamentales sino también el impacto del contexto de guerra que revolucionó el aparato científico nacional; las dinámicas d e co ntienda p olítica q ue en cierra el complicado e ntramado d e 241 Ibid., p. 131. 242 Price, Don (1965) The Scientific State. Massachusetts: Cambridge University Press. P. 46 243 Bush, Va nnevar ( 1960) [ 1945] Science, the endless frontier. A Report to the President on a Program for Postwar Scientific Research. National Science Foundation. 244 Guston, David (1992) “The Demise of the Social Contract for Science: Misconduct in Science and the Nonmodern World”. Working Paper 19. Program in Science, Technology and Society. MIT. Cfr. Pielke, Roger (2010) “In Retrospect: Science the Endless Frontier”. Nature v. 466, n. 19. 245 Ezrahi, Yaron (1971) “Los recursos politicos de la ciencia”. en Barnes, Barry (ed) Estudios sobre sociología de la ciencia. Madrid: Alianza. p. 209 92 financiamiento público gubernamental a l a ciencia a t ravés de universidades y otros centros autónomos; y e n conjunto la configuración de a lgo de carácter agregado: la política pública en materia de ciencia y tecnología246. Por eso en realidad en este tema de l a r elación de l a c iencia y pol ítica e ncontramos un o de s us f undamentos principales –junto al marxismo- a la propia tradición mertoniana antes de los debates post K hunianos. S e t rata de o tra t ensión e sencial247 -externa-, car acterística del proyecto científico descubierta por estos estudiosos –muchos de e llos originalmente formados en las ciencias naturales- que desde la descripción de la realidad que veían a s u a lrededor a portaron a l campo de l a so ciología d e la ci encia b ases p ara el encuentro entre l o que ahora l lamaríamos una l ectura realista y no so lo l a ev idente vocación so cial d e l a c iencia, si no más aú n d e l a misión p olítica –en el sen tido aristotélico de capacidad constructiva- de la ciencia. Como apuntó Harvey Brooks en sus m emorias: “ a r ecurring c oncern of m ine, s till un resolved, i s how t o g ive du e weight, s imultaneously, to tw o d ifferent v isions o f th e s cientific e nterprise: an endeavor that m ust r emain a utonomous a nd a n e ndeavor t hat m ust be dr iven b y societal needs”248. Posteriormente con Salomon249 y Blume250 establecen lo que podríamos llamar el “canon m ertoniano c orregido” –pues e l or todoxo nunc a hubi era concebido un a sociología política de la ciencia- que sienta las bases para el posterior desarrollo del tema de investigación tanto por los herederos directos de la visión mertoniana como por l os S TS c on i nfluencia e structural f uncionalista. E n a mbos c asos e l punt o d e partida es el r econocimiento d e l as co mplejas d inámicas q ue af ectan a l a p ráctica científica c omo un f enómeno s ocial más y e specialmente reconocen po r un l ado l a diferencia e ntre la p olítica en c iencia (science p olicy) y l a p olítica e n l a ciencia (politics of science) y por el otro también descomponen y descentralizan a la ciencia como un c onjunto f ormado por s us pr acticantes e n s us múltiples e spacios y s u retroalimentación –que pa sa por l a sociedad c on e l c onocimiento que producen; en pocas palabras ven a la ciencia como un sistema251. En el contexto d e l os set entas era n atural q ue e l estado s ea el a ctor preponderante r especto a l os e ncuentros de l a c iencia c on e l pode r político. S in embargo de sde a quellos a ños e ntienden que l a pos ición que t oman l os c ientíficos también es un a specto sustantivo independiente del t ipo de dinámica contenciosa en el que participe el argumento científico, esto es uno de los aspectos que hacen sentir la influencia f uncionalista. S alomón se p ropone u n an álisis d e a lcances m ás 246 En e l mismo sentido cfr. Kreilkramp, Karl (1973) “Towards a Theory of Science Policy”. Social Studies of Science v. 3, n.1. Sage. 247 Recordemos que la interna se refiere a la necesidad de que el cambio de paradigmas se de desde la expertise del punto del origen, no es producto de la crítica interna o de lo que después e llamaría “de- construcción” s ino que es u n proceso de c ontradicción que también podríamos llamar dialéctica, producido esto de alguna manera por el propio canon, de allí que sea más bien asociado con el cambio generacional. 248 Branscom, Lewis (2014) Harvey Brooks 1915-2004 Biographical Memoir. National Academy of Sciences 249 Salomón, Jean-Jacques (1974) [1970] Ciencia y Política. México: Siglo XXI. 250 Blume, Stuart (1974) Toward a Polítical Sociology of Science. Londres: Macmillan Publishers. 251 Salomón, op. cit. p. 3 93 profundos, supera l a descripción c rítica de Don K Price, y ve en e sas dinámicas el síntoma d e una t ensión m ayor en l as relaciones co ntemporáneas en tre ci encia y política, ve una c onvivencia que e s di rigida po r una lógica di aléctica e n l a cual l a naturaleza de las relaciones entre estado y ciencia es distorsionada, y mientras más la ciencia r eclama su au tonomía d el p oder en r ealidad es e lla misma l a q ue n iega su carácter creador d e l as d irectrices estatales d e l as cu ales se q uiere d emarcar. L os científicos militantes o como act ivistas serían para Salomón precisamente la prueba del fracaso del intento de finalmente entender a la ciencia como una empresa política en sí misma. Pero además encuentra en la mayor sofisticación y escala de la ciencia y la t ecnología, -es d ecir en l o q ue después s e i dentificaría c on l a “big science” y la “tecnociencia”- uno de los f actores llevan a l a compenetración de l a ci encia con e l poder, y especialmente con el poder político. Se ve reforzado el posicionamiento de la ciencia co mo h erramienta, d e t al m anera q ue a firma: “h oy en d ía l a l iga en tre el gobierno y la ciencia está institucionalizada tanto por lo que se refiere a las cuestiones de pol ítica pura c omo por l o que toca a l as c orrespondientes a l de sarrollo de l a investigación: el gobierno forma parte del gobierno de la ciencia”252. El s ignificado gl obal d e l a ciencia y s u r umbo e s pue s la pr eocupación de Salomón, mientras q ue B lume, ab orda más b ien l as d imensiones p articulares d e l a interacción, lo político es una categoría que se refiere a relaciones sociales de manera más concreta. Curiosamente aunque Blume afirma que su interés es la organización de la comunidad científica –tema mertoniano por excelencia- en realidad su t rabajo poco tiene que ver con los formalismos institucionales y las agendas funcionalistas de antaño. É l t raslada el c entro d e i nterés d el co ntexto d e l a p ráctica ci entífica a los mecanismos por medio de los cuales la ciencia se vincula con, y cumple su papel en la sociedad, como el lo llama, las: “externalidades” del rol del científico253. Además de estos dos textos seminales, vale la pena destacar un artículo de 1972, fimado por Arnett A Elliot, Thomas C. Hood y Jack E Holmes254 que es junto con los trabajos d e Eulau, G ianos y G ustón u nas d e las escasa s ap ortaciones s ignificativas desde la ciencia política al tema de las relaciones entre ciencia y po lítica. En dicho artículo l os autores s eñalan que e l p unto de p artida pa ra el moderno e studio de la relación entre ciencia y pol ítica fue la segunda guerra mundial, y que de la original preocupación central que era la relaciones entre la ciencia y el gobierno, ahora debe llamarse la atención sobre otras dinámicas importantes como la influencia que tienen los científicos al participar como asesores, y la importancia del debate nacional sobre la política federal en materia de ciencia y tecnología. Encuentran que la literatura del momento aún no consideraba como parte central de la relación entre ciencia y política ciertas dinámicas que para ellos son un “comportamiento político” como es el caso de 252 Salomón, op. cit., p. 12 253 Aquí es interesante ver que también Salomón después compartirá este interés en el científico como actor f undamental d e l a ci encia e i ncluso d eterminante d e l a r elación d e és ta co n l a p olítica y l a sociedad. Salomón, Jean-Jacques (2008) Los científicos, entre saber y poder. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes. 254 Elliott, Arnettt et al (1972) “The Working Scientist as Political Participant”. The Journal of Politics v. 34. Sage. 94 la o rientación (p olítica) d e la in vestigación a plicada, y e l i mpacto pol ítico de l contexto organización en el que se laboran los científicos. Y so bre t odo d e u na se rie d e asu ntos q ue m anifestarían l a p olitización d e l os mismos q ue en b uena m edida co inciden co n l os cl ásicos ar tículos de E verett y Lipset255 de los mismos años, pero que van a al lá de evaluar las características de su politización y de s us pa rticipación pol ítica no e lectoral, s ino que c onfieren a e sta comunidad de una cualidad peculiar, por un l ado ven que existen pos ibles aspectos políticos e n la i nvestigación a plicada, y por ot ro e ntienden que l a i nvestigación científica no es solo un t ipo de profesión más: “Our investigation, then, is prometed by a curiosity about t he pol itical habits of a s et of i ndividuals be logning to a c lass whose act ivities ha ve h ad a gr eat effect on our c ivilization”256. Y e n s u e studio al preguntar a los científicos de ciencias naturales sobre sus ideas respecto al papel de la ciencia para resolver los problemas políticos del momento encuentran dispersión en las respuestas, y e n general que “ the not ion that scientifics method i s appropiate to public pol icy m aking w as s trongly e ndorsed”257 noción que pa radójicamente coincidía c on e l a cuerdo ge neral e ncontrado s obre l a i dea de que na da podí a s er inalcanzable para la investigación científica y que los cambios sociales traídos por los desarrollos científicos debían ser aceptados. La explicación del significado de esas respuestas contradictorias entre sí para los autores está en que en que los científicos compartes dos valores simultáneamente, uno por su posición de élite es abierto al cambio social, y el otro es la configuración de los valores qu e c onforman a l s istema c ientífico de a quel m omento, que i ncluyen la noción de d esinterés [ político-partidista o eco nómico] d e l a ci encia y en e l qu e l a institucionalización d e l a ci encia h a l levado a q ue sea m al v ista l a participación política de los científicos. No obstante desde una perspectiva actual y después de ver pasar el p rograma fuerte y d emás corrientes p ostkhunianas p arece ev idente q ue el problema que tenían ese t ipo de preguntas era el de la definición de política. Si por política se entendía –siguiendo a Weber- la búsqueda de la participar en el gobierno, o la toma de bando o en las disputas entre grupos que buiscan tomar el poder político ya sea por medio de con partidos políticos o por alguna otra vía ; entonces es natural que la mayoría de los científicos que respondieron ese tipo de preguntas afirmaron no simpatizar con la idea de la participación política, pero si por política se recupera el sentido aristotélico de las posibilidades del hacer humano, o de la polis, -siguiendo a Foucault- el pr oblema de l a d efinición de v erdad, o bi en e l a sunto –que desde l a posguerra h abía cobrado r elevancia- de la responsabilidad s obre l as consecuencias sociales y políticas de l a c iencia, en tonces l as r espuestas a l a p regunta an otada hubieran sido diferentes. Tras décadas de debate la disputa intelectual dentro de los STS so bre l a n aturaleza p olítica o n o d e l a ciencia p arece y a h aber av anzado, reconociendo que la ciencia tiene muchas dimensiones que la hacen innegablemente política: 255 Everett Carll y Seymour Lipset (1972) op cit. 256 Elliott Arnett et al op. cit. p. 404 257 Ibid., p. 421 95 According to t he t raditional ' modern' v iew, sci ence i s essen tially nonpolitical. T hat v iew n ever ad equately d escribed sci entific p ractice, and d ecades o f r esearch i n S TS a nd ot her f ields ha ve r endered i t implausible. M ore c ommon t oday i s t he s uggestion t hat s cience i s political or more emphatically, that science is inevitably, intrinsically, or 'essentially' political […]Portraying sci ence as essen tially p olitical h as offered a w ay of rejecting both the positivist image of science as v alue- free know ledge, on t he one ha nd, a nd e ither M arxist o r ne oliberal reductions of science to economic imperatives, on the other. Understood in this sense, claiming that science is essentially political bluntly conveys the important notion that scientific methods and theories are value-laden […]The mutual c onstitution of s cience a nd pol itics ha s be en c arefully documented in STS studies that show, for example, how concepts such as ‘experiment,’ ‘natural law’, or ‘testimony’ have long combined scientific and political meanings258 Pese a sus diferentes intereses y matices puede af irmarse que Blume, Salomón y el equipo d e Elliott co inciden en u na cl asificación b ásica d e l os t emas/dinámicas centrales p ara el est udio d e l a r elación en tre ci encia y p olítica: L a t ransmisión d e valores y preferencias políticas de los científicos en su trabajo científico, y a través de esto a la política y la sociedad259. La pol ítica interna en el contexto del t rabajo científico, Salomón destaca: a) e l papel d e l a p laneación y d e la p olítica en m ateria d e ci encia y t ecnología d e los gobiernos como e l punto central de la relación entre ambos. Aquí independiente de las tensiones entre los f ines divergentes que pudieran existir entre ambos autores, y del t ema d e l a au tonomía d e la i nvestigación b ásica d estaca co mo u no d e l os teas centrales d e c onflicto el pr oblema de l a pr evisibilidad, tanto e n e l pr oceso d e investigación en s i m isma q ue es d ifícil d e hacer en cajar e n l os procesos de planeación y evaluación burocráticas, como en cuanto a la previsión de los impactos de la ciencia en el largo plazo, e incluso respecto a la innovación tecnológica260. b) En s egundo l ugar e stá l a obvi a d isputa po r l a a signación de r ecursos quizá e l momento donde salen a relucir más c laramente e l choque de valores y objetivos de los act ores i nvolucrados, A demás d e l as n egociaciones en tre l as p rioridades gubernamentales y de los científicos, esta el problema de que la utilidad social de la ciencia c omo a rgumento de ne gociación tiene l a de bilidad de que e s di fícil d e operacionalizar y d e q ue t ambién e ntra en j uego l a co mpetencia en tre presupuesto para ci encia b ásica y c iencia ap licada261, mientras que B lume di vide e sto e n dos partes: por un lado los controles y recompensas del trabajo científico262, y por el otro 258 Brown, M ark ( 2015) “ Politicizing S cience: Co nceptions o f P olitics i n S cience a nd T echnology Studies”. Social Studies of Science v. 45, n.1. Sage p. 6 y 7 259 Esto coincide con los puntos B1 y C1 de la tabla 2 supra, p. 20. 260 Ibid., pp. 129-131 261 Ibid., pp. 147-160 262 Aquí es muy ilustrativo la cr ítica y p rofundización que hace Blume de la noción mertoniana del sistema de recompensas que conduce la empresa científica. Para Blume más que recompensas se trata 96 la g estión i nstitucional d e l as o rganizaciones ci entíficas. Y aq uí ca be ag regar un desarrollo p osterior de l s ociólogo español C ristóbal T orres263 quien ha blando d e sociología política de la ciencia se detiene a profundizar sobre las dinámicas de poder y au toridad d e l a v ida ci entífica. Si b ien es tos t emas h an si do señ alados d esde Barnes264 y Knorr-Cetina265, no había habido propuestas teóricas tan pormenorizadas que b uscarán co ncebir al s istema científico c omo un m icrocosmos a l que ha cer aplicable conceptos y categorías utilizadas antes más bien en la teoría sobre el sistema político en general. La pol itización de l os científicos expresado p or un l ado e n l a c reación de organizaciones gremiales, y por otro en las experiencias de activismo político que han tenido de manera individual o c olectiva. Por su parte sobre esto Salomón enfatiza el origen de este papel protagónico a partir de la segunda guerra mundial ya sea desde la investigación que se r ealiza en los países a liados p rimero al servicio de l a empresa bélica y tras la guerra contra el uso de la ciencia para la misma. Y asimismo en los intentos d e resistencia que i nicialmente o frecieron en E uropa an te el ascen so d el totalitarismo266. La i nteracción e i nfluencia c on e l gobi erno: esto e n t res f ormas, t omando e l poder e s de cir ob teniendo c argos políticos, d ando c onsejo e xperto, y f inalmente trabajando para los hombres en el poder267. A este inciso Blume agrega por una parte una cu alidad esp ecial de l os c ientíficos q ue los d iferencia d e o tros act ores y /o expertos que podrían tomar parte en debates de políticas públicas; los científicos no solo cuentan con ideología pol ítica, y c on su obvio conocimiento experto, s ino que también están determinados por los conocimientos compartidos con su comunidad, y con la naturaleza comunal de su profesión268. Por ot ra parte retoma la distinción de Schooler en tre l a p articipación d e l os ci entíficos en p olíticas p úblicas d ependiendo del ár ea o t ema, y del nivel de relevancia e intensidad de l a i nfluencia que pueden tener en los mismos269. Pero pa ra Salomón e l a sunto es más profundo e l rol socio- político d e l a ci encia se r efiere a la co nducción d el f uturo general d e l a so ciedad, Salomón a d iferencia d e B lume, t iene u na v isión m ás crítica, en la q ue su jeta las posibilidades de iniciativa de los científicos al centro de gravedad del poder estatal, entiende l a r ealidad d e l a p osguerra co mo un esp acio en el q ue l a ci encia y de un sistema d e c ontrol e i nstitucionalización que em pieza d esde: a) el p roceso d e selección y de socialización que se da a los estudiantes de posgrado, e incluye: b) el acceso a un salario adecuado, d) los r ecursos o i nsumos necesarios para l a i nvestigación, d) e l a cceso a l os m edios de difusión académica, es pecialmente a la p ublicación, e) el s istema d e r ecompensas as ociado c on el p restigio dentro del gremio, y en su caso f) el reconocimiento público o social. op. cit.., pp 64-65 263 Torres, Cristóbal (1 994) Sociología política de la ciencia. Madrid: Ce ntro de I nvestigaciones Sociológicas. 264 Barnes, Barry (1977) Interest and the Growth of Knowledge. London: Routledge. 265 Knorr-Cetina, K arin ( 1981) The Manufacture of Knowledge: An essay on the Constructivist and Contextual Nature of Science. Pergamon Press 266 Salomón, op cit., p. 47 267 A s u vez a quí t ambién ha y una s ub-clasificación entre “h ombres de co ntacto” e specialistas en “comunicación interna” y “hombres de datos y números” Blume, op. cit,. p. 180 268 Ibid., p. 179 Cfr. Elliot et al op. cit 269 Schooler, Dean (1971) Science, Scientists and Public Policy. New York: The Free Press. 97 especialmente l a t ecno-ciencia es u na h erramienta d e p oder co n b astante p oca autonomía270, aunque coincide en que en términos políticos normativos la ciencia, la relación d ebería se r i nversa, el sa ber co mo p osibilidad d ebería d e ser el f in d el poder271 Y a quí añ ade a l a d iscusión l a i dea d e q ue l a act ividad ci entífica independientemente d e q ue act ualmente se encuentre e nlazada co n el ap arato industrial o de que en general incluso en su vertiente únicamente académica cuente con “l egitimidad” co mo u na p rofesión est ablecida, n o p uede eq uipararse a o tras profesiones ya que e l conocimiento como f in en s í mismo sigue s iendo pa rte de su justificación esen cial272. D e h echo e sto u na d e las ca racterísticas p articulares del oficio que s e e ntrelazan c on s u di mensión pol ítica, l a ve rdad c omo va lor e sencial, independientemente de la rentabilidad, basándose en Arendt reconoce a la verdad un campo de batalla273, y por ello advierte la necesidad de un marco institucional que le proteja274.Y l a r elación d irecta q ue m antiene co n l a so ciedad, t anto en lo q ue se refiere al la trascendencia sociopolítica de su influencia275, como al debate respecto a que la sociedad retome el control de la ciencia y la tecnociencia que parecen haber enajenado para si mismos los políticos276. Pero Salomón va más allá cuando habla de la responsabilidad social de la ciencia hace confluir el papel del científico que hace activismo político por valores políticos universales y a favor de la autonomía de la ciencia con l as disputas con el poder en torno a l a ve rdad c omo un a ctivo pol ítico y; c on l as t ensiones que t ienen c omo miembros de instituciones dependientes del estado con éste, habla de la ciencia como un valor político que se traduce en el científico no solo como actor político que aboga por una política en particular o que usa a la ciencia como parte de su argumento, sino que puede –no siempre lo hace- encarnar la presencia política de la ciencia, es d ecir representa l a v oz d e la ciencia y e so l e co nfiere u n car ácter p eculiar. Y est o n o s e limita a la confrontación abierta o en el espacio público, sino en todos los hábitos de la d inámica co tidiana d e l a p ráctica ci entífica. E l ci entífico n o so lo t iene co nsejo experto sino que se ahora también –aunque muchas veces lo niegue- heredó el papel de antaño de sabio y f ilósofo y c on ello un tipo de responsabilidad política especial respecto a su propia actividad. Eso los hace una nueva “especie política”277 eso es tal vez el único capital adicional con el que cuenta la ciencia que le permite sobreponerse al p eso avasallador d e l as b úsquedas d e p oder q ue s iempre est án p restas a su explotación y/o manipulación. Para estos autores ha quedado atrás el viejo discurso sobre el carácter objetivo de la c iencia y l as p equeñas co ncesiones d e l os m ertonianos so bre l as d inámicas políticas involucradas en su práctica. Por el contrario entender a la ciencia como una empresa política, es el punto de partida, y a partir de ello la tarea de la sociología de 270 Ibid., p. 63 271 Ibid., p. 74 272 Ibid., p. 88 273 Salomon, op. cit., p. 91 274 Ibid., p. 105 275 Puntos A, B y B1 de la tabla 2 supra, p. 20. 276 Blume, op. cit., p. 215 277 Ibid., p. 173 98 la ciencia debe ser explorar las distintas dimensiones de esta interacción recíproca así como l os d iversos m ecanismos d e l a m isma. E n su sen tido m ás a mplio l a c iencia como derivación de la i lustración, al desplegarse en practicas sociales concretas, es decir en l as i nstituciones y o rganizaciones q ue l e m aterializan se entremezcla co n objetivos co ncretos d e los act ores ligados a d ichas i nstituciones y organizaciones concretas, por ello los sociólogos han podido reconocer racionalidades diferentes en la actividad científica y en el conocimiento calificado como científico. Como toda construcción social la ciencia tiene fines sociales, organizacionales y privados, s in e mbargo a pe sar d e l a c omplejidad –que i ncluso pu ede a lbergar contradicciones- de ésta suma de racionalidades intereses y producciones concretas, y de las disputas internas de sus filósofos y sociólogos, y entre ambos; en la ciencia aún puede reconocerse su distintivo respecto a otras actividades sociales, la búsqueda de la r azón, de ve rosimilitud y s u pr incipio de a utocrítica p or un l ado y un s entido humanista, es decir por un lado cen tralidad en cuanto a l as necesidades del hombre como mo tivo, y p or el o tro c entralidad re specto a c onsiderar la n aturaleza y características d el h ombre co mo r eferente so bre l o aseq uible d e co nocer. E stos valores le d iferencian d e l a m era i ndustriosidad y l e p ermiten i r m ás al lá d el imperativo t ecnológico, e s un valor nor mativo de s u r azón de s er, un va lor que podríamos cal ificar d e político e l c entro m ismo d e l a em presa. T odo ést o b asado sobre todo en una visión que podríamos llamar realista, o incluso descriptiva, es decir estos autores auque obviamente están bien informados bibliográficamente, se inspiran en problemas que ven en la práctica científica de su momento, buscan clarificaciones más bien concretas sobre el papel de la ciencia y los científicos. A este viraje en la sociología de la ciencia se le suma la influencia de Khun que fue determinante no sólo por detonar nuevas agendas, sino por derribar la separación o quizá mejor dicho una especie de estado de incomunicación que había existido entre la so ciología d e l a ci encia an glosajona y l os est udios f ilosóficos y so ciales d e la ciencia e n l a E uropa c ontinental, donde por e jemplo l a a genda m arxista t uvo una influencia más i mportante en las ciencias so ciales, y su s agendas d e investigación académicas f ueron r econocidas y h an p ersistido co n mayor p resencia e n q ue Inglaterra o E stados Unidos. Es quizá por ello que la agenda del llamado “programa fuerte” g uardará ci erta distancia co n el los, n o ser á si no hasta e l “g iro h acia la tecnología y l as p osteriores d iscusiones so bre l a “d emocratización” y “p ublic understanding o f sci ence” q ue e stos au tores ser án r etomados co mo r eferentes centrales en los STS. Por s u pa rte e n l a sociología d el c onocimiento m arxista t ras M annheim, hubo relecturas d e au tores cl ásicos co mo G ramsci y A lthousser, n o o bstante, d e mayor relevancia para este trabajo son las nuevas lecturas hibridas -con mayor capacidad de diálogo con la tradición mertoniana- que influenciadas por el marxismo tuvieron los autores f ranceses. S in d uda si empre q ue se h abla d el est ructuralismo f rancés y su s derivaciones hacia cam pos esp ecíficos d ebe empezarse p or r evisar su s f undadores, como B loch, B raudel, L evi-Strauss, c omo t elón de f ondo, no ob stante pa ra l a sociología de la ciencia moderna y sus sub-especialidades contemporáneas los autores más i mportantes ha n s ido a demás de S alomón, l a i nfluencia F oucault, B ourdieu y Latour. A est o se l e su ma el p rograma f uerte, el cu al al margen d e su ap ortación 99 fundamental a l a critica profunda de las premisas epistemológicas de la ciencia y de destacar l os complejos f actores d eterminantes de l a ac tividad ci entífica, d e alguna manera han dejado desatendida l a discusión sobre bases metodológicas i ntermedias del propio programa, es decir o bi en se han pasado de largo al quedarse en debates filosóficos más p rofundos, co mo es el caso del pr opio Bloor y L atour o m ás específicos como es el caso de Barnes, y de los estudios “de laboratorio” ignorando la utilidad de la constitución de bases metodológicas consensuadas sobre un modelo de investigación sociológico de la ciencia, una sociología de la ciencia “post-estructural- funcionalista” que a di ferencia de lo que ha oc urrido, no tuviera que ser de f acto reconstruida en cad a u na d e l as grandes investigaciones m ás r ecientes q ue se caracterizan por modelos eclécticos que no obstante dada la coherencia general que guardan entre sí podrían sentar las bases para un nuevo consenso respecto al modelo y agenda de investigación sociológica de la ciencia. Por s upuesto ha y que enfatizar que l a di visión e ntre l a s ociología e structural funcionalista y l os a utores m arxistas ha n s ido más bi en un a sunto de l c ontexto académico an glosajón, en E uropa l os d ebate si h an t enido d esde f echas t empranas puntos de encuentro importante, que permitieron lecturas interdisciplinarias sobre la relación en tre ci encia c onocimiento y s ociedad e ntreverando l a hi storia, s ociología, antropología y filosofía; y a diversas influencias teóricas que incluyen por supuesto a Marx y retoman como agenda el interés por la sociología del conocimiento278, pero también i ncluyen c omo f uentes d iversas i ncluyendo a autores como Nietzsche y Heidegger, ejemplo d estacado d e esto so n l a escuela f ormada a su v ez p or au tores bien c onocidos c omo M ichel F oucault279, B runo L atour280, y P ierre B ourdieu281. Particularmente é stos ú ltimos s e c onvirtieron en p arte d el c anon c entral de l a sociología de la ciencia y los STS. Los actuales STS han ido est ableciendo el ementos t eóricos convergentes en el horizonte d e l a l lamada r evolución pos t khuni ana e l e studio de l a política e n la ciencia se v uelve u n l ugar co mún para l a sociología de la c iencia, K hun mismo destaca el poder, el conflicto y las dinámicas de colegialidad como determinantes de los pr ocesos c ientíficos. B loor, B arnes y l a e scuela de E dimburgo, destacan l as condiciones sociales e ideológicas que influyen en la construcción del conocimiento, y junto con los etnógrafos revelan las dinámicas de poder, y los intereses detrás de la actividad ci entífica. Y de h echo h an d esarrollado su s p ropios t emas d e i nterés respecto a l estudio d e la re lación e ntre ciencia y p olítica, P rimero c larificando y clasificando l os t ipos de i nterrelación e ntre ciencia y pol ítica, vi slumbrando dos grandes tipos, uno externo, o de influencia sobre la labor científica y el interno que se refiere a las condiciones concretas del trabajo de los científicos, que comprende tanto las d inámicas i nstitucionales y o rganizacionales co mo co ndiciones su bjetivas q ue 278 Un excelente ejemplo de e sta agenda e s el volumen colectivo: Remmling, Gunter (1982) [1973] (Coord) Hacia la sociología del conocimiento. México: FCE. 279 Focault, Michel (2007) [1969] La arqueología del saber. México: Siglo XXI. 280 Latour, Bruno (2007) [1991] Nunca fuimos modernos. México: Siglo XXI. 281 Bourdieu, Pierre (1994) [1976] “El campo científico”. en Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires: Nueva Visión. 100 influyen en cada uno de los científicos que tocan asuntos como la ideología282, pero van incluso hasta otras temas como el género283. Para esta c orriente y a no es su ficiente e l e studio d e los condicionamientos y determinantes sociales de la ciencia, sino que el asunto es más radical aún –al igual que Salomón y Blume años antes- ahora el punto de partida es discutir si la ciencia es un a sunto “ inescapablemente pol ítico”284, d e esa manera al mismo t iempo q ue se desarrollan t emas p articulares co mo l a p olítica d el p rincipio d e si metría285 –del programa fuerte- política de los artefactos286, o pol ítica de la tecnología287, como se dijo anteriormente parecen darse por sentado todos los problemas antes de la relación entre la c iencia y e l pode r pol ítico e statal, y por e llo a hora más bi en l a democratización d e l a c iencia y l a r elación en tre ci encia y d emocracia h an si do l o central del debate. Sin embargo los avances sobre este asunto han sido limitados, ello en bue na medida de bido a que los a utores que a parentemente t ienen vi siones descriptivas o t eóricas discrepantes, en r ealidad su cede q ue ab revan de d iferentes premisas teóricas o epistemológicas de fondo288. Y por s i está d iversidad fuera un r eto f ácil a aq uellos que buscan el consenso sobre definiciones conceptuales y de problemas centrales hay que agregar también a las corrientes actuales la participación de las corrientes herederas del marxismo y del programa de sociología de la ciencia de Manheinm. Corriente que se d escriben a s i misma c omo “ sociología pol ítica d e l a c iencia”, y que s on no obs tante, t rabajos actualizados, a l t anto de l as a gendas de l pr ograma f uerte y de l os S TS que bus can ofrecer ex plicaciones y o pciones de s olución a l os p roblemas de l a s ociedad contemporánea que tienen involucran como parte de su definición a la relación entre ciencia y so ciedad. Esa nueva so ciología p olítica d e l a c iencia: “invokes a b roader and decisively less deterministic analysis of the social relations of science than earlier political sociology of science that drew mainly from Marxist theory and its grounding of e conomic a nalysis […] it a lso e xplicitly a voids the s tructural-fuctionalist assumptions characteristic of earlier institucional anlysis of science”289. 282 Lynch, Michael (1994) “ Ideology and the Sociology of Scientific Knowledge”. Social Studies of Science v. 24, n.2. Sage. 283 Harding, Sarah (1992) “After the Neutrality Ideal: Science, Politics and Strong Objectivity”. Social Research v. 59, n.3. The New School of Social Research. 284 Richards, Evellen y Malcom Ashmore (1996) “More Sauce Please! The Politics of SSK: Neutrality, Commitment and Beyond”. Social Studies of Science v. 26 n.2. Sage. 285 Pels, Dick (1996) “The Politics of Simmetry”. Social Studies of Science v. 26, n.2. Sage. 286 Joerges, Benward (1999) “Do Politics Have Artifacts?” Social Studies of Science v. 29, n.3. Sage. 287 Berg, M ark (1998) “ The P olitics of T echnology: O n B ringnin S ocial T heory i nto Technologica Design”. Science, Technology & Human Values v. 23, n.4. Sage. 288 El tema particular de la democratización de la ciencia es precisamente el mejor ejemplo de es tas diferencias metodológicas de fondo, como lo explica Durant, Darrin (2011) en “Models of Democracy in S ocial S tudies o f S cience”. Social Studies of Science v.41, n .5. S age. Y e n e l mismo s entido recientemente Mark B rown (2015) i dentifica ci nco t ipos i deales d e c oncepción d e l a r elación en tre ciencia y p olítica en l os act uales es tudios s obre t ecnología. “Politicizig S cience: Co nceptions of Politics in Science and Technology Studies”. Social Studies of Science v. 45, n.1. Sage. 289 Frickel, Scott y Kelly Moore (2006) The New Political Sociology of Science: Institutions, Networks and Power. The University of Wisconsin Press. p. 9. 101 Retomando a l os m ertonianos éstos a pa rtir de l os oc henta poc o a poc o comenzaron a abrirse a explorar nuevas agendas investigación, de hecho su discípulo Stephen Cole reprocha a Merton que a p esar de desaconsejarle apoyar la formación de l a S ociety f or S ocial S tudies of S cience e n 1970 a nticipando que di cha organización s e c onvertiría e n un foco de opo sición a la tradición m ertoniana, e n realidad és te n unca se d efendió y el lo t rajo co mo co nsecuencia –tal co mo l e advirtieron- el de bilitamiento y e ventual a bandono de l a agenda m ertoniana c omo referente p rincipal d e l a so ciología de l a ci encia, l o cu al según ést e a utor d e p aso también s ignificó e l abandono de una importante t radición de estudios sociológicos empíricos: By 19 90 one ha d t o be a s ocial c onstructivist t o ge t a nywhere i n t he profession and pe ople w ho ha d be en doi ng e mpirical w ork i n t he sociology of science simply s topped - there was no more market for this research. I think that it was harmful to the long-run health of the discipline that the Mertonian research program was closed down. […] as Mertonian sociology of science came under attack it would have helped us greatly if we ha d ha d a l eader of M erton's r enown. I f M erton ha d w ritten s trong critiques of t he w ork of L atour (1987), K norr-Cetina (1981) or M ulkay (1979) we would have had some interesting meetings, rather than the love fests o f back-slapping which 4S meetings t urned into. […] I know f rom personal communication that he believed a l arge part of the constructivist writing was nonsense, but he would never have said it in print290. Y efectivamente, los herederos de la escuela mertoniana tuvieron que flexibilizar –o enriquecer- sus enfoques. En el caso particular del estudio de la relación entre ciencia y política vemos un abordaje diferente que rebasa el asunto de las recompensas como incentivo, y por s upuesto t ambién ve mos un a s erie de nue vos pr oblemas y d e estrategias metodológicas, que si bi en no pueden pr escindir de la i nfluencia mertoniana, s on pi oneros en l a a plicación a l c ampo de e nfoques que van de sde e l interaccionismo s imbólico291 hasta l a t eoría d e l a el ección r acional292, e i ncluso de nuevo hay importantes lecturas g lobales que de manera muy similar a G reenberg o Price proponen nuevos moldeos para entender de manera global o casos específicos de encuentro entre debates c ientíficos y pol íticos293. Para los herederos del visiones que ve n a l o pol ítico como a quello que t iene r elación con e l e stado que l os 290 Cole, Stephen (2004) “Merton’s Contribution to the Sociology of Science”. Social Studies of Sience v. 34, n.6. Sage. p. 842. 291 Hilgartner, Stephen (2000) Science on Stage: Expert Advice as Public Drama. Stanford University Press. 292 Guston, D avid (2000) Between Politics and Science. Assuring the Integrity and Productivity of Research. Cambridge University Press Cfr. Real, José (2004) “Reseña de David H. Guston. Between Politics and S cience” Revista Española de Sociología n. 4. M adrid: F ederación E spañola de Sociología. 293 Pielke, R oger ( 2007) The Honest Broker: Making Sense of Science in Policy and Politics. Cambridge University Press 102 significados e i mpactos recíprocos entre la ciencia y sociedad el tema no ha sido de ninguna manera agotado aunque si han variado los matices. Por el otro los estudiosos que desde la tardía etapa mertoniana han continuado las agendas de Salomón y Blume manteniendo s u i nterés s obre t odo en e l t ema de l as i nfluencia d el es tado so bre l a investigación científica, en el papel del conocimiento experto en las políticas públicas –tema que será examinado con más detalle más adelante-, y de manera destacada en las p olíticas en m ateria d e ci encia y t ecnología, y su s d inámicas d e co nflicto y negociación esp ecialmente en l os m omentos d e d efinición d e p rioridades y asignación d e recursos294. A unque por s upuesto, e sto e stas di stinciones s on generalizaciones m uy a mplias pue sto que c omo ya s e di jo a nteriormente, a hora e s más sencillo partir de la noción de una agenda/campo global de STS toda vez que la interdisciplina y l a c onvergencia e n obj etos de i nvestigación compartidos, especialmente e l p roblema d e l a r elación en tre ci encia y política h acen i mposible pensar como en antaño en corrientes excluyentes entre sí. A p artir d e la l iteratura a rriba revisada y to mando como e jemplo la s clasificaciones que hacen Salomón, Blume y E lliott es posible proponer un conjunto de d imensiones por medio de l as cuales se encuentran como sen tidos opuestos295 y actúan h acia el o tro las i nstituciones ci entíficas y p olíticas. E stas d imensiones h an sido identificadas como tema de interés de trabajos particulares y estudios de caso de la sociología de la ciencia y los STS. 294 Para u na r evisión y p ropuesta d e cl asificación del ca mpo ver: C asas, R osalba ( 2004) “C iencia, Tecnología y Poder. E lites y Campos de Lucha por e l Co trol de l as Políticas”. Convergencia n. 35. México: Universidad Autónoma del Estado de México; y Ruivo, Beatriz (1994) “Phases or Paradigms of Science Policy”. Science and Public Policy v.21, n.3. England: Beech Tree Publishing. 295 En l a l iteratura s obre r elaciones en tre ci encia y p olítica l a t endencia de sde l os noventa ha s ido tendiente a au mentar la esfera de lo político, en otras palabras a p olitizar –darle significado político- muchas de las interacciones entre ciencia y sociedad. Sobre esto puede comentarse que en un sentido amplio s in d uda q ue l os i mpactos s ociales d e l a ci encia p or e jemplo t ienen r epercusiones de trascendencia tal que pueden impactar las formas de organización social y de proyección de ésta de un proyecto futuro común. Sin embargo se considera pertinente mantener como eje central de la relación entre ciencia y política a las dimensiones de interacción que tienen las organizaciones gubernamentales y/o estatales y los científicos y sus organizaciones. También hay espacios en los que la sociedad cada vez m ás i nterviene co mo tercer p arte d e f orma act iva, p or e jemplo en l a el aboración d e l a p olítica educativa o en materia de ciencia y tecnología, sin embargo, esta arena pública de disputa, cambia la naturaleza d el p roceso c onvirtiéndolo en p olítica p ública, co mo c ontraposición a l a p olítica institucional e n e l c ual i nteractúan e n c ontiendas –relativamente- cerradas l os ci entíficos y s us instituciones p or un l ado y e l a parato g ubernamental po r otro. De a llí q ue s e distinga una posición contrapuesta y dirección en las relaciones entre ambos. Las políticas públicas son parte –quizá la más importante- de las relaciones contenciosas pero a diferencia de otras espacios institucionales formales e informales en l os q ue l a posición r elativa de ambos act ores es desigual, en l as p olíticas públicas l a publicidad del debate y la posibilidad de participación de otras voces da un sentido de horizontalidad a las eventuales contiendas entre ciencia y política que se define como una vertiente de interacción en sí misma. En este esquema queda como un aspecto secundario la política interna, en la ciencia ya que – en parte- puede considerarse –provisionalmente- como algo común a cualquier profesión, es decir se refiere a a quellas relaciones de contienda entre profesionales y sus organizaciones y el estado que no tiene que ver con el hecho de que sean científicos y especialistas en política los politólogos, es decir a relaciones que se darían de igual manera entre la política y cualquier otra profesión. 103 A) De los científicos a l a política sobresalen las siguientes dimensiones: A.1 A través d e l as o rganizaciones/instituciones c ientíficas en l as q ue l aboran, p .e. universidades: l as instituciones c ientíficas pue de di vidirse e n t res gr andes gr upos, universidades, c entros de i nvestigación gu bernamentales y cen tros p rivados. La universidad e s de l os tres e l que r epresenta l a m ayor parte de la i nvestigación científica en Estados Unidos, Canadá y México. Como se d estacó en la gráfica 2, es un actor privilegiado en la relación entre ciencia y sociedad por ser el principal lugar de formación de los científicos y el actor más representativo de la labor científica. Es también un espacio institucional representativo de las tensiones en la relación entre el gobierno y l a representación institucional de los investigadores, naturalmente dos de los asuntos centrales de disputa suelen ser la libertad de cátedra e investigación y el proceso presupuestal, en cuanto a la libertad de investigación no obstante, se trata de polémicas que alcanzan el debate público y que por lo tanto son más bien asociadas o bien con debates de políticas públicas o c on el polo contrario estrategias de presión política de l estado i nformales o por ví as no a biertas. D e a llí que e n este r ubro se puede identificar como materia central la política en materia de ciencia y tecnología y la r elaciónes in stitucionales o rdinarias e ntre la s u niversidades y las e ntidades gubernamentales296; A.2 A través de organizaciones gremiales: La movilización de carácter gremial se di stingue de l a ctivismo que frecuentemente se d a en t orno a políticas p úblicas específicas porque supone una identidad profesional como el centro de su adhesión, los u nifica principalmente e sa c olegialidad laboral y d e c arácter in stitucional. L a posibilidad de movilizaciones gremiales de científicos son relativamente escasas pues se n ecesita que el asu nto q ue l os u nifique est é p or en cima d e l a d iferencia en tre visiones liberales y conservadoras o de posturas pro compromiso social de la ciencia vs di stanciamiento y o bjetividad, que pue dan t ener l os c ientíficos. D e al lí q ue se traten más bien de temas como la libertad de cátedra e investigación; de la autonomía de las instituciones académicas; de las políticas y presupuestos en materia de ciencia y tecnología; o bi en de pol íticas donde entre los científicos hay grandes consensos, por ejemplo sobre la no proliferación de armas biológicas. Asuntos en los que es más factible c rear p osiciones co mpartidas g remialmente y q ue al mismo t iempo so n d e relevancia suficiente para llevarlos a la movilización297; A.3 Mo vilización co lectiva o p ersonal d e ci entíficos p ara hacer activismo o “advocacy”: Este término en inglés es u n concepto interesante de reciente presencia 296 De entre los trabajos que han discutido el tema destacan: Eulau, Heinz (1974) State Offcicials and Higher Education. A General Report Prepared for The carnegie Commission on Higher Education. Nueva Cork: M cGraw-Hill Bo ok C ompany; T onn, J oan (1978) “ Political Be havior i n Higher Education B udgeting”. The Journal of Higher Education v. 4 9, n.6. Ohio S tate U niversity P ress; Grediaga, R ocío ( 2006) “L as p olíticas h acia l os acad émicos en l as ultimas d écadas”. Revista de Investigación Educativa n.2. Uni versidad Veracruzana; y B rown, M ark ( 2013) “Public U niversity Funding a nd t he P rivatization o f P olitics”. Spontaneous Generations v.7, n. 1. The U niversty o f Toronto Press. 297 Ver S alomon op cit; Bl ume, op. cit; G ross, Neil y E than F osse (2012) “ Why Ar e P ofessors Liberal?” Social Theory n. 41. S pringer; B rickman, R onald y A rie Ri p ( 1979) “ Science P olicy Advisory C ouncils i n F rance, T he N etherlands a nd t he U nited S tates, 19 55-1957: A c omparative Analysis”. Social Studies of Science v.9, n.2. Sage. 104 en la ciencia política, se usa como alternativa al activismo, -éste ultimo relacionado más co n l as movilizaciones p úblicas- o c on e l l obby, ge neralmente asociado con campañas d e i nfluencia e i ncluso negociación p olítica en l as cuales h ay d etrás intereses p ecuniarios. S iguiendo a L isa Young298 Advocacy s ignifica ha cer actividades en caminadas a i nfluenciar a l gobi erno, pe ro s in a spirar a éste y c uyos objetivos son promover opiniones, valores o preferencias respecto al espacio público pero sin que haya intereses económicos personales involucrados299; A.4 Científicos dando consejo experto independiente: este rubro es el problema central de los estudios sobre uso de conocimiento especializado en políticas públicas y s obre pa rticipación d e e xpertos en pol íticas públ icas h aciendo investigaciones especiales, d ando co nsejo ex perto, o b ien t estificando an tes co misiones gubernamentales v arias. E l d istintivo cen tral de est e tipo d e p articipación d e l os científicos está en la pretensión de imparcialidad que por regla general se b usca en estas p articipaciones y q ue ad emás co mprometen l os ci entíficos ex pertos. Naturalmente en tre los muchos subtemas y casos del campo una de las d iscusiones centrales es sobre la naturaleza y l ímites de d icha pretensión de imparcialidad y de apego a e videncias que suelen afirmar los expertos. Y esto a su vez se t raslada Las variadas d imensiones d e an álisis que l a cu antiosa b ibliografía so bre el tema h a señalado de mandaría un e studio e xtenso de dicado úni camente a l a nálisis de la literatura, no obstante aquí lo que es importante destacar es la caracterización de las políticas públicas como un momento y e spacio de encuentro entre actores, lógicas, y valores provenientes de esf eras diferenciables por un l ado l a p olítica y el g obierno donde se encuentras los actores en disputa movidos por intereses diversos que pueden incluir asuntos partidistas de toma del poder y/o intereses económicos, por un lado y la investigación científica por el otro. A.5 C ientíficos c omo e mpleados –asesores t emporales o b urócratas permanentes- en organizaciones gubernamentales: Si como afirmó Weber política es todo intento de participar o influir en el estado, los políticos trabajando como asesores temporales o co mo e mpleados p ermanentes d e l as i nstituciones g ubernamentales 298 Young, Lisa (2002) Advocacy Groups. Vancouver: University of British Columbia Press, p. 5. Cfr. Hojnacky, Ma rie et al. (2012) “ Studying Or ganizacional A dvocacy and I nfluence: R eexamining Interest Group Research”. The Annual Review of Political Science 2012, n.15. APSA. 299 Existen muchos estudios de caso sobre e l tema, Elliott et al. (op. ci t) ci ta más de una decena de textos. B aste s olo a gregar al gunos t ítulos adicionales i nteresantes p or destacar es pecíficamente l os problemas e i mplicaciones teóricas de la participación política de los científicos. Ruttenberg, Charles (1972) Political Behavior of American Scientists: The Movement Against Chemical and Biological Warfare. Ph. D. Dissertation in Political Science. New York University; Kuznick, Peter (1987) Beyond the Laboratory: Scientists as Political Activists in 1930’s America. University of Chicago Press [Este libro fue reseñado por Barber quien lo considero una contribución importante la documentación de la transición de una vision de la ciencia alejada de la política que había a inicios de siglo con una abierto involucramiento en debates públicos para el t ercio d e s iglo]; Weingart, P eter (2004) “S cience i n a Political E nviroment: T he Dynamics o f Research, Ri sk P erception and P olicy M aking”. EMBO Reports n.5. EMBO; F lood, Mic hel et al (2013) “ Combining Academia a nd A ctivism: Common Obstacles a nd Useful T ools”. Australian Universities Review v. 5 5, n.1. University of Wollongong; Nusbaumer, Michael y Judith Dilorio (1994) “The Boycott of “Starts Wars” by Academic Scientists: The relative Roles o f P olitical an d T echnical J udgement”. The Social Science Journal v. 3 1 n. 4. EBSCO. 105 están haciendo política. Por supuesto es d iferente ser investigador de una agencia de gobierno d edicada a l a investigación b ásica, q ue ser el asesor d e u n s ecretario d e estado, o de un funcionario gubernamental cualquiera participando en una disputa de política pública que demanda un unos intensivo de conocimiento especializado. Ésta última es la f unción a quí de stacada, l a pa rticipación de l os c ientíficos e n pol ítica cuando están apoyando a una de las partes –en este caso el gobierno- en una disputa de p olíticas p úblicas. E sto l leva a q ue el t ema sea t ocado por l iteratura d edicada a varios t emas que v a d esde l a r elación en tre ci encia y p olítica en lo g eneral h asta estudios de caso300; A.6 C ientíficos c onvirtiéndose e n pol íticos gube rnamentales o pa rtidistas: Siendo una versión similar al punto anterior pero de mayor intensidad política es un tema relativamente poco estudiado más allá de la historia de la ciencia y de biografías de ci entíficos. G eneralmente el p aso d e l os ci entíficos a l a p olítica p artidista en ciencias n aturales co mienza cu ando el trabajo p ara el g obierno como t écnicos o asesores se prolonga y é stos c ientíficos ascienden e n l a bur ocracia pa ra t omar posiciones que no son de meros analistas s ino tomadores de decisiones de políticas públicas, en las cuales naturalmente están en juego intereses de naturaleza partidista, valores y pr eferencias morales, grupos de interés y de presión diversos, etc. El paso directo suele ser hacia directores de agencias relacionadas con materias de ciencia o tecnología, existen pocas estudios académicos sobre éste tipo de situaciones, pero hay por otro l ado casos b ien c onocidos c omo e l de R obert O ppenheimer y l a administración del proyecto atómico, Vannevar Bush, asesor de política científica del presidente Franklin D . R oosevelt o D avid Harvey qui en c olaboró e n m uchas ocasiones con la administración federal, y por supuesto la historia de la NASA es una larga lista de directivos que tuvieron que realizar una gran cantidad de trabajo político partidista en medio d e su g estión. E n el caso d e l as ci encias so ciales t ambién h ay muchos nombres conocidos, siendo uno de los más prominentes Stuart A. Rice quien 300 Hutchinson, Eric ( 1971) “ Government L aboratories a nd t he I nfluence o f O rganized S cientists”. Science Studies v.1, n.3/4. Sage; Groeneveld, Lyle et al. (1975) “The Advisers of t he United S tates National Science Foundation”. Social Studies of Science v.5, n.3. Sage; B aker, Robert (1977) “The politics o f T echnical A dvise”. Administrative Science Quartely v.22, n .3. C ornell Un iversity P ress; Mullins, Nicholas (1981) “Power, Social Structure, and Advice in the American Science: The United States National Advisory System 1950-1972”. Science Technology & Human Values v. 7, n. 37. Sage; Brown, Mark (2008) “Federal Advisory Committees in the United States : A Survey of the Political and Administrative Landscape”. en Lentsch, Justus y Peter Weingart (ed) Scientific Advice to Policy Making: International Comparison. M ichigan: Ve rlag Barbara B udrich; Wang, Z uoyue ( 2008) In Sputnik Shadow: The President’s Science Advisory Committee and Cold War America. Rutgers University Press. Cabe comentar los trabajos de Don K. Price, Vannebar Bush y más recientemente de David Gustón llevan a conjeturar que es quizá dentro de este mundo de d inámicas o rganizacionales donde la ciencia tiene más oportunidades ya que éste tipo de papel significa una forma de influencia desde el ám bito ci entífico hacia l a p olítica, au nque desde l a ar ena política és tos c ientíficos s on considerados parte integral del actor político. Además del staff privado de los políticos y de los staff expertos de las dependencia gubernamentales e instituciones científicas del gobierno que no gozan de autonomía. También en éste rol pueden actuar los “Think Tanks”. 106 fue jefe del departamento de estadística por muchos años en la administración federal estadounidense301. B) D el e stado/gobierno y de l c ontexto pol ítico e n l a c iencia: B .1 P olíticos operando de di stintas vías pa ra influenciar a l a ci encia y a l rol de l a c iencia en los debates púb licos: e sta es una di mensión un tanto di fusa a unque s uficientemente definible pa ra i ncluirse por s eparado. P uede de cirse que t odos y c ada uno de l os trabajos citados sobre la relación entre ciencia y política se refieren al mismo, por ello a diferencia del resto de las dimensiones enlistadas hacer citas específicas carecería de sentido. Se refiere al conjunto de dinámicas de influencia, negociación o coacción que son propias de las disputas políticas partidistas, y que en el caso de la relación entre ci encia y p olítica y so bre t odo en el m arco d e p rocesos d e p olíticas es tán presentes. Este rubro es el tema más general e introductorio del que se ha hablado sobre la relación e ntre c iencia y p olítica. E s una di mensión que pue de de cirse que va de l a política a la ciencia porque las dinámicas de contienda son materia cotidiana de los partidos políticos y del funcionamiento de los asuntos gubernamentales, no a sí de la actividad científica donde aunque están presentes no son el interés central. Se puede identificar e sta r elación d e i nfluencia en las menciones en l as q ue l a l iteratura reprocha las condicionantes políticas y la falta de autonomía de la práctica científica que se ven cuando hay desacuerdos entre políticos y c ientíficos, y que en ocasiones pernean hasta dentro de las instituciones. Se trata sobre todo de las maneras en las los políticos pueden pr esionar i nformalmente o di storsionar a rgumentos c ientíficos. No siempre se ve en conflictos o polémicas rampantes, sino en la ausencia de las mismas. Estos políticos se caracterizan por sus recursos, en palabras de carol Weiss: “the other guys have power and persuation and experience, and Money and votes, resources that are not notable in social science circles”302 B.2 Ciencia y pode r, el estado buscando el control de nuevos descubrimientos, particularmente a quellos c on i mplicaciones t ecnológicas, o bi en i nfluenciando l a 301 Recientemente los diarios en Estados Unidos han destacado algunos casos de Doctores en Física en el C ongreso como e l d e Ru sh Holt ( http://www.rsc.org/chemistryworld/2014/12/physicist-turned- politician-head-aaas) y Bi ll F oster ( http://www.scientificamerican.com/article/from-physics-to- politics/) Incluso hay un interesante reportaje que compara la limitada situación en los Estados Unidos respecto a otros países donde hay u na i mportante c antidad de a ltos p olíticos y f uncionarios c on formación en ci encias, -con doc torado mucho de ellas- en pa íses como China, o S ingopore, incluso destaca q ue l a can ciller al emana A ngela Merkerl es d octora en f isica q uimica. (http://campaignstops.blogs.nytimes.com/2012/02/13/why-dont-americans-elect-scientists/?_r=0) P or cierto en el caso de México hay cierta t radición de nicho, que ubica a i ngenieros en la secretaría de comunicaciones y transportes, a médicos en la secretaría de salud, y economístas en la secretaría de hacienda, l os casos m ás i mportantes no obstante han s ido en em presas q ue t ienen c arácter m ás d e naturaleza es tatal q ue partidista, c omo h an s ido l os a sesores de l a p articipaciones d el país e n comisiones i nternacionales s obre a suntos nucleares, q uímicos o de s alud. D esde u na perspectiva histórica han empezado a a parecer t rabajos al r especto co mo el d e M anuel S andoval V allarta participando como de legado ante la Comisión Internacional de Energía Atómica. Minor, Adriana y Joel Vargas (2015) “L a i ncursión d el ci entífico diplomático en el siglo XX: d os ex periencias mexicanas”. Revista Digital Universitaria v. 16, n. 4. México: UNAM. 302 Weiss, Carol (1991) “Policy Research as Advocacy: Pro and Con”. Knowledge and Policy v. 4, n.1- 2. p.51. 107 investigación pa ra di rigirla ha cia u n f in pa rticular por e jemplo pr opaganda: Este punto parecido al anterior t iene como característica distintiva ver a l a ciencia desde una r azón totalmente i nstrumental303, es d ecir p onderarla meramente p or su s capacidades t ecnológicas, c onvirtiéndola en un i nstrumento m anipulable y d e manipulación. Visión que tiene efectos sobre la política global en materia de ciencia y tecnología y c uyo máximo parangón es la larga historia de vinculación que se ha dado entre la investigación científica y el desarrollo de la tecnología bélica304; B.3 I nfluencia de l e stado en el p roceso d e i nstitucionalización d e l as instituciones y d isciplinas ci entíficas: L a c iencia h a si do u na em presa p romovida fundamentalmente por el e stado d esde l a i lustración y l a r evolución i ndustrial temprana e n In glaterra305, si n em bargo más al lá d e e sta r elación p ermanente u na etapa f undamental p ara l a ci encia contemporánea es el d esarrollo d e l as modernas universidades públ icas, c entros d e i nvestigación gube rnamentales y c onsejos nacionales de ci encias, en ese p roceso d e d esarrollo se i mprimió a l a p ráctica científica m uchas d e las car acterísticas institucionales f ormales e i nformales q ue permanecen h asta h oy en d ía. P or ej emplo que l as u niversidades sean el act or 303 Weingart, Peter (1999) “Scientific Expertise and Political Accountability: Paradoxes of Science in Politics”. Science and Public Policy v. 26, n.3. Surrey: Beech Tree Publishing. 304 Uno de los libros que da un panorama complejo de esta co-evolución es: McNeill, William (2011) La búsqueda del poder: tecnología, fuerzas armadas y sociedad desde el 1000 D.C. M éxico: S iglo XXI; de sde l a f ilosofía u no de l os a nálisis pr ofundos del a sunto e s: Echeverria J avier ( 2003) La revolución tecnocientífica. Madrid/México: F CE; y n aturalmente d eben c itarse l as l ecturas neomarxistas que de sde hace m ucho t iempo han s eñalado el p roblema: H abermas, J urgen ( 2005) Ciencia y técnica como ideología. Ma drid: T ecnos; Ho rkheimer, Ma x ( 1973) Critica de la razón instrumental. Buenos Aires: Editorial Sur. Dentro de la historia y sociología de la ciencia mainstream el interés obviamente ha estado centrado sobre todo en el aspecto militar: Brooks, Harvey (1971) “Can Science S urvive the Modern A ge?” Science, n . 1 74. AA AS; Radder, Ha ns (1986) “Experiment, Technology and the Intrinsic Connection Between Knowledge and Power”. Social Studies of Science v. 16, n. 4. Sage; Pollock, Ethan (2000) The Politics of Knowledge: Party Ideology and Soviet Science 1945-1953. Ph.D Dissertation. University of Ca lifornia – Berkeley; T horpe, C harles (2002) “Disciplining Experts: Scientific Autorithy and Liberal Democracy in the Oppenheimer Case”. Social Studies of Science v. 32, n. 4. Sage; Paalberg, Robert (2004) “Knowledge as Power: Science Military Dominante and U.S. Security”. International Security v.19, n.1. MIT; Salomón, Jean-Jacques (2005) “Científicos en el campo de batalla”. Redes v. 11, n. 22. Argentina: Universidad Nacional de Quilmes; Thorpe, Charles (2010) “Science and Political Power”. Metascience n. 19. Springer. En las c iencias sociales las visiones ideológicas la diferencia es que la instrumentalidad de la ciencia y las apologías del estado son aparentemente menos forzadas que en el caso de las ciencias naturales, no obstante no quiere decir que no se haya detectado y cr iticado el avasallamiento del poder en momentos bastante crudo sobre la practica académica, quizá los mayores ejemplos de eso es el asunto de la investigación sobre comunicación de masas y propaganda alrededor de la segunda guerra mundial. Pooley, Jefferson (2006) An Accident of Memory: Edward Shils, Paul Lazarsfeld and the History of American Mass Communication Research. t esis d e D octorado. Columbia Uni versity; y e l c aso de los pr oyectos Camelot y Minerva realizados por el departamento de defensa estadounidense. Horowitz, Irving (1967) The Rise and Fall of Project Camelot. Massachussets: The MIT Press; Solovey, Mark (2001) “Project Camelot and the 1960s Epistemological Revolution: Rethinking the Politics-Patronage-Social Science Network”. Social Studies of Science, vol. 31, no. 2. Sage. 305 Barber, op. cit. 108 fundamental de l a c iencia e s un s upuesto de l m odelo de “ contrato social de l a ciencia” que se gestó en los Estados Unidos tras la segunda guerra mundial306; B.4 Influencia y control del estado regulando la investigación: La autonomía de la investigación y l a l ibertad d e cátedra au nque p ueden se r t emas p ertenecientes a l campo más g eneral d e l a p olítica en materia de ci encia y t ecnología, r ebasan es e ámbito y t ienen dinámicas y coyunturas propias. Más allá de casos o coyunturas hay una preocupación constante por l a noción de l ibertad académica y de l de recho a la libre investigación como premisa de la labor científica307; C) La interacción entre ciencia y política en el marco de procesos de políticas públicas o de debates públicos amplios sobre políticas gubernamentales: C.1 Políticas públicas e n diversas m aterias qu e d emandan un i mportante gr ado de c onocimiento científico experto: Como se ha dicho en el punto B.1 dentro de la política hay muchos espacios de contienda particulares, las políticas públicas van más allá de los procesos de planeación ordinaria o de la operación de rutina del gobierno, sino en el marco de debates d e políticas p úblicas. L a l iteratura so bre p olíticas p úblicas y ci encia y políticas públicas es tratada con mayor detalle en el siguiente subtema; C.2 Política en materia de ciencia y tecnología y educación superior: Este punto puede verse como la otra cara del A.1. Dentro de la relación entre el gobierno y las instituciones ci entíficas, esp ecialmente l as u niversidades el p rimero t iene c ierta preeminencia p ues e l á mbito d e s us cap acidades es m ás am plio. L a p olítica e n materia de ciencia y tecnología suele incluir también estrategias de vinculación entre diferentes actores públicos y privados que realizan investigación con diversos fines y además todo esto está relacionado con las polémicas sobre control y regulación de la investigación que r ealizan di versas a gencias y ór denes de gobi erno. P or e llo l a política en CyT p uede entenderse de manera g eneral co mo u na est rategia d e l argo alcance, donde naturalmente el gobierno también tiene en juego intereses estratégicos o de estado. De al lí que muchos autores como Rosalba Casas, Beatriz Ruivo o más recientemente D avid G ustón v ean en est e asu nto u na f uerte l ucha d e p oder en tre 306 Bush, V annevar op cit.; L ong, Dixon ( 1971) “ The G overnment of S cience: A Comparative Approach”. Science Studies v.1, n.3/4. Sage; Brooks, Harvey (1987) “What is the Nacional Agenda for Science an d How did i t C ome A bout?” American Scientst v.75, n. 5. S igma Xi , T he S cientific Research S ociety; Br own, Ri chard ( 1993) “Modern S cience: I nstitutionalization of Knowledge a nd Rationalization o f P ower”. The Sociological Quartely v. 3 4, n .1. W iley. El d eterminante estatal es incluso m ás di recto e n c asos c omo e l de l a Uni ón Soviética do nde los c entros de i nvestigación estatales tuvieron mayor protagonismo en el desarrollo científico y tecnológico del país: Kojevnikov, Alexei ( 2008) “ The P henomenon of S oviet S cience”. Osiris v. 2 3, n .1. T he U niversity of C hicago Press. 307 Prewitt, K enneth ( 1993) “ America’s R esearch Universities A nder P ublic S crutiny”. Daedalus v.122, n.4. T he M IT P ress; T ierney,William ( 1993) “A cademic f reedom an d t he p arameters o f knowledge”. Harvard Educational Review v. 63, n. 2. Harvard University Press; Brown, Mark y David Guston (2009) “Science, Democracy and the Right to Research”. Science and Engineering Ethics, v. 15, n.3. Springer. En el caso de las ciencias sociales más que censura el debate pasó hacia la noción de ideología y a la segregación informal y descalificación, dinámicas que quizá por ser más bien internas no han s ido r elacionadas c on l os debates s obre libertad acad émica más p ropios de l as ci encias naturales. 109 instituciones y e ntre a ctores t anto c omo un pr oceso de pl aneación y c oordinación ordinario308. Se puede visualizar ese ciclo de relaciones de la siguiente manera: Gráfica 3 Relaciones directas entre ciencia y política. Fuente: Elaboración propia. 2.3 CIENCIA Y POLÍTICAS PÚBLICAS: PREMISAS BÁSICAS 2.3.1 CIENTÍFICOS FRENTE A LAS POLÍTICAS PÚBLICAS: UNA NUEVA RELACIÓN Dejando de lado los muchos estudios de caso y estudios sobre problemas de frontera, la literatura de éste tema tiene la ventaja de que cuenta con cierto consenso en torno a los modelos del ciclo de relación entre ciencia y política en el marco de procesos de políticas públicas, y ello expresado en modelos relativamente sencillos a partir de tres desde tres perspectivas; e n p rimer lu gar l a b ibliografía general s obre p olíticas públicas que suele tocar también el problema del conocimiento experto; en segundo lugar desde l a sociología de l a ci encia derivada del campo general de la sociología política de la c iencia discutido arriba como parte del subtema 1.1; y e n tercer lugar los estudios desde la ciencia política/administración pública/políticas públicas que se ha interesado por desarrollar elaboraciones teóricas y conceptuales sobre la relación entre ciencia y políticas públicas. Esta última cabe destacar es la fuente más amplia y completa p ues h a sido u na n ecesidad esen cial d el en foque d e p olíticas p úblicas insertar a l as d isputas so bre v alores p referencias y recursos, e l conocimiento especializado su stentado ci entíficamente, t anto p ara p roveer a l as n ecesidades 308 Casas, Rosalba, op cit; Ruivo, Beatriz, op. cit; Guston, David, op. cit. B.1 Política (control soft) Org. y actores político-gubernamentales Org. Científ. autónomas e investigadores A.1 Via Inst. Científ/Acad. B.2 Poder, manipulación de la ciencia B.3 Instit. de las disciplinas A.2 Movilización gremial A.6 Científ. vueltos políticos A.5 Científ. /staff o empl. gub. A.3 Activismo/advocacy A.4 Científ. consejo experto C.2 Política en ciencia y tecnología y educación superior B.4 Regulación de la investigación C.1 Políticas Públicas con nec. de conocimiento especializado Ciencia y políticas públicas 110 internas d e los ac tores como p ara l a a rgumentación p ública q ue f orma p arte d e proceso de disputa política. Una de las primeras aportaciones sobre el tema de la participación de científicos como asesores en disputas de políticas públicas lo provee Merton justo en los mismos años en los que surge la noción de políticas públicas como campo. Pionero también en esta área publ ica en 1949 un a rtículo en e l que explora lo que considera son los aspectos f undamentales del pa pel de l os c ientíficos da ndo c onsejo e xperto, de staca diez aspectos centrales, entre ellos la politicidad (naturaleza y relación con la política) de l a ci encia; e l t ipo d e m óviles de l os ci entíficos; q ue puede i ncluir tratar d e sensibilizar a sus clientes hacia nuevos tipos de objetivos; y el sistema valorativo del investigador: -como técnico, -como científico socialmente orientado309. Este artículo –inusualmente de scriptivo- es u na ap roximación t emprana q ue y a es cap az d e reconocer l as d istintas p resiones y l ógicas en medio d e l as cuales se l es p ide a los científicos consejo experto ob jetivo. S in e mbargo a l e xaminarlo c on cuidado venos que esta concibiendo un tipo de participación bastante limitada. Aunque menciona l a i mportancia del “ contexto c ultural” y a l a pos ibilidad de diferentes “cl ientes” en r ealidad su pone al g obierno n o so lo co mo el t omador d e decisiones, sino también lo ubica como el espacio de deliberación, y limita al experto al papel de un asesor -con márgenes bastante estrechas- que t iene que maximizar el uso de s us márgenes de m aniobra. S in e mbargo, hoy e n dí a s e e ntiende que l a participación de los expertos en procesos de políticas públicas es m ucho más que el simple “consejo” de un “experto”. Como se ha revisado en las páginas anteriores los científicos en el marco de una gran va riedad de pos ibles di námicas y ni veles de i nvolucramiento c on l os de bates políticos, son un a ctor político más, sobretodo si se distingue que hay dos clases de políticas p úblicas, l as políticas p úblicas g ubernamentales y l as p olíticas p úblicas valga la redundancia. Esto es algo que enfatizar sobre todo en el contexto del idioma español, pu es l a p alabra o riginal “policy” p uede r esultar a mbigua; l as p olíticas definidas en un sentido amplio simplemente como decisiones y cursos de acción –o inacción- gubernamental310, pe ro e l c ampo f ue c on e l t iempo e nfatizando l a diferenciación entre un grupo de asuntos que son burocráticos o bien materias que se mantienen ocultas –legítimamente- del debate público, como es la ampliamente citada experiencia del p roceso d e t oma d e d ecisiones en t orno al a cr isis d e l os misiles cubanos en los Estados Unidos311, y e l resto de los asuntos que pueden y son sujetos de un amplio debate público, que puede influir el proceso de toma de decisiones312. 309 Resumen de ideas e laborado a pa rtir de: M erton, R obert ( 1949) “ The R ole of Applied S ocial Science in the Formation of Policy” op. cit. 310 Merino, Mauricio, op cit. 311 Allison, G raham (1971) The essence of Decision, Explaining the Cuban Missile Crisis. Bo ston: Little, Brown, and Company; cfr. Scout, Len y Steve Smith (1994) “Lessons of October: Historians, Political S cientists, Policy-Makers a nd t he Cuban M issile Cr isis”. International Affairs v.70, n . 4. Sage. 312 Cobb, Roger y Charles Elder (1983) Participation in American Politics: The Dynamics of Agenda- Building. Baltimore: The John Hopkins University Press. 111 Entonces los científicos como actores en el proceso de políticas públicas tienen una participación multifacética que ha sido analizada desde tres grandes corrientes; la primera y principal es el que viene de la ciencia política, la administración pública y las p olíticas p úblicas ––aquí ta mbién p uede in cluirse to da la lite ratura s obre th ink tanks y los estudios históricos y ensayos realizados por ex funcionarios- ya que todos ellos consideran el problema de la ciencia y el consejo experto al menos como parte, de su objeto de estudio; la segunda es de la sociología de la ciencia, especialmente de los modernos STS que se interesan por profundizaciones particulares, generalmente con mayor énfasis teórico; el tercer grupo de literatura que puede distinguirse es el de los estudios de caso y ensayos provenientes del interior de las diferentes disciplinas – sobre todo en ciencias sociales. Y finalmente como cuarto grupo -y a medio camino entre el segundo y tercer grupo- está una nueva corriente que ha venido tomado forma a partir de la noción de comunidades epistémicas. Además de sofisticarse la literatura se h a i do es pecializando en d ilemas o problemas p articulares d e l a d inámica d e l a participación de l os c ientíficos. S in e mbargo c omo a delantaba, por s u r elación c on estudios d e caso y p or l o r elativamente p equeño q ue es el t ema de est udio en comparación con otros estas tres fuentes con el tiempo se han ido entreverando hasta el p unto que l as citas de l os textos d ejaron d e ser selectivas y se creó u n co rpus consistente, q ue v ale decir co incide co n l a i dentificación d el cam po d e manera general como parte de los STS. Será desde el naciente enfoque de política que se dé el primer análisis sobre los expertos, n aturalmente si endo l as p olíticas p úblicas u na ex presión d esde l a ci encia política por retomar las altas miras que del proyecto conductista; hacer compatible el humanismo y la ciencia era la esencia de la propuesta lassweliana, y de hecho como sabemos, a pesar de los caminos que ha seguido la corriente, cada vez que de tiempo en t iempo uno de sus exponentes d istinguidos se detiene a analizar el estado de la misma siempre encuentra espacio para ser optimista y ve r que algo del programa ha sobrevivido. El llevar conocimiento a la política es parte fundamental de la noción de política pública, y se trata de hecho de un conocimiento operacional, no idealizado. Las políticas públicas no tuvieron que esperar a los movimientos postkhunianos para r eclamar q ue se d ejaran at rás l os m odelos h eroicos, y h ubiera sen satez y realismo al est udiar l a manera en l a cu al en e l co ntexto de b urocracias, s istemas institucionales complejos y contiendas políticas partidistas abiertas la c iencia de las políticas pu diera l levar c onocimiento út il pa ra l a t oma de de cisiones313 y para l a implementación de las mismas. Ese llamado es el que en primera instancia consagró a Lindblom un lugar junto a Lasswell como fundador de la corriente. No obstante, hay que reiterar que al igual que en el caso del artículo de Merton, que se permite salir de los p arámetros d e l a s ociología d e l a ci encia q ue el m ismo est aba f undando, l a historia de la r elación es i nspirada s obre t odo por l os r etos de l a r ealidad d e la posguerra antes que por agenda académicas, así otro de los primeros trabajos que se encuentra e n el p aso d e l os est udios d e l a g eneración d e D on K . P rice so bre l a relación entre e l es tado y l a ci encia, h acia u na v isión d e la “o rientación ha cia l os 313 Lindblom, Ch arles y David Cohen (1979) Usable knowledge: social science and social problem solving. Yale University Press. 112 problemas” como diría Lasswell es Avery Leiserson, quien en su presentación ante la APSA en 1964, se ha convertido en un t exto clásico para el tema. Allí naturalmente habla de la importancia de que haya una relación institucional, productiva entre los científicos y e l gobi erno, s obre t odo c on m iras a l a e laboración de la pol ítica en materia de ciencia y tecnología, pero al final de su trabajo al enlistar los roles de los científicos en el servicio público, menciona en los puntos 3 y 4 alcances nuevos para el rol de los científicos; su participación como consultores para la toma de decisiones y como i nvestigadores de una p roblemática que es d ifícil de casa r con l as v isiones tradicionales de la ciencia, incluso de la ciencia política, esto es el análisis político de las decisiones, y el análisis de las decisiones políticas: 1. S cientific l aboratory r esearch i n co opera-tion w ith gove rnment agencies, (a) in government laboratories (basic or applied) (b) in industrial laboratories ( applied, d evelopment a nd te sting) (c ) in u niversities (b asic and applied). 2. Direct support of basic research: review and evaluation of proposals for research support (e.g., panels of NSF and NIH). 3. Authorization and review of research programs (in-house, contracted, or sub-sidized), c ommunication i nto pol icy c hannels, a nd t ranslation i nto policy a lterna-tives for decision: ( a) t echnical consultation or s ervice (b) administrative: continuing supervision, evaluation. 4. R esearch on t he pol itics of c hoice ( pre-diction a nd e valuation o f alternative strategies of decision). 5. Formulation of specific or broad, coherent programs of research support through go vernment f unding: ( a) mission-related, w ithin ag encies ( b) inter-agency p rograms ( c) sci ence education; r ecruitment a nd t raining of scientific manpower. 6. E valuation, c oordination, a llocation of a ll s cientific programs: ( a) among fields of basic scientific re-search(b) between basic, applied R&D, and ag ency m issions ( c) g eneral p olicies f or modes o f r esearch su pport (contracts vs. grants; project vs. institutional; indirect costs; gov-ernment- industry-university relation-ships)314. Este llamado desde la ciencia política resuena solo con la visión de Lasswell, sobre la orientación hacia los problemas y de Eulau sobre comunidades de consulta, -que se analizarán más adelante- es pues para su momento bastante innovador, pero para los estudios sobre la relación entre ciencia y políticas públicas es una reiteración del un deber que ya se sabía tácitamente, pero que había sido limitado precisamente por el resto de los puntos que se refieren al tradicional rol –derivado del positivismo y de la noción de objetividad- de investigación y de análisis técnico al que se había relegado a l os ci entíficos. Naturalmente que no est aban renunciando a e sta función s ino que había una clara necesidad de reconocer que el consejo experto que dan los científicos 314 Leiserson, Avery (1965) “Scientist and the Policy Process”. The American Political Science Review v. 59, n.2. APSA. p. 416. Las negritas la he añadido. 113 lleva c onsigo t ambién una vol untad pol ítica q ue no ne cesariamente s ignifica una contaminación de l c onocimiento. P or e so no f ue l a s ociología d e l a ci encia mertoniana si no l os e studiosos t rabajando en las f ronteras d e l a c iencia p olítica l a administración públ ica y l as po líticas públ icas –e Ir ving H orowitz- quienes comenzaron el desarrollo del tema. Pero antes de avanzar en la revisión de estos trabajos fundadores, es importante reiterar c omo s e f ue c onfigurando l a vi sión d e la r elación. Ambos t rabajos –el d e Merton y L eiserson ap untan p erfecta a l a p rimera t area, la diferenciación en tre los roles que juegan los científicos a partir de su tipo de relación con la política pública, su “relación con el cliente” diría Merton y del destino que tiene la información que se va a hacer, no a partir de una cualidad intrínseca de éstos, sobretodo considerando el caso de c ientíficos que no e stán interviniendo en asuntos en los que son sujetos en decir en m aterias p ropias d e l a p olítica en m ateria d e ci encia y t ecnología. P ara expresarlo esquemáticamente podemos hablar de dos dimensiones: 1. La que tiene que ver con la autonomía personal del investigador, relacionada con su lugar de trabajo principal; y 2. Los alcances de la tarea de los científicos que pueden variar en una línea que va desde proveer información sin mayor análisis hasta la toma de decisiones. Primero examinaremos la dimensión sobre autonomía, esta se subdivide en tres: A) e n una i nstancia de dicada a l a investigación or ientada por l os pr opios investigadores -es decir las universidades; B) en centros de investigación con fines de lucro, -que pueden ceñirse a las necesidades del cliente del momento; C) e n l as o rganizaciones gube rnamentales, don de por s u magnitud y a lta diferenciación interna hay de distinguir tres subtipos: C.1 Trabajando en centros de investigación, C.2 trabajando como personal técnico especializado de las dependencias o ministerios de gobierno C.3 T rabajado co mo st aff o aseso ría d irecta d e l os a ltos directivos – generalmente este personal parte de los espacios de nombramientos políticos, y c omo pa rte de l os de partamentos de a nálisis de l os candidatos y partidos políticos. y C.4 O cupando l os ci entíficos d irectamente p uestos de t oma d e decisiones; D) P odríamos a gregar como una c uarta y nue va c ategoría l os think thanks o centros de investigación establecidos por organizaciones de la sociedad civil, sin embargo aquí habría que tener precauciones adicionales como el r iesgo de que e sos c entros ha gan t rabajo contratado –explicita o s ecretamente- o bien que la causa central de la organización sea el móvil real del centro y no el apoyo a labores de lobbies para intereses con fines de lucro o con fines de política partidista. Lo m ás i nteresante d e este p unto d estacado p or Merton es e l p apel d e actor p or s i mismo que puede alcanzar el científico, esto para merton se hace cuando éste “trata de sensibilizar a sus clientes” ya sea sobre los mejores objetivos o sobre los mejores 114 medios. Esta pequeña iniciativa que l es concede significa una d iferencia cualitativa sustancial d el p apel q ue l os c ientíficos p ueden t omar h acia l as p olíticas p úblicas. Significa qu e l os pol íticos e stán h aciendo pol ítica d e m anera concomitante a s u investigación. Aunque siempre hay el riesgo de que los científicos tengan sesgos en sus estudios se confía en que eso cae en la categoría de impostura, y que la autentica ciencia busca la evidencia por más que ésta no nos pueda gustar, y entonces a p artir de ést a entonces si los científicos p ueden d arse l ibertad d e d iseñar su gerencias d e respuesta q ue at iendan p roblemas h umanos. L a manera m ás d iscreta p ero fundamental e s e sa posibilidad que m enciona M erton, t ratar de i ncluir recomendaciones en su s est udios, pero ¿ en q ué co ntextos o rganizaciones p uede hacerse e sto? A quí e s d onde s e vue lve c rucial el gr ado de a utonomía c on e l qu e cuenta el e studioso, a utonomía que a l m ismo t iempo s ignifica una c onstrucción d e éste ex perto co mo actor pol ítico. S i e l c ientífico e s s olo u n a nalista c on muy poc a autonomía aunque su información l legue hasta los tomadores de decisiones es muy probable que ésta aún tenga que ser p rocesada por el cuerpo st aff o de asesores de confianza de éstos últimos. Y entonces el trabajo mejor intencionado del experto se vuelve solo en insumo que va a ser utilizado como parte de una argumentación cuyos intereses subyacentes pueden ser de naturaleza partidista o incluso pecuniaria, y no la resolución del problema en cuestión o el bien común. Lo anterior abre el camino hacia el reconocimiento de la importancia que tiene el que los científicos utilicen su trabajo sobretodo con miras a influenciar de manera real y lo más directamente posible la toma de decisiones. En ese sentido el espacio donde cuentan con mayor autonomía para elaborar sus propuestas es el espacio académico. No obs tante t ambién e s un e spacio a lejado d el á mbito gube rnamental y por ello e l reto entonces es llegar hasta los tomadores de decisiones y ser capaces de comunicar su propuesta no solo en forma de reporte técnico sino de elaboración de sugerencia de alternativas de política pública. El siguiente paso es ahora qué hacer cuando se topa el científico c on que l os politólogos se s irven de ot ras f uentes “expertas” p ara co mo mencionaba Mer ton, justificar ci erta acci ón o i nacción –que puede r esponder a intereses ilegítimos. En tal caso la vía natural es tratar de llegar a otros tomadores de decisiones, o a o tros actores poderosos con capacidad de influir en los tomadores de decisiones, y en última instancia utilizar vías difusas y a t ravés de sus propios pares aliados t ratar d e i nfluenciar al m enos a l a “ opinión p ública” co mo medio p ara influenciar a los tomadores de decisiones. Recordemos que como Schooler en uno de los p rimeros t rabajos d el cam po, l a ex periencia m uestra q ue l os c ientíficos t ienen diferentes ár eas en l as que so n más su sceptibles d e p articipar o d e ser l lamados a consultas. Aunque el rango de los casos que han abierto debates de políticas públicas son amplios ex isten d iferencias importantes en tre los t ipos d e escenarios q ue p ermiten bajo presión la apertura de la agenda al público, y otros que de entrada la suponen, en esos casos l a generación de un debate público amplio son más frecuentes. Por otro lado, dentro de estos grandes debates hay algunos casos en los que la necesidad de conocimiento especializado y la participación de los expertos es m ás importante. De allí surge la clasificación de Schooler, de los tipos de temas de políticas, Siendo las áreas de mayor intensidad en influencia de los expertos aquellas: 115 a) En materia fiscal o monetaria, b) Salud, c) Clima d) Seguridad/defensa, y e) L as relativas a grandes p royectos ci entíficos n acionales co mo l a p olítica espacial, en estas últimas de hecho los científicos no solo participan sino que cobran un papel de liderazgo en la iniciativa y en la gestión de la misma315. Esta c lasificación au nque an tigua sigue s iendo ú til p ara señ alar u na co nclusión importante, l a di sputa de a rgumentos c ientíficos co bra m ás r elevancia cu ando l as políticas se t ratan d e asuntos q ue p arecen d e al ta especialización, es d ecir q ue incluyen el u so d e co nceptos co mplejos y de u n l enguaje esp ecializado y cu yos estudios de pr evisibilidad s olo pue den s er r ealizados por e specialistas, y a sea generales como podrían ser campos como la física o las matemáticas utilizadas para el cal culo d e r iesgos ep idemiológico, o b ien est udiosos es pecializados específicamente en el tema de políticas de control epidemiológico. Por s u pa rte desde l a sociología p olítica H orowitz n os r ecuerda q ue son l as condiciones est ructurales e h istóricas l as q ue d eterminan el tipo d e r elación q ue establecen los ci entíficos y l os tomadores d e d ecisiones y los m odelos q ue se h an estado d iscutiendo es tán basados e n e l c ontexto e stadounidense que a unque pue de naturalmente es ú til por compartir muchas de sus características con otros contextos nacionales i ncluidos e l mexicano y e l c anadiense, e s pe culiar e n s i mismo. N o obstante es i mportante ex plicitar es tas s eis c aracterísticas est ructurales q ue r evisa Horowitz316 como d imensiones es tructurales q ue d eterminan el si stema p olítico y concretamente l a d inámica d e l a r elación entre ci encia y políticas p úblicas. É stas pueden enlistarse de la siguiente manera: a) l a f uerte o rientación h acia l as políticas so ciales q ue l as ci encias sociales tuvieron dur ante s u p roceso de institucionalización a lrededor de l a s egunda gue rra mundial, b ) el es tar co nstruidas l as ci encias s ociales o bre l a b ase d e u n si stema educativo y universitario plural, en configuración y en cuanto a la organización de sus actividades de investigación, el cual l levo con e l t iempo a e stablecer f irmemente la autonomía de investigación de los espacios universitarios, c) el temprano crecimiento en los estados unidos de una gran número de centros de investigación que han servido como mediadores en tre l a i nvestigación u niversitaria y l as n ecesidades d e conocimiento a plicable del gobi erno, l os t hink t anks e n e stados uni dos de sde el principio estuvieron orientados al servicio de l gobierno al g rado t al que i ncluso l es asociaba co n co rporaciones g ubernamentales esp ecificas s obre t odo militares, d ) l a sociedad e stadounidense r ápidamente c onsolido un c onsenso ge neral e n v alores sociales y políticos que naturalmente se e xtiende hacia los espacios académicos, de allí que l as visiones al ternativas –como e l ma rxismo- nunca h ayan l ogrado movimientos d isruptores importantes, e ) en e l p lano de la participación concreta de los científicos con el gobierno la secrecía es practica generalizada y aceptada, esto ha 315 Schooler, Dean, op cit. 316 Horowitz, I rving ( 1967) “ Social S cience a nd P ublic P olicy: A n E xamination o f t he P olitical Foundations of Modern Research”. International Studies Quartely v. 11, n.1. Blackwell Publishing. 116 hecho que mucha de las dinámicas reales de la practica de asesoramiento haya sido sea r elativamente p oco est udiada, lo cu al es b astante r azonable en e l caso d e l os científicos cuyos co nocimientos p odarían s er materia s e se cretos t ecnológicos militares, pero que también ha alcanzado las ciencias sociales como en los famosos casos de los proyectos “Camelot” y “Minerva” que han sido citados arriba. Por cierto una n ueva lectura si milar h a si do criticada r especto a l p apel d e l os asesores d e políticas públicas que conforman el staff de los tomadores de decisiones, por ejemplo en C anadá se h a cr iticado q ue l os primeros m inistros h an ignorado las est ructuras administrativas específicamente diseñadas para constituir su staff y cuerpo asesor -el Privy Council y las estructuras de la oficina del primer ministro (PMO)- y el consejo de su s m inistros d el r amo, p ara ce ntralizar l a toma d e d ecisiones co n el ap oyo d e equipos asesores externos sin vínculos políticos o institucionales con el gobierno317, f) S iguiendo una línea de razonamiento s imilar a que a ños de spués de sarrollaría Schooler, afirma q ue se h a d esarrollado u na r elación especializada en tre las disciplinas e las ciencias sociales y las entidades gubernamentales que requieren de su asesoría d e t al m anera q ue ex isten t radiciones d e có mo l a p articipación d e los economistas en cu erpos co nsultivos en m ateria d e p olítica e conómica, a l os estudiosos de r elaciones i nternacionales co n el d epartamento d e estado, y a disciplinas co nductistas co mo l a antropología y l a ps icología a sesorando e n el departamento d e d efensa; y g ) L as ci encias sociales en los est ados u nidos p or su apego al consenso y p or l a f uerte p apel d el es tado en su proceso d e institucionalización f ue d esarrollando u na esp ecie d e c ultura de l a c olaboración a l mismo t iempo que en ámbito públ ico se consolido la legitimación de las divisiones disciplinares y de s u i mportancia participando e n de bates de pol íticas, H orowitz afirma que esta es la idea de “profesionalización” desarrollada por Lipset. 2.3.2 CIENCIAS NATURALES Y CIENCIAS SOCIALES ¿MODELOS DIFERENTES? Aunque existe una gran cantidad de literatura sobre la relación entre ciencias sociales y p olítica, sobre su s a lcances y l imitaciones i mpactando socialmente y so bre su participación en el proceso de políticas públicas, la mayor parte de dicha literatura en realidad d eriva d e la n ecesidad p ermanente e i nacabada que t ienen las c iencias sociales d e acl arar d os presupuesto b ásicos so bre su i dentidad i mbricados en tre s í: primero: ¿las ci encias sociales so n o p ueden ser u na ci encia co mo las ci encias naturales? y seg undo: e n r elación con l as p remisas an teriores y v isto d e m anera comparada con las ciencias naturales: ¿cómo resolver el problema de la misión social y p olítica d e la c iencia, si n co mprometer l os valores ci entíficos asociados co n l a noción de objetividad? Si b ien est a t esis n o es so bre ep istemología se co nsidera n ecesario acl arar argumentar los supuestos –sobre las preguntas anteriores- de los que se parte, ya que obviarlos s ignificaría d ar esp acios a am bigüedades so bre el p unto de v ista d el análisis, y porque aclarar la universalidad de la empresa científica por encima de las 317 Savoaie, en The Oxford Handbook of Canadian Politics, op. cit. 117 divisiones –artificiales- disciplinarias permite sobreponer dudas e inagotables debates en los que las ciencias sociales se han enfrascado casi desde el momento mismo de institucionalización d e muchas d e su s d isciplinas. L a d isputa es l egítima y t iene hondas r aíces, C ómo n o p reguntarse si l o so cial es u n o bjeto co n c aracterísticas extremadamente peculiares que le hacen imposible asimilarse al modelo desarrollado básicamente a p artir d e la o bservación d e o bjetos i nanimados. Más aú n si a eso l e sumamos los problemas sociales e h istóricos de la ciencias sociales y la mirada con desdén que de sde s us m ontañas d e l o g iros t ecnológicos d eslizan l as ciencias naturales. Los científicos sociales que hablan de la cientificidad se enfrentan entonces además de los retos lógicos que suponen tratar de hacer compatible las pretensiones nomológicas del positivismo con la ubicuidad de lo social y la tensión además con la alternativa individualista metodológica que aunque ha t enido progresos importantes de la mando de la teoría de la elección racional, neutralizan el fenómeno agregativo que supone lo social como objeto. Una de las mejores respuestas que se han ofrecido proviene pa radójicamente de sde l a filosofía a nalítica y pos itivista. E rnest N agel no muestra em patía p articular co n l as ci encias s ociales, p ero t ampoco es p arcial o complaciente con las ciencias naturales: En resumen, l as ci encias so ciales no p oseen en l a act ualidad si stemas explicativos de vasto alcance considerados satisfactorios por la mayoría de los es tudiosos p rofesionalmente co mpetentes, y se ca racteriza p or l os serios d esacuerdos tanto so bre cu estiones metodológicas c omo s obre cuestiones de co ntenido. E n co nsecuencia, se h a p uesto en d uda repetidamente la conveniencia de considerar a cualquier rama actual de la investigación social como una “verdadera ciencia”318. Sin em bargo, su cr ítica n o es p rejuiciosa, si túa co mo o bjeto su perior a l a em presa científica y por eso es c apaz de cr iticar que muchas de las supuestas diferencias de fondo entre las ciencias naturales y sociales –que significan una incapacidad para las segundas- en realidad se trata de un sesgo ideológico del positivismo, es decir de una noción que l os t eóricos metodólogos –provenientes d e l a filosofía an alítica o b ien científicos de las ciencias naturales han desarrollado a p artir de su visión ideal de lo que supone la investigación de sus campos, pero en realidad la vida de laboratorio - como sacar ía a luz m ás ad elante el p rograma fuerte- está m uy l ejos de l os procedimientos y valores ideales que refieren los manuales de metodología. Nagel señala que si se observa con objetividad el asunto, no hay tales diferencias esenciales entre ciencias naturales y sociales, pues ambas están profundamente atadas a l as l imitaciones h umanas y ap enas al canzan a t ocar l a superficie d e l as g randes preguntas s obre l a na turaleza, -aunque l as ci encias naturales h ayan d isimulado est a situación debido a sus logros tecnológicos- y porque los principios fundamentales de la i nvestigación ci entífica y ex perimental –positivista- pueden a plicarse a c ualquier objeto de e studio, t eniendo hone stidad y ha ciendo l as a daptaciones n ecesarias. 318 Nagel, Ernest (2010) [1981] La estructura de la ciencia. Problemas de la lógica de la investigación científica. Barcelona: Paidós p. 583. 118 Sugiere c omo e jemplo e l pr ogreso de l a a stronomía, l a g eología y la e mbriología, campos donde la dificultad de la experimentación no ha impedido a los científicos de hacer avances importantes. Y construye su argumento sobre la critica de John Stuart Mill quien postulo que el razonamiento comparado de la semejanza y la diferencia, fundamental para el proceso de investigación experimental era incompatible con las ciencias sociales, pues en realidad llevado al extremo se trata de un modelo ideal, que tampoco las ciencias naturales aplican totalmente: La d escripción d e M ills d el m étodo ex perimental ad olece d el ser io defecto de subestimar, si no de ignorar, el punto esencial de que dado que dos s ituaciones nunc a s on c ompletamente i guales o c ompletamente diferentes e n t odos s us a spectos e xcepto uno, s us m étodos s olo s on aplicables dentro de un marco de s uposiciones que e stipulen qué características de una si tuación van a ser considerados importantes para el fenómeno estudiado […] tal suposición en verdad expresa un ideal del procedimiento ex perimental y q ue a menudo se r ealiza, al m enos aproximadamente […] est á m ás allá d e l as p osibilidades h umanas eliminar c ompletamente, a ún en e l laboratorio m ontado m ás cuidadosamente, l as v ariaciones en t odas l as c ircunstancias d e u n experimento [ …] h ay ámbitos d e l a i nvestigación en las ci encias naturales en los cuales no es posible variar uno por vez, ni siquiera de los factores importantes y r econocidamente “ú nicos” d e u n experimentos pero esto no nos impide establecer leyes […] En resumen la exigencia de hacer v ariar l os f actores u no p or v ez r epresenta u na co ndición frecuentemente de seable, pe ro e n modo a lguno i ndispensable, de la investigación controlada. Por consiguiente el campo para la investigación empírica controlada de los f enómenos s ociales es, e n pr incipio, m ucho mayor de lo que pe rmitirían s uponer c oncepciones indebidamente estrechas acerca de los que es esencial para tales investigaciones319. Sobre est a premisas p ropone q ue l as ci encias sociales p uede u tilizar u n método d e lógica ex perimental “c ontrolada”, q ue si mplemente si gnifica ap licar el m ayor esfuerzo p osible a l co ntrol d e l as v ariables y al l ógica d e u na cau salidad d e b ase descriptiva y o bservacional, p ara obtener co njeturas lo más só lidamente p osible argumentadas. L a i dea e s no r enunciar po r c ompleto a la i nspiración de l m odelo experimental más r iguroso, n i a l a e mpresa d e u na ci encia so cial, q ue en tienda l a conducta humana agregada como objeto por derecho propio. Aunque muchos de los manuales más recientes sobre políticas públicas más que referirse a la cientificidad, se limitan a su poner está tácita dentro de sus premisas teóricas -economicistas, rational choice, e i ndividualistas- o i ncluso d e p lano p refieran d eclararse r elativistas, q ue integran “ tanto a los m odelos y t eorías c on los que no está de a cuerdo, c omo a 319 Ibid. p. 591-592. 119 aquellos con los que sí está de acuerdo320 y con ello pretenden dar por terminados los cuestionamientos ep istemológicos –incluso i nvocando a rgumentos de l os movimientos pos tkhuniana- como e l pr opio P arsons r econoce321, l a i nfluencia d el positivismo, criticado modificado etc, sigue siendo al menos un modelo de referencia básico con el que se contrasta el rigor de la investigación científica y el conocimiento derivado de ésta. Hay que a dvertir que e sta vi sión n o e s e quivalente al e nfoque de “ políticas basadas en evidencia” en las que se defiende la necesidad de flexibilidad al momento de b uscar “la m ejor ev idencia d isponible” esta d eterminación ca suística o d e coyuntura a diferencia del relativismo no cuestiona el modelo científico ni su valor en sí, sino que se entiende motivada por las limitaciones que tienen los analistas respecto al n ivel d e información q ue l es es aseq uible y q ue es m anejable322. L os e studios generales s obre pol íticas públ icas –en c ontadas oc asiones- también s e ha n he cho preguntas sobre los fundamentos epistemológicos de la fundamentación científica en el pr oceso de a rgumentación de las pol íticas públicas. R obert G oodin ha bla de la necesidad q ue t iene l a co rriente de d esarrollar e xplícitamente l os fundamentos teóricos q ue su stentan el an álisis d e p olíticas p úblicas en t odos sus n iveles d e análisis323, y la de Mauricio Merino quien al examinar las bases epistemológicas de las políticas públicas encuentra que esta discusión es f undamental para tanto para el estudio de las políticas como para su dimensión práctica, especialmente en la fase de definición de los problemas públicos donde las evidencias empíricas utilizadas tienen ante sí no solo el reto de muchas veces tener que cuestionar el status quo social, sino también poner en entredicho una serie de creencias y valores sociales asociados con éste, y ad emás est ablecer l a f actibilidad d e o frecer u na al ternativa t écnica y políticamente f actible. La o rientación h acia los p roblemas h ace q ue e l an álisis d e políticas no pueda ser débil en cuanto al rigor de sus argumentos y evidencias, pero la premura intrínseca de los procesos de política tampoco permite espacio para disputas academicistas enfrascadas de la investigación de la causalidad fundamental o úl tima detrás de los problemas públicos asimismo a dvierte lo fútil que resulta la distinción entre los análisis cualitativos y cualitativos. Por el contrario, al mismo tiempo que se reconocen las limitaciones generales del método científico –positivista- se debe tratar de maximizar el apego a este en todos los ámbitos del proceso de argumentación del problema y las alternativas de políticas en el marco de una lógica más limitada –pero no menos rigurosa- de investigación de relaciones causales324. Aunque hay que advertir que si hay diferencias siempre presentes en el papel de los c ientíficos so ciales al d ar co nsejo ex perto en co mparación co n l as ciencias naturales. En pr imer l ugar una cierta menor r espetabilidad, y e n segundo lugar una 320 Parsons, Wayne (2007) Políticas públicas: una introducción a la teoría y práctica del análisis de políticas. México: FLACSO-México. p. 106. 321 Ibid., p. 103 322 Bracho, T eresa ( 2010) “P olíticas b asadas en ev idencias”. en M erino, M auricio et al. (e d.) Problemas, decisiones y soluciones: enfoques de políticas públicas. México: CIDE-FCE. 323 Goodin, Robert (1982) Political theory and Public Policy. The University of Chicago Press. 324 Merino, Mauricio (2013) Políticas públicas: ensayo sobre la intervención del estado en la solución de problemas públicos. México: CIDE-FCE. p. 130-133. 120 cierta mayor posibilidad de cuestionamiento de su objetividad al momento de hacer públicas s us a nálisis y recomendaciones. S i bi en t anto e l publico ge neral c omo l os actores p olíticos s aben bien r econocer la s eriedad d el t rabajo d e u n ac adémico q ue hace investigación formal y que con base en ella argumenta sus críticas o sugerencias, hay una di stancia e ntre e sta r espetabilidad y l a que t iene un médico o un quí mico hablando por e jemplo s obre e l i mpacto a mbiental de una f ábrica. P or s upuesto e n albos casos está el problema de las disputas entre expertos que llevan al desgaste de la credibilidad de todas las partes, no obstante esto también es algo mayor para el caso de asuntos que son materias de las ciencias sociales. Adicionalmente esta el asunto de la co mpetencia d isciplinar, e l v alor de l a ex pertise s e r educe co nforme h ay m enor legitimidad del monopolio del objeto de estudio, respecto a la ciencia política –y la sociología política- las participaciones contiguas que en los debates públicos le restan legitimidad c omo e specialidad s on e l de recho –sobre t odo e l constitucional y electoral- , y las participaciones –menos frecuentes- de “expertos” –por tener historia previa de interés en el t ema- que provienen de formación en negocios, economía o economía política. y de hecho las comunas de opinión de periodistas especializaados son más importantes y se dan mayor libertad de realizar “análisis” por ellos mismos, en co mparación co n los p eriodistas esp ecialistas en o tros t emas r elacionados co n disciplinas científicas de las ciencias naturales. Aunque no se considera que estas diferencias estén relacionadas con una menor “cientificidad” d e las ciencias so ciales son u na r ealidad presente, y p or e llo s e considera aquí que para fines de análisis significan solo diferencias de grado, es decir que no c ambian c ualitativamente l a c ualidad de pa rticipación como c ientífico académico e xperto que t ienen l os politólogos a l pa rticipar e n de bates de pol íticas públicas o como t estigos e xpertos antes comisiones gube rnamentales. De he cho las entrevistas r ealizadas a l os politólogos r evelan que ést os se esf uerzan conscientemente por pr esentar una i magen de r igor c ientífico y obj etividad e n s us participaciones, incluso aquellos que se vuelven abiertamente activistas en pro de una opción pa rticular so bre otra. A l a luz d e eso s argumentos p aradójicamente p uede decirse que e l gi ro ha cia e l pos itivismo que di o e l m ovimiento c onductista e n l a ciencia política en sus orígenes, a pesar de los problemas325 que desarrollaría después tuvo l a v entaja d e h acer que l a d isciplina t empranamente asi milara v alores q ue le hacen co nvergente co n l a i nvestigación en ci encias n aturales, l o cu al ser ía ú til posteriormente debido al carecer interdisciplinario de las políticas públicas. Pero además del positivismo como referente que facilita la articulación del caso de l a ci encia p olítica e stadounidense co n l os estudios so bre l as d inámicas d e l os cinéticos en las políticas públicas, los estudios de caso y el examen de dicha relación como una pr actica que ha s ido doc umentada a mpliamente por la s ociología de la ciencia refuerza esta semejanza. Explorando la literatura sobre el tema Karin Knorr, 325 Las criticas a las debilidades del giro hacia positivismo de la disciplina y el impacto de ello en la separación que ha t enido l a c iencia pol ítica de s u or iginal vol untad a plicada, s on a bundantes e n l a literatura, sobre todo a partir del paso de la preeminencia del conductismo hacia el cuantitativismo y los modelos rational choice, a los que tácitamente se refieren las criticas de Sartori (2004) y otros. Un interesante artículo reciente que discute esto es: Luke, Timothy (2013) “Stultifying Politics Today: The “Natural Science” Model in American Political Science”. New Political Science v. 35, n3. Routledge. 121 afirma que la separación fundamental entre el trabajo científico y la política y entre las experiencias de las ciencias sociales y las ciencias naturales que ha estado detrás de los primeros estudios sobre científicos, expertos y pol íticas públicas ha entendido mal e l pr oblema, pue sto que e n realidad l a e videncia que ha n pr oporcionado los estudios de caso a pr ofundidad s ugieren que e l pr oblema de l us o de l c onocimiento por u n l ado es sem ejante en l as c iencias n aturales y so ciales au nque ello h a s ido ocultado po r e l –muchas v eces f ortuito o p or o tras causas- de l as ap licaciones tecnológicas de l as ciencias na turales y por el ot ro que el pr oblema del us o d el conocimiento r adica en las p racticas so ciales y la es tructuración d e las mismas, e s decir aunque basada en la sociología de la ciencia, desarrolla tácitamente un análisis neoinstitucionalista de l pr oblema, que por l o t anto l leva a l a c onclusión de que e l objeto p roblemático es l a p ráctica, es d ecir la m ecánica d e l a i nteracción entre científicos y políticos326. Esta idea será retomada más adelante. Estas a claraciones b ásicas p ermiten ev itar la d iscusión p ormenorizada d e l a extensa b ibliografía sobre ci encias so ciales, p olítica y r elevancia so cial e ir directamente h acia e l problema d e l a p articipación d e l os ci entíficos en p olíticas públicas usando l a categoría de los científicos y conocimiento científico de manera integral como una categoría general aplicable tanto a las ciencias sociales como a las naturales. Porque de hecho situar a la práctica científica y sus productos como objeto de est udio es u na t area de l as c iencias so ciales. Y esp ecíficamente más al lá d e los trabajos motivados solo por el entendimiento de las grandes experiencias pasadas y presentes que han provisto historiadores y f ilósofos de la ciencia, han sido una cierta visión de sociología aplicada y e l campo de la politólogos- administradores públicos y politólogos, estudiosos de políticas públicas los que han dado forma al estudio de la mecánica por la cual la ciencia y sus productos se ligan con las grandes necesidades y coyunturas políticas q ue en frentan l as so ciedades, en o tras p alabras, d e l a r elación entre ciencia y políticas públicas. 2.3.3 LOS CIENTÍFICOS Y EL FALSO DILEMA CIENCIA-POLÍTICA Pero por ot ra pa rte l a i nfluencia en una de cisión de po lítica s upone u n e scenario complejo, d onde l a c ategoría t omador d e decisiones es en al gunas o casiones complicada por que e l a sunto es t ransversal a d istintas co rporaciones y ó rdenes d e gobierno o porque debido a que la política necesita un l argo proceso hay un a mplio margen para que l os actores cen trales especialmente l os au torizados puedan aj ustar posiciones y retroalimentarse de l a evolución de l de bate de l a pol ítica o d e s u procesamiento i nstitucional. A quí ha y que detenerse a ha cer dos a claraciones importantes, s i bien es c ierto que dado e l enorme tamaño de los gobierno actuales naturalmente e l núm ero de “ expertos” de l os que di spone e l gobi erno de manera interna es a mplia, y asi mismo l os r ecursos g ubernamentales p ueden u tilizarse p ara contratar –de manera abierta o secreta- centros de investigación o consultarías que les ayuden a g enerar es tos t rabajos q ue van a u tilizar como “a rgumentación”. E llo no 326 Knorr, K arin ( 1981) “ Time a nd Co ntext i n P ractical A ction”. Knowledge, Creation Diffusion, Utilization v. 3, n.2. Sage. 122 cambia el hecho de que hay una diferencia sustantiva que da sentido a l a naturaleza distinta d e los ci entíficos q ue se er igen co mo a ctores autónomos en u n d ebate d e políticas, es to es la causa, el i nterés d etrás d e su p articipación. Naturalmente l as conductas h umanas si empre so n m ulticausales, y d e i gual m anera u n ci entífico buscando los reflectores de los medios de comunicación puede ser acusado de tener intereses o cultos, co mo l a f ama, g anar p restigio acad émico, al ianzas secr etas c on actores políticos, etc. Todo esto puede ser cierto y en tal caso el científico que miente al decirse autónomo simplemente pasa a f ormar parte de la contienda política como aliado de algunas de las partes por razones egoístas. Sin embargo en los casos en los que l a p articipación d e l os c ientíficos r esponde ú nicamente a su oficio co mo trabajadores de la ciencia que utilizan la evidencia y la búsqueda de la verdad como inspiración y al o bjetivo d e l levar las cap acidades d e l a c iencia h acia la t oma d e decisiones, entonces se co nvierte a l a ci encia en u n act or p olítico, si n cam biar su naturaleza. Si bien es ci erto que la traducción de la evidencia en sugerencia siempre implica q ue l a p ropuesta se en tremezcle co n l os v alores so ciales y p olíticos d el científico, si éstos valores son solo un insumo necesario para la articulación del las alternativas de políticas a las que las evidencias y la investigación les convoca y no al revés como en el caso del uso de la ciencia solo como parte de la argumentación de una pos ición t omada p or ot ras r azones, e ntonces pue de h ablarse de una pos ición honesta por parte del científico. Como ha señalado Horowitz: There are Standards in a social science, and levels of performance within each science that links its practitioners together in spite of their actions or reactions toward pol icy que stions. When a br eakdown of a utonomy occurs, w hen pol icy qu estions o r i deological r equirements pr evail, the deterioration i n t he q uality o f so cial sci ence i s a cer tain co nsequence. Policy places a premium on involvement and influence; science places a premium on investigation and ideas327. En el debate sobre el rol de los científicos y expertos en las políticas públicas a pesar de l os añ os si gue h abiendo el p roblema d e u na aso ciación a v eces p rácticamente implícita entre la realización de activismo político por parte de los científicos y una pérdida de objetividad. Esto es una esquematización equivocada pero que sigue parte del debate académico, y más importante aún parte del imaginario social sobre el rol de los científicos. Por ejemplo recientemente se sigue considerando la distinción entre “política junkies” y objetivity hermits”328: De hecho la idea detrás de ésta gráfica de la politización de los científicos, aunque puede tomar varias formas es prácticamente una clasificación consensual tácita en la literatura. Hoppe relaciona estas dimensiones con l os m edios c oncretos de pa rticipación d erivada de e sta pos ición. Los t extos discursos o co municaciones q ue h acen l os act ores en tonces t ambién p odrían es tar clasificados a partir del tipo de finalidad que persiguen, clasificados en dos categorías 327 Horowitz, Irving, op. cit., p. 60. 328 Saner, M arc ( 2014) “ A Map o f t he I nterface B etween S cience & P olicy”. Brief Series n.6. University of Ottawa, Institute for Science, Society and Policy. p.13. 123 racionalidad/proselitismo y o rientado a l d iseño/decisión329. E sta cl asificación es si n duda útil y además se relaciona muy bien con los actores que podemos identificar a simple v ista en l os d ebates p úblicos, si n em bargo el d ebate so bre la r elación en tre evidencia y a bogacía p olítica no e s un a sunto s imple, a unque m uy t emprano s e advirtió que no de bía c onfundirse objetividad con ne utralidad330, ni s iquiera e n el caso d e l as ci encias so ciales q ue están n aturalmente más cer ca d el debate so bre valores políticos, y porque su investigación es más evidentemente influenciada por su entorno s ocial y pol ítico, ya que l a pr imera t iene que ve r l a e l pr oceso d e investigación y la segunda se refiere más bien a-partidismo, lo cual si es una cualidad que en muchos escenarios puede pedirse y esperarse cuando la ciencia es invitada a dar su consejo en los debates de políticas. No obstante por sobre este consciente esfuerzo de objetividad y neutralidad que puede t ener l a c iencia, ha y un va lor, una c ualidad de finitoria m isma de la labor científica de la cual no puede pedírsele desprenderse, es to es promover a l a ciencia misma331 y e l valor de conocimiento científico. Esta v isión r efuerza que la idea he propuesto en est a sección d e la t esis en el sentido d e dado q ue l a ci encia es esencialmente p olítica, est a ci encia p olitizada r equiere de l a co nceptualización adecuada respecto al momento en el que l os científicos participan defendiendo una idea o poción que están convencidos esta respaldada por la evidencia científica es la cualidad su stantiva q ue d istingue la p articipación d e la c iencia en las p olíticas públicas como diferente a la del resto de los otros actores, incluso de aquellos grupos que n o t ienen f ines pa rtidistas o p ecuniarios s ino s olo de fiende va lores pol íticos. Como advierte Mark Brown afirmar dicha naturaleza política de la ciencia implica la necesidad d e ac larar cu al es l a d efinición d e p olítica q ue se t oma co mo p unto d e partida y los escenarios act ividades y condiciones en las cuales cobra relevancia lo “político” de la ciencia: Although so me w ho cl aim t hat sci ence i s essen tially p olitical su ggest a particular v iew o f political activity, most leave the meaning o f ‘politics’ and ‘political’ unspecified. And regardless of what particular authors may think about the distinguishing features of political activity, the claim that science is essentially political, taken by itself, only tells us where politics occurs (within all practices and institutions associated with science), rather than what activities i t in volves. Additionally, a sserting t hat s cience is essentially political, r egardless o f w hether actors see i t as su ch, emphasizes t he r ole of a nalysts i n unde rstanding t he pol itics of s cience. […] S cience-politics i nteractions include sci ence ad vice an d sc ience policy: science affects politics through science advice, and politics affects 329 Hoppe R obert y M argarita J eliazkova (2006) “ How P olicy Workers Define T heir Job: A Netherlands Case Study”. en Colebatch, Hal (ed) The Work of Policy: An International Survey. USA: Lexington Books. p.47. 330 Orlans, Harold (1975) 2 Neutrality an d A dvocacy in Policy R esearch”. Policy Sciences v. 6, n.2. Springer. 331 Ibid., p. 110. 124 science through science policy332. […] More limited activity-conceptions, in c ontrast, can h elp c larify and f acilitate contests o ver w hat co unts as politics i n particular c ontexts. In t he e nd, ho wever, a ny c onception of politics w ill be more fruitful f or s tudying s ome i ssues t han ot hers, a nd different co nceptions w ill i lluminate d ifferent asp ects o f t he sam e i ssue. The main p oint i s t hat e fforts t o understand and s hape t he pol itics of science may benefit from more careful attention to alternative conceptions of politics333. Resulta claro entonces que lo político de la ciencia de entrada, obviamente no es l a política p artidista n i b uscar t omar el p oder p olítico a t ravés d e l a d irección d e l as organizaciones gubernamentales. En el escenario particular de los científicos dando consejo experto en l as políticas públicas, el valor político de l a ci encia lo es en un sentido más amplio e i ndirecto, s i se t rata al f inal de cuentas de obtener i nfluencia sobre el estado, pero entendiendo ello como solo como un medio para la realización de ciertas preferencias. Más recientemente la reflexión la han retomado de manera central Carol Weiss y Peter W eingart, l a p rimera co incide en q ue l a i nvestigación p uede ser con r igor a pesar de que e l a utor e sté t ambién pa rticipando no s olo da ndo c onsejo s ino promoviendo abiertamente una a lternativa de pol ítica considera que esto no s olo es legitimo, si no i ncluso e s n ecesario porque el l levarlo h asta al lá c rea un p roceso de difusión y s ocialización mayor qu e ha ce que pr obable que muchas de l as i deas generadas por los científicos permeen hasta los tomadores de decisiones. Sin embargo advierte que ha y va rios e lementos que a centúan l a pol itización –partidización- del conocimiento. A continuación hago una lista que los resume: a) L as o rganizaciones t ambién t ienen sesg os políticos, y est o su cede t anto respecto a l c ontexto de l a investigación c omo p ara las en tidades u organizaciones gubernamentales que van a recibir el consejo experto; b) E l co nocimiento en l a a rena p olítica p ueda ser u sado sel ectivamente o desvirtuado p or cu alquiera o todas l as p artes, si n i mportar cu anto t rate el experto de evitarlo; c) En las disputas cuando se hace uso del conocimiento experto como argumento generalmente una de las partes tiene mayores recursos, y acceso al apoyo de expertos que puede ser una desventaja aún para la defensa de la evidencia más rigurosa; y d) Puesto que el “arma” más poderosa del científico es precisamente el rigor de su trabajo, si se considera abiertamente el papel del científico como legítimo y abierto promotor de una opción de política, se le desarma y entonces entra de lleno e n e l j uego de la l ucha pol ítica y da do qu e no e s s u arena a llí t endrá desventaja334. 332 Brown, Mark op. cit., p. 7 333 Ibid., p. 20 334 Weiss, Carol (1991) “Policy Research as Advocacy: Pro and Con”. Knowledge and Policy v. 4, n.1- 2. 125 Esta l ectura l a respalda p or su cr eencia en q ue au nque la t ransparencia y el rigor ayudan, a l f inal no e xiste l a obj etividad ya que l os va lores pol íticos no pue den s er neutralizados, cuando un científico se involucra en la arena política en el mejor de los casos habrá una diferencia de mayor o menor objetividad, en el fondo siempre estarán sesgados los trabajos. Si bien los r iesgos enlistados son una constante, innegable, la conclusión d e W eiss p arece u n co ntrasentido ya q ue en p rimer l ugar al ac eptar l a politización generalizada en las organizaciones y en los actores es difícil sostener que en principio haya espacio para neutralidad, lo que neutraliza su argumento. Como ella misma m enciona, e n la c ultura e stadounidense ha y un gr an c onsenso respecto e n términos culturales y de valores económicos y políticos, esto es ex tendido hasta los espacios de formación académica y donde se r ealiza l a investigación c ientífica, por ello t iene razón e n el s entido de q ue l a i nvestigación no puede s er c ompletamente objetiva ya que l os s esgos i deológicas e stán e n e l l enguaje mismo y dentro de l a misma filosofía d e l a c iencia, es m ás d entro d e l os su puestos d el p ositivismo q ue como se ha dicho a pesar de todo sigue siendo un modelo de referencia tácito para la ciencia. Son precisamente estos sesgos compartidos este “consenso” –como lo llaman desde la sociología de los movimientos sociales- lo que permite a la gran mayoría de las comunicaciones –incluidas las científicas- ser inteligibles entre si y fuera de sus campos. Bajo ese sesg o político generalizado, que justo cobra sentido la al ternativa que desprecia: el mejor esfuerzo por el rigor científico, la transparencia e incluso la explicitación d e lo s valores podrían “sesgar” e l t rabajo si p ermitirían h acer compatible el t ener l a ciencia co mo “ar ma” al mismo t iempo q ue l os ci entíficos rebasan su papel de expertos y defienden también por medios políticos la opción que –convencidos por la evidencia- piensan en las más conveniente –dado los valores que –de manera t ransparente- sostienen. Y e n s egundo l ugar e sta vi sión no pa rece coincidir del todo con las opiniones previas de la autora, por ejemplo a fines de los setenta en uno de sus textos fundamentales335 Weiss, afirma que es un error defender la sep aración en tre l a ci encia co mo e mpresa q ue d ebe manetener o bjetividad y lejanía de la política, y más bien aceptar que ambos mundos –la ciencia y la política- son tan grandes y c omplejos que hay espacio para que muchos opten por posiciones intermedias. E ste p luralismo au nque p arecido es d iferente a su ar gumento d e l os noventa. Weingart aporta de entrada dos argumentos a q ue también va a co ntracorriente de l a i dea de Weiss de la imposibilidad de objetividad e l primero es que en efecto todos l os c ientíficos i ncluso l os q ue r ealizan la i nvestigación y s e m antienen ca si completamente al m argen d e l os d ebates y so lo co mparten d atos o co nsejos aparentemente d e m anera m uy i mparcial tienen v alores políticos y una p osición respecto a las opciones de política y esto es inevitable, ello aunque aparentemente concuerda con Weiss en realidad lleva a cu estionar el razonamiento de la autora: es decir; si todos est án p olitizados, en tonces si la idea d e q ue p uede ex istir consejo experto objetivo y pur o es un m ito336 ¿qué sentido t iene advertir sobre el r iesgo de 335 Weiss, Carol, (1977) Using Social Science Research in Policy Making. Lexington Books. p. 2 336 Weingart, Peter (1999) “Scientific Expertise and Political Accountability: Paradoxes of Science in Politics”. Science and Public Policy v. 26, n.3. Surrey: Beech Tree Publishing. p.156 126 “desarmarse”? S i ap licamos esa d iferencia d e grado d e l a q ue h ablaba l a p ropia autora, de nue va c uenta cobra s entido d iferenciar e ntre qu ienes pue den ser imparciales en l a i nvestigación y ex plícitos en su s v alores y q uienes so stienen argumentos de m enor calidad por s er a comodaticios, éstos úl timos c umplen pa ra Weingart un papel instrumental –es decir usar la ciencia para proveer datos, que serán manipulados como argumentos, o bien un papel legitimador, es decir la participación de l os c ientíficos q ue n o se d a d e m anera i mparcial si no f avoreciendo l a argumentación de algunos de los bandos En e se s entido, l a vi sión de W eingart r econoce l os r iegos de l a pol itización – partidización- de la ciencia, coincide en las muchas de las advertencias de Weiss, e incluso agrega una advertencia más si hay una excesiva politización del debate entre científicos que se encuentras en bandos diferentes de una disputa de política pública o manejo i nadecuado de l a re lación e ntre c iencia y p olítica e l rie sgo p rincipal e s l a pérdida de legitimidad de la ciencia. No obstante su visión tiene una sutil diferencia, la relación entre ciencia y política es para Weingart un p roceso normal, que se trata más bien de una relación de intercambio, pero esto no debe significar la renuncia a la calidad y al potencial que ofrece la ciencia. Después de muchos años de analizar el p roblema ést a una de l as l ecturas más extendidas sobre al r elación, t ambién desde l a perspectiva práctica p ropia de l os la expertise d e l a ad ministración p ública337, p rincipalmente p or l o q ue r especta a l as ciencias sociales hace mucho que la idea de objetividad total o de conocimiento puro se considera irreal por definición338, solo un discurso que como los miedos de Weiss confirman, de todas formas nunca es comprado totalmente. 2.4 USO DEL CONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE EXPERTOS EN POLÍTICAS PÚBLICAS: LOS PROBLEMAS CLÁSICOS Y EL NUEVO MODELO DE COMUNIDADES EPISTÉMICAS En est a s ección l a es trategia es revisar d os g randes d imensiones d e l a i nteracción entre los politólogos académicos como parte y representación de la disciplina con los actores políticos que disputan y determinan el debate y proceso de toma de decisiones de la política en cuestión; por una parte reconstruir esquemáticamente los supuestos generales del modelo de políticas públicas, y por el otro destacar la mecánica que la literatura ha desarrollado respecto a la dinámica de la participación de expertos en los debates de políticas, es decir de de la intersección entre los puntos C.1 y A.3 y A.4 de la g ráfica 3 ar riba mostrada. La l iteratura general339 sobre la ciencia y las políticas 337 William Dun n p or e jemplo t iene una c oncepción que incluso l inda con e l pr ograma f uerte de sociología del conocimiento al considerar al conocimiento experto en políticas públicas desde la idea de que es solo parte del sistema de conocimiento social más amplio. Dunn, William (1992) “Assessing the Impact of Policy Analysis: The Functions of Usable Ignorance”. Knowledge and Policy v. 4, n4. Springer 338 Ver por ejemplo: Sánchez, Adolfo (1979) “La ideología de la neutralidad ideológica”. en Villoro, Luis (ed) Ideología y ciencias sociales. México: Grijalbo. 339 Donde prima el interés por las ciencias naturales pero que como ya se discutió arriba no obstante su lógica puede aplicarse a las ciencias sociales y a la ciencia política en lo particular. 127 públicas a lo largo del tiempo ha cambiado variado sus estilos de trabajo e intereses, sin embargo muestra convergencia hacia lo que podríamos llamar dos preocupaciones centrales, la primero interesada por un lado en el análisis critico de la usabilidad del conocimiento que pr oducen l os c ientíficos y por e l ot ro e n s u transmisión y utilización por pa rte de l os t omadores d e decisiones (usable k nowledge an d knowledge utilization), y e l segundo gran tema, di stinguible a partir de los noventa del siglo pasado aunque no deja de lado el conocimiento ahora se interesa más por la participación d e l os ex pertos en los p rocesos de pol íticas, y no s olo s obre l as estrategias que pueden realizar los productores de conocimiento para que este pueda llegar a los tomadores de decisiones, sino también para promoverlos y a sus opiniones en el debate público. Estas dos temáticas coinciden aproximadamente con dos etapas cronológicas d e l a literatura, e l p rimer t ema co n l os t rabajos d e m ediados d e l os setenta y hasta los ochenta, y el segundo con los trabajos a partir de los años noventa, -probablemente i nfluenciados por l a c onsolidación de l campo de l os S TS. A unque hay q ue h acer la ex cepción e l as unto d e los ci entíficos como act ores p olíticos es vislumbrado por un b reve m omento por los pol itólogos i ncluso a ntes d e la emeregencia de los estudios sobre utilización del conocimiento. Todo eso se revisa a continuación. Años a ntes de que i ncluso e l enfoque de p olíticas pr opuesto po r Lasswell emergiera, ap arece un ar tículo de Mer ton de 1 949 -arriba ci tado- en el cu al se adelanta p or m ucho a l os e studios en f orma so bre ci encia y p olíticas p úblicas posteriores. P ionero co mo si empre Mer ton el abora u na l ista d e l os asu ntos problemáticos c lave qu e l os i nteresados e n di cha a genda de i nvestigación –que no parecía ser precisamente del mayor agrado del propio Merton-, deberían en su caso abordar. E n p rimer lu gar l a au torreflexión, que d esde el i nterés a cadémico se convirtió en la reflexividad o en la meta-disciplina, y que desde las políticas públicas, revelo qu e el pr opio e studio de l pr oceso e l conocimiento e n e l di seño de pol íticas públicas y aquel especializado en los t emas sustantivos ambos ser ían una forma de contribución i mportante y c on i mplicaciones pol íticas a l as políticas pú blicas340. Y seguido de esto s eñala una s erie d e pr oblemas que a unque t ienen la debilidad d e suponer un r ol s ubordinado de l c ientífico es d e u tilidad p orque se r efiere a características q ue si guen si endo v igentes. P ueden r esumirse su s p ropuestas esquemáticamente de la siguiente manera341: I. C ONTEXTO DE LEGITIMIDAD Y L A D EFINICIÓN D EL ROL D E LOS CIENTÍFICOS a) Sobre la objetividad [cientificidad] de las ciencias sociales; b) Sobre que tan adecuada o útil es la investigación social; c) Sobre la politicidad (naturaleza y relación con la política) de la ciencia y; d) Sobre los costos de la investigación II. PROBLEMAS DE LA ASESORÍA a) Problemas i nterpersonales ( de r elación en tre i nvestigador y el cl iente y d e organización; 340 Turnbul, op cit., cfr. Sabatier, op cit., y Dunn, op cit. 341 Esquema realizado a partir de un resumen de Merton, Robert (1949) op. cit. 128 b) Problemas de la labor científica ( retos derivados de la complejidad del p roblema a analizar); II.a PROBLEMAS INTERPERSONALES O “DE L A R ELACIÓN CON EL CLIENTE” Tipos de clientes: A. Agencia del gobierno; B. Fundaciones; C. Empresas; D. Organismos de obras sociales; E. Otros; Impacto organizacional (en que posición se encuentra el científico): I. Organizaciones independientes del cliente: a) Académicas; b) Comerciales. II. Organizaciones incorporadas al cliente: c) Personal de investigación permanente; d) Equipo de investigación ad hoc o por tiempo limitado. Los valores en la definición del problema: a) El sistema valorativo del responsable de la política: este a su vez puede interferir de dos formas: a.1) Fomentando un cambio valorativo pero no objetivo, o a.2) B uscando u n c ambio o bjetivo, pe ro no a tendiendo e l c ambio c ultural [puede especularse que éste corresponde a objetivos sinceros de cambio, pero que naturalmente –casi- nunca pueden ser demasiado radicales] b) El sistema valorativo del investigador: b.1) Como técnico, b.2) Como científico socialmente orientado Móviles de los científicos y sus clientes: I. Respecto al cliente: a) Encontrar argumentos que les ayuden a persuadir a otros para un determinado curso de acción; [y] b) Obtener información para l levar a cab o acciones que les ayuden con sus problemas; c) Obtener asesoría como parte de una estrategia dilatoria o justificatoria de la inacción. II Respecto a los científicos: a) Tratar de sensibilizarlos para usar los medios más efectivos para alcanzar los fines trazados; b) Tratar de sensibilizar a sus clientes hacia nuevos tipos de objetivos; II.b PROBLEMAS DE LA LABOR CIENTÍFICA El problema de la definición del problema: a) Excesiva especificación del problema; b) Generalización excesiva del problema; Problemas p articulares de l as ci encias sociales [ según l a cr ítica d e N agel a hora diríamos, de la investigación científica en general]: a) Problemas de diagnóstico; b) Problemas de pronóstico; 129 c) Problemas de prognosis diferencial; d) Problemas de evaluación. Alcance de la indagación (tipos de consejos que puede ofrecer la ciencia): a) Basados en el empirismo, b) Los que derivan de investigaciones previamente acumuladas, y c) Asesoramiento basado en investigaciones específicas; El marco e conómico ( financiero) d e l a i nvestigación [común a t odos l os c ontextos y situaciones]: a) Diferencia entre el ritmo de la investigación y el ritmo de los problemas; b) El costo de la investigación. Dando por s entado que -grosso modo- la c lasificación es v álida, se en tiende q ue a partir de las dimensiones enlistadas y las variables de cada una de ella -siguiendo una lógica funcionalista- se derivan los tipos de roles. En ese sentido, el científico en un proceso d e p olíticas p úblicas ad emás d e co mpartir los p roblemas g enéricos de cualquier científico, se define por la naturaleza de su cliente, y por el tipo de relación que tiene con éste. Suponiendo que (donde se h a puesto en cu rsivas) se t rate d e u na l abor d e asesoría desde la academia y manera independiente la agenda punta hacia dos dilemas fundamentales uno de ellos es considerar junto con Merton que la noción de sistema valorativo del i nvestigador e s c ongruente c on sus motivos, e n c uyo c aso c uando e l científico cumple el rol de técnico únicamente tratará de informar al cliente y cuanto más “sen sibilizarlo” co n r especto a l os m ejores cam inos p ara al canzar los f ines determinados por e l pr opio c liente, y en e l c aso d e c ientíficos con un si stema valorativo que le mueve a ser socialmente orientado, entonces al dar asesoría también intentará “sensibilizar” al cliente respecto a otro tipo de objetivos. Sin em bargo est a clasificación au nque u bica b ien l as c ategorías d e an álisis supone l a e xclusión de ot ros pos ibles acomodos de las va riables, po r ejemplo qué pasa si la a dscripción o rganizacional es i nconsistente, esp ecialmente e n el caso de cuando un c ientífico trabaja para la universidad, ya que ésta le brinda un muchísimo mayor nivel de autodeterminación, entonces el carácter clasificatorio de esta variable se ve trastornado, pues podría el científico buscar otro tipo de relación con el cliente, no s olo informarlo, s ino qui zá pr esionarlo. A simismo pue de ser q ue el si stema valorativo del científico sea mixto y sea tanto técnica como socialmente orientado, y en consecuencia busque tanto desarrollar opciones para el mejor cumplimiento de los objetivos q ue s e de terminen, c omo t ambién pa rticipar –abiertamente- en l a determinación de los objetivos. A todo esto cabe agregar también que aunque Merton naturalmente es b astante completo en su clasificación esta cuando uno piensa en el gobierno te lleva intuitivamente a suponer como posibilidad natural las opciones que se ha n s ubrayado, no o bstante, s i s e di era e l c aso de que el gobi erno como c liente tuviera va lores y m otivos opue stos a l pr oblema –los cu ales ad emás p or d efinición solo pue den s er oc ultos- entonces l a pa rticipación de l científico, -si este t iene integridad y n o est á d ispuesto a l a si mulación-, se co nvierte en u na f arsa, en cu yo caso t ácitamente s e l e e stá o rillando a l a p articipación p olítica, M erton q ue n o e ra ningún i ngenuo l o s abía m uy bi en, por e so e stá e sbozando e l p roceso de f orma 130 completa d e manera t al que uno pue de ve r c omo l a t area a l a que l egítimamente corresponde el estudio de los políticos –la ciencia política- se entrelaza en su objeto con lo que el ubica como un problema contextual: el de la politicidad de la ciencia. Pero más allá de esta visión con tensiones internas, la intersección entre ciencia y pol ítica c omo obj eto de e studio e s a bordado por los p ioneros de las po líticas públicas c omo de cía a nteriormente pr ivilegiando a l c onocimiento c omo l a materia sustantiva que da sentido a la ciencia misma, pero que solo tiene sentido cuando es de utilidad social, el contrato social de la ciencia que al ser visto de cerca lleva al estudio de l a ci encia en l as políticas públicas, para a lgunos como Lasswell demandando l a creación de una macro-disciplina de l a toma de decisiones políticas en democracia, pero pa ra otros s implemente e studiando e n pr imer l ugar l os pr oblemas más obviamente l igados con la t ransmisión de c onocimiento e xperto, y d espués c on los problemas que suponen a su vez las dinámicas especificas de la interacción que se da en el marco de dicho proceso de transmisión. El rol de la ciencia como telón de fondo lo que para Merton es el “contexto” de la r elación dejan d e se r v ariables secundarias, y se convierten en l a esen cia y conclusión misma de la agenda. No obstante habría que esperar hasta la consolidación de los STS para que esta lectura fuera de amplia aceptación. 2.4.1 EL PROBLEMA DE LA UTILIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO Aunque l os e studios e xploratorios y de c asos de sde i nicios de l a posguerra, ha n abordado a spectos s obre l a r elación entre investigación y go bierno, e l p apel de los intelectuales etc., por lo que respecta a la sistematización de la teoría que constituiría el n úcleo d el cam po d e est udios s on C arol W eiss y N athan C aplan l os r eferentes iniciales. A unque l a bi bliografía de a mbos e s amplia, l os t extos pa radigmáticos de ambos son su participación en el l ibro sobre uso del conocimiento en la hechura de políticas342 y sus artículos; sobre el significado de la “utilización de la investigación” de Weiss y el de la metáfora de las teoría de las “dos comunidades” de Caplan. En el citado l ibro se h ace u na sí ntesis d e l os h allazgos d e l as i nvestigaciones em píricas realizadas hasta el m omento, m uchas d e l as cu ales fueron l levadas co n l a participación de l os pr opios a utores, y c on ba se e n e sto s e r efinan l os a rgumentos sobre las características básicas de dinámica de t ransmisión y uso del conocimiento en el g obierno, p articularmente en p rocesos d e p olíticas públicas. L a r ealidad e s evidente, e l en tusiasmo d erivado d e l os logros i niciales d e l as ciencias so ciales e n estados unidos alrededor de la segunda guerra mundial, se han mostrado incapaces de hacer contribuciones consistentes. Ello es en parte debido a problemas propios de la investigación en ciencias sociales, -como los que enlistaba Merton- pero también a la poca utilización que se da a la información que los científicos sociales afanosamente producen. El problema del uso del conocimiento, se mueve entonces hacia una definición más concreta, afirma Weiss que la investigación se h a preguntado sobre como hacer que el conocimiento llegue y sea utilizado por los tomadores de decisiones, pero que 342 Weiss, Carol (1977) “The Many Meanings of Research Utilization”, op cit. 131 esto ha sido una mirada que no pe rmite ver los verdaderos obstáculos del problema. Lo que se debe hacer es primero mirar al proceso de las políticas públicas, y analizar qué conocimiento utilizan los tomadores de decisiones, qué conocimiento necesitan y cómo se lo procuran, y a partir de conocer esto, entonces ahora si buscar las maneras de que e l conocimiento producido por l a investigación se inscriba en e l proceso de toma de de cisiones, y por l o tanto e l a sunto s e vue lve un a t area c onjunta c on las políticas públicas, pues muchas veces los actores intervinientes no son obvios, y es muy difícil id entificar a l os v erdaderos t omadores d e d ecisiones343. E n s u f amoso artículo de 1979 desarrolla su clasificación de los 7 s ignificados de la utilización del conocimiento derivados de la dinámica propia de los procesos de políticas: a) El modelo linear de la ciencia básica, a la innovación y de allí a la aplicación b) E l m odelo interactivo donde c onvergen m uchas f uentes y p rocesos d e adquisición de conocimiento, c) El modelo orientado a la resolución de problemas, d) E l m odelo pol ítico o donde ha y una f uerte polarización de l os valores políticos de una decisión y e l conocimiento solo es usado como argumentos en la disputa, f) E l m odelo t áctico, p arecido a l anterior pe ro donde s e r elega aún m ás a estrategias de l egitimación d e d ecisiones y a t omadas, a l a d ilación de soluciones, etc. g) El modelo de sabiduría indirecta –enlightment- que se refiere al impacto que tiene la ciencia a través de la diseminación y de socialización de conocimiento que eventualmente está presente en los procesos de toma de decisiones, y h) La lectura sociológica –ligeramente más amplia que la anterior- considera que a pesar de las dificultades la investigación cumple sistémicamente una función de i nformación i ntelectual j unto a l pe riodismo l a hi storia o e l pe nsamiento crítico que influye en los debates sobre las agendas del momento344. Para Weiss en la práctica estos modelos se dan de manera conjunta, y que por ello la preocupación d el tema d el u so d el co nocimiento d ebe t ambién ser m ás a mplia abarcando todos los tipos de contribución que éste potencialmente hace. Esta idea sin embargo co ntradice la propia agenda d e estudios, y se m uestra co mo u na v isión estrecha pues, de hecho la sociología de la ciencia –sobre todo a partir de los STS- si reconoce e sos ab anicos d e r elaciones i ndirectas d e influencia d e l a ci encia en la sociedad y la pol ítica, y por e l o tro l ado l a agenda de l as pol íticas públicas na ce definiendo un t ipo de or ientación concreta, l a or ientación ha cia l os pr oblemas. L a agenda acad émica t iene su s p ropios programas d e i nvestigación que pue den s er de 343 Ibid., p. 11. 344 Esto abre la puerta a ubicar a la ciencia en las políticas públicas solo como parte de un sistema de conocimiento social mayor donde por t anto habría que d istinguir varias f unciones del conocimiento experto: c onocimiento de terminando l a política e n ge neral ( Cfr. supra [relaciones i ndirectas en tre ciencia y pol ítica] e l pr oceso de c onducción de l a pr oducción de l c onocimiento mismo y de l a institución d e la c iencia, l os d eterminantes e structurales, ( institucionales y o rganizacionales de l a ciencia) los pr ocesos de a lmacenamiento de l conocimiento, los p rocesos de di stribución del conocimiento, y finalmente la utilización del conocimiento. Como puede verse son sobre todas éstas dos últimas dinámicas las que ocupan a este apartado. Dunn, William (1992) op cit. 132 impacto social de muchas maneras en el mediano y largo plazo, es precisamente son las necesidades apremiantes las que están en la lógica de las políticas públicas, son b, c, d , y e las d inámicas sobre las que se q uiere avanzar para lograr un impacto más directo del conocimiento. La clasificación precisamente como afirma la autora es u na tarea más analítica que o rientada a l a aplicación p ues su pone t ipos d emasiado i deales, y a q ue n i los científicos ni l os pol íticos s on s ujetos pa sivos o q ue l imiten su s i ntereses y actividades a l os m odelos est ablecidos, co mo e lla m isma r econoce p or u n l ado los académicos, b uscan l levar su t rabajo a l a ag enda p ública, y t ambién p ueden t ener lógicas partidistas o de maximización de las recompensas personales que puede traer el relacionarse con el gobierno. Por el otro el gobierno realiza estrategias para usar las capacidades de la ciencia bajo s u pr opio c ontrol directo; c omo a t ravés de c rear u nidades de investigación propias, co ntratar a sesoría, e i ncluso por m edio de l a c reación o f omento de t hink tanks afines sin tener que estar l idiando con los aspecto problemáticos del trato con científicos con a utonomía o a cadémicos, s in que s ignifique t ampoco –quizá po rque no ser ia p olíticamente v iable- que l leve e sto a una to tal a utocracia c ientífica. Y e l núcleo de esa agenda sustantiva está en otro lado, como afirmaría Fenno345 justo en esos a ños e l ve rdadero pr oceso de t oma de de cisiones de l os a ctores c on pode r político d eterminante e s donde de be e star la pr eocupación por l a i nserción de l conocimiento p ara q ue dicha toma de d ecisiones sea l o m ás r acional e i nformada posible, e sto i ncluye no s olo da tos e i nformación s ino de manera c entral c omo e sa información se conjunta con las agendas personales del actor. Nathan Caplan atiende esta n ecesidad d e i nvestigar l a p ractica r eal p or l o q ue r especta a l a i nformación científica e n l as p olíticas p úblicas co nsultando d irectamente a al tos mando d e l a administración p ública estadounidense, a p artir d e ese am plio es tudio cl asifica t res tipos de p rocesamiento, y pr opone una s erie de c ondiciones346 que ha n c onfirmado son aquellas en las que se da mayor utilización de la información científica. A) L a l ógica q ue el l lama cl ínica, es l a q ue m ás se a pega a l os modelos racionales ideales, se d a en el caso de funcionarios que quieren ser metódicos en su análisis del problema, primero obtienen información técnica sobre el mismo, es decir sobre su “logica interna”, después sobre sus implicaciones sociales y políticas “lógica externa” y f inalmente ev alúan su s alternativas -considerando t ambién sus obj etivos políticos, alcances y limitaciones personales y oficiales. B) El segundo tipo de razonamiento que llama “académico” pero que más bien se refiera al de un profesional experto, es el que se dan cuando el funcionario tomador de decisiones tiene formación académica y especialización en su área, y por tanto se concentra en la “logica interna” del problema y confía más en su propia expertise. Por lo ta nto realiza u na menor ta rea d e recopilación de i nformación l a cu al ap lica m ás bien desde una lógica incremental. 345 Fenno, R ichard ( 1990) Watching Politicians: Essays on Participant Observation. U niversity of California Press. 346 Caplan, N athan ( 1977) “A Minimal Set of N ecessary Co nditions for the U tilization o f S ocial Science K nowledge i n P olicy F ormulation at N ational L evel”. en Weiss, C arol ( ed) Using Social Science Research in Policy Making, op. cit. p.185. 133 C) E l t ercer t ipo d e l ógica p reeminente es l a q ue l lama d e ab ogacía o argumental, Como p uede v erse, l a ev idencia em pírica coincide co n l os m odelos d e utilización prácticos anotados por Weiss, aunque lo refina ya que podemos ubicar a los t ipos clínicos y de profesional experto como variantes del modelo de resolución de p roblemas, y el m odelo t áctico d e W eiss, co incide co n el q ue C aplan l lama d e abogacía. L a cl ave p arece est ar e n l a cl asificación d e l as ci nco “ condiciones mínimas” de utilización del conocimiento que señala Caplan que podemos organizar en 3 categorías: 1 La voluntad de los tomadores de decisiones (actitudes hacia la ciencia, y honestidad y ap ertura r especto a l proceso d e formación de s u c onvicción de rivado de l os objetivos y la evidencia); 2. Condiciones del caso: a) ex iste u na d efinición co nsensual o acep tada d el p roblema, -que i mplica también al menos un esbozo de sus alternativas de solución factibles; b) e l a sunto requiere de conocimiento c ientífico –es decir está más al lá de l a valoración política y de lo que puede aclarar información básica; c) existen intermediarios que tienen cierto nivel de conocimiento científico que facilitan la inserción del conocimiento cinético en la formación de la política 3. Características de la información científica: a) esta no debe ser contra intuitiva, b) los científicos y la información deben tener una imagen de imparcialidad y legitimidad profesional; c) las propuestas que se derivan de ésta información son factibles y –siguiendo aquí a Jassanoff- d) no debe haber polémica entre los expertos Obviamente el problema que nos deja ésta descripción es que correspondería solo al 50 % de la actitud de los tomadores de decisiones, antes referidos, y l as condiciones si bien no son un tipo ideal, lógicamente puede advertirse que por lo menos son poco frecuentes. Estos escenarios de información científica a l os tomadores de decisiones debe además dividirse entre la información que como nos advertís Weiss puede ser producida b ajo c ontrol mismo de l as a gencias gube rnamentales y aquella que es puede ser provista por investigadores independientes que pueden tener otras visiones de los problemas públicos y sus alternativas de solución. Entonces el escenario en el que se b usca l a i nformación ci entífica desde una mecánica en al cual, l os políticos están abiertos –o son forzados a estarlo- a que la definición de los problemas y sus soluciones s ean c onstruidas a pa rtir de un de bate a bierto, donde l a evidencia es considerada uno de los argumentos determinantes, y donde los científicos desde una posición i ndependiente –y m ayormente a partidista- pueden proveer c onocimiento experto es por una lado una asunto lamentablemente extremadamente poco frecuente, una rareza para decirlo claramente, pero por el otro es un objeto de estudio especial, donde se p uede poner a prueba la naturaleza política de la ciencia, donde se vuelve nítido un pr oceso que materializa el concepto de “política” en el sentido antiguo del término, como “el arte de lo posible”, es d ecir como la conjunción de las capacidad de acuerdo de voluntades, de movilizar acciones coordinadas y de utilizar los límites 134 de las capacidades intelectuales del momento. Todo ello al mismo tiempo de que el estudio de ésta dinámica se v uelve útil para diagnosticar al proceso mismo y buscar su mejora y mayor frecuencia. Ante el lo la t area q ue s e d eriva es desde el an álisis asu mir q ue el reto d e l a agenda del conocimiento en las políticas públicas es procurar las vías para que estas condiciones i deales s ean l a característica co mún en l as t oma d e d ecisiones de políticas, y desde la política la abogacía por reformas en dicho sentido. El texto de Caplan sobre las “dos comunidades”347 es una continuación de esta presentación de los resultados de su investigación de campo, de inicio reafirma que la política y la ciencia son ámbitos separados, donde ambos actores están mayormente inadvertidos unos de l os ot ros, y p or e llo e l pr oblema de l levar c onocimiento a l a toma de decisiones debe ser visto como el de tender puentes entre ambos mundos. Y complementa el esquema de las condiciones para la utilización del conocimiento de su t rabajo anterior. Reitera que t ambién debe d istinguirse de en tre la u tilización de conocimiento en el gobierno y e n los procesos de toma de decisiones a nivel micro, en la gestión del día al día donde la necesidad de conocimiento está muy orientada al control de ge stión, l as f uentes de i nformación de l os f uncionarios a e ste ni vel s on sobre todo recursos ya sistematizados por las propias agencias, y la utilización aunque no necesariamente es de abogacía si tiene una orientación tecnológica, es vista como una herramienta. Por l o q ue r especta a l as d ecisiones d e m ayor i mportancia y co mplejidad, confirma la preeminencia de una dinámica mixta del modelo clínico y ocasionalmente de profesional experto, pero operando bajo la dinámica que Weiss llama interactiva, es d ecir d onde el co nocimiento ci entífico e s solo u na d e l as m uchas f uentes d e información. E l l ado optimista d e est o e s que t ambién se co nfirma q ue el conocimiento de ciencias sociales permea y suele estar p resente en l as definiciones conceptuales, a unque r ara ve z los t omadores d e de cisiones pue dan c itar un t rabajo académico particular. Por ultimo cabe destacar tres lecturas adicionales: a) Las instituciones públicas por su naturaleza no pueden mantener recursos de investigación muy gr andes o por pr olongado t iempo por r azones pr esupuestales y porque eso les distraería de sus funciones sustantivas, en cambio las universidades y otras entidades de investigación del estado se supone que tienen de inicio como parte de su contrato social la tarea de proveer conocimiento para el bienestar público, y esto es un principio que debe ser recuperado y promovido, b) La realidad muestra la separación que existe entre ambos mundos por lo que la propuesta es l a de promover la presencia de figuras que sean “in-and-outer” entre ambos mundos. No obstante esta idea de practicantes en ambas mundos, es más bien complicada, puesto que s iempre ha brá pr imacía de uno d e l os m undos l o c ual l e restará legitimidad ante el otro, y por otra parte esta doble función le dificulta a estos sujetos el ser competitivos en ambos mundos. Aunque la sugerencia es valiosa pienso habría que ajustarla, por un lado aunque Caplan no explora el asunto, la función a la que se r efiere es l a de intermediarios, l o cual ab re l a puerta a u na a mplia gama de 347 Caplan, Nathan (1979) “The Two Communities Theory”. The American Behavioral Scientists v. 22, n3. Sage. 135 opciones entre las figuras institucionales que podrían existir y en cuanto a los perfiles de personas que cubran esta función. c) U na idea ad icional q ue o frece C aplan en es te texto es que d ebe p onerse atención a l he cho de que a l f inal de dí a un de terminante f undamental de t oda l a dinámica se refiere a las características personales de los tomadores de decisiones. Desde l os o chenta l os av ances y est udios d e caso h an av anzado y complementado l os m odelos a rriba r evisados. Jassanoff348 a fines de l os oc henta, desde la mirada de los STS ve un discurso de la ciencia objetiva desgastado, pero el cual ha sido la base para construir y consolidar la profesionalización de la ciencia que brinda au toridad y legitimidad a sus p racticantes, en ese sen tido. Dadas l as características d el s istema p olítico est adounidense y d e l as p olíticas p úblicas q ue suponen un debate abierto, fuertemente adversarial –es decir con científicos en ambos bandos- , y con una l ógica c onstructivista de l a ve rdad, los c ientíficos al pa rticipar ponen e n j uego m ucho de s u pr estigio pe rsonal y e l de s us pr ofesiones. J unto a l crecimiento de la ciencia –y podr íamos decir s iguiendo a Javier Echeverria349 de la tecnociencia- que consolida la separación entre los legos y los expertos los políticos y los f uncionarios públ icos t ambién han r eforzado s us e strategias pa ra e nfatizar la indeterminación y de sunión de la c iencia y para l levar los debates al terreno de los valores pol íticos al t iempo que de nuncian l a supuesta imparcialidad de l a c iencia. Estos altos costos llevan a que los científicos procuren mantener su delimitación de la vida política, lo que se traduce retomando la agenda de Weiss y Caplan en una de los factores que inhiben el contacto entre científicos y políticos. Finalmente Jasanoff centra su interés en el hecho de que –hacia fines de siglo- las disputas de políticas relacionadas con un uso intenso de información científica –y en el marco de una sociedad conectada a f uentes de información casi ilimitadas, es decir los medios electrónicos- hacen que la disputa entre ciencia y política se dispute a través establecimiento de las categorías conceptuales350. En este punto es inevitable recordar las denuncias de Foucault y Bourdieu y Bloor que han construido el núcleo del programa fuerte y d e los STS, la di sputa de la verdad es obviamente un a sunto político, pero que se extiende más profundo de lo que normalmente se acepta, hasta la nominación de l os f enómenos, y c ómo r ápidamente r econocieron las po líticas públicas, el núcleo de la contienda está en la definición del problema mismo. Las dimensiones de análisis, variables y preguntas de investigación del campo se han esp ecializado a p artir d e las d iferencias e n v isiones e i ntereses, p or e jemplo Reich351 dice que l a co rriente t radicionalmente se d esarrollo so bre l a b ase d e u na visión n ormativa d el p apel d e l a c iencia en so ciedad, q ue n o n ecesariamente es compartida por los estudiosos, por los científicos en las políticas ni por los tomadores de d ecisiones en las p olíticas. D e esa m anera el en cuentra q ue e l p roceso d e transmisión de conocimiento se ha mostrado como compuesto por varias fases: 348 Jasanoff, S heila ( 1987) “ Contested B oundaries i n Policy-Relevant S cience”. Social Studies of Science v. 17, n.2. Sage. 349 op. cit. 350 Ibid., p. 199. 351 Reich, Ro bert ( 1991) “ Knowledge, Cr eation, D iffusion and Utilization: P erspectives f rom t he Founding Editor of Knowledge”. Knowledge, Creation, Diffusion, Utilization. V. 12, n.3. Sage. 136 a) Transmisión de información, b) Recogida de información (pick up), c) P rocesamiento d e i nformación –a s u ve z c ompuesto po r I . p robación y I I, transformación a forma usable, y d) Aplicación (usar en la toma de decisión). También recupera otros elementos Larsen sobre la utilización de información: a) Implementación directa de la información tal y como es presentada, b) Adaptación de la información, c) Uso parcial de la información, y d) Pasos que deben tomarse hacia la implementación. Asimismo, sobre la no utilización menciona tres posibilidades: a) La información es considerada, pero rechazada, b) No se realiza nada con la información, c) La información no ha sido utilizada pero está bajo consideración. Del trabajo de Weiss yBucalavas de 1981, retoma la clasificación de los propósitos de la utilización: a) Colocar una asunto, b) Formular nuevas políticas, c) Evaluar alternativas de políticas, d) Mejorar programas existentes, e) Movilizar apoyos hacia una política, f) Cambiar formas de pensar, g) Planear nuevas investigaciones. Los estudios de caso más recientes aunque se han informado de todo el cúmulo de propuestas a rriba s eñalado s e ha n di vidido e n dos gr andes e nfoques -que pa recen confirmarse como el la verdadero cisma de las ciencias sociales contemporáneas- la división entre estudios cualitativos/socio-históricos y cuantitativos/economicistas. En el pr imer t ipo, los trabajos son estudios narrativos densos que detectan información clave sobre los procesos de utilización de conocimiento, por ejemplo Weiss en uno de sus ú ltimos t rabajos af ina su cl asificación so bre l os escen arios y l a c apacidad d e influencia del conocimiento encontrando tres tipos: investigación usada como fuente de información (datos); usada como ideas; y usada como argumentos y propone bajo qué circunstancias en cada uno de dichos tipos de utilización la investigación es más influyente: Research as data is more likely to be influential: - in situations of consensus on values and goals. Research can pinpoint the problem and clarify its parameters, and it can serve as the basis for good estimates of the efficacy of correctives. - when t wo o r t hree a lternatives a re s harply pos ed. I f r esearch ha s been e xplicitly designed to t est a l imited number of a lternatives, and i f the f indings are dear-cut, d ata have a chance of making a difference. - in rapidly changing situations. When nobody knows what the situation is, data are likely to b e heard, p articularly i f t hey s ignal t hat p resent c onditions a re outside t he z one of acceptability ( Steinbruner, 1 974). H owever, t hey a re m ore l ikely to be us ed a s reconnaissance and backdrop than as guidance for action. 137 - when decision makers (or their staffs) are analytically sophisticated. Using data requires a knowledge of research techniques, so that the quality of the data can be assessed, and an understanding of t he l imitations of t he research, s o t hat t he da ta a re n ot a pplied t o situations beyond their generalizability. Research as ideas is more likely to be influential: -- at the early stages of policy discussion. That is when there is latitude for consideration of different facets of an issue and alternative solutions. Once discussion has gotten too far along, decision makers have framed the issue and begun to harden their positions. -- when existing policy is in disarray. Under conditions of failure and crisis, even crusty old die-hards will look for a way out of the situation. -- when uncertainty is high. When nobody knows what to do or what will work, ideas are in demand. -- in d ecentralized policy arenas, w here many s eparate b odies d ecide. I n a renas l ike criminal j ustice o r ed ucation, w here au thority f or d ecisions i s d ispersed, a r elatively simple idea can travel farther and faster than detailed data. Research as arguments is more likely to be influential: -- when conflict is high. In a conflictual area, where different sides have staked out their positions, what each is seeking is justification to strengthen i ts own case. Research can supply evidence that will reassure supporters, convince the undecided, and weaken rivals' positions. -- in l egislatures. Be cause t he l egislature i s t he quintessential s ite f or t he resolution of ideological a nd i nterest-based di fferences, argumentation i s t he pr evailing m ode, a nd research that supports argumentation will be welcome. -- after decisions have been made (as legitimation). Decision-making is the way-station to implementation a nd ultimate im pact. I n order t o bring a long t he o rganizations a nd individuals w ho will c arry out de cisions, t here i s a c ontinuing need for l egitimation. Research can help to fulfill the need352. También revisa la experiencia de uso de conocimiento en un contexto en el que el uso de conocimiento es de hecho obligatorio por parte de funcionarios públicos. Para la autora l a no rmativa de políticas públicas basadas en ev idencia, si b ien no es el “el hada m adrina” de l a u tilización d el c onocimiento, pe ro pese a s us problemas y debilidades si representa un avance sustancial353. En cuanto al otro estilo de t rabajo los e studios c uantitativos s obre ut ilización del co nocimiento p arecen an siosos d e elaborar recopilación de información analizable, aun a costa de dedicar poca atención al análisis t eórico-conceptual. L as dimensiones d e an álisis y v ariables que so meten aprueba a unque ha n mostrado q ue ba jo e l a nálisis e stadístico sostienen c ierta capacidad explicativa el problema es la debilidad en la construcción de las mismas. Uno d e l os t rabajos r ecientes d e mejor manufactura en e se sen tido e s el d el canadiense ReJean L andry et al ., q ue v iene est udiando si stemáticamente354 la aplicación de c onocimiento e n di versas e ntidades gube rnamentales de aquel pa ís, y particularmente e n s u estudio d e 2003355 hace u n análisis muy consistente d e variables que pueden ser causales en la utilización del conocimiento en las diferentes etapas de éste p roceso, y de l os campos e n l os que s e da m ayor ut ilización. 352 Weiss, Carol (1991) “Policy Research as Advocacy: Pro and Con” op cit., p.41-42. 353 Weiss, Carol et al (2008) “The Fairy Godmother –and Her Warts: Making the Dream of Evidence- Based Policy Come True”. American Journal of Evaluation v. 29, n. 1. Sage. 354 Landry, (2001) op cit. 355 Landry, ReJean, et al. (2003) op cit. 138 Lamentablemente lo último tiene una escaso diálogo con la bibliografía, hubiera sido interesante una comparación explicita con el modelo pionero de Schooler. Adapta de Wildawskyy Knott las siguientes fases en la utilización del conocimiento: a) Recepción, b) Cognición, c) Discusión, d) Referencia, e) Esfuerzo de adopción, f) Influencia. Y co nsidera co mo v ariables i ndependientes u na cl asificación b astante si milar a l a elaboración original de Weiss y Caplan que podemos resumir en: a) C aracterísticas d e la i nformación ci entífica [ y d e l a l os c ientíficos involucrada], b) C ontexto de l a ut ilización (necesidades de los us uarios, c oyuntura, m arco institucional356 características organizacionales, c) Mecanismos de vinculación, d) Características personales de los tomadores de decisiones. Aunque como se dijo éste tipo de trabajos tienen la desventaja de que no se detienen suficientemente a ex plicitar detalles de la operacionalización teórico-conceptual que realizan han demostrado la consistencia del campo y la pervivencia de las propuestas teóricas centrales del mismo. Por ultimo, en una línea de razonamiento semejante a la anterior, c ale r ecuperar el esq uema d e v ariables en l a transmisión de c onocimiento que hace Huberman a partir de una revisión de bibliografía del tema357: 356 Cfr. Knorr-Cetina, Karin (1981) op cit. 357 Hubermann, Michael ( 1994) “R esearch U tilization: S tate o f t he A rt”. Knowledge and Policy the International Journal of Knowledge Transfer and Utilization v.7, n. 4. p. 20. 139 Esta c lasificación coincide co n l as cl asficaciones q ue s e h an m ostrado a rriba y reafirma l a u tilidad d e l as mismas, ya q ue cu riosamente, Huberman el abora d icho esquema criticándolo, a firmando que dichas variables parecen una “ indigerible l ista de compras” pero que tienen el merito de que los estudios empíricos han comprobado que éstas sí afectan al menos cierta forma de utilización del conocimiento por parte de los no especialistas. Sin embargo afirma que dicha dinámica es compleja y por lo tanto d eterminar r ealmente el p roceso d e u tilización d el conocimiento y t odas l as influencias que determinan esto es en realidad casi imposible. 2.4.2 PARTICIPACIÓN DIRECTA DE EXPERTOS EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS En el caso de la participación de los científicos como actores en las políticas públicas, como y a se mencionó au nque est a p arte d e l a ag enda se d esarrollo a p artir d e l a década de 1990, de manera posterior al interés en la usabilidad del conocimiento, sin embargo hu bo t res pol itólogos que a i nicios d e l os s etenta e stablecen l os nue vos términos de la discusión y que en realidad no tendrían mucho impacto ni impulsando una agenda dentro de la ciencia política, tampoco dentro de las políticas públicas, ni dentro de el campo de estudios de la ciencia en las políticas públicas: Dean Schooler, Phillip G ianos, H einz E ulau. E l t rabajo de S chooler e s e l pr imero y que más resonancia t endría de spués, ba sado e n una amplia r evisión de l a lite ratura358 358 Además de la bibliografía que cita en este libro puede verse una orientación hacia la tecnología y la lectura politológica pero humanista de l a ciencia que de f acto co incide con Lasswell, y sus amplios referentes intelectuales, particularmente la influencia de la visión crítica de Lowi en su texto anterior: 140 comienza por hacer un balance de la literatura sobre el tema y afirma que ésta pueden distinguirse los tipos de rol básicos de la ciencia entre los que menciona destacan: a) La ciencia como una parte –con cierta autonomía- pero útil para la sociedad y el gobierno, b) L a c iencia y l os c ientíficos c omo un gr upo que s e vue lve dom inante e n l a dirección de la sociedad, c) L a c iencia y l os c ientíficos c omo un gr upo que e s í ntimamente interdependiente con el gobierno y las élites que los soportan, e) L a ci encia y l os ci entíficos co mo u n g rupo ap olitico q ue d ebe p ermanecer alejado de la política y ocuparse solo del progreso del conocimiento, f) Los científicos que u tilizan su conocimiento especializado [skills] como una herramienta de cambio para relacionarse con el poder. Schooler d ice q ue t odas l as v isiones t ienen u na p arte d e v erdad, p ero él cen tra s u interés en el caso de los científicos que una conducta políticamente relevante respecto a la elaboración de políticas públicas, una visión que enfatiza los tipos de rol b y f, en los cu ales t ácitamente se l es r econoce co mo act ores p olíticos, en esto S chooler adelantado para su tiempo, se evita las tediosas discusiones clásicas sobre la supuesta neutralidad de l os c ientíficos y s u t ensión c on l a voc ación so cial d e la ci encia. Y además de esta clasificación Schooler deja organiza un primer listado de los factores que p ueden af ectar la c apacidad d e i nfluencia de l os c ientíficos, cl asificándola en : exógenos, endógenos y factores participacionales359, cada una de estas d imensiones compuestas por una serie de variables clave, que se agrupan de la siguiente manera: I. Factores exógenos a) Nivel de visibilidad ( supone que en pol íticas de estado secretas hay mayor espacio a expertos que en políticas públicas abiertas) b) Nivel de apoyo/legitimidad de la participación de expertos en la decisión de la política) c) Sentido de urgencia (amplio, es lo que llamaríamos ahora agenda-setting) d) Grado de desarrollo de de la arena pol ítica ( institucionalización del proceso de la política y del papel de los científicos) e) D ivisión o in decisión d entro d el lid erazgo e jecutivo –del á mbito gubernamental (esto no favorece la apertura hacia los científicos) f) Coincidencia de la política con los intereses de las empresas privadas (o de los grupos de poder) g) A usencia d e act ores del sec tor p rivado co n intereses o cultos h ostiles a l os científicos h) v alores p olíticos d e l os t omadores d e d ecisiones y su s act itudes h acia l os científicos II. Factores endógenos 1. Tipos sustantivos Schooler, D ean ( 1970) “Political Arenas, Life S tyles an d t he I mpact o f T echnologies o f P olicy Making”. Policy Sciences v. 1, n.3. Springer. 359 Schooler, op. cit. 141 a) C ampo científico o cam pos ( las d isciplinas t ienen e ntrada e impactos diferentes) b) Grado de especialización del campo científico particular c) Grado de componente científico de la política pública d) Carácter hipotético vs certero de la ciencia respecto al conocimiento de que se trate e) D ificultad en la co mprensión de l a ci encia p or p arte de l os t omadores de decisiones f) Ausencia de expertsie no científica que compite con los científicos 2. Tipos conductuales a) Ausencia de conflicto científico entre científicos b) Ausencia de conflicto político entre científicos c) Nivel de competencia (expertise) de los científicos en la política d) Disposición de los científicos hacia el poder y la política e) agendas ocultas de los científicos III. Factores participacionales a) Puntos de acceso de los científicos: es decir la organización que los contacta e introduce e n a l pol ítica públ ica: á reas ba jo c ontrol del gobi erno, u organizaciones externas b) P osiciones f ormales d e l os ci entíficos institucionales q ue o cupan l os científicos c) Etapa de la política en la que se inserta la participación de los científicos Aunque Schooler no e s citado posteriormente por Weiss ni por Caplan, lo c ierto es que e sta pr opuesta r esulta c ongruente c on e l trabajo de a mbos, y de hecho parece organizada de manera más completa, y es aún más sobresaliente si se toma en cuenta que es una elaboración teórica basada solo en fuentes secundarias. Continuando con el ex amen d e S chooler v ale l a p ena d etenerse u n p oco más en su an álisis d e las dinámicas que siguen los científicos en el caso de las “arenas moderadas” de políticas es d ecir aq uellos temas q ue so n de car ácter r egulatorio d onde l a necesidad d e conocimiento es intermedia, ello porque se infiere que este tipo de asuntos representa la mayoría de las veces y porque además es p ara el caso de las ciencias sociales e l espacio natural de inserción. Para em pezar su v isión est á o rientada a l a participación “p olítica” d e l os científicos pues habla de influencia, como la capacidad que alcanzan estos a inducir un c ambio e n l a conducta de l os t omadores de de cisiones. E ste é nfasis a unque pequeño lleva la agenda a nuevos niveles, si anteriormente por uso de conocimiento los estudios parecían contentarse con que la información llegara hasta los tomadores de decisiones y con mucha suerte que ellos la entendieran y la tomaran en cuenta aún y cu ando s u acci ones fueran en c ontrasentido d e l as su gerencias ap ortadas, ahora Schooler a spira a de tectar un i mpacto m ucho mayor de sde l a c iencia que por s u definición misma solo puede calificarse de política. El problema es que en tal caso las sutilezas de la información, los breviarios y las sugerencias de los papers que puedan llegar a los científicos s e vue lven i nstrumentos de masiado l imitados. A m enos que esto sea desde un científico que ya se encuentra en las esferas del poder, la única otra manera de tener esos efectos es el activismo político. 142 Pese a el lo las variables que analiza el autor son mixtas, suponen que de cierta forma est a p olítica e s cam uflada, t ácitamente co ndena al científico a un p apel d e simulador o de mentiroso. Esta es la gran tensión que como ya vimos fue el temor de Weiss, y de la mayoría de los otros estudiosos del tema, si el científico sale del closet de la supuesta objetividad va a perder su “arma principal” lo que Bourdieu llamaría su capital simbólico, y entonces como reclamaría con un tono aún más desesperado Latour; pone en riesgo no solo su prestigio personal sino la credibilidad de la ciencia en su conjunto. Esta l ista n o so lo es p ionera s ino coherente c on l as l ecturas p osteriores q ue realizan Kingdon y Birkland en el sentido de que la participación de los científicos es en cuanto a operación similar al activismo ciudadano, aunque su contenido es el que la distingue de manera esencial. Eulau e n s u pr opuesta s obre consultative communities 360 (comunidades de consulta, c onsultativas o c onsultivas361) a firma que e n a quellos m omentos s e configuraba una nueva función social de los especialistas, algo que podemos decir se parece m ucho a l a f unción intelectual d e l a q ue h abla W eiss, p ero más i ntensa y especialmente más preactiva. Para Eulau los especialistas de ahora están marcado por el cam bio t ecnológico que l os al eja d e l a m era sab iduría o ex pertise basada en l a práctica, a l igual q ue L asswell –de h echo t oda l a i dea m isma es u n d esarrollo d e Lasswell- reconoce que la expertise de los c ientíficos significa un capital político y ello precisamente es el centro de su argumento, esta politicidad particular capacidades y prestigio debe significar también una responsabilidad y un rol nuevo, explícito para ellos. Esto como es natural conllevaría a l a vieja discusión sobre la objetividad de la ciencia y los riesgos de la participación política de los científicos, pero lo que hace es reconstruir esos roles formando una nueva propuesta. En lugar del simple análisis de las implicaciones políticas de la especialización de las profesiones y particularmente de los científicos y la tecnociencia, -reprochando de paso a la ciencia política su falta de atención a esto- lo que el autor hace en esencia es una segunda parte del llamado de la “orientación hacia las políticas” solo que esta vez convocando a escena a cada grupo de especialidad, en este caso a quienes pueden entender y a tender los problemas nuevos derivados del cambio tecnológico. Además destaca que para enfrentar los retos de la nueva complejidad social y de la presión de sus cl ientes l a p rincipal h erramienta d e las co munidades de co nsulta es la acción colectiva, colegiada, ya que a diferencia del campo particular en el que son expertos, la acci ón c olegiada l e d a f uerza a l as i deas co mpartidas al m ismo t iempo q ue constituye su marco institucional de referencia. Esta digresión teórica sobre el futuro de l a p rofesionalización es n o o bstante ú til p orque su s ar gumentos cen trales coincidirán con aq uellos d e l as co munidades epistémicas q ue se r evisarán m ás adelante. 360 Eulau, H einz ( 1973) S kill R evolution a nd C onsultative C ommonwealth. The A merican P olitical Science Review v. 67, n.1. APSA. 361 El t émino e s di fícil de t raducir a l e spañol a pesar de su no m uy a fortunada digresión s obre l a etimología del latinismo. 143 Por s u pa rte P hillip G ianos s obre la ba se de una m eticulosa r evisión de l a bibliografía y de una perspectiva amplia que le permite hacer dialogar la sociología de l a ciencia co n l a c iencia p olítica y co n l a so ciología política analiza v arias variables clave de la participación de expertos como asesores de gobierno, solo que centrándose más en la experiencia política que en la transmisión del conocimiento, su estudio basado en en trevistas a científicos que ocuparon en los setenta al tos cargos como asesores gubernamentales puede verse como la contracara del estudio de Weiss y C aplan de 1975. G ianos bus ca e ncontrar determinantes i nstitucionales de la percepción de i mpacto de los p ropios c ientíficos, y pa ra e llo e xamina dos dimensiones que considera clave, por un l ado el reclutamiento y pe rfil actitudinal de los c ientíficos y por e l otro l a posible existencia de un pr oceso de adaptación a l as dinámicas p ropias d e l a act ividad p olítica a la q ue p ueden est ar s ometidos l os científicos. De paso entre estas dos hipótesis confirma algunos supuestos que se h an consolidado en el campo como: que suele haber una división de los científicos en dos tipos los que creen que la ciencia debe ser objetiva y pura y aquellos que tienen una visión más flexible de la ciencia. También se anticipa a la tesis de las dos comunidades de caplan y reconoce que hay v alores, cu lturas o rganizaciones y ex pectativas d emandadas d iferentes e n l a ciencia y en el gobierno que dificultan la comunicación y la participación e influencia de l os c ientíficos e n l a pol ítica. M enciona s iguiendo a E ulau la importancia qu e paralelamente t iene l a acci ón co legiada d e l os ci entíficos an te l os r etos d e l a interacción con el gobierno, y f inalmente introduce dimensiones que no habían sido consideradas antes (que van a verse abiertamente hasta el programa fuerte y los STS, y de hecho en lecturas un tanto radicales como las de Banes y Knorr-Cetina) como la de la importancia de examinar el proceso de reclutamiento que esta presente en las experiencias d e p articipación p olítica d e l os ci entíficos y a que ést e d enota t ambién algunas c ualidades pe rsonales –de voc ación política- de l os c ientíficos que pue den después explicar su adaptabilidad o no a las d inámicas de la contienda política, l as cuales de hecho van a ser evidentes aún en el caso de aquellos científicos que después regresan a la academia. Gianos t ambién c onfronta l a vi eja dicotomía e ntre obj etividad ve rsus política, que ap arentemente d esde si empre l os est udiosos h an p uesto so bre l a m esa, su solución es ingeniosa: la respuesta está en lo que se entienda por ciencia y en el grado en e l que s e e ntienda esta c omo una a ctividad s eparada o c omprometida c on s u contexto social. Pareciera aquí que Gianos hace una especie de afirmación de “el fin justifica l os medios” d e l a ci encia. T ambién se ad elanta –y c oincide c on- Knorr- Cetina en introducir como dimensión explicativa la configuración plural o múltiple de los científicos participando en política, donde casi nunca es clara que una sola de las grandes recompensas o bvias s ean en r ealidad el f actor m otivacional clave d e las conductas. De i gual m anera d istingue d os g randes t ipos de ci entíficos p articipantes aquellos que solo responden a l lamados por u expertise y que es ést a misma la que utilizan como herramienta de persuasión y los que buscan la participación y en esta usan los recursos propios del aquel campo, para su también no t an científicos fines. Sin e mbargo a dvierte q ue aú n en l os caso s en l os q ue se h a ad vertido u na só lida presencia de ci entíficos al rededor d e l os cen tros de t oma de d ecisiones 144 gubernamentales la l iteratura ha señalado que en realidad los científicos solo l legan hasta donde los políticos están dispuestos a permitirles. Hasta este punto hay que hacer varias advertencias, en primer lugar como puede verse en general la lectura se r efiere a acc iones individuales y a ci entíficos actuando como c ientíficos, a unque r econoce la pos ibilidad de un c ientífico como político l a revisión de Gianos muestra esto como una especie de anomalía o rareza, en cuyo caso tampoco han llegado demasiado lejos. Si el científico en cambio es completamente un actor p olítico y es to es r eforzado desde u na acción co lectiva l as lecturas pue de esperarse serían diferentes. Aunque no profundiza en e sta pos ibilidad G ianos l a t iene en mente c uando a l examinar a mayor detalle las acciones políticas de los científicos, recurre a Gamson y a l as he rramientas que ha n s ido p ropias de l e studio d e l as contiendas políticas y movimientos sociales para analizar dicha acción política. Habla en primer lugar de lso fines d e l a acción p olítica, u na d e el las la d e mayor al cance se r efiere a l o q ue llamaríamos a ctualmente la r eforma in stitucional, “ cambiar la e n l a que ope ran l as autoridades” y ésta es por lo tanto la más difícil, la otra más directa es la persuasión ante p rocesos d e t oma d e d ecisiones –lo q ue l lamaríamos l as p olíticas p úblicas. Refiere q ue p ara G amson ex isten t res p rincipales “ recursos p olíticos” p ara l a persuasión: los medios de comunicación masivos, la atracción personal (carisma) y la reputación d e c onocimiento y s abiduría (autoridad m oral). S eñala que la úl tima de ellas es la que ha sido asociada con la participación de los científicos, no obstante no ha si do ev idenciado q ue sea l a más ef ectiva, ést a cu ando m enos n ecesita s er combinada con un manejo eficiente por parte de los científicos, que sin embargo lleva a otra cualidad, la de “adaptación” al contexto de competencia política. Por lo t anto, pa ra G ianos l a l iteratura e n e sencia pos tula dos m odelos de participación, -que por c ierto c oinciden c on Weiss y c on l os que a firman l as “ dos comunidades”- el pr imero e l de i dentificación donde e l c ientífico a prende e l j uego político, y e l s egundo que l lama d e r ecursos, donde l a m ayor i nfluencia s e l ogra precisamente so bre l a b ase d e l a d iferenciación –real o no - del c ientífico de l os políticos. Para éste autor la realidad es una combinación de los dos modelos, aunque encuentra q ue l a m ayor i nfluencia d el científico s i es tá aso ciada a u na m ayor politización y a una mejor actividad política: The da ta c onfirm t he e xpectations that pe rceived i nfluence by s cientists serving government as policy advisers is associated with a distinct set of career ch aracteristics, with a n on- idealized, non -exclusionist v iew of science, w ith a hi gh de gree o f i ntra- and e xtra- governmental politicization, a nd w ith a n e valuative pe rspective on a dvisory w ork t hat interprets b oth pos itive a nd ne gative a spects of gove rnment activity in terms of pol icy s uccess or pol icy f rustration. Thus, t he da ta c onfirm t he utility of Eulau's suggested emphasis on t he a ttitudes and or ientations of professionals362. 362 Gianos, Phillipe ( 1974) “ Scientists a s P olicy A dvisers: The Co ntext of I nfluence”. The Western Political Quartely v. 27, n.3. University of Utah. p 452 145 A e sto a grega que s u e studio empírico c omprueba que l os c ientíficos que s e consideran a si mismos más exitosos pueden asociarse con una serie de características particulares c omo una vi sión de l a c iencia no e xclusivista, un a lto gr ado d e politización y una visión de la actividad gubernamental y de su papel que considera tanto los a spectos negativos como los pos itivos. También confirma que los p ropios científicos c onsideran como s u mayor r ecurso político s u expertise m isma, a unque esto en realidad es d ifícil d e comprobar y o pina q ue d ebe ser m ás su “m anera d e hacer l as cosas” lo fundamental. Asimismo confirma a Gamson en e l sentido de l a importancia central del reforzamiento del atractivo personal y del uso de los medios de c omunicación pa ra l ograr influencia, y s iguiendo a K enneth P rewitt s eñala qu e para encontrar los determinantes de la participación política de los científicos y de su impacto deben t ambién investigarse l os p rocesos de socialización, de reclutamiento político de los mismos y de adaptación. El trabajo de Gianos a pesar de los años configura una visión de la ciencia social que a l pon er e n e l c entro de a tención a l a a ctividad de los c ientíficos s ignifica u n cambio cualitativo importante en comparación con la literatura que se preocupa de la transmisión del co nocimiento, y e sta es l a d e u bicar a l os c ientíficos como act ores políticos y quizá si extendemos el concepto podríamos suponer que la importancia de la participación de los científicos en la política es en si misma un objeto de estudio por sus posibles implicaciones al margen del conociendo especializado mismo, el rol de l os c ientíficos podr ía s er un f actor que acentúe la función de “ ilustración” de l a que hablaba Weiss y que de manera difusa haga tender la argumentación más cerca de la racionalidad. En e se s entido l as nue vas pr eguntas de i nvestigación que c abe pl antearse so n sobre l a m ecánica d e l a p articipación d e l os c ientíficos tanto en g eneral –como l o hacía la s ociología d e l a c iencia- , co mo p articular en el m arco d e p rocesos de políticas p úblicas, p aso p ara e l cu al G ianos r esulta f undamental h acer referencia a referentes conceptuales que ni los sociólogos de la ciencia, ni incluso Scholer habían introducido a un –ni l o han h echo hasta l a f echa co mo so n l os d eterminantes d e l a participación política no electoral y los recursos de actores que se p osicionan como autónomos -de pr esión- en l as p olíticas p úblicas. L as p reguntas q ue d eben h acerse dentro de esa nueva agenda van en dos sentidos, por un lado cuál es el rol social de los c ientíficos pa rticipando pol íticamente e n l as pol íticas p úblicas, y p or ot ro l ado cuales son los determinantes de dicha dinámica. En e se s entido R oger P ielke y A lain G agnon de sde una mirada c on c ierta distancia de l de bate tradicional s obre i mpacto de l conocimiento pl antean a mbos cuestionamientos, Pielke de manera similar a Weiss (1991) concibe una tipología de expertos a partir de l sentido que va a c obrar l a i nformación que a porten, pe ro complementa esto con el grado de disenso de valores que tienen en torno a la política y los motivos y e strategias qu de spliegan, de tal manera que define 4 tipos de roles ejercidos: a) C ientífico p uro ( solo i nforma d el est ado d e l a ci encia en l a m ateria y n o interactúa con los actores políticos) 146 b) Arbitro científico (responde preguntas concretas, pero se limita a las respuesta que puede ofrecer la ciencia formalmente) c) Intermediario honesto (aquel que valora conocimiento y va lores pero pone a consideración de los actores todas las alternativas posibles) y d) A bogacía d e u na p referencia d ada ( en este caso los científicos tratan d e limitar las alternativas hacia las opciones de su preferencia)363. Los científicos como objeto van cobrando centralidad y en cierta forma se regresa a la sociología de la ciencia mertoniana como retomando una agenda que había quedado en su spenso y q ue se antojaba er a l a ev olución natural d e t rabajos como l os d e Blumer y S alomón, pe ro que ha bían s ido de splazados po r t emas c uya r epresión anterior les había llevado a una sobre centralidad reciente. Alain Gagnon en los noventa entonces se cuestiona ya no sobre el rol general de los ci entíficos e i ntelectuales en cu anto a su i mpacto g eneral si no d e manera más especifica en p rocesos de política pública donde señala que l a agenda debe a tender cinco preguntas principales: ¿Cuáles son las vías por medio de las cuales participan los científicos sociales en los procesos de políticas? ¿Hacia qué aspectos del proceso político se orientan y cuáles evitan?; ¿Cuáles son los usos que se hacen de las ideas y de la información generada por la investigación en ciencias sociales?; ¿Cuáles son las variaciones que existen dentro y entre los roles de crítico y experto de los científicos sociales?; ¿Cuáles son los factores que han contribuido a cambios en las relaciones entre conocimiento y poder y entre científicos sociales y el estado?; y ¿Cuáles son las condiciones estructurales y culturales que facilitan o impiden la influencia política de los ci entíficos so ciales364. William G amson añ os d espués al hablar d e l a d istinción entre ciencia y abogacía política citada anteriormente, no solo ofrece su opinión en el sentido d e que n o se t rata d e acc iones ex cluyentes, s ino también o frece co nsejos concretos para que los científicos incursionen en l a arena política y p romuevan sus posturas: Ask w hether, as a so cial sci entist, y ou sh ould b e seek ing d irect m edia exposure for your pol icy-relevant search. You may r ightly be c oncerned about getting an important message out, but perhaps there are others who would make better messengers. If you w ant t o p lay a r ole i n t his mediated pol icy arena, begin w ith an analysis of who the major players are. Do some share your pol itical and social values while others do not? If so, are there potential partners among these a dvocates with t he sophistication, r esources a nd organizational capacity to make a difference? 363 Pielke, R oger ( 2007) The Honest Broker: Making Sense of Science in Policy and Politics. Cambridge University Press. Aunque el esquema se considera valioso como reflexión sobre el sentido de la participación de los científicos ha sido criticado por denotar una visión idealizada de la ciencia y por sugerir tácitamente el papel del intermediario honesto como el más adecuado. Ver: Brown, Mark (2008) “Review of Roger S. Pielke Jr., The Honest Broker”. Minerva v. 46, n.1. Springer. 364 Gagnon, A lain (1990) “ The I nfluence of Social S cientist o n Public Policy.” e n G agnon, Alain y Stephen Brooks (ed) Social Scientists, Policy and the State. New York: Praeger. 147 Try working with them in making your research relevant to them, perhaps even enlisting their assistance in the planning s tage so that the questions you address are relevant to their needs. But never surrender your special responsibility in this partnership to make sure that the factual claims they offer a re t o the be st you c an de termine, ba sed on t he be st e vidence that social science has to offer. It i s p ossible t o b e s imultaneously a so cial sc ientist an d ad vocate rather than having to choose365. Pero hay algo algunos cabos sueltos no obstante estos valiosos análisis, como ¿qué pasa co n el ef ecto p olítico q ue t iene l a ex pertise d e este g rupo, es su ficiente p ara distinguirlos como actor sui géneris o no? –no son iguales porque tienen un prestigio, retienen pa rte de s u ha lo de imparcialidad, y a demás c umplen una f unción fundamental pa ra que otros actores pue dan contender c on e l gob ierno que t iene recursos muy superiores de conocimiento. Además a diferencia del estudioso solitario que l anza o piniones c ríticas e n m edios que pu eden ser m arginales o p olémicas d e acuerdo a la presciencia pública de mismo que en el caso de ser ésta grande supone un ni vel de e xpertise y de i nversión de t iempo que c omo a dvertía G ianos pue de cambiar el oficio del actor y hacerlo ya no in investigador anticipando sino un crítico, un intelectual publico. La acción colectiva da mayor fuerza a l os argumentos por la importancia de la unidad d e l a ci encia y d a f uerza p olítica y al cance al mensaje, si n t ener l os co stos profesionales que supone la transformación en intelectual público lo cual permite al científico r etener su r egreso a l esp acio d e l a d istancia si multáneamente o u na v ez terminado el p roceso. Los r iesgos q ue ad vierte W eingart so bre l a p érdida d e la evidencia objetiva como activo más importante son evitados, y l a politización como afirma Weingart, n o es v ista co mo u na car acterística n egativa s ino q ue se av anza hacia la legitimación de la posibilidad de la investigación rigurosa pero junto a la eventual p articipación t ransparente de l os ci entíficos. D e esa m anera t ambién se previenen los problemas de las agendas ocultas o de los intereses partidistas, ya que la colectividad d el m ovimiento d e ab ogacía traslada m ecanismos d e v igilancia en tre pares p rovenientes d el mundo acad émico. E sta p articipación co lectiva d eliberada o construida tácitamente puede ser entendida como una categoría de actor –colectivo- nuevo en las políticas públicas. Las formas de participación política que observan realizar a los políticos, tienen en esencia un sentido e impactos mixtos, científicos y políticos. El tratar de distinguir ambas voluntades en el marco de una arena de políticas públicas es una tarea a la cual cuesta trabajo buscar sentido. Eso no significa sin embargo que si se puedan clasificar las acciones concretas que éstos realizan, por ejemplo los científicos participando de manera a utónoma c omo a ctores e n pr ocesos de pol íticas c omo obj eto de e studio realizan muchas acciones similares a las que hacen los grupos de presión, de allí que la puerta de entrada para el estudio de dicha dinámica sea at inadamente sugerida por 365 Gamson, William ( 1999) “ Beyond t he S cience-versus-Advocacy D istinction”. Contemporary Sociology v. 28, n.1. ASA. p.26. 148 Gianos al traer a cuenta a Gamson y a Prewitt para hablar de los determinantes de la acción pol ítica de los c ientíficos. Esto fue muy acertado, s in embargo en Gianos la visión se q ueda d emasiado l imitada al partir de una noc ión t odavía de masiado general, s istémica d el proceso p olítico. L as p olíticas p úblicas co mo su bsistemas suponen refinamientos importantes, por ello hay que mirar hacia esa literatura y notar que indudablemente t rabajos más recientes, manuales generales sobre el proceso de políticas públicas han tomado nota ya de que los grupos de interés pueden incluir a grupos de expertos, y que ést os r ealizan acc iones si milares a l a de o tros g rupos de presión. Kindgon al analizar de cerca estás dinámicas encuentra: En p rimer l ugar q ue la i mbricación d e in tereses p olíticos y la re lación e ntre actores que intervienen en l as di sputas de pol íticas públ icas e s de un gr ado t al que resulta muy d ifícil t ender u na lía que d istinga a act ores g ubernamentales d e los n o gubernamentales, obs ervación qu e refuerza l os s upuestos del m odelo A CF, s i l a esencia d e l a p olítica es l a co ntienda, en tonces su m anifestación p aradigmática además d e los p rocesos el ectorales, so n las p olíticas p úblicas. E n s egundo l ugar advierte q ue muchos de l os ex pertos t ambién t ienen r oles so brepuestos, en tre consultores p ara act ores g ubernamentales, t rabajo en ag encias g ubernamentales, trabajo académico, trabajo como lobbistas, etc. Y esto supone no solo amplios canales de c omunicación, s ino la r uptura d e l os r oles f ormales y r esponsabilidades d e l os actores que se consideran autoridades o parte de las organizaciones gubernamentales y los que no. El p oder co mo i nstitución f actual p arece es tar por en cima de l as i nstituciones políticas f ormales. E n t ercer l ugar refiere K ingdon que uno de l os f actores qu e además de los intereses –podemos suponer de políticas públicas, de proyecto personal y pecuniarios- existe también valores comunes y visiones del mundo que refuerzan la generación de lazos entre actores dentro y fuera del gobierno. Sin embargo, a pesar de esta i mbricación de a ctores, K ingdon de fiende l a i mportancia de d istinguir a los sujetos formalmente autorizados, para tomar decisiones y ejecutarlas es decir aquellos que tienen autoridad gubernamental, distinción útil sobre todo con fines analíticos. Esta es u na p osición correcta, p ues co mo sab emos l as p olíticas públicas reconocen como un a cto f undamental la “ sanción” de l a de cisión que t iene implicaciones si mbólicas p ero t ambién co ncretas p ues est án ligadas c on l a implementación de las normas formales y es sustento de la operación material de las políticas g ubernamentales. R egresando al la p articipación d e acciones n o gubernamentales Kingdon afirma que después de los grupos de interés los expertos – académicos, i nvestigadores y consultores- son e l s egundo grupo más importante de actores n o g ubernamentales en las políticas p úblicas y a q ue ej ercen i nfluencia a lo largo de todo el proceso de la política: Ideas f rom academia l iterature ar e regularly d iscussed b y Hill st affers, bureaucrats, a nd lobbyists. P rominent a cademics a re w ell know n by name ad r eferenced repeatedly i n t he i nterviews. A gain an d ag ain, congressional co mmittees an d a dministrative ag encies cal l o n t he expertise of researchers and analysts in hearings, meetings and advisory 149 panels […] Consulting became a boom industry in Washington during [- podíamos decir desde-] the 1970’s366. La información que obtuvo de viva voz de informantes clave coincide con los tipos y modalidades que la lite ratura ha señalado, particularmente por Weiss, y r especto a l modelo de CE, sin olvidar en todos los casos la convergencia espaciales –es decir en bandos- que se dan en torno a los debates de políticas públicas a las que se refiere el ACF y la lit eratura s obre m ovimientos s ociales y pol íticas púb licas. E l t ono descriptivo y l a relativa f alta d e t eorización d el au tor au mentan la so lidez d e su s conjeturas, por ejemplo encuentra los siguientes patrones clave: Sobre el i mpacto en l a agenda aclara que l os académicos y expertos impactan más a l as agendas una vez emergidas, que en el proceso de formación de la agenda, aquí c omo hemos r evisado e so e s en t érminos di rectos, p ero i ndirectamente por medio de las CE tienen mayores alcances. Destaca el momento en que cobran mayor relevancia l os ex pertos es an te la emergencia de u na ag enda cu ando l os p olíticos miran hacia los expertos en busca de propuestas (sabemos para definir el problema y concomitantemente al m enos u n s et d e a lternativas d e r espuesta). M uchas v eces l a relación no es directa, se utilizan intermediarios, que son quienes buscan directamente información o a los expertos, pueden ser diversos tipos: a) Las personas de confianza en l as que los políticos buscan de p rimera mano consejo sobre un problema complejo. b) Staffers y asesores formales de los políticos c) Académicos que suelen hacer carreras mixtas entre la académica, el gobierno y los centros de expertos, d) Jóvenes burócratas con cierta formación especializada –aquí cabe apuntar que cada vez más los textos muestran la necesidad de mirar hacia el estudio de las profesiones que se encuentran entre la expertise y la burocracia, e) D entro d e l as co munidades acad émicas est án aq uellos que su elen servir d e enlace y q ue p romueven l a v inculación en tre l a acad emia y l as n ecesidades gubernamentales –lo c ual nos ha ce pr eguntarnos por pa peles i nstitucionales dentro d e l os d epartamentos u niversitarios y aso ciaciones p rofesionales, aunque hasta el momento ningún autor lo haya destacado. Kingdon también enfatiza que la influencia se da o en el largo plazo o en el corto, en el primer caso se r efiere a l a influencia difusa o de I lustración de la ciencia y en el segundo cas o, a l os momentos d e participación d estacada. E n el i mpacto a co rto plazo, y r etomando e l a sunto e n t érminos de us o de l c onocimiento K ingdon s eñala que las propuestas de los académicos tienen más posibilidades de impactar dadas las siguientes condiciones367: a) si están directamente relacionadas con el problema, b) si los trabajos (investigaciones) están orientados a l as necesidades y agendas del momento del gobierno, 366 Kingon, J ohn ( 2003) [ 1984] Agendas, Alternatives and Public Policies. N ew York: L ongman Publishers. p. 53-57. 367 Ibidem. 150 c) si -puede sumarse como derivado de l anterior- están comunicados de forma entendible, d) si las propuestas son factibles de ser implementadas e) e l f actor moda y opo rtunidad, l a importancia de saber ¿dónde hay interés y recursos? f) Finalmente menciona que pese a todo hay ocasiones donde la voluntad de los políticos está por encima de los consejos. Por su parte Birkland368 aunque no se detiene mucho en el papel de lo expertos señala la preeminencia que han cobrado los think tanks y los ubica como parte de os grupos de interés. También hace una interesante reflexión sobre cómo la noción de poder se despliega d e di stintas f ormas, t anto a t ravés de l a coerción c omo de l bl oqueo d e iniciativas, a mbos a través d e m ecanismos q ue p ueden solidificarse c ulturalmente. Éste análisis acerca la visión de Birkland de las políticas públicas por un lado con los movimientos sociales pues la consolidación de los límites de lo disputables es lo que se c onoce c omo c onsenso marco de l os m ovimientos, y por e l ot ro lado e l a utor también se aproxima al modelo de CE cuando refiere que en la disputa de las políticas el poder cobra varios caminos algunos de ellos indirectos pues aunque existan actores capaces d e bloquear c iertas i niciativas en el c orto p lazo, l as i deas, los ar gumentos persuasivos e n e l l argo pl azo pue den e xtenderse y pr opiciar l a r uptura de di chos bloqueos. 2.4.3 EL MODELO DE COMUNIDADES EPISTÉMICAS La propuesta de CE como un nuevo tipo de actor relevante en los debates de políticas públicas cobró resonancia la literatura a partir del artículo de Peter Haas de 1992 en el que encuentra que en las políticas públicas de alcance internacional muchas veces se dan p rocesos d e co ordinación d e esp ecialistas: “r edes de e xpertos –basados en e l conocimiento [ científico]”- los cuales t ienen u n p apel i mportante en l a etapa d e definición del problema y c onsecuentemente ayudando a configurar la dinámica del análisis de la política pública y proponiendo alternativas de solución369. Para H aas l as C E so n fundamentales p ara en tender l a f ase d e d efinición d el problema, argumentan las relaciones causa-efecto de problemas complejos, y con esto ayudan a l as autoridades a d efinir sus propias agendas al t iempo que estos a su vez definen l a ag enda y el d ebate p úblico sen tando l as b ases p ara l os p rocesos d e negociación de la po lítica, y a que s on pa rte del c omponente informativo y de l a capacidad d e i nnovación i ndispensables d e l os act ores d e p olíticas especialmente aquellos gubernamentales370. Específicamente, Haas afirma que las CE se definen por los siguientes características371: 368 Birkland, T homas ( 2001) An Introduction to Policy Process: Theories, Concepts and Models of Public Policy Making. New York: M. E. Sharpe. p.113-115. 369 Haas, Peter (1992) “Introduction: Epistemic Communities and International Policy Coordination”. International Organization v. 46, n.1. MIT. 370 Ibidem 371 Ibid., p.3. N o s e p resenta u na t raducción l iteral de la lista de H all, sino u na s íntesis con adaptaciones que se consideran ayudan a cl arificar el significado en español, enfatizan la correlación 151 1) Forman una red 2) Son profesionales-expertos –es decir son científicos 3) E stos p rofesionales c uentan c on r econocimiento de s u e xpertise: a ) Reconocimiento o pr estigio p ersonal e n s u c omunidad ( localidad); b) reconocimiento de las autoridades; c) reconocimiento profesional general, d) reconocimiento como expertos (particularmente en el tema de que se t rata la política) 4) Aunque puede constituirse por expertos profesionales provenientes de varias disciplinas y f ormaciones l a c omunidad c omparte: a ) pr incipios s obre racionalidad: científicos generales y sobre los mecanismos causales respecto al c ampo te mático d e la p olítica; b ) v alores s ocio-políticos n ormativos generales; c ) u na p ostura n ormativa r especto al asu nto d e q ue se trata l a política. 5) Con base en el punto anterior la comunidad comparte un a rgumento racional sobre la mecánica del problema, las alternativas, y los efectos deseados de la política 6) C omparten l a v oluntad d e impulsar en co mún acci ones r elacionadas ( no necesariamente de manera coordinada u explícitamente organizada) con el fin de impulsar de la alternativa de política que prefieren. Aunque no l o menciona como parte de su definición explícita Haas también supone que las CE tienden a ser una especie de comportamiento emergente, que surge como resultado d e l a co mplejidad d e l a p olítica, de l a n ecesidad d e co nocimiento especializado, de la escala de la misma, y podríamos asumir de que está inmersa la política en algún grado de disputa de base científica en la definición del problema. A este respecto puede objetarse que aunque se reconoce que el comportamiento de CE fue observado por Haas en el marco de dichos contexto altamente complejo e internacional, dada la lista de características que él mismo propone, la emergencia de las C E j unto co n su u tilidad co mo h erramienta an alítica aplicada a l as p olíticas públicas, es visible en muchos contextos, incluyendo decisiones de escala mucho más pequeña y donde a pesar de no debatirse temas como la seguridad nuclear o el cambio climático si se r eproducen d isputas importantes concernientes a l a definición de un problema de políticas públicas. En ese sentido todavía resalta más la utilidad del modelo de CE para el análisis pormenorizado de un p roceso d e la c onstrucción de la a genda que a nteriormente había sido tratado en última instancia como un pr oducto de la contienda de poder, y del cálculo político de los tomadores de decisiones. Aunque se ha comprobado que la información científica suele tener un impacto muy limitado en el proceso de toma de decisiones real de los actores centrales y que en muchos de los casos es simplemente una h erramienta p ara d efender su al ternativa de p olítica, l a p ropuesta d e H aas reconoce –y legitima- el hecho de que los científicos-expertos no dejan su carácter al participar pol íticamente, y que de hecho esta participación política no t iene que ser de l a i dea co n l a v isión d e p olíticas p úblicas t radicional, y d esglosan m ás cu idadosamente l os componentes operacionalizables de la idea. 152 directa o explícita como l o m uestra u na l ista d e las f unciones y acci ones q ue alcanzan. 1 Las C E c umplen l a f unción de p roveedores independientes o f ormales d e información en un sentido tradicional y explicito. 2. También pueden al mismo tiempo tener acciones de persuasión con diferentes niveles de i ntensidad, y a unque l os a ctores s uelen t ener m uchas f uentes d e información que va n de sde c onocimientos ps eudo-científicos y cr eencias tradicionales por un l ado ha sta los c entros d e i nvestigación pr opios de l gobierno, p asando e n medio por t hink t anks y c onsultarías, l as C E en e l mediano pl azo pue den tener ef ectos d e d iseminación d e su s p osturas q ue rebasan es as l imitaciones y t erminan i nfluenciando si stémicamente a l os actores. E n ese sen tido se r ebasan y su peran l as an teriores cl asificaciones rígidas de l os e studiosos s obre us o de c onocimiento, l os mecanismos d e transmisión d e co nocimiento y l os t ipos d e u tilización d e ést e, so n transversales y abarcan distintas d inámicas y r oles d iferentes. Ahora b ien el riesgo es sin embargo, no perder los avances que se habían logrado en cuanto a l as pos ibilidades de i nvestigación em pírica d e l a t ransmisión y u so del conocimiento en las políticas públicas. 3. C uando l a C E a lcanza a e xpertos de l os pr opios a ctores pol íticos, particularmente del gobierno, el que estos expertos puedan llegar a tener una amplio grado de delegación de au toridad le da resonancia a la postura de la CE, más aú n si esta al canza a est ructuras b urocráticas n acionales o internacionales, en cuyo caso incluso se d an procesos de institucionalización de las ideas promovidas por la CE. 4. L as C E también no s olo i ntervienen e n l os de bates d e pol íticas sino que además p ueden ser i niciadores de ag endas, al r ealizar su f unción d e “ilustración” h acia a ctores p olíticos g ubernamentales o d e o tros a ctores sociales. A su v ez es tos d iscursos p ueden e xtenderse en ot ros pa íses, de manera en si no se gesta una agenda en un lugar puede surgir en otro. 5. Las CE no necesariamente se ven solo en contiendas de políticas públicas, sus efectos pol íticos pue den s er i mportantes por e jemplo c uando l a institucionalización d e al guna p ostura l leva a l a cr eación d e p rincipios políticos q ue se t ransmiten a lo l argo d el tiempo y a n ivel i nternacional se configura un efecto de largo plazo de estas visiones. Sobre éste ultimo punto debe reiterarse que pese a su parecido, las CE no deben ser asimilados como meros m ovimientos i deológicos, o c omo una “Hegemonía intelectual”372 porque sus preferencias de políticas están derivada no solo de visiones ideológicas sino de un a rgumento científico c ausal s on a nte t odo pr omotores de resultados de investigación, por otra parte no necesariamente hay una acción política 372 Como es el caso del llamado “Consenso de Washington” en el cual aunque está presente una visión neoliberal compartida de los fundamentos del desarrollo, hay una preeminencia de los valores políticos y l os i ntereses d e l os act ores q ue i mpulsaron e l m odelo po r e ncima de l a a rgumentación c ausa, e incluso de la materia misma que suponía el consenso; el desarrollo. Cfr. Gosovic, Branislav (2000) “La hegemonía i ntelectual g lobal y l a co operación i nternacional e n m ateria d e desarrollo”. Revista Internacional de Ciencias Sociales n. 166. UNESCO. 153 coordinada, y a diferencia de los grupos de interés no ha y una agenda secreta detrás de l a co nvergencia cau sal co mpartida. P uede haberla r especto a l a p articipación d e sujetos que compartan la visión de la CE, pero ésta construcción no está construida a partir de dichos intereses personales. Además debe diferenciarse de las convergencias que suelen darse entre disciplinas o profesiones, por ejemplo entre economías donde la formación y e l canon disciplinar contemporáneo es mayoritariamente l iberal o e n profesiones q ue su elen t ener p osiciones m uy si milares como es el caso d e l os militares especialistas o los biólogos conservacionistas. Aunque l a s imilaridad d e est os g rupos co n las CE es al ta, existen d iferencias suficientemente d istinguibles y d e utilidad analítica, e n p rimer lu gar c ompartir visiones ideológicas no i mplica compartir una visión de causalidad de un problema público, por ejemplo ¿científicamente hablando cuál es la causa de la desigualdad? o ¿es la desigualdad un problema? A pesar de la alta homogeneidad de la formación de los eco nomistas l as d iferencias e n l a co njunción d e v alores p olíticos co n la asimilación del canon disciplinar llevan a posturas de políticas divergentes. En el cas o d e l as organizaciones d e p rofesionales co n al to g rado d e especialización est a el asunto cl ave de q ue l a C E n o se f orma so lo en t orno a u na postura de política como sería en el caso de las ACF, sino que es u na convergencia derivada sobre todo de la coincidencia de la explicación causal del problema público, además d e que en el caso d e l as b urocracias suele h aber i ntereses e i dentidades cardinales que son determinantes de sus posturas ante políticas públicas, siendo que en las CE hay una convicción personal basada en un razonamiento científico-político. Ello seg ún H aas n o ev ita q ue esc uelas d entro d e l as d isciplinas p or ej emplo l os keynesianos pue dan construir un movimiento de C E o que a lguna a grupación profesional termine apoyando a una. De hecho Haas elabora también de una tabla en la que contrasta el modelo de CE con otros modelos de coordinación de políticas373: 373 Ibid. p. 22 154 Como se ha revisado en e l apartado anterior, e l t ema de los grupos de interés y d e presión en las políticas públicas y el tema de la participación de expertos en políticas públicas han sido estudiados ampliamente desde hace mucho tiempo, en ese s entido necesariamente la literatura h a tocado m uchas d e l as d imensiones q ue d efinen e l moderno concepto de comunidades epistémicas, conceptos cercanos como: grupos de presión, co legios invisibles, redes d e p olíticas, co munidades d e d iscurso, comunidades de políticas o incluso hegemonía intelectual han demostrado su utilidad para analizar a diferentes actores que influencian al sistema político, a los gobiernos o a l as p olíticas p úblicas374, si n em bargo l as co munidades ep istémicas co mo o bjeto propio -sin importar q ue se p arta d e l as relaciones i nternacionales d e los es tudios sobre científicos y política o sobre actores en políticas públicas- han justificado por un lado su existencia definida, y por el otro su utilidad como parte de la explicación de fenómenos políticos. Quienes ha n e xaminado e l or igen de l c oncepto –con f recuencia en sen dos capítulos de revisión teórica de tesis doctorales- afirman que esta idea se d eriva de debates más profundos que intersectan sociología de la ciencia con teoría política375, problemas so bre l a d emocratización d e l a e xpertise ci entífica, so bre l as n uevas dinámicas p ost-positivistas o c onstructivista d el c onocimiento, s obre la ve rdadera 374 Miller, T homas (2 002) Epistemic Communities in the Space Policy Arena: Evidence of Their Existence, Their Evolution and Their Influence in Policy. Tesis de D octorado e n Asuntos Públicos. University of Cl orado-Denver p. 2 3-25. Cfr. B rooks, Stephen (1994) “ Policy C ommunities a nd t he Social S ciences”. e n Brooks, S tephen y Alain G agnon ( ed) The Political Influence of Ideas: Policy Communities and the Social Sciences. Westport: Praeger. 375 Bricker, Calvin (2003) Beer Wars: A Theoretical Examination of the Epistemic Community in the Canada-US Trade Disputes on Beer. Tesis de Doctorado en Ciencia Política. Universidad de Alberta. p. 34-35; Bricker, op. cit., p. 37. 155 lucha del poder en los procesos de disputa de la verdad que afirma Foucault, a su vez basado en D urkheim, o b ien l iteralmente r eferirse d esde l a f ilosofía a las comunidades que comparten visiones epistémicas. Estos campos son interesantes y de hecho tienen conexiones con la noción a la que nos referimos, son embargo no serán discutidos aquí. En este caso Haas como muchos otros estudiosos de origen no latino genera ciertos problemas de vaguedad en la nomenclatura del concepto que propone, no obstante lo acertado de la clasificación y la validación que ha dado la resonancia de s u t rabajo ha c onsolidado e l s ignificado de común e ntendimiento, c omunidades epistémicas como una forma de acción política colectiva de los científicos, expertos en procesos de políticas públicas, y muchos estudios posteriores han corroborado su utilidad como herramienta analítica. Se h an ex aminado cas os d e éx ito d onde l a i nfluencia d e l as C E, h a si do determinante pa ra e l proceso completo de la pol ítica pública, i ncluyendo s u evaluación y retroalimentación376, pero estos escenarios afortunados son obviamente son escasos. Aún así los impactos de las CE siguen siendo muy importantes a lo largo de todo el p roceso de l a política, especialmente cuando l as CE logran al ianzas con otros actores clave como es el caso de los grupos de presión o incluso vincularse con movimientos sociales de mayor alcance377. Inicialmente en el marco de procesos de política pública muy complejos, con a lta demanda de conocimiento especializado y en co ntextos t rasnacionales, p ero m ás r ecientemente se h an em pezado a p oner a prueba s u u tilidad e n c ontextos l ocales o m ás l imitados de pol íticas públ icas378. También se ha contrastado a las CE con el modelo ACF destacando las diferencias en las características que se atribuyen a ambos modelos379, particularmente el hecho de que l as C E s e di stinguen por e star c onstituidas por e xpertos po r promover s us preferencias de políticas, usando el capital simbólico y las herramientas argumentivas adicionales que poseen y la ligazón de los que conforman la comunidad con base no solo en una alternativa de política sino en una serie de valores y creencias comunes, especialmente l as q ue constituyen l as ex plicación cau sales d e l a ex plicación d el problema que sustenta la alternativa de política que defienden. Otro aspecto que distingue a l as CE es el conjunto de aspectos en los cuales se ha visto su influencia a lo largo de la evolución de la política, a diferencia del modelo de su bsistema co mpleto d e l os A CF y d e l as i nfluencias indirectas que ha n s ido mencionadas anteriormente Adler y Haas a partir de los estudios de caso son capaces 376 Marier, P atrick (2008) “E mpowering E pistemic Co mmunities: S pecialised P oliticians, Policy Experts and Policy Reform”. West European Politics v. 31, n. 3. Routledge. 377 Dobush, L eonard y S igrid Qua ck ( 2008) “ Epistemic C ommunities a nd S ocial M ovements: Transnational Dynamics in the Case of Creative Commons”. MPIFG Discussion Paper n. 8. Cologne: Max Plank Institute for the Study of Societies. 378 Thomas, C raigh ( 1997) “ Public M anagement a s I nteragency C ooperation: T esting E pistemic Community Theory at the Domestic Level”. Journal of Public Administration Research and Theory v.7, n.2. Oxford University Press; Miller, Thomas (2002) Epistemic Communities in the Space Policy Arena: Evidence of Their Existence, Their Evolution and Their Influence in Policy. Tesis de Doctorado en Asuntos Públicos. University of Clorado-Denver. 379 Miller, op. cit., p. 25. 156 de identificar formas de influencia particulares asociados con momentos del proceso de las políticas públicas380: 1) Detonan innovaciones políticas a través de: a. Limitando el rango de controversia en torno a un asunto, b. Ayudando a definir los intereses del actor gubernamental y c. Estableciendo estándares del debate. 2) Difusión de la política: se debe a la conformación en forma de redes de las CE que ayudan a difundir ideas por distintos canales que van desde los procesos de so cialización d e e xpertos h asta las redes d e d ifusión ac adémicas internacionales. 3) Selección de las políticas: las CE logran una influencia clave cuando por una parte se trata de asuntos donde la voz de los especialistas es necesaria y cobra prominencia y por e l ot ro c uando miembros d e una C E s on pa rte de l os especialistas que asesoran a los tomadores de decisiones 4) Provocan la persistencia de la política, debido a sus ya mencionados procesos de socialización de visiones y de institucionalización de políticas 5) F omentan l a p resencia d e p rocesos d e aprendizaje tanto d e los a ctores gubernamentales como de los demás actores de las políticas. Como p uede n otarse e n est a l ista, e n l as C E s e not a por m omentos una gr an semejanza co n l o q ue p odrían e sperarse co mo mecanismos d e l os p rocesos paradigmáticos a l os que se r efería Khun, y de hecho Haas menciona que dicha idea es parte de los insumos de su propuesta, esto resulta interesante, pero no resta utilidad al modelo de CE para entender uno de los actores más determinantes de un proceso de pol íticas públ icas, c uya m ecánica de i nfluencia t ambién e s c ompatible c on ot ro modelo d e análisis clave co mo es el A CF n o so lo teóricamente si no desde l a operacionalización de los conceptos sino para la subsiguiente prueba empírica de los mismos, es pecialmente si se examina p arcialmente l a CE en el caso d e l as movilizaciones conscientes o deliberadas de actores que forman parte del núcleo de la CE, si bien esta movilización solo puede ser deliberada parcialmente pues muchas de los c omponentes d e l a visión qu e constituye e l núc leo de una pos tura de C E e stá arraigada en otros entornos institucionales y prácticas –particularmente académicas- que se mantienen aparentemente al margen de las contiendas abiertas en procesos de políticas públicas; es precisamente el l imitarse a la acción deliberada lo que abre la posibilidad de integrar la visión de la CE dentro del proceso de ACF, permitiendo por una parte complementar el análisis de proceso de la política pública en general y por el otro específicamente mejorar la capacidad de análisis del papel de los científicos en procesos de políticas públicas. 380 Adler, Emmanuel y Peter Haas (1992) “Conclusión: Epistemic Communities World Order and the Creation of a Reflective Research Program”. International Organization v. 46, n.1. MIT Press. 157 CAPITULO 3. POLITICAS PÚBLICAS Y PROCESO POLÍTICO: PREMISAS TEÓRICAS 3.1 LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO PROCESO ABIERTO La noción de políticas públicas no es una teoría que Lasswell desarrollara de la nada, está r elacionada con su contexto h istórico y con su contexto intelectual. La ci encia política d e l a pos guerra cu enta con u na ser ie d e n uevos r eferentes co nceptuales y herramientas d e an álisis q ue v an a si gnificar h ondos c imientos d e l a d isciplina moderna. A los nuevos referentes epistemológicos del conductismo se l e suman también nuevos esquemas de análisis, particularmente la noción de pluralismo, de Dahl381 y la del enfoque sistémico de Easton382. Esto abre la puerta hacia una parte indispensable de l as p remisas del enfoque de políticas públicas, para és te a d iferencia de l a mera operación de l t rabajo b urocrático o d e l a t oma d e d ecisiones au torizadas –pero e n secrecía y discrecionales que rutinariamente realiza el gobierno las políticas públicas suponen una c ondición de mocrática y de mocratizante383, s on s obre t odo c iertos episodios o coyunturas donde l a de cisión sobre e l pr oblema públ ico y s us pos ibles opciones de resolución son disputados por una variedad de actores donde la sociedad civil juega uno de los papeles centrales, y además las política pública generalmente encarna problemas que suponen la necesidad de una gran cantidad de conocimiento científico es pecializado. L o p aradójico es q ue aunque d esde p remisas o puestas l a teoría de l a estructura d e pode r384 supone a spectos e n c omún c on e l pl uralismo de Dahl. Obviamente las polémicas entre los defensores de ambas interpretaciones se han enfocado en d estacar l as implicaciones ú ltimas d e am bos modelos p ero, paradójicamente d ejando d e l ado la d isputa s ustantiva q ue es l a i dea q ue es el acaparamiento de l pod er por un gr upo vs la noc ión de que l a pl uralidad y 381 Dahl, Robert (1961) Who Governs? Democracy and Power in an American City. New Haven: Yale University P ress; D ahl, R obert (1 971). Polyarchy: participation and opposition. New Ha ven: Y ale University Press; Dahl, Robert (1983) Dilemmas of Pluralist Democracy: Autonomy vs. Control. New Haven: Yale University Press 382 Easton, David (1965) A Framework for Political Analysis. Englewood Cliffs: Prentice-Hall 383 Lasswell, Harold (1971) “The emerging Conception of the Policy Sciences”. Policy Sciences v.1, n.1. Amsterdam: Elsevier Publishing Company. Cfr. De Leon, Peter (1995) “Democratic Values and the Policy Sciences”. American Journal of Political Science v. 39, No. 4 . Midwest Political Science Association. 384 Hunter, F loyd (1953). Community Power Structure: a Study of Decision Makers. Ch apel Hill: University of North Carolina Press; Mills, Charles (1957) La elite del poder. México: FCE; Newton, Kenneth 1969) “A Critique of the Pluralist Model” Acta Sociologica, Vol. 12, No. 4 Sage; Domhoff, William (1967) Who Rules America? McGraw-Hill Education; Domhoff, William (1978). Who really rules? New Haven and community power re-examined. New Brunswick: Transaction Books; Hunter, Floyd (1980) Community power succession: Atlanta's policy-makers revisited. Chapel Hill: University of North C arolina P ress; Do mhoff, Wiliam (2 005); “ Who re ally r uled i n D ahl’s Ne w Haven?” http://www2.ucsc.edu/whorulesamerica/local/new_haven.html; M anley, J ohn (1983) “ Neo-Pluralism: A Class Analysis of Pluralism I a nd Pluralism II” . The American Political Science Review, Vol. 77, No. 2. APSA. 158 competencia de actores hace plural y con ello abierta –democrática- la autoridad, la noción de é lite de l pod er, a l i gual que l a t eoría pl uralista s upone un s istema de mecanismos -sobretodo a t ravés d e r edes i nformales- por medio de l os c uales s e hacen efectivos los procesos de vinculación, coordinación o negociación entre actores clave del proceso de toma de decisiones, y cuyos efectos se extienden hasta incluso influenciar ciertos grupos de interés u otros actores participantes en el debate público. De hecho Lindblom385 -discípulo de Dahl pero crítico de su modelo pluralista- realiza una sí ntesis d e a mbas v isiones y j unto co n L asswell – que o frece el l lamado inspiración original386- se va a convertir en autor central para el desarrollo del campo. Desde allí el desarrollo del campo y de la literatura con aportaciones importantes que se h a m ultiplicado h asta n ecesitar de g randes antologías o m anuales387 para pod er ordenar los múltiples temas y e nfoques se que han desarrollado desde entonces. Sin detenernos d emasiado en l a t eoría g eneral b aste t omar co mo p unto d e p artida p ara analizar la mecánica del proceso de participación de expertos en el debate de políticas los modelos que han sido prácticamente aceptados consensualmente sobre el ciclo de políticas r etomando a c inco a utores bá sicos. L indblom, Dror, S abatier, D e L eon y Birkland. Muy tempranamente se esb ozan las que serán las características d istintivas del enfoque, junto con Lasswell Lindblom y Dror van a ayudar a consolidar una visión consistente de l m odelo de po líticas púb licas q ue es r econocida y c itada ampliamente388. Cabe comentar que si bien el tema del conocimiento experto en las políticas pú blicas ha s ido una pr eocupación di stintiva del e nfoque de sde s u concepción inicial, para fines de orden expositivo primero se retomaran algunas ideas básicas so bre modelo g eneral d e l a co rriente y y a p osteriormente se r evisará p or separado la li teratura e specializada s obre el tema p articular d e la re lación e ntre 385 Lindblom, Charles (1959) “The science of muddling through”. Public Administration Review v. 19, n.2. B lackwell; L indblom, C harles ( 1979) “ Still muddling, n ot y et t hrough”. Public Administration Review v. 39, n.6. Wiley; Lindblom, Charles (1968) The policy-making process. New Jersey: Prentice- Hall. 386 Lasswell, Harold (1951) “The Policy Orientation”. en The Policy Sciences: Recent Developments in Scope and Method. Stanford: Stanford University Press 387 Algunas de l as c ompilaciones m ás de stacadas s on: Geenstein, Fred y N elson P olsby ( 1975) Handbook of Political Science, [v. 6 Policies a nd P olicemaking]. Massachussets: A ddison-Wesley Publishing C ompany; Aguilar, Luis ( comp) ( 1992) Antología de políticas públicas. México: M .A. Porrúa; Shafritz, Jay, et al. (ed.) (2005) Classics of Public Policy. New York: Pearson; Fischer, Frank y Gerald Miller ( ed) ( 2006) Handbook of Public Policy Analysis: Theory, Politics and Methods. Florida: CRC Press; Moran, Michael, et al. (ed) (2 006) Oxford Handbook of Public Policy. Oxford University P ress; P eters, Guy y J on Pierre (e d) (2006) Handbook of Public Policy. Sage; A ralal, Eduardo, e t a l ( 2012) Routledge Handbook of Public Policy. N ew York: R outledge. Y en el cas o canadiense destaca el trabajo monumental: Dobuzinskis, Laurent et al (ed) (2005) Policy Analysis in Canada: The State of the Art. University of Toronto Press. 388 Esto no es solo una opinión, estudios bibliográficos muestran que dentro de los trabajos más citados del campo, por lo que respecto a la construcción del esquema inicial hay un tácito consenso sobre los fundadores de la corriente. Ver por ejemplo: Fan, Lisa (2013) “Canonic Texts in Public Policy Studies: A Q uantitative Analysis”. Journal of Public Affairs Education, v. 19 , n. 4. National A ssociation of Schools of Public Affairs and Administration. 159 ciencia y p olíticas p úblicas389. “L a o rientación h acia las p olíticas” d e L asswell, l a ciencia de “salir del paso” de Lindblom390, el libro “the policy-making process”, y los “prolegómenos a l as ciencias de las políticas” ya son capaces de brindar una imagen bastante clara exponen los elementos que distinguen al fenómeno de la política de la administración pública y de los intereses institucionalistas de la ciencia política: El pr imigenio l lamado de lasswell de erigir la noción de “problemas públ icos” como un f enómeno diferente a la administración y a los procesos político-legales, y de simultáneamente hacer de este nuevo fenómeno un objeto de estudio y de atención material es una innovación que a pesar de las críticas ha servido como fundamento al campo; asi mismo el i mpacto q ue t iene a l cr iticar las f uerzas “cen trífugas” q ue divorcian la ciencia y la practica contribuyeron a marcar el naciente campo como una empresa multidisciplinaria, la noc ión de que l os pr oblemas de ben ser e legidos- definidos t ambién e s un a specto que contrasta con l as categorías normativas que la teoría política había ofrecido sobre los fines y a lcances del estado y de l gobierno, y por úl timo e l ha cer d el e ntrelazamiento c onceptual y material p rofundo de l as políticas públicas con la democracia una dimensión definitoria del campo ha sido un rasgo fundamental que ha sobrevivido a lo largo del tiempo. El pr imer l egado i mportante de L indblom e s e n pr imer l ugar r eiterar que l as políticas públicas significan antes que la racionalidad sobre medios-fines se t rata de un asu nto d e el ección de v alores, en el m arco d e las l imitaciones d el m omento. Asimismo incluso dentro de esa lógica, a diferencia de los grandes planes las políticas públicas supones metas si empre parciales y t emporales. Lo anterior lleva a q ue l os modelos que se en señan formalmente como parte del análisis de toma de decisiones racionales, maximizadotas etc., no sean sino “modelos heroicos” es decir irreales en políticas públicas. De allí que proponga aprender de la práctica real cotidiana de los tomadores de de cisiones y a pa rtir de e llo mejorarla. S u método de comparaciones sucesivas o incremental es la respuesta, aunque no ha sido aceptado íntegramente o sin im portantes c ríticas –como e l m ismo r econoce391- la l ógica incremental d e l as políticas públicas si se ha quedado como una característica del campo. Por s u parte D ror más i nteresado e n e l d esarrollo d isciplinal c omplementa lo anterior pasando de la mera descripción del contexto como el emento central de l as políticas a s ituar el n ivel de conocimiento e i nformación de l as sociedades ac tuales como parte misma de las causas de los problemas públicos de nuestros días, idea que indirectamente r esuena co n l o q ue D aniel B ell l lamaría p roblemas cu lturales d e l a modernidad392. A pesar de ello finca su confianza en las capacidades de racionalidad humana, por lo cual critica la noción de “salir del paso” de Lindblom advirtiendo que 389 En r ealidad e s cas i s imultáneamente q ue desde l a s ociología d e l a ci encia emergen los p rimeros estudios especializados pasando de los temas generales revisados arriba en el subtema 1.1.2, hacia los estudios especializados como el de Dean Schooler, Irving Horowitz y Carol Weiss. 390 Linblom, Charles (1959) op. cit. Cabe hacer notar que en realidad muchas de sus tesis aparecieron primero en un artículo fechado un años antes, sin embargo, es el de la ciencia de salir del paso el que se ha consagrado. Cfr. Lindblom, Charles (1958) “Policy Analysis”. The American Economic Review, v. 48, n. 3. American Economic Association. 391 Lindblom, Charles (1979) “Still Muddling, Not Yet Though”, op. cit. 392 Bell, Daniel. (2006) Las contradicciones culturales del Capitalismo. Madrid: Alianza Editorial. 160 esta visión puede llevar a la parálisis o a visiones pesimistas. Llama la atención sobre la c apacidad de r azonamiento de l ho mbre, a unque na turalmente e ntiende l as limitaciones d e l os p rocesos r eales d e t oma d e d ecisiones y en r ealidad l lega a la conclusión ya antes sugerida por Lindblom de que los procesos de política significan un balance entre los recursos disponibles del momento. Posteriormente393 en sus “prolegómenos a l as ciencias de las políticas” enfatiza la importancia de la ciencia como principio del análisis de políticas, refrenda que las políticas p úblicas d esde e l p unto d e v ista d isciplinar s e d istinguen p or e vitar la separación de enfoques entre investigación pura y aplicada, señala la importancia de la creatividad como rasgo necesario del analista de políticas al cual también entiende como “analista” es decir como un tomador de decisiones, y finalmente anticipa que el enfoque de políticas no puede ser solo una propuesta académica sino que es necesario un movimiento de cambio social e institucional que lleve a que en la elaboración de las pol íticas ha ya pa rticipación de ot ros actores i nformados c omo t hink t anks, organizaciones civiles especializadas, etc. La definición de la corriente para entonces es cl ara y d e h echo est á t an estrechamente r elacionada co n l a d emocracia estadounidense que f orma pa rte d e s u d efinición: “Democracy i s a co mpetitive political system in which competing leaders and organizations define the alternatives of public policy in such a way that the public can participate in the decision-making process”394. Ya han quedado consagrados muchos de los principios que definen al campo: a) su r eferencia a l as a cciones co ncretas d el g obierno m ás q ue a l a d efiniciones d e principios institucionales nor mativos; b) e l complicado pr oceso –abierto- de competencias al ianzas y ap licación de mecanismos de influencia que caracterizan a un proceso de política; d) reconocer que la ciencia política tiene un papel compartido –es de cir no pr edominante- respecto al an álisis d e p olíticas; e) q ue la esen cia d el proceso e s la d efinición d el p roblema, y a q ue ést a si gnifica al m ismo t iempo establecer alternativas de solución; y f) que las políticas siempre tienen consecuencias no deseadas que pueden convertirse en otros problemas públicos, entre muchas más. Todo lo an terior de manera simultánea a l as revisiones y desarrollos u lteriores que h acen l os au tores de su s trabajos395 y a l as nuevas p ropuestas t eóricas so bre temas más especializados como: la dinámica pública y contenciosa de la formación de l a ag enda396; l a di ferencia e ntre c onocimiento de y c onocimiento e n l as políticas397; los usos del análisis de políticas398; la noción de las corrientes políticas 393 Dror, Y ehezkel ( 1968) Public Policymaking Reexamined. San F rancisco: C handler P ublishing Company; Dror, Yehezkel (1992) [1970] “Prolegómenos para las ciencias de las políticas”. en Aguilar, Luis (comp) (1992) Antología de políticas públicas. México: M.A. Porrúa. 394 Schattschneider, E lmer ( 1960) The Semisovereign People: A Realist's View of Democracy in America. Chicago: Holt, Rinehart and Winston. p.138. 395 Por ejemplo Roger Cobb sobre el proceso de la definición de problemas y formación de agenda: Rochefort, David y Roger Cobb (1994) The Politics of Problem Definition. Lawrence, Kansas: Kansas University Press 396 Cobb, R oger y C harles E lder (1986) Participación en política americana: la dinámica de la estructuración de la agenda. México: Noema. 397 Lasswell (1992) [1971] “La concepción emergente de las ciencias de políticas”, op. cit. 161 (streams) y de la “ventana de oportunidad” que permite la emergencia de una agenda particular399; la noc ión d e e quilibrios punt uales pa ra e ntender e l p roceso de emergencia d e l as ag endas p úblicas400; so bre act ores en l as ag endas d e p olítica, especialmente grupos de presión401 y grupos de interés402; el nuevo papel de los think tanks403; e l pr oceso de c onstrucción de l a a genda públ ica de sde l os medios de comunicación404; e inclusive hay propuestas novedosas que entienden que analizan la formación de la agenda desde el interaccionísmo simbólico405. Por s upuesto t ambién ha y c ríticas im portantes, p or u na p arte respecto a la segmentación que ha ido desarrollando e l campo entre l as t radiciones “sinopticas y antisinópticas”406 –que de manera esencial se trata de una división entre los enfoques sociológico-cualitativo y economicista-cuantitativo, y p or la o tra, e stá p resente la implícita cr ítica d e est os t rabajos q ue d enuncia el f racaso d e l a misión o riginal pensada po r l os autores f undadores t anto de l conductismo c omo de l enfoque de políticas, aquellos que fincaron su fe en la mayor cientificidad de la investigación y en l a cap acidad d e r azonar d el h ombre n o p udieron ev itar q ue est e l lamado fuera malinterpretado y llevara a l e mpobrecimiento d e la m isión o riginal de la c iencia política y las políticas públicas o incluso a la desaparición de la visión disciplinar de ciencias p olíticas co mo esp ecialidad p ropia407. E i ncluso e stán l os que quejan d el 398 Majone Giandomenico (1992) [1978] “Los usos del análisis de políticas”. en Aguilar, Luis (comp) (1992) Antología de políticas públicas. México: M.A. Porrúa 399 Kingdon, John (2003) [1984] Agendas, Alternatives and Public Policies. Indiana: Addison-Wesley. 400 Supone que los equilibrios que dan estabilidad a ciertos temas de interés permanente en la gestión gubernamental, y que c uando l os t emas r elativos a e stos a suntos s on r e-posicionados c omo de bates públicos se pueden generar desajustes en los equilibrios anteriores y denotar procesos de cambios de los arreglos existentes. Baumgartner, Frank y Brian Jones (1993) Agendas and Instability in American Politics. Chicago: The University of Chicago Press. 401 Cobb y Elder, op cit; Sabatier, Paul (1999) “The Advocacy Coalition Framework: An Assessment.” en Theories of the Policy Process, Boulder: Westview Press. 402 Meyer, David y Douglas Imig (1993) “Political Opportunity and the Rise and Decline of Interest Groups S ectors”. The Social Science Journal v.30, n.3. J AI P ress; H ojnacki, M arie, e t a l ( 2012) “Studying Organizational Advocacy and Influence : Reexamining Interest Group Research”. Annual Review of Political Science n.15. APSA 403 Stone, D iane (1996) Capturing the Political Imagination: Think Tanks and the Policy Process. London: Frank Cass; Denham, Andrew (ed) (2004) Think Tank Traditions, Policy Research, and the Politics of Ideas. Manchester: Manchester University Press; Rich, Andrew (2004) Think Tanks, Public Policy and the Politics of Expertise. Cambridge: Cambridge University Press; Abelson, Donald (2009) Do Think Tanks Matter? Assessing the Impact of Public Policy Institutes. Montreal, McGill-Quenn’s University Press. 404 Dearing, J ames y E verett R ogers ( 1996) Agenda Setting. Thousand O aks: S age; M cCombs, Maxwell y Donald Shaw (1972) “The Agenda Setting Function of Mass Media”. The Public Opinion Quarterly v.36, n. 2. Oxford University Press; Kingdon, John (1984) Agendas, Alternatives and Public Policies, op cit.; M cCombs, M axwell ( 1993) “ The E volution of Agenda-Setting Re search: T wenty- Five Years in the Marketplace of Ideas”. Journal of Communication v. 43, n. 2. Wiley. 405 Hilgartner, Stephen ( 1986) “The R ise an d F all o f Social P roblems: A P ublic A renas M odel”. American Journal of Sociology v. 94, n.1. The University of Chicago Press. 406 Garson, David (1992) [1986] “De la ciencia de políticas al análisis de políticas: veinticinco años de progreso”. en Aguilar, Luis, op cit. 407 Pileke, R oger ( 2004) “ What F uture f or the P olicy S ciences?” Policy Sciences v. 3 7, n. 3 -4. Springer. 162 marginamiento de los estudios “interpretativos” de políticas públicas408. Y esto no es gratuito, la orientación hacia los problemas significaba buscar una forma de traducir valores p olíticos en g randes cam bios so ciales, en l a cap acidad d e g obernar p ara resolver temas que tocan a la humanidad409, no quedarse atrapados en el corto plazo. Estos seg undos co mo y a se ex plico an teriormente se d ividen so bre todo e ntre aquellos o rientados al análisis cu alitativo/sociológico y l os o cupados d e an álisis económicos/financieros. Una p osible t ercera d imensión se ría l a d iferencia en tre l os estudiosos d e y l os an alistas en , p ero est o r esultaría f útil y a q ue en r ealidad t odos hacen al menos un poco de ambas. Parafraseando a G abriel Almond podemos hacer la siguiente clasificación de las “mesas separadas” y de su estilo de trabajo dentro de las políticas públicas: Gráfica 4. Enfoques contemporáneos de los estudiosos de políticas públicas: A. Antisinópticos (enfoques estudios históricos, cualitativos, sociológicos) B. Políticas Públicas como disciplina específica C. Análisis en las políticas 1. Sinópticos (estudios económicos/ financieros/ cuantitativos (muy poco) (mucho) 2. Políticas Públicas desde el campo propio (energía, agrícola, salud, educación etc) (medio) (mucho) 3. Estudios de las políticas (mucho) (mucho) Fuente: elaboración propia La ex presión “sal ir d el p aso” s ignificaba evitar atarse a m odelos r acionalistas heroicos y s er honestos y pragmáticos f rente a l os problemas públ icos, no de jar de lado l a ét ica p olítica, d esvirtuado co n el lo a l as ci encias d e l as p olíticas al transmutarlas en an álisis d e p olíticas. Dice D e L eon q ue p ara al gunos l a –actual- corriente de las políticas públicas parece derivarse más bien de la economía y no de la ciencia política410, Sin embargo este giro no ha estado exento de críticas pues con el tiempo se ha criticado la incapacidad de la economía como paradigma guía, debido a que “la optimización y l a aceptación de los supuestos de l a microeconomía para explicar e l comportamiento hum ano e ran s implemente ba stante i nadecuadas pa ra abordar los asuntos de políticas”411.Todo ello sin contar que además siguen habiendo multiplicad d e escuelas d iferentes. Peter John relaciona est as sep araciones co n l os recursos teóricos de los que se alimentan, fundamentalmente el neo-institucionalismo 408 Gottweis, Herbert (2006) “Argumentative Policy Analysis”. en Peters, Guy, op. cit. 409 Turnbull, Nick (2008) “Harold Lasswell´s Problem Orientation for the Policy Sciences” op. cit. 410 De Leon, Peter (1996) “Una revisión del proceso de las políticas: de Lasswell a Sabatier”. Gestión y Politica Pública v.6, n.1. México: CIDE. p. 93. 411 Ibid., p. 94 163 y e l m odelo e conomicista, y afirma que j unto a s us logros, a mbos pr esentan problemas, e l pr imero pa ra i dentificar l as p artes d inámicas y mecanismos cau sales específicos, y el seg undo p ara ac larar la f ormación d e p referencias y l os f actores reales del proceso de toma de decisiones412. Sin embargo pese a este tipo de problemas, y a que la tarea de mejorar el alcance analítico d e l os m odelos t eóricos en p olíticas públicas es una t area i nacabada q ue necesita explorar m ás su s p osibilidades d e incorporación d e v arios r eferentes centrales en ciencia política y ciencias sociales como el institucionalismo, la teoría de la elección r acional, l a t eoría d e r edes o l a más r eciente p ropuesta d e v isión evolucionista413, e l modelo ge neral d e pol íticas públicas s e ha c onsolidado por cumplir el propósito de la inter-disciplina414 que se plantearon sus fundadores, por ser capaz de demostrar -hasta cierto punto- su utilidad para el análisis de los problemas concretos, s obre l a b ase d e su r ealismo r especto a l a n aturaleza co ntenciosa e incremental de las políticas que llevo al desarrollo de la noción de agenda, misma que a su v ez d a p aso a l m odelo d e ci clo d e p olíticas. y d e est a m anera h a l ogrado mayores alcances respecto a la explicación de los mecanismos causales dentro de los procesos d e pol íticas públ icas y de sarrollar un pr ograma de i nvestigación consistente415. La d ualidad d el co nocimiento de l as pol íticas y e n l as p olítica, junto c on l a orientación hacia los problemas integrando una base contextual de los mismo, -y no solo an álisis seg mentados eco nómicos, o d e maximización- y a l a visión de los problemas como ligados a los grandes temas trascendentales de la vida del hombre en sociedad f ueron s egún De L eon l os pr incipios que pe rmitieron que e l pe rviviera y luego se co nsolidara el modelo d e ci clo d e p olíticas, e sbozado d esde el i nicio p or Lasswell416. Para este autor con todo y sus defectos el modelo del ciclo de políticas ha s ido uno de los f actores f undamentales, q ue pe rmitió que las políticas púb licas pudieran p asar d e l a academia a su ap licación en la política real, y au nque naturalmente se sabe q ue el o rden d e es tas f ases n o es e stricto, ni l ineal, ha sido favorable para la integración multidisciplinaria, por ejemplo dando lugar a que haya especialistas en cada fase, por ejemplo economistas en la etapa de estimación417. 3.2 CICLO DE LA POLÍTICAS Y EL MODELO DE LAS COALICIONES PROMOTORAS 412 John, Peter (2003) op. cit. 413 John, P eter (2003) “I s T here L ife A fter P olicy S treams, A dvocacy C oalitions an d P unctuations: Using E volutionary T heory to E xplain Policy Ch ange?” The Policy Studies Journal v.31, n. 4. Blackwell Publising. Cfr. Deleon y Weible (2010) op. cit. 414 De Leon, Peter (1993) “Tendencias de la investigación en las ciencias de las políticas: evolución y factores determinantes”. Foro Internacional v. 33, n.1. México: COLMEX 415 Ibid., p. 490. 416 De Leon, Peter (1996) op. cit., p. 97 417 Ibidem. 164 Influenciadas por los estudios sobre el proceso de toma de decisiones el ciclo de la administración, y l a “i nvestigación de o peraciones”418 tan e n boga e n s u momento Lasswell concibió lo que después sería conocido como ciclo de las políticas como un mero “mapa c onceptual” i ntegrado por l os s iguientes e lementos: I nteligencia, promoción, pr escripción, i nvocación, a plicación, t erminación, y e valuación419. Propuesta que obviamente fue modificada con el tiempo por varios autores otros más, aunque todos mantienen consistencia, especialmente en lo que respecta a la lógica de las fases del proceso de la acción gubernamental Grafica 5. Proceso de decisión de a autoridad según Lasswell420: Fuente: Modificado de Lasswell (1970)421 Como puede verse, l a sub-etapa de “decisión” corresponda al proceso de la agenda propiamente dicha, es en la que se habían concentrado los modelos básicos del ciclo de políticas, no se l a había dado el énfasis adecuado a los otros momentos hasta que se desarrollaron las nociones de AFC y de equilibrios puntuales, es algo que también ya se había denunciado desde los estudios sobre la relación entre políticas públicas y movimientos sociales. Sin embargo el esquema sirve como una mirada de cerca, un close up qu e permite ordenar de mejor manera e l análisis –siempre y c uando no s e caiga en l a d escontextualización. A co ntinuación p resento l os esquemas d e t res autores centrales del modelo de ciclo de políticas: a) Para Peter De Leon –junto con Brewer- debe incluir: a) Iniciación, b) Estimación, c) Selección, d) Implementación, e) Evaluación, f) Terminación422. b) Para Kingdon consta de solo 4 pasos: a) Conformación de la agenda, b) Especificación de alternativas, d) Decisión de la autoridad de entre las alternativas y promulgación de la misma, 418 Lindblom, op cit., Cfr. Kingdon, op cit. 419 De Leon (1996) op. cit., p.6. 420 Lasswell, Harold (1970) “The Emerging Conception of the Policy Sciences”, op. cit., p. 8 421 Ibidem. 422 Ibidem. Pre-arena Arena Post-arena Eventos precipitantes Eventos preparatorios Pre-decisión -Particpantes -Consignas Decisión Fases: -inteligencia -promoción etc. Oficial No oficial 165 e) Implementación423 c) Finalmentre Birkland ve 6 etapas: a) Issue emergence b) Agenda Setting c) Alternative selection d) Enactment e) Implementation f) Evaluation424 Hay u na co incidencia e n t res asp ectos c lave d el p roceso, el p rimero –que pue de subdividirse cuanto sea necesario- incluye: A) Cuando dentro de la agenda pública es promovido un t ema que s e c onsidera una situación pr oblemática, que s e c onsidera que debe ser atendido por el gobierno o con la participación de éste, se logra que éste cobre r elevancia, y es a si tuación p roblemática p asa a definirse co mo p roblema público, e n e l momento c rucial en e l c ual e l gobi erno r econoce e l pr oblema explícitamente o tácitamente al intervenir en el debate público, B) Cuando el gobierno legitima el problema como parte de la agenda al tiempo que l o d efine, y est ablece –internamente y /o públicamente- sus cu rso d e acci ón, (decide u na r epuesta o b ien d iferir l a ac ción o l a i nacción) l a cu al san ciona oficialmente –por e jemplo a t ravés de una ley, o de la formulación de un proyecto. Todo esto reconociendo –y permitiendo de alguna forma la participación de actores en el debate oficial; y C) L a e tapa donde e stán de m anera i mbricada l a labor de i mplementación y evaluación que ahora es claro, son actividades básicamente simultáneas. Como puede verse la parte más compleja de subdividir es la etapa intermedia, pues es donde más profundamente i mbricadas e stán l as a cciones t anto de l go bierno c omo de l os ot ros actores d esplegando s us est rategias r especto a ést e. D e al lí q ue parezca m ás conveniente p or u n la do u tilizar s eis m omentos p rincipales c omo ilu stra B irkland, pero dar prioridad al análisis tomando como referencia la evolución de la respuesta de los a ctores gubernamentales c omo l a c oncibe Kingdon, s obre e sto a bundaré m ás adelante. Por ot ro l ado, y no obs tante s u amplia a ceptación P eter D e L eon y S abatier coinciden en el sentido de que el modelo necesita de mayor trabajo teórico respecto a la investigación de procesos causales y de bases para prueba de hipótesis empíricas, pues el modelo d e ci clo d e p olíticas v isto d e manera asi lada l leva a imprecisiones descriptivas y descuida su ligazón con el proceso gubernamental más amplio425. Pero advierte q ue el er ror es p ara em pezar u na mala i nterpretación d e l os a lcances analíticos d e l a n oción de c iclo de pol íticas, ya que é ste no e s un modelo, que corresponda di rectamente a l a r ealidad s ino un di spositivo he urística que a yuda a desagregar las transacciones y eventos del proceso político-gubernamental. Por cierto, 423 op. cit., p. 27 424 Birkland, Thomas (2001) An Introduction to the Policy Process. New York: M.E. Sharpe. 425 De Leon (1996) op. cit., p.10 166 es interesante notar en de De Leon el sustrato politológico funcionalista del modelo; las fases son atributos de la acción, -algo similar a los roles sociales-, y siguiendo la visión parsoniana éstas están definidas por el sentido de la acción dentro del sistema, los fines de la acción, y la posición del sujeto que la realiza. Para éste autor la “metáfora” más adecuada con el ciclo de las políticas públicas no es la de un modelo, sino la de un análisis sistémico holístico, como la actividad de un médico, que no obs tante que pue de a nalizar por separado cada sí ntoma y en su caso cada órgano del paciente nunca deja de tener claro la imagen general como fin y no considera cada asunto como sustantivo por si mismo. Y agrega como parte de su defensa de las etapas de la política pública que a pesar de sus quejas, Sabatier usa y ha consolidado este esquema a través de su teoría “advocacy coalition framework” el cual a demás ha r espondido a un pr oblema metodológico p endiente e n l as pol íticas públicas que era la dificultad de analizar de manera coherente tanto a los elementos estáticos y d inámicos del p roceso, y señ ala q ue en ese sen tido l a p ropuesta d e Sabatier co incide con l a d e B aumgartner y J ones q uienes acl aran l os m omentos cruciales en el cambio d e l as p olíticas a t ravés d e su t eoría d e los equilibrios puntuales que sostiene que es la ruptura de monopolios que controlan las agendas, el componente f undamental que da p aso a l pr oceso de a genda-setting, e s decir ést e último es en realidad el ajuste de un arreglo precedente. Idea que confirma lo acertado que ha sido el énfasis en la etapa de la emergencia de la agenda y la definición del problema. Si bien la ruptura de equilibrios puntuales es lo que sucede cuando se abre una agenda, e l cómo s e c onfigura l a a genda e s l a p reocupación de l modelo de ACF426, que d elimita l os su bsistemas427 específicos en l os q ue se inscriben l as p olíticas Sabatier hace una clasificación esquemática de los actores, los alcances y limitaciones de s us a cciones, e incluye l os aspectos coyunturales que detonan y c ondicionan el proceso: a) C oaliciones de abogacía [ partes]: s e c omponen por i ndividuos y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, que: a.1) comparten preferir una al ternativa de política [obviamente pueden tener d iferentes razones para el lo] y a.2 buscan realizar acciones en el marco de las reglas establecidas para obtener sus fines a l o largo d el tiempo. b ) I ntermediarios d e p olíticas: S e t rata de act ores q ue cumplen la función [su status institucional puede ser variado] de mediar el conflicto entre las coaliciones y que pueden estar más interesados en la estabilidad del sistema que en l as p olíticas [ esta v aguedad h ace p ensar q ue p ueden ser partes d e l as coaliciones moderadas que p ermiten l a interlocución y en su ca so f acilitan cr ear acuerdos, y/o también se trata de actores que forman parte de las autoridades o de los tomadores de de cisiones que i gualmente p rocuran ne gociaciones y tratan de e vitar conflictos mayores. c) Eventos que alteran los parámetros de estabilidad del sistema: 426 Sabatier, Paul (1991) “Toward Better Theories of the Policy Process” op. cit. 427 EL co ncepto o riginalmente f ue formulado de l a s iguiente m anera: “p olicy s ubsystems ar e semiautonomous de cision-making networks of p olicy participants that f ocus on a particular pol icy issue, us ually wi thin a ge ographic bo undary”. S abatier, Paul ( 1987) “ Knowledge, P olicy-Oriented Learning and Policy C hange: An Advocacy C oalition F ramework”. Knowledge, Creation, Diffusion and Utilization. v. 8, n. 4. p. 649. 167 [podríamos decir: l os “ equilibrios puntuales p revios”] e stos e ventos que pue den provenir d esde m uchos l ugares c omo e l c ambio de l os arreglos i nstitucionales, cambios en los actores dominantes, eventos coyunturales o i mpactos resultantes de otras p olíticas p úblicas [Aquí S abatier conjunta t anto l os e ventos que de tonan l a política co mo t ambién aq uellos q ue p ermiten l a p articipación d e l os act ores d e l as coaliciones]. d) Parámetros de la política relativamente estables: se trata básicamente del c ontexto más a mplio c omo las a ctitudes básicas d el p roblema, el m arco constitucional, y la estructura social y de valores. [está entonces conceptualizando lo que por definición no p uede c uestionar la política, factores que en los movimientos sociales se llaman el consenso que incluye los espacios de cuestionamiento social y el repertorio de acción tolerados formal o i nformalmente, pero en todo caso de manera efectiva]. La gráfica (5) que representa al modelo es la siguiente428: Años de spués y ba jo l a r evisión de una s erie de estudios e mpíricos q ue deliberadamente aplicaron el A CF, S abatier r efina al gunas d e l as h ipótesis d el modelo, y c onfirma 6 p rincipios que afirma conforman el núcleo de su programa de investigación, los cuales pueden resumirse de la siguiente forma: 1. Enfocarse en el subsistema que conforma la política como objeto de estudio; 2 U tilizar u n modelo d e ra cionalidad lim itada p ara e ntender lo s p rocesos d e toma de decisiones de los sujetos; 428 Weible, Chistopher e t a l. (2011) “A Quarter Century of the Advocacy Coalition Framework: An Introduction to the Special Issue”. Policy Studies Journal v. 39, n.3. Wiley. p. 352. 168 3 Considerar una visión dinámica del proceso de política donde es importante el aprendizaje y l os p rocesos d e r etroalimentación d e l a p olítica [ ¿recupera el incrementalismo de Linblom?]; 4 E l c oncepto de A C s upone l a i ntegración de f rentes e n contienda d efinidos sobretodo p or s u pos ición r especto a l a pol ítica, y no por m embretes institucionales formales; 5 Unificar el análisis de las creencias y valores con la preferencias de políticas [lo cual reconoce los complejos procesos de disputa política que suponen las definiciones c onceptuales y de v erdad que subyacen a l as pr opuestas concretas de alternativas de políticas]; y 6 R econocer el car ácter f lexible y f actual d e l a co ntienda p olítica, d onde l os actores realizan cualquier acción necesaria dentro o fuera de las instituciones políticas con el fin de conseguir sus fines429. Como podría esperarse, la crudeza de la contienda política tuvo que ser reconocida en el modelo de ACF dada la evidencia empírica que se ha recopilado con el tiempo, lo cual ha dejado ci erta d istancia r especto a l os modelos políticos i dealizados p ropios del pl uralismo de mocrático clásico. Y t ambién s e ha g uardado a l modelo de la contaminación d e v isiones eco nomicistas d el p roceso p olítico. S i b ien se su ponen momentos de calculo racional, para los autores centrales de la corriente la evidencia ha m ostrado que e l c entro d e l a contiendo y l as claves de e xplicación de l os mecanismos causales en la misma se encuentran en otro lado, fundamentalmente en el proceso político mismo. Naturalmente estos modelos no se mantienen inalterados, por ejemplo recientemente Weible ha desarrollado una clasificación de tres tipos ideales que se dan en los subsistemas de políticas A) Unitarios, B) Colaborativos y C) Adversariales, esto a partir de la configuración de cinco variables principales: 1. Coaliciones (única / cooperativa / contendiente), 2. Imaginarios de la política (único / versiones que se reconcilian/debatidos) 3, G rado de c entralización de l a a utoridad de cisoria ( centralizada y autarquica/descentralizada y co n acceso d e l as co aliciones a l a autoridad/descentralizada y f ragmentada internamente y l as co aliciones compiten por el acceso a la autoridad), 4. Espacio o locación (venue) (la coalición dominante influencia la decisión en pocos esp acios) las co aliciones u san v arios lugares p ara i nfluenciar a l os decidores, especialmente instituciones diseñadas para procurar consensos / las coaliciones buscan cualquier espacio y forma para influenciar a los decidores, 5. Diseño de la política -nivel de contenido autoritativo- (las políticas benefician exclusivamente a la c oalición/las p olíticas dan b eneficios a todas l as coaliciones y son flexibles en sus medios/las políticas suponen que uno ga na todo y son coercitivas y prescriptitas en sus medios. 429 Sabatier, Paul y Hank Jenkins-Smith (1999) “The Advocacy Coalition Framework: An Assesment” en Theories of the Policy Process. Boulder: Westview Press. 169 Más al lá de sus propias características definitorias el autor no desarrolla un análisis más sistemático de las implicaciones sustantivas de los tipos ideales para el análisis de la dinámica de los procesos de políticas, se entiende que esa es una agenda que se encuentra en desarrollo. Lo i mportante es q ue p areciera q ue después d e ciertas especializaciones ú tiles heurísticamente por un lado cuando se baja de los modelos al estudio de la mecánica de las actividad política y en políticas públicas necesariamente los autores regresan a las categorías de análisis primigenias de la ciencia política como las dinámicas de la persuasión i nfluencia y co erción, la acci ón co lectiva y l os d eterminantes d e l a conducta po lítica430. Y c uando s e s ube, pa sando de l os su bsistemas d e p olíticas a dinámicas m ás g enerales o configuraciones políticas i nstitucionales, t ambién se regresa a l os objetos básicos de la ciencia política, un ejemplo interesante es el caso del es tudio de l os llamados “r egímenes d e p olíticas” q ue suponen i nterés p or l a manera en l a q ue se vinculan m uchos p rocesos d e p olíticas, d onde el an álisis obviamente t erminó r egresando a l a nálisis de l as i nstituciones y l os pr ocesos d e gobierno431. Desde u na l ectura m enos f ormal W eible, H eikkila, d eLeon y S abatier recientemente e laboraron un c urioso a rtículo432 en e l que de sarrollan t res gr andes estrategias para participar e influenciar l as políticas públicas. E l t rabajo, a p esar de evitar mayores teorízaciones y usar un lenguaje accesible es de interés primero por la conjunción de los autores, pilares de al menos una escuela importante de las políticas públicas en Estados Unidos, y también desarrolladores en lo particular del modelo de ACF. Y en segundo lugar porque sus sugerencias son flexibles y con una orientación hacia a ctores que no forman pa rte de l gobi erno, y que no pe rsiguen i ntereses particulares, es d ecir n o e stán pe nsando e n lobbies o gr upos de i nterés, s ino e n promotores de opciones de políticas por convicciones normativas personales. En ese sentido son compatibles con la mecánica de la participación de expertos. Los autores advierten por supuesto que lo primero que uno debe tener en cuenta son l os obj etivos de la pa rticipación, ya que s i b ien s e s upone qu e é sta bus ca influenciar l as pol íticas esto no e s un a sunto excluyente de otros propósitos. Como decía s e t rata d e es trategias g lobales p or l o q ue ex plícitamente ad vierte q ue h ay muchos aspectos de estrategia importantes que deben tenerse en cuenta aunque ellos no los desarrollen aquí como: a) Manejo de los recursos financieros, b) Cómo hacer lobby a autoridades, c) Técnicas de negociación y persuasión, y d) Asuntos de comunicación, mercadotecnia, publicidad o propaganda 430 No s e s igue la l ínea que h a c ontinuado l a i nvestigación de pa rticipación p olítica por que s e ha preferido a quellas ve rtientes que de l a han pr ueba e n e l marco de p rocesos políticos c oncretos, l as políticas públicas y los MS, en ambos casos además con una importante persistencia de las premisas teóricas y metodológicas del conductismo. 431 Pump, Barry (2011) “Beyond Methapores: New Research on Agendas in the Policy Process” Policy Studies Journal v. 39, n. S1. Wiley. p. 5. 432 Weible, C ristopher e t a l. ( 2012) “ Understanding a nd Influencing t he P olicy P rocess”. Policy Sciences v. 45, n. 1. Springer. 170 e) Movilización general de públicos f) Apoyarse en practicantes experimentados g) Adecuado manejo de identidades y símbolos h) Métodos de argumentación i) Manejo de información j) Selección de redes, contactos o vínculaciones En s egundo l ugar a dvierte que l os participantes c omo s ujetos c uentan c on c iertas características q ue d eben t enerse en cu anta cu ando se elaboran l as e strategias d e actuación: a) Son orientados a metas b) Tienen capacidades cognitivas –y de calculo limitadas c) Dependen de la heurística y la simplificación para enfrentar problemas d) Son afectados por emociones En tercer lugar enlistan una serie de factores clave para el cambio en las políticas que deben tener en cuenta para aprovecharlos: a) Eventos, internos o externos, b) A prendizajes, y a sea d e l os p articipantes d el su bsistema o d e p articipantes externos c) El éxito de procesos de negociación o consenso Y finalmente sugieren sus tres grandes estrategias: 1. Desarrollo de conocimiento a) Consciencia del propio sistema de creencias b) Conocimiento analítico c) Conocimiento local y contextual d) C onocimiento d e o tros su bsistemas r elacionados y d el m acro si stema político 2. C onstrucción de r edes –destaca q ue est as favorecen el i ntercambio d e recursos- 3. Participación por largos periodos de t iempo: esto ayuda al conocimiento del subsistema, genera expertise, permite estar influenciando a lo largo de todo el proceso de la política, permite detectar las “ventanas de oportunidad” que se llegasen a dar, y el cambio en las ideas-aprendizaje y la transmisión del conocimiento solo se da en el largo plazo. Sin embargo más al lá de las grandes correcciones al modelo heurístico del ciclo de políticas, o los t rabajos en l os que se pone a p rueba e l modelo de AFC lo que nos interesa ah ora e s d estacar f undamental d el m odelo d el su bsistema d e p olíticas es claramente co ngruente con l a l iteratura so bre movimientos so ciales, precisamente porque pr oviene de a llí. S abatier mismo r ealizó su t esis doc toral estudiando e l impacto de un movimiento social en un pr oceso de política pública y hay que decir los textos donde presenta su modelo de ACF parecen evitar explicitar esas premisas teóricas al grado que se no se citan autores clave como Tilly o E. E. Schattschneider. La pr opuesta de A CF no e s una construcción gr ounded t heory, s ino que de riva directamente de una visión espacial y contenciosa del proceso político y además esa interpretación de l p roceso de c ontienda a lrededor de la toma de de cisiones e sta también r elacionada co n l a v ieja tradición d e l os est udios so bre p oder en l as 171 comunidades [community power] q ue de he cho va e n c ontrasentido d el pl uralismo democrático de Dahl. Si b ien n aturalmente er a d ifícil es perar u na lectura ab ierta en e se s entido, a l menos S abatier p odía haber hecho más ex plícito el p roceso d e co nstrucción d e su s premisas, ya que el estudio del impacto de los movimientos sociales en las políticas públicas es una agenda de t rabajo que ha seguido vigente e innecesariamente se ha mantenido r elativamente p aralela a los d esarrollos so bre p rocesos d e p olíticas. S on pocos los trabajos que abordan la relación entre estos dos campos temáticos, en esos casos el as pecto co mún h a si do q ue se t rata de est udios d e caso y d e p rocesos altamente polémicos, donde los actores contendientes, sobre todo desde los grupos de presión hacen una “movilización de recursos” como han teorizado Tilly y Tarrow y como también se ve en los trabajos de Cobb y Elder. Los estudios casi etnográficos que ha ce Kingdon t ambién reconocen e sa vi sión c ontenciosa de l os procesos de políticas pú blicas, no s olo c omo c onjeturas teóricas s ino como i deas que ha n sido probadas por una gran número de estudios de caso. El p roceso contencioso es p or su s car acterísticas m ás p roclive a l us o de una estrategia de análisis h istórico o histórico-comparativo, aunque los casos que hayan estudiado no necesariamente sean de fechas muy d istantes, y en lo que toca a la el estudio d e procesos q ue se d an en l os m omentos d e f ormación d e l as agendas d e políticas; la noción que Kingdon llama “ventanas de oportunidad” y los “eventos” de los s ubsistemas e n e l modelo A CF, c oinciden c on l a noc ión de de “estructura de oportunidades” en movimientos sociales, esto es clave para el presente trabajo pues permite an alizar d e m anera m ás es pecifica l a participación d e l os ex pertos co mo actores independientes que se suman a la disputa en torno a la agenda de una política determinada. Kingdon la define ventana de oportunidad de la s iguiente manera: “The pol icy window is an opportunity for advocates of proposals to push their pet solutions or to push a ttention t o their s patial pr oblems”433. K ingdon l iteralmente a firma “ Paul Sabatier’s advocacy co alition f ramework i s a partly at tempt t o se e t hose st reams, particularly the policy and the political st reams as m ore closely related than I have portrayed them here”434. A su vez recientemente claramente afirman Goodin Moran y Rein “Social movements are advocacy coalitions writ large. They bring p ressure to bear w here pol itically it m atters [ …] o n e lected o fficials”435. Los t extos ci tados también c oinciden e n q ue no s e de be s er r ígidos e n e l us o de una p remisa t eórica particular si no q ue a p artir d e l a investigación so ciológica e h istórica se d eben descifran las estrategias y sentidos de la acción de los sujetos y vincular esto con la construcción del proceso social más amplio. Puede entonces concluirse que existe una misma lógica común a tres tradiciones de i nvestigación s ocial que ha n pe rmanecido s egmentadas t an s olo por r azón de l a magnitud d e l os e ventos que e studian y no p orque e xistan di ferencias c ualitativas 433 Kingdon, op. cit., p. 165. 434 Ibid., p. 228 435 Goodin, Robert, et al (2006) “The public and its policies”, en Oxford Handbook of Public Policy. OUP. p.24. 172 sustanciales entre sus objetos de estudio, o porque se requieran de esquemas teóricos radicalmente diferentes para abordarlos; por un lado los grandes procesos nacionales o internacionales y el estudio de las revoluciones han sido encasillados con el trabajo histórico, o con la sociología política histórica, por el otro aquellos procesos sociales de escalas nacionales y de profundidad intermedia representaría a l os estudios sobre movimientos sociales, y finalmente aquellos procesos relativos a coyunturas sociales y políticas relativamente más limitadas en alcance y temporalidad, corresponderían a las agendas de políticas públicas. La separación no es t eórica sino de intereses particulares, así para Tilly y para Tarrow el enfrentamiento en tre b andos co ntenientes p arece el e je o rdenador d el análisis en el caso de los movimientos sociales, y en l a l iteratura so bre p olíticas públicas donde e n c ontraste encontramos mayor c entralidad de l gobi erno, mientras Cobb y E lder, Kingdon, y B aumgartner & Jones se interesan más por las estrategias de l os ac tores p ara i nfluenciar en l os su jetos q ue d eterminarán l a p osición gubernamental, y en los factores que llevan a los políticos a la toma de decisiones436. Si b ien p uede ar gumentarse q ue a d iferencia de l as p olíticas p úblicas en el estudio de l os movimientos s ociales pue de ve rse un e nfoque de s ociología pol ítica más diferenciado de la ciencia política por su enfasis en la noción de est ructura, o instituciones, e n l a p rocesión de eventos, y e n el us o de u n ba gaje pr oveniente d e autores que tienen grandes visiones del mundo social y que -tácitamente- rechazan el individualismo metodológico, no obstante esa lectura solo es parcialmente cierta pues el e studio de l os movimientos s ociales r ápidamente t uvo que t omar una pos ición mixta donde s e a ceptan a mbas c ondiciones ont ológicas como e xistentes simultáneamente y ambas como capaces de ser clave en l as explicaciones causales. Tampoco es se puede negar la utilidad parcial de otros enfoques como la teoría de la elección r acional, s obre t odo c uando s e c uenta con i nformación s uficiente s obre e l calculo pot encial qu e p ueden ha cer l os a ctores y l as lógicas o va lores que pue den sustentar s us p riorizaciones, o l a i mportancia –aun por e xplotarse- del interaccionismo simbólico, e nfoque que t iene gran profundidad analítica respecto a los procesos de construcción de los determinantes subjetivos de la acción individual que a su vez son fundamento de los procesos sociales. De igual manera los estudios basados en el an álisis d e r edes so n u n co mponente q ue u ne l a ex plicación d e l os procesos sociales con un nivel de análisis que sin duda será fundamento de las nuevas ciencias sociales que habrá en las décadas futuras. En este trabajo sin embargo el caso lleva a la elección de dimensiones de análisis de profundidad intermedia, que resultan de mayor utilidad y que son coherentes entre si entre las ACF y los movimientos sociales. Espistemológicamente, se h a visto una cercanía q ue so rprende y q ue h ace acu sar la d ivisión entre sociología y ciencia política en lo que respecta al estudio de la política como una división que empobrece. 436 Llegados aquí vale la pena aclarar que se considera al caso de la reforma electoral en Canadá como ubicado en una escala intermedia que esta entre las políticas públicas y los movimientos sociales, ya que por una parte s i b ien la intensidad de la p resión social fue r elativamente moderada en cuanto a intensidad y limitada en cuanto a extensión, el proceso de formación de agenda sobrevivió al fracaso de l a c oyuntura y por l o t anto s e ha c onsolidado c omo una a genda de m ayor a lcance, e i ncluso recientemente ha vuelto a ser relanzada en torno a la erección del gobierno de Justin Trudeau. 173 Que la literatura sea bastante parroquial en torno a la realidad estadounidense tiene la ventaja d e h acer evidentes esos p aralelismos. T res a spectos clave p ueden mencionarse de inmediato: Primero: l a sep aración en tre an álisis “d e” y “en”, so bre el cu al es ta t esis naturalmente comparte se posiciona como estudio “de”. Esto no e s un a sunto menor pues de si entendemos a l a empresa científica de manera general vemos en ello una debilidad importante de la tradición disciplinar de las ciencias sociales que aún hoy en d ía tiende en su m ayoría a ev itar l a i nvestigación ap licada, o so bre l a b ase de análisis de naturaleza sincrónica y con miras a participar en estos. En segundo lugar la visión linear y la periodización por etapas, es un r eferente de f ondo, a unque c omo m uestra e l m odelo A CF e sto y a no s e ha ce de m anera inconsciente o acritica, como se h a expuesto arriba tanto la literatura sobre políticas públicas como sobre movimientos sociales han sido enfáticas en la utilidad expositiva de esta lectura. Asimismo, la dimensión temporal suele entenderse en tres niveles: a) Asociada a la l ejanía y l arga d uración, b) M omentos de magnitud mediana y c ) Eventos o p rocesos cambios muy acel erados. G eneralmente est o d e m anera concéntrica respecto al fenómeno de estudio. En t ercer l ugar p ara estudios d onde el f enómeno n o t iene b ases d e d atos sistematizados d isponibles y analizables m atemáticamente, l a i nvestigación social necesariamente necesita trabajar sobre un desglose de las dimensiones de análisis más pertinentes ya sea apuntadas ya por la literatura previa o que son sugeridas a partir del paulatino proceso de análisis. En l os est udios so cio-politológicos y e n la s p olíticas p úblicas (A CF) y d e lo s movimientos so ciales, l as d imensiones coinciden en d istinguir en tre aspectos contextuales o externos y aspectos internos o focales del proceso, entre aspectos más o menos fijos o estables, y aspectos dinámicos o cambiantes, y entre las acciones de los su jetos cen trales. P or l o q ue r especta a l as act uaciones d e su jetos cl ave en el proceso político, se estudian las acciones y lo que lleva a las acciones, es decir niveles de e xplicación c ausal, que i ncluso pueden e xtenderse ha cia a trás, por e jemplo l os determinantes de las actitudes que a su vez son elementos sobre los cuales se llevan a cabo los cálculos y proceso de toma de decisiones, o bien extenderse hacia delante, por ejemplo entender un conjunto de acciones de un grupo determinado como centro de l a ex plicación causal d e u n f enómeno so cial m ás g rande. D e m anera contra intuitiva parece que la lejanía entre el fenómeno causal y los efectos que son el interés central de l a i nvestigación parecen ser mayores en los es tudios que u tilizan lógicas más si mples co mo es el an álisis cu antitativo y el r acional choice m ientras q ue l os estudios hi stóricos o de caso pa recen s iempre e star e n un n ivel intermedio e ntre la escala d e l os p roblemas y l as ex piaciones c ausales. P or su puesto es to es v ariado y existen versiones mixtas -que aun tienen pendiente hacer una mayor labor de análisis epistemológico- como los enfoques neoinstitucionalismo-rational choice, o la llamada historia analítica. En el caso de ésta investigación el análisis se aborda a escala intermedia a partir de l os a ctores cen trales d el p roceso p olítico, y r etomando el m odelo d e A CF complementado c on va rias di mensiones de a nálisis pe rtinentes tomadas de l os estudios clásicos sobre movimientos sociales y grupos de presión en la formación de 174 agendas de políticas, esto se explica con mayor detalle al final del capítulo, pero antes se an alizan t ambién e n el siguiente ap artado v arias d imensiones d e an álisis especificas respecto a la participación de científicos en procesos de políticas públicas. 3.3 POLÍTICAS PÚBLICAS Y MOVIMIENTOS SOCIALES Las p reguntas d e i nvestigación d el p resente t rabajo b uscan r etomar t anto las inquietudes clásicas d e la l iteratura so bre ci entíficos y p olíticas p úblicas co mo l as nuevas lecturas que ofrecen los modelos ACF y CE, en los cuales puede examinarse al científico al actor político en el marco de procesos de políticas públicas y en ese sentido se refuerza el interés para la ciencia política del este objeto de estudio, ya que además el momento actual coincide con una mayor presencia pública de la disciplina que si multáneamente si gnifica p oner a p rueba su s cap acidades. P or l o t anto se requiere u na o bservación y r egistro m ás cer cano d e l as características d e d icho proceso de participación de los politólogos, de allí la pertinencia de complementar la imagen que s e bus ca c onstruir de l pr oceso; retomando una s erie de c ategorías de análisis d e la literatura so bre m ovimientos so ciales en g eneral y p articularmente articulando en procesos de construcción de agendas de políticas. En pr imer lugar c ontrastando y e nriqueciendo l os l istados de f ormas de participación p olítica p ropuestas d esde l a l iteratura so bre A CF, CE, y ci entíficos y políticas públicas, con dos conceptualizaciónes que se h an considerado clave para el estudio de las movilizaciones políticas, la estructura de oportunidades políticas que supone las coyunturas –ya se cr íticas o de cambio social, histórico o institucional- y por e l ot ro l a noc ión de movilización de r ecursos pol íticos, que i ncluye de manera especial el análisis d el repertorio d e p articipación p olítica y est rategias d e acción individual y coordinación colectiva. Y en segundo lugar por ser el presente un estudio de caso basado en el examen detallado de información abundante para proponer conjeturas que incluyan postulados sobre mecanismos causales con base en una l ógica de control h istórica e h istórico- comparativa, l a teoría de l p roceso pol ítico desarrollada de sde los movimientos sociales en general y la l iteratura especializada q ue d esde l a ci encia p olítica h a refinado l as est rategias d e an álisis p rocess t racing y path dependence particulares, será utilizadas para robustecer el esquema analítico que suponen los modelos ACF y CE. El objetivo es q ue sin forzar la información disponible esta puede ser analizada sistemáticamente hi lando un a rgumento explicativo, un análisis histórico-político en esencia, q ue h a t enido r ecientemente u n r enacimiento y r e-legitimación437 como método formal de ntro d e l a ci encia p olítica, p ara señ alar v ariables cl ave y d e construir conjeturas sólidas sobre los mecanismos causales de los procesos políticos Cuando el conductismo clásico en ciencia política se co nsolido alrededor de la segunda gu erra m undial, c asi de i nmediato co menzaron a em ergen l as “m esas 437 Brady, H enry y D avid C ollier ( 2004) (ed) Rethinking Social Inquiry: DiverseTools, Shared Standards. Lanham, M D: Rowman and L ittlefield; Sotomayor Arturo (2008) “Los m étodos cualitativos e n c iencia p olítica: avances, a gendas y r etos”. Política y Gobierno v. 15 , n. 1. Mé xico: CIDE. 175 separadas” que di vidieron a la d isciplina. P or un l ado e l c onductismo, di gamos ortodoxo t endió a una vi sión c onservadora de l a de mocracia y s e i nteresó por l a participación pol ítica “convencional” que l e l levo a dos c aminos, e l de bate teórico sobre democracia, representación y sistema político: Dahl, Easton etc, y por el otro a los estudios empíricos directa o indirectamente relacionados con las votaciones, aquí vemos o bi en a l os e studios que s iguen l a escuela de L azardsfeldt, d e s ociología electoral que serán antecedentes de la vertiente más psicologísta de la ciencia política que ha refinado su t rabajo hasta l legar a l os es tudios de la calidad de Richard Lau, David O’Sears, Donal Stokes y R ussell Dalton, o bien a los conductistas “clásicos” que d esde construcciones m ultidisciplinarias i nvestigaron las est ructuras so ciales determinantes d e l a co nducta p olítica, i niciando co n L asswell y su s estudios so bre persuasión y c omunicación pol ítica, pa sando por e studios sobre l iderazgo, pa sando por l os e studios s obre personalidad, a ctitudes políticas y liderazgo; y de spués la aplicación d e l a p olítica co mparada a cat egorías co mo l a “cu ltura p olítica”, a los estudios so bre “p olítica en las comunidades”; so bre “desarrollo p olítico”; y tardíamente se d esarrollo u na agenda d e est udios “e tnográficos so bre p olíticos, especialmente legisladores. Todo e llo paralelamente c on una –aparentemente d eclinante corriente d e estudios sobre pa rticipación pol ítica “no c onvencional”. Q ue i nicia c on Lasswell y Lazardsfeld, p asa p or L ane y M ilibrath, y l lega h asta es tudios co n las visiones d e Alan Z uckermann y Verba e t a l. Naturalmente podr ían mencionarse muchos más temas-escuelas dentro de la disciplina pero considero que las citadas fueron las más destacadas. Es en est e momento j usto an tes d e q ue l a t eoría d e l a el ección r acional y l os modelos e conomicistas s e vol vieran he gemónicos que s urgen d os c orrientes alternativas clave para el estudio de la política que sobrevivirían a dicho “sorpasso” cuantitativista. En primer lugar está la influencia de teoría de la estructura del poder, que en la disciplina se desarrolla simultáneamente por un lado como resultado de los estudios empíricos s obre pol ítica e n c omunidades y l lega a l a c onclusión de qu e existen grupos de poder que en realidad dominan los procesos de toma de decisiones, y e n s egundo l ugar por l a i nfluencia de l ecturas de s ociología pol ítica c on c ierta influencia marxista en autores como Mills y Horowitz. Pero además el estudio de las elites políticas y de los grupos de interés va a se r una fuente paralela de estudio del proceso real de l gobi erno e n los E stados U nidos, s e t rata d e una e specie d e continuación de l a t radición institucionalista pero que p ervivió a l dejar a trás el formalismo jurídico y acercarse a la nueva sistematicidad de la investigación empírica en ciencia política. Lo curioso de esta veta de la disciplina es su desarrollo paralelo pero que resultaría convergente con las políticas públicas, aunque después se da cierta especialización t emática en l os g rupos d e i nterés; –que se i nserta en las p olíticas públicas- , l os m ovimientos s ociales; –que tardíamente e i nsuficientemente h a convergido con las políticas públicas; el neoinstitucionalismo –que da un énfasis a la teoría, y se fusiona con el institucionalismo económico- y los estudios biográficos e históricos sobre gobernantes y pe riodos políticos y de gobierno. Afortunadamente la realidad ha guardado cierta flexibilidad respecto a ésta clasificación y en la práctica la 176 investigación en ciencia política suelen incluir recursos intelectuales sin sectarismos rígidos. En ese sentido desde el estudio de los grupos de interés y del funcionamiento del gobierno e stadounidense q ue se co nfirman ci ertas n ociones q ue v an a s er fundamentales para l as pol íticas p úblicas, y pa ra e l estudio de l os movimientos sociales. En ambos casos la clave es lo que el estudio clásico de Parry438 llama “the decisión-making approach”, es decir describir la crudeza de la influencia política y el debate sobre el verdadero carácter del sistema político. Por eso en la literatura de los años setenta donde estaba en p lena consolidación las corrientes arriba mencionados ciertos autores clave fueron comodines, aquí nos interesa sobre todo destacar los que sirvieron de base y bisagra a los movimientos sociales, grupos de interés y políticas públicas. Aquí l os t rabajos que s e c onvierten e n f undadores c ontemporáneos c omparten por c iertos autores en c omún de l os que podr íamos l lamar l os úl timos c lásicos modernos, a sí l os a rtículos de C obb y E lder, o John W ahlke de l os s etentas s obre construcción d e l a ag enda se ci mientan so bre el co nductismo cl ásico, neoinstitucionalismo crítico, y sobre criticas abiertas a l a democracia pluralista. Los primeros ci tan a L ane y Mi librath, so bre p articipación pol ítica no c onvencional, a Bachrach y B aratz en su f amoso artículo sobre l as ca ras d el p oder, a T ruman y Schattschneider en su crítica a los grupos de poder, a críticos abiertos del pluralismo como Jack Walter, al entonces novedoso trabajo sobre protesta política de Gamson. Y Wahlke a unque e n e l mismo t ono de he cho mira un poc o m ás ha cia l a conducta política y a demás d e l os cl ásicos como Eulau, A lmond o S tokes, ci ta al en tonces joven John Kingdon. Aunque se t rata de textos seminales para el estudio de las agendas de políticas parecen s er un de sarrollo pr opio bus cado de sde di gamos una c iencia pol ítica ortodoxa, p ues e n un pr imer momento ni s iquiera c itan a L asswell, L indblom o a Dror. De igual manera en los emergentes estudios sobre movimientos sociales aunque el origen es algo más autónomo construyendo a partir de los clásicos de la sociología, de l a hi storia de l as r evoluciones y l a pr otesta s ocial, con e l t iempo ha y una convergencia hacia el estudio de la formación de agendas, donde estarán citados de nuevo a utores c omo L ane y M ilibrath de sde la c onducta p olítica pe ro y T ruman, Schattschneider, junto con autores críticos del pluralismo como Floyd Hunter. Y esto era de esperarse pues el estudio del cambio político a través de procesos contenciosos llevo a que l os movimientos s ociales f ueran c onceptualizados de una manera que evidentemente co incide co n l a d inámica d e l as p olíticas públicas. S in en trar en detalles me limito a señ alar que ese consenso t eórico conceptual quedó est ablecido paradigmáticamente en el texto de Tarrow439. Obviamente, después va a aumentar la especialización tanto en las políticas públicas como en los movimientos sociales, pero 438 Parry, Geraint (2005) [1969] Political Elites. Colchester: ECPR. 439 Tarrow, S ydney ( 1998) Power in Movement: Social Movements and Contentious Politics. Cambridge: Cambridge University Press. Cfr. Gamson, William (1999) “Politics, Social Movements and the State”. Contemporary Sociology v. 28, n.3. ASA. 177 los f undamentos, e l t ono c rítico a l e litismo de mocrático ya ha bía que dado establecido. La ev idente r elación e ntre m ovimientos s ociales y p olíticas p úblicas naturalmente tuvo la necesidad de ser examinada explícitamente y esto inicia desde los est udios so bre l a f ormación d e agenda. U no d e l os t extos m ás ci tados en est e campo –y por supuesto por Cobb y Elder- es el ar tículo de Walker440 que critica al pluralismo político y denuncia las teorías elitistas de la democracia que privilegian la pasividad de las mayorías y la estabilidad del status quo, pero más asume una visión que relaciona democracia y proceso de gobierno, argumentando que no e s suficiente el proceso electoral como único referente de legitimación del sistema político441, en consecuencia l lama a q ue l a c iencia p olítica se i nterese p or el estudio d e l as dinámicas de l os retos o presiones [challenges] a l sistema político y las respuestas del gobierno ante las mismas, y afirma que aunque los sociólogos e historiadores han estudiado ya los movimientos sociales y la protesta; la ciencia política tiene pendiente redefinir el estudio de la acción política de las masas. Lipski442 en o tro trabajo primigenio ampliamente ci tado p ara el est udio d e la relación e ntre movimientos s ociales y pol íticas públ icas, a pa rtir de l e studio de los movimientos d e p rotesta so cial r ealizados p or co munidades af roamericanas, y apoyado en Truman y Schattschneider es p ionero en la conceptualización de muchas de l as cat egorías q ue serán d espués cl ave p ara esa an álisis d e l os movimientos sociales y las políticas públicas. A p artir d e la c rítica d el m odelo p luralista d e D ahl –el cu al e ncuentra “inadecuado”- propone que aunque la protesta social desde los grupos débiles o con poco poder –pero con importantes recursos s imbólicos- tienen pocas probabilidades de é xito di rectamente, s i pue den obt ener i nfluencia indirecta, y g enerar que e l gobierno tenga que responder a las presiones de otros objetivos sociales a los que han influenciados por medio de la “expansión del conflicto”. El salto cualitativo de la discusión está naturalmente dado por los multicitados trabajos de C obb y Elder ya q ue e llos co nsolidan y l egitiman la n aturaleza democrática d e la m ovilización so cial co mo m ecanismo d e co nstrucción d e l as agendas de políticas públicas. Si bien no es la única forma ni la más frecuente –recordemos que la literatura ha confirmado de hecho que los cambios en las políticas se d an solo en condiciones de quiebre de grandes e quilibrios pr evios- los p rocesos d e p olíticas q ue s e d an en el marco de procesos de intensa participación ciudadana y debate público han pasado a convertirse en la quintaesencia de as políticas públicas por contraposición a la gestión 440 Walter, J ack ( 1966) “A C ritique o f t he E litist T heory o f D emocracy”. The American Political Science Review v. 60, n. 2. APSA 441 En ese mismo sentido: Wahlke, John (1971) “Policy Demands and the Role of the Represented”. British Jounal of Political Science v. 1, n. 3. C ambridge U niversity P ress; A lford, R obert y R oger Friedland ( 1975) “ Political P articipation a nd P ublic P olicy”. Annual Review of Sociology v.1. P alo Alto: Annual Reviews. 442 Lipsky, Michael (1968) “Protest as Political Resource”. The American Political Science Review v. 62, n.4. APSA. 178 rutinaria de la administración pública o a l as políticas gubernamentales ordinarias o secretas. Algo que es más evidente cuando se analiza desde el contexto de países latinos donde l a vo z policy resulta ambigua en su t raducción y p or el lo e s m ás n ecesario distinguir e ntre p olíticas “p úblicas” co mo e sas g randes acci ones derivadas d e procesos abiertos y pol íticas gubernamentales. En 1971 c uando presentan su modelo de construcción de la agenda443 subtitulan su ensayo “an alternative perspective for modern democratic theory” y e s que aunque ahora cuarenta años después su análisis nos parezca lo más normal del mundo, en su momento se trataba de un reto mayor a la concepción arquetípica de la democracia representativa –elitista o de participación limitada- en los Estados Unidos ya que suponía conciliar una visión de la democracia con inspiración en la tradición normativa occidental, que fuera realista, pero que no tuviera que que darse en e l elitismo s ino q ue s upusiera l a po sibilidad de un a democratización más profundo, legitimadno la participación ciudadana en la toma de decisiones, aunque e sto f uera e n c ierto m odo a c ontracorriente d el pr opio m odelo tradicional de democracia representativa. Entonces, atendiendo d icha a genda de i nvestigación pe ndiente estos a utores señalan a la agenda como el objeto de estudio del proceso político democrático. Por una p arte d istinguen en tre ag enda i nstitucional, y ag enda s istémica –pública-, a sí como l a n aturaleza m eta-institucional de los p rocesos de conformación de a mbas, basados en l as p remisas d e l os grupos d e interés señ alan q ue en l a ag enda institucional administrada por l os funcionarios de gobierno estos ú ltimos no j uegan un papel de árbitro, ni simplemente se l imitan a aplicar programas, sino que son uno más d e l os act ores q ue g uardan i ntereses r especto l as ag endas q ue t ienen b ajo s u ámbito. Y en ese sentido la definición de las agendas deriva de varias fuentes, además de una natural tendencia conservadora e incremental de sus administradores, están los grupos políticos y económicos a los que éstos pertenecen, y en segundo lugar todos los demás grupos de interés que participan en la disputa de dicha agenda, y en medio de di cha d isputa el p apel pr ivilegiado de los m edios de comunicación c omo articuladores de muchas de las estrategias de disputa de los bandos involucrados. En cuanto a la agenda sistémica nos dicen que el reto principal además del poder relativo diferencial que puedan tener los grupos que propugnan por la consideración de un a sunto públ ico, e s e l pr oblema de l egitimar pr oblemas pa ra que s ean considerados c omo a lgo que de be r ecibir un a r espuesta gube rnamental. T iempo despuésCobb c ontinúa t rabajando e l c oncepto de c onstrucción de l a a genda, empezando por r enombrar l os dos t ipos generales, l a agenda “pública” y l a agenda “formal”. Señala que los p roblemas [ issues] t ienen cuatro fases444: a ) Iniciación, b ) Especificación, c) E xpansión y d ) Entrada. Y a p artir d e l as ca racterísticas y d e la dinámica de estas fases pueden configurarse tres modelos de construcción de agenda: I. Iniciativa externa, II Movilización –desde adentro-, y III Iniciativa interna. 443 Cobb, Roger y Charles Elder (1971) “The Politics of Agenda Building: An alternative Perspective for Modern Democratic Theory”. The Journal of Politics v.33, n.4. The University of Chicago Press. 444 Cobb, R oger et al. ( 1976) “Agenda B uilding a s C omparative P olitical P rocess”. The American Political Science Review v. 70, n. 1. APSA. 179 Esta c lasificación e sta d efinida p or la p osición g ubernamental; e l primero modelo se refiere a la introducción de problemas en la agenda a p artir de presiones externas, en el s egundo es aq uel impulsado d esde l a au toridad competente, y q ue moviliza apoyos externos para legitimar su asunto; y el tercero es una presión desde el á mbito gube rnamental, a unque lo i nteresantes es q ue n o se t rata d e l a au toridad competente, “d ecisión-maker” s ino de una a gencia o a ctor gube rnamental e xterno cuya iniciativa se caracteriza por de hecho buscar evitar la publicidad del asunto. En esta c lasificación no obstante haría falta la variante del modelo de movilización; es decir las iniciativas desde lo tomadores de decisiones, pero que también buscan evitar la publicidad de los asuntos. Paradójicamente si hablamos del proceso de gobierno y no s olo de las políticas debatidas p úblicamente est e último c aso s ería una om isión i mportante de l a clasificación de Cobb. Su trabajo posteriormente se ocupará de un tema más concreto pero cr ucial p ara l as p olíticas p úblicas; l a d efinición d el problema445. E ste es un asunto que Cobb encuentra fundamental para toda la agenda ya que “la definición del problema es también un argumento implícito sobre lo que el gobierno debería hacer al respecto”446 En ese sentido relaciona dicha tarea como un factor determinante causal de la dinámica de la agenda en su conjunto. Esto es importante para la investigación porque e s p recisamente l a definición de l p roblema uno de l os a suntos centrales del debate público y también un asunto en torno al cual se da la participación de expertos. Como pue de ve rse, l a m ovilización y l a pr otesta social y el est udio d e l as políticas p úblicas se sep araron co mo t emas d e es tudio m ás p or g rado d e especialización y por el interés en las escalas diferentes de los procesos que por que por d iferencias s ustantivas e ntre a mbos o bjetos. S i bien la l iteratura más recientemente h a recobrado i nterés en el estudio ex plicito d e l a relación en tre movimientos s ociales y pol íticas p úblicas. R ochon y M azmanian447 nos di cen q ue aunque ap arentemente l a ev idencia m uestra q ue l os movimientos so ciales h an si do mayormente poc o ef icaces p ara af ectar l as p olíticas p úblicas, en r ealidad d eben distinguirse tres dimensiones de influencia el cambio de la política propiamente solo es una de ellas también debe considerarse el impacto entendido como la influencia de los m ovimientos e n el ca mbio d e l os v alores so ciales y en t ercer l ugar o btener participación en el proceso político – también llamado cooptación-. Esté último caso es para los autores particularmente interesante por que permite de paso analizar una serie de estrategias que son de utilidad para los políticos y la operación del gobierno, por ejemplo, los políticos pueden abrir los debates en algunas ocasiones suponiendo que es una estrategia para evitar la confrontación sin que en realidad pretendan ceder el control de la política. O tras veces es u na forma de ceder an te p resiones sociales muy intensas pero evadiendo la responsabilidad, y de hecho generándose una mejora en su i magen d e “est adistas”. Y u na t ercera razón es p ara v igilar su s capacidades 445 Rocheford David y Roger Cobb (1994) “Problem Definition: An Emerging Perspective”. en The Politics of Problem Definition: Shaping the Policy Agenda. Kansas: University Press of Kansas. 446 Ibid., p. 3. 447 Rochon, T homas y Da niel Mazmanian ( 1993) “ Social Movements a nd t he P olicy P rocess”. The Annals of the American Academy of Political and Social Science v. 528. Sage. 180 gubernamentales apoyándose en organizaciones civiles que s irven como gua rdianes de ciertos temas de políticas. Sin e mbargo qui zá c omo s esgo d erivado de su f ormación l a –relativamente escasa- literatura, aún e n el ca so d e r evisiones d e l a literatura extensas co mo l a Giugni448 han c onsiderado a la p olítica p ública si mplemente co mo acci ón d e gobierno, y por l o tanto a pe sar de l a nálisis m inucioso de di versos f actores determinantes d el éx ito d e l as d emandas so ciales q ue v an d esde l a t esis cl ásica d e Gamson449 sobre l a i mportancia c onjunto de factores i nternos co mo: car acterísticas de las metas, aliados, unidad, acción disruptiva y consistencia organizacional, hasta el renovado é nfasis en l as co ndiciones ex ternas q ue d esde t iempo at rás v enía considerado l a t eoría d el p roceso político d esarrollada po r T illy y Mc A dam. Y aunque en esen cia es ci erto q ue p uede asi milarse la r espuesta a l os movimientos sociales como relacionados casi en todos los casos con procesos de políticas, por el contrario no puede decirse lo mismo de las políticas públicas. Los movimientos sociales t ienen dos características distintivas, la movilización social m asiva y l as manifestaciones en f orma d e acci ones “ disruptivas” v arias y l a protesta pública -generalmente intensas-, por eso dentro de las políticas públicas los MS su elen ser r elacionados co n los g rupos d e p resión y sus est rategias. P ero las políticas públicas aunque también suponen en esencia una contienda política ésta no necesariamente su pone movilizaciones m asivas n i p rotesta, en m uchos caso s l os conflictos s on e ntre g rupos d e i nterés cu yas estrategias s e r ealizan en el m arco d e arenas –públicas- pero bastante o pacas an te los m edios d e co municación y l os ciudadanos de a píe, o bien suponen debates de niveles de expertise tal que también resultan d e poco i nterés en términos de de bate públ ico. L a a cción pol ítica e s pue s también c ontenciosa e n las P P, pe ro l o m ás i mportante po r un l ado e l proceso d e persuasión, n egociación y t oma d e decisiones, en el “su bsistema” y l as est rategias asociadas a esto, y por el otro el proceso de las políticas en general, es decir las “fases heurísticas” que a pesar de todo siguen siendo de utilidad para la segmentación de los momentos claves del proceso político. De allí que el enfoque de políticas y explícitamente el modelo de ACF suponga como premisa que la política pública emerge como objeto de estudio que supone todo su pr oceso. Esto ha s ido r econocido r ecientemente po r Burstein450, que reprocha l a dificultad que hay en el estudio de la acción política colectiva orientada a las políticas públicas debido a la división del objeto de estudio entre subdisciplinas de la ciencia política y l a so ciología y su giere q ue d ebe p onerse m ás at ención a l a contextualización de la acción colectiva y la configuración de la agenda pública del momento y de los diversos asuntos dentro de ella, ya que esto es un asunto que no ha sido c onsiderado de bidamente e n l os e studios sobre i mpactos de l os movimientos sociales. 448 Giugni, M arco ( 1998) “ Was I t Worth t he E ffort? The O utcomes a nd C onsequences o f S ocial Movements”. Annual Review of Sociology n. 98. Palo Alto: Annual Reviews 449 Gamson, William ( 1990) [ 1975] The Strategy of Social Protest. An n Ar bor: The U niversity of Michigan Press. 450 Burstein, Paul y Sarah Sausner (2005) “The Incidence and Impact of Policy-Oriented Co llective Action: Competing Views”. Sociological Forum v. 20, n.3. Springer. 181 3.4 MOVILIZACIÓN DE RECURSOS Y ESTRUCTURA DE OPORTUNIDADES POLÍTICAS Sin entrar a los detalles sobre los debates arriba citados, en esta sección únicamente se pretende retomar dos categorías teóricas que se h an consolidado como referentes centrales d e l a d inámica d e l a acci ón p olítica y q ue so n b ásicamente acep tadas consensualmente, si b ien l os t rabajos de G iugni y B urstein s e pr eocupan po r encontrar variables que se correlacionen con e l éx ito de las demandas o p ropuestas impulsadas de sde l os movimientos s ociales. C omo da n a e ntender R ochon y Mezmanian, l os m ovimientos s ociales –además d e su s p articipantes- pueden t ener muchos objetivos, y s i bien los marcos identidarios y ob jetivos de política comunes son e l f actor de terminante de su capacidad de movilización, como hemos vi sto por ejemplo en el modelo de C.E. la acción colectiva deliberada no e s único camino que lleva a las políticas públicas. A diferencia de las movilizaciones colectivas típicas de los movimientos sociales la acc ión co ordinada p uede ser d iferida, y a ltamente d escentralizada. Sin em bargo, los modelos de CE y el ACF comparten la debilidad de el primero de enfocarse más en el efecto sistémico e incluso a largo plazo de la influencia de los especialistas, y el segundo de al enfocarse en el proceso de cambio de las políticas, descuidar la tarea de teorizar sobre las mecánicas específicas de la acción política de los ac tores, s i b ien como dicen Weible et al acciones como lobby o ne gociación, pueden ir a estudiarse en sus respectivas bibliografías especializadas, cuando se r ealiza un estudio de caso, sería muy conveniente tener categorías teóricas referenciales que permitan dar sentido a la información más que la mera narrativa. En e se s entido y da da l a c ompatibilidad que s e ha a rgumentado a rriba s e propone an alizar u n s ubsistema d e p olítica e nfocados en l a p articipación d e l os expertos, p ero e nriqueciendo e l a nálisis de l os mismos por un l ado c on e lementos tomados del modelo de CE que permitan caracterizar a los expertos más al lá de las visiones a sépticas y casuísiticas d e la literatura tr adicional s obre c onocimientos y expertos en políticas (Weiss, etc.) y por el otro con las dimensiones de acción política especifica que s uponen l as noc iones de e structura de opor tunidades pol íticas y d e movilización de recursos para así reintegrar el análisis de la participación de dichos expertos e n s u pa pel d e act ores p olíticos d entro d el p roceso d e co nstrucción d e la agenda. Si bien la evolución del concepto de participación política por su larga data sería un tema interesante para ser relacionado con experiencias de participación política de actores no institucionales concretos como en este caso los politólogos académicos, lo cierto es q ue el d ebate conceptual d entro d e é sta co rriente h a t enido r elativamente pocas oportunidades de ser sometido a prueba mas allá de los estudios monumentales de V erba et al . s obre pa rticipación y pa rticipación política y desigualdad 182 económica451. A demás est a v isión mantuvo al go d e l a lectura e litista d e l a democracia, al p resentar u n én fasis ex cesivo en los e spacios i nstitucionales de participación política. En c ontraste por un l ado l os movimientos s ociales r ápidamente de nunciaron – coincidiendo de facto con Parsons- que el consenso mismo –que define lo disputable y las acciones de disputa tolerables- era parte de la contienda política, y por el otro lado que l as pol íticas públicas –particularmente e l ACF- tienen una vi sión r ealista que incluye dentro de la lucha por el control de las agendas a las acciones realizadas a partir de in stitucionalidades in formales como parte de la s e strategias de lo s actores participantes. La estructura de oportunidades políticas son condiciones determinantes externas de la acción política, su conceptualización abarca las condiciones que hacen surgir las reivindicaciones q ue c iertos actores p ueden t ener; aq uellas si tuaciones q ue h acen posible la participación de actores que anteriormente no ha bían tenido acceso; y por supuesto l as c ondiciones que i nfluyen e n l os r esultados o i mpacto de l a a cción política d e l os movimientos so ciales. E n est e caso l o q ue n os i nteresa e s principalmente las condiciones que permiten por una parte el ascenso del asunto y en la a genda p ública y por l a ot ra la participación de l os pol itólogos en de bate de l a política respectiva. Tarrow r efiere q ue o riginalmente la i dea d e movilización d e r ecursos y l as diferentes pr opuestas e n t orno a l os r epertorios d e acci ón p olítica su rge co mo u na segunda f ase d e l a literatura, q ue d espués d e p reguntarse p orqué y có mo so n l os movimientos so ciales y d e p rotesta, p asa a i nvestigar l os f actores d e é xito d e l os mismos452. M cCarty y Z ald pr oponen l a i dea s eñalando q ue l a m ovilización de recursos d ebe an alizar la d inámica y l as tácticas d e l os m ovimientos sociales a l o largo de su ciclo y que tiene la ventaja de incluir en el análisis “realismo”, “poder”, “profundidad”453. Los recursos comprenden dinero y trabajo, capacidad organizativa, el ap oyo d e t erceros y alianzas ex ternas, considerar l as r elaciones en tre co stos y recompensas de la participación organizacional y en los movimientos, y un énfasis en el d espliegue d e las t ácticas u tilizadas, q ue v an d esde l a m ovilización de simpatizantes h asta la p ropaganda y manejo d e i magen p ública, la r ealización d e alianzas, y el propio cambio de tácticas. El ej e ar ticulador d e l a movilización d e l os r ecursos en listados se r efiere en realidad a l as capacidades organizativas d e l os m ovimientos so ciales. D esde es ta perspectiva h ay u n énfasis en las cap acidades m ateriales internas co mo f actor determinante del éxito de los movimientos sociales. Obviamente con el t iempo esta visión también fue corregida, modificada y criticada, pero de cualquier manera dejo una a portación c entral a una vi sión pr agmática di ría yo de i ngeniería social de l a participación pol ítica que e n s u m omento e ra ba stante nove dosa, por no de cir 451 Verba, Sidney y Norman Nie (1987) Participation in America: Political Democracy and Social Equality. University of Chicago Press; Verba, Sidney, et al. (2012) The Unheavenly Chorus: Unequal Political Voice and the Broken Promise of American Democracy. Princeton University Press. 452 Tarrow, op. cit. 453 McCarty, J ohn y M ayer Z ald ( 1977) “ Resource M obilization a nd Social M ovements: A p artial Theory”. The American Journal of Sociology v. 82, n. 6. ASA. 183 disruptiva. Por ejemplo después de estos autores se puso atención más que en enlistar la l ista d e r ecursos q ue se m ovilizan en el p roceso p or m edio d el cu al los movimientos so ciales s e p rocuran d ichos r ecursos; aq uí se h a co nsiderado ú til distinguir entre recursos de pode r y r ecursos de m ovilización o e ntre bienes materiales y b ienes i ntangibles. P ara J enkins l a aportación m ás i mportante d el concepto f ue señ alar l a i mportancia cl ave d e l as co ntribuciones ex ternas, y l a cooptación de recursos institucionales para los movimientos sociales454. En est e m omento es i mportante d estacar q ue au nque co mplementarios el repertorio de acción política y la movilización de recursos son categorías diferentes. Tarrow basado en Tilly define a los úl timos como: “conjunto l imitado de esquemas que se ap renden, co mparten y se r ealizan m ediante un proceso r elativamente deliberado de elección. […] incluye no solo los que lo contendientes hacen, […] sino lo que saben hacer y l o que ot ros esperan que ha gan”455. E sta ú ltima p arte es importante, porque recuerda e l hecho de que e l repertorio de la acción política está limitado por el “consenso” sistémico, que implica tanto las limitaciones culturales a las causas que obtendrán apoyo público como a los medios que pueden utilizarse, ya que o bviamente l a acc ión p olítica violenta d irecta o aq uella considerada i legal, aunque no deja de ser acción política es otra categoría de contienda. Tarrow a dvierte que e l salto c ualitativo que t ransforma l a pr otesta pop ular e n movimiento social moderno es el carácter modular de los repertorios de acción. Este por cierto es o tro punto que debe d istinguirse respecto al carácter focalizado de los fines y medios de la participación en políticas públicas. La r eflexión ap ropiada sobre l a co mplementariedad d e l as p olíticas p úblicas- ACF- y la teoría de los movimientos sociales, -aunque no c on mucha teorización de por medio- ya ha empezado a ser atendida en el marco de ciertos estudios de caso que han econtrado dicha complementariedad como una necesidad de sus análisis. En 2001 Kluber al analizar la política de drogas en el marco del ACF, es el primero en sugerir que éste debe ser complementado con la literatura sobre movimiento sociales, ya que la misma ha sistematizado y probado dinámicas políticas centrales para el estudio del cambio en los subsistemas de políticas, específicamente respecto a la influencia del entorno pol ítico y l os m arcos i nstitucionales y r especto a l pr oceso e specífico de l a movilización d e l os act ores en l a co ntienda, e i ncluso d esarrolla dos h ipótesis operativas s obre có mo se i ntegran l as p remisas d e ambos r eferentes t eóricos. A continuación, por su relevancia y pare evitar paráfrasis innecesarias cito in extenso el argumento central del artículo: The underlying aims of social movement research are similar to those of the ACF, namely to provide an analysis of social change that focuses on collective actors as the major driving force, without assuming a priori that institutions, political parties or other formal organizations play the central role i n t hese p rocesses. H ence, i n o rder t o b etter co mprehend t he 454 Jenkins, Craig (1983) “Resource Mobilization Theory and the Study of Social Movements”. Annual Review of Sociology v. 9. 455Tarrow, op. cit,. p. 59. [Las cursivas están en el original] 184 formation and persistence of advocacy coalitions within the ACF, it could be u seful to in tegrate th e id ea o f mobilizing s tructures. T his i mplies accounting for the collective social settings of coalition members serving as v ehicles i n a p hase o f e mergent m obilization, a s well a s f or organizational a rrangements t hat a re bu ilt i n a pha se of s ustained mobilization in o rder to c ontrol a nd d irect the f low o f m obilization resources t o co alition members. O n t his b asis, w e can formulate t he following hypot hesis w ith r egard to t he em ergence an d persistence of advocacy c oalitions: Coalition emergence and persistence hypothesis: Advocacy c oalitions e merge a long t he l ines and s tructures of e xisting networks o f s ocial o rganization: a s m icro-mobilization c ontexts, t hese networks f acilitate th e advent o f c ollective a ction a mong a ctors w ith similar b eliefs. P ersistence o f ad vocacy co alitions i s h igher w hen t hey succeed in developing arrangements t o d irect resources t o m embers i n order to maintain their commitment to advocacy mobilization. The concept of political opportunity structure bears many parallels to the ACF’s idea of advocacy coalitions seeking and using ‘venues’ – shaped by the constitutional structure of a political system to influence governmental decisions. H owever, t he A CF g ives l ittle s ense o f w hat ‘stable sy stem parameters’ act ually sh ape t hese v enues, an d of h ow t hey d o i t. In this respect, t he c oncept of pol itical o pportunity s tructure is more s pecific, since i t la ys d own p recisely w hich in stitutional and m acro-political elements condition movement st rategies. Based on the above d iscussion, we c an f ormulate t he following hypot hesis regarding t he s trategies of advocacy coalitions: Coalition strategy hypothesis: Coalitions adopt their strategies a ccording to c haracteristic o penings in a g iven p olitical opportunity s tructure, measured by t he de gree of t erritorial decentralization, of f unctional s eparation of pow er, of pa rty s ystem fragmentation, as well as by the extent of direct democratic procedures. These two additional hypotheses are not meant to replace any of those set out by t he authors of the ACF, nor do t hey imply amendments to any of the A CF’s underlying assumptions. R ather, the i ntent is t o c ontribute t o the m odel by a dding t ools t o be tter unde rstand co alition emergence an d persistence, as well as coalition strategies. While the original causal logic of the ACF is left intact, the two additional hypotheses aim at painting a more accu rate p icture of t he co mpetition b etween ad vocacy co alitions eventually leading to policy change456. Y en 2008 Weible y S abatier, al hacer un ba lance del modelo ACF –aparentemente sin c onocer e l t rabajo de K luber- afirman ex plícitamente la n ecesidad d e complementación que tiene el modelo ACF por tratarse de un marco general, y que de 456 Kubler, Daniel (2001) “Understanding Policy Change With the Advocacy Coalition Framework: an Application to Swiss Drug Policy”. Journal of European Public Policy v. 8, n. 4. Routledge. p. 628- 629. 185 ser ex cesivamente so lidificado p uede l levar a sesgos i mportantes. A demás d an a entender que por sus premisas ubicadas en el centro del corpus de la ciencia política tienen compatibilidad con m uchas t emáticas que ha n alcanzado un gr ado d e sistematización i mportante d e p rocesos p olíticos r elacionados co n l as p olíticas públicas: […] one challenge for research in public policy and public administration is co ntrolling f or r esearcher i mposed b iases. A ch ief so urce o f b ias occurs when a r esearcher relies on a single theory for inquiry. The ACF can co mpliment o ther t heoretical a pproaches. Researchers h ave ap plied the ACF with actor-centered institutionalism, policy narratives, epistemic communities, s ocial movement t heory, cultural theory, a nd pol icy network analysis. Such complimentary approaches highlight the strengths and l imitations of a ny particular t heory, pr ovide di fferent i nsights i nto policy phenomena, and guard against theory-driven bias457 Aunque lentamente parece que esta estrategia de usar la complentariedad de ambas fuentes t eóricas em pieza a ex tenderse, p or ej emplo en 2 008 en su t esis d octoral Hayes458 cita a K ubler y a dopta l a r ecomendación de l a utor, a simismo e n 201 4 Teresita Cruz al estudiar el impacto de los movimientos sociales en varios proyectos de d esarrollo r ealizados en e l su reste as iático s eñala q ue las o rganizaciones d e l a sociedad civil y su articulación como movimientos sociales son una parte crucial para el desarrollo de las políticas, por eso si éstas se analizan desde el ACF incluir la teoria de l os m ovimiento so ciales p uede servir p ara analizar co n mayor d etalle t anto el ambiente e n el q ue se d esarrolla el p roceso d e la política –estructura d e oportunidades- ya que est e es determinante de l as est rategias d esplegadas p or l as organizaciones de la sociedad civil: […]CSOs that articulate social deficits and propose institutional remedies through advocacy campaigns are reminiscent of Sabatier’s and Jenkins- Smith’s sec ond l evel o f p olicy co re b eliefs. I n t his ar ena w here so cial deficits a re a ddressed, pol icy c oalitions a re f ormed. Augmenting t he advocacy coalition framework through social movement theory is a good complementation e specially i n terms o f und erstanding the ge neral environment w ithin w hich pol icy coalitions o ccur. I n pa rticular, t he concept of political opportunity structures provides t hose precise “institutional a nd m acro- political e lements” ( Kubler 2001: 629; McAdam et al. 1996: 23 –24) t hat c ondition movement s trategies. Political op portunity s tructures pr ovide c ues a nd signals f rom t he political e nvironment, not ably the s tate, w here levels of r epression a nd 457 Weible, Ch istopher et al. (2008) “ Advocacy C oalition Framework”. en Encyclopedia of Public Administration and Public Policy. Taylor & Francis. p. 7. 458 Hayes, Jane ( 2008) An Examination of the Advocacy Coalition Framework and the Punctuated Equilibrium Theory: A Case Study of the Public Act 61 of 2004. Tesis de doctorado en Trabajo Social. Michigan State University. 186 decompression allow (or disallow) spaces for policy inputs, expand these spaces o r co nstrict t hem, an d p rovide p atterns o f t hreats an d opportunities around which s trategies can evolve. […] Policy coalitions employ c orresponding s trategies ba sed on t heir a bilities to obj ectively and ef fectively scan t he p olitical environment, matching t hese w ith internal coalition s tructures a nd re sources. C oalitions w ith th e b est strategic “ fit” w ith the e nvironment a re f ar more c ertain of pol icy successes t hat t hose w ho d o n ot p ossess t hese an alytical an d p lanning capabilities. P olitical o pportunities e merge f rom a n umber o f s ources: from s eparation of pow ers ( executive, legislative, judicial); p arty fragmentation; de centralization and de volution of a dministrative functions; i nstitutionalization of f ormal de mocratic p rocedures (e.g., elections, referendum, recall). Each of these sources constitutes potential venues of i nfluence f or de sired pol icy out comes. C oalitions t hat f orm around t hese d ifferent v enues d emarcate zones of possible alliances among a dvocates a nd a lso he lp t o i dentify pol icy a ntagonists and detractors459. Uno d e l os est udios d e caso m ás i nteresantes q ue ap lican el análisis d e la movilización de recursos en un movimiento social es el realizado por Dalton y Reccia en 2003e n e l que a nalizan l os p atrones de a cción pol ítica e n e l m arco de una contienda sobre política ambiental operacionalizando las acciones políticas utilizadas en general y en cuanto a proceso de movilización de recursos. Hacen un registro de la frecuencia de las actividades realizadas que se muestran en la siguiente tabla460: 459 Cruz-del Rosario, Teresita (2014) The State and the Advocate: Case studies on Development Policy in Asia. New York: Routledge. p. 9-12. 460 Dalton, R ussell ( 2003) “ The E nviromental M ovement a nd t he M odes o f P olitical Ac tion”. Comparative Political Studies v. 20, n.10. Sage. 187 Y con base en esos datos argumentan que la acción política se despliega a t ravés de cuatro d imensiones generales: a) Actividades convencionales: es decir aquellas que buscan influir en los autoridades cmpetentes respecto a la política, como el lobby; b) Redes: que incluye la búsqueda del apoyo de todas las redes y contactos personales, y de organizaciones con causas afines; c) Actividades de movilización: que se refiere a la bús queda de i mpactos m asivos o ha cia e l públ ico p ues i ncluye t anto a la movilización públ ica como a l a c omunicación s ocial; y d) A ctividades no convencionales: que bá sicamente se r efiere a ac ciones d isruptivas co mo l a p rotesta social. Estas d imensiones f ueron ev aluadas d esde u na ó ptica d e l a movilización d e recursos e ncontrando p robando s eis va riables: 1. N úmero de e mpleados de t iempo completo; 2. N úmero de empleados a tiempo parcial, 3. P resupuesto, 4. Incremento en el presupuesto, 5. Membresía, y 6. Edad de los participantes. Uno de los hallazgos más intersantes de esa investigación fue que un mayor staff permanente y presupuesto se relaciona con mayor actividad en todos los tipos, y que contrario a otras visiones de l a l iteratura se co mprueba q ue la o rganización es d eterminante p ues p rovee d e expertise y de apoyo para las operaciones de movilización pública. Como un tercer paso operacionalizan las estructuras de oportunidades políticas representadas p or: a) D esarrollo d emocrático ( Freedom house), b ) A liados potenciales (gobiernos de i zquierda, y pa rlamentarios de pa rtidos verdes) y c) Referentes contextuales (paridad de poder adquisitivo, nivel educativo y t elevisiones per-capita). Y contrastan esas v ariables con las dimensiones de participación. Aquí obtuvieron resultados mixtos y contra-intuitivos para los autores, por ejemplo vieron que el co ntacto co n los g obiernos es m enor en p aíses m ás d emocrático al m ismo tiempo que mayor la recurrencia a la protesta, tampoco hallaron mayor receptividad por p arte d e g obiernos d e i zquierda. L a ú nica r elación esp erada f ue r especto a l a fuerza de los partidos verdes y a la presencia de un mayor número de partidos. A pesar de los defectos que puedan t ener est e t ipo de es tudios empíricos er an necesarios pues se hacen en movimientos que no persiguen fines de lucro, y s uelen surgir d e m anera r elativamente esp ontánea y ap elan co mo p arte s us i dentidades precisamente valores relacionados con la descentralización. Sin embargo el estudio de caso de D alton, t iene u na vi sión e strecha de l a m ovilización de recursos y de l a estructura de oportunidades políticas. Bob E dwards et al. han d esarrollado m ás l a co nceptualización d e l a movilización de recursos, dentro de la cual han propuesto una t ipología de aspectos que ya ha bían s ugerido a ntes461: a ) R ecursos M orales: le gitimidad, s olidaridad, apoyo, a poyo s impatizante, c elebridad; b) R ecursos c ulturales: c onocimiento t ácito sobre có mo l ograr t areas esp ecíficas por e jemplo or ganizar un e vento de pr otesta, sostener u na co nferencia d e p rensa, o rganizar reuniones d e t rabajo, co nformar u na organización, i niciar u n f estival, o ex plotar adecuadamente I nternet; c) R ecursos 461 Edwards, Bob y J ohn McCarty (2004) “Resources and Social Movement Mobilization”. en Snow, David et al (ed) The Blackwell Companion to Social Movements. Blackwell; Edwards, Bob y Patrick Gillham (2013) “Resource M obilization T heory”. The Blackwell-Wiley Encyclopedia of Social and Political Movements. Blackwell. 188 socio-organizacionales: se r efiere a los recursos de las propias organizaciones de los movimientos sociales pero también a las capacidades que estos logran de utilizar los recursos de una tercera organización que no está orientada al movimiento social; d) Recursos H umanos: es te asp ecto es el m ás e vidente de todos, e incluye t ambién dentro d el trabajo m aterial d e l as personas l a ex pertise p rofesional d e ést as, su s habilidades y experiencia; e) Recursos Materiales: se refiere a l os activos e i ncluye tanto a los recursos materiales como a los financieros. Y a est o ag regan u na serie d e m eta-recursos q ue su gieren so n d eterminantes para la adquisición de los anteriores: I) Agregación: Se refiere a la capacidad de que recursos dispersos entre individuos sean convertidos en colectivos, de tal manera que puedan ser m anejados directamente p or l a d irigencia d el movimiento so cial y es to incluye a los tipos de recursos arriba mencionados; II) Auto-producción: Se refiere a los mecanismos por medio de los cuales crean o agregan valor a los recursos que han sido agregados, por ejemplo realizando a partir de éstos sus propias producciones, el ejemplo más claro es el caso de conocimientos como del repertorio, o la extensión de redes; III) Cooptación/Apropiación: en este caso, de manera muy similar al punto b., se trata de la capacidad de explotar las relaciones que los movimientos sociales tienen con o tras organizaciones af ines, en muchos caso s est o i mplica ci erto t ipo de intercambios o al ianzas; I V) P atronaje o Me cenazgo: s e t rata d e p atrocinadores externos que aportan una cantidad importante de recursos financieros al movimiento, lo que en muchas ocasiones les da a los primeros algún nivel de control sobre el uso de l os r ecursos, por ejemplo dona ciones p rivadas o f inanciamientos pa ra l a realización de investigaciones relacionadas con el tema del movimiento. Por otra parte, la estructura de oportunidades se define de acuerdo con Meyer462 como una categoría q ue pone é nfasis e n l os c ondicionantes e xternos de l os movimientos s ociales, que de terminan hi stórica y c oyunturalmente d esde l as reivindicaciones d e l os movilizados, h asta có mo l o h acen y có mo las d iversas acciones y p rocesos co ntenciosos t ienen d iferentes r esultados. P odríamos esquematizarlo de la siguiente forma: Gráfica 6 Proceso político, estructura de oportunidades, movilización y repertorio Fuente: elaboración propia. 462 Meyer, David (2004) “ Protest a nd P olitical O pportunities”. Annual Review of Sociology n.30. Annual Reviews. Proceso político (Condiciones históricas e institucionales) Estructura de Oportunidades Consenso Movilización de recursos Repertorio 189 Sin embargo, advierte una excesiva expansión del concepto lleva a que se diluya de contendido de la noción misma pues se llega a extremos de asumir que prácticamente todos l os f actores externos a l as o rganizaciones o act ores constituye p arte d e las estructuras de oportunidades. En ese sentido McAdam propone a partir de la literatura un c onsenso s obre l as di mensiones t ípicas que c omponen l a estructura de oportunidades463: a) Apertura o cierre del sistema político institucional –existencia de puntos de a cceso; b) E stabilidad y unidad de la e lite –en general o e n t orno a u na política; c) Presencia o ausencia de elites aliadas de los movimientos sociales –lo cual implica una fractura previa en las elites; d) La capacidad y propensión del estado a la represión. Un aspecto i nteresante es que -como vi mos e n e l e studio de D alton- el concepto p uede m antener i ntegridad a p esar d e ser adaptado a l as n ecesidades d e investigación esp ecificas, y a q ue el n úcleo c onceptual, l a i dea de que l os movimientos sociales emergen bajo determinadas condiciones en las que se conjuntan el sistema social político y ciertas coyunturas de cambio en éste, y asimismo, cambian adaptándose a los cambios que se den en l a coyuntura. En ese sen tido por ejemplo Margarita Favela propone464 que en el caso de regímenes autoritarios, particularmente el m exicano, el est udio d e l a est ructura d e o portunidades d ebería ad emás d e l as dimensiones tradicionales, enfatizar el papel de las instituciones políticas formales y su impacto en los arreglos relativos a la distribución del poder en México, ya que eso influía en la d inámicas d e l as o tras d imensiones q ue co nstituían l a es tructura d e oportunidades en su conjunto. Su análisis contempla entonces dos partes465 por un l ado los condicionamientos ante los cu ales responden l os m ovimientos s ociales y p or el o tra u na esp ecie de análisis p aralelo d e l as est rategias d e r eacción q ue en el caso d e Méx ico m ás q ue darse en forma de contra-movimientos se hace por medio de acciones directas desde el p oder g ubernamental q ue au nque n o n ecesariamente i mplican s iempre r epresión directa, si est án en caminados a l a d esarticulación d e l as m ovilizaciones, independientemente de que eventualmente realicen ciertas políticas que atiendan las que er an l as r eivindicaciones so ciales d etrás d e l a m ovilización. A unque en caso canadiense que interesa a es ta investigación, obviamente está lejos del autoritarismo mexicano de fines de los noventa que estudió Favela, sus estructuras institucionales son diferentes al modelo anglosajón que ha servido de referencia tácita y s obre todo cultural a la so ciología d e los m ovimientos s ociales, en ese sen tido se p rocurará también poderar adecuadamente el peso de las condiciones históricas y estructurales de la participación política en aquel país. Una critica adicional466 que se han hecho al modelo de oportunidades pol íticas es que por un lado si limita a dimensiones muy concretas como lo ha hecho McAdam por un lado l a r esonancia que s e l ogra e s m ás limitada, p ues l os es tudios d e cas o 463 McAdam, D oug (1998) “ Orígenes c onceptuales, problemas act uales y d irecciones f uturas”. en Ibarra, Pedro y Benjamín Tijerina (ed) Los Movimientos Sociales. Valladolid: Trotta. 464 Favela, Diana ( 2002) “L a estructura de oportunidades políticas d e l os m ovimientos s ociales en sistemas cerrados: examen del caso mexicano”. Estudios Sociológicos v.20, n.58. México: COLMEX. 465 Ibid., p. 97. 466 Goodwin, Jeff y James Jasper (1999) “Caugt in a Winding, Snarling Vine: The Structural Bias of Political Process Theory”. Sociological Forum v. 14, n.1. 190 suelen h acer a daptaciones i mportantes de l a misma. Y por ot ro l ado, c uando s e expande l a noción es ta corre el riesgo d e v olverse r eiterativa co n su marco t eórico más general, la teoría del proceso político, ya que ésta ultima básicamente se refiere a las condiciones estructurales e históricas determinantes de los movimientos sociales. Discrepo de dicha crítica, por el contrario considero que los autores mencionan en su trabajo precisamente las respuestas a los problemas que plantean. Una lista de dimensiones que componen l a est ructura de oportunidades debe ser adaptable a l os casos q ue se an alizan, si empre y cu ando n o se p ierda d e v ista que so n los determinantes estructurales de mayor abstracción sobre la conducta y los procesos de agregación h umana l as cat egorías s obre l as cu ales se p uede co nstruir t eoría so cial sólidamente. Y por lo que respecta a la posible ambigüedad de la teoría del proceso político debe aclararse que pese a su nombre, la teoría no es un conjunto de hipótesis sobre m ecanismos cau sales s ino una p remisa ep istemológica, eso se ex plica a continuación. 191 CAPITULO 4. MARCO METODOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DE CASO 4.1 DIMENSIONES DE ANÁLISIS DEL MODELO DE LAS COALICIONES PROMOTORAS Lo pr imero que t iene que de cirse s obre l a d efinición de l A CF e s que e l nom bre aunque describe bien la propuesta, no hace justicia al hecho de que no e s en esencia una innovación sino una síntesis de consensos ya alcanzados de facto por los análisis cualitativos e h istóricos d e l as p olíticas públ icas, una de nominación que c ausara menos reticencia ante éste hecho sería llamarle con expresiones que dieran un sentido más descriptivo de la propuesta como “modelo de contienda de coaliciones” o a lgo parecido ya que s olo s e t rata de una f orma de de limitación de l pr oblema y de organizar de manera lo más sistemática posible los factores que la información de los casos ubican como posibles variables independientes en los proceso de cambio de las políticas públicas. En ese sentido la historia del ACF se p arece al del desarrollo del método process tracing en ciencia política. También por cierto hay que decir que el primer asp ecto q ue d estaca d e la definición d e S abatier del m odelo es q ue su delimitación misma como objeto de estudio lo coloca como coyuntura crítica. Si bien se r econoce que pue den e xistir pr ocesos de e volución de l as pol íticas de dur ación considerable sabatier establece que el modelo analiza el momento de cambio de las políticas. E s p or t anto u n m omento en el q ue i ndependientemete d e l as causas estructurales o i niciadas por eventos c ríticos hay un pr oceso de t oma de decisiones determinante para el cambio –o no cambio de la política pública. En segundo aspecto central en la definición de la visión de Sabatier es el asunto de l as co aliciones, est o co mo se h a r evisado t iene h ondas r aices y p ermite complementariedad máss que exclusión entre las visiones pluralistas y sus críticos. Se trata pues de un análisis de la contienda política de coaliciones en torno a un proceso de t oma d e d ecisiones g ubernamental, e l cual como s e ve rá a c ontinuación s upone tomar en cuenta diferentes factores contextuales y variables que influye en el proceso de co ntienda y en ú ltima i nstancia en el cm portamiento d e l os t omadores d e decisiones. Las coaliciones como modelo –pues puede haber intereses externos a las políticas involucrados en las coaliciones- supone compartir un conjunto de creencias y va lores, q ue s e r elacionan c on una pr eferencia pol ítica e n pa rticular, s upone una racionalidad limitada de los actores, pero es dinámica, con procesos de aprendizaje y retroalimentación, -de alli que se analice como un proceso y no de manera sincrónica; la coalición es tácita no formal, por lo que no se deimita por organización formales ni se i dentifica a p artir so lo d e acci ones co ordinadas, l as cu ales ad emás su ponen u n repertorio de acciones flexible es decir tanto canales formales como informales*(CE). Es p or est as car acterísticas y p or su s p remisas t eóricas u na co ntinuación d el conductismo clásico al estilo Almond y Verba que a pesar de haberse difuminado en vetas secundarias de la disciplina aquí vuelve a ser reconstituído en el estudio de las arenas donde confluyen el estudio del gobierno y de la acción individual y c olectiva de la sociedad civil. Es en ese sen tido un t riunfo discreto de parte del programa de Lasswell. Desde esa lectura podemos reorganizar de manera más convencional a las 192 dimensiones de análisis que se consideran explican la contienda y sus resultados de la siguiente manera: A) Características de las coaliciones y de los sujetos participantes 1. La acción es en torno a decisión gubernamental formal 2. Racionalidad limitada 3. Acción dinámica (aprendizaje y retroalimentación) 4. Creencias y valores compartidos que llevan a preferencia de política 5. Repertorio amplio [Formal, informal, protesta, lobby, etc] B) Estructura de oportunidades de largo plazo 1. I mpacto del c onsenso c ultural/institucional i nformal y f ormal s obre e l pr oceso político y apertura al cambio (incluye propensión a la represión) 2. Fracturas sociales 3. P roceso de c ambio en e l c onsenso c ultural/institucional-informal so bre t emas y otros subsistemas indirecta o directamente relacionados con la política (coynturas y eventos críticos externos) C) E structura d e o portunidades d irectas d e la p olítica: (parametros re lativamente estables) 1. Características del issue (Path dependence del proceso de agenda setting) 2. Consenso cultural/institucional-informal sobre el issue 3. Recursos potenciales de las coaliciones, 4. E structura in stitucional f ormal ( marco r egulatorio y p rocesal d el i ssue y d e s u cambio) D) Determinantes directas del cambio de la política 1. R esultado di recto d el i mpulso de una c oalición: [ producto de a cciones va rias: recursos, lobby, negocación, mkt, símbolos, etc, y a demás Weible et al recomiendad tres estrategias: conocimiento, redes, experiencia-tiempo] -agenda s etting de un issue ( persuasión de la opi nión pú blica y a través de ella tomadores de decisiones) -Inciadores dentro de las élites (por fracturas de coaliciones, intereses, etc) -procesos de negociación o consenso -procesos de aprendizaje de la coalición vs el cambio o de los tomadores de decisiones 2. P roducto de ot ros e ventos c ríticos: e xternos, del s ubsistema y s us c ondiciones, u otros de terminantes i ndividuales de t oma d e d ecisiones d e l os tomadores d e decisiones [ racionalidad-información, e mociones, m etas, a ctitudes, personalidad, expertise] E) Tipos de resultado de las contiendas de políticas (Meyer 2004) 1. Legitimación de una política pero inacción 2. Inicio de una política (programa) 2. Inicio de una política (creación de instituciones) 3. Cambio de apoyo a una política 193 4. Finalización/cambio radical de una política 5. Otras opciones (ilegales, o gestación de una políticas represivas) F) Proceso final de cambio (evento crítico) 1. Toma de decisión personal y acuerdos entre tomadores de decisiones 2. Sanción formal de la decisión Puede cu estionarse d el m odelo q ue l os f actores q ue af ectan l a p olítica son t odavía bastante d ifusos, y de la misma forma el p roblema de i nvestigación de l modelo, l a explicación general de la dinámica del subsistema es b astante flexible. Sin embargo, es c onveniente r ecordar que e s pr ecisamente l a f lexibilidad de l m odelo l o que ha permitido que sea utilizado para ordenar exitosamente el análisis de cientos de casos, los cu ales ad emás v arían en l a co mplementación d el m odelo co n én fasis institucionalistas, c uantitativos o in terpretativos. A demás d e lo a nterior e l m odelo cuenta co n p remisas t eóricas so bre l a p olítica sólidas y b ásicamente co nsensúales para la c iencia p olítica, es tá influenciado por l os es tudios d e Truman y Schattschsneider s obre gr upos de pode r que –aún co n ci erta i nfluencia d el institucionalismo clásico- en primer término reconoce la centralidad del estado, y de las a utoridades c omo l os pr otagonistas de l pr oceso po lítico y los tomadores de decisiones por excelencia. Y por tanto la idea de coaliciones, como estructuración de los g rupos interesados en d eterminar l as p olíticas p úblicas an tecede a l a p olítica, empieza co n l os t omadores d e d ecisiones p ertenecientes d iríamos ahora a u na coalición d eterminada. P or eso Baumgartner y Jo nes, en fatizan la ruptura de equilibrios previos como detonación de la política. En ese s entido sería un error pensar las políticas públicas, surgidas desde fuera, como i niciativas ciudadana que a scienden y qu e e ntonces en l a a rena pública s on disputadas de cara al posicionamiento de una autoridad reactiva, como si esto fuera la dinámica más frecuente, es por el contrario un escenario raro. La vi sión n o es d el t odo p esimista, p ues au nque t iene ci erta influencia d el modelo de l a e structura de pode r, pa rece a sumir una vi sión m odificada de l pluralismo; si hay apertura mínima a las voces disidentes y si en cada tema se forman coaliciones diferentes, de tal manera que no s e establece un m onopolio en el control de l a ag enda, en tonces hay m argen su ficiente para l a influencia d esde af uera d e l a coalición imperante hay democracia y políticas públicas. Esto es tan optimista como sugerir que los oligopolios son muchísimo mejor que los m onopolios. P ero l o c ierto e s q ue c omo di ce S artori e n a lgunas oc asiones ha y categorías que se d eben analizar d icotómicamente, existe o no existe una condición dada. L a i nfluencia so bre l as p olíticas q ue c onceptualiza S abatier e stá en tonces especialmente atenta a fracturas dentro de la coalición dominante en el subsistema, ya sea por eventos críticos que llevan a su debilitamiento, o p or que una parte de ellos cambie de ideas, es casi siempre como parte de una oportunidad de este tipo que una coalición d e p olítica p uede al canzar ci erta influencia en u na p olítica pública. U na reinterpretación gráfica del modelo es la siguiente: 194 Gráfica 7. Reinterpretación del modelo ACF Estructura de oportunidades de largo plazo y fuera del subsistema 1 Consenso cultural/institucional informal y formal sobre el proceso político y apertura al cambio (incluye propensión a la represión) 2. Fracturas sociales 3. P roceso de c ambio en e l c onsenso cultural/institucional-informal s obre issues relacionados y en otros subsistemas 4. Capacidades estatales (Mayer 2004) 5. Eventos y coyunturas críticas Actores y organizaciones centrales de la coalición (creencias, valores y preferencias de políticas Medios afines Medios afines Actores y organizaciones centrales de la coalición (creencias, valores y preferencias de políticas Foros /debates públicos auspiciados Actores y grupos que por diversas razones conciden en la preferencia de la política Actores y grupos que por diversas razones coinciden en la preferencia de la política Foros /debates públicos auspiciados Coalición impulsando el cambio/creación de la política Coalición en contra del cambio de la política Gob. Tomadores de decisiones Desición Form. PP Científicos/ Expertos Científicos/ Expertos Estructura de oportunidades directas de la política: (parámetros del subsistema) 1. Estructura institucional formal (marco regulatorio) y características del sistema político 2. C onsenso cu ltural e in stitucional informal sobre el issue y su cambio 3. Características d el is sue ( Path dependence de l pr oceso de a genda setting) 4. Características de los actores 5. Otr as ( aliados, ap oyo d esde el g ob, costos de oport, etc. Campaña/MOVILIZACIÓN DE RECURSOS 195 4.2 COALICIONES Y MOVILIZACIÓN DE RECURSOS En lo que se refiere a la complementación del ACF con los modelos sobre MS puede decirse que la complentariedad es prácticamente natural. Muchas de las variables son compartidas aunque muchas veces no se haga ello explícito. Las cuatro dimensiones de M cAdam, s e di stribuyen a lo largo d e la s d eterminantes q ue enlista e l m odelo ACF. La apertura o cierre del sistema político al cambio, y la existencia de puntos de acceso, corresponden por un lado con la apertura al cambio general y respecto a l a política que contemplan el ACF así como por la institucionalidad formal, el consenso informal respecto a la política y la trayectoria de la misma. La unidad de la elite, es de hecho e n el m odelo A CF e l de terminante c entral de l c ambio e n l a pol ítica. L a capacidad de sumar al iados, es p arte del item anterior, y además supone parte de la dinámica de la contienda y de a movilización de recursos. Finalmente la propensión a la represión correspondería a la apertura o cierre del sistema político, además de que se trata de una dimensión un t anto secundaria pues la protesta intensa y las acciones disruptivas directas se dan en u n número r elativamente menor d e p rocesos d e políticas públicas. Las oportunidades discursivas y la importancia de las oportunidades percibidas son p arte d e l os activos q ue pue den m ovilizar l as c oaliciones toda ve z e n l a contienda. En el b alance q ue h ace Mey er en su ar tículo de 2 004 se co nfirma l a flexibilidad de los procesos políticos y las muchas maneras en las que se relacionan las opor tunidades pol íticas y a cciones de los c ontendientes pol íticos, di cha multiplicidad d e v ariables n os lleva a u n d ilema, o h acer una l ista en sanchada d e potenciales escenarios que pueden afectar la contienda a favor o en contra de los que buscan un cambio en el sentido de alguna política pública, o por el contrario mantener la lista de oportunidades limitada y convertir estos escenarios en recursos que pueden ser ap rochados de p resentarse. Esto se co nsidera l o más conveniente pues como su nombre mismo l o i ndica l as o portunidades de ben s er c onsideradas co mo estructurales, es decir de una mayor solidificación y permanencia en comparación con e subsistema de la política, e incluso como un contexto que puede ser compartido por otras políticas cercanas en temática o tiempo. Por l o q ue r especta a la movilización d e recursos, y e l re pertorio, la literatura sobre movimientos sociales enriquece considerablemente el horizonte de análisis pues ofrece u n c atálogo d e acciones q ue p ueden se r an alizados r etrospectivamente p ara definir determinantes claves de las experiencias de éxito en los intentos de cambio de políticas, y a p artir d e al lí i r co nstruyendo conjeturas c ada v ez m ás só lidas e n términos predictivos. De hecho esta lista puede empezarse desde la lista de Weible et al de recomendaciones para la participación exitosa en políticas públicas. 196 Tabla 3 Lista integrada de recursos y repertorio de movilización I. RECURSOS Y ACCIONES PRO RECURSOS Recursos organizacionales básicos Adquisición y manejo d e r ecursos f inancieros: fondeos, ccontribuciones de m iembros, y donaciones de no miembros Recursos m ateriales: Espacios p ara oficinas Autobuses Información: operativa y bases de datos estratégicos Personal de base, voluntarios, y simpatizantes Cualidades internas estratégicas Capacidad de aprendizaje Capacidad d e en tender y ap rovechar ev entos repentinos que puedan ser favorables Cocimiento: a) co nsciencia d el p ropio s istema d e creencias, b ) co nocimiento an alítico c) conocimiento local y contextual, d) conocimiento de o tros s ubsistemas r elacionados y d el macro sistema político. Capacitación en técn icas y métodos d e argumentación, comunicación, etc Capacidad de reacción oportuna ante respuestas de la coalición oponente, y del gobierno Acciones estratégicas para procuración de recursos Participación por largos periodos de tiempo (genera expertise, permite estar influenciando a lo largo de todo el p roceso, p ermite d etectar “v entanas de oportunidad”, el cambio en las ideas-aprendizaje, y la tr ansmisión d el co nocimiento s olo s e d a en el largo plazo) Fomentar la institucionalización de organizaciones Apoyarse en practicantes experimentados Acreditación r eprocedimientos f iscales q ue aumentan la confianza de sus contribuyentes Adecuado manejo de los procesos de reclutamiento de miembros Reclutamientos en bloques Tener mecenas del movimiento Reclutar afiliados a organizaciones preexistentes Que le s ean co mpartidas lis tas d e co rreos y d e teléfonos de simpatizantes Financiamientos del gobierno Contratos de servicio Auspicio de corporaciones Financiamientos de star-ups Contar c on e xpertos en derecho, finanzas, administración, etc Tener miembros que forman parte de varias redes II. MOVILIZACIÓN DE RECURSOS Activismo ex terno ( hacia p úblico, o h acia contendientes) Negociación y persuasión Esfuerzos por movilizar l a opi nión pública (campaña t radicional v ía co nocimiento, mercadotecnia, publicidad o propaganda) Movilización de simpatizantes Contacto formal con las autoridades locales Participación en co misiones o en co nsejos de consulta gubernamentales Encuentros f ormales co n b urócratas u o ficiales gubernamentales Activismo o p ersuasión h acia r edes personales/privadas Manifestaciones, p rotestas y acciones (disruptivas) directas Actividades no convencionales Actividades ilegales Recursos legales ante tribunales Alianzas estratégicas Lobby directo a autoridades Lobby a través de redes Contactos o apoyo de medios Organizaciones locales o internacionales con causas o temas comunes Corp. Como sindicatos o cámaras empresariales Partidos políticos Otros actores en posición de apoyar al movimiento Desarrollo y movilización d e r ecursos morales/Prestigio Reclutamiento de celebridades que apoyan la causa Tener comités asesores con miembros prestigiados Autoridad moral a partir del uso efectivo de la no violencia Aliarse a personas o grupos respetables o prestigiados Premios de derechos humanos Premios a la competencia o efectividad en su ramo Incluir en su agenda sensibilidad o solidaridad con agendas sobre sectores vulnerables Desarrollo y movilización de r ecursos s imbólicos, culturales e identitarios Creación y manejo de identidades y símbolos Grupos de tr abajo y reuniones de los movimientos sociales p ara co mpartir co nsejos. I nformación y estrategias Socialización de valores y repertorios Música Historia Procurar ca racterísticas d istintivas co mo s er organizaciones f undadoras de a lgún di scurso o propuesta Desarrollo y socialización de niños Enseñanza d e los movimientos s ociales a o tras organizaciones Creación d e ar tículos icó nicos p ara su d istribución o venta 197 Dalton an aliza e l i mpacto d e los recursos d e l as o rganizaciones a p artir d e sei s variables b ásicas: 1 . n úmero d e em pleados d e t iempo co mpleto; 2 . n úmero d e empleados a t iempo p arcial, 3 . p resupuesto, 5. m embresía, y 6. edad de los miembros. Sin e mbargo, c omo ve mos e xiste una gr an va riedad de recursos y d e acciones concretas que usan las coaliciones, por ello es más conveniente en lugar de contrastar los hallazgos de Dalton simplemente registrar la información que se puede obtener para esbozar un panorama del proceso de operación política que tuvieron los politólogos académicos, y de pendiendo de l a c antidad de información di sponible sugerir que tipos de acciones –junto con los recursos relacionados son aquellos más utilizados por los politólogos y actores clave de la política pública. 4.3 DIMENSIONES DE ANÁLISIS SOBRE USO CONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LOS CIENTÍFICOS Una de las dimensiones c laves del modelo ACF es por un lado la formación de las coaliciones a p artir d e un co njunto d e cr eencias b ásicas, y d e u na p referencia d e política relacionada, y por l a o tra de l a d inámica co ntenciosa d el p roceso y d e la posibilidad de us ar un amplio r epertorio de a cciones. L o primero que t iene que distinguirse es que e l conocimiento general y va riado que influye en un pr oceso es difícil de delimitarse como objeto de estudio, por ello lo más conveniente es tratar de enfocarse u n ci ertos tipos d e co nocimientos, el m ás r elevante d e los cu ales es el conocimiento esp ecializado so bre l a materia o t ema d e l a p olítica p ública, p or ejemplo, seguridad pública, educación, defensa, etc. En ese sen tido el co nocimiento esp ecializado e s u n el emento cl ave d e ambas dimensiones del ACF. En primer lugar el campo científico del tema es una actividad, comunidad, práctica y repositorio de conocimientos con influencias estructurales y de largo plazo, y en ese sentido afecta tanto a los conocimientos generales que afectan el sistema social, como también afecta el conocimiento especializado sobre la política o su tema de manera indirecta, especialmente a través de otros subsistemas. En s egundo l ugar de fine, br inda i nsumos y e s una f uente de pr estigio de l os científicos que participan en las coaliciones. En tercer lugar dentro de las coaliciones provee bases o refuerza creencias sobre relaciones causales entre valores y preferencias políticas con el conjunto de acciones concretas que conforman la política disputada, y asimismo proveen de información y datos di geridos pa ra l a t oma d e d ecisiones cu ando i dealmente –es d ecir si n f ines ocultos- los act ores y t omadores d e d ecisiones t ratan d e e laborar u na respuesta d e política que relacione sus preferencias y valores políticos con opciones de respuestas a problemas públicos concretos En cuarto l ugar co mo l o h an señ alado d e manera p rácticamente u nánime casi todos l os a utores d el t ema es u sado d e m anera i nstrumental, como p arte d e la justificación de una de las preferencias de políticas dadas. Y e n qui nto, l ugar e sta e l pr oceso de a rgumentación f ormal q ue se da en l a sanción y el di seño de l a pol ítica p ública o l a decisión gu bernamental. E sto pue de verse gráficamente de la siguiente manera: 198 Gráfica 8. Tipos de conocimientos dentro de las coaliciones Fuente: elaboración propia Integrantes de una coalición (formada a partir de un conjunto de creencias básicas, y de una preferencia de política) Otros intermediarios y fuentes Área central de la contienda (debate público y deliberación) Conoc. General influencia indirecta en el subsistema y en los actores Conoc. exp influencia indirecta, afecta el sistema de manera difusa o a través de otros subsistemas Repertorio de acción política Conoc. exp. (como argumentos) Conoc. exp como comunidad, práctica y repositorio de conocimientos. /expertos fuera de las coaliciones Conoc.exp que da prestigio a los científicos en las coaliciones Expertos (apoyando una coalición) Tomadores de decisiones Sanción de la política Conoc. esp formalmente incluido en la política Conoc. exp. provisto x científicos que relaciona causalmente valores y preferencias con la política, y es fuente de inf. y datos (digeridos) 4 5 3 6 2 199 Existe consistencia e ntre e l po sicionamiento de l c onocimiento m encionado e n e l capítulo so bre l as relaciones indirectas y d irectas en tre ciencia y p olítica; las premisas del modelo ACF; l a l iteratura sobre movimientos sociales que reafirma l a importancia de l c onocimiento t anto c omo e lemento que e s pa rte de finitoria d el proceso de formación de l os m ovimientos c ontenciosos, y t ambién e s us ado c omo parte de los recursos movilizados en la contienda; y la literatura específica sobre uso de c onocimiento d onde si b ien se r econocen l a i mportancia d e o tras f uentes d e información y de otros determinantes del uso del conocimiento en realidad el interés central h a estado p rincipalmente e n el t ercer aspecto en listado ar riba, el u so d e conocimiento di rectamente c omo i nsumo pa ra l a t oma de de cisiones, d icho t ipo de uso d el co nocimiento e s el m ás i mportante y directamente l igado co n l a t oma d e decisiones. En ese sen tido los l lamados numerados en l a g ráfica se r efieren a l os t ipos de interés que se han revisado en la literatura especializada. El número 2 se r efiere a la clasificación de los tipos de conocimiento: de Weiss 1979467 donde menciona varios tipos de f unciones de l c onocimiento, i mplicando r elaciones i ndirectas y di rectas, destacan de ntro d e l os i mpactos i ndirectos el m odelo i nteractivo qu e a sume que influyen m uchas f uentes de c onocimiento e n l os t omadores de de cisiones, y e l modelo de s abiduría o i lustración que l a opc ión l inear de de sarrollo t ecnológico; y entre lo s impactos d irectos e l modelo lin ear de d esarrollo t ecnológico si milar a l as ciencias naturales, y e l modelo de abogacía. Posteriormente en 1991 468 sintetiza este catálogo e n t res f unciones c onocimiento c omo da tos, c omo i deas, o c omo argumentos. En todo caso, aceptando estas diferentes funciones lo importante desde el punto de vista de las políticas públicas, siguiendo el modelo ACF es el hecho de que estas diversas fuentes y funciones convergen como elementos clave para la formación de las coaliciones, para la contienda y para la toma de decisiones. Se ha señalado con el número 3 la lectura propuesta por Reich469 quien basado en Weiss y hace una lectura más amplia de los usos del conocimiento en el marco de una contienda política, esta lista incluye la toma de decisiones, por lo que se traslapa parcialmente con la llamada número 4, pero no se limita a esta utilidad obvia sino que reconoce los impactos más generales del conocimiento de un modo muy similar al los modelos ACF y de CE. La l lamada número 4 se r efiere al aspecto más examinado por la literatura, los determinantes de la llegada del conocimiento hasta los tomadores de decisiones, tanto en ge neral como de pendiendo de l t ipo de i nformación, e n este a specto e s donde l a investigación ha a vanzado ha sta i dentificar s ubconjuntos de f actores r elevantes y hasta l ograr u na co nvergencia en tre l os t rabajos d e C aplan470 Weiss471 y m ás recientemente Landry472. 467 op. cit. 468 Weiss (1991) op. cit. 469 Reich (1992) op. cit. 470 Caplan (1979) op.cit 471 op. cit. 472 Landry (2003) op. cit. 200 Al respecto resulta conveniente resaltar la pertinencia del modelo de CE para dar cuenta de la i nfluencia indirecta de l c onocimiento y c ómo este pue de tener d etrás procesos de preferencias convergentes y coordinadas, visibles en el largo plazo. No obstante en el plano de los procesos concretos de toma de decisiones el modelo de CE también tiene elementos adicionales que aportar si suponemos la acción conjunta que supone e l modelo pe ro de m anera a ctiva y e n e l c orto p lazo en e l marco de un a disputa de política pública. En tal caso la primera aportación de las CE al ACF es que refuerza la tesis en el sentido de que las coaliciones se co nforman sobre la base de compartir una serie de valores y creencias que se relacionan con una alternativa de política pública. De igual manera reiteran la importancia de los científicos y del conocimiento en los procesos de co ntienda, así co mo t ambién varios d e l os f actores determinantes d e su participación que han sido señalados por otros autores como su operación en forma de red y l a i mportancia d el p restigio acad émico y p ersonal p ara l os m ismos. Y de manera co ncreta co mo u na ex tensión d e la llamada n umero 4 reconoce i mpactos adicionales concretos de los expertos. Cabe r ecordar q ue la investigación est a d elimitada en gran m edida p or la disponibilidad de i nformación, por e llo a unque s e c uenta c on r eferentes t eóricos importantes, el centro d el interés est á en el r egistro d e l a t ransmisión de l conocimiento. N o obs tante pa ra f ines de i ntegración de l modelo de a nálisis e s importante clarificar la congruencia de las dimensiones en el marco de un proceso de política pública, en ese sentido completa la integración de la literatura revisada con la gráfica e l r ecuadro nú mero 5 que s e r efiere a un t ema a ún c on un s ubdesarrollo relativo que es el examen de los procesos concretos de utilización del conocimiento por parte de los tomadores de decisiones. Como había mencionado esto es un t ema que e n s u momento f ue c entral de l a a genda conductista, s in e mbargo l os a utores Caplan473 y R eich474 han op tado por de sarrollar un a a proximación ba sada e n s us estudios empíricos. Uno de los temas más importantes de la literatura, el proceso de participación de los ci entíficos co mo ex pertos en p rocesos d e p olíticas p úblicas co rrespondería a la llamada número 6 de l a gráfica. En e ste rubro, l a l iteratura ha t enido un desarrollo algo menor que en el caso del uso del conocimiento, y esto es entendible puesto que es razonable pensar que lo más importante de la participación de los científicos en las políticas pú blicas e s e l i mpacto que l ogran, s u é xito en l a t ransmisión de conocimiento hasta los tomadores de decisiones. Pero e sto s uena a una di visión t emática pr oblemática p orque co mo las l istas señalan de poco s irve una gr an t ransmisión de l c onocimiento s i l os tomadores de decisiones solo pretenden utilizarlo de manera argumentativa, o de ciden guiarse por otros cálculos. La literatura reconoce que uno de los factores que explican el éxito en la utilización de conocimiento es precisamente el esfuerzo de diseminación que hacen los científicos del mismo. En ese mismo sentido puede agregarse como problema de investigación propio, la dinámica de la participación política de los científicos, por se 473 op. cit 474 op. cit. 201 un objeto válido en si mismo al menos para la ciencia pol ítica y l a sociología de la ciencia, y porque se j ustifica al estar relacionado con el impacto que puede tener la ciencia en el proceso de las políticas públicas. Este t ema si guiendo a l a l iteratura se desplegaría en dos g randes p reguntas de investigación: ¿Cuáles son los determinantes de su participación e impacto? y ¿ Qué rol han jugado en el sistema político y en los procesos de políticas públicas? Sobre l os r oles de l os c ientíficos e n f orma general, aunque ha y modelos implícitos o ex plícitos en p rácticamente t odos l os au tores r evisados pocos se h an detenido en el desarrollo de los mismo. En ese sentido conviene recuperar tres propuestas la de schooler que define una lista que básicamente s igue siendo válida hasta la fecha, los modelos discutidos por Pielke que en cierta medida refrenda y actualiza a S oler y provee una tipología más clara p ara s u ap licación co ntemporánea, y f inamente l a sen cilla p ero co nsistente lectura de Gagnon que define básicamente dos posiciones, los científicos que apoyan explícitamente o tácitamente una política que se posiciona como conservadora de una condición dada, o bien como vanguardia es decir apoyando una política que busca un cambio ya sea en tema dado o con implicaciones estructurales mayores. Esta u ltima le ctura resulta m uy im portante porque c oincide e n la le ctura contenciosa del ACF ya que define un eje analítico mayor dentro del cual se pueden a su vez subsumir todas los roles parciales sugeridos por Schooler y Pielke475 475 Adicionalmente cabe comentar sobre la revisión realizada que hay cinco aspectos clave que no son tocados a decuadamente po r l os m odelos revisados y q ue t ampoco e n e ste c aso resulta ne cesario desarrollar, sino solo mencionar, el primero se refiere a las características personales de los actores que significan tendencias a l a acción estudiadas a través de temas clasicos como personalidad, actitudes y orientaciones, el segundo es el estudio de los procesos de toma de decisiones, que no solo es dinámico, retroalimentado y c on a prendizaje c ontinuo, s ino q ue s upone e n c iertos momentos u n p roceso de elección de va lores y f ines, que l amentablemente no han s ido e studiados de m anera i ntegrada s ino como parte de campos académicos distantes, por un lado las ciencias de la administración decisión y de racionalidad económica, por el otro la teoría social y política, y por un tercer frente la psicología, y las agendas de investigación biológico conductuales. El tercero el estudio de las dinamicas de poder interpersonal concretas, desplegadas a través de la persuasión, negociación o l a coacción de diversas formas, au nque s e s upone e stos t res el ementos e s cl ave p ara el es tudio d e l a p olítica en realidad tácitamente han sido dejado atrás y pasado a considerarse premisas sin que en realidad se desplieguen en las teorías medias que se supone alimentan. El cuarto aspecto es el tema de la comunicación. Todo acto de persuasión, negociación o de hecho cualquier interacción para tener sentido social supone un acto comunicativo, los procesos de comunicación fueron en su momento una agenda que se considero central dentro de la explicación de la conducta política, y que sin embargo también han sido dados por sentados i napropiadamente. Da da l a importancia d e es tos t emas es q ue l a el ección d el A CF y l as literaturas ad icionales revisadas c obran s entido pues a unque no s e c oncentran es pecíficamente en estos, s uponen d e manera d estacada s u i mportancia d e una m anera mucho m ás cl ara q ue l as o tras opciones para e studiar l as políticas p úblicas. A demás e n m edio de los f actores mencionados el conocimiento juega un papel transversal toda vez que supone influir en la toma de decisiones desde comunicando información y con ello dando cauce a una serie de influencias indirectas de las CE, hasta influyendo e n las a ctitudes, e i ncluso persuadiendo t anto a l os miembros de l as pr opias c oaliciones como a los tomadores de decisiones. 202 4.4 MÉTODO DE CONTROL: PROCESO POLÍTICO, ANÁLISIS HISTÓRICO Y PROCESS TRACING Aunque l as condiciones hi stóricas e i nstitucionales de un p roceso pol ítico pa rezcan confundirse con los determinantes de las d inámicas contenciosas que le conforman, esto no es así el marco histórico mayor que constituye la teoría del proceso político, supone sobre todo una forma de emprender el análisis, considerando el fenómeno un proceso histórico en lo general, mientras que la estructura de oportunidades políticas son l as co ndiciones est ructurales q ue co nforman mecanismos d e cau salidad probabilística de la emergencia y dinámica seguida por los movimientos sociales. Mc Adam lo propone originalmente de la siguiente forma: The political process model […] accurately conveys two ideas […] First in co ntrast to t he v arious cl assical f ormulations a so cial m ovement i s held t o be a bove a ll e lse a pol itical r ather t han a ps ychological phenomenon. T hat i s the f actors s haping i nstitutionalized pol itical processes are argued be of equal analytic utility in accounting for social insurgency. Second, a movement represents a continuous process from generation to de cline, rather t han a di screte s eries of de velopmental stages476. En realidad el factor problemático de la relación entre ambas categorías se encuentra en l a cu ltura, p ues la c ultura es u na cat egoría que se e s e structural y directamente determinante en la conducta humana y los procesos sociales más amplios. La solución temporal es mantenerse en u na perspectiva co nductista so stenida en l a ef iciencia explicativa de los modelos que se propongan o bien limitar la cultura la expresión del consenso como marco estructural. La t eoría d el p roceso político p or su v alor c omo r eferente ep istemológico permite n o solo r egresar a l a i ndispensable co ncepción h istórica d e l os p rocesos políticos, sino particularmente abrir la puerta a una corriente reciente de refinaciones metodológicas que han surgido en la sociología pol ítica y la ciencia política para la sistematización de e studios de c aso o c omparativos de p ocas uni dades que ha bían antes co nsiderados co mo d e seg unda cat egoría y co ndenados al mero est udio “cualitativo” “ descriptivo” “ monográfico” o “ narrativo” –esto ú ltimo p ara e vitar ofender a l a ve tusta y a ún muy respetada h istoria p olítica- Lo ci erto es q ue l as etiquetas q ue se h an m encionado e ntrecomilladas en r ealidad t odas p ueden t ener valores explicativos, importantes, o frecer conclusiones basadas en análisis cada vez más so fisticados de información cualitativa y – para aquellos de gustos positivistas también pueden construir explicaciones sobre relaciones causales. En ese sen tido, la teoría del proceso político se ubica como antecedente directo del movimiento reciente hacia los estudios históricos sistemáticos en ciencia política. Si bi en una f uente a lternativa ha s ido l a noc ión de path dependence derivada d el 476 Mc Adam, Doug (1982) Political Process and the Development of Black Insurgency 1930-1970. The University of Chicago Press. p. 36. 203 neoinstitucionalismo económico, esta visión no constituye el interés de la corriente a la q ue m e r efiero, y a q ue en ú ltima i nstancia el path dependence económico, e s orientado p or p remisas t eóricas d eterminadas, y r ecurre a u na l ógica an alítica cuantitativa, que le colocaría dentro del anterior mainstream cuantitativo de la ciencia política. D e al lí q ue l a n ueva co rriente se aso cie m ás co n l a n oción d e a nálisis histórico comparativo, o estudios de caso con análisis process tracing. De acuerdo con Collier477 a pesar del auge reciente, en realidad los trabajos que comenzaron est e resurgimiento en p ro d e l a r ecuperación d el an álisis h istórico empezaron a fines de los setenta478. Es curioso como desde haya sido visto el método histórico como la salida más eficaz para dar formalidad a l os estudios de caso. Sin embargo de sde l a s ociología de los movimientos s ociales la hi storia p rocede de un camino diferente, precisamente de la historia misma. También a f ines de los setenta Tilly479, Skocpol480 y McAdam481 impulsan el refinamiento del trabajo metodológico en la sociología histórica. El estudio de los movimientos sociales, sobre todo en sus escalas más grandes como son las revoluciones por un lado suponen un conocimiento a pr ofanidad de los casos, y po r el o tro pe rmiten l a a rgumentación de p rocesos sociales y políticos, que desde la historia política tradicional aparecían sólidos por su lógica, r igor a rgumentativo y por las ev idencias en las q ue se respaldaba. S in embargo di chos e studios r ealizados de sde l a s ociología s e vol vieron más a uto demandantes, y buscaron sistematizar la relación entre teorías sociales determinadas y los m ecanismos cau sales h allados. Especialmente en el caso de l os m ovimientos sociales el análisis t uvo q ue d ecantarse p or l ógicas o b ien r ational choice o p or narrativas s ociológicas q ue p or l a d inámica ex acerbadamente p rocesal d e los movimientos sociales l levaron al análisis histórico, de al lí que la noción de proceso político y el énfasis en la estructura de oportunidades se volvieran eventualmente los distintivos centrales de la agenda. Una de las obras que sella el cambio de rumbo dentro de la ciencia política es el libro Rethinking Social Enquiry 482, Años de spués de s u publ icación los e ditores s e congratulan de que para muchos el libro y e n general las visiones que le impulsaron hayan eventualmente tenido éxito en llevar a la disciplina a una visión metodológica más pluralista483. Pero, a decir verdad no parece haber realmente mucha pluralidad en 477 Collier, op. cit. 478 Eckstein, Harry (1975) “Case Study and Theory in Political Science”. en Greenstein, Fred y Nelson Polsby ( ed) Handbook of Political Science. R eading, Ma ssachusetts: A ddison-Wesley; G eorge, Alexander ( 1979) “ Case S tudies a nd T heory D evelopment: T he M ethod o f S tructured, F ocused Comparison”. e n Paul Gordon ( ed) Diplomacy: New Approaches in History Theory and Policy. NewYork: The Free Press. 479 Tilly, Charles (1984) Big Structures, Large Processes, Huge Comparisons. New York: Sage 480 Skocpol Theda (1984) (ed) Vision and Method in Historical Sociology. New York and Cambridge: Cambridge University Press. 481 McAdam, op cit. 482 Brady, Henry y D avid C ollier ( 2004) ( ed) Rethinking Social Inquiry: Diverse Tools, Shared Standards Maryland: Rowman & Littlefield. Que surge como una revisión crítica del clásico de 1994 Designing Social Enquiry de King, Keohane y Verba. 483 Brady, Henry e t a l (2006) “Toward a P luralistic Vision of Methodology”. Political Analysis v.6, n.14. Oxford University Press. 204 el nuevo “pluralismo” de la disciplina. Actualmente sigue imperando cierta influencia positivista, y desdén hacia estudios de corte antropológico o grounded theory que se consideran m ás pr opios de l a a ntropología, o d e t emas q ue i njustamente so n asociados con t rabajos de poc o r igor m etodológico c omo e l f eminismo l as identidades, etc. El g iro en realidad h a sido h acia la si stematización d e l os est udios d e caso , exigiéndoles el análisis d e ev idencias y o rientaciones n omológico-deductivas a l menos d e manera mínima o i ndirecta. Y p ara el lo se r equiere u n an damiaje epistemológico, allí es donde entran las nuevas sistematizaciones sobre comparación cualitativa y p rocess t racing, si b ien l a co mparación es u na t area i ntrínseca d e cualquier análisis, introducir orden y sistematicidad en las comparaciones de estudios de pocos casos o de unidades de análisis dentro de los casos ha significado un gran progreso en términos de la legitimación de los estudios cualitativos. George y Bennett definen process tracing de la siguiente manera: “the process-tracing method attempts to identify the intervening causal process –the causal chain and causal mechanism- between an independent variable (or variables) and the outcome of the dependent variable”484. Este m étodo co mo ej e ar ticulador d el an álisis cu alitativo s e h a v enido sofisticando hasta el punto en que los metodólogos de este campo en ciencia política han preferido una nueva etiqueta “process tracing” en lugar de hablar del desarrollo o sistematización de la historia política o de l análisis histórico político. Y aunque han dicho que la diferencia se sustenta básicamente en la misión nomológico-deductiva de la ciencia política versus el registró de fenómenos únicos que caracteriza a la historia; éste un argumento insuficiente para justificar el error de distanciarse con la histórica política clásica. Baste preguntarse ¿Qué se encontrará la ciencia política si se revisara a aquellos historiadores q ue h an p lanteado al menos ci erta i ntencionalidad de e ncontrar determinantes de regularidades, ya que supongo que Roberts (al que citan George y Bennett485) no e s e l ún ico hi storiador en e l mundo que ha desarrollado de facto un análisis process-tracing? ¿No se esta dejando pasar la oportunidad de enriquecer a la ciencia política acercándola con la historia política, que desde el conductismo ha sido un á ngulo descuidado de l a d isciplina? o pa ra r esumir ¿ Realmente t ienen l os politólogos tan poco que aprender Herodoto, Bloch o Braudel como lo que muestran las curriculas de los programas académicos en ciencia política? No abundare más en este asunto, solo dire que ya que hablamos de secuencias, resulta curioso que no haya sido a partir de los estudios de política comparada y sobre desarrollo p olítico de l os a ños c incuenta y s esenta, que s e diera el llamado por u n regreso sobre l a i mportancia de l as lecciones –incluidas l as metodológicas- de l a historia para la ciencia política. Pareciera que en realidad pese a los comentarios de los autores insinuando que el process tracing es producto de la sensatez y/o del descubrimiento artesanal –producto 484 George, Alexander y Andrew Bennett (2005) Case Studies and Theory Development. MIT Press. p. 206. 485 Ibid., p. 224. 205 del oficio- de sus iniciadores, en realidad la emergencia reciente del método parece una respuesta –obediente- ante el impacto que tuvo el llamado a la sistematización de la investigación lanzado en el KKV –lo cual debo aclarar no es per se problemático-. También p odría especularse q ue l os “b landos” en l a ci encia p olítica –como l o llamaba Almond- al ver por movimientos de reforma como el Perestroika que no iban a obtener nada quejándose de hegemonías sino demostrando de manera eficaz el error de los reduccionismos cuantitativistas, al implícitamente suponer que la investigación cualitativa no podía ser científica. La crítica y la autocrítica a pesar de lo molestas que puedan parecerles a algunos son de hecho una de las pocas características que unánimemente se reconocen como característica definitoria de la ciencia. Los últimos lustros han logrado un gran avance en el t erreno d e los estudios h istóricos e h istóricos c omparativos, a t al gr ado que ahora la lógica del análisis process tracing parece una lógica natural de los estudios de caso, o de pocos casos, dada la lógica analítica narrativa que supone de origen la ciencia social. pero esto aunque realizado de manera bastante rápida no fue un asunto simple hacia falta trabajo teórico y revisiones minuciosas, antes de poder declarar – dentro de l a c iencia pol ítica- lo qu e ha ce m ucho t iempo ha bía di cho B raudel –por supuesto sin desarrollar plenamente sus implicaciones operacionales- que había una diferencia sustantiva entre los análisis sincrónicos y los diacrónicos. Según Bevir486 la investigación “social” cuantitativa supone una epistemología idealista, q ue d escansa en l a co herencia m atemática, m ientras q ue l a i nvestigación social cualitativa pero de influencia positivista es la que realmente construye basada en evidencia. Tras muchos años de trabajo la lógica finalmente puede ser simplificada y con ello consolidada. Las siguientes gráficas (9) y (10) tomadas de Derek Beach487 sintetizan magistralmente esta idea: 486 Bevir, Mark, op cit. 487 Beach, Derek et al. (2016) Causal Case Study Methods Foundations and Guidelines for Comparing Matching, and Tracing. Ann Arbor: University of Michigan Press. p. 164. 206 Y esp ecificando más a un l a ex plicación d e l a l ógica d el examen d e los p rocesos causales –process t racing- enfatiza el h echo d e q ue e sta l ógica metodológica descansa sobre la premisa de que la causalidad es un proceso compuesto, de alli que le l lame “ mecanismo cau sal” el cu al a su v es es i ntegrado p or “m anifestaciones observables” -a l os cu ales l lama “p aquetes” o “caj as”- que s e c omponente de acciones o i nteracciones concretas que s e va n sumando pa ra pr oducir un r esultado, como lo ilustra el siguiente esquema488: La claridad expositiva de las graficas arriba mostradas hace que -además de un par de ideas q ue r efinan el es quema co mo l as “co yunturas c riticas”, acl araciones s obre “mecanismos”, o d etalles so bre la a plicación d e d icha l ógica esp ecíficamente en el 488 Ibid., p. 274. 207 análisis de las políticas- poco puede agregarse respecto a la implementación de esta visión en u n est udio d e caso co mo el p resente. L as f ormas d e p articipación, las acciones y características observadas son evidencia de su conducta en si mismas, es decir l os alcances se o rientan a p robar q ue u n t ipo d e c onducta c aracterizada e s observada en una e xperiencia, d ada. E sto aunque e s un pa so e xploratorio y descriptivo al asociar la conducta con referentes teóricos aplicables, la evidencia va conformando un pr imer pa so ha cia l a t ipología y de e sa m anera ha cia l a conformación de teoría. En términos de George y Bennett: “the investigator can begin to chart the repertoire of causal paths and lead to a given outcome and the conditions Ander which they occur –that is to develop a typological theory”. En ese sen tido la densidad d e l a obs ervación pe rmite no s olo someter a prueba los mecanismos causales de teorías ya desarrolladas sino en su caso contribuir al desarrollo de teoría. Puede en tonces d ecirse q ue l a mecánica t radicional d e l a i nvestigación so cial orientada a teoría no se esquiva sino de hecho es atendida aún más minuciosamente. Así pues, para fines del trabajo solo se detallaran algunas advertencias sobre la utilización q ue se h ará d e est e en foque. E n p rimer l ugar a p artir d e l a d escripción metodológica que ha cen G eorge y Bennett489 debe a dvertirse que por l a naturaleza panorámica y exploratoria del trabajo así como por las limitaciones de la información disponible, l os al cances d e l a ex plicación c ausal q ue s e esp eran e ncontrar so n principalmente lineales, y limitados en su extensión en el numero de mecanismos que se p ueden r egistrar, e n su s i nteracciones i nterdependientes y en g eneral en l a complejidad de las cadenas causales. La comparación es un elemento que da fuerza a las inferencias que se derivan de las observaciones, en este trabajo sin embargo, por las ca racterísticas d el caso y e l r elativamente r educido n úmero d e actores involucrados, pa rticularmente de pol itólogos, por m omentos s e llegará a l pun to de que a lgunos s ujetos representen una a cción o c onjunto de c aracterísticas paradigmáticas en el marco de los registros que alcanza a hacer el caso. Sin embargo esto no se considera un problema, ya que la observación y clasificación de fenómenos y actividades políticas es un paso necesario para la formulación de conjeturas teóricas y la posterior comparación de fenómenos similares en poblaciones más grandes. Esto es considerado una de l as fortalezas de los estudios de caso, y del l a aplicación de metodologías históricas. En s egundo l ugar s iguiendo a M ahoney490, ad emás d el an álisis g eneral de l os antecedentes, y la comparación con las condiciones iniciales dentro de los procesos causales, se t omarán en consideración de manera destacada el papel de los eventos contingentes y l as c oyunturas críticas, y s e pr opondrán hi pótesis s obre los mecanismos causales configurados, usando un l enguaje narrativo. En tercer lugar se utilizarán las propuestas de Fallety y Linch491 primero en cuanto a la clasificación que hacen de mecanismos causales, de la cual se retomarán: a ) formación de creencias, elección r acional (entendida d e m anera limitada co mo el cal culo co nsciente d e 489 George, Alexander y Andrew Bennett (2005) op. cit. 490 En sus artículos en (2006) Oxford Handbook of Comparative Political Analysis y (2007) Oxford Handbook of Political Methodology. 491 Falleti, T ulia y J ulia L ynch ( 2009) “ Context a nd Ca usal M echanisms i n P olitical A nálisis” Comparative Political Studies v. 42, n. 9. Sage. 208 estrategias), ap rendizaje; y c oordinación por l o que s e r efiere a l a e xplicación principal de las acciones e impacto de las actividades de los politólogos, y también se considera ú til l a ex plicación d el m odelo d e an álisis d estacando l as d imensiones d e análisis desde una periodización en capas de los mismos. Y f inalmente cab e d estacar q ue r ecientemente se h a e mpezado a ex plorar específicamente d entro d e l as p olíticas p úblicas l a aplicación d el an álisis p rocess tracing, algunos como Howlett492 muestran cierta desconfianza y cr itican la falta de “modelización” que implica el enfoque, pero por otra lado señala desde su expertise en el cam po d e las p olíticas p úblicas q ue h ay “ tiempos i nstitucionales” co mo el el caso de los calendarios electorales, los cambios generacionales de los políticos, etc. que deben ser ponderados adecuadamente, y no hacerse tabla rasa de ellos ya que en algunas ocasiones pueden ser factores que influyen en los procesos de cambio, y en otras simplemente co mo p arte d el co ntexto g eneral c omo l a d emografía o l a geografía. Desde u na p erspectiva más o ptimista K ey y B ecker493 discuten l as p remisas centrales de l a metodología process t racing, aunque concluyen que l a aplicación de las mismas es una tarea que apenas empieza para el análisis de las políticas públicas, señalan varias lecciones de utilidad. Una es que en las políticas públicas debe ponerse atención a q ue los mecanismos causales no so lo son complejos sino que operan en varios niveles de análisis; individual, meso o colectivo, y a nivel macro o institucional y todos los niveles pueden emplearse para la explicación del cambio en las políticas, dependiendo de las necesidades de la investigación. Afirma que e l modelo de ACF incluye los tres niveles de abstracción para explicar cambios en el nivel meso, pero advierte que generalmente en el análisis de políticas una vez que se han clarificado y seleccionado l as d imensiones d e an álisis g eneralmente d eben i ncluirse en las explicaciones teorías de rango medio particulares. 4.5 PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN Y OPERACIONALIZACIÓN Una vez organizadas los recursos teóricos con los cuales se puede analizar el proceso de pa rticipación de los pol itólogos y de l us o de l c onocimiento e n l as pol íticas públicas p odemos r etomar l os o bjetivos y p reguntas cen trales d e l a investigación, estos naturalmente n o a barcan el abanico d e t emas y d imensiones de análisis de l a literatura r evisada ar riba, su o bjeto cen tral es el an álisis del p apel d e l a ci encia política y l os p olitólogos acad émicos en l a p olítica p ública que co nstituye el caso, específicamente analizando los determinantes y la dinámica de su actividad política y de transmisión de conocimiento; y e l impacto que lograron en el proceso de cambio de la política y en el uso de conocimiento en la misma. 492 Howlett, Michael (2009) “Process Sequencing and Policy Dynamics: Beyond Homeostasis and Path Dependence”. Journal of Public Policy v. 29, n.3. Cambridge University Press. 493 Kay, Adrian y Phillip Baker (2015) “What Can Causal Process Tracing Offer to Policy Studies? A Review of the Literature”. Policy Journal Studies v. 43, n. 1. Wiley. 209 En ese s entido, se recuperarían los temas que en l a g ráfica anterior se s eñalan con los números 4, 5 y 6 que se refieren a la participación de los expertos y al uso de conocimiento por parte de los tomadores de decisiones. Obviamente l os referentes q ue p roporciona l a l iteratura r evisada d eben se r adaptados, en primer lugar por lo que respeta a los científicos expertos, debe limitarse la sel ección a l a cat egoría d e c ientíficos acad émicos, y au nque co mo se sab e est os pueden r ealizar m últiples t areas, se h a p rivilegiado a a quellos con e l g rado y l a ocupación, en s egundo l ugar r especto a l us o de c onocimiento, l a categoría se considera que abarca tanto al conocimiento utilizado para conformar la coalición y en su dinámica contenciosa como para los tomadores de decisiones de la política, en ese sentido se omiten los distingos entre las peculiaridades que puede tener un hipotético proceso de evaluación “clínica” realizado de manera íntima de los actores clave de las coaliciones incluyendo a los tomador de decisiones y la influencia que puede tener el que l os m ismos se al imenten d e manera sú bita al escu char u na o pinión en u na conferencia o m edio de c omunicación, de a llí que e l us o del c onocimiento e n e l debate sea tomado como una unidad que incluye a todos los involucrados. La única distinción, pero no para fines de análisis de la toma de decisiones sino del alcance del conocimiento se h ace en los documentos oficiales, el análisis de los diarios d e d ebates p arlamentarios y en l as minutas d e t rabajo d el S CHPA. El o tro aspecto que se espera ofrezca conjeturas sobre procesos causales es la división de la política pública en etapas asociadas al proceso de cambio en la misma. La ap licación d e l os r eferentes t eóricos a l as p reguntas s ecundarias d e investigación e nlistadas e n e l c uadro de arriba por s upuesto no e s un una t area mecánica, r equiere d e u na r electura d e l os f ines d e l os o bjetivos d e co nocimiento originales d e l os m odelos, y d e la sel ección d e l as d imensiones q ue se h an considerado más pertinentes para atender las preguntas específicas que se plantean. A partir de dicho análisis, se ha desarrollado una propuesta de operacionalización que parte de l a r edefinición c onceptual de l as p reguntas de i nvestigación y de l os determinantes de la misma. Lo primero que debe definirse son los sujetos de estudios a partir de una condición determinante del todo el esquema de operacionalización que se propone; definir de conocimiento y los sujetos de estudios. Tabla 4. Esquema general de la estrategia metodológica Sujetos de estudio Objetivos de conocimiento Etapas del proceso Politólogos académicos 1. Determinantes de su involucramiento y acceso en el proceso de la política I. Agenda Setting II. Policy Making III. L egados d e l a agenda 2. D eterminantes de l pr oceso de t ransmisión de conocimiento 3. Recursos, estrategias, y repertorios de movilización 4. P resencia y us o de c onocimiento e n e l de bate público y en la toma de decisiones Fuente: elaboración propia 210 4.5.1 LOS POLITÓLOGOS ACADÉMICOS COMO SUJETOS DE ESTUDIO Los politólogos son sujetos pol íticos en primera instancia como ciudadanos y como tales na turalmente c uentan c on de finiciones i deológicas que pue den ve rse e n s us preferencias electorales, en sus opiniones vertidas en círculos cercanos, en su ámbito profesional o i ncluso e n s u pa rticipación e n d ebates d e p olíticas q ue l es af ectan directamente, por ejemplo en temas de carecer vecinal o local, pero esto también lo hacen personas de cualquier ot ra profesión. Sin embargo su relación directa con las contiendas políticas específicas que rebasan su vida cotidiana puede ser diversa, por eso deben distinguirse de otros dos grandes tipos de politólogos, los que participan de manera d irecta incluso cambiando su p erfil p rofesional (es d ecir p ara l o q ue es tá orientada su formación académica), y los que lo hacen esporádicamente como es e l caso que nos interesa. La pos ición de l os pol itólogos en l a pol ítica p ública, s iguiendo a M erton e s definida por su relación con el “cliente”, por su grado de autonomía organizacional y por su s o bjetivos p ersonales, es d ecir e n términos de s u rol. E n e se s entido es oportuno reiterar que de inicio se definió como sujeto de estudio específicamente a los politólogos académicos, es decir aquellos que cuentan con el grado de doctor en ciencia p olítica, r ealizan i nvestigación f ormal y de penden e conómicamente de s u trabajo académico. Esta si tuación les coloca como externos al gobierno, capaces de expresar su s p ropias co nvicciones y co mo ex pertos q ue p ueden r ecurrir al cap ital político y d e pr estigio asociado a su c ondición de e xpertos ci entíficos, p or ser s u oficio la investigación y la enseñanza. Curiosamente Mer ton coincide co n el m arxismo al sel eccionar e l g rado d e autonomía y e l tipo de relación con el cliente como los determinantes fundamentales de l a relación en tre ciencia y política, para e l marxismo la superestructura –en este caso la política y la propia disciplina de la ciencia política- están determinados por la estructura que es el modo de producción, esta es una idea que resulta importante tener en c uanta c uando s e e studia a l a d isciplina y específicamente la a ctuación d e l os politólogos. Y ef ectivamente es r azonable p ensar q ue las “co ndiciones m ateriales d e subsistencia”, es decir el empleo o l a fuente de sustento principal de los politólogos son l a pr imer condicionante de su participación política, pues no s olo constituye l a plataforma q ue l es p ermite d estinar u n t iempo y esf uerzo m aterial a u na act ividad diferente a su profesión principal, sino que también tiene importancia para determinar las lealtades ideológicas e institucionales o las constricciones estratégicas que –en su caso- podrían estar detrás de algunas de las posiciones políticas defendidas. Sin em bargo h ay q ue acl arar q ue si b ien es ci erto q ue l a p olítica es tá condicionada por una f ilosofía i mperante que se t raduce a su v ez e n u na f orma particular d e o rganización d e l a so ciedad y d e su d inámica eco nómica –esto es l a cosmovisión occidental la ideología liberal y el modo de producción capitalista-, ello no significa que la política sea únicamente un reflejo del modo de producción, o que la t eoría p olítica y l a ci encia p olítica co mo e mpresas d estinadas a est udiar el fenómeno del poder y de la organización de la sociedad para la consecución de fines 211 relacionados con la mejor situación de la misma sean sólo una “falsa conciencia de clase”494, sino que ambas son empresas con objetivos legítimos. Las r eflexiones d e l a t eoría p olítica i ndependientemente d e su s sesg os efectivamente aportan ideas valiosas sobre la conformación y dinámica de la sociedad y la ciencia política contemporánea tampoco pierde su valor heurístico por estar dada en l a realidad cap italista act ual, aunque ci ertamente el ca pitalismo co mo marco general es un factor que debe tenerse en cuenta cuando se analiza la actuación de los politólogos. A dicionalmente se h a co nsiderado a l a f ormación acad émica co mo criterio de selección de las personas cuyas t rayectorias se analizarán, s erá r equisito que c uenten c on gr ado de doc torado e n c iencia pol ítica, y que dur ante s u participación –o pr evio a e sta- se h ayan desempeñado co mo acad émicos en instituciones académicas de tipo universitarias tradicionales495. Así, a partir de lo anterior se puede clasificar el status base de la participación de los politólogos como: A. Politólogos académicos universitarios a tiempo completo, B. Politólogos con otros ingresos importantes: b.1 acad émicos u niversitarios d e t iempo co mpleto q ue ad emás r ealizan u na actividad o contrato específico de colaboración b.2 mixtos: académicos universitarios a medio tiempo y b.3 personas que dejaron el ámbito universitario Derivado d e est a c lasificación inicial se d ebe identificar el t ipo d e ac tores co n l os cuales s e r elacionan496 los pol itólogos de l i nciso b.1 a l b.3, para est o se si gue utilizando el criterio económico como punto de partida, de esta manera, dejando de lado el ámbito de las universidades encontramos en el abanico de las instituciones en las que se pueden emplear politólogos a: • Entidades d irectamente r elacionadas co n f ines p olíticos o est atales: partidos políticos y organizaciones gubernamentales • empresas u organizaciones particulares con fines pecuniarios • empresas u organizaciones particulares con fines públicos o políticos El re sultado d e u nir las c lasificaciones anteriores e s la s iguiente tipología d e plataformas para la participación de los politólogos en la política: a) Politólogos que laboran en una institución gubernamental a tiempo completo o parcial o que tienen un contrato con esta 494 Thompson, (1991) Thompson, E. P. (1991): “Algunas observaciones sobre clase y falsa conciencia de clase”. Historia Social n. 10. Universidad de Valencia. 495 En México la profesión académica en su mayoría se da dentro de instituciones universitarias Gil, Manuel ( 2008) op. cit. Sin embargo, e n e l c aso de C anadá a l i gual q ue e n l od E stados U nidos recientemente han proliferado centros de e studio que no t ienen c omo m isión l a i nvestigación y docencia s ino la i nvestigación ap licada hacia ci ertas p olíticas y p roblemas p úblicos, estas en tidades llamadas think tanks suelen estar vinculadas a fundaciones particulares, a organizaciones civiles o bien tienen de maneras directas o indirectas lazos con instituciones gubernamentales (Astié, 2011), de allí que s ea necesaria l a d istinción e ntre aca démicos q ue s e d edican a l a d ocencia e i nvestigación e n universidades tradicionales y aquellos que lo hacen en instituciones tienen otros fines. 496 En t odos l os c asos s e om ite di stinguir l a pos ibilidad d e r elacionarse con otras universidades o proyectos académicos de las mismas ya que este tipo de labores serían parte de la actividad normal de un académico a tiempo completo. 212 b) P olitólogos que laboran e n una e mpresa c on f ines pe cuniarios a t iempo completo o parcial o que tienen un contrato con esta c) Politólogos que laboran en organización con fines públicos a tiempo completo o parcial o que tienen un contrato con esta d) Politólogos que participan desde la academia de manera altruista Dentro d e l a cl asificación m encionada los act ores m ás v isibles q ue su elen identificarse s on p rimero lo s a ctores p olíticos: los p artidos p olíticos y lo s a ctores gubernamentales, pr incipalmente e l e jecutivo y e l l egislativo, e n s egundo l ugar tenemos a los medios de comunicación y a las empresas de lobbying, en tercer lugar a las o rganizaciones c iviles y los think tanks c omo e mpresas u o rganizaciones particulares pero que no son parte del gobierno ni siguen fines de lucro, no obstante si defienden i ntereses y p untos de vi sta, y f inalmente están l as i ntervenciones d e l os expertos en el debate público o como consejeros durante los procesos deliberativos. Esta se rá la b ase p ara el seg uimiento d e las trayectorias de l os p olitólogos en los procesos estudiados497. Los pol itólogos que d ejan atrás la p rofesión a cadémica s on un g rupo m uy interesante donde e ncontramos un a mplio a banico de p osibilidades, c omo ya s e mencionó e stán en p rimer l ugar aquellos que pueden ser actores políticos cen trales compitiendo desde los partidos para la obtención de puestos de autoridad, y t ambién allí se en cuentran su s asesores o p ersonal s taff i nmediato. P or o tro l ado ex isten quienes so n parte de las burocracia de las muchas agencias gubernamentales de los poderes púb licos y a quellos que trabajan c on grupos de i nterés o c on grupos d e presión de sde l a s ociedad c ivil, e i ncluso a quellos qu e de sde t hink t anks, f irmas consultoras privadas o i ncluso d e m anera p ersonal co mo free-lancers pueden t ener algún r ol y a sea d e manera sem i-autónoma o a utónoma, e xisten a quellos que se involucran en la política desde el periodismo, y f inalmente aquellos Estudiosos que eventualmente se co nvierten en intelectuales p úblicos y q ue r egularmente m ás q ue con p artidos se aso ciación co n ag endas p olíticas am plias, movimientos y cau sas sociales, casos ejemplares de esto son figuras como Chomsky y Bourdieu. El r ango de t ipos y ni veles e n l os que pue de pa rticipar un doc tor e n c iencia política a nte un pr oceso de pol ítica públ ica e s a mplio, na turalmente pue de ha ber papeles t raslapados, cambios de l ealtades y e quipos de c olaboración, simulaciones, etc. Pero dos aspectos parecen centrales para analizar una participación directa en un proceso d e políticas p úblicas est o es l a p osición q ue j uegan en el co ntexto d e los actores en disputa, su ocupación principal fuente de su sustento, y el tipo de actividad que d e manera co ncreta r ealizan. D e al lí q ue e sta i nvestigación se h ayan d efinido como sujetos de investigación a los politólogos académicos, porque de entre todos las posibilidades esta es la que mayor vinculación mantiene con la noción de científicos participando c omo e xpertos, y por que s u of icio s upone c apacidad de a utonomía indispensable para dicho rol. Esto obvi amente no descarta que e n l os pol itólogos que pue dan e star participando d esde o tras p osiciones n o puedan est ar presentes l os p rincipios disciplinares que l es f ueron e nseñados dur ante s u f ormación o un a lto rigor 497 cfr. Sartori, Giovanni. (1998) Ingeniería constitucional comparada. México: FCE. 213 argumentativo s olo que s u pos ición e s di ferente, l es aleja de l a pos ibilidad d e s er analizados –y c omparados- a la luz d e la n oción d el p apel de ci entíficos –como sujetos e xternos, s upuestamente obj etivos- dando c onsejo e xperto, ya q ue e ste t ipo originalmente f ue i nspirado p or el caso d e l os esp ecialistas p rovenientes d e l as ciencias n aturales. L os politólogos académicos q ue se i nvolucran en el debate d e ciertas pol íticas públ icas t ienen a s u ve z un r ango de pos ibilidades de i nfluencia amplio, - se involucran en el debate público, a través de medios de comunicación, de la pa rticipación e n di stintos f oros p úblicos o d e s er c onvocados a pa rticipar c omo expertos. Esta vía e s l a que l es otorga un c ariz diferente a l de ot ros c ientíficos que participan dando consejo experto, ya que las materias de debate son precisamente un orden normativo, el margen para aducir una mera consideración de opciones es casi inexistente, corresponde más bien al escenario en el que Majone al explicar los tipos de roles del asesor de políticas señala una dinámica especial que l lama de “consejo persuasivo”498. Adicionalmente e l i mpacto nor mativo de s u trabajo a cadémico que pue de ser retomado p ara cau sas políticas, este asp ecto ha si do r elacionado co n l as C E. En ocasiones está ú ltima f orma d e p articipación p olítica p uede d arse s imultáneamente con al guna o tra d e las m encionadas en la l ista, asimismo se acepta q ue l a participación en deliberaciones que a la postre pueden afectar los intereses de algunos actores puede dar lugar a algún tipo de presión política, sin embargo ello no impide el que para fines de análisis se pueda distinguir y analizar dicha forma de participación como una dinámica propia. Otra clarificación que debe hacerse sobre los sujetos de estudio es la hipótesis implícita de que los pol itólogos académicos como actores en los debates de políticas constituye un sujeto de estudio propio que desempeña un rol particular dentro de l c onjunto g eneral de “ expertos” que participan e n de bates d e políticas pú blicas por l o s iguiente: S e t rata de a cadémicos que no e stán ha ciendo asesoría t écnica n i t ampoco act uando co mo i ntegrantes d e al guna d e l as p artes o grupos políticos distinguibles, sino que tratan de influir de manera independiente en las políticas públicas explotando su condición de expertos para erigirse en actores por si mismos499. Derivado de lo anterior la dinámica de la participación de estos actores comparte características q ue se encuentran en p rocesos d e p articipación v ía movimientos sociales en cuanto al aprovechamiento de estructuras de oportunidades, movilización de recursos e influencia difusa en las políticas públicas. El reto será entonces entender como ambos r eferentes teóricos se co mbinan e n el p lano d e l os d ebates l ocales d e 498 Majone, (1989) op. cit., p. 74. 499 Además de los debates sobre los diferentes papeles del papel del politólogo en las políticas públicas anotada en l a p rimera ci ta, l a p reocupación por l as car acterísticas de es te t ipo de rol en los debates públicos es bien explicado por Shudson (2006) op. cit., quien reflexiona a partir de Lippman, Dewey, Foucault y Shapiro el problema de la eminente naturaleza política del experto, que si bien puede ser menos directa p ara ciencias n aturales, es evidente en el cas o de l as c iencias s ociales “p ower a nd knowledge are intertwined is not a corruption of t rue knowledge, but the very nature of knowledge, everywhere an d al ways”(p.494) y más ad elante a grega: “ As D ewey and S hapiro b oth p oint o ut, experts, l ike e verybody e lse, t end t o f avor t hemselves r ather t han t o favor t ruth. The ta sk is t o minimize that danger when experts are empowered. And this can be done, in no small part by the very identity of the expert as an expert.” (p.500). 214 política pública para perfilar a los académicos expertos como nuevo actor (diferente a los i ntelectuales, ase sores d e l os ac tores, y ci entíficos-expertos que da n s u c onsejo técnico) en l os de bates de pol ítica públ ica. Es en eso s momentos esen cialmente políticos qu e s e bus ca i dentificar no s olo l a pa rticipación de l os pol itólogos e n l os procesos políticos ya se a de manera casual o co mo ex pertos, si no l a p articipación política propiamente dicha en la que podría observarse como la participación política “arrastra” lo politológico/científico. 4.5.2 FACTORES DETERMINANTES DE LA PARTICIPACIÓN DE LOS POLITÓLOGOS El concepto de participación política y más concretamente de participación en debates de políticas públicas es un tema complejo que puede abrevar de distintas agendas de investigación dentro de la ciencia política y la sociología de los movimientos sociales. De he cho e s uno de l os t emas c entrales que di eron o rigen a l a a genda conductista de la disciplina alrededor de la segunda guerra mundial. Sin embargo en esta investigación s e p rivilegia un e nfoque e xploratorio en e l c ual l os r eferentes teóricos s on guí as ge nerales pa ra la r ecopilación de i nformación y no hi pótesis directas a ser probadas. En ese sentido el objetivo de conocimiento de la pregunta se subdivide en tres preguntas se cundarias, e n p rimer l ugar se b usca ex plorar d esde l as en trevistas y la información d ocumental r ecopilada cu áles f ueron l os factores r elevantes q ue motivaron a los politólogos académicos a b uscar o aceptar participar en los debates, en seg undo l ugar d esde una p erspectiva m ás est ructural se busca i dentificar cu ales fueron los f actores i nstitucionales y l as opor tunidades pol íticas que pe rmitieron su participación política y que definieron los alcances de la misma, y en tercer lugar, con base en la literatura so bre l a r elación en tre ciencia y p olítica se b usca o btener información s obre l os factores qu e pe rmitieron l a t ransmisión de conocimiento académico h asta e l d ebate públ ico y l os t omadores de de cisiones s obre l a pol ítica pública en cuestión. La lógica que guía la recopilación de información esta inspirada por la mecánica de construcción de hipótesis en ciencias sociales (gráfica 11). Sin embargo, respecto al estudio de caso se r etoman d irectamente una selección de dimensiones de a nálisis pr eviamente s ugeridas por l a l iteratura y que han s ido y a puestas a p rueba, p or eso l a o peracionalización es ex ploratoria, y l os r esultados esperados no son la prueba de una relación causal en sí misma sino une evaluación de la menara en la que el caso puede servirse de la utilización de dichas dimensiones de análisis p ara r esponder a l as p reguntas d e i nvetsigación. E n ese sen tido l a recopilación de evidencia es de la siguiente manera: Literatura sobre el problema (Teoría & evidencias secundarias) Problema y preguntas de investigación Hipótesis* Evidencias directas (fuentes primarias) Resultados (contrastación) 215 Tabla 5. Operacionalización y estrategia de análisis Preguntas secundarias Referentes conceptuales Objetivos de conocimiento Dimensiones de análisis de referencia 1 Deter minantes d e s u involucramiento y acceso en el proceso de la política En este cas o se a sume co mo referente por un lado a la noción de participación política no convencional500 tradicional, que se refiere en sus términos más simples a la búsqueda de incidir en la decisión de la autoridad gubernamental. Determinantes d e la participación p olítica n o convencional ( activismo, lobby etc. 1 Socialización (sobre la preferencia de política) 2. Experiencia previa en participación política 3. Redes sociales o contactos (que incitan a la participación) 4. Eventos personales detonantes 5. Otr os f actores p ersonales ( tradición f amiliar, motivos n o r elacionados co n la política, etc.) Intensidad d e la participación. 1. Nivel de alejamiento de las actividades de abogacía con el trabajo académico 2. Nivel de involucramiento co n las o rganizaciones que forman las co aliciones (de menor a mayor politización) 3. Nivel del esfuerzo o intensidad de la participación (cantidad de actividades realizadas) Sobre la participación lograda los d os referentes principales son el modelo ACF y la SMS. Ambas fuentes coinciden en afirmar que hay un conjunto de características estructurales y coyunturales del sistema político y d el p roceso es pecífico q ue ju nto co n lo s r ecursos disponibles d eterminan la p osibilidad y lo s alcan ces d e la participación política en los debates de política pública de los grupos de presión y activistas Oportunidades estructurales Apertura del sistema político Propensión a la represión Capacidades estatales Oportunidades del proceso Apertura de los tomadores de decisiones apertura del consenso sobre la política Fracturas de las elites y alianzas con miembros de la misma Marco normativo de la política Existencia de intermediarios y puntos de acceso Eventos y coyunturas criticas Aprendizaje Proceso d e ag enda s etting y d isposición d e lo s medios ( expansión de l pr oblema y legitimación de la participación) Recursos Experiencia y conocimiento político Otros recursos materiales y simbólicos de las OMS Redes Prestigio personal Prestigio como experto 2. Dete rminantes d el proceso d e tr ansmisión de conocimiento Sobre es te as pecto la liter atura o frece o pciones v ariadas. Se h a considerado co nveniente n o d istinguir en tre tip os d e conocimiento (como da tos, a rgumentos e i deas) s ino considerar t odos e stos como Oportunidades adicionales Necesidad de conocimiento especializado Características de la información 500 La literatura sobre participación y conducta política desde un análisis a micro escala tiene sus bases en los estudios pioneros de Lasswell (1936) sobre la política como reparto de influencia y Lazardsfeld et al. (1955) sobre los determinantes de influencia personal, posteriormente alrededor de los años c incuenta de l siglo pasado se da un proceso de especialización que l levo a temas y enfoques variados que van desde e l e studio de l as comunidades políticos c omo e l de Dahl ( 1961) a l a psicología política de a ctores G reenstein (1974) o bien a a plicaciones l arge n s obre comportamientos políticos como la votación Angus et al., (1960) o s obre la cultura política Almond y Verba (1961). Sin embargo a lo largo del tiempo e stos t rabajos m antuvieron c omo r eferentes t eóricos u na i ninterrumpida s erie de t rabajos q ue ha n p roblematizado l as ba ses de l comportamiento político desde l os variados as pectos que af ectan a l os i ndividuos personalmente, d estacadamente L asswell y K aplan ( 1950); Hunter, (1953); Easton, (1953); Lane, (1959); Dahl (1963); Eulau, (1963) Milib rath, (1969); Polsby (1963); Verba y Nie (1972); Lane, (1973); Manheim, (1975); Jennings, (1964, ) y más recientemente destacan Perry et al., (1992) y Zuckerman et al., (2005). 216 Preguntas secundarias Referentes conceptuales Objetivos de conocimiento Dimensiones de análisis de referencia parte d e u n proceso d e in formación e in fluencia g eneral. L a mayor parte d e lo s f actores d eterminantes d e la tr ansmisión d el conocimiento co inciden co n aq uellos q ue s e r efieren a las oportunidades d e influencia s obre el ca mbio d e la p olítica. es tos factores co incidentes s e h an r esaltado en g ris, restando s olo mencionar dos factores particulares para el caso de la tr ansmisión de información 3. Recursos, estrategias y repertorios d e movilización C.1 Repertorios d e movilización (ante d iferentes es cenarios) y esfuerzo y habilidad de influencia/diseminación *Ver tabla 3 4. Pr esencia y uso d e conocimiento El impacto del conocimiento se refiere a la presencia y al impacto que genera la misma en los procesos de política pública, de manera general se refiere a la transmisión d e in formación especializada ya sea co mo: d atos, argumentos e id eas, s in e mbargo al ig ual q ue el punto B .3 s e considera conveniente ev itar esta d istinción y simplemente destacar su presencia, y con base en el modelo de C.E en su caso mostrar evidencia de su impacto en la política Evidencia de impacto como presencia y uso de conocimiento en el debate público y en la toma de decisiones A. presencia o alcance del conocimiento: --En las coaliciones -en el debate público -en los tomadores de decisiones B: impactos del conocimiento: Detonan agendas por medio de la función de ilustración Limitación del rango de controversia Ayuda a definir los intereses de los actores Establece los estándares del debate Difusión de conocimiento Provocan la p ersistencia d e la p olítica p or medio d e la s ocialización e institucionalización del conocimiento Para operacionalizar estas dimensiones se espera que el registro de información no exhaustiva pero al menos con suficiente capacidad indicativa de variables mencionadas por la literatura. 217 4.5.3 PERIODIZACIÓN Debido a l a relativa escasez de información primaria del proceso, el desarrollo de la estrategia d e an álisis propuesta -de l ógica s incrónica- serían i nsuficientes p ara explicar e l proceso y para proponer conjeturas sobre mecanismos causales, por el lo será necesario basarse en la periodización y la secuencia de eventos como “método de control, por ello la base será el análisis histórico de cada una de las fases del proceso, atendiendo a l as p reguntas d e i nvestigación y l a o peracionalización planteada. A partir d e d icho an álisis p odrán realizarse los ejercicios d e si stematización d e l a información c ontenida en l as f uentes. E n e se sentido los s iguientes c apítulos serán redactados si guiendo e se orden, p or cada pregunta se d esarrollará primero la narración y an álisis h istórico ag regando d espués el an álisis si ncrónico d e d atos, y cerrando de nueva cuenta con conclusiones derivadas de la relación de ese análisis de datos con el proceso histórico-causal. Para ello el eje de la argumentación será el proceso cronológico del desarrollo de la pol ítica. Siguiendo l a pr opuesta de C obb y E lder de segmentar e l pr oceso d e construcción de la política a partir de la penetración del “issue”501 se ha segmentado el subsistema en tres etapas, con tres coyunturas críticas que destacan el momento de cambio de la política, incluyendo la f inalización del proceso como se muestra en la siguiente tabla: Tabla 6. Etapas centrales de la política502 I. Agenda Setting (1999-2005) II. Policy-Making (Desahogo de la agenda) (2005) III. L egados ( 2006- 2007) Formación del issue y ascenso de la ag enda d e r epresentación proporcional (impulsores, r eacción gubernamental) Entrada en la agenda institucional Debate p úblico y en tre tomadores de decisiones Reporte d el SCHPA y terminación de la agenda Pervivencia d el asunto. Aprendizaje d e los actores (especialmente impulsores d e la agenda) Se p ropone q ue ex istieron d os etapas cen trales. L a p rimera se r efiere al proceso temprano d e ascen so de l a p ropuesta d e r eforma el ectoral v ia introducción d e representación proporcional a fines de los años noventa, momento donde convergen las inquietudes de ciertos actores relativamente marginales, con la propuesta desde el debate académico, gracias a ello la idea logra pernear hasta llegar a actores con mayor impacto político que posicionan la idea en el debate público. Esto es a través de tres hechos fundamentales, la agenda de la LCC, el inicio de las iniciativas del NDP y la creación de Fair Vote Canada. Se da un pr oceso de c recimiento de l a sunto e n l a 501 Ellos proponen cuatro momentos: iniciación, especificación, expansión y entrada. 502 Cabe s eñalar que s e omite de e ste e squema t anto e l m omento p revio q ue c onstituyen t odos l os antecedentes e n l os que h ubo ci ertas s ugerencias s obre representación p roporcional que tuvieron impactos pero que no se señalan, como también legados del caso en el mediano plazo cuya expresión pricipal es el actual proceso de reforma electoral impulsado por el gobierno de Justin Trudeau. 218 agenda p ública a través d el activismo d e l os act ores m encionados, q ue se v e reforzado por los procesos provinciales de reforma electoral que acaparan la atención pública pero consolidan el asunto como un tema a nivel federal. En este momento hay una imagen pública de insatisfacción con la democracia. El m omento d e cam bio d e est a e tapa se refiere a cu ando el asu nto l ogra colocarse en l a agenda institucional a causa del la formación de l a coalición de los liberales co n el N DP, aunque el d eterminante es cl aro, el p roceso est a l igado co n presión indirecta que ejercieron durante la etapa anterior el activismo de los actores promotores clave y del proceso de expansión del asunto hacia la sociedad civil y el debate públ ico, a sí c omo l a ge neración de un m omento d e pa rticular interés e n el debate d esde l a co munidad acad émica. E l r esultado p rincipal d e es ta et apa es el estudio ad hoc realizado por el SCHPA, y el debate parlamentario contiguo. Éste es un momento en e l que se evidencia de manera particularmente c lara e l impacto del debate públ ico y de l a pr esión de l os a ctores pol íticos e n voz de l os miembros de l parlamento y del comité. También se i ntegra f ormalmente el co nsejo ex perto d e los pol itólogos, m ismo que cobrará un importante impacto en la deliberación del comité y e n el parlamento en g eneral. A simismo aq uí se d a el f in d e l a i nclusión d el t ema en l a ag enda gubernamental, eso debido a l f in de l parlamento, debido a un vot o de no confianza contra el gobierno. Finalmente la t ercera e tapa revisa el i nicio d el n uevo g obierno d e S tephen Harper, quien decidió quitar del debate el tema de la introducción de representación proporcional, s ustituyéndolo e n c ierta f orma c on l a pr omesa de un a a genda de reformas institucionales amplias dentro de las cuales el asunto de la reforma electoral comenzada por l a r eforma al sen ado. C ada u na d e est as et apas ser á a nalizada co n mayor d etalle503 en e l e studio de c aso, j unto c on e l pr oceso de r epuesta de l as preguntas d e i nvestigación co n b ase en evidencia y el an álisis p untual d e l a información disponible. 503 Aplicación d e modelo de a nálisis i ntegrando: búsqueda de procesos y mecanismos cau sales respecto a las preguntas a través de: a) Narración y análisis general de la dinámica de la contienda, y b) Análisis sistmático de información 219 CAPITULO 5. INSTITUCIONES, SISTEMA POLÍTICO Y CIENCIA POLÍTICA EN CANADÁ 5.1 HISTORIA E INSTITUCIONES POLÍTICAS CANADIENSES El si stema p olítico c anadiense h a conformado a pa rtir d e un gr adual pr oceso de autodeterminación q ue i nicia d esde su et apa colonial, d esde q ue se p roclama el tratado d e p arís en el q ue F rancia pierde la p rovincia d e Québec, y d esde q ue los canadienses d eciden n o ad herirse al p roceso de secesión estadounidense. L os territorios al nor te de los Estados Unidos colonizados por Francia y de spués por e l Imperio br itánico vi vieron de sde e l pr incipio un pr oceso de c onstitución pol ítica fuertemente realista, tomando sus decisiones con un agudo cálculo de sus capacidades y de su entorno. Esto se observa en el proceso de formación de su división provincial, donde s e c onsolida un Q uébec de rrotado m ilitarmente pe ro que a segura l a supervivencia de s u i dentidad c ultural, a l t iempo que f uertes ol as de in migración provenientes de los Estados Unidos, en contextos de crisis económicas en el país del sur, dejarían su sello en la cultura de Ontario y las provincias de las praderas504. La i nvasión est adounidense a l a co lonia d el C anadá en e l marco d e l a g uerra anglo estadounidense de 1812, -de la cual ésta última resulto en general triunfante-, es el p rimer m omento en el q ue se e mpieza a f ormarse u na i dentidad n acional en e l Canadá. El primer intento centralizador del premier MacDonald, parece ser reflejo de la é poca, a l i gual que e l pos terior i mpulso c entrípeto r esultado de l pa ulatino crecimiento poblacional y económico de las provincias. La historia de la constitución canadiense inicia co n l a B ritish N orth A merica Act ap robada p or el p arlamento d e Reino U nido e n 1867. E s por t anto uno de l os regímenes c onstitucionales m ás antiguos de mundo. Ello no s ignifica que sus instituciones no hayan tenido cambios sustantivos de sde e ntonces. Otras f uentes d e cam bio i nstitucional h an si do: “unwritten consitutional conventions, changes in political practice, judicial decisions interpreting the c onstitutional t ext, a nd o rdinary le gislation establishing in stitutions and regulating governamental practice”505. Desde l a p rimer “act a constitucional” c anadiense se e stableció l a n oción d el “responsible gove rnment” un p rincipio c onstitucional s imilar a l de l R eino U nido. Pero según los constitucionalistas canadienses esta noción solo significa el gobierno de l a m ayoría pa rlamentaria l iderada por un pr imer m inistro que gobierna e n representación de l s oberano, e s de cir que la a daptación de l modelo br itánico d ejo mucho margen para la formación de tradiciones locales. En el caso canadiense una de sus peculiaridades más ev identes es su carácter federal, dentro del cual a su vez se replica el sistema parlamentario en los gobiernos provinciales, todo ello junto con la 504 Greer, Allan (2012) “ Historias n acionales, t rasnacionales e h ipernacionales: N ueva F rancia y l a historia Americana temprana”; F riesen, Gerard (2012) “Las t ierras fronterizas y l a h istoria del oeste canadiense”; Miganjos, P ablo ( 2012) “L as g uerras ci viles n orteamericanas y el s urgimiento d e l a Confederación Candiense”. Todos los anteriores en Istor: Revista de Historia Internacional v. 13, n. 49. México: CIDE 505 Russell, Peter (2010) “Constitution” en Courtney, John & David Smith (ed.) Oxford Handbook of Canadian Politics. Oxford University Press. p. 21 220 existencia de un senado que en lugar de Cámara de los Lores como la que existe en Inglaterra supone en Canadá no solo una segunda opinión en e l proceso l egislativo sino t ambién un a f orma d e r epresentación p rovincial. A d iferencia d e I nglaterra l a figura de la constitución escrita –por muy escueta en detalles que sea- tiene un pe so fundamental como centro de las instituciones políticas y jurídicas canadienses. Antes de l a p atriación de l a c onstitución, s ólo el pa rlamento I nglés p odía ha cer modificaciones a l a o rganización p olítica d e C anadá, pero es ta d eterminación curiosamente n o er a u n d eseo d e c entralismo d esde l a cap ital d el imperio, s ino u n acuerdo tomado en el proceso de fundación del Dominio del Canadá para proteger a las pr ovincias de c ualquier i ntento de a buso por pa rte de l gobi erno c entral, particularmente en contra de los intereses de Québec. Esto llevo a l a p ráctica en el siglo XX de buscar consenso con los gobiernos provinciales antes de que el gobierno central pi diera a l pa rlamento br itánico m odificaciones a l a cta c onstitucional. P or ejemplo, h asta 1 949 la última in stancia e n m ateria d e interpretación c onstitucional para los países miembros de la comunidad b ritánica, -y para Canadá era un comité judicial del “Privy Council” metropolitano, e l cual había mantenido en general una posición bastante favorable hacia las facultades de las provincias canadienses506. Con todo pude de cirse que a l m argen de l as e sporádicas di sputas que han t enido l a federación con l as p rovincias y en tre estas, C anadá, h a t enido u na h istoria constitucional sin cambios radicales hasta la patriación de 1982507. Respecto a la organización política del gobierno canadiense un principio central es la democracia y los valores liberales como fundamento de sus sistema de gobierno, así co mo u na act itud previsora d e l a n ecesidad d e n egociación y búsqueda d e consenso e ntre los ac tores p olíticos; s in e mbargo ést a r ealidad -como s e ha mencionado a rriba- más b ien p arece ser u na esp ecie d e p rincipio p olítico p ara l a resolución pacífica de conflictos de acuerdo con el poder de los actores. En ese sentido la evolución de sus instituciones políticas ha sido necesariamente flexible y ha respondido más a l as viejas y nuevas prácticas, que a f uentes formales de de recho. E sto s e ve por e jemplo e n a usencia de c ontenidos e n l a c onstitución escrita so bre t an i mportantes co mo l a o rganización d el e jecutivo: “T he C abinet, political parties, the Prime Minister these are household words in Canada, but they do not appear in any formal documents of the Constitution”508. La ar quitectura i nstitucional d el g obierno can adiense est á b asada en l a monarquía como la cabeza del gobierno, mediante un e jercicio del poder ejecutivo a través de ministros que forman parte del parlamento y que son responsables ante e l mismo. El monarca no solo es parte del gobierno, sino que el gobierno, es el gobierno del monarca y actúa en su nombre, por ello es tan importante la figura del gobernador general y de los tenientes gobernadores en las provincias ya que estos representantes del monarca encarnan la representación de las entidades políticas y del estado federal. Y dado que el monarca es l a cabeza de estado, se supone que es q uién formalmente 506 Mitjans E sther y J oseph C astella ( 2001) Canadá: introducción al sistema político y jurídico. Barcelona: Universitat de Barcelona. p 111 507 Ibid. p. 25 508 Canada ( 2002) Inside Canada’s Parliament: An Introduction on How the Canadian Parliament Works. Ottawa: Library of Parliament. p.6 221 crea los g obiernos d e l as p rovincias y el f ederal co mo p arte d e su co nsejo privado“Her M ajesty’s Privy C ouncil f or C anada” S us i ntegrantes lo s on de f orma vitalicia, y se co mpone d e p olíticos y p ersonalidades d estacadas, act ualmente p or tradición incluye: m iembros s uperiores del go bierno, m iembros de l g abinete y de l servicio p úblico, asi c omo p residentes d e l as cám aras l egislativas, gobernadores generales, y ot ros i ndividuos pr ominentes pr opuestos po r e l P rimer M inistro. En teoría como parte de dicho “Privy Council” el soberano - la reina- forma un comité, que se refiere a un gabinete formado por miembros del parlamento y que es presidido por qui én a j uicio d e l a s oberana puede ga rantizar la c onfianza de l pa rlamento, e s decir el líder del partido con mayoría parlamentaria. Canada’s C abinet – by c onstitutional c onvention – is the body of advisors that sets the federal government’s policies and priorities for the country. Together they act in the name of the Queen’s Privy Council for Canada. The Governor General appoints the members of Cabinet on t he advice of the Prime Minister. Almost all of Cabinet is selected from the House of C ommons. F rom t ime t o t ime, a S enator m ay be i ncluded t o ensure all parts of the country are represented509 Cabe mencionar que en realidad el Privy Council muy rara vez se reúne en pleno, la ultima vez que esto ocurrió fue en 1981, con motivo de la solicitud de autorización de la co rona d el m atrimonio d el h eredero d e l a co rona, el p ríncipe C arlos, co n D iana Spencer510. En los años recientes han comenzado a destacar nuevos actores dentro de la esc ena p olítica canadiense, p articularmente los r ecientes p rocesos de r eforma y consolidación de pa rtidos pol íticos na cionales, e l reforzamiento de l os pode res – tácitos- primer ministro y el nuevo protagonismo que ha cobrado la suprema corte de justicia en aquel país. En materia de política exterior puede verse más claramente el proceso cambio y consolidación est atal c anadiense. Según P eter R ussell la au tonomía d e C anadá históricamente había sido bastante limitada, pero ello empezó a cam biar a r aíz de la Declaración de B alfur en 1926 y la pr oclamación de l e statuto d e W estminster e n 1931, donde s e t rasforma e l i mperio br itánico e n una c omunidad de e stados y se reconoce la igualdad de status entre Reino Unido, Canadá, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica como “autonomous communities within the British Empire equal in s tatus, i n no w ay s ubordinate o ne t o a nother i n a ny a spect of t heir dom estic or external a ffairs trought uni ted by a c ommon a llegiance t o t he Crown”511. Posteriormente t ras l a s egunda gue rra m undial la m etrópoli vi vió un m omento d e premura económica con motivo de la reconstrucción local y europea, que se prolongó hasta fines de los años cincuenta, junto con la sesión que de facto hizo Inglaterra de la colonia de New Foundland –confirmada por un referéndum- corroboraron la situación 509 http://www.pco-bcp.gc.ca/index.asp?lang=eng&page=information&sub=cabinet&doc=about- apropos-eng.htm 510 Información official consultada en: http://www.pco-bcp.gc.ca/index.asp 511 Ibid. p. 25 222 de l a m etrópoli como una p otencia en d ecadencia y el p eso esp ecifico q ue v enia cobrando Canadá como una nación por derecho propio. En l o i nterno, C anada t ambién ve ía c omo r esultado de l c recimiento del pa ís después de la segunda guerra mundial el aumento de las capacidades de los gobiernos provinciales y del gobierno federal, lo cual llevo a reformas en en la dinámica de las políticas públicas que por un l ado llevaron a la consolidación de las capacidades de los gobi ernos pr ovinciales, a l m ismo t iempo que a u n gradual pr oceso de fortalecimiento de Canadá como estado soberano. No obstante, simultáneamente los primeros m inistros bus caban e l a umento de l poder y l a centralidad del go bierno federal. Por e jemplo junto a l impulso federalista de P ierre Trudeau, y su evocación del “ norte” c omo e lemento de identidad n acional c ompartida, Ottawa bus có consolidar s u cap acidad d e i mponer p olíticas públicas n acionales a t ravés d e s u control de l gasto púb lico y de ciertas pa rtidas que t ransfería a los gobi ernos provinciales. Asimismo, la creación de una carta de derechos si bien por un lado sirve de su stento a l a co nvivencia d e u na so ciedad ahora cl aramente e mpoderada y co n importantes retos de integración multicultural, por otra parte implicó la formalización de un r eferente i nstitucional po r e ncima de l as pr ovincias, s ituación que e ntra e n contradicción c on los principios d e a uto-determinación q ue és tas, -especialmente Québec- defienden. Peter Russell explica que el hecho de que l a “patriación” de la constitución ha ya t omado t anto t iempo, no f ue de bido a resistencias de pa rte de l Reino U nido, s ino a di ferencias po líticas de ntro de C anadá512, donde e l pr incipal tema de debate fue sobre quién tendría la capacidad de transformar las bases mismas del es tado canadiense; m ientras unos af irmaban q ue es to d ebería concernir a l parlamento f ederal, Q uébec r eclamaba que l as pr ovincias deberían j ugar un pa pel importante, por ejemplo teniendo poder de veto. El entonces Primer Ministro Pierre Trudeau fue el actor central del proceso de repatriación de la constitución canadiense. En un primer momento intentó hacer ello basado s ólo e n e l gobi erno f ederal, pe ro a nte l os l itigios de l as pr ovincias y l a resolución de la suprema corte canadiense, tuvo que buscar un consenso provincial y agregar facultades que atenuaron el intento original de fortalecer al gobierno central, al m ismo t iempo i ntrodujo l a “ca rta d e d erechos” q ue t ras u na ser ie d e au diencias públicas a tendió agendas r elacionadas c on l a pr otección de m inorías y pue blos aborígenes entre otros. Así, con un consenso casi unánime -con excepción del firme rechazo de Québec- finalmente se ap robó la capacidad soberana de Canadá en todo tipo de legislación. No obstante el problema de falta de autonomía local en materia constitucional no pudo salvarse dada la oposición de las provincias a que se realizara un r eferéndum na cional c omo l o pr oponía e l P rimer M inistro513 y de he cho, c omo señala Oliver Santín, resulta paradójico que la nueva constitucionalidad canadiense, al mismo tiempo que como se vería pocos años después, implicara la igualdad de las provincias en realidad acentuó las diferencias de Québec del resto del país514. 512 Ibid. p. 28 513 Ibid. p. 30 514 Santín, O liver (2014) Sucesión y balance del poder en Canadá entre gobiernos liberales y conservadores: administraciones y procesos partidistas internos (1980-2011). México: U NAM- CISAN. p. 23 223 Otro efecto secundario de la patriación constitucional y de la promulgación de la nueva c arta de de rechos, f ue e l pa ulatino pr otagonismo d el pode r judicial e n l a construcción d e l as instituciones p olíticas, l o cual t ambién reafirma el proceso d e consolidación de un gob ierno de carácter nacional. Dicha instancia ha servido como protección de las provincias ante intentos centralistas del gobierno federal, lo cual de facto h a legitimado l a p osibilidad d e u na co nvivencia armónica en el marco d e l a federación, y a l m ismo t iempo e s un a ctor que puede l imitar pol íticas p rovinciales que avancen en ruta de conflicto con la federación o bien que vulneren a minorías. El caso ejemplar en este sentido es el debate sobre la ley quebequense que establecía la prohibición de anuncios públicos en inglés, la cual fue revocada por la suprema corte, bajo el argumento de que ese reglamento vulneraba el derecho –superior- a la libertad de e xpresión, por l o qu e di cha nor ma s ólo pudo e stablecer obl igación de a nuncios bilingües con preponderancia del texto en francés. Ahora bien, en las previsiones sobre cómo realizar enmiendas constitucionales se reflejó el poder real de las provincias de vetar a lgunas materias, por e jemplo las referentes a l a l engua. M uy poc as ve ces s e ha he cho u so de l pr ocedimiento de enmienda c onstitucional, s in e mbargo l os d ebates so bre la n ecesidad de r eformas constitucionales si guen si endo i mportantes, especialmente en lo q ue r efiere a la condición de Québec en la federación. A unque la suprema corte determinó en 1982 que no s e r equería a probación de l a pr ovincia pa ra l a pa triación, s igue s iendo un problema el rechazo de Québec a la arquitectura constitucional del país. Iniciada en los añ os sesenta, la l lamada “r evolución s ilenciosa” d e Q uébec, -que s e r efiere al proceso de modernización y e mpoderamiento de la provincia reflejo del crecimiento de f acto de l pode r e conómico y de mográfico de é sta- se considera el su strato q ue llevo a los ú ltimos d os g randes intentos d e hacer g randes r eformas en m ateria constitucional. Ante el lo se i ntentaron l levar delante los acuerdos de Lake Meech y Charlotte T own; a mbos i ncluían pr opuestas pa ra ga rantizar una pos ición e special a Québec como una sociedad distinta dentro de Canadá, y facultades especiales de la provincia para participar en asuntos como la selección de los miembros de la suprema corte, el senado y en materia de relaciones exteriores. A pesar de cierto consenso buscado con los primeros ministros de las provincias, ambos acu erdos fueron de rrotados e n r eferéndums na cionales, e llo debido a u na doble visión de rechazo, por un lado en las otras provincias había inconformidad con los p rivilegios o torgados a Q uébec, y d esde Q uébec estos s e c onsideraban insuficientes. Tras el f racaso d e d ichos i ntentos de r eforma, en Q uébec b ajo l iderazgo d el nacionalista Parti Qubecois se o rganizó u n r eferéndum sobre la so beranía d e la misma, este se llevo a cabo el 30 de octubre de 1995. El resultado fue que el 94% de los votantes elegibles de dicha provincia rechazaron la soberanía con el 50.6% de los votos ( sólo 64000 vot os por e ncima de l sí). C omo r esultado de e se e pisodio, la suprema c orte de justicia de C anadá de terminó e n 1998 que Q uébec no t enía e l derecho a separarse unilateralmente con un referéndum que le proveyera una mayoría 224 simple515, pero que en el caso de que se diera de facto una separación, el gobierno de Canadá y l as ot ras pr ovincias de bían ne gociar c on Q uébec l os términos pa ra formalizar la ev entual s eparación d ado l os m uchos asu ntos eco nómicos y so ciales involucrados. A dicionalmente e l go bierno l iberal de J ean Chrétien pr esentó la e n diciembre d e 1 999 l a llamada “l ey d e cl aridad” q ue est ablece la au toridad d el Parlamento federal de decidir si en su caso la pregunta de un referéndum de secesión esta redactada cl aramente y de cuánto es la expresión claramente mayoritaria de l a población, y s obre t odo, di cha l ey e stablece que pa ra pode rse l levar a c abo una separación de Québec se requiere una modificación a la constitución canadiense, lo cual supone un complicado proceso516. Aunque estas condiciones se emitieron dentro de ley secundaria y no como enmiendas a la constitución por lo que en teoría podrían ser echadas a bajo por resolución parlamentaria. Por su parte en Québec ésta ley fue vista como una af renta, y como respuesta la Asamblea Nacional de Québec, emitió justo unos días a ntes d e l a ap robación d e l a “Clarity A ct” u na L ey afirmando l a capacidad de autodeterminación del “estado” de Québec para independizarse si así lo decide democráticamente517. Desde entonces no ha habido ningún otro intento constitucional que modifique de manera general la situación del estado canadiense. De acuerdo con Roger Gibbins, debido al traumático proceso que supusieron los intentos de acuerdo constitucional de los años noventa y el fallido referéndum secesionista, en el corto plazo plazo no hay expectativas d e n uevos i ntentos de m ega r eformas co nstitucionales co mo l as intentadas en los años noventa, es más incluso temas que cuentan prácticamente con un consenso unánime como es el tema de la necesidad de reformar al senado, se han evitado, por que e llos s upondría “ab rir el tema constitucional”, seg ún e ste au tor e s más pr obable que oc urrieran m ega r eformas c onstitucionales t ras una f utura separación de Québec, que para prevenir la misma518. Este an tecedente es importante p orque r eformas q ue tienen q ue v er con l as instituciones d el g obierno c omo la la s in iciativas d e re forma e lectoral, a la c ámara baja o a l senado, han sido dificultadas por los argumentos respecto a la necesidad de que estas se tramiten por medio de una enmienda constitucional. En ese sentido para algunos autores un aspecto distintivo del sistema político Canadiense en comparación con o tras d emocracias industrializadas es su am bivalencia r especto a cierto v alores políticos tradicionalmente entendidos como contrapuestos: sobre los roles del estado y mercado; so bre l as concepciones n acionales y l ocales d e co munidad p olítica; y sobre c oncepciones i ndividualistas y c olectivistas de l os de rechos. Todas e stas 515 Canada ( 1998) Supreme Court of Canada. Reference re Secession of Quebec. Co nsultado e n: http://scc-csc.lexum.com/scc-csc/scc-csc/en/item/1643/index.do 516 Que incluye la aprobación de las provincias de Québec, Ontario, British Columbia y al menos el 50% de la población de 2 de las provincias de las praderas o 2 de las provincias marítimas 517 Quebec (2000) An Act respecting the exercise of the fundamental rights and prerogatives of the Québec people and the Québec State. Consultado e n: http://www2.publicationsduquebec.gouv.qc.ca/dynamicSearch/telecharge.php?type=2&file=/E_20_2/ E20_2_A.html 518 Gibbins, Roger (2004) Constitutional Politics. en Brickerton, James y Alain Gagnon (ed.) Canadian Politics. Peterborough: Broadview Press. p 140 225 tensiones son resultado de la historia y situación peculiar del país; de su vecindad con los Estados Unidos; de la división entre sus culturas anglófonas y f rancófonas; y de su economía y s ociedad regionalizada519. Según estos autores son ejemplos icónicos de esto a lgunas e tiquetas de la hi storia po lítica nacional, como que haya habido un partido “Progressive Conservative”; que haya quienes se definan políticamente como “red t ories”; que ya mencionado c recimiento e conómico y de sarrollo s ocial d e Québec a p artir d e l os sesen tas –antecedente d e su p roceso i ndependentista- sea conocido como “ the quiet revolution”; e incluso que la pregunta de l referéndum de 1992 en la provincia de Québec propusiera no p ropusiera abiertamente la separación sino: “a form of sovereigny-association” del Québec con Canadá. Más r ecientemente a l os d esafíos d e Q uébec en l os o chenta y nove nta s e l es suman la acción unilateralista que tomó la provincia de Alberta al llevar adelante en 1990 un pr oceso interno de e lección de senador, acción que como e ra de e sperarse impugnó el gobierno federal y denunció como una usurpación de poderes, pero tras el fracaso d el las n egociaciones co nstitucionales d e Meech L ake, y an te e l cl ima d e confrotación del momento finalmente el “senador electo” Stan Waters fue nombrado por el Primer Ministro en 1990. Hecho que parece haber dejado una tradición pues la provincia de Alberta de nueva cuenta “eligió” a otro senador en 2007520. Todo esto es parte d el largo d ebate nacional q ue se h a sostenido respecto a l a n ecesidad d e reformar al sen ado, d ebate d entro d el cu al, co mo es de su poner h ay v isiones encontradas, n o so lo r especto a l as alternativas de d iseño i nstitucional, si no so bre temas más radicales, por una parte quiénes consideran que es una institución fútil que debe de saparecer, y por l a ot ra qui enes c onsideran q ue e s un componente indispensable para el buen funcionamiento de la federación. No o bstante p arece q ue l a mayor d ificultad p ara l levar ad elante l as m últiples reformas propuestas al respecto ha sido que el que se confirmara -por la opinión de la suprema corte de justicia solicitada por el senado en 2007 -y respondida en 2014 521- que es n ecesaria u na r eforma co nstitucional p ara p oder r eformar al sen ado. D e esa manera, -como dejaron claramente establecido el fracaso de los intentos de acuerdo constitucionales d e L ake Meech y Charlottetown- el c omplejo proceso de r eforma constitucional canadiense que supone súper mayorías y consensos provinciales sería muy difícil de alcanzar. Pareciera q ue l as tensiones f ederales en tre p rovincias o e ntre p rovincias y e l gobierno f ederal; m ás a llá de l s enado, l as a gendas del m omento y l os e stilos personales de los primeros ministros en turno, son un a sunto que tiene que ver con coyunturas en l as q ue l os act ores b asan su cap acidad d e n egociación en su p oder económico o de mográfico. A parece c omo una c ualidad de l s istema po lítico canadiense el que las provincias esperen a t ener mayor fuerza relativa para, sobre la base de ésta presentar desafíos al gobierno central o a las otras provincias. El camino 519 Tuohy, Carolyn (1992) Policy and Politics in Canada: Institutionalized Ambivalence. Philadelphia: Temple University Press. p.4 520 Barnes, André et al. (2009) Reforming the Senate of Canada: Frecuently Asked Questions. Ottawa: The Library of Parliament 521 Canadá, (2014) Supreme Court of Canadá, Reference re Senate Reform. Consultado en: https://scc- csc.lexum.com/scc-csc/scc-csc/en/item/13614/index.do 226 de la negociación y el pragmatismo ha sido una clara enseñanza de la historia política de Canadá en términos de enfrentamientos violentos internos. Además de la invasión y toma de las tierras de los pueblos originarios, y de algunos los motines a lo largo de su hi storia, los úni cos e nfrentamientos pol íticos sustantivos han s ido las r ebeliones del Québec, Acadiana, y la rebelión de Luis Riel en Manitoba522. En todos los casos se t rata d e momentos en l os q ue e l en frentamiento cu ltural m ás q ue el eco nómico estuvo presente y qui zá por ello los actores que eventualmente fueron derrotados no cedieron aún sabiendo que enfrentaban fuerzas militares superiores. En el horizonte del siglo XXI parece haber mayor claridad respecto al proceso de c onformación na cional e n C anadá. O ttawa s e ha convertido e n un punt o d e convergencia s uficientemente fuerte de i nfluencia en l o que r especta a l as políticas públicas p ara ser d eterminante d e las realidades p rovinciales como l o m uestra l a celebración del T LCAN en 1 995, o b ien r ecientemente l as p olíticas exteriores en materia de apoyo a l a seguridad nacional y m ilitar e stadounidense del Gobierno de Stephen Harper. Québec s igue siendo l a excepción en e ste sentido, sin embargo en Canadá el car ácter n acional se h a co nsolidado so bre l a b ase d e su co mponente anglófono como cultura dominante, donde Québec a pesar de la revolución silenciosa y de la importancia de su metrópoli económica, Montreal queda en el plano nacional como una facción con la cual un g obierno nacional más fuerte con el apoyo de l as provincias puede l idiar. E sta si tuación ex plica e l f racaso d e l os acu erdos constitucionales p revios. N o o bstante co mo p arece t ípico d e l a p olítica can diense, ante una futura reconfiguración del balance de poder económico y demográfico de las provincias el asunto de Québec podría ser de nuevo un riesgo para la federación. Por s u pa rte, t ambién l os pa rtidos pol íticos h an vi vido e sa t ransición de l localismo hacia la conformación de una escena política nacional, sobre todo a p artir de un m odelo bá sicamente bi partidista a lrededor de los pa rtidos L iberal y Conservador, -hasta el reciente a scenso d el N DP ( New Democratic P arty) co mo tercer partido-, a l mismo t iempo que también ha habido procesos de integración de los partidos minoritarios como movimientos de alcances nacionales como es el caso del partido verde. Pero el eje articulador del sistema de partidos ha sido sobre todo el Partido Liberal, lo cual no es una opinión aislada, existe p rácticamente un consenso general entre los estudiosos del sistema de partidos canadiense. Al grado que algunos autores consideran q ue l a h istoria de l pa rtido e s un ve ctor vá lido p ara s eguir l a evolución del sistema político canadiense en su conjunto: Canada was created when a coalition of party politicians deemed it to be in their interest to do so, and it has been continuously grown, reshaped, and defended by politicians. Political parties may have regularly fought electoral c ontest f or popular support, bu t t hey h ave a lso be en responsible for building the country over which they have fought. In a country that, f or much of i ts hi story, ha s ha d no obvi ous s ense of common national feeling, and in which there was no natural majority to support a common pub lic a genda i ts pol itical parties w ere one of t he 522 Brown, Craigh (1994) Historia ilustrada de Canadá. México: FCE. 227 “few genuinely national forces” nurturing its existence. This put them at the very centre of Canada’s development and political life523. Por l o t anto seg ún l a l ectura a rriba ex puesta e l si stema d e p artidos n o so lo es u n componente central del sistema político canadiense, sino que en el caso de aquel país su importancia rebasa el ámbito del proceso de legitimación política y elección de las autoridades ha s ido un f actor d eterminante de l pr oceso d e f ormación de l estado nacional y de su historia social. Las etapas que han habido en el sistema de partidos, reflejan la h istoria canadiense en su sen tido más amplio; l a p rimera i nicia desde la política co lonial y aco mpaña el p roceso d e c onstrucción est atal can adiense h asta aproximadamente l as p rimeras d écadas d el si glo X X; l a seg unda se t rata d e u n proceso de consolidación institucional que llega hasta aproximadamente inicios de los sesenta; la tercera etapa es la que Carty llama de política “electrónica” que llega hasta el último gran cambio del sistema de partidos en 1993 . La cuarta etapa relacionada con la era de Chrétien representa un momento de inestabilidad y transición sobre todo ante la nueva conformación de los grandes partidos políticos “virtuales”, es decir con muy p oca esen cia p olítica e ideología y s usceptibles d e ser tomados co mo instrumentos de equipos de analistas y asesores de un personaje político en particular “what matters now is polling análisis, media strategy and the agenda of the leader’s coterie of policy advisers”524. Podríamos af irmar q ue ex iste u na q uinta e tapa m ás r eciente m arcada p or la modificación del sistema de financiamiento público de los partidos y la consolidación de un a parente nue vo s istema t ri-partidista marcado p or l a cr eación d el p artido conservador en 2003 y por la consolidación del NDP como tercera fuerza, al lograr canalizar l a d esconfianza o can sancio525 de los vot antes de lo s p artidos L iberal y Conservador, esto claramente a partir de 2008. Tesis que se ve reforzada por el hecho de haber sobrevivido –el NDP- en la reciente elección federal de 2015 como tercera fuerza –de hecho obteniendo su segundo mayor número de escaños en la historia- a pesar de la enorme pérdida de votantes que tuvo526. Esta relación tan estrecha entre los partidos políticos y el proceso de formación estatal canadiense también es ejemplo de ot ra c ualidad de las instituciones pol íticas e n a quel p aís, l a necesidad de l ograr arreglos institucionales que permitan hacer compatibles valores y agendas políticas en tensión. Por ejemplo Carty destaca que a diferencia de la historia de los partidos en el resto del mundo, en Canadá por la misma precariedad del estado dada su compleja historia, l os partidos políticos e volucionaron a pa rtir de l a bús queda consciente de evitar a linearse so bre l a b ase d e identidades so ciales, v alores cu lturales o p olíticos enfrentados, como entre franceses y anglosajones, católicos o protestantes o centros 523 Carty, K enneth ( 2015) Big Tent Politics: The Liberal Party’s Long Mastery of Canada’s Public Life. Vancouver: The University of British Columbia Press. p. 4. 524 Patten, S teve ( 2007) “ The Evolution of t he C anadian Party S ystem” en Gagnon, Alain y B rian Tanguay (ed.) Canadian Parties in Transition. Ontario: Broadview Press. p.73 525 Belanger, Éric (2007) “Thid Party Success in Canada” en op. cit. p 101 526 Grenier, Eric (2015) “Rest of Canada, not Quebec, the key to NDP putting 2015 behind it”. CBC News. http://www.cbc.ca/news/politics/grenier-quebec-ndp-1.3375270 228 urbanos y pe riferias r urales, s on pue s p ara C arty pa rtidos “big tent” o “unnaturales”527. De h echo, p ara al gunos au tores e sta si tuación h a marcado su i dentidad e instituciones i nternas también t endientes a l a ambivalencia, es d ecir se r capaces de integrar y hacer f uncionales pr incipios po líticos t radicionalmente vi stos c omo contrapuestos. Y l a co ntinuidad d e l as t ensiones en tre v alores h an l levado a la institucionalización de la ambivalencia. El hecho de que las instituciones políticas del estado y la sociedad tengan que interiorizar la diversidad y las tensiones constantes de valores es una característica distintiva de la política y el derecho en aquel país, donde también d esde el est ado se l egitima l a coexistencia d e p rincipios co ntrapuestos528 como s on: l a c ombinación de pr incipios c onstitucionales e scritos y no escritos, u n modelo de gobierno centralizado Westminster, pero dentro de un s istema federal, y con una c arta de de rechos c omo m arco s upremo pe ro que c onvive c on u n considerable es pacio para la f lexibilidad institucional y d e in terpretación jurisdiccional q ue le p ermite d irimir c onflictos e ntre la s e lites p olíticas a l m ismo tiempo que prevé suficientes mecanismos para la rendición de cuentas del gobierno. La or ganización de l s istema de p artidos co mo co ntraparte d e l as reglas d e organización de l pa rlamento t ambién t iene i mplicaciones i mportantes pa ra l a gobernabilidad d emocrática. L a f uerte tradición d e r endición d e cu entas an te los distritos de los miembros de pa rlamento y e l peso de las r egiones es un factor que sigue s iendo muy i mportante pa ra l os pa rtidos pol íticos, de he cho l os pa rtidos políticos en Canadá hasta fechas muy recientes se han consolidado como instituciones nacionales, la ex istencia d el bloc quebecois como u na fracción con r epresentación propia e s o bviamente uno de l os m ayores e jemplos de e sta f uerte c ondicionalidad regional la fuerte relación del partido conservador y de Stephen Harper quien fuera su líder por más de diez años no es un asunto secundario. Esta lectura resulta un elemento útil para entender la manera en la que tanto la ciencia política como los procesos políticos en Canadá, específicamente de políticas públicas y de l a pa rticipación de e xpertos e n e llos, pue den t ener una l ectura ambivalente. Como se dijo en la introducción del trabajo, por un lado su dinámica es representativa de un m odelo de de mocracia oc cidental anglosajona y Westminster, pero por el otro lado tiene peculiaridades que le separan de las tipologías tradicionales y q ue l e a cercan más a l as experiencias d e p aíses co n h istorias y culturas p olíticas mixtas, i ncluso p odríamos d ecir m estizas co mo es el caso d e aq uellos p aíses d e influencia latina. T anto más si se p ondera el que l as i nstituciones d e Québec est én altamente imbuidas de la tradición jurídica francesa. Y no solo eso, la cultura política y l os v alores can adienses a n ivel f ederal –es d ecir anglosajones- tiene d iferencias importantes con su vecino del sur, asunto que ha sido objeto de una gran cantidad de estudios529. 527 Carty, op. cit., p.10. Aunque s iguiendo a Kirchheimer me parece más adecuado decir que fueron una especie de partidos catch all antes de que siquiera existiera el término mismo. 528 Tuohy, Carolyn, op. cit., p.5 529 Gibbins, Roger y Neil Nevitte (1985) “Canadian Political Ideology: A comparative Analysis”, en Canadian Journal of Political Science v. 18, n.3. CPSA; Seymour, Lipset (1990) Continental Divide: The Values and Institutions of the United States and Canada. New York: R outledge; Z avala, I ván 229 5.2 PROCESO DE GOBIERNO Y POLÍTICAS PÚBLICAS EN CANADÁ El e studio de la r elación e ntre las in stituciones p olíticas y e l p roceso d e p olíticas públicas en el ámbito federal en Canadá esta íntimamente l igado con los problemas de c entralización pol ítica que ha n s ido a puntados por diferentes est udios so bre e l papel del parlamento en las políticas públicas. Naturalmente es d e esperarse que por tratarse de un gobierno parlamentario los estudios sobre el proceso de gobierno y las políticas públicas en Canadá centren su atención en el gabinete y su papel como eje articulador del proceso de deliberación política que inicia en el parlamento y es ejecutado por la administración pública bajo el m ando de l pr imer ministro. S in embargo, e l e studio d e l as pol íticas públ icas y específicamente del proceso de toma de decisiones, paulatinamente se ha desplazado hacia l a d iscusión d e l as at ribuciones y d el p roceso d e c entralización d el p rimer ministro, y a unque di chos de bates s obre l as c ompetencias y r egulación de l as instituciones p olíticas e stá le jos d el n ivel d el f ormalismo que ex iste en p aíses d e tradición latina como México, llama la atención el rumbo que ha seguido el estudio de la hechura de las políticas públicas en Canadá dado su origen constitucional y s u forma de organización política basada en el modelo westminster que tradicionalmente supondría la centralidad de la deliberación parlamentaria y l as contiendas partidistas como eje central de la agenda política530. Por s upuesto, l a i nfluencia de Québec ha s ido i mportante e n l a mayor formalización –registro escrito- de las instituciones políticas que existe en Canadá en comparación c on ot ros pa íses que a brevan de l a t radición w estminster, ha n s ido precisamente pr imeros ministros de or igen qu ebense, T rudeau, y C hrétien los m ás claros ejemplos de ello. Sin embargo más allá de la importancia de estos matices la literatura indica que el proceso de gobierno en Canadá a p esar de ser nominalmente parlamentario en realidad se h a convertido en un modelo con características propias, dominado por el primer ministro, y aunque éste ultimo es miembro del parlamento, en realidad a partir d e q ue asu me el p oder, l a cap acidad d el P arlamento -como institución e n s u c onjunto- de i njerencia en l a d irección d el g obierno es b astante limitada. (2001) Diferencias culturales en América del Norte. México: UNAM-Miguel Ángel Porrua; Brooks, Stephen ( 2004) “Political Cu lture i n Ca nada: I ssues a nd Directions” e n Br ickerton, James y A lain Gagnon ( ed.) Canadian Politics. T oronto: B roadview P ress; B rooks, S tephen (2012) Canadian Democracy: An Introduction, 7th edition. Toronto: Oxford University Press. 530 Evitar los riesgos de la centralización del poder es una de las ventajas que Haggard y McCubbins siguiendo a Madison sugieren t iene e l s istema presidencial en comparación con e l parlamentarismo. Haggard, S tephan y Ma thew Mc cubbins ( 2001) Presidents, Parliaments and Policy. Ca mbridge University Press. p .2. Uno de l os t emas q ue m uchos autores c onsideran cl ave p ara en tender l a capacidad d e influencia r eal que t ienen los parlamentos en l as políticas púbicas s in importar que se trate d e s istemas p residencialistas o p arlamentarios e s e l tema de l proceso pr esupuestario. Olson, David y Mic hael Mezey (1991) Legislaturas in the Policy Process: the dilemas of Economic Policy. Cambridge University P ress. e n e ste s entido e l he cho de que e n C anadá e xista poc a t radición e n a formación de gobiernos de coalición r educe aú n m ás l a i nfluencia del p arlamento en l a t oma d e decisiones sobre la asignación de recursos del gobierno. 230 Esto es así incluso p ara los p arlamentarios d el pa rtido go bernante ya que e n primer lugar el gabinete es elegido a discreción del primer ministro, y responden anté este di rectamente, e n s egundo l ugar e l gr ado de a utonomía ministerial se ha vi sto reducido an te u na g radual cen tralización d e l a t oma d e decisiones en el p rimer ministro. En tercer lugar se ha acusado de que el staff del primer ministro se ha separado del t radicional pa rado de s oporte gubernamental –apartidista- provisto p or e l Privy Council de t al m anera q ue el ej ecutivo se h a d istanciado d e l a ex pertise d e l a burocracia tradicional, y e n c uarto l ugar los miembros d el pa rlamento de l pa rtido gobernante que no f orman parte del gabinete, han sido reducidos en su capacidad de ingerencia en e l gobierno, más aun dado que el s istema político canadiense procura un alto grado de disciplina partidista y que el propio Primer Ministro decide cuál es una ley que implica moción de confianza, estos parlamentarios del partido gobernante ni siquiera tienen libertad de disentir con ninguna iniciativa de ley gubernamental, y de he cho t ampoco pu eden pr oponer i niciativas de l ey, s ólo s e p ermite a l os parlamentarios s in c artera p roponer l eyes que no i ncluyan l a r ecaudación o ga sto publico, y a demás se l imita el t iempo q ue se p uede d estinar a la d iscusión d e su s iniciativas por l o cual uno de l os a spectos más car acterísticas es l a poca i nfluencia que los parlamentarios que no poseen cartera pueden tener en las políticas públicas; “Individual legislators, especially t hose in o pposition a re usually t he l ast t o know either legislation is comino or the content of proponed bills”531. La ne cesidad de una reforma pa rlamentaria h a s ido un asunto ha c obrado relevancia hasta convertirse en un asunto relacionado con la democratización de las instituciones políticas de aquel país. Sin embargo dado que el problema en esencia es de autonomía parlamentaria a costa de la centralización y control de los líderes de los partidos, naturalmente ha habido pocas iniciativas sobre el asunto. Como se verá más adelante es hasta l a c ampaña por e l l iderazgo de l pa rtido e n 2003 que Paul M artin habla ab iertamente d e l a n ecesidad d e u na reforma p arlamentaria p ara a tacar e l “déficit d emocrático” del p aís. S in em bargo co mo sab emos est a agenda n os prosperaría. S obre e sta asu nto cab e comentar que uno de l os ún icos i ntentos d e reforma orientados a restituir la autoridad parlamentaria que se co nocen es el que se llevo a cabo en la provincia de Nueva Escocia para dar al parlamento local control sobre el nombramiento de los ministros del gobierno532. El proceso legislativo canadiense supone tres “lecturas” en las cámaras, que son oportunidades para el debate, en la primera presenta la ley, y rara vez hay un debate. La s egunda l ectura s upone e l de bate pr incipal y s ignifica s u a probación “ en principio”. El análisis a detalle de la ley ocurre en la etapa de comisiones después de la s egunda lectura, a lgunos pa rlamentos bus can pa rticipación c iudadana e n e ste momento. Al regresar de las comisiones ya sea con reformas importantes o sin ellas el 531 Thomas, Paul (2010) “Parliament and Legislatures: Central to Canadian Democracy?” en Courtney, John y David Smith (ed.) Oxford Handbook or Canadian Politics. op. cit., p. 161 532 Smith, J ennifer y L ori T urnbull ( 2008) “ On t he C usp of C hange? T he Nova S cotia H ouse of Assembly” en Canadian Parliamentary Review v. 31, n.2. Ottawa: The Library of Parliament 231 debate tiene lugar en la tercera lectura. Finalmente se requiere la aceptación real y la proclamación para que entre en vigencia. Cada i nicio d e l egislatura e l g obernador g eneral d a l ectura a l p rograma d e gobierno del año del gobierno en turno, después de ello, el gobierno a través de sus ministro, presenta sus iniciativas de ley indicando cuales de ellas significan un vot o de confianza del parlamento, la tradición es que la categoría de ley que supone voto de confianza se refiera a asuntos presupuestarios a de programas de gobierno, pero a diferencia de otros gobiernos parlamentarios como el de Reino Unido donde existen tres categorías de leyes en el caso canadiense el ejecutivo suele señalar como ley que supone un voto de confianza a prácticamente todas sus iniciativas. La deliberación es un aspecto central en el parlamento, tiene su expresión en tres principales escenarios, el P eriodo de I nterrogación, “ question period”, en l as reuniones de las fracciones parlamentarias “caucus” y en los comités parlamentarios. Sin embargo el ejecutivo ha extendido su control sobre el legislativo en los hechos a través d e la o peración co tidiana d el p arlamento, p articularmente a t ravés d e la integración de l as co misiones legislativas, r especto d e l as cu ales en C anadá a diferencia de los sistemas presidenciales, éstas se encuentran integradas la mayoría de las veces por miembros del gabinete, incluso presididas por ministros del gobierno.533 Por su v ínculo co n e l gabinete el sistema d e comisiones d el p arlamento d esahoga mucho de l debate so bre p olíticas públicas m ás al lá d e l os p rocesos l egislativos formales. Una de las vías más importante es la formación de comisiones de estudio de algún problema o caso como antesala de la respuesta formal del gobierno. Estas comisiones que naturalmente son presididas por miembros del partido en el gobierno elaboran repostes que contiene sugerencias para el gobierno en general o para m inisterios e specíficos. D ichos r eportes, s in e mbargo c obran una importancia mucho mayor para el sistema político y para la agenda pública del momento ya que generalmente t ienen 4 potenciales audiencias: otros miembros de las legislaturas, e l gobierno, incluida la administración pública, organizaciones fuera del gobierno, y los medios de c omunicación. E l t rabajo de e stas comisiones r efleja t ambién l a importancia de la mismas, por ejemplo éstas suelen hacer diferentes investigaciones y solicitar l a p articipación d e t estigos o i nvitados, en el caso can adiense d ada l a naturaleza de control que ejercen muchas de ellas sus facultades de investigación son más amplias incluso en el caso de la participación de testigos, las comisiones tienen plena libertad para interrogar a los testigos, incluso por encima de otros privilegios, como es el juramento de confidencia que hacen estos al ser parte del Privy Council o del Gabinete534. 533 De acuerdo con este autor distintos factores determinan la efectividad del s istema de comisiones, entre e stos: a ) s i e s que s us miembros de l pa rlamento s eleccionan s us c omisiones o s i e stas s on asignadas; b ) e l núm ero de c omisiones e n l as que s irve un m ismo miembro; c ) la l ibertad de l as comisiones de escoger sus propios temas y programas de trabajo, d) Si es que los presidentes de las comisiones son seleccionados por sus integrantes o por el gobierno; e) si las comisiones cuentan con un staff profesional además de los ayudantes generales; y f) si es que existe obligatoriedad de que el gobierno responsa ante resportes de las comisiones Ibid. p. 165. 534 Davidson, Diane, (1995) “The powers of Parliamentary Commitees” en Canadian Parliamentary Review v.18, n. 1. 232 Respecto a la dinámica de la agenda pública Stuart Soroka confirma para el caso de la política federal canadiense que el proceso de políticas públicas en públicas en efecto es influenciado g randemente por l as campañas y e l debate en l os medios de comunicación535. Estos debates mediáticos suelen girar en torno a u n “issue” el cual se define a partir de una reiterada cobertura mediata, y que generalmente involucra conflicto respecto a decisiones sobre leyes o asignación de recursos. En el caso de las definiciones d e p olítica s iempre h ay in tereses re lacionados c on la u tilización d e recursos o la realización de situaciones que afecten el status de las cosas. Por su parte la a genda se r efiere a un r anking de l a i mportancia r elativa d e v arios i ssues públicos536 A est e r especto señ alan q ue l os e studios p revios h an c reado t res categorías principales: media agenda-setting, public agenda-setting; y policy agenda- setting. Como vemos esto coincide con la revisión que se realizó en el capítulo dos sobre las etapas de las agendas de políticas. También coincide con los supuestos del modelo ACF en el sen tido d e l a m ulticausalidad d erivada d e l a a pertura d e o portunidades políticas para el cambio de las políticas. Soroka también destaca que derivado de los análisis d e c ontenido que r ealizó e n s u i nvestigación e ncontró que s i e xisten diferencias provinciales o de l as r egiones sobre l a cobertura de l as noticias locales. También que en el caso particular de Québec, se l e da más atención a las políticas provinciales y a los temas de multiculturalismo, también que aunque a nivel nacional los medios tienen estilos similares hay diferencias en los titulares y en el tratamiento de las noticias, sin embargo en momentos o casos de interés más amplio se forman coberturas nacionales: “the idea of a canadian newspaper is on stronger ground when issue saliente is high”537. Sin embargo a pesar de la diversidad regional en cuanto a opinión pública, el n ivel de sobresalencia de los i ssues t iende a au mentar y caer a l mismo t iempo e n t odo e l pa ís, lo c ual e s una buena r azón pa ra pode r ha blar de la existencia de una agenda publica canadiense, aunque ello sin ignorar el hecho de que hay importantes diferencias regionales. Otros autores también han destacados que la arena pública mediática en Canadá tiene sus propios ciclos y determinantes particulares, por ejemplo algunos autores han destacado el importante impacto que tuvo el estilo centralizado de control del flujo de información que hubo durante e l gobierno d e S tephen H arper; e l qu e l a agenda pública sea m arcadamente m ás i ntensa n o so lo d urante l as co yunturas el ectorales intra-partidistas, g ubernamentales y durante el debate sobre el p resupuesto federal, sino t ambién el ci clo parece entrar en r eceso en v erano j unto c on e l pe riodo legislativo538 Por lo que respecta a la dinámica del proceso de políticas públicas para Soroka en el caso canadiense, los debates parlamentarios que constituyen el registro de más fácil acceso no son, sin embargo tan provechosos, puesto que la toma de decisiones importantes rara vez se lleva a cabo en estos debates. Las decisiones más importantes 535 Soroka, S tuart ( 2002) Agenda setting dynamics in Canada. Va ncouver: Un iversity of British Columbia Press. 536 Dearing, citado por Soroka, p 6 537 Ibid. p. 44 538 Marland, Alex et al (ed) Political Comunication in Canada. Vancouver: UBC Press. p. 10 233 ocurren en espacios burocráticos sin registro o en las reuniones de gabinete. En ese sentido este estudio coincide las críticas sobre la creciente centralización de la toma de decisiones en el primer ministro en lo particular, y los problemas de las reglas del control p artidista en el p arlamento. A firma q ue en C anadá a p esar de h aber un gobierno Parlamentario los comités en ambas c ámaras j uegan un pa pel mucho más pequeño en comparación con el poder que tienen las comités en los Estados Unidos539 Por ejemplo en Canadá las iniciativas legislativas han sido discutidas en los caucus antes d e l legar a l as co misiones l egislativas, y d e i gual m anera l os m iembros d el gobierno q ue f orman pa rte d el gobi erno deben a poyar e n c omisiones di chas iniciativas: “as a r esult, co mittees have h ad l ittle i nput i n p olicy d ebates an d h ave rarely been an effective check on cabinet power”540 A pesar de esfuerzos por dar a las comisiones mayores capacidades, esto no se ha traducido en ningún cambio significativo, dado que por ejemplo los miembros de las c omisiones s on de signados por e l pr imer m inistro o bi en por los l íderes de las fracciones parlamentarias. Sin embargo a p esar de su poca incidencia en la toma de decisiones, el trabajo de las comisiones si es de utilidad como indicativo de la agenda de políticas públicas. Según el estudio del autor incluso los discursos oficiales como fuente para el análisis de las agendas de políticas públicas es más complicado que en los E stados Unidos ya que e n C anadá e l pr oceso de gobi erno e s do minado por l a oficina del primer ministro y e l Privy Council, los cuales no suelen usar discursos o declaraciones para dar a conocer la política del gobierno. Las iniciativas del gobierno son discutidas en los caucus y e n el gabinete y a nunciadas por el ministro del ramo. Las informaciones de prensa del primer ministro suelen ocuparse más bien de retiros, fallecimientos y visitas de dignatarios de otros países. El ú nico tema q ue s uele s er tr atado p or la o ficina d el p rimer ministro e s l a relativa a la p olítica e xterior. I nclusive m uchas d e l as propuestas d e p olíticas simplemente son anunciadas dentro del parlamento541. Las iniciativas legislativas de los parlamentarios miembros del gobierno son discutidas en el caucus y en el gabinete y p resentada p or el m inistro adecuado, so n si empre d ebatidas en el p arlamento y siempre aprobadas –puesto que el gobierno cuenta con mayoría-. En un artículo más reciente Soroka y Wlezien reiteran su lectura crítica sobre la dinámica de la agenda pública en Canadá y resumen el problema en los siguientes términos: There is evidence of policy representation in Canada — public policy does regularly f ollow publ ic preferences, across a nu mber of pol icy dom ains. Policy representation is likely limited more by a parliamentary rather than presidential system. In the latter, Congress can act to correct errors made by t he e xecutive, w hereas i n the C anadian pa rliamentary s ystem t he Commons holds very little power, and Cabinet has considerable freedom. Policy representation is likely also limited by publ ic responsiveness. This responsiveness is the critical incentive for representation, but it requires a 539 Soroka, op. cit., p. 59 540 Ibidem 541 Ibid. p. 64 234 clear ‘policy signal’; in order to react to policy change, the public needs to be a ble t o i dentify t hat pol icy c hange. T he likelihood t hat c itizens c an identify policy change is lessened considerably by federalism.542 Hay q ue acl arar q ue es tas car acterísticas d el p arlamentarismo can adiense no s on producto s olo de la vol untad de algún pol ítico o pa rtido p articular s ino que s egún Brooks543 son una desarrollo institucional que es producto de la historia del proceso de a daptación de l m odelo de gobi erno r esponsable traído de l a m etrópolis p ero influenciado por la cercanía con los Estados Unidos y su sistema presidencial federal. La c oncentración de pode r que s e f ue f ormando j unto a l de sarrollo de l e stado canadiense no co ntó co n l a al ternativa d el s istema d e co ntrapesos q ue existe en el presidencialismo, s ino q ue l a di sputa s e c onfiguró e n t orno a l a tensión e ntre las provincias y el poder federal, y entre los partidos políticos. Ello no fue suficiente para evitar u na c entralización g eneral d e la v ida p olítica e n torno a l p arlamento c omo institución donde recae la representación, y por ende no se cuestionaron por mucho tiempo las aristas de la centralización que implicaba el gobierno organizado a p artir del liderazgo de los partidos mayoritarios. Sin embargo lo cierto es que cualesquiera sean sus orígenes y justificaciones históricas, a la vuelta del siglo los autores como los ya citados Paul G. Thomas544, David Docherty545, Stuart Soroka, Donald Savoaie, y Stephen Brooks han empezado a denunciar que estas características de la forma de organización de l proceso r eal de t oma d e d ecisiones em piezan a p arecer problemáticas. Brooks resume esto acertadamente: The r eality of t he e xecutive-legislative r elationship is c haracterized b y cabinet c ontrol ove r a d isciplined caucus of gove rnment pa rty members, by t he capacity o f ca binet t o d etermine t he ag enda o f p arliamentary bussines, and by a gross inequality between cabinet and the legislature in the r esources n eeded t o d evelop an d cr itically assess p olicy. O rganized interests a re n ot s low to re cognize th e re al lo cus of s tate a uthority. I n concentrating t heir a ttempts a nd i nfluence on t he e xecutive t hey ha ve reinforced the ascen dance o f t he executive p ower an d t he d ecline of legislature’s p olicy ro le. T he le gislature t ipically e nters th e p rocess w ell after m ay c rucial d ecision h ave b een t aken an d n ecessary compromises were m ade [ …] w ith r espect t o p olicy f ormation cab inet act s an d legislature reacts546 542 Soroka, Stuart y Wlezien, Cristopher (2010) “Public Opinión and Public Policy” en Courtney, John y David Smith (ed) Oxford Handbook of Canadian Politics. op. cit., p. 278 543 Brooks, S tephen ( 1993) Public Policy in Canadá: An introduction. T oronto: M cClean & S tuart. p.80-86. 544 Thomas, Paul (2010) “Parliament and Legislatures: Central to Canadian Democracy?” en Courtney, John y David Smith (ed.) Oxford Handbook or Canadian Politics. op. cit., p. 161 545 Docherty, David (2004) “Parliament: Making the Case for Relevante” en Brickerton James y Alan Gagnon (ed) Canadian Politics. Toronto: Broadview Press. 546 Ibid., p.87 235 Sin embargo el problema es mucho más profundo y de naturaleza estructural rebasa el asunto de los lobbies o incluso de casos de conflicto de interés. De hecho a partir del ascenso d e casos d e co nflicto d e i nterés v entilados en m edios d e comunicación y sobre todo de l a c risis pol ítica de sencadenada por e l “sponsorship s candal” que eventualmente l levaría a l a caída del partido l iberal, e l gobierno de Stephen Harper decidió h acer d el t ema p arte cen tral d e su ag enda, y p or el lo u na d e su s p rimeras acciones fue reglamentar el asunto a t ravés de la l ey Bill C-2 en abril de 2006 que creo una nueva estructura institucional sobre lobbies, conflicto de interés y protección de de latores de ntro de l gobierno y que, e n ge neral, -a p esar d e g estarse co mo u na iniciativa q ue f ormaba p arte integral d e la e strategia e lectoral del g obierno conservador y de que ha s ignificado una s erie de regulaciones c omplicadas especialmente para l os st affs ministeriales- para m uchos l a m enos p arcialmente h a logrado el objetivo de limitar la discrecionalidad y el riesgo de conflicto de interés en las políticas públicas547. En ese sen tido G raham White al ex aminar de sde un punt o de vi sta m ás moderado e l pr oblema de l a centralización d e poder y de toma de de cisiones de l Primer Ministro sobre el gabinete y a su vez de éstos sobre el parlamento, reconoce que las limitaciones a ésta capacidad solo son los propios límites de la capacidad de gestión que puede tener la PMO y el gabinete que llevan a la descentralización y el tamaño y capacidades de las corporaciones de la administración públicas muchas de ellas altamente especializadas y con gran autonomía en la gestión de sus asuntos548. Pero paradójicamente esta argumentación no hace sino reforzar la idea de que el proceso de las políticas, y la gestión de la agenda pública esta de hecho dominada de forma cen tralizada y vertical –por e l l ado gube rnamental pa rtiendo de la f igura del primer ministro. Esta visión global no excluye las sutiles que el proceso puede tener y el hecho de que a pesar de todo se dan procesos de interacción y de gestión de la toma de decisión interesantes. Por o tra p arte l a cen tralización d e l a t oma d e decisiones t ambién se ha v isto afectada en l o q ue se r efiere a la cr eación de co misiones r eales y l os co mités parlamentarios, cr eados sobre todo para realizar an álisis m eticulosos d e p roblemas que involucraba importantes dilemas políticos, ét icos o la necesidad de información altamente e specializada. L as co misiones reales en C anadá co menzaron a se r utilizadas d e m anera r elativamente f recuente d esde al rededor d e l a d écada d e l os cincuentas, y en ocasiones han jugado parte importante del análisis y formulación de políticas públicas, su objetivo fundamental ha sido traer conocimiento especializado y proveer d e r ecomendaciones co ncretas, su p articipación es p ues so bretodo informativa, su papel en la toma de decisiones de políticas es en realidad limitado549. Respecto a los comités parlamentarios los especialistas confirman la manera en la que 547 Una i nteresante co mpilación de en sayos co ndiversas l ecturas s obre el t ema p uede v erse en : http://policyoptions.irpp.org/magazines/april-2016/the-federal-accountability-act-ten-years-later/ 548 White, Graham (2005) Cabinets and First Ministres. Vancouver: The UBC Press. p. 70-74 549 Brooks, Stephen (2005) “The Policy Analysis Profession in Canada” en Dobuzinskis, Laurent et al. (ed.) Policy Analysis in Canadá: The State of the Art. Toronto: U niversity of Toronto P ress. p. 54; Howlett, Michael y Evert Lindquist (2005) “Beyond Formal Policy Analysis” en Dobuzinskis, Laurent et al (ed) op. cit., p. 132, y p. 151. 236 éstos se ven afectados limitaciones de la autonomía parlamentaria en general que han mencionado los autores arriba revisados: Cabinet controls th e le gislative a genda and the H ouse de termines t he composition a nd m andate of e ach pa rliamentary c ommittee, on the advice of a gove rnment-dominated s election c ommittee. I n a s imilar fashion, i t is t he p arliamentary H ouse l eaders o f t hecgoverning o r opposition pa rties t hat determine t he m embership and t erms of reference ofccaucus committees.550 Sin embargo aunque los determinantes del desempeño de los comités son variados, y su a utonomía l imitada, é stos pue den l legar a tener un i mpacto i mportante –mayor que el d e l as co misiones r eales- en l as po líticas públ icas, ya que combinan e l acompañamiento cer cano d e esp ecialistas co n el ap oyo d el p ropio st aff y r ecursos parlamentarios y t odo ello se relaciona p or u n l ado con p rocesos e fectivos d e negociación y toma de decisiones y con el otro con debates amplios que vinculan a la sociedad civil y fomentan la transparencia551. La mayoría de los autores coincide directa o indirectamente en que la hechura real de las políticas en Canadá cada vez se v uelve un tanto más elusivo en lo que se refiere a la r elación en tre l a p ráctica y su i nstitucionalidad f ormal, se h a v enido alejando de l a i dea convencional de gobi erno pa rlamentario y de ga binete, y la concentración d e p oder en el ej ecutivo h a em pujado l a d eliberación h acia se r u n asunto d e p asillos y l iteralmente d e l obbies. Esto por s upuesto no e s un a sunto exclusivo de C anadá, ni t ampoco pue de decirse que ha ya una c risis d e discrecionalidad o c orrupción, s implemente e s un a sunto qu e l os académicos s obre todo a partir de fines de los años noventa empezaron a s eñalar como crecientemente visible y q ue d a v isos d e co mienzan a ser p roblemático p ara l a d emocracia canadiense. No obstante, en medio de esto hay aspectos que se muestran como ventanas de oportunidad para la construcción de una nueva institucionalidad, por ejemplo el tema del papel de los grupos de interés y de presión, ha sido atendido por un lado mediante nuevas regulaciones sobre lobbies y control del finánciamelo de los partidos, y por el otro m ediante u na ap arente p aulatina ap ertura d el si stema pol ítico, es de cir una legitimación de l a i mportancia de la i nclusividad de l os grupos de p resión s obre causas sociales. L isa Young al hablar de l a emergencia de l os advocacy groups en Canadá d e m anera i ndirecta p rovee d e m ás a rgumentos so bre l a transformación institucional y el cambio de poder en el sistema de gobierno canadiense552. La au tora o bserva que el ac tivismo p olítico a t ravés d e l a participación en organizaciones sociales, para muchos canadienses de hecho ha pasado a se r una vía más i nteresante, en la q ue co nfían m ás, y que co nsideran m ás ef ectiva p ara 550 Schofield, J osie y J onathan F ershau (2005) “C ommitees I nside Canadian L egislatures” en Dobuzinskis, Laurent et al (ed) op. cit., p. 511 551 Schofield, Josie y Jonathan Fershau (2005) op. cit., p. 132, y p. 505 552 Young, Lisa. op. cit. p.5 237 influenciar las políticas públicas que los partidos políticos y la búsqueda de contacto con l os m iembros de l pa rlamento. Y a s u ve z e l c recimiento de e stos gr upos de presión l os ha c onsolidado como a ctores co n i nfluencia en l os d ebates d e p olíticas públicas y como t ransmisores o i ntermediarios e ntre l a s ociedad y el gobi erno, e incluso por encima de l as d ivisiones formales de competencia los advocacy groups trabajan d e manera t ransversal r especto a or denes de gob ierno ( local y f ederal) y respecto a jurisdicciones intergubernamentales553. Por am bas cualidades podría en tonces su ponerse q ue al menos en ci ertos momentos han ve nido a oc upar un pa pel pe rdido a l m enos pa rcialmente por l a oposición y los miembros del parlamento sin cartera ministerial, situación que no es del t odo sa na p ues l as o rganizaciones d e l a sociedad c ivil a p esar de t ener u na potencial capacidad d e influencia d e l as d ecisiones d e g obierno al se r i niciativas particulares pueden tener problemas de inclusión, rendición de cuentas etc. La d inámica r eal d el proceso d e toma d e d ecisiones, p arece al ejarse d e l os esquemas de los libros de texto, e incluso de las premisas institucionales de las leyes en la materia. Incluso la agenda de la ciencia política debe reconocer estos cambios por ejemplo estudios como los de Fenno y K ingdon554 sobre los determinantes de la toma de decisiones y votos de los legisladores serían muy poco oportunos en el caso canadiense, de inicio por la muy alta disciplina partidaria. Por supuesto este proceso de er osión i nterna y ex terna d e l os m odelos i nstitucionales d e l a d emocracia representativa no nuevo ni exclusivo de Canadá, los modelos sobre políticas públicas y m ovimientos que s e r evisaron e n l os c apítulos a nteriores f incan s u é xito precisamente e n s u c apacidad de e ntender que e l e studio de l a c ontienda pol ítica requiere d e identificar a q uienes tienen cap acidad d e i nfluencia, su s e strategias d e acción y a los t omadores d e d ecisiones r eales. C onservando –hasta l a fecha- a la autoridad y legitimidad estatal como único referente estructural del despliegue f inal de las políticas públicas. Como se ha dicho, la debilidad de los modelos de democracia representativa, son comunes a l oc cidente de sarrollado, pe ro naturalmente cad a p aís t iene sus particularidades, en el caso can adiense el j uego d e est rategias y cá lculo p olítico parece h aberse t raslado hacia n uevos esp acios q ue t odavía e speran el t rabajo d e l a disciplina como se t raslada h acia a) l os p rocesos d e n egociación dentro de l os partidos durante las coyunturas electorales, b) la negociación entre facciones políticas alrededor del gabinete y el caucus del partido gobernante y c) la política alrededor de circulo i nterno d e t rabajo y d e l as al ianzas p ersonales d el P rimer Ministro. T odos estos p or c ierto esp acios al tamente o pacos al escrutinio p úblico, e l g abinete y l os miembros del PC y del PMO están legalmente obligados al secreto oficial555 e incluso los caucus legalmente están protegidos en su secrecía; “caucus committees perform 553 Ibid. p. 10 554 Fenno, Richard (1973) Congressmen in Committees. Massachussts: L ittle Brown; K ingdon, John (1989) Congressmen’s Voting Decisions. Ann Arbor: University of Michigan Press. 555 Consultado e n: h ttp://www.oic-ci.gc.ca/eng/rapport-annuel-annual-report_2014-2015_5.aspx http://www.oic-ci.gc.ca/eng/rapport-annuel-annual-report_2014-2015_5.aspx Las notas en medios fueron e n e l m ismo s entido: ht tps://www.thestar.com/opinion/editorials/2015/12/09/federal-cabinet- secrecy-is-being-misused-editorial.html 238 policy-making f unctions s imilar t o t hose unde rtakenby c onventional parliamentary committees inside Canadian legislatures […] the secrecy surrounding their meetings make it d ifficult to generalize about their influence”556 una vez definida una postura partidista/de la facción los parlamentarios se ven obligados a dar su apoyo público a la decisión, lo cual ha sido criticado557 por los estudiosos, por sus implicaciones para las p olíticas p úblicas, y p or r estringir la transparencia s obre e l t rabajo d e lo s parlamentarios y el p roceso de t oma de decisiones, con l o que el lo i mplica para el control y rendición de cuentas del gobierno. 5.3 INSTITUCIONALIZACIÓN Y PERFIL DE LA CIENCIA POLÍTICA EN CANADÁ Conviene recordar que el inicio del proceso de estandarización del perfil de la ciencia política a n ivel in ternacional, - más allá de l a i nfluencia de los Estados Unidos- es influenciado de manera destacada por la iniciativa de la UNESCO para impulsar e l desarrollo las ciencias sociales, que se dio tras la segunda guerra mundial. En el caso de l a ci encia p olítica e l g esto m ás importante en est e sen tido es el i mpulso q ue l a organización dio a la creación de la Asociación Internacional de Ciencia Política558. Ésta iniciativa y los subsiguientes esfuerzos que se h icieron para la creación o fortalecimiento d e l a ciencia p olítica so n r egistrados en e l caso d e C anadá, en l a entrada correspondiente al país en el famoso reporte de 1951 de la UNESCO sobre el estado d e l a ci encia p olítica en el mundo559, e jercicio f ue m uy i mportante no s olo como di agnóstico e n s m ismo, s ino pa ra i nspirar ot ras revisiones s imilares, po r ejemplo poc os a ños d espués e l pr ofesor C .B. Macpherson560 de l a U niversidad d e Toronto, e n uno de l os pr imeros a rtículos s obre e l e stado de l a di sciplina e n a quel país menciona la existencia del citado reporte de la UNESCO. Y no solo eso en ese mismo artículo coincide con el diagnóstico pionero de Burton y Watkins en el sentido de que aunque la ciencia política en aquel país es reconocida como materia de estudio independiente, e s vi sta c omo s ubordinada a ot ras d isciplinas –especialmente economía y de recho- e i mpartida como p arte d e o tros p rogramas ac adémicos en ciencias sociales, tanto en el ámbito francófono como anglófono. También señ ala q ue s i b ien y a existen d epartamentos i nternos de ciencia política, en algunos ca sos se t rata de u na so la o p ocas p ersonas las c uales m uchas veces en realidad trabajan temas diferentes como economía política o teoría política, social y jurídica. El enfoque metodológico de entonces en las universidades francófonas y en la Universidad d e O ttawa es más marcadamente so ciológico, p ues n o es cl ara la 556 Schofield, Josie y Jonathan Fershau (2005) op. cit., p. 504 557 Cross, William (2001) Auditig Canadian Democracy. Vancouver: UBC Press. p. 73 558 Ver la historia de la asociación en: http://www.ipsa.org/history/prologue#4 559 Keirsted, B urton y Frederick Watkins ( 1950) “ Political S cience i n C anada” e n U NESCO (ed) Contemporary Political Science: A Survey of Methods, Research and Training. Liege: G.Thone. p. 171 560 Macpherson C. B. (1954) “L'enseignement de la science politique au Canada” en Revue Française de Science Politique, v. 4, n.2. p.398 239 distinción entre ciencia política y sociología561. Un dato que i lustra la situación que guardaba l a di sciplina en a quellos a ños es qu e l os c ursos que s e di ctaban por l os departamentos de ciencia política eran básicamente sobre teoría e historia de las ideas políticas, estudio de las instituciones políticas, y administración pública562, aunque el citado au tor t ambién d estaca q ue p ara en tonces y a se o bservaba pr ogreso e n e l proceso de autonomización de la disciplina563. A fines de los años setenta se publicó en Canadá otro interesante artículo sobre la l icenciatura en ci encia p olítica e n q ue r eportan l so r esultados d e u na en cuesta a profesores de los departamentos de ciencia política de las universidades canadienses. La investigación halló que a pesar del grado de relativa inmadurez de la disciplina en el p aís, l as act itudes –y e l c onocimiento- de l os e ncuestados ha cia l os t ópicos intelectuales básicos de la disciplina, especialmente hacia el “conductismo” no eran tales como para dividir la profesión entre los miembros más viejos y lo más jóvenes. No obs tante, pue de d ecirse que el t amaño de l a di sciplina aún era pe queño, especialmente considerando que el universo estimado de profesores según el artículo era de alrededor de 184 en todo el país564. Los datos de la encuesta también muestran que una de las razones de la afinidad teórica al interior de la disciplina fue el número de profesores con estudios en el extranjero. De los 77 profesores que respondieron565 57% c ontaba c on doc torado, de e ntre e stos 51% ha bían obt enido e l gr ado en universidades e stadounideses; y e l 33% e n ot ras uni versidades de l e xtranjero, mayormente Reino Unido y Francia566. Ahora bi en, l as c aracterísticas d e l a carrera al inicio de su p roceso d e institucionalización a puntan a que ha y a l menos t res e lementos c omunes que s on punto de pa rtida pa ra e ntender cual e s l a pos ición de l os p olitólogos respecto a l a sociedad y el si stema político; a) e l primero de e llos e l despegue de l a di sciplina a partir de la década de los sesenta; si bien es cierto que la densidad de universidades y carreras y profesores que reporta Macpherson a inicios de los cincuenta en Canadá es bastante ex pandida a l o l argo d e país, l a ex pansión d e l a i nvestigación f ormal, es decir la realizada por profesores en el seno de programas de investigación formales y difundida a t ravés de medios consolidados es un hecho cuyo hor izonte se r emota a fines de los s esenta. b ) e n s egundo l ugar e l a scenso de l enfoque c onductista y l a dinámica de la disciplina en los Estados Unidos como referencias constantes ante las cuales se comparan el estado de la misma, y al mismo tiempo esto se puede también distinguir la im plícita p resencia d e una tr adición l ocal pe culiar e n C anadá e n do s sentidos: tanto en razón de las instituciones políticas particulares con las que cuentan 561 Ibid., p. 393 562 Ibid. p. 395 563 Ibid. p. 399 564 El artículo señala que el listado de encuestados se obtuvo de los anuarios de todas las universidades del país, a excepción de la Universidad de Ottawa. 565 No hubo respuesta de profesores de la provincia de New Foundland y hubo un porcentaje muy bajo de respuesta proveniente de Québec dado que el cuestionario les fue enviado sólo en inglés. 566 March, R .R. y R . J .Jackson, ( 1 967) “A spects o f t he State o f P olitical S cience i n C anada” e n Midwest Journal of Political Science, Vol. 11, No. 4. Midwest Political Science Association. p. 435- 437 240 las tradiciones anglófonas y francófonas, como por las tradiciones de pensamiento de las que se ha alimentado el debate político en ambos contextos. c) El tercer elemento común tiene que ver con el papel central que tiene la existencia de departamentos y programas de formación, j unto c on la c onsecuente dot ación de gr ado en l a materia como primer criterio sobre la institucionalización de la disciplina. En suma al momento del contrastarse estas tres características generales con el modelo est adounidense se p ueden v er l as t ensiones y su bsecuentes a justes q ue h an llevado a l a ci encia p olítica en C anadá a su act ual co nvergencia co n l a co rriente mainstream como disciplina académica y respecto a su ejercicio profesional. Los est udios so bre la relación en tre l a academia y l a p olítica en l os Estados Unidos h an señ alado que el p roceso d e i nstitucionalización d e l as d isciplinas científicas, especialmente las ciencias sociales se da como un proceso concomitante a su contexto político y fuertemente dependiente de la dirección del financiamiento –y por ende dirección- del estado. En ese sen tido a p esar de l as d iferencias en tre l a ci encia política canadiense y estadounidense puede decirse que la d isciplina en Canadá es un caso que comparte varias d e l as t ensiones y d inámicas d e l a r elación en tre c iencia y p olítica q ue se examinaron en el p rimer cap ítulo de l a t esis567, particularmente re sulta de u tilidad destacar las siguientes características destacadas por Horowitz: a) el estar construidas las ciencias sociales obre la base de un sistema educativo y universitario plural, que llevo con e l t iempo a e stablecer f irmemente l a a utonomía de i nvestigación de los espacios universitarios; b) que existe un bue n número de centros de investigación – especialmente tipo think tank- que han servido como mediadores entre investigadores y actores de políticas; c) haber un consenso general en valores sociales y políticos que se extiende hacia los espacios académicos, de allí que las visiones alternativas –como el m arxismo- nunca ha yan l ogrado movimientos di sruptores i mportantes; d) l a secrecía en tre aseso res y p olíticos hace q ue m ucho d e l as d inámicas r eales d e l a practica d e asesoramiento h aya si do sean r elativamente p oco co nocidas; y e) se h a desarrollado u na r elación esp ecializada en tre l as d isciplinas y l as en tidades gubernamentales que requieren de su asesoría568. Sin embargo estos asuntos han sido desarrollados so lo es porádicamente o t angencialmente r especto a l a ci encia en general569, a las ciencias sociales570 y respecto a la ciencia política. En Canadá también existe un cúmulo importante de bibliografía sobre la historia y est ado d e l a d isciplina, est á l iteratura es m enor e n c antidad que s u c ontraparte 567 Supra, p.73 568 Horowitz, Irving (1967) “Social Science and Public Policy” op. ci.t. 569 Como se ha mencionado en el primer capítulo existen algunos autores que han empezado ha hacer estudios i nteresantes s obre l a r elación e ntre ci encia y p olítica p ública y s obre l a r elación e ntre l os científicos y los políticos, los citados trabajos de Landry et al sobre uso de conocimiento son un buen ejemplo de investigaciones empíricas recientes, sin embargo estas agendas son recientes y puede decir que apenas están en desarrollo si se les compara con la tradiciónd de invetsigación empírica sobre el tema que existe en el contexto estadounidense 570 En el caso de l as ci encias s ociales l a reflexión h a s ido a lgo m ás pr ofunda, a unque c omo ejemplifican los trabajos citados arriba de Brooks y Gagnon, han tenido una visión del alcance de los académicos de ciencias sociales como intelectuales más que entendiéndolos en un plano comparable con el de los científicos de ciencias naturales al momento de participar en debates de políticas públicas 241 estadounidense, -aunque eq uiparable a la l iteratura en M éxico571, y c omo e s de esperarse conforma una agenda minúscula en comparación con los temas centrales de la disciplina como elecciones, partidos políticos o el federalismo. A pesar de que solo se ha n l ocalizado una ve intena de t rabajos e l t ipo d e pr eocupaciones de l a bibliografía, sus características metodológicas y eclecticismo general es si milar a la literatura internacional comparable. Vista la literatura en su conjunto puede afirmarse que Canadá las preocupaciones específicas dentro de la literatura sobre el estado de la disciplina en aquel país además del asunto central del estado de la carrera, la institucionalización y orientación teórica de l a di sciplina572, ha n e xplorado t ambién t emas es pecializados co mo: l a americanización y el g iro comparativo de l a d isciplina573; l a si tuación de l a ciencia política francófona o en Quebec574; y la relación de la disciplina con las instituciones políticas e identidad575. Cabe comentar que hay también una miscelánea de artículos 571 Cfr. Flores-Mariscal, J oel ( 2016) “E volución de l a l iteratura s obre l a ci encia p olítica en M éxico (1947-2015)”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales v. 60, n. 227. México: UNAM 572 Keirsted, Burton y Frederick Watkins (1950) “Political Science in Canada” op cit.; Macpherson C. B. (1954) “L'enseignement de la science politique au Canada” op cit.; March, R.R. y R. J.Jackson, ( 1967) “A spects o f t he S tate o f Political S cience i n C anada” op ci t.; Trent, J ohn (1987) “F actors Influencing t he D evelopment o f Political S cience i n C anada: A cas e and a M odel” International Political Science Review v. 8, n. 1. IPSA; Pockington, Tom (1998) “The Place of Political Science in Canadian Universities” Canadian Journal of Political Science v. 31, n.4. CPSA. 573 Cairns, Alan (1975) “Political Science in Canada and the Americanization Issue” Canadian Journal of Political Science v. 8 , n. 2. C PSA; S hugarman, D avid ( 1976) “ The P roblems of a Re luctant Nationalist: A Comment on Alan Cairn’s Political Science in Canadá and the Americanization Issue” Canadian Journal of Political Science v. 9, n.2. CPSA; Nossal, Kim (2006) “A Question of Balance: The Cult of Research Insentivity and the Professing of Political Science in Canada” Canadian Journal of Political Science v. 39, n. 4. CPSA; Montpetit, Éric, André Blais & Martial Foucault (2008) “What Does i t T ake for a Ca nadian P olitical S cientist t o be Ci ted?” Social Science Quartely v. 89, n. 3. Southwestern S ocial S cience As sociation; V ipond, R obert ( 2008) “ Introduction: T he C omparative Turn in Canadian Political Science” en White, Linda et al., (2008) The Comparative Turn in Canadian Political Science. Vancouver: University of British Columbia Press. 574 Leclerc, M ichel ( 1982) La science politique au Quebec. Montreal: L ’Hexagone; L andry, R ejan (1993) “Les traditions de recherché en science politique” Revue quebecoise de science politique n. 23. AQSP; Crete, Jean (2003) Hommage à Vincent Lemieux. La science politique au Québec. Le dernier des maîtres fondateurs. Quebec: U niversité L aval; L ouis M . I mbeau et M athieu Ouimet ( 2012) “Langue de p ublication et p erformance en r echerche: p ublier e n f rançais a -t-il u n impact s ur l es performances bibliométriques des chercheurs francophones en science politique?” Politique et sociétés v. 31, n. 3. AQSP; C ornut, Jeremié y V incent L arivière ( 2012) “ Docteurs et d octorants en s cience politique au Québec (1997-2010)” Politique et Sociétés , v. 31, n. 3, AQSP 575 Sproule-Jones, Mark (1984) “The Enduring Colony? Political Institutions and Political Science in Canada” Publius v. 1 4, n.1. Oxford U niversity P ress; A ucoin, Peter ( 1996) “ Political S cience a nd Democratic G overnance” Canadian Journal of Political Science v. 29 , n.4 CP SA; Smith, M iriam (2002) “L’heritage institutionaliste de la science politique au Canada Anglais” Polique et Societes v. 21, n . 3 . S QSP; Widdowson, F rances (2008) “ Diversity a nd C ritical T hinking i n Political S cience” Paper P resented at t he A nnual M eeting o f the Ca nadian Political S cience A ssociation M ay 1 3 -15, 2012, University of Alberta, Edmonton, Alberta; Nath, Nisha (2011) “Defining Narratives of Identity in C anadian P olitical S cience: A ccounting f or t he Absence o f R ace” Canadian Journal of Political Science v. 44, n.1. CPSA; Tremblay, Reeta (2012) “ Beyond Parochialism and Domestic Preoccupation: The Current State of Compaarative Politics in Canada” Canadian Journal of Political Science v. 45, n.4. CPSA. 242 que llaman la atención sobre la relación de la ciencia política en Canadá con ciertos temas particulares como: el estudio de l a j usticia cr iminal576; p sicología política577; feminismo578; pue blos i ndígenas579; y e l e nvejecimiento de l a pobl ación580. S in embargo, a p esar d e est a p luralidad t emática l lama l a at ención q ue s e h aga p oca revisión de la literatura sobre el tema del estado general de la disciplina. El artículo de John Trent de 1987 es la excepción y por ello resulta de particular importancia p ara d iscutir p ara el caso can adiense u na serie d e p remisas so bre l as características d e l a ci encia p olítica en aq uel país d e m anera co mparativa co n l a corriente estadounidense e internacional; se trata de aspectos como información sobre el proceso de institucionalización de la la carrera; información sobre el perfil de los académicos; sobre el perfil y orientaciones de la investigación; análisis y debate sobre la “americanización y el giro comparativo contemporáneo de la disciplina”; y análisis de l a relación d e l a ci encia p olítica co n las instituciones p olíticas y el co ntexto político nacional. El c itado artículo de T rent s eñala c omo obj etivo c entral pr oponer una explicación sobre los f actores determinantes del desarrollo de l a ci encia política en Canadá, pero no está basado en fuentes primarias ni tampoco parte de conceptos ya definidos como el de institucionalización que suele ser muy utilizado para el estudio de la consolidación de espacios para el cultivo de las disciplinas581. Más bien lo que trata el trabajo es derivar de la literatura previa una serie de hipótesis que expliquen el estado de la disciplina. Lo primero que señala es que han habido cuatro fases en el desarrollo e institucionalización de la ciencia política en Canadá; la primera abarca de 1870 a alrededor de la primera guerra mundial, la segunda corresponde a la segunda guerra m undial y los a ños d e la p osguerra, l a t ercera d ura h asta los sesentas y l a cuarta se da en los setentas y ochentas. Durante la primera etapa se d io el esfuerzo inicial de estudiosos –intelectuales- que trabajaron para introducir las ciencias sociales en las universidades canadienses; 576 Riddell, Troy (2010) “What Can Political Science Contribute to the S tudy of Cr iminal Justice in Canada?” Canadian Journal of Criminology and Penal Justice Junio 20 10. U niversity of T oronto Press 577 Nesbitt-Larking, Paul (2003) “Complexes and Cognitive Complexity: Canadian Controbutions to Political Psychology” Canadian Journal of Political Science v.36, n. 4. CPSA 578 Arscott, Jane y Manon Tremblay (1999) “Il reste encore des travaux a faire: Feminism and Political Science in Canada and Québec” Canadian Journal of Political Science v. 32, n.1. CPSA 579 Widdowson, Frances (2008) “Native Studies and Canadian Political Science: The implications of “Decolonizing t he D iscipline” P aper P resented i n t he Annual M eeting of t he C anadian P olitical Science Association University of British Columbia, Vancouver, British Columbia 580 Pratt, Henry (1984) “Aging in Canadá: The Challenge to Political Science” Canadian Journal of Aging v.3, n.2. Ontario: University of Waterloo 581 En México y América Latina el concepto es ampliamente utilizado para el estudio de la historia de la s ociología por a utores que s on reconocidos e specialistas de t ema c omo L idia G irola, y Al fredo Andrade. De igual manera, recientemente también se ha utilizado como punto de partida para medir el grado de consolidación de la ciencia política (Altman 2004; Barrientos 2014). Si bien en los trabajos citados s e deduce que el concepto s e r efiere a l a ex istencia d e espacios y p rogramas i nstitucionales para l a i nvestigación y d ocencia, a compañados de m edios para l a difusión de l as i nvestigación e incluso divulgación del conocimiento, no hay en ellos una discusión propia respecto al concepto en si mismo, su origen, dimensiones e implicaciones para el estudio de las ciencias sociales. 243 la segunda etapa de acuerdo con el autor es l a “canadianización” de la disciplina, es decir un momento de énfasis en el desarrollo de becas, estudios sobre política del país y d esarrollo d e i nstituciones acad émicas, au nque aú n h abía l imitados r ecursos e infraestructura582. Durante la segunda etapa que culmina en los sesentas, se d io una gran e xpansión de l as u niversidades, pe rsonal a cadémico, pr ogramas de pos tgrado, publicaciones e specializadas y r ecursos de investigación, todo e llo j unto c on l a “importación” de personal académico y sus respectivos enfoques. La tercera y última etapa está caracterizada por la consolidación de una amplia comunidad en torno a la ciencia política que se adapta a las condiciones sociales y corrientes –internacionales- del momento. “Dentro de la disciplina la creciente especialización, fragmentación y la dependencia ha c omenzado a brir e l pa so a nue vos e sfuerzos pa ra la i ntegración y canadianización”583. Para Tent l a l iteratura sobre el est ado de l a ci encia política en Canadá puso énfasis en las características de la disciplina, no así en los determinantes de l as m ismas el lo d ebido a q ue l os t rabajos no f ueron he chos e n pe rspectiva comparada, por ello no atendieron el hecho de que la ciencia política canadiense está relacionada con un t ipo particular de sistema político, que resulta determinante sobre el crecimiento, desarrollo y características de la disciplina. En e se s entido s ugiere que ha y cinco gr andes c onjuntos de va riables que interactúan en el p roceso d e co nformación d e l a ciencia p olítica en C anadá: 1 . condiciones nacionales y grado de dependencia; 2. contexto educacional e intelectual; 3. características internas de la disciplina; 4. desarrollo y contenido de la disciplina; y 5. i mpacto de l a di sciplina584. E l p rimer c onjunto s e re fiere a la in fluencia d el régimen p olítico en l a d isciplina. S eñala p or ej emplo el caso d e r egímenes autoritarios, en los cuales puede que no sea tolerada la crítica, pero también menciona que aún en regímenes democráticos la relación entre la disciplina y el estado puede ser de gran importancia por la dependencia de la misma debido a su dependencia con la asignación de recursos públicos. El c onjunto t iene que ve r con e l i mpacto del gr ado de de sarrollo s ocio económico y político. Esto se ve reflejado en el grado de importación de cultura del país y en el hecho de que el personal las instituciones y los recursos de una disciplina están relacionados co n v ariables c omo el si stema ed ucativo, y l a el ección d e l as prioridades públicas del país. A lo anterior hay que agregar que para el autor el otro aspecto importante es que aunque el nivel de desarrollo de un país tiene efectos sobre todas las ciencias, ciertas disciplinas –como la ciencia política- son ilegitimizadas en momentos esp ecíficos p or l as p ercepciones q ue t ienen l as el ites –políticas e intelectuales- sobre su r elevancia585. Al t iempo q ue l as di sciplinas s on reconocidas como relevantes para las necesidades socio-económicas y políticas del país a su vez obtienen mayores recursos para sus programas de posgrado y de investigación, lo cual lleva a la e specialización q ue i mplica el p aso d e l a i nvestigación d escriptiva de estudios de caso al d esarrollo d e co nceptos y t eorías g racias a l a p aulatina 582 Trent, John (1987) op cit. p. 9 583 Ibid., p. 10 584 Ibid., p. 19 585 Ibidem. 244 concentración de i nvestigaciones e i nformación, r eplicación de i nvestigaciones y debates académicos. Los f actores te rcero y cuarto s obre las características internas e l d esarrollo y contenido d e l a d isciplina se r efieren a u n p roceso co nformado p or t res et apas d e desarrollo, durante sus inicios la ciencia política se limito un conjunto de asignaturas impartidas en otras carreras como economía y derecho y la proyección profesional de dicha actividad d ocente se v eía reflejada en l a p roducción d e o piniones so bre l as condiciones sociales del momento. En un segundo momento se conforma la disciplina y logra realizar tareas básicas de descripción, teoría y análisis. Y finalmente en una tercera etapa se presenta la maduración y profundización de conocimientos gracias a la acumulación replicación y debate de los mismos. Una q uinta v ariable e nlistada p or el au tor, s e r efiere al i mpacto -interno y externo- que t iene l a d isciplina. T rent señ ala q ue en el ám bito n acional l a c iencia política más allá del conocimiento que ha logrado generar y de las destrezas de sus practicantes, l a c iencia política ha logrado acep tación social como p roducto de con modas y act ores q ue l a r efieren co mo l os pe riodistas o l os pol itólogos que t ienen participación en medios de comunicación. Sin importar la existencia de un razonable nivel de conocimientos y personal en la disciplina su utilización dependerá más de la estima en que sea t enida por parte de las élites, los deseos de los científicos sociales de i nfluenciar l a s ociedad y l os espacios de opor tunidad que s e d en586. S i lo s académicos t ienen poc a m otivación pa ra c omunicar s u c onocimiento a públ icos mayores s e i nicia un c iclo de f alta de di fusión, que a s u vez l leva a q ue su fran acusaciones de vivir en una torre de marfil y como resultado de todo ello el descenso del apoyo hacia la disciplina. Adicionalmente pue den t ambién da rse c iertos aspectos obs tructivos a l uso de l conocimiento t ales como el est ablecimiento de i deologías, l a c ompetencia e n la determinación de las prioridades públicas y las tradiciones intelectuales, así como la existencia d e sesg os en tre el p ersonal y las o rganizaciones d e l as instituciones públicas. Por otra parte, Trent señala que a n ivel internacional el impacto de la disciplina es m enos d irecto, su i mportancia se h ace p atente p rincipalmente p or l as o bras realizadas por instituciones o académicos l íderes famosos o con mucho prestigio en ciertos temas relacionados con la disciplina, cuyas obras serán después ampliamente reproducidas e i mitadas, esp ecialmente cu ando se t rata d e t emas d e p olítica comparada o teoría política. Sin embargo, para el autor el impacto internacional está relacionado d e manera más d irecta co n el p oder y v isibilidad d e l os p aíses e n términos académicos y políticos587. Finalmente cabe d estacar q ue p ara T rent l os f actores en listados so n sólo u n “proto-modelo” y por tanto de ben t omarse c on r eservas, p or e jemplo de staca que aunque la ciencia política estadounidense ha llegado a un nivel inédito de fortaleza y madurez, t ambién se e ncuentra su friendo s everas cr íticas s obre l a inutilidad d e s u profesionalización, su debilidad en cuanto a t eoría y métodos y r especto su sobre- 586 Ibid., p. 20 587 Ibid., p. 21 245 especialización e i nhabilidad p ara t ratar co n p roblemas so ciales m ayores. E n e se sentido sugiere que para contextos diferentes como el canadiense –del que proviene el citado au tor- existen v ariables claves ad icionales p ara en tender e l d esarrollo d e la ciencia p olítica local como l a d ependencia cu ltural, el n ivel d e c recimiento económico, la institucionalización y tamaño del sistema de educación universitario; y la aceptación por parte de las élites de la relevancia socio-política de la disciplina588. Otra le ctura q ue p rofundiza e n e l análisis d e la d isciplina en C anadá es u n interesante artículo producto de una conferencia magistral dada por el presidente de la Asociación Canadiense de C iencia Política en 1998, en est e t rabajo s eñala q ue l a reflexión sobre el estado de la ciencia política en Canadá debe realizarse a p artir de un análisis específico de las condiciones y sentidos de la práctica académica en las universidades canadienses. Su argumento central es que la ciencia política ha puesto poca atención al es tudio de l as universidades como objeto de estudio, y esa es u na omisión que se traduce e n poc o conocimiento de l a di námica de t rabajo de l os politólogos589. De entre los factores que enuncia el autor caben destacarse tres que se refieren a dinámicas globales de la disciplina: en primer lugar la débil situación que ha tenido la ciencia p olítica en co mparación co n l as ci encias m édicas, l as ci encias ex actas e ingenierías; menor presupuesto, mayor carga docente –y por tanto menores horas para la investigación y m enor proporción de investigación conjunta. En segundo lugar el creciente pa pel de terminante qu e t iene en C onsejo N acional de I nvestigación en Ciencias Sociales y Humanidades canadiense, el cual según afirma el autor: “ama las investigaciones conducidas en equipo, que son inter o multidisciplinarias, y que están centradas e n pr oblemas [ …] i nvestigación de f rontera más que investigación reflexiva”590. Y en t ercer lugar –aspecto en el que co incide con Trent- está l a f alta atención qu e ha t endió la c uestión de l as d inámicas de pode r e n las u niversidades canadienses. Los dos artículos arriba revisados son fundamentales para entender el estado de la ciencia política en Canadá por tratarse no sólo de propuestas argumentadas por si mismas, sino que también están basadas en una amplia discusión de literatura y de la información disponible. Ambos coinciden en señalar la preeminencia de los factores nacionales y d e l a d inámica i nterna d e l a d isciplina p ara ex plicar su n ivel d e institucionalización y legitimidad social. De la misma manera sustentan la hipótesis de uno d e los aspectos que influencian de manera central el desarrollo de la ciencia política –y puede decirse que de las ciencias sociales en general- es la influencia de las instituciones, tradiciones y agendas nacionales. Finalmente cabe comentar que los autores tácitamente desarrollan sus análisis vis a vis la situación de la ciencia política estadounidense, a l a c ual s itúan c omo a quella r ealidad con e l m ayor gr ado de fortaleza y madurez. A ceptar q ue pese a su h istoria y d eterminantes particulares la ciencia p olítica e stadounidense es r eferencia p ara co mparar la si tuación d e la disciplina en otros países, es una premisa que tiene la ventaja de que por un l ado da 588 Ibid., p. 22 589 Pocklington (1998) op. cit. 590 Ibid., p. 654 246 inteligibilidad a la comparación de países muy disímiles y por otro que la situación de México y C anadá puede establecerse como de subdesarrollo en comparación con, y abrevante de la t radición de aquel país. Al fundarse la APSA en 1903, contaba con 200 miembros y pa ra 1970 su número de afiliados era de 20,000. Dicha cifra lleva a una premisa básica para el estudio de la disciplina en países como Canadá y México: “en los países periféricos que tienen como centro hegemónico a los Estados Unidos – y es el cas o d e Méx ico- la i nfluencia d el m undo acad émico n orteamericano es abrumadora [ …] l a e xistencia de u n c olonialismo i ntelectual a v eces consciente, a veces inconsciente es la contraparte de un fenómeno similar en el campo político”591. Hagamos un paréntesis en est e punto, si aceptamos el ar gumento de Meyer e l problema va m ás a llá de que h aya s ubdesarrollo de la disciplina en p aíses “periféricos”, respecto a los Estados Unidos, el verdadero problema es p recisamente la i dea d e d esarrollo co mo av ance r especto a l a asimilación d el m odelo estadounidense, ya que ducha “ciencia po lítica” e s una cosa or iginada en un l ugar particular respondiendo a necesidades específicas, que no obstante se h a convertido en u na h erramienta en l os p aíses q ue l a h an a doptado p ara p ara responder a su s problemas públ icos p roveyendo e specialistas pa ra la i nvestigación de a suntos públicos, p ersonal capacitado p ara el ser vicio p úblico y h asta l a g eneración d e intelectuales que provean de ideas y crítica al régimen. Tareas que habían sido antes - y podr ían s er de nue vo- proveídas p or o tras esp ecialidades acad émicas como l a administración pública –por cierto de larga tradición en los países latinos- el derecho, y otras disciplinas como filosofía, historia, antropología y sociología. Como afirman Meyer y Camacho “Antes el estudio de la política –en la medida en que e xistía- estaba en manos d e ab ogados, hi storiadores, pe riodistas o s imples aficionados”592. A pesar del tono despectivo de la cita, lo cierto es q ue ésta l leva a pensar q ue la c iencia p olítica co mo d isciplina i nstitucionalizada es u na n ecesidad creada y si tuada histórica y socialmente, fuera de los Estados Unidos constituye un elemento importado y/o hegemónicamente impuesto. Fenómeno en el cual Canadá y México encajan a la perfección como ejemplo. También en términos históricos la idea tiene sen tido, y a q ue si b ien am bos p aíses tienen r aíces culturales co loniales diferentes, -de hecho Canadá hasta la fecha sigue teniendo como jefe de estado a la monarca de de l R eino Unido- es e l p eso d el nuevo “cen tro” q ue r epresentan l os Estados Unidos, -la nueva metrópolis económica, política y cultural-, lo que hace que a p esar d e las o bvias d iferencias que g uardan l os p aíses se p ueda comparar l a dinámica d e l a ci encia p olítica en tendida co mo u na i nstitución so cial p articular d e reciente implantación. Debe agregarse una segunda idea, si como mencioné tanto Canadá como México antes de la segunda posguerra atendían sus necesidades intelectuales y profesionales a través de especialistas provenientes de otras disciplinas, o por intelectuales diferentes al modelo del schoolar de la political science moderna, cabe preguntarse ¿qué paso en esos países con las tradiciones académicas antecedentes de la ciencia política? Las respuestas la dan Meyer y Trent; por una parte la consolidación de una ciencia propia 591 Meyer, Lorenzo, op cit., p. 290 592 Ibidem 247 de gobi erno –como e n la t radición i nglesa, o de una e scuela d e ad ministración d e tradición f rancesa p ara Q uébec- se v io p aulatinamente d escarrilada, la car rera d e ciencia política en Canadá que según McPherson hasta los cincuentas tenía un fuerte acento en el est udio de l as i nstituciones p olíticas, la a dministración públ ica y especialidades concretas como diplomacia o economía política, para el momento de la en cuesta de Mar ch & Jack son593 en l os sesen tas y a es co mpletamente diferente, está o rientada a l a i nvestigación y ya h a ac eptado el enfoque co nductista co mo el patrón a seguir. Una descripción similar puede verse en los estudios sobre la historia de la disciplina en México594. Registrar las tensiones entre las tradiciones académicas nacionales y el proceso de ad opción d el m odelo est adounidense en ci encia p olítica p ermite t ener en consideración q ue el “r eferente” es tadounidense i mpone t ambién u n sesg o en la evaluación que l a l iteratura ha he cho s obre l as de terminantes de l a s ituación de la disciplina, esto implica la aceptación de que se parte de una situación de inferioridad o de subdesarrollo –algo difícil de aceptar para un país con los estándares de calidad de vida que tiene Canadá-, no sólo en cuanto al tamaño de la disciplina, sino también en cuanto a la capacidad de la misma. Asimismo, el sesgo genera tensiones entre la idea d e u na ci encia p olítica n acional –que r esponda a l os pr oblemas y t radiciones locales- versus l a de manda de i nternacionalización y pr oducción que s ea simultáneamente t eóricamente i nnovadora p ero en el m arco d e l os temas, est ilos y enfoques mainstream –es decir estadounidenses- como criterio de modernidad. Aunque ha y que a dmitir que l a i nfluencia e stadounidense permeando en l as revisiones históricas y críticas de la historia de la disciplina en países como Canadá y México tiene l a v entaja d e q ue h a e stablecido un e nfoque c omún que pe rmite establecer u na d efinición cen tral o mayoritaria d e l a d isciplina y a p artir d e los cánones de la misma establecer un diálogo. Este canon común que hoy en día impera en la ciencia política de México es un punto de partida para proponer la existencia de aspectos paralelos entre los politólogos canadienses y mexicanos. Por supuesto, tras explorar l a l iteratura, destacan de inmediatos muchas d iferencias sobre los caminos que ha recorrido la ciencia política en Canadá y México; sin embargo, la diferencia es el punto de pa rtida obvio, l o r elevante e s que hayan coincidencias. Particularmente hay v arias lecturas q ue se co mparten en l a l iteratura so bre l os caso s d e C anadá, Estados Unidos y México: a) la centralidad del proceso de institucionalización para el estudio de la situación de la disciplina; b) la influencia del contexto y las coyunturas políticas; c) e l papel que ha jugado la tradición política e intelectual como ra íz que sigue teniendo influencia en el perfil de la disciplina; d) las tensiones que se d an en torno a l p roceso de americanización que vivió l a ciencia pol ítica j unto a l recientemente el “g iro co mparativo” d e l a disciplina; y e) a e stos el ementos podríamos agregar una preocupación que mencionan Zamitiz y Alarcón595 la falta de investigaciones que miren de cerca las d inámica y características de la actividad de los politólogos. 593 op cit. 594 Cfr. Flores-Mariscal (2015) op.cit. 595 Zamitiz, Héctor y Víctor Alarcón (1996) op cit. 248 Esas dimensiones constituyen un contexto que debe tenerse en cuenta al estudiar la di sciplina, y a unque la pr esente investigación no e xamina di rectamente di chos factores si los asume como premisas indispensables en el estudio de la dinámica de la participación de los politólogos en las políticas públicas. En ese sentido la siguiente tabla r esume si ntetiza i nformación relevante p ara h acerse una i dea d el p roceso d e desarrollo y de la situación actual de la ciencia política en Canadá. 249 Tabla 7. Etapas del proceso de institucionalización de la ciencia política en Canadá Etapa Raíces Orígenes (segunda mitad s xix) Inicios (alrededor cambio de siglo) Primera guerra mundial (1918-1924) Segunda Guerra mundial y posguerra inmediata 1938-1950* Guerra fría 1990’s (Globalización, Ref Québec, TLCAN, era Liberal, Chrétien-Martin 2006-2014 Caída Liberal Harper, Conserv. Dependencia EU-China I -1950-1960’s Incorporación de NF 1949, Bandera nacional 1965 II - 1970’s Trudeau, LiberalFederal III - 1980’s Patriación. Const, Acuerdos, 1er Ref. Otros factores context. importantes Reafirmación colonial tras guerra de 1812, conformación del dominio del Canadá y la confederación 1864 ------- ------ Estatuto de Westminster 1931 Se acelera el proceso de consolidación estatal Políticas federalistas y expansión estatal, “Quiet Revolution” de Québec (Repatriación de la constitución 1982)Acuerdos const. fallidos (1992) Referéndum Québec (1995) Mayor integración con los Estados nidos TLAN, TLCAN Gobiernos conservadores y política contra instituciones de difusión, Think Tanks, LCC, EC Institucio- nalización Primeros colegios coloniales Consolida ción de universida des Consolidación de carreras y departamentos académicos (1912) Canadian Political Science Assoc. Paulatina expansión de programas e de instituciones Acadé-micas Canadian Journal of Economics and Political Science (1928-1967) (1963) Société canadienne de science politique CJPS 01 Dec 1968 (1979) Société québécoise de science politique (SQSP) (1982) Revue Quebecoise de Science Politique Creación de nuevas espacios gremiales y publicaciones, Mayor integración de la investigación a agendas internacionales Canadian Political Science Review (2007) Debates internos -------------------------------------------------------- March & Jackson (1967) Inicio de paradigma conductista Formación de profesores en el extranjero, EU, RU, FR, Van Loon (1974) Centralismo en estudios politicos; Cairns (1975) The americanization issue Redekop (1976 Text Books selection Leclerc (1982) La science politique au Quebec Plena primacía de facto de la ciencia política mainstream, Consolidación de agendas y tradiciones regionales Perfil (Objeto y Método)* Pensamiento inglés, / Francés Institucionalis mo, estado, ciencias políticas (para el gobierno) Consolidación de la carrera, pero con un perfil aplicado, formación ecléctica Preservación de dualidad cultural, perfil diferenciado en Québec, con mayor pluralismo teórico y presencia de la administración pública Preservación y tolerancia en ámbito anglófono de estudios institucionalistas clásicos Pluralismo: centralidad de escuela estadounidense, pero relevancia de desarrollos nacionales Aún presentes tradciones institucionalistas y sociológicas part. en Quebec Paulatina introducción paradigma (Comparativo racionalista economicista cuantitativo) 250 Etapa Raíces Orígenes (segunda mitad s xix) Inicios (alrededor cambio de siglo) Primera guerra mundial (1918-1924) Segunda Guerra mundial y posguerra inmediata 1938-1950* Guerra fría 1990’s (Globalización, Ref Québec, TLCAN, era Liberal, Chrétien-Martin 2006-2014 Caída Liberal Harper, Conserv. Dependencia EU-China I -1950-1960’s Incorporación de NF 1949, Bandera nacional 1965 II - 1970’s Trudeau, LiberalFederal III - 1980’s Patriación. Const, Acuerdos, 1er Ref. Temas y obras ejemplares --------------------------------- Langstone (1931) Responsible Government in Canadá H. McD. Clokie (1945) Canadian government and politics; Henney (1946) Cabinet Governmt in Canada A. Brady (1947) Democracy in the doinions , McG. Dawson (1947) The government of canada Ward (1950) The house of commons McPherson (1954) Underhill (1957) Canadian Political Parties, Russell (1966) Nationalism in Canada, Hopkins (1968) Confederation at the cossroads LeDuc (1970) The Leadership selection process; McRae (1974) Consociational Democracy; Smith (1975 Liberal Party in the Prairies Smiley (1976) Canada in question Stevenson (1979) unfulfilled union Russell (1982) The court and the constitution; Blake (1985) Two Political Worlds; Aucoin (1985) party Government; Cairns (1987) Alboriginal Government; Harold D Clarke et al. (1989) Political Choice in Canada Toronto: McGraw-Hill Ryerson Savoie (1990) Public Spending in Canada Carty (1991) Canadian Political Parties Smith (1995) The invisible Crown Blais (1999) To vote or not to vote; Cairns (2000) citizens plus, Gagnon (2003) Multicultural desmocracies Fuente: elaboración propia 251 5.4 ANTECEDENTES DE PARTICIPACIÓN DE LOS POLITÓLOGOS EN PROCESOS DE REFORMA INSTITUCIONAL Y EN POLÍTICA PARTIDISTA La relación entre la ciencia política y la política canadiense puede compartir los tipos de di námicas que s e ha n e xaminado e n e l pr imer c apítulo, a unque l a bi bliografía sobre l a h istoria d e l a ciencia p olítica en C anadá r evisada en el ap artado an terior, muestra que s e ha n da do, o ha n l lamado l a a tención r elativamente poc as ví as de interacción específicas. La bibliografía del caso canadiense ha hecho referencia sobre todo a la relación entre la disciplina y la política a través de la relación que se ha dado via e l i mpulso que l os gobi ernos f ederal y pr ovincial d ieron a l pr oceso institucionalización de l a di sciplina. T ambién s e ha s eñalado ya que u na f orma de relación constante d e l a d isciplina co n la p olítica e s f ormar p rofesionistas –nivel licenciatura- que se i nsertan en l a política partidista, en el servicio público y como comentaristas en medios de comunicación. De igual manera la bibliografía que se ha revisado en los capítulos anteriores sobre la relación entre ciencia y políticas públicas, y los trabajos de Gagnon y Brooks sobre intelectuales y política, han establecido que una f orma de r elación constante d e l a ci encia p olítica co n l a p olítica, q ue p uede afirmarse t ambién se d a en el co ntexto can adiense es a t ravés d e l a g eneración d e conocimiento acad émico e i deas q ue ev entualmente p ernean co mo co nocimiento público con diversas consecuencias. Las an teriores so n f ormas d e r elación q ue p ueden l lamarse es tructurales o constantes, sin embargo en este apartado quiero destacar dos formas de participación que aunque no han sido examinadas propiamente por la bibliografía sobre el estado de la ciencia política en Canadá, han llamado la atención por su evento en sí mismo y sobre t odo en medios de c omunicación; e sto es l a pa rticipación de expertos e n procesos de de liberación i nstitucional; y a t ravés de l a pa rticipación de pol itólogos académicos en la escena política partidista nacional. No está demás recordar que no me refiero a humanistas o intelectuales en un sentido general596, sino a académicos consolidados, co n u na t rayectoria p rofesional r econocida q ue sin em bargo incursionaron en la vida partidista y gubernamental. Algunos d e l os m omentos d ecisivos m ás i mportantes en materia d e r eforma institucional que ha tenido Canadá en su historia reciente comienzan con el proceso de pa triación c onstitucional y la n ecesidad de c onfigurar una nue va a rquitectura constitucional a la f ederación. L a p atriación co nstitucional y l a p roclamación d e l a carta de derechos proclamada también en abril de 1982 pr odujeron un momento de inestabilidad política respecto a l a relación de Canadá con Québec y sobre los retos que i mplicaba p ara co nformación d e su si stema f ederal. D erivado d e ese p roceso cobraron es pecial relevancia l as c omisiones especiales e ncargadas de investigar 596 Nelson Wisemann a l e studiar a l os i ntelectuales p úblicos en C anadá hace r eferencia a s u p apel como cr íticos s ociales, y d ifusores de i deas co mo car acterística p rincipal p or e ncima d e s us credenciales o actividades académicas formales. No obstante ello no descarta que muchos académicos hayan pasado al papel de intelectuales sin perder su condición de académicos. Casos mencionados por él son el de Naomi Klein y Charles Tylor para el caso canadiense. Wiseman, Nelson (2012) The Public Intellectual in Canadá. Toronto: University of Toronto Press. En esa lógica podríamos también referir a Pierre Bourdieu y Noam Chomsky como ejemplos paradigmáticos 252 ciertos t emas p articulares y p roponer su gerencias al g obierno. D estacan d os en l as cuales se s abe d e l a participación d estacada de p olitólogos en el las: L a “ Royal Commission on the Economic Union and Development Prospects for Canada”597 también conocida como “MacDonald Commission”, creada en 1982 y cuyo reporte fue e ntregado e n 1984 ; y l a “ Royal Commision on Electoral Reform and Party Financing” t ambién llamada “ Lortie C ommision” c reada en novi embre de 1989, y cuyo reporte final se presentó en 1991. Curiosamente en los años 80 además de esas dos comisiones y de la intersante experiencia un comité parlamentario especial para el est udio d e l a r eforma d e l a cá mara d e l os co munes, t ambién co nocido co mo “McGrath C ommission”598 no en contramos co misiones si milares r especto a los fallidos acuerdos de Lake Meech y de Charlottetown. El antecedente más importante sobre el tema es la “Royal Commission on Bilingualism and Multiculturalism” creada en de 1963, que ya ha bía r ecomendado e l r econocimiento de Q uébec c omo una sociedad particular, sin embargo con todo y la importancia que de este antecedente la negociación política en medio de la coyuntura pareció primar: Two major political events, in 1984 and 1985, c reated an opportunity to amend t he Constitution in the direction advocated by Q uebec’s Liberal Party. At the national level, the f ederal Liberals who adhered to P ierre Trudeau’s vision of the Constitution, were defeated in the 1984 general election. They were replaced in o ffice by the Conservative Party led by Brian M ulroney, a n a nglophone Q uebecker s ympathetic t o t he aspirations of hi s pr ovince’s m oderate na tionalists a nd a nxious, i n hi s words, t o bring Q uebec i nto the C onstitution “ with honour a nd enthusiasm.” T he f ollowing ye ar, a pr ovincial e lection i n Q uebec produced a r esult that m ade t his r econciliation p ossible, as t he P arti Québécois government w as r eplaced b y the L iberals u nder R obert 597 A ello se le agregaba también una coyuntura de turbulencia económica que demandaba decisiones sobre c uál debería s er l a estrategia para el p royecto d e d esarrollo n acional. El o bjetivo d e la commission i nvestigar “ the l ong-term eco nomic p otential, p rospects an d challenges f acing t he Canadian f ederation a nd i ts r espective r egions, a s well a s t he i mplications t hat s uch prospects and challenges h ave for C anada's e conomic a nd governmental i nstitutions, a nd for t he management of Canada's economic affairs” p. 16 598 Este comité se conecta con el debate sobre la reforma electoral por varios aspectos: al igual que la posterior L ortie Co mmission d etecta p roblemas q ue a p esar de s us r ecomendaciones n o f ueron atendidos y q ue p ermanecerán g ravitando como u na ag enda d e l argo plazo. En el cas o d e l a L ortie Commision la omisión del tema de la representación proporcional, y la McGrath Commission señala la necesidad de atender problemas como el papel de los miembros del paralamento sin cartera o respecto al p rocedimiento l egislativo q ue para v arios es pecialistas t ienen i mplicaciones cl ave p ara l a democractización y legitimidad del gobierno [ver Thomas, op cit. y Docherty (2004) op. cit.]. Incluso uno d e l os t emas d e d icha co misión, l a el ección s ecreta d e l os p residentes d e l as co misiones parlamentarias d etonaría u na r ebelión m omentanea d el caucus l iberal en 2 001. [Docherty, D avid (2006) “Could the Rebels Find a Cause?” en Harder, Lois y Steve Patten (ed) The Chrétien Legacy: Politics and Public Policy in Canada McGill-Queen’s University P ress. p . 314] A demás l lama l a participación de Bill Blaikie como Segundo vi cepresidente de la c omisión. Aunque n o ha y información específica puede especularse que la experiencia de Blaikie en esta comisión influiría para su posterior interés por el debate sobre representación proporcional. 253 Bourassa. Bourassa’s Liberals came to office with a carefully developed set of proposals to amend the Constitution so as to render it acceptable to Quebec599 En el caso de l a co misión MacD onald h a s ido d estacada l a p articipación d e A lain Cairns qui én f ungió c omo un o de l os di rectores de i nvestigación600. E sta participación e s i mportante pa ra e studiar l a pa rticipación de l os pol itólogos c omo expertos c omo c aso e n s i mismo, pero t ambién por que e s punt o de e ntrada pa ra mencionar que el profesor Cairns representa un modelo de participación en si misma, la de académico reconocido con prestigio como líder en sus temas de investigación, que participa como experto en ciertos espacios institucionales, y que además deja un legado intelectual respecto a sus temas de investigación tanto en el ámbito académico como i nfluenciando e n el l argo pl azo l a di scusión públ ica, t odo e llo s in bus car l a participación en política partidista o sin erigirse como intelectual público. Este es un patrón que podríamos llamar canónico para los politólogos, la mayoría de los autores líderes en sus temas tienden a tener una participación similar, variando solo en cuanto a s u r enombre y vi sibilidad. Otros pol itólogos de stacados c on t rayectorias comparables so n P eter A ucoin601, D onald S avoaie602 David S mith603, K enneth Carty604, P eter R ussell605 o N elson W iseman606. P ara estos au tores su l abor como 599 O´Neal, B rian ( 1995) Distinct Society: Origins, Interpretations and Implications. B ackground Paper, Library of Parliament. Parliamentary Research Branch. p.12 600 http://www.cambridge.ca/cs_pubaccess/hall_of_fame.php?aid=79 601 “He was most proud of the work he did as Research Coordinator for the federal Royal Commission on the Economic Union and Development Prospects for Canada (1985-6) and as the Research Director for t he f ederal Ro yal Co mmission o n E lectoral Re form a nd P arty Financial (1989-91). H e w as frequently asked to be an advisor and consultant by many federal and provincial government agencies, including the federal Privy Council Office, the Treasury Board Secretariat, the Auditor General and the Public Service Commission” http://www.dal.ca/news/2011/07/11/in-memoriam---peter-aucoin.html 602 “He has also held senior positions with the Government of Canada, including Assistant Secretary of the Treasury Board and Deputy Principal of the Canadian Centre for Management Development. He has s erved a s an a dvisor t o several federal, p rovincial a nd t erritorial g overnment de partments a nd agencies. At the request of the Prime Minister of Canada, Professor Savoie undertook a review of the federal government's regional development programs in Atlantic Canada and prepared a report that led to t he e stablishment o f t he A tlantic Ca nada O pportunities A gency” http://www.fondationtrudeau.ca/en/community/donald-savoie 603 “He h as t estified b efore parliamentary co mmittees, d one b riefings f or t he C anadian S enate, a nd briefed a former Governor General on the role of the Canadian Crown. He served as a Commissionaire on the Federal Electoral Boundaries Commission for Saskatchewan in 2004” http://www.ryerson.ca/politics/about-us/personnel/visiting-scholars/smith-david/ 604 “Carty ha s be en a ctive a s a c onsultant t o b oth na tional a nd p rovincial R oyal C ommissions of Inquiry, th e C anadian B roadcasting C orporation O mbudsman, a nd t o t he C hief E lectoral O fficer of Canada. He was appointed by the Speaker of the House of Commons to be a member of the 2002-03 federal E lectoral Bo undaries Co mmission for Br itish Co lumbia, a nd d uring 2 003-04 s erved as t he Director of Research for the BC Citizens’ Assembly and served as consultant to Citizen Assemblies in Netherlands, Ontario and Ireland” http://www.citizensassembly.gov.on.ca/en- CA/docs/Weekend%20Five/Academic%20Experts%E2%80%99%20Biographies.pdf 605 “He was Director of Research for the McDonald Commission on the RCMP, member of the Federal Task Force on Comprehensive Land Claims; President of the Canadian Political Science Association; 254 académicos no tiene ambigüedades, por un lado está el rigor de la investigación, y por el ot ro s u labor d e a sesoría obj etiva c uando s on l lamados c omo expertos a nte entidades gubernamentales607. La ex periencia d e l a “ Lortie Commision” es c lave p ara el presente est udio d e caso no s olo por l a i mportancia di recta de s u investigación y r ecomendaciones específicas, sino también porque atendió un asunto que por primera vez en la historia de di chos mecanismos de c onsulta t enía m enos a mbigüedad s obre el c ampo d e expertise. La ciencia política y los politólogos cobraron preeminencia en el trabajo de la misma, y además empezaron a alcanzar un grado de exposición en los medios de comunicación so lo su perada p or e l p osterior debate so bre l a r eforma el ectoral. Muchos de l os pa rticipantes a lcanzaron no toriedad c omo e xpertos da da s u participación, si n p asar p or l as d écadas d e t rabajo p revio y l a acu mulación d e reconocimientos q ue t omo a l os p rofesores co mo A lan C airns ser t ambién reconocidos como expertos por las instancias gubernamentales y e n el ámbito de los medios de c omunicación. E n e l t rabajo de l a comisión c omo e s na tural hubo l a realización d e co nsultas p úblicas, y s e r ecopiló l a opinión d e pol íticos y personalidades d estacadas, si n em bargo, en aq uella o casión el p eso simbólico d el reporte de investigación formal fue mucho mayor. El r eporte f inal señ ala que se co misionaron m ás d e 1 00 est udios ac adémicos publicados en los 23 vol úmenes que constituye la colección del reporte608, y que el programa de trabajo de la comisión incluyó además del trabajo de los coordinadores de i nvestigación la co laboración d e m ás d e 2 00 esp ecialistas p rovenientes d e 2 8 universidades en C anadá, y ag rega “S pecialists i n p olitical sc ience co nstituted t he majority o f o ur r esearchers”609. A demás d el Peter A ucoin co mo d irector d e investigación de la comisión, destacan varios coordinadores de investigación de área, particularmente Leslie Saidle, como coordinador del tema de finanzas a los partidos y Herman Bakvis como coordinador sobre partidos políticos. Dentro de los analistas de investigación dos nom bres que ve remos de nue va c uenta en l a di scusión s obre l a reforma el ectoral so n David D ocherty y L isa Y oung. Y e n l os a gradecimientos menciona los dictamentes que hicieron a los estudios de la comisión. Destacan más nombres familiares como Donald Blake, Alain Cairns, Kenneth Carty, John Curtney, y Richard Johnston Un t ercer t ipo de pa rticipación610 es l a de l os pol itólogos a cadémicos que han pasado a la política. Probablemente haya muchos con formación a nivel licenciatura, and c haired t he R esearch A dvisory C ommittee f or t he R oyal C ommission o n Aboriginal P eoples” https://www.law.utoronto.ca/sites/default/files/c-36/russell.htm 606 El professor Wiseman también comentó haber sido convocado en multiples ocasiones para asesorar diferentes instancias de gobierno en las provincias de manitiba y Regina, asi como servir como testigo experto ante comisiones del parlamento federal Entrevista/Wiseman/07/04/2014 607 Entrevistas: Carty11/03/2014; Smith/24/03/2014; Wiseman/07/04/2014; Russell/07/04/2014 608 Lortie, P ierre (1991) “Foreword” en Final Report of the Royal Commission on Electoral Reform and Party Finances. Ottawa: Minister of Supply and Services Canada. p. x 609 Aucoin Peter (1991) “Introduction” en Final Report of the Royal Commission on Electoral Reform and Party Finances. Ottawa: Minister of Supply and Services Canada p. xi 610 Un c aso i nteresante de políticos que m antienen u n perfil i ntelectual y s on reconocido por e llo respecto a c iertos t emas d e l as i nstituciones p olíticas son Hugh S egal y E d B roadbent a unque 255 pero pocos casos de doctores con una plaza académica consolidada, y trayectoria de investigación que de manera abierta se h ayan sumado a l a contienda partidista. Una de las razones por las cuales hay pocos casos abiertos de participación partidista es quizá co mo señ ala W illiam C ross l a n ecesidad d e m antener u na i magen d e imparcialidad p ara p oder h acer i nvestigaciones sobre p rocesos de gobi erno o s obre los partidos. Aún así parecen haber al menos 4 tipos o niveles de involucramiento, en primero lugar esta el paso a l os partidos. Los casos ejemplares son Ed Broadbent y Stephan Dion. A mbos doctores en ci encia política dejaron atrás una car rera académica para participar abiertamente y de manera definitiva en los partidos políticos. Broadbent en el NDP y Martin en el Partido Liberal. Las diferencia principal en ambos casos es que Broadbent i ngresó en u na et apa más t emprana d e su car rera académica, p ero paradójicamente ha procurado mantener su prestigio como intelectual, dentro y fuera del pa rtido, m ientras que D ion, hijo a demás de un m uy pr estigiado pol itólgo Quebecois de i zquierda, Leon Dion, fue a cadémico por más t iempo y s olo pa sa de lleno a la política en los noventas al ser electo miembro del parlamento en 1996. Su car rera creció r ápidamente au nque su m ágen es ah ora m ás cer cana a l a político profesional que a intelectual. L lego a ser líder del partido de 2006 a 2008, periodo dur ante el cu al, est uvo cer ca d e co nvertirse en p rimer ministro al aco rdar junto c on el NDP y e l B loc Qubeciose un vo to de no c onfianza a S tephen Harper, evitado so lo t ras e l decreto d e su spensión d e las actividades p arlamentarias (prorrogation) decretado por la gobernador general a petición de Stephen Harper611. A pesar de ese fracaso, ha mantenido un alto perfil político hasta la fecha, ocupando actualmente el ca rgo d e m inistro d e r elaciones ex teriores en el g obierno d e Ju stin Trudeau. Kenneth Carty al comentar el caso de Dion menciona su sorpresa –al igual que Blais- cuando D ion s e f ue a l a contienda po lítica en l os nove ntas. Sin e mbargo, cuando recordamos la historia de ignatieff en la cual de la nada un par de enviados de una faccion del PL le proponen la dirección612, Nos damos cuenta de que la selección política c omo s eñalaba ya l os c onductistas d esde l os 50 ’s no s olo s on c omplejos procesos, s ino a v eces la m era i dea d e al gunos i ndividuos, seg uidas de acci ones directas a l r especto co mo es i nvitar a al guien c uyos a tributos pue den s er pos itivos para el partido613. Un segundo nivel de involucramiento es el representado por Tom Flanagan y Ian Brodie, a mbos pa rticipando e n e l P artido C onservador, e specíficamente c omo estudiaron historia y filosofía respectivamente su modelo de participación es claramete una posibilidad para l a ci encia p olítica, au nque hay q ue d ecir es a i ntelectualidad s ostenida a p artir d e m antener paraleleamente a la vida política –su actividad principal- vinculos con empresas de tipo académicas, parece no r epertirse, c omo se ve rá l os m odelos pa recen y a no t ener un e quilibrio s ino una c lara preeminencia de una de las dos ocupaciones. También como caso particulara habría que mencionar la expeiencia de Michael Ignatieff quién académico de or igen tuvo una importante experiencia política como líder del Partido Liberal de 2008 a 2011 611 http://www.cbc.ca/news/canada/gov-gen-Jean-explains-2008-prorogation-1.879923 612 Ignatieff, op cit. 613 Schwartz, David (1969) “Toward a theory of political recruitment” The Western Political Quarterly v. 22, n.3. University of Utah Press. 256 colaboradores del líder del partido y posteriormente primer ministro Stephen Harper. A di ferencia de l c aso de S tephan D ion, l a r elación c on e l pa rtido e n e l que participaron parece haberse dado de manera relativamente más indirecta, a t ravés de la colaboración con un personaje más que en la militancia propiamente dicha. Tom Flanagan es considerado como de opiniones políticas conservadores desde antes de su relación con Stephen Harper, y su trabajo fue de asesoría personal durante su c ontienda c omo l íder de l pa rtido y br evemente c omo j efe de s u s taff c uando Harper aú n er a l íder de l a o posición. R egresando p osteriormente c omo j efe d e campaña d e H arper en C algary, y d espués a l a v ida a cadémica, r etirándose e n 2013614. Por s u pa rte Ian B rodie también s e involucró en l a pol ítica, c omo colaborador personal de Stephen Harper como jefe de staff de 2006 a mayo de 2008 cuando el escándalo l lamado “NAFTA-Gate”615 (rumores sobre una filtración desde el staff de Harper de información sobre puntos de vista controversiales del entonces candidato p residencial Barak O bama) lo lle va a r enunciar, an te l o cual ex presa s u deseo de r egresar a la vida académica, y t ras t rabajar de 2009 a 2 013 como aseso r para e l B anco I nteramericano d e Desarrollo se d esempeña co mo p rofesor en l a Universidad d e C algary. E n est e ca so l a v ida a cadémica p arece no s er de l t odo l a vocación p rincipal del Dr Brodie ya que c ontinúa c olaborando c on l a f irma Hill & Knowlton, conocida por hacer trabajo de Lobby en Ottawa. Similares son l os r ecientes nom bramientos d e M atthew Mendelsohn, M ark Jarvis y L ori T urnbul como c olaboradores de l s taff de l primer m inistro Justin Trudeau, en estos casos no obstante que naturalmente puede suponerse la existencia de a finidades pol íticas que l levaron s u no mbramiento de bido a de r edes pe rsonales dentro del gobierno o del partido liberal. La misión que se les ha asignado parece ser más esp ecífica y esp ecializada: su pervisión d e p rogramas g ubernamentales p ara Mendhelson, qui en ha bía f ungido c omo di rector de l think tank pe rteneciente a la universidad de T oronto “ Mowat C enter” y a sesoría para el t ema d e l a r eforma democrática dentro de l Privy Council pa ra Mark Jarvis y Lori Turnbull616. En esos casos, a pe sar de l innegable v ínculo pa rtidista de la f unción, di fícilmente podría cuestionarse la p osterior ser iedad de su p osterior t rabajo acad émico, y e s muy probable que tras sus encargos todos regresen a su trabajo académico617. 614 http://thewalrus.ca/the-man-behind-stephen-harper/ 615 http://www.cbc.ca/news/canada/harper-aide-accused-of-sparking-nafta-gate-1.719090 616 http://www.nationalnewswatch.com/2016/06/13/theyre-very-solid-award-winning-academics- jarvis-turnbull-recruited-by-pco-to-support-democratic-institutions/#.WBFSoVI9muI 617 Esto e s una suposición, pues hay la p osibiliad de que s e es tablezcan dentro d el s ervicio p úblico como ocurrió en los casos de Gary Levy; Alex Himelfarb; y Andrew Treush que siendo originalmente académicos y con e studios d e doc torado, e ntraron e n e l servicio público, y a lcanzaron i mportantes cargos t erminando p or hacer al lí e l r esto d e s u car rera. V er: h ttp://infoparl.ca/bio/; https://afhimelfarb.wordpress.com/alex/; y http://news.gc.ca/web/article-en.do?nid=479679 257 CAPITULO 6. LA AGENDA SOBRE REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL Y EL PAPEL DE LOS POLITÓLOGOS ACADÉMICOS 6.1 LA INFLUENCIA ACADÉMICA EN LA DEFINICIÓN DEL PROBLEMA La etapa de definición del problema y de colocación del mismo en la agenda pública fue un proceso difuso, pero constante. En sus inicios la iniciativa no fue lanzada bajo la i niciativa de un s olo gr an a ctor pol ítico o coalición e xplícita, s ino que s e f ue construyendo c omo una c onvergencia de voc es pr omotoras de sde l a a cademia, l a sociedad civil y actores políticos secundarios respecto a la escena política nacional618. Se sabe que en el pasado ha habido menciones al asunto en los debates institucionales canadienses y ex periencias limitadas a n ivel municipal y c on br eves e xperimentos provinciales entre las décadas de los veinte y los cincuentas del siglo pasado619. Sin embargo p uede af irmarse q ue la a genda r eciente t iene su s r aíces en f echas m ás recientes. Según K atz e l de tonante d e l a ag enda a n ivel f ederal en Canadá f ueron l os resultados desproporciónales de l a e lección d e 1997 620, una opi nión r epetida c on frecuencia por la literatura. Sin duda, que esa coyuntura tuvo un impacto importante, pero el d ebate so bre r epresentación proporcional e n C anadá e s m ás c omplicado, y prolongado -incluso desgastante. El proceso electoral canadiense de 1997, no f ue un verdadero pr ecursor de la i niciativa sobre introducción de r epresentación proporcional, toda vez que el argumento sobre los problemas de proporcionalidad que produce el sistema FPTP ya habían sido establecidos con anterioridad, desde Cairns, (por limitarnos a la h istoria contemporánea), y d esde e ntonces r epetidos sistemáticamente. V eamos. C onsideramos q ue en su etapa contemporánea la presencia de l a sunto en la agenda pública t iene como pr incipal o rigen l a i nfluencia del debate académico. El mismo inicia con un artículo de Alan Cairns de 1968621 que paulatinamente622 se co nvertirá en punto d e r eferencia d e u na cr eciente ag enda 618 Hay elementos que hacen pensar que esto es uno de los factores clave de la agenda, Pilon señala por ejemplo que ya en los cincuentas aunque eran algunos miembros del partido liberal quienes empezaron a proponer la inciaitiva, a nivel como se sabe fueron irgnorados por el gobierno. Pilon, Dennis (1999) “The History of t he Voting S ystem R eform” e n H enry M ilner (e d) Making Every Vote Count. Peterborough: Broadview Press. p. 117. 619 Ibid. p. 111 620 Katz, Richard (1999) “Electoral Reform is Not as Simple as it Looks” en Henry Milner (ed) Making Every Vote Count. Toront: Broadview Press. p. 101 621 Cairns, Alan (1968) “The Electoral System and the Party System in Canadá 1921-1965” Canadian Journal or Political Science v.1, n.1. CPSA 622 Curiosamente, q uizá al gunas r azones que h icieron que en s u m omento el t rabajo n o pasara desapercibido (como en fue e l caso de los interesantes artículos de Paul F ox en 1977 y e l de Gary Levy de 1979)a pesar de que la idea estaba lejos del debate público en aquel momento pudieron ser fortuitos: que el trabajo fue originalmente una ponencia presentada en el 39º congreso de la CPSA; que el artículo publicado quedó consagrado en el número inaugural de la revista oficial de la asociación; y que estuvo acompapado por una crítica posterior publicada también en dicha revista, polémica que tal vez pudo incitar mayores l ectores. Otros f actores, en r ealidad coinciden con l as l ecturas que se han revisado en el capítulo 2 sbre la relación entre la ciencia y políticas públicas: el enorme prestigio como académico del autor a n ivel nacional en la disciplina; sus subsecuentes amplias redes profesionales; y 258 académica, la cual a su vez será eventualmente determinante para que la idea pasara de una propuesta teórica a una contienda de política pública. En este trabajo podemos ver ya los dilemas que caracterizaran al debate posterior: la postura a favor de la RP, pero también un bien logrado trabajo de argumentación de los problemas del sistema de mayoría y los potenciales efectos benéficos del mismo, y asimismo, la dificultad para resolver el asunto con una respuesta simple. De hecho el artículo es tan extenso en sus temas, que parece más bien el germen de un tratado mayor, y por tanto carece de una conclusión que permita al lector cerrar el debate. Al f inal parece que dado que ambos si stemas el ectorales t ienen beneficios, un dictamen objetivo y científico supone confesar la imposibilidad del mismo; reconocer que e l f ondo l a pr opuesta tambien e sta impulsada po r r eferentes nor mativos, preferencias y ha sta estilos, por ejemplo una mayor apertura al cambio político, dar más importancia a la pluralidad política como valor en sí mismo, el problema de la aversión de los partidos políticos canadienses a los gobiernos de coalición, etc. “there is, no doub t, a tendency to transform a critique of the existing system into advocacy of proportional representation”623. Naturalmente este tipo de aspectos son parte de cualquier preferencia de política, pero en el caso de la literatura del tema es una situación dramática desde el punto de vista d el co nsejo ex perto. D e al lí q ue l a b ibliografía subsiguiente muestre au tores como André Blais que ha tratado de encontrar una respuesta basada completamente en e videncia624, y s in e mbargo s u t rabajo y e l conjunto de s u obr a t ácitamente l os colocan en el bando de los que han apoyado el desarrollo de la agenda. Caso d iferente es p or ej emplo el l os au tores también t empranos V icent Lemieux625 y Jean-Pierre Gaboury626, politólogos quebequenses que sus artículos no solo m encionan l os ef ectos b enéficos co ncretos q ue p ueden esp erarse d e R P co mo mejorar la representación e i nclusión política, sino que en el tono de sus trabajos no evitaron ser explícitos su posición a favor de la misma. Junto c on Cairns de ntro de l gr upo de t rabajos a cadémicos pi oneros p odemos sumar a Willian Irv ine627, J ohn C ourtney628 y F rederick E ngelman629, t odos c on el q ue después h aya t enido t ambién i mportantes p apeles como e xperto a nte e l go bierno, particularmente en su ya citada participación en 1982 en la comisión McDonald. 623 Op cit., p. 56 624 Estos programas de investigación por supuesto no son individuales, por ejemplo aunque Blais tenía una l arga t rayectoria d e i nvestigación s obre p rocesos l ectorales f ederales y p rovinciales, s us colaboraciones con Kenneth Carty y Louis Massicotte parecen haberlo conducido a un tema particular el de los efectos de los sistemas electorales en el voto –especialmente el nivel de participación-, y la formación de gobiernos, buscando siempre evidencias concretas y manteniendo una relativa distancia en el debate concreto sobre la urgencia o no de cambiar el sistema electoral canadiense. Blais, André y Kenneth C arty ( 1987) “T he impact o f el ectoral formulae on t he c reation of majority go vernments”, Electoral Studies n.5; Bl ais André y Kenneth Ca rty (1990) “ Does proportional representation foster voter t urnout”. European Journal of Political Research. Volume 18, I ssue 2; B lais, André y L ouis Massicotte (1996) “Mixed Electoral Systems: An Overview” Representation n. 3. 625 Lemieux, Vicent, y Marie Lavoie (1984) “La reforme du systeme electoral” Politique n. 6. Societé Quebecois de Science Politique. 626 Gabory, Jean-Pierre (1984) “Por un Parlement federal plus démocratique” Politique n. 6. SQSP 627 Irving, William (1979) Does Canada Need a New Electoral System? Kingston: Queens University Institute of Intergovernamental Relations 259 rigurosos análisis que coinciden no s olo en el examen de los posibles efectos de los sistemas electorales, sino en abonar a la construcción de un tema de investigación que va más allá de los temas centrales de los estudios clásicos, como los efectos de los sistemas el ectorales e n l os p artidos políticos y e n l a distribución de e scaños parlamentarios. Desde el t rabajo d e C airns h ay u na aso ciación d e l os si stemas el ectorales con más dimensiones de los sistemas políticos que en general apuntan a lo que después se entendería como gobe rnabilidad. Y por su puesto al i gual q ue C airns estos au tores reconocen que en el fondo la propuesta de cambio en el sistema electoral supone una contienda de valores políticos. Los argumentos de Irving son similares, e inclusive van más allá al anticipar las condiciones q ue ser ían determinantes p ara l a e ntrada d e la p ropuesta en l a ag enda institucional, l as c uales l a hi storia c onfirmaría c asi e n s u t otalidad: 1. un pe riodo prolongado de gobi erno minoritario; 2. E l N DP j ugando una pos ición c lave d el balance del poder; 3. Una substancial erosión del voto liberal en Québec aprovechado por pa rtidos e mergentes; 4. una e xacerbada pol arización e ntre f rancófonos y anglófonos e n l a c ámara630. P or s u p arte C ourtney pue de c onsiderarse la pr imera llamada de atención crítica, que llama a analizar con mayor cuidado las implicaciones de la propuesta sobre representación proporcional. Desde en tonces l a b ibliografía h a crecido d e manera co nstante, est á formada tanto po r a rtículos como por e nsayos c ortos, r eportes, y papers de d iferentes conferencias. S us c aracterísticas br indan e n c onjunto i nformación i mportante s obre los pa trones de a ctuación de l os pol itólogos, s on muchas l as ve tas de a nálisis que podrían seguirse, pero en este momento únicamente se r eferirá la convergencia que mostraron los politólogos al construir su argumentación sobre la justificación causal de l a i ntroducción de pr esentación pr oporcional, r evisando a lgunos t rabajos de autores clave para la difusión de dicho argumento. Conviene referirse a los ensayos más a mplios y de mayor r esonancia las d os etapas p rincipales ed l a ag enda: la primera antes y alrededor del gobierno de Paul Martin, y la segunda aquellos trabajos que el f racaso d e l a ag enda ( después d el plebiscito sobre la re forma e n B ritish Columbia de la caída de Paul Martin y el cambio de rumbo en la materia de Stephen Harper) escribieron sobre el asunto haciendo balances del mismo. Como decíamos, la agenda académica precede al debate político, sin embargo, obviamente no e stá a jeno a l mismo, por e llo dos e ventos de gr an i mportancia pa ra estimular el d ebate aca démico, al t iempo q ue p or si m ismos i nfluyeron co mo antecedente de la agenda son: a) los debates de reforma electoral en Reino Unido, y especialmente en Nueva Zelanda -que de hecho logro llevar adelante la iniciativa-; y b) el t rabajo d e l a Lortie Commission. I ving p or e jemplo, menciona a A ustralia y 628 Courtney, J ohn (1980) “ Reflections on Reforming t he C anadian E lectoral System” Canadian Public Administration v. 23, n.3. Wiley. 629 Engelman, F rederik ( 1986) “A P rologue t o S tructural R eform of t he Government o f C anada” Canadian Journal of Political Science v. 19, n.4. CPSA. Por cierto hay que decir que este artículo al igual que el de Cairns fue originalmente una conferencia magistral presentada en el congreso annual de la Asociación Canadiense de Ciencia Política. Situación que les da a ambos mayor difusión. 630 Irvin, op cit., p. 72. 260 Reino U nido, pe ro t odavía c omo referente de i nferencias t eóricas, Leduc631, y Milner632 en c ambio, parecen estar pensando e n di chos casos c omo e jemplos prácticos de la mecánica misma que supone dicho proceso. En adelante la referencia a aquellos países será uno de los argumentos laterales constantes de los promotores de la iniciativa. Por s u l ado l a L ortie Commission a pe sar de s u i ntento deliberado, no pudo evitar estimular también el tema de la reforma electoral, en primero lugar porque ello era natural al abrir la puerta de la agenda institucional al debate sobre la institución parlamentaria objeto –y objetivo- central de la crítica política en aquel país, y porque los estudios de la comisión abordaban varios temas que se t raslapaban con la agenda de r eforma el ectoral, especialmente l os asu ntos d e l a “ baja d eferencia” d e l os ciudadanos; e l f enómeno de l a ba jada e n l a participación e lectoral que s e ha bía registrado progresivamente desde la década de los ochenta633; el tema de la falta de inclusión de las mujeres y otras minorías como los pueblos indígenas y los migrantes de recién ingreso al país634. Esto será retomado más adelante. Cabe mencionar que a lo largo de este proceso de traslado del debate académico al de bate p úblico, también aparecieron más v oces señ alando l as d ebilidades d e la iniciativa, al ya citado trabajo de Courtney de 1980, se le suman en los noventa Carty, Wiseman, L ovnik, T homas y H enderson, e ntre ot ros. L os tres co inciden su cr ítica principal; la re lación c ausal q ue s e h a e rigido e ntre e l sistema e lectoral y lo s problemas del déficit democrático, usando diferentes ejemplos; Carty635 afirma que la reforma electoral debería empezar por el senado, pues esto resolvería el problema de la representatividad regional que han sido señalados como una de las razones por las que e s ne cesaria l a introducción de R P636; Wiseman637 con un t ono realista, s eñala que si bien muchos de los beneficios esperados que han destacado los promotores de la RP son consistentes en teoría, en realidad un factor determinante más importante es 631 Leduc, L awrence ( 1987) “P erformance o f t he E lectoral S ystem i n Re cent Ca nadian and Br itish Elections: A dvancing t he C ase f or E lectoral R eform” en M .J. H oller (ed) The Logic of Multiparty Systems. Netherlands: Martinus Nijhoff Publishers 632 Milner, H enry ( 1994) “ Obstacles t o E lectoral Re form i n Ca nada” The American Review of Canadian Studies v.39, n. 24. 633 Bakvis, Herman (1991) (ed) “Voter Turnout in Canada” Research Studies of the Royal Commission on Electoral Reform and Party Financing, Vol. 15. Toronto: Dundurn Press. p. 188 634 Megyery, K athy (1991) (e d) Women in Canadian Politics: Toward Equity in Representation. Ottawa: Royal Commission on Electoral Reform and Party Financing 635 Carty, K enneth ( 1997) “ Electoral Re form S hould Begin With t he S enate” P olicy O ptions Noviembre de 1997. IRPP. 636 Hay que resltar que esta opinión viene después de una serie de trabajos que Carty realizó junto con Blais a ños a ntes e xplorando el a sunto de l a e stabilidad de l os gobiernos b ajo e l s istema F PLP y l a relación entre sistema electoral y participación electoral Blais, André y Ken Carty (1987) “The impact of electoral formulae on the creation of majority governments”, Electoral Studies n.5; Blais André y Ken Carty (1988) “The effectiveness of the plurality rule”, British Journal of Political Science v. 18; Blais André y Kenneth Carty (1990) “Does proportional representation foster voter turnout”. European Journal of Political Research. v. 18, n. 2; Blais, André y Ken Carty (1991) “The psychological impact of electoral laws : measuring Duverger’s elusive factor”, British Journal of Political Science v. 21 637 Wiseman, N elson (1997) “Skeptical Re flections on Proportional Representation” Policy Options. Abril 1998. IRPP. 261 la mecánica de las instituciones políticas, particularmente los caucus, y la voluntad de los actores. Dado lo cual los resultados de la introducción del RP, podrían también llevar a problemas. Tambien critica el uso de los ejemplos de reformas electorales y el u so d e si stemas d e RP en o tros p aíses, p or ej emplo cu estiona si en r ealidad l a reforma italiana promovio mayor democratización o simplemente busco estabilidad, y sobre Nueva Zelanda que en el caso de que después se quieran echar atrás reformas esto pue de ser muy di fícil. L ovnik638 crítica q ue parece n o haber en el debate del tema r eferencia a al ternativas co mo l a segunda v uelta, u na m anera r elativamente simple de asegurar mayoría y l egitimidad del parlamento que resulta tan novedosa y por ello tan suscentiple de ser estudiada para el caso canadiense como el caso de la RP639; T homas t iene un a rgumento similar a l de Wiseman, e ncuentra que l os problemas sustantivos de la democracia parlamentaria canadiense está precisamente en el parlamento, y específicamente en sus reglas de operación, por ejemplo respecto a l a r elación d el g abinete y l os MP’s y a l as l imitadas cap acidades d e l os l os parlamentarios de opos ición640. Henderson e scribe más t arde, pe ro s u t exto t odavía supone la viabilidad de la agenda, por ello puede sumarse a este grupo. Su crítica no es en esencia diferente a las anteriores, se centra en el problema de la relación entre problemas, sus causas y los supuestos beneficios de introducir RP, el llamado es d e nueva c uenta a s er c uidadosos y e valuar c on mayor c uidado l os pos ibles e fectos indeseables que podría provocar el cambio de formula electoral641. No es el objetivo hacer aquí una revisión exhaustiva de la bibliografía del tema, baste por lo t anto s eñalar a lgunas convergencias f undamentales de l a l iteratura, y algunos trabajos q ue revisten e special i nterés y a q ue p or su s características posteriormente h an s ido p articularmente r eferidos. La sel ección d e l os trabajos es obviamente muy difícil pues la l ista de autores sobre el tema es ex tensa, y a su vez muchos de los autores centrales tienen varios textos académicos o de divulgación. Sin embargo, co nsiderando q ue las f uentes sel eccionadas si rven so lo d e guía g eneral, creemos que es útil el examen de dicha selección 638 Lovnik, J.AA (1998) “Run-Off Elections is the Electoral Reform Canada Needs” Policy Options. Abril 1998. IRPP. 639 Al sumar a es te razonamiento las críticas de Carty que básicamente es similar, solo que respecto a la mayor ur gencia de l s enado, ve mos c omo l a c onstrucción de l di scurso p úblico c umple c on l as carecatríticas de un p roceso de agenda setting, en el cu al l a definición del p roblema es e l momento crucial porque s upone t ambién l imitar el ab anico de al terativas de respuesta , u na vez co locado el asunto, su expansión integrará los temas emergentes como laterales, o integrando la propuesta central de l a p olítica, nu nca s ustituyéndola. L levando e ntonces a l gobi erno a l c amino d e l a r espuesta institucional bajo los límites del problema ya establecido en el debate público. 640 Thomas, Paul y Michael Atkinson (1993) “Studying the Canadian Parliament” Legislative Studies Quarterly v. 1 8, n . 3 . T he Un iversuty o f Io wa. L a c rítica s era a mpliada e n T homas, P aul (2 010) “parliament a nd Legislaturas: Ce ntral t o Canadian D emocracy? Oxford Handbook of Canadian Politics. Lectura que es b ásicamente co mpartida por Aucoin et al . ( 2003) T he D emocratic D éficit: paul M artin a nd P arliamentary R eform”. Canadian Public Administration v. 46, n .4; y ( 2011) Democratizing the Constitution: Reforming Responsible Government. Toronto: Edmon M ontgomery Publications; y por G raham W hite (2004) Cabinets and First Ministers. Vancouver: U niversity of British Columbia Press. 641 Henderson, Ailsa ( 2006) “Consequences of E lectoral R eform: L essons f or C anada” C anadian Public Policy v. 32, n. 1. University of Toronto Press. 262 En p rimer te rmino e sta n aturalmente e l s eminal a rtículo de C airns ( 1968)642. Otro t rabajo re lativamente t emprano d e u tilidad p or h acer u na r evisión s istemática muchas d e l as p remisas b ásicas más t empranas d e l a propuesta es el d e B lais (1991)643. Después y ya más cerca del debate estimulado t ras la elección federal de 1997, de stacarse e l t rabajo de H enry M ilner ( 1999)644.quien e s de l os pr imeros e n defender ac tivamente l a p ropuesta y d e q uiénes t ambién m ás activamente l a h a difundido. T anto s u c apítulo c omo l as de más c olaboraciones de s u l ibro s erán ampliamente citados por la literatura posteriormente Otra p ublicación d e es os añ os q ue co njunta el d ebate es l a r evista Electoral Insight editada por Elections Canada y que en su número inaugural de 1999 incluye tres en sayos q ue r evisan asp ectos b ásicos d e l os p rós y co ntras d e si stemas electorales. De aquí se recupera a B lais645, y M acIvor646 que sintetizan –recordemos la publicación es principalmente de divulgación- los elementos del debate y coinciden en l a co nclusión g eneral en el sen tido d e q ue l a R P p romete mejoras a l r égimen político647. A dicionalmente, en es ta sel ección d e t rabajos r epresentativos d el momento d e f ormación de l a a genda, s e ha s eleccionado un a rtículo de L ouis Massicotte (2001) publicado en la revista Choices del IRPP y después también en el un muy di fundido l ibro Strengthening Canadian Democracy editado por P aul Howe648; y finalmente dos trabajos que no solo mencionan los problemas del sistema FPTP y l as vi rtudes d e l a R P c omo r ecopilación de a rgumentos, pe ro t ambién d e fuentes aca démicas co mo ar riba mencionadas: el paper de S eidle d e 2002 649; y e l reporte final de la LCC de 2004 650 -cuyo borrador fue redactado por Brian Tanguay, quien ha bía ga nado l a asignación como e xperto e xterno651- que es el el emento d e 642 Cairns, Alan (1968) “The Electoral System and the Party System in Canadá 1921-1965” Canadian Journal or Political Science v.1, n.1. CPSA 643 Blais, André (1991) “The debate over electoral systems”, International Political Science Review v. 12 n. 3. IPSA 644 Henry Milner (1999) “The Case for Proportional Reprsentation in Canada” en Making Every Vote Count. Peterborough: Broadview Press. 645 Blais, André (1999) Criteria for Assessing Electoral Systems Electoral Insight v.1, n.1. Elections Canada 646 Macivor, H eather (1999) “Proportional and S emi-proportional E lectoral S ystems: T heir Potential Effects on Canadian Politics” Electoral Insight v.1, n.1. Elections Canada 647 Aunque, s in du da B lais n o p uede om itirse e n e sta l ista, s u t ono e s mucho m ás mesurado, cuidadosamente ex aminando l a ev idencia p areciera d ejar al l ector l a decisión p olítica s obre q ué sistema a poyar. N o o bstante a unque s util, s u t rabajo e n s uma ha c ontribuído a de stacar l a convenicneica de considerar un cambio el sistema electoral 648 Massicotte, Louis ( 2005) “ Changing t he C anadian E lectoral S ystem” en P aul H owe ( ed) Strengthening Canadian Democracy. Montreal: IRPP. [una version anterior aparecío en Choices v. 7, n.1. del IRPP edición de Mayo de 2001 649 Seidle, Leslie (2002) “Electoral System Reform in Canada: Objectives, Advocacy and Implications for Governance” Discussion Paper F-28. Canadian Policy Research Network. 650 Law Commision of Canada (2004) Voting Counts: Electoral Reform for Canada. 651 Ibidem; Tanguay comenta que en realidad no había tendio participación previa académica o c omo activista sobre el tema, sino que justo estando él en periodo sabático, hubo una convocatoria abierta para la redacción del reporte en la cual participo aunque no era experto en el tema particular. Comenta que p robablemente u no de l os factores que p udieron favorecerle p ara g anar la as ignación fue su 263 consenso más importante entre los promotores de la agenda. La muestra se considera que es cu alitativamente r epresentativa d e l as i deas cen trales a f avor d e l a R P d el momento justo cuando se ponen en marcha los procesos institucionales provinciales y federales. La siguiente es una breve lista de los argumentos compartidos652: • Evitar votos desperdiciados • Al ev itarse v otos d esperdiciados s e el imina u n f actor d esalentante d e l a participación electoral. • Evitar la desproporcionalidad del sistema electoral –donde partidos con menor número global de votos pueden formar gobierno. • Mejorar l a r epresentación ( 1) –por m edio de l a inlcusión de pe queños partidos. • Mejorar l a re presentación (2) -al ha ber m ás pe queños pa rtidos e s m ás probable qu e s e e scuchen e n e l pa rlamento y el gobi erno voc es sociales y políticas marginales • Mejorar la representación (3) –al haber más partidos y posiblemente listas de circunscripción es m ás p robable q ue acced en mujeres, i ndígenas u o tras minorías al parlamento. • Desalentar la regionalización política. Ya que la existencia de listas favorece la integración política tranversal y evita los mecanismos regionalizadotes del FPTP • Disminuir la centralización excesiva en el ejecutivo. Al ser más frecuente la necesidad de gobiernos de coalición los gabinetes deberán ser plurales y así se disminuye la concentración de poder en el mismo • Mejorar l as p olíticas p úblicas. L a ex istencia de g obiernos d e co alición y gabinetes p lurales se h a mostrado en l os caso s de l os p aíses escan dinavos estar relacionado co n l a el aboración d e p olíticas p úblicas d e m ejor cal idad, más consensuales y que han producido mejores resultados. Obviamente el repertorio de premisas enlistado invita al examen detallado y la crítica, pero esto e n p arte h a sido h echo tácita o ab iertamente por va rios textos, a gunos citados a rriba co mo Lovnik, C arty, Henderson653, e incluso e l pr opio M assicote enlista algunos de los problemas que han debilitado la iniciativa654. Lo relevante es establecer como una serie de argumentos centrales a f avor de la RP fueron forjados desde o p or acad émicos y ev entualmente t uvieron resonancia en l a d eliberación institucional. 6.2 LA DINÁMICA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA AGENDA Con el t iempo, tras el fracaso de las iniciativas de reforma a nivel provincial y federal, el tono de los trabajos e s p arecido a l d e A ucoin, más r eflexivo, y no s olo bilingüismo –dado el fuerte peso de la f rancofonía en la LCC. [entrevista con el au tor 4 de abril de 2014. 652 La tabla completa con las ideas de los textos citados se encuentra en el anexo Anexo 653 Op. cit., p. 6 654 Op. cit. 264 refiriendo las cau sas d el p roblema, y l os ef ectos esp erados d e l a r eforma, si no también analizan el desarrollo de la agenda, y a l hacerlo lo convierten en objeto de estudio. Un trabajo excepcional porque a pesar de ser de fecha temprana se adelanta en el análisis del significado de la iniciativa como agenda es el artículo de Aucoin de 1993 publicado e n l a C PR. La e lección de l m edio no pa rece fortuita, e s una r evista especializada pero de un perfil de divulgación y comentario de coyuntura. Allí hace una e specie de informe de l t rabajo de l a Lortie Commission, de stacando a labor de consulta que ésta hizo al invitar a académicos y realizar foros de consulta a los largo del pa ís. A ucoin, e xperto t ambién e n i nstituciones gube rnamentales y pol íticas públicas, reconoce bien que el tema de la reforma electoral desde aquel momento se configuraba c omo una contienda d e pol ítica, y -muy i mportante-; ta mbién que l a formación d e b andos n o n ecesariamente es siempre u na acci ón d eliberada n i coordinada, si no t ácita y q ue l a f ormación d e d ichas co aliciones es tá d ada p or l a definición misma d el p roblema, esp ecíficamente en el co mpartir l a cr eencia simultánea de una relación causa efecto, y de la posición subjetiva respecto a d icho efecto en general y en particular para sí mismos: “The politics of electoral reform will obviously pit reformers against those who favour the status quo. R eformers against those who favour the status quo. All those who favour reform, however, do not necessarily subscribe to the kind of regime advocated by the Lortie Commission. As a result the politics of reform is likely to be as much a bout di fferences be tween the vi sions of t hese t wo reform traditions as between reformers and those who favour t he status quo.655 Aucoin, -que en tre su s r eferencias ci ta a S eidle656- coincide c on C airns –aunque citando otro referente- en que prevé la formación de dos bandos que naturalmente se forman en torno a procesos de reforma institucional como el que suponía el trabajo de la c omisión s iguen pa trones que vi enen de l a t radición po lítica c anadiense donde siempre se han formado dos t endencias: l os constitucionalistas (-institucionalistas e incrementalistas-) y los demócratas (liberales, populistas) que creían que la verdadera democracia como gobierno de la gente en realidad nunca se extendía totalmente en los p rocesos r epresentativos. A firma q ue l a Lortie Commision fue del t ipo constitucionalista. Cosa que hace sentido si la comparamos con el posterior proceso de deliberación del asunto que se dio con Paul Martin, el cual como se ha afirmado desde la introducción de la tesis; por su deliberación pública, por disputa real de la definición misma de la política y la amplia participación en torno a la misma es más consistente con un proceso de política pública que con una reforma legal institucional 655 Aucoin, Peter (1993) “The Politics of Electoral Reform” Canadian Parlamentary Review v.16, n.1 656 Seidle, Leslie (1989) op. cit. 265 tradicional657. T ambién a delanta las c ondicionantes de un pr oceso d e r eforma institucional m ayor s eñalando la e xperiencia pasada: “a m inoruty gove rnment situation may again be the catalyst to refom. The 1972 election resulted in a minority liberal gov ernment a nd t he t wo m ajor oppos ition pa rties, b ut not the S ocial C redit Party were able to influence the legislative outcome that was the election expenses act of 1974” 658. Como sabemos esa fue la situación en la que se abrió una oportunidad real a l a i niciativa so bre r epresentación p roporcional a n ivel f ederal durante el gobierno de Paul Martin. John C. Courtney659, independientemente de las advertencias que hace sobre los posibles efectos no esperados que puede tener la reforma electoral en el sistema institucional canadiense, veía en términos de agenda en 2001, condiciones en el país diferentes a las que hicieron posible el cambio en Nueva Zelanda, particularmente el grado de desafección pública, el interés de los partidos y la apertura del g obierno. Aunque not a un a scenso r elativo del t ema e n e l de bate públ ico y r econoce l a importancia de l t rabajo de Fair Vote Canada, en te rminos de pol ítica públ ica e l trabajo da a e ntender q ue no s e ha f ormado una a genda p ropiamente dicha. Seidle desde una perspectiva s imilar e n 2002 detectaba u n a vance en e l p roceso d e conformación de la agenda, y en la integración de los actores impulsores de la misma. Identifica a un grupo de actores clave, incluyendo a los politólogos: • Los politólogos con prolongado interés en el asunto • Politólogos con expertise en sistemas electorales • Algunos miembros del Parlamento • Otros actores activistas –y organizaciones civiles- • El IRPP –y otros think tanks- • Otros políticos partisanos660 La lista naturalmente puede refinarse, pero lo interesantes que ve a esos actores como un c onjunto, e l c ual a demás no s olo e stá unido por e l t ema s ino por una pos ición activa a f avor del mismo, lo dice una frase clave: “Public opinion is not driving the debate on electoral system reform, a lthough there i s evidence that Canadians might support it […]Although electoral system reform does not have a high level of salience in publ ic o pinion, it is f air to say th at a p olicy c ommunity c onsistent w ith J ohn Kingdon’s definition has emerged”661. El análisis del proceso de agenda setting esbozado por Seidle, no es retomado posteriormente p or la literatura. I ncluso l as l ecturas que s alieron a l a l uz a ños 657 Y e sto se c orrobora no s olo p or e l de sarrollo del proceso s ino p or l as f ormas de l mismo. B rian Tanguay por e jemplo comenta q ue el p residente d e l a comisión P ierre L ortie er a un em presario nombrado directamente por Paul M artin q ue s e c onducia de manera a rrogante. D esde l as r euniones iniciales co n académicos el p ersonalmente r echazó d e manera t ajante –muy pr obablemente p or indicaciones de Martin- la discusión del tema de la RP. [Entrevista con el autor] Es difícil pensar qque hoy en día una actitud similar no reciba una importante crítica pública. 658 Ibid. p. 12 659 Courtney, John (2001) 660 Seidle, op cit.p.2. 661 Ibid. p. 4. 266 después, y q ue tienen un tono más reflexivo662, si bien hacen diagnósticos muy bien informados de l os el ementos q ue l levaron a l f racaso d e la ag enda, básicamente mantienen consistencia en cuanto a la defensa de la RP, y tienen en común que en su conjunto tiende a ex plicar l a formación de l a ag enda r eciente en tremezclando tres causales generales: la atención a un problema social general (desafección política); un problemas pol íticos específicos (sub y s obre-representación, e xclusión e tc.); y e l cálculo p olítico d e l os pa rtidos p olíticos (sobre l os be neficios o riesgos que supondrían para ellos). Sus n arrativas aunque bien ar gumentadas e i nformadas –que e n s u mayoría simpatizan con l a i niciativa- tienen e l p roblema de que no ve n l a a genda c omo un proceso, n o se d etienen a ex aminar el trabajo d e l os a ctores como i ntentos p or impulsar deliberadamente una agenda que es un en realidad una propuesta concreta, ya d efinida y e n t anto que issue d e p olítica p ública d ebe ev aluarse n o es y a en el momento de l de bate p úblico un a utentico ejercicio r eflexivo663 de bú squeda d e soluciones a l pr oblema –ambiguo- del llamado “ déficit d emocrático”, pues est e h a quedado atrás, se d io cuando empezaban a f ormarse las coaliciones, en el momento de l a c ontienda lo q ue h ace es d efender una pr opuesta c oncreta c omo fin, argumentando su condición de respuesta a un problema el de la legitimidad y justeza de un sistema electoral deliberadamente colocado como categoría que subsume –y al mismo t iempo s ustituye- un c onjunto de p roblemas r elacionados co n diferentes aspectos del sistema político como la inclusión política, la reforma parlamentaria, la centralización pe rsonal del pr imer ministro, y e l c ontrol y r endición de c uentas del ejecutivo, entre otros. Por ello, para definir el problema al que respondía la propuesta inicialmente se utilizó l a ex presión “d éficit d emocrático” y u na v ez q ue en tro l a p ropuesta en l a agenda públ ica, y a l ámbito i nstitucional e ventualmente de jó de ut ilizarse l a expresión y se hablo específicamente de los beneficios esperados de la introducción de la representación proporcional, aunque una vez especificados estos no responden a los grandes problemas originalmente aducidos como las causas detrás de la iniciativa. Para analizar a el asunto de la RP como agenda de política pública en primer lugar debe evaluarse la relevancia relativa de la iniciativa en el debate público. Ya se ha d icho q ue l a i nfluencia académica, l a L ortie C ommission y l a ex periencia d e Nueva Zelanda conforman l os p rincipales an tecedentes d irectos de l a a genda, estos elementos además necesitaban encontrar un contexto favorable en el debate público. Junto con los r esultados desporporcionaes en l a i ntegración parlamentaria y l a baja 662 Argumentos como: el que por la complejidad relativa del asunto, además del bajo nivel de interés público; se genero una preferencia por la seguridad del mecanismo ya conocido; y reprochan al partido liberal e i ncluso al p artido co nservador s u f alta d e i nterés. M assicotte i ncluso a dvierte q ue e n l os partidos –especialmente el l iberal y el c onservador- primó l a l ógica d e p referir es perar p ara eventualmente di sfrutar t ambién de gobiernos de mayoría. Massicotte, Louis ( 2008) en A ndré Bl ais (ed) To Keep or to Change First Past the Post: The Politics of Electoral Reform. Oxford, O xford University Press 663 Por e llo a unque F VC y l os de fensores de l a i ntroducción de R P t ácitamente ha n t erminado por ceñirse a l a propuesta de u n s istema mixto, e n co ntraste l a as amblea ciudadana de BC prefirió un sistema STV, proporcional pero que da más flexibilidad al elector. 267 participación electoral de 1997 el ascenso de la iniciativa sobre RP se inserta en una lista de t emas de r eforma i nstitucional que ha n e stado r ondando l a a genda públ ica candiense hacia f ines de si glo, por e jemplo los -para m uchos más ur gentes- problemas de la reforma al senado, o a las reglass de operación del parlamento. Sobre todo a pa rtir de l os a ños nove nta tomaron f uerza nu evos grupos y agendas de l a sociedad civil c on el p aso de l tiempo f ueron ha n ve nido pr esentado r etos pa ra los cuales las instituciones políticas no estaban diseñadas. En aq uellos añ os se h acía cad a v ez más u rgente est ablecer m ecanismos d e inclusión y p articipación p olítica q ue p ermitieran mantener la re presentatividad y legitimidad de l as i nstituciones de gobi erno. Y no s olo s e t rataba de c rear mecanismos d e p articipación ci udadana co nvencionales c omo el referéndum o e l plebiscito si no d e la n ecesidad d e reformas so bre t emas sen sibles en l a opinión pública o peticiones de grupos que han manifestado propuestas específicas. Los de bates e n l a opi nión públ ica- que antecedieron el asc enso de l a i dea de reforma electoral p rimero se d ieron so bre ci ertos t emas q ue so n l a an tesala d el sensación d e q ue ex iste u n p roblema co n l a d emocracia. L a revista Canadian Parlamentary Review 664, editada por el Parlamento de Canadá desde 1978 ofrece una ventana pr ivilegiada pa ra i dentificar l os t emas más sen sibles d e l a ag enda p olítica canadiense, debido a qu e e n e sta p ublicación h an pa rticipado c omo c olaboradores parlamentarios, académicos y funcionarios públicos discutiendo lo que expresamente consideran son temas importantes para la democracia y gobernabilidad de aquel país. Desde l a d écada d e l os n oventa l os p rincipales asu ntos q ue r eiteradamente se h an discutido como un problema de las instituciones democráticas canadienses son: • El papel de la Corona dentro del sistema político665 • El problema de la relación de la provincia de Quebec con la federación y del sistema federal en general666 • La relación entre el parlamento y el ejecutivo667 • El problema de la regulación de los lobbys668 664 http://www.revparl.ca/english/archives.asp 665 Cheffins, Ronald (2000) The Royal Prerrogative and the Office of Luitenat Governor, v. 23, n. 1; Carstains, Sharon, et al., (2002) Reformin Royal Assent Procedure, v. 25, n. 2; McWitnney, Edward (2005) Democracy i n 21st C entury: T he F uture of t he C rown i n C anadá, v. 2 8, n. 3; M cWhinney, Edward (2009) The Constitutional and Political Aspects of the Office of the Governor General, v. 32, n. 2; Russell, Peter (2011) Discretion and the Reserve Powers of the Crown, v. 34, n. 2 665 Normand, Roberth (1990) Quebec and Canadá: ¿Is divorce final answer? V.13, n. 4; Charest, John (1990) The future of federalism v. 13, n. 4 666 Normand, Roberth (1990) Quebec and Canadá: ¿Is divorce final answer? V.13, n. 4; Charest, John (1990) The future of federalism v. 13, n. 4; 667 Reid, John (1990) Parliament and the ejecutive, v.13, n. 4; Sotiropoulos, Evan (2008) A Reformed Senate as a Check o n Prime M inister P ower, v. 31, n. 1; T remblay, G uy ( 2010) L imiting t he Government’s Power to Prorogue Parliamen, v. 33,n. 2; Bonga, Melissa (2010), The Coalition Crisis and Competing Visions of Canadian Democracy, v. 33, n 2. 668 Boyer, Patrick (1993) Reviewing Lobbyist Registration Legislation, v. 16, n. 1; Cherry, Normand (1997) P arlamentarians: ¿Lobbyist o r i nstruments f or L obbyist? v. 20, n. 3; C ote, A ndré ( 2 005) Lobbying and the Public Interest, v. 29, n. 3; Thurlow, Scott (2010) new Obligations of MP’s Under the Lobbying Act, v. 33, n. 4 268 • El nombramiento de los miembros de la suprema corte de justicia669 • El problema de la elección y legitimidad del senado670 • El problema de la necesidad de una reforma parlamentaria mayor671 • La n ecesidad d e mejorar en g eneral l a r epresentación p olítica y la participación ciudadana672 • Y f inalmente, también esta p resente la propuesta sobre r epresentación proporcional673. El a sunto de l a R P visto en el l argo pl azo, no parece significativamente m ás sobresaliente co mo t ema d e l os ar tículos d e la r evista, pero sí manifiesta u na concentración coyuntural a lrededor del gobierno de Paul Martin, y a unque hay que advertir q ue el d ebate i ncluye d iscusiones s obre l as iniciativas p rovinciales, el comportamiento de l de bate pe rmite de c ualquier m anera señalar un comento de coyuntura, como lo muestra la siguiente gráfica que compara los temas de la RP y de 669 Marceau, Richard (2003) Round Table on Parliament’s Role in the Appointment of Judges, v. 26, n. 4; C otler, I rwin ( 2004), Appointment of S upreme C ourt J ustices An Unknown B ut N ot A Secret Process, v. 27, n. 2. 670 Deschamps, D iane ( 1990), T he r epresentative function of the senate, e n Canadian Parlamentary Review, v. 13, n. 3, Ottawa, Palamento de Canadá; Cody, Howard (1995) Lessons from Australia in Canadian Senate Reform, v.18, n.2; Joyal, Serge ( 1999) Reflections on the path o f Senate Reform, v.22, n. 3; Lynch-Staunton, John (2000) The Role of the Senate in the Legislative Process, v. 23, n. 2; Mar, Gary (2006) Round Table on the Senate Reform, v. 29, n. 4; O’Brien, Gary (2007) The Impact of the Senate Reform on the Functioning of Committees, v. 30, n.1; Tardiff, Claudette y Chantal Terrien (2009) S enate R eform a nd Francophone Monirities, v. 32, n . 1; U hr, J ohn, ( 2009), T he Australian Senate Model, v. 32, n. 1; Hynes, Aaron ( 2010), Electing Senators by Single Tranferible Vote, v. 33, n. 1 671 Sobre es te as unto, l a can tidad d e a rtículos es m ás a bundante, -muchos p or m iembros de l parlamento-, pero obviamente el sesgo se debe a que la reforma parlamentaria es el tema central de la revista. Algunos ejemplos son: Penner, Keith (1991) “Parliament and the Private Member” Canadian Parliamentary Review v. 1 4, n. 2; Ga rner, Chistopher ( 1998) “ Reforming t he H ouse of C ommons: Lessons From the Past and Abroad” Canadian Parliamentary Review v. 21, n.4; Hartley, Bill (2000) “Parliamentary Reform: Recent Proposals and Developments” Canadian Parliamentary Review v. 23, n. 3; Clifford, Lincoln, e t a l (2 001) “Members Look at Parliamentary Reform” Canadian Parliamentary Review v. 24, n.1; Séguin, Phillipe (2002) “Reflections on the Future of Parliament and Democracy” Canadian Parliamentary Review v25, n.4; Blaikie, Bill et al. (2006) “The Wisdom of the Elders: A Round Table on Reform of the House of Commons” Canadian Parliamentary Review v. 29, n.3. 672 Blaiki, Bill ( 2000), Revitalizing Democracy in times in the Era of Corporate Globalization, v. 23, n.1; Cross, William ( 2001) Canada Today: A Democratic Audit, v. 24, n. 1; Baltazar Louis ( 2002) Is the decline of P arliament I rreversible?, v . 2 5, n . 4; S egal, H ugh ( 2004), F ailing Legitimacy: The Challenge f or P arlamentarians, v. 2 7, n.1; H arb, M ac ( 2005) The C ase f or M andatory Voting i n Canadá, v. 28, n. 2; R euchamps, M in ( 2008) M ini C itizens’ Assamblies on t he F uture of C anada Federalism, v. 31, n. 4; Uppal, Tim ( 2011) The Democratic Reform Agenda: What is Next? V. 34, n. 1; Paul, Emily-Anne (2010), Why Youth Do Not Vote, v. 33, n. 2 673 Aucoin, Peter (1993) The politics of electoral reform, v. 16, n.1; Caron, Jean (1999) The end of the First-Past-the Post Electoral Sistem?, v. 22, n. 3; Smith, David ( 1999) Lessons for Canadá Fifty Years of Proportional Representation in Australia, v.22, n.4; Kristianson, Gerry, (2000) Electoral Reforms, Lessons from Abroad, v. 23, n. 4; Improved Elections Outcomes Via Regional Seats System, v. 24, n. 1; Depuis, Jacques ( 2003), Reform of Democratic Institutions: A three-pronged Project, v . 26, n. 4 ; Pearse, Hilary, (2005) Geographic Representation and Electoral Reform, v. 28, n. 3. 269 la reforma del Senado –donde por cierto puede detectarse ele efecto de las inciativas de Harper Grafica 12. El tema de la R.P. y la reforma del Senado en la C.P.R. 0 1 2 3 4 5 6 7 199 0 199 1 199 2 199 3 199 4 199 5 199 6 199 7 199 8 199 9 200 0 200 1 200 2 200 3 200 4 200 5 200 6 200 7 200 8 200 9 201 0 201 1 201 2 201 3 201 4 201 5 A rtí cu lo s/ N ot as Reforma electoral (Rep. Prop.) Reforma del Senado Fuente: elaboración propia. Ahora bien, la fuente es una revista de nicho, específicamente parlamentaria, por ello los artículos que revisan los temas de coyuntura son abundantes y e specíficos. Pero en el caso de la literatura académica, la proporción de trabajos relativos a la reforma electoral (RP) aún incluyendo a aquellos textos sobre reformas a nivel provincial, es relativamente bajo que no podría hacer una gráfica que fuera tan ilustrativa utilizando solo las revistas académicas convencionales. El t rabajo de l os pol itólogos en cu anto a publicaciones se vio r eflejado sobretodo e n medios d e d ifusión más a mplia co mo l as ser ies C hoices, y P olicy Options editadas por e l IRPP, así como por la publiación de papers y r eportes para diversos think t anks y or ganizaciones c iviles, l os c uales a l e star di sponibles en Internet tu vieron a mplia d ifusión. S i q uisieramos to mar c omo re ferencia la s publicaciones de l os pol itólogos e n estos m edios de di vulgación c omo i ndicio de l momento c entral de l a a genda l os i ndicadores s erín un c onjunto de vol úmenes que integran buen número de papers publicados originalmente de manera suelta. Esta lista incluíria al ya citado libro editado por Milner674, cuyas participaciones datan de 1998; al grupo de artículo publicados en el número especial de Policy Options de noviembre de 1997; e l nu mero i naugural de E lectoral I nsight, publ icado e n j unio de 1999; e l conjunto de artículos publicados por el IRPP en sus revistas Policy Options y Choices en 2001, que serían la labse para la posterior publicación del volumen “Strenghtening Canadian Democracy”; el grupo de colaboraciones que mandaron varios politólogos durante 2002 a la LCC opinando sobre la reforma electoral; a lo largo de 2004 y 2005 más colaboraciones sueltas en Policy Options, Choices y la Canadian Parliamentary Review; y f inalizaríamos con l a conferencia sobre sistemas el ectorales r ealizada en 674 Op cit. 270 Montreal en 2006 cuyo producto final fue el el Libro coordinado por André Blais “To Keep or to Change First Past the Post”675 Un tema adicional como referente contextual de la emerencia de la agenda de RP es la asociación que después hará la misma del asunto de la desafección política o perdida de apoyo pol ítico de l r égimen en C anadá, t ambién l lamado en m edios “perdida d e l a d eferencia” es an tecedentes d irectos d e l as expresiónes “d emocratic malaise” o “déficit democrático” usadas con frecuencia junto a l a defensa de la RP. Sin embargo el problema de la desafección política, es un asunto que no es privativo de Canadá como fenómeno ni como agenda de estudio. De hecho desde mediados de los set enta u no en cuentra y a i mportante trabajo empírico no s olo r ealizando evaluaciónes sociológicas generales al estilo de Inglehart, sino específicamente sobre ‘soporte’ p olítico en regímenes p arlamentarios676, o bi en a nalizando va riables concretas c omo l a r elación en tre l a eco nomía y el n ivel de apoyo pol ítico677. En cambio Neil N evitte, y a en los n oventas enfatiza la relación en tre e l cam bio d e valores y e l contexto social económico y pol ítico de l pa ís. Señala e l f racaso de los intentos de acuerdo constitucionales de Lake Meech y Charlottetown como parte de una ser ie de factores que exacerbaron el enrarecimiento del cl ima político del país. Sin e mbargo, e llo no e s lo central del cam bio d e v alores s ociales y p olíticos d e la sociedad ca nadiense -que i ncluye como p arte d e su s car acterísticas la d esafección política-, sino un elemento más que se suma a un proceso ceñido a tres determinantes: las transformaciones de Canadá como estado insdustrial; Canadá dentro del contexto norteamericano; y C anadá c omo s ociedad de i nmigrantes. L a e xpresión a unque necesariamente refleja un momento político del país, cuando ha sido incluida como justifiación de la necesidad de la reforma electoral es más un ejercicio retórico que un argumento e n f orma: “the t erm h as b een w idely u sed o ver t he p as f ew y ears b y politicians, editorialists, media reporters, academics and member of the public. What is striking about the term, apart from its alliteration is its imprecise definition; wich lends it to multiple uses”678 Incluso entre 2001 y 20 04, ya estando en pleno cauce la agenda de reforma electoral -que h acía u so ex tensivo d e l a i dea de d éficit d emocrático-, l os est udios propiamente sobre el tema de la desafección política tuvieron una aproximación más integral d el p roblema, d e a llí e l mega p royecto d e la “ Auditoría D emocrática coordinado por William Cross inciado en 2001 679, o la gama de temas abordados en la más reciente comparación Canadá Estados Unidos “Imperfect Democracies”680. De hecho en ambos casos el p roblema de l a desafección política en todo caso es v isto 675 Op cit 676 Kornberg, Allan, et al (1978) “Some Correlates of Regime Support in Canadá” British Journal of Political Science v. 8, n. 2. Cambridge University Press; Clarke, Harold et al. (1984) “Parliament and Political Support in Canada” American Political Science Review, v. 78, n.1. APSA 677 Monroe, Kirsten y L ynda E rickson ( 1986) “The Economy a nd P olitical S upport: T he C anadian Case”. The Journal of Politics v. 48, n.1. 678 Courtney, John (2004) Elections. (The Canadian Democratic Audit) Vancouver: UBC Press. p.142. 679 Cross, William (2010) Auditing Canadian Deocracy. Vancouver: UBC Press 680 Lenard, Patti, e t a l (2012) Imperfect Democracies: the Democratic Déficit in Canadá and United States. Vancouver: UBC Press. 271 como resultado de un efecto conjunto de varios problemas en el sistema político, y si uno relamente tuviera que destacar uno, este naturalmente sería asociado con la figura más prominente del régimen; es decir el problema democrático en la concentración de poder e n e l primer ministro y el ga binete, y en l a r elación éstos co n su r espectivo caucus y con e l pa rlamento e n ge neral “there is a u nifying t heme. All th ree democratic variants [ del d ebate so bre l a d emocracia en Canadá] –parliamentary, constitucional and electoral- direct their endictments against the executive rather than the legislature”l681. Los referentes académicos que van a ser utilizados para sustentar la iniciativa, el contexto de desafección y e l ejemplo de Nueva Zelanda y l a comisión Jenkins en Reino U nido, a unque necesarios no s on e l detonante c lave de l a a genda. Es importante examinar con detalle con una pespectiva de política pública el derrotero del p roceso de l a agenda En ese sentido siguiendo e l modelo ACF, en l os párrafos siguientes se ex plicará el p roceso por e l c ual s e c onjugan un c ontexto que s uponía diversas oportunidades políticas con un conjunto de acciones políticas concretas que no slo constituyen eventos críticos, sino que al conjuntarse, echan a andar un proceso político mayor de coordinación de actores, impacto en la agenda pública, e inserción del asunto en la agenda política del momento creando las condiciones necesarias para que dado un evento crítico el asunto finalmente entrara al cauce institucional. Como hemos referido, Seidle distingue ya el rol clave de varios actores en la misma, a esa l ectura d ebe ag regársele q ue e l p roceso t ienen v arias coyunturas y eventos críticos que concretamente permiten a l a agenda avanzar a través de cobrar forma como una coalición de política pública. Milner refiere su participación en 1994 en varios eventos, en Estados Unidos donde se d iscute e l t ema en el s eno d e la Asociación Americana de E studios Canadienses, y m enciona s u c ontacto c on ge nte de Fair Vote –USA. E llo pudo s er importante para revivir su interés en el tema. Ademas dicha organización ese mismo año públicó una ve rsión r esumida de s u a rtículo e n un l ibro c olectivo. También e s interesante q ue este ac adémico, tuviera e n e sos e ventos en l os E stados U nidos contacto con Dennis Pilón quién llamó la atención de Milner por su conocimiento del 681 Smith D avid ( 2012) T he People’s House of C ommons. T oronto: U niversity of T oronto P ress. Naturalmente al hablar d el p roblema d el ejecutivo, s e despliegan una s erie d e t emas p untuales cimentan el muy rela sentimiendo de desafección política de fines de los noventa como: C) el aumento de una s ensación p ública d e cr ítica al s istema p olítica y l a co nsiguiente p ercepción pública de l a necesidad de reformas “d emocráticas” problemas ex acerbados p or t res f actores de l a g estión de l os gobiernos liberales: l. el fracaso del intento de acuerdo constitucional de Lake Mead y Chalottetown; 2. Como resultado del creciente sentimiento de insatisfacción, corrupción, frustración y desgaste general que se había originado como consecuencia de: 3.1 el largo periodo de gobierno liberal; 3.2 las luchas internas del partido entre las facciones afines a J ean Chrétien y Paul Martin; 3.3 La creciente imagen de autoritarismo que había generado el primer ministro incluso entre su propio Caucus, tema que llevo de nuevo a discusiones hacia la necesidad de reformas parlamentarias; 3.4 la sensación de irrelevancia o de insatisfacción con la reforma al financiamiento de los partidos realizadas por Jean Chrétien hacia el final de su gobierno. Pero todo esto como puede verse se trata de un tema institucional que no fue justificado propiamente co mo cau sa p ara d efender l a R P. Jeffrey, B rooke ( 2010) D ivided r oyalties: The Liberal Party of Canadá 1984-2008. University of Toronto Press; y White, Graham (2012) “The ‘Centre’ of the Democratic Deficit: Power and Influence in Canadiena Political Executives” en Lenard, op cit. 272 tema, -y según c uenta el pr opio P ilon por las correcciones q ue h acía d urante la presentación d e K ent Weaver-. E sto llevo a Pilón a establecer co ntacto y a que eventualmente lo invitaran a c olaborar c on s u c apítulo s obre la historia de l os sistemas electorales de Canada en famoso libro de Milner de 1999. Adicionalmente puede esp ecularse -aunque M ilner no c omenta m ás de l a sunto- que M ilner pudo favorecer e l c ontacto de ge nte de F V-USA c on ot ros pe rsonajes que c ompartían e l interés por el tema, específicamente actores provenientes de British Columbia como Nick L eonen. E sto úl timo tiene cierta ev idencia p ues L eonen est á p resente en l a cración de FV-BC y después mencionaría el contacto y apoyo que tuviero FV-BC de parte de personas de FV-USA. En ese s entido, la evidencia señala al movimiento en British Columbia como la r aíz de l movimiento a ni vel nacional. A llí convergieron dos e ventos c ríticos: l as elecciones del 28 de marzo de 1996 que llevan a la derrota al Partido Liberal y a la conformación de un gobierno del NDP que tiene una menor cantidad de votos que su oponente; y por ot ro l ado e l que éste e scenario c omo t erreno f értil h aya l levado a varios a ctores c lave al a ctivismo, da do también que e n á mbito l ocal f uera relativamente más facil de influenciar. El proceso de creación de FV-BC propició el encuentro entre académicos, y políticos. En 1995 N ick Leonen, -que había llegado a ser consejal en Vancouver y M P Provincial por el Partido Liberal- se graduo de una maestría en ciencia política en UBC, y basado en ese trabajo prublicó en la Canadian Parliamentary Review un ar tículo que es el p imer t rabajo p anfletario d e ese t ipo impulsando la agenda, -incluso el trabajo de Milner del año anterior todavía guarda un t ono m ás e speculativo y f ormalidad ac adémica. Leonen u tiliza u na retórica política qu e no i nvadirá e l de bate sino ha sta v arios años depuse. E se llamado de Leonen es c omplementado en 19 97 c on la p ubliación d el libro “ Citizen and Democracy” donde continúa abogando por el asunto. Del mismo llama l a at ención que el au tor agradece el apoyo que tuvo en l a UBC de sus m aestros A lan C airns y K enneth Carty682. Asimismo ta mbién e l l ibro muestra la importancia d e la relación de L eonen con l os pol íticos –relativamente marginales- del partido liberal para la expansión de la agenda. Patrick Boyer, quien hace la presentación del libro de Leonen probablemente facilitó la difusión del trabajo hacia Ottawa y con con otros ex- colaboradores de Trudeau retirados de la política. FVC-BC posteriormente será a poyada por pe riodistas y de ot ros a ctivistas, especialmente destaca Gordon Gibson, un e x político l iberal de la era Trudeau, que para entonces se d esempeñaba como editorialista y asociado del Fraser Institute –de tono conservador. FV-BC se fundó en 1997, y el movimiento rápidamente comenzó a cobrar fuerza aumentar el número de actores interesados en el tema como lo muestra el congreso organizado por el Fraser Institute en 2001 683. Asimismo contaría con la 682 Quien aunque como sabemos ha sido autocritico sobre el asunto, en general sus trabajos también han a ceptado al menos parcialmente l os hi potéticos be neficios e sperados, de hecho i nfluenciando a trabajos posteriores. Por e jemplo los t rabajos: The Impact of E lectoral Formulae on the Creation of Majority Governments," Electoral Studies 6 (1987), 209-18, and Andre1 Blais and R. K. Carty, "The Effectiveness of the Plurality Rule," British Journal of Political Science 18 (1988), 550-53 son citados por Weaver (1999) y por muchos otros. 683 Gibson, 273 simpatía de otros actores políticos como el Partido Verde y el NDP. Por ejemplo se tiene registro de la participación de Ed Broadbent en varios eventos. Sin embargo a l i gual q ue l o oc urrido e n Q uébec e l m ovimiento a ún tenía probabilidades d e q uedarse en u na ag enda en el ai re. Además d el p roceso de formación de FV-BC durante 1997 el otro evento crítico que permite la expansión del movimiento es l a decisión de l Primer Ministro liberal de BC Gordon Campbell, de endorsar l a a genda y encomendar al pr opio G ibson -y a Kenneth C arty 684como coordinador acad émico- la o rganización d e u n proceso d e formación d e asam bleas ciudadanas, que recomendarían a su vez un esquema de reforma electoral. Adicionalmente, y reforzar el argumento sobre la importancia del movimiento de BC para la formación de la agenda nacional cabe comentar que Dennis Pilon quien sería un académico clave para el desarrollo posterior de la agenda (y de quien se sabe promueve la agenda almenos desde 1992 c uando envío una colaboración a la Lortie Commision explicando el s istema S TV) co mienzó su i nvolucramiento con el t ema mientras era estudiante de licenciatura en la región de Vancouver685, lo cual establece al m enos c ontextualmente un elemento de r elación c on Nick L eonen en v arios sentidos: porque sabemos también estudio su maestria en ciencia política en UBC y estuvo influenciado por Cairns y C arty –autores cuyo trabajo Pilon Conocía; porque muy probablemente Pilon al ser es tudioso del tema estuvo al tanto –o incluso pudo presenciar- el proceso de creación de FV-BC; y además se vuelve relevante el hecho de que Pilon desde q ue er a es tudiante co menzó a m ilitar en el N DP686 que c omo sabemos p ara eso s años co menzaría a reintroducir e l t ema co mo parte d e su plataforma política. Es la conjunción de la agenda académica con la voluntad de ciertos actvistas y la sa nción de una a utoridad lo que verdaderamente c rea l a agenda en BC. Esto sin duda es d eterminante para e l surgimiento del t ema a nivel nacional. No obs tante e l establecimiento d e l a R P co mo u n i ssue co ncreto p ara l a ag enda p ública f ederal requeriría tambien de un proceso similar al ocurrido en BC. Los partidos políticos jugarían un pa pel fundamental en ese paso. Por lo que hace a l os conservadores, el p rincipal an tecedente es e l i nterés d el s enador H ugh Segal, quien presento la idea como parte de su plataforma cuando busco el líderazgo del p artido. E n esas f echas t ambién se sab e q ue se cr eo u n g rupo d e t rabajo al respecto de ntro de la asamblea na cional de l partido 199 8687. N ick L eonen, t uvo colaboraciones con e llos, en 1997 presidió un comité ad hoc del Reform Party que recomendó la inclusión de la propuesta de RP como parte del programa del partido. Esto p uede estar r elacionado co n l a p osterior b uena r eceptividad d e la idea en l as praderas, y que organizaciones consideradas conservadoras participaran junto a FVC y la LCC como el Fraser institute688 -donde era también miembro Tom Flanagan. 684 que ya hacía tiempo había comenzado a examinar el tema junto con André Blais, 685 Pilon Dennis (1996) The Drive for Proportional Representation in British Columbia 1917-23. Tesis de Maestria en Historia. Simon Fraser University. 686 Entrevista con el autor. 687 Fraser, Graham (1998) “Segal seeks overhaul of electoral system.” The Globe and Mail (June 30) 688 Gibson, Gordon (2003) Fixing Canadian Democracy. Vancouver: The Fraser Institute. 274 El l ibro coordinado por Gordon Gibson, es una compliación de un congreso realizado en 2001, i ncluye la participación de David Elton, que entoces fungía como vice-presidente de Canada West Foundation, y de Scott Reid, quien desde entonces – y hasta la fecha- ha sido el responsable del asunto dentro del partido conservador. Y cuya posición concreta ha sido a favor de una reforma, pero mediante un complicado proceso, y s uponiendo uno o va rios referendums689. Aunque puede afirmarse que de manera indirecta las simpatías de varios políticos conservadores contribuyó a agenera un a mbiente receptivo de l a cl ase p olítica en O ttawa. E sta actitud es n o o bstante bastante limitada si se co nsidera q ue a demás de i mpulso e xplicitó d e S egal, esos partidos m antenían en sus pr ogramas l a pr opuesta, y e sto i ncluso en doc umentos programáticos oficiales: A PC party report on democratic reform (Progressive Conservative Party of Canada, 2002: Chap. 12) included a proposal that “ [u]pon formation of gove rnment, a c ommission of f elections f or c andidates w ho di d n ot obtain 50 p ercent of the vote (Fraser, 1998). will be immediately struck to hold public consultations on the most appropriate electoral system for Canada.” The report was adopted at the party’s national general meeting in August 2002. T he Canadian Alliance and its predecessor the Reform party (founded in 1988) have advocated parliamentary reform and direct democracy measures such as referendums, citizens’ initiatives and recall. Their pos ition on t he e lectoral system has been much less explicit. The latest version of the Canadian Alliance’s “Declaration of Policy” states: “To i mprove t he r epresentative n ature o f o ur e lectoral sy stem, w e w ill consider electoral reform, including proportional representation [and] the single t ransferable ballot… We will s ubmit such options t o vot ers i n a nationwide referendum” (Canadian Alliance, 2002)690 El papel del NDP en contraste es más directo. El antecedente inmediato de su relación con l a R P es l a p ropuesta d e Ed Broadbent de 1968 d e introducir re presentación proporcional a t ravés de di stros r egionales691. Aunque e n ese m omento presentó l a idea todavía en un tono más especulativo que de agenda institucional, -por ejemplo su propuesta t ambién i ncluía la a bolición de l s enado- y s egún e l pr opio B roadbent comentaría de spués, f ue e ntoces i gnorando por s us c olegas de pa rtido. El que s u proponente fuera parte del aparato político, miembro del parlamento, y líder del que eventualmente será el tercer partido nacional le dio relevacia a su idea, visible en el hecho de lo registra después Irvin y se convirtió en un antecedentetan citado como el trabajo sem inal d e C airns. Broadbent t ambién s eñala que él s ugirió a l a c omisión Pepín-Robarts la idea, la cual fue incluída en el reporte correspondiente692. 689 Reid, S cott ( 2001) “ Developing a c oalition for e lectoral r eform” Policy Options, e d. 1 de J ulio. IRPP 690 Seidle, Leslie (2002) op. cit., p. 9 691 Irvin, op. cit., p. 62. 692 Broadbent, Ed (2004) “The Real democratic déficit: our parliamentary system” Policy Options ed. 1 de novembre de 2004. 275 De manera intermitente la idea va a continuar dentro del NDP, aunque sin ser parte central de su programa. Un miembro del staff de la Lortie Commision, ex MP por el NDP, Michael Cassidy realizó en 1992 una investigación privada sobre la RP para la Donner Canadian Foundation, allí reportó que pese a la negación explicita del tema la comisión recibió aproximadamente 100 diferentes trabajos a favor de la RP – seguramente dentro de las cuales estaba el paper de Dennis Pilon-, y asimismo realizó simulaciones d onde co nfirmó q ue en caso d e ap licarse ese s istema el ectoral la conformación de gobiernos de coalición sería mucho más frecuente693. Sin embargo todavía e n 199 4 M ilner s e que jaba de l poc o interés d el NDP en l a R P a p esar de históricamente haber sido el partido más castigado por los efectos del FPTP: “In the case of the NDP which, when compared to its popular vote, has been under-represented in the number of seats it has been able to win in every federal election in which it has taken part -and which has raised the matter o f e lectoral reform in th e p ast- it m ay b e th at its n ationalist ideology a nd r esulting fear of f alling pr ey t o A merican do mination makes it re luctant to s upport a n institutional r eform c ertain to re sult in minority government”694 Uno de los primeros registros contemporáneos que se tiene en el diario de debates de la RP es que mencionada por Len Tylor del MP del NDP por Saskatchewaan el 6 de abril de 1 995 c uando s e d ebatía la “R eadjustement A ct”. El p arlamentario argumentaba: There has been much talk about building an electoral system around a couple of different concepts, like proportional representation, or perhaps a preferential ballot. This is another matter I s upport, the discussion of these di fferent s ystems of e lections. We would be doi ng our selves a n injustice if we did not pursue that debate as well Aunque sin no hubo mayor debate ni pervivio entonces el asunto ello refleja que la idea quizá desde Broadbent en los sesentas en realidad nunca dejó de estar en el seno del NDP. F inalmente en enero de 1998 e l c onsejo f ederal de l pa rtido entonces presidido po r A lexa M cdonought –líder de l N DP de sde 199 5- votó pa ra establecer una c omisión de estudio de l a pr opuesta695, donde muy pr obablemente e stuvo Cabe aq uí ad elantar una co njetura c entral p ara l a t esis; p arece q ue l a c ondición m ixta académica/política –Broadbent también dirá que desarrolló la idea originalmente cuando era estudiante de p osgrado- como b ase d e al gunas i deas es u na de l as r azones q ue explican l a s obrevivencia d e propuestas, e llo j unto con l a mecánica d e q ue l a i dea o riginada en l a acad émica s ea d espués promovida p or a lguien que a lcanza u na p osición de poder, pe ro t ambién de p restigio i ntelectual, y además el lo lo h aga en a l o largo de un l argo plazo, permitiendo a l a idea t rascender al menos una generación cmompleta 693 Citado en Vezina, Gregg y John Deverell (1993) Democracy eh! p. 14. 694 Milner, H enry ( 1994) “O bstacles t o E lectoral R eform i n C anada” The American Review of Canadian Studies v.39, n. 24. p. 41 695 Milner, op cit., p. 48. 276 participando Lorne Nystrom696, y e n la que -podríamos suponer- pudo también estar presente Dennis Pilon697 u ot ros académicos con s impatías por e l partido698. Hecho con e l c ual la i dea s e i ntegra a l pr ograma de l pa rtido di fundido por l a propia presidenta, específicamente proponiendo la abolición del senado y la introducción de un esq uema d e r epresentación p roporcional s imilar a l Alemán699. Ese t rabajo está detrás de q ue poc o t iempo de spués e l 25 de novi embre de 1997 L orne N ystrom introdujera la primera iniciativa formal en la matería la Bill C-287 “an act to provide for the study of proportional representation in federal elections and a national referendum on the recommendations that result from the study”. Y en su respuesta al “Speech from the Throne” de Chrétien e n 1999 M cDonough de fendiera la conveniencia de discutir la introducción de RP700. A a partir de 1999 Lorne Nystrom y ot ros MP’s d el p artido em pezarán a p resentar in iciativas de l ey o m ociones pa ra abrir el debate en la cámara701. No obstante este programa más que ser simplemente la implementación de un programa de partido quizá también en buena medida resultaba conveniente como una respuesta estrategica, -lo cual no significa que por ello creyeran menos en el asunto o que después se e charán para atrás como fue el caso del PQ- ya que para fines de los noventa e ra c laro s u a scenso, y por que e l pa rtido e ntonces a ún c on una e scasa representación p arlamentaria n ecesitaba m aximizar su s o portunidades d e l lamar l a atención de la agenda pública, como señalaría la propia McDonought: we f ace a lo t o f li mitations. We h ave fa r f ewer o pportunities to participate i n que stion period a nd in pa rliamentary c ommittees. B ut I think we use those opportunities well. We try to use it strategically. We have t o be c reative a bout how we ge t our messages out . We do n’t necessarily have the entire press gallery lined up to give us visibility […] But as w e o ften remind people “Democratic” i s our middle name for a good reason. We believe ser iously that we have to be connected to the grassroots. The NDP is now very much engaged in major rethinking. We need to do that. […] Its a problem that many canadians feel that the vote they c ast d oesn’t actually s how up i n t he composition of P arliament. They don’t hear their voice in Parliament because we have FPTP system […] We need asystem of proportional representation, where every vote 696 Hajeck, Chris (2002) A Call to Account. Toronto: Dundurn Press. p.43 697 Esto puede especularse poque ha referido participar en el NDP desde sus años de estudiante. 698 Se s abe un o de l os que a sesoraban a l N DP e ra e l pr ominente f ilósofo C harles T ylor. Social Democratic Forum on Canada’s Future. Preliminary report to the Federal Council January 30, 1999 699 The Economist. Edición del 2 de septiembre de 1999. 700 Laycock, D avid y L ynda Ericsson (2011) Reviving Social Democracy: The Near Death and Surprising Rise of the Federal NDP. Vancouver: UBC Press. p. 126 701 8 de junio 1999, 2 de diciembre de 1999; 14 de febrero de 2000; 22 de f ebrero de 2000; 24 de frebrreo de 2000; y especialmente relevante el debate que se dio en el parlamento el 18 de mayo de 2000 y los días 17 de octubre de 2000; 20 y 22 de febrero de 2001 y el 29 de mayro de 2001 que de nueva cuenta proponen la ley para debatir el asunto con el número Bill C-322. 277 counts and every vote influences what the composition of Parliament will be702 Para que la coalición cubiera al ámbito federal se dió la conjunción de varios factores: en primer lugar de nueva cuenta la influencia académica fue fundamental. Paralelo al proceso de creación de FV-BC en 1997 y al trabajo de promoción de Leonen en BC. Pilon empieza a d ifundir los argumentos centrales de la propuesta en diversos foros, por ejemplo en la conferencia de anual de la CPSA de 1997703 y en 1999 en un paper realizado p or en cargo d e l a o rganización ci vil “The CSJ Foundation For Research and Education” 704, o en la conferencia705 de mayo de 2000 de FV-BC “Making Votes Count” l a c ual c onfirma la c onsolidación d el proceso de coordinación de a ctores políticos, académicos y miembros de la sociedad en BC, pero también de la presencia del t ema e n l a pol ítica f ederal. Además d e Julian W est, -presidente d e F V-BC, Gordon Gibson, Nick L eonen y Dennis Pilon e l pr ograma i ncluye a va rios académicos de la UBC, a figuras públicas como Judy Rebick –una conocida activista feministra y conductora en la cadena de televisión nacional CBC- y a representantes de organizaciones con presencia fuera de BC como Troy Lanigan de la organización conservadora Canadian Taxpayer Federation. La n oticia del ev ento f ue r egistrada incluso por FV-USA706. Asimismo la importancia del apoyo de Segal se nota de manera más clara si consideramos a su vez el papel central que jugo la revista Policy Options como un foro político/académico para el d ebate d e la pr opuesta: A ucoin, C arty, C ourtney, Lemieux, Milner y W iseman, r evisan el asu nto en 1997 707 y a l a ño s iguiente en Inroads n.7 se dan las colaboraciones que formarían después el famoso libro editado por Milner de 1999. Los trabajos que aparecen en el número inaugural de la revista Electoral Insight en 1999 se suman a este momento de impulso al debate. Y en marzo de 2000 e l I RPP or ganiza el f oro “ Strenghtening C anadian Democracy” d onde participarían en conjunto panelistas de Montreal y participantes de BC, especialmente Segal, leonen y académicos y estudiantes de la UBC708. Además del contenido del debate propiamente dicho es importante señalar que para el d esrrollo d e l a agenda f ue central l a e xistencia d e medios de difusión pe ro especializados q ue por u na parte l levaran el debate a un p úblic mayor a t ravés d e organizar foros académicos y e ncuentros públicos diversos (town halls) y por la otra proveyeran de recursos documentales para actores y para los medios, sólidos pero al mismo t iempo pero no t an rígidos como l as r evistas a cadémicas o inasibles y má s 702 Citada en Hajeck, op. cit., p. 40 703 Pilon, De nnis (1997) Proportional Representation in Canada: An Historical Sketch. Paper presented to the Canadian Political Science Association Annual Meeting, June 8-10. 704 Pilon, Dennis (2001) Canada’s Democratic Déficit: Is Proportional Representation the Answer?. Paper. The CSJ Foundation For Research and Education. 705 Pilon, Dennis(2000) “ Making Voting R eform C ount: E valuating Historical V oting R eform Strategies in British Columbia,” Making Votes Count Conference, Vancouver B.C., May 13. 706 http://archive.fairvote.org/e_news/index.html 707 Policy Options, edición de noviembre de 1997 708 http://archive.fairvote.org/e_news/200003_british_columbia.htm 278 limitados espacios d e p articipación d e l os p olitólogos y ot ros e xpertos en radio y televisión. En ese sentido Elections Canadá, la Law Commission of Canadá, el IRPP y ot ros t hink tanks c omo el Canadian S tudy of Parlamentary G roup y Canadian Policy R esearch N etwork –esta ul tima de saparecida por f alta de f ondos e n 2006 - fueron i mportantes t ambién como p lataforma p ara la d ifusión y di vulgación d el conocimiento. Regresando al proceso de conformación de la coalición de política pública, no debe d escartarse l a i nfluencia de l c ontexto. Los r esultados el ectorales d e 1 997 efectivamente provocaron que hu biera c iertos c omentarios e n l os medios d e comunicación, entre e stas n otas d estaca Rosemary S peirs d el T oronto Star defendiendo l a introducción de representación pr oporcional709. E ste personaje q ue será m uy i mportante p orque e n 2 001 s erá f undadora y presidente de E quitable Canadá, una organización interesada en la promoción de la participación de la mujer en la política que ha llegado a ser muy respetada, y que naturalmente colaboradora de FVC y una más de las voces a favor de la RP. La colocación de la agenda a nivel federal tendrá obviamente como eje central la creación de Fair Vote Canada por por el ex-periodista Larry Gordon, Doug Bailie de Edmonton y Chris Billows de Winnipeg el 1 de agosto de 2000. Bailie narraba en 2001: Fair V ote C anada w as s tarted l ast s ummer w hen a f ew o f u s w ho ha d been di scussing pr oportional r epresentation onl ine be gan t o w ork towards a f ormal o rganization W e st arted u p a w ebsite an d b egan sending out an e-mail newsletter (which now reaches about 275 people). Now, we’re looking forward to our first national meeting which will be in Ottawa, March 30-31710. No obs tante, lo r elevante de es te ev ento crítico no es la fundación de l a organizaciónen sí m isma -una modesta iniciativa c ivil in spirada p or e l y a e ntonces creciente ascenso del tema en el debate público-, sino los efectos que tendría sobre la agenda públ ica y s obre todo e l he cho de que l a or ganización s e c onvertiría e n u n elemento de c onvergencia, y e n a lgunos c asos c oordinación pa ra llevar a c abo acciones concretas para impulsar la iniciativa. Ello sin olvidar que en aquel momento está como telón de fondo y afectando la agenda pública el debate de los académicos y el proceso que se esta llevando a cabo en BC. Es ese ev ento magno de marzo de 2001 que se l lamaría “Mak ing V otes Count” –igual que el de BC- el que significa un salto cualitativo de la organización, de una iniciativa de tres colegas a un movimiento político que lograría sus mayores alcances por el impulso de ciertos actores políticos clave. De entrada él evento –de dos dí as de dur ación- se r ealizó e n los e dificios del pa rlamento y c ontó c on l as participaciones de varios personajes clave: Jean Pierre Kingsley titular de Elections Canada, Judy Rebick, Nick Leonen y varios académicos, entre ellos Henry Milner y 709 Ibidem. 710 http://mapleleafweb.com/interviews/doug-bailie-from-fair-vote-canada 279 Paul Ho we –director d el IRPP 711- asi c omo con la r ealización d e u na m esa co n miembros del parlamento: Dan McTeague (Liberal) Scott Reid (Canadian Alliance), Lorne Nystrom (NDP) y J ulian West (Green). Contando e l evento con una amplia cobertura m ediatica. También cab e d estacar q ue el ev ento f ue d ifundido e n l as praderas p or l a C anadian T axpayers Federation712. Se tra to e n realidad no de l a presentación de una o rganización, n i de un f oro para el d ebate y l a p roducción d e ideas, sino del lanzamiento de una plataforma política. De entre los asistentes que se han mencionado arriba, en realidad solo del MP liberal podríamos dudar su apoyo a la causa. Por ello el que la organización se autodefiniera como apartidista, e incluyente, resulta engañoso; pues es precisamente el apoyo de miembros del diversos partidos y agrupaciones con intereses políticos partidistas lo que le dará fuerza a la misma y su carácter d e núcleo de l a coalición de l a pol ítica púb lica. Seidle a l describir la estructura del c onsejo di rectivo y co nsejo as esor d e l a organización co nfirma el enorme capital político de la misma: Fair V ote C anada ha s obt ained support f rom a cross t he pol itical spectrum. I ts pr esident i s D oris A nderson, a not ed j ournalist a nd feminist[713] Troy L anigan, na tional c ommunications di rector of t he Canadian Taxpayers Federation, serves as v ice-president (the Federation has e ndorsed F VC). T he N ational A dvisory Board of F VC i ncludes Walter R obinson, F ederal D irector of t he C anadian T axpayers Federation, Claude R yan, E d B roadbent, J udy R ebick, P ierre B erton, Maude B arlow, H enry M ilner714 and t hree MP s – Carolyn B ennett (Liberal), Lorne Nystrom (NDP) and Ted White (Canadian Alliance). At its J une 20 02 c onvention, t he C anadian L abour C ongress a dopted a 711 El cual recordemos desde 1999 se habia embarcado con el asunto. De hecho al mes siguiente los días 2 y 3 de mayo tendrían otro evento importante en Ottawa: “Votes and Seats: Opportunities and Challenges for Electoral Reform in Canada” http://www.irpp.org/events/archive/050201e.htm En el IRPP además de la figura de Segal a quien en el libro compilatorio de 2004 explicitamente se le reconoce su interés en el tema y se agradece el apoyo para el debate de la misma debemos considerar las r aíces –y la s c onexiones- liberales del i nstituto q ue e s u na e ntidad surgida por i niciativa gubernamental, propuesto por trudeau en 1979, pero es financiado por empresas beneficiarias asi como un subsidio gubernamental. Si bien es multipartidista tiene preminencia su legado liberal, al punto que incluso segal ha sido considerado un “red tory”. 712 http://www.taxpayer.com/news-releases/fair-vote-canada-to-be-launched 713 -y una pe rsona c on i mportantes vínculos c on m iembros de l partido L iberal- [Dennis P ilon, entrevista con el autor 28/03/2014] 714 Hay elementos que hacen pensar que Milner no fue fundador de primera línea de la organización sino que al igual que Pilon fue invitado por Larry Gordon debido a su libro de 1999. Milner también comenta [entrevista con el autor 2 de abril de 2014] que prefirió coadyuvar a la organización “como un recurso” en la investigación asesoría y difusión del asunto y en sus eventos, pero no participando en su estructura central. Puede especularse si esto se debió a un calculo estrategico como en el caso de Pilon o a que simplemente a una elección casual o por la muy presente preocupación de los politólogos de guardar cierta distancia con las contiendas políticas. pareciera más que ocurrió lo segundo pues con el tiempo se ha ubicado a M ilner –siguiendo a Seidle- como uno de los politólogos más activamente defensores del asunto y abiertamente ligados con FVC, cosa contraria a P ilon, a q uien no se le suele ubicar tan evidentemente como miembro de FVC [por ejemplo nadie menciono su relación con FVC en su reciente comparecencia ante el comité especial del parlamento en mayo de 2016] 280 resolution endorsing F VC a nd e ncouraging un ion m embers t o j oin t he organization. It is to o early to p redict w hether FVC w ill succeed in its goal of moving electoral system reform up t he national political agenda. That said, a number of leading Canadians have become involved, and the task of building popular support is under way715 Adicionalmente, como sugiere e l enfoque de Comunidades Epistémicas e l papel de los académicos se m uestra más al lá del activismo y de la escena pública, está en el desarrollo y difusión de i deas e n el mediano pl azo. Esto s e de mostró c uando F VC publica su pr imer pr ograma de t rabajo e l 1 d e a gosto de a quel a ño. “Fair V ote Canada: An Overview of the Issues and the Citizen´s Campaign for Voting System Reform” en E ste menciona co mo ej emplo l a ex periencia d e N Z y cita p ara argumentar sus postulados a Leduc, Pilon y Milner, todos del mismo volumen716. En julio de 2001 la o rganización di o un pa so f undamental a l s umar al activismo social y el r espaldo de l N DP y ot ros a ctores pol íticos, l a pos ibilidad de nutrirse d e l as cap acidades est atales. La L CC e ntonces pr esidida por Natalie desRosiers firmaba con FVC un “partnership contract” –alianza- - para “asistirlos en su “p rograma d e ed ucación c ívica” “R enewing can adian D emocracy: C itizen Engagement i n V oting S ystem”717. Este pr oyecto di o a F VC una opor tunidad de difusión de su programa que muy probablemente no hubieran logrado por su cuenta la propia DesRosiers comenta “FVC-in a way- came after our work, it was, you know pretty small. It was not a big partner early on. I think it took a little more of interest after the report. FVC after it obviously they used the report” 718 Los v alores o ac titudes p olíticas l iberales –es d ecir p rogresistas- de DesRosiers y s u vi sión de l a f unción de l a L CC c omo u na i nstancia que por s u 715 Seidle, Leslie (2002) op cit. p. 8. 716 Milner, Henry (ed) (1999) Making Every Vote Count. Op cit 717 FVC “Fair Vote Canada: An Overview of the Issues and the Citizen´s Campaign for Voting System Reform” p. 15 El contrato suponía tres proyectos: “The first project was production and circulation of a paper “Renewing Canadian Democracy: Citizen Engagement in Voting System Reform - Lessons from Around the World” written by Dennis Pilon, an electoral reform expert from York University. The second project involved the convening of a Targeted Constituencies Forum on April 25-26, 2002. The forum brought together representatives from non-governmental organizations, academics, electoral reform experts and activists to discuss approaches to citizen engagement and deliberation on electoral reform. The proceedings of the forum were published in July 2002. This paper is the third project, which builds on the information and input from the first two projects. The paper [Gordon, Larry (2002) “Citizen Engagement in Voting System Reform: a plan for 21 st century democratic renewal in Canada”] focuses on a proposed process for engaging Canadians in a learning, deliberation and decision-making process for voting system reform. Por ci erto l a i nformación en es ta r eferencia p or una parte n os remite a v arias l ecturas ad icionales: primero a considerar la tamprana relación de Pilon con FVC, y reafirma la idea de la influencia de BC. Segundo a cuestionar por qué Pilon no es claro al presentar el paper, pareciera una colaboración casual a la LCC que entonces llevaba a cabo procesos nacionales de consulta –ahora sabemos- coordinados o el colaboración con, FVC. Y tercero a destacar que como era de esperarse el texto ya es nutrido en sus referencias ademas de por académicos como el propio Pilon por el debate ampliado en Policy Options con voces distintas como periodistas y consultores. 718 Entrevista con el autor 14 de abril de 2014 281 autonomía de bía explorar t emas de f rontera o r egionales pero e n g estación co mo parte d e l a a genda pública n acional llevaron a l a a pertura de un de bate, potencialmente polémico. Brian Tanguay que presenció de cerca el proceso, comenta que l os o tros t res comisionados, n o p arecían estar realmente m uy i nteresados, e incluso Bernard Colas anticipando la complejidad del asunto se preocupaba por que la LCC mantuviera una imagen de mayor imparcialidad sobre el asunto719, lo cual por cierto no qui ere decir que no e stuviera de acuerdo con lo a rgumentos a favor de la iniciativa720. Lo cierto es que el tiempo parece haber probado que el asunto de la RP es un asunto que no puede decirse apartidista, ya que supone una elección dicotómica sobre el status quo –que a su vez supone cierto reparto de poder entre partidos- maneter las cosas igual o pr omover e l c ambio. DesRosiers y l a L CC p arecen haber p agado u n costo pol ítico por s u po stura ya qu e ella dejó el c argo i ncluso a ntes d e que f uera presentado formalmente el reporte ante el parlamento y la institución en su conjunto fue d esaparecida por S tephen H arper. También se co nfirmaría la co nvicción d e l a expresidenta ya que tiempo después se su maría abiertamente al consejo nacional de FVC721. Al hablar de FVC y de su alianza con la LCC debemos considerar esto como la acción de ciertos liberales las redes de los ex colaboradores de Trudeau nos llevan al gr upo de C hrétien y M artin, e specíficamente, l a L CC f ue c reada c omo una propuesta L iberal e n 1997, y –y po r e llo puede suponerse que estaba co nformada mayormente por pe rsonas c on a finiadad a l pa rtido- El M P, Liberal Irwin C otler nombrado Ministro de Justicia, y con ello autoridad bajo la cual se encontraba la LCC según DesRosiers fue abierto ante el asunto y apoyó el proyecto de la comisión. El rol de la LCC nos lleva también a confrmar el carácter epistémico más que partidista de la di visión de c oaliciones. N o pue de cuestionarse l a af inidad l iberal d e C otler y DesRosiers, p ero muchas v eces c iertos temas h an h echo co incidor a p olíticos de diferentes partidos. D e e ntrada por e jemplo r ecordemos que l a arquitectura constitucional can adiense co nsidera a l a oposición parte d e l a est ructura gubernamental r eal, p or el lo el líder d e l a o posición s uele s er i nvitado al P rivy Council –recordemos q ue el g abinete es en t eoría so lo u n co mité d entro d el es te cuerpo por medio d el c ual el so berano g obierna el p aís. De l a misma manera l a 719 Brian Tanguay, entrevista con el autor, 4 de abril de 2014 720 Entrevista con Bernad Colas, 3 de abril de 2014 721 Lo cual cae reiterar no quiere decir que haya haabido un interés oculto, o deshonestidad en el hecho de que durante su mandato la LCC haya apoyado una agenda en la que coincidía con FVC. DesRosiers había estado en la LCC dese su re-fundación en 1997, y hasta donde se sabe no participó en el proceso de fundación de FVC. De hecho parece que el orígen de la idea podría estar más relacionado con otra fuente: DesRosiers menciona que el origén de la inclusión del tema en el programa de t rabajo de la LCC fue la labor de sondeo de los temas que diferentes grupos sociales y políticos, promovían en el momento, inlcuyebdi sugerencias de pa rlamentarios –quizá d el N DP- sobre d iferentes ar istas d el problema d e ‘ Décifit d emocrático’; m enciona: “parliaments, had ideas but many times they were unable to develop a research about” Puede entonces decirse que DesRosiers desarrolló su convicción sobre el as unto m ás b ien p or l a s uma d e s us o rientaciónes p olíticas co n l a ev idencia q ue l e f ue presentada sobre los efectos democratizantes de la RP. [Entrevista con el autor 15 de abril de 2014] La convergencia fue entonces inicialmente epistémica y no partidista o sistémica. 282 convergencia m ultipartidista en c iertas o rganizaciones d e c ausa n o es poco co mún, por ejemplo en asuntos como feminismo, o e n este caso DesRosiers por ejemplo ha formado pa rte de l a A sociación p or l as L ibertades C iviles de C anadá –con fu erte presencia d e l iberales- donde t ambién pa rticipa de manera de stacada E d B roadbent del NDP. Cada vez se le iban sumando nuevas simpatías a FVC. Por ejemplo hubo un acuerdo co lectivo de l os editorialistas de T he Globe a nd t he M ail s uscribiendo l a propuesta, y uno de l os pr imeros de splegados de l a or ganización f ue un e ditorial publicado e n di ario de circulación na cional The Globe and the Mail después de l a elección f ederal d e 2 000, f irmado por J udy R ebick y Walter R obinson722, -representantes de la iquierda y de la derecha- para enfatizar el carácter apartidista de la organización. Sin ol vidar que e l a poyo de l N DP era s ignificativo n o s olo s imbólicamente sino t angiblemente. A lexa M cDonough poco a ntes del ev ento723 usó el lim itado tiempo de de bate a signado a l pa rtido pa ra l anzar una m oción pa ra de batir l a R P, hecho que fue registrado –y aplaudido- por organizaciones civiles ya para entonces claras ad herentes a l a agenda co mo l a C anadian T axpayers F ederation724. Lorne Nystrom a l poc o t iempo de s u f undación a l r eferirse al trabajo que r ealizaba con FVC; da ba vi sos de l a f uerza que co braba el m ovimiento si consideramos el peso político y nivel de compromisos de muchos de sus simpatizantes. “we have a nacional organization a nd a w eb s ite called Fair V ote C anada. Im g oing a cross the country discussing and promoting the idea of proportional representation. (PR)”725 Para 2001 la coalición el trabajo de agenda setting ya estaba echado a andar. y el asunto había l legado a la agenda pública. De nueva cuenta PO es un espacio que refleja bien esta etapa. En 2001 Hay una segunda oleada académica, pero también hay una serie de participaciones ya no solo de académicos sido de diversos consultores de políticas públicas, editorialistas y a ctivistas re conocidos: particularmente i lustrativo es el debte que se dio en la edición julio-agosto de 2001 en Policy Options. El p apel d e l os acad émicos pasaría de l pr oveer a rgumentos y l a di fusión directa de la propuesta hacia acciones más estratégicas, por ejemplo Dennis Pilón – que a p artir de su tesis de maestría había interpretado el asunto como similar a los grandes m ovimientos s ociales q ue llevan a l a democratización co mo ex pansión d e derechos- cuenta que cuando Larry Gordon lo invitó personalmente a colaborar en la organización, y ser p arte d e su co nsejo nacional, -muy pr obablemente por s u participación e n e l lib ro d e M ilner- le d ijo q ue er a m ás co nveniente q ue el permaneciera co mo una voz a f avor pe ro a ctuando como un a ctor a dicional independiente. E strategia que pr obaría s er e fectiva c uando poco t iempo de spués l a LCC asignó a FVC la subcontratación de un e xperto para realizar un estudio sobre las experiencias internacionales en materia de RP, siendo entonces convocado Pilon, quien t ambién aprovecharía la ocasión para desde su posición de experto vender la 722 “We Vote to Scrap the System” The Globe and the Mail 723 Hansard, 20 de febrero de 2001 724 http://www.taxpayer.com/news-releases/taxpayers-praise-and-support-ndp-motion... 725 Op cit. p. 46 283 idea a los abogados de la LCC que “curiosamente parecián mas abiertos a escu char nuevas ideas que muchos políticos y politólogos”726 Después de este momento lo que resta es la lucha por la colocación del asunto en la agenda institucional. Para ello serían necesarios de nueva cuenta la conjunción de diversas coyunturas y eventos críticos. Para r edondear e l an álisis d el p roceso d e f ormación d e co aliciones hay también que destacar por una parte la importancia de los eventos críticos, muchos de los cuales son momentos de toma de decisión personales cuyo resultado podía haber afectado a todo el proceso de la política. Por ejemplo las experiencias personales que llevaron a H enry M ilner727 o D ennis P ilon728 –actores c lave p ara l a ag enda- a interesarse por la R P o a q uerer p romoverla a ctivamente; la d ecisión d e explícitamente evitar la discusión de la reforma al sistema electoral en los trabajos de la Lortie Commision729; la decisión de Paul Martin de no a ceptar los términos de la negociación con e l NDP o l a decisión de Jack Lyton de no aceptar los t érminos de Paul Mar tin; l a d ecisión d e B elinda S trossnatch d e cam biar d e p artido y co n el lo sostener el gobierno de Paul Martin; la decisión de Natalie des Rosiers de acordar 730 726 Dennis Pilón entrevista con el autor 28/03/2014 727 Milner, (1999) cuenta en la introducción de su libro que su experiencia en el frustrado intento de debate sobre el asunto promovido por el PQ en 1984, fue un evento que le marcaría y que hizo que en los noventas retomará en interés por el asunto. 728 Pilon cuenta que incluso mucho antes de que hiciera su maestría sobre la introducción de RP en BC durante los años veinte. Al vivir un tiempo en Inglaterra cuando tenía 23 años le llamó la atención el debate sobre el asunto en aquel país y que en Canadá no fuera un tema. Desde entonces y teniendo en cuenta esa experiencia orientó su trabajo de investigación y eventualmente se involucró directamente en la agenda. 729 Varios autores refieren esta información: “The Lortie Commission avoided the topic of increasing proportionality a nd t he e ffects o f t he e lectoral s ystem o n regional a lienation i n i ts massive r esearch effort a nd final r eport” S hugart, M atthew y Ma rtin Wattenberg ( 2001) Mixed-Member Electoral Systems: The Best of Both Worlds? Oxford University Press. p. 565; [“despite i ts supposed remit of “electoral r eform”the C ommission was s pecifically ex cluded f rom ex amining t he el ectoral s ystem”] Studlar, Donley, ( 1999) “ Will Ca nada S eriously Co nsider E lectoral S ystem Re form? Women a nd Aboriginals Should” en Milner, Henry (ed) Making Every Vote Count. Peterborough: Broadview Press. P. 1 28; [ the L ortie C ommision was s pecifically i nstructed n ot t o c onsider c hanges i n t he el ectoral system”] L educ, L awrence (1999) “New Challenges D emand New T hinking A bout O ur Antiquated Electoral System” en Milner, Henry (ed) Making Every Vote Counts. Peterborough: Broadview Press. p. 6 3. P or c ierto l os a cadémicos t uvieron l a op ortunidad d e cu estionarle a l os l egisladores h aber exlucido e l t ema. “Reforming Electoral D emocracy –Responses t o the L ortie Co mmision”. Panel organizado p or C anadian S tudy of P arliament G roup. Charlottetown 2 1 de M ayo de 19 92. Cuiosamente la minuta que registrar este evento señala que ante el cuestionamiento del Prof. Raymond Hébert, además de la respuesta del senador Donald Oliver, también intervino Peter Aucoin justificando la au sencia d e d icho t ema, y s eñalando varios p roblemas de l a p ropuesta –lo cual hayq ue decir no correspondia en realidad al custionamiento del Dr Hébert: la exclusión del tema. 730 En este aspecto se ha críticado no solo a a la iniciativa de la LCC sino el que ésta haya sido lanzado de la mano de FVC que ha llegado a ser visto como una iniciativa algo diferente a una organización civil convencional como las que hay para favorecer la equidad de las mujeres, s ino una con l igas – inciertas- pero perceptibles con una agenda relacionada con favorecer la participación gubernamental de ciertos actores políticos identificables, cuestión que la diferencía de otros t ipos de organizaciones ceñidas a ca usas s ociales. Martin, Ro bert ( 2003) The Most Dangerous Branch: How the Supreme Court of Canada Has Undermined Our law and democracy. McGill-Queens University Press 284 con FVC el impulso de su propuesta sobre representación proporcional; o la decisión de S tephen H arper d e ca mbiar l a d irección d el t ema d e l a r eforma d emocrática, centrando su atención en la reforma al Senado. Por la otra parte se d ebe ubicar la posición –o reacción- de los tomadores de decisiones, y e specialmente l a pos ición de l pa rtido l iberal. Más al lá d e la participación de actores puntuales de origen liberal como Leonen o el premier de BC Gordon Campbell; o dentro de los conservadores Segal, la posición del partido liberal y – aunque e n menor m edida- del pa rtido c onservador por l o q ue r especta a s us caucus federales, no solo fue marginal, s ino que pueden ub icarse en la pos ición de coalición contraria a l a i niciativa. E specialmente l os l iberales d esde an tes d e P aul Martin, constantemente bloquearon el asunto. Un ejemplo es el trabajo de la ‘Task Force on Canadian Unity (Pepin-Robarts) creada en 1979, que recomento la introducción de RP en el Parlamento para mejorar la representación provincial731. Su recomendación fue ignorada aunque en ese mismo año dur ante e l t iempo entre s u r enuncia y r egreso c omo l íder de l pa rtido P ierre Trudeau h abía ex presado p úblicamente su si mpatía p or la i dea. De he cho, en e sa ocasión e l entonces M P L iberal s in car tera J ean-Luc P epin i ntentó p resentar una iniciativa para debatir el tema, moción fue rechazada. Ese es hasta desde 1923 y hasta la f echa la ú nica p ropuesta q ue h aya sa lido d el Caucus f ederal Liberal en l a materia732. Según Mass icotte l a i nefectividad de l a p ropuesta se d ebío en ese m omento “fiera” r esistencia p or p arte d el C aucus L iberal, n o solo ante la idea de R P en la cámara d e l os co munes, si no también se o pusieron a l a i dea d e u n se nado el ecto popularmente733. También ex iste testimonio de que Jean Chrétien cuando estaba en contienda por e l l iderazgo de l pa rtido e n 198 4, e n un e vento de c ampaña di jo a reporteros q ue e l in trduciría R P s i lle gaba a p romer ministro “ right a fter th e n ext election”734. Como sabemos durante su gobierno de más diez años iniciado en 1993 nunca se discutió siquiera el asunto. Tampoco Martin en un principio consideró la idea aunque la misma ya estaba en el debate público, sino que fue prácticamente forzado a hacerlo. Sin embargo esto no parece tampoco ser una posición demasido rígida dictada solo desde la oficina del Primer M inistro, s ino u na pos ición de C aucus o de l a elite pa rtidista. S aidle po r ejemplo señala que Martin tenía gusto por el debate político y en general una actitud abierta, también el propio Milner opina que Martin quería llevar adelante un gobierno reformista y por ello no obstaculizó el debate. Diferente era la actitud percibida en el caucus l iberal, Tanguay relata que en los días en que sería formalmente presentado el reporte de la LCC al parlamento Don Boudria les comentó –al grupo de enviados de la LCC- que una propuesta como esa era d emasidado r adical, n unca p asaría. Y q ue au nque e l asunto llegara a cobrar 731 Milner op. cit., p. 37 732 Nystrom, Lorne (2001) “We need a new democracy in this country” Policy Options ed. Julio 1 de 2001. 733 Massicotte, Louis (2008) “Electoral Reform in Canadá” en André Blais (ed) To Keep or to Change First Past the Post: The Politics of Electoral Reform. Oxford, Oxford University Press p.115 734 FVC “The lowest points in canadian federal elections”. 285 relevancia en l a agenda p ública ellos –el cau cus- argumentarían la inconstitucionalidad del asunto735. Boudria por su parte ha comentado una convicción razonada y consistente sobre e l di seño institucional canadiense y s u relación con e l sistema electoral; “We don’t elect parties but MP’s accountables to his riding […]We are a Westminster System and the party represent the executive power that presents a program during campaign […]No other federation has that system [...] If PR were going to be adopted it may work in the senate” 736 Pero, ya s ea por a rgumentos y c onvicciones personales sólidas o p or m era disciplina ante una posición determinana desde el caucus o el gabinete, el testimonio de Boudria confirma el papel de oposción a la iniciativa que jugó la bancada Liberal, por cierto que tampoco puede uno evitar sospechar que como han comentado varios politólogos m uy pr obablemente e l pr oceso de i nvestigación de l S CHPA durante e l 38º Parlamento en realidad haya sido propuesto como especie de estrategia dilatoria o de simulación del gobierno liberal en sus negociaciones de acuerdo de coalición con el NDP737. Una evidencia en ese sentido es que Boudria comenta que cuando presidio el SCHPA éste no tenía control de la agenda, “the SCHPA did not have control over the agenda that is the house leader [...] you deal with procedures but not government legislation or agenda […] Entonces el control del caucus y de la agenda lo tenía el líder en la cámara primero Saada y después Maurice Belanger, hombres de confianza de Martin encargados en su momento de las negociaciones políticas como la que se tuvo c on e l N DP, y es pecíficamente co n su s líderazgos cl ave p ara f ormación d el gobierno de coalición, “what happend is that an NDP senior member Ed Broadbent wanted PR,[…] it was asked to our comitee and undertook the study”. Sin e mbargo, e sto e s engañoso, y a que B oudría t ambién c omentó e n l a entrevista que tanto Saada como Mauril Belanger –el sucesor de Saada en la cartera de Reforma Democrática- fueron asistentes de Boudria, lo cual sugiere que en cuanto a i nfluencia pol ítica e ideológica Boudria f ue pr obablemente un a d e l as f uentes centrales de oposición a la RP dentro de la élite l iberal. Quizá junto con su antiguo aliado Chrétien y a otros pocos liderazgos. Esto a su vez nos l leva a ver que por lo que respecta a la fractura sobre el asunto dentro del partido liberal en esencia se trata de una fractura dentro de los trudearitas de vieja guardia, el grupo de Chrétien versus un grupo de reformistas –en la materia- como Gibson, Jean-Luc Pekín, Patrick Boyer y m ás t ardíamente p ersonajes co mo Doris A nderson, I rwin Cotler y Natalie DesRosiers En conjunto l a r econstrucción de l pr oceso n os pe rmite ver ahora q ue s e comprueba el desarrollo de un proceso de política pública como lo supone el modelo ACF, que co nsidera a a l a f ractura en tre las élite uno de l os de terminantes m ás importantes para el cambio en las políticas públicas En este caso si bien aunque de maneras i ndirectas, dicha esci sión de l a el ite se p uede en tender princialmente 735 Entrevista con el autor op. cit. Estos son razonamientos que Boudría ha sostenido desde los debates de 2001 a 2003, de hecho bastante en la entrevista mencionó casi al pie de la letra lo mismo que su intervención en el parlamento del 23 de septiembre de 2003 736 Entrevista con Don Boudria el 16 de abril de 2014 737 Tal como hizo en octubre de 2000 cuando los l iberales aprobaron una moción para comenzar un proceso de estudio, solo para que Chrétien disolviera el parlamento 5 días después. 286 relacionada con el sistema partidista: en primer puede colocarse al propio NDP como ruptura e n cuanto est e se v olvió co n Mar tin p arte d e l a coalición go bernante; en segundo lugar dentro de la oposión está la postura tolerante del lado conservador, yen tercer lugar, y quiza lo más importante, es la fractura interna dentro de los liberales primero c on los i nciadores en B C y en O ttawa, de spués c on la p articipación d e l a LCC y finalmente c onsiderando e l apoyo que de cidieron d ar otras f iguras públ icas prominentes con ascendencia liberal como Doris Anderson738. Posteriormente el caucus del unificado partido conservador una vez llegado al gobierno S tephen H arper, co mpartiría es ta p osición co ntraraia a d ar cabida a l a iniciativa. Solo que su gobierno no enfrentaria una situación que dependiera del NDP, único partido impulsor activo de la agenda. Tanto en el caso de Martin como en el de Harper, todavía existe margen para la definición del problema, real la desafección política nacional, y en mabos casos la estrategia f ue b ásicamente o frecer o tras alternativas: Martin u na r eforma parlamentaria y Harper inciar las reformas con el Senado. Paradójicamente de haber tenido é xito e n s us pr ogramas, pr obablemente hubi eran l ogrado e fectivamente desactivar l a ag enda, c osa q ue co mo sab emos n o su cedió. Incluso en e l á mbito provincial c uando e l pr oceso ya e stá e n m archa l a voluntad de l os t omadores d e decisiones definió el resultado del asunto como en BC y Ontario proceso donde se ha acusado a l os pr emiers de c ambiar de opi nión e i nfluir pa ra que l a propuesta n o funcionara739. Por c ierto e n t érminos de c oaliciones un f actor qu e ha s ido poc o mencionado en la lieteratura es la revisión de la posición del otro gran actor central para los procesos de agenda setting, los medios de comunicación que en realidad unca apoyaron e l a sunto. Ttras el f racaso d el p roceso Pilon analizó d etalladamente el contenido y caracterícsticas de la cobertura de los principales diarios de Ontario sobre el proceso de asambles ciudadanas en la provincia encontrando lo siguiente: Media co verage O f t he R eferendum an d i ts A ttendant i ssues was low overall, unb alanced in t erms o f sh owcasing t he d ifferent si des o f t he debate, and relied predominantly on speculative and/or logical arguments rather than evidence or expert‐based ones. Those opposed to MMP were over‐represented a nd relied on s peculative a nd logical a rguments t o a much greater extent than those supporting MMP, […] All this suggests that O ntario’s b roadsheet n ewspapers w ere n ot r eally si ncere i n t heir 738 “Dori’s l eadership an d an d acces s t o C anada´s p olitical cl ass w ere cr ucial i n g etting F air Vote Canada a nd i ts message in f ront o f i nfluential people and organizations” P ilon, Dennis (2007) The Politics of Voting, op cit. p. ix. 739 Pilon y Carty señalan que el proceso de BC fue un caso ejemplar donde el premier liberal aunque faoreció el i nicio d el p roceso en realidad al f inal p rácticamente l o vetó al es tablecer u n umbral d e aprobación de masiado a lto. En e l c aso de Ontario L educ t iene una l ectura s imilar, ha ha blar de u n sistematico proceso de de bilitamiento de l pr oceso de sde el gobierno p rovincial a pe sar de que este había incidido originalmente con el apoyo del mismo. 287 claims t hey w ould cr eate an en vironment w here al l si des o n t he referendum issue could be deliberated over740. Finalmente cabe hacer una pausa y examinar un asunto que desde el principio parece probemático: comparar porqué la iniciativa de Québec que es anterior, e igual o más sofisticado que el proceso de BC no se co nvirtió en el factor antecedente directo del debate f ederal? La r espuesta o bviamente n o es sen cilla, p ero p odemos esb ozar algunas ideas: en primer lugar está la importancia de que se llevara a cabo un proceso institucional realizando acci ones c oncretas relevantes m ás al lá d e c omisiones d e estudio y d ebates e xpertos741; y e n s egundo l ugar puede especularse q ue j ugó un papel importante la división cultural y política entre la provincia y el resto de Canadá. Particularmente el que tradicionalmete la agenda política y económica de la Provincia sean una especie de arena separada que solo se conecta con la agenda federal en casos extremos o en políticas estratégicas que afectan también a Ontario o al resto del país. En tercer lugar podría agregarse e l factor l ingüístico que facilitó la coordinación de actores de distintas pr ovincias, po r e jemplo M ilner pa rticipando en inglés, y los actores de las provincias de Alberta y BC trabajando juntos 6.3 ENTRADA Y DESAHOGO DE LA INICIATIVA EN LA AGENDA INSTITUCIONAL FEDERAL En el contexto canadiense la pluralidad social y política es vista como una virtud, y asimismo existe una socidad civil activa que cubre una gran diversidad de causas y temas. D iferente hi storia e s s in e mbargo, s u i nstitucionalidad c onstitucional y e l proceso de toma de decisiones del gobierno. Allí prima la rigidez en varios sentidos. Su s istema de gobi erno no c onsidera l a di visión de pode res e jecutivo-legislativo, y eso ha ce qu e c uando s e c onforman gobi ernos de mayorías e sto s ignifique que e l aparato l egislativo y e jecutivo s on di rigidos al un ísono, -y po r m edio de un a disciplina p artidista f érrea- desde la o ficina d el p rimer ministro. C on u n ni vel de centralización t al q ue i ncluso el g abinete co nsiderado u n esp acio d e d eliberación y cierta p luralidad, y e l a parato b urócratico tradicional d el P rivy C ouncil y e l P rime 740 Pilon, Dennis ( 2007) “Facts o r Rh etoric? Elite M edia D ebate a bout V oting S ystems i n t he 2 007 Ontario Referendum Campaign” Paper prepared for the Canadian Political Science Association Annual GeneralMeeting, June 4-6, 2008, University of British Columbia, Vancouver, BC. Cabe comentar que aún s in c onocer e l tr abajo L educ e n 2014 m encionada la m isma op inión e inc luso qu e una invetsigación s obre e l t ema, un o de s us e studiantes de doctorado ha bía e ncontrado t estimonios de periodistas que habrían confirmado la existencia de una preferencia editorial de los medios. [entrevista con el autor] 741 Es una lectura compartida por varios politólogos que cuando el gobierno quiere llavar adelante una política pública se puede dar cuenta de ello por las celeridad de las acciones que realiza. En ese sentido Carty, P ilon, L eDuc, S eidle y M assicotte e xplícitamente h an r eferido e n s us e ntrevistas y e n s us trabajos escritos que en el ámbito federal y en varios procesos provinciales en realidad los gobiernos abrieron los d ebates –como es trategia d ilatoria o de d esgaste- sin t ener e n r ealidad l a vol untad de apoyar la realización de cambios reales 288 Minister Office han perdido relevancia742. No es de gratis que desde Paul Martin se haya reconocido la necesidad de reivindicar el papel de los miembros del parlamento de l a opos ición y de l pa rtido m ayoritario, pero s in cartera, y qu e un o de l os membretes de campaña más importantes del recién electo Justin Trudeau, haya sido precisamente regresar su dignidad y capacidad deliberativa al gabinete. Consistente con esa co nfiguración es la dificultad de que se r ealicen cambios institucionales de hondo calado en aquel, país. El proceso de patriación, y la carta de derechos de 1982, no solo fueron logros extraordinarios, sino que casi provocaron la ruptura misma del estado, y más recientemente el proceso de reforma al sistema de financiamiento de los partidos, t ambién t omo de t odo e l capital po lítico de l en s u momento muy poderoso primer ministro Jean Chrétien743. Por eso cuando se habla de la pos ibilidad de una reforma a l as i nstituciones pol íticas, como es el caso d e l a reforma e lectoral, la c antidad de esfuerzo que pue de a nticiparse, s erá r equerido también aumenta. De acuerdo con Cobb y Elder la entrada de un asunto a la agenda institucional se da c uando las a utoridades l egítimas t oman una decisión o ficial r especto a u na política pública. Aquí e l enfoque de pol íticas reconoce a l institucionalismo e l va lor crucial q ue por di versas r azones tienen l as f iguras l egalmente san cionadas p ara e l proceso de p olíticas744. A p esar de q ue es p recisamente l a labor del an alista d e políticas examinar el proceso de toma de decisiones de las autoridades públicas como resultado de muchos factores y espcialmente de l a influencia que pueden t ener una diversa gama d e act ores -políticos o personas completamente aj enas al am bito político- que pueden ser de facto los que determinan cursos de acción por su consejo, petición o i ncuso por m edio de a lgun t ipo d e c oacción sobre l os tomadores de decisiones. Lo cierto es que sigue siendo crucial el instante en el que los sujetos, legal y legítimamente sancionados como representates de la autoridad estatal decretan un curso de acción del aparato gubernamental. Seidle e n s u pa per de 2002 acertadamente veía inicio d e una c oalición de políticas púbicas. Y para 2014, tiempo después de que ya se sabía que había fracaso la iniciativa federal y los intentos provinciales, reflexionaba que no e ra suficiente la colocación de un a sunto en la agenda pública, ni s iquiera apoyado por una amplica coalición, s ino que e ra muy i mportante l a c ircunstancia de l momento y la pos ición expresa desde los tomadores de decisiones. Efectivamente, el que la agenda llegara a un paso de hacerse realidad durante el gobierno de Paul Martin no e s producto solo del acuerdo de gobierno que tuvo que realizar co n el N DP. La r evisión d e l os d ebates p arlamentarios muestra q ue n i siquiera es el punto de delibración más importante que se tuvo. Aunque la conjunción de F VC, l a L CC y ot ros c onfiguran una c oalición qu e l ogra gr an i mpacto e n la agenda publica, desde el únto de vista institucional el trabajo viene de los esfuerzos del ndp qu e m antiene e l t ema de sde 1995, e impulsa de cididamente l a a genda e n 742 Esto se discutió en el capítulo 4. Los principales autores sobre esto son Donald Savoaie, Paul G. Thomas y Peter Aucoin. 743 Jeffrey, op cit. 744 Ver discusión teórica en el capítulo 3 289 1999, con el beneplácito de los conservadores745, en ese sen tido la l ínea paralela es con F VBC y c on e l t rabajo de L eonen. La im portancia r elativa en el pr oceso de agenda setting de la coalición encabezada por la LCC y F VC que se dio de 2001 a 2005, son en realidad paralelos al trabajo constante que desde 1999 había realizado en NDP para promover el debate parlamentario sobre la materia. El registro del debate parlamentario sobre las iniciativas del NDP de creación de una comisión de estudio parlamentaria sobre alternativas de reforma electoral muestran que los momentos de mayor debate fueron previos al gobierno de Martin: Gráfica 13 Participación de MP’s en debates sobre RP, por legislatura; gobiernos de Jean Chrétien, Paul Martin y Stephen Harper 2 23 68 55 16 24 23 0 10 20 30 40 50 60 70 80 36-1 (se p 97 - s ep 99) 36-2 (o ct 99 - o ct 00 37-1 (fe b 01 - s ep 02 ) 37-2 (o ct 02 - n ov 03 ) 37-3 (fe b 04 - m ay 04 ) 38-1 (o ct 04 - n ov 05 ) 39-1 (a br 0 6 - se p 0 7) Fuente: Elaboración propia 745 El BQ siempre ha sido simpático con la propuesta, aunque muy intelectual. Estratégicamente como dijera massicotte y milner para el caso de Québec quiza el descenso electoral que empieza a notarse les lleva a tener mayores simpatías por un mecanismo que garantice su presencia 290 Gráfica 14 Participación mensual de MP’s del NDP y del resto de partidos, en debates sobre RP; gobiernos de Jean Chrétien, Paul Martin y Stephen Harper 0 5 10 15 20 25 30 no v-9 9 feb -00 may -00 ago -00 no v-0 0 feb -01 may -01 ago -01 no v-0 1 feb -02 may -02 ago -02 no v-0 2 feb -03 may -03 ago -03 no v-0 3 feb -04 may -04 ago -04 no v-0 4 feb -05 may -05 ago -05 no v-0 5 feb -06 may -06 ago -06 MP's (Solo NDP) MP'S (Excepto NDP) Fuente: Elaboración propia Gráfica 15 Proporción de participantes en los debates (NDP vs Otros) 0 13 46 31 9 9 7 2 10 22 24 7 15 16 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100% 36 -1 (se p 9 7 - se p 9 9) 36 -2 (oc t 99 - o ct 0 0 37 -1 (fe b 0 1 - se p 0 2) 37 -2 (oc t 02 - n ov 03 ) 37 -3 (fe b 0 4 - m ay 04 ) 38 -1 (oc t 04 - n ov 05 ) 39 -1 (ab r 0 6 - se p 0 7) MP's (Solo NDP) MP's (excepto NDP) Fuente: elaboración propia En 1997 L orne N ystrom den N DP presentó las p rimera i niciativa f ormal p ara el estableciendo de un estudio en la materia. (Bill C-287). Desde entonces varias veces se pudo establecer un debate con miembros de los demás partidos respresentados en 291 la cámara –y especialmente con el gobernante partido Liberal o con la intervención de miembros del gabinete746. Siendo los últimos de estos momentos cuestionamientos a Mauril Belanger en junio de 2005 sobre el incumplimiento de los acuerdos de trabajo en m ateria d e r eforma el ectoral a l os q ue el g obierno d e Mar tin se h abía comprometido Las gráficas muestran que se dieron tres fases en su inserción institucional que se reflejan en los debates parlamentarios. La primera fase se d io entre 1999 y 2001 corresponde a l i ntento original de l N DP de c olocar el a sunto di rectamente e n l a agenda institucional. En esta etapa a pesar de no haber todavia la presencia del tema en la agenda pública a nivel federal, se logra que un i mportante debate y un a breve mirada al asunto por parte del SCHPA. Nystrom narra que en 2001 la mocion 155 se debatio y c asi se logró747 el e stablecimiento de una i nvestigación –algo que l os liberales s aben m uy b ien s irve d e e strategia diletante. E l N DP lo gró p rogresos importantes mucho a ntes que l a s ituación de debilidad c omo gobi erno de minoría llevara a M artin a o rdenar f ormalmente l a i nvestigación ad h oc d el S CHPA. Esta primera f ase es enmarcada por e l u ltimo intento r eformista de J ean C hrétien qui en aunque para entonces estaba ya con un i mportante desgaste político y a punto verse golpeado por varios escándalos que afectabrían el prestigio del gobierno y del partido hizo, de l a mano de B oudria un ultimo intento por realizar r efomas el ectorales - reforma al sistema el ectoral, esp ecialmente a l as f inanzas de l os p artidos748- que abonaran al legado político de su gobierno próximo a terminar. En ese sen tido cab e apuntar, s e h a dicho que Ed B roadbent e s e l i mpulsor principal dentro del NDP, pero las intervenciones no s on la proclama de una agenda sino el tono es de convicciones personales, Lorne Nystrom es quien sistemáticamente hace las propuestas hasta su retiro, argumentando cada vez apasionadamente, cuando en e l c aucus l o no mbraron c rítico del r amo e n 2001, ha cía ya t iempo que é l ha bía protagonizado el impulso en la agenda. Los demás MP’s del NDP que participan en los debates también defieneden su caso e laborando e xplicaciones que s i no f ueran pr opias como mínimo s on i deas plenamente apropiadas, y de hecho esto puede contrastarse, por ejemplo Ivon Goodin, o Jack Lyton toas figuras prominentes que sin embargo no parecen tener tanto interés, o al menos, comparados con Nystrom, o Libby Davis participan escasamente en los debates parlamentarios. Incluso de Pat Martin que toma el relevo en la agenda tras el retiro de Nystrom, puede pensarse que asume más una posición institucional que una causa personal como fue en el caso del Nystrom, ya que Martin practicament no tuvo presencia en los debates antes de 2006 En l a s egunda e tapa que a barca 2003 e s provocada por l as i nsistentes iniciativas d el N DP d e decretos q ue es tablezcan u n p roceso d e co nsulta n acional vinculatorio sobre el asunto y esta enmarcada por una parte en el ascenso de FVC y 746 La tabla completa sobre los debates se encuenta en los anexos, [tabla 12] 747 Nystrom, (2001) op cit. 748 Ver Young, Lisa, et al. (2007) “Altering the Political Landscape: State Funding and Party Finance” en Canadian Parties in Transition, Peterborough: Broadview Press. 292 por e l ot ro en e l proceso de reforma a l f inanciemiento de los partidos que Chrétien opero a través de su líder en la cámara Don Boudria. La tercera etapa corresponde al gobierno de Martin y al inicio del gobierno de Stephen Harper. Para entonces el escenario es distinto, no solo están en pleno auge los procesos en varias provincias y el trabajo de FVC y la LCC ha logrado insertar la idea en la agenda pública federal, sino que el gobierno de Martin se encuentra en una posición d e de bilidad desde e l p rincipio, internamente e l pr oceso de sucesión ha desgastado y dejado llevado la división entre los grupos de Chrétien y Martin antes parte de un solo poderoso grupo trudearista, y e sto se ha reflejado en los resultados electorales, pero d e m anera m uy i mportante e n q ue se d ebilitara el c aucus l iberal, menos miembros y l os que s obrevivieron c omo B oudria f erreo opo sitor de l tema, habían sido menguados749. La situación era tan complicada que Jacques Saada, con todo y s er dentro del caucus uno de los más leales a M artin no duro mucho como l íder de la cámara. La designación de Tony Valeri parecía Mostar a u n Martin a la defensiva, más comodo con un colaborador que por su perfil corporativo recordaba el mundo de los negocios del que Martin Provenía. El gobierno parecía haber tomado una decisión, prefería apurar el trago y vivir los dí as c ontados de s u gobierno c omo s i f ueran mayoría que ve rse hu millado por llevar adelante un ve rdadero gobierno de coalición. Como finalmente se ha aceptado un de bate i nstitucional s erío e n e l s eno de l S CHPA, los debates en el p leno so n menores, y l as menciones que se dan provienen de parlamentarios de otros partidos. Esto cambia de nuevo con la llegada de Harper en el 39º parlamento. Aunque se trata de un gobi erno de minoría, la alianza de los conservadores con el Bloc Qubecois es estable y da seguridad al programa de gobierno de Harper. En ese contexto el NDP, ve co mo su ag enda so bre R P es r eemplazada, si n q ue t enga mucha cap acidad d e presionar a l gobierno. De febrero a mayo t ratan de colocar e l asunto s iguiendo una estrategia similar a l a del ahora retirado Nystrom, presentando mociones, iniciativas de l ey y llamando a l de bate, pe ro pa ra e se m omento el m omento pol ítico h a cambiado, no s olo por que l as i niciativas de r eforma al sen ado ocupa el esp acio central dentro del tema de las “reformas democráticas” sino porque e l programa de gobierno co nservador tiene en l a mira p olíticas en m ateria so cial, d e i mpuestos y gasto público que van al corazón de la agenda del NDP. Queda en tonces establecido que el desarrollo de l a agenda no se dio por una solo coyuntura o evento crítico, como fue la s ituación de gobierno de minoría, sino que h ay d etrás l a su ma d e v arios f actores: p or un l ado e l a sunto ya habia t ocado terreno institucional gracias al NDP y habia sido reiteadamente debatido desde hacía un l ustro, en s egundo l ugar t ambién s e ha bía l egitimado gr acias a que va rias provincias importantes estaban de hecho llevando a a cabo pasos en esa dirección. En tercer lugar esta el paulatino proceso de agenda setting derivado del activismo de la 749 Varios medios apuntaron en el momento que Boudria había sido removido de su posición de líder del g obierno e n l a cá mara p or e nfrentar acu saciones de c orrupción. S in e mbargo e n s u e ntrevista Boudria menciona que este movimiento más bien muestra que Martin no cumplio acuerdos que había realizado con varios actores políticos -que probablemente le apoyaron durante el proceso de sucesión de Chrétien-, hecho que no solo provoco fracturas en la bancada sino que en su conjunto la debilitó. 293 LCC, FVC y el debate académico que se mencionó en el apartado anterior. En cuarto lugar esta la propia agenda reformista de Martin que dio un contexto discursivo en el cual e ra muy di fícil no relacionar e l debate sobre RP en e l marco de l programa de “reformas democráticas de l gobierno”. En quinto lugar está –ahora s i- la coyuntura clave de qu e e l gobi erno l iberal q uedara r educido a m inoría y t uviera que l levar adelante un acuerdo de gobierno con el NDP, parte del cual consideraba la reforma electoral. Finalmente la agenda había lo grado insertarse en el ambito institucional y aunque con dilaciones e l gobierno de coalición de Martin había dado una respuesta oficial afirmativa; se realizaría un proceso de consulta y de desarrollo de un proceso de reforma, real para el ámbito federal. Puede incluso especularse que la asignación de la cartera a B elinda Strosnatch en los u ltimos días del gobierno de Martin es un indicio de que éste s e p reparaba p ara -que e n c aso de sobrevivir- tener q ue l levar adelante un proceso de consulta este fuera dilatorio. Aunque un e vento c rítico –la c aída d e Ma rtin- puede s er acu sado d e ser el verdadero c ulpable de que m uriera l a a genda. P aradójicamente l a misma co mo proceso d e pol ítica p ública t ambién pue de ser c onsiderada c omo e xitosa, pue s finalmente logro un cambio de la política. El gobierno de Paul Martin durante el 38th parlamento es un gobi erno de sde l a de bilidad, pe ro a costumbrado a comportarse como si estuviera en plenitud de sus poderes, quiza demasiado tiempo habían estado muchos parlamentarios y miembros del gobierno dirigiendo a la nación que no fueron capaces d e asi milar cuán ef ímero ser ía su o portunidad de en mendar su imagen pública. Aquí cobra relevancia la tradición institucional canadiense que ve el co-gobernar con como una humillación, ello parece haber sido un factor determinante para que el gobierno de Paul Martin prefiriera una tácita dimisión al incumplir sus acuerdos con el NDP que p ermitir e l p aso d e u na ser ie d e p olíticas so ciales y redistributivas d e amplio alcance. El parlamentarísmo candiense, como han señalado los críticos de la conentración de l pode r pr imeministerial, s e pa rece m ucho a l pr esidencialismo, e incluso a veces tiene una personalización del poder más centuada. Por ot ra pa rte ha blando de l as e lites, e n un pa ís de 33 m illones de ha bitantes concentrados e n nuve nucleos u rbanos l a d ispersión d e l as el ites es r elativamente limitada. Por ello las comunidades específicas, académicas, de ciencia política, de los partidos, d e l os p eriodistas, d e l os ac tivistas so ciales, d e l os f eministras frecuentemente son transversales o permiten la proyección nacional de sus grupos. En ese sentido puede decirse que aún los actores políticos y los al rpincipio relativamente pocos p olitólogos q ue s e m ovilizan p ara f avorecer el tema so n p arte d e l as él ites locales o grupales. Y esto se va a ver en su fuerza de difusión del asunto. Pilon, M ilner o N ystrom refieren h aber organizado y participado en m ultiples foros. L o m ismo ot ros pol itólogos que no f ueron pa rticularmente pr omotores de l a idea c omo Carty, o C ross. Mu chas v eces est os p olitólogos co incidieron en ev entos con corte académico, pero también muchas veces estuvieron en eventos comunitarios, u organizados en colaboración con asociaciones civicas locales. Y todo sin contar los eventos organizados por la LCC Elections Canada, o directamente FVC en conjunto podemos hablar de cientos de actos públicos cuyas necesidades logísticas, atestiguan la movlización d e en ormes r ecursos. Y d e u n efecto ag raegado d e esa campaña d e 294 difusión del evento. Aun sin una gran cobertura mediática sin que FVC tuviera unalto financiamiento en propaganda política. El t rabjao conjunto f ue una c ampaña pol ítica cuyo l egado se h a v isto en el mediano plazo.El despliegue mas´importante fue obviamente el realizado por la LCC y F VC, pe ro t ambién significativos t odos l os e ventos or ganizados p or a ctivistas locales con el apoyo de los académicos u otras figuras políticas locales interesadas en el tema. Eso es lo que significa una fractura en la élite, quizá no hubo un conflicto de alcances mediáticos en el partido liberal sobre el asunto, pero en un segundo nivel, la densidad de la coalición a favor de la RP, da cuenta de dicha fractura. Además está por s upuesto e l N DP que s i r epresenta di rectamente un f actor de pod er c entral. E incluso la a mbigua pos ición de l pa rtido c onservador, y por expansión las f racturas locales donde ahora sí la visibilidad del debate en Québec contribuye al legitimar el issue como relevante y apto para discusión en Ottawa. Tras la caída de l gobi erno de l P artido L iberal pude de cirse que comienza una etapa política diferente, la era del partido conservador, y sobre todo la era de Stephen Harper, al p rincipio po r s er un go bierno m inoritario pa recía t ener la voluntad d e integrara e n s u a genda de manera a mplia, f lexible y r etomando a suntos que ha bía venido empujando en conjunto el partido conservador y el NDP. Dos de l os punt os de c onvergencia ha bían sido la n ecesidad d e r eformas democráticas y naturalmente el asunto que había llevado a la caída de Paul Martin, el tema de la corrupción. En el primer asunto todavía en el parlamento 39 se escucharon iniciativas del N DP c omo ha bían ve nido ha ciendo de sde e l 36 parlamento, no obstante la estrategia de Harper es desviar el asunto hacia la reforma del Senado, cosa que p or ci erto n o n ecesariamente e ra m ala i dea, en s i m isma, y d e h echo d esde e l inicio del ascenso del tema en el ámbito académico y en el debate público a f ines de los noventa ya había sido sugerido por Kenneth Carty. En el segundo punto también se dieron reformas que desviaban la atención del asunto del gasto público. El tema del combate a la corrupción fue lo que lleno este espacio. El procesamiento de estas reformas y promesa de la atención futura a l as otras junto a una agresiva estrategia de marketing le permitió a Harper ganar tiempo hasta la c onvocatoria a e lecciones que t uvo l ugar e n oc tubre 20 08, c uando s e ve rifica l a tendencia a l a b aja d el p artido l iberal y e l gobierno d e H arper a unque a ún e s minoritario ve di sminuida l a pos ibilidad de qu e s e c onstruya una c oalición e n s u contra al menos eso parecía hasta el 4 de diciembre de 2008 cuando Harper tuvo que suspender el parlamento en funciones para dilatar un llamado a un voto de confianza que había promovido una coalición opositora. Tras ese episodio la actitud de Harper frente a l os pa rtidos d e opos ición s e vue lve más dur a c onformando una a genda cerrada en materia d e reforma el ectoral q ue va a imponer s obre l a ba se de s us posteriores victorias electorales que le dan mayoría en 2011. Pero a p esar de que la propuesta de reforma electoral dejó de escucharse en el parlamento, e l pr oceso que t uvo l ugar a lrededor de l os años de gobi erno de P aul Martin dejo un legado importante que evntualmente sería visible con el aguge que ha retomado el asunto recientemente con el regreso al poder de los liberales de la mano de Justin Trudeau. 295 CAPÍTULO 7. MECÁNICA DEL INVOLUCRAMIENTO DE LOS POLITÓLOGOS Y DEL PROCESO DE DE TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO La visibilidad pública de la ciencia política en Canadá parece comenzar poco tiempo antes co n l a ex periencia d e l a L ortie C ommissión q ue d iscutió t emas directamente materia de la disciplina. La disciplina entonces comprobó sus credenciales, haciendo estudios ex tensos so bre u na am plia d iversis d e t emas q ue v an d e l a p articipación electoral a l a inclusión de las mujeres, pasando por el tema del financiamiento a l os partidos políticos. Esa fue t odavía una l abor de apoyo t écnico bastante d iscreto. E l proceso de reforma a l as f inanzas de l os pa rtidos or denado por C hrétien y c onducido por e l entonces líder de la cámara Don Boudria poco t iempo después, f ue expedito y c on relativamente p oco d ebate. E scasos t ambién fueron en tonces l os t estigos ex pertos invitados al parlamento, casi todos actores institucionales, gente de los partidos, gente de e lections c anadá, g ente de l go bierno. S olo un pol itólogo; Manon T remblay hablando so bre el t ema de l a i nclusión de las m ujeres750, y c uriosamente t ambién Nick Leonen y Patrick Boyer751. Aprovechando la ocasión para –sin éxito- mencionar el asunto de la RP. El de bate f ederal s obre la i ntroducción de r epresentación proporcional en e l parlamento durante el gobierno de Paul Martin ser ía diferente. Por diversas razónes los politólogos coincidían en que por lo menos había que discutir el asunto seriamente y su presencia en el debate fuera y dentro del parlamento fue entonces mucho mayor. Amerita explorarse con cierto detenimiento. Hasta d onde se sabe ninguno de l os autores c entrales del de bate sobre representación proporcional ha desarrollado como tema la reflexión metadisciplinar. Los r eferentes so bre l a h istoria d e la d isciplina en el p aís revisados en e l qui nto capítulo, y l as r eflexiones q ue co mpartieron en su s en trevistas n os d an ci ertas coordenadas para entender los parametros basicos de la relación entre lo politólogos y varios escenarios de actividad política que van del activismo social al consejo experto y al involucramiento partidista. Lo primero que hay que hacer distinguir algunas diferencias básicas entre sus aproximaciones a l de bate. L os pol itologos t uvieron di ferentes ni veles de involucramiento, tipos de objetivos, y diferentes historias personales y visiones de lo que significa la disciplina así como de lo que es la participación política. Aunque l a i nformación c on l a que se c uenta e s e scasa, pu eden pr oponerse ciertos patrones como ejemplos típicos. En ese s entido la primera distinción es en tre nivel de politización e intensidad de la participación. Puede proponerse que el interés por la política es un asunto connatural de la disciplina, pero aún así tres factores nos permiten v er como de terminantes de l a pa rticipación cuando ha y una or ientación diferente a l trabajo a cadémico: a ) los a ntecedentes y f amiliaridad co n la act ividad política, b) las actitudes y orientación respecto a la idea misma de práctica política y 750 SCHPA, Meeting 16, 24 de noviembre de 1999. 751 SCHPA, Meeting 15, 23 de noviembre de 1999. 296 su relación con el oficio del politólogo, y c) las expresiones normativas y actividades explicitas realizadas. 7.1 INTENSIDAD Y REPERTORIOS DE LA PARTICIPACIÓN Las d iferencia q ue su gen d e m anera i nmediata cuando se co mpararan a l os politólogos llevan a enlistar las d iferencias y a partir de ellas proponer una primera clasificación o t ipología b asada en dos cat egorías; el n ivel d e al ejamiento d e l as actividades profesionales pr opias de l á mbito a cadémico ya que e sto e s uno de l os aspectos que parecen más ambiguos de su involucramiento, todos concuerdan que la investigación, di vulgación e i ncluso e l c onsejo e xperto e s pa rte de s u labor académica, sin embargo deben examinarse las sutiles –o no tan sutiles- diferencias en los pormenores de este tipos de actividades que le dotan a l a misma un sentido más proximo al proselitismo o activismo que a un acto oficioso. En ese sentido, y en línea con la discusión teórica revisada en los capítulos 1, 2 y 3. Podemos decir q ue la ci encia p olítica co mo em presa so cial est á naturalmente politizada p or un lado por s u o rientación de utilidad púb lica ge neral, e s d ecir d el contrato s ocial que l e br inda l egitimidad a l a misma, y p or e l ot ro en r azón de s u objeto de e studio que lidia d e m anera d irecta con d iscusiones n ormativas y co n e l análisis d e los esf uerzos q ue se h acen p ara la i mplementación d e l as mismas. S in embargo aunque relevante esta politicidad puede considerarse una característica del oficio, similar a la que pueden compartir otras disciplinas académicas o profesiones liberales. Entonces es cuendo puede cuestionarse específicamente, bajo l a l uz de l a tradición conductista y sus i nfluencias positivistas; ¿en qué momento una actividad aparentemente ac adémica se co nvierte m ás b ien p articipación p olítica n o convencional? Al r especto s e pr oponen dos c riterios b ásicos, 1. El nivel d e alejamiento del ámbito oficioso: 1.a del marco de actividades académicas o dentro del marco d e esp acios u o bjetivos ac adémicos d e l as a ctividades; 1.b relación d e l as ideas, conclusiones o conjeturas defendidas de lo que muestra la evidencia empírica correpondiente; 1.c relación con actores u organizaciones que forman las coaliciones; y 2. Intensidad de l a participación; e ntendida c omo: 2. a nivel de es fuerzo, 2. b duración, 2.c can tidad d e actividades r ealizadas, 2.d, t rabajo acad émico so bre e l asunto, y 2.e intensidad de la preferencia Siguiendo e stos r eferentes se en contro i nformación que pue de interpretarse como e videncia de que v arios ac adémicos q ue ex aminaron el tema r ebasaron el ámbito académicos y pasaron a r ealizar –con diferentes niveles- activismo político a favor de la RP. Naturalmente esto es o bvio para los casos de Dennis Pilón y H enry Milner, pe ro también se p uede v er ev idencia dde el lo en o tros es tudiosos d el t ema como lo muestra la siguiente tabla: 297 Tabla 8. Ejemplos de actividades extra-académicas de los politólogos respecto a la agenda federal de RP 1. El nivel de alejamiento del ámbito oficioso 2. Evaluación de intensidad Profesor Tipo de actividades Ejemplos destacados 1.a Relación con el trabajo académico 1.b Relación de argumentos con la evidencia752 1.c Patrocinado por org. o actores de las coaliciones 2.a Nivel de esfuerzo en ese tipo de actividades753 2.b Persistencia en el mediano y largo plazo 2.c Cantidad de actividades realizadas 2.d Intensidad de inv. en el tema (Publ. acad)754 2.e. Intensidad (de la preferencia por la RP) Dennis Pilon A. Relación con Organizaciones Participación en FVC755 No - - Medio-bajo Si Alto Alto (+de 12) Alta B. Relación con prtidos y actores políticos Participación con el NDP756 No - - Medio-alto Si Alto C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Participación en ev ento: “ Making Voting R eform C ount: E valuating Historical Vo ting R eform Strategies in B ritish C olumbia,” Making Vo tes C ount C onference, Vancouver B.C., May 13, 2000 No Parcial Si Alto Si Alto D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) Paper p ara C SJ “ Canada’s Democratic Deficit: Is Proportional Representation the Answer?” No Parcial Si Medio-alto Si Medio-alto E. Artículos de divulgación o de amplia difusión (2007) “Against All Od ds: Winning E lectoral R eform in Ontario”en People’s Voice. Mixto Parcial No Medio-bajo Si Medio-bajo 752 Un análisis r iguroso de este rubro, demandaría una investigación aparte, sin embargo la centralidad del i tem para establecer el argumento de participación política d e l os p olitólogos hace i ndispensable q ue s e es tablezca u na v aloración s obre el as unto, l a cu al o bviamente d ebe s er considerada de carácter exploratoria y tentativa, pero informada, y por ello de utilidad para el esquema de análisis que se propone. 753 Se utiliza una clasificación exploratoria de cuatro niveles bajo/medio-bajo/medio-alto/alto 754 La revisión bibliográfica es muestra diferentes tipos de investigaciones y reportes. En muchos casos es difícil distinguir entre un artículo breve pero de m ucha f ormalidad a cadémica o de ot ro a mplio pe ro m ayormente de opinión. E n t odos c asos l as p ublicaciones e n r evistas arbitradas tradicionales están presentes pero no son suficientes para una comparación consistente. Por ejemplo Blais es el que tiene más artículos en revistas arbitradas, pero la mayoría en coautoría con estudiosos de otros temas, mientras que pilón tiene buena parte de su trabajo más formal en capítulos de libros, incluyendo dos volúmenes de autor único dedicados al tema. Por eso se ha considerado justo hacer un estimado promedio no como rasero estricto sino solo para tener una idea de la intensidad del trabajo académico que los autores han desarrollado. 755 El profesor fue invitado personalmente por Larry Gordon, y además puede suponerse que en sus participaciones subsecuentes fue tratado como un activo para la organización por lo que no debió recaer sobre él el esfuerzo de participar. 756 Aquí deben distinguirse dos momentos, en primer lugar cuando el profesor se relacionó por primera vez con el partido puede suponerse que el esfuerzo de participación recayó sobre él, posteriormente respecto a la agenda de RP, la convergencia entre el NDP y los promotores de la iniciativa no cambia el hecho de que el acceso a los actores clave del momento en el NDP como Ed Broadbent, Alexa McDonough, Lorne Nystrom o Jack Lyton, aunque facilitado por la convergencia de agenda debio seguir siendo no inmediato. 298 1. El nivel de alejamiento del ámbito oficioso 2. Evaluación de intensidad Profesor Tipo de actividades Ejemplos destacados 1.a Relación con el trabajo académico 1.b Relación de argumentos con la evidencia752 1.c Patrocinado por org. o actores de las coaliciones 2.a Nivel de esfuerzo en ese tipo de actividades753 2.b Persistencia en el mediano y largo plazo 2.c Cantidad de actividades realizadas 2.d Intensidad de inv. en el tema (Publ. acad)754 2.e. Intensidad (de la preferencia por la RP) F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios Columna ( 2015) “ Electoral Reform: Here’s th e ev idence, M r. Trudeau Mixto Parcial Si Medio-alto Si Medio-bajo Andre Blais A. Relación con Organizaciones No - - - Bajo - Bajo Alto (+ de 12) Media-baja B. Relación con partidos y actores políticos No - - - Bajo - Bajo C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Participación en “ Round Table on Proportional R epresentation” Moncton NB Mixto Parcial Si Bajo Alto Alto D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) Reporte: “ Why is T urnout Hig her in Some Countries than in Others? Mixto Alto Si Alto Si Medio-alto E. Artículos de divulgación o de amplia difusión Blais, An dré ( 1999) “ Criteria f or Assesing Electoral Systems” Mixto Parcial Si Medio-alto Si Medio-alto F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios Si (el autor refiere ser entrevistado frecuentemente por varios medios) Mixto Parcial No Bajo Si Alto Kenneth Carty A. Relación con Organizaciones No - - - - - - Alto (aprox 10) Media-baja B. Relación con prtidos y actores políticos Si (Redes con el PL) Mixto Parcial No Bajo Si Bajo C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Participación en “Round Table on Proportional R epresentation” Moncton NB Mixto Parcial Si Bajo Si Medio-bajo D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) No - - - - - - E. Artículos de divulgación o de amplia difusión (1997) “ Electoral Reform S hould Begin W ith T he Senate” C hoices IRPP Mixto Parcial Si Medio-bajo Si Medio-alto F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios “Who k illed B C-STV” The T hye, 8 de Julio de 2009 No Parcial No Medio-bajo Si Medio-bajo Henry Milner A. Relación con Organizaciones Si, (miembro del consejo nacional) No Parcial Si Medio-alto Si Alto Medio-alto (aprox. 8) Alta B. Relación con prtidos y actores políticos PQ, NDP No No Si Medio-bajo No Bajo C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Participación en ev ento, lanzamiento de F VC 2001 “Every votes count” No Parcial Si Medio-alto Si Medio-Alto 299 1. El nivel de alejamiento del ámbito oficioso 2. Evaluación de intensidad Profesor Tipo de actividades Ejemplos destacados 1.a Relación con el trabajo académico 1.b Relación de argumentos con la evidencia752 1.c Patrocinado por org. o actores de las coaliciones 2.a Nivel de esfuerzo en ese tipo de actividades753 2.b Persistencia en el mediano y largo plazo 2.c Cantidad de actividades realizadas 2.d Intensidad de inv. en el tema (Publ. acad)754 2.e. Intensidad (de la preferencia por la RP) D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) (2005) A re Y oung C anadians Becoming Po litical Dr opouts? A Comparative Perspective IRPP Mixto Bajo Si Medio-alto No Medio-bajo E. Artículos de divulgación o de amplia difusión “The c ase f or pr oportional representation” (1997) IRPP Mixto Parcial Si Medio-alto Si Medio-bajo F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios Si (el autor refiere ser entrevistado frecuentemente por varios medios) Mixto Parcial No Medio-bajo Si Medio- bajo Lawrence Leduc A. Relación con Organizaciones Ocasional con FVC - - Si Bajo Si Medio-bajo Medio- bajo (aprox. 6) Media-alta B. Relación con prtidos y actores políticos No - - - - - - C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Escasa - - - Bajo Medio- bajo Bajo D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) Explaining t he T urnout Declin e in Canadian Fed eral E lections: A New Survey of Non-voters Mixto Alto Si Alto Medio- bajo Bajo E. Artículos de divulgación o de amplia difusión (2005) “Making Votes Count: How Well Did Ou r E lectoral Sy stem Perform?” en Electoral Insight Mixto Parcial Si Alto Medio- bajo Bajo F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios Si (el autor refiere ser entrevistado ocasionalmente por varios medios) Mixto Parcial No Bajo Medio- bajo Bajo Louis Massicotte A. Relación con Organizaciones Ocasional con FVC No Parcial Si Medio-alto Si Medio-alto Medio- bajo (aprox 6) Alta B. Relación con prtidos y actores políticos No - - - - - - C. Participación en eventos o conferencias pro-PR Escasas en lo f ederal, p ero abundantes en el caso de Qubec Mixto Parcial Si Medio-alto Si Medio-bajo D. Reportes e investigaciones especiales (No artículos académicos) (2001) I RPP “ Changing t he Canadian Electoral System” Mixto Parcial Si Alto Medio- bajo Media-baja E. Artículos de divulgación o de amplia difusión (2001) Policy Options “Alternative voting or mixed member/proportional: what can we expect?” IRPP Mixto Parcial Si Alto Medio- bajo Media-baja F. Columnas, entrevistas o desplegados en medios Escasas, li mitdas al d ebate en Quebec - - - - - - 300 Los ej emplos d e l a t abla corresponden a 7 pr ofesores c uya pa rticipación f ue central en el debate, algunos fueron más prolíficos en su producción académica, otros menos; algunos tuvieron un abierto y fuerte compromiso con la causa, como Pilón y Milner y M assicotte, o tros tr ataron d e m antener an clada su ar gumentación co n evidencias, como Blais y Carty, pero todos en general trataron de impulsar la agenda. La t abla e s i ndicativa, da da la di ficultad pa ra e ncontrar i nformación de l os eventos en trevistas y co lumnas su eltas d e l os a utores, e ntre 1999 y 20 05, e s no s e puede proponer esquema de cuantificación que provea de un índice que sea justo con los autores. Sin embargo, el hecho de que en cada rubro exista evidencia de al menos media docena de actividades que atestiguan una labor de activismo nos permite tener una i magend e l a su tileza d el p roceso d e p articipación p olítica q ue estos su jetos realizan si n perder su ca lidad d e aca démicos d e tiempo co mpleto r espetados en su campo pr ofesional. Consideremos por e jemplo que a ún P ilon y M ilner, que s on quienes más abiertamente han sido impulsores de la agenda, señalaron haber evitado actividades de l obby c on l egisladores o di rectamente e n l os pa rtidos p olíticos. S us contactos c on act ores políticos se limitaron a ser co nvergencias y en t odo caso al marco de eventos públicos. 7.2 POLITIZACIÓN Y PERFILES PROFESIONALES: DETERMINANTES DE LA PARTICIPACIÓN Las en trevistas a l os a utores y e l c onjunto de l a i nformación obt enida dan indicios de que la dinámica de la participación de los poitólogos académicos coincide con l os d eterminates generales del act ivismo que señ ala l a l iteratura so bre participación política no convencional y sobre movimientos sociales757. Los procesos de socialización, las experiencias previas, los antecedentes familiares; las redes y los eventos detonantes, son factores que aplican de manera general tanto para la realidad de un activista como para examinar el involucramiento de los politólogos. Dennis P ilón, B rian Tanguay y H enry M ilner r efirieron ha ber t enido participación en política partidista durante su juventud. Aunque un factor interesante es que ninguno llegó a trabajar en el gobierno. Quizá ello es un factor que puede ser decisivo en l a el ección p rofesional pues de ha ber l legado a l gobi erno quizá no hubieran de cidido s eguir en esa d irección en l ugar d e l a carrera aca démica. Pilon explícitamente señala haber desarrollado una vision del mundo antes de sus estudios, es una pe rsona de opi niones pol íticas fuertes, de i zquierda y que pr efiere l a mayor democratización y los espacios delierativos. La socialización política relacionada con el ej emplo f amiliar es tá p resente en el caso de B rian T anguay q ue n arra h aber presenciado l as d ificultades q ue tuvo su p adre –quien era d irector en u na escu ela secundaria- relativas a las t ensiones culturales e ntre las comunidades a nglófonas y francófonas en el sur de Ontario en los años sesenta. En el caso de Milner su paso por la experiencia política también influye en que acepte más el perfil público de la disciplina, y su interés por el tema de la rp también tiene relación con su experiencia de juventud en la política. Su trabajo sin embargo es 757 Ver supra, capítulos 3 y 4 301 como en el caso d e b lais, o riginalmente cen trado en o tros t emas, milner señ ala e n entrevista que su interés ee reavivo con el estudio de la calidad de vida, de los países scandinavos, s in e mbargo e llo s e contradice con l a introducción de s u l ibro dond e explica s u experiencia de j uventud c omo i nspiración de s u i nvolucramiento. L a preferencia es fuerte igual o más que en el caso de Pilon pues no se trata de una causa adquirida, sino de un asunto pendiente de valor personal. No o bstante, Mi lner p ara en tonces y a es u n p rofesor en proceso d e retiro, y desarrollando t ambién ot ra a genda de i nvetsigación que no s e vi ncula m ucho directamente co n los s istemas el ectorales“el conocimiento pol ítico e n j óvenes” El apoyo que da e s de cidio, y a bierto, e stando pr esente de sde e l e vento c onstitutivo mismo de FVC, y sobre todo con la compilación de trabajos a f avor del tema en su libro de 1999, s in embargo fuera de ello y la participación en conferencias sobre el tema co mún a casi todos l os politólogos aq uí r evisados su activismo es comparativamente menor que el de pilon. Su p erfil es más si milar al d el L awrence L educ q uien si endo p ara e ntonces profesor emérito, es decir en semi retiro, también t iene comparativamente hablando un perfil de activismo relativamente limitado. Su carrera esta solidamente fincada en investigaciones empíricas y cuantitativas, sin embargo cuando comienza a analizar el asunto en los o chenta, el d esarrollo d e su p referencia p arece estar f incada en privilegiar l a im portancia d e la representación p olítica. E l p articipa al ig ual q ue milner en F VC d esde e l p rincipio pero d esarrolla su d efensa d e la idea m ás p or escrito, a l i gual q ue B lais y M ilner tra tando de r elacionar l a ev idencia so bre l os efectos del sistema electoral con la afección política y la participación electoral. Su preferencia es más abierta que en el caso de Blais, pero menor que la de Milner. De Massicotte no se p udo tener información de primera fuente, sin embargo en sus trabajos publicados no se mencionan experiencias -similares por ejemplo a las de Milner- que le hayan atraído al tema de la reforma electoral. Kenneth Carty a l r elatar su invitación al p roceso de l as asambleas ciudadanas, menciona su amistad previa con el premier de BC Gordon Campbell, y que de hecho ha conocido muchos políticos que llegaron a puestos importates en la provincia, por ejemplo por ser vecinos o coincidir en redes sociales locales, incluso muchas veces antes de que fueran políticos. En un s entido c ontrario c oinciden l as h istorias de André B lais y L awrence Leduc por un lado en que ambos que refirieron no haber tenido actividades partidistas previas, a pesar de ciertas relaciones menores de familiares con política local. Y por el otro lado con e l hecho de que su visión de la d isciplina sea enfáticamente por la cientificidad, L educ s e define c omo i nfluenciado por el m ovimiento c onductista y efectivamente, sus trabajos son sobre todo cuantitativos; y Blais señala su preferencia inicial por estudiar una ciencia dura como matemáticas o ingeniería, influenciado por el hecho de que su padre fuera arquitecto. Su trabajo académico ha sido consistente ccon ese propósito, y de alli su estilo de invetsigación empírico y c uantitativo. Su interés por el tema parece venir de dos fuentes e n pr imer l ugar s u i ncursión e n l os e studios e lectorales e n ge neral, e n segundo lugar su participación en la lortie commission, en cuarto lugar l a moda, e l tema co mienza a ser l a n ovedad en l a d isciplina h acia f ines d e l os n oventa. Y e n 302 quinto lugar sus trabajos inciales con Kenneth Carty que reflejan un interés por poner a p rueba l os ef ectos b enéficos esp erados d e la R P, y l os est udios teóricos so bre sistemas electorales que emprende junto con Massicotte. La evidencia parece ser en ese sentido, pero como el mismo señalara en muchas ocasiones adelante, la previsión de los efectos es compleja y no puede limitarse a los indicios de estos estudios sino a las caracteristicas del sistema político. Sin embargo, parece ser suficiente para que él haya quedado convencido personalmente, pues aunque siempre ha tradado de buscar evidencia de las relaciónes causales que explican los beneficios problables de la RP, también ha m antenido una opi nión f avorable c onsistente e ntre l ineas a l o l argo d e todo su trabajo posterior en la materia. Regresando a Leduc hay que señalar que éste ha sido explicito en cuanto a su preferencia, al menos desde su participación en el libro de Milner de 1999, mientras que Blais, ha orientado lass conclusiones de sus investigaciones hacie e llo, pero no explicitándolo como una preferencia derivada de sus valores, por ejemplo a favor de una mayor de mocratización, e tc.758 Esta d iferencia d e o rientaciones g enerales, curiosamente c oincide con un comentario he cho por H enry M ilner dur ante s u entrevista, diferenciando entre politólogos que habían simpatizado con la propuesta y aquellos que habían sido fuertemente partidarios (strong supporters) 7.3 LA IMPORTANCIA DE LOS RECURSOS El que l os sujetos de est udios s ean acad émicos y esp ecialistas en u n t ema, significan y a un punt o de pa rtida de c ondición de é lite a l m omento de s u aproximación al proceso de la política, más aun si consideramos que los académicos tuvieron una influencia central en el orígen de la misma. Herederos de la función de “ilustración” que tuvieron Cairns e Irvin en los sesentas y setentas. Cuando Leduc y Milner comenzaron a revisar de nuevo el asunto en los ochentas se convirtieron en un referente para ot ros pol itólogos que traron después de analizar primero opciones de mejora del sistema de partidos en el marco de la Lortie Commissión y después que trataron d e entender l as o pciones d e r eforma a nte el p roblema d e l a s ensación d e insatisfacción que había en canada especialmente después de las elecciones de 1997 y del la creciente impopularidad del gobierno liberal de Jean Chrétien. Leduc, M ilner y P ilon, se i nsertaban en l a agenda al mismo t iempo q ue contribuían a crearla. No es de extrañarse entonces que cuando se dio la fundación de FVC los últimos hayan sido invitados personalmente por Larry Gordon a integrarse a la misma. Carty aunque no es exactamente de los impulsores tempranos de al misma, 758 Aunque no forma parte del objeto central del estudio de este trabajo –la participación de politólogos académicos- cabe comentar el caso de Leslie Saidle quien con doctorado e i nvestigación académica, desarrollo sin embargo, casi desde que estaba estudiando- su carrera como consultor, participando en diversas c omisiones de i nvetsigación gubernamentales, l o m ás de stacado por supuesto f ue l ulabor como director de invetsigación temática en la Lortie Commision. Incluso después su participación en Elections Canada fue relativamente breve, (2003-2005) y desde entonces se incorporó al IRPP. Este tipo de t rayectoria no es por c ierto único otro ejemplo muy s imilar es e l Mattew Mendelhson quien cuenta con doctorado pero se ha desarrollado principalmente como consultor y dentro del ámbito de think tanks. 303 su prestigio académico, su participación anterior como asesor para ciertos proceso de redistritación y s u pa so por E lections C anada en l os oc henta l o c olocan como un académico de enorme prestigio en BC, además de a nivel nacional, recordemos que fue también presidente de la Asociación Canadiense de Ciencia Política. Por ello su designación como director académico del proyecto de las Asambleas Ciudadanas se da directamente por el premier, y da la sensación de ser el camino lógico, si obviamos el he cho d e que f ue una de signación e xpedita y s in ni ngún t ipo de consulta, po r ejemplo en tre l a co munidad acad émica l ocal, c on c on G ordon G ibson que s ería director del proyecto el cual podemos especular, de habérsele dado la elección bien podía haber pensado en algun otro estudioso, o incluso en Nick Leonen que recíen se había graduado de maestría en ciencia política. André Blais, es sobre todo una figura de autoridad científica sus estudios sobre sistemas electorales inciados en los ochenta y desarrollados incluso teóricamente en los noventa le dieron un enorme prestigio nacional e internacional. Además como se ha mencionado s iempre ha dejado en sus t rabajos un gui ño de s impatía por la idea, que obviamente f ue de tectada po r l os i mpulsores de l a m isma que l o han i nvitado desde el principio a participar en los congresos y foros públicos sobre el asunto. Por e jemplo uno de s us t rabajos m ás di fundidos f ue su participación en el número i naugural de la r evista E lectoral Insight publicada por E lections C anadá, invitación q ue a l igual que l a e xtendida a Courtney, o de spués a L educ, no necesitaban de una convocatoria pública, sino que parecían hechas a la medida. En el debate que se dio en Québec también Blais ha sido una voz importante, aunque allí parece haber sido aún más cen tral la participación de Louis Mass icotte, p restigiado profesor de l a U niversidad L aval –ubicada en l a cap ital provincial- que i nicio e l estudio de los s istemas electorales a pr incipios de los noventa t rabajando en equipo con Blais, pero que después se convirtió en un promotor de la RP más intenso que éste ultimo. Los trabajos de Massicotte son, no obstante más teórico-sociológicos que los de Blais, l o cu al n o so lo l es d a f ortaleza p ues ex plica co n más d etalle también l os posibles efectos del marco institucional e h istórico como asuntos que pueden afectar los efectos de un c ambio en el sistema electoral; sino que también permitió que los mismo se e nlazaran con el debate normativo más denso que se dio en la provincia. Hecho q ue se su ma a l a p articipación co mo as esor q ue t uvo Massi cotte en v arios procesos de consulta organizados por el gobierno provincial. Entonces p odemos ve r que da do el pe so social p ropio de l os a utores, s u necesidad de contar con e l apoyo de actores políticos ha s ido muy poca. De nueva cuenta pod emos ubi car a P ilón y a M ilner como l os que ha n t enido mayores oportunidades de coincidencia con el NDP, principal partido impulsor de la agenda. pero ha y que de cir a unque e n menor m edida t ambién con actores p olíticos co n afinidades al partido liberal que se sumaron al impulso de la agenda. naturalmente los primeros fueron Gordon Gibson, N ick Leonen y P atrick Boyer, pe ro l a f igura que tendría mayor impacto ser ía s in duda Natalie DesRosiers quien aunque entonces no directamente partidista era una persona vinculada con el gobierno liberal, primero de Jean Chrétien y después de Paul Martin. 304 Solo pa ra e nfatizar la i mportancia que t uvo l a s impatía de l a pr esidenta de l a LCC ha y que r ecordar que dos d e l os do cumentos más di fundidos de l de bate, l a revisión histórica internacional realizada por Pilón, y el Reporte final de la comisión redactado por Tanguay, se realizaron como proyectos auspiciados por la comisión. La relación c on l os c onservadores, a unque no f ue tan puntual tambien f ue i mportante, sobre todo para el proceso de fundación y consolidación de FVC. La simpatía de los conservadores con el surgimiento de FV-BC y después su presencia en el debate, -por ejemplo destaca Tom Flanagan en el foro de 1998 y pos teriormente en libro de 1999 de H enry M ilner- fueron f actores que contribuyeron a da rle a l movimiento una imagen de pluralidad. 7.4 OPORTUNIDADES ESTRUCTURALES Y COYUNTURALES Otras v ariables importantes so n l as oportunidades es tructurales y c oyunturales para la agenda, y específicamente para la inserción de los politólogos. La l iteratura parte d e los asp ectos más g enerales co mo l a ap ertura, p luralidad y el n ivel d e propensión a la represión del sistema político. Esos referentes generales naturalmente pueden obviarse pero como se ha mencionado ya el proceso de toma de decisiones es más cerrado y tradicional que la escena social general del país. Sin embargo el primer factor que puede destacarse es que el gobierno liberal de principios de siguo todavía mantenía c ierta actitud o e stilo de liberativo vi sible e n s u a rquitectura institucional. Brian T anguay af irma que en l os sesen tas y set entas, l os gobiernos l iberales y e l partido liberal eran mas progresistas y abiertos al debate, no solo sobre la agenda del día, sino que incluso se daban a la tarea de explorar temas de frontera, ante los cuales tenían t ambién u na a ctitud m ás ab ierta, p or ejemplo s obre pue blos i ndígenas, integración de minorías, asuntos de género, diversidad cultural, etc759. La refundación de la LCC en 1997 c on el regreso de los liberales, es quizá un resabio de aquella apertura, igualmente l a fortaleza que tenía E lections Canadá que podía permitirse patrocinar investigaciones y publicaciones, e incluso la existencia de más think tanks y or ganizaciones civiles a las que el gobierno apoyaba, por ejemplo la desaparición de la organización Canadian Policy Research Network, de la LCC y la disminución de pr esupuesto a E C, t odos s e di eron c on l a l legada de l gobi erno conservador de S tephen Harper al que se l e ha acusado se r cen tralista y cer rado a l debate. La existencia de estas instancias promotoras del debate nacional de políticas públicas, junto con otras más que sobrevivieron la transición conservadora como e l IRPP; o la revista Inroads, co-editada por Henry Milner; as i como la solidez de las estructuras universitarias y d e l as o rganizaciones d e l a so ciedad ci vil –más al lá d e FVC- capaces de auspiciar proyectos de investigación, congresos académicos y foros públicos, fueron una pl ataforma de di fusión muy i mportante pa ra l a opinión de l os politólogos. Paralelamente es ta n ueva v isibilidad se en laza co n u na especie d e ef ecto acumulativo, s i c onsideramos l a i mportancia que t uvo l a e xperiencia de l a L ortie Commision a i nicios d e l os n oventa, q ue co locan en el centro d el debate a los 759 Entrevista con el autor 305 politólogos como principales expertos desplazando sobre todo a los abogados –y en menor medida e conomistas y ot ros e xpertos temáticos- que habían t enido preminencia lustros antes en comisiones como Macdonald, o la comisión McGrath760. Los politólogos por un lado impulsan su discurso por si mismos, y por el otro ya han construido una i mportante p resencia púb lica c omo l os nue vos e xpertos e n los procesos de reforma a las instituciones políticas. La co yuntura t ambién c ambia l os r eferentes d e l a e scena política en l a q ue se trata de impulsar la iniciativa sobre RP. Son tres los procesos principales. en primer lugar el desgaste político del partido liberal y d e la imagen personal de los primeros ministros Jean Chrétien y Paul Martin. En ambos casos además de la la sombra que la Gomery Commission cernía sobre ambos está la acusación de centralización e incluso autoritarismo que empiezan a esbozarse ya no desde los académicos o la socidad civil sino de sde e l pr opio c uerpo pa rlamentario. Esto qui zá e s uno de l os e lemntos que favorecieron la inédita pluralidad de los invitados a participar como testigos expertos en la invetsigación que realizó el SCHPA. En s egundo l ugar e stá l a i nfluencia de los p rocesos pr ovinciales que e n c ierto sentido n ormalizan el d ebate f ederal, es d ecir h acen q ue ést e y a n o p arezca u na arriesgada iniciativa de reforma institucional, -que tradicionalmente tenían como uno de su s mayores r etos l as o posiciones p rovinciales- sino un pr oceso que e n c ierto sentido imita la vanguardia provincial en la materia. En tercer l ugar la e xistencia de a ctores pol íticos, s iguiendo c on o a rriba comentado la fractura entre las élites políticas, representada por el apoyo de políticos liberales como D esRosiers de l a L CC y d el N DP re sultó ser d etermianante p ara e l surgimiento m ismo de l ovi miento. Y e n c uarto lugar la su ma d el proceso d e aprendizaje y cambio del consenso social yd e las élites sobre la política. Es decir, el impulso que dio la coalición promotora de la RP al debate desencadenó un pr oceso de i nformación s obre e l m ismo e n l as élites y e ventualmente t ambién so cialmente. Esto también esta en parte causado por los procesos locales que alcanzaron a t res de las provincias más pobladas Ontario Québec y BC. La i mportancia d e m antener el r ecurso q ue si gnifica l a au toridad ci entífica y cierta vi sión de obj etividad e vidente e n e l he cho de que s us trabajos s on argumentados y no m eras columnas de opinión. Los políticos y pe riodistas también tienen conocimiento general, saben hacer uso de la lógica y tienen ciertas nociones de las instituciones políticas por lo tanto en el terreno de la especulación son puestos en el mismo nivel, pero cuando hay invetsigación empírica, y de preferencia con análisis cuantitativo, asi como p ubliaciones académicas y p retigio p rofesional l a b alanza se nclina hacia el experto. Entoces en est e p rimer r ubro p odemos co ncluir q ue l a calsificación es consistente con l os e studios so bre participación p olítica n o el ectoral. Los f actores clásicos que han sido destacados desde el inicio son, l a socialización, las r edes, l a herencia f amiliar, ev entos d etonantes, y el efecto d e r eforzamiento que t iene la experiencia previa. Lista que por c ierto se traslapa con los lsitados que la l iteratura sobre m ovimientos so ciales h ace d e los d eterminantes d e la p articipación, 760 Ver supra apartado 5.4 306 particularmente en l o q ue r especta a l a p resencia d e r ecursos co mo d eterminante clave. Solo cab ria agregarle algunos f actores: r ecursos o rganizacionales, cu alidades estratégicas, y dos especies de pre-acción: acciones est rategicas para la procuración de recursos; recursos morales o simbólicos. 7.5 DETERMINANTES Y CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DE TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTO La literatura revisada en el capítulo 2 por momentos da la impresión dque el proceso de transmisión de conocimiento fuera un a sunto muy sofisticado y c omplejo, esto es así pero lo que se nos olvida e s que se trata sobre todo de un a sunto de re laciones sociales, dominado por el peso de las organizaciones. En oc tubre de 1995 D aphne J annings M P de l R eform P arty por C oquitlam BC, tomando p arte en l a d iscusión de l a r eforma d el sen ado refería: “ In a recent edition of the Canadian Parliamentary Review,, Professor Howard Caddy, in an article about the Australian Senate states that proportional representation ensures that the upper house in Australia does not reflect exactly the representation of the lower house”. En e fecto, H oward C ody e s un professor es tadounidense d e l a Universidad d e Mai ne que h a est udiado t emas co mo l a d iscusión del sen ado, y también el debate sobre la reforma electoral en Canadá. Menciones a ex pertos co mo l a mencionada, en g eneral au nque n o so n extremadamente r aros, tampoco s on f recuentes. Este tip o d e registros s on información clave del proceso de t ransmisión de conocimiento académico hacia los tomadores d e d ecisiones. Sin e mbargo e l p roceso no es l ineal, por e jemplo recordemos l a c ita de L orne N ystrom de 20 01 que ha bla sobre su s r ecursos de información: “We did some research, and the Library of Parliament told us that the last time there was a vote on PR in the House of Commons was in 1923. The last time a private member’s bill was debated -which is non-voteable bill- was in 1979” 761. Los miembros del parlamento, además de mantenerse informados por medio de l os m edios m asivos, y m antenerse al d ía es pecialmente d e l as agendas p olíticas regionales y d e d atos so bre p rocesos el ectorales, cu entan co n u n r ecurso de información fundamental para su trabajo que es el staff parlamentario integrado por el clerk, y la oficina de investigación e información de la biblioteca del parlamento. Por lo que respecta a labores de asesoría formalmente ambas instituciones t raslapan su responsabilidad, pero sabemos que de hecho el personal “clerk” de las comisiones y otras tareas parlametarias más bien les asesoran sobre normas y procedimientos del debate y sobre el proceso legislativo, mientras que a los asistentes de investigación de la b iblioteca de l pa rlamento se l es su elen en comendar la in vetsigación d e te mas puntuales de pol íticas públicas. P or eso n ormalmente en al sesi onar las co misiones vemos q ue si empre es tán p resentes r epresentantes d el c lerk y d e l a u nidad d e investigación de la biblioteca del parlamento. 761 Nystrom, Lorne (2001) “We need a new democracy in this country” Policy Options ed. Julio 1 de 2001. 307 Kenneth C arty ba sado en s u r epetida pa rticipación c omo estigo e xperto e n diversas co misiones p arlamentarias p rovinciales y f ederales ante l a pr egunta de si sabía quién lo había sugerido o i nvitado a participar como testigo experto respondió que aunque en ocasionalmente algún miembro del parlamento podía haberlo sugerido, en realidad esto era más bien como resultado de que era un autor reconocido sobre el tema –de distritos electorales- y que la selección de expertos invitados a audiencias o debates parlamentarios t ambien so lía s er realizada p or el c lerk y los ase sores parlamentarios. En Ca nadá a l m enos por lo que s e r efiere a l trabajo de l os parlamentarios, no hay centros de estudios especializados ni se auspician contratos a think tanks, ello esta reservado para el gabinete o el primer ministro. Los pa rlamentarios, e specialmente de opos ición, dependen más d e l a Biblioteca d el P arlamento, r ecordemos q ue D esRosiers ha señ alado el a poyo que brindaba l a L CC p ara ay udar a l os p arlamentarios a d esarrollar i nvestigaciones especiales que de otra forma no podían haber realizado con sus propios recursos. Sin embargo, ello no es n ecesariamente una limitación absoluta, pues en cambio con la ayuda de l p ersonal de investigación pueden l ocalizar a los especialistas n acionales sobre diversas políticas públicas y c onsultarlos directamente. Eso es en parte lo que se v e en e l caso d e l a i nvestigación d e S CHPA so bre l a i ntroducción de R P. Los invitados a las audiencias son por una parte actores gubernamentales y representantes de l os pa rtidos, por ot ro r econocidos a ctivistas y l íderes de or ganizaciones no gubernamentales, y cerrando el conjunto los académicos especialistas en la materia. La importancia de la labor de información que juega el staff parlamentario es tal, que se ha llegaddoa argumentar que en cierta medida esta es un función con valor politico en sí misma y por lo tanto, más que enfatizarse su relación de asistencia personal de los pa rlamentarios de be r eforzarse s u c ondición de a utonomía y c on e llo s u contribución como parte del proceso de gobierno responsable. Officers of Parliament s erve bot h government a nd P arliament. T hese Officers r emove so me of t he w orkload an d expectations o f P arliament. By p romoting th emselves a s O fficers o f P arliament, their recommendations and reports are viewed differently than a report coming from the government side. Parliament is assisted in its research function and is able to claim that it more effectively holds government to account. Government be nefits f rom O fficers o f Parliament b ecause i t i s ab le t o appear more accountable and responsive to the electorate Parliament and government ar e ab le t o asses s t he performance o f g overnment i n t he areas of f inancial m anagement, e lections, language pol icy, i nformation availability a nd pr otection of personal pr ivacy. F rom he re, t he government i s a ble to claim a ccountability since i t is e xamined on a regular basis762 762 Furi, Megan (2002) Officers of Parliament: A study on Government Adaptation. Tesis de mestría en ciencia política. Universidad de Saskatchewan. (Dirigida por David Smith) p. ii y p 22. En ese mismo sentido: Gr aham, J effrey (2005) Agents of Parliament: The Emergence of a New Branch and Constitutional Consequences for Canada. Ottawa: Institute On Governance. 308 La importancia de la labor de información y asesoría que desempeña el staff parlamentario ubica al mismo como desempeñando la función de intermediación que según l a l iteratura so bre ci encia y p olíticas p úblicas es vital p ara el pr oceso d e transmisión del conocimiento. Una dinámica similar podría atribuírse a la estructura del P rivy C ouncil O ffice que e s un a e ntidad b urocrática q ue a demás de c oordinar junto con e l m inisterio de servicios p úblicos l a o rperación d e la a dministración pública f ederal, solía763 desempeñar una i mportante función de a sesoría y a poyo a l primer m inistro (Prime M inister O ffice) especialmente p orque t iene s ecretariados especializados y unidades de investigación de políticas764. Los miembros del gabinete por s u pa rte, a un l os que no s on r esponsables de di rectos de de partamentos de l a administración públ ica pueden a cceder a l a poyo de un staff y e quipo de a sesores mayores. Un ejemplo de esto es el staff de Jacques Saada líder en cámara, gracias a un r eporte d e ga stos de vi aje pode mos t ener una i dea765 de l a c onformacion de s u equipo de t rabajo inmediato, -o al menos al que l levaba a sus eventos y giras- que incluía: Chief of Staff Special Assistant (Parliamentary Affairs) Administrative Assistant and Assistant Driver Press Secretary and Legislative Assistant Director of Communications Director of Parliamentary Affairs Senior Policy Advisor Political Advisor - Ontario Junior Political Advisor (Ontario) Political Advisor (Quebec) Political Advisor (Atlantic) 766 Otras organizaciones gubrnamentales especializadas como Elections Canadá también jugaron un papel importante como fuentes de información para la toma de decisiones 763 Según denuncia Savoaie (op. cit) los gobiernos de Chrétien y Martin y especialmente el gobierno de Harper llevaron la centralización personal de la toma de decisiones al extremo que recurrían más a l a contratación de asesores personales y consultorías prescindiendo del la estructura de servicio civil del PCO] 764 http://www.pco-bcp.gc.ca/ 765 Una de las limitaciones de la presente investigación fue que paradójicamente en materia financiera o presupuesta hay transparencia que en materia de l a gestión cotidiana del gabinete, del PCO y del PMO. Práticamente t oda l a d ocumentación r elacionada con el p roceso de t oma d e decisiones es ta resguardadas bajo e l principio de responsabilidad c olectiva y s ecrecía del ga binete. Por lo que u na petición de t ransparencia e n e l go bierno s uele t ener m uchas l imitaciones e n t odo l o q ue no sean reportes financieros obligatorios. En materia de archivos, esta documentación solo pasa a ser histórica después de 17 a ños, y a un e ntonces s u r emisión de l a cervo de l P CO hacia l os a rchivos históricos nacionales es determinada de manera d iscrecional. Además una vez enviados los acervos al archivo histórico na cional, antes de estar di sponibles pa ra s u c onsulta de ben pa sar por un proceso d e catalogación. Este p roblema d e l a t ransparencia, es c uriosamente u no de l os t emas q ue h an pasado desapercibidos po r l os e studiosos s obre el “ déficit de mocrático” o similares. S in e mbargo l os comisionados nacionales de t ransparencia de sde hace varios l ustros ha n venido de nunciando el problema que representa del enorme hermetismo gubernamental del gobierno federal canadiense para la rendición de cuentas democrática. Cfr. supra apartado 5.3 766 http://www.pco-bcp.gc.ca/di/department_list.asp?id=3&cat=4&lang=eng 309 al m ismo tie mpo q ue en lace co n l os esp ecialistas. D e l a misma manera l os t hinks tanks como el IRPP y otros con subsidio público fueron un espacio para el debate y la retroalimentación entre legisladores y académicos. Incluso FVC ha tenido como uno de sus medios de operación centrales la realización de eventos -locales o congresos magnos- donde convergen diversos públicos. Acción que resulta razonable ya que en estos d ebates d esde el m omento m ismo en q ue FVC o rganiza el evento es tá garantizada la p reeminencia de v oces a f avor de l a i niciativa. P ero el lo n o l e q uita importancia como importante dinámica de información y debate. Además de los mecanismos de transmisión de conocimiento y el papel de las instituciones y actores intermediarios del mismo, las características de la información son un f actor que la l iteratura sobre la relación entre ciencia y políticas públicas ha señalado af ecta el pr oceso de t ransmisión de c onocimiento ha cia l os t omadores de decisiones que no s iempre pueden dedicar mucho tiempo al estudio amplio de todos los temas de la agenda o a l a lectura de reportes voluminosos. Fenno y Kingdon767 desde l os a ños oc henta han co mprobaddo est o p ara el caso esp ecífico d e l os lesgisladores estadounidenses. Esta dinámica del flujo de informaciones es paralelo al apoyo q ue t ienen l os tomadores d e d ecisiones d e p arte d e su st aff y a sesores, q ue suelen h acer r eportes a justados a las n ecesidades d e su j efe. L os t omadores d e decisiones son cautelosos y no siempre dependen únicamete de sus asesores sino que también suelen nutrirse de fuentes de primera mano por e llos mismos. Los medios, las p láticas c on ot ros parlamentarios y c on a ctores pol íticos y c omunitarios l es informan y retroalimentan. Aquí es donde el formato de los trabajos, y su orientación hacia la divulgación de la investigación de los académicos es fundamental esto se dio a t ravés d e t res c anales p rincipales q ue y a se h an m encioando a rriba: a) l as participaciones en medios de comuniación768; b) los eventos de debate y di fusión – ejercicios i mportantes para l a cu ltura ci vica a nglosajona- organizados por l a L CC, FVC, los partidos políticos, los parlamentarios o l as universidades, y c ) los ensayos de f ormato m ás e jecutivo pub licados e n las r evistas de I RPP, t hink t anks o gubernamantentales como Electoral Insight de Elections Canadá. 7.6 EL TESTIMONIO DE LOS POLITÓLOGOS ANTE EL SCHPA Los políticos son personas a las que no les gusta que se les diga lo que esta bien y esta mal, pues consideran que es su trabajo precisamente realizar esos juicios de valor769, eso l o s aben muy bi en l os pol itólogos, sin e mbargo por l a s ofisticación de l tema debieron informarse, y al h acerlo n ecsariamente r egresan a co nsultar t rabajos académicos, y en este caso la mayoría de los mismos son, como sabemos favorables a la i dea, y l os que no, no a rgumentan pr opiamente que e sta s ea un error s ino s u urgencia en co mpración co n o tros p roblemas i nstitucionales, e specialmente d el ejecutivo770 –que f ue l a crítica central, o señ alan l a d ebilidad d e su s a rgumentos 767 Op cit. 768 Y por cierto muchos de los reporterons conductores y editorialistas cuentan con estudios en ciencia política, al menos licenciatura o incluso los hay con maestrias 769 Kenneth Carty, entrevista con el autor 770 Ver supra, apartados 5.1 y 5.2 310 causales -como Wiseman- respecto a la relación entre el sistema electoral y la caída del numero de votantes771, o regresan a la idea –compartida por Boudria- de que tal reforma es co nstitucional en es encia y p or e llo ad emás d e r iesgosa d emandaría el complejo proceso respectivo772. Por lo tanto cuando los políticos argumentaban en contra de la introducción de RP a n ivel f ederal, ad emás d e su s razonamientos l ógicos e lementales y j uicios d e valor, contaron en realidad con un repertorio de referentes académicos limitado. Eso se nota en los dos momentos del trabajo parlamentario: a) durante el debate que se dio puntualmente sobre las iniciativas introducidas por el NDP y asimismo en los debates que se d ieron an te l os co nstantes l lamados a considerar e l t ema cad a v ez q ue se discutían t emas r elacionados; y b) después dur ante e l t rabajo de i nvestigación d el SCHPA. No e s e l o bjetivo ha cer a quí un análisis de l di scurso, de c ontenido o de posiciones políticas formal773, sino detectar la presencia de varios tipos de fuentes de conocimiento en la deliberación de los tomadores de decisiones y uno de ellos es el conocimiento acad émico. E n ese s entido l os d ebates p arlamentarios a rrojan v arias lecturas que aunque preliminares son útiles para perfilar la evolución de los referentes epistémicos en la d eliberación, y en l a inserción d e l a ag enda e n el ám bito institucional. 771 Una de las escasas lecturas contrarias que directamente imputa a la propuesta y al trabajo de la LCC objetivos directamente malintencionados 772 Wiseman, (1997), op. cit. Cfr. Russell Peter (2006) “Constitutional politics: In a new era Canada returns to old methods”,en Michelmann Hans et al. (ed) Continuity and change in Canadian Politics, Toronto: Toronto University Press; y entrevista con el autor 7 de abril de 2014 773 Cabe hacer notar que la revisión de la literatura muestra que ejercicios de esa naturaleza son todavía una t area p endiente en l o q ue s e r efiere al an álisis d e la u tilización de l a ci encia en l as p olíticas públicas, pues aún los estudios más sistemáticos como los de Weiss y Caplan o Landry suelen basarse en entrevistas o cuestionarios. 311 Tabla 9. Principales debates parlamentarios sobre RP (2000-2005) y refrencias de conocimiento en la argumentación de sus posiciones Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. Referencias de conocimiento destacadas 36-2 18 may 2000 Proportional Representation [Motion No. 155 which states: That, in the opinion of this House, the government should work towards incorporating a measure of proportional representation] Lorne Nystrom NDP • Nystrom refiere que la ultima vez que se voto el asunto en la Cámara fue en 1923, y el antecedente de la comisión Pepin-Robarts en 1979. (Se sabe que tuvo apoyo de la biblioteca del parlamento para investigar la historia de las iniciativas) • Ahora tiene una li sta de ideas, que aunque no cita, sus argumentos coinciden con los p resentes en e l lib ro d e Hanry Milner y que t ambién s on mencionados e n Electoral Insigh n.1 de 1999. Muy probablemente también conoció el trabajo de Leonen, ya que refiere el ap oyo de Reid, y sabemos que Reid participó en varios eventos d e B C alr ededor d e la f undación d e FV -BC i mpulsada por L eonen y Gibson. Una fuente adicional son los debates de los congresos partidistas, el s uyo propio, y también menciona Nystrom el del partido conservador [entonces alliance] • MacKay cita a Donald Savoaie en su idea de que el ejecutivo ha acumulado una gran cantidad de poder personal e incluso desplazado al gabinete, personas del staff del primer ministro son más poderosas que los propios ministros de estado. • Derek Lee, refiere información electoral general y elaboración de argumentación lógica • White menciona que sus fuentes de información proviene dice de las discusiones de base de su partido, y de la obtención de documentos guia usados en el proceso de reforma electoral en nueva Zelanda. • Dalphond-Guiral M enciona d atos electo rales to mados d e d e IDEA, y cita a Rousseau Peter MacKay CONS Derek Lee LIB Ted White CONS Madeleine Dalphond-Guiral BLOC John Bryden LIB 17 oct 2000 Proportional Representation Libby Davies NDP • Libby Davies cita una columna de Judy Rebic de Mayo de 2000 que afirma que el sistema electoral en canada es antidemocrático. • André Bachand del PC refiere que ek tea era discutido cuando el era estudiante en Ottawa y que entonces era praticamente imposible sostener que la RP era adecuada para Canadá • Epp Señala a Nystrom que las ideas que critican estaban desde antes en la plataforma de su partido John Bryden LIB André Bachand PC Susan Whelan LIB Ken Epp Reform CONS Lorne Nystrom NDP Bernard Patry LIB Paddy Torsney LIB 37-1 20 feb 2001 Supply [Motion: moved: That this House strike a special all-party committee to examine the merits of various models of proportional representation and other electoral reforms] Alexa McDonough NDP • McDonough cita a Henry Milner: “I would like to ask a brief question of the member for Winnipeg—Transcona. Frankly, it arises from a well known Canadian political scientist by the name of Henry Milner who said ‘‘It is one thing to lament polarization; it is another to insist on maintaining the very institutions that exacerbate it’’. (Es una cita de “The Case For PR” en policy options nov 1997) • Shepherd menciona como fuente de autoridad al ex MP y profesor Pauline Jewett • Nystrom hace referencia a FVC pero en una posción de soporte a la veracidad de la propuesta de RP • Boudria además de su argumento cuestiona la relación causal de la propuesta en temas como participación electoral o la participación de mujeres y minorías; y cita un paper del IRPP: que considera desbalanceado pero del cual retoma la advertencia sobre posibles efectos negativos de la reforma electoral; [Boudria se refiere a: “Louis Massicotte Changing the Canadian Electoral System”] y adicionalmente Menciona algo que es erroneo que la Lortie commission reocmendo que no hubiera cambios, cuando de hecho se pohibió el debate. • Ted White lamenta de hecho la organización parlamentaria y que haya debates que no lleven a la autorización de votación de mociones; cuestiona también que la Alex Shepherd LIB Lorne Nystrom NDP Bill Blaikie NDP Don Boudria LIB Paul Szabo LIB Ted White CONS John Bryden LIB Stéphane Bergeron BLOC Betty Hinton CONS Elsie Wayne CONS Peter MacKay CONS Roy H. Bailey CONS Ghislain Lebel BLOC Judy Wasylycia- Leis NPD Sarkis Assadourian LIB Bob Speller LIB Scott Reid CONS Steve Mahoney LIB Sarmite Bulte LIB 312 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. Referencias de conocimiento destacadas James Moore CONS agenda no tiene apoyo popular ni intereés mediatico; y habla de que la reforma parlamentaria tiene más relevancia para la democratización que el método electoral • Bergeron d el B Q au nque s impatiza no acep ta acr itimanete lo s ar gumentos causales: implicitos en la argumentación sobre RP “is a simplification to claim that the growing regionalization of Canadian politics and the declining turnout of Canadians in federal elections is the fault solely of the current electoral system. I think that there is a host of reasons behind these two phenomena, and I think that it would be simplistic to say it was the fault of the electoral system alone” • Judy Wasylycia-Leis cita a Dennis Pilon y a C.ES. Franks en una revista de amplia difusión: “There is another reason that we need to look at proportional representation. I refer to a left-wing magazine, Canadian Dimension, and to an article written by Denis Pilon in its November-December 2000 issue. Mr. Pilon says that Canada needs proportional representation to deal with Balkanization and the fact that our electoral system has become inherently perverse in terms of reflecting the will of voters. Refiere también que en January issue of Opinion Canada which states: Electoral reform has been described as ‘‘the plaintiff chorus of the perennial losers.’’ However, a study commissioned by the Privy Council Office and conducted by C.E.S. Franks, a noted Professor of Political Science, pinpointed several aspects of the political system for reform. • Los liberales critican algo que también los académicos harán después. Assadourian dice: “If proportional representation is NDP policy, would it consider adopting it in the two provinces that have NDP governments? It could be tested at the provincial level” • Reid trae a la mesa el caso de Australia de STV. También habla de una serie de reformas democráticas como votos secretos para elección de los comités, reformas en la distribución de prerrogativas partidistas mayores ejercicios de referéndum y la opción de remoción del mandato Michel Guimond BLOC Serge Marcil LIB Jason Kenney CONS Diane Ablonczy CONS Lynn Myers LIB James Moore CONS Pat Martin NPD Brian Tobin LIB 29 may 2001 Proportional Representation Lorne Nystrom NDP • Nystrom presenta de Nuevo su moción para que el parlamento cree una comisión de estudio sobre la RP, además de los argumentos originales agrega la crítica al poder de los primeros ministros: “When there is a majority government here, almost dictatorial powers rest in the hands of the Prime Minister of Canada” y a las reglas parlamentarias: “The only votes that should be confidence votes in the House of Commons are budget bills […]We need stronger parliamentary committees and more independence” Con esto extiende la vinculación de su propuesta con la agenda general de reformas parlamentarias también en boga desde hacía varios años. • Reid cita a Rawls: “one of the great philosophers of the past century, John Rawls: wrote in his book, A Theory of Justice, of the impossibility of achieving consensus on moving forward to a just society as long as participants in the process know who the winners and losers will be. • Lee da un giro a su respuesta y aunque inicia repitiendo la idea del orgullo por el sistema existente, las malas experiencias de otros países y la importancia de la representación directa de los Mps de sus distritos, busca un argumento diferente: que el proceso supondría una reforma constitucional y por ello es muy delicado: “Clearly, this is a difficult and complex issue where caution might be urged. […] it would be unwise to go forward with the proposal shown in the private member’s motion. Scott Reid CONS Derek Lee LIB Stéphane Bergeron BLOC Greg Thompson CONS Clifford Lincoln LIB 37-2 17 feb 2003 Referendum Act [debate de la anterior bill C-216] Lorne Nystrom NDP • Nytsrom da un argumento sobre la veracidad relacionada con la pluralidad, al destacar que FVC y el movimiento por la RP incluye a actores de distintos partidos: “We have the beginning of a national movement, a national movement that is very diverse and includes members of the trade union movement and members of the political left in Canada as well as members of the political right, including the Canadian Taxpayers Federation led by Walter Robinson, and Geoff Regan LIB Scott Reid CONS Paul Crête BLOC Loyola Hearn CONS Paul Szabo LIB 313 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. Referencias de conocimiento destacadas Ken Epp CONS others who favour changing the electoral system” • Reagan Acusa al NDP de impulsar esa agenda por conveniencia; por su situación de desventaja electoral • Reid Des carta la segunda v uelta “ the Fr ench r un-off s ystem, wh ich I think is atrocious and would be a step backwards from the status quo”. Y propone que para evitar suspicacias sobre el calculo de beneficio partidista utilicen una estrategia basada en la idea de velo de la ignorancia, de Rawls que establezca dos referéndum e l s egundo de c ual s ea la elecció n d el s istema p or p arte d e lo s ciudadanos de una lista de opciones En menciones breves sobre el tema se cita a Henry Milner y Kenneth Carty el 9 de junio de 2003 23 sep 2003 Canada Elections Act Libby Davies NDP • Davies reprocha que se hagan reformas al sistema electoral pero que no se trate la discusión sobre PR • Hay una pequeña discussion de datos entre Nystrom y Boudria. En ambos casos las referencias son de datos generales, cuántas federaciones y qué sistemas electorales tienen. Boudria dice que 1 o pocos, Nystrom que ello no tiene nada que ver con la RP Lorne Nystrom NDP Don Boudria LIB 30 sep 2003 Supply Lorne Nystrom NDP • Boudria menciona que la LCC ha estado estudiando el asunto, y que presentará su reporte en 2004. legitimidad; cita el trabajo de Seidle y Docherty que toca el asunto y refiere resultados no certeros de los efectos de la reforma electoral: “This morning I had in my mail a book published by Queen's University about reforming parliamentary democracy, edited by Leslie Seidle and David C. Docherty.[…] ‘Certainly the power that was once enjoyed by a single party in power (and the front bench of the governing party) has been dispersed’. Therefore the only thing that has been achieved is that there ceases to be a majority government. It goes on to state, “Yet, according to Boston, the surge in public confidence that was hoped for has yet to materialize”. “it did not result in increased voter participation. It did not even do that which is advocated by the hon. member. It is not the great panacea that it is supposed to be” • Adicionalmente hay un debate ideológico más de fondo. Boudria argumenta la legitimidad de las mayorías en el sistema FPTP debido a la delegación de los electores. • Davies Menciona directamente a los liberales como obstáculo y situa el asunto en una discusión política. También señala que saben bien la opinión de Chrétien pero que no han escuchado al aspirante a sucederlo Paul Martin • Menciona que el sistema corriente distorsiona el sistema político al grado de afectar la orientación ideológica sacrificada por etiqueta partidista Paul Szabo LIB Jay Hill CA LIBby Davies NDP Don Boudria LIB Ted White CONS Libby Davies NDP Pierre Paquette BLOC Sarkis Assadourian LIB Wendy Lill NDP Marcel Gagnon BLOC Inky Mark CONS Judy Wasylycia- Leis NDP Gurmant Grewal CONS Derek Lee LIB Brian Masse NDP Benoît Sauvageau BLOC John Bryden LIB Joe Jordan LIB James Moore CONS Alex Shepherd LIB Wendy Lill NDP Joe Jordan LIB 37-3 4 feb 2004 Action Plan for Democratic Reform Jacques Saada LIB • Saada Retoma parte del diagnóstico del malestar político, la baja participación desafección política • Nystrom Naturalmente detecta que la orientación de la agenda es hacia una reforma parlamentaria y no del sistema electoral • La crítica sigue siendo política, Loyola dice que Martin solo hace ese plan porque fue una promesa al caucus liberal devolverles autonomía a los MPs. Y señala el record de votaciones de Martin en contra de reformas democráticas en el pasado Lorne Nystrom NDP Loyola Hearn CONS Michel Gauthier BLOC En menciones breves sobre el tema se cita a Henry Milner y André Blais el 17 de febrero de 2004 38-1 3 may 2005 Citizen Engagement Scott Reid CONS • Silva significa la primera voz liberal favoreciendo la discusión de RP • Chong hace Referencia a una reportaje “I read recently in yesterday's Globe and Mail that it will be doing a two or three part series on proportional representation. It is very apt timing on our part to have a debate here in the House on this issue Carolyn Bennett LIB Mario Silva LIB Ken Epp CONS Michael Chong CONS James Bezan CONS 314 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. Referencias de conocimiento destacadas 17 jun 2005 Question Period Ed Broadbent NDP • Broadbent custiona a Belanger sobre el avance del asunto el 17 de junio • Belanger responde: “I want to say that it is going to be treated very seriously” • Parrish pregunta: “¿When will Canadians, particularly the 10% who support smaller parties and independent candidates, see their votes really count” • Belanger responde: “the government called for proposals to engage Canadians in a very thorough process of consultation so we will know what Canadians expect from their institutions and what values they wish reflected in their parliamentary institutions. Only when we know what Canadians want to see, will this government move on that. We will then take the time to do it right. Mauril Bélanger LIB 28 nov 2005 Question Period Carolyn Parrish INDEP Mauril Bélanger LIB Brian Jean CONS En ge neral, -en l ínea con l o ha s eñalado a rriba- se muestran t res g randes fases774 en la argumentación presente en el debate: la primera impulsada por el NDP, la segunda que coincide con la expansión de la agenda ya con la presencia del trabajo de FVC y la LCC, y la tercera corresponde a la investigación realizado por el SCHPA durante la s egunda l egislatura d el gobierno d e P aul Ma rtin. E stas e stapas muestran características d iferentes en cu anto a su p roceso a rgumentativo, la d iscusión espontánea exploratoria se da en el primer momento, después se trata de una posición definida, y a n o h aciendo én fasis en l os p osibles ef ectos d e l a reforma si no en l os valores qe encarna, y f inalmente durante el gobierno de Martin se habla en términos de ag enda, p ara e ntonces l os ar gumentos b ásicamente ya est án d ados, l o q ue cuestiona es en un primer momento la voluntad reformista del gobierno, y después el cumplimiento de su acuerdo concreto con el NDP. En los debates prima la referencia a datos electorales, elementos generales de las instituciones políticas y el sistema electoral canadiense, argmentos normativos y la ap licación d e d isquisiciones l ógicas b asadas en el sen tido c omún, p ero cuidadosamente e laboradas. S in e mbargo, por s u gr ado de especialización e l t ema requiere de elementos adicionales de juicio, referencias académicas que enlacen los hechos con procesos causales y con una interpretación aplicada, es decir de referentes epistémicos. É stos na turalmente s on us ados por a mbos ba ndos y l a m ayoría d e l as veces de manera escueta solo como argumentos que de he cho s olo c orroboran una posición p reviamente establecida en su s p ropios d iscursos. P ero e llo n o r esta importancia a l as referencias ac adémicas t raidas a d ebate y a q ue l a d inámica consituye evidencia de la inserción de la ciencia política en los supuestos que propone el marco teórico arriba revisado; la ciencia política jugo un papel en la conformación de una comunidad epistémica alrededor del asunto, desempeño varias funciones como la ilustración provisión de datos y fue usada argumentativamente en el sentido de las coaliciones y además vio comprobada su relevancia social y utilidad específica en los procesos de toma de decisiones. En la primera introducción de la iniciativa de ley Bill-C287 en noviembre de 1997, Lorne Nystrom se limitó a decir: “I believe this would allow the people’s votes to be reflected accurately in the House of Commons which is not the case today. It is really a new democracy for a new millennium”. Dos años después, en noviembre de 1999 cuando presenta la Bill C-344 el tono es similar e incluso lo ve como un trámite menor. Claro aun no parecía evidente la enorme politización que alcanzaría el asunto: 774 Supra, apartado 6.3. 315 […] this is a bill that we should adopt very quickly. It would require a study to be done on proportional representation to come up with a formula for proportional representation that is relevant to our federation, which would be put to the people in the form of a referendum. The end result would mean that every vote in this country would be equal, that there would be no such thing as a wasted vote […] Obviamente al ser de un partido fuera del gobierno la posibilidad de que se discutiera el asu nto er a menor, p ero l lama l a atención u na j ustificación q ue es co locada cas i como de sentido común, y ha ciendo referencia a uno de los aspectos más obvios del argumento a favor de la RP, que los votos de lso perdedores en el FPTP no cuentan. Cuando e l 18 de mayo y 17 de oc tubre de 2000 s e de bate s u moción pa ra que l a Cámara recomiende al gobierno hacer un proceso de consulta, finalmente los liberales y los otros partidos deciden entrar al debate. De heccho es la primera vez desde los años setenta ques e escucha la voz liberal dentro de los muros del parlamento sobre el asunto. Nystrom d a u na s erie de ar gumentos b reves: refiere el a ntecedente de l a comisión Pepin-Robarts en 1979; que entre los grandes países solo EU e India tienen sistemas d e m ayoría; l a b aja p articipación el ectoral en 1 997; r efiere q ue h ay u n sentimiento d e al ienación; d istorsiones d el s istema el ectoral q ue d io u n g obierno mayoritario a los liberales en 1997 con solo el 38% de los votos; que la mayoría de los vot antes e n r ealidad vot an po r qui en pi erde l as e lecciones; y o tros efectos sociológicos co mo l a r epresentación; el p roblema d e q ue l as g randes p olíticas públicas son hechas desde la minoría como cuando los conservadores con menos del 50% de los votos impusieron el NAFTA y señala que los conservadores, también han considerado b eneficiosa l a i dea. F inalmente n aturalmente ap ela a los l iberales p ara que permitan discurtir la propuesta: I appeal to my Liberal friends across the way to give this process a chance. Let us have a discussion for the first time in the history of our country since 1923 as to whether or not we should modernize our electoral system and whether or not we should engage people and empower people in a system that is much more relevant 775 Para este momento su p resentación ya no es t an escueta como las an teriores donde pudo haber hecho al menos argumentos algo mas elaborados. Ahora tiene una lista de ideas, que aunque no c ita, sus argumentos coinciden con los presentes en el libro de Milner y que también son mencionados en Electoral Insigh n.1 de 1999. Es probable que también conociera el trabajo de Leonen, ya que refiere el apoyo de Reid, y a su vez sabemos que Reid participó en varios eventos de BC alrededor de la fundación de FV-BC impulsada por Leonen y G ibson.El papel pionero de Nystrom se da sobre la base de una serie de argumentos que a diferencia de las menciones de 1968, 1995 o 775 Hansard, 18 de mayo de 2000 316 1997 hechas por miembros del NDP muestran un programa de trabajo y de un análisis del asunto más sofisticado. La r espues desde l os conservadores f ue si mpatizando p ero al go am bigua, aunque hacen varios comentarios importantes. Peter MacKay da la primera respuesta parlamentaria de l os conservadores de sde 1997, l a c ual parece si ntetizar l a p ostura que mantendrán hasta la fecha: “we must proceed with caution. When we are talking about fundamental changes to our democratic process this must be ever present in our minds”. También menciona que l os c onservadores t uvieron una conferencia e l año a nterior donde di scutieron e l a sunto, y que s abe que ha y muchos a cadémicos interesados en el t ema. Y cita a D onald S avoaie e n s u i dea de que e l e jecutivo ha acumulado una gr an c antidad de p oder pe rsonal e i ncluso de splazado a l ga binete, personas del staff del primer ministro son más poderosas que los propios ministros de estado. En voz de l vi cecoordinador de l a ba ncada Derek L ee, es ev idente q ue losliberales hablan desde le poder; señala el gran orgullo que tiene porque Canadá es uno de los sistemas políticos más estables y democráticos del mundo, y advierte que la R P t ambién p uede t ener i mpactos “n egativos” co mo: l levar a m ás g obiernos de minoría; h acer el g obierno m ás d ifícil; aumentar la in estabilidad p olítica; p odría “forzar” a los p artidos a pr olongados pr ocesos de a cuerdos pol íticos para pod er formar coaliciones; podría l levar a apequeños partidos a estar en pos ición de forzar sus a gendas; y podr ía dar voz a gr upos e xtremistas. T ambién s eñala que podr ía implicar un pr oceso c onstitucional y e so e s a lgo no c onveniente e n e se momento, asimismo q ue un r eferéndum podr ía s er di visivo. L a r espuestas d e ot ros l iberales fueron incluso más crudas, por ejemplo la de John Bryden: The reason why this has not been debated in the last 75 years is that the debate concluded 75 years ago with the conclusion that proportional representation is not anywhere near as democratic or efficient for democratic societies as what we do have in Canada, which is the first past the post constituency system” […] What we have in our system is not fair, in the most literal sense, but it works. What is necessary in any democracy is that we have a reasonable succession of governments that are able actually to carry out a mandate, if not for five years or four years, at least for three and a half years”776 En l os l iberales s e no ta que la posición f ue e stablecida por e l c oordinador y vicecordinador de la bancada liberal Don Boudria, y Derek Lee respectivamente. Sus participaciones a rgumentando l a negativa del gobierno a l ass mismas están basadas en una vi sión c onservadora e i nstitucionalista, no obs tante ha y un e sfuerzo de sofisticación d e au s a rgumentos q ue l es lleva también a h acer u so d e r eferentes académicos. El t rabajo de Massicotte por ejemplo es ap rovechado por Boudria para señalar q ue l a R P t ambién p uede t ener ef ectos n egativos, d e i gual m anera su 776 Ibidem 317 referencia a Docherty y Saidle le permiten también custionar la relación causal de los supuestos beneficios esperados de la RP. Estas p osiciones b ásicas n o cam biarán m ucho d urantes l os debates d e las legislaturas 36 y 37. La u tilización d e r eferentes ac adémicos t ampoco v aria, demasiado. Estos s on utilizados como r efuerzo d e l os p rocesos d e ar gumentación, pero e sta más bien se d a sobre la b ase d e información f actual y e l razonamiento lógico e lemental combinado con l a r eferencia a valores políticos normativo básicos como el principio de rendición de cuentas y la importancia de la herencia westminster utilizada por lo defensores del sistema vigente, o la justeza de que cada voto cuente y de que es importante una mayor diversidad política, referida por los que abogaban por la RP . Sin embargo a p esar d e su escas ez r elativa, las m enciones q ue h acen d e trabajos r ealizados por acad émicos y d e o tras f uentes “ex pertas” permite te ner un imagen d el p roceso d e t ransmisión d e co nocimiento al p roceso d e d eliberación institucional, y de paso comprueba la validez de los modelos de Weiss y Caplan sobre los usos de conocimiento. Milner es el autor mas referido, -esto por supuesto por miembros del NDP que comparten su posición- aunque más que solo porque comparte sus visiones, parece ser q ue u na d e l as r azones d e su mayor d ifusión es su p resencia t emprana en el debate, ya que por ejemplo Pilon que tiene un numero mayor que el propio Milner de publicaciones a favor de la RP es comparativamente menos referido. Lo mismo puede decirse d e Blais y C arty. El b ajo nivel d e a ctivismo di recto que t uvo Milner en comparación c on P ilon, ha mostrado que e n l argo pl azo el p rimero logró manetenr una i magen de r elativa m ayor i mparcialidad. La r esonancia da da po r pol iticos con visiones afirnes s e comprueba, e l riesgo de que l a i nformación se solidifique como argumento. Debe t ambién d estacarse q ue el d ebate m uestra que a p esar d e su cr eciente presencia, l os r eferentes acad émicos directos o mediados c on e l a poyo de l a biblioteca d el parlamento no s on l os p rincipales r ecursos d el d ebate. L os parlamentarios muestran estar al tanto de l as publicaciones especializadas como las del I RPP y de l os reportajes, estudios esp ecializados o e nsayos que br indan l as fuentes periodísticas. Asimismo, un parece ser raro que en sus opiniones recurran a autores c lásicos d e t eoría po lítica, y por supuesto a l c onocimiento punt ual que las experiencias o casos similares que han conocido les proporcionan. En ese sentido el recurso m ás i mportante a l a m ano f ue el p roceso d e r eforma el ectoral d e N ueva Zelanda que l es b rindo a ambos bandos i nformación general sobre el t ema y bases para d esarrollar su s o piniones so bre l os p osibles ef ectos d e u na r eforma si milar en Canadá. Cuando l lega e l gob ierno de M artin e l de bate p rincipal y a se ha bía da do, y claramente e l asunto era mas bien materia de decisión pol ítica, por eso ya no hub o mayores debates, las referencias breves que hacen Lyton y Harper, son escuetas solo mencionan e l primero e n en m arzo como p arte d e l as p romesas i ncumplidas d e Martin, y en octubre d e 2004 Harper decide i ncluirlo como pa rte d e s u p lan d e gobierno. Una ve z l legado e l gob ierno c onservador el c aucus liberal guardará si lencio absoluto en l os d ebates p arlamentarios q ue e l N DP i ntentaría provocar todavía 318 durante la primera s esión de l 39 º pa rlamento. P or s u pa rte, los c onservadores fuertemente di sciplinados por H arper, a tienden l a nue va a genda e ncargada a R ob Nicholson, mientras qu e ve terano líd er c onservado e n la m ateria Scott R eid, nombrado vice coordinador del partido en la camara básicamente guardará si lencio hasta que Trudeau en 2016 reintroduce el asunto. La o tra f uente de i nformación –disponible- importante so bre l a d inámica d el proceso d e transmisión d e co nocimiento es el ex amen d e l a p articipación d e los politólogos académicos como testigos expertos ante el SCHPA, esto cocurrió durante el mes de mayor de 2005. Aunque también hubo contacto de parlamentarios durante sus g iras a Australia y N ueva Z elanda co n acad émicos d e aquellos p aíses, so lo se cuenta con l as transcripciones de l a comparecencia de l os p olitólogos can adienses. Esta información aunque limitada nos permite ver la interacción, estrategias y flujo de conocimiento e ntre a mbos s ujetos, e specialmente c uando tuvieron opor tunidad d e cuestionar personalmente a f uncionarios d e EC, r epresentantes d e los p artidos, activistas sociales reconocidos y a varios académicos, entre el los 5 politólogos; dos de e llos r econocidos por s us estudios sobre gobi erno, c onstitucionales y parlamentarios: D onald S avoaie y D avid S mith; L eslie S aidle h ablando e n representación d e h ugo S egal, p residente d el IRPP; y d os esp ecialistas en r eforma electoral Kenneth Carty y Louis Massicotte. La primera duda que surge es p or qué si sabemos que tanto el personal de la librería d el parlamento co mo l os p arlamentarios mismos co nocían p ara en tonces e l trabajo de Milner y Pilon estos no son invitados777. Cuestion que da lugar a especular si c omo a dvirtieron e n s us entrevistas los p olitólgos u na vez q ue se asocia a los politólogos con una pos ición de terminada e sto mina s u i magen de i mparcialidad y tiene r epercusiones en las d inámicas d e co nsejo ex perto. Da l a impresión q ue l s trabajos de Massi cotte al tomarse el tiempo de a bordar c on m ás de tenimiento l os posibles efectos negativos de la RP, disimulan su nivel de intensidad en cuanto a su preferencia por la reforma electoral que sabemos era igual de alta que Miner o Pilon. Y éste ultimo por ejemplo a diferencia de Milner que fue invitado como experto poco tiempo después durante el gobierno de Harper, solo aperecerá ante el parlamento en en reciente proceso –altamente plural y extenso- de 2016. Peter Aucoin, congruente con su trabajo escrito y sus antecedentes personales sugiere q ue el asu nto no d ebe l imitarse a ser u na r eforma el ectoral si no t ambién parlamentaria, y recomienda que se lleve a cabo una comisión de estudio similar a las comisiones r eales, y qu e a pa rtir d e un r eporte pr ovisto p or una i nstancia de e sa naturaleza entonces una comisión parlamentaria haga un estudio sobre el asunto y una consulta pú blica, pe ro limitada, ya que c onsidera no s ería prático que rer i mitar el modelo de asambleas ciudadanas que se dio en BC. David S mith r eñala q ue a p esar d e q ue F VC a firma que ya ha y e studios abundantes sobre los efectos de la reforma electoral en realidad, estudios a profanidad son todavia necesarios. Esta es u na crítica importante al argumento epistémico de la agenda, agrega Smith: 777 Entrevista con el autor. 319 Fair Vote Canada and Democracy Watch are new phenomena in Canada in that they organize opinion on e lectoral and political matters. But […] they a re not r esearch or ganizations. T hey c ampaign f or c hange t o t he voting s ystem. I f you l ook a t t he web pa ge of F air V ote C anada f or March 1, 20 05, it says that Fair Vote Canada is extremely disappointed with th e d emocratic reform minister's s peech; they're re ferring to h is speech f a week or so ago778. También critica la calidad el reporte de la LCC -que defiende la RP- específicamente señala problemas conceptuales en el mismo, y señala que hace falta un estudio que este b alanceado y an alice d iferentes l ecturas y ej emplos caso s d e manera comparativa. Y finaliza coincidiendo con la opinión de Aucoin en el sentido de que no es posible hacer un proceso como el BC, y que es necesario que se convoque a una comisión oficial de estudio. Massicotte en su co mparecencia t rata d e m antener u na i magen d e i mparcialidad incluso hace la precisión de que el mandato del comité es estudiar como implementar una c omisión d e e studio y no t odavia e l c ontendio de l a r eforma po r l o que su capacidad d e co nsejo e s l imitada. Tiene u na e strategia a rgumentativa que m uestra buscar la persuasión de los parlamentarios, señala que se ha d icho que estos tienen conflicto de interés en reformar el sistema y que por lo tanto la reforma debe pasar por un referéndum, pero que el discrepa de esa lectura: “the vast majority of electoral reforms were carried out through the normal parliamentary channel”. La sesión d e pr eguntas y r espuestas, m ás q ue un pr oceso i nformativo que ayude a los p arlamentarios a l a t oma d e u na p osición p arece s er un e jercicio d e control so bre su s ar gumentos, es decir les p reguntan so bre su s p osiciones p ara ratificarlas o informarlas, pero no para cambiar. Reid pregunta a Massicotte sobre los referendums en r eformas el ectorales. B ovin, L iberal pregunta a A ucoin s obre s u opinión negativa de las asambleas ciudadanas, y Aucoin habla de la importancia de que se de un proceso de información pública, pero no necesariamente desprendiendo completamentamente el p roceso d e l os p arlamentarios: “If y ou w ant t o h ave a dialogue with citizens, they have to be prepared to participate in that dialogue. You have t o challenge t hem. I t hink t his is on e of t he g reat s trengths of r oyal commissions”779. Ed Br oadbent comenta su pr opia o pinión, rechaza e l m odelo de a sambleas ciudadanas porque excluyen a los políticos y piensa que debe hacerse un proceso de consulta p arlamentario, l es p regunta su opi nión s obre l a r ealización de u n referéndum. Las respuestas de los tres profesores concuerdan en que una comisión ad hoc ser ía más ap ropiada q ue u na co misión p arlamentaria p orque el t iempo qu e demandaría e l t rabajo sobre el asunto, a simismo e n duda r de l a ne cesidad de u n referéndum. Smith de he cho a punta s i la patriación c onstitucional no s upuso l a realización de un r eferéndum por qué ot ros pr ocesos de reforma de berían. Cuando Boudria pregunta a Aucoin sobre la razones de que la Lortie Commission no abordara 778 SCHPA, minuta del 9 de marzo de 2005 779 Ibidem 320 el t ema d e l a r eforma el ectoral, el r efiere q ue f ue p or un l ado l os comisionados pensaron que el trabajo ya era demasidado amplio, y por el otro cuando se le invito como d irector d e i nvestigación el t ambién r ecomendo en co ntra d e d icha investigación: “w hen I joined t he c ommission as t he r esearch d irector [ …] I was asked w hether w e should r evisit that que stion. At t hat po int I di d not see w hy w e should. T here w as no publ ic de mand f or i t. N one of t he us ual s uspects w ere demanding it at that point in time”780. Broadbent también pregunta a l os profesores sobre l a ev idencia que se tiene de los efectos concretos de la RP. Aucoin señala que la evidencia es limitada en cuanto a la mejora co ncreta d e f actores como l a i nclusión d e l as mijeres o m inorías q pero adema´s está el problema de la falta de contrapesos al ejectutivo que tiene Canadá. La comparecencia de carty por otro lado estuvo más relacionada con su labor de difusión del p roceso d e l as asa mbleas ci udadanas q ue er a en tonces t odavia parte d e s u encomienda co mo d irector d e i nvetsigación de l a m isma. Por l o que r especta específicamente al diseño de un sistema electoral Carty duda de la viabilidad de un sistema mixto: “ I th ink th ere a re e nough s trains in th is f ederation th at h aving i ts national P arliament e lected by qui te di fferent pr inciples W orld pr obably not be a good thing”781. En general puede concluirse que la sesión de preguntas y respuestas tuvo un e fecto i nformativo pe ro r ealmente no p arece ha ber cambiado l os punt o de vista de los parlamentarios, y naturalmente tampoco de los académicos. 7.7 INFLUENCIA INTELECTUAL Y TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTO AL INTERIOR DE LA DISCIPLINA Un ul timo aspecto del proceso de transmisión de conocimiento que debe explorarse es el impacto d el la d inámica in tradisciplinar. La t abla 8 mostrada ar riba en el capítulo 4 hace un i ntento por mostrar el complejo proceso de flujo de conocmiento dentro de las coaliciones, y auque el ineterés suele estar en los inputs de tomadores de decisiones, especialmente cuando este proviene directamente del consejo experto, los procesos de retroalimentación entre actores tiene diferentes caminos. Por ejemplo el proceso de transmisión de conocimiento también es interno se dio dentro de la comunidad académica y de allí se expandió hacia una comunidad de enlace entre ésta y el ámbito político Carty señala que cuando estudiante de doctorado en Queens, fue alumno de Irving, quien es junto con Cairns pionero en la materia. Ed Broadbent cuando estudiaba su doctorado en la Universidad de Toronto fue alumno de P aul F ox782, qui en quien a unque n o l legoa s er t an c itado c omo Cairns e Irv in sabemos es cribio t ambién uno de l os t rabajos pioneros qu e e xaminan el t ema783 y Cairns y Carty recordemos fueron maestros de Leonen. Incluso m ás r ecientemente e l t rabajo t emprano de C arty y Blais, anticipa el inetrés del segundo incluso antes del evento definitivo que sería su colaboración con 780 Ibidem 781 SCHPA, minuta del 10 de marzo de 2005 782 Broadbent, Ed (2004) “The Real Democratic Déficit: Our Parliamentary System. op. cit. 783 Fox, Paul (1977) “The Pros and Cons of P.R. for Canada” in Politics Canada, 4th edition Toronto: McGraw-Hill 321 Massicotte. Pilón y T anguay784 tienen e n c omún mencionar l a i nfluencia de l renombrado pr ofesor m arxista de C arleton Leo Panitch, y aunque éste no er a específicamente estudioso del tema de la reforma electoral, según cuenta Pilón tenía interés e n y ve ía una l ínea c omún del pr oceso de mocratizador y de a mpliación d e derechos en los movimientos sociales. Tanguay menciona que cuando era estudiante se acercó más al conductismo por llevar la contraria a esa visión de influencia marxista que todavía hacía énfasis en la lucha de clases. S in embargo su lectura sobre los efectos democratizadores de la RP patentes en el reporte de la LCC muestran la influencia que no obs tante tuvo el ambiente intelectual del que particcipó cuando era estudiante. Y Carty menciona que el p remier d e O ntario McGuinty que i nicialmente i mpulso e l pr oyecto de r eforma electoral en la provincia tenía estudios de ciencia política y ello facilitó el deahogo de la iniciativa785. En ese ambiente académico canadiense donde Carty nos dice el tema siempre ha sido secundario politica y académicamente pero una inquitudd constante, no es normal que la idea permaneciera y se consolidara. 784 Entrevista con los autores 785 Entrevista con el autor 322 CONCLUSIONES El 4 de noviembre de 2015 Justin Trudeau tomo posesión como Primer Ministro de Canadá. Con l a l legada de T rudeau de l a n oche a l a m añana p arecía que se había arreglado el problema de la democracia canadiense. Al menos por lo que se refiere al estado d e d esafección o m olestia que se h acía sen tir en el p aís hacia el f inal d el gobierno de Stephen Harper, cuya gestión -para los estándares de la cultura politica canadiense- habia h echo g ala d e a utoritarismo e in tolerancia. T res a suntos que se conviertieron en temas centrales del debate público del páis ejemplifican esa idea; a) su poc a receptividad a nte el e norme movimiento de i nconformaidad que ha bía despertado su r eforma electoral q ue entre otras co sasaumentaba el n úmero d e miembros d el p arlamento, y r educía l as at ribuciones d e E lections C anadá, l a cu al ocasiono que por primera vez los politologos junto con un sinfín de activistas líderes de organizaciones civiles se ex presaran de manra coordinada en contra; b) debido a la acusación que se le hacia de tener actitudes de censura política sobre varios actores, por ejemplo refiriéndose varios académicos denunciaron ser acosados tras criticar las políticas g ubernamentales786; y c ) por haber g enerado u na imagen d e t olerancia o franca censura con los comentarios que hizo sobre CBC -la cadena pública nacional de televisión- en el sentido de que resentía que ellos parecían no tener simpatía por el. Justin T rudeau había s ido e lecto por una a mlia m ayoría y pr oducto de una campaña con un tono positivo y festivo que habia evitado la critica y la confrontación a Harper incluso diciendo en su discurso de victoria que los conservadores no debían verse co mo adversarios s ino c omo e nemigos. E l bue n á nimo de l m omento parecía habia pr ovocado un r enacer de l a l egitimidad de l as i nstituciones p olíticas canadienses, al g rado q ue seg ún l os analistas del p roceso el ectoral T rudeau h abía incluso quitado bastantes votos y e scaños al NDP cuyo líder Thomas Mulcair ha bía sido desde un duro opositor de Harper y ha bía tenido una campaña con una actitud crítica bastante firme. Tanta severidad parecía no gustarle a los canadienses que pese al cansancio de los conservadores, evitan posiciones de encono, quizá como escribe Carty, ese elemeto de la cultuta política canadiense está asociado que las instituciones estatales históricamente parecen estar diseñadas para evitar las confrontaciones, y de hecho, quiza tambiés a eso se debe que en el debate sobre reforma electoral la idea de segunda vue lta ha ya t enido t an p oco e co e ntre pol íticos y a cadémicos, quienes igualmente instintivamente se evitan las posiciones polarizantes. La lucha enardecida por el poder tampoco es muy frecuente ni bien vista, el caso más evidente de esto es que pese a la pluralidad y a esta búsqueda de consensos que naturalmente ex iste en su si stema político, pa radójicamente e s mal v ista l a idea d e gobiernos de coalición. De un lado les parece preferible que se forme un gobierno que pueda t ener t otal capacidad d e au tonomía y a sí ev ite p roblemáticas negociaciones- que en caso de fallas pues se le cobre con su caída por medio de las elecciones, y por el ot ro, la c onformación de un gob ierno de coalición de ja cierta s ensación de l un deseo no muy sano de contener el poder político. Lo cual no es buena idea en un país 786 http://www.nature.com/news/nine-years-of-censorship 323 donde con frecuencia los primeros ministros federales o p rovinciales cuando pierden las elecciones lo hacen incluso en sus propios distritos. Y si n em bargo, la co lumna v ertebral d e su si stema p olítico, e l gobierno “responsable” parlamentario paradójicamente ha tendido a desarollar semejanzas con el p residencialismo d e manera t al q ue l os pr imeros ministros de scansando e n s us mayorías n o so lo h abían t endido a ser r efractarios a l a cr ítica d e l a o posición si no también h abían d esarrollado u na ex cesiva cen tralización d e l a t oma d e d ecisiones respecto a s u ga binete y r especto a s us pr opias o rganizaciones de a poyo administrativo. En este c ontexto Canadá es u n caso ú nico dentro d e l os regímenes parlamentarios, democracias liberales, y sistemas políticos bipartidistas. Claro, podría decirse que cuando se e studian casos particulares siempre se encuentras dieferencias respecto a l t ipo i deal, p ero en el c aso c anadiense co mparado co n su s o tros compañeros de categorías analíticas las diferencias son más pronunciadas. Paradojicamente a l t amizar el c aso de e studio por e l m arco m etodológico propuesto se encontró que las sutilezas del proceso político canadiense lo convierten por su p eculiaridad en una r eferencia d e comparabilidad a p artir d e l os r eferentes teóricos generales. Es decir, la u tilidad del caso y de l marco teórico se probó en e l hecho de que l as l ecturas o btenidas de l a i nformación so bre el p roceso d e r eforma electoral se enlazan con el perfil de la ciencia política de manera general. Pese a su fracaso efectivo, la agenda sobre representación proporcional debe ser considerada un triunfo en cuanto a la colocación del asunto, como construcción de un pr oceso pol ítico de l argo pl azo, y c omo e xperiencia de a prendizaje pa r s us participantes. Especialmente la ciencia política y los politólogos deben considerar la importancia de su participación en la etapas principales del proceso, su influencia en la formación de los argumentos centrales del debate, en el proceso de inclusión del tema en la agenda pública, y; dando consejo experto a los tomadores de decisiones. Todo ello sin contar el hecho de que pese a su fracaso el movimiento por la RP que se dio en este periodo creo un efecto en el largo plazo que puede verse hoy en día en la política del primer ministro Justin Trudeau sobre reforma electoral. Recordemos que incluso desde entoces e incluso durante e l gobierno conservador de Stephen Harper no desapareció la cartera ministerial de Reforma Democrática. En el mismo sentido fue afortunado que la ciencia política en Canadá reproduzca caracteristicas i nstitucionales peculiares del s istema p olítico c anadiense, como s us dobles raíces inglesa y la francesa, junto al hecho de que al mismo tiempo que haya asimilado la influencia estadounidense. En conjunto la información permite hacer un balance po sitivo d e l os obj etivos de c onocimiento pr opuestos, pu es s e obtuvo información que sustenta varias premisas de comparabilidad de la participación de los politólogos en las políticas públicas: • Hubo politólogos que buscaron participar activamente en el debate público y Los politólogos que l ograron i nvolucrarse m ás directamente d esplegaron u n repertorio d e acci ones q ue p ueden r egistrarse y ex plorarse analíticamente p ara caracterizarlos • Hubo u na r elevante t ransmisión d el co nocimiento d esde l a acad emia h acia la politica 324 • Aunque m arginalmete, se considera q ue ef ectivamente, la t ransmisión d e conocimiento y l a pa rticipación a ctiva de l os pol itólogos e n e l de bate público tuvo c iertos efectos cau sales en el proceso d e cambio d e política q ue p ueden atestiguarse co n l a co incidencia de ci ertos procesos co n el d esarrollo d el subsistema de la política; a l o largo de las tres etapas de ésta: issue ascending, agenda s etting, y a genda i nstitucional.A s u ve z e l r egistro de e stos p rocesos, permiten su gerir c iertas co njeturas d e o rientación t eórica so bre el p apel d e l a ciencia política y la participación de los politólogos: • Hubo un efecto agregado desde la ciencia política y un cuasi-consenso que configuran el modelo de comunidad epistemica • Sobre la literatura sobre uso de conocimiento se comprueba: a. Lo distintivo del trabajo académico que como lo señala la literatura utiliza la bandera de la cientificidad como activo simbólico y político b. La importancia de los intermediarios c. La importancia de la presentación del conocimiento d) L a t ipología de l os pr incipales us os de l c onocimiento y funciones de l conocimiento d) La importancia de la disposición de los tomadores de decisiones • En el subsistema de la política en cuestión se verifica: a) La conformación de coaliciones b) La idea de e quilibrios que s e rompren c omo pr oceso c rucial pa ra el cambio de la politica c) Se comprueba que a pesar de la estrecha vinculación entre varias políticas, estas pueden examinarse como subsistemas d) Se verifica que los politólogos y el conocimiento tuvieron cierta influencia en la politica El análisis del proceso de participación de los politólogos permite proponer algunos elementos que c omplementan el m odelo ACF . P or un l ado ubi cando a l os f actores contextuales y coyunturales que comprenden el proceso político como estructuras de oportunidades políticas, y l as a ctividades realizadas f ormulando u n r epertorio de accion p olítia y u na p rimera ap roximación a s u an álisis d esde l a p erspectiva d e movilización de recurso. Se r elegó el s upuesto pr oblema de obj etividad de l a disciplina a l á mbito i nterno, de l a pr actica ac adémica, p ero u na v ez en l a ar ena pública es sostenida la pretensión de objetividad como parte del capital político de los politólogos como actores, las advertencias de la l iteratura sobre los problemas de la relación en tre co ntendientes p olíticos y t omadores de de cisiones c omprueba que l a disciplina enfrenta su mayor problema en su tradición de retraimiento heredada de su proceso de institucionalizaicón. Es precisamente lo contrario de ese r etraimiento; la acción política, la herramienta clave para maximizar su impacto público, solo que no se t rata de activismo partidario ese t iene sus p ropias ventajas y desventajas s ino se trata de reconocer la politicidad del conocimiento y m anejarlo honestamente, de allí que l a cl asificación d e pielke resulte d e gran u tilidad pue s a unque e l aboga por e l modelo de honest broker, como critica Brown, no necesariamente ese es el rol más productivo para todos. Así, en el caso de la ciencia política el reconocimiento de la 325 argumentación pol ítica y de l a naturaleza política –y por e nde c on vi siones normativas- de t odos l os act ores es f undamental p ara q ue d esde l a d isciplina se articulen discusiones abiertas debates cimentados sobre bases científicas y en ultima instancia, s e ar ticule la capacidad d e ar gumentación p ública de p referencias q ue -a diferencia de los valores morales privados o secretos e intereses de otros actores- los expertos pu edan de sde s u pr opia palestra –es d ecir si n necesidad d e cam biar d e profesión- sugerir alternativas, conjeturas predictivas sobre las mismas y defender sus preferencias con base en argumentaciones y evidencias. Esa dinámica de participación mixta en el debate público, como expertos pero también reconociendo valores políticos y preferencias sobre las alternativas en juego lleva a considerar l a u tilidad d e la n oción d e co munidades ep istémicas p ara se r aplicada a l a e xperiencia que tienen l os po litólogos a l pa rticipar e n el m arco de debates de políticas públicas. Además esto tiene entre otras ventajas su capacidad de intersectar por un lado dinámicas de argumentación pública que antes eran asociadas con las figuras de intelectuales públicos con la participación más estrictamente basada en i nvestigación de f rontera de c ientíficos qu e nunc a a ntes ha bían s alido de s u laboratorio, por ot ro lado d esvanece l as d istinciones en tre ci encias naturales y ciencias sociales al considerar como premisa básica la tensión y existencia simultanea de argumentos científicos y preferencias políticas en la participación de los científicos y una t ercera di cotomía que se er osiona es l a separación que ex iste en l a l iteratura tradicional que hay en las disciplinas –sobre todo en las ciencias sociales- entro los trabajos sobre su impacto social, su incidencia en la política y su utilidad práctica, y la sofisticada y altamente teórica literatura que se ha desarrollado desde la sociología de la ciencia y los STS sobre los problemas del consejo experto en políticas públicas. La disciplina tiene en cuanto a su relación con los políticos su mayor fortaleza y de bilidad e n el h echo d e q ue t rata p recisamente muchos d e l os temas q ue so n también directamente involucrados con la distribución de pododer. Y es muy difícil para la misma quedarse como asesora “técnica”. Recordemos que la ciencia política se supone incluye de manera constitutiva la f ilosofía política y la teoría social, de ambas se nutre para su labor de desarrollo conceptual y para poder desarrollar análisis críticos que sirva para el mejoramiento de la sociedad. De otro modo no solo sería una especie de sociometría bastante estéril, sino t ambién h ipócrita. A ún l os ej ercicios d emográficos o so ciométricos m ás elementales suponen por un lado conceptos ligados con ña teoría social, y por el otro lado cuando se evita la crítica y la propuesta para el cambio social, tácitamente se está entonces tomando una pos ición política, la de l c onservar e l s tatus quo, e l conservadurismo l o cu al q ue p uede ser m ás o m enos éticamente cu estionable dependiendo el estado de bienestar en el que se encuentren las sociedades de que se trate. Entonces por su politización, -entendidad como a capacidad crítica y como la capacidad de definir una preferencia en el estado de las cosas- la disciplina en cierto sentido comparte el mundo de lo normativo, en el cual se desempeñan los políticos. Por eso Carty refería en su entrevista que en su larga experiencia como asesor para diversas instancia gubernamentales, había aprendido que a los políticos no les gusta que l os pol itólogos le digan l o q ue se d ebe de h acer. A ceptan s u c onocimiento 326 “técnico” o esp ecífico, p ero co nsideran q ue e s p recisamente su t rabajo d ecidir las políticas con base en sus valores y p referencias787. Los pol itólogos saben muy e so. Como se discutió en el primer capítulo esto se debe en buena medida a una herencia de l a influencia c onductista e stadounidense, de la s eparación que t uvo la di sciplina con la administración pública, con el giro positivista de la disciplina y especialmente con la llegada del economicismo. La ciencia política en Canadá, sobretodo en su parte anglófona rápidamente se adaptó esta visión, y se institucionalizó como una profesión orientada hacia la vida académica. El mundo de lo consultores independientes, y l os think tanks es un f enómeno más b ien pr opio de l os a ños noventa. Y en t odo s igue siendo relativamente raro que para esa profesión se concluya la formación doctoral. En e se c ontexto la v isibilidad p ública d e la d isciplina, s u p articipación preactiva en los debates públicos alrededor de la Lortie Commision y de los procesos de r eforma e lectoral, representan una nue va ex periencia q ue p arece h aber u n importante l egado –sobre t odo pa ra e l l argo pl azo- en a quel pa ís. L os pol itólogos eventualmente v en su s co mparecencias an te el p arlamento co mo u n r aro p rivilegio sino c omo un pr oceso ne cesario pa ra i nformar l as pol íticas públicas, s u a ctitud es diferente, tampoc esperan pasivamente las invitaciones a medios, sino que muchos de ellos pasan a escribir más en forma de divulgación o si no suficientes medios pueden organizar town ha lls e n c olaboración c on o rganizaciones c iviles o lo s p olíticos locales. Su expertise como menciona Milner788 es también una responsabilidad, para tratar de cambiar el estado de sus objetos de conocimiento, lo cual no necesariamente tiene porque llevar a la politica partidista, pero si ese camino se p refiere también se puede de sarrollar en di stintos ni veles s egún l os obj etivos y pr eferencias qu e s e tengan, como P ilon q ue a pe sar de s u m ilitancia pr evia e n e l N DP, pr efirío la academia pe ro no t iene problemas en colaborar con di cho pa rtido en e l caso de un temática en la que coíncide con el mismo789. Otros s in e mbargo a unque más a fines a l a vi sión pos tivista, y a l mantenimiento de cierta lejanía que dicen les da una imagen de mayor objetividad en su trabajo como William Cross o André Blais790, han logrado también a través de su trabajo dar a conocer su preocupación por ciertos temas sobre el funcionamiento de las i nstituciones d e aq uel p aís. L a diferencia c reo se h a convertido y a so lo en u n asunto de g rado de i ntensidad y de e strategia, la pol iticidad de l a di sciplina no e s negada categóricamente. 787 Entrevista con el autor 788 Entrevista con el autor 789 Entrevista con el autor 790 Entrevista con el autor 327 ANEXOS A. RELACIÓN DE ENTREVISTAS (tabla 11) N Nombre Ocupación Observaciones Fecha Lugar de la entrevista Hora Duración 1 R. Ken neth Carty Profesor Emérito Director acad émico d e la C itizens's As sembly en B ritish Columbia (2003-2009) Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en E lections Canadá y en la Lortie Commission 1989. Testigo ante Parlamento 2005 y 2014 11/03/2014 UBC, Vancouver 13:30 2hrs 47min 2 R. Ken neth Carty Profesor Emérito 2da entrevista 14/04/2014 Downtown Montreal 08:00 47min 3 David Smith Profesor Emérito Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en la Lortie Commission 1989 Testigo ante Parlamento 2005 24/03/2014 RU, Toronto 10:00 2hrs,26 min 4 Leslie Seidle Dir. Th ink Tank Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en la Lortie C ommission 1 989. Dir ector d e I RPP T estigo an te Parlamento 2005 25/03/2014 IRPP, Montreal 09:00 57mins 5 Lawrence L e Duc Profesor Emérito Autor tex tos s obre r eforma electo ral, T rabajo previo en la Lortie Commission 1989 21/03/2014 UT, Toronto 10:00 2hrs, 2min 6 Dennis Pilon Profesor Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en la Lortie Commission 1989. 28/03/2014 York, Toronto 10:00 1hr,20min 7 Henry Milner Profesor Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en la Lortie Commission 1989. 02/04/2014 UM, Montreal 11:00 58min 8 Brian Tanguay Profesor Autor tex tos s obre r eforma ele ctoral. Au tor d el b orrador final de la LCC sobre la reforma electoral 04/04/2014 WLU, Waterloo 10:00 1hr,13min 9 Peter H. Russell Profesor Emérito Autor textos sobre reforma electoral, Trabajo previo en la Lortie Commission 1989. Autoridad en materia de reformas a las instituciones constitucionales 07/04/2012 UT, Toronto 11:00 32min 10 André Blais Profesor Autor textos sobre reforma electoral. Recientemente testigo ante Parlamento ( 2014). Autoridad en estudios sobre comportamiento electoral 11/04/2014 UM, Montreal 16:00 1hr,12min 11 Bruce M. Hicks Profesor Autor t extos s obre reforma e lectoral. Par ticipación destacada en medios de comunicación. Impulsor de reforma que d otaba d e s ímbolos a las cá maras d el p arlamento, y al escudo nacional canadiense 14/04/2014 Le Plateau , Montreal 12:00 1hr 44min 12 William Cross Profesor Coordinador del estudio de 2000, s obre la Au ditoria de la Democracia en Canadá. Experto en procesos internos de los partidos p olíticos en C anadá Ha p articipado en ca mpañas políticas en los EU. 21/04/2014 Greenborough, Ottawa 13:00 1hr, 07 min 13 Michael Stein Profesor Autor, junto con Robert Dahl de libro sobre la d isciplina, y más recientemente coautor con John Trent de estudio sobre el estado de la discipline en el mundo 24/03/2014 UT, Toronto 12:00 1hr,36 min 14 Nelson Weiseman Profesor Autor tex tos s obre reforma el ectoral. M ás r ecientemente editor de libro: "The public intellectual in Canadá 07/04/2012 UT, Toronto 13:00 1:11min 15 Bernard Colás Abogado ExPresidente d e la L aw C ommission o f C anadá. Actualmente abogado particular en Montreal 03/04/2004 Downtown Montreal 09:00 18min 16 Nathalie Des Rosiers Profesor ExPresidente de la Law Commission of Canadá Actualmente Decano de la Facultad de Common Law de la U de O 15/04/2014 UO, Ottawa 09:00 26min 17 Steven Bittle Profesor Director de Investigaciones de la LCC durante el periodo en el q ue s e elab oró la in vestigación s obre la in troducción d e Representación Proporcional 15/04/2014 UO, Ottawa 11:00 29min 18 Don Boudria Ex MP asesor en consultoría Presidente d e la co misión p arlamentaria q ue an alizó la propuesta de introducir RP en 2005 16/04/2014 Downtown Ottawa 10:00 47min 328 B. GUIA DE ENTREVISTAS791 PERSONAL BACKGROUND IN POLITICS 1. Talk me about what made you get interested in politics, and to study political science, maybe you have any inspiring experience in your childhood or when you were teenager? 2. When you started to study what was your professional goal? To become politician, to work in government or become and academic researcher? 3. And by other hand did you have some kind of political backgrounds in your family or close people? GRADUATE STUDIES 4. Now, about your graduate studies why did you decided to get the PhD in political science, did you want to be professor? 5. You studied your bachelor at New Brunswick but your PhD is from Queen’s, why did you study in those universities, does this experience was important (Optional 6. When you were studying did you have any book or theory that became an important intellectual influence for you? 7. Talk me about your classmates, and teachers did some of them influenced in your vision of the discipline or about what is politics like? 8. Please talk me about your Doctoral dissertation what was it about? What lessons did you get from this experience? 9. Who was your supervisor, did he influenced you in some way? 10. And during your academic formation there was any special experience determining your research interests, or your vision of the discipline or your professional project? VISION OF CONTEMPORARY POLITICAL SCIENCE 11. Since when you were a student, what has changed about your vision of political science and practical politics, for instance do your think there is to much difference between what political science handbooks says and real politics?(optional) 12. What do you think about the distinctiveness of political science as a science nowadays, ¿is there an excusive object and method, is there a paradigm? 13. Do you think that political science is currently in crisis, or it is going forward well? 14. Which would you think are the current strengths and weakness of the discipline? 15. What is your opinion about the debate on schools and sects in the discipline, there should be a mainstream or there should be pluralism? 16. What do you think about the rational choice and quantitative comparative approach?, some people say that this is the right way to develop a more scientific research, but others think this approach as mainstream is a straitjacket 17. In your opinion what should be the main research agenda for political science? For instance do you think that this century carries some particular research problems? 18. What about political theory, do you think that there is a main or distinctive theoretical debate today? 19. Recently some political scientists like Giovanni Sartori have criticized the agendas and methodology developed by American political science, he has argued that political science because its excessive caring about quantification is overlooking the substantive propose of research. What is your opinion? 20. Do you thing that this problems may also be attributed to Canadian political science 791 A pesar de haberse preparado un guión, debe advertirse que las entrevistas en realidad fueron semi- estructuradas, ya que durante s u a plicación h ubo l a necesidad de dar flexibilidad a l os sujetos pa ra profundizar o hacer comentarios complementarios, en respuesta hacer ajustes –siempre menores- a las preguntas previstas. 329 21. Please tell me more about this topic; do you think there is a Canadian political science? 22. What is the general state of political science in Canada, do you think it is peripheral to the United States? 23. What do you consider as the best strategy for the discipline outside the United States, do you think that countries like Canada or Mexico should just participate in the mainstream? Or do you think they should work in developing a particular agenda, methodology or theory? TRAYECTORY EXPERTISE AND LEGACY Professor, you have had a very prolific career not only in academics but also participating in government, let’s talk about this experiences 24. First about your experience as President of the Canadian Political Science Association and head of the department of political science in this university: how these experiences have shaped your vision of the state of the discipline in Canada and in general? 25. About your academic research you have wrote important works on Canadian political parties, activism and leadership in parties, and since the nineties also about the issue of electoral reform. What made you choose these subjects? 26. Your books and articles on party system in Canada and about the experience of citizen’s agenda have become a very important reference in the theme, how is your personal assessment about your intellectual contribution and academic legacy? 27. Let me emphasize the subject of electoral reform in your research: in 1998 you wrote an article named “electoral reform should begin in the senate,” however many political scientist since then have focused on the issue of proportional representation, How did you get involved in this agenda? 28. The case of the citizen’s assembly is a very unique experience, hard to classify but something sure is that it was a political process. In your recent book comparing the assemblies in BC, Ontario and Netherlands you mentioned that several political scientists participated as academic directors and helped in the learning stage, In your case, if easily to understand that your outstanding academic and political trajectory was behind your appointment, but please tell me how was the process of your nomination, which actors were supporting you? Did you make some lobby in order to get appointed 29. What can you tell me about your professional collaboration con colleagues; there were some important experiences, For instance students that became colleagues and colleagues that became personal friends maybe ? (optional) ADULT EXPERIENCE IN POLITICAL PARTICIPATION 30. First, please let me ask you a quick check list of items about political activities: 31. ¿Do you use to vote? 32. ¿Do you have or have had PARTY activities, like: Affiliation Sympathy of preference Some indirect tie, by family or close person Funding raising Campaign contribution Canvassed & campaign activism Clerical work Attended a rally (convention) 33. ¿Do you have or have had GROUP activities, like: In dealing with politics in social groups Participating in organizations related with political issues In civic or neighborhood activities 34. ¿Do you have or have tried to contact politicians in order to express your complaints or your opinion, for instance: Members or parliament Civil servants or government clerk Party members Councilors in your city Civil servants or government clerk in your city 330 Media Protesting 35. Have you ever take part in direct political activist activities like: Protesting Attending protest meeting Organized petition Signed petition Blocked traffic Protest march Strike Boycott 36. Have you ever participated in political debates trying to get any kind of influence or supporting a preference? 37. Now, as I mentioned before you have had a remarkable participation in government. You have been in Royal commissions, and you served as chief of the electoral office of Canada in 1995, more recently you were research director during the Citizen’s assembly process in British Columbia. Very few political scientists have had that kind of success in politics. Please tell me about this experience: ¿how did you achieve these important positions, coming from academics? What was the more important element: your academic prestige, party connections, social networks, activism, maybe participation in mass media? 38. How could you mix these political activities with a serious academic life why you don’t get attached to the world of politics and party activities? 39. What this experiences in government and politics taught you about the way political science as discipline and being political scientist as profession have developed a role in real politics or in the society? -----------------BREAK--------------- ELECTORAL REFORM DEBATE 40. In 2001, the LCC started a series of conferences and public consultations on reforming the electoral system. For the first time an political actor supported a formal initiative on this topic: ¿did you collaborate with the law commission or with any other government institution on this issue? 41. Also some think tanks and civil organizations supported this initiative, like the Institute for Research on Public Policy, the West Foundation and Fair Vote Canada. Did you collaborate with these organizations? 42. Particularly Fair Vote Canada has an advisory council, with many remarkable political scientists, this organization advocates the introduction of proportional representation, what is your opinion about this newly form of activism from political scientists? 43. During 2003, the law commission sponsored a conference in Vancouver: (May 21, 2003 Vancouver Voter Apathy: Is the System Broke?) Did you participate in this meeting? 44. Despite the efforts of the LCC and others organizations is until the 38th in 2005 that a formal initiative is stated, promoted mainly for the NDP. Some scholars have pointed that the interest of NDP in this agenda is because they wanted a way to improve their number seats in Parliament, but at the same time in BC when the citizen assembly started there was an absolute Liberal Majority in the assembly. How can we compare this two processes, and explain the different reasons behind the support of parties in these cases 45. One may be able to say that at least since 1998 you have had a clear opinion about this issue: did you ever try to share, disseminate or promote your opinion? 46. In March of 2005 the standing committee on procedures and house affairs, responding a request of NDP started a formal study on electoral reform. In this process you participated as witness in March 10. Please talk me about this participation, how it all started: ¿who contacted you?¿did some politician or parliament member talk with you about these hearings? ¿aybe some colleague recommended you 47. Then how did you make up your mind about participating in these hearings what was the main factor or motive behind your decision? Did you ever think about rejecting participate? 331 48. Was influence or invitation of any person fundamental to your decision? Or maybe some kind of thinking about civic duty? 49. Did you make some strategic calculus some rational choice analysis when you were making up your mind? 50. Did you make a plan? 51. Did you used or remembered some knowledge provided for political science when you were taking decisions? Maybe From classical theory, Modern political science, like about policy process studies, About something you studied about Canadian politics 52. Which was your main objective or goal in this participation? 53. please let me mention a set of items: speaking about your objectives and goals an please stop me if some of these were importat Instrumental ends, like economic gain, increasing your professionals prestige, or improve your political position? Some sense of responsibility or civic duty? Educative goals, I mean learning how to do real politics? There were expressive goals, like the necessity of just state what you think is the best option 54. During your participation at any moment did you think on the meaning of this activity as an end or as mean? 55. Did you think about being optimal, I mean reducing your coast, while increasing your earnings or faced and overcome any trouble or challenge just improvising? ---for instance you may have another activities that you had to cancel-- SPECIFIC ACTIVITIES 38th PARLIAMENT 56. When you were with the committee you said: “There are not many things that are more important and central to our democracy than the way we choose those who speak for us and make important policy decisions” 57. In this regard, it is easy to think that when a scholar is giving advice he can not remain just objective; despite his technical knowledge he is very likely to try to promote his own preference. What was your experience on this possibility? 58. When Mr. Ed Broadbent PM, told you that excluding politicians in citizen’s assemblies was a mistake you defended the logic of avoiding interest conflict behind this strategy. In this moment you were defending only an objective argument or also a political preference? 59. And beyond this participation ¿did you have another activity with parliament members, or politicians before of after your participation as witness, some activity like: Institutional relation trough a research commission or advising consulting Private meetings Providing informal advice Participation in a meeting with a group of politicians Some kind of contact or communication through a third person A talk in hallways during any academic or public event A talk due to a casual encounter, for instance in a restaurant or sport club 60. Did you made any kind of activism like: Interviews or publishing in Mass Media Collaborating with a think tank or organization Giving advice or researching for a politician or government Advocating from academia seminars or conferences How did you get this? What was the opportunity or resource that allowed you to do so? Which were the key factors, I mean like: Prestige Networks Personal skills Or maybe just they invited you being there 332 When you were proximal to do some activity related with the process, like giving a lecture, writing a working paper, or having any kind of meeting. ¿At any moment did you think on the meaning of this activity as an end or as mean? In these particular actions did you think about being optimal, I mean reducing your coast while increasing your earnings or faced and overcome any trouble or challenge just improvising? 61. One central way to look for influence is interacting with the decision makers, when you were with the committee you were face to face with decision makers, what do you think was your most important persuasion resource: Prestige Knowledge The opportunity, I mean maybe just they invited you being there Communicative, leadership, charisma, maybe some kind of personality? 62. In political science, persuasion has been considered a key component of power and the political itself, what can you say about your experience in persuasion, or bargaining Do you think that experts opinion can make politicians change their minds? 63. And talking about the behavior of politicians, when you were interacting with them do you get an assessment about how a political scientist should act or behave in order to be able to deal with political actors and success in getting some influence on them? 64. Do you think that the conjuncture and historical moment played a major role? for instance some scholars have highlighted the weakness of liberal party, as a factor that explain the capability of ndp for promoting this initiative ¿the processes en provinces? The recent drawback in voting turnout, and the recently academic and social idea of weakening in deference for politics and government institutions? 65. What do you think about the decision taken by the committee, in his final report recommended to start a complex process of consultation instead of asking government to propose just a law initiative? Do they want to get more citizens involved or maybe just complicate the issue? 66. What do you think was the real preference of government and the parties about this issue? 67. Some years later you participated again as witness for the 41th parliament what was difference in your participation in this two processes 68. In your case being a political scientist gave you useful tools in order to face real politics? EPISTEMIC COMMUNITIES 69. The debate on proportional representation –accordingly with some academic articles- was a very interesting issue for political scientists, what is your opinion, this topic gained an unusual interest from political scientists? 70. Can you mention some political scientist that researched about the issue or made activism in the electoral reform debate? 71. Why about this issue political scientists attracted more attention from mass media than former electoral debates like during the Lortie Commission in 1989, or during the Party finances reform in 2003. And even from themselves pointing in articles that there was an important involvement from political scientists? 72. Do you think the proposals from political scientists were important in the public debate and for decision makers? 73. What do you think about the relationship between policy debates and research agendas, do you think that both are interacting? 74. During the debate on electoral reform did you noticed some kind of leaderships, there was any professors inviting or persuading others colleagues to participate? 75. There was some kind of collective coordination between political scientists or any kind or grouped activity? 76. Do you think that in some issues political scientists develop not only research networks but advocacy networks, and these networks can may become some kind of political actor? 77. As I mentioned before, in Fair Vote there is an academic council, with several political scientists, ¿do you know about other organizations were political scientists have participated? 333 78. Did you noticed the participation in the debate of political scientists from other countries, and were they pro or against the initiative of proportional representation 79. Did you know if there was any declaration or public letter from political scientists 80. There were several political scientists researching and participating in newspapers did you notice some kind of sense of community or collective identity 81. Do you think that there was some kind of professional support for political scientist’s who tried to participate in the electoral reform debate? 82. Do you think that the opinion of political scientists was perceived in the public as a consensus, or there were discrepancies between these? I have found no opinion against the idea of electoral reform from any political scientists ¿Do you think there was kind of consensus in the discipline? And ¿why? 83. Do you remember if there were interventions in the debate from international scholars or if there were some international events on the issue? 84. What do you think about academic networks on issues like foreign policy, electoral system or social policy that sometimes develop ties with government and parties, do you think this is productive or, is a problem for objective research? 85. Do you consider that research, and activism from political scientists can produce some impact on society and public policies? 86. According with academic literature one main determinant in political participation is the sense of efficacy. Based in your experience did you have thoughts about your possibilities to make a difference? 87. Do you think that psychological issues are important to be successful when participating in politics, like personality**** 88. When a political science professor is getting involved with politics or giving his opinion toward some polemic issue ¿Is there full freedom and political autonomy from universities? ¿How was your experience? 89. What about ties with some party or organization? Was it relevant? For instance, is there some tendency to agree with party’s position? 90. Do you think that institutional filiations make a difference widening opportunities for political participation, for instance being fellow of different universities, organizations or think tanks? 91. What do you think about the structural conditions of your experience? For instance, in Canada recently was created a new law on lobbying activities, ¿there is some kind of restrictions or traditions when an academic is getting involved with politics? 92. For professors is there any kind of tradition useful as guide for political participation of academics? Do you remember some advice gift by your teachers when you where student or by a colleague? 93. When a political scientist thinks there is correct way to deal with a problem, how can he promote his opinion? What is most effective way for political scientists to get influence in a policy debate: ¿Should them try to interact in person with specific actors. For instance Prime Minister Staffers, party leaders, and lobbying parliament members, or they should act being part of civic organizations civil associations, think thanks, or even go directly to the media and promote their opinions? 94. Why do you think some political scientists decided to try to participate, while other did not? 95. What is your opinion about the idea that more expertise participation could produce a lack of public deliberation and therefore make wider the gap between the political class and society? 96. Did you consider at any moment that your participation as political scientists could have secondary impacts like, contribute to the social legitimacy of the discipline 97. After your experience, how do you think is the best way to link academic research with policy problems, what soul be the role of the discipline and political scientists? 98. What do you think about the tension between the discipline’s tradition of objective research versus the natural interest that a political scientists obviously holds, for instance, in the case of sociology recently there was a polemic debate about the social mission of the discipline and the sociologist as public intellectuals, what is your opinion for the case of political science 334 C. RESUMEN DE LOS ARGUMENTOS CONTRA FPTP Y A FAVOR DE LA RP (TABLA 11.) Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones Cairns (1968) “Creation of a rtificial leg islative majorities to p roduce cabinet stability its performance since 1921 has been only mediocre” “its contribution to the maintenance of effective opposition, …it appears in an even less satisfactory light” “[NDP] with d iffuse s upport wh ich as pired to n ational an d major party status never, received as many seats as would have been "justified" by its voting support, and on s ix occasions out of ten received less than half th e s eats to which it was ‘entitled’” “the ef fects o f t he electo ral s ystem can b e ap propriately described as divisive and detrimental to national unity” “the case of the Conservative party, the thesis is that not only does the electoral system make that party less French by depriving it of French representation as such, but also by the effect wh ich t hat ab sence o f Fr ench co lleagues h as o n t he possibility th at its n on-French members will s hed th eir parochial perspectives through intra-party contacts with French co-workers in parliament” “the electo ral s ystem, has clearly fostered a s ectional p arty system in which party strategists have concentrated on winning sections o ver to th eir s ide. It h as en couraged a p olitics o f opportunism based on sectional appeals and conditioned by one party bastions where the opposition is tempted to give up the battle and pursue success in more promising areas” “the co nsequences o f th e p revailing system” [FPTP] “by the distortions it in troduces as it transforms votes into seats produces an ex aggerated s ectionalism at th e level of representation” “statements about sectionalism in the national p arty s ystem ar e in many eases, an d at a d eeper lev el, statements ab out the p olitics o f th e single-member constituency system” “the d isintegrating ef fects o f th e electoral system are likely to be most pronounced wh ere alien ation f rom the lar ger p olitical s ystem is most profound” “the s ingle-member co nstituency system lacks the singular capacity of proportional r epresentation t o encourage all p arties to s earch f or votes in all sections of the country”. “proportional representation tends to strengthen national unit” “countries p ossessed o f s trong underlying ten dencies to sectionalism may be better served by proportional representation” “opinions s trongly e ntrenched locally tend to be broadened on to the national plane b y th e p ossibility o f b eing represented in districts where they are in a small minority” “[PR] b reaks u p th e monolithic nature of s ectional r epresentation stimulated by single-member constituency systems” Blais, 1991) “the basic argument in favor of proportional representation is that it p rovides a more accu rate mirror o f o pinions, wh ich makes f or a f airer an d b roader r epresentation, th us ensuring responsiveness, legitimacy, and order” “broad and fair representation” “proportional systems are found to fare much better than plurality and majority s ystems in allo cating seats to p arties p roportionally to vote” “a more accurate mirror of opinions” “Party elites in a co alition cannot but make deals and compromises” “Proportional r epresentation produces coalition governments” “the pr oposition that PR f osters compromises is rather dubious” “This leg itimacy s hould en sure political harmony and order” “Because r epresentation is fair, the gove rnment a nd more generally th e p olitical s ystem are likely to b e p erceived as legitimate” “the government is more likely to be respectful of the diversity” “the v arious d iverse viewpoints are represented in th e leg islature and, to a les ser ex tent, in th e cabinet” 335 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones “it in duces g reater moderation and instills a s pirit of cooperation amongst parties” “it is easier for the government to be s ensitive t o t he d iversity o f viewpoints” “most PR electio ns r esult in th e formation of co alition governments” “more th an o ne p arty is represented in the cabinet” “PR's b ias in favor of s mall cen trist parties” “Enhance the political order?” “The a doption of pr oportional representation s eems to h ave improved the political climate” “in C anada, th e p lurality s ystem has increased the visibility and salience of regional cleavages” “PR has two sets of consequences on th e political o rder: a p ositive one, related to its producing more parties” “producing s ome extremist parties” “PR contributes positively, t hough only weak ly, to the political order” “A h igh d egree o f disparity between vote and seat shares tends to in crease tu rmoil, a p attern usually p redicted b y th e proponents of PR” Milner (1999) |“the NDP, the party most under-represented under FPTP” “regionalization” “distortions under FPTP” “the parties would have no incentive to co ncentrate th eir efforts an d r esources in r egions where they were doing well” “the dismal turnout of only two-thirds of registered voters” “the f act th at in most ridings o nly one o r two of t he p arties wer e r eal contenders” “once parties co ncentrate les s o n regional s trongholds and more on the co untry as a whole th ey h ave every in centive t o moderate th e divisive elements of their platform “FPTP [ has] th e ten dency to p olarize r ather th an p romote compromise” “better legislation” “legislation with [more] degree of popular legitimacy” “the main ef fect o f PR is to temper ideological Swings” “moderating tendency that PR has on party campaigning” “Affects g overnment f ormation” [produce uni dad na cional y formación de coaliciones] 336 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones “PR s ystems elic it h igher v oter turnout an d r epresentation o f women and minorities” “[PR] ar e o n b alance more effective in providing government performance” “[PR] is both efficient and linked to commitments made in electoral campaigns” “assuring that the number of seats that parties are acco rded wil l reflect th e p arties p opular support” “reduction of the cost of political information” “[PR] f rames i ncentives an d disincentives for political actors “political p arties k now th at th ey will have to cooperate to govern” “part o f th at co operation co nsist of un distorted t ransmission of information “disparities not exacerbated by the electoral system” “the other parties have nothing to gain by cooperating […] their political in terest li es in denouncing, distorting o r exaggerating the likely effects of unpopular policies “Under FPTP the governing party is expected to implement its program as id supported b y a majority o f th e population rather than seek and build broad based support” “PR wo rks ag ainst d istortion in the flow of information f rom top to bottom” “by r educing t he cost to p olitical leaders o f m aking electorate aware o f alter native p ositions o n salient policy options” Blais (1999) “the incentives for nationwide political appeals and its strong tendency to reduce under-representation of some regions in the governing party” it p roduce leg islatures an d governments that are broadly representative of the electorate? We should prefer a ballot in which voters are allowed to express not only their first choice but also their second or th ird ch oices, an d a f ormula that takes into account these second or third choices. L ikewise, we s hould prefer a system in wh ich voters are allo wed to express their specific v iews ab out th e parties, the leaders and th e lo cal can didates o ver o ne in which those distinctions cannot be made. 337 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones produce legislatures and governments th at ar e systematically biased against certain groups or interests? I call th is cr iterion fairness the most fundamental principle in a d emocracy is th at each personshould have equal rights. Hence a f ourth criterion: I n th e election, d oes each vote count equally? Is stability alwa ys a good thing? and Why is it a good thing? We want an effective government, a government th at is cap able of effectively managing th e s tate. Too much in stability is ( rightly) perceived to undermine government effectiveness. I p refer to talk ab out ef fectiveness th an about stability because the former is a more inclusive criterion A s tandard argument ag ainst proportional representation (PR), for in stance, is that it may pr oduce unstable governments. The p arty(ies) in power must b e able to i mplement th e p olicies it (they) had promised during the election campaign. PR, [produces] compromise. Voters to v ote sincerely rather than strategically, because the more sincere the vote is, the more accurately it r eflects v oters’ preferences. An d r epresentation by reflection works only if voters vote ( sincerely) for p arties o r candidates that are closest to their views ab out wh at g overnments should do. Macivor (1999) “public d iscontent with in stitutions, u nder-representation o f women an d minorities in t he H ouse of C ommons, growing regional divisiveness” FPTP permit the election of single-party majority governments with less than half the popular vote. “a more p roportional s ystem – specifically, p arallel mixed- member plurality (MMP) – would likely a lleviate th e p roblems ju st mentioned” “The more pr oportional t he system, th e more accu rately th e parties’ s eat s hares in Par liament reflect th eir r espective s hares o f the popular vote” 338 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones “Women, Aboriginal persons and minor-party can didates a b etter chance of election to the House of Commons” The p ercentage o f elig ible v oters w ho ex ercise th eir f ranchise has f allen over the past f our Canadian general electio ns, f rom 75 percent in 1984 to 67 percent in 1997. “SMP d iscourages v oters wh o wis h to cas t their b allots f or parties or candidates with little or no chance of winning “the b elief th at o ne’s v ote is “wasted” “turnout is o ver eig ht p ercent higher in a PR election th an in a plurality one.” “Giving each elector a meaningful influence over the outcome” “Disproportional systems, such as SMP, distort party caucuses, both in their relative s izes and in terms of their regional composition” “SMP d oes r eal h arm to s ome p arties wh ile u nfairly h elping others” “The brokerage function of the national parties in Parliament is seriously compromised” “It als o p rotects a g overning p arty f rom th e political consequences o f l osing s upport i n s maller r egions of t he country if it can sweep a populous province such as Ontario” “it deprives entire provinces of cabinet representation” “Women constitute slightly over half of the Canadian electorate but ha ve ne ver a ccounted for more t han 2 1 pe rcent of t he House of Commons” “the electo ral s ystem as th e most important v ariable af fecting women’s representation in n ational legislatures” “A more p roportional C anadian electoral s ystem would lev el th e political p laying f ield b etween men and women” “SMP works against ethnic, linguistic and other minority” “Groups wh ich a re n ot ter ritorially concentrated” “It wo uld als o lo wer th e b arriers to members of m inority gr oups who seek election to the House of Commons” Massicotte (2001 ) Canada b elongs to the minority a mong the established democracies ( together with Britain and the United Stat es) that have kept th e f irst-past-the-post ele ctoral s ystem u sed in th e nineteenth century Some f orm of pr oportional representation h as u sually b een advocated as a r emedy to th ese problems, “[FPTP] r esulted in n ational p arliamentary o utcomes th at d id not closely reflect the votes cast for each party” preserving t he c ohesion o f t he f ederation by e nsuring t hat federal political parties, especially the governing party, include elected members from all regions the f ailure of th e ex isting s ystem to provide p arties with representation co rresponding to t heir electo ral s upport in th e country as a whole increase the representation of women in Parliament [FPTP] co ndemns C anadians to d ecades u nder L iberal governments [FPTP] is driving down electoral turnout “lack of alternatives, 339 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones Political parties h ave e merged with a s trictly regional agenda and electoral support in one region only even p olitical p arties with a more national p erspective h ave received quite unequal support in the country’s regions, at times sweeping some while being shut out in others the extent of elec toral r egionalism, measured on th e basis of seats won b y p arties, is h igher in Canada th an in G ermany, Australia, Switzerland, Spain and even Belgium “FPTP has exaggerated this regionalism by amplifying both the strengths and weaknesses of parties in different regions the policies adopted by governments may d iscriminate against unrepresented r egions, o r at leas t ar e v ulnerable to s uch accusations Forming a r egionally r epresentative cabinet b ecomes more d ifficult, insofar a s t he go verning pa rty ha s few o r n o elected members in s ome provinces. Caucuses dominated by members f rom specific r egions may s low dow n policy changes designed t o w iden support f or the party in o ther regions. “plurality system is […] unfair” “a growing number of Canadians feel it is unacceptable that a party can form a majority government without winning a majority of the vote” amplifying th e r epresentation o f th e leading party” “also because it s ometimes g ives power to a party that does not even have the support of a p lurality of the electorate. The gove rning Liberals’ m ajority at the 1997 election rested on a mere 38 percent o f th e national vote In 199 3, t he B loc Québécois r eached Official Op position status while coming fourth i n t he popular vote. In 1979, J oe C lark formed a minority government ju st shy of majority status, yet h is p arty had s cored onl y 36 percent o f th e v ote against 4 0 p ercent for the Liberals, 340 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones First-past-the-post makes it more d ifficult f or n ew p arties to emerge given that they have little chance of success unless their support is spatially concentrated. Political d ebate wo uld b e enriched b y th e presence in th e House of C ommons of ne w political forces like the Greens. [FPTP] “is drivingdown electoral turnout” the supporters of a minority party in specific d istricts, k nowing i n advance th at th eir ch ances o f winning ar e s lim, may ch oose to abstain. “supporters of t he p arty th at clearly dominates in a district may als o conclude th at v oting is a was te o f time” “electors are exiting from the system because th e alter natives s eem unpalatable” Women, who r epresent more t han one -half of t he to tal population, currently constitute only onefifth of the members of the House of Commons single-member districts as an obstacle to f emale can didates. T he rationale is th at multi-member districts r equire p arties to f ield lis ts of can didates, making it eas ier to ensure g ender b alance o n th e tick et (and possibly ethnic and linguistic balance to o). W ith s ingle-member districts, p arties ten d t o s elect candidates th at f it th e p revailing stereotype o f th e p olitician as a middle-aged male. the p ercentage o f wo men s itting in leg islatures elected b y proportional r epresentation ten ds on average to be higher, “a context that precludes any alternation in office for the foreseeable future” Parliament, meaning h ere th e House of C ommons, w ould be more r epresentative, in sofar as the number of seats won by political p arties wo uld more closely match t heir electo ral support The r ange o f political v iews represented in Par liament wo uld be br oader, a nd would i nclude viewpoints th at C anadians might find i nnovative a nd e ngaging a s well as s ome th ey wo uld f ind objectionable, should any of these gather significant support. The n umber o f p olitical p arties represented in th e Ho use wo uld probably be higher than it is now 341 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones PR wo uld en sure th at p arty caucuses in clude s ome representatives from m ost m ajor provinces, provided single-party majority governments lik e those we h ave had for most of our history would likely become exceptional “Criticisms h ave b een v oiced i n r ecent d ecades ab out governments having too much power, the executive dominating Parliament an d th e p rime minister behaving li ke an elected monarch” PR w ould pr obably e rode t he authority o f the prime minister within cabinet in co alition cab inets, many ministers would belong to a p arty other th an th e p rime minister’s and would have more complex loyalties. Seidle (2002) “exaggerate the elected representation of the party that received the most votes” “lead to under-representation of other nationally-based parties” encourage s ingle-party m ajorities even t hough t he w inning pa rty received co nsiderably les s th an a majority of the popular vote; “regionally-focused p arties o ften el ected more members th an their share of the popular vote, sometimes nearly sweeping the region and giving the impression of being that region’s “voice” in the House of Commons” “despite r eceiving a s ignificant s hare o f th e p opular v ote i n certain regions, parties with a n ational base sometimes elected virtually n o M Ps, th us weak ening th eir clai m to act, with legitimacy, on behalf of all parts of the country” “women are sharply under-represented in the House of Commons” “SMP work against smaller parties, except those with a regional focus. The result, according to Dennis Pilon (2001: 18), is that choices, and thus the range of voices heard, are too limited” “the downward trend in voter turnout” Some academics have suggested that the r elation b etween v otes an d p arty outcomes under the present electoral system p artly ex plains th e tr end to lower turnout “the power of the executive, particularly the Prime Minister” the o ver-representation o f th e governing party a nd t he underrepresentation of most opposition parties LCC (2004) “being overly generous to the party that wins a plurality of the vote, rewarding it with a legislative majority disproportionate to its share of the vote” FPTP “reducing th e d iscrepancy between a p arty’s share of the seats in th e Ho use o f C ommons and its share of the votes” 342 Cita Problemas Causas Efectos/virtudes de la RP Mecanismos Observaciones “allowing th e governing p arty, wi th its ar tificially swollen legislative majority, to dominate the political agenda; “encouraging in ter-party cooperation th rough c oalition governments” “favouring an adversarial style of politics” “promoting p arties f ormed along regional lin es, th us exacerbating Canada’s regional divisions” “reducing th e huge d isparities in the v alue o f v otes th at cu rrently exist, in wh ich a v ote f or th e winning p arty is o ften th ree to four times more “valuable” than a vote for any of the other parties” “leaving lar ge areas o f th e co untry with out ad equate representatives in the governing party caucus” “producing m ore r egionally balanced party caucuses” “disregarding a large number of votes in that voters who do not vote f or th e win ning can didate h ave n o co nnection to th e elected r epresentative, n or to th e eventual make-up of t he House of Commons” “reducing t he nu mber of disregarded votes, thus increasing the n umber o f “ sincere,” as opposed to strategic, votes” “preventing a diversity o f id eas from en tering th e Ho use o f Commons” “including i n t he H ouse of Commons ne w and pr eviously under-represented voices, such as smaller political parties; “contributing t o t he unde r-representation o f wo men, minority groups, and Aboriginal peoples” “electing a g reater n umber o f minority g roup an d wo men candidates” 343 D. DEBATES SOBRE RP EN EL PARLAMENTO 1995-2006 (Tabla 11) Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. 35-1 6 abr 1995 Bill C-69 Readjustment Act Len Taylor NDP 35-2 25 abr 1997 Statements By Members Simon de Jong NDP 36-1 22 sep 1997 Speech from tthe Throne 25 nov 1997 Routine Proceedings Bill C-287 An Act to provide for the study of proportional representation. [Nota en otoño de 1997 se funda FV-BC] Lorne Nystrom NDP 8 jun 1999 Debate sobre “Main Estimates, 1999-2000” Lorne Nystrom NDP 36-2 22 oct 1999 Speech from the Throne 25 nov 1999 BILL C-344 An Act to provide for the study of proportional representation Lorne Nystrom NDP 2 dic 1999 Nisga'A Final Agreement Act Louise Hardy NDP 14 feb 2000 Canada Elections Act Nelson Riis NDP Judy Wasylycia-Leis NDP 22 feb 2000 Canada Elections Act John Solomon NDP 24 feb 2000 Canada Elections Act John Solomon NDP 18 may 2000 Proportional Representation Lorne Nystrom NDP Peter MacKay CONS Derek Lee LIB Ted White CONS Madeleine Dalphond-Guiral BLOC John Bryden LIB McClelland (Speaker) LIB 8 jun 2000 Supply792 Lorne Nystrom NDP 17 oct 2000 Proportional Representation [Motion No. 155 which states: That, in the opinion of this House, the government should work towards incorporating a measure of proportional representation] Libby Davies NDP John Bryden LIB André Bachand PC Susan Whelan LIB The Acting Speaker (Mr. McClelland) LIB Ken Epp Reform CONS Lorne Nystrom NDP Bernard Patry LIB Paddy Torsney LIB 37-1 30 ene 2001 Speech from the Throne 6 feb 2001 Reply Speech From The Throne Lorne Nystrom NDP 8 feb 2001 Supply Lorne Nystrom NDP 20 feb 2001 Supply [Motion: moved: That this House strike a special all-party committee to examine the merits of various models of proportional representation and other electoral reforms] Alexa McDonough NDP Alex Shepherd LIB Lorne Nystrom NDP Bill Blaikie NDP Don Boudria LIB Paul Szabo LIB Ted White CONS John Bryden LIB Stéphane Bergeron BLOC Betty Hinton CONS Elsie Wayne CONS Peter MacKay CONS Roy H. Bailey CONS Ghislain Lebel BLOC Judy Wasylycia-Leis NPD Sarkis Assadourian LIB Bob Speller LIB Scott Reid CONS Steve Mahoney LIB 792 El t iempo s uplementario es e l que se destina a l a discusión de asuntos que p roponen l os parlamentarios de oposición 344 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. Sarmite Bulte LIB James Moore CONS Michel Guimond BLOC Serge Marcil LIB Jason Kenney CONS Diane Ablonczy CONS Lynn Myers LIB James Moore CONS Pat Martin NPD Brian Tobin LIB 22 feb 2001 Canada Elections Act Stéphane Bergeron BLOC Lorne Nystrom NDP 23 feb 2001 Canada Elections Act Gurmant Grewal CONS 29 mar 2001 Bill C-322 An Act to provide for a House of Commons committee to study proportional representation Nota: al día siguiente 30 de marzo se funda FVC Lorne Nystrom NDP 5 abr 2001 Canada election act Lorne Nystrom NDP Dick Proctor NDP 26 abr 2001 Canada elections act Gurmant Grewal CONS Stéphane Bergeron BLOC 29 may 2001 Proportional Representation Lorne Nystrom NDP Scott Reid CONS Derek Lee LIB Stéphane Bergeron BLOC Greg Thompson CONS Clifford Lincoln LIB The Deputy Speaker LIB 13 jun 2001 Electoral Reform Lorne Nystrom NDP Herb Gray LIB 17 sep 2001 Canada-Costa Rica Free Trade Agreement Implementation Act James Moore CONS 2 oct 2001 Supply Peter Adams LIB 9 nov 2001 Doris Anderson Carolyn Bennett LIB 20 nov 2001 The Senate James Moore CONS Joe Jordan LIB Lorne Nystrom NDP 30 nov 2001 Parliament of Canada Act Gerald Keddy CONS Pierre Brien BLOC Brian Pallister CONS 4 dic 2001 Canada Elections Act Lorne Nystrom NDP 6 feb 2002 Budget Implementation Act, 2001 Lorne Nystrom NDP 28 feb 2002 Supply Alexa McDonough NDP Jason Kenney CONS Ken Epp CONS Pat Martin NDP Lorne Nystrom NDP 13 mar 2002 Canada Elections Act Pierre Brien BLOC Pat Martin NDP 31 may 2002 Royal Assent Act Lorne Nystrom NDP 17 jun 2002 Bill C-478 Referendum Act [PR] Lorne Nystrom NDP 37-2 30 sep 2002 Speech from tthe Throne 7 oct 2002 Bill C-216 Referendum Act [PR] Lorne Nystrom NDP 28 oct 2002 Bill C-265 An Act to provide for a House of Commons Committee to study proportional representation Lorne Nystrom NDP 29 oct 2002 Supply Peter Stoffer NDP Sarkis Assadourian LIB Peter MacKay CONS 20 nov 2002 Parliamentary Reform Bill Blaikie NDP 21 nov 2002 Parliamentary Reform Clifford Lincoln LIB Yvon Godin NDP 3 dic 2002 Nuclear Safety and Control Act Geoff Regan LIB 4 dic 2002 Fair Vote Canada Lorne Nystrom NDP 11 feb 2003 Canada Elections Act Dick Proctor NDP 345 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. 17 feb 2003 Referendum Act [debate de la anterior bill C-216] Lorne Nystrom NDP Geoff Regan LIB Scott Reid CONS Paul Crête BLOC Loyola Hearn CONS Paul Szabo LIB Ken Epp CONS 4 jun 2003 Lobbyists Registration Act Claude Bachand BLOC 5 jun 2003 Committees of the House Lorne Nystrom NDP 10 jun 2003 Canada Elections Act Rahim Jaffer CONS 23 sep 2003 Canada Elections Act Libby Davies NDP Lorne Nystrom NDP Don Boudria LIB 24 sep 2003 Canada Elections Act Lorne Nystrom NDP 25 sep 2003 Canada Elections Act Lorne Nystrom NDP 26 sep 2003 Electoral System Lorne Nystrom NDP 29 sep 2003 Business of the House The Speaker LIB Lorne Nystrom NDP John Manley LIB 30 sep 2003 Supply Lorne Nystrom NDP Paul Szabo LIB Jay Hill CA LIBby Davies NDP Don Boudria LIB Ted White CONS Libby Davies NDP Pierre Paquette BLOC Sarkis Assadourian LIB Wendy Lill NDP Marcel Gagnon BLOC Inky Mark CONS Judy Wasylycia-Leis NDP Gurmant Grewal CONS Derek Lee LIB Brian Masse NDP Benoît Sauvageau BLOC John Bryden LIB Joe Jordan LIB James Moore CONS Alex Shepherd LIB Wendy Lill NDP Joe Jordan LIB 3 oct 2003 Electoral System Bill Blaikie NDP 22 oct 2003 Electoral Boundaries Readjustment Act Brian Masse NDP 37-3 2 feb 2004 Speech from tthe Throne 3 feb 2004 Debate in Reply Speech from tthe Throne Bill Blaikie NDP Chuck Strahl CONS Ralph Goodale LIB 4 feb 2004 Action Plan for Democratic Reform Jacques Saada LIB Lorne Nystrom NDP Loyola Hearn CONS Michel Gauthier BLOC 17 feb 2004 Supply Lorne Nystrom NDP 24 feb 2004 Spply Peter Stoffer NDP 2 mar 2004 Canada Elections Act Paul Crête BLOC Ted White CONS 31 mar 2004 Canada Elections Act [Y es la presentación del reporte final de la LCC] Lorne Nystrom NDP 27 abr 2004 Supply Joe Comartin NDP Gurmant Grewal CONS Alan Tonks LIB Brian Masse NDP 38-1 5 oct 2004 Speech from tthe Throne 346 Leg Fecha Iniciativa/contexto MP’s [Presenta/replica] Part. 6 oct 2004 Debate in Reply Speech from tthe Throne Stephen Harper CONS Paul Crête BLOC 12 oct 2004 Resumption of Debate on Address in Reply Paul Crête BLOC 18 oct 2004 Resumption Of Debate On Address In Reply Bill C-226 An Act to provide for a House of Commons committee to study proportional representation Pat Martin (Winnipeg Centre) NDP Jack Layton NDP 19 oct 2004 Resumption of Debate on Address in Reply Bill Siksay NDP 3 may 2005 Citizen Engagement Scott Reid CONS Carolyn Bennett LIB Mario Silva LIB Ken Epp CONS Michael Chong CONS James Bezan CONS 13 may 2005 Democratic Reform Ed Broadbent NDP 17 jun 2005 Democratic Reform Ed Broadbent NDP Mauril Bélanger LIB 17 oct 2005 Canada Elections Act Ed Broadbent NDP 26 oct 2005 Supply Jack Layton NDP 2 nov 2005 Bill C-408 Parliament of Canada Act Rodger Cuzner LIB 17 nov 2005 Supply Bill Blaikie NDP Jean Crowder NDP 21 nov 2005 Private Members' Business Ed Broadbent NDP 24 nov 2005 Supply Jack Layton NDP 28 nov 2005 Carolyn Parrish INDEP Mauril Bélanger LIB 39-1 5 abr 2006 SPEECH FROM THE THRONE 5 abr 2006 Debate in Reply Speech from the Throne Jack Layton NDP Libby Davies NDP Olivia Chow NDP 25 abr 2006 Federal Accountability Act Pat Martin NDP Paul Dewar NDP Barry Devolin CONS 27 abr 2006 Federal Accountability Act Jean Crowder NDP Irene Mathyssen NDP 4 may 2006 Federal Accountability Act Dave Batters CONS Brian Jean CONS 11 may 2006 Supply [Nota: se menciona el reporte de James Robertson de la Biblioteca del Parlamento sobre reforma electoral Guy André BLOC Brian Jean CONS 30 may 2006 Supply Joe Comartin NDP Rob Nicholson CONS 6 jun 2006 Bill C-318 An Act to provide for a House of Commons committee to study proportional representation Pat Martin NDP 19 jun 2006 Bill C-329, An Act to amend the Referendum Act [PR] Pat Martin NDP 21 jun 2006 Federal Accountability Act Peter Julian NDP 19 sep 2006 Canada Elections Act Russ Hiebert CONS Chris Charlton NDP Paul Dewar NDP Catherine Bell NDP Dennis Bevington NDP 26 sep 2006 Procedure and House Affairs Committee Paul Dewar NDP 347 RESUMEN/ABSTRACT La pr esente i nvestigación e s un e studio e xploratorio s obre l a p articipación d e lo s politólogos académicos en los debates de políticas públicas. Consta en tres partes: en primer lugar, examina los debates que ha habido dentro de la ciencia política sobre la relación entre la disciplina y la política; en segundo lugar revisa la literatura sobre la relación entre ciencia y política, y sobre políticas públicas y movimientos sociales. A partir d e d icha r evisión pr opone u n m odelo de a nálisis d el p roceso de l a pol ítica pública y de los politólogos como actores dentro de la misma. En tercer lugar utiliza dicho modelo como guía para el examen del caso de la agenda de reforma electoral en Canadá en torno al periodo de gobierno de Paul Martin, centrando su atención en tres aspectos; de la participación de los politólogos académicos en el debate público y en el p roceso d e d eliberación i nstitucional d e l a i niciativa d e r eforma el ectoral: a) l os determinantes de su involucramiento y de l proceso de transmisión del conocimiento; b) la movilización de recursos y el repertorio de participación política que realizaron y; c) lecturas a partir de la experiencia sobre la utilidad y rol de la ciencia política. Los resultados del t rabajo son: 1 . Respecto al debate interno se muestra una constante t ensión en tre una m isión so cial y l a práctica q ue se co nfiesa o bvia; sin embargo e s i ncesante e l l lamado a e vitar que la bús queda de c ientificidad y r igor académico aleje a la disciplina de su contrato social. En ese sentido, tras manifestarse las l imitaciones d el m ovimiento c onductista o riginal, e l llamado por l a or ientación hacia las políticas parecía resolver la respuesta al dilema, sin embargo, eventualmente dentro de l nuevo e nfoque s e r e-creó l a sep aración en tre co nocimiento d e, y conocimiento en . E se d ebate en f echas m ás r ecientes f inalmente p arece vislumbrar una solución al reconocerse en primer lugar la necesidad de flexibilidad profesional de l a d isciplina d entro de l a cu al t engan cab ida n o so lo l a acad emia y l a ase soría como e xpertos s ino, el t rabajo c omo c onsultores i ndependientes o l a pol ítica partidista. Y en segundo lugar de nutrirse de los estudios sobre ciencia tecnología y sociedad e integrándose en el d ebate m ás g eneral so bre la r elación e ntre c iencia, sociedad y política. 2. Met odológicamente se co mprueba l a co nveniencia e i mportancia d e estudiar l a dinámica de l as ci encias sociales como parte de l a t radición de estudios sobre uso del conocimiento y participación en política de los científicos; y se propone la conveniencia de analizar procesos de reforma institucional, como es el caso de las reformas electorales que tradicionalmente han sido desarrollados desde una narrativa lineal o c uantitativa, c omo un pr oceso de a genda s etting e n pol íticas públ icas integrando el modelo Advocacy Coalition Framework, y la sociología histórica de los movimientos sociales. 3. Respecto a la dinámica de la participación de los politólogos en la agenda de r eforma el ectoral federal can adiense s e en contró: a) el p rincipal f actor determinante de la participación de los pol itólogos académicos en el debate público es s u ni vel de pr esencia e n m edios de c omunicación y l a bús queda a ctiva de l os politólogos de pr omover s us punt os de vi sta desde l a d ivulgación d el t rabajo d e investigación que respalda dicha opinión en foros y espacios de discusión pública, así como a t ravés d e m edios esp ecializados en d ebates d e p olíticas p úblicas, 348 específicamente boletines de think tanks. b) además de su presencia como expertos, en algunos casos se i nvolucraron en actividades de activismo junto a o rganizaciones de l a so ciedad ci vil, ac tores p olíticos y p artidos p olíticos. c ) s u p articipación e n e l proceso de deliberación, institucional, particularmente parlamentario se debió por un lado a su prelitigio personal y reconocimiento como expertos en el tema y por el otro a factores coyunturales, como la voluntad de los actores políticos y de la capacidad de éstos para impulsar la presencia de expertos en el mismo. De en tre l as est rategias p articulares q ue u tilizaron p ara p ersuadir a l os legisladores y p olíticos d estaca l a influencia i ndirecta que t uvieron e n l os de bates públicos, y específicamente al participar como testigos expertos se dio una proceso de comunicación de argumentos en el cual se combinaron la evidencia y los argumentos derivados de su expertise, con su estilo y con la defensa particular que tuvieron de sus sugerencias a partir del beneficio político esperado de las mismas. d) Su impacto en cuanto a l a t ransmisión d e co nocimiento esp ecializado s e p udo r egistrar en : los principales momentos de l de bate mismo c uando l os de fensores de una postura, grupos de p resión y a ctores pol íticos- los c itaban. D inámica que s e replicó e n el ámbito del debate institucional dentro de la discusión en el parlamento y e n el seno del comité parlamentario que realizo el estudio del caso, el Standing Committee on House and Procedural Affairs (SCHPA) así como en el ámbito de la discusión pública más amplia cuando columnistas y reporteros comentaban el estado del debate. En e l mediano y l argo plazo e l t rabajo académico demostró t ener influencia importante en la formación de la agenda, en la aportación al proceso de herramientas teóricas e información básica para el debate y deliberación de la política, y en general proveyó un pr oceso de a prendizaje e l c ual pudo c omprobarse c on l a pa ulatina sofisticación d e l as d iscusiones en el ámbito d el d ebate público, al interior d el SCHPA, y a simismo pos teriormente durante l a continuación de l a agenda como un tema d e l a política can adiense, a pesar d e q ue el –entonces nue vo- gobierno d e Stephen Harper rechazó la iniciativa. This research is an exploratory study on the participation of academic political scientists in public policy debates. It consists of three parts: first, examines the debates that have been in political science on the relationship between discipline and politics; second reviews the literature on the relationship between science and politics, and public policy and social movements. From the review it proposes a model of analysis of the process of public policy and political scientists as actors within it. Third use this model as a guide for consideration of the case on the agenda of electoral reform in Canada around the period of government of Paul Martin, focusing on three aspects; participation of academic political scientists in the public debate and the process of institutional deliberation of electoral reform initiative: a) the determinants of their involvement and knowledge transfer process; b) resource mobilization and political participation repertoire and performed; c) readings from the experience on the usefulness and role of political science. The results of the work are: 1. With respect to internal debate a constant tension between a social mission and practice confession shown obvious; however it is incessant call to prevent cientificidad seeking academic rigor and discipline away 349 from its social contract. In this regard, following demonstrate the limitations of the original behaviorist movement, called by the orientation towards policy it seemed to solve the answer to the dilemma, however, possibly within the new approach is re- created the separation between knowledge and knowledge. That debate more recently finally seems to envision a solution to recognize first the need for professional flexibility of discipline within which take place not only academia and advice as experts but work as independent consultants or partisan politics. And second to draw on the studies of science technology and society and integrating into the broader debate on the relationship between science, society and politics. 2. Methodologically the desirability and importance of studying the dynamics of the social sciences as part of the tradition of studies on use of knowledge and participation in scientific policy is checked; and the convenience of analyzing institutional reform processes is proposed, as in the case of electoral reforms that have traditionally been developed from a linear or quantitative narrative, as a process of agenda setting public policy integrating the model Advocacy Coalition Framework, and historical sociology of social movements. 3. With regard of the dynamics of the participation of political scientists on the agenda of Canadian federal electoral reform met: a) the main determinant of participation of academic political scientists in the public debate is their level of presence in media and the active search for political scientists to promote their views from the dissemination of research that supports that opinion in forums and public discussion as well as through media specializing in public policy debates, specifically bulletins think tanks. b) in addition to its presence as experts, in some cases engaged in advocacy activities with organizations of civil society, political actors and political parties. c) participation in the deliberation process, institutional, particularly parliament was due on one hand to his personal prestige and recognition as experts in the field and on the other to temporary factors such as the willingness of political actors and capacity these to boost the presence of experts in it. Among the particular strategies used to persuade legislators and political stresses the indirect influence they had in public debates, and specifically to participate as expert witnesses one communication process arguments in which evidence and arguments combined gave derived from their expertise, their style and the particular defense of their suggestions had from the expected political benefit from them. d) Its impact in terms of the transmission of specialized knowledge could register at: the main moments of the debate when advocates of a position of pressure- groups and political actors quoted them. Dynamic replicated in the field of institutional debate within the debate in Parliament and within the parliamentary committee that conducted the case study, the Standing Committee on House and Procedural Affairs (SCHPA). As in the field of wider public discussion columnists and reporters when they are commenting on the state of the debate. In the medium and long term academic work proved to have significant influence on the formation of the agenda, the contribution to the process of theoretical tools and basic information for discussion and deliberation of policy, and generally provided a learning process which it was found with the gradual sophistication of discussions in the field of public debate 350 within the SCHPA, and also later during the continuation of the agenda as a topic of Canadian politics, although again the government -then Stephen Harper rejected the initiative. PALABRAS CLAVE: Politólogos, participación política, reforma electoral, Canadá, políticas públicas representación proporcional, Paul Martin. KEYWORDS: Political scientists, political participation, electoral reform, Canada, proportional representation, Paul Martin 351 BIBLIOGRAFÍA CITADA Abelson, Dona ld ( 2009) Do Think Tanks Matter? Assessing the Impact of Public Policy Institutes. Montreal, McGill-Quenn’s University Press. 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