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El momento de sentarse ante la computadora genera aprehensión y hasta miedo. Si se dispone de tiempo suficiente, lo ideal es escribir cuantos borradores sean necesarios, pero si esto no es posible, se escribirá uno sólo, el cual deberá editarse con el mayor cuidado posible. La estructura que se escoja para redactar la información dependerá del objetivo. Si se trata de una información puramente noticiosa, el inicio, el cuerpo y el final responderán a estas expectativas: de lo más importante y sustancial que tiene que conocer el lector a lo menos relevante. Los reportajes, las crónicas, las columnas y otras expresiones periodísticas ofrecen más libertad de expresión, no sólo en el lenguaje sino también en su estructura. Se debe recordar que la entrada y los párrafos subsiguientes constituyen un todo, y que no son unidades independientes e inconexas. El texto bien redactado fluye sin tropiezos. Esta fluidez se logra mediante: la unidad, el uso de las palabras y frases de transición entre los párrafos y una narrativa coherente y bien articulada. El final es lo último que lee el lector, y por ello es insustituible para apuntar la historia en su recuerdo. Editar es la última tarea. Una vez que se han reescrito los borradores las veces necesarias, se procede a editar con meticulosidad el texto final. Pretender editar y escribir al mismo tiempo suele atrasar y entorpecer la elaboración del texto. Es preferible aprender a separar los dos procesos y visualizarlos como complementos.
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