DURANTE el virreinato y el siglo XIX mexicano los retratos en miniatura buscaron acercar y retener a los seres queridos que acababan de partir.
Los miniaturistas eran invitados a los funerales para capturar la efímera presencia. La necesidad de poseer el rostro de quienes no volveremos a ver, se extendía a todos los niveles de la sociedad. El estatus de la familia que las solicitaba, se pude apreciar en las joyas, así como en los estuches, medallones y marcos que las resguardan.
Retrato religioso: se pintaban monjas y sacerdotes que fueron modelo de una vida recta y pura, para que sus familiares y otros siervos de Dios los recordarán y emularán.
Retrato civil: Mujeres y hombres en el lecho de muerte. El género popular más difundido es el de la llamada Muerte niña. La tradición católica ha designado angelito a quien muere después de haber sido bautizado y antes de tener uso de razón. El término manifiesta la pureza del menor, que es libre de pecado original a través del bautismo. Existe la creencia de que el niño contemplará de manera inmediata el divino rostro del Creador.
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