LA VIRGEN DE GUADALUPE
EN EL SINODO DE AMERICA

El Sínodo de América celebrado en Roma, del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997, puede ser llamado con propiedad un "Sínodo Guadalupano" pues en él campeó, se reconoció e invocó continuamente la influencia maternal de nuestra Madre Santísima de Guadalupe, tan clara y bellamente expresada en sus apariciones en El Tepeyac. Las menciones guadalupanas son continuas1 y desde el principio se resaltó que se invocaba su patrocinio bajo esa tierna advocación de Santa María de Guadalupe. Cuantas veces se habla de "amor", "inculturación", "mujer'', "madre" etc., se percibe su presencia, aparte de muchas menciones explícitas, ya sea por su nombre de Guadalupe o por uno de sus títulos pontificios, el de "Estrella de la Evangelización "

En la presentación que hace el Cardenal Jan P. Schotte, C.l.C.M., Secretario General del Sínodo de los Obispos, del libro del Padre Javier González, L.C., "Historia del Sínodo de América", dice lo siguiente: "ˇQue la Virgen Santísima de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de América, como la llamó Pío Xll, haga que las esperanzas del Sínodo lleguen a ser gozosa realidad: el surgimiento de una nueva cultura en el tercer milenio, cuya alma sea el Evangelio de Jesucristo"2.

La Virgen de Guadalupe estuvo presente durante todo el iter del Sínodo: en el anuncio y en la preparación, en la celebración y, por supuesto, en la entrega del Documento Postsinodal realizada por el Papa Juan Pablo II a los pies de la Virgen en la Basílica del Tepeyac. Esperamos que así también estará presente, dando eficacia con su aliento maternal, en la aplicación del Sínodo en las distintas Iglesias del Continente americano.

La fecha de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, había sido fijada por el Santo Padre, del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997. La conclusión seria pues el 12 de diciembre, en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, buscando con ello un día significativo para todo el Continente americano, la fiesta de la Virgen de Guadalupe a la que Pío Xll había proclamado el 12 de octubre de 1945 "Emperatriz de América" y bajo cuyo patrocinio había puesto la pureza y la integridad de la fe de todo el Continente latinoamericano3. En el año de 1961 Juan XXIII la había llamado "Madre y Patrona de América"4.

En la segunda parte de los "Lineamenta", intitulada, "Jesucristo, camino para la conversión" al hablar de "Luces y sombras", se anota: "Desde el punto de vista pastoral existen numerosos elementos que favorecen la conversión y que actúan como fermentos de reconciliación con Dios y con los hermanos... Análogamente se percibe siempre viva la devoción a la Santísima Virgen, Estrella de la Evangelización de América, como la llamó en Papa Juan Pablo II, sobre todo en la advocación de Guadalupe, pero también bajo otros títulos con los que se le venera en cada país y casi en cada región..." 5.

En la conclusión de la IV parte de los mismos "Lineamenta" intitulada: "Jesucristo, camino para la solidaridad", se consigna: "La Virgen María, Madre del Redentor y Madre de la Iglesia, es la Estrella de la Nueva Evangelización que guía al pueblo de Dios en América con seguridad hacia el encuentro con el Señor 6. Ella hace sentir su presencia materna en medio de su pueblo, como en los comienzos de la vida de la Iglesia, y, hoy como ayer, sigue invitando a todos sus hijos a la conversión, a la comunión y a la solidaridad" 7.

En el "Instrumentum Laboris", que recoge los comentarios y respuestas a los Lineamenta y que serviría de información a los que participarían en el Sínodo, en la presentación que de él hace el Cardenal Schotte C.l.C.M., Secretario General del Sínodo, concluye: "El documento se cierra con una breve conclusión en la cual se retoman las coordenadas del tema sinodal en relación con la nueva evangelización en los umbrales del tercer milenio, invocando la protección de la Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, para anunciar a Jesucristo vivo, camino de conversión, comunión y solidaridad en el continente" 8.

En la segunda parte de dicho Instrumentum Laboris, que lleva por título: "EI Anuncio de Jesucristo", al hablar de "Evangelio y Piedad popular", se dice: "Como lo confirman las mismas respuestas al documento de preparación, dentro de la piedad popular, y no circunscrita a ella exclusivamente, ocupa un lugar privilegiado la devoción a la Virgen María, que es un claro signo de la identidad católica. El pueblo de Dios en América es un pueblo mariano. Lo atestiguan las numerosas advocaciones con que los creyentes se dirigen a la Madre de Dios, así como también los innumerables santuarios marianos sembrados a lo largo y a lo ancho del continente americano. Entre las múltiples advocaciones sobresale la de nuestra Señora de Guadalupe, que tiene su origen en la aparición de la Virgen en tierra americana a Juan Diego en el Cerro del Tepeyac (México) en el año 1531. Este acontecimiento mariano ha sido siempre considerado como signo de protección de la Madre del Verbo encarnado a favor de todos los hombres y mujeres del continente americano, a partir de las celestiales palabras dirigidas a Juan Diego y conservadas en la tradición del pueblo creyente: 'żNo estoy yo aquí que soy tu madre? żNo estás bajo mi sombra y resguardo?(...) Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe...’ " 9

 

Algunas respuestas a los Lineamenta señalan cómo en los últimos tiempos ha crecido el culto a esta advocación mariana que, sin menoscabar el culto a la Virgen según las advocaciones locales, une a todos los pueblos católicos de América en la confesión de una misma fe en la Madre del Redentor. Esto se verifica no sólo en países latinoamericanos sino también en Estados Unidos de América donde la popularidad creciente de esta devoción se explica, entre otras razones, por la presencia de católicos latinoamericanos en ese país.10

La conclusión del Instrumentum laboris es a la letra la siguiente: "Así como los Apóstoles junto a María perseveraron en la oración y recibieron la faena del Espíritu Santo para dar comienzo a la proclamación de la buena noticia (Cf. Hechos 2, 1-13), así también los pastores del pueblo de Dios en América, congregados en la fe junto al Sucesor de Pedro y bajo la protección de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, invocan la efusión del Espíritu Santo para continuar, con renovadas faenas, la misión de anunciar el mensaje de la salvación en medio de los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres americanos de nuestro tiempo. María Santísima de Guadalupe, Estrella de la primera y de la nueva evangelización, guíe los pasos de quienes peregrinan en el continente americano hacia el encuentro con Jesucristo vivo, Señor del tiempo y de la eternidad: 'el Alta y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin' (Ap. 22, 13) " 11.

En la Misa de inauguración del Sínodo de América, presidida por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en la Basílica de San Pedro en Roma, apoyado en una de las bases del baldaquino de Bernini, estaba un cuadro de la Virgen de Guadalupe, bordeado de flores como en un marco festivo y primordial: la imagen era reproducción fiel del original del Tepeyac. Bajo su protección iniciaba el Sínodo, bajo su protección se desarrollaría y bajo su protección concluiría. Muestra de ello es que casi todos los días de la Asamblea Sinodal se rezaría la "Oración por la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos", propuesta por el Papa Juan Pablo II y que concluye con esta invocación a María Santísima de Guadalupe: "María Santísima de Guadalupe, Patrona de toda América y estrella de la primera y de la nueva evangelización, bajo tu amparo de Madre queremos poner el trabajo y los frutos de la Asamblea Sinodal para América. Muéstranos a tu Hijo Jesucristo, camino de conversión, de comunión y de solidaridad, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén "

En su homilía el Santo Padre diría hacia el final: "Mi misión en este momento no es proponer soluciones, sino llamar la atención hacia la actual situación postconciliar y suscitar interrogantes a favor de una adecuada preparación de la Iglesia en América para el gran jubileo. Toca al Sínodo, con la gracia de Dios y la intercesión de la Virgen de Guadalupe, discernir e indicar los caminos... "

De las intervenciones de los Padres Sinodales e invitados durante el desarrollo del Sínodo, se pueden destacar algunas referentes a la Virgen de Guadalupe y lo que ella significa para las gentes del nuevo mundo:

 

Mons. Miguel Angel Alba Díaz en su intervención, al hablar de la inculturación del Evangelio en os pueblos indígenas, dijo lo siguiente: "Sólo en Cristo, Dios hecho hombre, se da una plena y perfecta comunicación de idiomas uniendo en su propia persona lo humano y lo divino y sólo en Él podremos encontrar el camino hacia una nueva comunicación de idiomas que nos permita evangelizar las culturas e inculturar el Evangelio tal y como se presenta en ese modelo

perfectamente terminado que es Santa María de Guadalupe, en quien lo perenne del Evangelio y lo propio del indígena se unen maravillosamente en una excepcional comunicación de idiomas que no da lugar a sincretismos (sin mezcla ni confusión), ni permite paralelismos (sin separación ni división)".

El hoy Cardenal D. Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México en la misma VI Congregación General, concluyó su intervención sobre la familia, las sectas y la pastoral de hispanos en EE.UU., diciendo, con aplauso de toda la asamblea: "Como indigno sucesor del gran Arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga, custodio de la bendita y venerada imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, agradezco a Su Santidad el que haya convocado a esta Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos y el que la haya puesto bajo la especial protección de Santa María de Guadalupe. Agradezco que su clausura esté prevista en fecha tan significativa para nuestro continente".

"Mucho agradeceríamos, y aquí hablo en nombre de la conferencia del episcopado mexicano, el que Su Santidad pudiera entregar a nuestras Iglesias que están en América, la posible exhortación apostólica postsinodal en el santuario del Tepeyac, en el cual Su Santidad inicio su magisterio itinerante bajo la protección de la Madre del verdadero Dios por quien se vive".

"Mucho agradeceríamos el que Su Santidad canonizara al Beato Juan Diego en el lugar donde la Señora del cielo se le manifestó. Mucho agradeceríamos el que Su Santidad, en este Sínodo, nuevamente proclamara a Santa María de Guadalupe como 'Madre, Patrona y Evangelizadora de América"'.

En la VIl Congregación general, el Cardenal Paul Poupard, Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, aludía implícitamente a María de Guadalupe: "Evangelizar al hombre significa también evangelizar su cultura que es la manera peculiar en que los hombres, en un determinado pueblo, cultivan su relación con la naturaleza, consigo mismo y con Dios, a fin de alcanzar un nivel verdadero y plenamente humano. El Santo Padre subraya siempre la doble riqueza de las culturas de los pueblos de América: su gran diversidad y, al mismo tiempo, la manera en que estas culturas pueden reconocer en Cristo el arquetipo de su ideal de vida; y en la Virgen María 'la estrella de la primera y de la nueva evangelización ‘".

En la XI Congregación general, Mons. Guido Breña López, O.P., obispo de Ica, Perú, dijo: "Se presentan algunas propuestas como caminos concretos de conversión para la comunión eclesial y la solidaridad con los necesitados, propuestas que ponemos bajo la protección materna de María Santísima de Guadalupe, Estrella de la primera y de la nueva evangelización".

En la XIII Congregación general, Mons. Toribio Ticona Porco, obispo prelado de Corococo, Bolivia, concluyó su intervención sobre el tema de 'Uno iglesia universal en una Iglesia autóctona', diciendo: "Que la Virgen de Copacabana, y la Virgen de Guadalupe -que es la misma- Patrona de América y estrella de la nueva evangelización, nos ayude a dar el testimonio de nuestra fe en Jesucristo vivo en el mundo tan complejo de hoy".

En la XIV Congregación general, el Sr. Germán Doig Klinge, Secretario General del movimiento eclesial nacido en Perú, Sodalitium Christianae vitae, habló sobre el Sínodo de América, signo y ocasión de reconciliación, y concluyó: "La exigencia de reconciliación y comunión encuentra en la Virgen María un apoyo especialmente cercano a los pueblos del continente. En la Madre del Redentor y reconciliador se anuda la reconciliación y la comunión entre el norte y el sur. Por ello me sumo al pedido de que la exhortación apostólica que sea fruto de esta asamblea, sea puesta a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe"

En esa misma ocasión, el Padre Manuel Pereda Crespo, fundador y superior de la Sociedad de los Cruzados de Cristo Rey, habló sobre el carácter martirial del amor que nace en el seno de la Iglesia, y dijo: "La devoción guadalupana de toda América hace ineludible la convicción de la necesidad del proceso de canonización de Juan Diego, para que sea contado entre los santos de la Iglesia universal".

Poco después, el Arquitecto Federico Müchendurg, director del Centro de Estudios Sociales de los empresarios mexicanos, presentó dos peticiones: que los pastores impulsen a los laicos a santificar la vida política y que se canonice a Juan Diego: "Pido también que se impulse la canonización del indio, ya beato, Juan Diego, para un mayor desarrollo y profundización de la catequesis mariana y que se entienda a María de Guadalupe en María de Nazaret, cuando nos evangeliza en su imagen que muestra el fruto bendito de su vientre, Jesucristo vivo, como el único camino de nuestra conversión, nuestra comunión y nuestra solidaridad en América".

En la XIX Congregación general, del 2 de diciembre, el grupo reducido castellano B, consideró que "la santidad que se necesita en América es la revolución de la ternura, que se refleja en el diálogo de Santa María de Guadalupe con Juan Diego".

El mensaje del Sínodo, discutido en la XXII Congregación general del 6 de diciembre y leído en su redacción final en la XXIII Congregación general del 9 de diciembre, concluye con esta invocación a Santa María de Guadalupe: "Llenos de confianza colocamos este mensaje en manos de María, la Madre de nuestro Señor. En todos los países del mundo ella es aclamada como Reina, Señora y Madre nuestra. La invocamos especialmente bajo el título de Nuestra Señora de Guadalupe. Allí, casi al inicio de la primera evangelización de América, se presentó a un indígena, hijo de esta tierra, como la Madre de los pobres. Que ella, estrella de la primera y de la nueva evangelización, lleve nuestro mensaje a sus corazones, para que, bajo su dirección, podamos verdaderamente encontrarnos con el Señor Jesús, el Hijo de Dios vivo, que nos conduce con amor y el poder de su gracia hacia el tercer milenio de su venida y hacia la vida misma".

La Misa de clausura se celebró precisamente el día de la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre, y como en la Misa de apertura, también ahora una imagen de la Virgen de Guadalupe, pintada por el gran pintor novohispano Francisco Antonio Vallejo en 1751, presidía desde el altar de la confesión, apoyada en una de las columnas de Bernini, el acto litúrgico. En su homilía, el Santo Padre, como es natural, la mencionó explícita y repetidamente:

"Hace cerca de cinco siglos, la Iglesia peregrinante en la historia se puso en camino hacia el continente americano recién descubierto. Desde entonces ha asumido los rasgos de la gente del lugar, como lo demuestra de forma elocuente la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuya memoria celebramos en la liturgia de hoy (...) Concluimos los trabajos sinodales en el día dedicado a la Virgen de Guadalupe, primera testigo de la presencia de Cristo en América. Su santuario, en el corazón del continente americano, constituye un recuerdo imborrable de la evangelización realizada a lo largo de estos cinco siglos. La Madre de Cristo se apareció a un hombre sencillo, un indio llamado Juan Diego. Lo escogió como representante de todos sus amados hijos e hijas de aquellas tierras, para anunciar que la divina Providencia llama a la salvación a los hombres de todas las razas y culturas, tanto a los indios que habitaban allí desde hacia muchos siglos, como a las personas que fueron de Europa para llevarles, aun con sus límites y culpas, el inmenso don de la buena nueva".

"Durante el Sínodo hemos experimentado la especial cercanía de Nuestra Señora, Madre de Dios, venerada en la Basílica de Guadalupe. Y hoy queremos confiarle el camino futuro de la Iglesia en el gran continente americano".

"Al concluir los trabajos, hace algún día, vosotros, acogiendo la propuesta de los tres presidentes delegados, me habéis manifestado el deseo de que, para la promulgación de la exhortación apostólica postsinodal, vuelva como peregrino a su santuario, en la ciudad de México. A este respecto, le confío todo proyecto y anhelo a ella. Pero ya desde ahora me postro espiritualmente a sus pies, recordando mi primera peregrinación en enero de 1979, cuando me arrodillé delante de su prodigiosa imagen para invocar sobre mi recién iniciado servicio pontifical su materna asistencia y protección. En aquella circunstancia puse en sus manos la evangelización de América, especialmente de América Latina, y tomé parte después en la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla".

"Renuevo hoy, en nombre vuestro, la invocación que entonces le dirigí: María, Virgen de Guadalupe, Madre de toda América, ayúdanos a ser fieles dispensadores de los grandes misterios de Dios. Ayúdanos a enseñar la verdad que tu Hijo anunció y a extender el amor, que es el primer mandamiento y el primer fruto del Espíritu Santo. Ayúdanos a confirmar en la fe a nuestros hermanos. Ayúdanos a difundir la esperanza en la vida eterna. Ayúdanos a custodiar los grandes tesoros espirituales de los miembros del pueblo de Dios que nos ha sido confiado".

"Reina de los Apóstoles, acepta nuestra disponibilidad a servir sin reservas a la causa de tu Hijo, la causa del Evangelio y la de la paz, fundamentada en la justicia y el amor entre los hombres y entre los pueblos".

"Reina de la paz, salva a las naciones y los pueblos de todo el Continente que tanto confían en ti; sálvalos de las guerras, del odio y de la subversión. Haz que todos, gobernantes y súbditos, aprendan a vivir en paz, se eduquen para la paz, cumplan en todo lo que exigen la justicia y el respeto de los derechos de cada hombre, para que así se consolide la paz. Escúchanos, Virgen 'morenita', Madre de la Esperanza, Madre de Guadalupe".

En el documento postsinodal "Ecclesia in América" se habla de la Virgen de Guadalupe, principalmente en el número 11: "En todas las partes del continente la presencia de la Madre de Dios ha sido muy intensa desde los días de la primera evangelización, gracias a la labor de los misioneros. En su predicación, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen María como su realización más alta. Desde sus orígenes -en su advocación de Guadalupe- María constituye un gran signo del rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en comunión".

"La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando todo el continente. Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido 'en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac'... "un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada". "Por eso, no sólo en el centro y en el sur, sino también en el norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América... "

"En este sentido, acojo gozoso las propuestas de los Padres sinodales de que el día 12 de diciembre se celebre en todo el Continente la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Evangelizadora de América..."

 

El milagro guadalupano ya no es sólo de México, se ha convertido, en gran parte por el influjo del Sínodo de América, en un acontecimiento americano. La Virgen de Guadalupe y su Santuario del Tepeyac, son considerados el centro espiritual de América, y es esta la razón por la cual los Padres sinodales en su gran mayoría votaron porque el Santo Padre viniera al Tepeyac a entregar el documento postsinodal, propuesta que el Papa Juan Pablo II aceptó gozoso. Santa María de Guadalupe es el punto de referencia para las tareas de la nueva evangelización en el tercer milenio del cristianismo en este continente.

El eco americano de Guadalupe se percibe claramente en las alocuciones del Papa Juan Pablo II, que fue dando en su IV Visita a México, sin que faltara en ellas la referencia al Beato Juan Diego, confidente y mensajero de la Virgen del Tepeyac.

En su alocución en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, a su llegada el 22 de enero de 1999, dijo el Papa: "Junto con mis hermanos obispos de México y de toda América, vengo a postrarme ante la tilma del Beato Juan Diego. Pediré a Santa María de Guadalupe, al final de un milenio fecundo y atormentado, que el próximo sea un milenio en el que en México, en América y en el mundo entero se abran vías seguras de fraternidad y de paz que en Jesucristo puedan encontrar bases seguras y espaciosos caminos de progreso... " "Sintiéndome ya postrado ante la Morenita del Tepeyac, Reina de México y Emperatriz de América, desde este momento encomiendo a sus maternos cuidados los destinos de esta nación y de todo el Continente..." "Que Santa María de Guadalupe ayude a México y América a caminar unidos por esas sendas seguras y llenas de luz".

 

Como es natural, en la Misa para la conclusión de la asamblea especial para América del Sínodo de los Obispos celebrada en la Basílica de Guadalupe, abundan las alocuciones y las suplicas de parte del Papa a la Virgen Morena del Tepeyac. He aquí algunas de ellas: "...he venido aquí para poner a los pies de la Virgen mestiza del Tepeyac, estrella del nuevo mundo, la Exhortación Apostólica "Ecclesia in América", que recoge las aportaciones y sugerencias pastorales de dicho Sínodo, confiando a la Madre y Reina de este Continente el futuro de su Evangelización". "Por eso, tengo la alegría de anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta". Y en medio de su homilía dirigió a la Virgen esta súplica: "ˇOh dulce Señora del Tepeyac, Madre de Guadalupe! Te presentamos esta multitud incontable de fieles que rezan a Dios en América. Tú que has entrado dentro de su corazón, visita y conforta los hogares, las parroquias y las diócesis de todo el Continente. Haz que las familias cristianas eduquen ejemplarmente a sus hijos en la fe de la Iglesia y en el amor del Evangelio, para que sean semillero de vocaciones apostólicas. Vuelve hoy tu mirada sobre los jóvenes y anímalos a caminar con Jesucristo".

 

Y prosigue su súplica: "ˇOh Señora y Madre de América! Confirma la fe de nuestros hermanos y hermanas laicos..." "ˇVirgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz! Salva a las naciones y a los pueblos del Continente. Haz que todos, gobernantes y ciudadanos, aprendan a vivir en auténtica libertad, actuando según las exigencias de la justicia y el respeto a los derechos humanos, para que así se consolide definitivamente la paz". "ˇPara ti, Señora de Guadalupe, Madre de Jesús y Madre nuestra, todo el cariño, honor, gloria y alabanza continua de tus hijos e hijas americanos!".

 

En la homilía del domingo 24, en la Misa celebrada en el Autódromo Hermanos Rodríguez, al terminar dice: "Al concluir, quiero dirigir mi pensamiento hacia el Tepeyac, a Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la primera y de la nueva evangelización de América. A ella encomiendo la Iglesia que peregrina en México y en el Continente americano, y le pido ardientemente que acompañe a sus hijos a entrar con fe y esperanza en el tercer milenio".

"Bajo su cuidado maternal pongo a los jóvenes de esta Patria, así como la vida e inocencia de los niños, especialmente los que corren el peligro de no nacer. Confío a su amorosa protección la causa de la vida: ˇque ningún mexicano se atreve a vulnerar el don precioso y sagrado de la vida en el vientre materno!" Y terminó con una alusión a Juan Diego: "ˇVirgen Santísima! que, como el Beato Juan Diego, podamos llevar en el camino de nuestra vida impresa tu imagen y anunciar la Buena Nueva de Cristo a todos los hombres".

 

Ese mismo día y en el mismo lugar, en la alocución del Ángelus, dijo el Papa: "Nuestra Señora de Guadalupe, unida íntimamente al nacimiento de la Iglesia en América, fue la Estrella radiante que iluminó el anuncio de Cristo Salvador a los hijos de estos pueblos, ayudando a los primeros misioneros en su evangelización ".

En el mensaje a los enfermos, el domingo 24 por la tarde, en el Hospital Adolfo López Mateos, les recordó las palabras de la Virgen: "...les renuevo mi saludo y mi afecto en el Señor y, por intercesión de la Virgen de Guadalupe, que al Beato Juan Diego le dijo: "żNo soy yo tu salud?" manifestándose así como quien invocamos los cristianos con el título de "Salus informurum", les imparto de corazón la Bendición Apostólica."

 

En el encuentro con representantes de todas las generaciones en el Estadio Azteca, el 25 de enero, recordó que este milenio que termina es para nosotros "el milenio del encuentro con Cristo, de las apariciones de Santa María de Guadalupe en el Tepeyac, de la primera evangelización y consiguiente implantación de la Iglesia en América".

Y por último, al despedirse de estas tierras en el Aeropuerto Benito Juárez de la ciudad de México, el 26 de enero, dijo lo siguiente: "Al concluir esta visita pastoral, quiero reafirmar mi plena confianza en el porvenir de este pueblo. Un futuro en el que México, cada vez más evangelizado y más cristiano, sea un país de referencia en América y en el mundo; un país donde la democracia, cada día más arraigada y firme, más transparente y efectiva, junto con la gozosa y pacífica convivencia entre sus gentes, sea siempre una realidad bajo la tierna mirada de su Reina Madre, la Virgen de Guadalupe".

"Para ella mi última mirada y mi último saludo antes de dejar por cuarta vez esta bendita tierra mexicana. A ella confío a todos y cada uno de sus hijos mexicanos, cuyo recuerdo llevo en mi corazón. ˇVirgen de Guadalupe, vela sobre México! ˇVela sobre todo el querido Continente Americano!"

 

CONCLUSIÓN

Habiéndose dado ya todas las condiciones para la canonización de Juan Diego, sobre todo el milagro y la "positio histórica", aprobados ya por la Congregación para las Causas de Beatificación y Canonización, es necesario impulsar la Canonización de Juan Diego, el confidente de la Virgen, dándolo a conocer al pueblo de Dios y haciendo las gestiones pertinentes ante la Santa Sede para que se agilicen los trámites que aún faltan.

La existencia, la personalidad y la santidad de Juan Diego, están íntimamente ligadas al hecho guadalupano. Su canonización sería el glorioso epílogo de los trabajos del Sínodo que ha pedido y espera este acontecimiento. Con ella se complementarían las expectativas de los que participaron en el Sínodo de América y se haría realidad la promesa que la Virgen de Guadalupe le hizo a Juan Diego en pago a sus servicios, de engrandecerlo y honrarlo.

Importa mucho que los devotos de la Virgen de Guadalupe difundamos la memoria de Juan Diego, para que el pueblo conozca la vida de este indio humilde y noble, digno representante de los cuarenta millones de indígenas que actualmente pueblan el Continente Americano, confidente y mensajero fiel de la Virgen, ejemplo de vida cristiana y de celo en la difusión del Evangelio.

Agosto 24 de 1999.

+Juan Card. Sandoval Iñiguez.

Arzobispo de Guadalajara.

 

1 García González, L.C. Javier: Historia del Sínodo de América, Ed. Nueva Evangelización, México 1998, obra en la que se consigna todo lo referente al Sínodo de América, desde su preparación hasta su conclusión.

2 Ibid., p. XIII.

3 Pío XII, Radiomensaje del 12 de octubre de 1945, AAS 37, 264-267.

4 Juan XXIII; Discurso con motivo del segundo congreso mariano interamericano (12 de octubre de 1961, AAS 53 (1961) 686.

5 Lineamenta no. 17.

6 Cf. Juan Pablo II, Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente (10 de noviembre de 1994), 59: AAS 87 (1995), 41.

7 Lineamenta no. 17.

8 Instrumentum Laboris, p.V.

9 Ibid, no. 18.

10 Cf. Concilio ecuménico Vaticano II, constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, I.

11 Instrumentum Laboris, no. 69.