Una estratagema inédita

Breve novela de ciencia ficción de Isaac Asimov

Escrita en 1957

Tomada del libro:

 

ASIMOV, Isaac

Estoy en Puerto Marte sin Hilda

Alianza Editorial, Madrid, 1982

pp. 156 a 158

 

 

 

Una estratagema inédita

Título original: “A loint of paw”

 

 

No cabía duda de que Montie Stein había robado, valiéndose de un fraude inteligente, más de 100.000 dólares. Tampoco cabía la menor duda de que le había detenido al día siguiente de haber expirado es estatuto de limitaciones.

 

Fue su manera de evitar el arresto durante ese intervalo lo que provocó el caso memorable del Estado de Nueva York contra Montgomery Harlow Stein, con todas sus consecuencias. Introdujo la ley en la cuarta dimensión.

 

Porque sepan ustedes que, después de cometer el fraude y apoderarse de cien de los grandes o más, Stein entró tranquilamente en una máquina del tiempo que poseía ilegalmente, y dispuso los controles hacia el futuro para avanzar siete años y un día.

 

El abogado de Stein lo expuso con sencillez. Ocultarse en el tiempo no era afortunadamente diferente a ocultarse en el espacio. Si las fuerzas de la ley no habían descubierto a Stein en el intervalo de esos siete años, mala suerte para ellos.

 

El fiscal del distrito señaló que el estatuto de limitaciones no estaba pensado para que fuera un juego entre la ley y el criminal. Era una medida de clemencia  ideada para proteger al delincuente del miedo indefinidamente prolongado al arresto. Para ciertos crímenes, determinado período de aprensión a la aprehensión –por así decir– se consideraba castigo suficiente. Pero Stein, insistía el fiscal, no había sufrido período  de aprensión de ninguna clase.

 

El abogado de Stein permaneció inconmovible. La ley no decía sobre que hubiera que medir la magnitud del miedo y angustia del culpable. Simplemente establecía un límete de tiempo.

 

El fiscal del distrito dijo que Stein no había vivido hasta ese límite.

 

La defensa afirmó que Stein era siete años más viejo que en el momento del crimen, y que, por tanto, había vivido hasta ese límite.

 

El fiscal del distrito recusó la afirmación y la defensa presentó el certificado del nacimiento se Stein. Había nacido en el año 2973. Cuando cometió el delito, era el año 3004, tenía treinta y un años. Ahora, en 3011, tenía treinta y ocho.

 

El fiscal del distrito exclamó acalorado que Stein no tenía fisiológicamente treinta y ocho años, sino treinta y uno.

 

La defensa señaló fríamente  que la ley, una vez que se admitía que el individuo era mentalmente sano, reconocía tan solo la edad cronológica, que solo se podía hallar restando la fecha de nacimiento a la fecha presente.

 

El fiscal, aun más acalorado, juro que si a Stein se le permitía salir libre, la mitad de las leyes escritas en los códigos resultarían inútiles.

 

Entonces cambien las leyes, dijo la defensa, para tener en cuenta los  viajes en el tiempo. Pera hasta tanto se cambien, hay que aplicarlas como están escritas.

 

El juez Neville Preston tardó una semana en considerarlo y luego entregó su decisión. Marcó un hito decisivo en la historia del Derecho. Es un pena, pues, que algunas personas sospechen que el juez Preston se sintiera influido en su criterio por el irresistible impulso de formular su decisión tal como lo hizo.

 

Porque esa decisión, en suma, fue:

“A Stein le salva un nicho en el tiempo”:

 

Epílogo

 

Si esperan  que me excuse por eso que no me conocen.

Estimo que un juego de palabras es la forma más noble del ingenio, así que...

 

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